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Aproximación a los juguetes de cerámica y
fabricaciones de pequeño formato en sitios
arqueológicos de La Habana Vieja
Por Ivalú Rodríguez Gil, Antonio Quevedo Herrero 17 de Junio de 2013
Artículo publicado en: Habana Patrimonial. http://www.ohch.cu/noticias/aproximacion-a-
los-juguetes-de-ceramica-y-fabricaciones-de-pequeno-formato-en-sitios-arqueologicos-de-
la-habana-vieja
En los sitios arqueológicos habaneros del siglo XVI al XVIII suelen aparecer,
esporádicamente, vajillas en miniatura, silbatos, figuras humanas y de animales
confeccionadas en cerámica. Mezcladas con la basura doméstica, estas piezas, consideradas
en ocasiones juguetes,1 arribaron inicialmente desde España, país con gran maestría en su
ejecución.2 En el siglo XVIII, México, otro gran centro alfarero, también las produjo, y se
han encontrado evidencias de ellas en La Habana.3 El siglo XIX está caracterizado por la
presencia de muñecas y vajillas de porcelana llegadas de Francia y Alemania.
Hasta el momento, las piezas más antiguas de las encontradas son tres silbatos de barro, dos
de las excavaciones efectuadas en el Palacio de los Condes de Santovenia, en la Plaza de
Armas, y otro en Mercaderes no. 162. Estas piezas representan cabezas humanas, de rostro
barbudo y facciones —al parecer— negroides. El contexto arqueológico donde ocurrieron
los hallazgos fue datado en el siglo XVI.4 La función de estos silbatos es incierta, pudieran
estar asociados a juegos infantiles o haberse usado por los negros en fiestas religiosas como
el Corpus Christi,5 en las que por mandato del Cabildo habanero «...los negros horros o
libres participaban desde 1573 en la procesión…».6
En Oficios no. 16, se encontró uno de los llamados “silbatos de agua”, realizado en
cerámica del tipo Bizcocho.7 Su contexto arqueológico corresponde a la primera mitad del
siglo XIX. De origen español, están presentes en la península desde los tiempos islámicos,
y se han mantenido hasta la actualidad. Hecho a torno y modelado, reproduce un botijo con
su asa y un pitorro, donde posee el orificio de entrada del aire. Al soplar la pieza llena de
agua, se origina un sonido que recuerda el trinar de las aves.8 De la misma época procede
una pieza de barro incompleta, que se halló en la casa de la Obra Pía (Obrapía no. 158).
Muestra dos aves y tuvo, aparentemente, el silbato adosado a la cola. Los niños empleaban
este tipo de silbatos en sus juegos y, además, tenían aplicación en la cacería.9
Las figuras de animales elaboradas en barro se han localizado, principalmente, en sitios de
la segunda mitad del siglo XVIII. De Teniente Rey no.159, son un caballo y una cabra cuyo
jinete es una mujer tocando guitarra (posible juglar).10
De una letrina excavada en
Mercaderes no. 208 se recuperó una oveja con su base. Como excepción se ha encontrado
un toro del primer cuarto del siglo XVII, en el Palacio del Segundo Cabo. El caballo fue
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confeccionado mediante el empleo de un molde de dos partes, para el cuerpo y la cabeza,
mientras que la cola, las orejas, la crin y las patas se modelaron y aplicaron
posteriormente.11
A diferencia del caballo, el toro, el carnero, la cabra y su jinete, se
realizaron mediante el modelado. Todas se distinguen por su gran sencillez, aspecto que las
hace muy atractivas. En los registros de entrada de buques al puerto de La Habana
encontramos una interesante referencia sobre la arribada, el 10 de febrero de 1786, de «1
cajón con 117 figuras de barro del Reyno»,12
a bordo de la fragata San Ignacio de Loyola,
proveniente de Cádiz, que pudiera referirse a estos elementos cerámicos. Su empleo como
juguetes es solo una probabilidad, pueden haber sido adornos o elementos de los
nacimientos o belenes.13
1. Silbatos del siglo XVI procedentes del palacio de los Condes de Santovenia en la Plaza
de Armas
Hemos estudiado cuatro piezas que representan figuras humanas. La primera, de la casa
antes citada en la calle Teniente Rey, conservó el torso y un brazo y parece mostrar una
figura masculina. Fue modelada en barro, al estilo de los animales. Otras dos, del Convento
de Santa Teresa de Jesús, fueron hechas en cerámica mexicana Guadalajara Policromo,14
con una cronología para el tipo de 1650-1800. Una muestra hábito religioso y sostiene a un
niño, mientras que la otra representa a una muchacha pelirroja. La cuarta pieza —del
Convento de Santa Clara de Asís—15
es una mujer modelada con vestiduras similares.
