ALDA - WordPress.com · 2017-10-26 · 23 de marzo, 2074 . La fecha de hoy coincide con los Idus de...

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23 de marzo, 2074

La fecha de hoy coincide con los Idus de Marzo de la Antigua Roma. En nuestra sociedad esta es la época del año conocida como los días de la selección.

Me levanto más pronto de lo normal, antes del amanecer, para pensar en los acontecimientos que me esperan en el próximo mes de mi vida. Recién acabo de cumplir mis 18 años y, a diferencia de antes, ya a nadie le agrada llegar a este momento de su vida. Veo mi reflejo en el espejo. Mis mechones castaños me recuerdan a los días de mi infancia cuando no sabía nada de lo que está pasando pero al mover la cabeza dos dorados me devuelven a la realidad. Después de volver de una ensoñación sobre mi pasado, realizo mi ritual de todas las mañanas. Salgo al balcón de mi habitación para ver a un pequeño gato negro que duerme debajo y al que suelo dar de comer a escondidas de mi madre, ella odia los animales con pelajes. Cuando me agacho para apoyarme en la barandilla de mármol mi vista se queda fija en el nombre inscrito en mi antebrazo derecho.

ALDA No es que yo hubiera querido tener mi nombre tatuado en el brazo de por vida pero todos los que pertenecemos a Europia estamos obligados a ello. Kadet, nuestro líder, promulgó una serie de leyes para que, según él y su equipo, vivamos tranquilos y sin preocupaciones en cuanto a nuestra seguridad respecta. Es un líder al que cuestiono en muchas cosas, para ser sinceros, en casi todo. Es muy poco convencional y creo que eso, a veces, no lleva a los resultados que nuestro gobierno optimista espera.

Los días de la elección van a comenzar hoy y, sinceramente y a diferencia de Zaira y Sabina, mis mejores amigas; no me siento nerviosa. Mi madre dice que es porque siempre he sido buena en todo lo que me propongo pero yo creo que nada tiene que ver con eso. Cuando era pequeña sufrí algo como un trauma que me permitió controlar mis nervios siempre que lo necesite. Todo pasó en una clase de educación física cuando teníamos que trepar por una cuerda. Yo era incapaz de hacerlo y mi profesor estaba decidido en que lo tenía que conseguir.

Cuando por fin conseguí llegar a la mitad de la cuerda mis manos empezaron a temblar y mi vista se nubló porque tenía miedo a caer delante de todos mis amigos. Fue entonces cuando el profesor ordenó que soltaran la cuerda y quedé pegada al suelo. Desde entonces no he vuelto a temblar nunca, me da miedo a tener miedo y, lo que es más, me da miedo que la gente lo note. En nuestra escuela siempre nos han dicho que el miedo te hace débil en los ojos de tus oponentes y que en la vida nadie es de confianza, todos son rivales en algo, sea lo que sea.

Una vez lista para la ceremonia de presentación de los Idus, bajo a la cocina para despedirme de mis padres. Mi madre me abraza con las lágrimas a punto de salir:

-Cuídate hija, ¿estás segura de que quieres ir?

Mi padre es director de una importante sección gubernamental y podría haber ideado documentos para librarme de los procesos selectivos. Niego con la cabeza y repito por milésima vez lo que ya expliqué días atrás a mi madre:

-Mamá, todo irá bien. Casi todos salen de los procesos y además no creo justo no hacerlos solo por

la posición de papá. Todos sufren allí y yo también lo haré.

-Hija tú misma lo has dicho, casi todos salen. ¿Y si tú no estás en ese “casi”?- me sujeta las manos como si no me fuera a soltar nunca. Mientras tanto mi padre me da un suave beso en la cabeza.

-Quiero que estéis tranquilos. Todo irá bien. Os prometo que dentro de un mes me veréis aquí de nuevo. No os vais a librar de mí tan fácilmente. –suelto una pequeña risa para intentar inspirarles más confianza en mis capacidades.

Ellos sonríen levemente y nos despedimos. Al salir de mi casa y voltearme para saludarlos los veo abrazados en el umbral de la puerta, por última vez, aunque si entonces hubiera sabido que nunca volvería a casa nunca habría cruzado aquella puerta.

Con Zaira y Sabina llegamos un cuarto de hora antes a la presentación. Todas sentimos curiosidad por saber qué nos espera este mes. Cuando se acerca la hora entramos a una gran sala acristalada con un sinfín de sillas acolchadas ordenadas en perfectas líneas rectas. Ocupamos los sitios que nos han sido previamente asignados y empezamos a

escuchar cosas que ya sabemos por parte del director de la Sección Gubernamental de Selección, la SGS. El hombre se llama Damien, le conozco porque con mi familia vivimos cerca de una base del gobierno y, además, le he visto en algunas de las reuniones que mi padre dirige en casa. Damien habla a través del micrófono y su voz rebota en los cristales:

-Bienvenidos jóvenes. Muy bien sabéis que estáis aquí para completar el proceso de selección de vuestra generación, la Alfa 3-70 – Kadet estableció que, para poder dividir los trabajos de una forma justa obteniendo cada uno lo que mejor se le da, se realiza el proceso de selección en cada generación, que es diferente cada año – Hoy es el día en el que vais a ser trasladados a las bases de Latinia, donde seréis mezclados con el resto de jóvenes de Europia. Como bien os es conocido, el proceso de selección de cada generación pretende no otra cosa sino separar a los más fuertes de vosotros de los débiles, a los más inteligentes de los menos talentosos para las actividades científicas, a los estrategas de los que no lo son tanto…

Al decir esto, Damien se retira del pequeño escenario y su puesto es ocupado por el general. Es un hombre alto, con un cuerpo sólido, hombros anchos y una

gran cicatriz que le cruza la cara desde la ceja derecha hasta la base izquierda del cuello. Mi padre me contó que es uno de los héroes del ejército, toda su vida ha sido asignada a las fronteras donde tenía que proteger a nuestro país de los ataques terroristas y anarquistas que sacuden a toda la Tierra, o al menos lo que queda de ella. Cuando su voz toca el micrófono todo es diferente a la voz suave de Damien que, en cierta medida, tranquilizaba a los presentes y hacía que esto pareciera mucho más normal y seguro. Esta voz es profunda, parece sacada de las mismas entrañas de la Tierra. Cális empieza con su explicación. Esta vez presto atención porque esta parte nunca se cuanta antes de llegar a esta sala con los 18 años cumplidos ya que cada año el proceso el diferente, nadie puede predecir lo que tocará a cada generación:

-Muy bien, veo que este año sois un número considerable de aspirantes – dependiendo de los ataques y epidemias que ha habido en un año los aspirantes a la elección son más o menos, en los últimos diez años, por suerte, el país ha vivido en tiempos tranquilos – lo que me complace profundamente. Soy el general Cális y voy a ser responsable de vuestro grupo, el grupo 25. La tan

conocida selección consiste en escoger a los mejores para determinadas tareas y dividiros en las diferentes fracciones operativas de la sociedad. Esto no conlleva que os separéis de vuestras familias o que viajéis a partes lejanas del país en contra de vuestra voluntad. Siempre es elección vuestra donde os vais a instalar. Durante la primera semana del mes vais a experimentar pruebas generales para decidir hacia qué fracción os debemos orientar. El resto del proceso consta de pruebas y entrenamientos propios de la fracción asignada. En caso de que la fracción que os ha sido asignada no sea la adecuada para vosotros se podrán solicitar reevaluaciones de las capacidades y transferencia. La fracción más prestigiosa de todas, y por tanto la mejor pagada, es la de Los Hijos de Ares. Todos sabéis que es la encargada de la protección interna y externa del país a nivel de servicios de inteligencia, no de ejército. Sé que todos, o casi todos – dice con una pequeña sonrisa inclinándose hacia un chico delgado con gafas de la primera fila – optáis a ella pero no quiero haceros ilusiones falsas. Sólo un número muy reducido, 15 en concreto, de cada generación entran a esta facción. Para ella necesitáis una gran preparación física y sobretodo mental. Antes de irnos un último detalle, todos

tendréis asignada una pareja que puede o no que sea de vuestra región. Al menos en la primera semana vais a formar equipo, durante la cual vais a protagonizar pruebas de cooperación que os serán explicadas en la base. Haced cola para dirigiros a los aviones, a medida que pasáis por la puerta principal os será anunciada la identidad de vuestra pareja.

Odio esto de las parejas. No soy muy buena trabajando en equipo y menos con una persona, muy probablemente desconocida. Zaira y Sabina han quedado lejos en la multitud, cada una en una punta de la sala. Me apresuro a salir de las primeras para evitar el bullicio de cuando todos se agolpeen en la puerta. Al pasar por ahí una chica no mucho más mayor que yo, pelirroja me frena y me dice con voz cortante:

-¿Alda, verdad? – asiento algo molesta por su mal humor. Ni que yo misma fuera culpable del trabajo que la ha tocado – Su pareja es Orión, no es de este grupo pero si de una provincia cercana. Suerte.

La chica pelirroja me señala con el brazo la entrada a lo que parece ser la manga del avión y se gira para seguir diciendo las parejas de los que pasan por

la cola. Cuando llego al avión, es uno moderno, con pantallas en los respaldos de cada asiento. Éstos están recubiertos de cuero negro y el suelo del pasillo es gris por cual toda la estancia tiene un aire un tanto tétrico. Los asientos se llenan progresivamente y dentro de unos cinco minutos oigo la voz chillona de Sabina. Me levanto para llamarla a mi lado, ya llevo reservando este asiento un rato y varias personas han intentado ocuparlo. Les e espantado de mala gana. Sabina, con su largo pelo liso que la llega hasta la cintura y luce unos mechones plateados entre los negros, se sienta a mi lado y suspira como cuando salimos de la clase de gimnasia:

-¿Quién es tu pareja, Al? No me digas que tienes suerte y te ha tocado con Zaira.

Entorno los ojos y digo:

-Lo mismo te iba a preguntar a ti Saby. No, me ha tocado con un tal Orión. No tengo ni idea de quién es. Juzgando por el nombre, seguro que es hijo de alguno de los compañeros del Ministerio de mi padre. – Nuestros nombres suelen decidirse por la posición social de nuestros padres, los exóticos y originales son para los de mayor poder mientras que

los nombres ordinarios son para los de menor posición social.

-Pues suerte tienes. A mí, a diferencia de lo que quería, me ha tocado con Opal. Sabes que odio la tengo, no sé cómo voy a sobrevivir una semana entera con ella.

Opal es una chica de nuestro instituto a la que no tenemos especial cariño. También es hija de un ministro por lo cual tenemos el mismo rango social. Mis padres siempre han insistido en que tenemos que ser amigas y relacionarnos más pero nunca he puesto especial esfuerzo en eso. Tiene fama de rastrera y conozco varias de las suyas. Paso de meterme voluntariamente en problemas y, compadezco a Sabina por tener que aguantarla como mínimo una semana. Ojalá a ninguna nos toque en una misma facción con ella, no trae nada bueno. Una vez acusó a Zaira del robo de un anillo de cristales sólo para hacerse ver por un chico nuevo en nuestro instituto. Todo eso acabó mal para ella, claro, pero no tengo la menor duda de que es capaz de repetir algo similar o incluso peor.

Dos horas y media más tarde llegamos a Latinia, lo que un día conocían como Italia, creo.

Bajamos del avión y nos encaminamos a la base de selecciones. Por fuera, está bien escondida de nuestras curiosas miradas. Lo único que vemos son unos altos muros de hormigón, de unos tres o cuatro metros de alto. La ancha senda de arena nos conduce a unas puertas forjadas de hierro negro con un letrero enorme del mismo material en su parte más alta. Cuando pasamos por debajo del umbral puedo alcanzar a leer: RIM.

Una vez dentro todo es asombrosamente diferente a lo que se puede imaginar juzgando por la apariencia externa, creo que es un buen ejemplo de no juzgar al libro por su portada pero, claro, aún no sé lo que me espera en cuanto a entrenamientos. Espero que no se parezcan a la imagen hostil que proyecta la base desde su exterior, al dar la bienvenida a los recién llegados. Dentro, entramos a un amplio jardín lleno de gente que corre de un lado para otro o que no osa moverse del sitio en el que le han dicho que espere. Es un jardín alargado, llega más allá de mi vista. Parece una larga alfombra de césped cortado a la perfección y decorado con gotas de flores multicolores en sus

bordes como si fueran un collar que rodea a todo el jardín. A los lados del jardín se extienden edificios largos con fachadas de cristal reluciente que refleja la luz del sol del mediodía.

