Post on 14-Mar-2020
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por Rodolfo Benosso
gen" como zona mágica y refugio precarioes imagen homóloga de la condición huma·na en la era nuclear -amenaza tácita en lanovela transitada por los brutales tripulan·tes de una nave de guerra americana, elinvisible "Altair"-; el margen como fronte·ra donde la vida organiza su último simula·cro es también sinónimo metafórico de laresistencia española que brama sordamenteen los vagabundeos del libertario francésSigismond por la ciudad condal; el margen,por último, es la estrecha franja donde
Sigismond se hace fuerte contra una aliena·ción ya carente de raíz existencial -a dife·rencia de La náusea o El extranjero- resul·tante en cambio de las relaciones de pro·ducción y origen de deformaciones huma·nas, artísticas y artesanales en el régimenoccidental y cristiano del caudillo por lagracia de Dios (o sea "contra la voluntadde los hombres"): ver la irónica sensaciónde "mal gusto" (p. 34), las modernas vírge·nes eléctricas. Pero desde ese margen, preciosamente, se divisa el horizonte de la vida:la prostituta niña y la hecatombe del fran·quismo, posibilidades imaginarias que des·trozan las ingenuidades del "personaje posi·tivo" o las simplificaciones de los "contenidos progresistas" sin incurrir en ningúnoscurantismo reaccionario: un hombre sesuicida por fatalidad personal y no obstanteafirma en ese acto su optimismo histórico.
Sigismond descubre en esos dos días deeternidad terrenal no sólo la destrucción deuna mujer y un hijo, sino, retrospectivamente, el carácter equívoco del padre, eledípico y opresivo de la anciana nodriza, yha podido medir la falsedad de la experiencia corno totalidad tal corno ella se elige enel marco de posibilidades del mundo reaJj·
al margen de elmargen
* André Pieyre de M,mdiargues: El margenJoaquín Mortiz, México, 1970.
Si alguien recibe en el extranjero una cartade la vieja' criada donde se anuncia el fin detoda su familia no es verosímil su suicidio:la anciana pudo haber enloquecido. En lavida cotidiana parecería más probable queleída la carta viajara al sitio del desastre; enel espacio textual de El margen* su decisión es otra y dentro de sus límites no esinverosímil. En la ficción la conducta (imaginaria) se rige por todas sus proposiciones'y no por las pautas estadísticas de unapsicología social capaz de afirmar un criterio sociológico -y no estético- de verosimilitud. En la experiencia de la lectura lasrelaciones de connotación vuelven "razonable" lo aparentemente "irrazonable", legalizan lo fantástico, etcétera. Sigismond, tocayo del héroe calderoniano, se concederá unúltimo recorrido por su extraña Barcelona,dentro del paréntesis de un sueño lúcido,situado entre la suspensión del tiempo y unanticipo de eternidad, después de entreveren la atropellada lectura de un párrafo su
'catástrofe.Los actos se suceden conforme a las
exigencias de la euritmia -esa simetría delespectador- y no según las reglas confusaspero codificadas de una "psicología literaria": si Sergine se arrojó desde la torre delos vientos en su residencia campestre, Sigismond subirá al monumento a Colón einmovilizará la carta a medias descifradabajo una columna de cristal; en el sitiodonde llevaba la misiva se disparará el tiro.Gobiernan sus abstenciones leyes "transracionales" y sus elecciones no son las previstas habitualmente por la poética de lami mesis aristotélica.
Numerosas homologías encuentra Sigismond entre el mzrgen donde refugia suprecaria existencia y situaciones históricas oimaginarias aludidas en el texto: el huevo ola almendra donde estaban inscritos losCristos de ,a gloria (p. 127), un presenteinmóvil similar al pictórico (p. 113) y unestado de hibernación nacional, el régimenfranquista (p. 175). Las simetrías de Elmargen no se establecen tan sólo entresignificantes sino obviamente también entresignificados: la situación marginal del protagonista es anterior a la acción, está casadocon una mujer bastante más joven queironiza sus manías, su primo lo supera enmasculinidad; hijo de un invertido, su misma virilidad se pone en cuestión; el "mar-
referencia o un sustrato histórico, sino unafunción muy precisa en las estructuras sociales: la de servir como verdad o comoideología, como reflejo objetivo de la realidad o como falsa conciencia.
Toda mosofía debe ser vista en su verdad científica y como expresión de intereses sociales concretos que intervienen en elproceso histórico de las sociedades. A partirde esta idea puede decirse que mucho de lahistoria de las ideas en Hispanoamérica estápor hacerse.
La filosofía en América Latina se ha dedesarrollar a partir de la confrontación delpensamiento con nuestras realidades, y dela investigación científica, dialéctico materialista de los problemas ftlosóficos y humanos de nuestro tiempo. En esta tarea hayproblemas de la mosofía social como lasimplicaciones del subdesarrollo, la culturacolonial y la historia de las ideas, y problemas gnoseológicos y más generales como lateoría del conocimiento y la ética.
Por otra parte, en un examen más detenido de la función de la filosofía en América Latina, habría que observar que lamosofía no ha padecido tanto de falta deoriginalidad, como afirma el autor -puesuna filosofía no surge de la nada, sinocomo negación o enriquecimiento y superación de las fases anteriores de la filosofía, ydel reclamo de las luchas sociales e ideoló-.gicas- sino que más bien ha padecido deidealismo. Se han dado así en la mosofíasocial variadas concepciones románticas yutópicas, y en la teoría del conocimientoha aparecido el idealismo.
