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Cámara Federal de Casación Penal
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
REGISTRO N° 2052/13
///la ciudad de Buenos Aires, a los 30 días del mes de octubre
de 2013, se reúne la Sala III de la Cámara Federal de Casación
Penal integrada por la doctora Liliana E. Catucci como Presidente
y los doctores Eduardo R. Riggi y Mariano Hernán Borinsky como
Vocales, asistidos por el Prosecretario de Cámara, doctor Walter
Daniel Magnone, con el objeto de dictar sentencia en la causa
n°12.158 del registro de esta Sala, caratulada “Salgán, Raúl
Nemesio y otros s/recurso de casación”. Representa al Ministerio
Público Fiscal el señor Fiscal General doctor Ricardo Gustavo
Wechsler y a la querellante Gloria Pompeya Gómez (madre de
Christian Eduardo Schaerer), la doctora Milagros Resoagli.
Asisten a Raúl Nemesio Salgán, Oscar Antonio Salgán, Sergio
Gustavo Salgán, Miguel Angel Ramírez, María Esther Sudo y Jorge
Gabriel Sudo, los doctores José Oscar Gómez y Jorge Adrián Barboza,
a Gonzalo Adrián Acosta y a Cristian Ramón Carro Córdoba, el
Defensor Público Oficial, doctor Juan Carlos Sambuceti (h) y
a Claudio Sebastián Cornelli Belén, la Defensora Pública Oficial,
doctora Laura Beatriz Pollastri.
Efectuado el sorteo para que los señores jueces emitan
su voto, resultó el siguiente orden sucesivo: Mariano Hernán
Borinsky, Eduardo Rafael Riggi y Liliana E. Catucci.
VISTOS Y CONSIDERANDO:
El señor juez doctor Mariano Hernán Borinsky dijo:
PRIMERO:
Llega la causa a conocimiento de esta Alzada a raíz
de los recursos de casación interpuestos por los asistentes
técnicos de Raúl Nemesio Salgán, Gonzalo Adrián Acosta y Cristián
Ramón Carro Córdoba; por el representante del Ministerio Público
Fiscal y por la querella, contra la sentencia dictada por el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Corrientes el 28 de agosto
de 2009 y fundamentada a fs.32.298/32.456.
Los letrados defensores a fs.32.467/32.480vta.,
32.562/32.607vta. y a fs. 32.608/32.648vta., impugnaron el fallo
en cuanto resolvió:
“1°) No hacer lugar a las nulidades articuladas, con
costas (artículo 530 del C.P.P.N.).
2°) Condenar a Cristian Ramón Carro o Carro Córdoba
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a la pena de 25 (veinticinco) años de prisión, por considerarlo
coautor penalmente responsable del delito de secuestro extorsivo,
agravado por el número personas, más accesorias legales y costas
(artículos 12, 40, 41, 45 y 170, inciso 6°, del Código Penal
y 530 del C.P.P.N.).
3°) Condenar a Raúl Nemesio Salgán a la pena de 25
(veinticinco) años de prisión, por considerarlo coautor
penalmente responsable del delito de secuestro extorsivo,
agravado por el número personas, más accesorias legales y costas
(artículos 12, 40, 41, 45 y 170, inciso 6°, del Código Penal
y 530 del C.P.P.N.).
4°) Condenar a Gonzalo Adrián Acosta a la pena de 16
(dieciséis) años de prisión, por considerarlo coautor penalmente
responsable del delito de secuestro extorsivo, agravado por el
número personas, más accesorias legales y costas (artículos 12,
40, 41, 45 y 170, inciso 6°, del Código Penal y 530 del C.P.P.N.)”.
El representante del Ministerio Público Fiscal y la
querella interpusieron recurso de casación contra los puntos
6°) y 7°) de la sentencia citada, por los que, respectivamente,
se dispuso la absolución de Miguel Angel Ramírez y María Esther
Sudo, en orden al delito por los que fueran requeridos.
Por su parte, la querella también dirigió el recurso
contra los puntos 8°), 9°), 10°) que respectivamente dispusieron
la absolución de culpa y cargo de Sergio Gustavo Salgán, Oscar
Antonio Salgán y Jorge Gabriel Sudo en orden al delito por los
que fueran acusados. Asimismo, cuestionó la pena y la
calificación legal seleccionada por el Tribunal al condenar a
a Claudio Sebastián Cornelli Belén (condenado a la pena de 12
-doce- años de prisión, por ser coautor penalmente responsable
del delito de secuestro extorsivo, agravado por el número de
personas, punto 5º de la sentencia recurrida) y a Gonzalo Adrián
Acosta (cfr. fs.32548). Así surge de los términos del recurso
de casación presentado por la querella, en el que expresó que
limitaba su pretensión recursiva a los puntos reseñados (cfr.
fs. 32548), sin perjuicio del límite impuesto por los artículos
458, inciso 2º y 460 del C.P.P.N. respecto a la procedencia del
recurso del acusador en torno a la situación de los imputados
Raúl Nemesio Salgán y Cristian Ramón Carro Córdoba.
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
SEGUNDO:
Agravios presentados por los recurrentes.
A. Recurso de casación presentado por la asistencia
técnica de Raúl Nemesio Salgán.
Con fundamento en los dos supuestos contemplados en
el artículo 456 del código de forma, expuso los agravios que
a continuación se detallan.
1) Valoración arbitraria de la prueba.
a) Declaración de Cornelli Belén.
Destacó que la sentencia impugnada se basó única y
exclusivamente en las declaraciones de Cornelli Belén, que no
se encuentran corroborados por otros elementos de cargo.
Explicó que se tomaron por ciertas las expresiones del
nombrado, que indicaron la intervención en el hecho de Raúl
Nemesio Salgán el 24 de septiembre de 2003 en la ciudad de Paso
de los Libres.
Consideró que la arbitrariedad de los magistrados se
demuestra con los dichos de María Esther Sudo y Jessica González,
quienes sostuvieron que para esa fecha Raúl Salgán se encontraba
en la ciudad de Buenos Aires.
Asimismo, agregó que el a quo ha sido incoherente, dado
que también tuvo por probada dicha situación al decir: “El
tribunal descarta que Raúl Nemesio Salgán haya estado en
Corrientes el día sábado 20 de septiembre de 2003, según lo
relatara la testigo Sofía Kolhi (Acta del día 11/12/08) e
inspección judicial del día 13/03/09 -ver Acta del 17/03/09-.
No caben dudas que lo referido por la señora Sofía Kolhi, sobre
la existencia de la camioneta y la actitud de las personas en
las circunstancias relatadas se ajuste a la verdad pero, la
vinculación con este hecho y la identificación de Raúl Nemesio
Salgán no han sido debidamente acreditadas.
Ningún otro elemento se ha producido que confirme la
vinculación de Salgán previa al secuestro aquí, en la ciudad
de Corrientes, (como ser otros testigos, teléfonos, mails,
vehículos, etc.), máxime que a dicha fecha ya se encontraban
operando Lorhman (Basualdo); Acosta (Solano) con el abogado
Barbieri según la versión de la testigo Yesica González de que
Salgán habría estado en Buenos Aires con ella, el cuadro de duda
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debe inclinarse a favor del imputado“ (sic) -fs. 32.473-.
Concluyó que existe una severa dicotomía en la
apreciación y valoración de las pruebas que causa una profunda
confusión, ya que se toma como hecho cierto y relevante lo dicho
por Cornelli Belén pero al mismo tiempo se tiene también como
acreditado que Raúl Nemesio Salgán estuvo en la ciudad de Buenos
Aires desde mucho antes del día del secuestro hasta el día de
la madre (tercer domingo de octubre de 2003).
También cuestionó que se haya considerado, conforme
los dichos de Kholi, que Salgán estuvo en la esquina de su casa
el día anterior al secuestro. En torno al punto, afirmó que en
dicha fecha su defendido estaba en Buenos Aires, de acuerdo a
lo declarado por Jessica González.
Por otra parte, señaló que el Tribunal incurrió en
graves errores de apreciación de otras circunstancias.
Puntualmente refirió que Cornelli Belén relató que se
fueron de la chacra de Salgán a la de Miguel Angel Carbonell,
distante a treinta o cuarenta kilómetros, en el Paraje Ombucito
y que allí había una cabaña precaria, de madera. Sin embargo,
del Acta de Inspección del 22 de mayo de 2009 surge que ambas
propiedades se encuentran a 7,5 kilómetros de distancia y que
la casilla situada en el predio de Carbonell es de material.
Asimismo, los testigos citados en la sentencia no
pudieron aseverar que Raúl Nemesio Salgán haya estado presente
en dicho lugar. Sólo dijeron que habían visto a la distancia
un auto de color rojo o bordó, sin que ello pueda significar
que se trataba del rodado del nombrado.
Expresó que las restantes declaraciones no pudieron
ser corroboradas y, en definitiva, resultan versiones
desencontradas, por lo que la apreciación que hace el Tribunal
resulta conjetural, dado que está totalmente desprotegida y
desprovista de un criterio unívoco.
Además, la defensa entendió que el relato de Cornelli
Belén, respecto al traslado de la víctima desde la chacra de
Carbonell hasta un departamento ubicado en la ciudad de
Uruguayana, República Federativa de Brasil, se encuentra
desvirtuado por las siguientes consideraciones.
Se dijo que para abandonar la ciudad de Pasos de los
Libres primero tomaron el arroyo Yatay, cercano al paraje
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
“Ombucito”. Nicolás Lemes, ex sub oficial de la Prefectura Naval
Argentina, indicó que el arroyo Yatay recién es navegable
quinientos metros antes de su desembocadura en el río Uruguay,
salvo que éste alcance una altura mínima de cinco metros,
situación que no ha sido corroborada.
Precisó que resulta llamativo que la supuesta canoa
que trasladaba a la víctima haya hecho orilla en la costa
brasileña abajo del puente, pues para ello debió transitar
inexorablemente –dado que es el único lugar de paso para llegar
a la otra orilla- frente al destacamento de la Prefectura Naval
Argentina, que tiene personal de guardia de forma continua,
realiza patrullajes y para esa época se hallaban avocados, al
igual que todas las fuerzas de seguridad nacionales y
provinciales, a la búsqueda de Christian Schaerer.
El único pase fronterizo del vehículo VOLKSWAGEN Gol,
dominio DIS-190, cuyo uso de atribuye a Raúl Nemesio Salgán,
es del día 10 de noviembre de 2003 y no coincide con la fecha
en la que Cornelli Belén sostuvo que el nombrado lo espero en
territorio brasileño para continuar con el cautiverio del
damnificado.
Por otra parte, mencionó que Barzuck fue el primero
en confesar su intervención en el hecho y a preguntas del Fiscal
afirmó que no le constaba la participación de Raúl Nemesio Salgán.
Indicó que es evidente que su relató transmitió la
verdad histórica de los acontecimientos y por ello se adecua
a las pruebas objetivas. Sin embargo, expresó que no ha sido
tenido en cuenta.
b) Correo electrónico enviado por José Horacio
Maidana a Néstor Horacio Barzuk el 24 de septiembre de 2003 y
domicilio de Maidana.
Prosiguió su crítica con el valor probatorio otorgado
al correo electrónico enviado por José Horacio Maidana a Néstor
Horacio Barzuk el 24 de septiembre de 2003 y al informe de fs.
821/842 que indica que Maidana y Raúl Nemesio Salgán tenían
idéntico domicilio.
Recalcó que Raúl Salgán explicó que la coincidencia
señalada respondía a un favor efectuado a Maidana, a efectos
de que constituya domicilio en una causa judicial que se le seguía
en la ciudad de Paso de los Libres.
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Resaltó que el Sub Comisario Barboza sostuvo que hacía
más de cinco años que José Horacio Maidana no residía en dicha
localidad.
Con respecto al e-mail, dijo que el mismo oficial indicó
que el apodo “chueco” se referiría a Fernández, compañero de
andanzas de Maidana. Agregó que en igual sentido se expresó
Barzuk, quien además dijo que Raúl Salgán no participó en el
secuestro de Christian Schaerer.
Cerró el punto, citando la declaración de Danuso, que
hizo saber que a Raúl Salgán lo apodan “Caniche”, “Cacho” o
Negro”.
c) Reconocimiento fotográfico efectuado por Nilda
Eloisa Verón.
Cuestionó que los magistrados se hayan referido al
reconocimiento fotográfico de Cornelli Belén practicado por
parte de Nilda Eloisa Verón en un proceso conexo.
Consideró que dicha prueba debió ser excluida por
aplicación de la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en el caso “Benítez”, por cuanto los dichos vertidos
en aquél proceso no han podido ser ratificados en el debate.
2) Vulneración del principio de inocencia.
La participación de Raúl Nemesio Salgán en la retención
y ocultación de Christian Schaerer en la ciudad de Paso de los
Libres, fue tácitamente descartada por el Tribunal y así lo indica
la declaración de Jessica González, que demuestra con meridiana
claridad que el nombrado estuvo en la ciudad de Buenos Aires
hasta el tercer domingo de octubre de 2003.
La participación que se le atribuye en la retención
y ocultación de la víctima en la ciudad de Uruguayana -Brasil-
se sustenta en los dichos de Cornelli Belén que se encuentran
“abiertamente destruidos” por la declaración de Barzuck, que
en ningún momento le atribuyó tareas o intervención alguna en
los traslados de la víctima y en la provisión de alimentos.
En suma, consideró que ante la ausencia de elementos
de cargo y los endebles argumentos volcados en la sentencia,
que evidencian la irregular subsunción de la relación entre el
hecho investigado y el tipo penal aplicado, se vulneró el
principio de inocencia que asiste a su defendido.
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
3) El monto de la pena impuesta. Violación al
principio de igualdad ante la ley.
La defensa indicó que de la lectura de la sentencia
impugnada se desprende que los magistrados limitaron la
participación de Raúl Nemesio Salgán a la retención y ocultación
del joven secuestrado.
Sostuvo que dicha circunstancia, sumada a la carencia
de antecedentes condenatorios y a las restantes pautas previstas
en los artículos 40 y 41 del Código Penal, no otorgan sustento
al monto de la pena impuesta, que se estableció en el máximo
previsto para el delito atribuido.
Las menores penas impuestas a Cornelli Belén y a
Gonzalo Acosta, confeso el primero de la totalidad de las
conductas previstas en el artículo 170, inciso 6°, del C.P. y
el segundo partícipe de todas ellas, revela el evidente
quebrantamiento del principio constitucional de igualdad ante
la ley. A igual imputación el Tribunal aplicó penas de diferente
gravedad sin dar fundamentos que justifiquen dicho proceder.
Al mensurar la pena, los magistrados valoraron
erróneamente las circunstancias personales que surgen del legajo
de personalidad de Raúl Nemesio Salgán, que conducen a atenuar
el quantum de la sanción, tal como la ausencia de antecedentes
y su nivel de instrucción.
4) Arbitrariedad de la sentencia por vulnerar las
reglas de la lógica y la sana crítica.
La defensa señaló que la sentencia impugnada ha tomado
en cuenta única y exclusivamente las declaraciones del condenado
Cornelli Belén, aun cuando volcó apreciaciones conjeturales o
se refirió a circunstancias que han sido desvirtuadas y que en
modo alguno configuran un cuadro probatorio idóneo para tener
por acreditada la participación directa de su defendido.
A continuación expresó que la sanción penal aparece
como respuesta a una “primordial necesidad imputativa”, cuando
su conducta no se relaciona con lo investigado y se exhibe
descolgada, desconectada y distante de las conclusiones a las
que arribó el Tribunal.
Puntualizó que los verbos de las acciones prohibidas
utilizados para incriminar a su representado se emplearon en
potencial, contradiciendo las reglas de la sana crítica. Se
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presumió lo que el imputado quiso hacer invadiéndose el principio
de reserva previsto en el artículo 19 de la Constitución Nacional.
Concluyó que se presumió un actuar doloso y se desconoció el
principio de legalidad (fs. 32.478vta.).
Destacó que no se ha probado que su representado haya
desarrollado actividad alguna que indique participación
organizada con específica atribución de funciones.
Por las razones reseñadas, la defensa solicitó que
se case la sentencia recurrida y se tenga presente el principio
“ne bis in idem”. Subsidiariamente, peticionó que se disminuya
el monto de la sanción impuesta a Raúl Nemesio Salgán al mínimo
legal previsto para el delito endilgado a su defendido.
Hizo reserva del caso federal.
B. Recurso de casación presentado por el
representante del Ministerio Público Fiscal.
El Fiscal General subrogante, doctor Flavio Adrián
Ferrini, sustentó el recurso de casación interpuesto contra los
puntos 6°) y 7°) de la sentencia obrante a fs. 32.298/32.456,
por los que, respectivamente, se dispuso la absolución de Miguel
Angel Ramírez y María Esther Sudo, en las hipótesis previstas
en los incisos 1° y 2° del artículo 456 del Código Procesal Penal
de la Nación.
1) Participación de Miguel Angel Ramírez en el
secuestro extorsivo.
El recurrente indicó que al examinar la responsabilidad
penal del nombrado con relación al secuestro extorsivo, el
Tribunal de juicio incurrió en tres errores básicos: a) omitió
analizar de manera integral los elementos de cargo, especialmente
la vinculación del imputado con la familia de Raúl Nemesio Salgán
y las escuchas de las líneas telefónicas 03772-426604 y
03772-421130; b) descalificó arbitrariamente la testimonial de
Diego René Solís y c) calificó de inocua a la llamada entrante
del 19 de noviembre de 2003 a la línea 03772-426604 (casette
11, lado “A”), por considerar que la víctima ya no se encontraba
en la localidad de Paso de los Libres y omitió valorar otros
elementos de prueba dirimentes.
Al desarrollar dichos agravios sostuvo:
a) Vinculación de Ramírez con la familia “Salgán”.
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Sustentó la vinculación de Ramírez con la familia
“Salgán” en la circunstancia de que el hermano del imputado había
sido compañero de trabajo de Oscar Salgán en “COTECAR”. Explicó
que es por dicha razón que en las escuchas se alude al informante
como “el hermano del COTECAR”.
Según el informe de Gendarmería Nacional de fs.
15.250/15.252 habitualmente daba información y cobertura para
el tráfico de drogas y su colaboración con la familia Salgán
también era conocida por la madre de Saldaña y Laurita (escucha
correspondiente a la línea 03772-422701, transcripta a fs.
2512/2513 e incorporada al debate a fs. 32.090).
Además, señaló que su cuñado Julio César Domínguez se
desempeñaba como “canoero” de Raúl Salgán y se domiciliaba en
una finca situada junto al arroyo Yatay, perteneciente a Raúl
Salgán. Asimismo, Julio César Domínguez es el titular de la
línea fija n°03772-426604 instalada en el domicilio de Raúl
Salgán en el barrio “508 Viviendas”, quien a través de ella
impartía directivas y recibía información (ver declaración de
Félix Barboza de fs. 32.045vta./32.048 en el debate y sumario
administrativo de la Policía Federal).
De las escuchas de dicha línea telefónica también surge
que tenían negocios o compartían intereses comerciales,
relacionados con la venta de cigarrillos.
A la época del hecho Miguel Angel Ramírez se
desempeñaba en la delegación de Paso de los Libres de la Policía
Federal Argentina e integraba la “Brigada”, es decir, era miembro
del grupo de confianza del Jefe de la Delegación y contaba con
información “privilegiada”.
El a quo tomó, equivocadamente, la infidencia del 19
de noviembre de 2003 como un hecho único y aislado. En realidad
Ramírez prestó cobertura a la familia “Salgán” desde una fecha
anterior. Con anterioridad alertó sobre los movimientos
policiales a Raúl Nemesio Salgán, así se deduce de la
transcripción de fs. 1590.
De la escucha de la línea telefónica correspondiente
al abonado 03772-421130 de fs. 2173vta./2174, el Tribunal sólo
infirió que Ramírez hizo alusión a la detención de Néstor Horacio
Barczuck, pero omitió valorar que el funcionario policial
mantenía informada a la familia Salgán, en esta ocasión a través
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de Oscar Salgán.
b) Testimonial de Diego René Solís.
El Tribunal de juicio aludió a las objeciones
introducidas por las defensas pero omitió individualizarlas y
consignar las razones por las que compartió los planteos.
De igual manera, los magistrados sin dar razón alguna
indicaron que el testigo Diego René Solís había sido manipulado.
El recurrente señaló que tampoco se individualizó a los
responsables ni se describió cómo se concretó la maniobra para
desfigurar la verdad y obstaculizar el proceso.
Agregó que se trata de un testigo directo, que declaró
en el debate bajo juramento de decir verdad y que sus
manifestaciones coinciden con lo acreditado en autos, por lo
que no existe motivo para desvalorizarlos.
Al continuar con su crítica, aseveró que su anterior
declaración como testigo de identidad reservada (Legajo
reservado del testigo “C”) no fue admitido en el debate y que
Diego René Solís fue citado a juicio como testigo nuevo, propuesto
por la querella, en razón de una declaración que habría prestado
en Brasil.
Por ello, consideró que resulta arbitrario igualar su
situación con la de Juan Angel Oliva -a pesar de que ambos
integraron el entorno de amistades de Sergio Salgán-, quien
estuvo imputado en la causa y posteriormente fue sobreseído.
Cuestionó que el a quo haya apoyado su posición en los
dichos de Yessica González, quien mantenía una relación afectiva
con Raúl Nemesio Salgán e intereses encontrados con Diego René
Solís.
La testigo mencionada expresó que en Paso de los Libres
todos sabían que el testigo “C” era Diego René Solís. El
recurrente puntualizó que ello sólo fue advertido por la familia
Salgán, pero en modo alguno desmerece el valor probatorio del
testimonio. Resaltó que el Tribunal no explicó los motivos por
los que dicha circunstancia conduce a desacreditarlo.
En cuanto al supuesto arrepentimiento de Solís, destacó
que de lo expresado por Yessica González y del video reproducido
en el debate surge que Solís recibió una lección del Dr. Gómez
con relación a cuatro puntos que debía recordar.
Explicó que dicha grabación se concretó por voluntad
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
propia del testigo, quien había sido descubierto y no tenía un
resguardo de identidad efectivo, quería tener una prueba del
ofrecimiento de una suma de dinero que le hizo Yessica González
para cambiar su declaración. El video se hizo con intervención
del Juzgado Federal y resultó indagado el doctor Gómez.
El representante del Ministerio Público Fiscal,
sostuvo que el Tribunal arbitrariamente, sin brindar razón alguna,
excluyó la declaración de Solís y ello condujo, conjuntamente
con la parcialización de las escuchas telefónicas a la absolución
de Miguel Angel Ramírez.
c) Omisión de valorar elementos de prueba dirimentes.
La colaboración prestada por Miguel Angel Ramírez.
El imputado pudo informar a Raúl Salgán que “la policía
de la provincia vino y se fue” porque la investigación trascendió
el ámbito de los investigadores, cuando se solicitó colaboración
a la Delegación de Paso de los Libres de la Policía Federal.
Mencionó que, seguramente, el pedido llegó a conocimiento de
la Brigada y que el sumario administrativo da cuenta que la fuerza
federal sabía que la policial provincial vigilaba desde dos
semanas antes los domicilios de la familia Salgán.
Para esa época los diarios saturaban de información
sobre la causa, nadie desconocía el caso y la sola presencia
de la comisión policial en una pequeña ciudad delataba la misión
a cumplir.
Bastaba pescar una sola palabra: “Schaerer”,
“secuestro” o el llamativo nombre de la madre “Pompeya” que
encabezaba la carátula para saber de qué caso se trataba.
Miguel Angel Ramírez estaba perfectamente informado
de las llamadas que realizó el Comisario Pedro de los Angeles
Benítez, integrante de la División Antisecuestro de la Policía
Federal, quien al identificarse por su cargo y división a la
que pertenecía, dio una dirección unívoca a la información
–Schaerer era el único secuestrado en la provincia-. El propio
Comisario aclaró que había anticipado su mensaje a un oficial
de la Delegación. Les pidió que estuviesen preparados dado que
al parecer en las escuchas hablaban de la víctima.
Benítez sólo podía alertar sobre el secuestro que nos
ocupa y es por ello que el imputado no precisó leer las órdenes
judiciales, se encontraba en la Delegación y sabía que los
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procedimientos se iban a concretar en cualquier momento. Por
ello, fue hasta el supermercado e inició la cadena informativa
vía “Pucho–Saldaña”. Así lo corrobora Ugartemendia
(fs.32.420vta/32.422), quien dijo que el imputado se acercó a
la caja entre las 21:30 y las 22:00 horas, mientras que la
solicitud de órdenes de allanamiento se presentaron ante el
Juzgado Federal de Paso de los Libres a las 23:55 horas del 19
de noviembre de 2003 (fs. 1862).
En la sentencia se dijo que no se probó que Ramírez
estuviera vinculado a la organización y tampoco que supiera que
los integrantes de la familia Salgán estaban siendo investigados.
En tal sentido, se sostuvo que la policía estaba prevenida que
Ramírez era amigo de la familia Salgán, que todo era secreto
y que en la inteligencia actuaban los investigadores de la Policía
de la Provincia a cargo del Inspector Ramírez.
A dichas consideraciones el recurrente dirigió las
siguientes críticas:
En los delitos permanentes es posible concretar un
aporte mientras el ilícito se está ejecutando, aun cuando el
partícipe no haya intervenido en el inicio del hecho.
Ramírez en el esquema organizativo de la banda que
concretó el secuestro de Schaerer era una pieza importante para
la célula que integraba Raúl Nemesio Salgán. El Comandante
Principal Paredes indicó que el imputado proporcionaba
información sobre las actividades de Gendarmería Nacional que
podrían perjudicar a Julio César Martínez, integrante del grupo
liderado por Salgán y González.
La fuerza policial desconocía que Ramírez era amigo
de la familia Salgán. El Comisario Pedro de los Angeles Benítez
alertó sobre un integrante de la delegación apodado “Mandure”
y que posteriormente se determinó que “Mandure y Patrón Ramírez”
eran la misma persona. Recién luego de la infidencia se logró
identificar a “Patrón Ramírez”, a través de Ariel Saldaña y Héctor
González “Pucho”.
La investigación no fue hermética ni reducida a un
pequeño grupo de la policía provincial. Julio Héctor Segovia
presumió que la Policía Federal tuvo conocimiento del domicilio
a allanar y resaltó que “muchos policías tenían conocimiento
del trabajo” (fs. 32.513vta). El informe obrante a fs. 1590/vta.
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
reza: “devolver las órdenes de allanamientos... y recomendar
a las autoridades locales tanto de la Policía Federal como de
la Policía Provincial para que extremen las medidas a fin de
mantener vigilados a los integrantes de la familia y/o cualquier
contacto de los mismos y ante una eventual novedad...” (fs.
32.513vta.).
En idéntico sentido, Juan Carlos Toledo (fs. 31.999)
explicó que el doctor Resoagli trabajó con ambas fuerzas
policiales -federal y provincial- y con Gendarmería Nacional.
También da cuenta de dicho proceder la declaración del Comisario
Mayor Ramón Tránsito Ramírez, quien además mencionó la
colaboración de la Policía de la Provincia de Misiones.
La investigación era secreta, es decir, sólo era
conocida por el grupo que integraban diversas fuerzas de
seguridad, entre ellas, la Policía Federal.
El imputado dijo no haber tenido conocimiento y alegó
que “hacía tres días que integraba la Brigada de Investigaciones”.
Del sumario administrativo de la Policía Federal surge que el
imputado cumplió dicha función durante varios años y que la
Brigada de la Delegación de Paso de los Libres se había rearmado
recientemente, tras la asunción de Di Rocco en su Jefatura (ver
declaraciones de Salles Paz y Roque Ariel Alfonso a fs.32.093
y 32.099, respectivamente).
El pedido de colaboración a la Policía Federal tenía
carácter reservado, pero ello no significa que era de exclusivo
conocimiento del Jefe de la Delegación. La experiencia indica
que el pedido debió indefectiblemente ser transmitido a sus
subordinados para cumplir con lo solicitado.
El recurrente concluyó que la llamada del 19 de
noviembre de 2003 a Ariel Saldaña es sólo la última muestra
auditiva de la colaboración que venía prestando el imputado y
que abarcó varias acciones de la misma naturaleza. Se trató
siempre de brindar información al grupo. Primero a Raúl, luego
a Oscar y una vez a Sergio. De lo expuesto también emerge el
aspecto subjetivo, tanto en su aspecto volitivo como cognoscitivo,
dado que sabía perfectamente cuál era el hecho objeto de
investigación.
Para esa época, según los dichos de Barczuck y Cornelli
Belén, el damnificado había sido embarcado en la ciudad de
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Uruguayana, República Federativa del Brasil, por lo que no puede
descartarse que haya sido regresado a la ciudad de Paso de los
Libres.
El Tribunal omitió considerar que al tratarse de un
delito permanente y no estar acreditado ningún desenlace al 19
de noviembre de 2003, el secuestro aún se estaba cometiendo.
El recurrente afirmó que los aportes que se hacen a
los autores son participaciones y no encubrimiento.
La resolución en crisis desconoció que la complicidad
puede asumir distintas modalidades y concretarse en ayuda
material o intelectual. No es imprescindible que la colaboración
sea material y causal. Puede traducirse en consejos, información
o ayuda técnica.
De tal modo, sostuvo que los aspectos antes señalados
completan y configuran la conducta de Ramírez como cómplice
primario del delito de secuestro extorsivo.
Agregó que la complicidad intelectual que le atribuye
al imputado, por su condición de funcionario policial, les otorgó
a los integrantes de la familia Salgán una convicción o certeza
acerca de la viabilidad de su propósito. No cualquier persona
podía garantizar la impunidad y es por ello que su aporte resultó
insustituible.
Precisó que el Tribunal omitió valorar cuánto pudo
haber influenciado en la determinación de Raúl Salgán para
intervenir en el secuestro, saber que contaba con el apoyo que
le daba Ramírez.
Alegó que el Tribunal, sin dar fundamento alguno,
calificó la conducta asumida por Miguel Angel Ramírez en el delito
de encubrimiento. En dicho caso, por aplicación del artículo
401 del CPPN, se debió disponer la remisión del proceso al juez
con competencia en Paso de los Libres, Provincia de Corrientes.
Sin perjuicio de ello, señaló que los jueces efectuaron
una errónea aplicación de la ley sustantiva al considerar
prescripta la acción penal respecto al delito mencionado.
En torno al punto, expresó que no se consideró la escala penal
prevista en el inciso 2° del artículo 277 del Código Penal, que
eleva el monto de la sanción de la figura básica cuando el hecho
precedente se encuentre penado con una pena mínima superior a
tres años de prisión, tal como es el caso del delito previsto
Cámara Federal de Casación Penal
15
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
en el art. 170 del Código Penal.
En la oportunidad prevista en el artículo 466 del CPPN,
el Fiscal General, doctor Ricardo Gustavo Wechsler, agregó que
el aporte de Miguel Angel Ramírez en el secuestro extorsivo debe
encuadrarse en el artículo 45 del Código Penal, como cómplice
primario, atento que no cualquier persona podía garantizar la
impunidad. De tal manera calificó a su aporte de insustituible.
2) Agravios relativos a la absolución de María Esther
Sudo.
El representante del Ministerio Público Fiscal precisó
que el secuestro extorsivo es un delito plurisubjetivo que por
su extensión temporal requiere la participación de un grupo
ligado fuertemente por vínculos de confianza y la coordinación
de varios aportes.
En dicha inteligencia, consideró que María Esther Sudo
aportó al hecho delictivo aquí investigado la chacra situada
en Jorge Newbery y Ernesto Montiel, cuya posesión compartía con
Raúl Nemesio Salgán. En dicho predio la víctima fue retenida
a partir del 24 de septiembre de 2003.
Agregó que también realizó las gestiones
correspondientes para concretar el alquiler del inmueble del
paraje Ombucito, segundo destino de Christian Schaerer.
Al respecto, citó el informe del Vínculo por Análisis
Informático de las Comunicaciones (sobre n°183 reservado en
Secretaría) que detalla nueve comunicaciones entabladas el 1º
de octubre de 2003 desde la línea 03772 15508081, cuyo titular
y usuaria era la imputada, con el dueño de la cabaña del paraje
mencionado, Miguel Angel Carbonell.
Los jueces afirmaron que no se acreditó el uso personal
y exclusivo del aparato celular por parte de Sudo y atribuyeron
dichos llamados a “algún integrante de la familia Salgán”. Sin
embargo, no tuvieron presente que de acuerdo a lo expresado por
la acusada, su marido (Raúl Nemesio Salgán) volvió a su domicilio
el 18 de octubre.
Concluyó que en ausencia de su esposo efectuó los
arreglos para alquilar la cabaña mencionada, dado que siguiendo
el razonamiento del Tribunal tampoco podría ser otro integrante
de la familia, atento que Oscar, Sergio y Gabriel resultaron
absueltos y no han sido mencionados con relación al arrendamiento
16
de la chacra.
Además, indicó que la acusada prestó colaboración
material, dado que aportó su rodado VOLKSWAGEN Gol, dominio
DYS-190 para trasladar al damnificado desde la chacra hasta el
paraje Ombucito.
Su automóvil –no el de Salgán como se refiere en la
sentencia a fs. 32.399- fue visto por distintos vecinos en
Ombucito (Nilda Eloisa Verón de Lemes, Nicolás Lemes, Balbina
Romero y Gerardo Hilarión Alegre) en fecha contemporánea a la
estadía de la víctima en dicha localidad.
De acuerdo a lo declarado por Cornelli Belén, dicho
automotor también fue utilizado en la ciudad de Uruguayana para
trasladar a Christian Schaerer y sus secuestradores a la casa
de la ex mujer de “Rato Branco”, lugar en el que estuvo la imputada
en momentos en los que también se encontraba el damnificado.
Explicó que María Esther Sudo cruzó la frontera y
seguramente debió conducir el vehículo, dado que se requiere
una autorización notarial para egresar del país con un automóvil
ajeno.
Por otra parte, en razón de que participó del secuestro
-integrando la célula de guardadores liderada por Raúl Nemesio
Salgán- pretendió armar una coartada y tomó medidas para dejar
constancia que no se hallaba en el país (ver informe de Toledo
de fs.2286/2289). Con esa idea, utilizó a Sonia Rocabado Guzmán
para que egresara del país con su documento. Así surge de las
pruebas obrantes en el Expediente n°332/04 del TOF de Corrientes,
“Rocabado, Guzmán Sonia s/uso indebido de documento público”,
entre ellas, la declaración de Rocabado, quien en el debate indicó:
“...que la señora quedó con el esposo a veinte o treinta metros;
no sabe por qué no hizo el trámite...”). La maniobra tuvo por
objetivo “tener los frentes cubiertos cuando debieran
trasladarse para el reparto del botín. Al fallar esa maniobra,
debieron registrarse el 10 de noviembre de 2003 cuando egresa
Sudo, Raúl Salgán y su pequeño hijo” (cfr. fs. 32.526).
Asimismo, manifestó que el Tribunal omitió referirse
a los dichos de Cornelli Belén, que ubicó a Sudo en la ciudad
de Curitiba (Brasil), a donde convergieron Lorhman, “Caniche”,
Maidana y Carro Córdoba para efectuar el reparto del dinero
obtenido.
Cámara Federal de Casación Penal
17
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Posteriormente, la imputada no regresó a Paso de los
Libres sino que aleccionó a su hijo para que diga que se
encontraban en la Provincia de Santa Fe y optó por hacer cruzar
irregularmente la frontera a su hijo menor de edad -Gabriel-.
El recurrente expresó que de lo expuesto surge que los
magistrados no valoraron la totalidad de los elementos de prueba
producidos y por ello consideraron que la intervención de la
imputada fue “intrascendente” para conmover el estado de
inocencia que la ampara.
Por último, indicó que si su intervención en el hecho
consistió en “encubrir” (término utilizado por el “a quo”),
debieron implementar el razonamiento empleado en el caso de
Miguel Angel Ramírez y concluir que su conducta configuró el
delito de encubrimiento, en cuyo caso la acción penal tampoco
estaría prescripta ni alcanzada por la excusa absolutoria
prevista en el apartado 3°) del artículo 277 del Código Penal,
texto según Ley 25546, que no rige respecto a los casos del inciso
1º, apartado “e” y del inciso 2º, apartado “b”.
Por su parte, el Fiscal General, doctor Ricardo Gustavo
Wechsler, indicó que el Tribunal sin dar fundamento alguno
calificó de intrascendente a la reconocida intervención de la
imputada en el hecho.
Solicitó que se haga lugar al recurso de casación
deducido por el Fiscal General subrogante, doctor Flavio Ferrini
y se case la sentencia dictada por el Tribunal Oral Federal de
Corrientes.
C. Recurso de casación interpuesto por la querellante
Gloria Pompeya Gómez, madre de Christian Eduardo Schaerer.
La doctora Milagros Resoagli, en representación de la
querellante Gloria Pompeya Gómez, interpuso recurso de casación
contra la sentencia obrante a fs.32.298/32.456, en cuanto dispuso
la absolución de culpa y cargo de Oscar Antonio Salgán, Sergio
Gustavo Salgán, Jorge Gabriel Sudo, María Esther Sudo y Miguel
Angel Ramírez y condenó a Claudio Sebastián Cornelli Belén y
a Gonzalo Adrián Acosta a la penas de doce y dieciséis años de
prisión, respectivamente.
Sustentó la impugnación en la incorrecta aplicación
de la ley sustantiva y adjetiva, conforme a los agravios que
a continuación se exponen resumidamente.