El general Cális nos pide que le esperemos en una zona alejada de la multitud para no separarnos. Al estar todos reunidos, con Sabina conseguimos dar con Zaira, a la cual no había visto desde la sala de conferencias de esta mañana. Cuando se acerca a nosotras dice con su habitual dramatismo:

-Por fin os encuentro chicas, Tenía la sensación de que me iba a desmayar durante todo el vuelo. Odio las alturas, – se queda pensando unos segundos – y los sitios cerrados. En serio que me sentía como encerrada en una lata de pescado…

Sabina decide tomar el control de la situación ya que siempre cuando Zay se pone a criticar o discutir sobre algo, las cosas se acaban alargando demasiado. Digamos que el silencio no es su mayor aliado.

-Tranquila Zay. Ya no estás en el avión – Sabina se gira y extiende el brazo hacia los amplios jardines – ni en un espacio cerrado.

Zay está a punto de rechistar cuando el general Cális vuelve hacia nosotros e inmediatamente se hace el silencio en nuestro grupo. Su voz resuena por encima de la multitud de adolescentes y es como si el resto del mundo no existiera:

-Grupo, ya estáis registrados. En breve vamos a entrar al Pabellón de Bienvenida para que recibáis la información que os será necesaria para estos días y también os vamos a reunir con vuestras respectivas parejas. Quiero de vosotros que mostréis formalidad y profesionalidad. No quiero nada de tonterías o actitudes impropias para vuestra edad. No quiero que me dejéis mal, soy uno de los monitores durante el proceso y hay que mostrar respeto.

Dicho esto se gira bruscamente y nos indica con el brazo que le sigamos hacia el Pabellón de Bienvenida. Es una sala muy similar a la de esta mañana pero mucho más grande y esta, a diferencia de la que hay en mi ciudad, tiene unas paredes decoradas por lo que parecen cientos de enormes pantallas en las cuales se ve el escenario vacío. Los sitios están divididos por grupos así que a nosotros nos toca casi al final de las filas de sillas. No tarda mucho en llenarse y se nota que todos están impacientes por empezar; cuanto antes

empiece, antes acabará. Apenas cinco minutos después de que coja asiento, las luces se atenúan y varios focos centran la atención en el escenario que parece más el de un concierto que el de una base de entrenamientos. Al iluminarse, una serie de personas vestidas con ropa oscura suben y se colocan en fila. Cerca del centro mi mirada se cruza con la del general Cális que la desvía siguiendo con su tarea de asegurase de que todos estamos correctamente ordenados, como él nos dijo. Un hombre mayor, que aparenta unos 70 años, da un paso adelante y se acerca al micrófono instalado en el centro de la gran plataforma. Se aclara la voz y comienza a hablar con lo que en la sala empieza a reinar el silencio, interrumpido únicamente por su voz:

-Bienvenidos y bienvenidas. Es un placer ver a una generación tan grande como la vuestra. Me llamo Cleón, soy uno de los monitores que os van a orientar dentro de vuestro proceso de selección. Concretamente, me encargo de parte de los entrenamientos de Los Hijos de Ares – al oír ese nombre es como si todos contuviéramos el aliento un segundo, casi se pueden oír nuestras respiraciones – Como bien sabéis vais a pasar un mes aquí en el que

vuestras vidas tomarán un camino definitivo, esperemos que el acertado – se vuelve a aclarar la voz, es bastante mayor así que deduzco que le cuesta hablar mucho tiempo seguido – Esta base es la mayor en todo el país, bien conocida como Rim. Aquí os vamos a formar para todo lo que os podéis imaginar desde científicos a militares. La primera semana no es específica de ninguna fracción pero es una de las más importantes. En ella vais a aprender no solo a trabajar en equipo sino a coordinaros con otras personas y, lo más importante, a apreciar a vuestros compañeros. El resto de semanas, es decir, las tres restantes, son de entrenamientos y preparaciones específicas para vuestra fracción. – Toma aliento y prosigue; todos le miran con los ojos tan abiertos que parece que no se quieren perder ni uno de sus movimientos seguros sobre el escenario – Para concluir mi discurso quiero presentaros al resto de monitores – tras decir esto pronuncia una serie de nombres entre los cuales el único que sé es el del general Cális. Al terminar se vuelve hacia todos nosotros – Por último voy a leer las parejas de trabajo de la primara semana. Con cada nombre voy a decir un par de características de cada persona. Vuestra primera tarea aquí es encontrar a vuestra pareja lo más rápido posible. Pero, recordad, no podéis

empezar a buscar antes de que termine de leer todos los nombres. Por el contrario seréis castigados.

Comienza a leer nombres y rasgos de lo que parece ser una lista interminable de personas. Prácticamente dejo la mente divagar por cualquier sitio menos aquí pero de repente un nombre me hace volver a la realidad. Cleón dice el nombre de mi compañero:

-Orión, grupo 15; 18 años, alto, fuerte y robusto. Pelo oscuro, ojos azules y marrones; brazos tatuados. – cuando pienso que va a seguir hablando para y dice otro nombre.

¿Tengo que encontrar a una persona que no conozco entre toda esta multitud solo con tan pocos datos? Vale, me tengo que relajar. Seguro que no es tan difícil como parece. Respiro hondo y empiezo a pensar en cómo hacerlo. Si el chaval tiene los ojos de dos colores será fácil que sobresalga, no es normal que la gente los tenga así.

El resto de la lista se me hace prácticamente interminable.

Cuando por fin Cleón lee el último nombre y nos da permiso para empezar a buscar a nuestras

respectivas parejas me levanto y me dirijo hacia la parte delantera de la sala. Si es del grupo 15 debe de estar bastante más cerca del escenario que nosotros. Voy mirando detenidamente todos los ojos con los que me cruzo, todo son miradas curiosas que buscan a sus parejas. Dentro de poco empiezo a ver a gente que ya se ha encontrado pero no pienso rendirme en la primera prueba que nos asignan.

Sigo dando vueltas por la sala y los minutos empiezan a parecer horas. De repente oigo mi nombre entre la multitud y siento que un brazo me agarra. Paro, me giro y veo a un chico que encaja a la perfección con la descripción que dio Cleón de Orión. Sin dudarlo pregunto:

-¿Eres Orión?

Él asiente y dice:

-Y tú debes de ser Alda.

Confirmo mi identidad y le miro con más detenimiento. Es algo más alto que yo, eso de media cabeza. Su pelo castaño está perfectamente desordenado, tanto que parece colocado así a propósito, de lo cual no dudo. Sus ojos, efectivamente, son marrones con una porción azul

en cada uno de ellos lo que hace imposible descifrar su mirada que es bastante fría. Sus brazos están cubiertos de tatuajes con distintas formas y letras pero en su antebrazo derecho, al igual que en el mío, aparece marcado su nombre. Se podría decir que con todos los demás ha intentado ocultarlo o disimularlo pero eso no tiene sentido, es sólo un nombre, no hace falta ninguna esconderlo. Su forma física es bastante buena, los músculos de sus brazos, descubiertos, son marcados. Creo que me le quedo mirando un rato más largo de lo que debería pero a mi defensa he de decir que es mucho más atractivo que los chicos de mi instituto. Él desvía la mirada y la dirige al jardín en el que Cális nos había dejado esperando. Después se vuelve a girar hacia mí:

-Oye que tal si mejor esperamos a que esto acabe en el jardín. Aquí hay demasiada gente.

-Si mejor, creo que aquí solo estorbamos.

Orión se gira sobre los talones y se encamina hacia una de las grandes puertas de cristal que ahora están abiertas del todo. Cuando llegamos al jardín, me siento en un banco de mármol al lado de la calzada principal. Mientras estoy aquí me doy

cuenta de que en realidad, hay dos calzadas anchas dispuestas en forma de cruz, por lo cual la base es mucho más grande de lo que imaginé en un principio. Me pregunto qué habrá en todos esos edificios…

Orión se sienta a mi lado, dejando una distancia prudente por lo cual estoy agradecida. No me gusta este silencio, se está volviendo algo incómodo así que me obligo a mí misma a intentar entablar conversación aunque él da la impresión de ser de pocas palabras.

-Bueno, y ¿en qué fracción quieres entrar? – Sé que es una pregunta estúpida pero no se me ocurre otra cosa. Sí que soy buena dando conversación pero con gente que conozco, y que no me intimida.

-A Los Hijos de Ares, claro. Creo que es el objetivo de la mayoría de gente que está aquí. ¿Y tú?

Su respuesta clara, precisa y llena se seguridad y determinación me deja perpleja por unos segundos. En realidad, la mayoría de mis amigas quieren entrar a una buena fracción pero no nos hemos parado a pensar a cuál de ellas queremos pertenecer.

-Sinceramente aún no lo he pensado. Ni siquiera sabía si iba o no a venir al proceso de selección.

-Vale ya entiendo. Eres hija de alguien rico y has venido aquí sólo para quedar bien delante de los amigos de papá para no arruinar el prestigio de la familia. No me esperaba una compañera precisamente así.

Abro los ojos como platos ante su respuesta. No sabe nada de mí, no puede decir esas cosas. Decido no quedarme callada, me voy a defender:

-Oye no me conoces. No puedes decir esas cosas de mí si apenas sabes mi nombre. La decisión de venir aquí no tiene para nada que ver con el prestigio de mi familia, fue decisión solamente mía. Es más, ninguno de mis padres querían que viniera.

Cuando intento seguir hablando Orión me corta:

-Y, ¿por qué entonces su majestad ha venido a sufrir un mes entero aquí si podía quedarse en su espléndida mansión?

-He venido a demostrarme a mí misma y al mundo lo que valgo. Siempre me han tratado como algo frágil y delicado pero quiero cambiar eso.

-Ya entiendo. Lo que quieres tú es ganarte respeto por ti misma y no por tus padres, ¿verdad?

Asiento y me doy cuenta de que la única que ha contado cosas sobre sí hasta el momento soy yo, y que Orión no me ha contado nada sobre él.

-Bueno, ¿y tú por qué estás aquí?

Me mira con una cara que refleja algo de sorpresa. No sé si he metido la pata pero juzgando por el nombre debe de ser alguien con cierta posición social. Sé que la mayoría de adolescentes, incluso los más ricos, vienen aquí pero igual es interesante saber sus razones, aunque la mayoría de las veces sean por prestigio y nada más. Él reflexiona un par de minutos y se da la vuelta hacia mí:

-¿Por qué lo preguntas?

Me mira con una mirada penetrante de esas que parece que te atraviesan y ven a través de ti. Me aclaro un poco la voz:

-Yo… Lo decía… Esto… Por el nombre.

-¿Qué le pasa a mi nombre? – dice él pasándose la mano por el pelo como signo de molestia, creo.

-No sé, es un nombre bastante prestigioso, digo yo que tú también te podrías haber quedado en casa en vez de venir.

Se levanta sin apartar la vista de mí:

-Yo nunca he podido elegir nada a diferencia de ti, reina.

Antes de que pueda decir cualquier cosa, Orión se empieza a alejar hacia no sé dónde y me quedo sola en el jardín, rodeada de un montón de gente desconocida. Las primeras impresiones con las que me he quedado de él con que es una persona fría, distante y cerrada. Por un lado creo que eso es una desventaja porque a mí me gusta trabajar con gente alegre y que te inspira confianza en vez de con gente cerrada y que intimida. Pensándolo mejor, también tiene ventajas: no me quería hacer “amiga” de nadie aquí porque luego las separaciones son duras después de haber pasado un mes difícil. Me quiero limitar a interactuar con mis amigos, con los que voy a volver a casa y creo que la poca intención de Orión por hacer amigos me va a ayudar en cuanto a ese punto de mi plan. No es un plan difícil en realidad, sólo quiero entrar a una fracción decente y vivir tranquila cerca de mis padres. No sé

si realmente quiero entrar a Los Hijos de Ares pero si me seleccionan no me negaré. Como eso es totalmente imposible creo que voy a intentar ser seleccionada por alguna de las fracciones científicas.

Me levanto del banco y empiezo a andar sin rumbo. No tengo ni idea de qué hay que hacer ahora, una vez que hemos encontrado a nuestras parejas. Dentro de unos cinco minutos veo a Zaira en un lateral de la calzada, con un chico igual de alto que ella. Me acerco a ellos:

-Hola Zay, ¿cómo lo llevas?

El chico me mira de reojo, algo incómodo por mi presencia. Es un poquito más alto que nosotras pero no tanto como Orión. Lleva gafas y el pelo negro peinado a la perfección. Sus ojos son del color de la miel. Ahora que lo miro con un poco más de detenimiento creo que es el chico al que Cális se refirió esta mañana en la presentación como alguien débil. Zay me da un abrazo y luego mira a mí alrededor:

-Oye ¿y tu pareja? No me digas que aún no le has encontrado – dice con tono de preocupación.

