Post on 01-Dec-2015
Conceptos teóricos del Formalismo Ruso
Primer período1915-1919
1920Saussure
Marxismo
Segundo período1924-1930
Literaturnost (Literaturidad)Literatura / Bit (oposición) Literatura / Bit (intercambio)
Lengua poética / Lengua práctica Ustanovka (= orientación del discurso)
Ostranenie / AutomatizaciónRevelación del procedimiento
Parodia → Evolución
Material / Priem (procedimiento) Función Dominante (= principio
constructivo)Motivación (Motivirovka) / Priem
Fable / Siujet
SistemaSistema de sistemas
SerieForma estática Forma dinámica
Obra: Suma de procedimientos Obra: Estructura con dominante (jerárquica)
Los formalistas surgen en Rusia, en los años anteriores a la Revolución
bolchevique de 1917, a partir de un círculo que se llama OPOIAZ, sigla de la Sociedad
para el Estudio de la Lengua Poética.
Ya en 1915 se había formado el Círculo Lingüístico de Moscú, con nombres
como Jakobson, a quienes ustedes conocen por el circuito de la comunicación y su
análisis de las funciones de los elementos que lo integran.
La OPOIAZ, por su parte, funcionaba en San Petersburgo y su miembro más
importante era Víctor Schklovski. Básicamente la OPOIAZ era un grupo de estudiantes
universitarios que se reunían a discutir. Cuando Schklovski escribe “El arte como
artificio”, el manifiesto del primer Formalismo, es como el manifiesto de esta nueva
ciencia literaria.
Y en ese contexto esta gente se propone discutir la autonomía literaria. La
autonomía del arte supone un arte no subordinado a la religión, ni a la economía, ni a la
política, una ciencia específicamente de lo literario. Es decir, van a suponer ciertos
principios de análisis ligados a la objetividad, por los cuales anulan al sujeto como
dueño de la verdad del texto o como portador de las emociones que el texto transmitiría,
y se dedican a la descripción de las obras; primero, entonces, recorte del objeto de
estudio, luego descripción de las obras en función de los procedimientos que las
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componen.
Para pensar esta ciencia de lo literario van a empezar a discutir con los estudios
en boga de ese momento, que tenían a Potebnia y sus seguidores. El Simbolismo, que
definían la poesía como el pensamiento por imágenes. Schklovski dedica la primera
parte de su artículo a discutir y echar por tierra esta definición. Los críticos simbolistas
caían en un pecado que los formalistas no van a soportar: analizar el arte o lo literario
desde la psicología, analizar un texto como emanación de la interioridad de un autor en
busca de una Verdad. Es como si las palabras tradujeran sentimientos y uno, a través del
análisis, pudiera llegar a esa verdad que está detrás del texto. El análisis de la obra sería
una mera excusa para llegar a este genio inspirado.
Los formalistas no van a ocuparse del sujeto. Ellos no pueden ni quieren estudiar
al sujeto creador de esos textos. Lo que van a hacer, por el contrario, es analizar los
textos como obras cerradas, como máquinas. Eso lo vemos en el título del textos de
Eijenbaum, “¿Cómo está hecho El Capote de Gogol?” o en el de Schklovski, “¿Cómo
está hecho el Quijote?”. La pregunta no es: ¿qué dice? (o ¿qué quiere decir?) sino:
¿cómo lo dice?
Se dice que la OPOIAZ es el ala teórica del Futurismo, es decir, un grupo de
poetas de vanguardia que a ellos les sirvieron como el mejor ejemplo para mostrar que
el arte es artificio. Los Futuristas piensan el arte como una producción, lo cual supone
un “hacer”. El hecho de pensar una producción literaria nos lleva a la especificidad. Los
formalistas rusos se van a llamar a sí mismos “especificadores” porque “formalistas
rusos” es el nombre que les van a dar los otros. Los detractores los acusan de
formalistas. Ustedes van a ver un texto de Trotski, donde él ataca a los formalistas
tildándolos, justamente, de “formalistas”; y luego podrán ver cómo Eijenbaum se
defiende hablando de un “método formal”.
Ellos se llamaban a sí mismos “especificadores”, porque querían buscar lo
específicamente literario, aquello que hace literaria a una obra. Los simbolistas, por el
contrario, lo que estaban analizando era una verdad. Ahí, en “verdad”, pueden entrar
genio, creación, inspiración, imaginación e intuición.
Una primera acción de Schklovski, en “ El arte como artificio ”, es hacer una
crítica al simbolismo de Potebnia y sus seguidores (que plantean el estudio de lo
literario desde otras disciplinas) haciendo una división. Plantea una oposición entre la
lengua poética y la lengua cotidiana o prosaica. Dice Schklovski: “Hemos trabajado de
1917 a 1922; hemos creado una escuela científica (…) El método formal es, en el fondo,
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sencillo: es una vuelta al oficio. Lo más notable en él es que no rechaza el contenido
ideológico del arte, sino que considera el llamado contenido como uno de los
fenómenos de la forma. La idea se opone a la idea de la misma manera que una palabra
se opone a otra o una imagen se opone a otra. (…) Todo: el destino de los personajes, la
época en que tiene lugar la acción, todo es motivación de las formas”.