18
1. Situación de Oscar Antonio Salgán
Expuso que los sentenciantes desecharon los dichos
de la querellante y de César Damián Azula, quienes a escasos
días del episodio dieron cuenta de lo sucedido durante el pago
del rescate y de la intervención de Oscar Antonio Salgán. Tampoco
valoraron los reconocimientos efectuados durante la instrucción
(fs.2259 y 4296/4297) y el primer día de la audiencia de debate
(fs.31.994 “in fine”).
Agregó que, sin fundamentación alguna, tomaron como
una verdad revelada a las declaraciones brindadas por los
testigos ofrecidos por la defensa, que sólo ponen en un marco
de dudas que Oscar Antonio Salgán haya estado en la tarde del
día 5 de noviembre de 2003 y por la mañana del día siguiente
en Paso de los Libres.
Puntualmente, cuestionó el valor probatorio
adjudicado a los informes de la Universidad Cuenca del Plata
(fs. 2530/2537) y a los dichos de Juan Angel Oliva, Juan Carlos
Silberstein, Marcelo Manuel Pardo, Reinaldo Abel Gallardo
Ramírez, Héctor Corona y Rafael Alejandro Cortés.
Expresó que ninguno pudo afirmar de manera contundente
la presencia de Oscar Antonio Salgán en Paso de los Libres el
5 y 6 de noviembre de 2003 y mostraron una selección de recuerdos
asombrosa, por cuanto nada pudieron recordar sobre sus
actividades académicas correspondientes a los años posteriores.
Sostuvo que Gloria Pompeya Gómez y César Damián Azula,
por el contrario, se expidieron respecto a una experiencia quizás
irrepetible que jamás olvidarán.
Asimismo, indicó que nada dijo el Tribunal respecto
de la posibilidad real y concreta de que una persona se encuentre
entre las 7:00 y las 8:00 horas en Ciudad del Este -Paraguay-
y a las 15:00 esté en Paso de los Libres, Provincia de Corrientes,
atento que la distancia entre ambas ciudades no supera los
setecientos kilómetros.
Afirmó que la sana crítica no puede convertirse en
un sistema de exclusión arbitraria de prueba. En dicho sentido,
refirió que sin explicación lógica descalificaron el relato de
Solís, quien señaló a Oscar Antonio Salgán en distintas
instancias del secuestro de Christian (ver acta de debate,
fs.32.022 vta. y 32.023 “in fine”).
Cámara Federal de Casación Penal
19
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
De igual manera procedieron respecto a las
conversaciones telefónicas entre Raúl Nemesio y Sergio Salgán,
que dan cuenta que Oscar no era ajeno a los acontecimientos objeto
de estudio y que pretendía proteger a su padre prófugo. Tampoco
valoraron los recortes periodísticos secuestrados, cuya
propiedad admitió el imputado.
En suma, sostuvo que tres testimonios contundentes
(Gloria Pompeya Gómez, César Damián Azula y Diego René Solís),
diligencias de reconocimientos, escuchas telefónicas, informes
policiales incorporados al debate -que no fueron valorados por
el tribunal al momento de fundamentar su decisión- constituyeron
prueba suficiente de la participación de Oscar Antonio Salgán
en el pago del rescate de la víctima.
2. La absolución de Sergio Gustavo Salgán
La querella adujo que los jueces descalificaron sin
razón ni solvencia resolutiva el testimonio de Solís, denegaron
la producción de las declaraciones testimoniales de Juliana
Chiarelli Mascia (fs.2714), Andrea Soza Da Silva (fs. 2716),
Luis Fernando Pereira Carvalho (fs. 2388/2390) e Isabel Cristina
Rodríguez Da Silva (fs. 2391/2392), todos de nacionalidad
brasileña, interpretaron arbitrariamente las escuchas
telefónicas correspondientes al 19 de noviembre de 2003 y
obrantes a fs. 2173/2174 e ignoraron la declaración de Cornelli
Belén (fs.28.190/28.280) incorporada en la audiencia de debate
-ver fs.31.988-. Sostuvieron que dicho proceder los llevó a
concluir que Sergio Gustavo Salgán sólo era un encubridor de
la actividad de su padre.
Las escuchas telefónicas mencionadas revelan que el
encausado tuvo conocimiento de la conducta asumida por Raúl
Nemesio Salgán y prestó colaboración al esquema delictivo
implementado para procurar que el secuestro de Christian Eduardo
Schaerer se siga cometiendo.
El 19 de noviembre de 2003 le ofreció a su progenitor
ir a cuidar a la víctima y recibió dos indicaciones: darle de
comer y quemar “la libreta que tiene Juan” (fs.32.555). También
Cornelli Belén aseveró que el imputado llevó comida a la chacra
de su padre cuando Christian se encontraba retenido allí.
Tampoco existe elemento alguno que avale que el
damnificado ya no estaba en el país el 19 de noviembre de 2003,
20
como se afirmó en la sentencia, como fundamento genérico para
dictar la absolución de Sergio Salgán, Oscar Salgán, María Esther
Sudo y Gabriel Sudo. Lo cierto es que nadie sabe dónde está
Christian, que pasó con él después del 9 de noviembre de 2003.
No obstante ello, fundamentaron la sentencia
absolutoria afirmando que sólo se limitaron a encubrir a su padre,
porque para la fecha indicada Christian ya no estaba en el país.
Los jueces sostuvieron que Solís fue manipulado por
las partes y que por sus circunstancias personales no reúne las
características de objetividad y seriedad necesarias para
otorgar eficacia probatoria a su declaración.
Al respecto la querella indicó que en la sentencia nada
se dijo sobre las circunstancias personales que se denuncian
para descalificar a Solís. Un análisis prudente de todo lo
relativo al testigo revela que sólo la defensa pretendió
manipularlo y el Tribunal excluyó la valoración del video
incorporado como prueba y reproducido en juicio donde queda
demostrado tal proceder (fs. 32.023vta. “in fine”).
Por otra parte, señaló la constante e infundada
negativa del Tribunal de juicio de procurar el efectivo
comparendo de los testigos brasileros Juliana Chiarelli Mascia,
Andrea Soza Da Silva, Luis Fernando Pereira Carvalho e Isabel
Cristina Rodríguez Da Silva o de incorporar las declaraciones
prestadas en instrucción, en la que sindicaron a Sergio Salgán
acompañando a su padre para entrevistarse con Lorhman y Cornelli
Belén en el hotel “Barcelona” de la ciudad de Uruguayana.
Detalló que durante el debate rechazaron la
incorporación por lectura de los testigos mencionados, en clara
violación del artículo 391 del código de forma (fs. 32.068 “in
fine”) y que tampoco se hizo lugar a la solicitud de que declaren
en Pasos de los Libres, cuando el Tribunal se constituyó en dicha
ciudad para realizar una inspección judicial (fs. 32.098vta.
“in fine”).
Al tomar dichas decisiones el Tribunal argumentó que
los escritos presentados no fueron librados conforme al artículo
18 del protocolo de Asistencia Jurídica Mutua en Asuntos Penales
del Mercosur y que no contaban con garantías de seguridad en
el traslado de los imputados por parte del personal a cargo de
su custodia.
Cámara Federal de Casación Penal
21
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
La querella concluyó que los magistrados no motivaron
seriamente su negativa y afectaron su derecho a contar con los
mencionados testimonios.
3. La absolución de Jorge Gabriel Sudo y María Esther
Sudo.
La recurrente cuestionó que se hayan desacreditado los
reconocimientos que en rueda de persona efectuaron Gómez y Azula
respecto de Jorge Gabriel Sudo, por considerarse incumplidos
los recaudos formales exigidos por los artículos 271 y 272 del
C.P.P.N. en base a afirmaciones carentes de fundamentación.
Sostuvo que el “a quo” tampoco ha dado mérito a lo
señalado por Gómez y Azula, respecto a que vieron a Jorge Gabriel
Sudo dentro de un automóvil Renault 12 break color claro,
marroncito, cuando la existencia de tal vehículo en poder de
los Salgán con anterioridad al 2003 quedó acreditada con la
declaración de Arístides Navarro (fs. 32.081/vta.), quien como
gestor realizó los trámites correspondientes a la transferencia
de dicho rodado, aclarando que Raúl Nemesio Salgán lo transfirió
a nombre de María Esther Sudo.
Asimismo, han guardado silencio respecto a la
documentación obrante a fs. 5501/5513, de donde emergen
inasistencias los días 4 y 5 de noviembre, compatibles con su
estancia en la ciudad de Encarnación -República del Paraguay-.
Por otra parte, puntualizaron que los testigos
mencionados por los magistrados no aseveran que el día del pago
del rescate el imputado concurrió a la Escuela Técnica n°1.
La recurrente consideró que el cuadro probatorio
evidencia que Jorge Gabriel Sudo tuvo distintas funciones dentro
del esquema delictivo: realizar tareas de vigilancia en la ciudad
de Encarnación, el 5 de noviembre de 2003 y despistar respecto
del paradero de su madre y de “Caniche” Salgán, tal como surge
del contenido de las escuchas correspondientes al abonado
03772-426604 del 14 de noviembre de 2003.
Con relación a la situación de María Esther Sudo, la
querella citó los elementos de prueba que consideró
arbitrariamente excluidos de la valoración efectuada por los
sentenciantes y que posibilitó se invoque un cuadro de duda que
no existe.
Adujo que la lógica, la experiencia y el sentido común
22
también aquí nos indica que quien es pareja de Raúl Nemesio Salgán,
que lo acompañó para recibir parte del dinero producto de la
extorsión, que procuró desviar la investigación simulando
registraciones migratorias, que facilitó su automóvil para el
traslado de la víctima, que se comunicó con el propietario del
lugar donde estuvo en cautiverio Christian Eduardo Schaerer,
que compartió la intimidad marital con Raúl Nemesio Salgán, no
puede ser ajena al hecho, por lo que solicitó se revoque la
resolución dictada a su respecto por haberse violado las normas
procesales que exigen una debida fundamentación en la valoración
de los elementos de prueba.
4. La absolución de Miguel Angel Ramírez.
Para adoptar la resolución liberatoria impugnada los
jueces sostuvieron que no se acreditó que el encausado al momento
de alertar a Sergio Gustavo Salgán (a través de Héctor Fabián
González, alias “Pucho”) de la orden de allanamiento de su morada
para el 19 de noviembre de 2003, tuviera conocimiento que dicha
diligencia respondía a la causa del secuestro de Christian
Eduardo Schaerer.
Refirió que la declaración de Solís (fs. 32.022 “in
fine”) da cuenta de la amistad que unía al imputado con la familia
Salgán, con quienes asistió a la casa de Ramírez con posterioridad
al secuestro, en noviembre o diciembre de 2003.
La querella afirma que Miguel Angel Ramírez como
integrante de una pequeña delegación de la Policía Federal y
amigo de la familia Salgán, no podía desconocer que en el marco
de la causa “Schaerer” se habían devuelto órdenes de allanamiento
a las propiedades de “los Salgán” y que otras órdenes se iban
a efectivizar el 19 de noviembre del 2003.
En tal sentido, valoró el informe del Oficial Principal
de la Policía de Corrientes, Eduardo Acevedo (fs. 1590) que
recomendó a las autoridades de la policía local y de la Federal
para que mantengan vigilados a los integrantes de la familia
Salgán (ver acta de debate de fs. 32.110).
Por otra parte, el Comisario a cargo de la delegación
de la Policía Federal en Paso de los Libres, Norberto José Di
Rocco, hizo saber que era de conocimiento general que las fuerzas
policiales andaban dando vuelta por las chacras de Salgán y que
Ramírez pudo haberse enterado. Asimismo, dijo que Pedro de los
Cámara Federal de Casación Penal
23
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Angeles Benítez le informó que se trataba de la causa Schaerer.
Así, la recurrente concluye que estos dichos dejan en claro que
en aquel reducido grupo que componía la delegación de la Policía
Federal sabían que se habían ordenado allanamientos a las
propiedades de la familia Salgán relacionados con la
investigación del secuestro que nos ocupa.
Puntualizó que los hechos reseñados lucen coincidentes
con lo declarado por Julio Héctor Segovia, integrante de la
policía provincial, que afirmó haber recibido órdenes de
allanamientos del juez Oliva y que una de ellas era para el
domicilio de Raúl Nemesio Salgán pero al no haber movimiento
en la casa no se realizó la diligencia y devolvieron la orden.
Relató que estuvo cuatro o cinco días en Paso de los Libres y
durante dicho lapso observaron la casa por la mañana y por la
tarde y se movilizaron junto a Acevedo y Duette en un Fiat Uno
blanco. Aclaró que la Policía Federal de Paso de los Libres,
había ofrecido colaboración.
Asimismo, criticó que el a quo no le haya dado valor
esclarecedor a la conversación telefónica de Sergio y Raúl
Nemesio Salgán (fs.1672), en la que se hace referencia concreta
al imputado, como al “morocho de gorrita azul” o “el hermano
de cotecar”.
5. Errónea aplicación de la ley penal sustantiva.
Aplicación de la agravante prevista en el artículo 41 bis del
Código Penal.
El Tribunal ponderó el alto grado de peligrosidad del
accionar del grupo criminal interviniente en el secuestro de
Christian Eduardo Schaerer pero al momento de evaluar la conducta
de los captores contradictoriamente concluyó que utilizaron
armas de utilería.
Consideró que lo expuesto por los testigos Fernando
Javier Muchenik Serial, María Antonia Santana, Aníbal Jaime Meza,
Leonardo Muchenik Serial y por el condenado Cornelli Belén,
sumado al secuestro de las armas practicado durante el
allanamiento del domicilio de Domingo Gianotta (fs.
16.659/16.661) y a las aludidas características de la banda
criminal, conducen razonablemente a afirmar la efectiva
utilización de armas de fuego idóneas durante la sustracción
de la víctima, la procedencia de la agravante prevista en el
24
artículo 41 bis del Código Penal y la consecuente imposición
de penas más severas.
Por todo lo expuesto, solicitó que se anule la sentencia
dictada el 28 de agosto de 2009 y se remitan las actuaciones
al tribunal de origen a fin de que se dicte una nueva resolución.
Por último, hizo reserva del caso federal.
D. Recurso de casación interpuesto por la defensa
de Gonzalo Adrián Acosta.
El defensor oficial fundó su presentación en los dos
incisos del artículo 456 del Código Procesal Penal de la Nación.
1. La acusación del Ministerio Público Fiscal.
Afectación a la garantía del debido proceso y defensa en juicio.
La defensa sostuvo que al momento de alegar, el Fiscal
General no mencionó la totalidad de la prueba en la que procuró
acreditar los difusos hechos señalados en su acusación. Indicó
que como consecuencia de ello el tribunal completó la acusación
al valorar elementos de cargo que no habían sido mencionados
por el acusador.
En dicho sentido, remarcó que la sentencia en crisis
resultó complementaria e integradora de la acusación pública
y no el producto de una contienda entre fiscal y defensor,
vulnerándose así la garantía de imparcialidad del juzgador
derivada del artículo 18 de la Constitución Nacional y
expresamente contemplada en el artículo 8.1 de la Convención
Americana de Derechos Humanos.
Con cita de doctrina y jurisprudencia destacó que el
juez es imparcial cuando obra como un tercero ajeno a las partes
cuyos intereses están trabados en la contienda entre acusador
y acusado.
Precisó que el Fiscal General fundó su pretensión en
testimonios y piezas documentales no mencionadas en el
requerimiento de elevación a juicio y que el Tribunal no incorporó
al debate, como es el caso de las declaraciones de Lourdes Lorena
Aquino, Cinthia Pérez Toranzo, Estela Caballero Corrales, Julio
César Domínguez y Lele Miño.
Además, indicó que los magistrados por aplicación del
principio de exclusión probatoria descartaron las declaraciones
de Juan Francisco Viarnes, Diego René Solís y Juan Angel Oliva,
Cámara Federal de Casación Penal
25
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
por lo que al momento de alegar, la defensa no contó “con la
información fehaciente de cuál era el soporte jurídico con que
se pretendía justificar la imputación del hecho a Acosta” (fs.
32.589vta.).
Consideró que ello le imposibilitó la realización de
una defensa eficaz, dado que recién al interponer el recurso
de casación pudo conocer el hecho imputado y la prueba de cargo.
Asimismo, aseveró que la deficiente e incompleta
acusación presentada por el representante del Ministerio Público
Fiscal que, en complicidad con el Tribunal de juicio que integró
prueba para fundar la sentencia condenatoria de su defendido,
vulneraron las reglas del debido proceso y el derecho de defensa
en juicio.
En base a lo expuesto, solicito que se declare la
nulidad de la acusación fiscal y se absuelva a su asistido.
2. Arbitraria valoración de la prueba.
a) La declaración del coimputado Cornelli Belén.
Sostuvo que la sentencia condenatoria recurrida tiene
como eje central la declaración del coimputado Cornelli Belén,
a la que se remiten los restantes elementos de prueba.
Con cita de jurisprudencia, sostuvo que las
declaraciones prestadas por los coimputados en contra de sus
consortes de causa son siempre sospechosas, aun cuando al
formularlas no consigan excusar o aminorar su responsabilidad
penal.
Además, expuso que la declaración de Cornelli Belén
se efectuó dentro de un contexto muy particular, atento el
ofrecimiento efectuado por la fiscalía para que declare de la
manera en que lo hizo, a modo de “negociación”, teniendo en cuenta
la aplicación de los beneficios de la ley penal en sus artículos
41 ter y 170, último párrafo, del Código Penal.
El propio Tribunal desconfió de la actividad del fiscal
y decidió extraer testimonios de la sentencia y dar intervención
al Procurador General de la Nación a efectos que investigue la
conducta del representante del Ministerio Público Fiscal.
Mencionó que Cornelli Belén fue una de sus supuestas
víctimas (cfr. fs. 32.594 vta.) y por ello en la valoración de
su declaración debió considerarse la gestación de lo que los
jueces denominaron “confesión”, atento que el ofrecimiento
26
efectuado al nombrado le creó la expectativa de mejorar su
situación y dicha circunstancia genera dudas respecto a la
imputación que dirigió a sus consortes de causa.
Con cita de doctrina, explicó que la confesión es una
declaración contraria a quien la formula y debe analizarse
rigurosamente las causas de su producción y las formalidades
de su obtención.
Asimismo, expresó que las imputaciones que formuló
contra su defendido no fueron corroboradas con otros medios de
prueba, configurándose un cuadro de duda respecto al rol y a
la verdadera participación de Acosta en el hecho.
b) La participación de Gonzalo Adrián Acosta.
Refirió que no pudo acreditarse que Acosta tuviera en
todo momento la línea telefónica n° 03442-15640073 y que de ello
dio cuenta el propio Cornelli Belén, quien mencionó que mientras
estuvieron en la localidad de Saladas no tenían teléfono.
A partir de ello, sostuvo que todo el derrotero que
se describe a través de las llamadas entrantes y salientes a
dicho número no puede ser atribuido con certeza a Acosta.
Además, mencionó que los testigos Muchenik, María
Antonia Santan, Aníbal Jaime Meza no reconocieron a Acosta como
uno de los autores del secuestro de Christian. En igual sentido,
destacó que Ramona Silva, Nilda Eloisa Verón de Lemes, Nicolás
Lemes, Balbina Romero y Gerardo Hilarión Alegre sólo reconocen
haber visto en Paso de los Libres a Cornelli Belén.
En base a lo reseñado, el defensor público sostuvo
que no se pudo acreditar cuál fue el aporte específico de su
defendido durante todo el hecho, por lo que no corresponde la
imposición de una pena que supere el monto mínimo previsto para
el tipo penal atribuido.
3. Inadecuada fundamentación del monto de la pena
impuesta.
El recurrente sostuvo que contrariamente a lo valorado
por el Tribunal de juicio no se encuentra acreditado que su
asistido haya percibido suma de dinero alguna y que su supuesta
intervención fue motivada por su juventud y estado de
vulnerabilidad, como producto de una infancia y adolescencia
carente de respaldo emocional y de contención familiar, pilares
Cámara Federal de Casación Penal
27
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
fundamentales en el desarrollo psíquico de una persona.
Luego de resaltar que la pena privativa de la libertad
tiene por finalidad esencial la reforma y la readaptación social
de los condenados, afirmó que la peligrosidad del autor debe
ser interpretada como la necesidad de evaluar cuáles serán las
consecuencias de la pena desde el punto de vista de la prevención
especial.
Bajo dichos parámetros, sostuvo que de acuerdo a la
edad de Acosta al momento del hecho el monto de pena discernido
resulta excesivo. En ese sentido, destacó que la utilización
de la pena debe tener un efecto resocializador y “cuanto mayor
sea el plazo de encierro menor serán las posibilidades de trabajar
sobre la persona de Acosta” (fs.32.604 vta.).
Por otra parte, la defensa afirmó que los jueces de
la instancia anterior incurrieron en una defectuosa
fundamentación de la pena al considerar circunstancias
constitutivas del tipo penal agravado que se reprocha (artículo
170, inciso 6º, del Código Penal) como elementos justificantes
de una mayor punición.
En base a las consideraciones reseñadas, solicitó se
reduzca el monto de la sanción al mínimo legal previsto por el
artículo 170, inciso 6°, del Código Penal.
Formuló reserva del caso federal.
E. Recurso de casación interpuesto por la defensa de
Cristian Ramón Carro Córdoba.
El doctor Marcelo Leonardo Fernández, defensor de
Cristian Ramón Carro Córdoba, con invocación del inciso 2° del
artículo 456 del C.P.P.N. y del derecho del condenado a una
revisión eficaz de la sentencia, conforme a lo resuelto por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa n°1681 “Casal,
Matías Eugenio y otros s/robo simple en grado de tentativa”,
planteo los siguientes agravios:
1. Constitución del Tribunal Oral Federal de
Corrientes. Violación a la garantía de imparcialidad de los
magistrados.
El recurrente cuestionó la intervención de los
magistrados Lucrecia M. Rojas de Badaro y Fermín Amado Ceroleni
en razón de que al haber integrado el Tribunal que dictó sentencia
en la causa n°430/07 ya habían valorado y emitido opinión sobre
28
elementos de prueba que debían ser considerados en la presente
causa.
Sostuvo que la garantía de imparcialidad se encuentra
relacionada con el principio de juez natural y su respeto hace
a la existencia del debido proceso. El apartamiento del juez
no afecta su honorabilidad sino que se fundamenta en un motivo
estrictamente objetivo y a efectos de eliminar la posibilidad
de que interfieran prejuicios como producto de su intervención
anterior en la misma causa, circunstancia que hace dudar de la
posición neutral constitucionalmente exigible al juzgador.
Sostuvo que la “prejudicialidad” siempre estuvo
latente a lo largo del debate y finalmente se plasmó en la
sentencia recurrida, al rechazarse los planteos de nulidad
mediante la remisión a los fundamentos dados en la sentencia
dictada en la causa n°430/2006. Mencionó que el Fiscal solicitó
a los jueces que fallen “igual que en el juicio anterior”,
denotando con ello una obligación a expedirse en determinado
sentido, con el consiguiente peligro de lesión a los derechos
y garantías constitucionales de su defendido.
Indicó que dicha circunstancia pone en evidencia la
“prejudicialidad y arbitrariedad” de la sentencia recurrida.
Por otra parte, afirmó que la constitución del Tribunal
jamás quedó firme, debido que aún se encuentra en trámite ante
la Corte Suprema de Justicia de la Nación el recurso de queja
correspondiente a la recusación planteada respecto a los jueces
intervinientes en las presentes actuaciones.
2. Nulidades:
a) Nulidad de la detención y de la declaración de
Barczuk del 17 de noviembre de 2003.
Sostuvo que el Tribunal no realizó un análisis crítico
y razonado del planteo de nulidad efectuado sino que se remitió
a lo resuelto en el primer debate y de esa manera afectó la
garantía de imparcialidad del Tribunal.
b) Nulidad de la incorporación a la causa de los correos
electrónicos correspondientes a las direcciones “el
Brasilero2020”, “elBrasilero2005”, “elBrasilero2003”, “pedro
barbieri” y “judith alvarenga”.
La asistencia técnica cuestionó que se haya
Cámara Federal de Casación Penal
29
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
considerado insuficiente a las escuchas telefónicas para
acreditar la intervención de un hacker en la apertura de los
correos electrónicos.
Resaltó que en otra parte de la sentencia, las escuchas
telefónicas han sido consideradas un “valioso aporte probatorio”,
denotando ello una evidente arbitrariedad en la valoración de
la prueba.
Agregó que la intervención de un “hacker” provoca
razonablemente la suficiente duda sobre la autenticidad del
contenido de los correos electrónicos, dado que su actuar se
caracteriza por no dejar rastros de su intervención y por la
alteración y creación de datos.
Por otra parte, refirió que los correos electrónicos
han sido obtenidos durante el interrogatorio ilegal a que fue
sometido Barzuck. De las comunicaciones telefónicas entre el
padre y el hermano de la víctima surge que las direcciones de
correo electrónico fueron obtenidas con anterioridad a la
declaración de Barzuck en la sede de la Fiscalía y que en dicha
ocasión se le encomendó a Gastón Schaerer que pase dichos datos
al Fiscal interviniente.
c) Nulidad del peritaje odorológico.
El recurrente expuso que el Tribunal al rechazar el
planteo de nulidad no tomó en cuenta que el defensor oficial
estuvo en la realización del peritaje pero no fue notificado
ni presenció la toma de muestra de olores. La ausencia de control
de dicha actividad impide constatar de manera fehaciente “que
olor fue enumerado en ese tubo que según el acta era el olor
de Christian tomado del auto” (fs. 32.618vta.).
Asimismo, indicó que Rosillo era el único experto en
la materia, por lo que no se puede imputar a las defensas una
supuesta inactividad en nombrar perito de parte.
En base a ello, concluyó que se admitió como
absolutamente verosímil una prueba que jamás pudo haber sido
controlada por la defensa.
d) Nulidad de la declaración de Cornelli Belén.
Con cita de doctrina, la defensa puntualizó que “la
impunidad de los mal llamados arrepentidos constituye una seria
lesión a la eticidad del Estado, pues este no puede valerse de
medios inmorales para evitar la impunidad” (fs. 32.620).
30
Destacó que en otros países esta figura fue dejada en
desuso, porque era utilizada por los cabecillas de la banda a
efectos de procurarse impunidad.
En razón de ello, precisó que la libertad de una persona
no puede quedar supeditada exclusivamente a los dichos de un
arrepentido que procura efectuar declaraciones en el sentido
que más lo beneficie o le sea requerido. Su relato debe estar
avalado por alguna otra prueba, situación que no ocurre respecto
a la presencia de Carro Córdoba en Saladas y en todo lo que hace
al cobro y reparto del rescate.
La mención de la utilización en el hecho de un Peugeot
306 se efectúa una vez que Carro Córdoba fue detenido a bordo
de su rodado. A efectos de amoldar la prueba al caso fue
incorporado en la declaración de Cornelli Belén, quien se
encontraba negociando con la madre de la víctima una disminución
de la pena, tal como quedó demostrado con los alegatos del Fiscal
y de la querella.
Por último, adujo que la declaración de Cornelli Belén
no sólo es contradictoria e inconsistente sino que prácticamente
es la única prueba de cargo en relación a Carro Córdoba, por
lo que no puede ser utilizada para fundamentar su condena.
3. Arbitraria valoración de la prueba.
a) Los medios de transporte empleados en la comisión
del delito.
Sostuvo que la solitaria declaración de Cornelli Belén
se refiere a la utilización de un Peugeot 306 para trasladar
a la víctima desde la localidad de Saladas hacia Paso de los
Libres, pero nunca manifestó que se refería al perteneciente
a Carro Córdoba -dominio DNR916-.
Resaltó que no existe prueba alguna que acredite que
dicho automóvil circuló por las rutas correntinas (cfr. fs.
32626/32626vta.) y que incluso el nombrado al individualizar
a las personas que efectuaron el traslado de la víctima excluyó
a su defendido.
El Tribunal se refirió a otra causa en la que Carro
Córdoba fue condenado y se estableció la participación de Lorhman.
El similar modus operandi advertido no constituye
prueba de la participación de Carro Córdoba en el hecho
Cámara Federal de Casación Penal
31
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
investigado en la presente causa y, menos aún, puede sustentarse
su condena por su relación anterior con Lorhman, Maidana y otros
involucrados en la presente causa. En referencia al punto, la
defensa afirmó que la fundamentación de la sentencia resulta
inconstitucional por vulnerar los principios básicos del
derecho.
Por otra parte, alegó que mediante una errónea
interpretación de la declaración de Eduardo Ramón Battistessa
se vinculó a su asistido con el automóvil Corsa, dominio DMU-037
adquirido por Lorhman y cuya utilización en el hecho fue sostenida
en la acusación y en la sentencia.
Refirió que el testigo se limitó a afirmar que conoce
a Carro Córdoba, que anteriormente le había vendido algunos autos
y que aparentemente uno de ellos habría sido utilizado en un
secuestro extorsivo en la Provincia de Buenos Aires.
Puntualizó que los elementos de prueba deben referirse
a la comisión del delito que nos ocupa y no a circunstancias
o relaciones anteriores con sus consortes de causa, por lo que
consideró que la declaración de Battistessa no puede ser tenida
en cuenta para sustentar la participación de Carro Córdoba en
el hecho.
Tampoco puede considerarse elemento de cargo lo
expuesto por Autora Jesús Contreras, titular registral del rodado
Corsa DMU037, quien expresó que en el 2002 vendió el vehículo
a un vecino y luego inexplicablemente recibió toda la
documentación del rodado a través de un correo originado en la
ciudad de Gualeguaychú, Provincia de Entre Ríos.
La circunstancia de que para aquella época Carro
Córdoba se encontraba en dicha ciudad no acredita su vinculación
con la documentación remitida. Su presencia en la localidad
mencionada no es extraña, dado que su familia reside allí. Se
trata de una circunstancia fortuita que no resulta idónea para
vincular al imputado con el automóvil Corsa DMU037, como
arbitrariamente se sostiene en la sentencia recurrida.
b) Los medios de comunicación utilizados en la comisión
del delito.
La asistencia técnica indicó que Fontanari,
propietario del local comercial de la localidad de Concepción
del Uruguay, no reconoció a Carro Córdoba como el comprador de
32
la línea telefónica 03442-15629958 utilizada para la comisión
del delito. Cuestionó que el Tribunal haya adjudicado dicha
adquisición a Carro Córdoba por la sola circunstancia de que
se encontraba por la zona al momento de efectuarse la venta,
al igual que miles de personas más.
Asimismo, indicó que la activación del teléfono en
celdas ubicadas en Concepción del Uruguay y Caseros, ambas de
la provincia de Entre Ríos, se compadece con la ubicación del
comercio que los vendió y en nada involucra a Carro Córdoba.
Aseveró que tampoco acreditan la intervención de su
defendido en la compra de la mencionada línea telefónica la
declaración de Juan María Contreras, que vincula a Acosta con
un automotor.
De igual manera se expresó en torno a las actuaciones
obrantes a fs. 11734/11737, que dan cuenta que las identidades
apócrifas utilizadas por Carro Córdoba no coinciden con la de
Courvoisier, que figura como el adquirente de la línea telefónica
aludida.
Con relación a los textos de los correos electrónicos
mencionados en la sentencia, puntualizó que ninguno de ellos
se refiere directa o indirectamente a su defendido.
Por otra parte, indicó que no existe informe alguno
que corrobore que el imputado se haya comunicado por intermedio
de un vecino con Cornelli Belén el 20 de septiembre de 2003,
a efectos de convocarlo a la ciudad de Corrientes.
Tampoco se ha podido establecer quien realizó las
llamadas entrantes desde un locutorio de Paso de los Libres a
los celulares 03442 15640073 y 03446 15630531 y que el Tribunal
adjudica arbitrariamente a su defendido por el mero hecho de
haber ingresado al país por la ciudad mencionada (cfr. fs. 32634
y 32636).
De igual manera se expresó respecto a diversas llamadas
efectuadas desde locutorios ubicados en la localidad de Saladas
y en la ciudad de Corrientes, destacando la ausencia de testigos
u otro elemento de prueba que corrobore la intervención de Carro
Córdoba en dichas comunicaciones.
Asimismo, sostuvo que la declaración de Cornelli Belén
respecto a la intervención del imputado en el traslado de la
víctima desde Saladas a Paso de los Libres resulta contradictoria
Cámara Federal de Casación Penal
33
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
(cfr. 32638/326838vta.)
También calificó de inconsistente al relato del
nombrado, por cuanto en un primer momento afirmó que Lorhman
les había dejado un teléfono y posteriormente dijo que “se veía
todo complicado. El paragua, el dicente y el chico no tenían
auto, ni teléfono, sólo escuchaban radio...”.
c) La conducta de Cristian Ramón Carro Córdoba.
La defensa expuso que la participación de Carro Córdoba
en el traslado de la víctima no se encuentra probada.
En dicho sentido, aseveró que la declaración de
Cornelli Belén resulta contradictoria, atento que al describir
lo ocurrido omitió situar en el lugar a su asistido.
Tampoco existe prueba que acredite que haya proveído
los recursos humanos necesarios para concretar la acción
delictiva.
Además, indicó que el Tribunal no consideró que
Barczuk sostuvo ante el Fiscal que no le constaba la participación
de Carro Córdoba en el hecho que nos ocupa.
El día anterior a la ejecución del hecho Carro Córdoba
no estaba en el país y el envío de instrucciones a Cornelli Belén
que se le adjudica -vía telefónica y a través de un vecino- no
resulta coincidente con el nivel de organización, planificación
y coordinación entre los distintos ejecutores y partícipes que
el Tribunal atribuyó a la acción criminal.
De tal manera, los dichos de Cornelli Belén dan cuenta
de una intervención de Carro Córdoba que no sólo carece de
respaldo probatorio -no existe ninguna constancia de la llamada
que le atribuye al nombrado- sino que no se compadece con la
ejecución de un plan ideado con varios días de anticipación.
Tampoco existe constancia de que Carro Córdoba haya
efectuado la llamada entrante al celular 03442-15640073 el día
21 de septiembre de 2003, desde la localidad de Paso de los Libres,
Corrientes, a cuatro horas de haber ingresado al país.
Su reingreso al territorio nacional sólo es un mero
indicio de su posible intervención, pero al no encontrarse
respaldado en ninguna otra prueba, no puede haber certeza de
la autoría de dicha comunicación.
Asimismo, alegó que Carro Córdoba declaró que su
ingreso al país se produjo el 22 de septiembre de 2003 y luego,
34
a la vista del informe de migraciones, admitió que podría estar
equivocado. Posteriormente, se comprobó que los informes de
migraciones pueden resultar incompletos o erróneos, por lo que
estimó que no pueden tomarse como prueba irrefutable.
Iguales consideraciones realizó con relación a los
llamados efectuados a las líneas telefónicas 03446 156630531
y 03783 156093877 el 22 de septiembre de 2003, desde Paso de
los Libres y al utilizado por Lorhman desde la localidad de
Saladas y desde la avenida Libertad y Ruta 12, de la ciudad de
Corrientes, que sin respaldo probatorio alguno fueron
adjudicados a Carro Córdoba.
Los magistrados intentaron fundar la llamada realizada
desde la localidad de Saladas en el desplazamiento del celular
03442 15629958 hacia la zona y la posibilidad de que la persona
que lo habría estado utilizando haya tenido tiempo suficiente
para arribar a Saladas.
La defensa alegó que el Tribunal sólo se basó en
suposiciones y que no existen elementos de prueba que acrediten
de manera fehaciente la intervención de su defendido.
Alegó que las incoherencias e inconsistencias que
presenta la sentencia resultan enormes y determinan una condena
irracional, arbitraria, carente de todo sustento.
4. El monto de la sanción aplicada.
La defensa precisó que el Tribunal no fundamentó
adecuadamente la severidad de la pena impuesta, pues ante la
ausencia de atenuantes consideró que debía aplicarse el máximo
de la sanción prevista para el delito atribuido.
Señaló que el razonamiento correcto es el inverso. Se
debe partir del mínimo de la escala penal y en función de las
pautas contenidas en el artículo 40 y 41 del Código Penal
determinar su monto.
Además, indicó que las circunstancias invocadas por
los sentenciantes para aplicar el máximo de la pena prevista
para el delito que se le atribuyó son absolutamente falaces,
incompletas y carentes de todo sustento.
5. La imposición de las costas procesales.
La querella fue eximida del pago de las costas
procesales de manera indebida e infringiendo toda la normativa
Cámara Federal de Casación Penal
35
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
vigente respecto a la remuneración de los letrados intervinientes,
atento que en muchos incidentes el acusador privado resultó
vencido.
TERCERO:
1. Los recursos reseñados en el punto anterior
fueron concedidos por el a quo y mantenidos en esta sede a fs.
32.706, 32.711, 32.713, 32.714, 32.716 y 32.717.
2. Durante el término de oficina (artículos 465 y
466 del Código Procesal Penal de la Nación), el Defensor Público
Oficial, doctor Juan Carlos Sambuceti (h), sostuvo que las
falencias argumentativas de la sentencia recurrida revelan que
sólo se puede apreciar como probable la coautoría de sus
defendidos -Gonzalo Adrián Acosta y Cristián Ramón Córdoba- en
el hecho que se les imputa y que ello resulta incompatible con
la certeza que en grado apodíctico exige un pronunciamiento
condenatorio.
Agregó que el a quo no realizó un análisis riguroso
de la declaración del coimputado Cornelli Belén, en la que se
fundaron las participaciones de Acosta y Carro Córdoba. Sostuvo
que los sentenciantes le adjudicaron pleno valor convictivo,
cotejándola con elementos probatorios incorporados y
seleccionados parcialmente.
En base a ello, consideró que el juicio de
responsabilidad y la mencionada atribución de participación
adolecen de defectos de fundamentación que deben decidir la
descalificación del fallo.
