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Louis Chaix es catedrático enla Universidad de Ginebra. Patrice Mlnietes Charge de Recherches en el CNRS.
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Louis Chaix y Patrice· Méniel
Manual de Arqueozoología
Ariel Prehistoria
Arie! Prehistoria Louis Chaix y Patrice Méniel
MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
Revisión técnica y prólogo: J ORDI NADAL LORENZO
Universitat de Barcelona
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Título original: Archéozaologie. Les animaux et l'archéologie
© Editions Eirance, París, 2001
Traducción de XA VIER MANGADO LLACH
l.ª edición: noviembre 2005
Derechos exclusivos de edición en español reservados para todo el mundo y propiedad de la traducción: © 2005: Editorial Ariel, S. A.
Avda. Diagonal, 662-664 - 08034 Barcelona
ISBN: 84-344-6772-0
Depósito legal: B. 37.912 - 2005
Impreso en España
2005.- HUROPE, S. L. Lima, 3 bis
08030 Barcelona
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PRÓLOGO
Han pasado quince años de la publicación en castellano de la obra de Simon Da vis La Arqueología de los animales (original en inglés de 1987, traducción al castellano de 1989). Dicha traducción, en sumomento, supuso parte de la culminación de una renovación teórica y metodológica que la arqueología española había iniciado en la década de los ochenta, y cuya digestión se ha demostrado bastante pesada y en muchos casos no ha dado los resultados esperados.
Ciertamente, parece que aquellos aires de renovación quedaron ahogados en primer lugar por una excesiva obsesión en la teorización que, más allá de interesantes planteamientos más propios de la teoría del conocimiento, ofrecía pocos ejemplos de su materialización práctica a la hora de obtener resultados en las memorias de excavación de los yacimientos arqueológicos. En segundo lugar, se produjo una multiplicación de analíticas que debían aportar datos trascendentales para la interpretación de las excavaciones y de las culturas del pasado. Entre éstas se hallaba, sin duda, la arqueozoología. Fue precisamente en los años ochenta que, después de unos loables inicios desde la paleontología -la figura del profesor Jesús Altuna supone un antes y un después en nuestra disciplina-, el estudio de los restos faunísticos en contextos arqueológicos se estructuró definitivamente en nuestro país, con la formación de equipos de investigación centrados en esta disciplina y un importante número de especialistas que debían resolver las antiguas necesidades. Desgraciadamente aquel impulso fue perdiendo fuerza, ya sea por la imposibilidad de que dichos especialistas pudieran incorporarse a un mundo laboral y científico estable, ya sea porque, al final, no existió una aceptación generalizada, o una comprensión, por parte de los que debían ser usuarios de las analíticas especializadas: los propios arqueólogos.
Fue así como la mayada de los estudios de arqueozoología rápidamente quedaron relegados a simples informes, incorporados como anexos a las monografías de los yacimientos excavados, sin que dichos informes intervinieran, o fueran utilizados, con la profusión que se merecían en las conclusiones globales de tales monografías. No ayudaron
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tampoco los cambios, en la década de los noventa, de la arqueología de campo, en la que a partir de entonces dominarían las intervenciones de urgencia o de rescate; en éstas, lógicamente, el elemento prioritario es recuperar la información patrimonial en peligro, para «potencialmente» ser estudiada a posteriori. Aunque el número de excavaciones aumentó, la proporción de estudios especializados, entre ellos los correspondientes a arqueozoología, disminuyó frenéticamente.
Y a pesar de ello, en nuestro país sigue sobreviviendo un conjunto nada despreciable de arqueozoólogos, suficientemente preparados, en diversas universidades o centros de investigación. Incluso diríamos que, a pesar de la mala salud de los estudios arqueozoológicos, en el global de la investigación arqueológica española, aquí mismo se forja uno de los equipos más brillantes y destacados en el campo de los estudios arqueozoológicos en el panorama mundial: el Laboratorio de Arqueozoología de la Universidad Autónoma de Madrid, bajo la dirección del Dr. Arturo Morales. Dicho laboratorio cuenta con una de las más completas colecciones de referencia del planeta -en ámbitos como el de la ictioarqueología- y edita una de las mejores revistas especializadas en arqueozoología, Archaeofauna. Además, el papel que juegan los miembros de este equipo en el ICAZ (International Council of Archaeozoology) es también destacable.
Por ello, más que nunca, pensamos que la implantación de la disciplina arqueozoológica en España debe de ser definitiva y es necesario que desaparezca la gran distancia que hay entre unas investigaciones de alto impacto pero frecuentemente restringidas y la generalización de dichos análisis en la arqueología del día a día. El volumen de matelial que generan las cada vez más numerosas excavaciones de urgencia auguran mucho trabajo a un gran número de futu1-os arqueozoólogos, siempre y cuando dichos estudios tengan, por parte de las administraciones y del mismo colectivo de arqueólogos, la consideración que se merecen e idéntico apoyo económico que el análisis de cualquier otro elemento arqueológico (cerámica, industria lítica, etc.). Y es que, frecuentemente, en algunos yacimientos arqueológicos, los restos faunísticos, generalmente elementos óseos o malacofaunísticos, pueden suponer un alto porcentaje del material recuperado, a veces superior a las ya citadas cerámicas o piezas líticas. Pero, sorprendentemente, muchos son los arqueólogos que aún o bien desprecian simple y llanamente este material o se desentienden de él, tras una recuperación azarosa y poco sistemática, pasándolo sin demasiados miramientos «al especialista».
Evidentemente los arqueozoólogos somos los primeros que, tras observar este sombrío panorama que dura dos décadas, debemos re-
PRÓLOGO 9
flexionar al respecto y generar ese interés entre los arqueólogos para hacer entender la in1portancia de los estudios paleofaunísticos de cara a la comprensión global del pasado. Por ello, antes que nada, es necesario explicar las posibilidades -también las limitaciones- de nuestra disciplina. Por otra parte, los arqueólogos deben comprender que la arqueozoología a menudo es algo más que una analítica auxiliar (sin animo de despreciar otras), sea por el volumen de material a estudiar, sea por la información paleocultural que sin duda aporta.
La solución pasa pues por la formación: necesitamos arqueólogos concienciados y necesitamos más arqueozoólogos dispuestos a asumir el trabajo generado por el volumen de material exhumado estos últimos años. Dicha concienciación obliga a la formación de nuestros estudiantes en materias como la arqueobiología en general y la arqueozoología en particular. Algunas iniciativas (cursos de doctorado o el mismo título propio de arqueología de la Universidad de Barcelona, que inicia ahora su cuarta edición) son imprescindibles. La idea no es formar arqueozoólogos desde las aulas (tarea que lleva años, no meses). Lo importante es crear la necesidad: crear «Usuarios» de la arqueozología. Pero para lograr tal formación, el complemento de una buena bibliografía, accesible, y aun así rigurosa, es imprescindible. La obra que ahora presentamos cumplirá con toda seguridad este objetivo.
El trabajo de Louis Chaix y Patrice Méniel permite diferentes lecturas. Por un lado, se trata de un trabajo general, conciso, claro y muy ordenado, que facilita el acceso al mundo de la arqueozoología a cualquier profano interesado en el tema. Cada capítulo permite aproximarnos a un aspecto concreto del estudio de los restos animales en context9s arqueológicos: la identificación taxonómica y anatómica, los cálculos de edad y de sexo, los procesos de transformación tafonómicos, la cuantificación de las muestras, la importancia de los cálculos biométricos ... De esta manera el arqueólogo, como «usuario de la arqueozoología», se dará cuenta de la importancia de los diferentes estudios, entenderá la necesidad de cada analítica y podrá «leer» y hacer uso de la información que el especialista le proporcione en los informes. Por otro lado, la obra no renuncia a ser una introducción suficientemente completa para quien quiera finalmente abordar una formación específica en arqueozoología. Se trata, efectivamente, de una lectura previa e imprescindible para los futuros arqueozoólogos, aunque -nadie debe engañarse- no existe el manual «exclusivo» para el aprendizaje en arqueozoología. Uno de los instrumentos más útiles que encontrará el estudiante de arqueozoología es la bibliografía, ordenada según los diferentes temas tratados en el libro; ello le permitirá ampliar progresivamente, y ordenadamente, los conocimientos de
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los diferentes recovecos de nuestra disciplina. Y es que los dos autores acarrean una experiencia incomparable en el mundo del estudio faunístico en contextos arqueológicos, lo que les ha permitido redactar una obra desde la experiencia y desde el conocimiento exacto de las necesidades de la reconstrucción del pasado. Louis Chaix, catedrático en la Universidad de Ginebra, es conservador del Departamento de Arqueozoología del Museo de Historia Natural, y se ha destacado por los estudios paleofaunísticos en diversos yacimietos prehistóricos del arco alpino, así como en el importante yacimiento de Kerma, en Sudán. Patrice Méniel es investigadora del CNRS, en Francia, y se destaca por diversos trabajos de arqueozoología en contextos galos.
