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Construcción en valores: más allá del sermón- acción – María Teresa Pérez García – UNAL – Julio 2011
Construcción de valores:
más allá del sermón - acción
María Teresa Pérez García1
Resumen
Se presenta la experiencia de Introducción a la Medicina Interna, asignatura nuclear que cursan
los estudiantes de pregrado de la carrera de Medicina y algunos de otras carreras (Psicología,
Enfermería, Farmacia) como materia electiva. Su innovación se basa en la aplicación de un modelo
pedagógico centrado en el trabajo de los estudiantes a través de la interacción entre ellos mismos y los
profesores y del empleo de metodologías que resultan de su imaginación y creatividad orientadas por
la coordinación del curso.
Abstract
This article presents the experience of the signature Introduction to the Internal Medicine, nuclear signature
which the students take during their basic nuclei of the medical formation and some students of other programs
(Psychology, Nursery, Pharmacy) as an optional subject, in the Universidad Nacional de Colombia. Its innovation is
based on the application of a pedagogic model, focused on the students work trough the interaction between them, the
teachers and the methodologies, as result of their imagination and creativity, guided by the coordination of the curse.
Prólogo
La invitación a participar en este evento me da la oportunidad de compartir una de las
experiencias más enriquecedoras de mi carrera docente. El desarrollo de este escrito y de la
presentación tiene tres referentes fundamentales: en primer lugar, mi reflexión crítica acerca de los
1 Profesora Asociada del Departamento de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá.
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aspectos formativos del programa de la carrera, apoyada en algunos autores que me han ayudado a
ampliar las perspectivas; un segundo componente es el programa de la asignatura, y el tercero es la
producción académica de los estudiantes que hicieron parte del curso que se adelantó en el 2º
semestre de 2005, de cuyos escritos extracté párrafos que dan cuenta de su proceso de aprendizaje.
1. Introducción
“Entiendo que ser médico no es solamente adquirir una enorme cantidad de conocimientos y destrezas en las
diferentes áreas, sino que es tener la capacidad, ante todo, de relacionarse adecuadamente con su paciente que le
permita, desde el contexto no solamente fisiopatológico, sino personal, entender y descifrar, en gran parte, a esa
persona que asiste a consulta” 2.
La asignatura Introducción a la Medicina Interna se incluyó en el programa en el año 1997,
como resultado de la reforma académica en la carrera de Medicina en 1993. El ingreso a las materias
de práctica clínica plantea a los estudiantes retos y expectativas de cuyo logro depende, en buena
parte, la construcción de un “saber ser” profesional de la medicina que, en el ejercicio posterior de la
profesión, se convierta en un recurso de gratificación y de desarrollo de excelentes seres humanos y
ciudadanos solidarios y responsables con la misión que les ha encomendado la sociedad3.
Teniendo en cuenta lo anterior, si bien el nombre de la asignatura hace referencia más a los
nexos temporales con los temas a tratar en los semestres que siguen, el sexto y el séptimo, sus reales
contenidos se orientan hacia la introducción a la práctica clínica, en general, sobre la base de
contenidos en el campo de la bioética y de otros elementos de reflexión en torno a la condición
humana del médico.
Esta materia, como se verá más claro en sus objetivos, pretende ofrecer al estudiante un
campo de reflexión en torno a las circunstancias y condiciones que deberá enfrentar en el futuro
2 Orozco Higuera, Nelson Fabián. Una nueva visión del ser médico. Crónica presentada como parte de la evaluación en la asignatura Introducción a la Medicina Interna, 2º semestre de 2005. 3 Programa del curso de Introducción a la Medicina Interna. Código asignatura: 51500-02. Periodo académico 2005, segundo semestre. Departamento de Medicina. Unidad de Medicina Interna. Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Colombia.
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inmediato, como estudiante de las materias clínicas, y en un futuro mediato, como profesional de la
medicina4.
Durante los primeros semestres de la carrera los estudiantes reciben una información básica
en materias eminentemente técnicas que, aunque necesarias, lo aíslan progresivamente de su vida
cotidiana, de sus valores y costumbres. Los órganos sanos o enfermos, los sistemas, las estructuras,
mirados como objeto de investigación y de estudio, van perdiendo sus misterios, hasta llegar a la
biología molecular, los genes, los organelos de las células. Pero, en este maremágnum de
información, desaparecen el sujeto y sus significados.
El ser humano se instrumentaliza como cadáver, desaparecen sus significaciones como ser
vivo, y la imperiosa necesidad de saber, de construir un conocimiento objetivo, llevará al estudiante a
dejar de mirar enfermos, para mirar objetos de experimentación, para visualizar la evolución de las
enfermedades y las alteraciones de los órganos5. Como plantea D. W. Moller (1996): “Desde el inicio
de su entrenamiento, los estudiantes de medicina rápidamente aprenden a permanecer
emocionalmente distantes cuando se enfrentan al sufrimiento, la tragedia y la muerte”6. Y lo reafirma
R. Fox (1979), a propósito de la función subyacente de la práctica de autopsias: “Ellos pronto
aprenden a suprimir sus percepciones emocionales y la angustia, para dar paso a una neutralidad
emocional y dedicar su atención a las cuestiones científicas y técnicas”7.
La aproximación a la persona enferma demanda mucho más que la simple proximidad física y
el dominio de un lenguaje y un conocimiento técnicos. Las condiciones descritas en el párrafo
anterior son las que llevan los estudiantes para enfrentarse a la práctica clínica, a la interacción con
los enfermos. Sin embargo, a pesar de la aparente neutralidad afectiva, ellos tienen temores sobre lo
que implica esa interacción con la persona enferma. Sienten que las habilidades de comunicación son
pobres y que la información con la que cuentan no es suficiente para entender y ayudar a la otra
4 Ibíd. 5 Pérez, M. T. ¿Se puede conjugar en un solo profesional el ejercicio de las dos profesiones? Universidad Nacional de Colombia, Unibiblos, Bogotá, 2002, p. 54. 6 Moller, D. W. The Modern Organization of Death. In Moller, D. W. Confronting Death. Values, Institutions, and Human Mortality. Oxford University Press, New York, 1996, pp. 24-45. 7 Fox, R. The Autopsy: Its Place in the Attitude-Learning of Second Year Medical Students. In Fox, R. Essays in Medical Sociology: Journeys Into the Field. John Wiley & Sons, New York, 1979, chapter three. Citado por Moller D. W. Ob. cit.
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persona. Y es precisamente hacia este sentimiento que se dirige el curso de Introducción a la
Medicina Interna.
La educación en Medicina involucra una identificación mucho más elevada con los
profesores y una inmersión casi completa en la realidad institucional, de manera que el estudiante
renuncia, casi por completo, a los eventos de su vida cotidiana, igual que lo hacen los demás
miembros de la institución. Modifica sus conversaciones y sus interlocutores, perdiendo contacto
con la realidad cotidiana y distanciándose de todos aquellos que pertenecen a ella (familia, amigos,
vecinos, etc.). Sin embargo, el sacrificio de lo humano, de lo cotidiano, tiene el riesgo de conducir al
vacío en la identidad personal, factor determinante de la imposibilidad de identificar a los otros,
pacientes o estudiantes, como legítimos otros, como susceptibles de sufrimiento, como seres
sensibles8. Crear una conceptualización que contrarreste esa cotidianeidad artificial institucionalizada,
es el objetivo de este curso.
2. El porqué del título
Titulé este escrito así porque la estructura del curso implica una actividad inusual de sus
participantes en su desarrollo. En primer lugar, de treinta y dos temas que constituyen sus
contenidos, diez son desarrollados en su totalidad por los estudiantes. Esto no solo implica la
revisión temática, orientada por la coordinación del curso y apoyada en lecturas recomendadas en el
programa, sino la iniciativa y creatividad de los estudiantes para desarrollar el tema a través del
empleo de muy diversas formas de participación colectiva. Cineforos, debates, juegos de roles,
concursos de muy diversa índole, videos realizados por ellos, actividades al aire libre, son algunas de
las múltiples actividades con que puede expresarse la imaginación de cada grupo, para lograr integrar
al resto de estudiantes e invitarlos a compartir con ellos su reflexión en torno al tema asignado.
En segundo lugar, aunque el trabajo de los profesores, por la limitación de tiempo y por el
gran número de estudiantes, debe realizarse como clase magistral, se invita a profesores y estudiantes
a abrir un diálogo y una interacción, que sería más enriquecedora si esta forma de trabajo fuera más
8 Pérez, M. T. Ob. cit., 2002, p. 64.
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generalizada en las otras asignaturas del programa, de modo que los estudiantes tuvieran menos
temor de intervenir, y los profesores de ser intervenidos.
Por último, la presencia permanente de la coordinación del curso, fundamentalmente para
orientar y acompañar el trabajo de los estudiantes, entregando referentes en el material bibliográfico
o cinematográfico, y realizando reuniones preparatorias que les ayuden a construir sus propias
dinámicas, dependiendo de las características particulares de cada grupo, que pueden o no favorecer
ciertas expresiones y el empleo de los recursos y del tiempo disponible para la sesión. En estos
aspectos se encuentran las fortalezas del curso.
3. La complejidad del concepto salud
De alguna manera todos sabemos qué es estar sano: cuando pensamos en que no somos portadores
de enfermedad; por eso se suele escuchar, en medio de situaciones muy difíciles, la frase “menos mal
hay salud”. Sin embargo, a la hora de pensar en una definición, la cuestión se torna difícil, entre otras
cosas porque el abordaje de este tema, como problema, parece ser una cuestión exclusivamente
académica. En la vida cotidiana, todo el mundo parece saber de qué se está hablando, sin necesidad
de mayores argumentos. “La consecuencia más elemental para el sentido común es que se piense que
existe salud cuando no están presentes sus carencias”9.
3.1. La salud como estado
La salud es un estado, esto es, una cualidad vital que afecta a la totalidad de la vida misma y,
en tanto que tal, representa un desafío permanente para cualquier definición precisa y medible. Los
múltiples factores que inciden en la configuración de este estado de salud (físicos, mentales, sociales,
culturales, económicos, espirituales...) es difícil que puedan analizarse y sintetizarse a partir de una
específica disciplina o perspectiva teórica. Así, la complejidad inmersa en el concepto trasciende el
campo de lo biológico, de los servicios sanitarios y del cuerpo de conocimiento que identifica a las
llamadas profesiones de la salud.
Como estado, es cambiante, no solo desde la percepción subjetiva, sino desde las definiciones
históricas, las condiciones de vida de las comunidades y el avance en el conocimiento.
9 García, A., Sáez, J., Escarbajal de Haro, A. Educación para la salud: conceptos y definiciones. En García A., Sáez J., Escarbajal de Haro, A. Educación para la salud. La apuesta por la calidad de vida. Arán Ediciones, Madrid, 2000, pp. 15-54.
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3.2 Como percepción subjetiva
En el complejo concepto de salud están inmersos muchos factores que arrancan desde la
subjetividad de cada persona (sentirse sano), en la que intervienen elementos como el género, el
origen étnico y las convicciones religiosas que se confrontan, en todo caso, con la noción de salud
proveniente de los profesionales de la salud, los expertos.
3.3 Como sujeto de objetivación
El otro factor importante es la objetivación de este estado. En la estructura convencional del
sistema, corresponde a los médicos definir objetivamente la ausencia de enfermedad. Sin embargo,
tanto la enfermedad como el proceso de bienestar son un producto biopsicosocial, en donde la
interacción entre convicciones y decisiones personales con sus comportamientos derivados; las
condiciones familiares, laborales, socio-culturales, económicas y políticas y el medio físico y social,
inciden en el proceso y sus resultados finales.
Ni la salud ni la enfermedad pueden verse como agentes aislados que se instalan en nuestro
organismo, como algo externo e incontrolable y modificable simplemente, a través del compromiso
individual con la salud o de la intervención terapéutica, cualquiera que esta sea.
3.4 Más allá del concepto de los expertos
Reducir el concepto de salud al control de los factores y conductas de riesgo individuales o a
la presencia de factores y mecanismos protectores en salud que operan de acuerdo con las demandas
del desarrollo y con los contextos sociales en donde se mueven las personas, minimiza la concepción
de bienestar en el campo de la salud, reduciendo el problema a la dicotomía salud-enfermedad como
polos opuestos, limitando el campo de la salud pública a la aplicación de una tecnología dirigida al
control de fenómenos puramente biológicos y dejando de lado las condiciones, relaciones, medios y
nivel de vida, componentes esenciales del bienestar humano y por tanto de la salud10.