Por otra parte, manifestó que las penas impuestas
aparecen injustificadamente alejadas del mínimo de la escala
penal prevista para el delito por el cual fueran condenados y
sin otra finalidad que la retributiva.
Con cita de doctrina, indicó que “cualquiera que sea
la justificación de la pena en sí, ella debe servir a la
‘resocialización’...”, de ello se deriva que las penas claramente
desocializadoras están expuestas a objeciones constitucionales.
Aun cuando no sea posible que la pena resocialice, por lo menos,
se debe evitar que desocialice, por lo que se debe rechazar toda
pena que por definición no sea conciliable con esta idea.
Consideró que la graduación judicial operada
transgrede principios establecidos en nuestra Carta Magna y
36
Pactos Internacionales sobre Derechos Humanos, que gozan de
jerarquía constitucional.
Con relación al recurso presentado por la querella,
puntualizó que no puede suponerse la existencia de armas en la
comisión del ilícito, pues ello resultaría violatorio del
principio “in dubio pro reo” que deriva del principio de inocencia
y goza de jerarquía constitucional.
En la oportunidad prevista por el artículo 466 del
C.P.P.N., el Fiscal General, doctor Ricardo Gustavo Wechsler,
solicitó por los argumentos expuestos a fs.32726/32730 que se
haga lugar al recurso de casación interpuesto por el Fiscal Flavio
Ferrini y se case la sentencia dictada por el Tribunal Oral
Federal de Corrientes.
Por su parte, la querella sostuvo que Gonzalo Adrián
Acosta nunca se arrepintió de su conducta, mantuvo una actitud
de rebeldía durante el debate y no colaboró en el esclarecimiento
del destino de Christian Schaerer.
Consideró que las circunstancias mencionadas
justifican una respuesta punitiva de mayor gravedad, sin que
la situación familiar y la juventud del imputado otorguen
sustento suficiente a la fijada en la resolución impugnada, que
luce contradictoria con la pena impuesta a Horacio Barczuk.
En la oportunidad prevista por el artículo 468 del
C.P.P.N., informaron oralmente la letrada patrocinante de la
querella, doctora María de los Milagros Resoagli, el Defensor
Público Oficial, Juan Carlos Sambuceti (h), por la defensa de
Cristian Carro Córdoba y Gonzalo Acosta y el doctor Jorge Barboza,
por la defensa de Raúl Salgán, Sergio Salgán, Oscar Salgán, María
Esther Sudo, Jorge Sudo y Miguel Angel Ranírez. Asimismo la
querella acompañó breves notas (cfr. fs. 32800/32801).
A fs.32805 y a fs.32820 se dejó constancia de la
realización de las audiencias de conocimiento directo prevista
en el artículo 41 del Código Penal de los imputados Raúl Nemesio
Salgán, Cristian Carro Córdoba, Gonzalo Adrián Acosta, Miguel
A. Ramírez, Sergio Gustavo Salgán, Oscar Antonio Salgán, María
Esther Sudo y Jorge Gabriel Sudo.
CUARTO:
Ante la pluralidad de planteos introducidos por los
distintos recurrentes resulta conveniente dar respuesta en
Cámara Federal de Casación Penal
37
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
primer término a aquellos que en caso de tener acogida favorable,
acarrearían la nulidad del debate oral (el que se vincula a la
vulneración de la garantía de imparcialidad del juzgador o a
la integración del Tribunal), de la acusación pública, de la
declaración del coimputado Claudio Sebastián Cornelli Belén y
de la incorporación al debate de ciertos elementos de prueba.
Previo a evaluar las cuestiones planteadas y por
resultar de aplicación al caso, corresponde realizar algunas
consideraciones respectos a los principios que rigen el régimen
de nulidades previsto en la ley procesal.
La doctrina considera que la nulidad es una sanción
procesal que tiene por objeto “…privar de eficacia a un acto
procesal como consecuencia de hallarse impedido de producir los
efectos previstos por la ley, al alojar en alguno de sus elementos
un vicio que lo desnaturaliza” (D´ALBORA, Francisco “Código
Procesal Penal de la Nación”, Editorial Lexis Nexis, 6ta. edición,
Buenos Aires, 2003, tomo 1, pág. 290).
Su fundamento “…debe buscarse en la circunstancia de
que el Estado no puede aprovecharse de un acto irregular, un
hecho ilícito o de una actuación defectuosa…” (ALMEYRA, Miguel
Ángel “Código Procesal Penal de la Nación. Comentado y Anotado”,
Editorial La Ley, Buenos Aires, tomo I, págs. 708/9).
Conviene señalar, entonces, que el principio general
que regula el instituto de la invalidación de los actos procesales,
es el de trascendencia, que exige la existencia de un vicio que
revista trascendencia y afecte un principio constitucional. Ello
sólo se materializa con la generación de un perjuicio que no
haya sido subsanado, porque las formas procesales han sido
establecidas como garantía de juzgamiento y no como meros ritos
formales carentes de interés jurídico.
Por otra parte, no debe perderse de vista que de acuerdo
a lo establecido por el artículo 2 del Código Procesal Penal
de la Nación, toda disposición legal que establezca sanciones
procesales -como la nulidad- debe ser interpretada
restrictivamente.
En la misma inteligencia, la Corte Suprema de Justicia
de la Nación ha dicho que “...es doctrina reiterada de este
Tribunal que en materia de nulidades procesales prima un criterio
de interpretación restrictiva y sólo cabe anular las actuaciones
38
cuando un vicio afecte un derecho o interés legítimo y cause
un perjuicio irreparable, sin admitirlas cuando no existe una
finalidad práctica, que es razón ineludible de su procedencia.
En efecto, la nulidad por vicios formales carece de existencia
autónoma dado el carácter accesorio e instrumental del derecho
procesal; exige, como presupuesto esencial, que el acto impugnado
tenga trascendencia sobre la garantía de la defensa en juicio
o se traduzca en la restricción de algún otro derecho. De otro
modo, la sanción de nulidad aparecería respondiendo a un
formalismo vacío, en lo que también está interesado el orden
público...” (B. 66 XXXIV “Bianchi, Guillermo Oscar s/
defraudación, 27/06/02).
El más Alto Tribunal también sostuvo de manera
reiterada que la nulidad procesal requiere un perjuicio concreto
para alguna de las partes, porque cuando se adopta en el solo
interés formal de cumplimiento de la ley, importa un manifiesto
exceso ritual no compatible con el buen servicio de justicia,
y que quien la invoque deberá indicar qué alegaciones fue privado
de ejercer y qué pruebas hubiere propuesto si el acto cuestionado
no exhibiese el defecto que motiva el cuestionamiento (CSJN
Fallos 302:179; 304:1947; 306:149; 307:1131y 325:1404).
Bajo dichas directrices paso a analizar los diferentes
planteos de nulidad articulados por las defensas de Gonzalo
Adrián Acosta y Cristián Ramón Carro Córdoba.
1. Nulidad del alegato fiscal planteado por la
defensa de Gonzalo Adrián Acosta. Afectación de la garantía de
imparcialidad.
Al interponer recurso de casación, la asistencia
técnica de Gonzalo Adrián Acosta sostuvo que el a quo completó
la deficiente acusación al valorar elementos de cargo que no
habían sido mencionados por el Fiscal General, que al momento
de alegar afirmó que no hacía falta que mencione toda la prueba
de cargo.
Además, la defensa indicó que con ello intenta
“resaltar la vaguedad en la descripción del hecho respecto a
cada uno de los imputados por parte de la fiscalía”.
En torno a la cuestión planteada, los sentenciantes
señalaron que a afectos de sustentar su convicción no se hallaban
Cámara Federal de Casación Penal
39
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
limitados por los elementos de prueba mencionados por las partes.
Con cita de doctrina, explicaron que “El principio
de comunidad de prueba es una derivación del principio de
investigación integral. Su enunciado involucra a cualquier medio
de prueba. Se lo denomina también principio de ‘adquisición
procesal’. Implica que cuando la producción de una prueba ha
sido ordenada por el órgano jurisdiccional, debe necesariamente
realizarse y valorarse en la sentencia, todo ello con absoluta
prescindencia de la voluntad de las partes, quienes ya no pueden
desistir de su producción, aun cuando la hayan ofrecido. Debe
destacarse, además, que una vez que el órgano jurisdiccional
ha asumido la prueba, ordenando su recepción tiene la obligación
de producirla. El término ‘Comunidad’ da así la idea de que las
pruebas pertenecen al proceso y no a las partes, y que su resultado
perjudica o favorece indistintamente a cualquiera de ellas con
prescindencia de quien haya sido la oferente del medio. El
imperativo para el juez para valorarla en la sentencia tiene
obviamente su excepción en aquellos casos de pruebas nulas o
evidentemente inconducentes para decidir la cuestión planteada
en la causa” (cfr. fs. 32360).
El planteo introducido por el recurrente no sólo omite
refutar las razones expuestas por el Tribunal, que se basa en
el reconocido principio de comunidad de prueba, sino que además
parece desconocer la facultad de los jueces de seleccionar y
valorar la prueba incorporada legítimamente al debate a efectos
de adoptar su decisión, con prescindencia de la citada por el
órgano acusador.
Lógicamente, el ejercicio de dicha facultad en modo
alguno importa el parcial proceder asignado por el recurrente
a los integrantes del Tribunal de juicio.
Con respecto a las deficiencias atribuidas a la
acusación pública, cabe señalar que la acusación constituye un
bloque indisoluble que se perfecciona en dos momentos procesales
distintos, a través de los actos procesales previstos por los
artículos 347 y 393 del Código Procesal Penal de la Nación, esto
es, el requerimiento de elevación a juicio, que habilita la
jurisdicción para abrir el debate y el alegato solicitando
condena, que permite al tribunal dictar sentencia (CSJN, “Quiroga,
Edgardo s/recurso de hecho”, rta. el 23/12/04, considerando 14
40
del voto del doctor Eugenio Raúl Zaffaroni).
Así, la acusación es la que determina los límites del
conflicto y establece el contenido material del juicio, por lo
que resulta un presupuesto de la inviolabilidad de la defensa
en juicio, pues respecto de ella se establece la estrategia de
defensa.
Sentado ello, se advierte que los propios planteos
efectuados por el recurrente permiten arribar al convencimiento
de que el acto cuya declaración de nulidad se pretende reveló
con nitidez la pretensión penal, el hecho atribuido y los
elementos de prueba por los cuales el Fiscal General consideró
que Gonzalo Adrián Acosta debía ser responsabilizado penalmente.
Advierto que la asistencia técnica del imputado pudo
ofrecer pruebas, refutar argumentos y realizar distintos
cuestionamientos a la valoración y validez de la prueba, tal
como se desprende del acta de debate, de la sentencia recurrida
y del recurso en estudio. Dicha actividad corrobora un adecuado
ejercicio del derecho de defensa en juicio.
En tal sentido, corresponde poner de manifiesto que
no basta alegar la afectación de una garantía constitucional
si no se precisa de qué manera se habría cometido tal violación,
ni se demuestra el perjuicio directo, real y concreto irrogado
en el caso.
Por otra parte, la valoración por parte del acusador
público, al momento de alegar, de las declaraciones testimoniales
de Lourdes Lorena Aquino, Cinthia Pérez Toranzo, Estela Caballero
Corrales, Julio César Domínguez y Lele Miño, tampoco produjo
agravio alguno a la defensa, por cuanto no fueron tenidos en
cuenta por el Tribunal en razón de no haber sido formalmente
incorporados al debate.
Como se dijo, la declaración de nulidad de un acto
del proceso penal requiere de la existencia de un perjuicio
efectivo que la justifique. De allí que pueda afirmarse que la
mera invocación de la afectación del derecho de defensa no resulta
suficiente para su dictado.
Por ello y de acuerdo a las consideraciones expuestas
corresponde rechazar el planteo de nulidad interpuesto por la
defensa de Gonzalo Adrián Acosta.
2. Nulidades planteadas por la asistencia técnica de
Cámara Federal de Casación Penal
41
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Cristián Ramón Carro Córdoba.
2.a. La integración del Tribunal Oral Federal de
Corrientes. Violación de la garantía de imparcialidad de los
magistrados.
Los agravios expuestos por la defensa de Cristián Ramón
Carro Córdoba en torno a la intervención en las presentes
actuaciones de los jueces Fermín Amado Ceroleni y Lucrecia M.
Rojas de Badaro, se dirigen a cuestionar su capacidad de ejercer
su función jurisdiccional en el presente caso.
Dicho planteo, al igual que la alegada parcialidad,
se basa en que los magistrados mencionados han dictado
previamente sentencia en los autos nº430/07 del registro del
Tribunal Oral Federal de Corrientes, en los autos caratulados
“Gloria Pompeya Gómez de Schaerer p/denuncia p/supuesto
secuestro extorsivo”, con relación a los imputados Angel Pedro
Barbieri, Judith Analía Alvarenga, Pamela Alejandra Ramos y
Néstor Horacio Barczuk.
De tal manera, advierto que los cuestionamientos
resultan una reedición de aquellos presentados por la defensa
de Cristian Ramón Carro Córdoba en la causa nº 10.002 y por la
defensa de Raúl Nemesio Salgán en la causa nº9842, ambas del
registro de éste tribunal, en las que con fecha 22 de octubre
de 2008 se resolvió rechazar las recusaciones de los mencionados
magistrados.
Contra dichas resoluciones la defensa de Cristian Carro
Córdoba presentó recurso extraordinario y posteriormente ante
su rechazo presentó recurso de queja ante la Corte Suprema de
Justicia de la Nación. De la certificación obrante a fs.32780
surge que el 5 de mayo de 2009 se tuvo por no presentado el recurso
de hecho, por no haber cumplimentado el recurrente con la
intimación recibida del Tribunal en los términos de la acordada
13/90.
Advierto, entonces, que los planteos efectuados por
los letrados defensores han sido oportunamente evaluados y
rechazados por ésta Sala (con distinta integración a la actual),
mediante resoluciones que se encuentran firmes (causa nº 10.002,
“Carro Córdoba, Cristian Ramón s/recusación”, registro nº1459/08
y causa nº9842, “Salgán, Oscar A. y otros s/recusación”, registro
nº1461/08, resueltas el 22 de octubre de 2008) y resultan
42
inmutables e inimpugnables por haber adquirido el carácter de
cosa juzgada.
No encuentro, entonces, elemento alguno que indique
una inobservancia de las disposiciones concernientes a la
capacidad de los jueces (artículo 167 del CPPN) para intervenir
en los presentes actuados.
Por ello, corresponde rechazar el planteo introducido
por la defensa de Cristián Ramón Carro Córdoba.
2.b. Nulidad de la detención de Néstor Horacio Barczuk.
Los agravios expuestos por la defensa de Cristian Ramón
Carro Córdoba no se dirigen en realidad a cuestionar las claras
y detalladas razones dadas por los magistrados de la instancia
anterior para rechazar la nulidad de la detención de Néstor
Horacio Barczuk, sino que se limitan a señalar una supuesta
afectación de la garantía de imparcialidad.
Atento que el cuestionamiento ensayado ya ha recibido
respuesta en el punto anterior -a cuyas consideraciones me remito
a fin de evitar reiteraciones innecesarias- y que el recurrente
no ha refutado mínimamente los fundamentos que llevaron al a
quo a rechazar la nulidad incoada, postulo rechazar el planteo
efectuado por la defensa de Cristian Ramón Carro Córdoba.
2.c. Nulidad de la declaración de Néstor Horacio
Barczuk del 17 de noviembre de 2003 e incorporación de los correos
electrónicos correspondientes a las direcciones
“elbrasilero2020”, “elbrasilero 2005”, ”elbrasilero2003”,
“pedrobarbieri” y “judith alvarenga”.
Contrariamente a lo indicado por la defensa de Cristian
Ramón Carro Córdoba, la lectura de la sentencia recurrida revela
que los integrantes del Tribunal de juicio han dado debida
respuesta a la nulidad introducida por la defensa de Cristian
Ramón Carro Córdoba.
Los jueces de la instancia anterior sustentaron el
rechazo de la nulidad solicitada en la valoración de distintos
elementos de prueba y su razonamiento no ha sido objeto de crítica
por el recurrente.
Al descartar el obrar ilícito alegado por la defensa,
se han referido a las certificaciones médicas de los días 16
y 17 de noviembre de 2003 que informan que Néstor Horacio Barczuk
Cámara Federal de Casación Penal
43
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
no presentaba lesión alguna.
También mencionaron que el nombrado compareció ante
el Juez de Instrucción de la ciudad de Posadas el día 18 de
noviembre de 2003 y que en dicha oportunidad no formuló denuncia
alguna.
Indicaron que recién en oportunidad de declarar ante
el Fiscal Federal de Corrientes en los términos del artículo
212 del C.P.P.N., con la presencia del Juez Federal y su defensor,
al ser sometido a una nueva revisión médica mencionó sufrir un
dolor abdominal. El acta labrada por el médico dejó constancia
de lo referido por Barczuk y aclaró que no advertía lesiones
externas.
Además, señalaron que los hechos alegados por la
defensa tampoco se encuentran corroborados por Pamela Alejandra
Ramos, Carlos Ramón Sena y Claudio Sena, quienes habían sido
detenidos y alojados junto a Barczuk.
En suma, advierto que los elementos de prueba
incorporados al debate no respaldan los dichos de Néstor Horacio
Barczuk, ni que el aporte de los datos correspondientes a las
cuentas de correos electrónicos utilizados en la comisión del
hecho fuera producto de un obrar ilícito por parte del personal
policial que lo custodió en momentos en que se encontraba detenido
en la provincia de Misiones.
Así también lo indica la detallada confesión del hecho
realizada ante el Juez y el Fiscal federal y en presencia de
su defensor (cfr. fs. 1375/1376vta. y fs. 1843/1844), ocasión
en la que Néstor Horacio Barczuk suministró los correos
electrónicos y su contraseña.
Esta última circunstancia cierra toda posibilidad de
éxito al planteo efectuado por la defensa, pues sin lugar a dudas
la incorporación a la causa de la información relacionada con
los correos electrónicos aludidos tiene origen en una fuente
legítima y autónoma de la cuestionada por el recurrente.
Por otra parte y en lo atinente a su valor probatorio,
la defensa plantea un cuadro de duda en torno a la autenticidad
del contenido de los e-mails incorporados al proceso.
Con acierto, los jueces de la instancia anterior
sostuvieron que los informes remitidos por distintas empresas
proveedoras del servicio de correo electrónico (Yahoo, Hotmail,
44
Ciudad Internet, entre otras) y por el Departamento de
Inteligencia Informática de la Policía Federal Argentina, no
aportan elemento alguno que permita afirmar la alteración del
contenido y origen de los e-mail cuestionados.
Además, destacaron que tampoco revelan el acceso o
envío de correos electrónico desde alguna computadora con IP
(identify possword) en la República del Paraguay.
Por el contrario, señalaron que los correos
electrónicos hallados en la computadora personal de Angel Pedro
Barbieri (cfr. peritaje efectuado por la División Inteligencia
Informática del Departamento Delitos Complejos, a fs. 4490/4497)
coinciden plenamente con los recibidos en los servidores de sus
destinatarios.
Sin perjuicio de ello, observo que el contenido de los
correos electrónicos cuestionados resulta conteste con los
restantes elementos de pruebas producidos, circunstancia que
también conduce a desechar la hipótesis alegada por la defensa
respecto a su falta de autenticidad.
Por las consideraciones expuestas, corresponde
rechazar los planteos articulados por la asistencia técnica de
Cristian Ramón Carro Córdoba.
2.d. Nulidad del peritaje odorológico. Su valor
probatorio.
Como fuera reseñado, la defensa de Cristián Ramón Carro
Córdoba fundamentó la nulidad del peritaje odorológico en la
imposibilidad de controlar su producción.
Corresponde recordar que el 19 de marzo de 2004 la
instrucción dispuso la realización de un peritaje odorológico
a cargo de la División Canes de la Policía de la Provincia, sobre
prendas de vestir pertenecientes a Christian Eduardo Schaerer,
a efectos de realizar un relevamiento sobre los automóviles
incautados Fiat Duna, dominio RXF694 y Corsa Win, dominio DMU037,
a fin de determinar si la víctima estuvo en esos vehículos.
En dicha oportunidad se designó perito de oficio al
Comisario de la Policía de la Provincia de Corrientes, Dr. Mario
Rolando Rosillo. Además, se notificó lo dispuesto a los
defensores actuantes y a la querella, a quienes se intimó por
el término de tres días a proponer perito de parte, otros puntos
Cámara Federal de Casación Penal
45
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
de pericia y hacer uso del derecho del artículo 256 del Código
Procesal Penal de la Nación.
También se hizo saber que la toma de muestras de la
ropa de la víctima se realizaría a las 7:00 horas del día 30
de marzo de 2004, en la sede de la Fiscalía Federal y que a las
16:00 horas del mismo día se continuaría la diligencia probatoria
con la toma de muestras de los vehículos, en la sede del Escuadrón
48 de Gendarmería Nacional. Asimismo, las partes se notificaron
que las muestras, debidamente rotuladas y en frascos
esterilizados, serían guardados en la Secretaría de la Fiscalía
y que el peritaje proseguiría a las 16:00 horas del día 31 de
marzo de 2004 en la sede del Departamento de Unidades Especiales
de la Policía de la Provincia, con la participación del equipo
de trabajo constituido por el oficial Ayudante Luis Barrios,
Oficial Sub Ayudante Marcelo Burgos y por el Sargento Benito
Barrios (cfr. fs. 6107, 6125/vta., 6205/6208).
Posteriormente, a fin de realizar la medida dispuesta,
la querellante, Gloria Pompeya Gómez, hizo entrega de las prendas
usadas por Christian Eduardo Schaerer, las que fueron reservadas
en una bolsa de plástico debidamente identificada, con firmas
del Fiscal, Secretario y de la nombrada.
A fs. 6275/vta. y 6281/6282 obran las actas que reflejan
el momento en que se tomaron las muestras y a fs. 6314/6316 se
encuentra glosada el acta correspondiente a la realización del
peritaje por parte de Mario Rolando Rosillo, con la presencia
del representante de la querella, doctor Ernesto González y del
defensor, doctor Héctor Delgado.
De lo reseñado se desprende que en punto a la
realización del peritaje cuestionado se han cumplido
acabadamente las normas procesales que garantizan el efectivo
ejercicio del derecho de defensa en juicio y que se otorgó a
las partes la posibilidad de controlar su producción.
Para asegurar el derecho de asistir, recusar, proponer
perito y nuevos puntos de pericia, en suma, de fiscalizar todo
lo atinente a la producción de un peritaje, el código de forma
establece la oportuna notificación a las partes (artículo 258
del Código Procesal Penal de la Nación).
En el caso, la defensa oficial fue puesta en
conocimiento de la realización del peritaje y se abstuvo de
46
asistir al acto de toma de muestras, por lo que su ausencia
responde a una decisión propia de la parte y no a la existencia
de un vicio en la actividad probatoria cuestionada, que ha
garantizado adecuadamente el derecho de defensa en juicio.
Por otra parte, los restantes planteos efectuados por
la defensa de Cristian Ramón Carro Córdoba relacionados a una
supuesta contaminación de los habitáculos de los vehículos
mencionados por la introducción en ellos de distintas personas,
no resultan idóneos para cuestionar el resultado del peritaje.
En lo atinente a dicha cuestión, el perito de oficio,
Mario Rolando Rosillo, sostuvo que la odorología criminalística
permite obtener huellas olorosas y que la contaminación del lugar
u objeto con olores ajenos no impide arribar a conclusiones
válidas. Aclaró que el valor criminalístico de la información
individual que se obtienen de las huellas olorosas se encuentra
determinado por el carácter único e irrepetible del olor humano,
que permite seleccionar la fuente de olor dentro de un grupo
grande de personas y artículos con los cuales tuvo contacto.
El experto también explicó que una prenda puede guardar
los olores durante tres años y que los canes debidamente
preparados para este tipo de procedimiento probatorio se
encuentran en condiciones de discriminar e individualizar un
olor en una masa de olores, circunstancia que deja sin sustento
alguno a los reparos opuestos por la defensa de Cristian Ramón
Carro Córdoba.
El cuestionamiento referido a la alegada inexistencia
en el país de otros expertos en la materia, no desmerece el valor
probatorio que corresponde otorgar al peritaje, pues el planteo
no se dirige a objetar los conocimientos del perito, cuya
designación encuentra pleno sustento en lo establecido en el
artículo 254 “in fine” del código de forma.
Además, el planteo introducido no da cuenta de una
situación de “desigualdad de armas”, dado que de ser cierta la
hipótesis expuesta por la defensa por lógica consecuencia su
contraparte tampoco habría contado con la posibilidad de proponer
perito de confianza.
Es así que la producción del peritaje impugnado no sólo
ha respetado la garantía del ejercicio del derecho de defensa
en juicio en un plano de igualdad sino que ha otorgado la
Cámara Federal de Casación Penal
47
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
oportunidad de intervenir y controlar la diligencia en cuestión
a todas las partes del proceso.
Por lo expuesto, postulo el rechazo de la nulidad del
peritaje odorológico solicitada por la defensa de Cristian Ramón
Carro Córdoba.
2.e. Nulidad de la declaración de Claudio Sebastián
Cornelli Belén.
Los planteos efectuados por la defensa de Cristian
Ramón Carro Córdoba en torno a la declaración prestada por Claudio
Sebastián Cornelli Belén se refieren a dos cuestiones
diferenciables: su validez y su valor probatorio.
Respecto a la validez de la declaración cuestionada,
observo que el recurrente se refiere a una hipótesis de “impunidad
de los mal llamados arrepentidos” que no se condice con la
situación de Claudio Sebastián Cornelli Belén, quien resultó
condenado a la pena de 12 (doce) años de prisión (cfr. punto
dispositivo 5º de la sentencia en estudio), por haber sido
considerado coautor penalmente responsable del delito de
secuestro extorsivo, agravado por el número de personas,
accesorias legales y costas (artículos 12, 45, 170, inciso 6º,
del C.P. y artículos 530 y 531 del C.P.P.N.).
Por otra parte, no advierto que el recurrente, para
sustentar que en el caso se encuentra comprometida la ética del
Estado, haya dirigido su crítica a la validez constitucional
de alguna norma en concreto.
Así, no se alcanza a comprender a cuál norma se refiere
cuándo expone que “en otros países esta figura fue dejada en
desuso, porque era utilizada por los cabecillas de la banda a
efectos de procurarse impunidad”.
De esa manera vuelve a exponer un relato que no coincide
con la situación objeto de análisis. En dicho sentido y sin abrir
juicio sobre su procedencia, destaco que en el caso no se ha
aplicado la atenuación prevista en el artículo 41 ter del Código
Penal ni ella fue peticionada por la defensa.
Tampoco el Fiscal General y la querella han solicitado
la reducción de la escala penal prevista en el artículo citado.
Por el contrario, al momento de alegar requirieron la imposición
a Claudio Sebastián Cornelli Belén de una pena muy superior a
la fijada por el Tribunal (30 años y 20 años de prisión,
48
respectivamente), al propiciar una calificación legal más
gravosa (secuestro extorsivo agravado por la intervención de
más de tres personas y por el uso de armas de fuego, en concurso
real con asociación ilícita) que la adoptada por el tribunal
de juicio.
Dicha circunstancia tampoco corrobora los extremos
invocados por el recurrente, que aluden a una declaración
acordada con los acusadores para incriminar a Cristian Ramón
Carro Córdoba a cambio de la imposición de una pena benévola
como producto de una negociación.
En suma, no encuentro razón alguna que otorgue sustento
a la nulidad solicitada por la defensa, sin perjuicio de que
los agravios planteados en torno al valor probatorio de la
declaración de Claudio Sebastián Cornelli Belén serán objeto
de análisis en oportunidad de tratar la situación particular
de cada uno de los imputados.
Al respecto cabe adelantar aquí que la Corte Suprema
de Justicia de la Nación no ha declarado la invalidez probatoria
de los dichos de coimputados, sino que estableció que “para que
constituyan prueba, es decir, para que susciten convicción en
quien juzga han de tener particular firmeza y estricta
coherencia” (Fallos: 215:324).
QUINTO:
Exclusión de prueba.
La defensa de Gonzalo Adrián Acosta cuestionó la
exclusión de la declaración de Juan Francisco Viarnes, Diego
René Solís y Juan Angel Oliva. Expuso que en virtud de ello al
momento de alegar no pudo conocer cuál era el soporte jurídico
con el que se pretendía justificar la imputación del hecho a
su defendido.
El recurrente no ha intentado refutar las razones y
fundamentos de índole constitucional invocados por el a quo para
decidir la exclusión de la declaración de Juan Francisco Viarnes.
Por otra parte, tampoco expuso de qué manera la medida
cuestionada afectó el derecho de defensa en juicio de su defendido,
máxime si se tiene en cuenta que el contenido de la declaración
de Juan Francisco Viarnes resulta contraria a los intereses de
la defensa.
Cámara Federal de Casación Penal
49
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
En tales condiciones, corresponde rechazar el planteo
efectuado por la defensa de Gonzalo Adrián Acosta, que tampoco
relacionó a las declaraciones de Juan Angel Oliva y Diego René
Solis con su estrategia defensiva.
Sin perjuicio de ello, cabe agregar que el Fiscal
General también cuestionó que el tribunal de la instancia
anterior no valoró la declaración de Diego René Solís.
En lo atinente a las declaraciones de Juan Angel Oliva
y Diego René Solís, corresponde señalar que no se trata de una
exclusión de prueba resultante de su invalidez, sino del nulo
valor probatorio otorgado por el tribunal de juicio a dichas
declaraciones -por resultar contradictorias- con relación a la
situación de Oscar Antonio Salgán (cfr. fs. 32.456),
circunstancia que en modo alguno limita la consideración que
a su respecto pueda efectuar el Tribunal sin sacrificar la
inmediación, de considerarlo necesario.
SEXTO:
Hecho ilícito sometido a enjuiciamiento.
De acuerdo a lo consignado en los considerandos de la
sentencia en estudio, el Tribunal Oral Federal de la Provincia
de Corrientes tuvo por probado que “en la noche del día 21 de
septiembre de 2003, aproximadamente, a la hora 23:30, tres (3)
personas, identificadas como José Rodolfo Lorhman (prófugo) y
los coimputados Claudio Sebastián Cornelli Belén y Gonzalo Adrián
Acosta –todos ellos actuando con nombres falsos- y, movilizados
en un rodado marca Fiat, modelo Duna, color blanco, dominio
colocado RXF-694, cuando Christian Eduardo Schaerer intentaba
ingresar con su vehículo Mercedes Benz, dominio VAF-634, a su
domicilio del Barrio Las Tejas, calle Ushuaia nº1813, de esta
ciudad de Corrientes, con elementos de intimidación con
características semejantes a armas de fuego (largas y de puño),
lo obligaron a abordar al vehículo referido y se desplazaron
velozmente hasta la calle Gutemberg al 1700 de esta ciudad, donde
se hallaba el Chevrolet Corsa, color gris, dominio DMU-037, con
vidrios polarizados, al cual los secuestradores también obligan
a subir a la víctima y emprenden la marcha por la calle General
Paz.
Que el vehículo de mención (Chevrolet Corsa, DMU-037),
ya día 22 de septiembre de 2003, alrededor de la hora 00:00:15,
50
circuló por la estación de peaje ubicada sobre la Ruta Nacional
nº12, en la localidad de Riachuelo, provincia de Corrientes,
en dirección Norte-Sur, trasladando hacia el interior a la
víctima Christian Eduardo Schaerer; quien fuera retenido y
ocultado en proximidades de la localidad de Saladas, provincia
de Corrientes, sobre Ruta Provincial nº118, a la altura del km.
12, en una casilla ubicada al norte, detrás de un tinglado
–galpón- instalado sobre la ruta referida, del lado izquierdo,
si se observa dicho predio desde la ruta de Este a Oeste.
Que posteriormente, en la madrugada del 24/09/03 fue
trasladado hacia la localidad de Paso de los Libres, Provincia
de Corrientes, primeramente en una Chacra propiedad de Raúl
Nemesio Salgán ubicada en la calle Ernesto Montiel y Ruta nº117,
hasta el día 7/10/03 aproximadamente, fecha en la que es
trasladado a otra chacra ubicada en el Paraje Quinta Sección
Ombucito de la misma localidad, propiedad de Miguel Angel
Carbonell y luego –a través del Río Uruguay-, es llevado a la
ciudad de Uruguayana, Estado de Río Grande do Sul, República
Federativa del Brasil, donde fue ocultado y permaneció cautivo,
a partir del día 22 de octubre de 2003 y por un lapso de
aproximadamente quince (15) días hasta una fecha no precisada,
presumiblemente, el 9 de noviembre de 2003, sin conocerse su
destino hasta la fecha.
Asimismo, entre el 22/09/03 y el 06/11/03, fecha esta
última en que se entregara una importante suma de dinero en
concepto de rescate, se sucedieron una serie de maniobras
extorsivas a tal fin tanto por vía telefónica como de correos
electrónicos por parte de los secuestradores hacia el padre,
madre y hermano de la víctima” (cfr. fs. 32360vta./32361).
Para arribar a la conclusión condenatoria adoptada
respecto a Raúl Nemesio Salgán, Gonzalo Adrián Acosta y Cristian
Ramón Carro Córdoba, los jueces de la instancia anterior hicieron
mérito de los elementos de prueba colectados en el sumario y
de los producidos durante el debate, cuyo detallado análisis
puede observarse a fs. 32361/32423.
También se refirieron a las conductas asumidas por cada
uno de los imputados, cuestión que a continuación será objeto
de análisis junto a los agravios planteados por las defensas.
Cámara Federal de Casación Penal
51
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
1. Intervención de Gonzalo Adrián Acosta en el
hecho.
El tribunal de juicio tuvo por acreditada la
intervención de Gonzalo Adrián Acosta en el hecho, en los
siguientes términos:
a) Gonzalo Adrián Acosta arribó a Corrientes junto con
Rodolfo Lorhman en el vehículo Chevrolet Corsa, dominio DMU037,
después del 10 de septiembre de 2003 para llevar a cabo una acción
delictiva perfectamente planificada;
b) Su accionar consistió en sustraer -junto con Rodolfo
Lorhman y Claudio Sebastián Cornelli Belén- a Christian Eduardo
Schaerer en el momento en que arribaba a su domicilio sito en
la calle Ushuaia 1813 de la ciudad de Corrientes, el 21 de
septiembre de 2003, a las 23:30 horas aproximadamente, quien
fue obligado a abordar el rodado Fiat Duna, color blanco dominio
colocado RXF694 que se desplazó velozmente hasta la calle
Gutemberg y General Paz, donde la víctima es forzada a subir
al rodado Chevrolet Corsa, color gris, dominio DMU-037, en el
cual fue trasladado hasta un galpón ubicado en la ruta provincial
nº117, km. 14,2, de la localidad de Saladas, provincia de
Corrientes.
c) Se encargó junto a Claudio Sebastián Cornelli Belén
de retener y ocultar a Christian Eduardo Schaerer en la localidad
de Saladas, provincia de Corrientes, desde los primeros minutos
del día 22 de septiembre de 2003 hasta la madrugada del 24 de
septiembre en que trasladan a la víctima a la localidad de Paso
de los Libres, provincia de Corrientes, en el automotor marca
Peugeot, modelo 306, dominio colocado DRN916 acompañado por José
Rodolfo Lorhman y Cristian Ramón Carro Córdoba.
d) Su accionar continuó en la localidad de Paso de los
Libres, con la retención y ocultamiento del secuestrado en la
chacra, propiedad de Raúl Nemesio Salgán, desde el 24 de
septiembre de 2003 hasta el 7 de octubre de 2003 aproximadamente,
en que Christian Eduardo Schaerer es trasladado en el vehículo
de Salgán (Gol color Bordó) al Paraje Ombucito en la Quinta
Sección de Paso de los Libres, en compañía de Lorhman, Cornelli
Belén y Raúl Nemesio Salgán.
e) Su actividad de retención y ocultación junto a
Claudio Sebastián Cornelli Belén continuó en dicho lugar hasta
52
el 17 de octubre aproximadamente, fecha en la que la víctima
es trasladada a la ciudad de Uruguayana, República Federativa
de Brasil, donde es relevado por Néstor Horacio Barczuk a partir
del 22 de octubre de 2003, percibiendo el dinero exigido como
rescate.
f) Antes de la sustracción y durante la retención y
ocultamiento de la víctima, Gonzalo Adrián Acosta se encargó
de mantener comunicaciones telefónicas con los miembros de la
banda, Angel Pedro Barbieri, José Rodolfo Lorhman y el imputado
Cristian Ramón Carro Córdoba, y particularmente en la madrugada
del 24 de septiembre de 2003 en la que fue intensamente utilizado
el celular 0342 15640073 (verificar el nº del teléfono a fs.
10217) por Gonzalo Adrián Acosta, en la que activó las antenas
de las localidades de Saladas y de la ciudad de Paso de los Libres.
A efectos de responder los agravios planteados por
la asistencia técnica, corresponde señalar que la activa
intervención que Claudio Sebastián Cornelli Belén le atribuye
a Gonzalo Adrián Acosta (apodado “paragüita”, “Robertito”,
“Chalo”, “Gustavo”, “paraguayito”, “el coreanito” o uno de los
“gurises”) en el hecho, se encuentra corroborada por los
numerosos elementos de cargo evaluados por los magistrados de
la instancia anterior en la sentencia recurrida.
