Post on 03-Jan-2016
Causas y consecuencias de la revolución de 1830 – Pascual Lencina Pujol
Las tres gloriosas jornadas populares
El 26 de julio artesanos, obreros tipográficos y grupos de desocupados comenzaron a organizar
manifestaciones en París. El 27 se formó el primer grupo insurreccional, aparecieron barricadas y se
sumaron miembros de la mediana y pequeña burguesía, estudiantes y ex combatientes nacionales.
El 28 y 29 la insurrección, transformada en revolución, continuaba con la toma de las Tullerías, el
Palacio Municipal, el Palacio Real y se levantaba la bandera tricolor. Carlos X huyó a Inglaterra.
Esta revolución había tenido una poderosa promotora, la gran burguesía, que trataba una vez más de
apoderarse del triunfo del pueblo.
Francia: la consolidación de la burguesía bajo Napoleón
El gobierno de Napoleón fue la creación de la burguesía francesa, que le asignó lograr que el orden
social surgido a partir de la Revolución de 1789 jugara a favor de ella. Napoleón le proporcionó los
instrumentos de poder: el Código Civil, el Código Penal y el Código de Comercio. Estos códigos
consagraban entre otras cosas la libertad individual, la igualdad ante la ley, la laicidad del Estado, la
libertad de trabajo, el derecho de propiedad y la libertad contractual. Mediante la conquista de
Europa y el bloqueo continental por parte de los ejércitos franceses, la burguesía de este país
ampliaba sus mercados a todo el continente y obtenía ganancias a expensas de los países vencidos.
Los suministros de guerra demandados por la constante expansión napoleónica y la especulación
dieron lugar a la aparición de nuevos burgueses que fortalecieron aun más a esta clase social. La
burguesía obtuvo de Napoleón el monopolio del aparato administrativo de Francia que utilizó en su
beneficio y que la Restauración no logró arrebatarle del todo. El fortalecimiento de la burguesía se
hizo debilitando el poder de la aristocracia territorial, de la nobleza, para lo cual utilizó a las clases
bajas de la población, pero también se fortaleció en detrimento de ellas, oprimiéndolos e
imposibilitando su ascenso.
Sin embargo, las primeras derrotas de Napoleón provocaron los primeros roces con la burguesía que
comenzó a distanciarse y a considerar como enemiga a la nueva nobleza creada por el emperador.
Derrotado en el frente extremo, con la reacción en el interno de los antiguos privilegiados e
invadida Francia. Napoleón solicitó el apoyo de la Nación. La burguesía se lo negó y los realistas
apoyaron a las fuerzas enemigas.
La Restauración
El 15 de junio de 1815 el acta final del Congreso de Viena consagraba la restauración; terminaba así
la revolución. La restauración se planteaba como un intento de retorno al mundo anterior a 1789,
mediante la reposición de las dinastías “legítimas”. Sin embargo, los profundos cambios culturales,
sociales, políticos que había vivido Europa desde la Revolución, eran muy profundos y por lo tanto
irreversibles. Entre otras cosas, el expansionismo de la Francia Napoleónica había producido en los
pueblos una afirmación de la idea de Nación.
Las ideas de la revolución francesa, con la ayuda de las conquistas de Napoleón, se difundieron
rápidamente por toda Europa, proponiendo a los pueblos derrotar a sus tiranos y hacer suyos los
principios de libertad e igualdad. La conquista había eliminado o modificado fronteras políticas,
barrido el feudalismo, preparado a los países para nuevas relaciones de producción. Un confuso
nacionalismo convivía con la corriente de pensamiento predominante entre las capas medias de la
población; el liberalismo.
Aparecía en la sociedad, por un lado un rechazo a los excesos del Estado nacido de la revolución y
por otro un rechazo a las monarquías absolutas nacidas de la restauración. Pese a los intentos de la
restauración no se podía frenar el avance de constitucionalismo burgués, que propiciaba un
gobierno fuerte que protegiese al ciudadano, pero limitado, que permitiera un alto grado de libertad
individual, que no oprimiese al individuo y que preservara la vida privada. Un constitucionalismo
que pusiera límites legales al poder y que enmarcara jurídicamente a la soberanía.
Una doctrina política liberal, nacida en Francia y una doctrina económica liberal, debida a
pensadores ingleses mayoritariamente, de la mano de Malthus, Ricardo, se difundieron
rápidamente. Pero también se debe reconocer la importancia del nacionalismo conservador y el
pensamiento idealista que exaltó al Estado por sobre el individuo, heredero de Hegel.
El Congreso de Viena
Derrotado Napoleón, los vencedores convocaron al Congreso de Viena, que no se reunió; todos los
asuntos fueron resueltos por el “Comité de los Cuatro” compuesto por Austria, Inglaterra, Prusia y
Rusia. Algunas disposiciones que se tomaron respecto a Francia fueron; retorno a las fronteras de
1792, una indemnización de guerra, la entrega a los aliados su marina de guerra y la restauración de
los Borbones, debiendo reconocer a Luis XVIII como rey. El Congreso de Viena trató de
reconstruir Europa según la situación política y geográfica anterior a 1789. Sólo se pensó en los
intereses de las grandes potencias, en la paz interna y externa que les permitía un cierto equilibrio.
Los grandes vencedores se repartieron Europa como botín de guerra.
El Congreso de Viena pretendió, en todas partes donde el Comité de los Cuatro no tenía un interés
directo, restaurar las dinastías y los gobiernos anteriores a la revolución; así restauró la dinastía de
los Borbones en Francia, en España y en el Reino de Nápoles, así como en el centro de Italia se
restauró al Papa rey. Italia, que prácticamente había sido unificada por Napoleón, volvió a
desmembrada. Los países que lucharon al lado de Napoleón fueron castigados.
La estructura productiva se basaba en la tierra, pero las rápidas transformaciones provocadas por la
Revolución Industrial en marcha producían grandes desequilibrios, una situación política y social
contraria al antiguo régimen, inspirada en profundos cambios culturales, un nuevo espíritu
comercial y la exaltación de las profesiones liberales. Por otra parte, la industrialización iba creando
un creciente proletariado urbano con nuevas necesidades y aspiraciones. El nuevo sistema
productivo con los cambios en la productividad y los recios, tenía consecuencias negativas para los
sectores más bajos y menos protegidos y contribuía a hacer madurar situaciones proclives a los
estallidos revolucionarios.