Finalmente, todo grupo social construye una idea de lo que es estar sano, que se relaciona
directamente con los valores culturales, el momento histórico, la constitución biotípica y las
condiciones físicas en que se vive. “La salud, en suma, es un estado de la existencia humana,
complejo en el orden de su realidad y lleno de múltiples relatividades y matices en el orden de su
10 Rodado, C., Grijalva, E. La tierra cambia de piel. Editorial Planeta, Bogotá, 2001.
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conceptuación”11. Si aceptamos esta complejidad inmersa en el concepto, las profesiones de la salud
no son las únicas que pueden dar respuesta al problema de la salud de los individuos y las
colectividades. Y tampoco ningún terapeuta puede estar completamente seguro de que su
tratamiento, en cuanto al logro de la salud, será absolutamente eficaz y nunca su juicio pronóstico
puede hallarse exento de un margen de incertidumbre. Prepararse para enfrentar esta complejidad
requiere mucho más que la información técnica. Requiere formación en valores, reflexión profunda y
pensamiento crítico. Requiere además inteligencia intuitiva y la capacidad de enfrentar la
incertidumbre. Requiere un vasto conocimiento de las personas y sus mundos, que el estudiante
empieza a evidenciar a través de la interacción con los compañeros y los profesores y que luego logra
reconocer en las personas que acepten ser libro para su aprendizaje.
4. Deberes y funciones del profesional de la salud
Los deberes de los profesionales de la salud están mediados, inevitablemente, por el
sufrimiento inmerso en la condición de enfermedad. Así mismo, el ejercicio profesional no puede
marginar, aunque se quisiera, la condición humana del mismo profesional. La primera orientación de
sus deberes es la persona enferma y así se evidencia en la estructura de su programa académico.
Pasando el ciclo básico, su proceso de aprendizaje involucra al enfermo. Por eso uno de los temas a
tratar tiene que ver con la relación médico-persona enferma.
4.1 Sobre la relación médico-persona enferma
Como se mencionó, en el diseño de los programas académicos es evidente cómo el lenguaje
sencillo y corriente, con el que se objetivan los hechos de la vida cotidiana de los seres humanos que
están aprendiendo medicina, va siendo relegado desde los primeros períodos de formación
académica, suplantado por un discurso ritual, sofisticado y erudito, pobre en léxico, expresión
básicamente de lo referencial, de lo no propio, de lo que se ha aprendido a repetir sin cuestionar,
muy lejano de la expresividad de lo personal, de la creatividad que surge de la diferencia12.
11 Laín Entralgo, P. Hacia una terapéutica general antropológica. En Laín Entralgo, P. Historia universal de la medicina. Salvat Editores, Barcelona, 1976, t. VII, pp. 232-235.
12 Pérez, M. Reflexiones sobre nuestro quehacer pedagógico: hacia la reforma curricular en la carrera de medicina. Revista de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia, 1997, 45 (2): 76-82.
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Este lenguaje científico, tan emocionante en un principio, se convierte con el tiempo en una
barrera. Es poco recursivo, expresa una versión limitada y esquemática del mundo, reduce el
pensamiento a una visión lineal que busca siempre una relación directa causa-efecto; tiende a ignorar
todos los demás elementos de la vida, tanto del terapeuta como de la persona enferma, que pueden
estar influenciando la expresión y la interpretación de la enfermedad, y es siempre vertical porque su
empleo desconoce la bidireccionalidad que, al igual que en todas las relaciones humanas, existe en la
interacción médico-persona enferma. Recrear el lenguaje vernáculo y hacer conciencia de la
cotidianeidad es parte fundamental tanto de la estructura como del desarrollo del curso.
Hasta hace cerca de 20 años, la medicina se ejercía desde un enfoque completamente
paternalista, que prescindía de la opinión de la persona enferma respecto a su tratamiento. Esta
última ni siquiera preguntaba sobre su diagnóstico o sobre el tratamiento, de modo que las
enfermedades y las decisiones terapéuticas eran un problema únicamente de los científicos.
Hoy, debe ser la persona asistida quien decide si acepta o rechaza un tratamiento, quien
indague sobre las repercusiones, quien realice el balance riesgo-beneficio. Ejercemos la profesión a la
luz no solo de los Códigos de Ética, sino guiados por las Cartas de Derechos de los pacientes. Sus
concepciones, creencias y percepciones sobre la vida y sobre la muerte deben ser las prioritarias y
determinantes, no solo para la acción terapéutica, sino para la ley. Repensarse como pacientes, en la
vida cotidiana, es uno de los objetivos que el curso implica para los estudiantes.
Reconocer, a través de sus propias construcciones y vivencias, que la relación médico-
persona enferma es una relación de subjetividades en la que se expresan experiencias dispares, que
debe centrarse en la persona asistida, en sus expectativas, ideas y sentimientos; que debe buscar
congruencia, abordando el sufrimiento como esta última lo percibe, para crear un significado
compartido, es una de las pretensiones del curso. Que en esta relación se expresan aspectos
intangibles que se desprenden de cada uno de sus actores y que el médico no solamente debe ser
capaz de interpretar los intangibles del otro, sino los propios, para que no se distorsionen ni la
interpretación de lo que el otro siente ni la acción correcta que debe tomar, son logros que se
pretenden alcanzar cuando se enfrentan a sus creencias y percepciones en la diversidad de dinámicas.
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Por eso son los estudiantes, con su creatividad y su imaginación, quienes encarnan de manera
directa parte del desarrollo de este tema. Son sus propias percepciones las que dan fundamento a las
actividades y expresión tangible a las lecturas y películas que les sirven de referencia.
4.2 Sobre la relación con los demás profesionales
Otro componente fundamental en la estructura cerrada de la institución médica es la relación
con los demás profesionales de la salud y con los colegas. En este contexto, la complejidad es muy
grande. Los seres humanos por naturaleza y por supervivencia somos sociables, cooperadores,
solidarios. Sin embargo, desde el entorno institucional el proceso de formación universitaria pareciera
lograr las adaptaciones necesarias para pasar de este fundamento natural, a la afirmación del poder,
del dominio, de la obediencia y la sumisión sin cuestionamientos, en que se fundamentan la mayoría
de las relaciones en la sociedad actual.
En nuestro medio, un estudiante cuando ingresa a la universidad, muchas veces por primera
vez, está ejerciendo su autonomía. Si bien sigue dependiendo de su familia en muchos aspectos, ello
se expresa en la decisión de estudiar determinada carrera e incluso en la selección de la institución en
la que va a realizar sus estudios. Es él quien debe definir sus tiempos, su grado de responsabilidad y
compromiso, el tipo de actividades que desarrollará y, sobre todo, la manera como se relaciona con
sus compañeros y superiores. Así, empieza una forma de vida más independiente de su grupo
familiar, especialmente fuera del control de la autoridad de los padres. En esta fase inicial de la
formación profesional, el estudiante le da expresión a su propio Yo13.
Cabría esperar que la Universidad, con su estructura y funcionamiento, promoviera el
desarrollo de esa primera fase de autodeterminación, hacia niveles superiores. Sin embargo, la
estructura de las relaciones, vertical y unidireccional; la rigidez de los programas académicos y la
dictadura del conocimiento, reducido a la información, devuelve al estudiante a una condición
dependiente, de obediencia incondicional y de ausencia de reflexión sobre sus actos y sus propias
limitaciones. Este hecho influye de manera fundamental en la dificultad para relacionarse con los
demás, en la imposibilidad de reconocer el conocimiento de otros y, sobre todo, en la incapacidad de
reconocer a sus iguales como portadores de información y experiencias válidas y útiles en su
construcción de vida.
13 Pérez, M. T. Ob. cit., 2002, p. 64.
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Una primera aproximación a esa autodeterminación aparece en este curso, cuando los
estudiantes son los directos responsables del desarrollo de parte de su contenido y cuando pueden
expresar sus apreciaciones y sus preguntas a los profesores. Así mismo cuando logran trabajar en
grupo, construir consensos y reconocer a sus compañeros como capaces de ayudarles a aprender.
4.3 Sobre la relación con la comunidad
El tercer componente tiene que ver con lo que la comunidad espera de él, imagen que está
mediada por las creencias y las fantasías que tiene la gente sobre los profesionales y las que tienen
estos de sí mismos y de la profesión.
La ciencia, lejos de seguir confinada y aislada de la naturaleza, debe ser un intento de
comunicación con ella, “de aprender, mediante su contacto, quiénes somos y en qué modo
participamos en su evolución”. Y cuando se hace referencia a la naturaleza, se enmarca todo lo
humano, incluyendo la salud, el bienestar y la calidad de vida de los seres humanos. Por el lado de los
profesionales de la salud, no se puede seguir promoviendo el discurso reduccionista de promoción de
la salud y prevención de la enfermedad en el campo de los comportamientos y estilos de vida
individuales y aislados de la realidad social, que, aunque pueden brindar bienestar a corto plazo, no
modifican de manera ostensible y en el largo plazo la calidad de vida de las personas, porque las
convierte en potenciales “enfermos” desde el discurso de los factores de riesgo, para que con el
tiempo engruesen las filas de los consumidores de medicamentos, productos light y estilos de vida
comercialmente productivos.
Tampoco se puede seguir fomentando en sus prácticas el mercantilismo y el consumismo
inmersos en el desarrollo de la tecnología médica y la farmacéutica, ni las falsas expectativas que
estos desarrollos generan, tanto en la comunidad general como en los mismos profesionales. Aunque
sí es posible, con este gran desarrollo tecnológico, ofrecer mejores resultados para la comunidad, ello
implica mayores erogaciones y riesgos. No ofrece todas las respuestas y no puede abolir el gran
sufrimiento de las personas con enfermedad, aunque se pueda prolongarles la vida. Por eso, este
tema es uno de los que desarrollan los estudiantes, apoyados en lecturas críticas y bajo la orientación,
en primer lugar, de su capacidad intuitiva y, en segundo, de la coordinación del curso.
Reconocer que para los profesionales, aunque facilita la tarea, el contar con los apoyos
diagnósticos no permite prescindir de la interacción directa con las personas, es uno de los mensajes
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que deja el trabajo en el curso. Aun con los apoyos tecnológicos, el acto médico siempre concluye
con una hipótesis diagnóstica, nunca con una verdad absoluta, porque, al igual que en las ciencias
sociales, el objeto de observación es un sujeto, cuyas respuestas están inmersas en la incertidumbre,
la dinámica y la inestabilidad que lo definen como perteneciente a la especie humana. Desmitificar el
alcance de la tecnología y la noción del médico “todopoderoso” es parte de lo que se intenta realizar
en este curso.
Como afirma Olivé, “nadie está justificado moralmente para ejercer solo un papel autoritario
alegando tener un saber privilegiado”. “...lo único que puede justificar moralmente la existencia y el
desarrollo de la tecnología es su contribución al bienestar de los seres humanos, sin producir daños a
los animales ni al ambiente, y permitiendo una exploración racional de este, así como un
aprovechamiento moralmente aceptable de los sistemas sociales”14.
Para llegar a este nivel de reflexión es necesario abrir espacios de diálogo que le permitan al
estudiante resolver algunas de sus dudas y ampliar las respuestas con las apreciaciones de sus
compañeros y de los profesores. Es por esto que la materia se define como teórico- práctica.
4.4 Deberes consigo mismo
El último aspecto tiene que ver con los deberes frente a sí mismo, componente reducido en
los programas académicos al campo técnico de la salud ocupacional, sin la posibilidad de reconocer
sus valores, sentimientos, debilidades y habilidades como seres humanos.
El único lenguaje legítimo para dar cuenta de la enfermedad es el científico, porque de esa
manera es posible obviar lo metafísico y porque así mismo se encierra el dominio de un
conocimiento. Para lograr aislar la enfermedad del sujeto, el profesional, de alguna manera, renuncia
a la propia sensibilidad e incluso a la propia identidad, ya que sin duda tendrá que verse a sí mismo
cuando está frente al enfermo, puesto que es un ser humano, sensible y mortal.