-No, tranquila. Sí que le he encontrado. Simplemente creo que es un idiota.

-¿Y eso? – dice ella interesada en lo que digo.

Cuando voy a responder alguien se me adelanta y no creo que me deba de alegrar por ello.

-Tú tampoco me pareces una flor, reina. Vamos, Cális dice que nos reunamos. Tú y yo estamos bajo su mando.

Zay se queda estupefacta pero antes de poder decirla lo que sea me veo obligada a seguir a Orión hacia la figura lejana del general Cális que está de pies en una esquina, rodeado de dos pares de adolescentes. Cuando llegamos Cális me habla directamente a mí:

-Alda, te estábamos esperando. Bueno creo que ya podemos marcharnos hacia las habitaciones. Allí os explicaré como va a seguir la selección durante esta semana.

Por el camino hacia las habitaciones, que es bastante largo, pienso en la asquerosa actitud de Orión y llego a la conclusión de que yo tampoco me he comportado de la mejor manera posible. Creo que puedo arreglarlo más tarde si hablamos bien, como dos personas civilizadas que se supone que somos.

Cuando dejo de pensar en eso y miro a mi alrededor veo que somos un grupo extrañamente reducido pero me digo a mi misma que será porque así los entrenamientos son coordinados más fácilmente. Seguimos andando unos minutos más y pronto llegamos a un edificio circular con una gran cúpula en el centro. Entramos a un enorme salón cuyo techo es la cúpula en sí, echa toda de cristal perfectamente transparente. No soy la única que mira con asombro todo el complejo, los demás también han entornado sus cabezas hacia arriba para contemplar el cielo, ya rojizo por el atardecer. No me puedo creer que ya esté anocheciendo, el día de hoy ha pasado tan rápido que parece que subimos al avión tan sólo hace unos minutos. El general nos guía por unos pasillos espaciosos, muy bien iluminados y con sinfín de cristaleras y ventanales, aquí aprovechan la luz natural al máximo. A mi madre le encantaría esto, ella tiene una pequeña organización de conservación del medio ambiente y estaría muy feliz por ver que la electricidad que se usa aquí, al menos para la iluminación de las estancias, es mínima.

Llegamos a una serie de puertas y el general se detiene:

-Estas van a ser vuestras habitaciones. Son individuales así que uno por habitación. Tenéis una hora para descansar un poco. A las nueve y media os quiero a todos en la sala de reuniones de este grupo. Planta 8, pasillo 6, sala B-3. ¿Entendido?

Todos asentimos y entramos cada uno en una habitación, en cuyas puertas están inscritos nuestros nombres. Estamos en un noveno o décimo piso, creo. No presté mucha atención a cuántas plantas subió el ascensor pero debería hacerlo si no quiero quedarme perdida por algún pasillo de noche. Cuando enciendo la luz de mi habitación me quedo asombrada al ver el tamaño y el aspecto. Es una habitación muy amplia con una gran cama de matrimonio en medio recubierta de cojines de colores crema. Las paredes son de un color beige claro lo que la hace más cálida. Una de las paredes es completamente de cristal y da a lo que parece ser un amplio balcón. A la derecha hay un inmenso armario lleno de ropa de mi talla. Antes de venir nos pidieron la talla de ropa y zapatos, ya entiendo por qué. El baño es más grande que los salones de las casas de la gente pobre. En frente de la cama, flanqueada por mesillas de noche, hay una inmensa pantalla negra. En la pared izquierda hay

estanterías desde el suelo hasta el techo cubiertas de libros interrumpidas sólo por un escritorio de roble centrado. Decido que lo mejor sería ducharme antes de ir a la sala de reuniones. Lo hago y me visto decidiéndome por unos jeans negros y una blusa sin mangas también negra, de seda bastante abultada y con volantes a los lados. En cuanto a zapatos, unas bailarinas son lo mejor y el pelo suelto. El único toque de color son los mechones dorados de mi pelo. Antes de marcharme salgo al balcón para ver las vistas. Se ven un número infinito de edificios. Rim es mucho más grande de lo que cualquiera pueda imaginar. Es como un gran valle de luces, ahora que el sol ya se ha escondido por completo. La luz en la habitación de la derecha aún está encendida. Cuando me meto en mis pensamientos, apoyada en la barandilla de cristal y acero oigo la puerta corredera del balcón a mi lado. Una voz femenina de saluda:

-Hola vecina. Soy Xana.

Me giro bruscamente y veo a una chica igual de alta que yo, con mechas verdes en el pelo y un vestido informal azul marino. Sus ojos son verdes y combinan a la perfección con sus mechas que resaltan en su pelo negro.

-Hola, me llamo Alda. Encantada. Parece que vamos a ser vecinas durante un tiempo.

Ella se ríe y asiente. Parece encantadora, creo que hoy me voy a ver obligada a hacer alguna amiga nueva. Xana mira hacia el paisaje que se abre delante de nosotras:

-Rim es mucho más grande de lo que imaginaba. Me pregunto qué habrá en todos esos edificios – dice señalando con la mano a todas las luces que se extienden por la base.

-Yo también. Sinceramente, esto intimida un poco. Me esperaba algo más pequeño y familiar que digamos. Quiero decir, no me esperaba que tuviéramos habitaciones individuales y ya ni hablemos de lo grandes que son.

De repente Xana salta con una gran sonrisa dibujada en la cara:

-¿Te parece si vamos juntas a la reunión? Mi compañero es una chico que no dice ni media palabra. Creo que es mudo.

-Vale, mi compañero tampoco es el mejor en esto de hablar.

Salimos al pasillo y, mientras caminamos hacia los ascensores, pregunto:

-¿Sabes dónde están las habitaciones del resto?

Ella se queda pensativa unos segundos, dudo que sepa algo pero por preguntar no pierdo nada. Quiero localizar a Sabina y Zay.

-No sé, creo que en este edificio hay un par de grupos más pero en las plantas bajas incluso creo haber oído que alguien le ha tocado una habitación subterránea.

Subimos al ascensor de, como casi todo aquí, es completamente de cristal. Cuando digo completamente me refiero a que incluso el suelo y el techo lo son y el ascensor se desliza por los laterales del edificio. Una peculiaridad que no noté antes en el ascensor interno es que no se desliza de forma horizontal. Este, en cambio, sí lo hace, moviéndose de derecha a izquierda conectando los entramados de pasillos. Noto que Xana no se preocupa por la altura a la que estamos ni por la composición de la cabina por lo cual me alegro. Yo no tengo vértigo pero no me gustaría tener que calmar a alguien que sí lo tuviera. En ese momento me acuerdo de que Zay sí que lo tiene y rezo por que le haya tocado una

habitación en la planta baja o que en su edificio los ascensores sean los convencionales. Con Xana seguimos hablando durante el trayecto hasta la sala que nos indicó el general. Parece que tenemos bastantes cosas en común, en realidad, casi todo excepto el grupo. Dijo que era del 15. El 15…

¡Un momento! Ese es el grupo de Orión. Tal vez le conoce y me puede explicar por qué es tan grosero. Mientras me habla de su perro la corto:

-Perdona, me has dicho que eres del grupo 15, ¿no? – ella asiente - ¿Conoces a Orión? Es mi compañero, pero hasta ahora sólo sé que es un grosero.

-Orión dices, claro que sé quién es. En casa es muy “famoso”, que digamos. Es el mejor en todo pero no te puedo decir mucho más. Es muy misterioso y reservado. Su mejor amigo es un chico que se llama César, es el único que le conoce bien.

-Vale, gracias de todos modos. He hablado con Orión hoy y no me ha parecido muy social. Ojalá coopere durante esta semana.

Xana me desea suerte ante lo cual me inquieto porque no quiero fastidiar mi selección sólo por la

grosería de un tipo que no me conoce de nada y al que no le importo nada.

Llegamos a la sala que nos indicó Cális, fue mucho más fácil encontrarla de lo que parecía. Las señales aquí están muy bien dispuestas.

Cuando entramos todos están sentados en torno a una mesa redonda y hay tres sillas libres. Con Xana nos sentamos en dos de ellas, juntas y cuando ya estamos acomodadas me dedico a examinar la sala. Nuestro grupo es muy reducido, tan sólo tres parejas. En frente de mi veo a Orión con aires de mal humor así que decido evitar cruzar la mirada con la suya. La sala se parece mucho a nuestros dormitorios, una de las paredes vuelve a ser de cristal pero otra es una inmensa pantalla, de esquina a esquina. Por lo demás, el único mobiliario que hay son la mesa y las siete sillas giratorias que ocupamos.

A eso de las diez menos veinticinco el general Cális entra a la sala y ocupa la última silla que queda libre, a mi lado. Sin darnos ni un momento empieza a hablar:

-Buenas noches aspirantes. Espero que las habitaciones hayan sido de vuestro agrado. – Sin esperar una respuesta sigue – Os he traído el

resumen de la primara semana. – Saca una serie de cuadernillos con tapas de cuero negro y me las pasa – Alda, ¿me harías el favor de repartir uno a cada uno?

Asiento y me levanto con los cuadernillos en mano. Los reparto lo más rápido que puedo y vuelvo a ocupar mi puesto al lado del general, que sigue con la explicación:

-Bien, mañana por la mañana, a primera hora, vais a tener vuestra primera prueba por parejas. Os aconsejo elegir ropa cómoda para actividades físicas. Os quiero en el vestíbulo de la planta 13 a las siete en punto. Si llegáis tarde habrá castigo. Cada pareja va a llevar un color específico, con una cinta atada al brazo me vale.

Dicho esto, Cális nos asigna un color a cada pareja. Nosotros con Orión llevaremos el color negro. Parece que ambos estamos satisfechos con esto, ahora que me doy cuenta, los dos vamos vestidos de negro de pies a cabeza. Cális nos explica que valorará nuestras capacidades individuales en cada prueba y que éstas no serán muchas, al menos en nuestro grupo. No sé a qué se refiere con eso o por qué nuestro grupo es tan pequeño pero seguro que tienen razones

coherentes. No dice mucho más y nos manda a las habitaciones para descansar.

Cuando llegamos arriba, con Xana nos quedamos hablando un rato en el pasillo y cuando Orión pasa me empuja con el hombro y me dice sin girarse:

-Prepárate para mañana reina. Tenemos que ganar. – Sin decir nada más cierra la puerta de su habitación y me deja estupefacta en el pasillo. Con Xana intercambiamos una mirada con la que ella sobreentiende que prefiero dejar pasar eso y no comentarlo. Hablamos un poco más y decidimos que lo mejor sería ir a dormir si no queremos llegar tarde. Haciendo cálculos, si a las siete tenemos que estar listos, nos tenemos que levantar a las cinco y media para poder desayunar antes.

Entro a la habitación, me pongo un pijama suave y cálido que encuentro en el armario (del que enseguida me enamoro), me envuelvo en las sábanas y me duermo casi al instante pensado en los acontecimientos del día y en si venir aquí está resultando tan buena idea como parecía en cada. Justo antes de sumergirme en los sueños, hago una breve nota mental de que tengo que localizar a Saby

y Zay en cuanto pueda, necesito tener a mi lado a alguna cara conocida para superar esto.

A la mañana siguiente los párpados me pesan tanto que por un momento dudo de si soy capaz de levantarme de la cama pero un recuerdo de la pesada voz del general que me obliga a levantarme. Me arreglo y me visto de nuevo entera de negro, siempre ha sido uno de mis colores preferidos.

Una vez lista, salgo al pasillo y toco un par de veces la puerta de Xana que sale de inmediato, vestida de verde, el color que le fue asignado. Subimos al comedor que está en la mismísima cúpula de la planta 17, y desde el cual se ve toda la inmensidad de Rim. Desayunamos y justo a tiempo el ascensor nos deja en el vestíbulo de la planta trece.

Allí el general está dando vueltas de un lado a otro mientras esperamos a las dos chicas que conforman la tercera pareja, Orión ya está aquí y el compañero de Xana también. Mientras las dos chicas bajan del ascensor, con dos minutos de retraso, entra en la sala Cleón.

¿Qué hace aquí si él entrena a Los Hijos de Ares? No dice ni una palabra, simplemente está aquí.

El general nos guía a una sala que parece abarcar toda el área de la planta pero que es diferente al resto de habitaciones del edificio. Es cuadrada con

paredes totalmente negras aunque con un brillo extraño al igual que el suelo y el techo.