Estas tres figuritas se encontraron en contextos arqueológicos de la segunda mitad del siglo
XVIII. Se presume que la usaban las pequeñas novicias de los conventos en juegos, como
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adornos o imágenes devotas, pero, no se descarta su empleo en los nacimientos, y en el
caso de la que procede de Santa Clara de Asís, su hechura pudiera corresponder a las tareas
manuales16
realizadas por las monjas para uso conventual o regalos a visitantes.
2 (izquierda). Silbato de agua de la primera mitad del siglo XIX, procedente de Oficios no.
16. 3 (derecha). Silbato de la primera mitad del siglo XIX,
procedente de la Casa de la Obra Pía
4 (izquierda). Caballo de la segunda mitad del siglo XVIII, procedente de Teniente Rey
no.159. 5 (derecha). Cabra de la segunda mitad del siglo XVIII, procedente de Teniente
Rey no.159
Con respecto a la comercialización de juguetes y figuras de cerámica navideñas, en
el Papel Periódico de la Havana del domingo 25 de diciembre de 1803 se anuncia la venta
de «…juguetes y monifatos17
propios para nacimientos y figuras para sobremesa todo de
loza de [falta] la casa frente á la zapatería n.144 yendo por la espalda del Monasterio de
Santa Teresa para el de Santa Catalina calle del Aguacate».
Las vajillas en miniatura reproducen objetos usados por los adultos en la vida cotidiana. De
Teniente Rey no. 159 provienen dos cántaros y una taza de mayólica mexicana Puebla Azul
sobre Blanco, con una cronología para el tipo de 1675-1830.18
Junto a ellas se recuperó la
pieza más pequeña de la colección: una olla de la cerámica El Morro19
(1550-1700), de 1,5
cm. de alto. De igual tipología, aparecieron tres vasijas —dos en Baratillo no. 101 y una en
Oficios no. 212— realizadas a torno, con asas y vidriadas interior y exteriormente. Existen
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dos platos mexicanos que por su tamaño pudieron usarse como juguetes, uno del tipo
Puebla Azul sobre Blanco (8 cm. de diámetro) y uno Abó Policromo20
(8,5 cm.
aproximadamente), extraídos de San Pedro nos. 12 y 14 y de la Casa de la Obra Pía.
6 (izquierda). Carnero con su base de la segunda mitad del siglo XVIII, procedente de
Mercaderes no. 208. 7 (derecha). Toro del primer cuarto del siglo XVII, procedente del
Palacio del Segundo Cabo en la Plaza de Armas
En el pecio conocido como Cayo Paraíso,21
en el archipiélago de Los Colorados, vinculado
al naufragio de la goleta mercante inglesa Arrow,22
se recuperaron vajillas en miniatura y
silbatos,23
junto a numerosas figuras humanas y de animales, confeccionadas en Loza
Perla.24
Los silbatos representan aves, perros, gatos y monos. De las vajillas sobresalen las
teteras —de 5 cm. de alto— con vertedera, asa, tapa y decoración floral, las cuales dejan
apreciar la maestría de los alfareros ingleses. De este país se encuentra en el Centro
Histórico una abundante presencia de lozas, con tiestos de todos los tipos, de los siglos
XVIII y XIX, no así de miniaturas o figuras. La excepción es una pieza hallada en el
convento de Santa Clara de Asís,25
que representa a una mujer con un bebé en brazos.
