colección - Miño y Dávila · y la ayuda de personas e instituciones que han sido del todo...

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colección

dirigida por Fabián Ludueña Romandini

Esta colección quiere abarcar en su es-

píritu obras que, como quería Walter

Benjamin, intenten reflejar no tanto

a su autor sino más bien a la dinastía a la

cual éstas pertenecen. Dinastías que otor-

guen los instrumentos para una filosofía

por-venir donde lo venidero no sea sólo

una categoría de lo futuro sino que también

abarque lo pasado, suspendiendo la con-

cepción moderna del tiempo cronológico

a favor de una impureza temporal en cuyo

caudal pueda tener lugar la emergencia

de un pensamiento inactual e intempesti-

vo, capaz de mostrar la potencia filosófica

oculta en todas las tradiciones del conoci-

miento. Filosofía, entonces, como el arte de

la fabricación de nuevos conceptos, donde

la novedad es siempre entendida tomando

en cuenta su anacronismo fundamental

y su perpetua inclinación a la polémica.

colección

Diseño: Gerardo Miño Composición: Eduardo Rosende

Edición: Primera. Marzo de 2013 Tirada: 600 ejemplares

ISBN: 978-84-92613-99-1

Lugar de edición: Buenos Aires, Argentina

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

© 2013, Miño y Dávila srl / © 2013, Pedro Miño

Página web: www.minoydavila.com

Mail producción: produccion@minoydavila.com Mail administración: info@minoydavila.com

En España: P.I. Camporroso. Montevideo 5, nave 15 (28806) Alcalá de Henares, Madrid.

En Argentina: Miño y Dávila srl Av. Rivadavia 1977, 5to B (C1033ACC), Buenos Aires. tel-fax: (54 11) 3534-6430

Dinero sagrado

Hernán Borisonik

Política, economía y sacralidad en Aristóteles

Agradecimientos ................................................................................ 11

Praefatio ad Lectorem ........................................................................ 13

I Introducción .................................................................................... 21

II El horizonte de sentido aristotélico ....................................................... 33

1 El paradigma indoeuropeo y la centralidad de lo sagrado .................... 35

2 Los escritos económicos anteriores a Aristóteles .................................. 87

3 Algunas ideas rectoras del pensamiento aristotélico ........................... 133

III Política y economía en Aristóteles ........................................................ 179

1 El debate moderno sobre los escritos aristotélicos ............................... 181

2 La relación entre política y economía en Aristóteles ............................ 215

3 La polis en acción y las formas de gobierno ........................................ 273

IV Dinero Sagrado ................................................................................ 303

Bibliografía ..................................................................................... 317

1 Índice

11

Este libro es el resultado de un largo trabajo para el cual he contado con el apoyo y la ayuda de personas e instituciones que han sido del todo fundamentales para su culminación.

Por ello, y dado que sin comunidad no es posible el individuo, quiero agra-decer, en primer lugar, a la Universidad de Buenos Aires, y particularmente a la Facultad de Ciencias Sociales: a mis docentes, alumnos y colegas, por haberme formado tanto académica como humanamente y permitirme transitar sus au-las, reforzando mi compromiso con la educación pública. Asimismo, expreso mi inmensa gratitud con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas por haber confiado en mi proyecto y sustentado mis investigaciones, otorgándome el privilegio de poder vivir de la investigación.

Dos personas han guiado mis estudios de manera clara y generosa. Prime-ro, Miguel Rossi, quien ha seguido de cerca mi relación con el pensamiento aristotélico a lo largo de ya más de diez años y me ha brindado un sitio de con-tención y consulta permanente, a la vez que me ha dado una inmensa libertad de trabajo. Del mismo modo, he encontrado en Fabián Ludueña Romandini un manantial inagotable de erudición y una enorme sensibilidad. Gracias a ambos por tanta paciencia y comprensión.

Agradezco igualmente a Atilio Boron por sus grandes enseñanzas y por guiar mis pasos en la Universidad de Buenos Aires. Expreso, a su vez, mi gratitud a Cícero Araújo (junto con todo su equipo de la Universidade de São Paulo) y a Marcelo Raffin por el apoyo recibido.

Quiero evocar también a tres maestros que me han hecho ver que la felicidad es en movimiento: gracias a Viviana Iasparra, a José Campitelli y a Guillermo Maci.

1 Agradecimientos

12

Dado que sin oikos no hay polis, la familia cumple, por definición, un espacio esencial en toda formación. En mi caso, además, he contado con la incondiciona-lidad de un lazo que ha sostenido, en todos los sentidos posibles, las estructuras por las cuales estas líneas han podido ver la luz. Agradezco infinitamente a mis padres, Nora y Jorge, por haber alentado mis decisiones y ser una fuente de confianza y amor inagotable. Agradezco también a mi hermana, Luciana, por sus observaciones y su buen humor, siempre en el momento justo.

La escritura académica es una instancia infinitamente solitaria. Sin embargo, no fue sino gracias a la presencia de mis amigos que pude llevarla adelante. Vaya, entonces, todo mi agradecimiento a Román Tissera, y a Marcela Tur-janski, Rafael Blanco, Micaela Cuesta, Florencia Noya Dive, Florencia Cahn, Inés Efron y Karin Idelson, por haberme acompañado en este camino desde los primeros pasos. Y también a Emmanuel Taub, Fernando Beresñak, Tomas Borovinsky y Pedro Cerruti por las afinidades intelectuales y por mostrarme que en la Academia no hay solamente colegas, sino que es posible construir nuevos vínculos de amistad.