Son actuales por lo tanto las reflexionescontenidas en el libro de Salazar Bondy,pues ejemplifican el caso de un filósofohispanoamericano que por la vía del historicisma toma conciencia de nuestras realidades y se adentra así en una concepción másradical de la fIlosofía como' conciencia delhombre y del mundo.
* Agusto Salazar Bondy: ¿Existe una Jilasaf(ade nuestra América?, México, Siglo XXI, 1968.133 pp.
carta sobre
teatro
Ignacio Hernández
zado, negando pennanentemente en la práctica los valores proclamados de su axiología(museos, monumentos, campanarios) y lasemociones de su educación sentimental (laconcepción del amor, el erotismo, etcétera)y se sabe arrojado a una zona anómica quetratará mágicamente de legislar con irrisorias regulaciones destinadas a suspender eltiempo en una burbuja donde él sea invulnerable: el viejo sueño de dormir eternamente sin envejecer, pero con los ojosabiertos.
En la vasta metáfora de su vagabundeonocturno por un espacio mágicamente delimitado de la gran ciudad en el cual semezcla con la masa de prostitutas, transfor-mistas, andróginos, marineros ansiosos yadolescentes ambiguos, la única derrotadaes la pureza, ese requisito final de la comunicación humana, más allá o más acá de loscuerpos y sus urgencias redobladas por lasatisfacción ilusoria. Como todo acto eneste mundo subterráneo es una negacióndel lenguaje en que subyacen los valores ypropone un código de la anticomunicación(insulto, parodia, interferencia) Sigismondelegirá el silencio en sus relaciones de cliente con la prostituta niña, por las cuales dealgún modo recuperará la inocencia necesaria para elegir su propia muerte.
Frente a una códificación apriorista delas respuestas, la nueva novela vuelve amostrar un suicidio por optimismo, lo queya había imaginado la novela psicológica enotro contexto. Si un hombre se destruyepor orgullo, negándose a la vida vegetativade una cotidianeidad sin posibilidades trascendentes, no niega por esto la trascendencia histórica como horizonte humano. Lavida privada y la vida pública se condicionan mutuamente, pero no se confunden; eloptimismo histórico no implica necesariamente optimismo sobre el destino personal.Si estructuralmente el suicidio de Sigismond importa rechazar el personaje delviudo, el luto, las ceremonias y recuerdosfunerales, y de tal manera es un triunfo dela vida, defendida casi heroicamente a lolargo de las dos jornadas mágicas, antropológicamente afinna la autonomía del hombre, las relaciones paradójicas entre lo individual y 16 social y la demarcación de unazona personal e invulnerable desde la cual ysólo desde la cual sus compromisos políticos y morales son válidos: el margen, estrecho si se quiere, que a cada uno corresponde en este mundo.
Tengo frente a mí el motivo que provocaestas líneas: un libro de Editorial Aguilar:Teatro Breve Hispanoamericano Contemporáneo, de cuya selección, prólogo y notasse hace responsable Carlos Solórzano, y queyo debería reseñar.
La tardanza de mi entrega pesa demasiado en los momentos que habitualmenteutilizo para escribir, aunque desde que laleí por primera vez tuve la certeza -acentuada por las siguientes relecturas- de quenunca entregaría mis anotaciones al libroaludido. Pues un medio de difusión culturalcomo la Revista de la Universidad, apartede la esquemática reseña, ocupa una opinión sobre el libro que se trate. Y miopinión no es tan adversa como incrédula;no le creo al doctor Solórzano cuando dice:"El Teatro Hispanoamericano ha venidoexperimentando una evolución que lo hasituado ya en el primer plano de nuestraLiteratura creativa, ha asimilado todas lasposibilidades que impulsan el auge del Teatro Breve del mundo." Ni cuando dice: "Seadvierte en todos los autores (incluidos en ellibro) el conocimiento riguroso de su oficio." Porque a la lectura de las 16 obras sólodos he visto en escena: "Segundo Asalto" y"'La señora en su balcón"- muy otrasapreciaciones se despertaron en mí.
Advierto de primera intención: personajes inconsistentes y/o planos; temática pobre y reiterada; situaciones dramáticas cuyasimpleza, que no sencillez, deviene de dicotomías cerradas; diálogos cuyo tono improbable los hace fanidos; confusión de loabsurdo con la debilidad mental; escasosentido del humor; demagogia con pretenciones de epopeya; soluciones frágiles yoficiosas; acotaciones que todo podrán sermenos teatrales; la corroboración, luego deleer los extensos curricula de los autores,de la frase: "Lo que natura non da, Salamanca..."; surrealismo mal asimilado enun lenguaje explicable sólo por la tesis deque en los países coloniales el idioma sesiente ajeno y cuando se usa adquiere sentido de expropiación. Y lo que no adviertopor más que trato es, como dice el doctorSolórzano de "Una visión a las fomlasactuales y vigentes de la creación dramáticamundial que no excluye y más bien reclamala presencia de lo que es vital e intransferibleen cada uno de los países de Hispanoamérica", salvo en contadas excepciones: la Garra,Sangrún, Solórzano mismo, Chalbaud.
Por lo cual, creo que el mejor comentario que la Revista de la Universidad debíahacerle al libro en cuestión, es el silencio.
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