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CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LO PATRIMONIAL
En clave de la configuración, cohesión y cualificación de los hábitats en la Ciudad de Medellín
Tesis de grado para optar al título de
MAGISTER EN HÁBITAT
David Gonzalo Henao Alcaraz
Director:
Dr. Luis Fernando González
ESCUELA DEL HÁBITAL
FACULTAD DE ARQUITECTURA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
SEDE MEDELLIN
2015
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Tabla de contenido
Introducción .................................................................................................................................................. 3
¿Qué nos propusimos? ............................................................................................................................. 3
Preguntas motivadoras ............................................................................................................................ 5
Contexto de la formulación del proyecto ................................................................................................. 5
Conceptos patrimoniales previos a la Carta de Atenas (1931) ............................................................... 10
Monumento memorial ............................................................................................................................ 10
Monumento histórico ............................................................................................................................. 11
Patrimonio .............................................................................................................................................. 11
Construcción social del patrimonio y construcción social del hábitat .................................................... 14
Funcionalidades simbólicas y prácticas .................................................................................................. 15
Espacio, Tiempo y Técnica .......................................................................................................................... 19
Alegoría de las concepciones de los útiles memoriales .......................................................................... 23
Útiles memoriales en la antigüedad griega y romana ............................................................................ 23
Útiles exóticos y arquitecturas domésticas ............................................................................................ 23
La civilización de la imagen ..................................................................................................................... 26
Artefactos memoriales modernos: expansión tipológica y temporal del útil memorial ........................ 29
Valoración económica y política de lo patrimonial ................................................................................. 32
Valoración económica del patrimonio .................................................................................................... 38
Patrimonio urbano y construcción social del patrimonio ........................................................................... 52
Técnicas memoriales y constructivas de la ciudad en el siglo xx ............................................................ 55
Construcción Social del Patrimonio Urbano en Medellín ........................................................................... 67
Monumentos Históricos Referencia y Desarrollo Urbano en el siglo XIX ............................................... 67
Medellín ciudad Modernizada: valoración política y económica de los referentes espaciales a escala de
ciudad ...................................................................................................................................................... 72
Predominio religioso en la estructura urbana: del barrio tradicional al barrio popular ........................ 79
Valoración política y económica de la construcción social del hábitat popular en relación con su
patrimonio: tipología de barrios piratas ................................................................................................. 91
Valoración política del núcleo pirata desde la perspectiva del patrimonio urbano ........................... 98
Valoración económica y política de la construcción del hábitat popular: tipología asentamientos de
invasión ................................................................................................................................................. 105
Construcción social del patrimonio en Medellín: una perspectiva ................................................... 115
5
Anexos ....................................................................................................................................................... 122
Anexo 1: definiciones patrimonio cartas convenciones ....................................................................... 123
Anexo 2: derechos culturales, sociales y económicos y su relación con el patrimonio ....................... 125
Anexo 3: legislación nacional sobre patrimonio ................................................................................... 128
Anexo 4: Documentos sobre patrimonio nivel municipal .................................................................... 131
Fuentes primarias citadas Archivo Histórico de Medellín ........................................................................ 132
Trabajos citados ........................................................................................................................................ 133
Agradecimientos al profesor Luis Fernando González, por su compromiso intelectual y afectivo
con este trabajo. Por su paciencia y dedicación.
A Camarlen Solano por su trabajo dedicado en la asesoría sobre las fuentes primarias del Archivo
Histórico de Medellín.
A Jenny Sierra, por las discusiones y conversaciones en torno al tema y por poner la bonitura en
la presentación. A Eulalia Ciro, cuya lectura inicial hizo que el texto tuviera un alcance mayor. A
Sandra Cardona, por su generosa contribución crítica al texto, sus comentarios y su juiciosa lectura.
A Juliana Henao, por el diseño de la carátula.
A Edilma Alcaraz, mi madre, que sostuvo siempre su sabia sentencia de que ningún título
académico es tan valioso como una hora de sueño.
1
Yo no te pude hacer un monumento,
de mármol con inscripciones a colores,
pero a tu final morada vengo atento,
dejando una flor silvestre y mil amores.
Titet Curet Alonso
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Introducción
¿Qué nos propusimos?
Este proyecto investigativo está planteado para abordar lo que comúnmente se conoce como
Patrimonio. Asimismo, propone una relación entre éste y la configuración de la ciudad, en
perspectiva de hábitat.
Su objetivo general es “comprender el proceso de construcción social de lo patrimonial desde
los espacios de interacción social e institucional en Medellín, abordando el aporte del proceso
patrimonial a la configuración, cohesión y cualificación de los hábitats”.
Como objetivos específicos fueron formulados 1) configurar un marco conceptual para analizar
el proceso de construcción social de lo patrimonial en la ciudad de Medellín, 2) Definir los espacios
de interacción que han configurado o declarado procesos patrimoniales y analizar las dinámicas
de interacción y negociación entre los espacios identificados y 3) conceptualizar los aportes que el
proceso de construcción social de lo patrimonial hace al proceso de construcción social del hábitat.
Como es bien conocido, las proyecciones investigativas plantean unas preguntas y unas
aproximaciones para acercarse a un campo de estudio que, en el camino van transformándose,
documentándose y dando nuevas rutas y maneras de abordar los problemas planteados. Así pues,
se considera que ese caminar es el objetivo detrás de cualquier investigación. Y de ese andar
dependen sus resultados. Caminando, enriqueciendo las derivas, es como se ha concebido este
texto. Así que, aunque los resultados están relacionados profundamente con los objetivos
planteados, adquirieron una perspectiva más amplia, en la medida en que fue posible establecer
una crítica al concepto patrimonio, permitiendo observar sus deficiencias y posibilidades con
respecto a la construcción de hábitat.
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Haciendo un balance, el objetivo general se logró gracias a que se pudo establecer cómo fueron
construidos los discursos sobre el patrimonio desde lo teórico en contexto con momentos históricos
determinados, y se planteó la relación de estos discursos con las ciudades y hábitats humanos.
Básico es manifestar, por ejemplo, que el concepto de patrimonio que hoy en día utilizan
indistintamente los Estados Nacionales Occidentales para cualquier tipo de objeto que consideren
preciado, basa sus cimientos en las discusiones generadas a partir de la Revolución Francesa. Se
plantea, entonces, el patrimonio como un dispositivo de memoria que ha sido valorado desde tres
perspectivas principales: la valoración económica, la valoración política y la competencia de
edificar. En el marco teórico, basados en la etnología, en la historia y en la geografía, generamos
una definición del monumento, el monumento histórico y el patrimonio, observados como
exteriorizaciones técnicas de un dispositivo fisiológico: la memoria. El monumento, el monumento
histórico y el patrimonio son entendidos como unos útiles que hacen más eficiente la relación con
el tiempo que entabla el hombre.
En los capítulos que le siguen al marco teórico se da contexto temporal a cada uno de estos tres
conceptos (monumento, monumento histórico y patrimonio) y se justifica por qué pueden ser
entendidos como exteriorizaciones de la memoria. No se trata de una periodización estricta en el
sentido historiográfico sino, más bien, de un planteamiento alegórico generado a partir del trabajo
de investigación realizado por Françoise Choay en su libro Alegorías del Patrimonio.
El monumento es investigado en la ciudad antigua y, posteriormente, son abordados períodos
como la consagración del monumento histórico, la creación del concepto de patrimonio desde la
valoración política y económica. Posteriormente abordamos la ciudad como la exteriorización
técnica de la memoria, dando cuenta de cómo fueron construidos los principales conceptos para
abordar el espacio urbano como monumento, como monumento histórico, como patrimonio
5
urbano. En lo que respecta a Medellín, se observó la manera como la ciudad modernizada1 ha
creado su relación con la memoria y con el patrimonio, desde el ordenamiento territorial. El
patrimonio urbano de la ciudad de Medellín, es observado en su conjunto, a partir de sus actores,
sus técnicas, sus saberes hacer y saberes pensar lo constructivo.
Preguntas motivadoras
¿Cuáles son los útiles que han exteriorizado desde la antigüedad la relación con el tiempo y el
espacio? ¿Qué es un monumento sino un artefacto que nos permite hacer eficaz nuestro dispositivo
memorial? ¿Qué es el monumento histórico y qué es el patrimonio más que aparatos ideológicos?
¿Cómo comprender la ciudad como aquel conjunto o tejido de técnicas y útiles que exteriorizan
nuestra relación con el tiempo y el espacio? ¿Cómo afrontar los procesos de valoración económica
del patrimonio, la inflación patrimonial y las prótesis, que generan aislamiento de los hombres con
el hábitat y con ellos mismos?
Estas son algunas de las preguntas ricas en derivas que nos permite observar lo patrimonial
desde la técnica.
Contexto de la formulación del proyecto
En el momento de la formulación del proyecto, el objetivo investigativo estaba restringido
principalmente a los desarrollos conceptuales que expertos e instituciones internacionales,
nacionales y locales generaron para estudiar los monumentos y los patrimonios nacionales.
1 Proceso que tuvo como punto de partida, en la periodización generada por Ángel Rama para la ciudad
latinoamericana, en la década de 1870 (González L. F., 2013, pág. 35)
6
Desarrollos que, si se observan en una perspectiva histórica, son muy recientes: desde 19312 hasta
20033. José Antonio González, citando a Chastel, lo dice de uno manera más jocosa: para “el
historiador del arte André Chastel, el patrimonio es una noción global, vaga e invasora a la vez,
cuya aparición data de dos siglos apenas” (González J. A., 2012, pág. 26).
Existen en este período tres perspectivas importantes: 1) las aproximaciones generadas por
expertos urbanistas, en el marco de las discusiones sobre la ciudad funcional, 2) los múltiples
documentos generados por la Unesco y otras instituciones internacionales, que permiten señalar la
pugna las pulsiones entre comunidades, individuos, mercado, Estados e Instituciones
internacionales en los procesos patrimoniales y 3) la legislación que Colombia ha creado para
suscribir acuerdos internacionales y declarar sus patrimonios nacionales.
En lo que respecta a las posturas de expertos, cobra importancia el Urbanismo que,
institucionalizado ya como saber que estudia las ciudades integralmente, plantea directrices con
las que deben ser administrados los monumentos históricos y el patrimonio urbano. Algunos de
los documentos elaborados desde la Primera Conferencia Internacional de Arquitectos y Técnicos
de Monumentos Históricos (1931) y el Cuarto Congreso Internacional de Arquitectura Moderna,
CIAM, son: la Carta de Atenas (1944), la Carta de Venecia (1964), eminentemente europeas, y la
Carta de Quito (1967) con una participación importante de países latinoamericanos. Necesario es
destacar el llamado que se hace en la Carta de Quito sobre la necesidad de un compromiso mayor
2 Se desarrolla en Atenas la Primera Conferencia Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos,
que arroja como documento fundamental la Carta de Atenas y se plantean algunas perspectivas para gestionar el
Monumento histórico en el contexto de las ciudades modernas. 3 Declaratoria de Salvaguardia del patrimonio inmaterial (2003)
7
por parte de los Estados en la declaración del monumento, lo cual implica su identificación,
registro y protección legislativa. (Ver anexo 1)
La perspectiva institucional, de participación del Estado y estamentos internacionales sobre los
patrimonios, se ratifica con la Convención de 1972, sobre la protección del patrimonio mundial
cultural y natural, que clasifica ciertos monumentos y patrimonios bajo la conservación de la
humanidad entera. A la participación del Estado, se agrega entonces el compromiso de las
asociaciones de Estados para velar por lo que desde entonces se considera patrimonio mundial.
Desde la década del 1970, las concepciones sobre lo patrimonial parecen ser monopolio de la
institucionalidad nacional e internacional creada para su gestión. Pero, asimismo, estas
instituciones están sujetas a la pugna social, cultural, política y económica de los diversos grupos
sociales, entre ellos el mercado de la industria cultural, el turismo y los múltiples medios masivos
de comunicación.
En 1972, con la Declaración de Quebec, y a partir de 1982, con el Pacto internacional de los
derechos económicos, sociales y culturales, la gestión de los monumentos y los patrimonios se
inscriben en una dinámica plural de discusión política y económica. De estas discusiones dan
cuenta los documentos Declaración de México sobre las Políticas Culturales (1982),
Recomendaciones sobre la Salvaguardia de la Cultura Tradicional y Popular (1989), Documento
de Nara (1994), Declaración de Xochimilco (1998), Carta de Cracovia (2000), Convención para
la Salvaguardia del Patrimonio Cultural e Inmaterial (2003), Declaración de Bahía (2003), y las
formulaciones de Apropiación social del patrimonio del Convenio Andrés Bello (2007). (Ver
anexo 2) Cada uno de estos documentos desarrolló una serie de definiciones y conceptos en torno
a lo patrimonial, principalmente desde una perspectiva que diera cuenta de los intereses de los
países que participaron en su elaboración y, posteriormente, los suscribieron con legislaciones
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nacionales. Los documentos legislativos que protegen el patrimonio en Colombia, por ejemplo,
reproducen las discusiones realizadas a nivel internacional4. (Ver anexo 3) A menudo, son
conceptos y definiciones amplias, cargadas de adjetivos. Así, es desde estos discursos que el
patrimonio se ha transformado en un concepto nómada, en categorías y subcategorías cada vez
más eclécticas que contrastan con el olvido concreto y la manipulación política de la cultura
material de la humanidad que, con frecuencia, se convierten sólo en sitios que hacen parte de la
agenda de viaje de los turistas. Existe una indiferencia innegable, por parte de los órganos
supranacionales, de los Estados y de los colectivos sociales, con el denominado patrimonio. Sin
embargo, es apreciable también la atiborrada generación de documentos y legislaciones que
comprometen a los actores sociales con su conservación. ¿Qué es lo que genera ese ánimo
patrimonializante, en la que todos los Estados occidentales concentran burocracia para conseguir
que algunos de sus espacios u objetos memoriales, sean considerados bajo el concepto de lo
patrimonial? Esta pregunta permite observar críticamente las gestiones que la institucionalidad
internacional, nacional y local, ejercen sobre el patrimonio. Enfrenta, también, a la academia con
un reto epistemológico: plantear qué es lo que entendemos por lo patrimonial, el desarrollo de su
historia y sus funcionalidades humanas y espaciales. Porque, en este afán de vender al mundo
procesos patrimoniales sin asidero en lo material, sin reflexión sobre el espacio y el tiempo, los
Estados y algunos sectores de la academia crean día a día argumentos vacíos que parecen apelar
4 La Ley 397 de Cultura, en su Art. 4) define: “El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes
y valores culturales que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las costumbres y los
hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés
histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro,
musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico
y las manifestaciones, los productos y las representaciones de la cultura popular.