Esperamos que la traducción de Archéozoologie. Les animaux et l'archéologie al castellano suponga un «renacimineto» de la arqueozoología entre los diferentes sectores que conformamos la comunidad de los interesados por las ciencias del pasado. Los implicados en su traducción y edición al castellano estamos convencidos de ello.
JORDI NADAL LORENZO,
profesor de Prehistoria de la Universidad de Barcelona.
Arqueozoólogo
Queremos agradecer a todos aquellos que nos han ayudado en este trabajo, y en particular a nuestros colegas arqueozoólogos, que han puesto a nuestra disposición ilustraciones, ejemplos y datos sobre sus investigaciones, así como a los arqueólogos que nos han autorizado a reproducir informaciones relativas a sus yacimientos.
Queremos agradecer del mismo modo al Centro de Investigación Arqueológica del Valle del Oise en Compiegne y al Museo de Historia Natural de Ginebra por los medios puestos a nuestra disposición a lo largo de la realización de este trabajo.
Dibujo de un mamut descubierto en la desenibocadura del Lena (Siberia) en 1799, realizado por Boltounov en 1804 (según Cohen, 1994).
Tres mandíbulas de cerdo doméstico (izquierda) y un fragmento de mandíbula de jabalí (derecha) (según una lámina de Rütimeyer, 1861).
El desarrollo de la arqueozoología, paralelamente al de la arqueología, se concreta en la ensefi.anza superior universitaria, mediante numerosos cursos de arqueología que integran módulos de presentación de esta disciplina. De ahí la necesidad de una obra básica, solicitada por los estudiantes, y de igual modo por los arqueólogos, que desean informarse sobre las potencialidades del estudio de los restos faunísticos, sobre la manera de excavarlos y preservarlos, así como sobre el interés y las modalidades de su estudio. Es a ellos, y no a los especialistas, a los que este trabajo se destina; no es pues un tratado, el cual hubiera requerido de otros medios. El objetivo que nos hemos propuesto es mucho más modesto: se trata de una presentación de la disciplina en su conjunto, de sus 01igenes, de sus métodos y de sus preguntas. Antes que profundizar en cuestiones metodológicas hemos preferido presentar generalidades, ilustradas mediante ejemplos concretos proporcionados por los trabajos más recientes. No es tampoco un atlas de determinaciones, y las referencias que proporciona lo son a modo de ejemplo, por tanto se deberá recurrir a la bibliografía para profundizar en problemas concretos. A pesar de sus limitaciones, esperamos que este trabajo responda a los intereses de aquellos que han motivado su realización, y que le sigan otras publicaciones de obras de refer~ncia que continúan haciendo mucha falta a nuestra disciplina.
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CAPÍTULO 1
LA ARQUEOZOOLOGÍA
1.1. Definiciones
De forma rápida y sencilla se puede definir la arqueozoología como la disciplina que estudia las relaciones del hombre con el mundo animal en el pasado.
De este modo se distingue claramente de la paleontología, que se centra en el estudio de la evolución de los animales y del hombre, sin preocuparse por sus eventuales re1aciones.
Sin embargo, la arqueozoología utiliza varios métodos de lapaleontología como la anatomía comparada, la osteometría, la tafonomía '~,la estratigrafía o la planimetría, ya que la naturaleza de los materiales estudiados son los mismos.
El propio término, arqueozoología, se distingue de los de paleozoología o osteoarqueología, ya que engloba aspectos tan diversos como el estudio de la domesticación, de la alimentación humana, de los ritos funerarios, o de las manifestaciones artísticas.
En el seno de la arqueozoología pueden distinguirse diversas escuelas.' Unas enfatizan el aspecto zoológico, dejando de lado las evidencias arqueológicas proporcionadas por los restos de los animales. Esta tendencia se manifiesta particularmente en los trabajos realizados en Munich. Este importante centro veterinario ha conocido un desarrollo remarcable desde 1965, gracias a los numerosos trabajos de J. Boessneck y de sus colaboradores y alumnos (Boessneck, 1990).
En el lado opuesto se encuentra la escuela americana, más preocupada por la creación de modelos arqueozoológicos y la formulación matemática de los fenómenos. Ésta ha encontrado un campo particularmente rico y favorable dentro de la arqueozoología actualista * derivada de la tafonomía *. Citaremos aquí los trabajos de Behrensmeyer, Western y Dechant (1979), Binford (1981), Shipman (1981), Grayson
* Las palabras con asterisco se hallarán luego explicadas en el apartado de léxico. (N. del t.)
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Depósito de restos de caballo en un foso próximo al recinto de culto del poblado galo de Avanron en las Ardenas.
(1984), Bonnichsen y Sorg (1989). La mayor parte de estos autores utilizan el término zooarqueología.
Por lo que respecta a la escuela inglesa, ésta considera el estudio de los restos animales desde una perspectiva amplia, sacando partido de los resultados de otras disciplinas entre las que la sedimentología y la palinología'" juegan un papel importante. Para Davis, por ejemplo, la arqueozoología puede considerarse como un puente entre la paleozoología y la antropología/arqueología. Este punto de vista es el que plantea su obra The Archaeology of Animals (1987), 1 en la que los animales son considerados como uno de los elementos del espacio arqueológico.
Este punto de vista se asemeja al de los investigadores que poseen una visión amplia de la disciplina y que se define mediante el término antropozoología. Los trabajos de F. Poplin, en París, son una buena muestra de esta tendencia (Poplin, 1983, 1987).
En función de estas diversas aproximaciones, proponemos la definición siguiente, basada en la de Gautier (1983 ):
l. Traducida al castellano: La arqueología de los animales, Ed. Bellaterra, Barcelona. (N. del t.)
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La arqueozoología es el estudio de los restos animales recuperados de las excavaciones de los yacimientos arqueológicos.
Las etapas principales de la investigación arqueozoológica son: El reconocimiento y la descripción de las especies animales con las que los grupos humanos se relacionaron. El establecimiento de la naturaleza de las relaciones entre grupo humano y especies animales, hecho que viene a explicar los motivos de su presencia en el yacimiento (carroñeo, caza, pesca, cría de ganado, comensalismo'", etc.) y el uso que se llevó a cabo de las mismas (alimentación, mate1ia p1ima, fuerza de trabajo, ritos, etc.). Poner de manifiesto, sobre las especies animales, las consecuencias biológicas y/o ecológicas de la intervención humana (razas domésticas, modificaciones del medio ambiente, etc.). La contribución al conocimiento de los grupos humanos, de su medio ambiente, de su hábitat, de su modo de vida, de su demografía, etc.
Como podemos constatar, la urqueozoología se encuentra en la intersección entre diversas disciplinas.
Debemos destacar que dicha disciplina no conoce límites, ni cronológicos ni espaciales; el arqueozoólogo puede tanto trabaj~r sobre el problema del carroñerismo de los primeros homínidos del Afiica oriental, como sobre la utilización del hueso en la taracea medieval de la Francia meridional, o sobre la evolución del tamaño de las ovejas neolíticas en el Próximo Oriente.
Sin embargo existe, evidentemente, una cierta especialización relacionada con la ubicación geográfica, o los vínculos institucionales del inve~tigador, y con la imposibilidad de trabajar personalmente sobre todos los aspectos de una disciplina tan rica.
1.2. Breve historia de la arqueozoología
El estudio de las relaciones que pudieron existir entre el hombre del pasado y el mundo animal es relativamente reciente.
Durante la Antigüedad y hasta el Renacimiento, el examen de los huesos humanos y animales daba lugar a interpretaciones más o menos fantásticas. Citaremos como ejemplo la asimilación hecha entre los huesos fósiles de elefantes y los gigantes o los cíclopes (GayrardValy, 1987).
Los trabajos de anatomía comparada de Perrault en Francia, de Tyson en Inglaterra y de Campani en Italia, hacia finales del siglo XVII,
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Huesos de buey y de ciervo (según una lámina de Cuvier, 1812).
permitieron una mejor compresión de las diferencias esqueléticas entre las especies.
La obra de Cuvier, entre otros su trabajo Recherches sur les ossements fossiles (1812), dará luz a uno de los principios esenciales de la anatomía funcional, a saber, la ley de las colTelaciones. Cuvier la resumía de la manera siguiente:
Si los intestinos de un animal están organizados de tal modo que sólo puede digerir carne fresca, es necesario que sus mandíbulas estén construidas para devorar una presa; sus garras para prenderla y rasgarla; sus dientes para cortarla y dividirla; el conjunto de sus órganos de movimiento para perseguirla y acecharla; sus órganos sensitivos para percibirla de lejos; es necesario incluso que la naturaleza haya metido en su cerebro el instinto necesario para saber esconderse y acechar a sus víctimas.
Desde entonces la determinación de los huesos fósiles se hará de manera científica, permitiendo un desalTollo rápido del conocimiento del mundo animal del pasado.
La coexistencia entre el hombre y algunas especies animales desaparecidas se admitió paulatinamente a lo largo del siglo XIX. 2
2. En Francia. (N. del t.)
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R. Furon (1958) fue quien resumió esta evolución del pensamiento en varias etapas:
Primera etapa. Ningún ser humano no fue contemporáneo de los animales desaparecidos como: los elefantes, rinocerontes o renos.