La medicina occidental en su afán de pertenecer al modelo de objetividad científica ha
reducido al hombre al nivel de “puras apariencias mensurables, manipulables, sustituibles,
14 Olivé, L. Naturaleza, técnica y ética. En Olivé L. El bien, el mal y la razón. Facetas de la ciencia y de la tecnología. Editorial Paidós, México. Seminario de problemas científicos y filosóficos, UNAM, 2000, pp. 107-128.
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desapareciendo su interioridad, su historicidad”15. Activar la autopercepción frente a los fenómenos y
circunstancias, trayendo a colación la propia experiencia, las convicciones y los sentimientos, es uno
de los objetivos de incentivar el trabajo de los estudiantes y de favorecer que se exprese su
creatividad en el desarrollo de los diferentes temas que les corresponde revisar.
La formación médica actual se basa en la acumulación de información y en el desarrollo de
destrezas y técnicas. A ello se agrega la construcción de la idea de un sujeto autosuficiente y
dominador. Alguien que se cree capaz de amordazar sus emociones y desaparecer la percepción del
sentimiento como motor de sus acciones, frente al dolor y al sufrimiento humanos. “El
debilitamiento de nuestra capacidad para reaccionar emocionalmente puede llegar a ser la causa de
comportamientos irracionales”, afirma E. Morin 16 . Y esto puede ser cierto en el campo de la
medicina. Que los sentimientos y nuestras emociones son capaces de enceguecernos, es cierto. Pero
también es cierto que son las emociones las que nos mueven hacia la búsqueda de las mejores
soluciones a los problemas y, sobre todo, las más apropiadas al momento y al contexto17. Para que
ello sea posible, el primer reconocimiento que debe hacer el profesional de la salud es el de su
condición como humano, sujeto a las mismas vicisitudes que los demás humanos, desde que es
estudiante y antes de llegar a ser “paciente”.
Reconocerse en la emoción, implica reconocer qué es lo que uno quiere; saber qué es lo que a
uno le gusta y quiere. Esta conciencia es el mejor ejercicio de la libertad y de la autodeterminación y,
así mismo, posibilita reconocer en los otros su gusto y su querer, es ejercer el respeto por la
diferencia y la verdad del otro18. Motivar el desarrollo de esas emociones es uno de los objetivos que
tiene entregar a los estudiantes la ejecución de parte del curso y moverlos hacia un pensamiento que
cuestione y critique, de manera constructiva, la noción tradicional de ser médico.
15 Vattimo, G. Postmodernidad: ¿una sociedad transparente? En Colombia, el despertar de la Modernidad. Ed. Foro Nacional por Colombia, Bogotá, 1999, pp. 188-196. 16 Morin, E. Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión. En Morin, E. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Editorial Magisterio, Bogotá, 2001, pp. 21-36. 17 Nussbaum, M. Emociones racionales. En Nussbaum, M. Justicia poética. Editorial Andrés Bello, Barcelona, 1997, pp. 85-114. 18 Maturana, H., Nisis de Rezepka, N. Formación humana y capacitación. Dolmen Ediciones, Santiago de Chile, 1995, pp. 61-90.
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4.5 ¿A qué se enfrenta, entonces, el profesional de la salud?
A una elevada exigencia de orden individual y colectivo; a la incertidumbre e inestabilidad
propias del ser humano, dependiente tanto del otro como de sí mismo, y al carácter único de cada
individuo con el que debe y tiene que relacionarse. En el ejercicio de su práctica, a pesar de los
grandes adelantos de la técnica y de la magnitud de los conocimientos sobre la enfermedad y la
muerte, el profesional de la salud diariamente se enfrenta al dolor de la enfermedad, a la conciencia
de sus propios límites y a la evidencia de que “es más lo que no puede que lo que le es posible”.
El reto consiste en evitar convertirse en un escéptico o en un cínico, solamente con intereses
monetarios; en un naturalista que no ve más que el acontecer causal, para el que cada individuo es
por completo indiferente; en un incrédulo para el que no existe sino un interminable círculo de
miseria, en el que ni la ciencia ni la ética sirven19.
El reto consiste en hacer de “la medicina una experiencia humana; una práctica en la que las
maravillas de la técnica y el inmenso valor de la ciencia estén siempre al servicio de la humanidad”20.
Esa es la conclusión a la que llega el estudiante en esta frase:
“Como futuro profesional me ha enseñado que aparte del conocimiento adquirido mediante la ciencia, hay otro
que debemos tener en cuenta y es aquel que no se aprende leyendo cascadas bioquímicas, ni tratados de
fisiología o patología. Es el de ser humano, aquel que trata de curar, pero que a la vez debe ser consciente de
que quien se encuentra postrado en una cama, con cierta dolencia, también lo es, y siente, se preocupa de su
situación, tiene una familia…”21.
Con este marco general, pasemos a mirar los objetivos.
5. Objetivos del curso
Los objetivos así como sus contenidos y actividades están trazados a partir de las reflexiones
anteriores. Su objetivo general es ofrecer al estudiante recursos teóricos de carácter filosófico y
humanístico de referencia obligada tanto en su proceso de aprendizaje como en el ejercicio de la
19 Jaspers, K. La idea del médico. En Jaspers, K. La práctica médica en la era tecnológica. Editorial Gedisa, Barcelona, 1988, pp. 9-26. 20 Cousins, N. Foreword. Physician as Humanist. In Reiser, D. E, Rosen, D. H. Medicine as a Human Experience. University Park Press, Baltimore, 1984, pp. IX-XVI. 21 Triana Murcia, Héctor Mauricio. ¿Y qué es eso de Introducción a la Medicina Interna? Crónica presentada como parte de la evaluación en la asignatura Introducción a la Medicina Interna, 2º semestre de 2005.
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práctica médica profesional; lo cual se pretende lograr pasando por los pasos que constituyen sus
objetivos específicos:
Sensibilizando al estudiante sobre los aspectos que inciden en la percepción, la vivencia y la
interpretación de la enfermedad, tanto de parte de la persona que la padece como del
profesional.
Brindando al estudiante información práctica acerca de los aspectos culturales, institucionales
y sociales que enmarcan su proceso de aprendizaje y el ejercicio de la práctica médica
profesional.
Intercambiando con el estudiante las vivencias e inquietudes que se presentan durante el
proceso de formación y en el ejercicio de la profesión médica.
Permitiéndole expresar las preguntas y cuestionamientos que surgen al acercarse al ejercicio
de la práctica clínica y brindándole, por medio del trabajo colectivo, elementos que le ayuden
a construir sus respuestas y soluciones, en el ámbito personal.
Ofreciéndole los fundamentos teóricos para la ejecución de la historia clínica, recurso
indispensable para el desarrollo del resto del programa en su carrera y en el ejercicio
profesional de la medicina. Y
promoviendo el desarrollo de habilidades de comunicación y de expresión verbal en público,
así como el respeto a la diferencia y el reconocimiento de la diversidad de opiniones y puntos
de vista.
6. Modelos de trabajo académico
Los diferentes recursos que se emplean tienen que ver con la imaginación, la creatividad y la
capacidad de los estudiantes para darle expresión a sus habilidades y asumir el compromiso con el
resto de sus compañeros.
La primera sesión define las reglas del juego, con las cuales se comprometen tanto los
estudiantes como la coordinación del curso. Reciben el programa completamente estructurado y se
reparten las responsabilidades. En su desarrollo, además de las clases magistrales de los profesores,
que deben permitir la participación de los estudiantes, se pueden emplear debates, mesas redondas,
discusiones, cineforos, juegos de roles, sesiones al aire libre, títeres, videos y hasta concursos. Se le da
15
Construcción en valores: más allá del sermón- acción – María Teresa Pérez García – UNAL – Julio 2011
mayor valor en la calificación al trabajo en grupo, a la capacidad de construir una idea de consenso
que preserve un cierto nivel de neutralidad que dé campo a la expresión de la diversidad de
opiniones, inmersa tanto en el grupo de trabajo como en el resto de los estudiantes del curso.
“… de ahí en adelante siguieron desarrollándose las diferentes exposiciones del curso con una metodología que
a mi parecer es el fuerte de la cátedra, que incluye trabajos en grupo que dan lugar a discusiones que son
primordiales para no descartar de antemano las diferentes opiniones, sino de todas estas, analizadas en
conjunto, tomar una posición en común, y formular una propuesta de grupo a nuestros compañeros, que se
enriquece aún más con la discusión, durante la exposición, con los diferentes puntos de vista de cada uno de los
compañeros de semestre, algo que difícilmente hacemos a lo largo de nuestros estudios”22.
7. Aprendizajes fundamentales
A través de su estructura, sus contenidos y dinámicas, el curso quiere darle expresión a los
cuatro aprendizajes fundamentales que recoge este trabajo de la Unesco publicado en 1996 y que
sigue siendo vigente23.
7.1 Aprender a ser
“Entendí que el trato con el paciente es mucho más complejo de lo que yo pensaba, y que él es un ser humano
al igual que el médico, y que todo, absolutamente todo, me puede pasar a mí también, y que el médico puede
volverse paciente en cualquier momento”24.
Aprender a ser implica reconocerse lo suficiente como para asumir los propios límites.
Reconocer que el conocimiento científico es limitado frente a muchos de los fenómenos que debe
enfrentar. Conocer sus emociones y saber modularlas para que se conviertan en herramientas útiles
en la toma de decisiones. Aceptar los alcances de su acción, sin la pretensión de poder y hacerlo
todo. Ser capaz de pensar autónomamente y con capacidad de crítica. Asumir un comportamiento
responsable y justo, que parta del reconocimiento de sí mismo, hacia el otro que recibe su asistencia,
22 Dávila Jurado, Servio Antonio. Crónica presentada como parte de la evaluación en la asignatura Introducción a la Medicina Interna, 2º semestre de 2005. 23 Delors, J. Los cuatro pilares de la educación. En Delors, J. La educación encierra un tesoro. Informe a la Unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI. Santillana Ediciones, Unesco, Madrid, 1996, pp. 95-108. 24 Zúñiga, Yenny Carolina. Crónica presentada como parte de la evaluación en la asignatura Introducción a la Medicina Interna, 2º semestre de 2005.
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Construcción en valores: más allá del sermón- acción – María Teresa Pérez García – UNAL – Julio 2011
y tener una gran fortaleza de carácter para poderse enfrentar a todos los retos que el ejercicio
profesional impone en esta época en la que tener es más importante que ser.
7.2 Aprender a convivir
“La segunda imagen tiene como fondo mi aprendizaje como miembro de un grupo de trabajo, aquí puedo
mencionar que he aprendido a ser más tolerante con respecto a lo que piensan mis compañeros, pues debo ser
consciente de que por más que me empeñe en sacar un proyecto adelante no estoy trabajando solo, lo que sí
puedo hacer es someter mis ideas a discusión para, de esta forma, hacer un mejor trabajo”25.
“En mi formación como ciudadana puedo decir que el curso ha contribuido en dos aspectos: el primero, la
responsabilidad social que se tiene al ejercer la carrera que estamos estudiando, ya sea medicina en el caso de
mis compañeros o psicología en mi caso, responsabilidad social que apunta no solo a la calidad como
profesionales, sino a la reflexión, la crítica y la construcción de una sociedad y en particular de un sistema de
seguridad social, estructurado alrededor de las tres dimensiones: social, psicológica y biológica del ser humano”.
“El segundo, el reconocimiento, la reflexión y el respeto de las posiciones acerca de temas tan polémicos como la
eutanasia, la clonación y la fertilización asistida”26.
“No pasó mucho tiempo antes de que algunas ideas tratadas en clase entrasen en franca discordancia con mi
pensar y actuar, y que el peso argumentativo de los expositores me forzase a rediseñar mi forma de ser; es así
como después de fastidiar por meses a mi padre por no dejarse hacer una curvita de glucosa, teniendo un
cuadro clínico como de libro de diabetes, opté por brindarle toda la información pertinente del tema, con una
clara explicación de las consecuencias de cualquier acción y dejarle decidir, y aún más difícil fue aceptar su
negativa”27.