En primer lugar, cabe mencionar el relato expuesto por
Claudio Sebastián Cornelli Belén en torno al momento de la
sustracción de Christian Eduardo Schaerer. Al respecto refirió
que “…ese día veintiuno de septiembre de dos mil tres estaba
el abogado y unos chicos amigos de él o sea unos jóvenes de corta
edad y le pasa un auto a Lorhman, un Duna de color que no recuerda
o blanco o rojo. Ese auto se la da el abogado a Lorhman que con
ese auto se ‘realiza el cometido’, luego vamos y hacemos el
cometido eran pasadas las diez de la noche, o sea las diez de
la noche. Eran entre nueve y media a once de la noche. El abogado
iba en otro auto, cree que era un Ford Focus y les iba indicando
que el chico estaba llegando a la casa por teléfono, llegaron
al domicilio del chico atrás de él, el chico llega en el auto,
un Mercedes Benz viejo de color claro gris o verdecito, abre
el portón y se bajan y lo sustraen para el Duna o sea lo llevan
al Duna. No ofrece resistencia, fue con voluntad sin que le
Cámara Federal de Casación Penal
53
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
hicieran nada y sale un vecino del frente a mirar, cree que Lorhman
le apuntó al vecino y le dijo que se meta adentro, le apuntó
con un revolver. El ‘Paragüita’ tenía una escopeta, el vecino
mira y se mete. En ese momento no vio bien como le apuntaron
porque estaba el dicente con el chico. Salieron rápido, el chico
en el Duna y como tenían otro auto, un Corsa gris, esperando
a las afueras de un departamento de esta ciudad, era un
departamento o edificio de tres pisos. Allí tenían el auto
estacionado y hasta allí llegaron con el Duna y lo cambiaron
al chico al Corsa. En el Duna iban tres personas y cazaron con
el chico, que lo subieron en el asiento de atrás. Al cambiarlo
suben directamente, sintió la bocina o sea el dicente estaba
con el chico. Allí fue todo muy rápido el cambio. Se subieron
rápido y se fueron…“(sic).
La utilización de los vehículos aludidos fue mencionada
por Aníbal Jaime Meza y María Antonia Santana, quienes observaron
el momento en el que el rodado Fiat Duna fue abandonado en la
calle Gutemberg al 1700 de la ciudad de Corrientes y la víctima
fue ascendida a un Chevrolet Corsa gris. También Fernando Javier
Muchenik Serial mencionó la utilización de un Fiat Duna y se
expidió de manera coincidente con el relato de Cornelli Belén
respecto a la forma en que se realizó la sustracción de Christian
Eduardo Schaerer. En el Fiat se hallaron un par de ojotas marca
“Hawaianas” de color y talle coincidentes con las que llevaba
la víctima, de acuerdo a lo apuntado por Gloria Pompeya Gómez
en la audiencia de debate.
A partir de la declaración de Ricardo Adolfo Wach,
Gustavo Alfredo Abud y Haroldo Roberto Knol, se estableció que
el Fiat Duna, dominio AWT623 utilizado en el secuestro había
sido sustraído el 7 de septiembre de 2003 en la calle Santa Fe
1238 de la ciudad de Corrientes. El peritaje obrante a fs 408/431
reveló que la totalidad de los números de chasis y motor habían
sido eliminados y que el rodado tenía colocado la chapa patente
RXF694 correspondiente a un ómnibus Scania (cfr. actas del
16/12/08 y 12/02/09, testimonios de Juan José Contreras, Emilio
Gaich y Raúl Osvaldo Meza).
El paso del vehículo Chevrolet Corsa mencionado por
los puestos de peaje individualizados en la sentencia (cfr.
informe de fs. 3747), el hallazgo en su interior de distinta
54
documentación a nombre de Carlos Alberto Basualdo (identidad
asumida por José Rodolfo Lorhman, según los expuesto por
Battistessa, Darío Simón Bechara, Juan Marcelo Medina y Andrés
Nicolás Rodríguez, cfr. acta de debate del 7 de mayo y del 11
de diciembre de 2008) quien también figura egresando del
territorio nacional hacia la ciudad de Uruguayana, República
Federativa de Brasil, junto al condenado Barczuk (bajo la falsa
identidad de Dardo Antolín Fernández), también lucen
coincidentes con la declaración de Claudio Sebastián Cornelli
Belén.
En tales condiciones, el cuestionado peritaje
odorológico no hace más que coincidir con la restante prueba
producida, que indica con certeza la utilización de los vehículos
mencionados en la sustracción de Christian Eduardo Schaerer.
El a quo también destacó que la adquisición del
Chevrolet Corsa, dominio DMU 037, por parte de José Rodolfo
Lorhman se encuentra acreditada con la declaración de Eduardo
Ramón Battistessa que, en su carácter de comisionista, intervino
en la operación de compra y venta celebrada entre Víctor Genaro
Guadagno y José Rodolfo Lorhman, cuya documentación
respaldatoria reconoció al serle exhibida en la audiencia de
debate de 12 de febrero de 2009.
De manera coincidente Aurora Jesús Contreras, titular
registral del vehículo aludido, sostuvo que el 12 de junio de
2002 vendió el Chevrolet Corsa, dominio DMU037, a Víctor Genaro
Guadagno y que “luego de haber vendido y entregado toda la
documentación original del automotor, después que fuera
secuestrado el auto por un Juzgado de Resistencia, Chaco;
inexplicablemente recepcionó en su domicilio y por
correspondencia los documentos relacionados al vehículo en
cuestión…”, todos en originales y a su nombre. Puntualizó que
dicha documentación fue despachada el 12 de diciembre de 2003
y en el remitente se consignó “Radio La Voz LT-41 Gualeguaychú”,
ciudad de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos.
Los magistrados del tribunal de juicio precisaron que
para esa fecha y en meses anteriores tanto Cristian Ramón Carro
Córdoba como Gonzalo Adrián Acosta estuvieron realizando
distintas actividades en dicha ciudad, aunque utilizando
identidades apócrifas. Así surge de las declaraciones efectuadas
Cámara Federal de Casación Penal
55
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
por Adolfo Escalante, Eloy Laborde, Luis Angel Capeletti, Luis
Horacio Manzanares, Ricardo Matías Fernández y Juan María
Contreras (cfr. actas de debate del 5 y 28 de mayo de 2009).
Asimismo, los jueces valoraron que Gonzalo Adrián
Acosta fue reconocido en la audiencia de debate por Juan María
Contreras, propietario de una agencia de venta de automóviles,
a quien había conocido como Gustavo Javier Pereira, en
oportunidad de realizar una operación de compra y venta en la
ciudad de Gualeguaychú, Entre Ríos. Agregó que en dicha ocasión
recibió en parte de pago un rodado y documentación a nombre de
Rivas. El testigo también reconoció a Cristian Ramón Carro
Córdoba como el primo de Gonzalo Adrián Acosta.
Además, apreciaron las actuaciones labradas por la
Delegación Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, de
la Policía Federal, que acreditan la existencia de un documento
nacional de identidad apócrifo a nombre de Gustavo Javier Pereira,
con domicilio en Ayacucho 186, Gualeguaychú, provincia de Entre
Ríos y fotografía de Gonzalo Adrián Acosta y otro a nombre de
Marcos Rivas, con último domicilio en Gervasio Méndez 326,
Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, con fotografía
correspondiente a Cristian Ramón Carro Córdoba (cfr.
fs.11736/11737).
La declaración de Ricardo Matías Fernández resulta
esclarecedora pues da cuenta de la relación existente entre
Cristian Ramón Carro Córdoba y Gonzalo Adrián Acosta y del uso
de falsas identidades. El mencionado testigo refirió que en
septiembre de 2003, en la ciudad de Gualeguaychú, provincia de
Entre Ríos, era vecino de Gonzalo Adrián Acosta, a quien conocía
como Gustavo Pereira. Explicó que éste le presentó a Cristian
Ramón Carro Córdoba como su primo y bajo la identidad de Gustavo
Galarza. En la audiencia de debate reconoció a Gonzalo Adrián
Acosta y a Cristian Ramón Carro Córdoba como Galarza y Pereyra,
respectivamente.
A partir de dichos elementos el tribunal a quo
consideró probado que los imputados Cristián Ramón Carro Córdoba
y Gonzalo Adrián Acosta adquirieron las líneas telefónicas 03442
15629958 -registrada a nombre de Couvoisier- y la 03442 15640073
-registrada a nombre de Rivas- los días 18 de agosto y 12 de
septiembre de 2003 respectivamente, conforme a lo expuesto por
56
el titular de “ABC Comunicaciones” -representante oficial de
la firma “Telecom”-, Fabián Esteban Fontanari, con sede en la
calle Galarza 938 de la ciudad de Concepción del Uruguay,
provincia de Entre Ríos y a la documentación obrante a fs.
10217/vta.
Observaron que la activación de las celdas ubicadas
en Concepción del Uruguay y en Caseros, ambas del Departamento
de Concepción del Uruguay, los días 10 y 12 de septiembre de
2003, por el uso del celular 0342 15629958, también otorga
sustento a lo afirmado, atento que la adquisición resulta
contemporánea a la estadía de los nombrados en la zona y la
proximidad con el domicilio de la madre de Cristián Ramón Carro
Córdoba.
La conclusión alcanzada resulta de fundamental
importancia, pues a partir del resultado de la confrontación
del listado de llamadas entrantes y salientes de cada teléfono
celular a través del sistema V.A.I.C. (Vínculo por Análisis
Informático de las Comunicaciones -cruce de llamadas-) junto
con el sistema B.Id.Com. (Búsqueda de Identidades y
Comunicaciones), los sentenciantes establecieron los
movimientos efectuados por el imputado (Gualeguaychú, provincia
de Entre Ríos - Saladas- Corrientes- Paso de la Patria- Corrientes
-momento del secuestro- Saladas- Mercedes- Paso de los Libres,
Corrientes), su relación y comunicación con los restantes
intervinientes en el hecho y la coincidencia de dichos datos
con el relato efectuado por Claudio Sebastián Cornelli Belén
y Néstor Horacio Barczuk.
La defensa cuestiona el razonamiento expuesto en la
sentencia recurrida al afirmar que no se encuentra acreditado
que su defendido tuviera en todo momento el teléfono 03442
15640073.
El planteo desatiende la lógica y el sentido común,
por cuanto no relaciona la actividad previa desplegada por
Gonzalo Adrián Acosta, ocultando su verdadera identidad al
adquirir la línea telefónica y desplegar distinta actividad en
la ciudad de Gualeguaychú y en Concepción del Uruguay, provincia
de Entre Ríos, junto a otro de los intervinientes en el suceso
que nos ocupa.
Tampoco evalúa el contenido de los correos
Cámara Federal de Casación Penal
57
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
electrónicos que aluden a la intervención de Gonzalo Adrián
Acosta en actividades previas y concomitantes al hecho.
Así, cabe mencionar el correo recibido el 17 de
septiembre de 2003 en la dirección
“elbrasilero2020@yahoo.com.ar” correspondiente a Néstor Horacio
Barczuk, con el siguiente texto: “…no pude entrar a mi casilla
por eso te mando desde acá esta carta también te mande una por
las dudas por el paragüita, bueno era para decirte que te
comuniques conmigo lo mas pronto posible por que la rubia ya
armo todo el tema del tío, con el doctor y está esperando que
vayan vos y los gurises nomas chau con abraso“ (sic). En el caso,
se advierte que Gonzalo Adrián Acosta (“paragüita”) debía dar
aviso del plan pergeñado al destinatario del correo.
Una vez producido el secuestro de Christian Eduardo
Schaerer, Néstor Horacio Barczuk recibió el siguiente correo
electrónico: “…bueno los gurises ya compraron, y tienen la
mercadería guardada y te necesitan urgente asi que anda ya para
alla…” (sic). Ya aludimos a los variados apodos de Gonzalo Adrián
Acosta. Junto a Claudio Sebastián Cornelli Belén conformaban
“los gurises” del grupo. Por su parte, Néstor Horacio Barczuk
aclaró que “cree que en relación a que compraron la mercadería,
se están refiriendo a la persona que hoy se que se llama
Christian…” (sic).
Posteriormente, el 24 de septiembre de 2003, Néstor
Horacio Barczuk recibe otro correo que le informa que “los
gurises” tuvieron un problemita y se trasladaron, aludiendo a
la ocasión en la que dejaron la localidad de Saladas para hacer
destino en la chacra de Raúl Nemesio Salgán, en Paso de los Libres,
provincia de Corrientes.
En coincidencia con lo hasta aquí expuesto y con los
dichos de Claudio Sebastián Cornelli Belén, Néstor Horacio
Barczuk indicó que entre el 20 y el 25 de octubre de 2003 viajó
a Paso de los Libres y desde allí a Uruguayana, República
Federativa de Brasil. Refirió que al llegar a la estación de
ómnibus, Lorhman y otras personas lo trasladaron con la cabeza
vendada al lugar de cautiverio de Christian Eduardo Schaerer.
Precisó que con su llegada se retiró un joven apodado “paragüita”.
Además, la circunstancia de que Gonzalo Adrián Acosta
no haya sido reconocido por ninguno de los testigos que
58
visualizaron la sustracción de la víctima resulta fácilmente
explicable en la rapidez y nerviosismo que dominó la escena y
en el horario nocturno en que se desarrolló.
Tampoco llama la atención que Nilda Eloisa Verón de
Lemes, vecina del paraje Ombucito, Paso de los Libres, provincia
de Corrientes, sólo identificara a Sebastián Cornelli Belén,
pues solamente él cometió la “imprudencia” de acercarse en dos
oportunidades a su almacén, a pedir agua y a comprar gaseosa,
entablando un corto diálogo.
Nótese que ningún otro vecino del lugar pudo reconocer
a los transitorios ocupantes de la casilla del predio de Miguel
Angel Carbonell, aunque coincidieron en señalar la presencia
permanente de dos jóvenes.
Lo expuesto hasta aquí revela que la declaración de
Claudio Sebastián Cornelli Belén no sólo resulta detallada y
coherente sino que a su vez se encuentra fuertemente respaldada
por el cuadro probatorio reunido, circunstancia que aventa
definitivamente los cuestionamientos y las sospechas puestas
de manifiesto por el recurrente y conduce al rechazo del recurso
interpuesto por la defensa de Gonzalo Adrián Acosta.
2. Intervención de Raúl Nemesio Salgán en el hecho.
Los magistrados del tribunal de juicio tuvieron por
probado que Raúl Nemesio Salgán asumió el siguiente
comportamiento:
a) Dispuso de la chacra de su propiedad, ubicada
en Ernesto Montiel y Ruta Nº117 de la localidad de Paso de los
Libres, Corrientes, para la retención y ocultamiento de Christian
Eduardo Schaerer, desde la madrugada del 24 de septiembre de
2003 hasta el 7 de octubre de 2003, aproximadamente.
b) Se ocupó del traslado de la víctima en su vehículo
(Volkswagen Gol bordó) desde su chacra hasta la de Miguel Angel
Carbonell en la Quinta Sección, del Paraje Ombucito de la
localidad de Paso de los Libres, Corrientes, en la que estuvo
encargado de suministrar los alimentos a los cuidadores de la
víctima y al secuestrado Christian Eduardo Schaerer.
c) Utilizó su vehículo y medios apropiados para
trasladar a la víctima, a través de terrenos bajos y el cruce
del río Uruguay, a la República Federativa del Brasil para
Cámara Federal de Casación Penal
59
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
continuar su retención y ocultación en la ciudad de Uruguayana.
d) Su actividad se verificó durante los momentos
en que se desarrollaba la retención y ocultación en la ciudad
de Paso de los Libres, Corrientes y en la ciudad de Uruguayana,
República Federativa de Brasil, a través de sus contactos
personales (Maisonave y Rato Branco), proporcionando los
inmuebles en los cuales continuó en cautiverio Christian Eduardo
Schaerer hasta aproximadamente el 9 de noviembre de 2003, en
que lo trasladaron junto con José Rodolfo Lorhman, oportunidad
en la que lo embarcaron por el río Uruguay con destino desconocido.
La actividad que se atribuyó a Raúl Nemesio Salgán en
el hecho a partir del 24 de septiembre de 2003 coincide con el
desplazamiento de la víctima dentro de los límites de la Provincia
de Corrientes, desde la localidad de Saladas a la ciudad de Paso
de los Libres.
El Tribunal de juicio detalló los llamados efectuados
a lo largo de la madrugada del 24 de septiembre de 2003 entre
Gonzalo Adrián Acosta y Cristian Ramón Carro Córdoba, entre éste
último con el celular registrado a nombre de Walter Luis Medina
(línea 03782 15610933), entre Angel Pedro Barbieri y José Rodolfo
Lorhman y entre éste último y Gonzalo Adrián Acosta, que dan
cuenta, por la activación de las celdas que indican el área de
cobertura desde la cual se efectúa la comunicación, del
desplazamiento de los nombrados hacia la localidad de Paso de
los Libres, con la intervención de Claudio Sebastián Cornelli
Belén.
El resultado de la confrontación del listado de
llamadas entrantes y salientes de cada teléfono celular a través
del sistema V.A.I.C. (Vínculo por Análisis Informático de las
Comunicaciones -cruce de llamadas-) junto con el sistema B.Id.Com.
(Búsqueda de Identidades y Comunicaciones) resulta coincidente
con lo expresado por Claudio Sebastián Cornelli Belén, quien
relató que luego de permanecer cuatro días en la localidad de
Saladas “los vino a buscar el abogado, Lorhman y Carro, en dos
autos, para salir de allí y dirigirse hacia Paso de los Libres.
Salen de ese lugar porque se veía todo complicado. El paragua,
el dicente y el chico no tenían auto, ni teléfono… Salen de la
casilla para la ruta, en un Peugeot 306 que conducía Lorhman,
salen del galpón el dicente, el chico y Paraguas, van a las cuatro
60
bocas y en la estación de servicio estaba el otro auto, que era
un Ford Focus del abogado y estaba el abogado solo, llegan, se
baja el dicente y se sube al auto del abogado y arrancan con
destino a Paso de los Libres, el dicente iba adelante con el
abogado y los otros iban atrás a una buena distancia con fines
de avisar lo que pasaba en el camino. Viajaron toda la noche.
Llegaron a Paso de los Libres aproximadamente como a las cuatro
o cinco de la mañana y se dirigieron a una chacra, que era de
Caniche, donde había ponies y varios rodweiler y un perro común…”.
Claudio Sebastián Cornelli Belén menciona como destino
la chacra de Raúl Nemesio Salgán (“Caniche”), aportando además
una descripción de la actividad de la chacra y del lugar.
Especificó que “Allí había una cama grande de dos plazas y dos
o tres camas de una plaza, con un foco pequeño. La parte de atrás
era con muro y la de adelante con muro bajo y cree con reja y
el portón de madera con bandas verticales con poco espacio entre
cada tabla que en un costado de la chacra había pared y en el
otro alambre. Que estuvieron como quince días allí, casi dos
semanas, el dicente, y el paragüita, que venían Lorhman y Caniche
que era el dueño y por supuesto el chico. Caniche venía siempre…
traía comida y a veces cocinaban en una cocina paralela a la
habitación… Caniche se movilizaba en un Gol rojo o bordó…”(sic).
Los magistrados de la instancia anterior afirmaron que
el detallado cuadro del lugar efectuado por Claudio Sebastián
Cornelli Belén fue verificado en la Inspección Judicial realizada
el 22 de mayo de 2009 en la finca propiedad de Raúl Nemesio Salgán,
sita en la calle Ernesto Montiel y Ruta nº117 de la ciudad de
Paso de los Libres, provincia de Corrientes, oportunidad en la
que constataron que “efectivamente las instalaciones estaban
adecuadas tal como refiriera el imputado Cornelli Belén en cuanto
a la ubicación de todas y cada una de sus partes”.
También respalda la intervención de Raúl Nemesio Salgán
en el hecho, el correo electrónico remitido por José Horacio
Maidana (apodado “Potrillo”) a Néstor Horacio Barczuk, a fin
de ponerlo en conocimiento que a raíz de un problema decidieron
trasladar a la víctima y que “los gurises” tratarían de llegar
a su barrio, “por donde está el chueco”. La referencia que efectúa
el remitente respecto de su barrio corrobora el destino
Cámara Federal de Casación Penal
61
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
-transitorio- de la víctima en la ciudad de Paso de los Libres,
atento que José Horacio Maidana es oriundo de dicha ciudad, tal
como lo acredita el informe de fs. 821/842, que también da cuenta
de la relación de Maidana con Raúl Nemesio Salgán, dado que tienen
registrado idéntico domicilio.
Ante el agravio expuesto por la defensa, cabe mencionar
que la declaración del Subcomisario Barboza no modifica la
conclusión expuesta, por cuanto se limitó a sostener que
transcurrieron más de cinco años desde la última residencia de
José Horacio Maidana en la localidad de Paso de los Libres, pero
en modo alguno desmiente la existencia de la relación aludida.
El propio Raúl Nemesio Salgán la corrobora al explicar que la
coincidencia señalada responde a un favor efectuado a Maidana
a efectos de que constituya domicilio en una causa judicial que
se le seguía en la ciudad de Paso de los Libres.
En lo atinente al tercer sitio en el que fue retenido
y ocultado Christian Eduardo Schaerer, esto es, la chacra
propiedad de Miguel Angel Carbonell, ubicada en la Quinta Sección
Ombucito, a diez kilómetros de Paso de los Libres, Claudio
Sebastián Cornelli Belén señaló que “… a ese lugar fueron en
el auto de Caniche, allí se usaba el auto de Caniche, allí iba
el chico secuestrado, el paragua, el dicente, Caniche y Lorhman.
Los dejan al dicente, el paragua y al chico con velas porque
no había luz en esa casa y se van. Luego venía Caniche casi todos
los días o día por medio a llevar comida y provisiones, todo
lo que hacía falta…”.
Los sentenciantes mencionaron que el informe del
V.A.I.C. da cuenta que el 1º de octubre de 2003 se realizaron
nueve llamados telefónicos desde la línea 03772 508081 registrada
a nombre de María Esther Sudo -cónyuge de Raúl Nemesio Salgán-
al teléfono de Miguel Angel Carbonell, quien en ese momento estaba
tramitando el alquiler de la chacra referida.
Precisamente en dicha fecha, se suscribió el contrato
celebrado entre Miguel Angel Carbonell y Luis Angel Gómez, que
fue redactado por Gabriel Dolores Moreira a pedido del titular
del inmueble.
El notario que intervino en la certificación de firmas
de los contratantes, al exhibírsele la documentación entregada
por Moreira, manifestó que certificó dos ejemplares, que sus
62
servicios fueron abonados por la inmobiliaria interviniente y
que ningún miembro de la familia Salgán concurrió a la Escribanía
para interceder por la certificación de firmas.
La declaración de Luis Angel Gómez es la que pone en
evidencia lo realmente ocurrido. Al presentarse en la audiencia
de debate explicó que nunca celebró un contrato de alquiler con
Carbonell, que le habían sustraído su documento nacional de
identidad en el año 1996 y que le informaron que ese documento
fue utilizado por otra persona. En dicha ocasión hizo entrega
de una copia de la denuncia policial oportunamente efectuada
por la sustracción del documento.
Es así que los jueces intervinientes tuvieron por
acreditado la intervención de los autores del secuestro de
Christian Eduardo Schaerer en la celebración del contrato de
locación aludido, que utilizaron el documento nacional de
identidad de Luis Angel Gómez para ocultar la verdadera identidad
del locatario y desviar la investigación.
En este punto toman relevancia los llamados efectuados
a Carbonell desde el teléfono registrado a nombre de María Esther
Sudo y las declaraciones de Ramona Silva, Nilda Eloisa Verón
de Lemes, Nicolaz Lemes, Balbina Romero y Gerardo Hilarión Alegre,
todos vecinos de la chacra aludida, quienes aportaron datos que
corroboran la versión del hecho efectuada por Claudio Sebastián
Cornelli Belén y vinculan a Raúl Nemesio Salgán con los arreglos
efectuados en la finca para la estadía de la víctima y de quienes
se encargaban de vigilarlo y mantenerlo cautivo.
Resumidamente, el Tribunal expuso que dichas
declaraciones dan cuenta de distintas circunstancias que
resultan coincidentes con el relato de Cornelli Belén, a saber:
a) el traslado por parte de Miguel Angel Carbonell
de maderas, chapas y tirantes a la casa instalada en la chacra
aludida y su posterior colocación por parte de Lele Miño,
dependiente y persona de confianza de Raúl Nemesio Salgán. De
la relación laboral entre Salgán y Miño dieron cuenta José Ernesto
Danuzzo y Amanda Beatriz Silva;
b) el uso de la casa por parte de dos jóvenes
desconocidos, una vez que fue reparado el techo de la finca;
c) la visualización de un vehículo Volkswagen Gol
bordó dirigiéndose de manera reiterada a la chacra de Carbonell;
Cámara Federal de Casación Penal
63
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
d) la búsqueda de agua y gaseosa por parte de los
ocupantes de la finca al almacén de Lemes y el uso de velas como
medio de iluminación ante la inexistencia de agua y energía
eléctrica en el inmueble;
e) el tiempo que permaneció ocupada la finca.
Los jueces de la instancia anterior señalaron que las
características referidas por los testigos mencionados, respecto
a los jóvenes que ocuparon la finca, también resultaron
coincidentes con la declaración de Claudio Sebastián Cornelli
Belén, quien apuntó que la víctima quedó custodiada por él y
por Gonzalo Adrián Acosta.
Con relación a los agravios presentados por la defensa,
corresponde señalar que la inexactitud de algunos datos brindados
por Claudio Sebastián Cornelli Belén, como la distancia existente
entre la chacra de Salgán y la de Carbonell y el material de
la casilla situada en el predio de éste último, no resulta una
circunstancia idónea para refutar la conclusión adoptada por
los magistrados, que encuentra un serio respaldo en los numerosos
elementos probatorios mencionados que de manera inequívoca
avalan la declaración de Claudio Sebastián Cornelli Belén.
Se trata de aspectos que no integran el eje central
del hecho al que se refiere Claudio Sebastián Cornelli Belén.
No resulta serio exigir exactitud respecto a la distancia que
separa a las chacras aludidas ni tampoco advierto que el
desacierto posea entidad suficiente para desvirtuar su relato.
Idénticas consideraciones conducen a descartar las
objeciones expuestas en torno al material de la finca. Sin
perjuicio de ello, destaco que la precariedad de la vivienda
mencionada por Claudio Sebastián Cornelli Belén ha sido
corroborada y los materiales utilizados por Lele Miño para
reparar la casilla, lejos se encuentran de debilitar la veracidad
de su exposición, que a su vez resulta coincidente con la
verificada ausencia de suministro eléctrico.
El tribunal de juicio también valoró el acta de
declaración de Nilda Eloisa Verón, correspondiente al
reconocimiento fotográfico efectuado en el debate
correspondiente a la causa nº430/06, caratulada “Gloria Pompeya
Gómez de Schaerer s/secuestro extorsivo”, en la que se juzgó
la intervención de Angel Pedro Barbieri, Judith Analía Alvarenga
64
y Néstor Horacio Barczuk en el hecho que nos ocupa. En dicha
oportunidad, al exhibírsele el álbum de fotos reconoció a Claudio
Sebastián Cornelli Belén como la persona que fue a su almacén
a buscar agua y comprar gaseosa.
Con invocación del precedente “Benítez” de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, la defensa sostuvo que dicha
prueba debió ser excluida por entender que los dichos vertidos
en aquel proceso no han podido ser ratificados en el debate.
No se trata aquí de un caso de incorporación por lectura
de una declaración testimonial, pues Nilda Eloisa de Lemes
concurrió nuevamente a prestar declaración en el debate, ocasión
en la que recordó haber reconocido en una fotografía que le
exhibieron al joven que fue a buscar agua a su comercio, situación
que aventa toda posibilidad de afectación del derecho de la
defensa de “interrogar a los testigos presentes en el tribunal
y de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras
personas que puedan arrojar luz sobre los hechos" (art. 8.2.f,
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y cc. art. 14.3.e,
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
Por otra parte, Nilda Eloisa Verón de Lemes, Nicolás
Lemes, Balbina Romero y Gerardo Hilarión Alegre mencionaron la
reiterada presencia de un vehículo Volkswagen Gol de color bordó
en la chacra de Miguel Angel Carbonell de manera contemporánea
a la estadía de los ocupantes de la finca. Cabe recordar que
se trata de una zona rural con escaso movimiento de vehículos,
circunstancia que hace notoria la presencia de cualquier rodado
ajeno al lugar. En tal sentido, Nicolás Lemes recordó que “además
de ese auto bordó, no vio otro pasar hacia ese lugar” (sic).
La coincidencia de dicho rodado con el modelo y color
del vehículo de Raúl Nemesio Salgán constituye otro elemento
de cargo que sumados a los restantes elementos de prueba
analizados conducen a tener por verificada la asidua presencia
de Raúl Nemesio Salgán en el lugar, a fin de suministrar a Claudio
Sebastián Cornelli Belén y a Acosta de las provisiones necesarias
para su alimentación.
Sin lugar a dudas, las declaraciones testimoniales
citadas avalan el relato de Claudio Sebastián Cornelli Belén:
“…Luego venía Caniche casi todos los días o día por medio a llevar
comida y provisiones, todo lo que hacía falta…”.
Cámara Federal de Casación Penal
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Tampoco encuentran sustento los cuestionamientos que
la defensa de Raúl Nemesio Salgán dirige a los dichos de Claudio
Sebastián Cornelli Belén respecto al traslado de Christian
Eduardo Schaerer desde la chacra de Miguel Angel Carbonell a
la ciudad de Uruguayana, República Federativa de Brasil.
Claudio Sebastián Cornelli Belén expuso: “…se
dirigieron hacia una bajada del río, relativamente cerca de la
cabaña, porque salieron de la cabaña hacia la ruta de allí por
un camino vecinal llegaron al río. Era una bajada de un arroyo,
vivía gente al costado de ese arroyo que cruzaron con un bote,
era corta distancia. Allí un muchacho empujó el bote en el que
iban el dicente, el chico secuestrado y Paragua ese muchacho
empujo el bote pero iba caminando al lado se nota que no era
profundo. Entraron a una especie de pantano a pie, había árboles,
tipo un camino que daba al río grande que divide Brasil con
Argentina. Allí los esperaba un canoero con una lanchita a motor,
era un viejito de aproximadamente cuarenta y pico de años con
pelo canoso descuidado, hablaba castellano y le parece que era
argentino y no brasilero. En la bajada del río los esperó para
cruzar el río, eso hicieron el dicente, el Paragua, el chico
secuestrado y el canoero. El chico secuestrado iba con la cabeza
tapada y eso veía el canoero. Cruzaron el río con el chico atado
los pies, ahora recuerda que el hombre que los guió por el pantano
llevó al chico secuestrado al hombro porque tenía los pies atados.
Cruzaron el río y llegando casi al puente, había un arroyo que
desconoce hace una seña de luces con linterna y se arriman a
la orilla, se bajan y los esperaba un auto marca Gol, entraron
dentro del auto que estaba conduciendo Caniche, era su GOL, se
dirigieron a una casa de dos pisos que estaba cerca del río donde
se bajaron y allí estuvieron quince días. Estaban en Brasil,
en Uruguayana, la casa estaba relativamente cerca del centro
a dos cuadras del río…” (sic).
El recurrente afirmó que la declaración transcripta
se encuentra desvirtuada por los dichos de Nicolás Lemes, quien
indicó que el arroyo Yatay sólo es navegable quinientos metros
antes de su desembocadura en el río Uruguay.
Del relato resulta claro que para el traslado de
Christian Schaerer utilizaron embarcaciones de distinto porte,
de acuerdo a las características de la vía de navegación.
66
Coincidentemente con los dichos de Nicolás Lemes, que
curiosamente la defensa cita en apoyo de su postura, del relato
de Claudio Sebastián Cornelli Belén surge que en un primer tramo
del recorrido efectuado tenían un bote pero dada la poca
profundidad del arroyo lo cruzaron caminando. Lejos de observar
elemento alguno que suscite alguna duda respecto a la veracidad
de la declaración cuestionada, considero que lo expuesto por
Nicolás Lemes, conocedor del lugar, por ser vecino y ex sub
oficial de la Prefectura Naval Argentina, otorga plena
credibilidad al relato expuesto por una persona que es ajena
al lugar y ha dado una acertada y detallada explicación de las
características de la zona.
Asimismo, debe valorarse que en la época del traslado
aludido se verificó el egreso del territorio nacional con destino
a la ciudad de Uruguayana, República Federativa del Brasil, de
José Rodolfo Lorhman (bajo la identidad de Carlos Alberto
Basualdo) y de Néstor Horacio Barczuk (bajo la identidad de Dardo
Antolín Fernández), quien señaló que fue a vigilar a la víctima
en reemplazo de Gonzalo Adrián Acosta (cfr. Informe de la División
Asuntos Internacionales de Interpol, fs. 1407 y 2582).
Por otra parte, la circunstancia de que sólo se
encuentre registrado el pase fronterizo del vehículo Volkswagen
Gol, dominio DIS190, de propiedad de Raúl Nemesio Salgán en una
fecha posterior (10 de noviembre de 2003), en modo alguno logra
desvirtuar el relato expuesto por Claudio Sebastián Cornelli
Belén.
De acuerdo al régimen aduanero transitorio vecinal
fronterizo los residentes de la ciudad de Paso de los Libres,
provincia de Corrientes, no necesitan registrar su ingreso al
país vecino cuando sólo van a transitar por la zona de frontera
-Uruguayana y sus inmediaciones, hasta 50 kilómetros- (cfr.
informe expedido a fs.2286/2289 por el Comandante Principal de
la Gendarmería Nacional, Juan Carlos Toledo).
Por ello, el registro migratorio del 10 de noviembre
de 2003 en realidad corrobora que Raúl Nemesio Salgán, María
Esther Sudo y su hijo Leandro Salgán efectivamente viajaron al
interior de la República Federativa de Brasil, a fin de hacerse
del dinero correspondiente al pago efectuado por la familia de
Christian Eduardo Schaerer en Ciudad del Este, República de
Cámara Federal de Casación Penal
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Paraguay, tal como surge de las escuchas telefónicas y lo hizo
saber Claudio Sebastián Cornelli Belén.
Queda así acreditada la presencia de Raúl Nemesio
Salgán en la ciudad de Uruguayana aportando los medios necesarios
para el traslado de la víctima, atento que la versión del hecho
expuesta por Claudio Sebastián Cornelli Belén ha tenido un amplio
respaldo en las distintas pruebas incorporadas al proceso.
Advierto que el recurrente se limitó a realizar una
crítica individual al valor probatorio de algunos de los indicios
merituados por el tribunal de juicio para fundar la intervención
de Raúl Nemesio Salgán en el hecho. Se soslayó que las
presunciones que derivan de los indicios constituyen plena prueba
cuando se fundan en hechos reales y probados, y cuando por su
número, precisión, gravedad y concordancia, producen convicción
según la naturaleza del juicio de conformidad con las reglas
de la sana crítica que inspira a la legislación vigente.
En suma, las conclusiones a las que han arribado los
sentenciantes respecto a la intervención de Raúl Nemesio Salgán
en el hecho, a partir del traslado de la víctima desde la localidad
de Saladas hasta la ciudad de Paso de los Libres, provincia de
Corrientes, se encuentran correctamente fundadas, y encuentran
adecuado sustento en un análisis global y concordante de la
evidencia colectada durante el proceso, de conformidad con las
reglas de la sana crítica racional.
3. Intervención de Cristian Ramón Carro Córdoba en el
hecho.
Los jueces de la instancia anterior han considerado
plenamente probado que Cristian Ramón Carro Córdoba tuvo una
activa intervención tanto en actos anteriores como posteriores
a la sustracción de Christian Eduardo Schaerer.
Sostuvieron que como integrante del grupo organizado
de personas que cometió el hecho en estudio, el nombrado adoptó
las siguientes acciones:
a) Adquirió en la localidad de Concepción del
Uruguay, provincia de Entre Ríos, los teléfonos celulares 0342
15609958 y 0342 15640073, los días 18 de agosto y 12 de septiembre
de 2003, respectivamente. Entregó el celular adquirido en último
término a Gonzalo Adrián Acosta y luego, a partir del 21 de
septiembre de 2003, mantuvo comunicaciones sincronizadas con
68
los restantes integrantes del grupo que participó de la
sustracción, retención y ocultación de Christian Schaerer.
b) Aportó el automotor marca Peugeot 306, dominio
DRN916, para el traslado de la víctima desde la localidad de
Saladas hasta la ciudad de Paso de los Libres, provincia de
Corrientes, en la madrugada del día 24 de septiembre de 2003,
lugar donde continuó la retención y ocultamiento de Christian
Eduardo Schaerer.
c) Durante el traslado de la víctima desde la
localidad de Saladas hasta Paso de los Libres, provincia de
Corrientes, mantuvo fluidas comunicaciones telefónicas con los
miembros de la banda, Angel Pedro Barbieri (condenado), José
Rodolfo Lorhman (prófugo) y con el imputado Gonzalo Adrián Acosta,
a través de la línea telefónica nº0342 15609958, con la que activó
las antenas de las localidades de Saladas y de la ciudad de Paso
de los Libres, lugares donde estuvo retenido y oculto Christian
Eduardo Schaerer.
d) En Ciudad del Este, República del Paraguay,
participó del cobro del dinero exigido a la familia de Christian
Eduardo Schaerer para liberar a la víctima. Posteriormente, viajó
a Curitiba, República Federativa de Brasil, para participar del
reparto del dinero extortado.
Al tratar la situación de Gonzalo Adrián Acosta se
evidenció a través de los distintos elementos probatorios
analizados (declaraciones testimoniales de Adolfo Escalante,
Eloy Laborde, Luis Angel Capeletti, Luis Horacio Manzanares,
Ricardo Matías Fernández y Juan María Contreras y documentación
obrante a fs. 11736/11737) las distintas actividades asumidas
por Cristian Ramón Carro Córdoba en las ciudades de Concepción
del Uruguay y Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, valiéndose
de la utilización de falsas identidades.