Segunda etapa. Algunos seres humanos fueron contemporáneos de las especies desaparecidas, pero éstos no son nuestros antepasados, les separa de nosotros el cataclismo del diluvio universal.
Tercera etapa. El hombre actual es el descendiente directo del hombre prehistórico que vivió durante el Cuaternario junto a los mamíferos fósiles.
La prueba de la contemporaneidad entre los seres humanos y los animales fósiles la aportó el descubrimiento de yacimientos arqueológicos, en cueva o al aire libre, en los que aparecían mezclados útiles de piedra y huesos de animales y humanos. Picard, en 1835, y Boucher de Perthes, en 1860, aportaron las evidencias de tal coexistencia, a pesar de las reticencias de la «ciencia oficial».
En 1861, Ludwig Rütimeyer; a partir de los huesos descubiertos en los yacimientos lacustres del cahtón de Zurich en Suiza, asentó las bases de la arqueozoología. En su obra, aborda la determinación específica de los diversos huesos, así como el recuento de los individuos y sus edades de muerte, además proporciona datos métricos que le permiten, junto con la morfología, distinguir razas. Un capítulo se consagra a los animales domésticos y a su relación con las formas salvajes. Finalmente, estudia el desalTollo de las faunas desde una perspectiva diacrónica, empezando por yacimientos antiguos como Abbeville en el valle del Somme hasta alcanzar yacimientos romanos como el de Vidy en Suiza.
La:1nvestigación arqueozoológica va a continuar su desarrollo seguidamente en diversos países (Boessneck, 1969).
1.3. Relaciones con las otras discipllnas
La arqueozoología se encuentra en el cn1ce de diversas disciplinas que pueden tratar de la historia de los animales y de los seres humanos, como la arqueología, la paleontología, la anatomía comparada, la etnozoología ... Sin embargo, la diversidad y la riqueza de los resultados que en determinadas ocasiones permite alcanzar no deben enmascarar sus limitaciones. Es en relación a la definición de su ámbito real de aplicación que su potencial puede en realidad valorarse, con el objeto de reunir las condiciones necesarias que le permitan entablar un diálogo con otras disciplinas.
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La arqueozoología está relacionada con los naturalistas y, más concretamente, por las caractelisticas de los vestigios que estudia, con los anatomistas. Esta relación privilegiada abre las puertas a numerosas posibilidades de colaboración, especialmente en los programas, cada vez más abundantes, en los que la perspectiva histórica se tiene en cuenta. Éstas comprenden desde el estudio de las difusiones, como la de la rata negra y de la peste (Delort, 1984) o del conejo ( Callou, 1995), hasta la historia de nuestras razas domésticas (Chaix, 1986; Schneider et al., 1991; la revista Ethn.ozootechn.ie).
Es sin lugar a dudas, en sus relaciones con la paleontología, y más particularmente con la del Cuaternario, que la arqueozoología ha manifestado sus primeras preocupaciones paleoambientales, claramente de orden climático, con respecto a los grandes mamíferos. Con posterioridad, esta perspectiva se ha desalTollado ampliamente hacia otros animales menos espectaculares, aunque, sin embargo, a menudo mucho más significativos del entorno inmediato de un yacimiento (micromamíferos, moluscos ... ).
En este caso, es con los arqueólogos con los que el trato es más directo, como mínimo en el plano material, sino en el intelectual, debido al origen de estos vestigios. Las condiciones de recogida de la fauna son decisivas para el resultado del estudio, y es precisamente ahí donde se sitúa una de las primeras etapas de la colaboración, como trataremos posteriormente (apartado 8.5). La colaboración no debe detenerse aquí, ya que es precisamente en los estudios realizados en estrecha cooperación, aún muy escasos, en los que más se progresa. Por ejemplo, no obtendremos el mismo resultado del estudio de los huesos que -conservando algunas de sus características (por ejemplo, origen anatómico y específico)- se hayan guardado con fragmentos de molino en una bolsa vagamente numerada, que si se han inventariado en su contexto y han sido analizados cuidadosamente. Según las circunstancias, a la determinación le seguirá un estudio detallado para responder a un problema concreto. Una vez más, es necesario que los especialistas estén en condiciones de precisar sus necesidades, en función de la potencialidad del material y de las limitaciones económicas, cosa no siempre fácil.
En el diálogo entre el arqueólogo y el arqueozoólogo es necesario que ambos utilicen un mismo lenguaje: es necesario que las preguntas se ajusten a la calidad del material (no se puede saber el color de la piel de las vacas) y que las respuestas sean comprensibles (un inventario será raramente una respuesta adecuada). Los listados y las medidas osteométricas son elementos esenciales, pero que sólo interesan a los especialistas. Los resultados suelen interesar más a los arqueólogos que a los historiadores, pero esto se debe, en gran parte, a
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Huesos pro~eden~es del yacimiento 1:1,edieval ~e Ginebra (Suiza). Estas piezas dan testimon_w de una fracturacwn poco unportante, generalmente hecho que caracteriza los períodos de abundancia.
l~ ~aner~ en que se presentan los resultados y a una falta de accesib1hdad aun demasiado frecuente. . Estas observ~ciones son igualmente válidas para otro ámbito par-tI~ul~rmente sensible, y especialmente indicado por su accesibilidad al P;1bl~co: los m:is.eos. Cuando _se llevó a cabo el «año de la arqueologia» ', l~s expos1~10nes se multiplicaron, pero la arqueozoología se presento ~olo a partir d~ algunos huesos situados en su contexto (suelo magdalemense: santuario), o de los esqueletos de animales desaparecidos (uro); m,_ed~ante esta concepción anticuada, nada sirvió para ilustrar los avances'mas espectaculares. Una vez más, los especialistas no supieron hacerse entender. Junto a éstas, las escasas exposiciones dedicadas a la arqueozoología son casi secretas, siempre al margen del gran público.
1.4. Materiales de estudio
. , Los materiales estudiados por la arqueozoología son por definic1on aquellos _qu~ se conservan en niveles arqueológicos o, eventualmente, en yac1m1entos naturales contemporáneos.
La categoría más abundante está constituida por los huesos de mamíferos, pájaros, anfibios, reptiles y peces, así como por las conchas de moluscos. La estructura y la composición química del hueso
3. El año 1990 fue declarado en Francia «Année de l'Archéologie».
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Perro momificado de fonna natural procedente de una tumba de Kerma (Sudán) (2000 a.C.).
Rata momificada de fonna natural en un granero.
y de las conchas, con un componente mineral i1?"portante, permiten su buena conservación en gran cantidad de med10s. Se conocen huesos o conchas datados en centenares de millones de años (ammonites, peces, dinosaurios). Sin embargo, como veremos en el capítulo 8 (Tafonomía), la conservación de este material depende de la edad del animal, del tipo de terreno y de su geoquímica, de la velocidad de enterramiento y de numerosos otros factores.
Otros documentos mucho más excepcionales pueden aportar informaciones importantes al arqueozoólogo. Se trata de los animales momificados (naturalmente, o no) y de los animales congelados.
Los animales naturalmente momificados se recuperan en las zonas desérticas, con una tasa de humedad baja y una actividad pedológica"' poco desarrollada. Son una fuente de informació1: importante sobre el aspecto externo de los animales (color del pelaje, forma de las orejas, longitud de la cola, etc.), así como también sobre c~racterísticas menos evidentes, como las séricas* y genéticas*, o el tipo de alimentación que puede deducirse de los contenidos estomacales ( cf. los animales de Kerma).
Entre los animales naturalmente momificados cabe mencionar también los descubiertos en yacimientos de hidrocarburos, como los rinocerontes lanudos de Starunia, en Polonia, u otras especies apare-
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ciclas en las turberas de diversos países, principalmente en Dinamarca e Inglaterra.
Las momificaciones realizadas por el hombre presentan generalmente informaciones de más difícil interpretación, debido a los tratamientos antrópicos que han sufrido los cuerpos.
Los animales congelados proceden esencialmente de las regiones circumpolares, en las que el suelo está permanentemente helado (permafrost"'). Citaremos a modo de ejemplo los mamuts y los rinocerontes lanudos de Siberia (Haynes, 1991; Farrand, 1961), así como los bisont.;s de Alaska (Sutcliffe, 1985). El excelente estado de conservación de estos animales permite obtener informaciones sobre su biología, su alimentación y su parentesco genético con otras especies próximas.
1.4.1. Los PECES
Los peces han sido a menudo subestimados entre los vertebrados aparecidos en las excavaciones arqueológicas, léase incluso ignorados. Esto se debe a varias razones: por un lado, a la sensibilidad de las espinas de los peces a diversas destrucciones, ya que son frágiles y a menudo de pequeño tamaño, y por otro lado, a la falta de tamizado de los sedimentos.