Nos colocamos en fila y delante de nosotros Cális se pasea como un general militar de los de las películas antiguas que mi padre suele ver los fines de semana. Cleón, por su parte, se queda apoyado en una de las paredes sin hacer acto de presencia. El general se para y dice:

-Bienvenidos a vuestra primera prueba. Hoy vais a probar vuestra coordinación y la lógica e inteligencia. Es una prueba bastante sencilla en sí. Por parejas vais a tener que cruzar un río. Si alguno de los dos permanece más de cinco segundos en el agua, la prueba se acaba para ambos y perderéis ventaja sobre otras parejas en la carrera para Los Hijos de Ares. – Antes de que podamos rechistar, el general se gira y dice:

-La prueba comienza en 3…2…1… ¡Ya!

A penas oigo la última palabra y noto algo frío en mis pies que se extiende hacia la cintura y el pecho. De repente un brazo firme de agarra y tira de mi hacia arriba. Cuando por fin mis pies tocan un material sólido me puedo girar para ver qué ha pasado a mi alrededor. La habitación negra ahora

es un salvaje torrente de agua con piedras y troncos dispuestos deliberadamente por toda la habitación. No me puedo creer que estamos en una planta 13 de un edificio. Cuando me doy la vuelta, me doy cuenta de que estoy en una piedra de lo más estrecha con Orión a mi lado, Claro, la prueba ha empezado y yo he sido la que ha caído al agua. Orión examina las piedras y troncos y me dice:

-Parece que tenemos que llegar a la bandera roja del fondo. – Venga ya, pero si a penas alcanzo a verla, ¿cómo se supone que vamos a llegar hasta allí? – Por cierto, ¿estás bien?

-Si estoy bien. Gracias por sacarme del agua. Yo…

-No hace falta que me des las gracias. Somos un equipo al fin y al cabo. Ahora vamos, pienso ganar.

Esto se me hace eterno. Pasamos de una roca a otra y de un tronco a otro y lo único en lo que pienso es en no caerme y que todo el esfuerzo que está haciendo Orión por sacarnos adelante no valga para nada. No quiero ser sexista al decir que él es el que nos saca adelante en esta prueba pero nunca he sido muy buena en las actividades físicas, lo mío son más las cosas de lógica y táctica en cuanto a protección y asuntos “bélicos” se refiere.

Cuando parece que vamos a tocar la bandera oigo un grito ahogado detrás de mi espalda. Me giro por un instante y veo a Xana sola en un tronco y a su compañero en el agua hasta la cintura. Es obvio que ella no sería capaz de sacarlo de allí por sí sola teniendo en cuenta la fuerza añadida que hace la corriente del torrente. Me paro en seco cuando Orión está a punto de pasar a la siguiente roca, la de la bandera, en un momento en el que el nivel del agua ha descendido un poco. Al darse cuenta de que no sigo para delante me mira y dice:

-¡Alda! ¿Pero qué te pasa? Vamos, ya no queda nada.

-No, espera, tenemos que ayudar a Xana. No la podemos dejar así.

Me mira y noto que su enfado empieza a crecer.

-¿Estás loca? No podemos volver para atrás ahora. Además, ella no es de nuestro equipo; no deberíamos ayudarla.

Apenas oigo su voz por encima del ruido ensordecedor del agua pero me da igual lo que dice. Me desprendo de su mano y salto lo más rápido que puedo al tronco en el que Xana tira de su compañero. Le cojo del brazo y entre las dos, le

conseguimos sacar por encima de las corrientes fuertes que no le dejaban avanzar. Antes de decir cualquier cosa decido que lo mejor sería volver con Orión y completar la prueba antes que el resto.

Cuando doy el pequeño salto que me separa de la seguridad de sus brazos que me han ayudado a mantener el equilibrio durante toda la prueba, noto que mi pie derecho resbala y lo próximo que recuerdo es oír mi nombre pero nada más, excepto sentir el agua que me cubre la cara.

Me despierto por la luz procedente de una ventana, más bien, de un tragaluz situado justo encima de mi cabeza. Me levanto despacio ya que me mareo y miro a mi alrededor. No sé dónde exactamente se supone que estoy pero no es la sala negra de las pruebas.

Intento recordar qué pasó. Recuerdo haber ayudado a Xana y luego creo que algo me golpeó o me caí al agua. Salgo de la habitación, estoy vestida con la ropa que llevaba antes (aunque seca), no debe de haberme pasado nada grave. Camino por un pasillo que desemboca en el jardín. No sé en qué parte del jardín pero al menos es algún sitio más conocido. Voy mirando las señales para encontrar mi edificio cuando la voz de un anciano me frena:

-Alda, espera un momento.

Me giro sobre mis talones para encontrarme a escasos metros de Cleón que camina con la ayuda de un lujoso bastón, aunque muy erguido. Me señala con el bastón un banco al lado de la calzada: -Siéntate un momento querida.

Vale, esto es un poco extraño pero no me atrevo a desobedecer a uno de los hombres más importantes de Europia así que hago lo que se me indica y tomo

asiento en el banco de mármol rosa. Él se sienta mi lado y me mira:

-Me recuerdas a Aurelia. Os parecéis tanto.

Aurelia era la esposa de Kadet, juntos gobernaban Europia. Ella era una líder espléndida, todos la querían pero falleció hace años, cuando yo tenía diez u once años. No falleció, más bien fue un asesinato por parte de unos agentes de Aramda pero no se suele hablar mucho de ello.

-Yo… No entiendo lo que me quiere decir. Yo no me parezco en nada a la gran Aurelia.

Cleón sonríe y me mira con ojos tiernos:

-Claro que te pareces a ella. Hay algo especial en ti. Eres la primera persona a la que he visto, en toda mi carrera, volver para ayudar a alguien en la prueba del torrente, y además a alguien de otro equipo. Aurelia hizo lo mismo en su entrenamiento, ¿sabes?

-Yo sólo volví para ayudar a Xana, Orión seguro que está muy enfadado. Él quería ganar a toda costa.

-No querida. Nada que ver. Orión se enfadó al principio pero luego se calmó. Y sí ganasteis, él te sacó del agua y te llevó a cuestas hasta la bandera.

Él no es menos especial que tú. Ambos sois diferentes, pero tú has llamado mi atención. Te habrás preguntado por qué vuestro grupo es tan reducido ¿verdad?

Asiento porque sí que es una de las preguntas que me llevo haciendo desde que llegué aquí.

-Te lo voy a explicar. Los Hijos de Ares se seleccionan incluso antes de las pruebas. Cada año buscamos entre los aspirantes aquellos que cumplen una serie de características y vosotros lo hacéis. Sois seleccionados para esta fracción, esa es la razón por la cual estáis separados del resto. Hay un grupo más como vosotros con el cual os reuniréis la semana que viene para completar los 12 que seréis este año. Me alegra mucho poder contar con gente como tú y como Orión en este grupo. Creo que ambos tenéis cosas para darle al otro: él es muy determinado a hacer todo lo que se propone y tú eres astuta pero compasiva.

¿Cómo sabe tantas cosas de nosotros? No me puedo creer lo que estoy oyendo, creo que es un sueño; pero no lo es, me acabo de despertar. Cleón se levanta y dice:

-Bueno ahora que te he revelado este pequeño secreto habrá que contárselo a los demás. Ve a descansar y ven a la sala de reuniones esta noche a las diez. Y una cosa más, no te dirijas a mí como usted, simplemente Cleón, Hija de Ares. – me guiña un ojo mientras se dispone a alejarse. Le paro un momento:

-Espere señor…esto Cleón, ¿cuánto tiempo he dormido?

Sé que sonará estúpido después de todas las cosas que me acaba de decir Cleón pero necesito saberlo.

-Dos días. Hasta esta noche.

Dicho esto se aleja despacio hacia un gran invernadero que hay a la derecha del camino.

Mientras camino hacia mi edificio, al que acabo de localizar gracias a la gran cúpula de cristal, me dedico a pensar en las palabras de Cleón. No entiendo por qué precisamente a mí me han seleccionado para Los Hijos de Ares, espero que esta noche nos aclaren las cosas. No puedo dar con una respuesta coherente así que me limito a dejarlo estar y esperar a la reunión. Se me pasa por la cabeza que Orión, si aún no sabe lo de la selección, se pondrá muy feliz al oír que sí ha entrado a la fracción que

quería. Al acordarme de su nombre vuelvo de nuevo a mi conversación con Cleón, entiendo que viera algo especial en Orión, él es muy atlético y tiene apariencias de alguien duro, lo cual me hace seguir dudando sobre qué tengo yo de especial y ni hablar de que me comparó con Aurelia.

Llego a mi habitación y me doy cuenta que es la tarde bien avanzada. No siento hambre pero tampoco he comido, será que alguno de los sueros de la clínica me han quitado el apetito. Cuando entro a mi dormitorio, decido que descansar no es lo que más me apetece hacer. Mi mirada repara en las estanterías de libros, nunca había visto tantos libros juntos excepto en la biblioteca de mi colegio. Me acerco y paso la mano por sus cubiertas. Los hay nuevos, con portadas futuristas pero entre tantos, los que más resaltan son los viejos, con portadas clásicas. Mi mano para en un lomo algo más ancho que los que le rodean. Le saco y veo que es un libro verde oscuro con una simple decoración que consiste en unos finos bordes dorados. Me llama la atención el hecho de que no tenga título ni autor. Lo abro, la primera página es totalmente blanca pero en las siguientes veo versos y más versos de diferentes poemas, todos mezclados y con una sola distinción:

cada varias páginas se ve un pequeño título de una o dos palabras que indica el tema de las páginas que le siguen. Mi mirada se clava en uno de ellos:

El que sabe aprende. El que no sabe se dedica a la enseñanza.

Creo que no consigo entender el significado de esta cita pero llamó mi atención desde el primer momento. Tal vez más tarde le daré alguna vuelta, ha despertado mi interés. Mientras sigo pasando páginas y leyendo alguna cita y poema más no me doy cuenta del tiempo que ha pasado hasta que no noto que la oscuridad dificulta mi lectura. Me levanto, enciendo las luces y dejo el libro en la mesilla de noche. Me arreglo para bajar a la reunión, creo que me he perdido la cena. Cuando estoy por salir alguien llama a mi puerta. Abro y veo el rostro iluminado de Xana:

-¡Alda! Por fin estás aquí. Antes que nada quería darte las gracias por lo que hiciste el otro día en el torrente. Fue muy generoso de tu parte pero, en serio, no sé cómo te voy a devolver el favor.

-Xana, tranquila. No me vas a devolver ningún favor. Los amigos se ayudan, ¿no?

Ella se sonroja un poco cuando digo eso último pero lo esconde rápidamente y cambia de tema:

-Te has enterado de la reunión, ¿verdad? Es muy misteriosa, he oído por ahí que van a traer a otro grupo y que va a venir Cleón en persona.

Nos dirigimos hacia la sala de reuniones y mientras tanto, Xana formula interminables hipótesis sobre la finalidad de esta reunión. Se parece tanto a Zay… Echo mucho de menos a mis amigas, éramos inseparables y ahora que estamos en un momento importante de verdad, no las tengo a mi lado. Al menos tengo a Xana, me alegro de que esté aquí, me inspira mucha confianza aunque la conozca desde apenas tres días y dos de ellos los haya pasado inconsciente.

Llegamos y la sala está cambiada desde el otro día. Ahora no me parece tan grande como antes, la mesa ha sido sustituida por otra, más grande; el número de sillas se ha duplicado y las personas que hay dentro también. Cuando todos estamos sentados puedo contar a tres parejas más, o sea otro grupo igual que el nuestro. A las diez en punto, con una puntualidad casi increíble, el general Cális y Cleón entran a la sala y toman asiento. Antes de que

empiecen a hablar miro de reojo a Orión; tengo que hablar con él y disculparme por haberle obligado a volver atrás en la prueba del torrente. Todos guardamos silencio y el general empieza a hablar:

-Bunas noches seleccionados. – eso provoca un murmullo entre los presentes, claro, no saben de qué va a tratar esta reunión – Nos hemos reunido aquí porque el muy ilustre Cleón tiene algo importante que anunciaros.

Parece que retira su silla un poco para atrás como si dejara el paso libre al anciano que se aclara la voz:

-Muy bien, todos sabéis que soy uno de los principales responsables de Los Hijos de Ares. Todos vosotros habéis destacado a lo largo de los últimos meses en algo necesario y fundamental para mi fracción. Gracias a eso, y basándonos principalmente en vuestro comportamiento durante la prueba del torrente, os hemos seleccionado para conformar el grupo de Los Hijos de Ares de la generación Alfa-3-70. Sé que es confuso porque la primera semana aún no ha terminado pero el proceso para esta fracción es algo diferente del del resto de fracciones. Os felicito a todos y os recuerdo que los trabajos en parejas seguirán siendo parte de vuestro

entrenamiento que, de ahora en adelante, será específico para vuestra nueva fracción. No os voy a decir mucho más sobre lo que os espera de ahora en adelante. Simplemente diré que los siguientes cinco días son libres para vosotros, quiero que exploréis Rim, tenéis que conocer bien el lugar en el que os vais a instalar por un tiempo. Ha y una cosa más, creo que es una de las más importantes – se ríe levemente – He dicho que soy uno de los responsables de la fracción, creo que os va alegrar saber que el otro responsables de esta fracción es el mismo Kadet.