9
sólo al valor de cambio del objeto: puesta en valor, apropiación social del patrimonio, patrimonio
inmaterial, paisaje patrimonial, patrimonio contextual no monumental.
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Conceptos patrimoniales previos a la Carta de Atenas (1931)
Si bien hoy en día consideramos bajo el concepto de patrimonio indistintamente los dispositivos
que nos permiten prolongar la existencia social5, Choay ha creado conceptos diferentes para
nombrarlo a partir de cómo se ha operativizado. En los capítulos dedicados a cada alegoría con
frecuencia utilizaremos los conceptos de monumento memorial, aplicado en las ciudades antiguas
griegas y romanas; el concepto de monumento histórico, con el cual las ciudades europeas
gestionaron los dispositivos de memoria desde el Renacimiento y el concepto de patrimonio, que
tiene su nacimiento como hoy es utilizado en el seno de la Revolución Francesa. Elaboraremos,
sin embargo unas referencias mínimas que le permitan al lector tener una hoja de ruta que posibilite
entender claramente que entendemos por cada uno.
Monumento memorial
Por monumento6 memorial entendemos aquellos artefactos que interpelan la memoria, que
suscitan, con la emoción, una memoria viva (Choay, 1992, págs. 12-13). No consiste en un objeto
particular, sino que da cuenta de una multiplicidad de formas, dadas en todos los continentes y
prácticamente en todas las sociedades, con las que los hombres se relacionan con el trascender.
Una de sus características fundamentales es su universalidad técnica, no está fechado, ni
conmemora un hecho o suceso particular. No es bello, en el sentido renacentista, ni un objeto
único. Hace parte, como veremos, del mobiliario de la vida cotidiana de las personas, se habita en
el sentido de que hace posible arraigar los hombres a su pasado, a su tiempo y espacio vivido.
5 Según José Antonio González el patrimonio es un aparato que prolonga la existencia social a partir de la herencia y
calma en las sociedades occidentales la angustia de desaparecer. 6 Avisar, recordar.
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Monumento histórico
El concepto de monumento histórico, asociado principalmente a la era industrial, tiene unas
características muy diferentes al monumento memorial. Para Choay, el monumento histórico es
conmemorativo, recrea hazañas con fecha y actores precisos y tiene un período particular en la
historia de los artefactos memoriales de occidente (1820-1964) (Choay, 1992, pág. 113). Hace
parte del sistema conmemorativo, con frecuencia es pedagógico y recuerda identidades nacionales,
próceres, batallas. La mayor parte de las veces están descontextualizados de las formas del habitar
y de la vida cotidiana, más bien constituyen objetos que son destacados, bellos, únicos y tratados
desde una perspectiva de conservación, restauración o musealización.
Patrimonio
Para abordar el concepto de patrimonio nos ceñiremos a las dos valoraciones más importantes
en su historia epistemológica: 1) el concepto económico ligado al principio de sucesión7 y 2) el
concepto de patrimonio nacional, ligado al principio de herencia enarbolado por la Asamblea
Constituyente de la Revolución francesa para usufructuar los bienes del anterior régimen.
Para José Antonio González, en su libro El malestar en la cultura patrimonial, la relación del
concepto patrimonio con lo económico hunde sus raíces en la prehistoria y en la antigüedad, y no
sólo se restringe a Europa, sino que es un universal cultural ejercido en todos los territorios y en
todas las sociedades. Choay también se refiere a la pre-modernidad del concepto, en el primer
párrafo de su libro Alegoría del patrimonio: “esta palabra tan antigua y hermosa estaba
inicialmente enlazada a las estructuras familiares, económicas y jurídicas de una sociedad estable,
7 Entendido como herencia corporal, cultural, espacial y económica que una generación deja a otra.
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arraigada en el espacio y en el tiempo” (Choay, 1992, pág. 7). José Antonio González observa que
para interpretar con integridad lo patrimonial, es necesario interesarse en los conceptos que lo
estudian en la pre-modernidad. Ello implica que los historiadores e historiadores del arte se liberen
de la gramática estilística, con la que suelen observar, coleccionar y clasificar la historia de la
cultura material de la humanidad. Merece entonces la pena contemplar lo patrimonial más allá del
arte, la arquitectura y sus estilos, ingresando posturas desde una perspectiva etnográfica,
económica y social. En tal sentido González plantea:
Cabe afirmar a tenor de los datos disponibles que todos los pueblos pre-modernos, tanto europeos
como extra europeos, han poseído un determinado concepto de patrimonio, sobre todo si le
otorgamos a éste connotaciones económicas. Ese patrimonio algunas veces ha sido privado, pero
más frecuentemente aún común o colectivo. Las más de las veces se ha confundido el patrimonio
con el parentesco, y sólo ha adquirido su madurez a través de este último. […] El patrimonio […]
se diluye como concepto tras el de parentesco, considerado éste como la mónada social por
excelencia (González J. A., 2012, pág. 30)
La valoración política del patrimonio, es la raíz de las concepciones generadas desde 1931 hasta
la actualidad. Sin embargo, su espectro es más amplio y está relacionado principalmente con el
concepto de Nación, creando la formulación de patrimonio nacional. ¿Cómo y cuándo fue
nombrada esta nueva acepción? ¿Cuál es el contexto histórico y los intereses que presionaron su
aparición y campo de acción? Choay, arroja los siguientes datos: el patrimonio como concepto fue
forjado “para designar los bienes recientes a la Nación y susceptibles de un nuevo tipo de
conservación, [perdiendo] buena parte de su pertinencia y [cayendo] en desuso cuando finaliza la
Revolución” (Choay, 1992, pág. 98). Es así como en Francia, en el seno de la Asamblea
Constituyente, se enuncia el concepto de patrimonio para propiciar el cambio de manos en la
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administración del enorme acervo de tesoros y riquezas acumulados y administrados por la corona
y la iglesia. Hasta acá hemos podido establecer, a partir de unas determinadas fuentes, la relación
conceptual entre la valoración política y el patrimonio nacional, desde las posibilidades que da el
lenguaje, sobre todo cuando se echa mano de los discursos históricos. Este procedimiento
académico permite generar síntesis y conclusiones, relacionando heurísticamente unos hechos y
discursos con otros, posiblemente distantes. Conviene no resignarse al relato fácil que permite
concluir y sentenciar, sino conservar los ruidos y los reductos que provocan zozobra e inquietud.
Cumpliendo con este objetivo, se trae a escena a Dominique Poulot, en su texto Museo, Nación y
Patrimonio 1789-1815, quien expresa a propósito de la Revolución Francesa y de sus efectos sobre
el surgimiento de la noción moderna de patrimonio:
La definición de patrimonio responde a un propósito pedagógico, aquél de dar a conocer la verdad
intangible del pasado. Pero ella lleva a ensoñar simultáneamente en una dimensión casi
escatológica, porque la herencia de esta manera lleva a construir la figura misma del monumento:
éste se dirige al porvenir para encontrar la confirmación de su triunfo. De esta suerte, la Revolución
inventa una aproximación «sublime» al monumento, marcada por una razón sensible e imaginativa
que absorbe voluntariamente en sus emociones propias, sus meditaciones y sus sueños (Poulot,
1997, pág. 17).
Poulot se refiere a lo ritual, una funcionalidad cercana al del monumento que arraiga a los
hombres, mediante la técnica memorial, al tiempo y al espacio. Este autor propone que, bajo ese
relato de Nación, y aún con la valoración eminentemente material de lo político y lo económico,
todavía asoma la cabeza la técnica memorial que defiende al hombre de la incertidumbre del origen
y del horror del porvenir. Advierte que no es posible cifrar el discurso sólo bajo estas valoraciones.
Cabe, a partir de esta apuesta de Poulot, insertar desde el ejercicio investigativo de esta tesis una
pregunta fundamental, que complique el relato asociado al linaje que se venía proyectando: ¿qué
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es lo que nos recuerda el patrimonio, qué tiene qué ver con la memoria viva y el habitar? Para
intranquilizar aún más estas certezas, José Antonio González apunta:
dadas las funciones de sublimidad política del patrimonio emergido con la Revolución, […] cabe
interrogarse con D. Poulot si la irrupción de aquél, como una categoría trascendente, no oculta una
suerte de culto sustitutivo de orden pretendidamente religioso que acompaña a la idea de patria
(Poulot, 1998: 29). La patria y el patrimonio nacional marchan al unísono. […] Y propenden a
satisfacer las necesidades espirituales que antaño jugaron las religiones (González J. A., 2012, págs.
36-37).
Construcción social del patrimonio y construcción social del hábitat
Néstor García Canclini, citado por (Mantecón, 2005, pág. 16), permite una interpretación en la
que entiende que “el patrimonio constituye un espacio de disputa económica, política y simbólica
y las contradicciones en su uso tienen la forma que asume la interacción entre tres tipos de agentes:
el sector privado, el Estado y los movimientos sociales, en diferentes períodos”. El patrimonio
urbano en Medellín es necesario mirarlo en la interacción de estos actores fundamentales: la
iglesia, la planeación institucional y las problemáticas generadas por los inmigrantes que obliga a
la confrontación dialéctica de los conceptos e intereses de la conservación con los conceptos e
intereses de la transformación (Pizano, 1994, pág. 9). A este proceso de pugna le denominados
construcción social del patrimonio.
No se trata de un proceso en que se excluye los discursos del mercado, de las élites y la
institucionalidad, para dar un espacio privilegiado a los grupos sociales subalternos. Mas bien, es
una formulación que observa cómo cada uno de estos actores construye, legitima o destruye
patrimonios y qué productos podemos observar de este espacio de pugna política y económica,
desde la perspectiva de construcción de ciudad y de patrimonio urbano. La construcción social del
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patrimonio urbano consiste, así, en el trabajo y las memorias con las que estos actores edificaron
y organizaron el medio espacial de Medellín y su hábitat. De esta manera el hábitat es
conceptualizado a parir del concepto de competencia para edificar. Choay, lo define de esta
manera, asimilándolo con la técnica universal del lenguaje:
el poder dedálico que permite articular el espacio natural para hacer de él un medio humano y
promover en él la institucionalización de un habitar conjuntamente, ese poder ¿es realmente de la
misma naturaleza que la competencia del lenguaje? Y así como las diferentes lenguas de distintas
culturas se desprenden de la sola y misma competencia del lenguaje articulado, ¿se puede también
afirmar que las diferentes modalidades o configuraciones, con las cuales las diferentes culturas
organizan de manera más o menos precaria su medio espacial y su manera de habitarlo, se remiten
a una sola y misma competencia de edificar. (Choay, 1992, pág. 234)
Lo que Choay propone mediante este interrogante, Leroi-Gourhan lo expresa mediante la siguiente
afirmación:
la organización del espacio habitado no es solamente una comodidad técnica es, al mismo título
que el lenguaje, la expresión simbólica de un comportamiento globalmente humano. En todos los
grupos humanos conocidos, el hábitat responde a una triple necesidad: la de crear un medio
técnicamente eficaz, la de asegurar un marco al sistema social y la de poner orden a partir de allí,
en el universo circundante" (Leroi-Gourhan, 1971, pág. 31)
Funcionalidades simbólicas y prácticas
¿Cuál es su funcionalidad simbólica y práctica?, ¿por qué los hombres construyen este tipo de
conceptos y valoraciones? El hombre, desde la prehistoria hasta la actualidad, prolonga la
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existencia social mediante múltiples objetos por el miedo que tiene a la muerte y por la
construcción de cierta teología que le permite creer en la trascendencia, la trasvida. Basados en
esta primera formulación, es posible expresar que el monumento, el monumento histórico y el
patrimonio funcionan como dispositivos que permite a las sociedades dejar testimonio de un
pensamiento simbólico y, al mismo tiempo, relacionarse con el pasado, con los muertos. Leroi-
Gourhan apunta al respecto los siguientes datos:
Los primeros testimonios, contemporáneos a los neandertales tardíos, son los de la inhumación
sepulcral con depósito de útiles, testimonio evidente de la creencia en una trasvida. A continuación,
cabe citar los testimonios de una actividad mágico-religiosa, con la presencia de amuletos y con la
decoración de diversos objetos. El pensamiento simbólico se expresa en un sistema complejo de
representaciones de animales y de signos, aún mal conocidos, pero que parece trascender
ampliamente del mero plano mágico y darnos evidencia de un corpus de tradiciones mitológicas
muy utilizado. Entre 15.000 y 10.000 años antes de nuestra Era, este sistema llevará a la
extraordinaria floración de las cavernas decoradas. Evidentemente, existe una teología, en sentido
amplio, de la percepción de un punto de los antepasados, de los muertos, de una magia que nos
hace retroceder a más de 30.000 años en el mundo en el que aún vivimos inmersos. (Leroi-Gourhan,
1984, págs. 275-276)
Hace 30.000 años el hombre había generado esta teología compleja de relación con sus
antepasados, situación técnica y simbólica en la que aún estamos inmersos, ya no a partir de las
cavernas decoradas, pero sí a través de múltiples objetos técnicos y, también, de las ciudades o
espacios ordenados. Esta propuesta conceptual de la relación de la memoria con la trascendencia,
con el horror que suscita el desarraigo y la muerte, es observada por múltiples autores y atraviesa
los discursos y saberes que han estudiado lo patrimonial. Por ejemplo, Choay observa que en la
antigüedad el monumento intenta apaciguar la angustia de la muerte y de la aniquilación:
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el monumento es una defensa contra los traumatismos de la existencia, un dispositivo de seguridad.
El monumento asegura, da confianza, tranquiliza al conjurar el ser del tiempo. Garante de los
orígenes, el monumento calma la inquietud que genera la incertidumbre de los comienzos. Desafío
a la entropía y a la acción disolvente que el tiempo ejerce sobre todas las cosas, naturales y
artificiales, el monumento intenta apaciguar la angustia de la muerte y de la aniquilación (Choay,
1992, págs. 12-13).