La “Santa Alianza” y la “Cuádruple Alianza”
Con el objetivo de frenar toda revolución, los reyes absolutistas en 1815 concertaron una “Santa
Alianza”, comprometiéndose en nombre de la religión común a ayudarse mutuamente y utilizar
fuerzas comunes para reprimir cualquier revolución donde se produjera. Fue firmada por Austria,
Prusia y Rusia, con excepción de Inglaterra, del Imperio Turco como no cristiano y del Papa Rey.
La Santa Alianza parecía ser una máscara del gobierno zarista para ocultar su pretensión
hegemónica sobre el resto de Europa.
En noviembre de 1815 se firmó el tratado de la “Cuádruple Alianza” para impedir nuevas
revoluciones que pudieran cambiar el orden apenas restaurado en Europa- Surgieron dos líneas
contrarias de interpretación; para los ingleses el tratado sólo afectaba a Francia y las reuniones no
tenían otro objetivo que establecer la política a seguir con respecto a este país; mientras que Rusia
entendió la alianza como una obligación, asumida por cuatro potencias vencedoras, de vigilar la
estabilidad el sistema político.
Con respecto a Francia, el Zar tuvo éxito en su política de restablecer su importancia internacional.
Luis XVIII deseaba recuperar su liberta de acción, dejar de pagar reparaciones de guerra y que se
levantara la ocupación militar conjuntan de su reino. Pagadas las reparaciones de guerra, las cuatro
potencias se pusieron de acuerdo para levantar la ocupación militar. Los resultados de las últimas
elecciones contribuyeron a hacer pensar que ya no se producirían nuevas revoluciones en este país y
Alejandro I propuso incorporar a Francia en la Alianza. A pesar de la oposición inglesa, fue
rehabilitada por los gobiernos absolutistas.
Las acciones más importantes de las alianzas fueron el aplastamiento de las revoluciones de España
e Italia. Durante el período de 1815 a 1823, la Santa Alianza se constituyó en una gran fuerza
represora. En 1819, Austria y Prusia sin consultar con las otras potencias, decidieron sofocar los
levantamientos en Alemania. En marzo de 1820, Alejandro I exigió a los aliados la intervención en
España en defensa del absolutismo de Fernando VII. Metternich tenía que enfrentar las rebeliones
en Italia, porque las rebeliones en Nápoles y la instalación de un régimen constitucional en el Reino
de las Dos Sicilias afectaba directamente los intereses austríacos en Italia. Pidió la convocatoria de
un Congreso que se reunió meses más tarde, exigiendo el retorno a la situación anterior a los
Estados que hubieran transigido con las pretensiones de los burgueses revolucionaros. Se producía
así la división entre la Santa Alianza y la Cuádruple Alianza.
Se convocó un nuevo Congreso en 1821, en el que Austria obtuvo vía libre para intervenir en Italia.
El fin de la revolución napolitana fue acompañado también con el de la experiencia constitucional
en Piamonte. Los revolucionarios constitucionalistas fueron derrotados. El problema español
quedaba sin resolver, por lo cual se reunión en 1822 el Congreso de Verona, en el que nuevamente
Inglaterra se enfrentó a los monarcas absolutos de Europa, quedando al margen de las decisiones. El
Congreso encargó a Francia el restablecimiento de Fernando VII en el trono español con la totalidad
de sus derechos absolutos. Los ultraabsolutistas trataban de reinsertar a Francia entre las potencias
europeas, devolverle el prestigio militar y contribuir al mantenimiento del orden social. Las cortes
dejaron en libertad a Fernando y derogaron la Constitución de 1812, reiniciándose el despotismo.
La época de las restauraciones
La Europa de la restauración alcanzó un alto grado de estabilidad. Pero los pueblos mostraban
claros indicios de malestar. Dada la falta de formas representativas y la represión, este malestar se
refugió en las sociedades secretas. Fundamentalmente conocidas como las sociedades carbonarias,
en el caso francés se trataba de las asociaciones de artesanos, mientras que en Italia así se hacían
llamar así los revolucionarios burgueses que se proponían liberar Italia del dominio extranjero y
realizar reformas liberales. Para los revolucionarios de todos los pueblos de Europa, Francia era el
modelo a seguir.
En Italia y en España, la revolución empezó con una sublevación militar, con la participación
secreta de los carbonarios. Las revoluciones fueron derrotadas no sólo como consecuencia de la
Santa Alianza, sino también a causa de sus propias debilidades internas. Al frente de estas
revoluciones se ubicaron los burgueses apoyados en organizaciones secretas de conspiración. Los
sectores populares, campesinos, capas bajas urbanas, no se incorporaron a estas revoluciones.
En Alemania la Asamblea general que según la constitución debía promover la unificación
voluntaria de los distintos estados alemanes y proponer la elección de Asambleas Representativas,
no pudo concretarse por la movilización de estudiantes en rechazo del conformismo reaccionario.
Metternich convocó a los Congresos después de los cuales la confederación alemana se transformó
en un elemento de la represión de las actividades conspirativas de las universidades alemanas. En
algunos Estados de la Confederación, especialmente los de Alemania sudoccidental, los liberales y
nacionalistas propusieron una Tercera Alemania en oposición a Prusia y Austria y obtuvieron de sus
soberanos autorización para conformar Asambleas representativas.
En Inglaterra, durante el gobierno del conservador Liverpool, la cuestión política se desarrolló
alrededor de tres temas: el precio del trigo, la cuestión católica y la reforma del sistema electoral,
basado en el censo y en la propiedad de la tierra, lo cual favorecía a los Colegios electorales rurales
y consecuentemente a la derecha de los tories, que tenía mayoría en el Parlamento. Entre 1810 y
1817 se desarrolló el movimiento Luddista. Desde 1826 cobró impulso el movimiento para la
reforma electoral, con el intento de producir reformas sociales y a la vez económicas a través de la
reforma política. La depresión de los años 1816-17 acompañó este movimiento; surgieron clubs y
sociedades que produjeron grandes manifestaciones populares. En las elecciones que se produjeron
en 1818, los conservadores recrearon la iniciativa y en 1819 el Parlamento votó la limitación del
derecho de reunión y profundizó las medidas represivas.
Respecto de Francia, Luis XVIII, re-restaurado en el gobierno de 1815, después del segundo intento
de Napoleón, respetó la Carta Constitucional otorgada en 1814 que establecía para Francia una
monarquía moderada con representación bicameral: una cámara vitalicia y hereditaria, la de los
pares, y la cámara de diputados electiva. Debían colaborar con la elaboración de las leyes y votar
los impuestos, pero la iniciativa correspondía al rey. El derecho al voto estaba en relación a los
impuestos que se pagaban, por lo tanto se restringía a la gran burguesía y los terratenientes.