Ellos están pensando en otro concepto de forma que, en lugar de oponerse a los
contenidos, trata de ver los elementos de una obra en términos de su función. Tratan ver
qué función tienen los elementos o procedimientos que conforman una obra, cómo está
hecha.
El texto de Schklovski comienza citando a Potebnia, que decía que el arte era
pensamiento por medio de imágenes. Dice Schklovski citando a Potebnia: “«La relación
de la imagen con lo que ella explica puede ser definida de la siguiente manera: a) la
imagen es un predicado constante para sujetos variables, un punto constante de
referencia para percepciones cambiantes; b) la imagen es mucho más simple y mucho
más clara que lo que ella explica… la imagen tiene por finalidad ayudarnos a
comprender su significación y dado que sin esta cualidad no tienen sentido, debe sernos
más familiar que lo que ella explica». Tanto en la lengua poética como en la lengua
cotidiana hay imágenes. Por “imágenes” está pensando en tropos, figuras retóricas. No
va a ser eso lo característico del arte porque las imágenes se usan tanto en la lengua
poética como en la lengua cotidiana. Ahí tienen el ejemplo de “sombrero” y “estropajo”,
que en ruso es la misma palabra. El ejemplo es que va caminando un hombre con
sombrero y se le cae un paquete; entonces otro de atrás le grita: “Sombrero, se te cayó el
paquete”. Ahí “sombrero” es una metonimia, la parte por el todo. El otro ejemplo es el
de un oficial que está inspeccionando a sus soldados que están formados y se para
delante de uno de ellos y le dice: “Estropajo, párese bien”. Ahí, en cambio, “estropajo”
es una metáfora. Son dos tropos usados de manera diferente. En un caso estamos
pensando en un uso cotidiano o prosaico y en el otro, en un uso poético.
Cuando usamos la imagen prosaica estamos ayudando la percepción. Sería un
modo práctico y económico de pensar. El ejemplo de “Sombrero, se te cayó el paquete”
es una manera práctica y económica de pensar. Si yo no sé el nombre del sujeto y quiero
hacerle el favor de avisarle, la forma más práctica y económica de llamar su atención es
decirle: “Sombrero, se te cayó el paquete”. Estoy usando la metonimia, pero la estoy
usando para economizar, para facilitar. Esta economización de fuerzas es explicada
como “máximo pensamiento con el mínimo de palabras”. Esto se lo podría haber dicho
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de muchas otras maneras, pero cuando terminaba la frase ya se me había ido el hombre.
En el caso del estropajo, en cambio, no estoy economizando ninguna fuerza para
llamarle la atención porque lo tengo adelante, así que evidentemente se da cuenta de que
le estoy hablando a él. Al decirle “estropajo” lo que estoy haciendo es hacerle tomar
conciencia del contexto, de que está mal parado, etc., lo estoy haciendo distanciarse y
mirarse para que se dé cuenta de que está mal parado.
Esto es lo que él va a plantear como “ ostranenie ”, es decir, la desautomatización
de la percepción, el extrañamiento, la singularización o toma de distancia. Dice
Schklovski, en ese texto autobiográfico La disimilitud de lo similar: “No creo que haya
descubierto nada en la teoría del lenguaje poético. Lo hecho fue formulado por
Iakubinski y Tinianov. Yo sólo advertí al iniciar el trabajo que una metáfora no siempre
es un tropo… hay usos de palabras con aspecto de metáfora, pero que en realidad
surgieron de una necesidad práctica y nunca figuraron entre las funciones poéticas.”
La metonimia puede consistir en destacar la parte para designar al todo, por
ejemplo, en un cálculo técnico, cuando digo “tengo tantas cabezas de ganado”.
Evidentemente, no se trata de un uso poético de esa imagen, sino que surge de una
necesidad práctica; nadie supone que tengo sólo la cabeza del animal, sino que es una
simplificación. Del mismo modo, yo puedo ver en el noticiero “La 9 de julio está lenta”,
y sé que la avenida no se mueve ni despacio ni rápido, y que esa imagen no pretende
tener una función poética.
Para que la imagen funcione en términos artísticos no tiene que facilitar sino, por
el contrario, generar esa incomodidad, esa distancia, la ostranenie. Para explicar la
ostranenie tienen muchos ejemplos de Tolstoi. Lo interesante de que cite a Tolstoi es
justamente que le permite mostrar cómo este procedimiento es característico de lo
literario no sólo cuando pensamos en el futurismo y en la palabra transmental (el juego
que hace la vanguardia con las palabras, más allá del significado), sino en un autor que
ha sido leído desde el Realismo en términos de consciencia o de ideología, y que él lee
en términos formales. Él va a mostrar ejemplos de cómo se produce la ostranenie.