Aprender a convivir con los demás arranca de asumir al “otro” como significativo, como
portador de un conocimiento válido e importante. Implica reconocer el papel de los demás en la
propia vida, no solo como colaboradores en el campo laboral, sino como referentes en la propia
construcción de identidad y reconocimiento de sí mismo. Supone aprender a identificar las
necesidades de los demás y considerarlas prioritarias, para poder construir soluciones consecuentes
25 Mosquera Ruiz, Edinso Rafael. Crónica sobre lo aprendido en lo referente a la calidad humana. Crónica presentada como parte de la evaluación en la asignatura Introducción a la Medicina Interna, 2º semestre de 2005. 26 Vargas, Marcela. Crónica presentada como parte de la evaluación en la asignatura Introducción a la Medicina Interna, 2º semestre de 2005. 27 Carvajal Hurtado, Jorge. Crónica de un neófito. Crónica presentada como parte de la evaluación en la asignatura Introducción a la Medicina Interna, 2º semestre de 2005.
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Construcción en valores: más allá del sermón- acción – María Teresa Pérez García – UNAL – Julio 2011
con la realidad de cada uno y de la sociedad de la que forma parte. Supone asumir que sus actos
tienen consecuencias sobre la vida de las demás personas y, por tanto, ejecutar la tarea con el
máximo cuidado para reducir el margen de error.
7.3 Aprender a aprender
“No creí que de esta relación partieran tantas complejidades que llevan finalmente (sabiéndolas llevar) a un
acercamiento profundo con el paciente, que permite sacar el mayor provecho, no solo en la profesión, con la
meta del diagnóstico y el tratamiento, sino, en mayor medida, en el proceso de crecimiento como ser humano”28.
Aprender a aprender es asumir la incertidumbre inmersa en lo vivo y en lo humano. Es ser
capaz de reflexionar sobre la práctica, para poder atender el caso único, para construir las soluciones
acordes a la necesidad y posibilidades del momento. Es reconocer el valor de la experiencia,
haciéndola significativa como fuente de conocimiento, al igual que aprender del saber de la
comunidad que le entrega información muy valiosa para interpretar el mundo y las imágenes en que
se desenvuelve cada ser humano. Es reconocer la permanente necesidad de estudiar y actualizarse y
estar en capacidad de construir las prioridades que demanda cada momento y cada persona.
7.4 Aprender a hacer
“… las reflexiones individuales y grupales construyeron (en mí por lo menos) una idea del proceso formativo
que me permitió „encajarme‟ dentro de la sociedad de un modo que no había considerado hasta ese momento,
adquiriendo herramientas argumentativas para defender ante las personas algunos aspectos de la práctica,
cuyas discusiones no solo me ponían contra la pared ante un grupo de gente, sino que también ponían a
temblar mis convicciones sobre lo que se supone quiero hacer el resto de mi vida”29.
Finalmente, aprender a hacer es poder poner en práctica los conocimientos de manera
competente e idónea, con destreza y habilidad en los procedimientos técnicos, con prudencia y
delicadeza en el manejo de la información y con diligencia y dedicación en el acompañamiento de un
proceso. Es lograr extractar de la experiencia elementos para ampliar su conocimiento y poder
retomarlo en el momento en que le sea útil. Es profundizar en el carácter cognitivo de la tarea y
28 Ángel López, Tattiana. ¿Cómo cambia una percepción? Crónica presentada como parte de la evaluación en la asignatura Introducción a la Medicina Interna, 2º semestre de 2005. 29 Lozano Murillo, Mario Alejandro. Aprendizajes. Crónica presentada como parte de la evaluación en la asignatura Introducción a la Medicina Interna, 2º semestre de 2005.
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Construcción en valores: más allá del sermón- acción – María Teresa Pérez García – UNAL – Julio 2011
entender por qué y para qué la hace, no solo en el campo técnico, sino en el campo del arte de
reconocer al otro como fuente de conocimiento y como blanco de las acciones.
8. Debilidades del curso
Como toda construcción humana, especialmente en el campo académico, el curso tiene
varios puntos débiles. Aunque las debilidades del curso se inscriben en varios aspectos, en aras de la
brevedad solo se mencionan las que tienen que ver con el currículo y los contenidos del programa:
1. La reflexión acerca de la construcción de una identidad profesional y sobre los principios y
reglamentaciones para el ejercicio profesional, solo aparece en este semestre y al final de la carrera, de
manera formal. De todas maneras, no se puede negar que debe aparecer, aunque informalmente, en
la vida del estudiante dentro de la universalidad que le ofrece la Universidad y en la interacción que él
establece con profesores y compañeros. Sin embargo, para hacer significativos estos momentos, se
requiere una formación.
2. La intensidad horaria dedicada a estos contenidos no alcanza a los 3 créditos, hecho que
nos pone en desventaja frente a los programas de las otras facultades de Medicina y no permite llenar
los requisitos mínimos establecidos por la ley. Habría que pensar seriamente en una reforma
curricular de la carrera que le dé más importancia a los elementos formativos, sacrificando la gran
carga de información.
3. La ausencia de una cultura académica en la facultad, que reconozca la importancia de
contenidos formativos y de ética, transmite a los estudiantes la imagen de “costura” o de poca
importancia.
4. El nombre de la asignatura limita y altera la visión y las expectativas que tienen los
estudiantes acerca de sus objetivos y de los contenidos que en ella se busca alcanzar. Su nombre
original era “Introducción a la clínica”, pero la estandarización y la normatividad del sistema
educativo condujeron a este nuevo nombre que no da cuenta de sus verdaderos objetivos.
Epílogo
Quizás uno de mis mayores aprendizajes como docente a través de este trabajo ha sido
entender y poder aplicar la siguiente frase: “No aprendemos nada con quien nos dice: „Haz como yo‟.
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Construcción en valores: más allá del sermón- acción – María Teresa Pérez García – UNAL – Julio 2011
Nuestros únicos maestros son aquellos que nos dicen „Hazlo conmigo‟, y que en vez de proponernos
gestos para reproducir, saben emitir signos desplegables en lo heterogéneo”30.
Agradecimientos
A los estudiantes del curso Introducción a la Medicina Interna, realizado en el 2º semestre de
2005, por su trabajo, por sus opiniones y por sus críticas para hacer mejor este curso.
A la Universidad Nacional de Colombia por hacer posible la ejecución de la asignatura y el poder
compartir esta experiencia.
30 Bárcena, F., Mélich, J. C. El aprendizaje extraviado: exposición, decepción y relación. En Bárcena, F., Mélich, J. C. La educación como acontecimiento ético. Natalidad, narración y hospitalidad. Ediciones Paidós Ibérica, 2000, pp. 149-190.
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Entre el éxito y la excelencia – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
Entre el éxito y la excelencia
Reflexiones para hombres y mujeres de Universidad
Carlos Julio Cuartas Chacón1
La diferencia que desde una determinada perspectiva se puede plantear entre el éxito y la
excelencia, tema que desde hace años ha sido objeto de mi atención, nos obliga a hablar sobre la
mediocridad y también sobre una que otra tentación que debe enfrentar el ser humano. Este tema,
no sólo es de interés para los estudiantes universitarios, en especial para aquellos que se acercan a su
graduación, sino también para los profesores responsables del ejercicio de la docencia2.
A Sir Winston Churchill, esa figura colosal del siglo XX, se atribuye la siguiente frase3: “el
éxito es la habilidad de ir de un fracaso a otro sin pérdida de entusiasmo”. Estas dos palabras, éxito y
entusiasmo, en una ceremonia de grados son especialmente apropiadas, porque solamente en la
culminación exitosa de los estudios se puede sustentar el otorgamiento de un grado universitario que
por medio de diploma se acredita; y solamente de entusiasmo, término lamentablemente desgastado
en nuestro medio por un uso farandulero, solamente de entusiasmo puede revestirse nuestro espíritu
1El Ingeniero Cuartas, Asistente para la Promoción de la Identidad Javeriana y Profesor de Historia de la Ingeniería, fue
Decano Académico en la Facultad de Ingeniería, Decano del Medio Universitario en la Facultad de Artes y miembro del Consejo Directivo de la Pontificia Universidad Javeriana. El 3 de mayo de 2010 asumió el cargo de Decano del Medio Universitario de la Facultad de Ciencias Jurídicas.
2 Versión revisada del texto leído por el autor en la reunión del Departamento de Ingeniería Electrónica, el 19 de
febrero de 2008; el cual se preparó con base en la Lectura de Grado que en junio del año 2007 hizo en la Facultad
de Ciencias Jurídicas. El 14 de mayo de 2010 fue presentado en la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla con
ocasión del Día del Maestro. Este trabajo está dedicado a la memoria del P. José Gabriel Maldonado, S.J., en el
centenario del natalicio (2007) de quien fuera Decano de la Facultad de Ingeniería Civil, de la Facultad de
Ingeniería Electrónica y de la Facultad de Ingeniería que sucedió a las anteriores en 1978; Decano Emérito, entre
otras razones, por su indeclinable y ejemplar compromiso con la excelencia desde la sencillez de su andar
tranquilo, la grandeza de su manifiesto humanismo y la bondad de su vida consagrada. 3 La cita apareció en el artículo “Aprender a fracasar”, en Kerigma No. 89, Arquidiócesis de Ibagué, Ibagué, mayo de
2007, p. 13. En inglés corresponde a “Success is the ability to go from one failure to another with no loss of enthusiasm”, http://www.quotationspage.com/quote/2087.html.
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Entre el éxito y la excelencia – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
al contemplar el porvenir en una circunstancia como esa. Sí, el ánimo se exalta y la fogosidad se aviva
cuando la meta ha sido alcanzada, el propósito logrado y la tarea cumplida, y además, cuando se
abren nuevos horizontes en tierra de promisión. Por supuesto, esto ocurre en momentos
extraordinarios de la vida, pues no abundan en la realidad cotidiana los motivos para el entusiasmo,
menos en un país tan complejo como el nuestro. Pero no vamos ahora a referirnos a este asunto.
Nuestro tema se refiere al éxito.
A diferencia de lo que sucede en competencias deportivas o en concursos para la adjudicación
de contratos, la provisión de cargos o la selección de protagonistas de novela, el resultado que refleja
una ceremonia de graduación no es discriminatorio. Todos los graduandos reciben igual título y son
reconocidos en idéntica condición, así el camino recorrido haya sido muy distinto, también las
calificaciones y promedios, la consagración y el esfuerzo. El diploma no lo expresa, pero la memoria
individual lo registra cuidadosamente. Uno conoce bien sus pasos, sus orgullos y vergüenzas, sus fallas
por acciones u omisiones.
En este contexto puede decirse que una cosa es el éxito y otra la excelencia, y la Javeriana, -lo
sabemos bien-, procura ante todo la excelencia, quiere en sus filas hombres y mujeres, profesores y
alumnos, empleados administrativos, exalumnos, que no sepan de mediocridad, que se empeñen en el
perfeccionamiento, que no en la perfección4, que se propongan el mejoramiento continuo. Así lo
indican los laureles que adornan el escudo javeriano, el mismo que como marca de agua identifica los
diplomas que anuncian en español o en latín, el grado y título recibidos de esta Universidad.
Es propicio recordar ahora que “el hombre selecto”, según lo advierte José Ortega y Gasset5,
“no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que a los demás”. Queda
claro que la opción por la excelencia nace de lo más hondo del ser humano y que sin una
autoexigencia sería estéril. En esta dirección formulo por igual a profesores y estudiantes, por
supuesto con respeto, un primer llamado porque el mundo en que vivimos nos invita de mil maneras
a la comodidad y a la superficialidad, al apoltronamiento. Basta recordar el titular en un semanario6
que acompaña al principal periódico de Colombia, que decía “Más rumba, menos responsabilidad”.
4 Vince Lombardi plantea que “la perfección no existe, pero si la buscamos bien, alcanzaremos la excelencia”. En El
Tiempo, Bogotá, 31 de diciembre de 2007, p. 1-16. 5 Ortega y Gasset, José, La rebelión de las masas (1930), Barcelona, Ediciones Orbis, S.A., 1983, p. 42. 6 s/a “Claves para vivir mejor (Más rumba y menos responsabilidad)”, en Carrusel, El Tiempo, 25 de agosto de 2006.