En agosto de 1815 se celebraron elecciones y su resultado fue inesperado; los liberales se
abstuvieron por temor al fraude y por miedo a las represalias. Obtuvieron mayoría en la Cámara de
los “Ultras”, jóvenes y fanáticos monárquicos que una vez en el poder desencadenaron una especie
de terror blanco, organizando matanzas, persiguiendo a los que habían servido a Napoleón y
promoviendo medidas represivas. La asamblea fue más realista que el rey, quien llamó a la nueva
cámara. Esta le dictó al rey la política a seguir y prácticamente no lo dejó gobernar.
La nobleza territorial, después de 16 años, deseaba obtener la revancha y junto a los sacerdotes
católicos refractarios, los jesuitas, los exiliados durante la revolución, trataban de restablecer el
antiguo régimen. Presionaron a Luis XVIII exigiéndole algún tipo de recompensa por su fidelidad a
la Casa Borbón. La nobleza conservó los cargos claves del Estado Francés, el ejército, la guardia
real. Recibió pensiones, compensaciones por las tierras expropiadas por la Revolución y se
devolvieron aquellas que aún no habían sido vendidas.
Pero, los cambios producidos eran el resultado de un proceso irreversible. La ola de terror
promovida por el revanchismo aristocrático contra los propietarios de los bienes nacionalizados y
los revolucionarios, los tribunales extraordinarios, provocaron el descontento de la gran burguesía,
que sentía que sus intereses eran sacrificados a favor de los nobles. Algunos grupos financieros se
vieron perjudicados por las medidas político económicas de los Borbones, industriales y banqueros.
El descontento también se manifestaba en otros sectores sociales; las condiciones de vida de estos
trabajadores eran desesperantes; bajos salarios, paros forzados, desocupación, alcoholismo e
ignorancia eran características fundamentales de la base popular francesa. Sin embargo, la situación
era en cierto sentido positiva, ya que concientizaba a los trabajadores y el hacinamiento favorecía
los contactos entre ellos y con los más desfavorecidos de la sociedad. El campesinado disperso, sin
participación política, jamás pensó en resistir la restauración y soportó las consecuencias del terror
desatado por la nobleza terrateniente.
En 1816, ante el descontento social el rey disolvió la Cámara de extrema derecha, de los
ultramonárquicos y llamó a nuevas elecciones. Triunfaron los monárquicos moderados fieles a la
Carta de 1814; a su derecha se ubicaron los ultras y a su izquierda los liberales. Ese gobierno duró
de 1816 a 1820, año del asesinato del sobrino del rey, heredero del trono, por un jacobino o liberal
fanático, produjo un nuevo giro a la derecha y dio a los ultras el pretexto para reclamar la disolución
de la Cámara. En 1821 se promulgaron leyes limitando la libertad de prensa, aboliendo el habeas
corpus, para terminar con los antiborbónicos y los carbonarios. En las elecciones de 1823, volvieron
a ganar los ultras.
Carlos X
Muerto Luis XVIII, en 1824, el Conde de Artois asumió como Carlos X, reinando entre 1824 y
1830. En lugar de intentar mantener el equilibrio, trató de volver al absolutismo monárquico,
profundizando la enemistad con la burguesía constitucionalista. Una serie de malas cosechas
produjo gran descontento entre los trabajadores y especialmente los campesinos. En las elecciones
de 1827 se produjo un triunfo de la oposición y Carlos X se vio obligado a nombrar un ministro
moderado; Martignac. El malestar general y el déficit financiero estimulaban la crisis político
social. Cuando las cámaras comenzaron a votar contra las políticas propuestas por el rey, éste
entregó el poder a la oposición. Martignac fue reemplazado por el jefe del partido reaccionario, que
inició una política exterior arriesgada para desviar la atención de los franceses y consolidar el
regreso del Antiguo Régimen.
Después de las elecciones de 1830 aumentó el número de diputados opositores, que reclamaron el
respeto de la Carta de 1814. Carlos X disolvió las Cámaras que reclamaban la renuncia de Polignac
y llamó a nuevas elecciones; la nueva cámara fue más opositora que la anterior. La disolución de la
cámara pretendió a la vez modificar la ley electoral. Se restringió la libertad de prensa, se promulgó
una ley electoral por la cual se privaba de la posibilidad del sufragio a las tres cuartas partes de los
electores y se convocaba a nuevas elecciones. Estas medidas desencadenaron la insurrección. París
se cubrió de barricadas y se produjeron las tres gloriosas jornadas en las que las fuerzas populares
derrotaron a la monarquía.
Para evitar que se profundizaran las medidas revolucionarias, la burguesía se apoyó en la rama
orleanista de los Borbones. En julio de 1830, Luis Felipe de Orleans era proclamado rey de los
franceses y Carlos X se exiliaba.
La revolución de julio
Si bien la burguesía era la principal oponente al gobierno de Carlos X, necesitaba una fuerza de
choque para llevar adelante el proceso revolucionario, conformada por obreros, artesanos y
periodistas encabezados por Thiers proponiendo los motivos precisos que incitaban a los
trabajadores a la revolución. Por el cierre de talleres y establecimientos, los desocupados
recorrieron las calles de París organizando manifestaciones.
Los artesanos y obreros despedidos formaron el primer núcleo insurreccionar que se reunió frente al
palacio real el 27 de julio. En distintos barrios de París y en algunos de los suburbios aparecieron
barricadas con gente decidida a resistir a las tropas. Las multitudes atacaban a las tropas. Pronto se
unieron pequeños y medianos burgueses, estudiante, ex guardias nacionales sin trabajo. El
armamento era muy malo, proporcionado por la ex Guardia Nacional; los talleres tipográficos se
convirtieron en arsenales y los tipos de imprenta en municiones. Algunos patrones también
proporcionaban materiales para la Revolución.
En París, foco de la rebelión, a pesar de la represión de las tropas de lucha se prolongó durante dos
días y el 29 la bandera tricolor flameó en las Tullerías, después de que los revolucionarios ocuparan
los Palacios Real y Municipal. La Revolución había triunfado, ahora restaba saber quién se quedaría
con el éxito. Se llegó a un acuerdo a espaldas de los trabajadores pero que evitó un enfrentamiento
armado entre los republicanos y los liberales moderados. Se propuso Luis Felipe, Duque de
Orleans, perteneciente a una rama menor de la Casa Borbón, los Orleans, hacerse cargo del trono
francés. El pueblo francés había luchado y provocado la caída del absolutismo monárquico y la
aristocracia terrateniente. Pero como después de 1789 y como ocurriría más tarde de la revolución
de 1848, la burguesía no lo reconoció, no cumplió sus promesas y explotó a las clases trabajadoras
más intensamente que durante la restauración.