Los ejemplos que da de Tolstoi son de Jolstomer y de “Qué vergüenza”. El
ejemplo del látigo. ¿Cómo presenta Tolstoi al látigo? Lo describe con palabras que no
son de uso habitual. Me gusta eso de “describe”, porque (insisto) lo que van a hacer,
frente al análisis intuitivo de los simbolistas, es una descripción. Describe ese
procedimiento de ostranenie o, dicho de otro modo, describe cómo Tolstoi describe el
látigo. Eso nos genera ostranenie, nos genera distancia. Porque cuando uno oye la
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palabra “látigo” sabe lo que es un látigo y no presta demasiada atención; pero cuando
nos describen de qué está hecho, para qué sirve y qué produce, eso genera otro efecto.
El Formalismo va a estar pensando en esos efectos. Porque la ostranenie es ese
efecto de incomodidad, de distancia, de extrañamiento.
El otro ejemplo que toma es el del caballo que se extraña ante el uso de los
pronombres. Se trata de un texto narrado en primera persona por un caballo. En la parte
que cita Schklovski este caballo se cuestiona el uso del “mi”. Se asombra porque el que
habla de él como “mi caballo” no es el que lo monta o le da de comer, pero tiene una
relación con él. Se va a cuestionar el uso de los posesivos para, finalmente, pensar en las
relaciones de pertenencia de los seres humanos.
Pero Schklovski no va a leer eso en términos ideológicos o sociológicos, sino
que lo va a leer en términos de desautomatización. Nosotros somos conscientes del
látigo debido a esa descripción de la forma, de los efectos y de la función del látigo.
Somos conscientes del uso de los posesivos y de las relaciones de pertenencia de los
seres humanos a partir de este caballo que se extraña.
Por lo tanto el arte es una construcción artificial. Un texto es una construcción,
armada con palabras yuxtapuestas, que incluye diferentes tropos, repeticiones,
metáforas, metonimias y que nos genera ostranenie. Además no nos vamos a meter con
ninguna otra disciplina para analizarlo sino que lo vamos a hacer a través de lo
específicamente literario. El problema va a estar justamente en esta cita que hace de
Tolstoi: “Así la vida desaparece transformándose en nada”.
La automatización es lo que caracteriza a la vida cotidiana. Por eso el caballo es
quien va a presentar este extrañamiento. También los chicos tienen esa sensación de
extrañamiento ante el lenguaje, porque están entrando al lenguaje. Pero una vez que han
entrado y ya son parte de la lengua cotidiana su percepción se automatiza y dejan de
tener esa sensación de distancia. Nosotros hacemos cosas de manera automática. El
ejemplo que da de Tolstoi es el de limpiar el sillón: no recuerdo si ya limpié el sillón.
Son las cosas que hacemos de manera automática, pero si las hicimos y no las
recordamos es como si no las hubiéramos hecho.
La cita de Tolstoi: “Así la vida desaparece transformándose en nada. La
automatización devora los objetos, los hábitos, los muebles, la mujer y el miedo a la
guerra. «Si la vida compleja de tanta gente se desenvuelve inconscientemente, es como
si esa vida no hubiese existido». Para dar sensación de vida, para sentir los objetos, para
percibir que la piedra es piedra, existe eso que se llama arte. La finalidad del arte es dar
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una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento”.
Sin embargo, acá hay una contradicción porque, por un lado, hacemos
un análisis específico desde la autonomía del arte pero, por otro lado, en esta separación
descubrimos que el rasgo fundamental del lenguaje poético va a ser la ostranenie, que
justamente lo que hace es permitir que reconozcamos los objetos. Es decir, en la lengua
cotidiana tenemos la percepción absolutamente automatizada. Entonces no sabemos si
hicimos o no hicimos algo. Frente a la automatización de la vida y de la lengua
cotidiana tenemos el arte, que supone una desautomatización. El arte justamente vendría
a desacomodar esa percepción automatizada que tiene el ser humano. La contradicción
entonces sería que plantean el arte como un fin en sí mismo, pero después encuentran en
el arte esta finalidad: liberar la percepción. O el arte es un medio que permite
experimentar aquello que en la vida cotidiana no podemos porque tenemos la
percepción automatizada o es un fin en sí mismo; ellos propugnaban un arte autónomo y
autotélico.
El Formalismo va a terminar abruptamente con las purgas que se producen
cuando asume Stalin. Ese fin abrupto tiene que ver con un Realismo Socialista en boga,
que supone que la literatura tiene que ser didáctica, tiene que tener un fin pedagógico,
de conocimiento de lo social, de concientización, tiene que ayudar a la Revolución. Los
formalistas, que enarbolan la bandera de la autonomía, evidentemente no van a servir
para esto.
Como para completar el cuadro: la lengua poética se opone a la lengua prosaica,
cotidiana, lo que ellos llaman el “bit”, que es el hábito, la costumbre. Esta lengua de lo
cotidiano, del hábito, de la costumbre, va a estar regida por la ley de lo económico, en
función del uso. La lengua poética, en cambio, va a tener como principio fundamental la
ostranenie, la desautomatización de la percepción.