Si bien algunos restos pueden recuperarse directamente en niveles arqueológicos especialmente ricos y excavados minuciosamente, sólo el tamizado con agua puede asegurar la recuperación total de este tipo de evidencias. Una malla de 1,5 mm puede ser la más apropiada; ya que lJ_na malla más fina, aunque permite recuperar los fragmentos, aumenta el trabajo y la aportación al estudio de éstos es a menudo insignificante. De hecho, una malla de 2 mm permite documentar todas las especies, aunque puedan perderse algunos elementos de las especies de tamaño más pequeño o de los individuos juveniles.
Las condiciones de recogida y tamizado mejoran si se definen, desde el principio de la excavación, en colaboración con el especialista. El volumen de sedimento a muestrear depende evidentemente de las circunstancias. En contextos urbanos, en los que los vertederos son más favorables para la conservación de este tipo de vestigios, una treintena de litros de sedimento es suficiente para documentar la ictiofauna principal, es decir, reconocer las especies más frecuentes. Otros objetivos como una aproximación osteométrica a especies menos frecuentes necesitará, evidentemente, de otras cantidades.
La determinación de los restos de peces requiere de una buena colección de referencia. Las especies de peces son mucho más numerosas
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Restos de lucio en el f ando de un silo del poblado galo de Acy-Romance en las Ardenas.
que las de mamíferos, más de 20.000, y la determinación de las vértebras, hueso particularmente abundante en los yacimientos arqueológicos (cada pez posee entre 20 y 200 según las especies), requiere a menudo del empleo de técnicas como la radiografía (Desse y Desse, 1983).
La consulta de determinadas obras de referencia puede ser muy útil, como la de Huet (1987) sobre los gágidos, la de Yee-Canon (1987) y de Rojo (1991) para los peces del Atlántico y la de Le Gall (1984) para determinadas especies de agua dulce. Queremos también hacer mención de las fichas de osteología animal, dedicadas a las ictiofaunas, editadas por J. Desse y N. Desse-Berset del CEPAM de Valbonne (Francia).
Las dimensiones de determinados elementos del esqueleto de los peces muestran una buena correlación con el tamaño y el peso de los 1nismos (Desse-Berset, 1984). Por esta razón pueden utilizarse para realizar buenas estimaciones sobre la contribución de los peces a la dieta de una población.
Por último, el crecimiento de los peces es continuo y no muestra las remodelaciones óseas visibles en los mamíferos. Las líneas de interrupción del crecimiento, especialmente visible en los cuerpos vertebrales, permiten una buena estimación de la edad del animal, así como de la estación en la que fue capturado. De ahí, el gran interés que puede tener para el arqueólogo.
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Vértebras y diversos huesos del cráneo de peces procedentes del yacimiento mesolítico de Zamostje (Rusia) 6000 a.c. (foto Ratton, MHNGE).
En la bibliografía de este capítulo se encuentran algunos trabajos en los que el lector podrá convencerse de la importancia de la arqueoictiología.
Para terminai~ debemos también señalar la existencia de un grupo de trabajo del ICAZ (International Council for Archaeozoology) centrado é11 el estudio de los restos óseos de los peces, que desarrolla bianualmente sus coloquios.
1.4.2. Los MOLUSCOS
Muchos moluscos, bien sean terrestres, de aguas dulces, o marinos, están protegidos por una concha sólida (denominada en ocasiones test"'), compuesta esencialmente por carbonato de calcio.
Estas conchas se conservan bien en numerosos tipos de sedi-1nentos.
El estudio de las conchas atañe a numerosos ámbitos; nosotros distinguiremos los dos principales. El primero es el estudio del paleoambiente y su evolución; el segundo se relaciona con la utilización de los moluscos por parte de las comunidades humanas.
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Paleoambiente
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Conjunto de conchas de moluscos terrestres y acuáticos procedente de un foso galo de Beauvais (Oise) (foto G. Dajoz, MHNGE).
Los moluscos son extremadamente numerosos, ya que se conocen actualmente más de 125.000 especies.
Los diversos taxa están vinculados, a menudo estrechamente, con un tipo de medio preciso, que se caracteriza por la temperatura, la humedad, el tipo de suelo, la cobertura vegetal, etc.
De este modo, determinadas especies serán particularmente útiles para las reconstrucciones paleoambientales. Estas reconstrucciones se limitan al Cuaternario reciente, época del desarrollo de taxa comparables a las que conocemos actualmente.
Las conchas de los moluscos se recuperan por tamizado con malla fina (2 mm) de una cantidad de sedimento a definir en cada caso. En este sentido, señalaremos que los medios lacustres o palustres (cretas) son a menudo muy ricos en este tipo de elementos, con varios miles de individuos por litro de sedimento; mientras que los suelos son, por lo general, mucho más pobres. Finalmente, en determinados depósitos como las turbas ácidas, no se conservan.
La determinación debe realizarse por un especialista, ya que las especies son muy numerosas y determinadas familias muy complejas. Citaremos, para una primera aproximación, la obra de M. P. Kerney y R. A. D. Cameron (1979): A field guide to the land snails of Britain and north-west Europe, Londres, Collins Ed. Del mismo modo es indispensable una muy buena colección de referencia.
Tras su atribución específica, los moluscos pueden reagruparse por conjuntos ecológicos, que tienen en cuenta tanto la cobertura vegetal como la temperatura o la humedad.
El establecimiento de los espectros y la interpretación de los resultados requieren de una cierta prudencia. Encontraremos nu-
LA ARQUEOZOOLOGÍA 27
Poblamiento malacológico en medio terrestre y de aguas dulces (según Angeletti, 1977).
merosas informaciones en dos obras consagradas a los moluscos terrestres:
Puiségur, J. J. (1976): Mollusques continentaux quaternaires de Bourgogne, Mémoires Géologiques de l'Université de Dijon, 3.
Bvans, J. G. (1976): Land snails in archaeology, London & New York, Seminar Press.
Y para las especies acuáticas y marinas:
Claassen, C. ( 1998): Shells. Cambridge, Cambridge University Press.
El estudio de los conjuntos de conchas recuperadas en los diver-sos niveles de un mismo yacimiento permite poner de manifiesto sus eventuales evoluciones.
La presentación de los resultados se lleva a cabo, frecuentemente, mediante gráficos de barras, en los que figuran los porcentajes de los diversos grupos ecológicos. Por superposición, se logra visualizar mejor las modificaciones del medio ambiente.
La forma de la concha puede incluso variar por la influencia de diversos parámetros del medio. En el caso de los moluscos terrestres se ha observado que determinadas especies son de mayor tamaño
28
% diversos taxones
100
80
60
40
20
o Bosque
profundo
MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
Medio abierto
Marisma
Acuático
Lacustre
Hygrófilo
Mesófilo
Xerotérmico
Abierto
Estépico
Bosque húmedo
Semi boscoso
Boscoso
Espectros malacológicos mostrando tres asociaciones características (bosque profundo, medio abierto, 111.arisma).
durante los períodos fríos y más pequeñas durante los de recalentamiento.
Para los taxa acuáticos, como las limneas, la agitación del agua conlleva una contracción de la concha, que en cambio conserva su morfología normal en aguas calmas y profundas.
Las conchas de los moluscos están formadas por varias capas de carbonato cálcico que se depositan a lo largo de la vida del anin1al; constituyen a la vez un cronómetro natural que permite tratar los problemas del tamaño, la velocidad de crecimiento y la estación de recogida. Así, se puede demostrar que determinadas especies, como las lapas, fueron objeto, durante el Neolítico, de un niarisqueo demasiado intensivo, que supuso una disminución neta de su tamaño.
El estudio de las vaiiaciones isotópicas en las diversas capas de carbonato de una concha permite conocer también los períodos de recogida y, en consecuencia, la estacionalidad del yacimiento arqueológico. Numerosos estudios de este tipo se han centrado en los concheros que se han descubierto en numerosas costas.
LA ARQUEOZOOLOGÍA 29
Utilizaciones
Los moluscos han sido utilizados por el hombre de diversas maneras.
El más importante de dichos usos se relaciona con la alimentación. Varias especies de moluscos, continentales o marinos, son lo suficientemente grandes como para mostrar un interés alimentario.
En el dominio continental, podemos mencionar varios gasterópodos como los Cepaea, conswnidos especialmente durante el Paleolítico superior y el Mesolítico, el caracol de huerta (Cryptomphalus aspersus) y el caracol de Borgoña (Helix pomatia), importados probablemente por los romanos.
Determinados moluscos acuáticos fueron también consumidos como: los Unionideos y los Anodontos.
Los numerosos concheros (kjokkenmocldings) descubiertos en los litorales demuestran, tmnbién, el consumo de moluscos marinos, entre los que suelen ser abundantes las lapas, las litorinas y los berbe-rechos. '
El papel alimentario de los moluscos durante la Prehistoria, particularmente durante el Mesolítico, ha sido, sin embargo, en ocasiones sobreestimado. Los cálculos realizados sobre el rendimiento proteínico muestran que se trata, por lo general, de un complemento a una alimentación cárnica, basada esencialmente en los grandes mamíferos.