Dicho esto le levanta y se dispone a salir de la sala pero cuando rodea la mesa, Orión le para:

-¿Qué cualidades os han hecho elegirnos a nosotros y no a los demás?

Es una buena pregunta, yo misma la haría pero no me atrevo a dirigirme con soltura hacia alguien tan importante a nivel nacional como es Cleón. El ex general se gira sobre sus talones y dice:

-Pronto lo descubriréis jóvenes. El momento aún no ha llegado. Por ahora es suficiente con que sepáis que estáis seleccionados. – Sale de la habitación como si nunca hubiera estado aquí.

E de confesar que los comportamientos excesivamente cautelosos y misteriosos que tiene la gente aquí me empiezan a molestar pero no estoy en posición de quejarme, claro está.

Cuando Cleón abandona la sala nos deja en presencia sólo del general que nos desea un buen descanso durante los cinco días antes del comienzo de los entrenamientos específicos y, al igual que su superior, deja la estancia. La gente se comienza a levantar para volver a sus habitaciones. Este es el momento para intentar hablar con Orión pero para cuando me he levantado para alcanzarle, él ya ha salido de la sala y se aleja por el pasillo. Xana nota mi intento de hablar con él, y pone una mano en mi hombro:

-Oye, Al no te preocupes por él. No creo que hablar sea una forma de arreglar vuestras “diferencias” – dice haciendo una especie de comillas con los dedos en el aire- Él es cerrado con todos, no creo que tenga nada personal en tu contra.

Asiento pero sigo con mi decisión de que tarde o temprano, debo hablar con Orión para establecer algún tipo de pacto o acuerdo para poder completar

nuestra formación sin que nuestras personalidades distintas lo impidan.

Más tarde con Xana nos quedamos hablando sobre cualquier cosa en mi habitación y cuando ella se va definitivamente mi mente decide que este es el momento perfecto para intentar ir a hablar con Orión. Me levanto de mi cama, estoy en pijama pero no creo que eso importe mucho ahora; y salgo cuidadosamente de mi habitación procurando no hacer nada de ruido. Me acerco a la puerta de Orión y la toco suavemente. Por un momento creo que lo he hecho con tanta delicadeza que no me ha oído o que está dormido y me dispongo a volver a mi habitación y probar suertes mañana a primera hora pero la puerta se abre y un Orión medio adormilado sale:

-¿Qué pasa a estas horas?

Le examino de pies a cabeza y descarto la opción de que se hubiera acostado, está con la misma ropa que en la reunión. Ahora mismo empiezo a creer que mi aparentemente brillante idea de hablar con él, no es la mejor pero ya no hay vuelta atrás.

-Esto… Yo… Creo que deberíamos hablar sobre lo del torrente y sobre cómo vamos a seguir el entrenamiento si es obvio que no pensamos igual.

Él se lo piensa unos momentos y parece estar de acuerdo conmigo porque cierra la puerta de su habitación y dice:

-¿Qué tal si hablamos en el balcón central? – Estoy de acuerdo con él, le sigo por el pasillo hasta el balcón central de esta planta.

Llegamos a la gran plataforma que deja ver todo Rim desde su altura y nos apoyamos en la barandilla de cristal. Ambos permanecemos en silencio unos minutos. Yo disfruto de la brisa fresca que trae la primavera consigo y mientras tanto pienso en qué decir. Nunca he sido buena en hablar con gente desconocida pero tendré que empeñarme en conocer mejor a Orión, tengo que pasar los días más importantes de mi vida con él para poder ser miembro oficial de la fracción y más teniendo en cuenta de qué fracción se trata. El silencio me comienza a agobiar así que me decido por tomar la palabra:

-Oye, lo del torrente… Yo no quería suponer ningún impedimento para que la prueba saliese bien pero es que vi a Xana allí y no podía dejarla…

-No hace falta que te disculpes ni nada. Entiendo que sientes debilidad por los demás y no pudieras contenerte y no ayudar. Simplemente me pareció una tontería volver teniendo en cuenta en qué condiciones nos encontrábamos. – Dice todo con un tono tan natural que no parece estar reprochándome mi manera de actuar. Entonces una pregunta empieza a rondar en mi cabeza y no consigo contenerla por mucho tiempo así que la acabo por soltar.

-¿Por qué ni siquiera intentas confiar en mí? No me conoces de nada, no tienes razones para desconfiar de mí definitivamente.

-Yo no confío en nadie. Durante mi vida he aprendido que si te confías demasiado siempre acabas traicionado. Paso de volver a pasar por esas cosas.

Se gira, avanza hacia la puerta del balcón y, cuando pienso que va a pasar totalmente de mí y se va a marchar; se apoya en la pared y se acaba por sentar en el cemento. Hago lo mismo y enseguida me

arrepiento, la pared y el suelo parecen estar más frías que el mismo hielo; es una ironía de la vida si lo piensas, las relaciones entre Orión y yo son tan frías como el material en el que estoy sentada. Pruebo una nueva táctica:

-¿Por qué tienes tantos tatuajes?

-Me gustan. – Vale, puede que esto no esté funcionando tal como debía. Esperaba que si le pregunto algo “normal” me respondiera de alguna forma diferente a la respuesta secante que me acaba de dar, y desde allí sacar otros temas más útiles para reforzar nuestra inexistente amistad y confianza.

Pienso en algo que me dijo mi madre hace tiempo, precisamente un día en el que hablamos del proceso de selección. Sus palabras resuenan en mi cabeza como si estuviera en casa con ella: “para llegar hasta el interior de alguien, deja que primero ese alguien vea tu propio interior”. En su momento no supe exactamente a qué se refería con eso pero ahora lo entiendo. Quiere decir que antes de esperar que Orión me hable de sí mismo, debo hablarle yo de mí. Tal vez así verá que no tengo ninguna mala intención ni nada por el estilo. Apoyo la cabeza en

la pared e inicio el pequeño discurso de cosas triviales que mi mente ha elaborado en unos segundos:

-Me llamo Alda. Mi padre es un trabajador gubernamental, un ministro. Mi madre trabaja en organizaciones benéficas aunque es química de profesión. Ninguno de los dos aprueba mi presencia aquí pero eso da igual. Mi color favorito es el azul, pero no el azul de las luces de los pasillos sino que el del mar. Ese azul profundo que parece oscurecerse cuanto más lo miras… Mis mejores amigas se llaman Sabina y Zaira aunque en estos días Xana se me está haciendo bastante cercana. Tengo miedo a tener miedo y más a que la gente sepa que tengo miedo, es una larga historia; un trauma infantil. No me gustan los gatos, bueno de lejos sí pero no tenerlos en casa, lo heredé de mi madre aunque es raro porque en casa todas las mañanas doy de comer a un gatito que duerme cerca de la ventana de mi habitación. Mi madre no lo sabe, sino habría llamado al conserje para que lo quietara de allí. Mi plan nunca ha sido entrar a Los Hijos de Ares, mi plan era llevar una vida tranquila en alguna fracción científica, en mi ciudad con mi familia y mis amigos. En este momento de mi vida estoy en

terreno completamente nuevo, estoy aterrorizada para ser sinceros. – Mi tono es bajo y mi ritmo lento, quiero alargar esto un poco pero no sé qué decir. Hasta cierto punto me acabo de sorprender a mí misma. No pensaba contar algunas cosas con tanta facilidad pero es que el silencio de Orión me inspira algún tipo desconocido de confianza. – Adoro las asignaturas con números pero es raro, también me gusta la historia. Los libros siempre han sido un lugar donde me alojo de los problemas; en este momento en mi mesilla de noche hay uno por si me entra el pánico. Rim me da miedo, Los Hijos de Ares me dan miedo, y ahora se supone que soy una de ellos…

Dejo las últimas palabras en el aire y el silencio invade el panorama por unos minutos. No sé si debería seguir o simplemente decir buenas noches, dar esta conversación por zanjada y marcharme a dormir. Mientras le doy vueltas casi no me doy cuenta cuando Orión empieza a hablar:

-Me llamo Orión. No tengo padre o puede que sí, no sé. Mi madre no me ha buscado en años. En casa vivía en una familia de acogida. – Para y yo decido dejar un silencio para que tal vez siga y, en efecto, lo hace. – Mi color favorito es el negro. Los tatuajes

siempre me han inspirado confianza. La gente durante toda mi vida me ha tenido miedo, es por los ojos; al principio no quería que eso fuera así pero con el tiempo me acostumbré. Creo que la razón por la que no sé perder, como en la prueba del torrente, es porque no tengo nada más excepto mis logros personales. Mi sueño siempre ha sido que mi nombre se recordara en el tiempo, quiero dejar una marca en la historia. Tengo miedo a muchas cosas, aunque aprendí a esconderlo bien.

Se vuelve a callar y, ahora que he conseguido que hable, me ha dicho tales cosas que ha acabado por despertar mi interés por su persona. Se me ocurren cosas nuevas y vuelvo a hacer lo mismo:

-Mi mejor fuerza es, creo, la mental. No me refiero a que sé muchas cosas sino que sé actuar de la forma correcta en el momento correcto, bueno, casi siempre. Eso a veces me sigue fallando. Mi mayor debilidad es mi compasión con los demás. A veces es algo bueno pero otras no tanto.

-Mi mayor fuerza es la física y la astucia. Mi mayor debilidad es no ser capaz de querer a nadie. Me da miedo que mis sentimientos, de amistad o de otra

cosa, no sean correspondidos de nuevo como pasó con mi familia.

Como si supiéramos cuando hacerlo, unos minutos después, nos levantamos y volvemos al pasillo de las habitaciones. Una vez allí me dispongo a decir buenas noches y alojarme en la seguridad que me dan las sábanas pero tan pronto como me coloco enfrente de mi puerta me siento acorralada. Me doy la vuelta y me topo con el rostro de Orión a escasos centímetros del mío, a una distancia que me incomoda mucho. Sus brazos están apoyados en la pared a ambos lados de mi cabeza y noto que me empieza a faltar el aire; sus ojos, con su parte cálida color miel y su parte fría azul como el hielo, no dejan entrever si sus intenciones son buenas o malas. Como si esto fuera lo más normal del mundo (bueno, puede que para él lo sea, Xana me contó que suele tener muchas “amigas”); dice:

-¿Qué eres, Alda?

Mi rostro debe de haber sido histórico, como para una foto de esas que sirven para las grandes carteleras, porque Orión suelta una sonrisa en la que me parece detectar un pequeño rastro de burla:

-Quiero decir que, ¿qué me has hecho? algunas de las cosas que te acabo de decir ahí fuera no se las he contado ni a mi mejor amigo con el que llevo desde que éramos niños.

-No lo sé, yo simplemente quería tener algún tipo de conexión. Creo que si no la hay será imposible no matarnos durante el resto del entrenamiento.

No puedo descifrar el si está o no satisfecho con mi escasa respuesta, que es la verdad, pero simplemente parece que me va a dejar en paz, me desea buenas noches, y se va a su habitación dejándome sola en el pasillo desierto a estas horas de la noche. Cuando se aparta de mí algo llama mi atención. En su muñeca derecha hay una especie de cicatrices muy extrañas. Creo que rondará la medianoche pero cuando veo el reloj de mi mesilla, es la una y media. Ignoro lo tarde que es, a nivel personal creo que mi conversación con Orión ha sido un triunfo; en el fondo, no me esperaba que me dijera todas esas cosas.

Los siguientes tres días los paso con Xana, y muy poco con Sabina y Zay que aún tienen pruebas. Cleón nos dijo que nadie debe saber que ya hemos sido seleccionados hasta el día en el que se anuncia la fracción de todos los aspirantes, por eso pasamos las mañanas en las que se realizan las pruebas en nuestras habitaciones que, ahora sé, están en un edificio separado del resto supuestamente porque hubo más aspirantes de los esperados y nos tocó ser los separados.

Gracias a estos momentos libres he conseguido hacer bunas migas con la mayoría de integrantes de mi fracción y, para mi alegría, todos son muy amables, totalmente diferentes a lo que me esperaba que fuera la gente de esta fracción.

Sorprendentemente también con Orión nos hemos hecho algo que, teniendo en cuenta su personalidad, podría llamarse amigos. Aprendí que en realidad, no es tan difícil hablar con él, creo que sólo necesita algo de tiempo para coger confianza entre nosotros aunque por ahora es igual de

distante con los demás como lo era conmigo al principio de todo esto.