La obra literaria será pensada como una suma de procedimientos. Ahí tenemos
una definición cerrada de obra. La obra está aislada de lo social y eso es lo que les va a
traer tantos problemas al final. El formalismo concluye hacia 1928. Tenemos un primer
Formalismo que va aproximadamente de 1917 a 1922 y luego tenemos un segundo
Formalismo que va de 1923 a 1928. Ahí es atacado por la heterodoxia socialista, que
pretendía que el arte tuviera una función pedagógica que ayudara a la función social. En
ese marco una teoría que está pensando la obra de arte aislada del bit, de la vida
cotidiana evidentemente se tiene que terminar.
Ejemplos de los artículos “¿Cómo está hecho el Quijote?” y de “¿Cómo está
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hecho El Capote de Gogol?”. Allí van a ver cómo analizan ellos esos textos. Lo que
analizan son los procedimientos que conforman la obra, dejando de lado el contexto y el
sujeto (tanto de la emisión como de la recepción).
A ellos no les importa qué quería decir, qué pensaba o sentía cuando escribió el
texto. Eso no lo analizan porque están en contra de todo psicologismo reductor del
análisis, en tanto se trataría de una versión causalista del arte, del tipo de: como tuvo tal
problema en la vida escribió esto. Eso, en realidad, es una forma de rebajar el arte a
consecuencia de algo que le pasó a un sujeto.
Ellos se limitan a analizar lo que tienen escrito, el producto, ese artificio, para
ver cómo funciona. El sujeto y lo social quedan por fuera; sólo se analiza la obra, que es
lo que se tiene. Acá hay una contradicción porque la ostranenie, que es lo que
caracteriza lo literario es lo que posibilita la percepción de lo real. ¿Cómo se puede
subsanar esto? Lo pone como el procedimiento fundamental del arte. En los análisis del
resto de los autores la ostranenie va a seguir funcionando pero como un procedimiento
más, no como EL procedimiento.
Entonces, lo que permite llegar a aquello que hace que una obra sea literaria es
este recorte negativo y oposicional entre el bit (la costumbre, el hábito, la lengua
cotidiana) y la literatura: la literaturnost o literaturiedad es lo que hace que un hecho
verbal sea literario.
¿Cómo se hace para determinar si una obra genera o no desautomatización de la
percepción? Porque eso va a depender de cada lector. De eso se va a ocupar un
continuador del segundo Formalismo, que es Mukarovski. Él sí va a hablar de una
comunidad de receptores en los términos de una “conciencia colectiva” que establece
las normas de qué es o no estético. Todavía, en el primer formalismo, el receptor no
importa. Pero el problema es que si sacamos al sujeto ¿de quién es la percepción que se
desautomatiza? Evidentemente es de un sujeto.
Retomando: el procedimiento de ostranenie o extrañamiento ejemplificado por
Tolstoi es lo que le permite marcar esta diferenciación respecto de la lengua cotidiana.
El arte, entonces, es un fin en sí mismo pero, a la vez, tiene la finalidad de liberar al
objeto del automatismo perceptivo.
Y Schklovski cierra su exposición de esta diferenciación diciendo: “La
diferencia entre nuestro punto de vista y el de Potebnia se puede formular de la
siguiente manera: la imagen no es un predicado constante para sujetos variables, su
finalidad no es la de acercar a nuestra comprensión la significación que ella contiene
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sino la de crear una percepción particular del objeto, generar su visión y no su
reconocimiento”. Entonces ahí se mete con el arte erótico ya que la literatura erótica se
trata de un juego de lenguaje. (Lean los ejemplitos que da de cómo funciona el arte
erótico)
En todos los casos el objeto se presenta como algo nunca visto. La obra va a ser
un juego de lenguaje. Por eso va a relacionar la ostranenie con las adivinanzas. Una
adivinanza funciona, justamente, haciéndonos ver por primera vez algo que tenemos
automatizado. La adivinanza la podríamos pensar como una descripción extraña de algo
cotidiano porque se usan palabras que no son habitualmente aplicadas para definirlo.
Por lo tanto ellos dicen que esta ciencia literaria debe ser una disciplina
autónoma, separada de las otras disciplinas, que analice problemas concretos, que le
ofrecen las palabras que conforman la obra. Van a hablar, por ejemplo, de la palabra
autosuficiente, que es distinta de la palabra entendida como mero adorno de algo que
está detrás. Lo que se va a analizar es la palabra en sí misma y los juegos que se arman
con esas palabras.
Se trata, por lo tanto, de un análisis inmanente, que se queda en la obra
considerada como un conjunto de procedimientos cerrado. Esta visión de la literatura
que tienen los formalistas es absolutamente estática.
Para Schklovski la obra es una suma de procedimientos. Por ejemplo, en
“¿Cómo está hecho el Quijote?” va a ver al personaje Quijote como un procedimiento.
No lo analiza en los términos habituales del psicologismo, como un sujeto loco que fue
confundido por ciertas lecturas. Schklovski va a leer este personaje como un
procedimiento del texto que sirve para unir los distintos episodios que conforman la
novela. El personaje permite además oponer el discurso de la locura al de la sabiduría,
el conocimiento, y también, por su parte, el personaje de Sancho será el que aporta el
folklore, lo cómico y lo cotidiano. Ahí tenemos una oposición.