La porcelana europea está representada por una variedad de miniaturas que incluyen tazas,
tapas, platos, botes, una maceta y una tetera. Producidas a finales del siglo XVIII y durante
el XIX, fueron usadas por las niñas en sus juegos, que las empleaban asimismo como
accesorios para las casas de muñecas.26
Este mismo fin debe haber tenido el pequeño busto
de una dama, de 4,5 cm. de altura, confeccionado en barro, que se encontró en Mercaderes
no. 18, aunque pudiera ser la reina de un juego de ajedrez. Del inmueble situado en Damas
no. 862, procede parte de un servicio de té que incluye la tetera, con decoración floral a
relieve, y una taza con su plato. Con ellas se encontraron dos tazas decoradas con motivos
florales combinados con oro. Dichas piezas, de la segunda mitad del siglo XIX,
corresponden a las fabricadas por importantes centros alfareros europeos como Limoges y
Sèvres, en Francia, y Meissen, en Alemania, que a la par de sus realizaciones habituales,
crearon exquisitas vajillas en miniatura desde finales del siglo XVIII, muy estimadas por
los coleccionistas en el presente.
Como figuras más relevantes en los juegos de las niñas aparecen las muñecas de porcelana.
En la Casa de la Obra Pía y en otros sitios del Centro Histórico, se encontraron algunas que
reproducen niñas o niños. Se elaboraron mediante moldes y eran macizas o huecas. Los
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brazos y piernas solían estar unidos al cuerpo para hacerlas más resistentes a las fracturas.
Se produjeron en Alemania27
—la ciudad de Turingia fue el principal centro irradiador—
desde la década del cincuenta del siglo XIX hasta 1920, y se les nombró “Charlottes
congeladas”,28
“muñecas columnas”, “de porcelana sólida”, “bañistas” o “muñecas
centavo”.29
Existe un ejemplar de mayor tamaño —de la Casa de la Obra Pía—, que se
corresponde con los llamados “Charlies congelados” o “bañistas”, versión masculina de las
anteriores. Posee las extremidades separadas del cuerpo y un orificio para el drenaje en la
zona de los glúteos. En la ciudad de Camagüey se localizó uno de estos muñecos con
peinado varonil y una cabeza de otra figura, en un colector sanitario, en la Casa del
Regidor, situada en calle Independencia no. 219.30
Estas piezas conservaron la decoración
del cabello y el rostro. Un niño de solo 4,5 cm. de alto, con su cofia, es la única pieza
hallada completa hasta el momento, en un basurero cercano al cementerio municipal de
Santiago de las Vegas. Algunos ejemplares presentan en la espalda iniciales y
numeraciones correspondientes a los fabricantes. Estos pequeños muñecos asequibles
económicamente, fueron muy usados por todas las clases sociales. Han sido localizados en
contextos arqueológicos de la segunda mitad del siglo XIX, en Cuba, y en otros países de
América, principalmente Estados Unidos y Argentina.
8 (izquierda). Fragmento de figura humana de la segunda mitad del siglo XVIII, procedente
de Teniente Rey no.159. 9 (centro). Figuritas de cerámica Guadalajara Policromo fechadas
entre 1650 y 1800, procedentes del Convento de Santa Teresa de Jesús. 10 (derecha).
Figura con hábito religioso procedente del Convento de Santa Clara de Asís
Las populares cabezas de porcelana con cuello y parte del torso hasta los hombros son,
igualmente, hallazgos alegóricos a muñecas. Estas eran moldeadas, huecas e incluían el
peinado con rodete y rostro, al que luego se le pintaban los ojos y se le coloreaban los
cachetes, la boca y el cabello. El cuerpo era de tela,31
y se adhería a la cabeza mediante
pegamento. Las extremidades confeccionadas aparte en porcelana, y de las cuales se han
recuperado piernas y brazos, se cosían a las muñecas. Por último se vestían y eran
articuladas, lo cual permitía su movimiento en los juegos. Otras más caras tenían el cuerpo
y extremidades de cabritilla. Son conocidas como “muñecas de China”, y se produjeron en
Alemania desde 1840 hasta bien entrado el siglo XX. Algunas presentan marcas incisas del
fabricante en la espalda. En el Palacio de los Marqueses de Prado Ameno, en O'Reilly no.
253, se encontró otra variante de muñecos articulados. Consiste en un torso (apareció sin la
cabeza) vestido con levita, al cual se le insertaban las extremidades. Estos fueron muy
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comunes en Europa en la segunda mitad del siglo XIX y algunos reproducían arlequines o
personajes grotescos.