Por su parte, Armand-Guy Kersaint, citado por Choay, considera el artefacto rememorativo
como "esos lugares célebres que –recordándonos que no siempre hemos sido libres– nos recuerdan
todavía el precio de la libertad” (Choay, 1992, pág. 97). Para el siglo XVIII y XIX, los románticos
evocan con nostalgia esos lugares u objetos que recuerda el “sentimiento de desamparo impuesto
por la percepción de la acción corrosiva del tiempo” (Choay, 1992, pág. 119). En la modernidad,
sigue existiendo esta misma relación. Alöis Rielg, el estudioso del culto al monumento en la
modernidad, citado por (González J. A., 2012, pág. 16), lo entiende como un espacio u objeto que
produce “en quien lo contempla aquella impresión anímica que causa al hombre moderno la idea
del ciclo natural de nacimiento y muerte”. Posteriormente, Choay observa que lo patrimonial
“revela un estado de la sociedad y los interrogantes que la habitan y permite percibir mejor la
fragilidad de las ocupaciones humanas” (Choay, 1992, pág. 42). José Antonio González, desde
una perspectiva etnológica contemporánea, considera que “la relación entre patrimonio y memoria
es fundamentalmente simbólica, y [consiste] en que nuestras sociedades no soportan la
destrucción, el fin de las cosas y de los individuos, y ponen numerosos medios para prolongar la
existencia social” (González J. A., 2012, pág. 52).
Choay crea una síntesis de sus funcionalidades simbólicas y prácticas, observando que el
patrimonio en Occidente, ha contribuido importantemente en la creación y definición de su
personalidad cultural:
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la investigación de las antigüedades enseñó a los humanistas, y posteriormente a los anticuarios, a
descubrirlas en su alteridad y contribuyó así a la fundación de la identidad de la cultura occidental
en su relación con el tiempo y con la historia, con el saber y con el arte. Posteriormente, la
investigación de los monumentos y de los tejidos históricos, junto a su preservación y su
restauración, hizo comprender a las generaciones romántica y victoriana la dignidad de los oficios
antiguos y les hizo presentir la esencia de la técnica. Hasta la segunda mitad del siglo XX, estos
procedimientos contribuyeron a la afirmación de la personalidad cultural occidental (Choay, 1992,
pág. 221).
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Espacio, Tiempo y Técnica
Basados en la relación tiempo, espacio y técnica, esta tesis sostiene que el monumento, el
monumento histórico y el patrimonio son prolongaciones del cuerpo humano que respaldan y
optimizan una invención técnica corporal: la memoria. Como punto de partida, es pertinente
observar que los estudiosos del tema frecuentemente se refieren al monumento, al monumento
histórico y al patrimonio con conceptos con origen en la historia de las técnicas y las ciencias. Esta
continuidad histórica en la que el patrimonio y el monumento son conceptualizados como aparato,
como artefacto, como ortopedia, prolongación del cuerpo y como prótesis, hace plantear a la
investigación lo técnico como uno de los pilares de su marco conceptual. Algunos ejemplos de
autores que refieren esta relación y que nos dan pie para iniciar una deriva teórica, son Françoise
Choay, Alöis Rielg, José Antonio González, entre otros.
En su libro Alegoría del Patrimonio, Choay define el monumento memorial de la antigüedad
como “todo artefacto edificado por una comunidad de individuos para acordarse de o para
recordar a otras generaciones” (Choay, 1992, págs. 12-13). En el Medioevo, puede establecerse
que el monumento es tratado a partir del concepto de antigüedad, o artefactos exóticos. Alöis
Rielg, utiliza el término químico sustrato concreto para referirse al monumento histórico
moderno. José Antonio González, en el contexto de los Estados Nacionales, cita a Guillaume para
decir que el patrimonio es “un aparato ideológico de la memoria” (González J. A., 2012, págs. 17-
18). Y ya en el momento de la expansión del capital, Choay utiliza el término prótesis, en sus
críticas a la inflación patrimonial contemporánea y la proliferación de pantallas introducidas entre
los hombres y el mundo, así como entre los hombres entre sí (Choay, 1992, pág. 223).
20
Estos conceptos no son usados desprevenidamente por los autores y, como quiere observar esta
tesis, es claro que denotan que el monumento, el monumento histórico y el patrimonio constituyen
artefactos, útiles que aumentan la eficacia del dispositivo fisiológico de la memoria.
¿Qué entender entonces por técnica, qué entender por dispositivo de exteriorización? ¿Cómo
entender estos artefactos como técnicas memoriales? Para responder estas preguntas es
fundamental plantear la técnica como un universal cultural. En su libro La naturaleza del espacio,
Milton Santos la plantea de esta manera:
una de las características de la técnica ha sido la de ser universal como tendencia (Leroi-Gourhan,
1945). Y el capitalismo va a contribuir a la aceleración del proceso que lleva a la
internacionalización de las técnicas, aún antes de desembocar, en este fin de siglo, en su
globalización: la universalidad de las técnicas ya no como tendencia sino como hecho (Santos,
2000, págs. 49-50).
Así, la técnica no sólo es una tendencia sino que, con la expansión del capitalismo y los nuevos
espacios globales, es ciertamente un hecho social. Este hecho social no está aislado y permite
observar, según Santos, la edad (el tiempo) del lugar (el espacio). Así, los artefactos memoriales
corresponden a esta universalidad técnica, y pueden encontrarse en todos los pueblos y lugares.
La segunda consideración previa es poner sobre la mesa las tres variables fundamentales de la
etnología, la geografía y la historia: la relación entre el espacio, el tiempo y las técnicas. Siguiendo
la línea de Santos, es posible plantear que el problema de la geografía es “hallar el camino
adecuado para sistematizar las relaciones de la técnica con el <<tiempo>> y con el <<espacio>>”
(Santos, 2000, pág. 43). Esta relación puede establecerse epistémicamente a partir de la historia de
las técnicas, porque el espacio está formado por objetos y las técnicas permiten datar con claridad
la edad del lugar (Santos, 2000, pág. 43). Observemos las palabras de Santos:
21
El espacio está formado por objetos técnicos. El espacio del trabajo contiene técnicas que
permanecen en él como autorizaciones para hacer esto o aquello, de esta o aquella forma, a este o
a aquel ritmo, según esta u otra sucesión. Todo eso es tiempo. […] El espacio se impone a través
de las condiciones que ofrece para la producción, para la circulación, para la residencia, para la
comunicación, para el ejercicio de la política, para el ejercicio de las creencias, para el
esparcimiento y como condición del “vivir bien”. (Santos, 2000, págs. 47-48)
Partiendo de esto, nuestro interés investigativo es relacionar el dispositivo técnico de la
memoria con el tiempo y el espacio. Esta memoria se vuelve eficaz soportada en un utillaje
definido: los monumentos, los monumentos históricos, los patrimonios, las ciudades. Leroi-
Gourhan muestra evidencias de que toda exteriorización técnica, es una prolongación del cuerpo,
cuyo objetivo es mejorar su eficacia. Así, el lenguaje y el pensamiento superior siempre están
respaldados en un soporte corporal técnico, en el trabajo, las técnicas y los útiles. Esa búsqueda de
la eficacia genera un mundo inorgánico: las cosas. El utillaje, útiles, herramientas, son organizados
a partir de un dispositivo biológico-cultural: la memoria. La memoria es entendida, entonces,
como los saberes que permiten dar uso a ese mundo inorgánico.
En este contexto teórico, los saberes movilizados por la memoria, recogen varios criterios: los
saberes técnicos asociados al homo faber, a lo manual, el oficio, el trabajo, y los saberes superiores,
asociados al lenguaje y al homo sapiens:
Desde sus inicios o un poco después, el hombre dispone de dos instrumentos: El útil y el lenguaje.
El primero le conoció, incluso, antes de la hominización, a través de toda su evolución; el segundo,
ya en el hombre, irá asociándose cada vez más estrechamente al pensamiento superior. ¿En qué
consisten las manifestaciones del pensamiento superior que se manifiestan en nosotros y cuándo
aparecen? En conjunto, son las manifestaciones de un pensar religioso y de un pensar artístico […]
A partir de este momento, las relaciones entre pensamiento superior y pensamiento técnico han
22
podido establecerse en términos que permanecen inmutables hasta hoy. (Leroi-Gourhan, 1984, pág.
275)
Desde esta mirada, el pensamiento superior del hombre no está aislado del pensamiento del
hacer y el trabajo. El arte, la religión, están íntimamente ligadas a relaciones técnicas y
continuamente se exterioriza a partir de útiles, herramientas, artefactos, aparatos, prótesis.
Haciendo un énfasis, entendemos el monumento, el monumento histórico y el patrimonio como
prolongaciones del cuerpo humano que respaldan y optimizan el dispositivo memorial humano. El
hombre deposita su relación con los dioses, con el arte, con el pasado y su conciencia de muerte,
en útiles, en objetos, en técnicas, en ciudades. El monumento y el patrimonio pueden ser
entendidos, de esta manera, como la competencia técnica de edificar soportes memoriales de su
pensamiento superior, haciendo eficiente su relación con el pasado y contribuyendo a la
construcción del territorio, el paisaje y la ciudad:
Al amarrar a los humanos al espacio terrestre y a la continuidad del tiempo, esta competencia de
edificar, que se dio tradicionalmente en la configuración de ciudades y de edificios, en la
organización de paisajes cultivados y en el trazado de caminos y de vías de circulación, ha
contribuido, según mi hipótesis, a fundar y refundar la relación de los seres humanos con el mundo
natural y con las reglas trascendentes que los asocian entre sí. (Choay, 1992, pág. 230)
La relación técnica con el pensamiento superior, asociado al lenguaje, y enfocado en el
trascender, la trasvida y los rituales funerarios, se mantiene durante toda la historia: en la
antigüedad, en el Medioevo, en el renacimiento, incluso en la Modernidad. Estas relaciones son
exteriorizadas con las más plurales técnicas de soporte.
23
Alegoría de las concepciones de los útiles memoriales
Alegóricamente, estos útiles memoriales pueden enumerarse así: los rituales de muerte
prehistóricos, la competencia para edificar en la Antigüedad y el monumento memorial antiguo;
las antigüedades protohumanistas, la masificación de la imprenta y la laboriosidad de los artesanos
en del Medioevo; la civilización de la imagen en el Renacimiento; la consagración del monumento
histórico, el patrimonio nacional y la ciudad como patrimonio urbano en la Modernidad.
Útiles memoriales en la antigüedad griega y romana
En la Antigüedad, la técnica mediante la cual fue vivificado lo memorial se consolidó a partir
del concepto de monumento. Como ya lo hemos esbozado, “el sentido original del término (para
la lengua francesa) es aquel del latín monumentum, a su vez derivado de monere (avisar, recordar),
aquello que interpela a la memoria (…) Así pues, la función técnica del monumento consiste en
“suscitar, con la emoción, una memoria viva”. (Choay, 1992, págs. 12-13) Según Choay, el
“monumento se asemeja fuertemente a un universal cultural. Parece estar presente, bajo una
multiplicidad de formas, en todos los continentes y prácticamente en todas las sociedades, posean
o no escritura (Choay, 1992, pág. 13). Las fuentes de Choay le permiten proponer que para los
habitantes de la Grecia y la Roma antiguas, el monumento es un dispositivo que suscita
afectivamente una cercanía de los hombres con los dioses, recordándoles su condición de criaturas
y su fragilidad. El monumento memorial habita el espacio y el tiempo, aproxima el pasado, vivifica
el presente y alivia la incertidumbre del porvenir.
Útiles exóticos y arquitecturas domésticas
24
Posteriormente, para la Edad Media hasta el siglo XV, los monumentos antiguos generan en los
hombres la reacción de extrañeza, de exotismo, a la vez que de proximidad y objeto común.
Extrañeza porque muchos de los sentidos del monumento memorial perdieron contexto y
significación. Proximidad, puesto que les tienen a la mano, les re-significan, observan el paso del
tiempo sobre sus ruinas:
Para los estudiosos del siglo VIII al XII, el mundo antiguo es simultáneamente impenetrable e
inmediatamente próximo. Impenetrable porque los territorios romanos o romanizados son ahora
cristianos y la visión pagana del mundo ya no cuenta, ya no se concibe. Las expresiones plásticas
o literarias se tornan indescifrables por la pérdida de su referente, quedando reducidas a formas
vacías. Pero son próximas porque estas formas vacías, al alcance de la vista y de la mano, son
inmediatamente trasladables y traspuestas al contexto cristiano, donde son interpretadas según
códigos familiares. (…) Richard Krautheimer ha subrayado claramente esta ambivalencia, llegando
a plantearla en términos de amor-odio. Muestra, además, cómo el protohumanismo se había
apropiado literalmente de los vestigios del mundo antiguo, cristianizándolos (Choay, 1992, págs.
30-31).
Pero los datos permiten, también, observar en la Edad Media la creación de manifestaciones
técnicas y aparatos de recordación. Por ejemplo, los hombres de estos siglos son quienes crean la
imprenta y con ella la masificación de la escritura, pieza fundamental desde entonces para avivar
la memoria humana. Esta técnica memorial rompe la funcionalidad del monumento antiguo y es
identificada por Choay como la primera memoria artificial (Choay, 1992, pág. 14). La aparición
del almacenamiento de información y saberes mediante los productos de la imprenta, sin duda
ingresan nuevas técnicas y tecnologías de lo memorial, posibilitando la recordación más allá del
monumento, la ciudad y los paisajes antropologizados. Como expresa Luis Fernando González, el
libro constituye un “portador del conocimiento sitematizado” (González L. F., 2013, pág. 152).
25
Ahora bien, los grandes acervos de libros y las bibliotecas constituyen desde entonces la técnica
de mayor eficiencia y confiabilidad para soportar la memoria de los hombres. En Europa, como en
América8, el libro fue una piza pedagógica fundamental.