Bajo Luis Felipe no reinó la burguesía francesa, sino una fracción de ella: banqueros, reyes de la
Bolsa, reyes de los ferrocarriles, propietarios de minas de carbón y hierro, propietarios de bosques y
de la parte de la propiedad rural unida a ello, la aristocracia financiera. Instalada en el trono, dictaba
leyes a las Cámaras, distribuía los cargos públicos. La burguesía industrial propiamente dicha no
estaba representada en las Cámaras sino como minoría. La pequeña burguesía en todos sus estratos,
así como la clase campesina, estaban completamente excluidas del poder político. También se
encontraban en la oposición oficial representantes ideológicos y los voceros de estas clases; sus
sabios, sus abogados, sus médicos, etc., lo que se llamaba las capacidades.
Las revoluciones de la década de 1830
La aguda crisis económico social, debida a las transformaciones políticas, sociales y económicas
producidas en la década de 1830, fue la causante de los estallidos revolucionarios a partir del ’30.
Por otra parte, donde se extendía la revolución industrial y se consolidaba el sistema de producción
capitalista, surgía un nuevo tipo de trabajador, el proletariado industrial y con él los primeros
movimientos socialistas. La desarticulación del frente de la reacción absolutista y el gran desarrollo
de los nacionalismos, también contribuyeron ampliamente a los procesos revolucionarios.
Los movimientos nacionalistas a partir de la Revolución de 1830
A partir de 1830, una nueva realidad sacudía a las naciones europeas en el plano cultural y político,
especialmente las sometidas por imperios y gobiernos reaccionarios. En Alemania la Revolución de
Julio produjo movimientos violentos pero aislados y una amplia polémica acerca de la unidad, la
reforma de la confederación y la convocatoria de un parlamento popular, contrapuesto a la Dieta de
los príncipes. Se proponía una Alemania unida.
En Gran Bretaña, en 1824 se reconoció el derecho de asociación y de huelga para los trabajadores.
En las elecciones de 1830 se produjo la victoria de los Whigs, quienes aprobaron el acta de reforma
por la cual se aumentó el número de electores y se dio mayor peso a los centros electorales. Durante
el largo reinado de reina Victoria (1837-1901) cambió el carácter de los partidos ingleses,
iniciándose un sistema bipartidista con los liberales y los conservadores. Pero la reforma electoral
seguía sin otorgarle derechos políticos a los trabajadores. Desde 1838 se atacó el monopolio
agrícola establecido por las leyes sobre trigo que limitaban la importación de cereales. La reforma
electoral modificó la relación de fuerzas a favor de los grupos industriales y en detrimento de los
terratenientes. Las políticas de reforma continuaron en Inglaterra con la abolición en 1846 de las
leyes de granos.
Francia
En Francia, la aristocracia financiera, los industriales menos progresistas y un gran sector de los
terratenientes comenzaron a gobernar Francia a partir de julio de 1830 con Luis Felipe. El derecho
al voto siguió restringido según los impuestos directos que se pagaban. Menos del 1% de la
población podía participar en las elecciones. En los días siguientes a la revolución de julio, la carta
constituyente de Luis XVIII fue reemplazado por una nueva constitución, cuya principal diferencia
consistía en que Luis había donado la carta al pueblo de Francia, mientras que Luis Felipe la aceptó.
La gran burguesía instauró un gobierno donde los negocios, los intereses particulares, eran la
prioridad y la cosa pública era un negocio privado más. El soborno y la corrupción caracterizaron a
este gobierno. Los bancos, las grandes sociedades, las compañías ferroviarias, obtenían empréstitos
del Estado que beneficiaban fundamentalmente a financistas y banqueros, miembros del grupo
gobernante, que se enriquecía más aún con la explotación de las colonias francesas.
Los nobles terratenientes franceses, que durante la Revolución de Julio habían perdido el poder,
organizaron el partido legitimista, que se proponía restaurar en el trono a la dinastía legítima de los
Borbones; realizaron complots monárquicos, pero sin éxito. Los sectores excluidos, la burguesía
industrial, los pequeños y medianos burgueses, los artesanos, los obreros, los campesinos,
manifestaban su descontento con la política económica y social del Gobierno de Julio. La burguesía
industrial exigía la disminución del alto censo electoral y la ampliación del círculo de sufragantes.
El sector trabajador todavía era muy heterogéneo. Francia avanzó en su desarrollo económico.
La penuria financiera puso a la monarquía de julio bajo la dependencia de la alta burguesía. El
endeudamiento del Estado era el objetivo mismo de las especulaciones de la burguesía gobernante y
el puesto principal de su enriquecimiento. La monarquía de julio no era más que una sociedad por
acciones, fundada para la explotación de la riqueza nacional francesa, y cuyo director era Luis
Felipe. En su política exterior, siguió las líneas de las concesiones constantes a Inglaterra y a Rusia,
porque el rey temía la guerra. Su régimen fue apoyado en sus comienzos por los llamados
resistentes, partidarios de las teorías de Guizot sobre el “justo medio”. El gobierno debía ser
equidistante entre los intereses opuestos. En contra de ellos se formaron grupos socialistas y
bonapartistas, además de demócratas y nacionalistas.
La Ley Le Chapelier que prohibía todo tipo de organización obrera o patronal, como así también las
huelgas y los lockouts patronales, seguía vigente. La ciudad de Lyon será el epicentro de los
grandes movimientos de trabajadores entre 1831 y 1834 que, pese a su fracaso, servirán como
experiencia, como ensayo revolucionario de tácticas a seguir y propuestas a defender. La burguesía
financiera empleó métodos de explotación más profundos que los feudales, esto provocó los
primeros movimientos de resistencia y protesta por los bajos salarios. La respuesta a la
superexplotación fue la insurrección de 1831, organizada para exigir nuevas tarifas para el pago de
sus trabajos.
Las asambleas de los trabajadores dirigían en general sus protestas contra las máquinas, y
reclamaban a las autoridades la abolición del trabajo nocturno, la reducción de la jornada de trabajo,
el derecho a coaligarse. Esta coalición se respaldaba desde las sociedades de socorros mutuos o las
sociedades filantrópicas, además del apoyo que medios de expresión otorgaban a la difusión de sus
reclamos y aspiraciones. En enero de 1831 se agravó la situación económica con la falta de pan y de
trabajo, lo cual renovó las movilizaciones y debilitó el accionar de las coaliciones.
*Los grupos políticos luego de la Revolución de 1830 son;
-Republicanos: representaban a la pequeña y mediana burguesía.