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Praefatio ad Lectorem

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— I —

“Franz Biberkopf, a la larga, y a pesar de tener cierta holgura material, será arrojado a una batalla contra algo imprevisible y que, proveniente del exterior, se parece a la Fatalidad”. Así comenzaba Alfred Döblin su obra maestra sin, tal vez, sospechar que su épica del derrumbe terminaría haciendo, de cierto modo, de Alexanderplatz el locus y arquetipo futuro del colapso generalizado de todas las formas de vida, hábitos, creencias y modos de subsistencia de las sociedades llamadas occidentales y, a fortiori, del globo en su conjunto. La denominada “crisis capitalista” que atraviesa nuestro mundo no es sino la consagración de un nuevo régimen de producción y de un inopinado modus vivendi que, de imponer-se, amenaza con condenar a millones de seres humanos a una ruina irremisible arrastrando consigo a un planeta que bien podría sufrir una devastación como precio de la consolidación de un sistema de existencia insostenible.

La Fatalidad que golpeó a Biberkopf, con todo, hoy ha multiplicado su po-tencia y acrecentado exponencialmente el número de sus víctimas. La culpa de la Deuda incumplida se ha transformado en el tono vital de nuestra época. Ame-naza con ahogarnos. Frente a ello, las tareas genealógicas pueden parecer vanas. Sin embargo, ninguna acción política puede privarse de una comprensión de la historicidad que la acompaña en la temporalidad de su establecimiento. El dinero condensa hoy todos nuestros deseos, y por ende, todas nuestras frustraciones, nuestras desventuras; acaso, es la cifra, visible para todos, in-des-cifrable para todos, de nuestro ocaso civilizacional. Sin embargo, en un contexto semejante, de nada nos sirve el lamento. La fuerza de las lamentaciones, antaño una amenaza para el poder, hoy no lo conmueve sino que lo alimenta.

16 Praefatio ad Lectorem

Entonces, el ejercicio de la lucidez teórica se torna necesario. Podemos sentir, es verdad, la asfixia que hoy nos procura el dinero (en su abundancia o en su falta) pero, al mismo tiempo, es una de las invenciones humanas más recónditas. Des-pués de milenios que el hombre camina sobre la Tierra luego de la emergencia de las formas primigenias de la economía, aún no comprendemos qué es realmente el dinero (y no es que falten ingentes esfuerzos, desde Aristóteles hasta Marx, por aprehenderlo). Hablamos de algo que nos resulta del todo inasible y, por ello mismo, no podemos dar cuenta de nuestra propia desazón política. Sin embargo, todo tiene un comienzo impuro y lo insospechado del origen puede arrojar acaso algo de luz sobre la confusión del presente. El dinero también tiene una historia de la cual pueden desprenderse valiosas lecciones acerca de su naturaleza.

— II —

La brillante y paciente investigación de Hernán Borisonik nos lleva, preci-samente, a los comienzos del dinero en el mundo griego, tomando como eje de análisis la obra de Aristóteles. Lo precede, por cierto, un linaje eminente que ha sabido encarar, con diversos resultados, la paradoja subyacente a los orígenes y al desarrollo del dinero: en su alba (y probablemente en toda su historia y en su esen-cia misma) el dinero no es un problema meramente económico-monetario.

En una época no tan lejana, los propios economistas sabían esto (aun si no extraían de ello las consecuencias necesarias). La acuñación de moneda, en sus inicios, no estaba ligada al comercio, como ya tempranamente lo señaló, en el siglo XX, John Maynard Keynes quien, además, todavía conservaba para la economía la ambición de que ésta investigase los orígenes del dinero “en las brumas cuando el hielo se derretía y bien pueden retrotraerse [sus comienzos] a los intermedios paradisíacos de los períodos interglaciares de la historia humana, cuando el clima era placentero y la mente libre era fértil en ideas nuevas – en las islas de las Hespérides o la Atlántida o en algún otro Edén de Asia Central”.1 Ya no es posible encontrar esta poesía y este atrevimiento en los tratados de economía actuales.

Sin embargo, el libro de Borisonik recupera este espíritu. De hecho, la in-exactitud de la hipótesis que ligaba el origen del dinero con el comercio o el

1 J. M. Keynes. A treatise on Money. Macmillan & Co. Ltd. London, 1958 (1930ª). Pág. 13.

Fabián Ludueña Romandini 17

intercambio2 quedó ya demostrada en un importante artículo de Colin Kraay.3 No obstante, nuevos argumentos se han dado a favor de la importancia del “libre cambio” pero, esta vez, en estrecha relación con la esfera del poder soberano.4 A través de un testimonio de Jenófanes recogido en el Onomasticon de Pollux

sabemos que en Lidia (hacia los siglos VII y VI antes de Cristo) tuvo lugar la pri-mera acuñación de moneda.5 Similar afirmación, podemos encontrar en Heródoto: “los lidios […] fueron los primeros que acuñaron moneda (nómisma) de oro y plata”.6 En rigor de verdad, la estrecha relación entre la soberanía patrimonial y los monopolios estatales había sido ya subrayada por Max Weber al tratar sobre el problema de los inicios de la moneda.7

Sin embargo, la apuesta desarrollada en este libro por Hernán Borisonik apunta en una dirección distinta aunque complementaria de la anterior. Heredero y continuador de la línea de análisis abierta por Bernhard Laum8 (tan descalifi-cada por la numismática como apreciada, con justa razón, por la antropología), el autor defiende un origen cultual y un ligamen sacro en la conformación del dinero como medida rectora de las relaciones económicas entre los hombres. En este sentido, el desafío lanzado por Borisonik a la historia de la economía

2 C. Menger. “On the origin of money”, Economic Journal, vol. 2, (1892). Págs. 233-255.3 C. M. Kraay. “Hoards, Small Change and the Origin of Coinage”, Journal of Hellenic Studies, 84, (1964).