Asimismo, son los siglos de la invención del molino a base de agua y de viento, del vidrio y
las brújulas. La relación espacial generada desde la invención de la brújula, crea su vez nuevos
artefactos de memoria. Por ejemplo, la masificación de las cartografías impresas para consignar
las memorias de las rutas y trascender los recorridos a nuevas generaciones de viajeros. Estas
técnicas y dispositivos de recordación harían más eficiente el aparato fisiológico memorial y hasta
hoy son considerados fuentes básicas del conocimiento de los legados y herencias culturales
materiales e intangibles en Occidente.
Cabe recalcar también las competencias para edificar, domar el tiempo y construir el espacio,
generadas en el Medioevo. Como técnicas importantes tenemos la laboriosidad, el oficio y el
trabajo artesanal de los hombres del común, quienes crearon tejidos, arquitecturas modestas y
urbanismos domésticos y generaron conjuntos urbanos que dan cuenta de una sensibilidad, de un
trabajo y un hacer sagrado de los hombres. Estas nociones de tejido, arquitecturas domésticas y
8 En lo que respecta a la importancia del libro como herramienta pedagógica en el camino de la construcción de un
saber arquitectónico en América, Luis Fernando González cita a Ramón Gutiérrez, para argumentar que desde 1584
se enviaron a Méjico algunos ejemplares de libros sobre el arte de la arquitectura. González afirma: “El libro fue el
medio por excelencia, dirigido sobre todo a especialistas y responsables de representar y construir, tuvieran formación
académica o no. Esta producción de origen extranjero comenzó a circular en América desde las últimas décadas del
siglo XVI, específicamente los textos de los tratadistas, lo que se mantendría hasta las tres primeras décadas del siglo
XX. Hasta la primera mitad del siglo XIX fue el medio por excelencia de aprendizaje, como bien lo anotó el viajero
francés Gaspar Mollien en 1823: “El arte de la arquitectura es el que más progresos ha hecho en Colombia; sus
adelantos son tanto más sorprendentes cuanto en este aspecto no ha tenido más maestros para dirigir sus pasos que los
libros y las estampas” (González L. F., Del alarife al arquitecto, el saber hacer y el pensar la arquitectura en Colombia
1847-1936, 2013, pág. 152)
26
modestas, crearán en la era industrial el concepto de conjunto patrimonial, que llevará a su vez a
observar la categoría más amplia de patrimonio urbano.
La civilización de la imagen
En el Renacimiento o la civilización de la imagen, como la llama Choay, se generan procesos
técnicos de clasificación, representación, experimentación e ilustración de la “realidad” que,
asimismo, recoge las técnicas memoriales, masificadas en el Medioevo:
las antigüedades se inscriben sobre todo en la gran corriente que devalúa el testimonio de la palabra
y de la escritura en beneficio de aquél de la visión y de la representación icónica. Los edificios del
pasado contribuyeron tanto al estudio sistemático de las formas plásticas como al de su desarrollo
y clasificación. Las investigaciones de los anticuarios acompañaron a las de los naturalistas y,
juntos, participaron en la creación de una civilización de la imagen: imagen transformada ahora en
instrumento de análisis del mundo y en soporte de la memoria (Choay, 1992, pág. 190).
La interpretación, apropiación y creación del artefacto memorial en el Renacimiento implica,
en primera instancia, poner la mira sobre sus actores. En la Antigüedad y el Medioevo, el
monumento memorial era anónimo y colectivo. En el Renacimiento se observa emerger la figura
del genio, el artista, el clasificador y el naturalista. Estos actores desarrollaron numerosos
artefactos y técnicas de aprehensión de la realidad que hasta hoy constituyen fuentes importantes
a la hora de relacionarnos con el conocimiento superior del hombre: la observación, la clasificación
y el coleccionismo. Los actores renacentistas, fundamentales en la interpretación de la antigüedad
y en la creación de los nuevos dispositivos técnicos de memoria, son llamados por Choay como
los protohumanistas: viajeros, eruditos, coleccionistas, interesados en el mundo antiguo y su
cultura material. La colección de objetos preciosos, como soporte de la cultura material, sería
capitalizada desde entonces como exteriorización:
27
A la taxonomización patrimonial contribuyó de manera determinante un individuo singular, que ya
había venido dando sus frutos desde el manierismo: el coleccionista. El coleccionista atiende al
«arte de coleccionar» objetos marcados por la complétuder, es decir, por su presencia plena y
excelente en el mundo de los objetos (Vouilloux, 1999: 302). Pero además, según señala B.
Vouilloux, se ajusta igualmente a un discurso de la colección, es decir, a una suerte de escritura en
la que cada objeto que forma parte de una serie particular posee un significado pleno para su
poseedor (González J. A., 2012, pág. 33).
El anticuario, el naturalista, el ingeniero y el ilustrador basan toda su relación con el
monumento, en lo que se ve. El monumento adquiere entonces una relevancia visual, más que
memorial. De ahí los primeros acercamientos a la invención de lo bello y lo exótico. Como
métodos puntuales, encontramos técnicas como el grabado, el arte, la ilustración, basados en la
invención de lo bello, del objeto único y representativo del genio creador y de los designios
públicos. Choay observa que “al placer dispensado por la belleza del edificio le han seguido el
deslumbramiento o el asombro provocados esta vez por la proeza técnica […]. A partir de ese
momento, el monumento se impone a la atención sin trasfondo, interpelando en el instante,
trocando su antiguo estatuto de signo por el de señal. (Choay, 1992, pág. 14)
En el discurso alagórico planteado por Choay para entender la civilización de la imagen, el
viajar para observar in situ los monumentos, era indispensable para su aprehensión. Cuando era
imposible viajar y ver, se apela a técnicas de recordación como la figuración, la ilustración y el
grabado: “los anticuarios atesoraron, comunicaron y difundieron el cuerpo de conocimientos
históricos que sus "búsquedas de antigüedades" les permitieron acumular a lo largo de los siglos
gracias a estos museos de imágenes. Método que, de hecho, todavía sigue vigente” (Choay, 1992,
pág. 212). Se colecciona, entonces, la realidad fidedigna a partir de imágenes. De los ingenieros
se toma su habilidad para calcular los pesos estructurales y la dotación de las medidas y
28
funcionalidades. Del ilustrador y el grabador, el dibujo, las láminas fidedignas, correspondientes
con las espacialidades, los materiales y las estructuras de los artefactos memoriales. El método de
observación es científico, no arquitectónico, ni artístico. El arte y la arquitectura son vistos como
dimensiones alegóricas, metafóricas, no tan bien recibidas cuando de recordar el pasado se trata.
Los coleccionistas, naturalistas y anticuarios, desconfían de los artistas, pues se les considera que
no grafican fidedignamente. A su vez, desconfían de los arquitectos, dado que consideran que
desconocían los factores técnicos de los monumentos, haciendo una representación abstracta,
abigarrada de conceptualismos y sin asidero en la espacialidad, descontextualizando las
edificaciones y rellenando faltantes a partir de su imaginación. Así, mediante estas
exteriorizaciones técnicas, se le otorga al monumento una función arqueológica, basada en la
grandilocuencia, en la belleza, en las destrezas y hazañas técnicas utilizadas en la construcción,
convirtiéndolo en antigüedad coleccionable en un almacén o bodega. Para el Renacimiento, el
monumento representa el poder, la grandeza, la belleza: manifiesta los grandes designios públicos,
promueve los estilos, se dirige a la sensibilidad estética, al arte y, posteriormente, a la proeza
técnica y lo colosal. Se crea entonces un dispositivo de soporte memorial: lo bello como fin
supremo del arte. Según Choay, dos de las causas por las que el monumento memorial desaparece
es, por un lado, el desarrollo, perfeccionamiento y difusión de las memorias artificiales observado
desde la invención y masificación de la imprenta y, por otro lado, el lugar predominante que,
“desde el Renacimiento, las sociedades occidentales le otorgan al arte. […] Al otorgar a la belleza
su identidad y su estatus, transformándola en el fin supremo del arte, el Quattrocento la asocia a
toda celebración religiosa y a todo lo memorial” (Choay, 1992, pág. 14). Cambia la situación
“ideal” del monumento: su importancia radica no ya en suscitar la memoria viva, sino en su belleza,
proeza técnica, importancia arqueológica. Con la época antiquizante del Quatroccento y el
29
proyecto humanista, se produce el primer alejamiento con los objetos del pasado como
antigüedades. Es el mismo momento en el que se inician el arte y la historia como actividades
autónomas. La entrada de la historia como actividad que por sí misma logra gestionar la memoria
desde la escritura es importante, asimismo, porque pasados los siglos (XVIII y XIX), la disciplina
histórica logra monopolizar las conclusiones que puedan establecerse alrededor del concepto
tiempo, a partir de sus múltiples escuelas y métodos.
Estas técnicas de aprehensión de la realidad toman una importancia significativa que en la
Modernidad occidental será capitalizada por dispositivos, artefactos y espacios creados en el
período de consagración del monumento histórico, que conmemora la heroicidad y la identidad de
proyectos políticos asociados a la República.
Artefactos memoriales modernos: expansión tipológica y temporal del útil memorial
A las valoraciones de arte y objeto único desarrolladas en el Renacimiento, la Modernidad
europea agrega la valoración histórica, entendiendo el artefacto memorial como un dispositivo que
rememora por sí mismo una época, testigo de unas materialidades, técnicas y, finalmente, de una
sociedad y su cultura. Las prácticas técnicas de la Modernidad, la Revolución Francesa y la
Revolución Industrial, dan contexto a la creación de un nuevo entramado de técnicas memoriales,
nuevos útiles de exteriorización. Nuevas categorías como las antigüedades y el arte como actividad
autónoma, permiten observar cambios significativos en las técnicas y útiles que soportan la
memoria durante los inicios de la modernidad:
La emergencia del monumento histórico en el siglo XX, designado como antigüedades, ilustra el
despliegue del proyecto humanista. […] Este descubrimiento de las antigüedades también es el
descubrimiento del arte como actividad autónoma, desligado de su tradicional sujeción a la religión
30
cristiana. Esta experiencia irreductible adquirida con gran esfuerzo en tanto que conciencia de sí
misma dará origen a un arte que se constituirá entendiéndose y pensándose a la vez como devenir
y como historia. Bajo la denominación de antigüedad, el monumento histórico es uno de los actores
causantes de esta gran fractura en el arte occidental y del advenimiento de la arquitectura teorizada
y referenciada, que Paul Frankl denominará posmedieval para subrayar su diferencia y unidad
(Choay, 1992, pág. 189).
Así como para observar las técnicas de soporte memorial en el Renacimiento es indispensable
observar sus actores, así mismo, en la Modernidad, existen actores importantes en la concepción
y construcción de las técnicas rememorativas. Interesa, por ejemplo, observar la aparición de los
historiadores del arte, recién llegados a la escena del saber. En la concepción de la historia del
arte, según Choay, “las creaciones de la arquitectura antigua van a ser […] el objeto de una
investigación sistemática que atiende a su cronología, su técnica, su morfología, su génesis y sus
fuentes” (Choay, 1992, pág. 116). De esta manera, tanto el arte como los monumentos son
estudiados como manifestación histórica que aportan datos de una sociedad pasada, recrea hazañas
con fecha y actores precisos. La periodicidad de estos útiles de soporte memorial, está definida
por un período particular en la historia de los artefactos memoriales entre 1820-1960. Según
Choay:
la unidad del período (1820-1960) que los engloba (…) impone, por su reconocimiento, su
coherencia y su estabilidad, el estatus adquirido por el monumento histórico con el advenimiento
de la era industrial. Este estatus puede ser definido por un conjunto de determinaciones nuevas y
esenciales referidas a la jerarquía de valores de los que está investido el monumento histórico, a
sus contornos espacio-temporales, a su estatus jurídico y a su tratamiento técnico (Choay, 1992,
pág. 114).
31
Constituye, así, una renovada valoración del monumento que lo entiende como testigo de la
historia, como un artefacto que, aislado, atestigua cómo eran los hombres del pasado y sus visiones
de mundo: “para Guizot, como para la mayoría de los historiadores de su tiempo, los edificios
antiguos ya no contribuían a fundar un conocimiento en el que basar su propia disciplina, sino a
ilustrarlo y a servir así de apoyo a un sentimiento: el sentimiento nacional” (Choay, 1992, pág.
116). La valoración histórica, que implica la creación del concepto y la técnicas de conservación,
crean dispositivos jurídicos y técnicos novedosos para la administración de la herencia material:
“cuyo conjunto de decretos e instrucciones prefigura, en la forma y en el fondo, el enfoque y los
procedimientos que Ludovic Vitet, Prosper Mérimée y la primera Commission des Monuments
Historiques establecerán en 1830” (Choay, 1992, pág. 85). Este antecedente prefigura todas las
valoraciones implementadas en el seno de la Asamblea Constituyente de la Revolución Francesa,
y serán reglamentados en 1820 mediante normas, marcos jurídicos, protocolos de conservación y
usufructo económico que daría paso posteriormente al concepto de patrimonio tal y como hoy lo
conocemos. A partir de esta consolidación de las nuevas técnicas de administración de la herencia
material, puede observarse la expansión de éstas por fuera de Francia. Algunos estados europeos
comienza a organizan y administran los artefactos memoriales heredados bajo las técnicas de
preservación, musealización, inventarios, clasificación, reutilización (Choay, 1992, pág. 20).
Como diría Marx del capital –que no tiene nacionalidad– estas técnicas modernas de creación y
administración de lo patrimonial empiezan a expandirse mundialmente, no sólo como tendencia
universal del hombre, sino como un hecho técnico unificado bajo la homogenización del concepto
de patrimonio:
La revolución industrial como proceso de desarrollo planetario otorgaba virtualmente al concepto
de monumento histórico una acepción universal, aplicable a la escala mundial. En tanto que proceso
irremediable, la industrialización del mundo ha contribuido, por una parte, a generalizar y a acelerar
32
la implantación de legislaciones de protección del monumento histórico y, por otra, a hacer de la
restauración una disciplina en sí, solidaria con los progresos de la historia y del arte (Choay, 1992,
pág. 115).
La consagración del monumento histórico, como Choay nombra este proceso, reconoce e
ingresa nuevos contenidos, valores y cronologías al monumento: el pasado cada vez está más
próximo y se empieza a reflexionar sobre lo que luego tomará el nombre de Patrimonio.