-Burgueses liberales: representaban a la gran burguesía.
-Bonapartistas: Minoría sin apoyo.
-Orleanistas: aprovecharon el temor de la burguesía de una escalada revolucionaria.
Las organizaciones de los trabajadores
En Francia, en el primer cuarto del siglo XIX todavía predominaba la industria artesanal y el
mutualismo era la forma organizativa típica de los artesanos, una asociación puramente defensiva
que actuaba sobre los efectos y no combatía las causas del sufrimiento de la clase trabajadora.
Consistía en la creación de un fondo para utilizarlo en caso de enfermedad o desempleo, para las
viudas y los huérfanos. Los artesanos trataban de mantener sus tradiciones, su modo de vida,
resistían los cambios que traía la Revolución Industrial (Sistema de compagnonnage).
En 1830, la mutual artesanal estaba en plena decadencia. Un nuevo tipo de mutual fue creado; la
Sociedad filantrópica de los obreros sastres” fue la primera de este tipo, seguida por la de los
tejedores de París y la de los impresores y tipógrafos de Nantes, los papeleros y fundidores. En la
medida en que los patrones aumentan las horas de trabajo y rebajan los salarios, los artesanos y los
obreros irán organizando sociedades resistencia que, a diferencia de las mutuales, se enfrentan
directamente a los patrones, pero todavía defensivamente, tratando de mantener las condiciones
preindustriales de los artesanos privilegiados y no proponiendo la lucha directa contra la
explotación de los trabajadores bajo el sistema capitalista.
Después de 1830, la mutual se transforma en la cobertura legal de la sociedad de resistencia. Las
leyes de la burguesía aceptaban las sociedades de socorros mutuos, mientras que las sociedades de
resistencia, el intento de obtener mejoras salariales y de condiciones de trabajo eran perseguidas.
Con la vigencia de la ley Le Chapelier, las organizaciones de trabajadores debieron permanecer en
la clandestinidad.
El cooperativismo
Si bien durante la primera mitad del siglo alcanzó un grado mínimo de evolución, en la segunda
mitad tuvo gran importancia, pero perdió su carácter obrero para adoptar el burgués. Algunos
teóricos le otorgan trascendencia en lo socio político; para ellos, tendía a la eliminación del
capitalismo mediante la creación de una nueva sociedad de productores libres, asociados a
consumidores libres, que controlarían la producción y el consumo. Se planteaba la desaparición de
la burguesía eliminando la ganancia, el beneficio capitalista. Una federación de cooperativas de
productores debía reemplazar al Estado capitalista en la organización de la sociedad.
La idea de hacer desaparecer el sistema capaitalista sin violencia, sin revoluciones, sin el
cuestionamiento del poder político y del Estado, por la simple comparación, por la eliminación de
las desigualdades sociales por parte del sistema cooperativista, estaba claramente emparentadas con
las propuestas de los socialistas utópicos que no estaban de acuerdo con la intervención estatal en
los procesos económicos.
Los grupos socialistas veían al cooperativismo como la organización que caracterizaría a la
sociedad futura, y proponían la creación de cooperativas para mejorar transitoriamente las
condiciones de vida del pueblo. Mientras que en Inglaterra predominaban las cooperativas de
consumo, tendiendo a eliminar el sistema comercial capitalista, en Francia eran más importantes las
cooperativas de producción, tendientes a eliminar el sistema capitalista de organización de la
producción.
Los socialistas utópicos y la década del ‘30
Durante el siglo XIX el paradigma científico válido es el liberalismo, que proponen los Fisiócratas,
con Quesnay a la cabeza, según quien la economía se rige, como la naturaleza, por leyes naturales y
divinas. Quesnay dice que hay tres clases; la productora (granjeros), la estéril (industriales y
comerciantes), y los propietarios (nobles que reciben el producto neto, excedente social que no se
consume y que surge de la producción agrícola. La riqueza no está para los fisiócratas, en el
intercambio, como sostenían los mercantilistas, sino en la tierra.
Alrededor de las fábricas comienzan a establecerse miles de obreros que preocupan a los liberales.
El dejar hacer, dejar pasar liberal se orienta a la no intervención del Estado, pero ante las
condiciones de hacinamiento y pobreza, surgen los socialistas con influencia de las ideas
románticas, críticas al Iluminismo, y cristianas. Los socialistas utópicos fueron así denominados por
el propio Marx, para diferenciarlos así del socialismo que él hace y que determina como científico.
Estos socialistas utópicos sostienen que la naturaleza no es buena, sino que necesita la intervención
del hombre; al mismo tiempo, la sociedad tampoco es armónica, por lo que se proponen descubrir
las leyes individuales articuladas con las necesidades sociales. Se trataría de fomentar la solidaridad
y, por miedo del análisis racional, crear una nueva sociedad. Crear modelos pequeños de sociedad
socialista mostraría lo conveniente de esta unión, sustentada por ricos filántropos que, según los
socialistas utópicos, se verían interesados en este tipo de convivencia porque permitiría incluso
estimular la producción. Es un tipo de pensamiento filosófico-moral y no creen en la lucha de
clases, ni siquiera en la propia existencia de clases pero, en tal caso, creen en la conciliación. Por
ello es que no proponían a los trabajadores métodos de lucha para el presente, la insurrección de los
obreros explotados.
Sostenían que el hombre no actúa según las leyes sociales porque las desconoce; pero que al
conocerlas podía comprobarse que los intereses individuales se contraponían a los sociales, por lo
que se debía fomentar la solidaridad. Para esto era suficiente con la propaganda, hacer en pequeño
lo que sería las sociedades en grande, hacer un modelo de sociedad futura. Estos modelos requerían
dinero para ponerlos en práctica, por lo que debían apelar a los ricos filántropos. Los postulados
eran claramente moralistas.
-Saint Simon: Este noble y filántropo que participó en la Revolución Francesa, cree que hay una
evolución en la sociedad, que se dio en tres etapas:
1.Militar, teológica o feudal (lo que llamamos Edad Media): había orden pero no progreso.
2.Crisis y transición: se expresa en la R. F con la ruptura del orden y la aparición del progreso.
3.Etapa industrial: deberían darse orden y progreso a la vez, pero esto no sucede porque la sociedad
está dividida entre los industriales, que viven de su trabajo, y los ociosos, del trabajo de otro.