Págs. 76-91.4 En este sentido, resulta fundamental la gran obra de Georges Le Rider, La naissance de la monnaie.

Pratiques monétaires de l’Orient ancien (PUF. Paris, 2001).5 J. Pollucis. Onomasticon cum annotationibus interpretum. Curavit Guilielmus Dindorfius. Kuehn.

Leipzig, 1824, vol III, IX, 83. Págs. 181-182. Sobre las particularidades del texto de Pollux en relación con el origen de la moneda, cf. N. Parise. “Polluce e l’origini della moneta”. En C. Bearzot, F. Landucci, G. Zecchini (eds.) L’Onomasticon di Giulio Polluce. Tra lessicografia e antiquaria. Contributi di storia antica. Vita e Pensiero. Milano, 2007. Págs. 141-144.

6 Heródoto, Historiae, I, 94. 7 M. Weber. Wirtschaft und Gesellschaft. Grundriß der verstehenden Soziologie. 5., revidierte Auflage.

Besorgt von Johannes Winckelmann. Studienausgabe. J. C. B. Mohr, Tübingen (Paul Siebeck), 1980. Pág. 649: “Zu den wichtigsten Objekten der Eigenmonopole gehört die Münzprägung. Die Patri-monialfürsten haben sie in erster Linie zu rein fiskalischen Zwecken monopolisiert. Herabdrückung des Barrenwerts durch Monopolisierung des Barrenhandels und Steigerung des Münzwerts durch Geltungsmonopol der eigenen Münzen sind dafür im okzidentalen Mittelalter die normalen, Münz-verschlechterung das abnorme Mittel”.

8 B. Laum. Heiliges Geld: Eine historische Untersuchung uber den sakralen Ursprung des Geldes. Mohr. Tübingen, 1924. Redescubiertos recientemente para la investigación, este libro y su autor han merecido un coloquio: cf. N. Parise (ed.) Bernhard Laum. Origine della moneta e teoria del sacrifïcio. Atti dell’incontro di studio, Roma 1995. Istituto Italiano di Numismatica. Roma, 1997.

18 Praefatio ad Lectorem

consiste, justamente, en sopesar el origen no económico del dinero.9 En este sentido, este libro apuesta por una historia y una teoría políticas acerca del origen y significación del dinero.

Por otro lado, el autor también interpela a la filosofía en estas páginas pues le recuerda la importancia inexcusable de abordar a Aristóteles como un pensador de la economía. Esto implica, nuevamente, mostrar cómo la economía no sólo no es una disciplina ajena a la filosofía sino que el filosofar mismo, desde sus inicios, tuvo como uno de sus objetos privilegiados al pensamiento sobre lo económico. De este modo, Marx es plenamente filósofo cuando escribe sobre el Capital así como no es posible construir una historia económica que no tenga en cuenta los fundamentos filosóficos de esta particular praxis humana que engloba todo el andamiaje político de una sociedad.

— III —

En 1914, Sandor Ferenczi publicaba en la Internationale Zeitschrift für ärzt-liche Psychoanalyse un artículo sobre el dinero en su relación con los complejos inconscientes y no dejaba de enunciar, en forma polémica, que el capitalismo no posee un carácter exclusivamente práctico y utilitario (como sus defensores y detractores intentan hacernos creer con idéntica obstinación) sino que involucra también un aspecto “libidinoso e irracional”.10 Por lo demás, lo mismo puede sostenerse de cualquier sistema económico. Esta tesis obliga a reconocer en el dinero acaso uno de los factores que tienen lugar, de modo decisivo, en el proceso de devenir humano del hombre. Llegados a este punto, el dinero puede pensarse como un operador antropotécnico de primer orden que se encuentra en la base misma de las relaciones del hombre con la esfera de la sacralidad, la política y el propio deseo.

Desde este punto de vista, el libro de Borisonik, escrito con erudición e innovadora inteligencia, nos abre la puerta para comenzar un camino que nos lleve, finalmente, a la urgencia de nuestro presente respecto de la necesidad

9 Una perspectiva que podría acercarse a la del autor de este libro, con fructíferos resultados, es la de M. Caccamo Caltabiano, P. Radici Colace. Dalla premoneta alla moneta: lessico monetale greco tra semantica e ideologia. ETS. Roma, 1992.

10 S. Ferenczi. “The Ontogenesis of the Interest in money”. En Id. Sex in Psycho-Analysis. Contributions to Psycho-analysis (traducción de Ernest Jones). Richard G. Badger, The Gorham Press. Boston, 1916. Págs. 319-331, cita pág. 326.

Fabián Ludueña Romandini 19

de comprender la forma y esencia del dinero como fenómeno articulador de la experiencia humana en todas sus formas: desde el valor hasta la religiosidad, desde los misterios del inicio de la sociabilidad humana hasta la constitución de las ciudades y los intercambios más complejos.11 Darle la bienvenida al autor que se integra, de este modo, a la Biblioteca de la Filosofía Venidera, implica hacer nuestra la tarea que nos propone, esto es, indagar en el pasado para orientar nuestra perplejidad actual.