Los análisis son esos términos: no analizan al personaje como alguien de carne y
hueso sino que el personaje está hecho con palabras. Se analiza de igual forma un
personaje que una metáfora, una metonimia o una repetición de sonidos. Otros
formalistas van a analizar el policial y van a ver, por ejemplo, que el personaje de
Watson sirve para que se note la destreza de Sherlock Holmes. Esa es la función que
tiene dentro de la obra.
Cuando Eijenbaum analiza ¿Cómo está hecho El Capote de Gogol? va a decir:
“La composición en Gogol no está definida por el argumento: éste es siempre pobre,
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hasta inexistente: Gogol parte de una situación cualquiera (que a veces no es cómica en
sí misma) y la usa de estimulante, de pretexto para una acumulación de procedimientos
cómicos… El relato directo se encuentra en la base del texto de Gogol, que se organiza
a partir de las imágenes vivas de la lengua hablada”.
Éste texto de Gogol va a ser analizado como un ejemplo más de este juego de
procedimientos. Uno de los procedimientos va a ser, por ejemplo, que aparezca la
lengua hablada. Va a trabajar la articulación, lo que llama “gesto sonoro”, el efecto
acústico. Fíjense que estamos trabajando un texto escrito y, sin embargo, va a ver los
gestos sonoros del lenguaje en El Capote de Gogol. Como uno de estos gestos ve el
nombre del personaje, que se llama Akaky Akakievich, que funciona como una analogía
fónica, o un juego de palabras etimológico con otro sujeto que se llama Bashmachkin.
Los nombres de los personajes están funcionando en términos fónicos para crear un
efecto cómico.
Además, para justificar esto de la lengua hablada va a describir, por ejemplo, la
importancia de los numerosos “cualquiera”, “desgraciadamente sabemos muy poco”,
“nada se sabe de ello”, “no recuerdo si...”. Eso da la sensación de que uno está contando
algo que pasó. Se asemeja mucho más a una conversación que a un cuento. Este cuento
va a estar armado con estos procedimientos de la lengua hablada, que va a dar esa
sensación de cercanía.
Otro procedimiento que va a analizar es el personaje Akaky. Va a decir que la
presentación de Akaky es “menos una descripción realista que una producción mimada
y articulatoria: las palabras están elegidas y son utilizadas según el principio de la
semántica fónica y no según el principio de los rasgos característicos”. Va a describir la
forma en que el personaje habla, la forma en que se mueve, los conflictos que tiene,
pero no para analizar su psicología o su situación de clase. Hay un momento bastante
humillante del texto que, desde el academicismo preformalista, había sido leído en
términos de lo social, pero él lo va a leer desde lo grotesco. Lo grotesco es el
procedimiento de generar un efecto cómico a partir de algo trágico. Dice: “No
consideramos el problema del sentido filosófico o psicológico de este pasaje, al que
tratamos aquí sólo como un procedimiento artístico. En cuanto tal debe ser apreciado,
desde el punto de vista de la composición, como una integración del estilo declamatorio
en el sistema de la narración cómica.”
En el contexto de aparición de la escena esto, que recortado nos generaría
tristeza o incomodidad, funciona como algo grotesco, como un efecto cómico.
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Finalmente, va a ver la obra como una suma de procedimientos, como un
artificio, como un artefacto. Los formalistas analizan la obra como máquina, como
conjunto de piezas que se engarzan de tal modo que funcionan de esa forma. Lo que va
a hacer el formalista es describir el funcionamiento a partir de componer los
procedimientos que conforman esa máquina. Pero vean que inclusive cuando se analiza
un episodio que puede parecer emotivo los formalistas se fijan para qué sirve en ese
contexto de la máquina. Es como si analizáramos el funcionamiento de un auto y nos
preguntamos para qué sirve este rulemán. De igual modo ellos se pregunta para qué
aparece esta metáfora, para qué aparece esta repetición, para qué aparece este personaje.
Dice: “Ni una sola obra literaria puede ser en sí una expresión directa de los
sentimientos personales del autor, sino que es siempre construcción y juego- no
podemos y no debemos ver en semejante trozo más que un determinado procedimiento
artístico .El trámite habitual que consiste en identificar un juicio particular extraído de la
obra con un supuesto sentimiento del autor lleva a la ciencia a un callejón sin salida –y
agrega sobre el autor- El artista, hombre sensible que pasa por tal o cual estado de
ánimo, no puede ser recreado a partir de su creación. La obra de arte es un objeto
acabado al que se ha dado forma, que ha sido inventado y que es, no solamente artístico,
sino también artificial.”
La obra de arte es un objeto artificial, donde el sujeto creador está por fuera, al
igual que el significado de los textos. Este recorte del objeto de estudio deja de lado el
significado para analizar las formas. Pero insisto: no es una forma que anule el
contenido. Lo que van a mostrar los formalistas es que incluso las funciones ideológicas
van a estar en función de la forma. Esto es: no se analiza el texto, como hasta el
momento, en función de un contenido, pero tampoco se lo analiza como una forma
alejada de un contenido. Todos los contenidos van a estar para algo dentro de la obra,
van a tener una función dentro de ese conjunto de procedimientos. Este episodio de la
humillación del personaje, que puede ser analizado simplemente desde el contenidismo,
desde las clases sociales, acá es analizado como un ejemplo de funcionamiento del
grotesco.