También se estableció su vínculo con Gonzalo Adrián
Acosta y la adquisición de la línea telefónica 0342 15629958
en el comercio de Fabián Esteban Fontanari, sito en la calle
Galarza 938 de la ciudad de Concepción del Uruguay, provincia
de Entre Ríos.
A partir de la vinculación de la mencionada línea
telefónica con Cristian Ramón Carro Córdoba, el tribunal de
juicio estableció la presencia e intervención del imputado en
Cámara Federal de Casación Penal
69
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
distintas secuencias y escenarios en que se desarrolló la
actividad delictiva sujeta a estudio.
A ese fin, resultó de vital importancia el resultado
de la confrontación del listado de llamadas entrantes y salientes
de cada teléfono celular a través del sistema V.A.I.C. (Vínculo
por Análisis Informático de las Comunicaciones -cruce de
llamadas-) junto con el sistema B.Id.Com. (Búsqueda de
Identidades y Comunicaciones).
La información obtenida de dicho confronte reveló los
movimientos efectuados por el imputado y su asidua comunicación
con los restantes intervinientes en el hecho, en total
coincidencia con la versión del hecho efectuada por Claudio
Sebastián Cornelli Belén, quien afirmó la intervención de
Cristian Ramón Carro Córdoba en el hecho.
De especial relevancia, por su coincidencia con el
relato efectuado por Claudio Sebastián Cornelli Belén, resultan
los desplazamientos que registró el abonado 0342 15629958 el
24 de septiembre de 2003 y que fueran minuciosamente detallados
en la sentencia recurrida (cfr. fs. 32386vta./32388).
Claudio Sebastián Cornelli Belén confirmó la presencia
-que ya daba cuenta el informe del V.A.I.C. complementado con
el de “B. Id. Com.”- de Cristian Ramón Carro Córdoba en la
localidad de Saladas, en momentos en que se disponían a trasladar
a Christian Eduardo Schaerer a Paso de los Libres.
Los magistrados de la instancia anterior destacaron
los contemporáneos desplazamientos hacia la ciudad de Paso de
los Libres, provincia de Corrientes, que se detectaron por la
activación de las antenas producida por la utilización de los
celulares correspondientes a Cristian Ramón Carro Córdoba,
Gonzalo Adrián Acosta, José Rodolfo Lorhman y Angel Pedro
Barbieri, al tiempo que se producía el traslado de la víctima
desde la localidad de Saladas hasta la ciudad de Paso de los
Libres, provincia de Corrientes.
Al respecto, Claudio Sebastián Cornelli Belén indicó
que “…A los cuatro días como dijo lo viene a buscar el abogado,
Carro y Lorhman, en dos autos, un auto queda en Cuatro Bocas,
cercano a una Estación de Servicio… Salen de la casilla para
la ruta, en un Peugeot 306 que conducía Lorhman, salen del galpón
el dicente, el chico y Paraguas, van a las cuatro bocas y en
70
la estación de servicio estaba el otro auto, que era un Ford
Focus del abogado y estaba el abogado solo, llegan, se baja el
dicente y se sube al auto del abogado y arrancan con destino
a Paso de los Libres… Viajaron toda la noche. Llegaron a Paso
de los Libres aproximadamente como a las cuatro o cinco de la
mañana y se dirigieron a una chacra…”.
Es notoria la coincidencia del horario de llegada
mencionado con los insistentes llamados de Cristian Ramón Carro
Córdoba (hora 4:11:00; 4:12:00; 4:12:17; 4:12:52, 4:13:00;
4:13:45; 4:14:23; 4:15:00 y 4:15:56) al teléfono 03783 15574216
utilizado por Barbieri, activando la antena ubicada en Paso de
los Libres, Corrientes. Con buen criterio, los jueces entendieron
que al llegar a destino, “intentaba comunicarse” sin éxito.
Corresponde destacar, entonces, que los llamados
efectuados por Cristian Ramón Carro Córdoba a Gonzalo Adrián
Acosta las 4:06:00 y 4:11:16 horas del 24 de septiembre de 2003
y a Angel Pedro Barbieri de manera insistente (en nueve
oportunidades) desde las 4:11:00 hasta las 4:15:56 horas, lo
ubican en la ciudad de Paso de los Libres, de manera contemporánea
al arribo a dicha ciudad de la víctima junto a sus captores,
tal como también lo mencionó Claudio Sebastián Cornelli Belén.
La secuencia del hecho descripta por Claudio Sebastián
Cornelli Belén es clara y contundente respecto a la utilización
de un Peugeot 306 y a la presencia de Cristian Ramón Carro Córdoba,
en el primer lugar de cautiverio, quien llegó junto a José Rodolfo
Lorhman para realizar el traslado de la víctima. No se advierte
la razón por la que la defensa sostiene que en dicho relato se
excluyó la intervención de Cristian Ramón Carro Córdoba en el
aludido traslado.
El imputado detalló claramente que del galpón utilizado
como lugar de cautiverio salieron la víctima, Gonzalo Adrián
Acosta (“paraguas”) y el propio Claudio Sebastián Cornelli Belén.
También indicó que salieron hacia la ruta abordo del Peugeot
en el que arribaron Cristian Ramón Carro Córdoba y José Rodolfo
Lorhman, que era conducido por éste último y que al llegar a
“Cuatro Bocas” se subió al Ford Focus tripulado por Angel Pedro
Barbieri.
Sin perjuicio de ello, existen otros elementos de cargo
que robustecen la conclusión alcanzada por el tribunal de juicio.
Cámara Federal de Casación Penal
71
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Entre ellos, cabe destacar las declaraciones de Ricardo Matías
Fernández y de Rubén Miguel Igoa Basterrica, el informe del
Registro de la Propiedad Automotor nº1 de Gualeguaychú, provincia
de Entre Ríos (fs.12912/12922) y el informe de la Dirección
Nacional del Registro de Propiedad Automotor (fs.12369).
Corresponde recordar la declaración de Ricardo Matías
Fernández, ya mencionada al analizar la situación de Gonzalo
Adrián Acosta. El testigo refirió que en septiembre de 2003,
en la ciudad de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, era vecino
de Gonzalo Adrián Acosta, a quien conocía como Gustavo Pereira.
Explicó que éste le presentó a Cristian Ramón Carro Córdoba como
su primo y bajo la identidad de Gustavo Galarza, quien tenía
un Peugeot 306. En la audiencia de debate reconoció a Gonzalo
Adrián Acosta y a Cristian Ramón Carro Córdoba como Galarza y
Pereira, respectivamente.
En la audiencia de debate celebrada el 28 de mayo de
2009 Rubén Miguel Igoa Basterrica expresó que tiene un taller
mecánico desde el año 2004 en la ciudad de Gualeguaychú, provincia
de Entre Ríos y que reparó un Peugeot 306 a pedido de una persona
a la que luego reconoció a través de las fotografías publicadas
en un diario como Cristian Ramón Carro Córdoba.
A su vez, el informe de la Dirección Nacional del
Registro de Propiedad Automotor de fs.12369, da cuenta que el
rodado Peugeot, modelo 306, dominio DRN916 se encuentra
registrado a nombre de Gustavo Enrique Galarza, DNI 24.249.011.
El propio imputado reconoció que utilizó dicha identidad para
salir y entrar del territorio nacional el 17 de septiembre y
el 21 o 22 de septiembre de 2003, respectivamente, por la ciudad
de Paso de los Libres, Corrientes. Dicha circunstancia fue
convalidada con el informe de la Dirección General de Migraciones
obrante a fs. 31177.
Por otra parte, también resulta incriminante el correo
electrónico remitido el 2 de octubre de 2003 desde la cuenta
“rojocoreano@yahoo.com.ar” (atribuida al prófugo José Horaciio
Maidana) a la casilla “latentecorazon@yahoo.com.ar” (atribuida
a la condenada Judith Analía Alvarenga) en el que se hace
referencia al desplazamiento que iba a realizar Cristian Ramón
Carro Córdoba, a quien veladamente individualizan como “la
gordita”. En dicho e-mail se lee “…la otra chica la gordita si
72
no se comunica o llega hoy o mañana viajea para alla para mi
barrio para hablar con las otras amigas para saber que esteen
todas bien por que con ellas como viven aisladas en sona muy
precario no tenemos comunicación…” (sic). El apodo utilizado
“la gordita” resulta coincidente con lo expresado por Néstor
Horacio Barczuk, y Diego René Solís.
De igual tenor resulta el correo electrónico dirigido
desde “elbrasilero2005@yahho.com.ar” a la casilla de Néstor
Horacio Barczuk (“elbrasilero2020@yahoo.com.ar”) el 10 de
octubre de 2003, a efectos de indicarle que se traslade a la
ciudad Paso de los Libres, provincia de Corrientes y avisarle
que “el gordo” lo pasaría a buscar para que se quede unos días
con “los gurises” (Gonzalo Adrián Acosta y Claudio Sebastián
Cornelli Belén).
Tampoco debe descartarse como elemento de prueba
indiciario, la relación previa de Cristian Ramón Carro Córdoba
con Néstor Horacio Barczuk y Claudio Sebastian Cornelli Belén,
conforme los dichos de éstos últimos, como así también la
vinculación de Cristian Ramón Carro Córdoba con José Rodolfo
Lorhman, conforme a los dichos de Eduardo Ramón Battistessa.
En el mismo sentido, el tribunal de juicio valoró que
la intervención que Claudio Sebastián Cornelli Belén le atribuye
a Cristian Ramón Carro Córdoba en el cobro del rescate exigido
a la familia de la víctima y en el reparto del dinero obtenido
encuentra corroboración en los informes de la Dirección Nacional
de Migraciones obrantes a fs. 23.252 y del Ministerio de Educación
y Cultura de la República Oriental del Uruguay de fs. 31.724/31741,
que ubican a Cristian Ramón Carro Córdoba -bajo la falsa identidad
de Gustavo Enrique Galarza- a la época de la actividad delictiva
aludida en Ciudad del Este, República del Paraguay, en Quarai,
República Federativa del Brasil y en las ciudades de Bella Unión,
Fray Bentos y Carrasco, República Oriental del Uruguay.
Queda así acreditada la intervención de Cristian Ramón
Carro Córdoba en las distintas etapas y escenarios en las que
se desarrolló el hecho que nos ocupa.
La intensa actividad ilícita de Cristian Ramón Carro
Córdoba, que adoptó falsas identidades, aportó medios de
comunicación y transportes para la ejecución del hecho e
intervino materialmente en el traslado de la víctima desde la
Cámara Federal de Casación Penal
73
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
localidad de Saladas hasta Paso de los Libres, en el cobro del
rescate en Ciudad del Este, República del Paraguay y en el
posterior reparto del dinero en Curitiba, República Federativa
de Brasil, se encuentra plenamente acreditada, atento que la
versión del hecho expuesta por Claudio Sebastián Cornelli Belén
ha tenido un contundente respaldo en numerosos elementos de cargo
incorporados al proceso que conforman un cuadro probatorio idóneo
para alcanzar la certeza requerida para el dictado de una
sentencia condenatoria.
Las objeciones y críticas expuestas por la asistencia
técnica de Cristian Ramón Carro Córdoba se basan en una valoración
fragmentada y aislada de la prueba reunida.
Dicha metodología en la valoración de la prueba ha sido
reiteradamente descalificada por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, al señalar que un análisis parcial y aislado de
los elementos de juicio obrantes en la causa, sin integrarlos
y armonizarlos debidamente en su conjunto, conduce al dictado
de resoluciones arbitrarias por omisión valorativa de indicios
que pudieron ser decisivos para alcanzar un resultado distinto
y por prescindir de una visión de conjunto y de la necesaria
correlación entre las distintas pruebas producidas (C.S.J.N.,
Fallos: 308:640; 311:621, 948, 2402 y 2547; 315:495; 319:1878;
321:2131 y disidencia de los doctores Juan Carlos Maqueda y
Eugenio Raúl Zaffaroni en Fallos: 327:5631, entre muchos otros).
Las probanzas de la causa no pueden ser consideradas
aisladamente sino valoradas en su conjunto, tratando de vincular
armoniosamente sus distintos elementos de confrontación,
conforme a las reglas de la sana crítica, a riesgo de desvirtuar
la esencia de la tarea de valoración de la prueba reunida.
Al respecto se ha dicho con acierto que la aplicación
del método consistente en criticar las pruebas, indicios y
presunciones individualmente, de modo de ir invalidándolos uno
a uno y evitando su valoración articulada y contextual dentro
del plexo probatorio, conduce a resultados absurdos desde el
punto de vista de la verdad material, real o histórica, cuya
reconstrucción es objeto y fin del proceso penal, y que tan
imperfecta metodología se encarga de desbaratar uno por uno cada
cual de esos elementos que, solitariamente, nada prueban con
certeza, pero que, evaluados en acto único y con ajuste a las
74
reglas de la sana crítica racional -lógica, experiencia, sentido
común, psicología y ciencia-, pueden llevar de la mano a una
probatura acabada, plena, exenta de toda hesitación razonable
(cfr. causa nº 6817, reg. Nº 9424, “Las Heras, Mariano y otro
s/ recurso de casación”, del 14/09/06 y sus citas, causa nº 7228
“Duarte, Pablo Adrián s/ recurso de casación”, reg. Nº 9465,
rta. el 22/09/06, ambos de la Sala I).
En razón de todo ello, el recurso intentado, fuera de
manifestar su discrepancia con el resultado alcanzado, no ha
logrado demostrar cuáles serían los defectos de motivación del
pronunciamiento ni de qué manera se habría incurrido en violación
de las reglas de la sana crítica, debido a que el a quo consignó
los argumentos que determinaron la resolución de manera que fuera
controlable el iter lógico seguido para arribar a la conclusión,
evidenciando así que realizó una apreciación de las pruebas que
la recurrente no comparte pero que se halla exenta de la tacha
de ilogicidad e incluso a resguardo de la de arbitrariedad de
sentencias.
Por lo expuesto, las conclusiones a las que han arribado
los sentenciantes respecto a la intervención de Cristian Ramón
Carro Córdoba en el hecho, se encuentran correctamente fundadas
y encuentran adecuado sustento en un análisis global y
concordante de la evidencia colectada durante el proceso, de
conformidad con las reglas de la sana crítica racional.
SEPTIMO:
Las absoluciones de María Esther Sudo, Oscar Antonio
Salgán, Sergio Gustavo Salgán, Jorge Gabriel Sudo y Miguel Angel
Ramírez.
a) La situación de Miguel Angel Ramírez
El tribunal de juicio tuvo por probado que Miguel Angel
Ramírez, sargento primero de la Policía Federal Argentina, con
prestación de servicio en la Delegación Paso de los Libres,
provincia de Corrientes, dio aviso de los allanamientos “que
se iban a llevar a cabo en distintos inmuebles pertenecientes
a uno de los miembros de la organización delictiva, Raúl Nemesio
Salgán, el día 19 de noviembre de 2003 en la localidad de Paso
de los Libres, Corrientes, cuando se hallaba prestando servicios
en la dependencia de la institución mencionada”.
Cámara Federal de Casación Penal
75
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Asimismo, consideró que Miguel Angel Ramírez no tuvo
conocimiento de que los allanamientos aludidos habían sido
dispuestos en el marco del presente proceso y menos aún que con
su conducta ayudaba a ocultar pruebas relacionadas con el
secuestro de Christian Eduardo Schaerer o evitaba que la víctima
recuperara su libertad.
Concluyó que el nombrado, en su calidad de funcionario
policial y en momentos en que la víctima ya no se encontraba
en la localidad de Paso de los Libres, “advirtió a la familia
Salgán que los inmuebles propiedad de éste último, iban a ser
allanadas, con lo cual evitó que se pudieran obtener pruebas
útiles para la dilucidación de la causa”.
Finalmente, evaluó que dicho proceder encuadra en el
delito de encubrimiento y, luego de recordar que el tiempo
transcurrido entre el primer llamado a indagatoria y el
requerimiento de elevación a juicio excedía el máximo de duración
de la pena señalada para dicha figura, consideró que la acción
penal se hallaba extinguida por prescripción, conforme a lo
establecido por los artículos 59, inciso 3º, 62, inciso 2º y
67, incisos b) y c), del Código Penal. En función de ello, dispuso
absolver a Miguel Angel Ramírez del delito por el que fuera
requerido a juicio, por aplicación del artículo 3 del Código
Procesal Penal de la Nación.
La transcripción de la escucha telefónica
correspondiente a la línea n°03772 426604, perteneciente al
domicilio de Raúl Nemesio Salgán (cfr. fs.1674), revela que el
19 de noviembre de 2003 Sergio Gustavo Salgán fue alertado de
los inminentes allanamientos a las distintas propiedades de su
familia en la ciudad de Paso de los Libres, provincia de
Corrientes.
El breve diálogo mantenido en dicha oportunidad por
Sergio Gustavo Salgán con su interlocutor exterioriza que la
información reservada había sido develada por el imputado
-apodado “patrón”-, quien le avisó a Héctor González, alias
“pucho”, que se desempeñaba como pizzero de un comercio cercano
a la Delegación de Paso de los Libres de la Policía Federal.
Finalmente y tal como surge de la escucha, fue Ariel (Saldaña)
quien finalmente alertó telefónicamente a Sergio Gustavo Salgán
de los allanamientos dispuestos.
76
De manera coincidente se expresó Juan José
Ugartemendia, propietario del comercio en el que trabajaba Héctor
González (“pucho”). Recordó que Ramírez le pidió permiso para
hablar con Héctor González, con el cual mantuvo una conversación
en el sector de fiambrería. Al día siguiente y una vez publicado
en los medios de comunicación la ejecución de los allanamientos
aludidos, Héctor González le comentó: “que barbaridad, eso fue
lo que ‘Patrón’ me pidió que le avisara a los chicos del barrio”.
Asimismo, le hizo saber que le había pedido a Ariel Saldaña que
avise a la familia Salgán.
Todo ello permite afirmar que la mencionada
información confidencial fue brindada por Miguel Angel Ramírez,
que al momento del hecho se desempeñaba como sargento primero
de la Delegación Paso de los Libres de la Policía Federal.
Sin perjuicio de ello, corresponde detallar la relación
del imputado con la familia Salgán. En tal sentido, los diálogos
que Sergio Gustavo Salgán mantuvo con su padre, en momentos en
que éste se hallaba en la ciudad de Uruguayana y lo consultaba
por la situación en Paso de los Libres, luego de la detención
de Barczuk, lo tienen a Miguel Angel Ramírez como una persona
dispuesta a brindar valiosa información.
Así fue apreciado por Sergio Gustavo Salgán (cfr.
transcripción de escucha telefónica de fs. 1672/1673) y su padre
el 19 de noviembre de 2003 -antes del efectivo aviso sobre los
allanamientos-, aludiendo a que sería el primero en enterarse
sobre cualquier novedad que pueda afectarlos.
El diálogo mantenido en dicha oportunidad entre Sergio
Gustavo Salgán y su progenitor también permite conocer que con
anterioridad Miguel Angel Ramírez había avisado en forma directa
a Raúl Nemesio Salgán sobre la presencia y posterior retirada
de la localidad de Paso de los Libres de una comisión policial
provincial, situación que ha sido corroborada en el debate con
la extensa declaración efectuada por el Comisario Transito
Ramírez (cfr. fs.32101).
El Comisario mencionado explicó que a fines de octubre
se envió una comisión a Paso de los Libres y luego de hacer las
observaciones y vigilancia del domicilio de Raúl Nemesio Salgán
y de haber solicitado las órdenes de allanamiento al Juzgado
Federal de la zona, el oficial Acevedo que estaba al mando,
Cámara Federal de Casación Penal
77
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
devolvió las órdenes el 12 de noviembre de 2003, para no poner
en riesgo la vida de la víctima, atento que no se había llegado
a concluir en qué lugar estaba siendo ocultada.
De igual manera se expidió Julio Héctor Segovia (cfr.
fs. 32001/32002), al señalar que estuvieron varios días en Paso
de los Libres y como no había movimiento devolvieron la orden
de allanamiento. En cuanto al hermetismo que caracterizó a la
investigación, refirió que la Policía Federal de Paso de los
Libres había ofrecido colaboración y que muchos policías tenían
conocimiento del trabajo a realizar.
La escucha telefónica obrante a fs. 2173/2174
(correspondiente al domicilio de Juan Angel Oliva), da cuenta
de la efectiva disposición del imputado para mantener informados
a los distintos integrantes de la familia Salgán, en este caso
reuniéndose en la noche del 18 de noviembre de 2003 con Oscar
Antonio Salgán para comentarle que sólo habían preguntado por
las posibles relaciones de los involucrados con Raúl Nemesio
Salgán.
Su permanente colaboración también surge del informe
expedido por la Gendarmería Nacional (cfr. fs. 15250/15252) y
de la transcripción de la escucha telefónica correspondiente
a la línea telefónica 03772 422701 (cfr. fs. 2512/2513), que
reproduce el diálogo mantenido entre la madre de Saldaña y
“Laurita”, refiriéndose al imputado como “el alcahuete” de la
familia Salgán.
Cabe concluir, entonces, que el aviso efectuado el
19 de noviembre de 2003 por Miguel Angel Ramírez a Sergio Gustavo
Salgán, respecto a los inminentes allanamientos de distintos
inmuebles pertenecientes a Raúl Nemesio Salgán, no constituye
una infidencia aislada sino una muestra más de la participación
criminal de Miguel Angel Ramírez en el hecho delictivo.
Establecida así la conducta adoptada por Miguel Angel
Ramírez, corresponde dar tratamiento a los agravios introducidos
por el representante del Ministerio Público Fiscal y la querella
en torno a su significación jurídica.
Probado que Miguel Angel Ramírez de manera reiterada
proporcionó información confidencial a los integrantes de la
familia Salgán, corresponde determinar si en su calidad de sub
oficial de la Delegación Paso de los Libres de la Policía Federal
78
o por su relación con la familia aludida tenía conocimiento que
la información suministrada se relacionaba con la investigación
desarrollada en las presentes actuaciones.
En este sentido, debe tenerse presente que la
participación criminal exige doble dolo, lo que significa que
el partícipe no sólo debe tener dolo de colaborar sino que además
ese dolo debe abarcar la ejecución del hecho principal.
En primer lugar destaco que la reserva con que se llevó
a cabo la investigación de manera alguna puede resultar un
elemento que autorice a establecer de manera genérica, como
parece afirmar el tribunal de la instancia anterior, la
imposibilidad de que Miguel Angel Ramírez hubiera conocido que
los movimientos de las fuerzas policiales en la ciudad de Paso
de los Libres se encuentren vinculados al secuestro de Christian
Eduardo Schaerer.
No puede olvidarse que en la investigación del hecho
se ha requerido la intervención de distintas fuerzas policiales
provinciales (de Corrientes, Formosa, Chaco y Misiones) de la
Policía Federal, Gendarmería Nacional y de la SIDE y, por la
continuación del hecho en territorios extranjeros (República
del Paraguay y República Federativa del Brasil) ha sido necesaria
la colaboración de Interpol y de la policía de los países
mencionados, todo lo cual sumado a la gran repercusión producida
en los medios periodísticos a nivel provincial y nacional y en
la sociedad en general, generó un movimiento inusual en las
dependencias policiales intervinientes y la necesidad de contar
con nuevos equipos de trabajo para la investigación del caso
(cfr.fs.32100/32106). El Comisario Ramón Tránsito Ramírez
informó que convocó a un equipo de diez o quince personas, a
la que se le dio el nombre de División Delitos Complejos y que
el Comisario Barboza tenía su equipo de trabajo, con los que
no tenía relación directa.
La simple participación de alguno de los equipos de
investigación aludidos revelaba, sin duda alguna, que su
actividad se relacionaba con la pesquisa correspondiente a las
presentes actuaciones.
Por ello, considero que Miguel Angel Ramírez no
desconoció que la comisión policial provincial enviada a fines
de octubre a Paso de los Libres para observar y vigilar el
Cámara Federal de Casación Penal
79
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
domicilio de Raúl Nemesio Salgán, se trataba de una tarea de
investigación vinculada al secuestro de Christian Eduardo
Schaerer (cfr. fs. 32101, declaración efectuada por el Comisario
Transito Ramírez).
El día 19 de noviembre de 2003 el Subcomisario Pedro
de los Angeles Benítez, del Departamento Delitos Complejos de
la Policía Federal, se comunicó con el Jefe de Servicio Roque
Ariel Alfonzo de la Delegación de Paso de los Libres de la Policía
Federal para dar apoyo a los allanamientos y a los fines de
preparar al personal para su efectivo diligenciamiento, anticipó
la inminente llegada de las órdenes de allanamiento y también
que se encontraban relacionados con el secuestro de Christian
Eduardo Schaerer (cfr. fs. 32099vta.).
El hermetismo al que se refiere la sentencia impugnada
(“todo era secreto”, cfr.fs.32427) no se compadece con lo
ocurrido, pues de alguna manera Miguel Angel Ramírez accedió
a la información relacionada con la investigación y aún antes
de que se expidan las órdenes de allanamiento pudo saber
detalladamente los domicilios involucrados e indebidamente
reveló su conocimiento de la manera descripta en párrafos
anteriores.
Otro punto a considerar se relaciona con la
introducción ilícita de cigarrillos al territorio nacional por
parte de Raúl Nemesio Salgán.
Dicha actividad era conocida por Miguel Angel Ramírez,
así se aprecia de las transcripciones de las escuchas
telefónicas.
Al respecto considero que Miguel Angel Ramírez no pudo
relacionar esa actividad ilícita con el operativo dispuesto el
19 de noviembre de 2003, que por su magnitud no guardaba
proporción con el referido comportamiento.
En suma, las especiales características del caso, la
intervención de la División Delitos Complejos de la Policía
Federal, la comprobada afinidad de Miguel Angel Ramírez con los
integrantes de la familia Salgán, la preocupación por el avance
de la investigación demostrada por la familia Salgán -recuérdese
la previa detención de Barczuk-, la que no fue ocultada a Miguel
Angel Ramírez, a quien recurrían de manera constante para que
los mantenga informados de los movimientos policiales, conducen
80
a concluir que Miguel Angel Ramírez no pudo desconocer que los
allanamientos dispuestos respecto a distintos domicilios de la
familia Salgán y al domicilio de Juan Angel Oliva se relacionaban
con el secuestro de Christian Eduardo Schaerer.
En cuanto al grado de conocimiento exigible para
participar en el hecho ajeno, cabe señalar que prestigiosa
doctrina y precedentes jurisprudenciales extranjeros coinciden
en señalar que resulta suficiente la actuación con dolo eventual.
(cfr. Hans-Heinrich Jescheck, “Tratado de Derecho Penal. Parte
General”, p. 633, Ed. Comares, 4ª ed., Granada, 1993, traducción
de José Luis Manzanares Samaniego y sus citas de jurisprudencia).
Conforme a lo expuesto, no corresponde circunscribir
la actuación de Miguel Angel Ramírez al aviso dado a Sergio
Gustavo Salgán el 19 de noviembre de 2003, por cuanto ha quedado
establecido que dicha colaboración no fue un acto aislado sino
el cumplimiento del compromiso que asumió Miguel Angel Ramírez
con Raúl Nemesio Salgán de mantenerlo al tanto de la información
que manejaba la policía y de las diligencias encomendadas a la
fuerza que integraba. Sin lugar a dudas, con dicho accionar privó
a la investigación de la posibilidad de adquirir los elementos
de prueba necesarios para develar con la celeridad que el caso
requería el destino de la víctima, que como se expuso
anteriormente y seguramente en base a la información recibida
por los autores del hecho, se ubicó en distintos puntos de la
provincia de Corrientes y luego fue llevado a la República
Federativa de Brasil.
La conducta adoptada por Miguel Angel Ramírez significó
un valioso aporte al ocultamiento de Christian Eduardo Schaerer
que llevaban a cabo los autores del hecho, quienes contaron a
través del imputado con información privilegiada sobre los
avances de la investigación y los movimientos de las fuerzas
policiales, que de esa manera no pudieron dar en tiempo oportuno
con los múltiples lugares de cautiverio de la víctima, cuyo
destino al día de hoy no pudo ser establecido con certeza.
La participación necesaria no exige de manera
indefectible una contribución material al delito siendo
aceptable el aporte de naturaleza intelectual que importe un
acto favorecedor de su consumación o, como en el caso, de la
permanencia de su consumación.
Cámara Federal de Casación Penal
81
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Es que el partícipe no quebranta por sí mismo la norma
prohibitiva sino que coopera en un hecho ajeno.
Vale recordar que el delito previsto en el artículo
170 del Código Penal es de consumación permanente, esto es, se
sigue consumando mientras se mantiene secuestrada a la persona
y la participación es posible mientras no se haya agotado la
ejecución del injusto.
Ello determina una clara diferenciación con el delito
de encubrimiento atribuido por los jueces de la instancia
anterior, que sólo puede cometerse con posterioridad a su
ejecución.
Volviendo a la situación de Miguel Angel Ramírez,
destaco que una vez consumado el secuestro favoreció el
ocultamiento de la víctima, al proporcionar a los autores del
delito información sobre la actividad policial, contribuyendo
así al éxito de su empresa delictiva.
El aporte (suministro de información) de Miguel Angel
Ramírez fue aprovechado por los autores materiales del hecho
(Raúl Nemesio Salgán, Claudio Sebastián Cornelli Belén, Gonzalo
Adrián Acosta y Cristian Ramón Carro Córdoba) en el tramo
estrictamente ejecutivo, en lo que hace a la modalidad fáctica
de la ejecución (oportunidad de los traslados de la víctima y
de los propios autores, cuyo ocultamiento impidió la liberación
del damnificado). De esa manera brindó la cooperación necesaria
para que el delito permanezca en estado de consumación.
Atento el carácter permanente del delito enjuiciado
(secuestro extorsivo), el aporte de información efectuado por
Miguel Angel Ramírez sobre los pasos que las fuerzas de seguridad
estaban siguiendo sobre los autores materiales del hecho ilícito
investigado, cobra vital importancia, pues dicho aporte habilitó
la permanencia en el tiempo de los efectos del delito (secuestro
extorsivo, en el caso, agravado).
El grado de participación atribuido al imputado también
encuentra apoyo en la denominada teoría de los “bienes escasos”
(ver E. Gimbernat Ordeig, “Autor y cómplice en Derecho Penal”,
Universidad de Madrid, Facultad de Derecho, p. 151 y ss., y 167
y ss., 1966, Madrid), pues su calidad de sub oficial de la
Delegación Paso de los Libres, provincia de Corrientes, de la
Policía Federal, con acceso a importante información sobre la
82
pesquisa, caracteriza de manera indudable a su contribución al
delito como un bien escaso, circunstancia que define su
intervención en el hecho como partícipe necesario.
En consecuencia y de conformidad con lo solicitado
por el Fiscal General, Miguel Angel Ramírez deberá responder
como partícipe necesario del delito de secuestro extorsivo
agravado por su condición de suboficial de la Policía Federal
y por la intervención de más de tres personas (artículos 45 y
170, inciso 5º y 6º, del Código Penal).
La calificación legal asignada a la conducta atribuida
a Miguel Angel Ramírez, que incluye la agravante prevista en
el inciso 5º del artículo 170 del Código Penal, no altera la
base fáctica contenida en la acusación pública y privada ni
vulnera el principio de congruencia, atento que los acusadores
al describir el hecho endilgado a Miguel Angel Ramírez,
consideraron su pertenencia a la Policía Federal.
b) La situación de María Esther Sudo
Corresponde analizar si, efectivamente, el tribunal
de grado ha efectuado una errónea valoración de la prueba reunida
en el caso y, consecuentemente, ha emitido un veredicto
descalificable por arbitrario.
Para que sea considerada un acto jurisdiccionalmente
válido, toda resolución debe establecer los fundamentos fácticos
y jurídicos en que se apoya.
En este sentido, es dable recordar que la doctrina de
la arbitrariedad, elaborada por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación tiende a resguardar las garantías de la defensa
en juicio y del debido proceso, exigiendo que las sentencias
sean fundadas y resulten una derivación razonada del derecho
vigente con aplicación a las circunstancias comprobadas de la
causa (Fallos: 261:209; 274:135; 284:119; 297:100; entre otros).
En igual dirección el Alto Tribunal ha señalado que
resulta arbitraria la sentencia en la cual la interpretación
de la prueba se ha limitado a un análisis parcial y aislado de
los elementos de juicio obrantes en la causa que no los integra
y armoniza debidamente en su conjunto, si ello conduce a la
omisión valorativa de indicios que pudieron ser decisivos para
alcanzar un resultado distinto en el caso (C.S.J.N., Fallos:
308:640).
Cámara Federal de Casación Penal
83
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Examinado el pronunciamiento atacado en función de
tales lineamientos, surge que el eje medular sobre el que gira
la argumentación desarrollada por el a quo, se refiere al valor
otorgado a la prueba colectada, que a su entender no resulta
idónea para establecer con certeza un aporte al hecho delictivo
aquí investigado por parte de María Esther Sudo.
Los jueces intervinientes consideraron que no se
encuentra acreditado que María Esther Sudo haya usado de manera
personal y exclusiva el teléfono celular que estaba registrado
a su nombre.
De esa manera descartaron la intervención de María
Esther Sudo en las nueve llamadas realizadas el 1º de octubre
de 2003 desde su línea telefónica a la de Miguel Angel Carbonell,
dueño de la cabaña situada en el paraje Ombucito.
A partir de ello, el tribunal de juicio entendió que
la situación de María Esther Sudo no superó el marco de la sospecha
y que su actuar resultó intrascendente.
Los argumentos invocados por el a quo para sustentar
la resolución recurrida se apoyan en una valoración parcial de
los elementos de cargo invocados por los acusadores público y
privado, pues omiten analizar y valorar la efectiva utilización
de la chacra familiar, ubicada en Jorge Newbery y Ernesto Montiel,
de la ciudad de Paso de los Libres, para mantener oculta a la
víctima a partir del 24 de septiembre de 2003.
Tampoco se ha valorado que el automóvil de María Esther
Sudo -Volkswagen Gol, dominio DYS190- fue empleado para trasladar
a la víctima desde la chacra situada en Jorge Newbery y Ernesto
Montiel, de la ciudad de Paso de los Libres, hasta el paraje
Ombucito y para transportarlo en la ciudad de Uruguayana,
República Federativa de Brasil.
A ello se suma el efectivo conocimiento por parte de
María Esther Sudo de la conducta delictiva asumida por su
concubino, Raúl Nemesio Salgán. Así lo revela la directiva que
María Esther Sudo le impartió a Jorge Gabriel Sudo, para que
no divulgue el verdadero destino del viaje que emprendió junto
a Raúl Nemesio Salgán, a la ciudad de Curitiba, República
Federativa de Brasil, el 10 de noviembre de 2003 (cfr.
transcripción de las escuchas telefónicas obrante a fs.1668/vta.
e informe del Comandante Principal Juan Carlos Toledo de
84
fs.2286/2289). En dicha ciudad, Raúl Nemesio Salgán se reunió
con Cristian Ramón Carro Córdoba, José Horacio Maidana, José
Rodolfo Lorhman y Claudio Sebastián Cornelli Belén para repartir
el dinero pagado por la familia de la víctima.
Tal proceder demuestra que la intervención de Raúl
Nemesio Salgán en la ejecución del delito contó con el consenso
de María Esther Sudo, circunstancia que junto a los restantes
elementos de cargo mencionados, conforman un cuadro indiciario
que indica la anuencia prestada por María Esther Sudo para que
su pareja, Raúl Nemesio Salgán, utilice la chacra familiar
ubicada en Jorge Newbery y Ernesto Montiel, de la ciudad de Paso
de los Libres y el automóvil Volkswagen Gol, dominio DYS190
-registrado a nombre de María Esther Sudo- para ocultar y
trasladar a Cristian Eduardo Schaerer.
No puede soslayarse que en el caso de sucesos como el
investigado en autos, que tienen lugar en ámbitos privados,
difícilmente se cuente con elementos de prueba directos, por
lo que corresponde analizar la prueba indiciaria reunida y en
base a ella reconstruir lo acontecido y, en su caso, efectuar
la atribución de responsabilidad penal que corresponda.
Por ello, acreditado que la chacra y el rodado
anteriormente individualizados fueron utilizados para trasladar
y ocultar a Christian Eduardo Schaerer, considero que María
Esther Sudo realizó un efectivo e indispensable aporte de bienes
para la ejecución material del delito, dado que el uso de dichos
bienes hizo posible que el delito permanezca en estado de
consumación.
Por lo expuesto y de conformidad con lo solicitado
por el Fiscal General, María Esther Sudo deberá responder como
partícipe necesaria del delito de secuestro extorsivo agravado
por la intervención de más de tres personas (artículos 45 y 170,
inciso 6º, del Código Penal).
c) La situación de Oscar Antonio Salgán y Sergio
Gustavo Salgán.
De acuerdo al detallado relato efectuado por la
querellante y por César Damián Azula -padre de la novia de
Christian Eduardo Schaerer-, el pago del rescate se extendió
desde el mediodía del 5 de noviembre de 2003, en la ciudad de
Cámara Federal de Casación Penal
85
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Encarnación, República del Paraguay, hasta aproximadamente las
8:30 horas del día 6 de noviembre de 2003, en Ciudad del Este,
República del Paraguay.
Ambos explicaron que desde su llegada a la ciudad de
Encarnación, tomaron contacto telefónico con los secuestradores
y siguieron sus directivas.
Inclusive César Damián Azula precisó que la persona
que le daba instrucciones los estaba observando y que conforme
a las múltiples indicaciones recibidas, conocían perfectamente
las rutas por donde tenían que ir.
César Damién Azula reconoció en rueda de personas (fs.