Si es verdad que el papel del dinero no se reduce a la esfera de lo mera-mente económico-mercantil sino que, al contrario, es una de las estructuras estructurantes de las sociedades humanas desde las más arcaicas hasta las más modernas, entonces, una vez más, debemos pensar que la crisis del denominado “capitalismo” no es sólo una cuestión “financiera”. Por lo tanto, si una salida habrá de la misma hacia un mundo que sea aún habitable, ésta dependerá de la vocación que los hombres puedan tener a la hora de transformar la Fatalidad que golpeó a Biberkopf, que nos golpea hoy a todos con renovada impiedad, en la posibilidad de construir una nueva civilización. Para esta tarea se requiere, me gustaría denominarlo así, una actitud post-utópica y amesiánica, y, en ese recorrido, el libro de Borisonik bien puede ser nuestra primera estación.

Fabián Ludueña Romandini

11 En una línea similar, cf. M. Aglietta, A. Orléan (éds.) La monnaie souveraine. Odile Jacob. Paris, 1998.

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I

Introducción

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Intentar leer a un autor antiguo en tiempos actuales es un desafío que conlleva, al menos, dos grandes riesgos. Por un lado, la pretensión de modernizarlo a tal punto que el precio por mantener su carácter de clásico sea la pérdida de toda su profundidad. Por el otro, fijarlo tanto a su época histórica que cualquier intento de diálogo sea improductivo. El primero de estos peligros tiende a la caricatu-rización y el estereotipo, mientras que el segundo avanza hacia la adoración mística y la lógica de la reliquia de museo que no puede ser tocada. En el caso de Aristóteles, ambas vías han sido ya recorridas.

No obstante, entre estos dos precipicios hay aún un estrecho camino que consiste en ver, al mismo tiempo, la pertinencia y articulación entre un pen-samiento que ha permanecido a lo largo de la historia y que ha conservando, a la vez, su carácter histórico. Es preciso avanzar con cautela, pues tomar con severidad y rigurosidad el marco en el que surgieron las ideas aristotélicas no implica pensarlas como mero efecto o simple consecuencia de aquel. Dicho de otro modo, Aristóteles es un ciudadano de la polis cuyas palabras resuenan aun en sociedades y formas de vida que él jamás imaginó. Así, la política, la ciudadanía o el intercambio comercial trascienden a la polis, a la vez que cobran sentido a través de ella.

En un nivel estrictamente histórico, las palabras aristotélicas se borraban mientas se escribían: el Estagirita se encontraba en la decadencia de una forma de vida que poco después de su muerte desapareció. Y sin embargo, las huellas de su obra y el maravilloso dinamismo de un pensamiento que supo relacionar a la política con la contingencia y la creación, hacen que sea oportuno (cuando no urgente) reencontrarse con ellos. La política, para Aristóteles, es el dominio por excelencia del movimiento, en tanto que caracteriza a lo más propio de la

24 I Introducción

humanidad y en cuanto que los hombres viven, de hecho, en un mundo cambiante. En consecuencia, el universo de lo político es tan accidental como perpetuo, y solamente en esas condiciones la naturaleza puede realizarse (volverse real, pero no calcificarse) por medio de la acción colectiva.

Puesto que el pensamiento político-económico aristotélico se encuentra dentro de un complejo entramado de ideas, será necesario explorar y aportar una gran batería conceptual que permita comprenderlo en toda su profundidad, para no confundirlo con una serie de anotaciones inconexas. En ese sentido, la impor-tancia de una investigación acerca de las concepciones económicas aristotélicas tiene dos bases fundamentales, una histórica y otra teórica. En primer lugar, la trascendencia del análisis de tales ideas se debe al hecho de que Aristóteles ha sido el único autor de la Antigüedad en el que se encuentran, como mínimo, los rudimentos de un análisis sistemático acerca de la oikonomía, pero también de la economía política. Hay un consenso prácticamente absoluto en colocar a la aristotélica como la primera contribución analítica a este tipo de estudios. Por esta razón, todos los trabajos acerca de la historia del pensamiento económico comienzan con él. Al respecto, es relevante recordar que la sociedad griega se encontraba atravesando un profundo cambio durante la vida de Aristóteles, del cual el Estagirita ha dado cuenta de maneras no siempre directas, sino a través de la denuncia de ciertos elementos que estaban minando una forma de organización política que ya había comenzado a declinar.

Asimismo, y a pesar de que el desarrollo del pensamiento económico aris-totélico no ocupa más que unas pocas páginas en su obra, las principales tesis de la Economía moderna no se impusieron, durante los siglos XVIII y XIX, sin antes confrontar con la tradición aristotélica. La influencia que el Estagirita ejerció sobre la economía de la Edad Media –bajo la mediación de las lecturas realizadas fundamentalmente por Tomás de Aquino, y principalmente en lo que atañe al comportamiento comercial– fue tan grande como la que posteriormente provocarían Adam Smith o David Ricardo sobre la llamada ciencia económica, a partir del siglo XIX. Aristóteles sigue siendo, incluso en la actualidad, la base para la enseñanza católica acerca de estas cuestiones. Del mismo modo, ha sido siempre de gran importancia para el pensamiento islámico.

La teoría aristotélica sobre la moneda forma parte sustancial de los tratamien-tos que sobre la cuestión se han hecho en los siglos XIX y XX, y en consecuencia la mayoría de las escuelas de pensamiento económico moderno –incluyendo,

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por ejemplo, a la teoría de la utilidad jevoniana, a la economía matemática, a la doctrina neoclásica y al marxismo– tiene algún patrocinio aristotélico.