El Segundo Formalismo, que va a continuar y a complejizar al primero. En
primer lugar va a ser un cambio importante, porque se van a dar cuenta de que en
realidad no existe una oposición tan tajante entre la literatura y la vida. Lo que va a
sostener el segundo formalismo es un intercambio, no una oposición.
Este segundo Formalismo lo podemos situar más o menos entre 1923 y 1928.
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Aquí ya no se va a ver a la obra como una suma de procedimientos cerrada, sino que se
va a plantear una relación de intercambio entre el adentro y el afuera. Porque la obra
pasa a ser considerada como un sistema. Y hay que tener muy en claro que Tinianov no
va a esencializar diciendo que el arte es artificio, sino que va a dar una definición
mucho más pragmática: literatura es lo que cada sistema literario considere como tal.
Cuando el primer formalismo planteaba esta oposición y llegaba al concepto de artificio
se encontraba con el problema de la evolución de las formas. Las formas evolucionan de
acuerdo a la función que tienen determinados procedimientos.
¿Cómo explica Schklovski la evolución? Lo hace en términos de una línea
entrecortada, con saltos. Tinianov, en cambio, va a hablar de la evolución literaria en
términos de sistema. Un sistema sería un conjunto de elementos que tiene una
dominante; es decir que hay ciertos elementos que están subordinados y uno que los
domina.
Lo que van a ver los segundos formalistas es que las funciones se semantizan y
varían de un sistema al otro. Eso es lo que permite una evolución. La forma ya no va a
ser estática e inmanente sino que va a ser dinámica. Porque suponer que un sistema
tiene una dominante significa pensar que hay elementos en lucha. En un momento
determinado un elemento va a subordinar a todos los demás, pero en otro momento
alguno de los elementos subordinados puede convertirse en dominante. Esto propone un
dinamismo, porque supone que los elementos no están adentro o afuera sino que algo
que en un momento está por fuera del sistema, en otro momento pude ingresar.
Pensemos en los géneros menores, no canónicos, que de repente entran al
sistema. Eso es lo que hace Borges, por ejemplo, con el policial, que es un género
menor, un género de masas con una circulación ligada al folletín y que se convierte en
un género intelectual. Y también el caso de Puig con el radioteatro, por ejemplo. Ahí
podríamos ver qué pasa con ese juego entre centro y periferia. Porque se ve claramente
una movilidad de elementos.
El texto de Tinianov, “Sobre la evolución literaria”, sería un texto
representativo del segundo Formalismo, empieza hablando de la génesis. Se pelea con
los estudios de la génesis, que suponen estudiar el origen de una obra. Hay dos tipos de
estudio: los de la génesis y los de la evolución. Los de la génesis se quedan en ese tratar
de reponer un origen. En cambio, lo que él va a estudiar es la evolución de la serie
literaria. Entre la serie literaria y la serie extraliteraria va a haber una relación de
intercambio. Por lo tanto, se pasa de la visión estática del primer formalismo (a partir de
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la oposición entre literatura y bit, ver la obra como suma de procedimientos) a esta
visión de la obra como una correlación dinámica de elementos.
En un primer momento del segundo Formalismo, en un texto que se llama “El
hecho literario” (1924), va a analizar la evolución, pero todavía pegada a la ostranenie.
Va a decir que cuando un procedimiento se automatiza y se hace canónico, no cae por
fuera de lo literario (como proponía Shklovski), sino que cambia de función y pasa del
centro a la periferia La evolución va a estar ligada a esta relación automatización-
desautomatización.
Schklovski decía que cuando un procedimiento se automatizaba caía mientras
que Tinianov va a decir que cuando un procedimiento se automatiza se refuncionaliza.
Esto es: no cae sino que pasa a la periferia y puede volver, es decir, sigue adentro del
sistema. Tinianov, tanto en el ’24 como en el ’27, en los dos textos (en “El hecho
literario” y en “La evolución literaria) va a estar lejos de esta visión de obra cerrada,
porque va a estar planteando elementos que están latentes y que pueden volver. Los
elementos que están subordinados en algún momento pueden llegar a ser dominantes.
Inclusive elementos que fueron dominantes y ya no lo son pueden volver a serlo.
Tinianov va a decir que cuando un procedimiento se automatiza se puede
refuncionalizar; cambia de función, pero sigue adentro del sistema. Todavía no lo
explica en términos de dominante. Eso va a venir recién en 1927, pero es la misma idea.
Los elementos no están por fuera del sistema sino que están dentro, pero en otra
posición. Es el caso de la parodia. Ellos van a ver en la parodia un elemento que permite
mediar la literatura con la historia de la literatura (siempre la parodia es de un elemento
literario, sino sería sátira). Cuando uno detecta que se ha parodiado un procedimiento
quiere decir que se ha automatizado.