11. Cántaros y taza de mayólica mexicana Puebla Azul sobre Blanco fechada entre 1675 y
1830, procedentes de Teniente Rey no.159
12 (izquierda). Olla de cerámica El Morro fechada entre 1550 y 1700, procedente de
Teniente Rey no.159. 13 (derecha). Vasijas de cerámica El Morro fechadas entre 1550 y
1700, procedentes de Baratillo no. 101 y Oficios no. 212
Durante esta época se comenzaron a fabricar muñecas con cabeza de biscuit bellamente
decoradas, ojos de vidrio movibles, peinados elegantes y vestuario que semejaba la última
moda parisina. De su tipo se encontró, en O'Reilly no. 253, un fragmento de rostro que
evidencia la perfección lograda por los fabricantes. En el Museo de Arte Colonial se
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conservan dos de estas muñecas alemanas —una de Armand Marseille (Turingia) y la otra
de Gebruder Krauss (Baviera)—, con torso y extremidades de pasta de composición,32
fechadas hacia finales del siglo XIX o principios del XX.
14. Platos. Izquierda. Puebla Azul sobre Blanco fechado entre 1675 y 1830, procedente de
la Casa de la Obra Pía. Derecha. Abó Policromo fechado entre 1650 y 1800, procedente de
San Pedro nos. 12 y 14
15. Teteras inglesas procedentes del pecio Cayo Paraíso. Imagen cortesía de Sermar S.A.
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16 (izquierda). Silbato con forma de ave procedente del pecio Cayo Paraíso. Imagen
cortesía de Sermar S.A. 17 (derecha). Figura en Loza Perla encontrada en el Convento de
Santa Clara de Asís
18 (izquierda). Conjunto de miniaturas de porcelana europea procedentes de diversos sitios
de La Habana Vieja. 19 (derecha). Busto de dama procedente de Mercaderes no. 18
Con el impulso de la revolución industrial, los juguetes de cerámica se popularizaron y su
adquisición dejó de ser un privilegio de las clases más ricas. Las miniaturas
primorosamente decoradas a mano dieron paso a grandes producciones en serie y su
fabricación se abordó como un negocio independiente de la industria alfarera. Dichas
manufacturas llegaron a nuestro país y coexistieron con los usos y costumbres heredados de
la Metrópoli. Las propagandas comerciales aumentan con el listado de regalos en los
periodos señalados, como por ejemplo desde la nochebuena y hasta el Día de Reyes. Era
usual durante la noche del cinco de enero dejar juguetes para los niños de la casa al pie de
los árboles de navidad, los cuales se adornaban con exuberancia y en su base se colocaba
un nacimiento de Jesús con figurillas.
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20 (izquierda). Tetera, taza y plato procedentes de Damas no. 862. 21 (derecha). Tazas
decoradas con motivos florales combinados con oro procedentes de Damas no. 862
22 (izquierda). Charlotes congeladas procedentes de diversos sitios de La Habana Vieja. 23
(centro). Charlie congelado procedente de la Casa de Obra Pía. 24 (derecha). Charlote
congelada procedente de un basurero cercano al Cementerio Municipal
de Santiago de las Vegas
25 (izquierda). Charlie congelado. 26 (derecha). Cabeza de Charlote congelada. Ambos
procedentes de la Casa del Regidor en Independencia no. 219, Camagüey. Imagen cortesía
del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey
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A lo largo del siglo XIX distinguidas casas como El Fénix, importaban al por mayor joyería
fina, brillantes y relojes. Además, poseían bazares de perfumería, quincalla, juguetería, etc.
En 1841 se destacó El buen gusto de París, en Obispo no. 27, tienda que ofrecía juguetes,
cajas de música, entre otros. En el año 1892 —en elDirectorio Mercantil de la Isla de
Cuba—, se anunciaban diecisiete establecimientos en la sección Quincallerías, Jugueterías
y Perfumerías. La Habana se destacaba por la presencia numerosa de estos espacios en
varias arterias como Obispo,33
Aguacate, O'Reilly, Muralla y Galiano.