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Entre el éxito y la excelencia – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
Con sorpresa encontré no hace muchos días que al respecto se pronunció en 1946 el jesuita Daniel
Restrepo en un artículo publicado en Revista Javeriana7 con el título “La frivolidad”, palabra que ha
sido desplazada por un anglicismo, muy apetecido cuando de dietas se trata: light.
Los años me han llevado a concluir que la excelencia está en función de la distancia que separa
al individuo del límite de sus posibilidades. Cuanto más cerca llevemos nuestra acción de lo que
resulta o parece imposible, mayor grado de excelencia acreditamos. Tal ecuación, vestigio del
Ingeniero que recibió su título en esta Universidad en 1976, y en relación con su profesión sólo puede
ostentar ahora una cátedra de Historia, nos recuerda cómo siempre es posible ir más allá, por
supuesto, con esfuerzo adicional, cómo un paso más puede hacer la diferencia, la misma que existe
entre “un mamarracho, que es lo fácil”, según recuerda el Padre Restrepo con una cita del escritor y
educador argentino Leopoldo Lugones, y “lo difícil que es la obra de arte”.
Resulta curioso que en el acondicionamiento físico tan acogido en nuestros días encontremos
una buena ilustración de este principio. Indicador de logro en el gimnasio, -dicen los expertos, yo no
lo soy, eso es evidente-, es el incipiente dolor muscular. Solo entonces el ejercicio produce resultados.
Ese último levantamiento de las pesas, que consume todo residuo de energía, es necesario para
afirmar el desarrollo pretendido. Y qué decir del embalaje de ciclistas en la recta final o de jinetes en
tierra derecha. ¡Como que todo se juega en esos instantes!
Por esta razón la simple rutina, el acontecer apenas vegetativo, el cumplimiento estrictamente
limitado de funciones precisas o de incisos normativos, son propios de muchedumbres que avanzan
gracias a la inercia, en virtud de la gravedad, y que en gran medida con sus decisiones responden a
miedos o estímulos, “garrote o zanahoria”, y no a sus convicciones con todas las consecuencias que
puedan acarrearles. Penosa es la vida de un hombre que actúa solamente por temor al castigo o el afán
de recompensa. La frase de Francisco de Quevedo que conocí recientemente 8 es apropiada para
ilustrar estos planteamientos: “Si haces bien para que te agradezcan, mercader eres, no bienhechor;
codicioso, no caritativo”. El comportamiento descrito configura un estado deplorable de mediocridad,
primera tentación que yo señalo a los primíparos en la charla de inducción, cuando explico la
presencia de los laureles en el escudo de la Javeriana.
7 Restrepo, S.J., Daniel, “La frivolidad”, en Revista Javeriana No. 121, Vol./Tom. XXV, Bogotá, febrero de 1946, pp.
33-38. 8El Tiempo, 15 de febrero de 2008, p. 1-22.
4
Entre el éxito y la excelencia – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
Ahora bien, debemos recordar que el camino al éxito no siempre pasa por la rectitud. Lo
hemos constatado con tristeza y a un precio muy alto en nuestro país. Han tenido éxito
narcotraficantes que amasaron grandes sumas de dinero en su ilícito negocio y compraron la
conciencia de policías, militares y funcionarios del Estado. Han tenido éxito contratistas que han
construido poderosas empresas gracias al soborno y otras prácticas corruptas. Han tenido éxito
políticos que no dudaron en aliarse con narcotraficantes, guerrilleros o paramilitares con tal de
obtener las votaciones necesarias para ser elegidos, o incluso, con el fin de eliminar contendores que
constituían serias amenazas a sus mezquinos intereses. Éxito han tenido los autores intelectuales, los
sicarios y secuestradores que han consumado el sacrificio de tantos colombianos9.
Ciertamente se pueden ganar procesos y licitaciones, por supuesto puede ganarse dinero, se
pueden obtener altas posiciones y medallas, pero si falta la rectitud no habrá respeto ni credibilidad,
dos de los mayores bienes que puede poseer un ser humano. Que lo digan los padres de familia frente
a los hijos, los profesores frente a los alumnos, las autoridades frente a los ciudadanos. Ni el respeto ni
la credibilidad se obtienen por imposición; solamente se ganan con base en las propias decisiones, en
las ideas defendidas con palabras y con hechos. Pírrico es el éxito alcanzado sin rectitud, así no
queden pruebas ni huellas del proceder deshonesto, y el ingenio o la viveza, -admirada por no pocos-,
hayan sido utilizados en ese sentido. A la sabiduría oriental pertenece el proverbio que nos enseña que
lo importante no es ganar o perder en un combate, sino ser un digno combatiente para ser respetado
en el triunfo o en la derrota10.
En un mundo que celebra el éxito, que le rinde culto al aplauso, que produce con frecuencia
listas de hombres y mujeres famosos o influyentes, -la revista TIME lo hizo de nuevo en el 2007 y
reunió en sus páginas a Benedicto XVI con Osama bin Laden; y en el 2008, a los dos eliminó de su
lista-, surge una tentación adicional. Se trata de la popularidad11. Como sea debemos figurar, ideal
9Entre ellos se destacan Argelino Durán Quintero, benemérito profesor y Decano de Ingeniería en la Javeriana, Luis
Carlos Galán Sarmiento y Álvaro Gómez Hurtado, insignes abogados javerianos, ejemplo de coraje y dignidad en el ejercicio del Derecho y la Política.
10 Jacinto Benavente plantea que “en la pelea se conoce al soldado; sólo en la victoria se conoce al caballero”. En El Tiempo, Bogotá, 24 de mayo de 2008, p. 1-18.
11 Véase el texto del autor, “Nada más que rating”, en Hoy en la Javeriana No 1227, julio de 2007, p. 27. Por otra
parte, el mensaje de S.S. Benedicto XVI para la XLII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se titula “Los
medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla” (4 de mayo de 2008) ,
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Entre el éxito y la excelencia – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
recogido12 en la célebre expresión “no importa que hablen mal de uno, con tal de que hablen”. Sí,
debemos ganar sintonía o si preferimos el anglicismo, rating, el nuevo dios de los medios de
comunicación, especialmente de las cadenas de televisión privadas que para aumentar su audiencia
explotan la miseria humana en los realities. El criterio se reduce a lograr el favor y la aceptación de
los demás, incluso a costa de principios y valores. Cunde así el populismo, enfermedad catastrófica
que con el tiempo destruye la popularidad deseada y arrolla al propio personaje.
A mi juicio esta tentación en el caso de la docencia, tanto la de profesores como la de padres
de familia y autoridades, cobra mayores daños porque sin el menor reato se renuncia a la función de
educar, lo cual implica, en no pocos casos, ir en contra del sentimiento infundado del educando. En
verdad me preocupa que cada vez sea mayor la utilización del mecanismo de la encuesta para definir el
quehacer de una institución, bajo una equivocada concepción de la debida participación y defensa de
la democracia. En materia de educación, no considero que este sea el camino para las
determinaciones. Caricaturizando, podríamos decir que no estamos lejos del día en que por plebiscito
se determine si todavía se acepta que dos y dos son cuatro. Personalmente creo que el educador y
sobre todo, la institución educativa no pueden renunciar al deber de proponer, de presentar la
propuesta en la que creen, y procurar su aceptación y desarrollo. Reducir su ofrecimiento a aquello
que sería acogido, siguiendo las leyes del mercado y el consumismo me parece sencillamente
deplorable. Esta práctica es, sin embargo, antiquísima. San Pablo advirtió a su discípulo Timoteo que
“llegarán tiempos en que no aguantarán que se les predique la sana doctrina, sino que se procurarán a
su capricho maestros que les deleiten los oídos”. La cita se debe al Padre Restrepo.
Los resultados de una labor educativa orientada de esa forma están a la vista porque cómo se
puede explicar el comportamiento de muchos jóvenes hoy en día, defendido por algunos con la frase:
“Es que así son ellos y nosotros debemos acomodarnos a los nuevos tiempos”. De ninguna manera
en:http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/communications/documents/hf_ben-
xvi_mes_20080124_42nd-world-communications-day_sp.html. 12 Oscar Wilde acuñó la siguiente expresión en El retrato de Dorian Gray: “There is only one thing in life worse than
being talked about, and that is not being talked about” (Hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti, y es que no hablen de ti). En Bartlett, John, Bartlett’s Familiar Quotations (1855), Justin Kaplan (Gen. ed.), 16th ed., Boston, Little, Brown and Company, 1992, p. 566.
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Entre el éxito y la excelencia – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
quiero decir con esto que se deba rechazar de plano todo cambio13. Esto también lo advertía el Padre
Restrepo: “Líbreme Dios de detestar todo lo moderno; de ser arqueófilo que degenere en misoneísta”.
Ante un panorama como el que describo no hay otra alternativa que una opción por la
excelencia, opción que necesariamente pasa por la rectitud, así perdamos popularidad y nos abandone
el éxito, en el sentido estrecho de la palabra, así debamos enfrentar el fracaso y la adversidad. De
todos es sabido que los resultados no siempre se compadecen con los procesos, con la labor
desarrollada. En una sociedad que también se inclina ante los resultados, poco mérito se reconoce en
el trabajo responsable y el aprendizaje que conlleva. Así lo indica el adagio popular, muy usado en
justas deportivas, “jugó como nunca y perdió como siempre”. Y qué decir de la palabra «perdedor», o
el anglicismo loser, impuesto en los últimos años en el medio juvenil para estigmatizar a compañeros
con condiciones diferentes a las consideradas normales en su desempeño académico, físico o
afectivo14. En este contexto, se podría preguntar si el caso de Pedro Claver corresponde al de «un
fracasado», o «un perdedor», o los de Pablo de Tarso y Francisco Javier, o el del mismo Bolívar, quien
llegó a afirmar que él junto a Jesucristo y Don Quijote “habían sido los tres grandes majaderos de la
humanidad”15. Sin embargo, el Mahatma Gandhi aseguró16 que “nuestra recompensa se encuentra en
el esfuerzo y no en el resultado”. Para este hombre grande “un esfuerzo total es una victoria
completa”.
En este mismo, encontramos un planteamiento de Winston Churchill, personaje poco
conocido por su incursión en el arte de la pintura, que por supuesto desafía y llena de inquietudes al
novato. Al recordar sus primeras experiencias frente a lienzos y caballetes, decía Primer Ministro
británico17 que “cada día uno puede progresar. Cada paso puede ser productivo. Y sin embargo, no
13 La columna de Mauricio Pombo, “Las „buenas costumbres‟”, publicada en El Tiempo, el 24 de junio de 2008, p. 1-18,
sirve de referencia para la discusión sobre los valores en la sociedad. 14 Benedicto XVI hizo alusión a esta expresión en la homilía que pronunció ante jóvenes italianos reunidos en Loreto el 2
de septiembre de 2007. 15 Fuentes, Carlos, El espejo enterrado (1998), México, Taurus, 2001, p. 365. 16El Tiempo, Bogotá, 29 de abril de 2008, p. 1-18. 17 "Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-
lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this,
far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb", en el ensayo de Winston S. Churchill “Painting
as a Pastime” [London, Odhams Press Limited – Ernest Benn Limited, 1949], que hizo parte de Thoughts and
Adventures (1932).
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Entre el éxito y la excelencia – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
deja de alargarse, de empinarse y ser más exigente la senda que enfrentamos. Uno sabe que el final de
un camino así es inalcanzable. Pero esto, lejos de desanimarnos, -es decir, de hacernos perder el
entusiasmo-, solo aumenta la alegría y la gloria del ascenso”. Esta maravillosa advertencia de un
hombre que conoció el éxito y la derrota, que hizo la guerra y procuró la paz, constituye valiosa
premisa en la vida. El grado en la universidad ilustra bien esta condición: tan sólo es un premio de
montaña porque ahí no termina el tour de la existencia; se trata simplemente del paso hacia una nueva
etapa, porque distancias y cuestas se suceden sin término en el continuo ascender de la vida.