2259) a Oscar Antonio Salgán y le atribuyó haber recogido el
bolso con el dinero y haberle dado permanentes instrucciones
para concretar el pago del rescate.
También sostuvo de manera coincidente con Gloria
Pompeya Gómez que entre las 2:00 horas y las 3:00 horas del 6
de noviembre de 2003, recibieron una llamada para que abandonen
el hotel y se dirijan a una rotonda. A continuación les dieron
distintas indicaciones hasta llegar a Ciudad del Este, República
del Paraguay, en donde pagaron el rescate a las 8:30 horas
–aproximadamente- del 6 de noviembre de 2003.
Advierto que la conducta endilgada a Oscar Antonio
Salgán a título de coautoría resulta controvertida por los
informes expedidos por la Universidad de la Cuenca del Plata
(fs. 2530/2537), de Paso de los Libres, provincia de Corrientes,
que dan cuenta de la asistencia del imputado a las clases dictadas
en dicha institución los días 5 y 6 de noviembre en el turno
vespertino.
Las planillas de asistencia obrantes a fs. 2531 y 2534
y el cuadro de horarios correspondiente a las materias cursadas
por Oscar Antonio Salgán en la Universidad de la Cuenca del Plata,
denotan su presencia en Paso de los Libres desde las 17:00 horas
hasta las 22:00 horas del 5 de noviembre de 2003 y a las 15:00
horas del 6 de noviembre de 2003.
Conforme a los horarios detallados, la conducta
adjudicada al imputado en la República del Paraguay se superpone
con la actividad que registra en el establecimiento educativo
mencionado. Es por ello que, aun considerando la discutible
posibilidad de que una persona se encuentre entre las 7:00 y
86
las 8:00 horas en Ciudad del Este -Paraguay- y a las 15:00 esté
en Paso de los Libres, Provincia de Corrientes, atento que la
distancia entre ambas ciudades no supera los setecientos
kilómetros, argumento alegado por la querella, ello no desvirtúa
la intervención de Oscar Antonio Salgán junto con la de Sergio
Gustavo Salgán como partícipes necesarios del hecho ilícito
enjuiciado.
En efecto, conforme a los restantes planteos efectuados
por la acusadora privada, corresponde evaluar si los hermanos
Oscar Antonio y Sergio Gustavo Salgan prestaron colaboración
a su padre -Raúl Nemesio Salgán- en la ejecución del hecho.
Al prestar declaración en el debate, Diego René Solís
vinculó a los hermanos Oscar Antonio y Sergio Gustavo Salgán
con el delito investigado. Les atribuyó haber mantenido contacto
con Miguel Angel Ramírez y con otros miembros de la banda -José
Rodolfo Lorhman y Cristian Ramón Carro Córdoba-, con
posterioridad al secuestro de Christian Eduardo Schaerer (cfr.
fs. 32.023).
La referencia efectuada por Diego René Solís respecto
a la concurrencia de Oscar Antonio Salgán y Sergio Gustavo Salgán
al domicilio de Miguel Angel Ramírez, encuentra respaldo
probatorio y adquiere relevancia con la transcripción de la
escucha telefónica obrante a fs. 2174, correspondiente al abonado
03772 421130 -domicilio de Juan Oliva-. En efecto, lo allí
asentado permite conocer que Miguel Angel Ramírez mantenía
informado a Oscar Antonio Salgán de los avances de la
investigación del hecho que nos ocupa, para su posterior
transmisión a su padre, Raúl Nemesio Salgán.
Puntualmente, la escucha telefónica referida da cuenta
que en la noche del 18 de noviembre de 2003, Miguel Angel Ramírez
se reunió con Oscar Antonio Salgán, con el objeto de comentarle
que sólo habían preguntado por las posibles relaciones de Raúl
Nemesio Salgán con quienes aparecían involucrados en la comisión
del hecho.
También se aprecia que es Sergio Gustavo Salgán el que
le hace saber a su padre -Raúl Nemesio Salgán- la información
disponible.
Por su parte, Claudio Sebastián Cornelli Belén
mencionó haber visto a Sergio Gustavo Salgán en la chacra de
Cámara Federal de Casación Penal
87
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
su progenitor. No le asignó ninguna colaboración con el cometido
que le había sido asignado -la custodia de Christian Eduardo
Schaerer- y negó que haya tenido contacto visual con la víctima,
pero su presencia en el lugar resulta suficiente para tener por
acreditado el efectivo conocimiento de la conducta delictiva
emprendida por Raúl Nemesio Salgán, por parte de Sergio Gustavo
y Oscar Antonio Salgán, atento los vínculos familiares que los
unen.
Además, el diálogo que Sergio Gustavo Salgán mantuvo
con su padre, en momentos en que éste se hallaba en la ciudad
de Uruguayana y lo consultaba por la situación en Paso de los
Libres, luego de la detención de Barczuk (cfr. transcripción
de escucha telefónica de fs. 1672/1673, del 19 de noviembre de
2003, correspondiente al domicilio de Raúl Nemesio Salgán), lo
muestran dispuesto a brindar la información relacionada con la
investigación del hecho que podía recabar Miguel Angel Ramírez.
Dicho diálogo también muestra la preocupación de Raúl
Nemesio Salgán para que Oscar Antonio Salgan esté al tanto de
cualquier novedad.
En suma, los elementos reseñados acreditan que tanto
Oscar Antonio como Sergio Gustavo Salgán prestaron colaboración
para que la información recabada por Miguel Angel Ramírez
respecto a los avances de la investigación, llegue en tiempo
oportuno a conocimiento de Raúl Nemesio Salgan, a fin de asegurar
que el lugar de cautiverio de Christian Eduardo Schaerer no sea
descubierto por las autoridades policiales asignadas a la
pesquisa.
Cabe aquí recordar que por tratarse de un delito de
carácter permanente, el secuestro extorsivo se sigue consumando
mientras se mantiene secuestrada a la persona y la participación
es posible mientras no se haya agotado la ejecución del injusto.
Una vez consumado el secuestro de Christian Eduardo
Scaherer, Oscar Antonio y Sergio Gustavo Salgán favorecieron
el ocultamiento de la víctima, al proporcionar a Raúl Nemesio
Salgán información sobre la actividad de los agentes policiales
que procuraban descubrir el destino de Christian Eduardo
Schaerer.
Con dicho proceder, Oscar Antonio y Sergio Gustavo
Salgán posibilitaron la permanencia en el tiempo de los efectos
88
del delito.
Por lo expuesto, Oscar Antonio Salgán y Sergio Gustavo
Salgán deberán responder como partícipes necesarios del delito
de secuestro extorsivo agravado por la intervención de más de
tres personas (artículos 45 y 170, inciso 6º, del Código Penal).
d) La situación de Jorge Gabriel Sudo
Las razones invocadas por los integrantes del tribunal
de juicio para disponer la absolución de Jorge Gabriel Sudo
encuentran serio respaldo en los elementos de prueba producidos
y no han sido conmovidos por los cuestionamientos presentados
por la querella.
En primer lugar, resalto que los reparos expuestos por
los magistrados a los reconocimientos en rueda de personas
practicados a fs.4296/4297, no se refieren a meras formalidades,
se trata de requisitos exigidos por las normas procesales para
dotar de seguridad a la prueba de reconocimiento. Así lo consideró
la Corte Suprema de Justicia de la Nación, al señalar que “tanto
la rueda de personas como el interrogatorio previo a los testigos
que hayan de practicarlo constituyen verdaderas válvulas de
garantía que operan a favor de la exactitud, seriedad y fidelidad
del acto en la medida en que tienden a disminuir las posibilidades
de error a fin de resguardar la sinceridad de la identificación”
(CSJN, “Miguel, Jorge A. D.”, 12/12/2006, LL 2007-D-481).
La notoria diferencia de edad del imputado con los
integrantes de la rueda de personas surge nítida de la comparación
de los números correspondientes a los documentos nacionales de
identidad de quienes participaron de la prueba de reconocimiento.
El Tribunal valoró que se trataba de personas adultas,
pertenecientes a la fuerza policial, colaboradores del Inspector
Tránsito Ramírez, que no guardaban semejanza con la corta edad
de Jorge Gabriel Sudo (18 años) y la omisión de documentar la
rueda de reconocimiento con su correspondiente ilustración
fotográfica impide en esta instancia revisora efectuar una mayor
valoración sobre el punto.
El a quo también evaluó que al momento de describir
a la persona a reconocer, Gloria Pompeya Gómez y César Damián
Azula se limitaron a referir que “se trataba de una persona
joven y que estaba dentro de un automóvil”.
Es evidente que una diferencia pronunciada en la edad
Cámara Federal de Casación Penal
89
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
entre Jorge Gabriel Sudo y las personas que formaron la rueda
de personas no sólo desconoce la exigencia del artículo 272 del
Código Procesal Penal de la Nación, en cuanto a que la rueda
de personas debe ser integrada por personas de condiciones
exteriores semejantes a la que debe ser identificada, sino que
debilita el valor probatorio que cabe asignar al reconocimiento
practicado conforme a las normas procesales que rigen el acto,
al originar una incertidumbre insuperable respecto a si el
testigo reconoció al imputado mediante una operación lógica
deductiva (por correspondencia entre la juventud de quien
intervino en el cobro del rescate y dicha característica en solo
uno de los integrantes de la rueda) o apeló a la memoria de aquéllo
que verdaderamente percibió mediante la vista.
El déficit apuntado respecto de la conformación de la
rueda de personas se replica en el reconocimiento impropio del
imputado que la parte querellante efectuó durante el debate.
A ello cabe agregar que existe otro elemento que al
menos genera una duda razonable respecto a que los integrantes
de las ruedas de reconocimiento se hayan presentado en
condiciones exteriores semejantes.
En efecto, las actas de fs. 4296 y 4297 dan cuenta que
en las ruedas de reconocimientos Jorge Gabriel Sudo lució una
gorra de color azul marino y no consta que los restantes
participantes de la rueda de personas se hayan presentado con
gorro.
A su vez, dicha circunstancia pudo resultar indicativa
de la condición de imputado de Jorge Gabriel Sudo, por cuanto
de acuerdo a los dichos de Gloria Pompeya Gómez y César Damián
Azula, quienes fueron a cobrar el rescate usaron gorros.
Además, la duda abrigada por los jueces de la instancia
anterior encuentra apoyo en la actividad escolar que se le
adjudica al imputado el 5 y 6 de noviembre de 2003.
El informe obrante a fs. 5506/5511, suscripto por el
Director de la Escuela Técnica nº1, “Joaquín de Madariaga”,
Fabián Alejandro Flores, revela la presencia de Jorge Gabriel
Sudo en el establecimiento educativo mencionado, sito en la
ciudad de Paso de los Libres, el 5 y 6 de noviembre de 2003 en
horario matutino (cfr. fs. 5511), es decir, en momentos en que
se estaba realizando el pago del rescate a 630 kilómetros de
90
distancia, en Ciudad del Este, República del Paraguay.
De las declaraciones efectuadas por Gloria Pompeya
Gómez y por César Damián Azula -padre de la novia de Christian
Eduardo Schaerer-, surge que el pago del rescate se extendió
desde el mediodía del 5 de noviembre de 2003, en la ciudad de
Encarnación, República del Paraguay, hasta aproximadamente las
8:30 horas del día 6 de noviembre de 2003, en Ciudad del Este,
República del Paraguay.
Así, la intervención que se le endilga a Jorge Gabriel
Sudo en el cobro del rescate solicitado a los padres de Christian
Eduardo Schaerer resulta incompatible con el informe obrante
a fs. 5506/5511, del que se desprende que sólo estuvo ausente
los días 4 y 5 de noviembre de 2003 en las clases de aula dictadas
por la tarde y que los días 5 y 6 de noviembre de 2003 asistió
por la mañana a las clases de taller de la Escuela Técnica nº1,
“Joaquín de Madariaga”.
El cuadro de duda (artículo 3 del C.P.P.N.) se
intensifica si se tiene en cuenta que Claudio Sebastián Cornelli
Belén no incluyó a Jorge Gabriel Sudo entre el grupo que intervino
en el cobro del rescate.
A todo ello, cabe sumar que el contenido de las escuchas
telefónicas del abonado 03772-426604 (correspondiente al
domicilio de Raúl Nemesio Salgán) sólo prueban que María Esther
Sudo le indicó a su hijo -Jorge Gabriel Sudo- que debía decir
que ella se hallaba en la provincia de Santa Fe, pero no revelan
aporte alguno de Jorge Gabriel Sudo al ocultamiento de la víctima,
aspecto que tampoco es mencionado por la querella.
El dictado de una sentencia condenatoria exige que la
presunción de inocencia que ampara al imputado se encuentre
destruida por la certeza a que arribe el Tribunal sobre la
intervención del imputado en el hecho investigado y su
culpabilidad.
Las razones expuestas anteriormente reflejan que el
cuadro probatorio reunido se muestra claramente insuficiente
para fundamentar el veredicto condenatorio solicitado por la
querella y torna aplicable el principio consagrado por el
artículo 3° del Código Procesal Penal de la Nación, por el cual
en caso de duda debe estarse a lo que sea más favorable al
imputado.
Cámara Federal de Casación Penal
91
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
En tales condiciones, considero que la absolución de
Jorge Gabriel Sudo dispuesta en la sentencia recurrida encuentra
sustento en la garantía del in dubio pro reo (artículo 3 del
C.P.P.N.), derivado del principio de inocencia (artículos 18,
75, inc. 22, de la C.N., 8.2 de la C.A.D.H. y 14.2 del P.I.D.C.y
P.), que resulta plenamente aplicable al caso, por lo que postulo
el rechazo del recurso de casación incoado por la querella, sin
costas.
OCTAVO:
Cuestionamientos a la calificación legal. La
aplicación de la agravante prevista en el artículo 41 bis del
Código Penal.
En primer lugar, cabe señalar que la sanción impuesta
a Claudio Sebastián Cornelli Belén en la sentencia recurrida
(12 años de prisión) resulta superior a la mitad de la pena de
20 (veinte) años de prisión requerida por la acusadora privada
al momento de alegar (artículo 393 del CPPN), circunstancia que
a tenor de lo establecido por los artículos 458, inciso 2º y
460 del Código Procesal Penal de la Nación, torna inadmisible
el recurso de casación interpuesto por la querella contra el
punto dispositivo 5º) de la resolución obrante a fs.32298/32456.
Sin perjuicio de ello, corresponde evaluar los
agravios expuestos por la querella en torno a la situación de
Gonzalo Adrián Acosta.
La querella indicó que lo expuesto por los testigos
Fernando Javier Muchenik Serial, María Antonia Santana, Aníbal
Jaime Meza, Leonardo Muchenik Serial y por el condenado Cornelli
Belén, sumado al secuestro de las armas practicado durante el
allanamiento del domicilio de Domingo Gianotta (fs.
16.659/16.661) y la peligrosidad exhibida por la banda criminal,
conducen razonablemente a afirmar la efectiva utilización de
armas de fuego aptas para el disparo durante la sustracción de
la víctima.
En base a ello, peticionó que se agraven las penas
impuestas en la instancia anterior en función de lo dispuesto
por el artículo 41 bis del Código Penal.
El tribunal de juicio consideró que la aplicación de
la agravante prevista en el artículo 41 bis del Código Penal
requiere la comprobación del empleo de armas de fuego aptas para
92
el disparo, dado que el mayor contenido de injusto del hecho
deriva del peligro concreto corrido por la víctima.
Por ello, al entender que no se encuentra acreditado
que las armas secuestradas en el domicilio de Domingo Roberto
Gianotta hayan sido las empleadas al momento de la sustracción
de Christian Eduardo Schaerer, el a quo resolvió no aplicar la
agravante genérica referida, conforme a lo normado por el
artículo 3 del código de forma.
Los argumentos expuestos por la recurrente no logran
controvertir la falta de certeza mencionada por los jueces de
la instancia anterior.
La gravedad del hecho cometido y el grado de
organización evidenciado por los autores del delito no resultan
elementos idóneos suficientes para despejar la duda señalada
respecto a la aptitud para el disparo de las armas utilizadas
en la comisión del secuestro de Christian Eduardo Schaerer.
La falta de secuestro de las armas de fuego empleadas
en el hecho objeto de las presentes actuaciones impidió
determinar mediante el correspondiente peritaje su aptitud para
el disparo, circunstancia que tampoco pudo acreditarse a través
de su utilización, por cuanto en el desarrollo del hecho objeto
de autos no han sido detonadas.
En tales condiciones y en lo que respecta a la
aplicación de la agravante prevista en el artículo 41 bis del
Código Penal solicitada por la querella, entiendo que no
corresponde interpretar los alcances de dicha agravante genérica
desatendiendo las diferencias valorativas expuestas por el
legislador al sancionar el artículo 166 del Código Penal. Así
lo recomienda la interpretación sistemática de la ley, como
método que procura la búsqueda de la finalidad del texto legal
en las circunstancias del momento de su aplicación.
El artículo 41 bis fue incorporado al Código Penal
como nuevo artículo por la ley 25297, publicada en el Boletín
Oficial el 22 de septiembre de 2000. Posteriormente el legislador
sancionó la ley 25882, publicada en el Boletín Oficial el 26
de abril de 2004, que introdujo la actual redacción del artículo
166 del Código Penal.
Al sancionar el artículo 166 del Código Penal, el
legislador dejó plasmado que la gravedad de la pena prevista
Cámara Federal de Casación Penal
93
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
para el delito de robo con armas de fuego disminuye en aquellos
casos en los que no se ha podido verificar el mayor poder ofensivo
del arma de fuego utilizada para cometer el delito de robo.
Así, en oportunidad de expedirme en la causa nº 15.974
del registro de esta Sala, caratulada: “Reinero, Diego Fabián
s/recurso de casación”, rta. el 30/8/2013, Registro nº1546/13
(voto que lideró el acuerdo y al que adhirieron sustancialmente
los distinguidos colegas de Sala, doctores Eduardo R. Riggi y
Liliana E. Catucci), sostuve que “…a partir de la reforma operada
por la ley 25.882 (B.O. 26/4/04) se ha establecido un esquema
de diversas hipótesis graduales de punición, en el que también
se ha resuelto agravar al delito de robo por el uso de un arma
descargada, inidónea o de utilería, apartándose así del criterio
vigente hasta entonces, que consideraba a dichos supuestos como
un robo simple.
Si bien el empleo de un “arma de utilería” o “de un
arma no apta para el disparo” no conlleva los mismos riesgos
contra la integridad física de las personas (víctimas de robo)
que en los supuestos previstos por los dos primeros párrafos
del inciso 2º del artículo 166 (“robo con armas” y “robo con
armas de fuego”) del Código Penal, no obstante, importa la
creación de una mayor intimidación en la víctima que la apreciada
en un robo simple.
Por este motivo el legislador estableció –como un
supuesto independiente– a las hipótesis previstas en el art.
166, inciso 2º, tercer párrafo del C.P., aunque sin la misma
gravedad punitiva que en los casos en los que efectivamente se
utiliza un arma (real, pero no de fuego) o un arma de fuego apta
para el disparo”.
Por ello, sería irrazonable entender que el artículo
41 bis del Código Penal agrava la pena en forma genérica y para
todos los casos en que se cometan delitos con violencia o
intimidación mediante el empleo de un arma de fuego, sin
distinción alguna respecto al mayor poder ofensivo del arma
utilizada y el consiguiente riesgo real y efectivo respecto de
la vida o salud del sujeto pasivo y en cambio, por una norma
sancionada con posterioridad (artículo 166 del Código Penal),
se prevé una pena más severa para la comisión del delito de robo
con utilización de una arma de fuego apta para el disparo que
94
en los casos en que el robo se comete con un arma de fuego cuya
aptitud para el disparo no pudiera tenerse de ningún modo por
acreditada, o con un arma de utilería.
La interpretación normativa que se propone resulta
coincidente con la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación que establece como regla de interpretación de las leyes
dar pleno efecto a la intención del legislador, computando la
totalidad de sus preceptos de manera que armonicen con todas
las normas del ordenamiento jurídico vigente y del modo que mejor
concuerden con los principios y garantías de la Constitución
Nacional (Fallos:314:1445), sin que pueda suponerse la
inconsecuencia o falta de previsión del legislador (Fallos:
306:721 y 307:518).
En el mismo sentido se ha expedido autorizada doctrina,
al señalar que “Los fundamentos de la agravación zanjan el debate
en torno al empleo de aquella sin aptitud ofensiva, o sea,
inidónea para el disparo, descargada o incluso de juguete, como
lo supo rechazar la doctrina dominante y la jurisprudencia
mayoritaria…” (Slokar, Alejandro W., “Código Penal y normas
complementarias. Análisis doctrinal y Jurisprudencial”,
Dirección: Baigún, David- Eugenio Raúl Zaffaroni, t.2-A,
Hammurabi, 2ª ed., Buenos Aires, 2007, p. 126).
Por ello, el planteo introducido por la querella no
tendrá favorable acogida.
NOVENO:
1. Las penas impuestas.
Tanto la querella como la defensa de Raúl Nemesio
Salgán, Cristian Ramón Carro Córdoba y Gonzalo Adrián Acosta
han cuestionado los montos de las penas impuestas por el tribunal
de juicio.
En primer lugar cabe recordar que de acuerdo al
criterio sentado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en el caso “Herrera Ulloa vs. Costa Rica” -sentencia del 2 de
julio de 2004, párr. 161, 162 y 167-, corresponde a este Tribunal
realizar “un análisis o examen comprensivo e integral de todas
las cuestiones debatidas y analizadas por el tribunal inferior”,
sea que éstas se refieran a los hechos, el derecho o la pena,
y así procurar “la corrección de decisiones jurisdiccionales
Cámara Federal de Casación Penal
95
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
contrarias al derecho”.
Respecto a las cuestiones planteadas, cabe indicar
que “ilícito y culpabilidad son conceptos graduables y el paso
decisivo de la determinación de la pena es definir su gravedad.
Para esto es imprescindible recurrir a las circunstancias que
fundamentan la punibilidad y establecer su grado” (C.F.C.P.,
“Marega, Diego Andrés y otro s/recurso de casación”, causa
nº11.070 del registro de la Sala IV, reg. nº877/12, rta. el
24/05/12, con cita de doctrina).
A ese fin, no puede soslayarse la trágica consecuencia
del hecho (la ausencia de Christian Eduardo Schaerer desde el
21 de septiembre de 2003), que no sólo ha marcado la vida de
la víctima, de tan sólo 21 años de edad, sino que, sin duda alguna,
afecta diariamente a su núcleo familiar, que difícilmente pueda
desarrollar su vida cotidiana exenta de sentimientos de profundo
dolor y tristeza.
La gravedad del daño ocasionado deberá evaluarse junto
a las restantes pautas de mensuración de la pena, que atento
la acreditada intervención de numerosos autores conduce a
analizar y evaluar cada actuación individual de acuerdo a las
funciones asumidas en la comisión del hecho, su poder de decisión
y sus circunstancias personales que demuestren su mayor o menor
responsabilidad.
Antes de evaluar situaciones individuales he de
señalar las consideraciones generales efectuadas por el a quo
respecto a la naturaleza de la acción y de los medios empleados
para ejecutarla y la extensión del daño y del peligro causado.
En tal sentido, valoró que la prolongación en el tiempo
del delito permanente es un índice del mayor grado de injusto
y que la angustia y pesadumbre que recae sobre los sujetos pasivos
del delito no tienen parangón ni medida, dado que aún no se pudo
dar con el paradero de la víctima.
Asimismo, destacó que los responsables del hecho han
tenido una mirada absolutamente deshumanizada respecto a
Christian Eduardo Schaerer, que al momento del secuestro tenía
21 años, al que han reducido a un mero objeto, moneda o prenda
de cambio, aspecto que también debe relacionarse con el traslado
de la víctima desde el paraje Ombucito a la ciudad de Uruguayana,
República Federativa de Brasil, con la cabeza tapada y los pies
96
atados, cargado sobre los hombros de una persona que no ha podido
ser individualizada.
Al referirse a la carta manuscrita por Christian
Eduardo Schaerer y a los mensajes grabados que se hicieron llegar
a sus padres, los jueces resaltaron los malos tratos dispensados
a la víctima y la vileza y deshumanización de los responsables
del hecho al someter a un altísimo grado de presión psicológica
a los padres del joven para obtener el pago pedido a título de
rescate.
Igualmente, destacaron que el contenido de los mensajes
referidos da cuenta de la extrema crueldad de los captores, que
ejercieron violencia física sobre la víctima y del extraordinario
estado de angustia y desesperación que revelan las palabras de
Christian Eduardo Schaerer.
Los jueces de la instancia anterior también se
refirieron a los medios empleados en la comisión del delito,
al señalar que la sustracción de la víctima se produjo con la
intervención de tres personas, que blandieron “elementos
compatibles con armas de fuego (armas largas y de puño)” (cfr.
fs. 32439vta.) y se valieron de la utilización de dos automotores,
distintos celulares y del uso de correos electrónicos para
mantener comunicaciones entre los distintos miembros de la banda.
Es por ello que al evaluar la modalidad del hecho
también consideraron el grado de organización y coordinación
exhibido por los intervinientes, los medios tecnológicos,
logísticos y los recursos económicos empleados para concretar
el secuestro, retención y ocultación del damnificado y la
utilización de numerosos documentos de identidad apócrifos.
A ello cabe agregar el acceso a información
privilegiada respecto al avance de la investigación y de los
movimientos de las fuerzas policiales, todo lo cual a decir del
tribunal de juicio “les permitió no sólo retener a Christian
Eduardo Schaerer por un prolongado período de tiempo, sino
también trasladarlo por distintos lugares del territorio
nacional (provincia de Corrientes) y sacarlo fuera del país
(Uruguayana, República Federativa de Brasil) burlando los
férreos controles que desde el inicio del secuestro se
dispusieron para intentar dar con el paradero de la víctima.
Además, evaluaron los distintos bienes jurídicos
Cámara Federal de Casación Penal
97
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
afectados -libertad y propiedad- y que las exigencias para
obtener el rescate no sólo estuvieron acompañadas de coacciones
y amenazas de lesionar la integridad física del secuestrado sino
que también alcanzó a otros familiares.
Sentado ello, pasaré a evaluar la situación individual
de Raúl Nemesio Salgán, Cristian Ramón Carro Córdoba y Gonzalo
Adrián Acosta, a fin de establecer si las penas impuestas resultan
compatibles con los fundamentos dados por el tribunal de juicio
y con las pautas de mensuración previstas en los artículos 40
y 41 del Código Penal, en función de las constancias de la causa.
a. La pena impuesta a Raúl Nemesio Salgán
Tal como lo he indicado en los párrafos anteriores,
en el caso, resulta acertado distinguir las distintas
responsabilidades de los intervinientes en el poder de decisión,
jerarquía o mando, que ostentaba cada uno de los autores en la
realización del hecho.
En este punto, es donde se diferencia la mayor
responsabilidad del imputado respecto a la actuación de Claudio
Sebastián Cornelli Belén y Gonzalo Adrián Acosta, quienes se
limitaban a cumplir las órdenes y disposiciones de quienes
organizaban y decidían los pasos a seguir.
Esa mayor responsabilidad indefectiblemente se vio
reflejada en la severa sanción impuesta por el tribunal de juicio,
circunstancia que descarta la violación al principio de igualdad
alegado por la defensa.
Por otra parte, los jueces de la instancia anterior
valoraron la importancia que tuvo la participación de Raúl
Nemesio Salgán en la retención y ocultación de Christian Eduardo
Schaerer a partir del 24 de septiembre de 2009.
En dicha fecha la víctima fue conducida a una chacra
de propiedad del imputado y, posteriormente, fue ubicado en una
casilla situada en el paraje Ombucito, de propiedad de Miguel
Angel Carbonell, a cuyo trámite de alquiler fue vinculado Raúl
Nemesio Salgán.
De igual manera, se acreditó su intervención en el
traslado de la víctima al paraje mencionado y a la ciudad de
Uruguayana, República Federativa de Brasil.
Con acertado criterio, los integrantes del tribunal
de juicio señalaron que el imputado cumplió un rol fundamental
98
en la logística y movimientos que los secuestradores realizaron
en la ciudad de Paso de los Libres para sacar a la víctima de
su lugar de cautiverio en el paraje Ombucito y trasladarlo a
través del río Uruguay -en canoa y lancha- a la localidad de
Uruguayana (República Federativa de Brasil). Allí esperó el
arribo de Christian Eduardo Schaerer para trasladarlo con su
rodado hasta la casa de “Rato” Branco.
Sus relaciones y contactos en la ciudad de Paso de los
Libres y en Uruguayana, resultaron importantísimos e
indispensables para que el delito se siga cometiendo. Su conocida
actividad en el traspaso de mercaderías en la frontera Paso de
los Libres-Uruguayana, le permitía moverse en la zona sin mayores
dificultades.
Todo ello llevó al tribunal de juicio a afirmar la
eficacia de su comportamiento en la prolongación del estado de
consumación del delito. En dicho sentido, valoró que su condición
de lugareño y conocedor del movimiento de la frontera, por su
actividad en el paso de mercaderías vinculadas al contrabando,
le permitió manejar la situación con solvencia.
Asimismo, consideró su aporte de inmuebles, autos y
el apoyo logístico brindado en persona, al proveer de alimentos
a quienes custodiaban a la víctima en su chacra.
En suma, sus contactos, relaciones y bienes resultaron
indispensables para la retención y ocultamiento de la víctima.
Sin su aporte, aparece impensable el traslado de Christian
Eduardo Schaerer a Uruguayana, que precisó de la intervención
de terceros que lo crucen en canoa y en lancha y de la disposición
de una propiedad en el exterior para alojar al damnificado.
Por otra parte, por tratarse el imputado de una persona
con recursos económicos importantes (autos, casa y chacra),
la motivación económica perseguida con la comisión de la figura
enrostrada se torna seriamente reprochable.
A ello se suma la gravedad del hecho y la crueldad
de su ejecución que junto a las pautas de valoración analizadas
delinean la imposición de la pena máxima prevista para el delito,
atento la calidad de los motivos que determinaron su accionar
delictivo y que pese a lograr su objetivo (el efectivo cobro
del rescate) no dispuso la liberación de la víctima.
Por ello, concluyo que la pena fijada por el Tribunal
Cámara Federal de Casación Penal
99
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Oral Federal de Corrientes resulta ajustada a derecho y a las
constancias de la causa, porque contempla la severidad que
reclama la gravedad del hecho y la efectiva y preponderante
intervención atribuida a Raúl Nemesio Salgán.
Por lo expuesto, corresponde rechazar el recurso de
casación interpuesto por la defensa de Raúl Nemesio Salgán, con
costas (artículos 530 y 531 del C.P.P.N.).
b. La pena impuesta a Cristian Ramón Carro Córdoba
Los sentenciantes consideraron que la naturaleza del
hecho cometido y las circunstancias agravantes referidas
anteriormente y que se relacionan con el grave daño causado,
la crueldad evidenciada en el trato a Christian Eduardo Schaerer,
la altísima presión psíquica a la que fueron sometidos sus
progenitores y la extensión de las amenazas y coacciones a
familiares del rehén, sitúan a la respuesta punitiva para quienes
organizaron y encabezaron la ejecución del hecho atribuido, en
el máximo de la pena prevista para el delito previsto en el
artículo 170, inciso 6º, del Código Penal. Asimismo, advirtieron
que la pena que finalmente corresponda imponer resultará del
grado de participación en el hecho de cada uno de los autores,
atendiendo sus propias circunstancias personales.
Respecto a la participación en el hecho de Cristian
Ramón Carro Córdoba, los sentenciantes evaluaron que cumplió
tareas de dirección y coordinación -junto a otros miembros de
la banda- en el traslado de la víctima desde la localidad de
Saladas a Paso de los Libres y su posterior traslado a la ciudad
de Uruguayana, República Federativa de Brasil.
También se ha acreditado que para el traslado de la
víctima hasta la chacra de Raúl Nemesio Salgán aportó su vehículo
Peugeot 306, dominio DNR916, que registró a nombre de Gustavo
Enrique Galarza, identidad que utilizó en la provincia de Entre
Ríos.
Su liderazgo es puesto de manifiesto por Claudio
Sebastián Cornelli Belén, quien dijo haber sido convocado por
el imputado, a quien conocía de la localidad de San Martín,
provincia de Buenos Aires y lo ubica en las negociaciones
vinculadas al rescate y en la obtención de la prueba de vida
requerida por Juan Pedro Schaerer.
Lo expuesto, sumado a la circunstancia ponderada por
100
el a quo sobre los vínculos con José Horacio Maidana y José Rodolfo
Lorhman y a su experiencia en hechos de similar naturaleza,
refuerza la idea del importante papel que cumplió en la empresa
delictiva emprendida y su calidad de organizador de los distintos
pasos ejecutados por la banda. Como ejemplo de ello, el tribunal
de juicio menciona el rol de repartidor del dinero obtenido de
los familiares de Christian Eduardo Schaerer, que le asignó
Claudio Sebastián Cornelli Belén en un hotel de Curitiba,
República Federativa de Brasil.
También resulta pauta agravante de la pena tenida en
cuenta por el a quo que no fue controvertida por la defensa,
su calidad de reincidente y la calidad de los motivos que lo
llevaron a delinquir (puramente económicos), que contrasta con
la solvencia económica que dan cuenta los elementos probatorios
valorados en la sentencia recurrida, que los muestran con dinero
suficiente para adquirir automotores y desplazarse sin
dificultades por el país y por el exterior.
En igual sentido, su situación se agrava por el efectivo
cobro del rescate sin que se haya producido la liberación del
damnificado.
Por otra parte, tampoco advierto que la edad del
imputado al momento del hecho (30 años) y su nivel de instrucción
-tercer año del ciclo secundario-, lo hagan merecedor de una
pena más atenuada.
Por ello y por considerar que el monto de la pena
impuesta al imputado se encuentra suficientemente fundada,
corresponde rechazar el recurso de casación articulado por la
defensa de Cristian Ramón Carro Córdoba, con costas (artículos
530 y 531 del C.P.P.N.).
c. La pena impuesta a Gonzalo Adrián Acosta
A la vista de la gravedad del hecho que se le atribuye,
descarto que el monto de la pena impuesta, que se ubica apenas
por debajo de la mitad de la escala penal aplicable, merezca
la corrección que peticionan la defensa y la querella.
La naturaleza y gravedad del hecho y las
características de su ejecución, en la que se destacan el cruel
trato dispensado a la víctima y la despiadada presión ejercida
sobre sus familiares directos, se encuentra atenuada por el menor
grado de decisión que corresponde atribuir al imputado.
Cámara Federal de Casación Penal
101
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
En este punto, cabe destacar que Gonzalo Adrián Acosta
pertenecía al grupo que internamente se los denominaba “los
gurises”, que cumplían las órdenes impartidas por los
organizadores de la ejecución de los sucesivos pasos que demandó
el delito -ejecución, retención y ocultamiento, mediante
sucesivos traslados de la víctima-.
En dicho sentido, los sentenciantes indicaron que la
pluralidad de roles que cumpliera en el ‘iter criminis’, siempre
ejecutando órdenes e instrucciones de los cabecillas de la banda,
sumado a su juventud y a la escasa educación recibida –concluyó
los estudios primarios en su lugar de detención-, lo hacen
acreedor de un menor grado de responsabilidad, dado el rol de
subordinación en que actuó.
Por otra parte, tampoco observo que la resolución
impugnada haya incurrido en una indebida doble valoración de
elementos que integran el tipo penal de la figura que fuera
oportunamente atribuida.
No debe confundirse la vedada doble valoración de un
aspecto del hecho necesario para el perfeccionamiento del tipo
penal con la legítima valuación de la intensidad de afectación
del bien jurídico protegido o de la magnitud del injusto cometido,
a efectos de determinar el grado de una única desvalorización.
En definitiva, aprecio que en la sentencia impugnada
se valoraron adecuadamente las circunstancias atenuantes y
agravantes tenidas en cuenta para fijar la sanción.
Por lo expuesto, considero que la pena de dieciséis
(16) años de prisión impuesta se encuentra suficientemente
fundada y consulta adecuadamente las pautas de mensuración de
la pena prevista en los artículos 40 y 41 del Código Penal. En
consecuencia, postulo rechazar los recursos de casación
articulados por la defensa y por la querella.
2. La imposición de pena a Miguel Angel Ramírez
De acuerdo a lo expuesto en el apartado octavo, Miguel
Angel Ramírez resulta ser partícipe necesario del delito de
secuestro extorsivo agravado por su condición de suboficial de
la Policía Federal y por la intervención de más de tres personas
(artículos 45 y 170, incisos 5º y 6º, del Código Penal).
A fin de imponer la pena correspondiente al delito
atribuido y luego de haber escuchado al imputado en la audiencia
102
prevista en el artículo 41 in fine del Código Penal, corresponde
considerar las circunstancias atenuantes y agravantes aplicables
al caso.
Previo a ello, cabe señalar que las pautas establecidas
en los artículos 40 y 41 del Código Penal no se pueden definir
dogmáticamente de modo de llegar a un criterio totalmente
objetivo y casi mecánico, sino que tal ponderación debe ser
realizada en base a variables que no pueden ser matemáticamente
tabuladas “…desde que nos hallamos ante un derecho penal de acto,
que incluye un juicio de reprobación jurídica, sin contar con
que el fondo de la tarea judicial, al menos en su modelo ideal,
impone al juez el dificilísimo esfuerzo humano, que en modo alguno
puede ser suplido por una cuantificación determinada” (Cfr.
ZAFFARONI, Eugenio R., “Tratado de Derecho penal”, Ediar, Buenos
Aires, T. V, pág. 271).