27 (izquierda). Fragmentos de Muñecas de China procedentes de diversos sitios de La
Habana Vieja y Centro Habana. 28 (derecha). Piernas de las Muñecas de China procedentes
de la Casa de la Obrapía
29 y 30. Muñecas de China con cuerpo de cabritilla junto a un servicio de té francés.
Imagen procedente de la Nebraska State Historical Society
En la prosa de finales del siglo XIX escritos como los de Ramón Meza y Julián del Casal,
señalan los lujosos establecimientos de La Habana, a la altura de las mejores ofertas
europeas y variedad de precios, en los cuales destacaba la juguetería como sección
importante.34
Los habitantes de la ciudad acudían y quedaban regocijados, prometiendo
volver. El retrato más completo para finales del siglo XIX lo hace José Martí en su cuento
«La muñeca negra», en el cual describe minuciosamente el espacio donde jugaba la niña:
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El cuarto está a media luz…Y la madre y el padre vienen andando, de puntillas. ¡Al suelo,
el tocador de jugar!... A la cama no se puede llegar; porque están alrededor todos los
juguetes, en mesas y sillas. En una silla está el baúl que le mandó en pascuas la abuela…
En otra silla está la loza, mucha loza y muy fina, y en cada plato una fruta pintada: un plato
tiene una cereza, y otro un higo, y otro una uva: da en el plato ahora la luz, en el plato del
higo, y se ven como chispas de estrella: ¿cómo habrá venido esta estrella a los platos?:
«¡Es azúcar!» dice el pícaro padre: «¡Eso es, de seguro!»: dice la madre, «¡eso es que
estuvieron las muñecas golosas comiéndose el azúcar!» El costurero está en otra silla, y
muy abierto, como de quien ha trabajado de verdad; el dedal está machucado ¡de tanto
coser!: cortó la modista mucho, porque del calicó que le dio la madre no queda más que un
redondel con el borde de picos, y el suelo está por allí lleno de recortes, que le salieron mal
a la modista, y allí está la chambra empezada a coser, con la aguja clavada, junto a una gota
de sangre. Pero la sala, y el gran juego, está en el velador, al lado de la cama. El rincón, allá
contra la pared, es el cuarto de dormir de las muñequitas de loza, con su cama de la madre,
de colcha de flores, y al lado una muñeca de traje rosado, en una silla roja: el tocador está
entre la cama y la cuna, con su muñequita de trapo, tapada hasta la nariz, y el mosquitero
encima: la mesa del tocador es una cajita de cartón castaño, y el espejo es de los buenos, de
los que vende la señora pobre de la dulcería, a dos por un centavo. La sala está en lo de
delante del velador, y tiene en medio una mesa, con el pie hecho de un carretel de hilo, y lo
de arriba de una concha de nácar, con una jarra mexicana en medio, de las que traen los
muñecos aguadores de México: y alrededor unos papelitos doblados, que son los libros…
Hay visitas, por supuesto, y son de pelo de veras, con ropones de seda lila de cuartos
blancos, y zapatos dorados: y se sientan sin doblarse, con los pies en el asiento: y la señora
mayor, la que trae gorra color de oro, y está en el sofá, tiene su levantapiés, porque del sofá
se resbala; y el levantapiés es una cajita de paja japonesa, puesta boca abajo: en un sillón
blanco están sentadas juntas, con los brazos muy tiesos, dos hermanas de loza… ésa es la
sala, y el gran juego de Piedad. Y en la almohada, durmiendo en su brazo, y con la boca
desteñida de los besos, está su muñeca negra.35
31 (izquierda). Torso de figura articulada procedente del palacio del Marqués de Prado
Ameno. 32 (derecha). Muñecas de finales del siglo XIX o principios del XX. Colección del
Museo de Arte Colonial
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33 (izquierda). Mañana navideña. Primera plana del semanario Harper del 31 de diciembre
de 1864. Obsérvese la variedad de juguetes que existía en esa época. Imagen procedente del
National Museum of American History, Smithsonian Institution. 34 (derecha). Casa
importadora Hierro y Compañía, en Obispo y Aguacate. Tarjeta postal de inicios del siglo
XX. Imagen procedente del Archivo Histórico de la Oficina del Historiador de la Ciudad de
La Habana
35. Anuncio de la casa importadora Hierro y Compañía. Imagen tomada del Directorio
mercantil de la Isla de Cuba, Imprenta del Avisador Comercial, La Habana, 1892
Nuestra indagación resulta un primer acercamiento al mundo del juguete infantil, y en
sentido general, a las manifestaciones cerámicas de pequeños formatos que se produjeron
en los tiempos de la colonia. Es la aproximación a un tema poco abordado en nuestro país,
por lo cual se hacen difíciles algunas precisiones. Los hallazgos de este tipo de piezas no
son frecuentes, a diferencia de otros objetos de uso cotidiano en la ciudad. Estas
elaboraciones ─aparentemente sencillas─ servían para establecer la conexión de las niñas y
los niños con la sociedad que les rodeaba y, por tanto, con la vida diaria de los adultos. Su
significación aumenta cuando entendemos que la combinación de fantasía y realidad
produce placer y contribuye al desarrollo de los sentimientos afectivos. Se impone
profundizar en su estudio por formar parte de nuestro patrimonio cultural material, que
incorpora elementos de la inmaterialidad como los conocimientos de técnicas artesanales, la
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simbología y los valores espirituales dados por el carácter lúdico o sacro, según sea el caso.