Actualmente las funciones de intercambio se comprenden exclusivamente bajo categorías “económicas”, olvidando la carga metafísica, social, ética y, sobre todo, política que conllevan. Por ello es fundamental volver a valorar el carácter histórico que poseen y no olvidar que, si bien la economía tiene fuertes raíces en el cristianismo, el análisis de los elementos que la componen fue un descubri-miento griego1. Cada una de las categorías que la Modernidad ha pensado desde la economía estaba de algún modo presente (al menos de modo embrionario) en la Antigüedad griega. Pero la gran diferencia es que en aquel entonces no se las encontraba tan naturalizadas e incuestionadas como ahora. “En las sociedades occidentales la moneda fue fetichizada por los académicos casi tanto como por los agentes financieros. Si queremos liberarnos de esa tradición debemos aceptar que el dinero puede cambiar su carácter y función de acuerdo con el contexto en el que es usado”2.

Si bien lo anterior constituye, ya en sí mismo, una justificación evidente para encarar este análisis, la segunda razón que debe aducirse para comprender el valor de un estudio sobre los escritos económicos aristotélicos es, induda-blemente, más importante. Las reflexiones aristotélicas sobre la economía y la moneda poseen una actualidad y una potencia a las que es imposible sustraerse. Parecería que un claro dato de la Modernidad es la centralidad que ha adquirido el dinero en la vida de todas las personas. En el campo de las ciencias sociales tal cuestión se ha abordado y se continúa abordando desde diferentes ópticas, lo cual pone de manifiesto el fuerte interés de la época por dar cuenta del fenómeno económico, del dinero como categoría, y de la relevancia de los mismos en el discurso social actual.

Por el contrario, no ocurre lo mismo en los autores antiguos. Como ya se ha dejado ver, en Grecia, específicamente, el único registro sistemático que existió acerca de la cuestión económica en general, y de la moneda en particular, ha sido el realizado por Aristóteles en su Política y su Ética Nicomaquea. Una primera explicación, que podría darle sentido a este hecho, es que las llamadas sociedades no capitalistas se basan en economías de subsistencia, por lo cual la

1 Como lo ha demostrado fundamentalmente K. Polanyi (“Aristóteles descubre la economía”. En K. Polanyi, C. Arensberg, H.W. Peason. Comercio y mercado en los Imperios Antiguos. Labor. Barcelona, 1976).

2 S. von Reden. Exchange in Ancient Greece. Op. Cit. Pág. 172.

26 I Introducción

temática del dinero y la economía no adquieren una gran jerarquía a la hora de referirse a la propia forma de vivir.

Sin embargo, Aristóteles fue el primero en analizar el poder del dinero para estimular la codicia que socava las bases de la comunidad en pos de los intereses particulares. Pero mientras que los intérpretes de Aristóteles (al menos desde Tomás de Aquino en adelante) han tendido a retratar al dinero como un elemento que hace surgir transacciones económicas allí donde existían relaciones sociales (es decir, como elemento de despersonalización), es importante señalar que existen contextos y sentidos en los cuales este tipo de planteos pierden fuerza. Lejos de realizar una diferenciación categórica entre actividades éticas, econó-micas, estéticas, políticas, etc. es evidente que el dinero actúa en situaciones en las cuales estos dominios aparecen fusionados, indistinguibles.

Además, y con respecto a la llamada “esfera económica”, cabe resaltar que si bien ésta ha tendido a ser pensada en la Modernidad como un ámbito in-dependiente, autónomo, individualizante y racional es, al mismo tiempo, una construcción social que se internaliza y se realiza de maneras diversas por parte de los individuos. Así, la idea rectora que determinará (por momentos, casi silenciosamente) el rumbo de este trabajo es la de poder observar, a través de la teorización aristotélica sobre el dinero y la economía, toda una estructura de pensamiento y percepción de “lo económico” que se encuentra en íntima relación con la dimensión del uso (y, por ende, también con la concepción de lo sagrado) y que ha atravesado –y aún atraviesa– a toda la cultura occidental. En ese sentido, es preciso examinar cómo y en qué contextos es que Aristóteles nombra a la moneda, y detenerse en un análisis profundo de sus concepciones económico-políticas.

A partir de la pregunta por la forma en que se articula el vínculo entre polí-tica y economía en los escritos de Aristóteles, y la carencia de estudios teórico-políticos centrados en tal cuestión, este libro se presentará como un trabajo exhaustivo de tales textos. Para ello, se tomarán como núcleos principales a la idea de comunidad política que atraviesa todo el pensamiento aristotélico y a la premisa que sostiene que existe una concepción específica de aquello considerado como sagrado, que implica la profunda modificación jurídico-política frente al uso humano de ciertos elementos, personas o situaciones.

Uno de los ejes de este trabajo será, entonces, el modo en el que la categoría del uso es tratada por Aristóteles frente a la relación entre lo económico y lo político, así como de cara a una cierta dimensión de la sacralidad, que atravie-

Hernán Borisonik 27

sa a todo el pensamiento occidental y que articula las posibilidades de acción frente a los bienes y entre los hombres. Por ello, el rol del dinero dentro de las concepciones aristotélicas será una de las aristas más novedosas e importantes a desplegar.