Él va a decir que entre la lengua poética y la lengua cotidiana va a haber una
relación de intercambio constante. La lengua poética va a evolucionar, va a cambiar, por
influencia de la lengua cotidiana. Pensemos en géneros que incluyen elementos no
literarios y los convierten en literarios por su organización, como por ejemplo las
novelas armadas con mails, con fragmentos de chats o con grabaciones de contestadores
telefónicos. Son cuestiones de la vida cotidiana, con lenguaje cotidiano, con
abreviaturas, con léxico cotidiano pero que entran al sistema literario. El ejemplo que da
Tinianov es el de las cartas; cuando Turgueniev y Flaubert escriben esas cartas en que
discuten a propósito de la literatura, pero también se cuentan cómo están de salud y
hablan de la gota y el dolor de la pierna, se trata de un texto privado y de la vida
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cotidiana, pero hoy lo compramos y lo leemos como literario.
Entonces, Tinianov va a proponer la historia de la obra literaria pero no aislada
sino en correlación con lo social. Dice: “Si estudiamos la evolución limitándonos a la
serie literaria previamente aislada, tropezamos en cada momento con las series vecinas,
culturales, sociales, existenciales en el vasto sentido del término, y en consecuencia nos
condenamos a ser parciales (…) En rigor, no se consideran jamás los fenómenos
literarios fuera de sus correlaciones”
Entre el primero y el segundo Formalismo hay un salto importante porque entra
lo social. Pero la obra sigue siendo autónoma. Se va a seguir sosteniendo la
especificidad, pero ya no de manera universal y eterna (decir “el arte es artificio”), sino
reconociendo la historicidad. Y eso lo estudian a partir del concepto de “función” que
permite relacionar los elementos de la serie literaria con las series vecinas. Dice: “El
trabajo analítico ya realizado sobre los elementos particulares de la obra, sobre el tema y
el estilo, el ritmo y la sintaxis en prosa, y el ritmo y la semántica en poesía, es
provechoso. Nos dimos cuenta que podíamos, hasta cierto punto y como hipótesis de
trabajo, aislar todos esos elementos en lo abstracto, pero que ellos se encuentran en
correlación mutua y en interacción.”
Entonces la obra va a ser, ya no una suma de elementos, sino un sistema con una
dominante y elementos subordinados. Esto incluye una relación con las series vecinas,
ya sean de lo cultural o de lo social. Ahí se va a meter con las funciones que puede tener
un elemento dentro de la obra, dentro del sistema literario o dentro del sistema de
sistemas que es la sociedad. Para Tinianov una obra es un sistema de elementos en
correlación dinámica con otros elementos del mismo o de otros sistemas. Un cuento es
un sistema, toda la obra de un autor es un sistema, toda la literatura de una época
conforma un sistema. Y la sociedad será el “sistema de sistemas”.
Entonces, la oposición entre lengua poética y lengua práctica va a estar matizada
por el concepto de función. Un elemento va a tener determinada función que lo va a
llevar hacia una serie o hacia otra. El sistema es jerárquico en tanto tiene una dominante
y es dinámico en tanto esa dominante puede variar. La evolución va a ser la tensión, la
lucha constante entre esos elementos. Sólo se puede entender la evolución literaria
partiendo del concepto de la obra no como una suma de procedimientos en relación
armónica, sino pensándolos en una relación de tensión y lucha. La evolución se va a dar
porque existe una tensión entre esos elementos que conforman el sistema y están en
constante lucha por lograr el lugar central.
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Aquí volvemos al ejemplo de la parodia, que es llamada por los formalistas “la
tumba del procedimiento”. La parodia puede generar evolución porque supone la
exhibición del procedimiento, uno lo reconoce porque se ha automatizado. Po ejemplo,
el texto de Borges y Bioy Casares que se llama Seis problemas para Don Isidro Parodi
se trata de una serie de cuentos policiales, donde se parodia justamente el procedimiento
del policial clásico de enigma de la resolución razonada. Justamente, los personajes,
llamados Borges y Bioy, van a ver a Don Isidro Parodi, que es un preso, y le cuentan un
problema. Entonces Don Isidro Parodi, desde la cárcel, soluciona el problema. Les dice
quién es el asesino, el que robó, etc. Es como llevar al extremo de la exacerbación y el
absurdo lo que pasa en los cuentos de Agatha Christie o de Poe.
Piensen en la oposición entre el policial negro norteamericano y el policial
clásico de enigma inglés. En un caso el que investiga está tan sucio y corrupto como los
criminales que investiga (eso pasa en la novela negra), y en el otro caso investiga todo
desde su intelecto (como Auguste Dupin, como Sherlock Holmes, o como Hércules
Poirot). Acá el enigma clásico es llevado al extremo porque don Isidro Parodi no tiene
ningún contacto con la escena del crimen y sólo puede valerse de su intelecto desde la
cárcel. Ahí en el título de la obra se está haciendo un juego de palabras entre Parodi y
Parodia, porque eso es una parodia. Lo que está haciendo es mostrar el procedimiento
exacerbarlo.