Como pauta aumentativa de reproche, evalúo la
significativa deslealtad que implicó haber defraudado la
confianza social inherente a todo integrante de la fuerza
policial, transmitiendo datos sensibles correspondientes a la
pesquisa de un hecho grave que conmovió a la sociedad en general
y a los que tuvo acceso merced a esa especial condición de sub
oficial de la Policía Federal.
La reprobación crece si se toma en cuenta que al momento
del hecho tenía una importante experiencia en la función pública
y que su conducta acorde a derecho y al cargo que desempeñaba
pudo haber cambiado la suerte de Christian Eduardo Schaerer.
Las consideraciones precedentes no deben confundirse
con la vedada doble valoración de aquellas circunstancias que
ya se encuentran contempladas en el tipo penal, pues se trata
de evaluar la magnitud del injusto cometido, a efectos de
determinar el grado de una única desvalorización.
Si bien es cierto que en abstracto la actuación de
Miguel Angel Ramírez no puede igualarse a la de los particulares
que intervinieron en el hecho, en concreto lejos se encuentra
de resultar equivalente a la de sus consortes de causa, dado
que tuvo una intervención más limitada, siendo su conducta
accesoria a la de los ejecutores.
El imputado prestó colaboración al mantener a Raúl
Nemesio Salgán al tanto de la información que manejaba la policía
Cámara Federal de Casación Penal
103
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
y de las diligencias encomendadas a la fuerza que integraba y
con dicho accionar privó a la investigación de la posibilidad
de adquirir los elementos de prueba necesarios para develar con
la celeridad que el caso requería el destino de la víctima.
La situación del imputado también se agrava por su
disposición permanente para desatender sus deberes funcionales,
pues como se dijo, su conducta no se limitó a la infidencia del
19 de noviembre de 2003, sino que con anterioridad había avisado
a Raúl Nemesio Salgán del arribo de una comisión policial a Paso
de los Libres, por lo que no estamos ante un obrar irreflexivo
o producto de una tentación circunstancial.
En su favor valoro la ausencia de antecedentes, sus
favorables condiciones personales y la circunstancia de no haber
sido organizador del hecho.
Sobre estas bases, dado que la escala penal para el
delito atribuido a Miguel Angel Ramírez -secuestro extorsivo
agravado por su condición de suboficial de la Policía Federal
y por la intervención de tres o más personas, artículos 45, 170,
incisos 5º y 6º, del C.P.- establece un mínimo de diez (10) años
y un máximo de veinticinco (25) años de prisión, conforme a las
circunstancias favorables y aumentativas de reproche mencionadas
corresponde fijar a Miguel Angel Ramírez la pena de doce (12)
años de prisión, accesorias legales y costas.
3. La imposición de pena a María Esther Sudo
A fin de imponer la pena correspondiente al delito
atribuido a María Esther Sudo -partícipe necesaria del delito
de secuestro extorsivo agravado por la intervención de tres o
más personas- y luego de haber escuchado a la imputada en la
audiencia prevista en el artículo 41 in fine del Código Penal,
corresponde considerar las circunstancias atenuantes y
agravantes aplicables al caso.
En primer lugar corresponde destacar que su
intervención se extendió al aporte de distintos bienes que fueron
empleados en la ejecución del delito. Puntualmente, facilitó
su automóvil para que se efectúen distintos traslados de la
víctima en la provincia de Corrientes y en la ciudad de Uruguayana,
República Federativa de Brasil y también aportó la chacra
familiar para ocultar a Christian Eduardo Schaerer.
Pondero que su conducta contribuyó a la ejecución de
104
un hecho de enorme gravedad -cabe aquí remitirse a las
consideraciones expuestas en el punto 1. del presente
considerando-.
Tengo en cuenta en la nombrada un menor grado de
responsabilidad respecto a quienes asumieron roles de mando y
organización dentro de la estructura de la banda delictiva.
También valoro en su favor la ausencia de antecedentes
y sus favorables condiciones personales.
De acuerdo a las consideraciones efectuadas y a la
escala penal prevista para el delito atribuido a María Esther
Sudo -secuestro extorsivo agravado por la intervención de tres
o más personas, artículos 45, 170, inciso 6º, del C.P.-, que
establece un mínimo de diez (10) años y un máximo de veinticinco
(25) años de prisión, considero ajustado a derecho y a las
constancias de la causa, imponer a María Esther Sudo la pena
de doce (12) años de prisión, accesorias legales y costas.
4. La imposición de pena a Oscar Antonio Salgán.
Oscar Antonio Salgán resulta ser partícipe necesario
del delito de secuestro extorsivo agravado por la intervención
de más de tres personas (artículos 45 y 170, inciso 6º, del
Código Penal).
A fin de determinar el monto de la pena a imponer,
corresponde evaluar las pautas establecidas en los artículos
40 y 41 del Código Penal.
Como pauta aumentativa de reproche, evalúo la
naturaleza y gravedad del hecho, que tuvo por víctima a Christian
Eduardo Schaerer, un joven de 21 años de edad, del que hasta
el día de hoy no se pudo establecer su destino.
Valoro como pauta agravante la relevancia de su
colaboración, que posibilitó que la información recabada por
Miguel Angel Ramírez respecto a los avances de la investigación,
llegue en tiempo oportuno a conocimiento de Raúl Nemesio Salgan,
a fin de asegurar que el lugar de cautiverio de Christian Eduardo
Schaerer no sea descubierto por las autoridades policiales
avocadas a la pesquisa.
La ausencia de antecedentes, el carácter accesorio
de la conducta atribuida a Oscar Antonio Salgán y sus condiciones
personales, resultan pautas atenuantes del reproche.
Cámara Federal de Casación Penal
105
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Sobre estas bases y habiendo escuchado al imputado
en la audiencia prevista en el artículo 41 in fine del Código
Penal, considero ajustado a derecho y a las constancias de la
causa imponer a Oscar Antonio Salgán la pena de once (11) años
de prisión, accesorias legales y costas.
5. La imposición de pena a Sergio Gustavo Salgán.
Sergio Gustavo Salgán resulta ser partícipe necesario
del delito de secuestro extorsivo agravado por la intervención
de más de tres personas (artículos 45 y 170, inciso 6º, del
Código Penal).
Luego de haber escuchado al imputado en la audiencia
prevista en el artículo 41 in fine del Código Penal, corresponde
determinar el monto de la pena a imponer, a la luz de las pautas
establecidas en los artículos 40 y 41 del Código Penal.
Como pauta aumentativa de reproche, evalúo la
naturaleza y gravedad del hecho, que tuvo por víctima a Christian
Eduardo Schaerer, un joven de 21 años de edad, del que hasta
el día de hoy no se pudo establecer su destino.
Valoro como pauta agravante la relevancia de su
colaboración, que posibilitó que la información recabada por
Miguel Angel Ramírez respecto a los avances de la investigación,
llegue en tiempo oportuno a conocimiento de Raúl Nemesio Salgan,
a fin de asegurar que el lugar de cautiverio de Christian Eduardo
Schaerer no sea descubierto por las autoridades policiales
avocadas a la pesquisa.
Como pauta atenuante justiprecio la ausencia de
antecedentes y que su conducta resulta accesoria a la de los
ejecutores del hecho.
Sobre estas bases, dado que la escala penal para el
delito atribuido -secuestro extorsivo agravado por la
intervención de tres o más personas, artículos 45, 170, inciso
6º, del C.P.- establece un mínimo de diez (10) años y un máximo
de veinticinco (25) años de prisión, conforme a las
circunstancias favorables y aumentativas de reproche mencionadas
corresponde fijar a Sergio Gustavo Salgán la pena de once (11)
años de prisión, accesorias legales y costas.
DECIMO:
La imposición de las costas procesales.
La defensa de Cristian Ramón Carro Córdoba sostuvo que
106
la eximición del pago de las costas procesales dispuesta a favor
de la querella no resultaba procedente, por cuanto el acusador
privado resultó vencido en varios incidentes.
Cabe señalar que el artículo 530 del Código Procesal
Penal de la Nación diferencia claramente la imposición de las
costas procesales al término de la causa de las impuestas en
un incidente. Se trata de resoluciones autónomas en las que debe
valorarse el resultado obtenido y la pauta establecida en el
artículo 531 in fine del código de forma.
Por ello, teniendo en cuenta que la resolución
recurrida hizo lugar parcialmente a lo solicitado por la querella
al momento de alegar y que el Ministerio Público Fiscal secundó
en sus peticiones al acusador privado, la resolución cuestionada
resulta ajustada a derecho.
Por otra parte, idénticas razones llevan a eximir a
la querella del pago de las costas procesales correspondientes
a esta instancia, máxime si se considera que ante el intrincado
cuadro probatorio reunido, pudo creerse razonablemente con
derecho a litigar (artículo 531 del Código Procesal Penal de
la Nación).
Por todo lo expuesto, propicio al Acuerdo:
a) Declarar inadmisible el recurso de casación
interpuesto por la doctora Milagros Resoagli, en representación
de la querellante Gloria Pompeya Gómez (madre de Christian
Eduardo Schaerer), contra el punto dispositivo 5º de la sentencia
obrante a fs. 32298/32456, en cuanto condenó a Claudio Sebastián
Cornelli Belén, a la pena de doce (12) años de prisión, por ser
coautor penalmente responsable del delito de secuestro extorsivo,
agravado por el número de personas (artículos 45 y 170, inciso
6º, del Código Penal), accesorias legales y costas. Sin costas
en la instancia (artículos 444, 530 y 531 in fine del C.P.P.N.).
b) Rechazar los recursos de casación interpuestos
por las defensas de Raúl Nemesio Salgán, Cristián Ramón Carro
Córdoba y Gonzalo Adrián Acosta, con costas (artículos 470, 471,
ambos a contrario sensu, 530 y 531 del C.P.P.N.).
c) Hacer lugar a los recursos de casación
interpuestos por el Fiscal General, doctor Flavio Adrián Ferrini,
y por la doctora Milagros Resoagli, en representación de la
Cámara Federal de Casación Penal
107
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
querellante Gloria Pompeya Gómez (madre de Christian Eduardo
Schaerer), sin costas en la instancia (artículos 530, 531 y ss.
del C.P.P.N.); y, en consecuencia:
1. Casar el punto dispositivo 6º) de la sentencia
obrante a fs. 32298/32456 y, en definitiva, CONDENAR a MIGUEL
ANGEL RAMIREZ como partícipe necesario del delito de secuestro
extorsivo agravado por su condición de suboficial de la Policía
Federal y por la intervención de tres o más personas, a la pena
de doce (12) años de prisión, accesorias legales y costas
(artículos 12, 29 inciso 3º, 40, 41, 45 y 170, incisos 5º y 6º,
del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal Penal de la
Nación).
2. Casar el punto dispositivo 7º) de la sentencia
obrante a fs. 32298/32456 y, en definitiva, CONDENAR a MARIA
ESTHER SUDO como partícipe necesaria del delito de secuestro
extorsivo agravado por la intervención de tres o más personas,
a la pena de doce (12) años de prisión, accesorias legales y
costas (artículos 12, 29 inciso 3º, 40, 41, 45 y 170, inciso
6º, del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal Penal de
la Nación).
3. Casar el punto dispositivo 8º) de la sentencia
obrante a fs. 32298/32456 y, en definitiva, CONDENAR a SERGIO
GUSTAVO SALGAN como partícipe necesario del delito de secuestro
extorsivo agravado por la intervención de tres o más personas,
a la pena de once (11) años de prisión, accesorias legales y
costas (artículos 12, 29 inciso 3º, 40, 41, 45 y 170, inciso
6º, del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal Penal de
la Nación).
4. Casar el punto dispositivo 9º) de la sentencia
obrante a fs. 32298/32456 y, en definitiva, CONDENAR a OSCAR
ANTONIO SALGAN como partícipe necesario del delito de secuestro
extorsivo agravado por la intervención de tres o más personas,
a la pena de once (11) años de prisión, accesorias legales y
costas (artículos 12, 29 inciso 3º, 40, 41, 45 y 170, inciso
6º, del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal Penal de
la Nación)
d) Rechazar el recurso de casación interpuesto por
la doctora Milagros Resoagli, en representación de la querellante
108
Gloria Pompeya Gómez (madre de Christian Eduardo Schaerer),
contra los puntos dispositivos 4º (por el que se condenó a Gonzalo
Adrián Acosta a la pena de dieciséis (16) años de prisión, por
ser coautor penalmente responsable del delito de secuestro
extorsivo, agravado por el número de personas, accesorias legales
y costas) y 10º (por el que se dispuso absolver a Jorge Gabriel
Sudo en orden al delito por el que fue acusado) de la sentencia
obrante a fs. 32298/32456, sin costas en la instancia (artículos
530 y 531 in fine del C.P.P.N.)
e) Tener presentes las reservas del caso federal.
Tal es mi voto.
El señor juez doctor Eduardo Rafael Riggi dijo:
Que por compartir en sustancia los fundamentos
vertidos en el voto del nuestro distinguido colega, doctor
Mariano Hernán Borinsky, habremos de acompañar la mayoría de
las propuestas allí plasmadas, sin perjuicio de realizar algunas
consideraciones respecto de los agravios traídos a conocimiento
de esta Alzada; como asimismo de expresar nuestra discrepancia
respecto a la situación de Jorge Gabriel Sudo, como así también
con el agravio traído a colación por la querella en torno a la
aplicación del art. 41 bis del CP y su repercusión en las penas
fijadas.
Veamos.
I. Nulidades.
1. En lo atingente al pedido de nulidad del alegato
fiscal planteado por la defensa de Gonzalo Adrián Acosta, toda
vez que el acto cuya invalidez se pretende (integrado al
pertinente requerimiento de elevación a juicio), reveló con
suficiente claridad la pretensión penal, el hecho atribuido y
los elementos de prueba por los cuales se consideraba responsable
al nombrado Acosta, el planteo debe ser rechazado. Es que no
se alcanza a vislumbrar, ni la parte logra demostrar, donde reside
a su respecto la lesión al derecho de defensa, cuando resulta
claro que a partir de las piezas aludidas el imputado pudo conocer
perfectamente la imputación y defenderse en consecuencia.
2. Con relación a la nulidad deducida por la defensa
del enjuiciado Carro Córdoba en base a la alegada violación a
la garantía de imparcialidad por la integración del Tribunal
Cámara Federal de Casación Penal
109
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
Oral Federal que llevo a cabo el debate, apreciamos que la
cuestión traída a nuestro conocimiento ya fue decidida y resuelta
por esta Sala, in re “Carro Córdoba, Cristian Ramón s/recusación”,
causa 10.002, reg. 1459/08 y “Salgán, Osca A. y otros
s/recusación”, causa nº 9842, reg. nº 1461/08, ambas del 22 de
octubre de 2008; temperamentos que, a la fecha, se encuentran
firmes, por lo que han adquirido el carácter de cosa juzgada.
3. Respecto del pedido de nulidad de la detención de
Néstor Horacio Barczuk, de la declaración prestada por el
nombrado el 17 de noviembre de 2003, de la incorporación de
distintos correos electrónicos, como asimismo del peritaje
odorológico realizado en autos, a más de compartir los argumentos
del juez Mariano Borinsky, apreciamos que en lo pertinente ya
nos hemos expedido en ocasión de votar en la causa nº 8702
“Barbieri, Ángel Pedro y otros s/recurso de casación”, reg. nº
1373/08, del 10 de octubre de 2008, correspondiente al primer
juicio oral celebrado con relación al secuestro de Christian
Schaerer, motivo por el cual nos permitimos efectuar las
remisiones correspondientes y también adherimos al rechazo
propuesto por el colega preopinante.
4. Por otra parte y en lo relativo al pedido de nulidad
de la declaración de Cornelli Belen formulado por la defensa
de Carro Córdoba, y en lo referente a la exclusión probatoria
cuestionada por la defensa de Acosta, por compartir en sustancia
los lineamientos expuestos en los considerandos CUARTO punto
2.e. y QUINTO del voto del doctor Borinsky, también adherimos
a cuanto allí propone.
II. Respecto de los agravios vinculados a la
arbitrariedad de la sentencia en lo inherente a la valoración
de los hechos y las pruebas.
1. Con relación a los agravios traídos a estudio
sobre el particular por las asistencias técnicas de los
condenados Gonzalo Adrián Acosta, Raúl Nemesio Salgán y Cristian
Ramón Carro Cordoba, apreciamos que las plurales consideraciones
vertidas por el distinguido colega que lleva la voz de este
acuerdo –a cuyos fundamentos cabe remitirse a fin de evitar
repeticiones inútiles-, permiten descartar vicios de logicidad
o fundamentación en la sentencia impugnada, razón por la cual
110
también habremos de acompañar el rechazo de los recursos de
casación, deducidos por los defensores.
Es que en el voto del juez Borinsky, específicamente,
en el considerando SEXTO, puntos 1, 2 y 3, se ha brindado una
acabada respuesta a los cuestionamientos trazados por las
defensas de los condenados Acosta, Salgán y Carro Córdoba, lo
cual, entonces, nos exime de realizar esa tarea.
En definitiva, la sentencia recurrida en este punto
cuenta con fundamentos suficientes que obstan a su
descalificación como acto judicial válido, ajustándose a las
prescripciones contenidas en los arts. 123 y 404 inciso 2º del
ordenamiento ritual, como así también a la doctrina seguida por
esta Cámara respecto al requisito de motivación de los fallos
judiciales (conf. nuestros votos en las causas Nº 80 "Paulillo,
Carlos Dante s/ rec. de casación", Reg. Nº 111 del 12/4/94; Nº
181 "Sassoon Attie, Raúl Nissim s/recurso de casación" Reg. Nº
177/94 del 17/11/94; Nº 502 "Arrúa, Froilán s/ rec. de casación",
Reg. Nº 185/95 del 18/9/95; Nº1357 "Canda, Alejandro s/ rec.
de casación", Reg. Nº 70/98 del 10/3/98; Nº2124 "Anzo, Rubén
Florencio s/ rec. de casación", Reg. Nº 632/99 del 22/11/99;
Nº 1802 "Grano, Marcelo s/ rec. de casación", Reg. Nº 186/2002
del 22/4/2002; y asimismo las causas Nº 18 "Vitale, Rubén D.
s/rec. de casación" Reg. Nº 41 del 18/10/93; Nº 25 "Zelikson,
Silvia E. s/rec. de casación" ya citada; Nº 65 "Tellos, Eduardo
s/rec. de casación" ya citada; Nº 135 "Risso de Osnajansky, Nelly
s/rec. de casación" Reg. Nº 142/94 del 18/10/94; Nº 190
"Ruisanchez Laures, Ángel s/rec. de casación" Reg. Nº 152/94
del 21/10/94; todas de esta Sala III, entre muchas otras).
En este último sentido, conceptuamos que el tribunal
de grado, en el fallo que encontró responsables a Gonzalo Adrián
Acosta, Raúl Nemesio Salgán y Cristian Ramón Carro Córdoba en
orden al hecho objeto del proceso, no incurrió en fisuras lógicas
en su razonamiento y, en uso de sus facultades propias, escogió,
valoró e hizo convicción sobre las pruebas e indicios, serios,
precisos y concordantes que citó en su decisorio, brindando a
nuestro juicio argumentos suficientes para fundamentar
debidamente la conclusión.
Por ello, también habremos de acompañar la propuesta
que sobre tal coyuntura propuso el doctor Mariano H. Borinsky.
Cámara Federal de Casación Penal
111
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
2. Respecto de la situación del imputado Miguel Ángel
Ramírez, las pruebas detalladas y valoradas por el colega
preopinante, no dejan margen de duda en cuanto a que el acusado,
quien por ese entonces se desempeñaba como Sargento 1ero de la
Policía Federal Argentina, brindó información confidencial a
los integrantes de la familia Salgan, entre ella, la relativa
a los inminentes allanamientos a producirse en distintos
inmuebles del condenado Raúl Nemesio Salgán.
Tampoco puede dudarse de que el nombrado Ramírez,
conocía que esas medidas estaban relacionadas con el secuestro
de Christian Eduardo Schaerer.
En este sentido, debe tenerse en cuenta que la comisión
del hecho aludido generó un movimiento significativo dentro de
las fuerzas de seguridad, pues para su investigación se dio
intervención a distintas fuerzas policiales provinciales, a la
Policía Federal, Gendarmería Nacional y a la SIDE en nuestro
país; y por la continuación del hecho en territorio extranjero
(Paraguay y Brasil), también se requirió la colaboración de
Interpol y de la policía de esos países.
A ello, debe sumarse, como lo apunta el juez Borinsky,
la gran repercusión producida en los medios periodísticos a nivel
provincial y nacional y en la sociedad en general, que se produjo
como consecuencia del secuestro del joven Schaerer.
En este contexto, resulta evidente que Ramírez, en
su condición de Sargento 1ero de la PFA, no podía desconocer
que la información que le proporcionara a la familia Salgan estaba
necesariamente vinculada al hecho mencionado, sobre todo si
reparamos en el despliegue inusual que en las dependencias
policiales generó el caso.
Compartimos entonces la significación jurídica
propuesta por el colega que lidera este acuerdo, en cuanto a
que Ramírez debe responder como partícipe necesario del hecho,
pues su conducta significó un valioso aporte al ocultamiento
de Christian Schaerer que llevaban adelante los coautores del
hecho, ya que les proporcionó información privilegiada sobre
los avances de la investigación y los movimientos a realizar
por las fuerzas policiales, quienes de esa manera no pudieron
dar en tiempo oportuno con los múltiples lugares de cautiverio
de la víctima, cuyo destino hoy día sigue sin conocerse.
112
3. Con relación a la situación de María Esther Sudo,
también habremos de acompañar la propuesta del juez Borinsky,
pues la utilización de la chacra familiar –que compartía con
su pareja, el condenado Raúl Nemesio Salgán- ubicada en Jorge
Newbery y Ernesto Montiel, de la ciudad de Paso de los Libres,
para mantener oculta a la víctima a partir del 24 de septiembre
de 2003, como asimismo el empleo del automóvil particular de
la nombrada Sudo, Volkswagen Gol dominio DYS-190, para trasladar
al joven secuestrado desde aquella chacra hasta el paraje
Ombucito, y luego hacia la ciudad de Uruguayana, Brasil, la ubica
como partícipe necesaria de la maniobra, en la medida en que
realizó un aporte efectivo e indispensable de bienes para la
ejecución material del delito.
4. Con relación a la situación de los acusados Sergio
Salgán y Oscar Salgán, compartimos de igual modo las
consideraciones efectuadas por el doctor Borinsky, pues
entendemos que las absoluciones dictadas a su respecto resultan
arbitrarias, en la medida en que el tribunal valoró parcialmente
la prueba, prescindiendo de la ponderación de elementos
determinantes para la dilucidación del caso e, incluso,
efectuando una valoración probatoria que en ciertos pasajes del
fallo resulta autocontradictoria.
En efecto, de la lectura de la sentencia impugnada,
se advierte que si bien se mencionaron ciertos elementos de prueba
que comprometían a los hermanos Salgan en la organización
delictiva que perpetrara el secuestro del joven Schaerer,
inexplicablemente tales probanzas no fueron finalmente tomadas
como de cargo, cuando ello resultaba evidente.
En este orden de ideas, se cuenta en primer término
con la declaración de Diego René Solís, quien vinculó tanto a
Oscar como a Sergio Salgán con el hecho investigado, al haberles
atribuido que mantuvieron contacto con el agente de la policía
federal Ramírez quien fue precisamente el preventor que se
encargó de pasar los datos para frustrar los allanamientos que
se avecinaban respecto de los inmuebles de la familia, tal como
lo vimos más arriba.
Incluso y tal como lo apunta el juez Borinsky, el
testigo mencionado da cuenta del contacto con otros miembros
Cámara Federal de Casación Penal
113
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
de la banda, concretamente Rodolfo Lorhman –prófugo- y Cristian
Ramón Carro Córdoba, con posterioridad al secuestro de Schaerer.
Las indicaciones del testigo Diego René Solis
respecto del contacto de Oscar Salgán y Sergio Salgán con el
policía Ramírez, se corrobora con la transcripción de la escucha
telefónica del abonado 03772 421130 (correspondiente al
domicilio de Juan Oliva), de la cual se puede extraer que el
nombrado Ramírez mantenía informado a Oscar Salgán de los avances
de la investigación, para su posterior transmisión a su padre.
Pero además, en la sentencia se mencionan escuchas
telefónicas contundentes y que demuestran que Sergio Salgán
mantenía al tanto a su padre Raúl Nemesio Salgán acerca de cómo
estaba la situación en Paso de los Libres, cuando este último
se encontraba en Uruguayana, Brasil, luego de realizado el
traslado al exterior. En este sentido, nos remitimos a la
transcripción efectuada en el fallo, respecto a la escucha
telefónica del 19-11-2003 extraída del abonado nro. 03772-426604
correspondiente al domicilio de Raúl Nemesio Salgán, donde se
aprecia el diálogo entre este y su hijo Sergio, como así también
a la correspondiente abonado 03772 421130 ya citada.
Lo extraño es que el propio tribunal extrajo como
conclusión de tales escuchas que “el imputado Raúl Nemesio Salgán
al hablar con su interlocutor estaba dando instrucciones a su
descendiente [Sergio Salgán] para que hiciera desaparecer las
pruebas que lo involucraban y al referirse al grandote en la
conversación está haciendo referencia al condenado Néstor
Horacio Barczuk, quien tres días antes el 16/11/03 había sido
detenido en la localidad de San Javier”.
Desde esta perspectiva, no se explican las
absoluciones, cuando la prueba objetiva demuestra de manera
inequívoca la intervención y el conocimiento de los miembros
de la familia Salgán en el hecho pesquisado.
A todo lo expuesto, debe adunarse, tal como bien lo
señala el juez Borinsky, las manifestaciones del arrepentido
Cornelli Belen, en cuanto mencionó haber visto a Sergio Salgan
en la chacra de su progenitor mientras Schaerer estaba
secuestrado. En este punto, el vínculo familiar y la presencia
en el lugar, permiten reforzar y aseverar el conocimiento de
la situación de cautiverio que dentro de la finca se estaba
114
produciendo.
Por todo ello, compartimos la solución a que arriba
el distinguido colega preopinante y entendemos que los hermanos
Oscar y Sergio Salgán deberán responder como partícipes
necesarios del delito investigado, en la medida en que
favorecieron el ocultamiento del joven Schaerer, al proporcionar
a Raúl Nemesio Salgán información sobre la actividad de los
agentes policiales, anoticiados por el preventor Ramírez, ello
con conocimiento pleno del hecho que se estaba llevando a cabo.
5. Con relación a la situación de Jorge Gabriel Sudo,
habremos de disentir con la solución propiciada por el colega
preopinante, pues entendemos que la absolución dictada por el
tribunal de grado ha desconocido elementos probatorios
dirimentes que demuestran, sin lugar a dudas, que el nombrado
ha participado en un tramo del hecho investigado, tal como lo
pone de relieve la querella en su recurso de casación.
En efecto, de la atenta lectura de la prueba rendida
e incorporada al debate, no abrigamos la menor duda de que Jorge
Gabriel Sudo fue una de las personas que se encontraba en el
interior del Renault 12 break, que se apostó cerca del vehículo
ocupado por la madre de la víctima Pompeya Gómez y el señor Azula,
el día 5 de noviembre de 2003, en la Ciudad de Encarnación,
República del Paraguay, mientras estos últimos esperaban la
llegada del padre del secuestrado con el dinero para el pago
del rescate. En esas circunstancias, el joven Sudo, junto con
otros dos sujetos, permaneció dentro del vehículo citado durante
el lapso de una hora y media o dos, efectuando una suerte de
vigilancia sobre el proceder de los familiares de la víctima,
el día previo al cobro final del rescate.
A este respecto, debe ponderarse no solamente que la
Sra. Pompeya Gómez y Azula fueron concordantes en relatar la
situación que vivieron cuando esperaban la llegada del dinero,
sobre el arribo de un rodado Renault 12 y las miradas que desde
su interior efectuaban sus ocupantes, sino que además, ambos
reconocieron en rueda de personas al acusado Jorge Gabriel Sudo
como uno de aquellos sujetos.
Así, puede leerse del acta de fs. 4296/6vta, que Gloria
Pompeya Gómez tras remarcar que el día 5 de noviembre de 2003
se estacionó un Renault 12 break color marrón con dos personas
Cámara Federal de Casación Penal
115
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
jóvenes de aproximadamente 18 y 23 años, de contextura delgada,
quienes durante una hora y media estuvieron vigilando sus
movimientos, fue llevada frente a la rueda de personas, y
reconoció, de manera inequívoca, como a uno de esos sujetos a
Gabriel Sudo, concretamente “como una de las personas que se
encontraban dentro del rodado mencionado”.
Incluso, en ese mismo acto, y ante las preguntas del
Fiscal, precisó que “es la misma persona…”.
Por su parte, del acta de fs. 4297, César Damián Azula,
tras describir de manera concordante la situación y aclarar que
los ocupantes del rodado eran jóvenes de unos 20 años de edad,
también reconoció a Jorge Gabriel Sudo, “…como una de las personas
que se encontraban en el rodado mencionado y que los estaban
vigilando”; agregando incluso que “era la misma persona, que
tenía el pelo más largo en aquella oportunidad y la ropa era
diferente”.
Estos testimonios, contundentes y concordantes,
ratificados posteriormente en el juicio oral y público, no dejan
margen de dudas acerca de la intervención de Sudo ese 5 de
noviembre de 2003, su tarea de vigilancia respecto a los
movimientos que los familiares de la víctima estaban efectuando
a la hora del proceso del pago del rescate. Y es por ello que
su valoración conjunta, y de conformidad con la pretensión de
la querella, permitan atribuir responsabilidad al nombrado por
su participación en el hecho mancomunado que estamos juzgando.
Las actas de reconocimiento, dejaron en claro que las
personas que integraban las ruedas de reconocimiento guardaban
semejanza entre sí; constituyen documentos públicos que gozan
de plena validez, y no han sido cuestionados como tales por la
defensa, motivo por el cual no alcanzamos a comprender, la escasa
entidad probatoria que respecto a ellas ha efectuado el tribunal
de grado en su sentencia.
Por lo demás, la coartada esgrimida por el imputado
Gabriel Sudo relativa a que a la fecha del suceso -5/11/2003-
se encontraban realizando cursos en la Escuela Técnica nro 1
de Pasos de Los Libres, ha quedado definitivamente descartada
y por ello no puede beneficiarlo en modo alguno.
Es que surge a todas luces evidente de la planilla
de asistencia de fs. 5507, que “Sudo” figura entre los ausentes,
116
tanto del día 4 como del día 5 de noviembre de 2003, siendo que
incluso, el director del Establecimiento, Fabián Alejandro
Flores, si bien se mostró dubitativo, al serle exhibida la
planilla en cuestión terminó reconociendo “que si figura así
como está, es porque estuvo ausente”.
Por todo ello, entendemos que Jorge Gabriel Sudo deberá
responder como partícipe secundario del hecho investigado, en
la medida en que se acreditó que objetivamente realizó un aporte
no esencial al hecho mancomunado (art. 46 del CP) y que consistió
en vigilar durante el lapso de una hora y media, el día 5 de
noviembre de 2003, los movimientos de los familiares de las
víctimas, en momentos de realizarse aquellas diligencias
necesarias que culminaron al día siguiente con el pago del rescate
exigido por los captores.
III. Respecto de los cuestionamientos trazados sobre
la calificación legal de los hechos por la querella. El
agravamiento por aplicación del art. 41bis.
1. Con relación al recurso deducido por la querella
en cuanto pretende la aplicación de la agravante del art. 41
bis del Código Penal, es preciso recordar cuanto llevamos dicho
en torno a que la circunstancia de que no se hubieran secuestrado
las armas utilizadas para el ilícito en cuestión, no resulta
un obstáculo para que se pueda tener por debidamente acreditado
que los imputados se valieron de ellas para la comisión del delito,
de conformidad con las declaraciones testimoniales de quienes
pudieron apreciarlas (conf., en este sentido, causa n° 7783 del
registro de esta Sala, caratulada “Rostom, Héctor Gastón Juan
s/ recurso de casación”, reg. 677, del 5/6/07).
Hemos dicho también que debe tenerse en cuenta que el
artículo 41 bis del Código Penal, al hacer referencia a un “arma
de fuego”, claramente remite a las disposiciones del decreto
395/75 -reglamentario de la Ley Nacional de Armas y Explosivos,
n° 20.429-, que en su artículo 3, apartado 1., define a la referida
categoría en los siguientes términos: “la que utiliza la energía
de los gases producidos por la deflagración de pólvoras para
lanzar un proyectil a distancia”.
A diferencia de lo que ocurre en el caso del artículo
166 del Código Penal, que en su inciso segundo distingue las
Cámara Federal de Casación Penal
117
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
armas de fuego cuya aptitud para el disparo no puede ser
acreditada de aquellas otras en las que sí puede lograrse dicho
propósito, el dispositivo legal contenido en el referido artículo
41 bis no contiene distinción alguna sobre el particular, extremo
que torna de aplicación el adagio “ubi lex non distinguit nec
non distinguere debemus”. A ello se suma que tampoco de una
objetiva y racional interpretación de los alcances de la norma
que se examina podría extraerse esa conclusión, pues en la medida
que la ratio legis contempla el mayor poder intimidante del arma
utilizada, la idoneidad para el disparo se presenta como un
elemento que -sin desmerecer la estricta interpretación del
concepto que se impone en virtud del principio de legalidad-
no puede ser válidamente integrado a los alcances de la
disposición.
En suma, somos de la opinión de que la agravante aludida
no contiene distinción alguna sobre la aptitud para el disparo
del arma y por ende podría aplicarse si su empleo fuera acreditado
por las declaraciones de testigos y demás circunstancias de la
causa (in re “Galván, Oscar Alberto y otro s/recurso de casación”,
causa nº 8166, reg. nº 1554, del 12/11/2007).
Siendo ello así, asiste razón a la querella en cuanto
a que de las declaraciones testimoniales de las personas que
presenciaron la captura de Schaerer, se desprende
inequívocamente que el secuestro se produjo ejerciendo violencia
e intimidación con un arma de fuego. Incluso, eso fue reconocido
por el condenado Cornelli Belén, al confesar su intervención
en el hecho.
Desde esta perspectiva, propiciamos al acuerdo la
aplicación de la agravante genérica del art. 41 bis del Código
Penal, en el sentido propuesto por la querella.
Vale aclarar en este punto, que la aplicación de esta
agravante deberá valer para todos los intervinientes en el hecho
investigado, pues el suceso que damnificara a Schaerer resulta
único, y por ende, más allá del grado de responsabilidad que
le cabe a los condenados por su intervención, corresponde
recalificar el evento como constitutivo del delito de secuestro
extorsivo, agravado por el número de personas intervinientes
y por haber sido cometido con violencia e intimidación contra
las personas mediante un arma de fuego (arts. 170 inc. 6 y 41
118
bis del CP).
Resulta menester destacar que la agravante del art.
41bis del CP, aumenta la escala penal a aplicar, en un tercio
del mínimo y un tercio del máximo del delito de que se trate.
No obstante ello, y como veremos más adelante, este
agravamiento no habrá de influir en las penas impuestas a todos
los condenados, pues en el caso de Raúl Nemesio Salgán y Cristian
Ramón Carro Córdoba, lo cierto es que al habérseles impuesto
una pena superior a la mitad de la requerida por el acusador
particular, la impugnación no supera los límites del art. 458
inc. 2 del CPPN.
2. Sobre el cuestionamiento por parte de la querella
de la sanción impuesta a Cornelli Belen, tal como como lo propone
el juez Borinsky, el recurso resulta inadmisible, en los términos
del art. 458 inc. 2 y 460 del CPPN.
IV. Penas.
1. En lo atingente a los agravios deducidos por las
defensas respecto a las penas impuestas a Raúl Nemesio Salgán
(25 años de prisión), Cristian Ramón Carro Córdoba (25 años de
prisión), resulta oportuno recordar cuanto llevamos dicho sobre
el particular en torno a que la fijación del monto de la sanción,
mientras cuente con suficiente fundamentación y el tipo y la
escala hayan sido respetados, es una tarea que se encuentra dentro
de los poderes discrecionales del tribunal de juicio y por ello
no puede ser atacada por la vía intentada, salvo evidente
arbitrariedad (conf. lo resuelto por esta Sala III “in re”
“González Notario, Adolfo y otro s/recurso de casación”, causa
nº 1527, Reg. nº 399/00 del 13/7/2000; “Amengual, Miguel Angel
y otros s/rec. de casación”, causa 4827, Reg. nº 317/04 del
16/6/04; y “Cardozo, Juan Taltivio y Finamore, Andrés Antonio
s/ recurso de casación”, causa nº 4412, Reg. nº 708/03 del
27/11/03); que en estos casos no se aprecia.
En este último sentido, y a fin de evitar repeticiones
inútiles nos remitimos al análisis efectuado por el doctor
Borinsky, donde se descarta la tacha de arbitrariedad en la
determinación de las penas de los condenados.
En el caso de la sanción impuesta a Gonzalo Adrián
Acosta, como lo indica el juez Borinsky, la pena sensiblemente
Cámara Federal de Casación Penal
119
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
inferior a la fijada respecto de Raúl Salgan y Carro Cordoba,
se justifica porque obró siempre ejecutando ordenes e
instrucciones de los cabecillas de la banda, lo que sumado a
su juventud y a la escasa educación recibida, lo ubican en un
grado de responsabilidad menor, atento a la condición de
subordinado en que se desempeñó.
Sin embargo y teniendo en cuenta que a su respecto
existe recurso acusador y que también rige para él la aplicación
de la agravante del art. 41 bis del CP, entendemos que la respuesta
debe ser corregida en el sentido propuesto por la querella,
luciendo adecuado a su situación particular y a la magnitud del
injusto, elevar la pena impuesta y fijarla en 20 años de prisión.