Valoración económica y política de lo patrimonial
La valoración económica del patrimonio –el principio de sucesión– y la valoración política –
principio de linaje–, constituyen una continuidad en los discursos que Occidente elabora para
interpretar esta palabra “antigua”. Lo valoración económica es pues, tan antigua, como la palabra
que lo significa. Su concepción política y étnica, de filiación y linaje, también. En la actualidad,
el usufructo de lo patrimonial está en primera línea, paralelo a sus réditos políticos.
Para observar este proceso de valoración creado en Occidente en la Modernidad, esta tesis
propone una relación entre el principio de linaje y el concepto de Nación, no como conceptos
sucesivos o aproximados, sino como un símil que confronte las relaciones étnicas y parentales con
las relaciones de identidad política creadas en la modernidad. Desde este símil nos aproximamos
al concepto de patrimonio nacional heredado que, después de la Revolución francesa, se entenderá
como una representación colectiva de la esencia y el espíritu de la Nación.
En el radical proceso que “el pueblo” francés crea para generar la República, el discurso
nacional se establece como primordial en la Asamblea Constituyente. La Nación como proyecto
implica profundizar y construir un relato, en el que lo pedagógico y la identidad con un territorio
cobran importancia. Así, el patrimonio nacional francés constituye un dispositivo que le permite
33
“al pueblo” administrar los bienes privados de la corona y la iglesia, mediante una serie de
legislaciones de conservación y restauración, en el que deposita el objetivo de crear identidades,
recordar la nacionalidad, incentivar y promover símbolos desde los designios de la igualdad, la
fraternidad y la libertad. Para observar este nuevo dispositivo político, cabe citar a José Antonio
González:
La inflexión moderna de la monumentalidad sobreviene con la Revolución francesa. Frente al
período conocido como vandalisme, en el cual como respuesta al Ancien Régime fueron destruidas
a martillazos las portadas románicas y góticas de numerosos monumentos, y muy en particular las
tumbas de los reyes de Francia de la abadía de Saint Denis, en las afueras de París. Grégorire con
elocuentes palabras, reflejadas en su Rapport sur les Destruction sopérées par le Vandalisme et sur
les moyens de le réprimer, consiguió que la Asamblea Revolucionaria francesa atendiese al
concepto de <<bienes nacionales>> para proteger aquellos monumentos que ya constituían parte
de la narración histórica del pueblo y de la nación, y que no podían ser cuestionados ni siquiera por
estar vinculados a la injusticia (González J. A., 2012, pág. 15).
De manera general, ante el peligro de la destrucción de los símbolos relacionados con la iglesia
y la corona, la Asamblea crea inventarios de cuáles de estos símbolos pueden servir como
narraciones de la Nación, como dispositivos de enseñanza del arte, los oficios y los estilos de la
arquitectura. Establece una separación entre lo que debe considerarse bienes privados y bienes
nacionales y las implicaciones de éstos para la República. El patrimonio nacional, desde la
perspectiva de González, cobra vigencia desde el concepto de bien nacional:
El concepto de <<bien nacional>>, tal como lo contempló la Asamblea Constituyente francesa, o
de <<monumento>>, tal como lo concibió A. Riegl, nos indica el momento en el que los nuevos
burgueses, armados de un trascendente sentido de la distinción cultural (Bourdieu, 1979), toman
34
conciencia del valor cultural añadido del patrimonio cultural, paralelo a su patrimonio particular
(González J. A., 2012, pág. 11).
Profundizando en los aportes A. Rielg, su teoría de los valores, empleada por en su libro El
culto moderno al monumento, es utilizada por Choay para contrastar y observar un orden
jerárquico entre las valoraciones de lo patrimonial, que resulta iluminador para observar otras
variables. Para la Revolución Francesa, en primer orden de jerarquía, se encuentra el valor
nacional, pedagógico y cognitivo; en segundo lugar, la valoración económica de estos bienes
heredados y en tercera instancia, la valoración artística y arquitectónica: “Lo primero y
fundamental es el valor nacional. Éste es el valor que de principio a fin inspira las medidas de
conservación adoptadas por el Comité d'Instruction Publique, el que justifica la necesidad del
inventario y de la recolección de todas las heterogéneas categorías de la “herencia”” (Choay, 1992,
pág. 98). En la Francia revolucionaria, el valor nacional es el que legitima a todos los otros valores,
comunicándole la plenitud de su fuerza afectiva. Cuando los monumentos históricos pasaron a
ser, por herencia, propiedad del pueblo entero, los comités revolucionarios les otorgaron un valor
nacional dominante y les asignaron nuevas finalidades educativas, científicas y prácticas.
Así, el concepto de patrimonio nacional se torna en uno de los bastiones de la República y
posteriormente de los Estado Nación del continente europeo. El patrimonio tal y como es
entendido en la Asamblea Constituyente de la Revolución Francesa se desplaza y se exporta a otras
latitudes. Al igual que los derechos universales del hombre, es tomado por las élites en el
continente americano para administrar y crear sus relatos nacionales. En América Latina, este
proceso se dio en clave de la construcción de los imaginarios independentistas y su característica
nostalgia del pasado colonial, manifestado con mayor contundencia cuando renace el hispanismo.
Pero a diferencia del discurso francés promovido por los nuevos burgueses bajo el eufemismo de
35
que los bienes de la corona son propiedad del “pueblo”, el acervo de bienes nacionales de las
jóvenes naciones latinoamericanas, nacieron asociados a una élite y sus sentidos estéticos. Velho
y Arruda, citados por (Mantecón, 2005, pág. 11), apuntan: “sólo los testimonios vinculados a la
experiencia victoriosa de la etnia blanca, de la religión católica y del Estado conducido por la élite
política y económica de Brasil eran considerados dignos de conservación”.
Los patrimonios nacionales se respaldaron con frecuencia en un discurso de verosimilitud de
los relatos históricos, unificando las prácticas y los objetos bajo la marca de la nacionalidad de los
criollos. Un proceso influido por la evocación mitificada de escenas de la colonia, en combinación
con la acumulación de obras preciosas de lo que denominaron la arqueología nacional o las
antigüedades indígenas. Entre los ejemplos de este proceso en Latinoamérica, pueden citarse las
fiestas cívicas y patrias, las representaciones pictóricas y escultóricas (la historia de bronce), los
museos, la arquitectura conmemorativa, los espacios públicos al servicio de la recordación de
próceres y sucesos de la emancipación republicana. Una fuente puntual que nos permite observar
este proceso en Colombia, desde el siglo XIX hasta el XX, son las exposiciones que a nivel
nacional y regional fueron realizadas, emulando las exposiciones internacionales y bajo las
banderas de los intereses políticos y económicos de las élites de entonces. Esta fuente, estudiada
ampliamente por el profesor Luis Fernando González, hace evidente algunos de los procesos de
exaltación generados desde el dispositivo de las exposiciones:
Las exposiciones, además de ser el escenario natural para mostrar el progreso material, se
convirtieron en instancias de definición nacional, basadas en una concepción patriótica, un ideario
de paz y un proyecto civilizador, inaugurados desde la primera fase, y en unas perspectivas cada
vez más culturales, soportadas en el pasado y la religión. En la segunda fase, tales eventos
intensificaron el carácter de celebración patriótica, especialmente a partir de 1873, cuando en el
36
gobierno de Manuel Murillo Toro fue oficializado el 20 de julio como el día festivo nacional […]
(González L. F., 2013, pág. 59).
Interesante es resaltar que los autores europeos que teorizan sobre lo patrimonial, no enuncian
dentro de sus prácticas lo festivo, ni las fechas conmemorativas, restringiendo sus definiciones
patrimoniales principalmente a lo espacial (el tejido urbano, el conjunto patrimonial), al
monumento memorial, al monumento histórico y a lo bello. Sus discursos se centran, con
excepciones muy contadas, en la conservación o restauración de esos elementos. En lo que
respecta a los autores que investigan el proceso patrimonial en América Latina, las fiestas, las
escenificaciones cívicas y la exhibición de lo autóctono y lo pintoresco, cobra una importancia
capital. Mediante este dispositivo festivo se inserta de manera muy eficaz “el pueblo” al relato
nacional recién generado por las élites. Sin embargo, los proyectos nacionales para insertar las
dinámicas culturales de los habitantes que no pertenecían a las élites locales, son basados en
caricaturizaciones, en el exotismo del folclor y en el siempre expresado silogismo “ustedes allá y
nosotros acá”. García Canclini observa a este respecto:
Lo que se define como patrimonio e identidad pretende ser el reflejo fiel de la esencia nacional. De
ahí que su principal actuación dramática sea la conmemoración masiva: fiestas cívicas y religiosas,
aniversarios patrióticos, y, en las sociedades dictatoriales, sobre todo restauraciones. Se celebra el
patrimonio histórico construido por los acontecimientos fundadores, los héroes que lo protagonizaron
y los objetos fetichizados que los evocan. Los ritos legítimos son los que escenifican el deseo de
repetición y perpetuación del orden (García, 1995, págs. 152-153).
Así, este proceso basó sus definiciones en torno a la creación de colecciones de acervo desde la
exaltación y puesta en escena de prácticas y fenómenos culturales de las poblaciones, consideradas
manifestaciones importantes para el proyecto de nacionalidad. Lo patrimonial existe, entonces, en
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la medida en que es puesto en escena, teatralizado en el marco de los espacios de arquitectura
conmemorativa, los parques, las plazas, las calles y, con la modernidad, las avenidas, los edificios
de lenguaje historicista públicos o privados. Cobra fuerza política a través de fiestas, fechas
patrias, conmemoraciones, medallas, los proyectos de museo nacional, héroes, paisajes, bellas
artes y artes populares (García, 1995, pág. 151).
En cuanto a la institución Museo, cabe observar que en la Francia revolucionaria, este proyecto
adquiere una renovada funcionalidad para la administración del patrimonio. Los patrimonios
muebles “serán transferidos desde sus almacenes provisionales al almacén definitivo abierto al
público, consagrándose así el reciente término de Museum o museo (…), cuya función es servir a
la instrucción de la Nación. (…) Los museos enseñarán el civismo, la historia y los oficios artísticos
y técnicos. Pedagogía concebida a la escala de la nación” (Choay, 1992, pág. 89). En América
Latina, a principios del siglo XX, los proyectos de Museos Nacionales plantean sus colecciones
desde la narración de su historia de manera lineal: en primer lugar el origen arqueológico prístino
del buen salvaje, luego lo colonial, posteriormente los próceres y batallas de la independencia y a
continuación el desafío de la Modernidad, la democratización y la industria. Algunas instituciones
museísticas más osadas, completan el círculo con una sección de lo que se denomina arte nacional,
algunas vanguardias y, por último, algunas salas temporales o fijas dedicadas al arte
contemporáneo basado principalmente en los discursos estéticos que interpretan las violencias
sociales y políticas de las Naciones.
Así como Francia y los demás Estados europeos significan desde sus intereses medievales y
renacentistas los monumentos grecorromanos, cristianizándolos y exhibiéndolos como parte de su
historia fundacional, los museos nacionales latinoamericanos encierran los objetos, espacios y
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monumentos memoriales precolombinos, bajo los conceptos de territorio unificado de identidad y
Nación:
los movimientos político-culturales contemporáneos ligados al patriotismo nacionalista han
pretendido subsumir la pluralidad pre-moderna de las culturas autóctonas en la unicidad hegeliana
del Estado-Nación. Un ejemplo elocuente en el campo patrimonial es el Museo Nacional de
Antropología de México. (…) La arqueología surgida en México tenía dos horizontes: la indianidad
y el nacionalismo (González J. A., 2012, pág. 29).
La valoración política del patrimonio que tiene su origen en la Revolución Francesa, es de tal
trascendencia que hoy en día es la base de todos los discursos que, tanto en Europa como en la
joven América Latina, son aplicados sin distinción a las técnicas memoriales, los monumentos, los
monumentos históricos y los patrimonios.
Valoración económica del patrimonio
Por su parte, la valoración económica del patrimonio que ya está presente en la pre-
modernidad, adviene renovada en la ruptura creada en la Revolución francesa y se profundiza con
la Revolución Industrial. Si el objetivo fuera realizar una indagación sobre los significados del
concepto patrimonio, podría decirse que cualquier diccionario9 en el que hoy en día se consulte,
relacionaría su significado con la definición económica, sea ligada a estructuras familiares étnicas,
a una sociedad o, en la modernidad, al individuo. Partamos nuevamente de la Revolución francesa
pero esta vez observemos sus implicaciones económicas: iglesias incendiadas, estatuas
decapitadas, saqueos, desprecio por los símbolos de la corona e iconoclastia. Esto hace que el
9Patrimonio: Del lat. patrimonĭum). 1. m. Hacienda que alguien ha heredado de sus ascendientes. 2. m. Conjunto de
los bienes propios adquiridos por cualquier título. 3. m. Conjunto de los bienes propios, antes espiritualizados y hoy
capitalizados y adscritos a un ordenando, como título para su ordenación. (Real Academia de la Lengua Española,
2014)
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abad Grégoire pronuncie el término vandalismo. Y, tras este grito dolorido, que la Asamblea
Constituyente se pregunte: ¿qué conservar?, ¿qué destruir?, ¿qué usufructuar? En esta pregunta
se visualiza una inquietud por el valor económico de estas piezas. Según Choay:
Uno de los primeros actos revolucionarios de la Asamblea Constituyente, el 2 de octubre de 1789,
fue el poner los bienes eclesiásticos a disposición de la Nación. Lo mismo ocurre seguidamente con
los bienes de los emigrados y luego con los de la corona. (…) El valor del tesoro entregado así al
pueblo es, en primer lugar, de tipo económico. Para designarlo, los responsables adoptan
inmediatamente la metáfora de la herencia, sus términos claves son: herencia, sucesión, patrimonio
y conservación (Choay, 1992, págs. 87-88).