Determinados moluscos marinos, en particular los de la familia de los Murícidos (Murex), poseen una glándula que secreta un pigmento violáceo oscuro, la púrpura. Este producto, ya conocido en Creta hacia eí' 1600 a.C., fue utilizado hasta la Edad Media para teñir los tejidos y las ropas de reyes y cardenales. Esta explotación resultó nefasta para el desarrollo de esta familia, ya que se requieren 12.000 individuos para obtener 1,5 g de púrpura.
Las conchas calizas también fueron empleadas como útiles, especialmente las de los bivalvos, que bien de manera natural, como la del Carclium, o artificialmente apuntadas y dentadas, se utilizaron para aplicar la decoración o alisar las cerámicas. Los alfareros utilizaron también las conchas trituradas como desgrasante cerámico.
Finalmente, las conchas de los moluscos, con su gran variedad de formas, decoraciones y colores, forman parte de la composición de numerosos ornamentos desde el Paleolítico hasta nuestros días, mientras que otras, como los cauríes (Cypraea) africanos, sirven de moneda.
30 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
1.4.3. Los INSECTOS
Estos animales poseen un exoesqueleto1' y élitros compuestos de
quitina, que en determinadas condiciones pueden preservarse en contextos arqueológicos. La conservación puede haber sido fruto de la carbonización (en la cocción), por mineralización (principalmente en las letrinas), por desecación (con las momias), aunque en nuestras latitudes son principalmente los medios húmedos (turberas, charcas, letrinas, pozos) los que suelen presentar restos de insectos.
Las condiciones, o los propios lugares en los que estos insectos se conservan, producen una cierta selección de los mismos. El tipo de estructura, la manera en que ésta se ha colmatado, la posibilidad de trampas naturales, incluso el reflejo de la luz de la luna, tendrán evidentemente una influencia importante sobre el espectro de especies documentadas, y sobre el estado de conservación de los individuos. Todos estos factores, propios de esta joven disciplina, están aún en proceso de definición. Sin embargo, a la espera de que se produzca este desan-ollo, ya podemos obtener una cierta cantidad de resultados cualitativos, ya sea directamente mediante el listado de las especies representadas, o bien siguiendo la evolución de un espectro a lo largo de una secuencia estratigráfica.
La mayor parte de estos vestigios son de tamaño muy pequeño, y su recuperación requiere de condiciones de muestreo y de tratamiento de los sedimentos que deben definirse, de acuerdo con el especialista, desde el mismo momento en que se ponen al descubierto sedimentos propicios para la conservación de insectos. La toma de muestras puede realizarse tanto a partir del proceso de excavación, como a partir de la perforación de sondeos. En cualquier caso, los volúmenes a analizar y las unidades estratigráficas deben definirse cuidadosamente.
Estos sedimentos requieren un tratamiento específico. La extracción de restos de insectos se lleva a cabo mediante un tratamiento por agua, precedido si es necesario por una defloculación con carbonato sódico y su posterior flotación en petróleo desodorizado; los restos utilizables se seleccionan seguidamente con la ayuda de la lupa binocular y se conservan en alcohol.
La determinación de estos restos es bastante difícil, debido a la gran cantidad de especies existentes y al hecho de trabajar con elementos aislados y fragmentos. Se necesitan pues colecciones de referencia muy importantes, cuya rentabilidad aumenta cuando son utilizadas conjuntamente. La determinación también depende de la capacidad de los diferentes investigadores, necesariamente especializados, más o menos, en tal o cual categmia. La determinación no siempre puede alcanzar al nivel de la especie; la práctica cotidiana mues-
LA ARQUEOZOOLOGÍA 31
~ Ptinus ·.
Carcoma
~ \\ ~-
::--.... - 1 t _,_ --~.¡;;--,- ;;....:::_-::_ ~
Mosca
Corticaria
Estafilinido
Piojo
Fuentes.potenciales de restos de insectos en niveles de habitación (según Panel e Yvinec, 1997).
tra que ésta sólo puede establecerse aproximadamente en un caso de cada dos; en ocasiones tenemos que conformarnos con el género o la subfamilia. Los coleópteros son generalmente los insectos mejor representados, pero se documentan también pulgas, moscas, chinches, ácaros (artrópodos), hormigas y abejas ...
La arqueoentomología puede proporcionar informaciones muy diversas, principalmente sobre el medio ambiente del yacimiento (clima, vegetación). Esta disciplina saca partido de la gran estabilidad morfológica de los insectos, así como de sus asociaciones típicas, que son características de los distintos medios naturales y se mantienen a lo largo del tiempo. Por contra, los insectos son muy sensibles a las modificaciones climáticas, que se manifiestan en apenas algu-
32 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
nas decenas de años, a diferencia de otros indicadores, mucho menos sensibles.
Los insectos, debido a su comportamiento y a su infeodación, más o menos estrecha con un biotopo, pueden contribuir de manera decisiva a la reconstn1cción de los medios naturales (marismas, lagos, turberas) y a sus eventuales modificaciones por la acción del ser humano (abertura del medio, drenado ... ). Contribuyen igualmente a reconstruir los lugares ocupados por el hombre y sus animales. Los parásitos*, los devastadores de provisiones, los necrófagos*, coprófagos y otros insectos nos permiten conocer ciertas informaciones sobre el estilo de vida, las condiciones sanitarias, el régimen alimenticio, la ganadería y la agricultura.
Si aún queda mucho camino por rec01Ter para la correcta interpretación del origen de los conjuntos de insectos recuperados (predación, trampas, caídas ... ) y la tafonomía de estos animales, las aportaciones de los primeros estudios se ha mostrado ya muy importante para la reconstrucción del paleoambiente, así como para conocer mejor la vida cotidiana del hombre, sus actividades y los lugares que ocupó.
1.4.4. Los PARÁSITOS
Los parásitos* son los organismos que obtienen de otro ser vivo, denominado huésped, los elementos indispensables para su desarrollo. A menudo, debido a esta presencia involuntaria, el huésped sufre un perjuicio más o menos importante.
Los parásitos se encuentran en numerosas familias de animales; a pesar de ello, los que alcanzan a conservarse en depósitos arqueológicos son más bien escasos.
Hay dos grupos de parásitos:
- Los endoparásitos'", que se desarrollan en el interior del cuerpo de su huésped, en órganos diversos como los intestinos, el hígado, el corazón, etc.
- Los ectoparásitos1' son mucho menos abundantes y su desarrollo
es externo (piel, pelaje, plumas) o en cavidades abiertas (nariz, orejas).
El interés de los parásitos en arqueología es importante, ya que especialmente estos últimos, los ectoparásitos, a menudo están estrechamente vinculados no sólo con las condiciones ambientales, sino también con cierto género de huésped o determinado tipo de alimentación.
Entre los restos de parásitos que se conservan bien hay que mencionar los huevos de gusanos parásitos, principalmente helmintos, o determinados insectos o sus larvas.
LA ARQUEOZOOLOGÍA
Diversos huevos de parásitos descubiertos en coprolitos del yacimiento neolítico de Chalain (Jura) hacia el 3000 a.C. Arriba, Trichmis sp., En el medio Fasciola sp. Abajo, Diphyllobothrium sp. Este último se relaciona con el consumo habitual de pescado crudo (según Dommelier et al., 1998).
33
,!j
34 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
Larva de mosca (Oestrus sp.) parasitando en las fosas nasales de una oveja prehistórica de Kenna (Sudán), 1600 a.C. (foto Dajoz, MHNGE).
Los huevos de helmintos poseen una cáscara gruesa formada por cinco capas que la convierten en un elemento muy resistente y capaz de permanecer durante años en el suelo sin degradarse. Lo mismo sucede con determinados insectos o larvas, cuyos cuerpos están protegidos por una escleroproteína, la quitina.
Los sedimentos en los que se pueden conservar estos vestigios son diversos. Como sucede con la mayor parte de las evidencias orgánicas, son los medios desérticos o los sedimentos anaeróbicos de las zonas húmedas y acuáticas los más favorables.
Los parásitos se pueden aislar y estudiar si se utilizan las técnicas apropiadas, esencialmente la flotación y la precipitación.
En el caso de los huevos de helmintos, la morfología, la ornamentación y el tamaño permiten atribuirlos al gusano del que provienen. Así es posible determinar el animal, huésped del parásito, y del mismo modo precisar la naturaleza o función del lugar.
Citaremos dos ejemplos de endoparásitos, cuyo descubrimiento aporta informaciones útiles al arqueólogo.
Los coprolitos de los habitantes del yacimiento lacustre neolítico de Chalain, en el Jura, han manifestado la presencia de varios parási-
LA ARQUEOZOOLOGÍA 35
tos. Debemos señalar la abundancia de Diphyllobothriwn que indica el consumo de grandes cantidades de pescado crudo o poco hecho. Se documenta también la presencia de Thaenia, que demuestra una cocción insuficiente de la carne para desparasitarla de manera eficaz. Finalmente, la presencia de huevos de Fasciola hepatica se relaciona con el consumo de vegetales de tipo berro y cardillo (Dommelier et al., 1998).