2. Por otra parte, compartimos en sustancia los
precisos argumentos del distinguido colega doctor Mariano H.
Borisnky desarrollados en el considerando “NOVENO” puntos 2,
3, 4 y 5, en cuanto analizó las pautas para determinar las penas
a los condenados que habían sido absueltos (Miguel Ángel Ramírez,
María Esther Sudo, Oscar Antonio Salgán y Sergio Gustavo Salgán)
en lo que hace a sus situaciones particulares en los términos
de los arts. 40 y 41 del CP.
No obstante ello, la aplicación de la agravante del
art. 41 bis que hemos propuesto y al igual que en el caso anterior,
nos impone la necesidad de corregir la respuesta punitiva para
cada uno de dichos imputados. Y a tal fin, habiendo tomado
conocimiento de visu de los nombrados, proponemos se condene
a Miguel Ángel Ramírez a la pena de 18 años de prisión, accesorias
legales y costas; a María Esther Sudo a la pena de 17 años de
prisión, accesorias legales y costas; a Oscar Antonio Salgán
a la pena de 17 años de prisión, accesorias legales y costas;
y a Sergio Gustavo Salgán a la pena de 17 años de prisión,
accesorias legales y costas.
3. Respecto de Jorge Gabriel Sudo, corresponde
puntualizar que lo hemos encontrado responsable del delito de
secuestro extorsivo agravado por la intervención de tres o más
personas y por el uso de un arma, en calidad de partícipe
secundario.
A fin de graduar la sanción a imponer, tenemos en cuenta,
como agravantes, la magnitud del injusto en el que participó
120
y la extensión del daño causado a raíz de la sustracción del
joven Schearer respecto de quien aún se desconoce su paradero.
Como atenuantes, sólo cobra relevancia su juventud y el menor
grado de participación por el que se lo responsabilizó respecto
de sus consortes de causa. Por ello y habiendo tomado conocimiento
de visu del encausado, estimamos justo imponerle la pena de 11
años de prisión, accesorias legales y costas.
V. COSTAS.
Por último, y por compartir los fundamentos del colega
preopinante plasmados en el considerando “DÉCIMO” de su voto
–a los que cabe remitirse por razones de brevedad-, adherimos
el rechazo del agravio deducido por la defensa de Carro Córdoba
en su recurso de casación en cuanto pretende la anulación de
la exención de costas otorgada por el tribunal a quo a la querella
en los términos de los artículos 530 y 531 del CPPN.
La señora juez doctora Liliana Elena Catucci dijo:
I. Nulidades:
I.a) El planteo de la nulidad del alegato fiscal
interpuesto por la defensa de Gonzalo Adrián Acosta por haber
completado el tribunal oral la acusación y haber valorado
elementos de cargo no mencionados por el Fiscal General muestra
sus defectos de presentación.
En efecto, no es el representante del Ministerio
Público Fiscal quien debe evaluar toda la prueba, ni su
descripción del suceso vincula al tribunal, habida cuenta que
tampoco debe actuar como un mero árbitro como el Defensor Público
Oficial Dr. Federico Carniel pretende.
Esa misión le cabe al sentenciante, quien tampoco tiene
la obligación de evaluarlos en su totalidad, sino seleccionarlos
de modo de conducirlos sobre el sendero del razonamiento que
lleve a una conclusión inequívoca.
En este sentido se ha pronunciado la Corte Suprema de
Justicia de la Nación al establecer que los jueces no están
obligados a ponderar una por una y exhaustivamente todas las
constancias de la causa, sino sólo aquéllas que estimen
conducentes para fundar sus conclusiones -Fallos 311:571- y
necesarias para una correcta solución del litigio -Fallos
311:836-, ni a tratar todas las cuestiones propuestas por las
Cámara Federal de Casación Penal
121
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
partes, ni a analizar los argumentos utilizados que a su juicio
no sean decisivos -Fallos 301:970 y 311:1191-.
Es de hacer notar que el sistema procesal que nos rige
no es el de acusación pura del que parece haberse valido el
defensor oficial al efectuar estos planteos, debiendo atenerse
a la exigencia propia de la lege data y no a de lege ferenda
como traslucen sus reclamos.
Es así que sus agravios quedan desmerecidos desde su
presentación.
I.b) En cuanto a los traídos por la defensa técnica
de Cristián Ramón Carro Córdoba dirigidos contra la legitimidad
de los jueces del tribunal a quo, Dres. Fermín Cerolini y Lucrecia
M. Rojas de Badaro, por haber intervenido antes en la causa n°
430/07 de ese órgano jurisdiccional, revelan que se trata de
una reedición de la que ya fue decidida por este Tribunal con
distinta integración, in re: “Carro Córdoba, Cristián Ramón
s/recusación, causa n° 10.002, Reg. 1459/08 y “Salgán, Oscar
A. y otros s/recusación”, causa n° 9842, Reg. n° 1461/08, rtas.
el 22 de octubre de 2008; que, a la fecha, se encuentra firme,
sin que se hayan aportado en esta oportunidad nuevos argumentos
(cfr. en razón de brevedad, Considerando Cuarto, punto 2.a) del
voto del Dr. Borinsky).
I.c) Algo similar ocurre en relación a la detención
de Néstor Horacio Barczuk, de su declaración del 17 de noviembre
de 2003, de la incorporación de diferentes correos electrónicos
(“elbrasilero 2020”, “elbrasilero2005”, “elbrasilero2003”,
“pedrobarbieri” y “judithalvarenga”) y del peritaje odorológico
practicado en el caso, planteada por la defensa de Cristián Ramón
Carro Córdoba, debiendo estarse a lo ya decidido, (cfr. in re:
“Barbieri, Ángel Pedro; Barczuk, Néstor Horacio y Alvarenga,
Judith Analía s/recurso de casación”, causa n° 8702, Reg. n°
1373, rta. el 10 de octubre de 2008) y a lo acotado en el primer
voto.
I.d) En torno a los planteos de nulidad efectuados por
la defensa de Cristian Ramón Carro Córdoba, respecto de la
declaración de Claudio Sebastián Cornelli Belén que desmereció
en su valor probatorio; a la exclusión de las declaraciones
de Juan Francisco Viarnes, Diego René Solís, y Juan Angel Oliva,
formulada por la defensa de Gonzalo A. Acosta, por no haber podido
122
conocer al momento de alegar el soporte jurídico con el que se
pretendía justificar la imputación del hecho a su asistido,
carecen de base argumental, en tanto discuten sin sólidos
fundamentos el valor a esas piezas otorgado, por lo que no toleran
su admisión.
II. Fundamentación de la sentencia:
II. a) La participación de Cristian Ramón Carro Córdoba,
Raúl Nemesio Salgán y Gonzalo Adrián Acosta, en el secuestro
de Christian Eduardo Schaerer está suficientemente sustentada
en el fallo sobre la base de la prueba valorada de conformidad
a las reglas de la sana crítica racional (art. 123 del C.P.P.N.);
sin que se adviertan afectaciones a garantías constitucionales
que vicien de nulidad el proceso, tal como se puso de manifiesto
en la opinión que abrió el Acuerdo.
II. b) Cabe señalar que el cúmulo probatorio valorado
en el pronunciamiento, y analizado detenidamente en el primer
voto no deja lugar a dudas de que Miguel Angel Ramírez (alias
“Patrón”) avisó confidencialmente a la familia Salgán los
allanamientos a realizar sobre sus inmuebles, datos habidos a
raíz de su desempeño como Sargento 1° en la Delegación de la
Policía Federal de Paso de los Libres.
Noticia corroborada por la interceptación telefónica
judicial sobre la línea n° 03772 426604, perteneciente al
domicilio de Raúl Nemesio Salgán, de la cual se desprende que
el 19 de noviembre de 2003, su hijo Sergio Gustavo (Salgán) fue
alertado de esos inminentes allanamientos. Comunicación de
Sergio Salgán con un interlocutor que indica que la información
reservada había sido revelada por el imputado apodado “patrón”,
quien le había avisado a Héctor González (alias “pucho”), que
trabajaba como “pizzero” en un local cercano a la Delegación
de Paso de los Libres de la Policía Federal y de la cual surge
que Ariel Saldaña fue quien se los avisó telefónicamente a Sergio
Salgán.
La declaración del propietario del mencionado comercio
gastronómico, Juan José Ugartemendía, en donde trabajaba Héctor
González (“pucho”), lo acreditó al recordar que Ramírez le pidió
permiso y mantuvo una conversación con su empleado González,
en el sector de fiambrería; y, que al día siguiente y una vez
Cámara Federal de Casación Penal
123
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
publicados en los medios de comunicación los referidos
allanamientos, el nombrado González le comentó: “…que barbaridad,
eso fue lo que ‘Patrón’ me pidió que le avisara a los chicos
del barrio”; y, que le hizo saber que le había pedido a Ariel
Saldaña que avise a la familia Salgán.
Ello demuestra acabadamente que Miguel Angel Ramírez,
por prestar servicio como Sargento 1° en la delegación de la
Policía Federal Argentina en Paso de los Libres, accedió a
información reservada a la presente investigación y se la
proporcionó a la familia Salgán que precisamente estaba siendo
investigada.
La relación estrecha que tenía el nombrado Ramírez con
la familia Salgán, quedó en evidencia con los diálogos que mantuvo
Sergio G. Salgán con su padre, en momentos en que éste se
encontraba en la ciudad de Uruguayana y lo consultaba por la
situación en Paso de los Libres, después de la detención de
Barczuk. Además, previo al aviso de los allanamientos, le dijo
que sería el primero en enterarse sobre cualquier novedad que
pudiera afectarlos (cfr. transcripción de la escucha telefónica
de fs. 1672/1673).
De esas piezas y de la declaración prestada por el
Comisario Tránsito Ramírez (fs. 32.101) se desprende que con
anterioridad Ramírez ya había avisado en forma directa a Raúl
N. Salgán sobre la presencia y posterior retirada de la Localidad
de Paso de los Libres de una comisión policial provincial.
La actividad ilegal del policía Ramírez se confirmó
con el informe de Gendarmería Nacional (cfr. fs. 15.250/15.252)
y la transcripción de la escucha telefónica de la línea n° 03772
422701 (cfr. 2512/2513), que reproduce el diálogo mantenido entre
la madre de Saldaña y “Laurita”, refiriéndose al imputado como
“el alcahuete” de la familia Salgán; y, además, porque el cuñado
del nombrado Ramírez -Julio César Domínguez-, se domiciliaba
en un finca de propiedad de Raúl Salgán, situada junto al arroyo
Yatay.
Las contundentes pruebas dan cuenta de la efectiva
predisposición de Ramírez para pasar información policial
confidencial y valiosa de manera permanente sobre la
investigación a los distintos miembros de la familia Salgán.
Por otra parte, coincido con el Dr. Borinsky en que
124
se encuentra debidamente acreditado en autos que Miguel A.
Ramírez, por su cargo y destino, tenía suficiente conocimiento
de los movimientos de las fuerzas de seguridad provinciales y
federales en la ciudad de Paso de los Libres, y de la vinculación
con la investigación del secuestro de Christian Schaerer.
Valga reiterar que se trató de una investigación de
considerable envergadura, en la que intervino personal policial
de las provincias de Formosa, Chaco y Misiones; Gendarmería
Nacional, la SIDE, habiéndose requerido dada la gravedad y
expansión territorial del hecho en territorio extranjero, la
colaboración de Interpol y de las fuerzas policiales de Brasil
y del Paraguay. Suceso criminal que dio lugar a una gran
repercusión en los medios periodísticos a nivel provincial,
nacional y en la sociedad.
A raíz de las particularidades de la causa y al empleo
de nuevos equipos de trabajo se pudo llegar a demostrar que el
nombrado Ramírez, por su cargo y destino, accedió sin
dificultades a la información vinculada con esta investigación
y en particular a los sitios donde se llevarían a cabo
allanamientos, y violando los deberes y obligaciones inherentes
a su cargo, y aún a las de cualquier hombre de sano espíritu
se los reveló a la familia Salgán involucrada en el hecho, con
el único fin de frustrar el resultado de las diligencias de la
fuerza de seguridad, a la que él también pertenecía tendientes
a descubrir el hecho y recuperar con vida a la víctima.
Indubitables piezas de incriminación obran en ese
sentido sin dejar resquicio de duda acerca de que Miguel A.
Ramírez sabía que se estaban por allanar los domicilios de
individuos involucrados en el grave secuestro de Christian
Eduardo Schaerer. Proceder del nombrado que obstaculizó la
investigación en un momento crítico, y tornó imposible el rescate
con vida del joven secuestrado aún desaparecido.
De lo expuesto surge que Miguel Angel Ramírez prestó
una cooperación necesaria para que este cruel delito, en el que
estaba involucrada una vida, se siguiera consumando, razón por
la cual debe responder como partícipe necesario (art. 45 del
Código Penal).
II. c) La responsabilidad penal de María Esther Sudo
en el secuestro de Christian Schaerer, se revela a través de
Cámara Federal de Casación Penal
125
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
las pruebas, tal como se anticipara en el primer voto, habiéndose
omitido en el fallo valorar las conducentes a la correcta solución
del caso.
En efecto, el tribunal oral descartó las nueve llamadas
realizadas desde el teléfono celular de la nombrada Sudo, el
1° de octubre de 2003, al de Miguel Angel Carbonell (dueño de
la cabaña del paraje “el Ombucito”, donde estuvo retenido
Christian Schaerer previo a ser trasladado a la ciudad de
Uruguayana), con el argumento de que no estaba acreditado que
los hubiere efectuado la nombrada.
Sin embargo, al tomar en cuenta otros elementos surge
su intervención. En ese sentido obra la utilización de la chacra
de la familia Salgán, ubicada en Jorge Newbery y Ernesto Montiel
de la ciudad de Paso de los Libres, para mantener cautivo a
Cristian Schaerer a partir del 24 de septiembre de 2003, y que
compartían Raúl N. Salgán con su pareja María E. Sudo.
El automóvil Volkswagen Gol, dominio DYS 190, propiedad
de la nombrada Sudo, fue el utilizado para trasladar a la víctima
desde la citada chacra familiar hasta el paraje “el Ombucito”
y para llevarlo a la ciudad de Uruguayana, República Federativa
del Brasil.
Quedó también acreditado que Sudo conocía el crimen
que se estaba cometiendo a punto de que le impartió a su hijo,
Jorge Gabriel Sudo, directivas claras de no divulgar el verdadero
destino del viaje que había emprendido junto a su concubino,
Raúl N. Salgán, a la ciudad de Curitiba, Brasil, el 10 de noviembre
de 2003. Destino donde Raúl N. Salgán se reunió con Cristian
Ramón Carro Córdoba, José Horacio Maidana, José Rodolfo Lorhman
y Claudio Sebastián Cornelli Belén para repartir el dinero pagado
por la familia de la víctima Christian Schaerer (cfr. escuchas
telefónicas de fs. 1668/vta. e informe del Comandante Principal
Juan C. Toledo de fs. 2286/2289).
Piezas terminantes para demostrar que María Esther Sudo
realizó un concreto e indispensable aporte de bienes para la
ejecución material del delito, colaborando a pie juntillas con
su pareja Raúl Salgán para ejecutarlo y seguir consumándolo.
En tales condiciones, y de acuerdo a las demás
consideraciones expuestas en el voto del Dr. Borinsky, a las
que me remito en razón de brevedad, estimo que María Esther Sudo
126
debe responder como partícipe necesaria del hecho que se
investiga en el presente.
II. d) El pronunciamiento impugnado revela un desapego
a las reglas de la sana crítica indicado en el artículo 398 del
Código Procesal Penal en relación a los hermanos Oscar Antonio
y Sergio Gustavo Salgán.
En efecto, de las constancias de la causa reproducidas
en el voto que lidera este Acuerdo, se desprende que los hermanos
nombrados proporcionaron a su padre información recibida del
preventor Miguel Angel Ramírez, sobre los pasos de la pesquisa
policial, tendientes a la protección del lugar donde mantenían
cautivo a Christian E. Schaerer y a tratar de que el accionar
delictual no fuese descubierto. Accionar con el cual
posibilitaron la duración en el tiempo de los efectos del delito.
Con irrelevancia sobre la participación del cobro de
rescate de Oscar Salgán, atento a la individualización que de
él hiciera César D. Azula en rueda de personas y a la existencia
de otras pruebas independientes en el expediente que lo vinculan
con otras secuencias del suceso delictivo no valorados
adecuadamente por el tribunal de juicio ha de llegarse a la
conclusión contraria a la anticipada, por lo que sigue.
Así es que sin dificultad se cuenta con que el testigo
Diego René Solís, en el debate, vinculó a los dos hermanos Salgán
con el hecho delictivo, atribuyéndoles haber mantenido contacto
con el policía que les pasaba información para perjudicar las
diligencias de investigación en su contra, a saber Miguel A.
Ramírez, y con otros miembros de la banda, como el prófugo José
Rodolfo Lorhman y Cristian Ramón Carro Córdoba, con posterioridad
al secuestro de Christian Schaerer (cfr. fs. 32.023),
incriminación insoslayable, que destruye la coartada de haber
estado fuera de la localidad donde se llevó a cabo el delito.
Ese testimonio encontró respaldo en la transcripción
de la escucha telefónica (fs. 2174), realizada sobre el aparato
-n° 03772 421130-, ubicado en el domicilio de Juan Angel Oliva
y donde el 19 de noviembre de 2003, Sergio G. Salgán había
concurrido para hablar con su padre Raúl. En esa conversación
telefónica entrambos, se aprecia que el policía Miguel Angel
Ramírez mantenía informado a Oscar A. Salgán sobre las novedades
de la investigación del secuestro del nombrado joven, a fin de
Cámara Federal de Casación Penal
127
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
que se lo dijera a su ascendiente Raúl. Información que Sergio
Salgán hizo llegar a su progenitor (cfr. fs.32.419/vta./32.420
vta.).
El mismo compromiso con el delito surge de la
conversación que mantuvo, el 19 de noviembre de 2003, con su
padre Raúl cuando éste se encontraba en la ciudad de Uruguayana,
República Federativa del Brasil, y le preguntaba, después de
la detención de Barczuk, por la situación en Paso de los Libres,
a través de la cual se advierte la preocupación de Raúl Salgán
para que su otro hijo Oscar esté al tanto de cualquier novedad
(cfr. escucha telefónica correspondiente al domicilio de Raúl
N. Salgán, abonado n° 03772-426604, fs. 1672/73).
Se completó el cuadro cargoso, respecto de Sergio
Salgán, con la declaración de Claudio Sebastián Cornelli Belén,
al decir que lo vio en la chacra de su padre Raúl mientras
Christian Schaerer estaba secuestrado, de donde no caben dudas
de que le constaba el hecho delictivo.
En tales condiciones, quedó en suficiente evidencia
que los hermanos Oscar A. Salgán y Sergio G. Salgán tuvieron
efectivo conocimiento y prestaron una colaboración
imprescindible para el desarrollo del suceso delictivo que afectó
a Christian Schaerer.
En consecuencia, deben responder como partícipes
necesarios del suceso delictivo que se investiga en la presente
(art. 45 del Código Penal).
II. e) Efectivamente la situación de Jorge Gabriel Sudo
resulta bien comprometida en autos, atento los indubitables
reconocimientos que de él hicieron la madre del joven todavía
no aparecido y el padre de su novia.
Lo incuestionable de esa identificación viene dado por
el tiempo durante el cual el auto de los reconocientes estuvo
estacionado en la plaza de la ciudad de Encarnación, República
del Paraguay, el 5 de noviembre de 2003 en horas del mediodía,
al lado del auto de los sujetos a quienes posteriormente se
individualizó en la diligencia de mención.
La validez de esos reconocimientos se mantiene incólume
atento de la observancia de las reglas procesales inherentes
a ese medio de prueba que mencionó el fiscal que las practicó
y a que nadie discutió las características semejantes observadas
128
en las ruedas.
Cabe acotar que la referencia a las gorras que
efectuaron los reconocientes en relación a Sudo no incide en
su valor, por cuanto nada indica que los restantes integrantes
no la tuvieron, ni puede de oficio desmerecerse una prueba sobre
la base de una suposición.
Esas probanzas junto con la desvirtuación de la
fotocopia de la escuela donde simuló haber estado presente ese
día, que ni puede considerarse documento público y a cuyo respecto
el director de la Escuela Técnica n° 1 “General Joaquín de
Madariaga”, Fabián A. Flores, se limitó a reafirmar que si Sudo
figuraba como ausente, así era, fulminan el pretexto buscado
para esconder su responsabilidad.
Sin que sea necesario acotar algo más a lo expuesto
por el Dr. Riggi en su ponencia, me adhiero en relación a Sudo
a su voto.
II. f) Finalmente, el recurso de casación interpuesto
por la querella contra la pena de doce años de prisión impuesta
a Claudio Sebastián Cornelli Belén -punto dispositivo 5° del
fallo-, resulta inadmisible atento a que en su oportunidad esa
parte había requerido veinte años, sanción que no satisface los
requerimientos establecidos en los artículos 460 en función del
458 del Código Procesal Penal de la Nación, toda vez que la pena
de doce años impuesta supera la mitad de los veinte años que
esa parte requiriera al momento de alegar (arts. 393 cod. cit.),
regla cuya validez constitucional basada en razones de política
legislativa, ha sido mantenida por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en el precedente “Arce” (Fallos 320:2145), entre
otros, criterio seguido por este Tribunal en reiteradas
oportunidades.
III. Calificación legal.
El hecho probado consistente en que en la noche del
día 21 de septiembre de 2003, a las 23.30 horas, aproximadamente,
cuando Christian Eduardo Schaerer intentaba ingresar con su
vehículo Mercedes Benz, dominio VAF-643, a su domicilio del
Barrio Las Tejas, calle Ushuaia n° 1813, de la Ciudad de
Corrientes, tres personas identificadas como José Lorhman
(prófugo) y los coprocesados Claudio Sebastián Cornelli Belén
Cámara Federal de Casación Penal
129
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
y Gonzalo Adrián Acosta –bajo nombres falsos- que circulaban
en un rodado marca Fiat, modelo Duna, color blanco, dominio
colocado RXF-694, con instrumentos de características semejantes
a armas de fuego (largas y de puño), lo obligaron a abordar el
vehículo de ellos y se desplazaron velozmente hasta la calle
Gutemberg al 1700 de esa ciudad, al encuentro del Chevrolet Corsa,
Color Gris, dominio DMU-037, con vidrios polarizados, al cual
lo obligaron a subir, trasladándolo por distintos lugares hasta
que lo llevaron a la ciudad de Uruguayana, República Federativa
del Brasil, sin que hasta la fecha se haya podido conocer su
destino, habiendo realizado los secuestradores frecuentes
maniobras extorsivas telefónicas y correos electrónicos entre
el 22 de septiembre de 2003 y el 6 de noviembre de 2003, a los
padres y al hermano de la víctima hasta que en la última fecha
lograron el pago de un rescate de U$s 271.300, aproximadamente
(cfr. declaración de César D. Azula, fs. 32004/vta.), se adecua
al delito de secuestro extorsivo, agravado por la intervención
de tres o más personas (arts. 170, inc. 6° del Código Penal).
Discrepo con el Dr. Borinsky, en torno a la omisión
de haber aplicado la agravante prevista en el art. 41 bis del
Código Penal (según ley 25.297, B.O. 22/9/2000), dada por el
empleo de armas de fuego.
A su respecto se cuenta con el testimonio del entonces
vecino de la familia Schaerer, Fernando Javier Muchenik Serial,
quien recordó que el 21 de septiembre de 2003, alrededor de las
once de la noche, llegó un auto Duna blanco, con vidrios
polarizados del cual bajaron individuos uno de los cuales apuntó
con un arma de gran porte a la víctima, diciéndole que se quedara
quieto, haciéndolo ascender a otro coche. Suceso también visto
por su padre (que falleció cinco meses antes de esa audiencia
de debate), quien dio aviso a la policía; acotando que a raíz
de esa denuncia debieron tener custodia atento a las amenazas
telefónicas que recibían (cfr. acta de debate fs. 31996/31997).
En sentido similar se expidió en el juicio otra vecina,
María Antonia Santana, quien al describir la secuencia inicial
manifestó que el que manejaba era un sujeto flaquito, rubio,
con gorra, y bermudas, a quien acompañaba otro morocho, portando
armas, algo largas, tipo rifle, lo que pudo observar por haber
estado aproximadamente a cinco metros del vehículo donde se
130
llevaban al joven. Testimonio coincidente con lo expresado por
Aníbal Jaime Meza, quien en el debate precisó que del automotor
Duna se bajaron tres personas, uno de los cuales tenía una
escopeta y gritó, “metete” o “apurate” (fs. 31.997). Obra en
el mismo sentido la confesión del procesado Claudio Sebastián
Cornelli Belén, al admitir su participación en el secuestro de
Christian Schaerer junto con José R. Lorhman y Gonzalo Adrián
Acosta, creyó que el que había apuntado a la víctima había sido
Lorhman, su compinche prófugo diciéndole al vecino que se metiera
adentro, siempre con el revólver dirigido hacia ellos, y que
el “paraguita” (Acosta) tenía una escopeta, (cfr. fs. 32.327/
vta. y 32.328). Prueba corroborante del uso de armas de fuego,
en el que no incide su falta de secuestro.
Sentido en el cual se lo tiene dicho in re: “Blanco,
Gabriel s/rec. de casación”, Reg. N° 907/07, rta. el 3 de julio
de 2007 , y, causa n° 9619, in re: “Peñaflor, Maximiliano Rodrigo
y otros s/recurso de casación”, Reg. n° 257.10.3 rta. el 15 de
marzo de 2010, de esta Sala.
Todos, cada uno con su grado de participación han de
recibir la misma calificación por el hecho en el cual, en algún
momento intervinieron.
Sin embargo, la inadmisibilidad del recurso de la
querella por la falta de relación legal de la pena requerida
y la impuesta, conforme lo estipula el artículo 393, 460 en
función del 458 del código instrumental, sumado a la ausencia
de recurso fiscal impiden la agravación punitiva respecto de
Cristian Ramón Carro Córdoba y de Raúl Nemesio Salgán, en
resguardo de la reformatio in pejus.
Omisión de la fiscalía que queda señalada.
Diferente es el caso de Gonzalo Adrián Acosta, pues
existe recurso de la querella que pidió la pena de treinta y
siete años (37) de prisión y, fue condenado a dieciséis años
(16) de prisión, por lo que no se encuentra alcanzado por el
límite que establece el art. 458, inc. 2° del C.P.P.N..
En lo que atañe a los absueltos Miguel Angel Ramírez,
María Esther Sudo, los dos acusadores impugnaron el fallo; y,
en relación a Sergio Gustavo Salgán, Oscar Antonio Salgán y,
Jorge Gabriel Sudo sólo lo hizo la acusadora particular, pues
habían sido absueltos.
Cámara Federal de Casación Penal
131
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
De lo analizado surge que Gonzalo Adrián Acosta, María
Esther Sudo, Sergio Gustavo Salgán y Oscar Antonio Salgán deben
responder como partícipes necesarios del delito de secuestro
extorsivo, agravado por la intervención de tres o más personas
y por el uso de armas de fuego; y Jorge Gabriel Sudo como partícipe
secundario de ese delito (arts. 12, 29, inc. 3°, 40, 41, 41 bis,
45 y 170, inc. 6°, del Código Penal y 530 y 531 del C.P.P.N.).
En el caso de Miguel Angel Ramírez como partícipe
necesario del delito de secuestro extorsivo agravado, por la
intervención de tres o más personas, por su comisión con armas
de fuego y por su condición de suboficial de la Policía Federal
(arts. 12, 29, inc. 3°, 40, 41, 41 bis 45 y 170, incisos 5° y
6° del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal Penal de
la Nación).
IV. Monto de las Penas.
De acuerdo a todo lo expuesto corresponde, atento a
la diferente calificación legal a la que se ha arribado elevar
el monto de la pena impuesta en la anterior instancia a Gonzalo
Adrián Acosta, a cuyo respecto me atengo a las consideraciones
efectuadas en el voto del Dr. Riggi y a su pertinente adhesión
a la del Dr. Borinsky, que en síntesis quedaría en veinte años
de prisión, accesorias legales y costas.
En relación a Miguel A. Ramírez, María E. Sudo, Oscar
A. Salgán, y Sergio G. Salgán por análogos fundamentos presto
conformidad a la pena de dieciocho años de prisión, accesorias
legales y costas para el primero, y de diecisiete años de prisión,
accesorias legales y costas para los demás nombrados, sugeridas
por el Dr. Riggi en su voto.
En cuanto a Jorge Gabriel Sudo sobre la base de las
consideraciones del magistrado antes nombrado en su imposición
punitiva suscribo su propuesta de una pena de once años de prisión,
accesorias legales y costas.
En conclusión, corresponde:
I. Declarar inadmisible el recurso de casación
interpuesto por la querella, contra el punto dispositivo 5º)
de la sentencia de fs. 32298/32456, respecto de Claudio Sebastián
Cornelli Belén, sin costas en esta Instancia (arts. 444, 530
y 531, in fine del C.P.P.N.).
II. Rechazar los recursos de casación interpuestos
132
por las defensas de Raúl Nemesio Salgán, Cristián Ramón Carro
Córdoba, y Gonzalo Adrián Acosta, con costas (arts. 470, 471,
a contrario sensu, 530 y 531 del C.P.P.N.).
III. Hacer lugar parcialmente, al recurso de casación
de la querella en lo tocante a Cristian Ramón Carro Córdoba y
Raúl Nemesio Salgán en cuanto solicitó la aplicación de la
agravante prevista en el art. 41 bis del C.P., manteniéndose
la pena fijada por el tribunal de juicio a los nombrados, sin
costas (arts. 41 bis del Código Penal y 458, inciso 2º, 530 y
531 del C.P.P.N.).
IV. Hacer lugar a los recursos de casación interpuestos
por el Fiscal General y por la querella, respecto de Miguel Angel
Ramírez y María Esther Sudo; y, por la acusadora particular en
relación a Sergio Gustavo Salgán, Oscar Antonio Salgán, Jorge
Gabriel Sudo y Gonzalo Adrián Acosta, sin costas en la Instancia
(arts. 530 y 531 y ss. del C.P.P.N.); y en consecuencia:
A. CASAR el punto Dispositivo 4°) del fallo, respecto
de Gonzalo Adrián Acosta, a quien se condena como coautor del
delito que se modifica y califica como secuestro extorsivo
agravado por la intervención de tres o más personas y por su
comisión con armas de fuego, a la pena de veinte años de prisión,
accesorias legales y costas (arts. 12, 29, inc. 3°, 40, 41, 41
bis, 45 y 170, inciso 6° del Código Penal y 530 y 531 del Código
Procesal Penal de la Nación).
B. CASAR el punto Dispositivo 6°) del fallo y CONDENAR
a Miguel Angel Ramírez, como partícipe necesario del mismo delito
y, por su condición de miembro de una fuerza de seguridad, a
la pena de dieciocho años de prisión, accesorias legales y costas
(arts. 12, 29, inc. 3°, 40, 41, 41 bis, 45 y 170, incisos 5°
y 6° del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal Penal de
la Nación).
C. CASAR el punto dispositivo 7°) de la misma y,
CONDENAR a María Esther Sudo como partícipe necesaria del delito
antes tipificado, a la pena de diecisiete años de prisión,
accesorias legales y costas (artículos 12, 29, inc. 3°, 40, 41,
41 bis, 45 y 170, inciso 6° del Código Penal y 530 y 531 del
Código Procesal Penal de la Nación).
D. CASAR los puntos dispositivos 8°) y 9°) de la
Cámara Federal de Casación Penal
133
Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
sentencia referida y, CONDENAR a Sergio Gustavo Salgán y a Oscar
Antonio Salgán como partícipes necesarios del delito señalado,
a las penas de diecisiete años de prisión, accesorias legales
y costas (artículos 12, 29, inc. 3°, 40, 41, 41 bis, 45 y 170,
inciso 6° del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal Penal
de la Nación); y, finalmente,
E. CASAR el punto dispositivo 10°) de la sentencia
citada y, CONDENAR a Jorge Gabriel Sudo como partícipe secundario
del delito referido, a la pena de once años de prisión, accesorias
legales y costas (artículos 12, 29, inc. 3°, 40, 41, 41 bis,
46 y 170, inciso 6° del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal
Penal de la Nación).
Tal es mi voto.
En virtud del Acuerdo que antecede, el Tribunal
RESUELVE:
I. Declarar inadmisible el recurso de casación
interpuesto por la doctora Milagros Resoagli, en representación
de la querellante Gloria Pompeya Gómez (madre de Christian
Eduardo Schaerer), contra el punto dispositivo 5º) de la
sentencia de fs. 32298/32456, por el que se condenó a Claudio
Sebastián Cornelli Belén, a la pena de doce años de prisión,
accesorias legales y costas, por ser coautor penalmente
responsable del delito de secuestro extorsivo, agravado por el
número de personas; sin costas en esta instancia (arts. 444,
530 y 531, in fine del C.P.P.N.).
II. Rechazar los recursos de casación interpuestos
por las defensas de Raúl Nemesio Salgán, Cristián Ramón Carro
Córdoba y Gonzalo Adrián Acosta, con costas (arts. 470 y 471,
a contrario sensu, 530 y 531 del C.P.P.N.).
III. Hacer lugar parcialmente, por mayoría, al recurso
de casación de la querella en lo tocante a Cristian Ramón Carro
Córdoba y Raúl Nemesio Salgán en cuanto solicitó la aplicación
de la agravante prevista en el art. 41 bis del C.P., manteniéndose
la pena fijada por el tribunal de juicio a los nombrados, sin
costas (arts. 41 bis, 45, 170, inciso 6º, del Código Penal y
458, inciso 2º, 530 y 531 del C.P.P.N.).
IV. Hacer lugar a los recursos de casación interpuestos
por el Fiscal General y por la doctora Milagros Resoagli, en
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representación de la querellante Gloria Pompeya Gómez (madre
de Christian Eduardo Schaerer), respecto de Miguel Angel Ramírez
y María Esther Sudo; y, por la acusadora particular en relación
a Sergio Gustavo Salgán y Oscar Antonio Salgán; y por mayoría
respecto de Jorge Gabriel Sudo y Gonzalo Adrián Acosta, sin costas
en la instancia (arts. 530 y 531 del C.P.P.N.); y en consecuencia:
A. CASAR, por mayoría, el punto dispositivo 4°) del
fallo obrante a fs. 32298/32456, respecto de Gonzalo Adrián
Acosta, a quien se condena como coautor penalmente responsable
del delito que se califica como secuestro extorsivo agravado
por la participación de tres o más personas y por su comisión
con armas de fuego, a la pena de veinte años de prisión, accesorias
legales y costas (arts. 12, 29, inc. 3°, 40, 41, 41 bis, 45 y
170, inciso 6° del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal
Penal de la Nación).
B. CASAR el punto dispositivo 6°) del fallo de fs.
32298/32456 y CONDENAR a Miguel Angel Ramírez, como partícipe
necesario del delito de secuestro extorsivo agravado por la
participación de tres o más personas, por su condición de miembro
de una fuerza de seguridad, y, por mayoría, por su comisión con
armas de fuego a la pena de dieciocho años de prisión, accesorias
legales y costas (arts. 12, 29, inc. 3°, 40, 41, 41 bis, 45 y
170, incisos 5° y 6° del Código Penal y 530 y 531 del Código
Procesal Penal de la Nación).
C. CASAR el punto dispositivo 7°) del fallo obrante
a fs. 32298/32456 y CONDENAR a María Esther Sudo como partícipe
necesaria penalmente responsable del delito de secuestro
extorsivo agravado por la participación de tres o más personas
y, por mayoría, por su comisión con armas de fuego, a la pena
de diecisiete años de prisión, accesorias legales y costas
(artículos 12, 29, inc. 3°, 40, 41, 41 bis, 45 y 170, inciso
6° del Código Penal y 530 y 531 del Código Procesal Penal de
la Nación).
D. CASAR los puntos dispositivos 8°) y 9°) de la
sentencia referida y CONDENAR a Sergio Gustavo Salgán y a Oscar
Antonio Salgán como partícipes necesarios penalmente
responsables del delito de secuestro extorsivo agravado por la
participación de tres o más personas y, por mayoría, por su
Cámara Federal de Casación Penal
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Causa N°12.158.C.F.C.P., Sala III, “Salgán, Raúl Nemesio y otros s/recurso de casación“.
comisión con armas de fuego, a las penas de diecisiete años de
prisión, accesorias legales y costas (artículos 12, 29, inc.
3°, 40, 41, 41 bis, 45 y 170, inciso 6° del Código Penal y 530
y 531 del Código Procesal Penal de la Nación).
E. CASAR, por mayoría, el punto dispositivo 10°) de
la sentencia citada y CONDENAR a Jorge Gabriel Sudo como partícipe
secundario penalmente responsable del delito de secuestro
extorsivo agravado por la participación de tres o más personas
y por su comisión con armas de fuego, a la pena de once años
de prisión, accesorias legales y costas (artículos 12, 29, inc.
3°, 40, 41, 41 bis, 46 y 170, inciso 6° del Código Penal y 530
y 531 del Código Procesal Penal de la Nación).
Regístrese, notifíquese, comuníquese a la Dirección
de Comunicación Pública de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación (Acordada de la CSJN nº 15/13) y remítase al Tribunal
de procedencia, sirviendo la presente de atenta nota de envío.
Fdo: Dres. Liliana E. Catucci – Eduardo R. Riggi – Mariano H.
Borinsky. Ante mi: Walter Daniel Magnone. Prosecretario de
Cámara.-