Pues bien, a las tentaciones de la mediocridad y el populismo, se une otra que también
relaciono en la charla de inducción: se trata de sacarle el cuerpo a las responsabilidades. A ella me
refiero cuando recuerdo las ínfulas que salen de la tiara en el tocado que usaban los Papas
antiguamente y que en su momento tenían como fin asegurar al cuello del Santo Padre tan precioso
ornamento. Si la triple corona simbolizaba las responsabilidades del pontífice, -sacerdote, profeta y
rey-, las ínfulas que hoy tampoco pasan de ser un dibujo que hace parte del emblema, recuerdan la
tentación de huir o desertar, de esquivar los deberes. El propio Jesús, en uno de sus más hermosos
gestos de humanidad, suplicó a Dios apartar de él un cáliz horrible que debía beber. Humano es
considerar la alternativa de salir corriendo, de escapar, ante un desafío mayor porque como dijera
Sancho Panza18 : “el retirar no es huir ni el esperar es cordura cuando el peligro sobrepuja a la
esperanza”. En la conmovedora película “La ciudad de la alegría” escuché la triple alternativa que
tiene un individuo ante las dificultades: huir es la primera; otra es quedarse y permanecer inmóvil; la
tercera, tal vez la menos atractiva, sería quedarse y comprometerse, asumiendo un papel con el cual
evidencie sus convicciones; es decir, uno puede ser el fugitivo, el espectador o el testigo. Pablo VI, ese
inolvidable pontífice que visitó Colombia en 1968, advirtió19 que “el hombre contemporáneo escucha
más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan… o si escucha a los que enseñan es
porque dan testimonio”.
Dicho todo lo anterior, se podría afirmar que un profesor falta a sus responsabilidades cuando
por evitar su propio esfuerzo, repite un semestre tras otro sus lecciones sin someterlas a un proceso
18 Cervantes Saavedra, Miguel de, Don Quijote de La Mancha (1605), Barcelona, Galaxia Gutenberg - Círculo de
Lectores, 1998, I Parte, cap. XXIII, p. 299. 19 Pablo VI, Discurso a los miembros del «Consilium de Laicis» (2 de octubre de 1974), citado por el Santo Padre en la
Encíclica Evangelii nuntiandi, 1975. En: Encíclicas de Pablo VI, Madrid, Ebidesa, 1998, p. 366.
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de mejoramiento; o cuando encarga a los alumnos el desarrollo de cada uno de los temas de su
asignatura mediante exposiciones, y él aparece en el aula como simple espectador con algunas
funciones de moderador, justificado por discutibles argumentos metodológicos. Esta tentación del
profesor, -se podría llamar del facilismo-, es una de las siete que he identificado. Las otras seis, apenas
las mencionaré.
La tentación de la arrogancia: el profesor es incapaz de acercarse al alumno, sin confundir
sus roles. No logra bajarse del pedestal merecido o lo que es peor, se empeña en encaramarse en uno
creado a toda costa por él, con el fin de refugiarse o asegurarse, o simplemente, sin un propósito claro,
porque la cercanía crea dificultades. En esta misma categoría podría situarse el profesor que no se
interesa en saber si sus alumnos aprenden o no, -le basta emitir su señal-, así como también aquel que
rechaza toda evaluación.
La tentación del terrorismo: el profesor tiene el poder, -a veces no la autoridad-, y apela al
miedo para ganar obediencia y respeto. Es incapaz de con-vencer, de cautivar. Esta tentación está
claramente relacionada con el tema de perder asignaturas por inasistencia.
La tentación de la mentira: el profesor no es capaz de responder con un “no sé” la pregunta
que lo sorprendió, faltando así a la humildad y la sabiduría socrática. La alternativa es un discurso sin
contenido que hace claridad al estudiante sobre la ignorancia de su profesor.
La tentación del amiguismo: el profesor discrimina, tiene preferencias por razones diversas, y
las evidencia en el trato, la atención y las evaluaciones.
La tentación de la distracción: el profesor que gasta tiempo de su clase en temas irrelevantes,
a veces sin relación con la asignatura, no con el fin de ampliar el horizonte educativo, sino de
disminuir el tiempo real de las lecciones.
La tentación de la venganza: el profesor que ante una crítica seria y directa, o el desafío de un
alumno brillante y exigente, trata de apabullarlo, y se desquita preguntándole y humillándole.
Frente a este excelso menú, cabe recordar al sabio Aristóteles quien decía 20 que en el
comportamiento del ser humano como en el deporte de tiro al blanco, hay muchas formas de errar y
solamente una de acertar, de ser bueno.
20 Aristóteles, Ética Nicomáquea - Ética Eudemia, Madrid, Editorial Gredos, 1988, p. 169.
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Para concluir esta reflexión, se hace necesaria una última referencia asociada al contexto de
toda universidad jesuítica. Se trata del proverbio ignaciano por excelencia, A la mayor gloria de
Dios, -representado por las iniciales de la versión latina A.M.D.G.-, que no puede reconocerse
simplemente como expresión piadosa que logró lugar destacado en la Historia. Este dictum del
Fundador y General de la Compañía de Jesús tiene su síntesis en la palabra magis, guía y norte de
todo el quehacer de los jesuitas y de sus obras apostólicas. La Javeriana es una de ellas. Y ¿qué es «la
gloria de Dios»? Pues “un hombre vivo”, así lo indica san Ireneo21, es decir, “la vida del hombre” que
“es la visión de Dios”. Se trata entonces de dar continuidad a la creación, perfeccionarla en términos
que no pueden ser otros que el amor de Dios, el Creador. Así podemos comprender cómo para los
hebreos la palabra «gloria» significa “el peso de un ser en la existencia”. Sí, peso, fortaleza y solidez,
conceptos que no caben en el mundo light de nuestros días.
Debe recordarse que precisamente una de las características de la Educación jesuítica,
arraigada en la espiritualidad de Ignacio de Loyola, es, tal como lo señala Fernando de la Fuente22, “la
excelencia académica a condición de excelencia humana y cristiana. Y excelencia personal, -anota este
autor-, según las posibilidades y cualidades de cada alumno. Excelencia, diríamos hoy, en la atención a
la diversidad”. Este es el marco de referencia preciso que tiene la Universidad Javeriana, desde su
primera fundación en 1623.
La construcción de un mundo mejor es la finalidad a la que debe apuntar el quehacer
universitario y la acción de sus egresados, hombres y mujeres que tienen en su haber un diploma, su
más preciada carta de presentación. Nosotros como instituciones podemos asegurar ante la sociedad
que los exalumnos, no sólo aprobaron debidamente todo lo exigido para recibir el grado y título que
acredita sus estudios universitarios, sino también que durante estos años encontraron condiciones y
oportunidades propicias para su propio perfeccionamiento. En consecuencia, todo lo que nosotros,
Profesores y Empleados Administrativos hacemos, todo lo que hacen nuestros alumnos y nuestros
egresados, debe contribuir a que el mundo sea más humano, más acogedor e incluyente.
21Fundador de la Iglesia de las Galias en el siglo II, en: Becheau, S.J., François, 15 días con Ignacio de Loyola, Madrid,
Ciudad Nueva, 2002, p. 118. 22 De la Puente, S.J., Fernando, “Introducción histórica y pedagógica a La Pedagogía Ignaciana Hoy”, en Gil, Coria,
Eusebio (ed.), La pedagogía de los jesuitas, ayer y hoy, 2ª edición corregida, Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 2002.
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Cerremos, pues, esta reflexión con una pregunta y una breve proclama. ¿Éxito o excelencia?
No creo que sean opciones excluyentes. Hay que buscar el éxito, la victoria, sin renunciar a la
excelencia. Hay que buscar la excelencia, incluso a costa del éxito. Sí, que en el combate nunca nos
falte la excelencia, la pasión, la dignidad y sobre todo la rectitud; que en la derrota podamos descubrir
nuevos desafíos y no se agote el aliento; y que en el triunfo la arrogancia ceda su lugar a la gratitud y la
nobleza. Así seremos hombres y mujeres respetables, orgullo del Alma Mater, y grata permanecerá
nuestra memoria en la posteridad. ¡La hora del testimonio no termina!
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Valores Humanos y Universidad – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
Valores humanos y Universidad
Carlos Julio Cuartas Chacóni
Cartagena, 13 de Mayo de 2010
En este acto solemne, convocado para conmemorar en la Universidad Tecnológica de
Bolívar el Día del Maestro, hablaré sobre la promoción de los valores humanísticos y su incidencia en
la academia, no sin antes agradecer a la Rectora esta amable invitación que me ofrece el privilegio de
dirigirme ante un auditorio tan selecto.
Hablaré con base en la experiencia personal de vida universitaria que de repente se ha hecho
larga, y lo haré también apoyado en algunas referencias bibliográficas. Al aventurarme en la redacción
de estos párrafos pensaba cómo los argumentos no siempre se pueden referir a citas textuales de
obras o frases leídas. Es cierto. Todo se consume poco a poco en un crisol que alimenta las ideas y
las convicciones. Al final no hay cifras, no hay bibliografía, solamente pensamiento, así como no hay
nutrientes ni abonos, sino hojas y flores que se alzan frente a nuestros ojos. Este planteamiento me
recuerda la frase del Profesor mexicano Armando Rugarcíaii “cultura es aquello que queda cuando se
ha olvidado la erudición o los conocimientos,... una manera de ver el mundo y de expresarse en él;
una forma de entender y de convivir en la sociedad...”.
En primer lugar, considero pertinente hablar un poco sobre los valores humanísticos o los
valores humanos, si es que se puede hacer esta equivalencia. En el Diccionario de la Lengua Española, el
adjetivo humanístico se usa para hacer referencia al humanismo o las humanidades, mientras que el
adjetivo humano al hombre, varón o mujer. Si aceptamos la diferencia deberíamos preguntarnos
solamente por aquellos valores que sobresalieron en esa época de la historia de Occidente,
denominada Humanismo, que aparece asociada al Renacimiento, en particular el italiano, y que tuvo
lugar entre las últimas décadas del siglo XIV y las primeras del XVI. Sin embargo, es importante
recordar también que por humanismo se entiende “toda orientación de pensamiento que intenta
valorar al hombre en sus genuinas prerrogativas”iii, o bien, “una filosofía del hombre y de sus valores
basada en una gran confianza en él mismo y en la fuerza de la libertad”, según lo plantea Pedro
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Rodríguez Santidriániv. En este sentido, cuando se habla de humanismo se habla de la centralidad de
la persona frente a otras posibilidades.
El tiempo no nos permite ahondar en este interesante análisis; sin embargo, lo expuesto es
suficiente para reiterar el aprecio por estos términos que ennoblecen todo texto o discurso; y para
optar por la expresión valores humanos, puesto que valores humanísticos, como acabamos de ver,
podría tomarse en referencia solamente a un grupo particular, asociado a aquella época histórica, y en
esta reflexión es preferible no restringir su horizonte.
Ahora bien, cuando hablamos de valores humanos surgen referencias de interés. Anselm
Grün (2005) en su obra El libro de los valores - Elogio de la vida buena, -qué diferente de “la vida loca”
que pregona una canción pop algo reciente-, presenta breves reflexiones sobre 58 asuntos, entre ellos
el ocio, la modestia, la discreción y la esperanza. Por su parte Gustavo Villapalos en el libro que
publicó conjuntamente con Enrique San Miguel (2001), Los valores de los grandes hombres, se refiere a 41
personajes, entre ellos, Churchill, asociado al coraje, Bolívar, a la paciencia, Gandhi, a la paz, y Juan
Pablo II, a la fe. En una obra anterior, El libro de los valores, Villapalos, en esa ocasión en compañía de
Alfonso López Quintás (1996), solamente había analizado 14 temas, el primero, la solidaridad; el
último, la justicia. Otro autor nos habla también de 18 temas, la urbanidad, el primero; el amor, el
último. Sin embargo, el título de esta obra de André Comte-Sponville (1995) es Pequeño tratado de las
grandes virtudes, es decir, hace referencia a virtudes y no valores, término de cuño posterior y uso
generalizado que puede considerarse como sinónimo del anterior, y que definitivamente es más
aceptable en la sociedad actual. En verdad, si alguien nos viene hablar hoy de virtudes
inmediatamente nos preparamos para el desarrollo de temas asociados con religión o moral, con
cierto tinte de beatería y puritanismo, obviamente anacrónicos, que espantan audiencias juveniles y
son poco «taquilleros», para emplear una palabra inequívoca.