En el Louvre, en París, un foso del siglo xv ha proporcionado los esqueletos de varios lechones infestados de parásitos (Ascaris y Metastrongylus). Este hecho podría explicar su muerte prematura (Bouchet, 1997).
En el caso de los ectoparásitos*, mencionaremos el caso de un carnero descubierto en el yacimiento de Kerma en el Sudán, datado de 3.000 años. Las fosas nasales de dicho animal encerraban una larva de mosca, sin duda de mosca de la nariz (Oestrus avis). Estos dípteros ponen sus huevos en las entradas de las fosas nasales de los caprinos, y la larva se desarrolla en el interior de la cavidad nasal provocando a menudo vértigos en el animal infectado.
1.4. 5. LAS MATERIAS TIERNAS ANIMALES
Bajo este epígrafe reagrupamos determinados elementos de los cuerpos de los animales, como la piel, o el pelaje, o las plumas, así como diversos productos obtenidos de los mismos como la sangre, la grasa o la leche.
La primera condición indispensable para una buena conservación de este tjpo de evidencias es su rápida protección frente a los diversos agentes'aestructores biológicos, químicos y meteorológicos.
En el caso de la piel, los pelajes o las plumas, formados esencialmente por material orgánico, tejido epitelial o queratina, sólo condiciones muy especiales permiten su conservación.
El clima desértico, caracterizado por una higrometría muy baja, o la inmersión que se documenta en los yacimientos costeros o lacustres, o la congelación natural en el permafrost, permite, en ocasiones, una preservación perfecta.
El estudio de la piel, de los objetos en cuero, o de los pergaminos, a menudo indisociable del de los pelajes, aporta informaciones útiles sobre las especies utilizadas y sobre los tratamientos que eventualmente se les practicaron (esquilado, curtido).
Así, en el yacimiento de Kerma, en Sudán, las sepulturas descubiertas en la necrópolis proporcionan frecuentemente sudarios confeccionados a partir de pieles de bovinos. Estas pieles fueron casi por
36 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
Cría de mamut hembra de tres meses descubierto congelado en la península siberiana de Yamal en 1988 (según Lister & Bahn, 1994).
completo esquiladas, salvo un dbete externo de pelo de algunos centímetros de anchura. El estudio detallado de las mortajas muestra que éstas se curtieron con la ayuda de un aceite vegetal.
Se pueden obtener informaciones complementarias en el artículo siguiente:
Ryder, M. L. (1969). «Remains derived from skin», en: Brothwell, D. y Higgs, E. (ed.): Science in archaeology. A survey of progress and research, Bristol, Thames & Hudson.
El examen de los propios pelajes permite, en ocasiones, hacerse una idea del color de la ropa; del mismo modo estimar la estación en que fue abatido el animal, e incluso observar las modificaciones que han llevado a determinadas especies a desarrollar un vellón
En las tumbas de Kerma se han descubierto también fragmentos de paños de piel de carnero de pelaje pío, que mezcla manchas negras y blancas. Un ribete de mortaja de piel de buey demuestra también la existencia, entre estos animales, de pelajes mezclados en malTÓn y blanco. Las representaciones rupestres del Sáhara y la iconografía egipcia son otro testimonio de la presencia de estos animales desde el Neolítico.
El pelaje de un caprino está compuesto por dos tipos de pelo: un pelaje largo en el extedor, tieso y lacio, denominado jalTa"', y uno cerca del cuerpo, una cobertura de pelaje fino, la borra*.
L
Bisonte 11101nificado (Bison priscus) descubierto cerca de Fairbanks (Alaska), en un sedimento arcilloso, datado en JÓ.000 años (según Chorlton, 1983).
LA ARQUEOZOOLOGÍA 37
La importancia de la jaITa"' en relación a la bolTa* varía a lo largo del año. Para simplificar podemos decir que las fibras finas de pequeño diámetro son escasas en verano, mientras que son abundantes en invierno. Destacaremos también que la cavidad medular de los pelos se desaITolla más en invierno.
Diversas muestras de pelajes de carneros procedentes de las tumbas de Kerma sitúan la muerte de los animales hacia finales del verano.
Finalmente, el recurso a la lana supuso una pequeña revolución en la indumentaria para las poblaciones del pasado. Podemos resumir brevemente este proceso de la manera siguiente:
38 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
Los muflones"' presentan dos tipos de fibras: las jarras* bastas y un subpelo fino, fáciles de diferenciar tanto por su longitud como por su diámetro.
El hombre ha modificado esta composición, y desde los inicios de la Edad del Bronce, constatamos la aparición de pelajes en los que los pelos de la jarra* han perdido su aspereza, mientras que el subpelo se vuelve mucho más denso.
La evolución continúa para obtener ovejas cuyo pelaje mostrará la desaparición de las jarras en favor del pelaje fino, abundante y rizado. Se trata de la lana que podemos observar, por ejemplo, en la raza merina.
Estas diversas etapas aparecen detalladas en el artículo:
Ryder, M. (1987). « :Lévolution de la toison des moutons ». Pour la Science, marzo: 56-65.
Las plumas de los pájaros, igualmente formadas por qu~ratina, pueden conservarse en medios secos. Citaremos, a modo de eJempl~, los discos de plumas de avestruz utilizados como tocados en los ~raneos de los cameros descubiertos en varias tumbas de Kerma (Sudan).
El estudio de los productos proporcionados por el anir~al, entre los que cabe mencionar la sangre, la grasa. y la leche, reqmere de la utilización de técnicas analíticas más complejas, procedentes del campo de la química analítica y de la inm~nología. .
En el caso de la sangre es posible, en determrnados casos favorables, detectar su presencia sobre los filos ~e,.1os útiles l~tic?~· algunos de los cuales de más de 6.000 años de antlguedad. Los rndic10s que se utilizan son los aminoácidos, la hemoglobina y los glóbulos rojos. La discriminación entre las especies se realiza gracias a las distintas morfologías de los cristales de hemoglobina.
Sin embargo, los resultados pueden verse falseados por la .~r~sencia de determinados constituyentes del sedimento, como los bioxidos de manganeso. Por este motivo, es imprescindib~e llevar a cabo pruebas de control de la composición química del ~ismo. Podem~s consultar al respecto los trabajos de Lay (1983); Gurfinkel y Franklrn (1988); Custer, Ilgenfritz y Doms (1988). . .
Por lo que se refiere a las grasas y la leche, el pnncipal problema radica en su degradación y la desnaturalización de _los. productos e~ los sedimentos arqueológicos. A lo que debemos anadir la. contarr.nnación, a menudo difícil de evaluar. Simplificando al máximo, existen tres tipos de moléculas:
- Los prótidos, abundantes en la carne y el pescado, liberan ácidos grasos.
LA ARQUEOZOOLOGÍA 39
Los lípidos, que se encuentran especialmente en las grasas, los aceites y las ceras, proporcionan también ácidos grasos.
- Los glúcidos, que constituyen los azúcares, la celulosa y el almidón, proporcionan los monosacáridos.
La materia viva está formada por macromoléculas compuestas por los tres tipos. Ésta sufre transformaciones, que tienden a romper las macromoléculas en unidades 1nás pequeñas, hecho que provoca que el producto inicial sea ~if~cil de identificai~ Además determ~nados componentes, como los aCidos grasos, se encuentran de por si en los suelos. El análisis resulta pues complejo y es necesario un conocimiento muy bueno del entorno del que procede la muestra. De este modo, en la Cueva de l'Aragó, en niveles datados en más de 200.000 años, se ha identificado grasa de caballo (Rottliinder, 1983), y en los vasos de Vidy en Suiza, datados del Bronce final, se han documentado restos de grasa de ave.
1.4.6. Los COPROLITOS"' y LOS CONTENIDOS ESTOMACALES "
Diversos tipos de deyecciones pueden documentarse en contextos arqueológicos. Se trata, o bien de coprolitos, cuya morfología y composición permiten un diagnóstico en ocasiones bastante preciso, o bien de elementos más difusos en el sedimento, como son los residuos del estiércol producido esencialmente por los rumiantes.
El estudio de los coprolitos proporciona informaciones sobre la alimentación, el estado de salud y el medio ambiente, ya sea de los animales o del hombre (Callen, 1969; Bryant, 1974).
Se Jlan descubierto coprolitos en sedimentos anteriores al Cuaternario (Hiintschel et al., 1968). Una gran cantidad de este tipo de restos del Pleistoceno medio y superior se atribuye a la hiena de las cavernas. En cronologías posteriores se documentan también copro-
Coprolitos de cabra. Necrópolis de Kerma (Sudán), 1800 a.C. (foto Dajoz, MHNGE).
40 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
Coprolitos de peJTos encontrados en el oppidum de Titelberg en Luxeniburgo.
Huesos de ovejas digeridos por perros (Saint Alban, Isere, Francia), Bronce final (foto Zumstein, MHNGE).
litos, en este caso de rumiantes y en un estado de conservación bastante bueno, como en los yacimientos lacustres de la Europa occidental (Séné, 1989) y en yacimientos de entornos desérticos (Chaix, 1986).