Sus ideas rectoras sostenían que los trabajadores y los patrones (industriales) constituían la base
productora de la sociedad, mientras que la nobleza y los militares eran la clase ociosa. Consideraban
que los industriales debían producir un nuevo orden mundial, en el que el trabajo fuera el derecho y
el deber esencial de los hombres, donde los ociosos desaparecieran y cada persona prestara un
servicio a la comunidad por el cual sería recompensado y considerado. Por lo tanto existirían
retribuciones desiguales por la desigual calidad de los servicios prestados a la sociedad, aunque se
oponían a todo tipo de privilegio. En su pensamiento, los grandes industriales y banqueros tenían un
gran papel a cumplir en el cambio social, ya que serían los que guiarían a la clase trabajadora, de
cuya capacidad política los saintsimonianos desconfiaban.
-Fourier: Tampoco le asignaba a la clase trabajadora un papel revolucionario en el cambio social y
se oponía a la lucha revolucionaria. Como Saint Simon proponía una adaptación de la sociedad a las
necesidades humanas, sobre todo a la de los más pobres y numerosos, los trabajadores. Asimismo,
piensa en la sociedad evolutiva;
1.Edad paradisíaca: hay orden pero no progreso (Edad Media).
2.Edad bárbara: no hay orden, pero sí progreso.
3.Edad moderna o de civilización: marcada por lo comercial. Aparece la propiedad privada como el
gérmen de los problemas.
El trabajo era fundamental para él, pero un trabajo que debía ser agradable, para lo cual era
necesario organizar pequeñas comunidades de productores, las falanges que, agrupadas en los
falansterios debían satisfacer las necesidades de los individuos. Estas comunidades independientes
de productores libres, dedicados a la agricultura y la industria, viviendo en enormes edificios
cooperativos, con comedores y salas de diversión comunes, colectivizaban lo más importante de la
vida, el trabajo y la educación.
Fourier no proponía la eliminación de la propiedad privada y su ideal era el regreso a un estado
natural de la vida perdido por la nueva sociedad burguesa. En las falanges no existiría la
mecanización, la centralización ni la producción en gran escala. Podría haber diferencia entre sus
miembros debido a las diferentes capacidades, habilidades y responsabilidades. Por lo tanto no
proponía una igualdad económica absoluta, sus ideas se aproximaban más al cooperativismo que al
socialismo, no asignaba ningún papel al Estado ni al cuerpo político.
-Owen (inglés): Se convierte en un hombre rico y comienza a introducir innovaciones, como la
eliminación del trabajo infantil, la reducción de la jornada a 10 horas, el aumento de salarios.
Reformas que apuntan a disminuir la explotación y la miseria que, al mismo tiempo, el buen trato
aumentaría la producción. Sostenía que el ser humano es moldeado por el entorno; si se transforma
el medio social, esas personas van a trabajar mejor y van a rendir más. Reemplaza la lógica de la
competencia capitalista por la de cooperación. Su idea era formar aldeas cooperativas que, con el
ejemplo, podrían multiplicarse. Demostró, con la creación de la Gran Unión Consolidada de los
Oficios, que el sindicato de masas nacional es posible y que también lo era plantear alternativas al
capitalismo.
Los republicanos
Las propuestas de los republicanos que planteaban que los trabajadores fueran los dueños de sus
instrumentos de trabajo y que formaran asociaciones fueron muy bien recibidas y durante las
revueltas de Lyon de 1833 y 1834 el movimiento trabajador intentó llevarlas a la práctica. El
partido republicano, dirigido por Cavagnac y con hombres como Augusto Blanqui en sus filas,
participó en la revuelta de Lyon y después del levantamiento de París la “Sociedad de los amigos
del pueblo” fue eliminada. Debieron organizar una nueva con mayor número de adherentes,
provenientes de la clase trabajadora; “Sociedad de los Derechos del Hombre y los Ciudadanos”,
conformada principalmente por estudiantes, jóvenes abogados, médicos, revitalizó a los
republicanos, promovió el cuidado de los trabajadores en caso de enfermedad, ayudó a los
desocupados y fomentó la educación con libros, periódicos y cursos.
El levantamiento de Lyon
En la ciudad de Lyon la industria textil, especialmente la sedera, trabajaba a pleno, en gran medida
gracias al mercado americano. Sin embargo, los patrones con la excusa de abaratar costos para
mantener la competitividad con los ingleses, pagaban salarios muy bajos. El descontento de los
jefes de taller, los oficiales, los aprendices, por sus escasos ingresos y la obligación de trabajar 18
horas diarias sin poder cubrir sus necesidades mínimas, mientras crecían las ganancias de los
patrones por un aumento incesante de la producción al ritmo de la creciente demanda, presagiaba un
estallido social.
En 1831 se creó una comisión de los jefes de taller para tratar los temas que preocupaban a las
diversas ramas de la producción en los diferentes barrios de la ciudad. Paralelamente, instituciones
y representantes analizaban la situación tratando de conciliar posiciones. El reconocimiento de las
justas demandas de los trabajadores hizo que el consejo propusiera la fijación de salarios mínimos.
Pero algunos patrones rechazaron la nueva tarifa salarial y presionaron para su anulación, que fue
lograda. Ante la resistencia de los trabajadores, los patrones pensaron que parando el trabajo,
cerrando los talleres y paralizando los telares, ante la amenaza de la desocupación y el hambre,
podían doblegar a los trabajadores y frenar el movimiento pro tarifa salarial.
El resultado no fue el esperado y en noviembre de 1831 estalló en Lyon una rebelión violenta y
espontánea que resistió la represión de los ataques de la Guardia Nacional. Algunos jefes de taller
miembros de la Guardia Nacional armaron a los rebeldes y se unieron a ellos. Ante el abandono de
la ciudad por parte de las tropas, los trabajadores se adueñaron de Lyon, apoderándose del
municipio el 23 de noviembre, manteniendo el orden y el respeto a las personas y a la propiedad.
La ciudad de Lyon fue sitiada por el ejército francés para evitar que el movimiento se extendiera. El
3 de diciembre, el príncipe de Orleans, al mando de las tropas enviadas por el gobierno, tomó la
ciudad. El prefecto, por intervenir en apoyo de los trabajadores fue destituido, alrededor de 100
dirigentes de los trabajadores fueron arrestados y anulada la nueva tarifa salarial. La gran burguesía
se imponía otra vez.
No obstante el fracaso, el levantamiento repercutió en toda Europa y a partir de él aparecieron
nuevas asociaciones, que proponían la lucha corporativa por el salario y mejores condiciones
económicas, reivindicando los derechos del trabajador y la acción creadora y constructiva.
