Post on 18-Feb-2016
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XIII. historia antediluviana
del pajar y la aguja
tienes ojos verdes, ojos azules, ojos grises
y nunca he visto a nadie del todo
como tú
dianne
Sal a la calle
sin anunciarte a gritos
Mira bien el día,
como si tuviera el tétanos,
en realidad
Aguarda
la explosión áspera de los siervos
de esta gleba
Sométete al verdugo
con la cabeza partida
Remángate la falda
como si hubiera armas de por medio
Cuelga el teléfono
y sal a morir
Estás tirada en el suelo de la cocina,
recitando
a dos ojos
el dibujo de la cortina multicolor
que enmarca,
en un travelling perpetuo
y musculado
al albañil caboverdiano
que repara
enfrente
las tejas
como un cristo
cabizbajo
que caminara sobre el agua
para ti
Hacer el mimo
para infiltrarse y abusar
de la heroína
con la ceguera como recurso principal
A tiro de piedra,
gente que salió del cobre
y sus bocados
Hombres y mujeres
que meterse adentro
como una matrioska del mundo animal
La sábana bajera,
que dura sólo un día
El vértigo del vientre
y sus kilómetros internos
Tu bata rosa,
con su meta de bajar
hasta
el tobillo
y una uña negra,
de la que
otra vez,
encima,
sabes que te va a caer
Intuiste
que otra guerra mundial
venía de camino
Empezaste a ver llover
cuando ni había empezado
Amenazaste con mondarte entera
desde el este
del edén
con la quijada de Caín
al hombro
Comprendiste
que la primavera
otro año más
no traía premio
Olvida
que otra vez
te faltó mi abrazo
Cuenta hasta diez
y no respires
Pégate al suelo,
como ofidio instantáneo
La felicidad es ingrávida y no baja hasta ahí
A las siete menos cuarto,
fundida en su lecho
afilando la guadaña
de una dosis
que arraigó
disfruta
la caída
cíclica
de las estrellas fugaces
Se rieron de tu estuche
desde el fondo de la clase
Perdiste el norte
y repetiste
dos veces
octavo
A renglón seguido
llegó el reformatorio,
como una hostia bien dada,
y, al galope,
el que te vendía, para merendar,
caballo
Y aquel verano
de calor bisonte
en que tragaste semen,
cual si fueran las bodas en Caná
Cautivada por la hora
de tu muerte,
obligaste
al futuro
a no esperarte
y empezaste
a no dejar para mañana
lo que puedas o no puedas vivir hoy
Yo era el hombre que te odiaba
desde lejos
que pedía
diez minutos más
en esta tierra
para odiarte
El que estaba ahí
cuando el resto de tus enemigos
se juntaba
para hacer el vago
La esponja febril
de tu miseria
cada vez que te ponías a horcajadas
El pulmón de tu esperanza,
por si no te quedó claro
El que recogía
tus tristes cigarrillos de después,
para
implacable,
seguir dándote chupadas
No vendré a ti con ramos.
No creo que las rosas
te corten la respiración
Quizá la aguja,
que te extrae,
nuevamente,
en el servicio
de tu cárcel propia
de temprano y tarde,
del desgastado padrenuestro
con que te intentaron herrar
No, Señor, no soy digna
de que entres en mi casa,
pero si entrar entras
trae cien euros
como poco
Se pinta
a todo gas
de un color contemporáneo
con todos los focos
puestos en ella
desnuda y flacucha,
coronada de un mejunje de pellizcos
con sus huesos dispersos
dispuestos a perder
del todo
la carnaza
con esos diez dedos de arriba
capaces de ponerte a relinchar
Espera,
vaciadas las pupilas,
a que comience
otra jornada,
cabronamente,
la debacle
Al levantarme
chirrié en mi estatura
La noche había limado
un poco más
mi cuerpo benefactor
Eso era todo.