36 (izquierda). Almacén de una juguetería en La Habana a principios del siglo XX. Imagen
procedente de la fototeca de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. 37
(derecha). Detalle de la imagen anterior en la cual se observan las Muñecas de China.
Imagen procedente de la fototeca de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana
38. Niña con sus juguetes. Casa de Emeterio Zorrilla en Carlos III no. 161, año 1913.
Imagen procedente de la fototeca de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana
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Agradecimientos
Los autores desean agradecer la información brindada por el arqueólogo Roger Arrazcaeta
Delgado, a José Ignacio Pagés Alba y Laura García Méndez, por la búsqueda bibliográfica
y la digitalización de imágenes, a los arqueólogos del Gabinete de Arqueología y la
Empresa Constructora Puerto de Carena, por las investigaciones que permitieron los
hallazgos, al master en arqueología Ralph Mills de la Universidad de Leicester, por
facilitarnos su tesis de maestría Miniatures in historical archaeology. A los especialistas
del Archivo Histórico y de la Fototeca de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La
Habana por la localización de imágenes en sus fondos.
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Disponible en
http://www.arqueomurcia.com/archivos/publicaciones/memo08/24ELVIRA.PDF
(Consultado el 11 de abril de 2013).
Notas 1«Podemos afirmar que este tipo de producciones se desarrollaron desde épocas muy
antiguas, pero aunque su tipología pueda ser similar, su significado ha ido cambiando a
través del tiempo» (Gallardo Carrillo, Párraga Jiménez, Llorach Asunción y Pérez Mulero,
2011:137).
2«Una rama de la producción alfarera siempre pretendía cubrir las necesidades lúdicas de
los más pequeños de la familia, siendo así que los juguetes de arcilla existen desde la
misma invención de la cerámica. En esencia, la función que desempeñan los juguetes
tradicionales es didáctica, pues cada sociedad ha procurado utilizarlos para inculcar en los
más pequeños una serie de valores (cuestionables en la sociedad actual) que luego van a
marcar las actitudes en la edad adulta» (Navarro Santa-Cruz y Robles Fernández,
1993:397).
3«En el naufragio del Nuevo Constante se encontró un grupo de miniaturas de cerámica que
incluye animales, zapatos, barcos e instrumentos musicales. La mayor parte de estas piezas
se hicieron con cerámica mexicana del tipo conocido como Guadalajara Policromo, que
evidentemente se exportaba en grandes cantidades desde México hacia España durante el
siglo XVIII. Las mismas pueden haber sido accesorios para las muñecas, juguetes o
chucherías para adultos» (Deagan, 2002: 229).
4Información brindada por el arqueólogo Roger Arrazcaeta Delgado.
5“En el siglo XVI se tienen noticias de las primeras protestas de las autoridades, ya que se
incorporaron a las procesiones elementos profanos, vestidos de mascarones de personajes
fabulosos, tal como era costumbre en la Península Ibérica, donde en la festividad bailaban y
cantaban enanos, así como gigantes y cabezudos danzantes hacían gala de sus
habilidades…” (Virtudes Feliu, 2003: 85).
