CICLASUR 2016 - URUGUAY - "Teresa de Los Andes, de la mano de María fuiste fuerte para asumir el...

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“TERESITA DE LOS ANDES, DE LA MANO DE MARÍA FUISTE FUERTE PARA ASUMIR EL DOLOR Y

GENEROSA PARA AMAR”CICLA SUR OCDS 2016

“Lo que me hace amar más aún mi vocación es ver que la vida de un carmelita es semejante a la de la Santísima Virgen. Ella solo oró, padeció y amó. Y todo en silencio” (carta 138)

Juanita Fernández Solar conoció a Jesús a través de su madre María Santísima y por sus consejos. Desde pequeñita nuestra querida Juana fue haciendo caminos a través de la oración con Ella como Madre, quién le dio a conocer las claves para llegar a su hijo Jesús.Ella pedía a María que le enseñara a obedecer a su hijo y la protegiera para ser su esposa.

Es cuando llega la edad de “pololear” para Juana y al igual que nosotros de la mano de María se enamora de su hijo quien se vuelve su amigo, esposo, guía, consejero… su AMADO.

En este momento se encuentra con las adversidades y el dolor de María, chica humilde de Nazaret, casi de su misma edad, que ante las situaciones de sufrimiento que tuvo que pasar se abrazaba de su hijo, única esperanza de salvación.Juanita comienza a sentir la necesidad de experimentar el dolor de Jesús por nosotros. Ante ese dolor Él mismo es su alivio y consuelo en la enfermedad y el desapego para hacerlo llevadero.

María es quien la alivia, la abraza, la cubre con su manto. Y es a María a quienes nosotros tenemos y debemos imitar para mayor entendimiento y desapego del mundo, de lo material, de lo terrenal. En el silencio del corazón, donde María guardaba sus mayores tesoros, los misterios que Dios le daba a vivir.

La futura Santa Teresa de los Andes, a ejemplo de María, lo hacía siempre con el corazón; al punto de ofrecerlo todo, hasta sus propios sentimientos, actitudes, desprendimientos.

Ella cuenta que, cada vez que sucedía algo o se despedía de alguien, le era inevitable romper a llorar. Sin embargo de la mano de María logra dominar sus emociones. ”Mirándola a Ella, lo veo a ÉL, lo glorifico”, María fue sierva y servidora del Hijo de Dios desde su concepción, al igual que Teresa de los Andes. Lo vivenció desde muy pequeña y lo llevo a cabo cuando entró en el convento.

Su hermano Lucho la condujo siempre a ese Amor incondicional a la Virgen, cuenta que se prometieron mutuamente entregarse a Ella prometiendo rezar el ROSARIO todos los días de su vida. Y relata como anécdota en uno de sus escritos que tenía 7 años y un día olvidó rezarlo, pero que de ahí en más nunca más dejó de hacerlo.

También sus padres desde pequeña le inculcaron el amor a María Santísima y ella recuerda que pasaba horas hablando en un rincón de su dormitorio con su madre del cielo, rezando o en silencio.

A través de su vida vemos que no se suelta de la mano de María para obrar y amar agradecida a Jesús. En los momentos más difíciles siempre oraba a su Madre que la proteja y ayude para no deshonrar a su amado. Ejemplo claro cuando entra al Monasterio de las hermanas carmelitas y debe despedirse de su familia, recurre a su Madre para que interceda, no le permita mostrar sus sentimientos, sino amar más a Jesús.

Siendo ya jovencita, al salir del Colegio donde fue pupila y regresa a su casa, vuelve a pedir a la Madre para que no se desvíe su camino por las tentaciones que le esperaban fuera del convento.

En el camino hacia su vocación y entrega total a Su Amado, María es el pilar constante en cada paso, no queriéndose arriesgar a que sean malogrados. Sin duda la intercesión de María es garantía de vida para Juanita.

Encomienda a Ella:• A su padre que era quien iba a decidir su

permiso para entrar en las carmelitas.• Sus estudios que decaían por su salud. Su

hermano Lucho cuenta cómo le pedía a María su ayuda, incluso hasta llegar a obtener la medalla de la CONGREGACION PRIVADA DE HIJA DE MARIA, distinción dada a las alumnas aprovechadas. “Soy hija de María” decía ella al recibirla.

• A su amiga y a su hermana Rebeca que sentían lo mismo que ella y anhelaban entrar al Carmelo, también les hablaba de su Santa Madre y lo que ésta esperaba de ella.

Y a los 13 años, siempre “Por intercesión de María y su esposo San José”, recibía a Jesús Eucaristía. A su madre María y San José pedía que fueran sus intercesores para hacer lo que Jesús quería de ella y luego recibirlo de esposo al entrar al Carmelo.

Se podría hablar de la vida de Santa Teresa de los Andes también cuando fue catequista de niños y posteriormente en la vida carmelita cuando a través de sus cartas da ayuda espiritual a sus destinatarios.

Así es como nosotros seglares debemos hacerlo, pero con el ejemplo visible en nuestras fraternidades, familias, lugares de trabajo. Depositarnos en las manos de María y José que son nuestros intercesores, ser amigos orantes de Jesús y dejarnos moldear por nuestro Padre del Cielo.