Y era lunes
en todas las capitales de Europa
con sus cielos de hierro,
sus farmacias de guardia,
y la inercia de los perros
orinando en el rincón
Respiré
entre las costillas,
preguntando por la muerte
para desandar lo andado
Y no me aclaró nada
Otra vez
el día era
como el traje nuevo ese,
inmune,
del emperador
Quédate,
por favor,
a la posguerra
Regala
tu fotosíntesis,
sin la luz de día alrededor
Compraré maná
por si acaso, otra vez,
te vuelves loca,
por si caes al agujero,
turbio
que tu madre jamás aprobará
Cuidaré de ti
si incubas esa bestia
carente de clemencia,
si resumes tu postura
en sapos y en culebras,
si luego roncas,
aunque ronques mal
Quédate, por favor,
que no hay mañana
ni ayer
sin su freno
que con un poco de suerte,
antes
del próximo cliente
tus párpados,
por fin,
caducarán
Inyectada de nuevo
Manoseado el cerebro
Hecha un titán
pierde su forma y tamaño,
satisfecha
de otra extensa noche por delante,
alejada de la mano
ortopédica
de dios
Te cayó en la cabeza
Te cayó en los pechos
Se desplomó en la habitación,
por descontado
De tejado en tejado, llegó la sequía
abusando
con su vacío sin nada dentro
Y crepitas,
asfixiada en tu vaina
sin apenas grasa corporal
Tiesa. Irreal. Por poco tiempo.
Recargas,
oportuna,
el todoterreno aguijón
pensando un poco en Platón
y mucho más en la caverna
Con uñas sucias
mordisquea mi costra el amanecer
Cada metro o metro y medio
hay un abismo
en el que romperse a tiritar soberbiamente
La luz de la mañana trae sus frutos:
nudo,
desenlace,
y una introducción algo distinta
Alguien,
con tibia y peroné,
llama a la puerta
Trae un océano de sangre que aplastar
A veces oye casi lo que piensas.
Arrimando el maxilar a las rendijas,
ignora la frontera
que define lado y lado
El yugo de la vecina,
con la ira radial
de un día, dos días,
de tres días,
viaja del cielo al infierno
como bilis de ave migratoria
Ya es de noche
y tu vecina,
muerta de obsesión
sin su simiente
repasa
con vocación
la historia
de la vulva monstruosa
de María la virgen
A bocados,
sin soltarla,
a punto de quedarse
sin laringe y saña
enceguecen sin querer frenar
Al compás de su ternura estricta,
a sangre fría,
a sangre fría y bicolor,
súbditos y reyes, uña y carne,
muerden el polvo,
abren la veda,
sin tener nada contra ella,
pero tampoco nada a su favor
Leal,
se incuba en el cauce un nuevo ancla:
apaga
y vámonos de este mundo
Minuto de explosión
en que hincha
y una habitación no es suficiente
Cicatrizando en la cama,
el foso,
la tierra exacta,
puntúa
de uno a diez
otra utopía,
aferrada a este idioma tan rotundo
desde casi ya
los quince años
Caminante,
no hay camino,
porque naciste del polvo
y a él,
caníbal
vuelves
Y héroes y villanos,
tirados a plomo entre mis sábanas,
sin saber amar,
ni falta que hace,
gastarán sus cuartos y mi piel
Y todos los días serán otros días,
con más cánceres
y menos higiene
bajo la vía láctea
Y la frustración
me omnivora
pues también soy vegetal
si me propongo
Sonámbula,
interfieres como presa en el camino
para quebrar el luto
de toda una ciudad entrometida
Amputan su realidad,
subidos
a dos mil metros de altura
tomándote de atrás para adelante
Hambre ramera,
derecho claro de pernada
previo pago,
hongos, legaña y sintrón
que bendijo el cura
Media docena
de muertos vivientes
difuminan el amor
y sus pétalos
escapando a la carrera
como el vaho
para inaugurar el día y negarlo todo
incluso
este pegajoso y artrítico poema
que tan mal,
hasta ahora
se está portando contigo
Saben las ventanas
que el infierno es salir
que por ellas se cuela,
ufana
una plegaria:
este perenne olor a muertos
que tiran y aflojan,
que miden y pesan,
pero los gramos, para ti, son otra historia
Les da igual su pestilencia a quemarropa
O llamar y llamar
casi a las dos,
de madrugada
O esperar
en la escalera
tu bella mugre
O no tener a nadie,
en la garduña,
con quien descargar su lava
Porque saben
que no hay hora punta
para hacerse el muerto
Y que la vida
es un escarmiento
que ninguno ha de querer por la mañana
La luz hoy
tiene escrito
tu nombre podre en las pestañas
Luz que recuerda al champán
que ayer fue tu combustible
Luz esclava
que va ganando enemigos
como ganaron ellos tu matriz
Luz
que, finísima,
latiga
bajando por ti y tu ropa blanca
arrastrando la cólera
de que aún te crean virginal
Luz que degüella
y no negocia,
desdichada y salvaje,
como un hijo,
que tratas de aceptar por su nombre,
que ya tienes en la punta de la lengua
En algún momento
te extraerán del agujero.