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6Virtudes Feliu Herrera: Fiestas y tradiciones cubanas, p.85.
7Bizcocho, bizcochado o biscuit: con este nombre se describe la primera cocción a la que es
sometido un objeto de cerámica cruda. Una vez cocida la pieza recibe el nombre de
bizcocho, del francés biscuit. («Glosario básico sobre cerámica», en todaCultura.com).
8«De ahí su denominación canarios, jilgueros o pajarillos» (Gallardo Carrillo, Párraga
Jiménez, Llorach Asunción y Pérez Mulero, 2011:57).
9En la cacería se les conoce como “reclamo de caza”.
10
Hallados en un aljibe o cisterna para aguas pluviales convertido luego en letrina y
vertedero de basuras de la casa.
11
El caballo conservó una sola pata, las otras le fueron añadidas en la restauración.
12
Archivo Nacional de Cuba. Fondo Miscelánea de Libros, libro 6685 (1786).
13
Conjunto de figuras y objetos que representan personajes, momentos y lugares
relacionados con el nacimiento de Jesucristo en Belén.
14
«La cerámica en cuestión presenta un cuerpo compacto de poco espesor con una pasta
crema, canela o gris. La superficie la cubre a menudo un engobe fino de color ante, que
luego es decorado con diseños florales y geométricos en tonos rojo marrón, rojo, carmelita,
gris, y negro, y finalmente es pulida hasta alcanzar un lustre intenso» (Deagan, 1987:32-
33).
15
Hallada durante las excavaciones del grupo de arqueología del CENCREM en el
Convento de Santa Clara de Asís.
16
«En diferentes áreas de excavaciones efectuadas en el Convento Santa Teresa de Jesús fue
hallada mica en distintas etapas de elaboración, además de preformas de vidrio y restos de
pigmentos, que aportaron indicios sobre las labores que las religiosas realizaban al
alternarlas con su trabajo espiritual. Por consiguiente, se consideran desechos de una
pequeña industria artesanal» (Hidalgo Navarro y Suárez Cabrera, 2012: 53).
17
Figura ridícula de persona o animal.
18
«Su producción se expandió durante un largo periodo, originalmente definido como de
aproximadamente 1700 a 1850; tipos derivados de estrecha vinculación se producen hoy
día en Puebla. Estudios recientes por Florence Lister indican que la datación para Puebla
Azul sobre Blanco probablemente se ubique con más exactitud entre 1675 y 1830 (Deagan,
1987:58).
19«La tipología El Morro es una cerámica ordinaria de vidriado plumbífero, que usualmente
aparece en formas utilitarias» (Deagan, 1987:37).
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20Cronología para el tipo 1650-1750.
21
«Mégano de Casiguas, cayo. Al N de la isla de Cuba, 24 km al NNE del pueblo de La
Palma, en los 22”56’ lat. N y los 83”26’ long. 0, Pinar del Río. Área: 0.25 km2. La costa
este es una playa; la norte baja, cubierta por altos mangles; y la oeste baja, arenosa con
algunos claros donde se forman playas. Hacia el N del cayo se encuentra una barrera
coralina. Se conoce también como cayo Paraíso, nombre dado por el famoso escritor Ernest
Hemingway» (Colectivo de autores, 2000: 227).
22
«La tragedia ocurre en la madrugada del 15 de enero de 1815 en un área cercana, según
declaraciones, a bahía Honda y las circunstancias en que sobrevino sugieren que el
cargamento encontrado en el sitio corresponde al de la goleta Arrow» (Ortega Pereyra,
Luguera González y Alonso Sansón, 2007:75).
23
«Un ejemplo de importaciones desde Inglaterra con destino a La Habana, lo constituye el
cargamento transportado por la goleta Arrow, la que naufragó en las cercanías de cayo
Paraíso» (Ortega Pereyra, Luguera González y Alonso Sansón, 2007: 73).
24Se conoce como Loza Perla a una forma mejorada de Loza Crema. El tono amarillento de
la pasta se contrarrestaba añadiendo cobalto al barniz, con lo cual se obtenía una cerámica
blanca en apariencia. Los ingredientes básicos de la pasta eran caolín de Cornualles y
pedernal. Su rango de producción es de 1775 a 1840.