Sin embargo, todavía se encuentra en librerías la obra de William J. Bennett (1993) titulada El
libro de las virtudes, -no sé qué tanto se venda-, que el autor publicó para ayudar a la “educación moral”
de los jóvenes, entendida como “la formación del corazón y la mente para inclinarlos hacia el bien”v.
Bennett, un hombre de 66 años, -no es tan mayor-, que fue el primer zar antidrogas en los Estados
Unidos, dice en la introducción de su obra que “junto al precepto, el hábito y el ejemplo, -hermosa
trilogía-, existe también la necesidad de lo que podríamos llamar „alfabetismo moral‟”. Resulta muy
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atractiva la propuesta de este autor, pues en verdad además de saber leer y escribir, finalidades
básicas de los conocidos programas de alfabetización, todo hombre debería aprender acerca de la
bondad, una herramienta no menos necesaria en la vidavi.
Es interesante anotar también que la palabra virtud, de origen latino, proviene de la
traducción de la voz griega areté, excelenciavii, tan despreciada hoy en día, sustituida por la palabra
éxito, tan cuestionable.
Pues bien, frente a la disyuntiva valores humanos o virtudes, lo esencial es el comportamiento
o la conducta resultante del hombre, que es el tema de la ética: de las decisiones sustentadas que
determinan el itinerario de una vida. Con lo anterior deseo solamente señalar la diversidad de
perspectivas que aparecen a la hora de hablar de valores humanos.
Permítanme intentar ahora una aproximación diferente si aceptamos que los valores humanos
son aquellos que hacen más humano al hombre, a un varón o a una mujer en particular. Uno se
acostumbra a usar la expresión ser humano como equivalente a personaviii o individuo, y olvida la
misma connotación que aparece cuando decimos ser generoso o ser honesto, es decir, que implica
una condición del ser. Podemos aclarar lo dicho con la siguiente ilustración. Nos parece correcto
hablar de una persona generosa o de una persona honesta, pero no de una persona humana. En este
caso consideramos algo redundante la expresión. Y sin embargo, así como cada uno de nosotros
puede ser generoso y honesto, o no serlo, puede ser humano o no serlo, es decir ser inhumano. ¿No
lo fueron acaso las personas que se atrevieron a convertir a un inocente mensajero en un niño
bomba? ¿No fueron seres inhumanos esas mujeres kamikazes que causaron con su muerte la de otras
personas en el metro de Moscú? ¿No lo son los compatriotas que mantuvieron secuestrado a un
oficial colombiano mientras su hijo agonizaba enfermo e imploraba ver a su padre antes de morir?
¿No lo son los sacerdotes que han abusado de niños confiados a su cuidado? Y si nos acercamos al
mundo de las novelas que en no pocas veces nada tiene de ficción, ¿no lo fueron las personas que
han atropellado sucesivamente a Rosario Tijeras, o ella misma transformada de víctima en victimaria?
Formulo estos planteamientos para llamar la atención sobre la realidad de un tema que si
abordamos de una determinada manera, no pasa de ser una reflexión interesante que ronda por las
sendas del idealismo; pero que si enfrentamos en su verdadera dimensión, nos conmueve y estremece
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Valores Humanos y Universidad – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
porque se trata de la dignidad, el bienestar y la felicidad de las personas que comparten espacio con
nosotros y que en la cotidianidad se ven afectadas por nuestras decisionesix.
La vida, transcurrida para mí ya mucho más de la mitad, surge primero, como un misterio,
también como una oportunidad en dosis diarias, a término definido, breve y fugaz, que se nos da con
una sola finalidad: hacernos más humanos, cada uno de nosotros, y hacer más humano nuestro
entornox. ¡Así de sencillo! ¡Así de complejo! La pregunta que se deriva es entonces ¿qué hace más
humano a un individuo? La respuesta que asumo, sin que podamos encontrar nada de originalidad en
ella, se basa en una sola palabra: dignidad. Hay acciones que la consideran y esas son las que nos
dignifican, nos hacen crecer en dignidad. No lo hacen aquellas que la vulneran, la desconocen. En
este sentido, solamente algunos valores esenciales, a mi modo de ver, valores que quisiera inculcar en
un hijo mío, son los que apuntan a la dignidad.
En primer lugar, hablemos del hombre honesto, en oposición al ladrón y el mentiroso, al
corrupto que además es sinvergüenza y descarado. Ejemplos nos trae la prensa a diario. Otro valor
que inculcaría sin cesar en un hijo sería el del esfuerzo; quisiera ver surgir en él a un hombre
trabajador, «pilo», para usar una expresión algo juvenil, en oposición al holgazán, al cómodo, al «hijo
de papi». En tercer lugar, hablaría del coraje que no es temeridad o insensatez, en oposición a la
cobardía. Se trata en este caso del hombre valiente, que defiende sus principios y asume el costo
correspondiente: ese hombre, y no el matón, sabe qué significa coraje. Destacaría también al hombre
humilde, sencillo, en oposición al arrogante y vanidoso que desprecia e ignora.
Dicho esto, se podría pensar en categorías porque podríamos tener un hombre trabajador,
valiente y humilde que fuera deshonesto. En este caso se queda uno con un vago, cobarde y hasta
arrogante del que no se pueda decir que es un ladrón. También podríamos hablar de la prudencia
“que hace verdaderos sabios”, -la novena nos lo recuerda en cada Navidad-, y de la perseverancia, y
seguir ampliando la lista de valores o cualidades que configuran un hombre superior, héroe auténtico
que poco o nada tiene que ver con aquellos de historietas.
Ahora bien, en Colombia la figura del capo ilustra magistralmente los valores o virtudes, -no
creo que lo sean-, mejor las características, de un individuo protagonista no de novelas propiamente,
que entusiasma y cautiva a jóvenes televidentes y a otros no tan jóvenes. A uno se le llama el patrón,
a otro el señor de los cielos o el papa. Todos son personajes siniestros que tienen para dar y
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convidar, que aparte de balas y amenazas, ofrecen seguridad, techo y comida. Y no hay que olvidar
que en cada uno de nosotros habita el germen de un capo que no podemos dejar desarrollar, que hay
que atajar. Y en buena medida esta es la tarea de la educación.
Pero no hay que olvidar la otra cara de la moneda: millones de personas, la inmensa mayoría
dentro del anonimato, reúnen esas condiciones que los acreditan como auténticos seres humanos. En
esta ciudad, Cartagena, La Heroica, tenemos tal vez el mejor testimonio que en Colombia se haya
dado: Pedro Claver, el jesuita español que atendió el llamado del Nuevo Mundo y consagró su vida al
cuidado de los esclavos negros, víctimas de su época. Claver, contrariando costumbres y leyes,
reconoció la dignidad de estos hombres y se empeñó con acciones, no con discursos ni tratados, en
cambiar su situación de miseria y sufrimiento, en abierta oposición a los llamados negreros, los
victimarios o verdugos, comerciantes poderosos de su tiempo que no veían en aquellos sino una
mercancía y fuente de lucro.
Dejemos aquí este análisis sobre los valores humanos que ha merecido reflexión y trabajos
extensos a lo largo de la historia. Tornemos nuestra mirada ahora al mundo académico, al espacio
universitario y pensemos en la promoción que nosotros hacemos al respecto.
Lo primero que viene a la mente es una cátedra con esta orientación, que permite cubrir un
tema particular. Esta estrategia tradicional, asociada a los planes de estudio, que por supuesto tiene su
bondad, también tiene sus riesgos porque todos sabemos qué significa en el lenguaje común la
palabra costura, utilizada para referirse despectivamente a asignaturas de poca relevancia que no
pasan de ser un requisito que incomoda, especialmente cuando los profesores a cargo no llenan las
condiciones de excelencia que exigen este tipo de materias. En este contexto se debe recordar el
problema de transacción de créditos y «curricularización» de todo tipo de actividades en el entorno
universitario porque al final de cuentas solamente tiene valor lo que está asociado a calificaciones y
afecte un promedio.
Hay que advertir también que con la cátedra se reduce el asunto al ámbito de los estudiantes
cuando el tema es importante para toda la comunidad universitaria que contempla además profesores
y empleados administrativos. Por otra parte, tal enfoque nos hace perder la perspectiva general del
tema en el entorno general de una organización.
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Valores Humanos y Universidad – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
Ahora bien, es común la pretensión de “humanizar” o “dignificar”, no sólo la profesión
como tal, sino también a los profesionales, con una oferta de asignaturas no relacionadas
directamente con el respectivo campo del conocimiento. De esa forma se quiere enfrentar algo que
aparece con cierta recurrencia en las evaluaciones del quehacer universitario, expresado en frases
como las siguientes: que el “academicismo de tipo profesionalizante… el tecnicismo” parece
prevalecer en ciertas carreras; que “la formación humana, religiosa y social se descarga en los
„servicios‟” que ofrecen unidades diferentes a las responsables de la formación académica; que “la
estructura misma… gira fundamentalmente en torno al eje de la formación „profesional‟”.
Nunca me ha parecido que se pueda hablar de humanizar a unos profesionales, a los
ingenieros, por ejemplo, como si se tratara de una horda, -vocablo que designa “gente que obra sin
disciplina y orden”-, de bárbaros, más bien salvajes, que deban someterse a un proceso civilizador.
Debo anotar, sin embargo, que en ciertos casos que conozco de profesores muy ilustrados, tal vez sí
sería apropiado el uso de ese verbo porque se trata en verdad de maestros en el arte del maltrato y la
arbitrariedad, en el arte de deshumanizar.
La siguiente frase del profesor Rodrigo Noguera, escrita en 1936 para los graduandos de
Derecho en la Universidad Javeriana, nos permite plantear un segundo punto al hablar de la
promoción de valores humanos en la universidad:
Vivimos en una atmósfera pesada de ignorancia y corrupción, que día a día densifica su
masa asfixiante, … Tras el naufragio general de las virtudes, unos pocos hombres de
honor sobrenadan en el deshecho tremedal... Deber clarísimo del profesorado es alentar
ese espíritu que espontáneamente renace en la capital, Meca del peculado, sin culpa
alguna de sus genuinos hijos. Toda cátedra debe hoy serlo en primer término de ética
elemental.
En verdad, la conducta del profesorado, no importa la asignatura que tenga a su cargo, se
constituye en un modelo para los alumnos. Un profesor honesto y sencillo, trabajador, y no el
mediocre que es capaz de apelar al terrorismo académico, es promotor de los valores humanos.
También Armando Rugarcía afirmaxi, por una parte, que “no se puede entender a la docencia si no es
a la luz de la educación”, y por otra, que “la educación es ante todo cultura y por consiguiente la
docencia es un agente de culturización”. Preocupa entonces la pérdida de vigor que se siente en la
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tarea educativa del profesor universitario frente a perfiles alternativos como el señalado para el
investigador.
Otro aspecto que tiene estrecha relación con la promoción de los valores humanos en el
entorno universitario, se refiere a los procesos que se dan en la gestión académica, la gestión
curricular: admisiones y evaluaciones, por ejemplo. En todo se encuentra la posibilidad de dar
testimonio de justicia y equidad, de la tan mencionada transparencia. No hay que olvidar, sin
embargo, que algunos creen que la consideración de lo humano en una organización implica
alcahuetería y relajamiento, paternalismo, ausencia de rigor y disciplina, de autoridad. ¡No
necesariamente! Nada más humano que un sano ejercicio de la autoridad, en todo ajustado a la ley, a
las normas, respetuoso de la dignidad de la persona y al servicio de la misma.
Ahora bien, demos un paso adelante: además de los profesores, el personal administrativo,
secretarios, directores y decanos, en sus oficinas, en la forma en que atienden y resuelven los asuntos,
explicitan con claridad un modelo de organización que no necesariamente refleja el consagrado en
documentos corporativos. Las prácticas ponen en evidencia los valores que en realidad ha asumido
una organización. Y entonces queda claro que el asunto supera el ámbito académico porque un
estudiante o un profesor pueden presenciar o constatar qué tipo de relación se da entre un director
de departamento y su secretaria, entre el director de personal y el jefe de cafeterías, para citar dos
ejemplosxii. Los códigos de buen gobierno, que en los últimos tiempos se han hecho tan populares,
en cierta forma contribuyen a la promoción de los valores humanos en las organizaciones.