Al cuarto día de nuestras pequeñas vacaciones, el día en el que se anuncian los resultados de la selección para los demás aspirantes y en el que se hará pública nuestra entrada a Los Hijos de Ares, decidimos que todos los que conformamos nuestro grupos podemos salir juntos esta noche. Los dirigentes de Rim han organizado una especie de fiesta para después de la ceremonia de selección para celebrar la entrada a nuestras respectivas fracciones. No sé si invitar a Sabina y Zaira, una parte de mí las echa de menos y quiere que estén a mi lado pero otra se ha empezado a unir de una forma extraña a esta gente; y especialmente a Xana y Orión con quienes me siento más cómoda.

Por la tarde nos preparamos para la ceremonia de esta noche, casi todas las puertas en nuestra pequeña zona de Rim están abiertas y se oyen sólo risas y voces felices que resuenan como campanillas. Mientras me seco el pelo pienso en que esas risas son demasiado infantiles, demasiado frágiles y limpias para lo que nos van a preparar a partir de mañana. Unas manos en mi cintura me quitan ese pensamiento de la cabeza. Noto que algo o alguien

me hace cosquillas a lo cual no me resisto y me empiezo a reír. Sé que es Orión porque los brazos que me sujetan tienen unos tonos grisáceos y porque las formas que los decoran ya me empiezan a ser familiares. Xana le ayuda; esto no es justo, es un dos contra uno.

Cuando por fin me dejan en paz, es decir, cuando ya se me salen las lágrimas, me siento en la cama y pregunto con una indignación falsa:

-¿Pero qué se supone que hacéis vosotros dos? Y tú, - me dirijo a Orión - ¿desde cuándo te alías con ella para hacer cosas infantiles como esta? Parece que ya no eres un tipo duro, ¿eh?

Las dos nos reímos mientras que Orión hace una mueca de enfado que, creo, es falsa. Entonces Xana dice:

-Oye chicos, creo que alguien me ha llamado. Voy a venir más tarde para elegir los vestidos Al.

Antes de que me pueda dar cuenta ha desaparecido de la habitación tan rápido como entró. Orión, a diferencia de su habitual confianza, parece nervioso o preocupado de alguna manera. Pasa su peso de un pie a otro mientras que yo me levanto y me dirijo

hacia el tocador para recuperar mi cepillo para el pelo, el cual me disponía a usar justo antes de que entraran a mi habitación. Me empiezo a cepillar y digo:

-¿Qué te pasa? ¿Están nervioso por la atención de todas las aspirantes que vas a recibir esta noche cuando anuncien que eres un Hijo de Ares? – me río porque ahora ya sé que la atención femenina nunca ha sido un problema para Orión, más bien una afición.

A diferencia de lo que me esperaba, que se riera o que se picara de alguna forma y me devolviera el que le acabo de llamar cobarde de forma indirecta, parece que se ha puesto más nervioso aún. Me empiezo a preocupar, él no es así de tolerante con estas cosas:

-Oye, ¿te pasa algo? – pregunto con tono preocupado. Puede que no conozca mucho a mis nuevos compañeros pero estos días nos hemos acercado bastante unos a otros y ahora son como gente que conoces desde hace mucho tiempo.

-Yo… No, sólo te quería preguntar algo.

-¿A mí? – Respondo dejando el cepillo – Pues debe de ser algo gordo de verdad si te cuesta tanto. ¿Dónde está ese Orión grosero del primer día?

-Sí, es algo importante. Yo me preguntaba si querías ser mi pareja esta noche, en la ceremonia y la fiesta.

Me quedo en blanco por un momento. Sólo pensé en Orión como en mi compañero de trabajo no como en algo más. No digo que no me pudiera llegar a gustar, es bastante atractivo y en el fondo, mucho más amable de lo que parece pero es que no creo que algo por el estilo de una relación sea lo mejor para este momento. Creo que tardo más de la cuenta en formular una respuesta coherente porque él se da la vuelta y se encamina hacia la puerta diciendo:

-Vale, olvídalo. Como si no hubiera dicho nada…

Sin darme cuenta me encuentro sujetándolo del brazo y diciendo:

-No, es sólo que me has pillado por sorpresa. Será un placer ser tu pareja.

-¿De verdad? Esto… ¿Qué tal si quedamos en el vestíbulo a las ocho?

Asiento y él sale pero cuando abre la puerta algo cae dentro de mi habitación. Xana se levanta, se arregla la camisa de pijama que lleva puesta y dice:

-Qué suerte la mía. La puerta se ha abierto justo cuando creía que se me había caído una cosa al lado. No penséis que estaba escuchando lo de decíais ni nada de eso.

Ambos nos reímos y Orión se va. Xana cierra detrás de él y viene pegando saltitos hasta donde me encuentro, al lado del escritorio que se ha convertido en una de las partes favoritas de esta habitación.

Me empieza a hacer mil preguntas e insiste que ahora no tengo escapatoria para dejar que me arregle el peinado, el vestido y el maquillaje.

Acabo por rendirme y dejarla que haga todo lo que quiera con mi apariencia para esta noche. Dos horas más tarde me encuentro frente al espejo con un vestido azul marino que me llega por la mitad del muslo, el pelo suelto pero ondulado y unos tacones negros algo más altos de lo que me gustaría. El maquillaje es sutil así que no me quejo. Xana tiene un estilo bastante parecido al mío solo que su pelo está recogido y el color de su vestido es amarillo.

Cuando llegamos al vestíbulo ella se va con Joshua, su compañero y ahora pareja; dejándome sola frente a un Orión vestido con traje y corbata que combina con el color de mi vestido. Mientras echamos a andar hacia la sala de la ceremonia le pregunto:

-¿Cómo sabías qué color de corbata ponerte?

-Azul marino, tu color favorito, ¿no?

Me hace cierta ilusión ese toque de atención que ha puesto. Dudaba en si esa noche realmente me hizo algún caso pero ahora sé que sí, si se acuerda de mi color favorito.

Llegamos al gran pabellón en el que sólo hace una semana nos dieron la bienvenida pero esta vez mi asiento no está atrás del todo sino en primera fila. Cuando la sala ya parece estar llena y los asientos libres son prácticamente inexistentes, excepto aquellos reservados para algunos que llegan tarde, Cleón sale al escenario seguido del resto de monitores. Enseguida se hace el silencio y su suave voz retumba en los cristales a los que ya me he acostumbrado:

-Todos vosotros habéis completado con éxito la primera fase del proceso de selección. Hoy conoceréis

las fracciones para las que habéis sido seleccionados en esta ceremonia delante de todos. El protocolo dice que las fracciones se nombran por orden de importancia, de la menos a la mayor, por los respectivos dirigentes de cada una pero este año será diferente. Vamos a empezar por la más importante, cuyos integrantes van a ser nombrados por alguien muy especial. Esto no se debe a otra cosa sino que varios de los seleccionados para Los Hijos de Ares tienen un gran potencial y han hecho a todo el equipo de la SGS (Sección Gubernamental de Selección), aguardar grandes esperanzas no sólo para la fracción en sí sino que para todo el país. Sin más rodeos, me complace presentar y dar la bienvenida en esta ceremonia a nuestro líder, Kadet.

Todos ahogamos un suspiro de sorpresa, nunca Kadet ha dirigido una ceremonia, es más, los dirigentes importantes del gobierno nunca han tenido ningún tipo de contacto con los aspirantes hasta mucho después de la finalización de su formación.

Todos aplaudimos cuando Kadet sube al escenario desde la parte trasera del edificio. Es un hombre de mediana edad, no muy alto, vestido todo de negro,

con el pelo oscuro y los ojos azules. Saluda a Cleón y al resto de monitores entre los cuales está el general Cális, y se acerca al micrófono.

-Bienvenidos esta noche, aspirantes. Estoy muy feliz por poder dirigir parte de esta ceremonia tal y como hacía mi difunta esposa, Aurelia. Os felicito a todos por vuestro trabajo durante esta semana. Todos habéis mostrado vuestros mejores talentos pero sólo un reducido grupo, de 12 personas para ser exactos, ha conseguido dar la talla para entrar a los tan codiciados Hijos de Ares. No interpretéis esto mal, no siento ningún tipo de predilección por unos a costa de otros, es más, estoy orgulloso con todos y cada uno de vosotros pero tenéis que entender que Los Hijos de Ares son especiales para mí ya que conforman mi equipo más cercano de civiles operativos, y más ahora, en tiempos difíciles – Parece viajar con la mente a otros asuntos pero enseguida se da cuenta y vuelve – En fin, hoy no vamos a hablar de ningún tipo de problemas, eso se puede posponer al menos una noche más. Ahora sí, quiero llamar al escenario a todos los seleccionados para mi fracción.

Todos contienen el aliento esperando oír su nombre en boca del hombre más importante de nuestro país,

excepto nosotros que esperamos confiadamente a ser nombrados pero intentando actuar de la forma más natural posible.

Cuando oigo mi nombre seguido por el de Xana, nos levantamos y subimos al escenario junto con más de la mitad de nuestros compañeros que ya están arriba. Orión sube poco después, uno de los últimos. Cuando estamos todos arriba, Kadet nos felicita por individual y nos entrega los papeles con los que se formaliza nuestra pertenencia a Los Hijos de Ares. La ceremonia se alarga por momentos, no sabía que en realidad había tantas fracciones en el país.

Cuando todo termina, la sala se vacía de una forma extraordinariamente rápida, pero nosotros, desde nuestro sitio en el escenario, optamos por esperar a que la multitud disminuya, al fin y al cabo somos los “héroes” de la noche, no pasa nada si llegamos un poco tarde. Ya no queda casi nadie en la sala y Cleón nos advierte no trasnochar mucho esta noche ya que mañana a primera hora de la mañana tenemos una reunión en la Mansión Gubernamental, la residencia de Kadet aquí en Rim. Todo esto está fuera de lugar, no entiendo por qué Kadet quiere tener algo que ver con un grupo de agentes de seguridad nacional que ni siquiera han

empezado su formación. Con Xana y Dánae, otra chica de nuestro grupo, reflexionamos un rato sobre ello pero decidimos que lo mejor sería disfrutar de esta noche y esperar a que mañana nos explique por qué este año el protocolo no se está respetando en casi nada referente a Los Hijos de Ares.

Cojo por debajo del brazo a Orión, gesto que parece no molestarle en absoluto, y nos dirigimos a la fiesta para celebrar nuestra entrada a la fracción más prestigiosa del país. Espero que mis padres hayan sido informados sobre esto, seguro que estarían muy orgullosos conmigo si lo supieran.

Llegamos a un gran pabellón similar al de la ceremonia pero que no tiene nada de formal. A diferencia de lo que esperaba, esto parece una típica fiesta de las que solíamos visitar con mis amigas antes de venir aquí. La sala está sumergida en la penumbra y la poca iluminación que hay es de colores. El ambiente es cargado de humo pero no tanto como el de las salas subterráneas que dirigía el tío de Sabina. Este pabellón tiene aperturas en el techo que dejan circular el aire gélido del exterior. Otra cosa que no me esperaba en este lugar tan aparentemente estricto, es el agudo olor a alcohol que me golpea nada más entrar así como la música

que tiene un excesivo volumen que parece entrar dentro de mi cabeza y no me deja oír nada. Nos mantenemos unidos y a medida que avanzamos por la sala, mucha gente nos para y nos felicita por nuestra entrada a Los Hijos de Ares.

Pronto damos con Sabina y Zaira que le abalanzan sobre mí, separándome del grupo:

-¡Felicidades Al! No me puedo creer que hayas ingresado a Los Hijos de Ares. – grita Sabina por encima de la música.

Las dos empiezan a contarme cosas sobre sus fracciones y sus respectivas semanas de selección pero yo estoy más atenta de la posición de, mi ahora nuevo grupo de amistades. Zaira se emociona y empieza a buscarme pareja sin saber que ya la tengo. Dentro de un cuarto de hora su actitud me empieza a molestar. Ahora que me acabo de juntar con personas diferentes empiezo a pensar sobre cómo he podido ser amiga de Zaira y Sabina durante tanto tiempo. Noto que amabas muestran una actitud simplemente interesada y superficial, incluso veo que se han juntado a Opal. Los minutos pasan y ya no puedo soportar más tanta artificiosidad:

-Oye chicas, yo voy con los demás. Más tarde os vendré a ver de nuevo.

Sabina me agarra con fuerza del brazo y dice con su voz chillona:

-No te puedes ir ahora Al. Eres una de las heroínas de la noche. Además necesitamos encontrarte pareja.

-Perdona, pero ya tengo pareja.

Me deshago de su agarre y me abro paso entre la multitud para llegar hasta Xana que está con Dánae en una zona más tranquila del pabellón.