Un estudio reciente llevado a cabo sobre los coprolitos de cabra del yacimiento neolítico de Egolzwil 3, en Suiza, datado en 4300 a.C., ha mostrado que estos animales eran alimentados a finales de invierno con tallos y ramas en flor de avellano, de aliso y de abedul. Este análisis dendrocronológico~' de los fragmentos leñosos, así como de los restos de las flores, ha permitido establecer la estación de recolección de dichos elementos (Rasmussen, 1993).
En determinados niveles de ocupación, especialmente en los abrigos utilizados para estabular el ganado, los estudios micromorfológicos permiten determinar la presencia de estercoleros y, en determinadas ocasiones incluso, llegar a caracterizar la especie de la que proceden (Courty et al., 1989; Brochie1~ 1983).
LA ARQUEOZOOLOGÍA 41
Finalmente, el estudio de los coprolitos de carnívoros (pen-o) muestra el papel destructor de los jugos gástricos sobre el material óseo y la pérdida importante desde el punto de vista tafonómico que ello implica (Payne y Munson, 1985; Iones, 1986).
En ocasiones el estudio de los coprolitos, o de los contenidos estomacales, recuperados de los abdómenes de los perros, puede revelar el consumo de determinadas partes. Tal es el caso observado en relación con los metápodos de cabras muy jóvenes en el oppidum de Titelberg en Luxemburgo (Méniel, 1993); lo mismo sucede con patas y cabezas de carneros y perros sacrificados en Vertault (Cote-d'Or) a inicios de nuestra era (Méniel y Jouin, 2000). En este caso, el consumo de los residuos primarios del descuartizado de los carneros sería tal vez, la prueba de un sacrificio de finalidad alimenticia, practicad~ al mismo tiempo que el de los perros, aunque no se haya conservado ninguna otra evidencia.
1.4.7. Los HUEVOS
·' Los restos de cáscaras de huevos documentados en los yacimientos
arqueológicos han sido por lo general poco estudiados. Se trata de elementos recuperados frecuentemente en el tamiz y
pueden aportarnos informaciones muy valiosas sobre las especies de pájaros representadas y el consumo de huevos.
La cáscara está compuesta esencialmente por carbonato cálcico y algunas materias orgánicas (pigmentos). Esto explicaría su relativa
Huevo de Avestruz (Sudán) (foto Ratton, MHNGE).
42 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
Detalle de la superficie de un huevo de avestruz fotografiado al microscopio electrónico (50x) (foto Wüest, MHNGE).
Huevo de gallina doméstica (foto Ratton, MHNGE).
buena conservación en sedimentos arqueológicos poco ácidos. El tamaño externo y la pigmentación permiten su identificación precisa; desgraciadamente, sólo en muy raras ocasiones los huevos aparecen enteros en contextos arqueológicos.
La utilización del microscopio electrónico permite una mejor descripción de los caracteres discriminantes menos visibles. No vamos a entrar aquí en detalles sobre los diversos parámetros utilizados. Una excelente síntesis se encuentra en el artículo:
Keepax, C. A. (1981): «Avian egg-shell from archaeological sites», Journal of Archaeological Science, 8: 315-335.
LA ARQUEOZOOLOGÍA
Detalle de la supe1ficie de un huevo de gallina doméstica fotografiado al microscopio electrónico (50x) (foto Wüest, MHNGE)
43
Recordemos, sin embargo, que los principales elementos discriminantes son: la relación longitud/ai;ichura, la pigmentación, el grosor de la cáscara, la fonna de la capa mineral interna, la cantidad y disposición de los poros.
Como ya hemos mencionado, los estudios sobre los huevos hallados en contextos arqueológicos son todavía escasos. No obstante, se han documentado restos de huevos desde el Mesolítico, como en el abrigo de Stauber, en Vionnaz, en la cabecera del Ródano, aunque éstos no han sido aún identificados. Parece probable que se trate de huevos de patos, ya que numerosos huesos confirman la presencia de anátidas (Chaix, en prensa).
Se han descubierto, de cronología posterior, huevos de ganso en Hornaing (Norte), mientras que los huevos de gallina se utilizaron como ofrenda en una sepultura de época augustea en Sion (Suiza) (Méniel, 1987; Morel, 1990).
LÉXICO
Actualismo: metodología que utiliza los procesos que se desarrollan actualmente para interpretar los fenómenos del pasado.
Alometria: crecimiento de un órgano a una velocidad distinta de la del organismo al que pertenece.
Atlas: primera vértebra cervical. Antrópico: de origen humano, hecho
o generado por el hombre. Axis (o epistrofeo): segunda vértebra
cervical. Baculum o hueso peneano: hueso
del pene de determinados mamíferos (carnívoros, quirópteros).
Biometria: estudio de las dimensiones y del crecimiento de los seres vivos. ,
Bivalvo: nÓÍ:nbre dado a los moluscos cuya concha está compuesta por dos elementos (cf. también lamelibranquio).
Borra: pelos cortos y de diámetro reducido que forman una de las partes del toisón de los mamíferos.
Bucráneo: fragmento de cráneo de buey que comprende la cara anterior de la frente y las clavijas óseas. Es también un motivo decorativo que representa un cráneo de buey.
Canal pulpar: canal que recorre las raíces de un diente hasta la cámara pulpar y permite el paso de los nervios y de los vasos sanguíneos.
Candil: ramificación de las astas de los cérvidos que se desarrollan sobre la protuberancia de esta última.
Carácter constante: particularidad transmisible genéticamente.
Carpo-metacarpo: Hueso de la extremidad del ala de las aves.
Garroñeo: utilización de los cadáveres como fuente de alimentación.
Caudal: hacia la cola (orientación). Cavidad cotiloide: encaje de la ca
beza del fémur situado en la pelvis de los mamíferos.
Cemento: tejido duro que recubre las raíces de los dientes.
Cementocronología: técnica de determinación de la edad basada en las estmcturas anuales (LAC) que aparecen en el cemento de las raíces de los dientes.
Citoplasma: parte fundamental de la célula que contiene el núcleo y otros elementos.
Clavija ósea: protuberancia ósea del frontal de los mmiantes, recubierta por un estuche córneo.
Colágeno: proteína fibrosa de tejido conjuntivo.
Comensalismo: forma de asociación entre dos seres vivos, sin prejuicio recíproco.
Coprolito: excremento fósil. Córtex: parte periférica dura de las
astas de los cérvidos, particu-
260 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
larmente del alce, el ciervo y del gamo Epistrofeo: véase axis.
Escleroproteína: proteína de est Corona: en un diente, parte activa si
tuada fuera del hueso y a menudo recubierta de esmalte.
t d ··d lUc-(ura e .un te]ll ?, insoluble en agua queratma, co ageno, etc.).
Espectrometria: Técnica que perm·t Costillar: conjunto de costillas. Coxal: hueso del miembro posterior
compuesto por el ilion, el isquion y el pubis. Los dos coxales y el sacro forman la pelvis.
Cro.~atografía: método de separac10n de los constituyentes de una mezcla basado en su absorción selectiva sobre diversos soportes.
Cuello: en un diente, límite entre la co~ona, recubierta de esmalte, y las raices.
Craneal: hacia el cráneo (orientación). Dendrocronología: método de data
ción basado en las eshuchU"as anuales (anillos) que se desarrollan en la madera.
Dentina: tejido conjuntivo fuertemente mineralizado.
Despellejado: extracción de la piel Dientes yugales: entre los herbívoros.
co:ijunto de premolares y molare~ (dientes de la mandíbula y el maxilar).
Diáfisis: parte media de un hueso largo.
Dia~tema: espacio que separa dos dientes.
Disco vertebral: epífisis de un cuerpo vertebral.
J?istal: próximo del suelo. Eburnation: desgaste anormal de una
superficie articular que origina un , pulido brillante.
Ecorchage: sinónimo de despellejado. Ectoparásito: parásito externo al or-
ganismo. Endoparásito: parásito interno al or
ganismo.
l ., d l ie a separ~c10n e os diversos áto-mos segun su masa.
Exoesqueleto: formación esquelética externa, como por ejemplo la de l
t , d os ar ropo os. Exostosis. hmlor benigno de un hue
d . l so e ongen pato ógico (traumatismo in~amación, o problema de creci~ miento).
Fieltrado: transformación de una fibra textil en fieltro.
Fíbula: peroné (nomenclatura veterinaria, 1975).
Fún~ica: gener~da por los hongos. Frugworo: especie cuya alimentación
se compone esencialmente de frutos.
Gasterópodo: molusco de una sola concha, generalmente enrollada.
Gen: el.ei:nento del cromosoma que c?nd1c1~~a la transmisión y la mamfestac10n de un carácter hereditario.
Génico: que se relaciona con los genes.
Genoma: conjunto de genes de una especie.
Geoquímica: historia natural de los elementos químicos y de los isótopos.