En todo caso, el mundo universitario, en cuanto a la tarea educativa que le corresponde y que
no puede menospreciar en función de otros intereses como lo son, por ejemplo, aquellos
relacionados con la Investigación, enfrenta dos grandes rivales que debieran ser sus mejores aliados:
la familia y los medios de comunicación.
Difícil, muy difícil, es para la universidad entrar a corregir la dirección definida desde el
hogar, a temprana edad. Las raíces de la honestidad, el trabajo, el coraje, la humildad se hunden en la
familia, núcleo de la sociedad que hoy en día no se puede plantear en términos románticos como los
que conocimos de La Familia Ingalls o la que formó aquella célebre novicia rebelde, incluso de la que
integraron Los Beverly Ricos, sino en los de realidades muy distintas surgidas de la ausencia de los
padres en el hogar, por razones de trabajo o disolución del vínculo matrimonial.
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Valores Humanos y Universidad – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
¿Y qué decir de los medios de comunicación? ¿Qué valores promueven? ¿Con qué mantienen
o aumentan su audiencia o rating en la actualidad? Basta repasar la programación: telenovelas, realities,
chismes de farándula ocupan los escasos minutos que deja una publicidad que sólo busca «embaucar
calentanos», para calmar el apetito desaforado de dinero que poseen los dueños y anunciantes. En
este contexto la labor educativa cobra una relevancia extraordinaria en cuanto debe presentar
agresivamente, -este es el término en el lenguaje publicitario-, alternativas atractivas al modelo de
superficialidad y frivolidad que la llamada cultura light ha logrado imponer.
Hace poco me sorprendió la leyenda impresa en una camiseta de marca conocida que
gratuitamente era repartida en las vecindades de mi universidad. La invitación, en inglés, Be Stupid, for
successful living, no puede ser más ilustrativa: estupidez y vida exitosa. En los volantes, con textos en el
mismo idioma, se advertía, por ejemplo, que el hombre brillante “escucha a la cabeza” mientras que
el estúpido “escucha al corazón”; que el primero “critica” mientras que el otro “crea”; en un abierto
elogio de la estupidez y desprecio de la inteligencia, así entendidas. ¡El reino de la publicidad! De esta
forma, poco a poco, nace un nuevo código que se consagra cual tablas de la ley, y hace claridad sobre
qué tiene valor, qué vale la pena. Por supuesto que ser un imbécil es propósito fácilmente alcanzable,
no requiere mayor esfuerzo, o ninguno, y por lo tanto resulta altamente atractivo en un entorno de
mediocridad. La fuerza de gravedad nos arrastra, solamente tenemos que dejarnos llevar, barranco
abajo; y únicamente con trabajo y arrojo se puede crear una fuerza contraria, que contrarreste esa
tendencia. Esto nos lo enseña, por ejemplo, el efecto del agua sobre un cuerpo sumergido total o
parcialmente, que se traduce en la fuerza de boyancia, que lo hace ascender y flotar, y se opone a su
hundimiento. En sentido análogo, el hombre que construye una infraestructura adecuada de valores
humanos puede enfrentar con responsabilidad las propuestas que surgen del entorno, y asumir el
control de su rumbo y decidir hacia dónde dirige sus pasos.
Antes de terminar, quisiera referirme, también brevemente, a la relación del humanismo con
el conocimiento, la investigación científica y las nuevas tecnologías, porque obviamente surgen
preguntas vinculantes, para nada originales. Solamente he de referirme a una: ¿la ciencia y la
tecnología son factores de deshumanización? La respuesta es la misma: no necesariamente, aunque el
riesgo existe xiii . Se encuentran casos como el de Albert Einstein quien advirtió sobre las
consecuencias del desarrollo de la bomba atómicaxiv. La preocupación por el ser humano, por la
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humanidad, no desaparece necesariamente por la dedicación a la ciencia, la técnica o la tecnología.
Por supuesto, existe el peligro de una inmersión absoluta que hace al individuo ignorar otras
dimensiones de la vida, la espiritual o la familiar, otras referencias de su labor. Al respecto quisiera
retomar la advertencia que hizo un Rector de la Javeriana en 1950. Dijo entoncesxv el jesuita Emilio
Arango:
Aspiramos a formar sabios, pero buscamos antes al hombre, y conceptuamos que equipar de ciencia al
entendimiento sin modelar el espíritu, es desvitalizar la patria y prepararle ruinas para el futuro. … La
paz y el progreso de los pueblos no se cimentan sobre la ciencia de los ciudadanos sino sobre la rectitud de
sus principios, sobre la firmeza de sus convicciones y sobre la integridad de sus vidas… La ciencia y la
técnica no siembran por sí solas el germen de la felicidad en la vida...
Considero que no se trata de opciones excluyentes: ciencia o humanismo, y en el entorno
militar, por ejemplo, armas o humanismo. ¡No! Recientemente conocí la decidida postura humanista
del Presidente estadounidense Dwight Eisenhower frente al desafío tecnológico y también militar
que la Unión Soviética le planteó a su país en 1957 al tener éxito con el satélite Sputnik. Y
Eisenhower había sido un militar, del más alto rango, que jugó un papel decisivo en la Segunda
Guerra Mundial.
Tal vez deberíamos señalar como verdaderos peligros para la tarea de humanización el
dinero y la ambición, la fama y el poder que llegan a convertirse en dioses, y al individuo hacen
esclavo xvi . Un hombre libre, esencial y auténticamente libre, respetable y creíble, artífice de
humanidad, ése es el hombre que debe estar en la mira de todo centro de Educación Superior.
Pienso ahora en el interés que despierta en tantas personas su figura física, modelar su
cuerpo, con inversiones impresionantes de tiempo y de dinero que se reflejan en una oferta amplia y
diversa de gimnasios y centros de estética donde se habla de diseños de sonrisa, liposucciones y
siliconas, y por supuesto del abdomen de chocolatina. ¡Cuánta preocupación nos causa el cuerpo! Un
cuerpo que desaparecerá inexorablemente. En contraste, podríamos preguntarnos por la
preocupación que nos causa el espíritu, ese sí llamado a una vida que debe superar las barreras de la
muerte. ¿Lo modelamos? ¿Buscamos que esté en forma y sea atractivo? Detrás de la opción concreta
al respecto se encuentra un elenco de valores que habla de importancias y prioridades, y señala
rumbos.
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Estas son, pues, las reflexiones que surgen cuando en una institución de Educación Superior
seria, que sabe de responsabilidad, como lo es la Universidad Tecnológica de Bolívar, pensamos en
los valores humanos y en la idea de universidad que defendemos.
NOTAS Y REFERENCIAS
i Versión ampliada (30 de mayo de 2010) de la intervención realizada durante el Conversatorio “Ciencia,
tecnología y humanismo: retos para la educación superior en Colombia” que tuvo lugar en Cartagena el 21 de abril de 2010 en la Escuela Naval de Cadetes “Almirante Padilla”; que fue presentada nuevamente en esa ciudad el 13 de mayo de 2010 en la Universidad Tecnológica de Bolívar con motivo de la celebración del Día del Maestro.
Ingeniero Civil de la Pontificia Universidad Javeriana y M.Sc. de Strathclyde University, asumió recientemente el cargo de Decano del Medio Universitario de la Facultad de Ciencias Jurídicas en la Javeriana, entidad a la que se vinculó en 1975. Desde 2006 se desempeñaba como Asistente del Vicerrector del Medio Universitario, para la Promoción de la Identidad Javeriana. En la Facultad de Ingeniería fue Decano Académico y en la de Artes, Decano del Medio Universitario. A su cargo está la cátedra de Historia de la Ingeniería. Fue Director Ejecutivo de la Asociación Colombiana de Facultades de Ingeniería y de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, Director de Anales de Ingeniería y miembro de la Comisión de Vocabulario Técnico de la Academia Colombiana de la Lengua. Es autor de los ensayos “Vigencia de la Universidad Humanista”, Universitas Humanistica No. 52, julio-diciembre de 2001; y “Humanismo y legado ignaciano” escrito originalmente en el año 2007.
ii Rugarcía, Armando, “La vinculación de la docencia y la investigación: ¿un mito o una posibilidad?”(1988), en Orientaciones Universitarias No. 10, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, agosto de 1995, p. 41. La frase, terminada con “... cuando se olvida todo lo que se aprendió”, se atribuye a Selma Lagerlof, escritora sueca fallecida en 1940, Premio Nobel de Literatura en 1909 (www.misfrases.com).
iii Raurell, F., “Humanismo”, en Diccionario Teológico Enciclopédico, Navarra, Editorial Verbo Divino, 1996, p. 457.
iv Rodríguez Santidrián, Pedro, en la introducción del libro de Erasmo de Rótterdam, Elogio de la Locura, Madrid, Alianza Editorial, 1996, p. 8. Es interesante anotar que el Humanismo ofrece una “nueva concepción del hombre” que se relaciona con “posiciones que acentúan el valor del hombre en contraposición a Dios o la naturaleza, o que tratan de reivindicar los derechos contra las amenazas sobre la persona humana que tienen su origen en la organización económica y social o en el desarrollo de la técnica” (Enciclopedia Garzanti de Filosofía, (1981), Barcelona, Ediciones B, S.A., 1992, p. 455).
v Bennett, William J., Amistad - El libro de las virtudes (1993), Barcelona, Javier Vergara Editor, 1998, p.15. vi Sobre el libro titulado Decadencia: La desaparición de la virtud personal y su reemplazo por
eslóganes políticos y psicológicos, publicado por la Social Affairs Unit de Londres, apareció una nota el 29 de octubre de 2005 en zenit.org titulada “La decadencia del imperio de las virtudes”. También es importante registrar la publicación por estos días de la colección La vida y los valores, publicada por El Tiempo, serie de libros infantiles integrada por 12 títulos, el primero sobre la alegría, asociada a la figura del payaso; el último sobre la humildad, asociada a la del obrero.
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Valores Humanos y Universidad – Carlos Julio Cuartas – UNAL – Julio 2011
vii Comte-Sponville, André, Pequeño tratado de las grandes virtudes (1995), Buenos Aires, Paidós, 2008,
p.13. viii Al respecto resulta provocador el título de la obra de Leo Buscaglia El arte de ser persona (Diana, 1987). ix La siguiente frase de Voltaire invita a profundizar en esta reflexión: “Unos pueblos que se precian de ser
ilustrados, ¿no se preciarán también de ser humanos?”. En Comentario sobre el libro «De los delitos y las penas» (1766), Madrid, Alianza Editorial, 2000, p. 150.
x El santo jesuita Alberto Hurtado dice que la vida se nos ha dado para “buscar a Dios”, y la muerte “para encontrarlo”; este sería el sentido equivalente de lo expuesto por el autor en términos de un creyente (www.padrealbertohurtado.cl).
xi Rugarcía, Armando, op. cit., p. 41. xii Ilustra este tema el caso de Gordon Brown, el Primer ministro británico que terminó su mandato
recientemente, acusado de maltratar a sus empleados (“Sí, mi jefecito”, en Semana No. 1452, 1º de marzo de 2010, p. 86).
xiii En el conversatorio que tuvo lugar en Cartagena, en la Escuela Naval de Cadetes, Fernando Chaparro, Director de Colciencias, recordó la obra de David S. Landes The unbound Prometheus (1969) en la cual el autor analiza los efectos del desarrollo industrial y el cambio tecnológico en Europa occidental.
xiv Algo similar puede decirse acerca de Bertrand Russell, matemático y filósofo, Premio Nobel de Literatura. A juicio del Director del Observatorio Astronómico Nacional de España, Rafael Bachiller, “Russell nos muestra que la ciencia, la filosofía analítica y el humanismo constituyen el único camino posible para preservar la dignidad, salvarse de la manipulación, acabar con la barbarie y, en definitiva, lograr un mundo mejor” (La aventura de la Historia No. 127, mayo de 2009, p. 106).
xv Arango, S.J., Emilio, Discurso del Rector en el acto de clausura, Primer Congreso Universitario Javeriano - Memorias, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 1950, p. 92.
xvi Steve Forbes y John Prevas publicaron en este año el libro Poder, Ambición, Gloria (Grupo Editorial Norma, 2010).