-Hola chica. ¿Qué tal?

Xana se alegra por que haya vuelto con ellas, durante los días de descanso le presenté a Sabina y Zaira y ella mostró abiertamente que no la caían bien. Me giro y miro a mi alrededor. Supuestamente Orión es mi pareja pero desde que Sabina y Zaira me arrastraron con ellas, le he perdido de vista. Seguro que por eso mis amigas dieron por supuesto de que no tenía pareja. Pregunto a Xana:

-¿Dónde está Orión?

Ella me contesta que ha salido fuera con César. Sé lo difícil que le resulto invitarme a ser su pareja así que me parece fatal por mi parte no hacerle el menor caso. Digo a las chicas que voy buscarle. Tampoco se me tiene que hacer muy tarde porque no nos vamos a quedar en esta fiesta, mañana por la mañana tenemos una reunión con Kadet que Cleón calificó de “crucial y decisiva”.

Salgo por la misma puerta por la que entramos y examino con la mirada los diferentes jardines, ahora llenos de gente a la cual no he visto en mi vida. Camino durante unos minutos, y finalmente doy con Orión y otro chico que debe de ser César, en uno de los jardines de camino a nuestro edificio. Llego hasta ellos pero parecen no percatarse de mi presencia. Están en una conversación que se oye perfectamente desde mi posición al otro lado de la esquina. Justo cuando me decido a seguir hacia ellos y llamarle, oigo mi nombre y algo me hace detenerme. Sé que espiar a la gente no es nada bueno pero la curiosidad me puede. Orión le dice algo a César:

-Alda tiene algo especial. No sé… Es algo raro que no me ha pasado antes.

La voz de César le responde:

-Venga tío, no me digas que te has enamorado. A ti nunca te pasan cosas así. Además, ¿hace cuánto que la conoces? ¿Una semana?

-La cuestión no está en el tiempo que la conozco sino en que inmediatamente después de lo del torrente me contó tantas cosas sobre ella misma que yo la acabé por confesar cosas que tal vez no debería haber dicho. Nadie me había tratado así antes.

César suspira y sigue, estoy empezando a pensar que tiene algo en mi contra:

-No sé… Yo no saldría con alguien tan pronto.

Al oír eso unas mariposas que no había sentido hacen acoto de presencia en mi estómago. ¿Orión piensa pedirme salir? Cierta ilusión se manifiesta dentro de mí, le he cogido cariño durante los últimos días.

Seguro que mientras estoy concentrada en mí misma han dicho algo más porque no me doy cuenta de cuando César pasa por mi lado y se para:

-¡Orión! Hablando del rey de Roma, mira a quien acabo de encontrar. – Ahora me habla a mí – Alda,

¿verdad? Oye cuida a ese loco que ahí. No sé qué le has hecho pero te felicito. Has conseguido lo imposible.

Se ríe y después se aleja hacia el pabellón donde están la mayoría de sus amigos, supongo. Yo, por mi parte, siento el peso de la mirada de Orión sobre mí así que no tengo más opción que acercarme y sentarme en el banco, a su lado. Él me pregunta en un tono no de enfado, sólo de interés:

-¿Nos estabas espiando?

-No yo… - Busco algún argumento en mi defensa aunque me doy cuenta de que prácticamente son inexistentes. – Te estaba buscando y acabo de llegar y estabais hablando y no os quería interrumpir…

Cuando me pongo nerviosa suelo encadenar frases una después de otra. A veces, casi siempre, no tienen sentido pero si no hablo no puedo estarme quieta y prefiero hablar a parecer una niña pequeña.

En vez de decirme cualquier cosa, Orión me calla de otra forma. Ni siquiera me doy cuenta de cuando se inclina sobre mí hasta que no siento el roce cálido de sus labios contra los míos. Parece muy inseguro de lo que está haciendo y yo, por mi parte, aunque

por dentro estoy dando saltitos de alegría como una tonta, no le correspondo el beso por una razón muy simple: este chico siempre me consigue sorprender cuando menos lo espero. Se separa de mí y de inmediato fija la mirada en el suelo como un niño pequeño avergonzado cuando le regañan. Murmura algo que a penas consigo oír:

-Lo siento, yo no debería haberlo hecho.

En cuanto acaba la frase, levanto su cabeza con mi mano para quedar cara a cara y le beso. Esta vez es un beso correspondido por ambos, más largo. Nos separamos pero no hablamos. Es uno de esos silencios cómodos que no quieres que acaben nunca.

A la mañana siguiente, me despierto muy pronto, con un humor bastante más bueno al habitual. Anoche, con Orión dimos un largo paseo por los jardines hablando de sucesos tantos de la infancia o de nuestros sueños para el futuro. Es impresionante lo cómoda que me siento con él, parece que le puedo contar cualquier cosa.

Una vocecilla interior me devuelve a la realidad, haciéndome consciente de que en menos de una hora tenemos una reunión con el líder de nuestro país. Me levanto y me preparo tan rápido como puedo, intentado parecer formal. Elijo una combinación de blanco y negro para no ser demasiado infantil en un evento de tanta importancia. Cuando bajo al vestíbulo casi todos están abajo y, para mi satisfacción, parecen igual de preocupados por nuestro encuentro con Kadet como yo. Me acerco a Xana y Orión me da un leve beso y me da los buenos días a lo cual Xana reacciona de forma interrogatorio pero entiende mi mueca de “Te explico más tarde”.

Cleón llega y media hora después nos encontramos en la Mansión Presidencial, en una mesa alargada con Kadet presidiendo la reunión. Simplemente no

me puedo creer todo lo que la vida de una persona puede cambiar en tan sólo una semana.

Kadet se aclara la voz y comienza a hablar:

-Por desgracia no os he citado aquí por alguna razón buena. La información que oiréis se hará pública esta noche en un discurso que haré desde aquí. Los últimos meses no han sido los más pacíficos en cuanto a las relaciones entre Aramda y Europia respecta. Los recursos básicos como el petróleo están empezando a escasear de una manera vertiginosa y todo el mundo está bajo tensión. Europia cuenta con la mayor cantidad de estos recursos, - En una pantalla a sus espaldas vemos marcados con cruces rojas en el mapa de Europia todos los yacimientos petrolíferos operables – pero todos los quieren. Desgraciadamente, ayer Lavinia, la gobernadora de Aramda, declaró la guerra a Europia.

Sus palabras quedan en el aire y todos contenemos el aliento por unos momentos. Aramda es el otro país inmenso que queda en el planeta. Creo que antes lo llamaban continente americano… No puede ser, si los únicos países que quedan son Europia y Aramda, eso significa que Lavinia acaba de comenzar una Cuarta Guerra Mundial. La última acabó con el

devastamiento de gran parte del planeta, pero ahora… Kadet no deja unos momentos para asumir las palabras que acaba de decir y sigue:

-El equipo de Los Hijos de Ares ha sido muy reducido durante los últimos años de paz. Sé que vuestra formación ni siquiera ha empezado pero necesito al mayor número posible de agentes operativos. Considerad que vuestra formación será algo distinta, en vez de plantear hipotéticos casos de guerra, vais a aprender sobre el terreno real. Como no hay tiempo para daros ningún tipo de instrucciones yo mismo me encargaré de varios de vosotros, recomendados por Cleón y el general Cális. – Saca una pequeña lista de su maletín – Mis manos derechas en todo esto van a ser Alda y Orión. Los demás estáis al cargo de Cleón en cuanto a la organización de tropas. Vosotros dos vais a intervenir en el proceso táctico de la guerra.

Kadet indica a los demás que sigan a Cleón fuera de la sala, quedando sólo en compañía de nosotros dos con Orión que no sabemos si debemos decir algo o no. Se levanta y unos mapas salen proyectados en la pared:

-Bueno, este es el panorama actual de la distribución de tropas y puntos de acampanada de los soldados – dice señalando en azul nuestros soldados y en rojo los de Aramda.

Empieza a explicarnos sinfín de conceptos relativos al ejército que se mezclan en mi cabeza y llega un momento en el que paro de prestar atención.

Seis meses después

-Sí mi coronel – me responde un hombre a mi servicio.

Me siento verdaderamente cansada, pero no por cualquier esfuerzo físico sino que por todos los acontecimientos del último medio año. El desarrollo de la guerra es demasiado lento y no hay una mayor fuerza por parte de ninguno de los dos países, parece que no va a terminar nunca.

Es la tarde bien entrada y estoy sentada en la oficina de Kadet, en la Mansión Presidencial de Rim. Desde que todo esto empezó, decidió que la mejor opción sería hacer de Rim el corazón de los comandos militares de Europia. Durante los últimos seis meses ascendí en mi posición y ahora soy la mano derecha de Kadet en prácticamente cualquier asunto. Han sido unos meses muy duros, mamá y papá fallecieron en un bombardeo de Aramda y sus cuerpos no fueron encontrados nunca así que no pude organizar el funeral. Hoy, creo que mis “amigos” son sólo Kadet y Cleón con los que paso la mayor parte de mi tiempo en asuntos profesionales. Xana y los demás están repartidos en bases por todo el país e incluso en Aramda así que no les he visto

desde hace semanas. Al menos Orión sigue aquí, también es coronel y podemos compartir tiempo en el trabajo. Kadet resultó ser una persona mucho más agradable de lo que yo creía al tratarse de un líder, sinceramente, se ha acabado por convertir en algo como un padre para mí. Lo único que no me gusta de él es que nunca llegó a confiar en Orión como lo hace en mí. Siempre cuestiona sus decisiones y tiende a compararnos, tampoco está muy feliz con nuestra relación, es más, más de una vez me ha dicho que tenga cuidado.

Ahora, me siento en el sofá que ya es tan familiar para mí y Kadet me cuenta el nuevo informe que le acaban de enviar de las bases de la frontera:

-No sé qué hacer Alda. Me acaban de informar que el frente de Lavinia avanza en nuestras fronteras del norte. Creo que lo mejor sería un gran golpe para frenar el avance. Tal vez podamos usar los planes de emergencia…

Los planes de emergencia son una serie de ataques coordinados que diseñamos con Orión. Bueno, en realidad hay dos versiones: la suya y la mía. Puede que como pareja estemos muy bien pero en el terreno

profesional casi nunca estamos de acuerdo el uno con el otro.

Empezamos a discutir esa opción ya que me parece bastante razonable y llegamos a la conclusión de que tal vez el plan de Orión funcione a estas alturas de la guerra. Cuando él llega le anunciamos la decisión ante lo cual se siente muy orgulloso de sí mismo.

Kadet decide anunciar el plan de acción a los demás dirigentes militares y soldados esta noche en una conferencia. No queda mucho tiempo para entonces así que me preparo y me dirijo al pabellón militar.

Cuando llego todo está en su sitio y Orión, Cleón y Kadet están en la plataforma que usamos como escenario para anunciar las decisiones importantes. Me sorprendió que Kadet estuviera de acuerdo con el plan de Orión ya que últimamente la tensión entre ambos no ha hecho más que crecer y crecer y siento que el día en el que se desencadenará todo está cerca.

Los soldados son mucho más estrictos que lo que éramos nosotros en el pabellón de bienvenida cuando llegamos a Rim, no hace falta pedir

silencio; ellos solos se estructuran en las filas que ordenamos y el silencio es tal que parecen oírse hasta las respiraciones de todos y cada uno de ellos. Kadet no pierde el tiempo y empieza a explicar el plan:

-Como todos sabéis, el ejército de Lavinia está avanzando peligrosamente en nuestro frente del norte y tenemos que hacer algo para frenarlo. Para eso nuestro coronel Alda ha ideado un plan que, estoy seguro, no fallará y nos traerá la victoria. – Espera, ¿mi plan? Pero si acordamos usar el de Orión. Él parece tan sorprendido como yo porque está blanco como si hubiera visto un fantasma, lo cual contrasta enormemente con sus tatuajes de tinta negra. Esta vez, la milésima que Kadet no respeta sus ideas delante de todos, no se contiene y da un paso adelante ante lo que inmediatamente le agarro del brazo pero él se suelta de mi débil agarre y acaba por posicionarse delante de Kadet.

En vez de replicar de alguna forma “normal”, dentro de lo que cabe en una situación así, dice con un tono con el que parece demandar atención:

-Eso no es cierto, íbamos a usar mi plan – dice con total soltura. Mucha más de la que se puede permitir.

Kadet lo mira con un rostro tranquilo como si hubiera estado esperando exactamente este tipo de reacción:

-Vamos a hacer lo mejor para todos y en este caso eso es el plan de Alda.