Para el desarrollo de esta investigación se ha adoptado un enfoque teórico-político, el cual implica necesariamente la difícil búsqueda de un equilibrio entre dos aspectos que han caracterizado a esta disciplina desde su mismo nacimiento. En pocas palabras, los planteos que se expondrán a continuación fueron desa-rrollados a través de tramos teórico-críticos yuxtapuestos con los resultados de diversos estudios historiográfico-arqueológicos, o incluso provenientes de la antropología, la sociología o la economía (en su acepción más moderna). Esto se debe a que no es posible comprender el profundo contenido y la contundente potencia y actualidad que los textos aristotélicos poseen si no se los sitúa en su contexto y como productos de una época que, como todas, tuvo sus propias peculiaridades. De hecho, el momento histórico que vivió Aristóteles estuvo signado por la crisis de un modelo político y social que hacía poco más de un siglo atrás había conocido su esplendor máximo a nivel político, económico, militar y cultural. Sin embargo, poco tiempo después, la Atenas de la llamada democracia radical (en plena lucha por hegemonizar el comercio del trigo) no presentaba ya los resplandores de antaño.

No obstante, la presente no pretende ser una investigación histórica que des-criba o explique los diversos ángulos de una sociedad olvidada y sólo tomada como un modelo de algo que ya no es y que puede ser guardado en un estante bajo una precisa etiqueta. Al contrario, colocar a Aristóteles en la polis decadente del siglo IV a.C. es fundamental para dialogar con él y para comprender que las sociedades son conjuntos dinámicos que dejan sus esquirlas a lo largo del tiem-po. Por eso es que, justamente, las categorías aristotélicas interpelan aún, y con mucha fuerza, al presente, obligándolo a revisar sus propias prácticas y a dejarse iluminar por las trazas teóricas que continúan dando forma a la vida. Asimismo, es muy importante subrayar que la relectura de un clásico de tan considerable peso y tamaño para todo Occidente es siempre un intento por desnaturalizar aquellos aspectos que no son cuestionados por su cotidianeidad.

Dada la importancia del dinero en la democracia más tardía del período clásico, éste ha tendido a identificarse con el poder de Atenas y con el orden secular y racional. Sin embargo, esto merece ser releído a la luz de las fuentes históricas, los estudios económicos y las producciones filosófico-políticas del

28 I Introducción

período. Como lo expone Hart, “la teoría monetaria revela un estado de cosas más afín a la teología que a la ciencia”3. Además, si el don de los antiguos pre-senta aún (como, de hecho, lo hace) vínculos con el actual sistema capitalista, absolutamente monetarizado, volver sobre las reflexiones del pensador que pudo ver y criticar, en el origen mismo de ciertas formas de relación social, una lógica que no ha perdido su vigencia, no puede más que echar luz sobre un problema que todavía el Occidente moderno no ha podido resolver. El dinero se ha conver-tido en la actualidad en una institución automática y naturalizada, por lo que los economistas tienden a olvidar que cada transacción monetaria carga aún con el peso de una tradición que lo colocó en el lugar que ocupa. En ese sentido, tanto la Ética como la Política aristotélicas pueden leerse en una clave que permita pensar las transformaciones que ha sufrido el vínculo entre lo individual y lo público, dentro de las cuales el dinero ha cobrado un rol protagónico. Si parecería fácilmente demostrable que toda metafísica implica una política y una ética (y lo mismo en la dirección opuesta: toda política supone necesariamente una con-cepción de mundo), no hay que pasar por alto que la economía y lo económico no escapan a tal ámbito y están estrechamente vinculados con las perspectivas filosóficas y las acciones políticas.

Es preciso recordar que incluso la polis clásica, profanada y organizada políticamente se insertaba en un cosmos cuyos motores y motivos eran todavía divinos. La gran jerarquía que hacía al universo griego comenzaba y terminaba con fuerzas divinas. Y, sin embargo, el intento de aislar un espacio para lo político es aún una idea que permite pensar en otras direcciones, a partir de la decisión humana sobre sus propios medios y fines.

Lejos de intentos puramente economicistas (que han sido abundantes en el siglo XX) o estrictamente filosóficos, una relectura teórico-política de las concep-ciones económicas aristotélicas podrá aportar la insoslayable cuestión del uso que subyace a todo su pensamiento. Por ello, realizar un recorte bibliográfico resultará imprescindible. Así, para la confección de este estudio se utilizarán diferentes tipos de fuentes. En primer lugar, las obras aristotélicas constituirán el corpus central del trabajo, dado que es allí donde se encontrarán las respuestas más im-portantes a las cuestiones planteadas. Los textos principales serán la Política y la Ética Nicomaquea. Sin embargo, también se hará uso de todo el legado escrito aristotélico, dado que en él se pueden hallar precisiones y datos que aclaran y

3 K. Hart. “Heads or Tails? Two Sides of the Coin”. Man, 21, 1986. Pág. 638.

Hernán Borisonik 29

amplían el sentido de sus dichos. Además, será de gran utilidad hacerse eco de otros escritos económicos de la Antigüedad griega, tales como los de Jenofonte o Platón, que permitirán ver con claridad cuál era el horizonte de sentido y las discusiones teóricas en las que se encontraba involucrado el Estagirita.

Por otro lado, se tomarán en cuenta obras históricas que sirvan de ayuda para comprender el período de vida de Aristóteles, sus condiciones económicas, y los cambios a los que se enfrentaba una Grecia crepuscular, cuyo modo de vida (sostenida bajo la forma de la polis) estaba en franca crisis. Por su parte, los aportes de Émile Benveniste serán cardinales para estudiar las formas antiguas de la sacralidad.