Goniómetro: instrumento de medición que sirve para calcular los ángulos.
Heces: excrementos. Hidroxiapatita: fosfato de calcio hi
dratado. Hipervitaminosis: problema provo
cado por la absorción excesiva de una vitamina.
Epifisado: hueso cuyos extremos (epífisis) están soldados a la diáfisis.
Ilion: uno de los tres huesos del coxal.
LÉXICO 261
Inmaduro: que no ha alcanzado aún la edad adulta.
Impúber: que no ha alcanzado aún la edad para reproducirse.
Intraespecífico: que es relativo a una
Medular: concerniente a la médula. En un hueso largo se habla de cavidad medulai:
Merlin: maza de extremo apuntado utilizada en la matanza de los bo-
especie. vinos domésticos. Isótopo: vaiiante de un elemento quí- Mesuroscopio: instrumento óptico
mico con el mismo número atómico que permite la medición automa-(número de protones) pero una masa tizada de elementos de tamaño muy diferente (número de neutrones). pequeño como los dientes de los
Isquion: uno de los tres huesos del roedores. coxal. Metabolismo: en un organismo vivo,
Jarra: pelo de gran tamaño y diáme- conjunto de reacciones de síntesis tro importante que forma una de y de degradación que liberan ener-las partes del toisón de los mamí- gía. feros. Metáfisis: en un hueso largo, zona in-
Labial: hacia los labios (01ientación). termedia entre la diáfisis y la epí-Lamelibranquio: sinónimo de bivalvo. fisis. Lateral: hacia el exterior del cuerpo Microdontia: tendencia a la dismi-
(orientación). nución del tamaño de los dientes. Lehm: loess descalcificado. JI Mocho: desprovisto de cuernos. Ley de Allen: los apéndices corpora- Microrradiografía: radiografía reali-
les (orejas, miembros, cola) de una zada con un aparato especial sobre misma especie son más pequeños en los medios ambientes de clima frío.
Ley de Bergmann: ley que estipula que los animales de una misma especie son más grandes en los medios ambientes fríos, y que tiene los apéns;J,ices corporales (orejas) de menor tamaño.
Línea de Harris: estructura que aparece en los huesos largos debido a irregularidades en el crecimiento generadas por problemas de malnutrición.
Lingual: hacia la lengua (orientación). Mamilla: pequeña protuberancia re
dondeada, de tamaño microscópico, que ornamenta la superficie de las cáscaras de los huevos.
Mastricatriz: superficie activa del diente.
Medial: hacia el interior del cuerpo (orientación).
una sección microscópica. Mustélidos: familia de mamíferos cai·
nívoros entre los que encontramos el tejón, la nutria, la marta, el armiño.
Necrófago: animal que se alimenta de cadáveres
Nubes piroclásticas: conjunto de gas, vapor de agua y cenizas expulsados a alta presión por determinados volcanes.
Oclusal: sinónimo de masticatriz. Parte activa de la superficie de un diente.
Oligodontia: déficit en relación con la cantidad normal de dientes.
Ontogenia (ontogénesis): desarrollo del individuo tras la fecundación del óvulo hasta el estado adulto.
Hueso peneano: sinónimo de báculo Osteocitos: células óseas mineraliza
das.
262 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
Osteón: estmctura elemental del tejido óseo compacto que comporta láminas dispuestas de manera concéntrica alrededor de un canal.
Palinología: disciplina que estudia los pólenes.
Parásito: organismo que vive a expensas de otro organismo.
Patella: rótula (nomenclatura veterinaria, 1975).
Pedología: disciplina que estudia la formación de los suelos.
Peletería: actividad de preparación de las pieles.
Permafrost: suelo helado de manera permanente hasta una cierta profundidad.
pH: medida del estado ácido-básico de una solución.
Fenotipo: conjunto de caracteres observables directamente en un individuo.
Freático: nivel de agua subterránea que alimenta los manantiales.
Filogenético: relativo a la historia evolutiva de un organismo o de un gmpo de organismos.
Poliqueratia: anomalía que se caracteriza por la presencia de un número de cuernos superior al normal.
Polisacárido: glúcido complejo. Proboscidios: suborden de mamífe
ros que engloba a los mastodontes y a los elefantes.
Proximal: próximo al cráneo (antónimo de distal).
Pubis: uno de los tres huesos del coxal, donde se realiza la unión con el otro coxal.
Quimismo: conjunto de reacciones químicas.
Rádula: lengua rasposa y quitinosa de los moluscos gasterópodos.
Raquis: sinónimo de columna vertebral.
Raza: gmpo de animales seleccionados por el hombre, que poseen una morfología uniforme, hereditaria, que los distingue de otras razas de la misma especie.
Sagital: paralelo al eje central de un animal.
Saponificación: transformación natural de la grasa en jabón.
Sérico: relativo al suero de la sangre. Sesamoides: pequeños huesos que se
encuentran en determinadas articulaciones, en la mano y el pie.
Solana: vertiente de un valle expuesta al sol (antónimo umbría).
Subespecie: variante local de una especie salvaje, reconocible por varios caracteres externos, pero que es fértil con las otras subespecies.
Tabletería: artesanado similar a la ebanistería en la que se utiliza el hueso o el marfil para incmstarlo en objetos diversos.
Tafonomía: estudio de las leyes que rigen el enterramiento de un organismo.
Tarso-metatarso: hueso de la pata, específico de las aves.
Taxón: entidad sistemática comparable a la especie.
Terraza: depósito dejado en una orilla por un mar, un lago, o un río debido al descenso de su nivel.
Test: sinónimo de concha en los moluscos.
Tetraqueratia: anomalía que se caracteriza por la presencia de cuatro cuernos en lugar de dos.
Trabécula: delgada prolongación ósea separada de la pared formando un saliente en una cavidad.
Ulna: cúbito (nomenclatura veterinaria, 1975).
Viático: provisiones alimentarias en vistas a un viaje.
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ÍNDICE
Prólogo 7
CAPÍTULO 1. La arqueozoología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 1.1. Definiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 1.2. Breve historia de la arqueozoología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 1.3. Relaciones con las otras disciplinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 1.4. Materiales de estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
CAPÍTULO 2. La determinación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 2.1. Anatomía comparada .... :p............ . . . . . . . . . . . . . . . 45 2.2. Los manuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 2.3. La colección de referencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 2.4. Las otras técnicas de determinación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
CAPÍTULO 3. La osteometría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 3.1. Objetivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 3.2. Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 3.3. Los útiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
CAPÍTULO, 4. Estimación de la edad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 4.1. " A partir de la dentición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 4.2. A partir del esqueleto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 4.3. Estimación de la edad mediante radiografía . . . . . . . . . . . . . 91 4.4. Observaciones sobre la dinámica de las poblaciones . . . . . . . 92
CAPÍTULO 5. Determinación del sexo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 5.1. Los criterios morfológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 5.2. Los criterios osteométricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 5.3. La estrucutra de las poblaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
CAPÍTULO 6. Patología.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
CAPÍTULO 7. Las marcas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 7 .1. Las marcas de origen antrópico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 7.2. Las trazas de origen natural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
290 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA
CAPÍTULO 8. Tafonomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133 8.1. Las causas de la muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136 8.2. Dispersión, dislocación y fragmentación (anterior al enterra-
miento)........................................... 139 8.3. La preservación diferencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144 8.4. La conservación diferencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145 8.5. La salvaguarda de los vestigios descubiertos . . . . . . . . . . . . 148
CAPÍTULO 9. El registro de los datos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 9.1. Métodos de registro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158 9.2. Las bases de datos informatizadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
CAPÍTULO 10. Cuantificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 10.1. Los recuentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 10.2. Aproximaciones estadísticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169 10.3. La fragmentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177 10.4, Las distdbuciones anatómicas ..... , . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180 10.5. Los niveles de comparación (estrncturas, yacimientos, región) 181
CAPÍTULO lJ. Distribución espacial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 11.1. Métodos de aproximación a la distribución espacial de los
restos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 11.2. La huella de las estrncturas arqueológicas . . . . . . . . . . . . . . 188 11.3. Las distiibuciones a nivel del yacimiento . . . . . . . . . . . . . . . 191 11.4. Las relaciones entre yacimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
CAPÍTULO 12. Utilizaciones del animal ........................ . 12.1. Carroñeo ........................................ . 12.2. Caza ............................................ . 12.3. Domesticación .................................... . 12.4. La carne ......................................... . 12.5. Otros productos alimentarios ....................... . 12.6. Matedas y servicios ............................... . 12.7. Los trofeos ....................................... . 12.8. Los animales en las prácticas funeradas y los sacrificios ..
Capítulo 13. Síntesis y publicaciones ........................ . 13.1. Síntesis y presentación de los resultados .............. . 13.2. Publicar: ¿por qué y para quién? ..................... . 13.3. Los problemas de la investigación .................... .
Lista de colecciones de referencia .............................. .
Léxico .................................................... .
203 203 204 210 -220 222 225 236 237
245 247 251 252
255
259
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
Editorill!Arie!