Post on 27-May-2015
Abuela Anne
Impregnas de belleza
nuestros días en la escuela.
Contigo las cosas siempre nos
resultan más fáciles
y conviertes cada momento en el
sentimiento más puro de alegría.
Gracias abuela. Te queremos.
Hace unos
días recibí
un artículo
de
periódico
en el que se
resaltaba la
labor de
Anne en
nuestra
escuela.
Lo vi tan
hermoso
que he
querido
compartirlo
con
vosotros y
vosotras. Es
la mejor
abuela y
una gran
persona.
ANNE LA ABUELA
La abuela del colegio gusta de llamarse ella misma, hay
que tener afecto en reserva para el apelativo. Yo la conocí a
través de la Jefe de Estudios, otra Ana con vocación de
amar: o es pedagogía del afecto o no es pedagogía. Para
abreviar yo he usado seudopedagogía en mi novela, pero no
le gusta.
La abuela Ana colabora con ‘Ana la Jefe’ en las
hermosas relaciones del cuentacuentos o de la velada, pero
sobre todo ofreciéndose en testimonio a los niños de que allí
ocurre algo importante. Así justifica las sonrisas recibidas esta
Ana abuela de multinietos capaz de más cada vez que lo
intenta. Os cuento.
Hoy he recibido un correo de Anne, domingo lluvioso de
urnas abiertas al futuro de la democracia. Es un correo
inteligente como ella que lo elige. Un venerable ciego se
sienta al final de la amplia escalinata con un cartel escrito:
Estoy ciego, ayudadme. La hermosa mujer de negro lo
rescribe: Hace un día hermoso y estoy ciego. La actitud de los
viandantes es patente y nos hace guardar silencio para
acogernos a la reflexión. Misterio grande el de las palabras
que nos sobrecoge. Grandes truenos en la calle se
acompañan de goterones fuertes que forman chorros de
agua transparente. Una niebla densa acaba nublando la luz
de la mañana.
Mi tema que iba a ser las votaciones, el ánimo de esta
España que decae ante los desaciertos, las mentiras y las
buenas intenciones baldías, se queda sustituido por el nombre
de la abuela que puede ser el símbolo de otras muchas que
despiden en las puertas a alegres escolares. A ver qué hacéis,
comportaos. Seguro que cuando dicen esta muletilla no
piensan que ahí está representada toda la savia viva de
nuestro pasado que quiere ser futuro en los niños y justifica
sinsabores y audacias. Da tentación de pensar que esta
sociedad no es sino abuelas y nietos y lo demás todo está
vacío, sucio, plagado de hombres prepotentes como sacos
llenos de egoísmos.
Es una época que no valora demasiado a los viejos. Para
lavar conciencia les llamamos mayores. Ni a los niños, que
jugamos a Reyes Magos pero no invertimos en educación
que los haga felices. Nuestras aulas son gimnasios para el
trabajo, colegios de élite reduciendo el hombre a inteligencia
o almacén del resto donde no cuentan emociones. Nos
queremos demasiado, cada cual arrastramos un ombligo
invisible contra el joven adolescente. Por eso traigo a cuento
a Ana y su video, porque ante él y las abuelas cabe
preguntarse si no estaremos haciendo mal uso de las palabras
o quizás de las intenciones. ¿No podíamos ser mejores si
rescribiéramos todo y pusiéramos por delante los niños y los
mayores?
Es verdad que ellos no rinden. ¿Pero nos hemos parado a
pensar para quiénes rendimos? No es para remediar al pobre
sino para hacer más ricos a los que ya lo son y nos ponen
delante la programación que les interesa. No sabemos qué
arreglo tiene todo esto pero lo tiene, no os quepa duda.
Puede que nos convenga hacer más caso a los perroflautas y
menos a los que así los llaman por miedo a que peligren sus
intereses. Es necesario soñar, siempre lo ha sido. Las soluciones
humanas van por ahí según dicen los científicos. Trabajar sí,
pero organizar el rendimiento que ahora mismo nadie puede
negar que está creando injusticia. Mercados, financiación,
especulación son palabras cargadas de amenaza. Siempre
encontraremos quien nos eche en cara que eso es soñar.
Peor es vivir resignados. La programación de los colegios
debe ser soñar. Por eso Ana y las abuelas acuden a los
cuentacuentos. No os canséis de soñar, por Dios bendito.
Torremolinos, 20/11/2011 14:59
Eustaquio Romero Almodóvar