25
Recuperada en el callejón contiguo a la denominada Casa del Marino.
26«Las casas de muñecas y, en general, los objetos en miniatura, siempre atrajeron la
atención de la realeza y la aristocracia. Las primeras casas de muñecas holandesas están
documentadas en el siglo XVII. En el siglo XVIII aumenta la afición por estas
reproducciones y hubo grandes artesanos, entre los cuales destacaron los maestros alemanes
e ingleses. Pronto las casas de muñecas pasaron a ser apreciados objetos de coleccionismo.
De hecho, las casas de muñecas más lujosas se conservaban en los salones de los palacios y
las casas nobles, como muestra de la sensibilidad artística y la riqueza de sus propietarios.
Pero, tras el auge de los museos a partir de la Ilustración, comenzaron a surgir los primeros
museos de casas de muñecas en Holanda e Inglaterra, un ejemplo que fue inmediatamente
seguido en el resto de Europa y en los Estados Unidos» («La fascinación de las casas de
muñecas», en http://www.museocm.com/noticias/la-fascinacion-de-las-casas-de-
munecas.html).
27
«Alemania es el país donde se fabrican más juguetes de Europa, y de Alemania son la
Turingia y parte de Silesia las regiones privilegiadas. La fabricación del juguete comenzó
aquí ya en la época manufacturera. Los campesinos que labraban por el verano sus tierras,
se dedicaban en invierno a la construcción de juguetes» (Assia, 1933: 2).
28
«Son las llamadas "Carlotas heladas", nombre que deriva de una canción americana del
siglo XIX en donde una chica llamada Charlotte salió con su prometido en un trineo
descubierto para asistir a un baile. A pesar de las insistencias de su madre, Charlotte no
quiso ponerse algo de abrigo pues quería lucir su bonito vestido nuevo, la desobediente
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murió congelada. Años después las muñecas chinas (término usado para designar a las
muñecas hechas con porcelana europea) de porcelana que llegaron a los Estados Unidos
recibieron este nombre» («El museo de las muñecas» en http://te-de-las-
cinco.blogspot.com/2011/05/el-museo-de-las-munecas.html).
29
El término alude al bajo precio por el que eran vendidas.
30Los trabajos fueron realizados por el Gabinete de Arqueología de la Oficina del
Historiador de la Ciudad de Camagüey.
31
La calidad de los cuerpos variaba según la destreza del fabricante. Se podían adquirir las
cabezas, los brazos y las piernas por separado en los comercios. Es casi seguro que muchas
niñas conformaron sus propias muñecas y el vestuario. Ver para mayor información «Breve
introducción a la historia de las muñecas antiguas» en
http://carolmoli.galeon.com/historia.htm.
32
Técnica mejorada del papel maché en la cual el papel es sustituido por pulpa de madera.
33
«Y aquella calle estaba llena de lugares fascinantes…Y estaba El Bosque de Bolonia, con
los juguetes mecánicos, alemanes, más formidables, sus enormes cajas de soldados de
plomo y sus fortines de cartón-piedra, sus caballitos de balancín revestidos de legítima piel
de potro, y sus bebés y sus muñecas de cuerpo de cabritilla y carita de biscuit…» (Méndez
Capote, 1975: 95).
34«Lujoso establecimiento del señor Hierro, situado en la calle de Obispo, esquina a
Aguacate… La tercera sección, llamada vulgarmente, por los objetos que contiene, el
Paraíso de los niños, ocupa un espacio igual al de los dos anteriores. Es Nuremberg en
miniatura. Desde el techo, por medio de las paredes, los juguetes llegan hasta el suelo,
formando grupos compactos que se amontonan por todas partes. Es casi imposible el
tránsito por este departamento, sin dar un tropezón. Tras la verja de hierro que lo separa de
la calle, los niños se asoman, con la boca abierta y las pupilas dilatadas, tratando de
introducir el rostro por los barrotes, como para estar más cerca de ellos y contemplarlos
mejor» (del Casal, 1890).
35
José Martí: La Edad de Oro, pp. 204-206.