Los movimientos de 1833 y la solidaridad de los trabajadores
En septiembre estalló un movimiento huelguístico que se extendió por toda Francia y que implicó a
trabajadores de distintos oficios. Algunos patrones trataron de parar el proceso denunciando ante las
autoridades a las asociaciones; a pesar del arresto de algunos dirigentes, el movimiento no cesó y se
prolongó durante octubre y noviembre. En diciembre aparecieron leyes contra las asociaciones de
trabajadores que incluían pena de prisión para los dirigentes, mientras que se permitían las de los
patrones.
Los intentos de promover la solidaridad entre los trabajadores de un oficio, encontraron eco entre
impresores, zapateros y demás oficios. En 1834 parecía consolidarse la solidaridad de la clase
trabajadora, no solamente de un oficio, sino que parecía tomar características interprofesionales. El
paso siguiente en la propuesta de algunos de sus dirigentes será la creación de una federación de
todos los trabajadores de Francia.
La insurrección de 1834 de Lyon
En febrero de 1834 comenzó la huelga de los trabajadores de felpas que paralizó 800 telares. Los
patrones, considerando al movimiento de organización de los trabajadores un atentado contra la
libertad de industria, apoyaron a quienes habían bajado el precio pagado por pieza entregada. En
respuesta los mutualistas votaron la huelga, reafirmaron su carácter corporativo y se desvincularon
de los republicanos que intentaban una revolución.
El gobierno de la ciudad amenazó con la aplicación rigurosa de la ley y el prefecto no aceptó
mediar, negándose a presidir la reunión entre trabajadores y empleadores para discutir tarifas y en
apoyo a los patrones hizo entrar el ejército a Lyon. Los trabajadores votaron el regreso al trabajo
para negociar y calmar a las autoridades y la patronal, pero fijaron como fecha tope el 24 de marzo
a partir de la cual se reiniciaría la huelga. La respuesta del gobierno fue la elaboración de un
proyecto de ley que prohibía la reunión de más de 20 personas en las asociaciones.
Se creó un comité conjunto entre los republicanos, los sastres, los zapateros, y otros, a pedido del
consejo ejecutivo de los mutualistas de Lyon. Ante el proceso a los arrestados en las huelgas
anteriores, jefes de taller y oficiales, e comité ejecutivo de los mutualistas pidió ser incluido en él;
esto generó desórdenes que postergaron el juicio. Las tropas enviadas para reprimir no sólo no lo
hicieron, sino que fraternizaron con el pueblo. Los oficios fueron paralizados y las manifestaciones
se extendieron por toda la ciudad.
Si bien en principio eran pacíficas, se transformaron en una verdadera insurrección cuando
finalmente la tropa disparó sobre las multitudes desarmadas. Los trabajadores respondieron
levantando barricadas y armándose. La lucha se prolongó por seis días. Luis Felipe aprovechó la
situación y provocó una verdadera masacre, barricada por barricada y casa por casa. Mientras que el
gobierno permitió que siguieran aquellas organizaciones que a su criterio eran inofensivas, la
dirigencia trabajadora más activa se organizó en sociedades secretas.
Las sociedades secretas y el socialismo
Las ideas socialistas penetraron rápidamente en las sociedades secretas formadas por los
trabajadores a partir de 1834, especialmente las ideas de Luis Blanc y Augusto Blanquí (SU).
-Luis Blanc (profesional liberal de pensamiento socialista-revisionista): denunciaba la explotación
de los trabajadores bajo el capitalismo, consideraba la libre competencia capitalista como el origen
de la miseria, pero creía en la democracia burguesa, esto es, la democracia representativa basada en
el voto universal, secreto y obligatorio. Consideraba que siendo la clase trabajadora la más
numerosa, por medio del voto podía ganar las elecciones y ubicar en el gobierno a sus
representantes. Se debía fundar el partido de los trabajadores; partido socialista.
Asignaba al Estado el papel más importante en la planificación económica de la sociedad y el
desarrollo de los servicios sociales, que como toda actividad primordial jamás debía ser privada. El
Estado debía asegurar a todos los individuos trabajo bien remunerado y ayudar a la creación de
cooperativas obreras, con capital y créditos. Estos “talleres sociales” debían ser administrados por
los mejores obreros que, con su eficiencia, servirían de ejemplo y harían fracasar al capitalismo.
Llamaba a los obreros a lograr el apoyo del Estado para las sociedades productoras, exigía que el
Estado rescatara (expropiara) las empresas a sus dueños y las entregara a los obreros.
Mientras tanto, la tradición baubista (Babeuf, autor de “El manifiesto de los iguales”), el ala
izquierda del jacobinismo dentro de un sector de la clase trabajadora, se inclinó después de 1830
hacia posturas comunistas. El líder de este movimiento fue Augusto Blanqui y se convirtió en la
ideología dominante en las sociedades secretas entre 1835 y 1841.
-Blanqui (más revolucionario): sostenía que el comunismo se impondría por etapas, para las cuales
era necesario preparar al pueblo, educándolo con las verdaderas ideas democráticas y republicanas.
Se proponía llegar al poder mediante un golpe de estado organizado por un grupo de intelectuales
decididos y con coraje, revolucionarios, disciplinados y diestros en el uso de armas. Este pequeño
grupo de hombres, escogidos rigurosamente, serían los miembros del futuro gobierno, una dictadura
que por medio del ejemplo y la educación convencerían al pueblo para que adhiriera al nuevo
sistema social; el comunismo. Augusto Blanqui no confiaba en la acción de las masas ya que la
revolución debía ser realizada por un pequeño y decidido grupo.
*El marxismo criticó a los socialistas utópicos porque:
1.Tenían un desconocimiento de los patrones históricos y de la realidad social en la que vivían.
2.La forma de instauración de la nueva sociedad socialista era fantasiosa porque planteaban la
transición de manera armónica, lo que se vincula más con deseos que con posibilidades.
3.Proponen que el Estado contribuya al desarrollo de esta nueva sociedad brindando protección
social e higiene, pero lo ven separado de la función económica.
La insurrección de 1839
En 1835, Blanqui y Barbéz fundaron la asociación clandestina Sociedad de las Familias que en
1837 reemplazó la Sociedad de las estaciones. En 1839, la situación económica de Francia pasaba
por una nueva crisis y la desocupación provocaba una situación explosiva. Alrededor de 300
hombres afiliados a la Sociedad de las Estaciones y dirigidos por Blanqui y Barbéz, aprovechando
la situación intentaron un golpe de estado, atacando el ayuntamiento desde el cual incitaron al
pueblo a tomar las armas. Pero por tratarse de un día domingo el ayuntamiento estaba vacío y su
llamado no tuvo respuesta; los dos dirigentes fueron detenidos y recién recuperaron su libertad en
1848. Este fracaso no terminó con el movimiento organizado por las sociedades secretas; los
afiliados sobrevivientes se fusionaron con la Sociedad Comunista, con 3 tendencias; los moderados
reformista, los comunistas propiamente dichos y los icarianos (Icaria, tierra utópica).