Te cogerán por los pelos
y te echarán de casa
por fallarle
al banco
en este ingrato país de mierda
Te sacudirán los pies
de amantes
y sin pruebas
querrán quedarse con tus dientes y saliva,
con el fango gigantesco
que escondiste en el bolsillo,
con la parte de sol que te tocaba
En algún momento
vendrán a lapidarte
niños prodigio
que creyeron al dedillo que necesitaban
corbata
con su iglesia,
sus misiles, su noche celosa de bodas
vendrán amenazantes
a intentar prenderte fuego
para que sus ángeles
hermosos
de Victoria´s secret
no se mueran,
ni por asomo,
de frio
Trepa
el verano
como un postoperatorio
Con el cuerpo hecho un asco
buscas un sitio
visible
por la pierna,
una vena
conjuntada
que aún aguante
para olvidarte de esta vida narrativa
La luz tiene un color sofocante.
El cielo se comió la tierra.
Miras, fija,
a Jordi Hurtado en la tele,
por si esta fuera la última vez
Te quedas clavada,
sin fuerzas,
colgando,
tratando de rezar
porque esto salve
lo que sabes que no tiene salvación
Si insistes,
pues,
seré tu rémora.
Si me agitas hasta la hora
puntual
del desayuno
Seré, si quieres, garganta.
La de las mañanas
de hace dos años,
cuando todavía yo era joven
Seré la palma de mi mano acalambrada
Seré la niebla
que te sirva para escudo
Seré Moisés
entrenando al mar a separarse
Seré la zanja,
sin vestir,
que te haga un ídolo
El calor extraño
del whisky con red bull
La esquirla inmediata
de tu órgano menos paciente
La lengua mansa
a quién reclamarás
que tu hambre
se haya ido
Si pagas bien
seré el socorro
de tu síndrome Estocolmo
de después
La carretera,
nuevamente,
está cortada
Otra carrera de obstáculos
que se acabó
en este hemisferio
Dimite y fermenta
esta empalizada de cuero y tendones
que hace tan solo minutos
fue vuestro caviar
Horneada
a base de jeringas,
justamente fusilada
para afrontar tanta verdad opaca
que la noche maceró
desde temprano
Y en ese momento
el recuerdo
de los hombres
se hace pigmeo
y entra
en cuarto menguante,
alevoso,
el rencor,
sobre el cosmos hueco de la alfombra
Adiós. Hasta luego. Que os vaya bien. Au revoir.
La carretera, nuevamente, está cortada.
Habrá que preguntar
por dónde huir
Se comercia,
sesgada en quinceavos,
otra noche severa y militar
Un colectivo algo especial
de cristos
sin subvención alguna
va vaciándose,
sin tapujos,
por mi carne entreabierta
trazando una forma nueva
de bautismo
una vez
que ya bebieron,
por entero,
a sorbos el río Jordán
Tu amor aguilucho,
casi a la fuerza,
me trotó entera
Viviendo a pastilla diaria,
acabé aquí
La luna,
famélica,
me engendró cachalotes encima
Volverá,
como brutal carcinoma,
borroso,
el amanecer
Buscando mi cama,
al final,
hallarán Cipango
y explotarán mi carne primate
y darán en llamarlo eternidad
pero
seré yo
quien estará muerta
y sin peligro
antes de enero
Me encontrarán flotando,
pero esta vez en el agua,
con la cápsula
primitiva
que fue piel
y un diagrama de huesos
que aún existe
sin contar conmigo
adaptados
a cuando la muerte era algo solidario
a cuando la ruleta rusa,
por fortuna,
era soviética