Si bien es cierto que los valores económicos del patrimonio se encuentran para los franceses en
un segundo plano con respecto a los valores cognitivos de la nacionalidad, también es posible
afirmar que tanto Francia como Inglaterra entendieron el monumento como riqueza, las obras
como dispositivos o modelos para la industria, los oficios y las artes, y los espacios monumentales
como un capital para la venta a turistas. En este sentido, Choay afirma que el grand tour, una de
las primeras experiencias inglesas de industria del turismo, basada en el viaje de aventura a los
monumentos de Oriente, Grecia y Roma, inicia el interés por el patrimonio monumental para atraer
a visitantes extranjeros y sus capitales, que sin duda constituían un buen negocio: “las arenas del
Nimes y el puente del Gard, han reportado a Francia probablemente mucho más que todo lo que
costaron a los romanos” (Choay, 1992, págs. 98-99) Para 1907, se generaban en Europa algunas
iniciativas de la compra y venta como valor de cambio de los espacios, objetos y artefactos
memoriales:
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El grand tour, ciertamente, se había democratizado en Inglaterra. Allí se crea la primera agencia
turística, Cook's, que explota especialmente los lugares legendarios de Egipto donde, ya en 1907,
Pierre Loti se queja de la implantación intempestiva de hoteles en los alrededores de las pirámides
y de la abundancia indiscreta de turistas. […] En Europa, a pesar de las campañas nacionales
conducidas desde principios de siglo por asociaciones privadas como el Touring Club de Francia,
a pesar de la creación de una red de explotación de las obras de arte antiguo por parte del Estado
italiano, en el país que había sido tierra natal del monumento histórico, el "turismo cultural" todavía
no ha recibido su nombre y continúa siendo el privilegio elitista de un medio social restringido,
acomodado y cultivado que agrupa a los que más tarde serán llamados “los herederos”. (Choay,
1992, pág. 146)
Esta noción económica de lo patrimonial, trasciende las barreras del tiempo, del gusto y de las
bellas artes, agrupando en igual categoría antigüedades grecorromanas, antigüedades nacionales y
la herencia arquitectónica moderna (Choay, 1992, págs. 87-88). De este proceso se desprende la
gran cantidad de instituciones, marcos jurídicos y sociales para administrar las colecciones de
antigüedades nacionales y monumentos históricos, entendidos como “valores de intercambio,
posesiones materiales que hay que preservar y mantener para evitar el riesgo de una pérdida
financiera” (Choay, 1992, págs. 87-88).
Acentuando la relación de lo patrimonial con lo económico, es importante observar las
repercusiones de la revolución industrial. Los documentos de inventario, catalogación, manejo y
comercialización de estos bienes de uso y de cambio, tendrían un revés importante con el
advenimiento de la Revolución Industrial, que cuestiona, otorga nuevos sentidos y ejerce otros
tipos de vandalismos y de valoraciones económicas sobre el monumento, el monumento histórico
y el patrimonio. La relación epistemológica y práctica entre el patrimonio y la economía, se hace
41
más notable desde el ingreso de la industria y, posteriormente, el arribo del capitalismo y su
expansión. Federico Engels, en el libro El problema de la vivienda y las grandes ciudades, nos
propone un contexto de Londres que de seguro enriquece el relato:
esta revolución industrial se debe al hecho de que la fuerza productiva del trabajo humano haya
alcanzado un grado tal que ofrece la posibilidad –por primera vez en la historia del hombre– de
producir, por un reparto racional del trabajo entre todos, no sólo lo bastante para asegurar con creces
el consumo de todos los miembros de la sociedad y para constituir un importante fondo de reserva,
sino también para proporcionar a cada individuo un tiempo de ocio suficiente; entonces, todo cuanto
sea verdaderamente digno de ser conservado de la herencia cultural transmitida históricamente –la
ciencia, el arte, las formas del trato social, etc.– no sólo será conservado, sino que, en lugar de ser
monopolio de la clase dominante, se convertirá en bien común de toda la sociedad y continuará
enriqueciéndose (Engels, 1974, pág. 23).
Empero, si para Engels la industria permite que la herencia cultural deje de ser monopolio de
la clase dominante, los románticos no observan el proceso con tanto optimismo. El romanticismo
se funda en esta contradicción: uno de sus orígenes más significativos es la pugna entre la ruina y
el progreso, entre la naturaleza y lo industrial. Balzac diría con nostalgia que: “los productos
reemplazarán las obras” y Víctor Hugo, por su parte, que “la industria ha reemplazado al arte”.
Balzac, Hugo y Lord Byron, se refugian en el monumento, dotándolo “de la viveza de las ruinas,
que evocaban épocas pasadas pobladas de historias sacrales y heroicas. La propia vida de Lord
Byron discurrió por lugares cargados de monumentalidad romántica” (González J. A., 2012, pág.
15).
42
Más allá de las necesidades e instituciones que requería la administración de la herencia, la era
industrial propondría cambios todavía más profundos. Se crean nuevas aproximaciones a lo
memorial creando el concepto de monumento histórico. Esta concepción cobra importancia en
medio de una crisis profunda: las contradicciones entre las ruinas y tejidos urbanos de la
antigüedad y la funcionalidad de la ciudad industrial, que empiezan a considerarse como atraso,
como estorbo al progreso, a la movilidad, al trabajo y el intercambio de mercancías. Durante la
Revolución Industrial, mediante el trabajo de los hombres, se enfrenta de manera importante el
discurso del objeto único, del objeto exótico y creado por un genio, que había cobrado tanta
importancia desde el Renacimiento y la civilización de la imagen. Mediante el trabajo, así como
en el Medioevo, la manufactura, la creación de productos en masa, consigue discutir los valores
imperantes hasta ese momento en lo que respecta a la cultura material y el arte, el monumento, el
monumento histórico y los tejidos urbanos adquieren otras funcionalidades: se masifica la
comercialización del arte que deja de ser monopolio de la aristocracia, la fábrica y la industria
crean nuevos objetos y técnicas memoriales (la fotografía, el cine, la música consignada en medios
magnéticos, las editoriales), las vitrinas como consumo no sólo de mercancías sino de hábitos y
mentalidades, los nuevos tejidos de ciudad: bulevares, barrios obreros, parques, arquitecturas
conmemorativas y los trazados de avenidas para dar respuesta a la movilidad de una ciudad cuya
demografía está en vertiginoso ascenso. Así, las ciudades que, como lo dice Engels, permiten
invertir en tiempo de ocio, gracias a la acumulación razonable de la riqueza generada por el trabajo
de los hombres, asumen otras valoraciones de los artefactos rememorativos.
Estas fracturas y cambios en las nociones cronológicas y en expansión de sus tipologías, que
incluyen el patrimonio subalterno, industrial y urbano, no sólo se basan en posiciones ideológicas
de los hombres de entonces, ni en apreciaciones políticas sobre lo que debe ser conservado o
43
destruido. Tiene que ver, sobre todo, con las fuerzas inherentes a la lógica de la era industrial que
plantean nuevas dinámicas a los monumentos históricos, los tejidos urbanos y las obras de arte:
La mutación que transforma a la vez los modos de vida y la organización espacial de las sociedades
urbanas europeas marca la obsolescencia de los tejidos urbanos antiguos. Los monumentos que allí
se insertan aparecen bruscamente como obstáculos o como frenos que hay que derribar o que
romper para dejar el campo libre al nuevo modo de urbanización, a su sistema y a sus escalas viales
y parcelarias (Choay, 1992, pág. 126).
Estas contradicciones, puestas de manera radical por la invención de la industria, proponen una
discusión importante en Europa: ¿cómo hacer funcional el espacio urbano, con su creciente
demografía y sus necesidades en materia de movilidad, con las ruinas grecorromanas, los tejidos
urbanos medievales y el arte u obras renacentistas?, ¿cómo hacer que el pasado no se interponga
ante el progreso y el futuro de la ciudad en una era donde ya no importa tanto las obras, como los
productos? Asimismo, cobra importancia los suelos ocupados por tejidos antiguos, medievales y
renacentistas para la especulación inmobiliaria y para los procesos de renta del suelo en las
ciudades de la época telemática y especulativa10.
Desde la perspectiva que venimos planteando, es posible entonces estudiar el patrimonio desde
una valoración eminentemente económica. Así, para ceñirnos a los términos de la economía, cabe
preguntarse ¿cuál es la economía política del patrimonio en la Modernidad? Para acercarnos a una
respuesta, puede observarse lo patrimonial como un servicio ofertado por la Nación, el mercado,
10 En el texto más reciente sobre Roma, Herzfeld analiza el proceso de gentrificación, de ocupación de élites de barrios
degradados y restaurados, de Roma en relación con la ideación del lenguaje cultural de la eternidad (Herzfeld, 2009).
Esta construcción social de la realidad monumental está relacionada con los procesos de la memoria social. Forma
parte, de la construcción social de la realidad de la época telemática y especulativa (González J. A., 2012, pág. 55)
44
los colectivos sociales, la iglesia, los artistas y consumido por turistas, compradores de arte,
visitantes a museos, etc. Por otro lado puede entenderse como una economía de objeto, en la que
el arte, la comunicación, lo arqueológico, lo arquitectónico, lo religioso, etc., se vende a partir de
su valor de cambio. Para X. Greffe, citado por (González J. A., 2012, pág. 42) la economía
patrimonial tiene dos dimensiones: “vista desde el lado de la demanda es una economía de
servicios patrimoniales, vista desde la oferta es inicialmente una economía del objeto” (Greffe,
1990: 42). Desde esta perspectiva, es frecuente observar en algunos autores la utilización de
conceptos como intercambio, mercado, valor de cambio, valor de uso, plusvalía, capitales
culturales, especulación cultural, industria, consumo, turismo, sostenibilidad y gestión. Estos
conceptos hacen parte de una serie de formulaciones teóricas en la que la gestión y negociación de
lo patrimonial enfrenta al Estado –detentador único del patrimonio nacional durante el siglo XIX
y hasta muy entrado el siglo XX– con los actores de los mercados nacionales e internacionales, los
organismos privados y los colectivos sociales. García Canclini lo explica de esta manera:
En tanto los gobiernos entienden su política en términos de protección y preservación del
patrimonio histórico, las iniciativas innovadoras quedan en manos de la sociedad civil,
especialmente de los que disponen de poder económico para financiar arriesgando. Unos y otros
buscan (…) dos tipos de réditos simbólicos: los Estados, legitimidad y consenso al aparecer como
representantes de la historia nacional; las empresas, obtener lucro y construir a través de la cultura
de punta, renovadora, una imagen “no interesada” de su expansión económica (Mantecón, 2005,
pág. 86).
Así, el capital cambia sustancialmente la acción ejercida por el Estado Nación sobre el artefacto
patrimonial. El otrora dispositivo pedagógico administrado por la Nación para ofertar un discurso
determinado de patria, es cuestionado y sus usufructos económicos y réditos políticos
45
administrados desde diversas ideologías y estructuras. La Nación ya no sólo se enfoca en la
preservación y conservación de sus valores y relatos, sino en la negociación, represión y pugna
con las acciones de los privados, la compraventa de arte, la salvaguarda y difusión, la excavación
legal e ilegal del denominado patrimonio arqueológico. En este sentido, Llorenc Prats, citado por
(Mantecón, 2005, pág. 18), plantea que la ecuación patrimonio-identidad nacional se ve desplazada
por la de patrimonio-venta-consumo, asociada al turismo, los medios masivos de comunicación,
la sustentabilidad y los derechos de la humanidad. García Canclini, profundizando el concepto,
propone lo patrimonial como un activo de intercambio y comercialización, no sólo en el sentido
del dinero y el usufructo financiero, sino de intercambio de símbolos, significados y objetos, en
donde participan una red cada vez más compleja de actores: los colectivos sociales, el Estado, el
mercado, los individuos, los líderes religiosos, los medios de comunicación, la academia, los
artistas, los coleccionistas privados, etc.
Así, es posible observar el surgimiento de un nuevo concepto de útil y artefacto memorial: el
activo económico. Entender lo patrimonial como activo supone observar el intercambio simbólico
que allí se genera, su compra y su venta: un artefacto basado en su valor de cambio que se acumula,
intercambia, revalora, re-significa y al que los grupos sociales tienen acceso diferenciado:
La reformulación del patrimonio en términos de capital cultural tiene la ventaja de no representarlo
como un conjunto de bienes estables y neutros, con valores y sentidos fijados de una vez para
siempre, sino como un proceso social que, como el otro capital, se acumula, se reconvierte, produce
rendimientos y es apropiado en forma desigual por diversos sectores (García, 1995, pág. 182).
Si para García Canclini valorar lo patrimonial desde el punto de vista de activo desestabiliza
los relatos únicos de la Nación, permitiendo que se construyan y apropien diferenciadamente sus
46
rendimientos por la sociedad, para José Antonio González, este concepto soslaya una
intencionalidad bien definida del capital, los valores refugios11:
Evidentemente […] el capitalismo […] busca valores refugio, que además otorguen distinción a su
poseedor. Ésta es una vieja ley histórica. El arte primitivo al ser escaso, y estar en casi su totalidad
depositado en museos, exige ser devuelto al mercado. En realidad, pienso, no se quiere acabar con
el museo, sino convertirlo, como en Estados Unidos, en una pieza más del mercado, donde las cosas
expuestas alcanzaron un valor añadido desde el punto de vista comercial. Por tanto, podemos
encontrar absurdos, como que este Branly reciba donaciones mientras que sus piezas se escurran
discretamente de los almacenes sin control. Se trata de darles liquidez a las instituciones
museográficas, que como buenas corporations están obligadas a hacer negocio (González J. A.,
2012, pág. 69)
Estas dos posturas reafirman las discusiones y evidencian las pugnas que, así como en lo
patrimonial, se dan dentro de la academia. Lo que es incuestionable es que el capital dinamiza
mediante su valor de cambio los objetos, artefactos y útiles memoriales que la humanidad ha
conservado desde la antigüedad o los que son construidos al momento. Como en la Revolución
Francesa, la iconoclastia y el eclectisismo amplían el campo tipológico de los artefactos
memoriales. A este proceso, Choay le identifica como inflación patrimonial:
Este proceso agrupa lo más significante y lo más fútil, los lugares de culto religioso y los de la
industria, los testimonios de un pasado secular y los de un pasado todavía reciente. Como si,
acumulando todos esos logros y todas esas huellas, se quisiera construir una imagen de la identidad
humana. Y allí se encuentra, justamente, el nudo del enigma: el patrimonio histórico parece
11 Con valores refugios se hace referencia a la inversión de capitales en objetos preciados como el arte, algunos objetos
arqueológicos que permiten resguardar la inversión del capital especulativo, puesto que estos objetos conservan mayor
estabilidad en su precio e, incluso, sus valores frecuentemente están al alza. De esta manera, es más estable invertir
en un cuadro de Botero, que en la bolsa.