Todo el período hasta 1848 es de auge del comunismo, con el crecimiento de la clase sindical y la
huelga, que permiten ver un indicio de conciencia de clase. Se aspiraba a la República, a un sistema
democrático amplio.
-Prodhoun (SU) escribe, en 1839, un libro en el que sostiene que la propiedad es un robo, pero la
gran propiedad, la del comerciante, del terrateniente y del fabricante. Defendía la pequeña
propiedad, la propiedad individual, creyendo que si los campesinos propietarios individuales y los
artesanos intercambiaran sus productos sin la intervención de intermediarios, ellos solos, mediante
su Banco de intercambio, la explotación del hombre por el hombre desaparecería. Sostenía la
posibilidad de una sociedad compuesta por una sola clase, los pequeños propietarios individuales,
sin que para ello fuera necesaria la lucha e clases. Era partidario de la destrucción del Estado y su
reemplazo por la comuna popular. Estas ideas se difundieron en una Francia donde, junto con la
gran industria, convivían el artesanado, la pequeña industria. Proudhon es uno de los fundadores del
anarquismo.
El movimiento sindical y político en la década de 1840
La crisis de 1839 afectaba toda Francia pero causaba verdaderos sufrimientos a la clase trabajadora.
La carestía del trigo provocaba grandes aumentos del precio del pan, situación que se agravaba con
la desocupación en aumento. En la capital las muertes por hambre eran comunes. Las
reivindicaciones obreras eran principalmente:
1. Limitación de la jornada de trabajo.
2. Abolición del sistema de subcontratistas.
3. Establecimiento de un salario mínimo.
4. Indemnización por los accidentes de trabajo.
5. Cajas de retiro para la vejez.
6. Libertad de reunión, de coalición y asociación.
En 1840 surge un movimiento sindical que utilizaría la huelga como arma principal de huelga. En
este movimiento huelguístico los objetivos planteados por los trabajadores son sindicales. Sin
embargo el gobierno de Luis Felipe denunció un complot político de los grupos radicales para poder
movilizar a las tropas y reprimir. La policía procedió al arresto de republicanos para luego arrestar a
más de 400 obreros huelguistas.
Sin embargo, la lucha política giraba alrededor de la reforma electoral. Dos tendencias dividen a los
obreros; la que pretendía crear una unión obrera, lograr la solidaridad entre los trabajadores,
inclinada a la lucha sindical, y la que se inclina hacia la lucha política y propone el voto universal y
la democracia política como paso previo para lograr la liberación social.
La pequeña y mediana burguesía enfrentada a la gran burguesía en el poder, quería tener
participación en el gobierno y para ello se lanzó a la lucha por la reforma electoral. También los
monárquicos legitimistas proponían cambios en el sistema electoral, incluso el sufragio universal.
La lucha por la reforma electoral dividía también a los monárquicos orleanistas quienes,
proclamándose fieles a Luis Felipe y desde la oposición, querían un nuevo cuerpo electoral en el
cual, además de los ricos debían estar incluidos los instruidos (las capacidades).
Revolución de 1848
En 1847 los banquetes entre republicanos y monárquicos encabezaban el descontento político y la
agitación en pro de la reforma electoral. En estos banquetes la participación obrera se reduce a
seguir los debates de pie junto a los comensales burgueses.
Guizot, el 22 de febrero de 1848 prohíbe uno de ellos; la clase obrera comienza una agitación,
movida también por la crisis económica. En estos enfrentamientos se toma como símbolo de la
clase obrera por primera vez la bandera roja. La revolución de 1848 impone la República. Se instala
un gobierno provisional, con Blanc, quien logra grandes cambios, como la reducción de la jornada,
que los obreros sean electores y elegidos en los consejos de conciliación, la creación de los talleres
nacionales para paliar la desocupación (cuyos miembros terminaron siendo usados como
rompehuelgas). Se convoca a elecciones y sólo 12 socialistas se imponen; el régimen recién
derrocado, los orleanistas, ganan mayores lugares.
En París se produce el apoyo de la insurrección polaca; la Guardia Nacional reprime. Se terminan
expulsando del gobierno a todos los socialistas. La asamblea decreta que los obreros solteros de los
talleres nacionales debían alistarse en el ejército y los casados, irse a las provincias. Se produce allí
la insurrección del 23 al 26 de junio, de donde se obtiene una victoria burguesa, no de la clase
obrera que se sintió traicionada por su participación en la revolución de febrero.
La derrota de junio del ’48 provoca el cierre de los clubs, la supresión de la libertad de prensa y la
eliminación de la reducción de la jornada laboral. Se crea un comité ejecutivo que será representado
por un presidente y un legislativo. Aparece Luis Napoleón, quien gana las elecciones de diciembre.
*A pesar de triunfos y derrotas, la clase trabajadora se consolidará como tal y tendrá plena
conciencia de clase sólo a partir de 1848. Marx y Engels sostienen, al respecto, que;
1.La derrota que sufrió el proletariado le permitió conocer la verdad; que no logrará ninguna mejora
si no derroca a la burguesía.
2.Crea las condiciones para que el proletariado forme un bloque con el campesinado (el artesanado),
la pequeña burguesía.
3.Francia debe mantener la paz externa para librar su guerra civil interna.
4.Un nuevo levantamiento obrero en Francia originaría una lucha de clases mundial.
Marx y Engels depositaron su esperanza en el cartismo. Entre fines del ’49 y principios del ’50
Marx concluye que se produciría una crisis económica mundial y que eso llevaría a una nueva
oleada revolucionaria, pero con un resultado positivo, pero falló. Desde 1815 hasta 1850 se
distinguen tres tendencias:
-Los moderados liberales.
-El modelo radical democrático.
-El socialista.
Estas tres tendencias estaban presentes también en la Revolución Francesa;
1.Los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente.
2.La República y la Gironda.
3.El ala izquierda de los jacobinos.
Antes de 1830, la oposición era la burguesía, los ricos y los cultos. Los sectores populares eran
masas descontentas pero apolíticas. El campesinado, sin embargo, apoyaba a la monarquía y al
clero. Los intelectuales se nuclean en las sociedades secretas. Después de las jornadas de julio de
1830 comienzan a ganar importancia las masas del pueblo; cuando llega al poder la alta burguesía,
se produce la escisión de la oposición y se independiza la baja burguesía.