Asimismo, serán consultados y releídos los comentaristas más importantes sobre estas cuestiones. En ese sentido, es claro que cuanto más relevante es un autor y, por tanto, más se estudia su pensamiento, mayor es la afluencia de diver-sas versiones o interpretaciones de su pensamiento. Al respecto, Gianfrancesco Zanetti habla de “la inveterada costumbre de hacer razonar a Aristóteles con las categorías del intérprete”4. Por eso, se conocen diversos “Aristóteles”: el tomista, el hegeliano, el heideggeriano, el gadameriano, el analítico, etc. Quizás en Oxford algunos autores como Ross, Irwin, o Hardie, entre otros, hayan podido preservar algo del Aristóteles aristotélico. Esto sin desestimar a otros célebres estudiosos, como Alfonso Gómez-Lobo, Werner Jaeger, William David Ross o Enrico Berti. De todos modos, el problema no es tanto encontrar a un Aristóteles en “estado puro”, como poder entablar con él un diálogo que ilumine la actual comprensión de las categorías analizadas.

Complementariamente, se tomarán en cuenta, como aportes imprescindi-bles algunas lecturas contemporáneas. Así, los escritos de Hannah Arendt y Giorgio Agamben serán analizados críticamente con el fin de presentar nuevas posibilidades para la comprensión de las ideas del Estagirita y su indudable actualidad. Además, en los últimos años ha aparecido una pequeña cantidad de bibliografía especializada en temas cercanos al que esta investigación se ha propuesto analizar5. No obstante, la enorme mayoría de esos estudios no ha

4 G. Zanetti. La nozione di Giustizia in Aristotele. Il Mulino. Bologna, 1993. Pág. 20. 5 Además de los libros que serán especialmente analizados, se pueden citar los siguientes ejemplos:

R.A.S. Seaford. Reciprocity and Ritual: Homer and Tragedy in the Developing City State. Clarendon Press. Oxford, 1994; L.G, Mitchell. Greeks Bearing Gifts: The Public Use of Private Relationships in the Greek World, 435-323 BC. Cambridge University Press. Cambridge, 1997; T. Amemiya. Economy and Economics in Ancient Greece. Routledge. Nueva York, 2007.

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adoptado una perspectiva teórico-política. Además, prácticamente no existen trabajos sobre tales cuestiones en lengua castellana, y, menos aun, producidos en América Latina. Tal vez el debate más interesante ha sido el sostenido entre Sitta von Reden y Leslie Kurke –ambas lectoras de los textos de Edouard Will y basadas en fuentes históricas–, que ha vuelto a poner el acento sobre Aristóteles y el carácter sagrado de la moneda en su génesis y ha visto al dinero no como una mera causa, sino como parte de un complejo cambio que estaba sufriendo el universo griego. Al respecto, mientras que von Reden es acusada de no tomar demasiado en serio al contexto de su surgimiento, Kurke es criticada por exagerar la resistencia aristocrática a la normalización del uso del dinero.

El recorrido teórico, en relación con lo recién planteado, será realizado a lo largo seis capítulos (y un séptimo a modo de conclusión) que se tomarán como unidades en sí mismos, y que serán, simultáneamente, presentados en dos gran-des tramos. En primer lugar, un estudio (que reclama su lugar entre los trabajos genéticos y arqueológicos) que intentará recuperar el horizonte de sentido en el cual Aristóteles estaba inmerso, seguido por otra parte (emparentada con una práctica firmemente teórica) que recorrerá las trayectorias de la economía aristotélica.

Así, este libro comenzará presentando al llamado “paradigma indoeuropeo”, a través de la obra de Émile Benveniste, prestando especial atención a la oposi-ción entre lo humano y lo divino que tal modelo implica y a las consecuencias al nivel del uso que de éste se desprenden. Asimismo, se dejarán planteadas las tesis más importantes de Giorgio Agamben al respecto, intentando profundizar en su categoría de exclusión inclusiva, a través de una pesquisa sobre el senti-do del ostracismo y del logos epitáphios en la antigua Atenas. En este primer capítulo se tratarán también los aportes de otros autores modernos cuyo valor radica en reafirmar la potencia del hiato entre lo profano y lo sagrado, así como la fuerte carga política de la que está impregnado (o, más bien, saturado) dicho vínculo. La intención que regirá sobre estas palabras será la de hallar, a través de la dicotomía entre lo humano y lo divino, y de la fuerte religiosidad presente en todas las nociones económicas arcaicas, una actitud que caracteriza al pen-samiento aristotélico y que, según Agamben, continuó marcando el rumbo de la cultura occidental.

En el segundo capítulo se profundizará en el estudio de los escritos econó-micos griegos anteriores a Aristóteles. Si bien sólo en el Estagirita se encuentra una determinación analítica (científica) sobre los problemas de la economía, es

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posible rastrear un conjunto de ideas y consejos que conforman los anteceden-tes sobre los cuales Aristóteles ha construido sus propias hipótesis. Por ello, serán tratadas con particular atención las secciones económicas de las obras de Jenofonte y de Platón. Además, se comentarán algunos textos pertenecientes a Hesíodo, Demócrito, Lisias y Aristófanes, en tanto que han dejado registros de cómo se trataban dichas problemáticas dentro de la sociedad griega clásica. Como cierre, se realizará un apartado en el que se comentarán los hechos más relevantes de la historia griega del período tratado, a fin de retratarlo. Esto será llevado adelante bajo la convicción de que existen ciertos sucesos que, de pasarse por alto, llevarían a graves problemas interpretativos. No obstante, la intención principal no es estrictamente historiográfica.