47
desempeñar el papel de un enorme espejo donde todos nosotros, miembros de las sociedades
humanas de principios del siglo XXI, contempláramos hoy nuestra propia Imagen (Choay, 1992,
pág. 222).
Esta trasferencia del valor de uso al valor de cambio, asignado a múltiples productos, objetos,
obras, monumentos y espacios, se va a capitalizar desde la metodología del sumi en valeur (puesta
en valor), que puede asimilarse con el concepto de especulación cultural entendido como la
búsqueda de réditos económicos. Los aspectos que condicionan esta metodología de ampliación
de la tipología del patrimonio, según la tesis doctoral de Celia Martínez, son:
- La democratización de la cultura y la inserción del patrimonio en el consumo relacionado
con el ocio
- La aceleración histórica y la búsqueda de referentes en el pasado
- La aparición de nuevos valores relacionados con lo intangible y el presente
- La dimensión territorial del patrimonio
- El revisionismo histórico
- La dimensión presente y futura del patrimonio (Martínez, 2006, pág. 55).
Una formulación neutra, que no observa las dinámicas del capital a las que se sujetan en este
período los artefactos memoriales, ni su valoración desde la perspectiva económica. De esta misma
manera, para nosotros muy ingenua, Martínez menciona la institucionalidad que administra
técnicamente esta expansión de la tipología patrimonial, mediante el enorme acervo de
documentación, legislaciones, pactos y convenciones creadas a partir de 1931:
La caracterización universal de los bienes culturales adquirirá todo su desarrollo y trascendencia en
la numerosa normativa internacional en materia de patrimonio elaborada por los organismos
supranacionales, que se inicia con la Carta de Atenas de 1931 y que adquirirá una especial relevancia
a partir de la segunda mitad del siglo XX. Dicha relevancia queda atestiguada en el marco de la
48
creación de diversos organismos internacionales como ICOMOS, ICOM, ICCROM, UICN, etc., en
la preocupación creciente por el patrimonio por parte de la U.E. y el Consejo de Europa y, sobre
todo, en el extraordinario desarrollo de la materia en el seno de la UNESCO y sus diferentes
pronunciamientos (reuniones, convenciones, estrategias, declaraciones, etc.) relativos a la
conservación del patrimonio mundial o el Patrimonio de la Humanidad, términos estos que, ya en sí
mismos, indican una sustancial modificación y globalización del concepto (Martínez, 2006, pág. 42).
Todo este aparato institucional que a partir de entonces administra los artefactos memoriales,
genera una expansión geográfica de las técnicas a partir de la universalización de un concepto
unificado de patrimonio, instrumentalizado a partir de la creación de conceptos como patrimonio
mundial y patrimonio de la humanidad (1972). A este respecto, Bonfil Batalla, citado por
(Mantecón, 2005, pág. 12), advierte con razón que “el patrimonio universal no es otra cosa que la
selección de ciertos bienes de diversas culturas en función de criterios esencialmente
occidentales”. De esta manera, se universaliza la valoración económica de los artefactos de
memoria a partir de un concepto homogéneo, su intercambio y acumulación como capital cultural,
su inflación, especulación y utilización como valores refugio. Un ejemplo de esta hipótesis la trae
Antonio Machuca, citado por Mantecón, que hace un ejercicio de relación geográfica entre las
inversiones de determinados capitales turísticos con las decisiones de la Unesco para poner en
valor determinado monumento y clasificarlo dentro de la noción de patrimonio de la humanidad.
Machuca genera esta conclusión:
su nivel de legitimación corresponde [espacialmente] con la forma de apertura y despliegue del
capital turístico transnacional ante la competencia por las regiones turísticas del mundo mediante
inversiones en regiones con recursos culturales y naturales, acondicionados mediante declaratorias
de zonas protegidas para usufructuarios de nuevo tipo (Mantecón, 2005, pág. 22).
49
Otro ejemplo que vale la pena citar, con el riesgo de aburrir al lector con tanto autor invitado a
esta casa de citas, es la enorme cascada de declaraciones de intangibles generada con la
Declaración para la Salvaguardia del Patrimonio cultural e inmaterial. Este proceso inédito de
diferenciar entre lo material y lo inmaterial a los artefactos y técnicas memoriales, permite observar
cómo se habilitan territorios insospechados para la entrada del capital turístico, por medio de
declaratorias y puestas en valor. Chaudron, citado por José Antonio González, permite observar
estos datos:
La lista de patrimonio inmaterial de la UNESCO tenía, en el año 2006, 830 sitios con esa
calificación, de los que el 77% eran explícitamente «culturales», y cerca del 20% «naturales», con
un 3% de “mixtos”. La mayor parte correspondían a Europa. África sólo tenía 110 inscritos en la
lista. Sin embargo, y a pesar de su juventud, en ese mismo año de 2006, la lista del patrimonio
"inmaterial”, iba encabezada por África, con Europa a una gran distancia. Incluso se constata el
enorme desinterés de los gobiernos europeos por inscribir bienes, lugares o personas de
conformación intangible, frente al supremo interés del mundo extra-europeo (Chaudron, 2008).
El discurso patrimonial, entonces, toma otras espacialidades y escalas. Así como se expanden
su geografía y tipología, también sucede lo propio con el ámbito cronológico de los artefactos
memoriales. El patrimonio deja de ceñirse al pasado, y las valoraciones y jerarquías de lo
monumental no están cifradas por su antigüedad: el cine de cartelera y un monumento memorial
griego, son puestos en la misma valoración. Así, el mercado, los colectivos sociales, los individuos,
cobran importancia en la decisión de qué se conserva y qué no de nuestra cultura material. En este
contexto, el enorme aparato institucional supra-regional creado a partir de 1931, al que los Estados
asociados legitiman mediante legislación interna, entra en pugna con otros colectivos y
declaratorias patrimoniales. Con esto, la mayor expansión originada en la Modernidad, obedece a
50
la masiva democratización del patrimonio, la invención de los públicos masivos, los espectadores
y consumidores culturales que, a su vez, crean otro tipo de vandalismo: el de desgastar con el uso
el objeto patrimonial. Pero esta expansión del público y su masiva democratización no se da sólo
en términos del consumo de un servicio patrimonial, sino también en el sentido de economía de
objeto, es decir que los colectivos sociales y los individuos construyen objetos, artefactos y
dispositivos de memoria que administran y que pretenden intercambiar en el mercado de los
activos culturales. Las colectividades subalternas, los individuos, los artistas, la cultura popular,
crean y comunican constantemente símbolos, significados, objetos y productos que dispersan y
“democratizan” el sentido. Los significados adquieren registros múltiples y se generan y
comunican a partir de los más diversos medios y dispositivos. Se crea entonces una enorme
posibilidad para los relatos no incluidos en la nación, ni en lo universal. Los sentidos y prácticas
de las poblaciones subalternas, la religiosidad popular, las prácticas sociales, las prácticas
espaciales, las múltiples identidades creadas a partir de la cultura popular y los contenidos masivos
de los medios, adquieren en ocasiones trascendencia de relato identitario o memorial. La
construcción de los útiles y artefactos memoriales por parte de otros cuerpos sociales como lo
comunitario y lo étnico, llena el análisis de posibilidades. García Canclini les define desde el
concepto de construcción social del patrimonio.
Martínez da cuenta de algunas características de esa construcción social y su relación con el
aparato institucional –abordado en párrafos anteriores–, al estudiar los nuevos procesos
patrimoniales de puesta en valor para reconocer institucionalmente los artefactos memoriales
creados o administrados por los colectivos sociales diferentes al Estado:
[el] Patrimonio Histórico no como una realidad objetual sino como concreción de unas exigencias
sociales, que han ido variando a lo largo del tiempo, y de los diferentes modelos de Estado, hasta
51
reconocer una serie de valores que permiten su comprensión y disfrute por una cada vez mayor
porción de la sociedad. De ahí se extrae una importante consecuencia: el carácter subjetivo y social
de los valores propiamente patrimoniales y, la traslación de los mismos desde su propia concreción
material hacia el sujeto, hacia la colectividad que demanda la fruición de esos bienes cuya
satisfacción es la que legitima la acción de la tutela ejercida por las administraciones públicas
(Martínez, 2006, págs. 36-37).
Sin embargo, Martínez deja de lado los procesos contraculturales y divergentes, subterráneos,
que no se dejan aprehender bajo la lógica de la puesta en valor, que no les interesa el
reconocimiento institucional y que se lanzan al mercado de los activos culturales sin mediaciones
institucionales o en contra de ellas. Pero más allá de esta pequeña omisión, el recorrido planteado
hasta ahora demuestra que el proceso dialéctico entre las exigencias sociales y la legitimación
institucional, ha sido conflictivo e incierto. Lo que las fuentes permiten observar es, muy por el
contrario, conflictos, contradicciones y negociaciones, tensiones “entre lo local y lo global, entre
lo tradicional y lo moderno, entre lo público y lo privado, entre la uniformidad y la diversidad,
entre la sacralización y el desprecio, entre la inclusión y la exclusión, entre el desarrollo y el
empobrecimiento cultural” (Mantecón, 2005, pág. 29).
52
Patrimonio urbano y construcción social del patrimonio
La ciudad tal y como hoy es vivida puede entenderse como un dispositivo memorial, que
relaciona a los hombres con el trascender, con la muerte, arraigándolos al espacio y el tiempo. La
ciudad es, también, el escenario principal de la valoración económica y política de lo patrimonial
y de la pugna social por su administración y construcción. Así, el concepto de ciudad que moviliza
unas Memorias Rememorativas12, descrito por Luís Fernando González, es validador del concepto
de técnica memorial propuesto en este recorrido.
Para abordar la ciudad, desde este punto de vista, es necesario observar que es en el siglo XX
cuando más aportes teóricos se generan para estudiar la ciudad como dispositivo de memoria. Así,
nuevas profesiones, nuevos saberes y actores ingresan metodologías diferentes para interpretar,
conservar y restaurar los espacios patrimoniales y, de esta manera, dar continuidad a los
monumentos memoriales y monumentos históricos, para que sea posible preservar sus materiales
de los desgastes del tiempo y las patologías de los materiales (Choay, 1992, pág. 132). La ciudad
moderna, lugar de vida y muerte, ofrece también seguridad y al mismo tiempo desarraigo,
relaciona a sus habitantes con el pasado, calma la angustia del porvenir, impone condiciones para
el ejercicio de las creencias, para el ejercicio de la política, para el buen vivir y el ocio. Un aparte
de Choay que refuerza esta afirmación, consta de estas palabras:
12“La ciudad es un escenario de muerte y vida, de constante cambio, de mutaciones, por eso mismo es un complejo
nudo de memorias, desde las memorias individuales hasta las colectivas. Allí se escenifican las Memorias Repetitivas,
inscritas en la materialidad fisiológica de los cuerpos, formadas por las prácticas y rutinas elementales del hombre; las
Memorias Recordativas, (…) propias de las prácticas de reconocimiento del “cuerpo social”, esto es las formas
institucionalizadas de la organización colectiva: la familia, la escuela, el territorio, la aldea y hasta la patria (…); las
Memorias Rememorativas están en el orden de las elaboraciones simbólicas y sus imágenes, es decir, referidas al
terreno del lenguaje. (González L. F., 2006, pág. 5)
53
Ruskin hace un descubrimiento que nuestra época no ha terminado de redescubrir. A través de los
siglos y de las civilizaciones, y sin que los que la edificaban o la habitaban hubieran tenido esa
intención ni fueran conscientes de ello, la ciudad ha jugado el papel memorial del monumento:
objeto paradójicamente no erigido para este fin y que, como todas las antiguas aldeas y todos los
asentamientos colectivos tradicionales del mundo, poseía, en un grado más o menos constrictivo,
el doble y maravilloso poder de arraigar a sus habitantes en el espacio y en el tiempo. (Choay, 1992,
pág. 165)
¿Cómo se da la trayectoria conceptual que permitió observar la ciudad en su conjunto, como
una técnica memorial, como un monumento, como patrimonio? ¿Qué teóricos hicieron posible ir
más allá de los edificios y observar la ciudad y sus conjuntos?
Como contexto que nos permita dar cuenta de las diversas teorías por medio de las cuales se ha
observado la ciudad desde lo memorial, puede establecerse, según las fuentes consultadas, que el
espacio urbano gana su lugar en la historia del arte y la historia de la arquitectura sólo hasta el
siglo XX. Choay demuestra que hasta bien entrado el siglo XIX las ciudades son todavía
abordadas sólo a partir de edificios particulares, hitos, símbolos y monumentos, estructuras
sociales, económicas, instituciones políticas, jurídicas y religiosas (Choay, 1992, pág. 163). Para
el siglo XX cobra fuerza el concepto del espacio urbano como dispositivo memorial. Desde esta
perspectiva, puede sostenerse que las ciudades están hechas con base en dos elementos
fundamentales: trabajo y memoria. Lo que subyace a esta afirmación es que, como lo expresa Marx
a lo largo de toda su obra, el mundo natural es antropologizado por el hombre mediante el trabajo
y, como lo expresa Leroi-Gourhan, la memoria permite ejecutar las técnicas de transformación de
las materias primas. En lo que se puede interpretar de las labores conceptuales y prácticas de Jhon
Ruskin puede también observarse esta idea:
54
Para él [Ruskin] se trata, en realidad, de una herencia juzgada intangible porque manifiesta
concretamente el trabajo sagrado de generaciones sucesivas, así traídas a nuestra memoria. Dos
palabras clave son pronunciadas: trabajo y memoria. Ese trabajo, proseguido de generación en
generación, siempre por perpetuar, no es otro que el de la competencia de edificar. La sacralidad
que reviste su desempeño marca sin ambigüedad su vocación antropogenética. Y la memoria (viva),
interpelada por el conjunto de la herencia edificada antigua, sin especificación, ya no pretende
reconfortar la identidad de una comunidad humana en particular, como ocurría con los monumentos
intencionales, sino una identidad genérica (Choay, 1992, pág. 233).