Cuando un elemento literario se automatiza y se desgasta no desaparece, como
planteaba Schklovski sino que cambia de función, se vuelve auxiliar. Dice como
ejemplo que en determinada escuela literaria se considera la descripción de la naturaleza
como forma de retardar la acción, mientras que para otra escuela literaria la descripción
como procedimiento, va a ser fundamental.
Va a plantear entonces diferentes funciones para estos elementos. Habla de la
función sinónima, de la función autónoma y de la función verbal. La función verbal es
la que permite ver la relación con la vida social; porque, en el fondo, el lenguaje poético
está construido con lenguaje verbal. Entonces la función verbal es lo que permite la
relación más directa con la serie social, por la orientación del discurso, a partir de la
Ustanovka. La orientación pude ser, por ejemplo, la declamación o puede caer en los
clisés del lenguaje utilizado por los medios de comunicación. Un texto, una obra, un
sistema se va a orientar; y puede orientarse hacia lo declamatorio o hacia los clisés de la
televisión, por ejemplo.
Dentro de la obra, entonces, va a hablar de la función sinónima y la función
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autónoma. La primera es la que permite relacionar un elemento de una obra sistema con
otros elementos distintos de esa obra. La autónoma va a permitir relacionar un elemento
de la obra con distintos elementos de distintas obras.
Cuando analizo una obra la voy a recortar de distintos modos. Ellos piensan, por
ejemplo, en el uso del léxico que hace tal autor en tal obra. Se fijan que un determinado
personaje usa este léxico mientras que los otros personajes usan este otro. Eso sería la
sinónima. En cambio, en la autónoma se observaría el funcionamiento de ese léxico en
distintos autores. O el uso de los arcaísmos en diferentes obras. En términos de
Saussure, podemos pensar la función sinónima como el sintagma y la autónoma como el
paradigma, como el menú de posibilidades que me permite esas combinaciones dentro
del sistema. Puedo analizar una obra en sí misma, en relación con otras obras del mismo
autor, en relación con otras obras de la serie literaria o en relación directamente con la
serie social a través de la función verbal.
Recuerden que pasamos de una oposición entre lengua poética y lengua práctica
a un intercambio. ¿Cómo se da el intercambio? De este modo porque puedo analizar la
obra ya no como una suma de procedimientos cerrada, sino que tengo que ver cómo
funciona ese procedimiento en relación a otros procedimientos del mismo autor, en
relación con este mismo procedimiento utilizado por otros autores o por otros sistemas
literarios. Puedo ver, por ejemplo, cómo funciona la descripción en una novela realista
decimonónica y cómo funciona en una novela vanguardista.
El segundo Formalismo toma aquellos procedimientos que sólo eran analizados
en el primer Formalismo como conjunto que armaba una obra y los pone en una
relación con los demás textos del mismo autor, con los demás textos literarios y con lo
social. Lo que tenemos son como cajas chinas. Puedo analizar un procedimiento que se
diferencia de otros del mismo autor en un texto, con otras novelas del mismo autor, con
otras novelas de otros autores, con otras corrientes literarias, con otras épocas literarias
o me puedo ir de la literatura y llegar a lo social, porque están en correlación constante.
Es justamente este intercambio el que va a permitir que el sistema evolucione. El
sistema sólo puede evolucionar porque este intercambio genera tensión. La tensión se
genera en términos evolutivos.
“El sentido de la palabra poética” de Tinianov va decir que la dominante de la
lengua poética es el ritmo, pero que también funciona, de manera subordinada, el
significado. Entonces, una palabra va a tener un sentido o indicio fundamental, que es el
del diccionario, pero también muchos otros sentidos deformados por el ritmo, que van a
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estar jugando con los significantes y que van a fluctuar en relación con lo social. Dice
que la palabra carga con la historia de los contextos en los que apareció. Si digo: “Mi
novio ha desaparecido” puede significar que me dejó, puede significar que se murió o
puede significar que es un desaparecido. Si la obra, el sistema, está hecho con palabras
necesariamente va a haber una interrelación con lo social.
Para terminar, recuerden que este texto empieza peleándose con la génesis y
termina peleándose con la influencia. Con la génesis se pelea porque dice que más
importante que ver cómo se originó un texto es ver ese texto en función de su
intercambio con lo social. Sobre la influencia dice que no es significativa en términos
evolutivos; esto es, no es fundamental saber quién lo dijo primero. Tengan en cuenta
que esto es un estudio de historia literaria. Las historias literarias clásicas se forman en
términos de la génesis (de cómo se originó) o de la influencia (quién lo dijo primero). Él
va a decir que no importa ver qué generó qué, sino cómo se produjo esa evolución en
términos de la tensión de los elementos. Ahí podemos citar a Schklovski que dice que
“la literatura no evoluciona de padres a hijos sino de tíos a sobrinos”. Esto quiere decir
que no es que los grandes popes generan grandes popes, no se trata de estudiar la
historia como las altas cumbres, porque esto haría que quedaran por fuera un montón de
otros que en un momento llegan a estar ahí. Y llegan por esa relación de tensión entre
los géneros menores y los géneros canónicos, entre el centro y la periferia del sistema, y
sus relaciones con las series vecinas.
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