Como corolario de esta parte del libro, y dado que en el presente se han visto naturalizadas nociones muy lejanas de las que Aristóteles apreció como ciertas, será importante hacer explícitos determinados conceptos que han sentado las bases de toda la construcción teórica aristotélica. De ese modo, se trabajará sobre el carácter teleológico de todas las cosas o acciones que existen por naturaleza, lo cual, en el caso del hombre guiará hacia un estudio de la idea de felicidad. En el trayecto hacia su definición, serán repasadas las dimensiones de la autarquía, el ergón y la areté humanos, y las distinciones entre lo recto y lo bueno, lo nece-sario y lo contingente, y los tipos de virtud. Luego se analizará cómo se articulan las diferentes formas del pensamiento racional (es decir, la teoría, la praxis y la póiesis) y sus consecuencias en el nivel del conocimiento y de la acción. En relación con los resultados obtenidos, se abordará la categoría de trabajo en el ideario del Estagirita. Posteriormente será analizado el método aristotélico para arribar, finalmente, a una definición de la política en su sentido más sustantivo, como actividad orientada a la felicidad colectiva.

Una vez aclarado el panorama epocal y teórico, se dará lugar a la siguiente parte de esta investigación, cuya apuesta principal será arribar a un conocimiento concluyente sobre la relación entre la economía y la política en Aristóteles. Para ello, y en primer término, se realizará una lectura crítica de las interpretaciones más canónicas al respecto, a fin de situar los carrilles que han guiado a la discu-sión durante los dos últimos siglos. Cabe aclarar que no se pondrá atención en las escuelas de pensamiento cuyas premisas tengan alguna filiación aristotélica, sino que se trabajará exclusivamente sobre los especialistas y pensadores que han fijado las posiciones más célebres respecto de los textos aristotélicos sobre economía. En ese sentido, se intentará reponer brevemente el debate entre las

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corrientes primitivista y modernista, encabezado por Johann Rodbertus, Karl Bücher y Eduard Meyer. Luego se llevará adelante una exposición de las lecturas de Karl Marx, Joseph Schumpeter, Karl Polanyi y Moses Finley, en tanto que autores de las principales direcciones impresas al legado aristotélico.

En segundo lugar, se presentarán los análisis y las conclusiones dedica-dos específicamente a los textos de Aristóteles, es decir, serán estudiadas exhaustivamente las categorías económico-políticas centrales de su pensamiento. De esa manera, se pondrá especial atención a la relación entre oikos y polis, frente a la cual se hará una revisión crítica de algunos aspectos del planteo realizado por Hannah Arendt. A continuación se elaborarán los sentidos que cobran términos y conceptos tan fundamentales como la oikonomía, la crematística, la moneda, los bienes, el comercio (y sus desviaciones en el monopolio y la usura), las riquezas, el intercambio (y, junto con él, las nociones de valor de uso y valor de cambio), los precios, la esclavitud, etc. Además, serán expuestas las críticas aristotélicas a Platón (con respecto a la propiedad y a la organización de la polis), para concluir en un estudio del vínculo entre política y economía que, complementariamente, será puesto a la luz de la noción de phýsis en Aristóteles.

El último capítulo de esta parte pondrá de manifiesto cómo se dan tales categorías en el ámbito concreto de la polis. En consecuencia, se describirán las partes principales que la componen (desde los esclavos hasta las divinidades, pasando por los metecos, los hombres libres y los plenos ciudadanos), para po-der observar con claridad la importancia de la comunidad política y, en íntima relación con ella, las concepciones aristotélicas acerca de la philía, la isonomía y la isegoría. A partir de ellas, cobrará gran relevancia la descripción de dos virtudes relacionadas con el dinero: la liberalidad y la magnificencia, las cuales conducirán hacia el reconocimiento pleno del término medio como medida de la virtud. Opuestamente, se pensarán las formas viciosas o corruptas de utilizar al dinero, lo cual permitirá expresar las ideas aristotélicas sobre la oligarquía y la democracia. Esto hará visibles, en seguida, las derivaciones más profundas que entraña el pensamiento económico aristotélico y abrirá las puertas a las reflexiones finales.

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El horizonte de sentido aristotélico

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Im Innern ist ein Universum auch; Daher der Völker löblicher Gebrauch, Das Jeglicher das Beste, was er kennt,

Er Gott, ja seinen Gott benennt, Ihm Himmel und Erden uebergiebt,

Ihn fürchtet, und wo möglich liebt

Johann Wolfgang von Goethe1

— I —

La aparición de La arqueología del saber de Michel Foucault significó, para el campo intelectual, la introducción de nuevas categorías para analizar la manera en que emergen los diferentes discursos. Este autor denominaría “formaciones discursivas” a aquellos compuestos enunciativos que proveen el saber necesario para el conocimiento que lleva adelante una cierta disciplina en un momento particular. Dentro de tales estructuras, los enunciados están sujetos a reglas que no son –o, por lo menos, no son solamente– gramaticales o lógicas, sino que de-penden de determinadas prácticas y están constituidas social e históricamente.

Asimismo, la obra mencionada definió algunas reglas para la formación de los objetos que se circunscriben a cada época y sociedad. En otras palabras, Foucault sostiene que no es posible referirse a cualquier cosa en cualquier mo-

1 En el interior también hay un universo; / de allí el elogiable uso de los pueblos, / que cada cual nombre Dios, lo que conoce. / Sí, su Dios. / Le entregue cielo y tierra, / le tema, y aun así lo ame.

1 El paradigma indoeuropeo y la centralidad de lo sagrado