Intenta apartarlo y seguir con su discurso como si no hubiera pasado nada pero Orión no da su brazo a torcer. Decido que debo de intervenir, me acerco a él y le digo:

-Orión, no es momento para…

Él me aparta y dice:

-Si es momento. Precisamente ahora, delante de todos, es momento para contar como este hombre al que tanto respeto tenéis es el que menos respeto muestra hacia las ideas que no son de su agrado, independientemente de si son mejores o no.

Kadet parece perder la tranquilidad. No le juzgo por ello, al fin y al cabo, uno de sus hombres más fieles le acaba de desafiar delante de todo el ejército. Esta

vez habla con la voz alzada más de lo que le he oído en mi tiempo como militar:

-Coronel Orión, no se permita decir una palabra más o…

-¿O qué? ¿Me vas a enviar a alguna base en el fin del mundo para trabajar de soldado ordinario? No puedes hacer eso, soy tu coronel. Creo que debes dejar tu maldito egoísmo de lado y mirar más allá de tus estúpidas ideas “pacíficas”…

Kadet alza la mano y la cabeza de Orión se gira tanto que por un momento creo que le ha roto el cuello. Después dice:

-Nunca vuelvas a hablar así a un superior soldado. Trágate tu orgullo porque eres coronel sólo por Alda, sino estarías en lo más bajo del ejército que se me ocurriera. Coronel Alda, creo que debe usted saber los orígenes de su compañero de trabajo.

Miro hacia Orión y digo:

-¿A qué se refiere?

Kadet anima a Orión a hablar, en este momento no tiene escapatoria delante de las miradas curiosas de cientos de soldados:

-Mi madre… Lavinia… Es mi madre.

Me quedo petrificada por un momento. ¿Eso quiere decir que siente predilección por Aramda y su madre? ¿O que es un espía?

Kadet le mira con superioridad y me pregunta como si fuera algo habitual:

-Coronel Alda, en este momento me veo obligado a hacerla elegir entre Orión o su puesto a mi lado, en cabeza del país.

No sé qué siento exactamente ahora mismo por Orión, si pena, odio o simplemente enfado pero algo me hace moverme hasta posicionarme detrás del hombro derecho de Kadet que sonríe con satisfacción. Un haz de dolor o decepción. No puedo decir qué, cruza los ojos de Orión que se levanta y sale de la estancia con paso lento diciendo:

-Yo también te quiero Alda.

Dicho esto sale y la conferencia sigue como si nada hubiera pasado aunque en mi interior sé que ha pasado algo grave, muy grave; al menos entre nosotros. Algo se acaba de romper.

Pasan los días, las semanas y el día de la ejecución del plan se acerca. De Orión no he sabido nada desde ese día en la conferencia y me empiezo a preocupar. He ordenado su búsqueda a varios de mis mejores hombres pero no ha dado resultado.

En fin, he decidido centrarme en lo que es más importante en este momento, parar al frente de Lavinia. El plan que vamos a utilizar es uno bastante rudimentario pero que dará resultado, al menos temporalmente o puede que, con un poco de suerte, suponga el final de la guerra. Hemos sido informados de que la misma Lavinia y sus hombres más importantes están en su base en nuestra frontera al norte, justo donde pensamos atacar. El plan es muy simple, no vamos a ejercer ningún ataque general o masivo sino que nuestros soldados van a ir matando poco a poco a los de la base enemiga por las noches. Así vamos a debilitarlos lentamente y antes de que lleguen los refuerzos, la seguridad en la base será mínima y podremos entrar y negociar con Lavinia.

Es esencial terminar con esta guerra. Los civiles están muy descontentos con todo esto y creo que en este punto ya no les importa quién gana o quien pierde simplemente quieren que esto termine.

Es pronto por la mañana y con Kadet subimos al avión presidencial para que nos lleve hasta la base que tenemos en el norte. Decidimos que para mostrar a nuestro pueblo que de verdad estamos y luchamos por ellos, debemos estar en la primera línea de los sucesos, independientemente de lo peligroso que sea.

Al llegar a la base, lo primero que hacemos es examinar los mapas y el terreno de la zona. Esta noche vamos a comenzar con el ataque. Kadet está muy preocupado por cómo pueda salir pero yo estoy segura de que todo irá bien, no hay nada que no se haya considerado en nuestro ataque; hasta las más mínimas circunstancias han sido medidas cuidadosamente.

Al anochecer estoy lista para guiar a mis hombres hacia la base enemiga pero antes de ello quiero decirles varias cosas. Me levanto y todos se callan al instante:

-Sé que soy joven y que no debería estar aquí pero es destino así lo ha querido. Hoy vamos a comenzar con el final de la guerra y vosotros os vais a convertir en héroes por ello. Vais a poner fin al sufrimiento de miles de personas y traer la paz al mundo de nuevo. En caso de fracaso, quiero que

sepáis que para mí ha sido todo un placer trabajar con vosotros. Todos sois hombres y mujeres que valen más que miles, me inclino ante vuestra valentía de dar la vida por Europia, por la paz.

Cuando termino de hablar aplauden y muestran que están listos para la batalla pero cuando nos disponemos a salir y emprender el camino hacia la base, todas las luces de la nuestra empiezan a parpadear y el sistema se seguridad del cual soy responsable se desactiva.

En este momento una de mis peores pesadillas se hace realidad: nos atacan cuando más vulnerables somos, cuando nosotros mismos íbamos a atacar. Es un movimiento muy astuto por parte de Lavinia y en cierto modo, me maldigo por que no se me haya ocurrido a mí antes. Empiezo a correr por el pasillo, entre la multitud de soldados enemigos y los que no lo son; las tropas de Aramda entran a la fuerza en nuestra base. Sé a dónde tengo que llegar. Debo proteger a Kadet de esto; él es el líder y no puede dejar a su pueblo, no ahora que estamos tan cerca de conseguir la paz. Llego a su despacho y me quedo congelada en el sitio cuando veo que la puerta está abierta. Sin dudarlo dos veces saco la pistola que llevo conmigo y entro. Allí veo una escena que me

deja totalmente horrorizada. Una mujer, Lavinia, sujeta una pistola y el cuerpo de Kadet yace en un charco de sangre en el suelo.

Me dispongo a disparar sin pensarlo cuando siento el roce de un frío metálico en mi cuello. Un escalofrío recorre mi cuerpo cunado, pegada a mi oído oigo una voz:

-Seis meses Alda. Te conozco muy bien, cariño.

No sé si son horas o días lo que llevo encerrada en esta maldita habitación sin ventanas, una cárcel improvisada. Sé que Orión ahora está de parte de su madre y que me tendió una trampa. También sé que Lavinia vino a verme hace un tiempo y me dio el testamento de Kadet, que al parecer sabía que iba a morir en este viaje.

En su carta me cede todos sus poderes y me hace dirigente total del ejército. Una pena porque no puedo dar órdenes desde la cárcel.

Oigo que la puerta se abre y veo a una chica que me trae la comida. Hay algo en su rostro que me parece familiar. Cuando se inclina para dejar la bandeja veo un mechón verde que no podría confundir nunca:

-¡Xana! ¿Qué haces aquí?

Ella pone un dedo sobre sus labios para indicarme que hable en silencio y dice:

-Algunos hombres consiguieron escapar del ataque a la base. Ellos contactaron conmigo. Traje a mis hombres, están escondidos en el bosque, cerca, a unos 20 minutos a paso rápido. Tenemos un plan

para sacarte de aquí. No te puedo decir nada más, pero tranquila, pronto te vamos a sacar de aquí.

Un estruendo contra la puerta la hace sobresaltar y salir lo más rápido posible por la puerta de empleados antes de que entre mi nuevo visitante. Orión. Viene por primera vez desde que estoy aquí y por primera vez veo sus ojos, desde la conferencia. Le digo:

-¿Por qué? – sabe bien que me refiero a todos los acontecimientos desde la conferencia. Se sienta contra la pared, igual que el día en el que hablamos del torrente en el balcón en Rim.

-Tú me obligaste a todo Alda. Sabías muy bien lo importante que eras para mí y me dejaste por tu puesto de coronel como si no te importara nada.

-¿Qué va a pasar ahora?

-Lavinia, es decir, mi madre, será la gobernadora de ambos países, la guerra terminará y tú serás ejecutada esta noche.

¿Ejecutada? No puede ser. Orión no es capaz de esto. Me quedo en silencio unos minutos y hago lo que me funcionó la primera vez:

-Me llamo Alda. Tengo 19 años. Mis padres están muertos. Soy coronel pero estoy encarcelada. Ahora mismo no tengo miedo a nada, sé que el fin está cerca, Siguen sin gustarme los gatos, mi color favorito es el azul, pero no el claro sino que el marino, el que parece más oscuro cuanto más lo miras. Me arrepiento de haber ido a Rim.

Orión levanta la mirada, mira su muñeca, la de las cicatrices y dice:

-Me llamo Orión. Tengo 19 años. De pequeño intenté suicidarme, cuando no tenía a nadie. Se me pasó por la cabeza volver a hacerlo después de aquella maldita conferencia pero no fui capaz, esta vez tenía algo por lo que vivir sin importar que ella me hubiera dejado.

Las lágrimas se agolpan en mis ojos pero me obligo a mí misma a contenerlas. No puedo creer que este chico con el que he pasado tantos momentos felices me va a matar en público esta misma noche.

Anoche mucho más rápido de lo que creía posible. Creo que no han pasado ni diez minutos desde que Orión se fue cuando un par de soldados vienen a escoltarme hasta un gran escenario.

Lavinia pronuncia un discurso de lo más asqueroso que casi no oigo y al final dice con un tono que incluso se puede considerar divertido:

-Ahora, puesto el fin de la guerra vamos a proceder a ejecutar a la última representante de Europia y convertir todo en una gran y unida Aramda. Tengo el placer de conceder ese honor a mi propio hijo Orión, que ha sido la pieza clave para nuestra victoria.

Todos aplauden y Orión se levanta delante de mí. No me mira a los ojos. Una parte de mí sigue estando segura de que no es capaz de hacer lo que se dispone a hacer y la otra desea que Xana y sus hombres se pongan en acción ya. Antes de la ejecución entró una vez más a mi celda para decirme que el plan se pondrá en marcha en el momento de la ejecución.

Orión se acera despacio a mí con un gran cuchillo reluciente en la mano y cuando llega lo apoya en mi clavícula y dice:

-Lo siento. No tengo otra opción.

Ya casi pierdo la esperanza de que Xana consiga llegar a tiempo y digo:

-Yo lo siento. Sé que tienes que hacer esto. Te quiero. Hazlo ya, no me hagas sufrir más. No le tengo miedo a la muerte.

Él parece muy indeciso sobre qué debe hacer y se para cuando oímos un disparo y los hombres de Xana entran en la sala. Veo como el cuerpo de Lavinia se desliza igual que lo hizo el de Kadet hace unos días.

El alboroto es total y Orión deja el cuchillo caer al suelo. Con lágrimas en los ojos dice:

-Perdóname. No puedo decirte lo mucho que lo siento. Perdóname, yo…

No termina la frase cuando uno de mis hombres le pone las manos a la espalda y lo sujeta así a mi lado. Sé que ahora me toca hablar a mí por encima del alboroto:

-No voy a decir mucho. Sólo quiero decir que de hoy en adelante la guerra ha terminado y que Europia y Aramda van a ser uno. Porque dos fuerzas unidas

hacen una invencible. – Mis soldados aplauden – Quiero garantizar la paz en ambos países tal y como me encargó Kadet en su testamento y es lo que voy a hacer de ahora en adelante…

Todos están demasiado felices por el fin de la guerra como para escucharme así que dejo el discurso para más tarde y vuelvo a girarme hacia Orión. Hay algo en él que me hace perdonarle. Quizás sea porque le quiero o quizás porque la culpa es de ambos, pero ahora, la felicidad por la paz y la unión de la humanidad en uno, me impulsan a inclinarme hacia él y besarlo. Él corresponde mi beso pero un estruendo al grito de ¡Traidor!, hace que mis labios se separen de los suyos y que caiga a mis pies. Uno de los hombres de Lavinia hace un último disparo para que yo también me sumerja en la oscuridad eterna y caiga sobre el cuerpo de Orión. Al menos muero feliz por saber que de ahora en adelante no habrá más disparos, en cierto modo me merezco el que acabo de recibir, como coronel ordené muchas muertes.

En cuanto a Orión, no fui capaz de creer que tuviera un lado malo y acerté. Mi último pensamiento, en sus brazos sin vida es:

¿Qué pasa cuando se abrazan el amor y la muerte? ¿Se muere el amor? ¿O se enamora la muerte? Tal vez la muerte moriría enamorada y el amor amaría hasta la muerte. Mi último aliento termina con una sonrisa en los labios.

ANDREA ANATOLIEVA DIMITROVA

JUNIO 2017