Ruskin se pregunta ¿qué nos recuerdan los edificios antiguos?, para concluir que nos permiten
ver y tocar el pasado, además de permitir la comunicación con las herencias técnicas de las
generaciones pasadas (Choay, 1992, pág. 124). Los edificios, sus técnicas y artes asociados nos
permiten observar una herencia intangible: la competencia para edificar, las técnicas de las
generaciones pasadas y los espacios construidos. Pero puede irse más allá de la las apuestas de
Ruskin y plantear la noción de conjunto urbano, es decir, no sólo es la “gran” arquitectura la que
nos permite apreciar tal herencia, sino los tejidos, los conjuntos urbanos, la arquitectura doméstica,
los edificios modestos. Esta concepción posteriormente sería expandida a la ciudad, por medio
del concepto de ciudad histórica. Así, la ciudad en su conjunto, en cada una de sus capas, ofrece
una memoria técnica del trabajo de los hombres, que puede ser observada tanto en sus obras
colosales, como en el más modesto de los edificios y trazados. Gustavo Giovannoni, autor italiano
que sintetiza las apuestas de Occidente en lo que respecta a la conservación y restauración de los
artefactos memoriales, define así el concepto de ciudad histórica:
una ciudad histórica constituye, en sí, un monumento tanto por su estructura topográfica como por
su aspecto paisajístico, tanto por el carácter de sus vías como por el conjunto de sus edificios
mayores y menores; y, como en el caso de un monumento individual, convendrá aplicarle
55
idénticamente las leyes de protección y los mismos criterios de restauración, de despeje, de
refacción y de innovación. (Choay, 1992, págs. 125-126)
A estas capacidades técnicas, le llamamos competencia de edificar, que básicamente es lo que
permite observar técnicas que recogen desde la extracción y tratamiento de los materiales, la
edificación colectiva y anónima, las competencias de los artesanos, la aparición de la figura del
arquitecto, el ingeniero, el artista, el conservador, el restaurador, la invención del urbanismo y la
sistematización racional de estas competencias. A nivel contemporáneo, con los adelantamientos
propuestos desde el urbanismo y la planeación se observa el ordenamiento territorial con base en
redes que conectan dispositivos (edificios) incomunicados espacial y temporalmente que entran en
pugna con las valoraciones y asentamientos generados desde la ciudad informal y periférica.
Técnicas memoriales y constructivas de la ciudad en el siglo xx
Las técnicas, tecnologías y saberes que han movilizado los conglomerados humanos en
perspectiva de hábitat, en el siglo XX permiten observar algunas apuestas teóricas que nos serán
útiles para estudiar a Medellín como dispositivo memorial. Una de estas técnicas memoriales
importantes en la construcción e interpretación de los conglomerados humanos ha sido la
arquitectura y sus artes asociadas. En lo que se refiere al papel de la arquitectura13, Choay expresa
que es el único arte cuyas obras exigen ser recorridas con todo el cuerpo y que no puede ser
reemplazada por la sola percepción visual, como en el caso del arte pictórico o fotográfico.
Asimismo, la arquitectura en su dimensión práctica, utilitaria, constituye un saber técnico que les
permite a los hombres levantar espacios, mediar entre el cuerpo y el mundo natural, y domar el
tiempo (Choay, 1992, pág. 210), generar poblados, aldeas, ciudades y hábitats que trascienden de
13 Arte de la creación de espacios en intercambio con los materiales, el contexto, el mundo natural y el tiempo.
56
generación en generación. Estos espacios, a su vez, generan garantías para el ejercicio de las
creencias, de la política, del vivir bien y del ocio. Como saberes asociados a la arquitectura, a
finales del siglo XIX y principios del XX, aparecen técnicas específicas: la conservación y la
restauración. La construcción epistemológica de estos saberes se da en el contexto de una apertura
cada vez más amplia de la tipología patrimonial14 en la era industrial. Esta hace que sea necesaria
una manera sistemática de abordar esos inventarios cada vez más abigarrados. ¿Cómo proceder,
qué hacer con esas técnicas memoriales cuya existencia da cuenta la ciudad?, ¿conservarlas?,
¿restaurarlas?, ¿destruirlas? En la conceptualización de este sistema de procedimientos y técnicas
a seguir, hubo miradas encontradas que hoy en día pueden constatarse en la manera diversa como
Inglaterra y Francia gestionaron sus edificaciones góticas15. En esta trayectoria conceptual y de
creación de procedimientos y técnicas, fueron muy importantes los aportes del británico Jhon
Ruskin, seguido por William Morris, y del francés Viollet-le-Duc.
Ruskin, por su parte, genera una dimensión memorial y afectiva del monumento histórico y de
la arquitectura. Para Ruskin, es necesario conservar esos rastros con los que los hombres pasados
domaron el espacio para habitarlo, mediante la consolidación de las ruinas, permitiendo a las
nuevas generaciones ver y tocar el desgaste que ha causado el tiempo. William Morris propone
una hermosa conclusión que explica mejor esta noción “los monumentos antiguos forman parte
14 Como ejemplo, en 1837 Francia tenía tres grandes categorías de monumentos históricos: vestigios de la antigüedad,
edificios religiosos de la Edad Media y algunos castillos. Después de la II Guerra Mundial, el número de bienes
inventariados fue multiplicado con la expansión de la tipología para abordar también objetos arqueológicos y la
historia de la arquitectura culta. En la segunda mitad del siglo XX, empiezan a considerarse todas las formas del arte
de edificar, cultas y populares, urbanas y rurales, todas las categorías de edificios, públicos y privados, suntuarios y
utilitarios. (Choay, 1992, pág. 8) 15 Inglaterra se basó en la metodología de la conservación, dando estructura a la ruina y posibilitando que el desgaste
del tiempo sobre las formas del edificio sea evidente para recordarles a los hombres que así como esos grandiosos
edificios son derribados por el tiempo, así mismo su cuerpo desaparecerá. Francia, por su parte, restauró desde una
perspectiva de la valoración económica y social del artefacto memorial y lo situó en contexto con el futuro industrial
del presente y de cara a la expansión del capital futuro.
57
del mobiliario de nuestra vida cotidiana”. Con esta sentencia define claramente el carácter de
artefacto memorial del tejido urbano, insertándolo en la secuencia temporal y en el espacio vivido
por los habitantes que se propone conservar (Choay, 1992, pág. 134). Bajo la noción de
autenticidad, la Conservación propuesta por Ruskin y Morris se prohíbe la reconstitución o
restauración de un monumento histórico, de un edificio o conjunto urbano. El concepto de lo
auténtico implica que no es posible para una persona de un tiempo posterior, por más avezado y
erudito que sea, compenetrarse con el espíritu de los tiempos en que el espacio fue construido y
entender los objetivos y sensibilidades de su autor o autores.
A partir del desarrollo del concepto de autenticidad, se esboza lo que más tarde será teorizado
bajo el concepto de patrimonio urbano histórico. Este concepto conoce después una evolución y
un desarrollo difíciles, cuyas características merecen ser analizadas. Difícil, porque no hace parte
sólo de una catalogación novedosa intelectual o administrativa del espacio urbano, sino que es el
resultado de un gran número de variables técnicas, sociales y políticas. Para mencionar algunas de
éstas, Choay realiza la siguiente pregunta: ¿por qué esta distancia de cuatrocientos años entre la
invención del monumento histórico y el de la ciudad histórica?, ¿por qué esta última tuvo que
esperar tanto tiempo para ser pensada como objeto de conservación en su totalidad, no reductible
a la suma de sus monumentos? Sus fuentes le permiten destacar que:
Numerosos factores han contribuido a retardar tanto la objetivación como la puesta en perspectiva
histórica del espacio urbano: por una parte, su escala, su complejidad, el paso del tiempo que asimila
la ciudad a un nombre, a una comunidad, a una genealogía, a una historia en cierta forma personal
pero que se desinteresa de su espacio; por otra, la ausencia de catastros y de documentos
cartográficos fiables antes de principios del siglo XIX, así como la dificultad de encontrar archivos
relativos a los modos de producción y las transformaciones del espacio urbano a través del tiempo.
(Choay, 1992, pág. 163)
58
Así pues, cuando estas variables adquirieron mediana consolidación, se empieza a plantear la
importancia monumental y patrimonial de las técnicas constructivas de los hombres de las
generaciones pasadas. Uno de los aportes argumentativos más importantes de Ruskin, como ya se
ha evidenciado, es la idea de incluir la arquitectura doméstica para enriquecer el contenido del
concepto de monumento histórico y sus conjuntos. De esta manera, se incluyen los “conjuntos
urbanos en igualdad de condiciones con el resto de edificios en el campo de la herencia histórica
que se debe preservar” (Choay, 1992, pág. 125). El concepto inicial de la arquitectura doméstica
y el conjunto urbano modesto, se enriquece posteriormente con múltiples conceptos que abordan
espectros más amplios que la ciudad a partir de la suma de sus monumentos: arquitectura menor,
arquitectura vernácula, arquitectura industrial, conjuntos de edificaciones, ciudades completa y
conjuntos de ciudades16. La conservación, entonces, constituyó una de las técnicas memoriales
más importantes en la gestión de estos nuevos conjuntos, manzanas, barrios, ciudades y ciudades
metropolitanas, y su vinculación como mobiliario de la cotidianidad de los habitantes. La
restauración, por su parte, escoge otro camino, destaca el monumento, lo saca de la secuencia
temporal y le levanta un espacio diferenciado del espacio vivido por los habitantes, por ejemplo,
los espacios monumentales y los museos. Como técnica para gestionar los monumentos históricos,
el patrimonio y los conjuntos urbanos, la restauración tiene un bastión importante en los análisis
del erudito francés Viollet-le-Duc. Le-Duc se basa en los análisis de Caumont, que observa el
espacio urbano y la historia en una perspectiva estructural, de ideas generales y conceptos
16 “Arquitectura menor, expresión proveniente de Italia para designar construcciones privadas no monumentales
construidas a menudo sin la intervención de arquitectos; arquitectura vernácula, expresión proveniente de Inglaterra
para distinguir edificaciones marcadas por el terruño; arquitectura industrial –de las fábricas, estaciones y altos
hornos–, expresión acuñada primero por los ingleses. Finalmente, el dominio patrimonial ya no se limitaba a los
edificios individuales, incluye conjuntos de edificaciones y tejidos urbanos: manzanas y barrios urbanos, aldeas,
ciudades completas e incluso conjuntos de ciudades, como refleja "la lista" del Patrimonio Mundial establecida por la
UNESCO. (Choay, 1992, pág. 134)
59
organizadores. El espacio urbano y los monumentos son observados a partir de sus conceptos
principales y no en sus formas o materiales. Esta perspectiva propone restaurar sus trazos y
funcionalidades generales, interpretar y restaurar el concepto, su estructura, sin ser necesario
conservar las formas, volúmenes o materialidades. Es decir, los espacios pueden ser redefinidos,
demolidos o restaurados siempre y cuando sus conceptos organizadores continúen siendo el
espíritu del lugar. Esta valoración de los espacios antiguos y de los monumentos, se realiza desde
una perspectiva económica y social, de cara al presente y a la ordenación territorial que exigen las
ciudades modernas. Le-Duc sería uno de los primeros en remarcar la importancia de la dimensión
social y económica de la arquitectura, en conformidad con su visión racionalista de la ciudad
histórica, sus cuestionamientos al monumento, a la conservación, al arte y a la restauración misma.
El autor francés no toma a la ciudad como espacio ritualizado, sino en sus dimensiones económicas
y sociales. Estudia y confiere importancia al tiempo y las técnicas en que fue elaborado el espacio,
pero no se interesa en conservar la ruina, sino en observar sus funcionalidades en términos de lo
económico, lo social, la solidez y la comodidad. Así, “en la propuesta de Viollet-le-Duc, la
historiografía conserva su papel fundador pero desmitificado y liberado de todo dogmatismo.
Permite además que, ante la arquitectura, el problema de la belleza sea disociado de los temas
relativos a la solidez y a la comodidad” (Choay, 1992, pág. 171). Le-Duc propone su concepto de
ciudad de cara a las posibilidades que ofrece la Revolución industrial y al futuro, porque el pasado
ya está muerto17. La acción de la restauración sobre la ciudad como dispositivo memorial será la
17 “Para Viollet-le-Duc la arquitectura moderna nacerá de una ruptura. Ésta se presentará bajo la forma de un sistema
inédito en el cual los monumentos antiguos, testigos de sistemas históricos caducos, tienen como interés esencial
marcar el lugar vacío. Ese pasado, que según Ruskin y Morris nos incumbe conservar en vida, está irremediablemente
muerto. La actuación del Viollet-le-Duc restaurador, se explica por este certificado de defunción. Viollet-le-Duc tiene
nostalgia del futuro, no del pasado” (Choay, 1992, pág. 135).
60
de dar posibilidades a sus usos económicos y sociales, estudiando paralelamente el lugar especial
que ciertos monumentos, espacios urbanos y fragmentos de ciudad pueden tener, conforme al
nuevo ordenamiento de la ciudad moderna. El monumento será destacado en sus formas,
insertándolas en nuevos contextos urbanos afines o no a su autonomía y a su memoria. Su ser y
estar en la ciudad ya no funciona más como mobiliario de la vida cotidiana de los hombres, sino
que apunta a destacar un vacío, algo que hubo y que ya no está.
Conforme avanza el siglo XX otros autores presentan sus perspectivas para discutir o aprobar
las nociones iniciales de la conservación y la restauración planteadas por Ruskin y Le-Duc,
respectivamente. Dentro de las posturas identificadas para abordar la tensión entre la ciudad
memorial y la ciudad de la era industrial, encontramos los aportes del arquitecto italiano Camillo
Boito (1835-1914), que nos presenta una posibilidad de abordar la ciudad histórica a partir del
mundo del arte, sin excluir las necesidades de la ciudad funcional y el mundo de la modernidad
(Choay, 1992, pág. 139). Boito propone la restauración como último recurso que se debe aplicar
sobre el monumento histórico, practicado sólo cuando los medios de protección, de
mantenimiento, consolidación y reparaciones expuestas a la vista, fracasaron. La restauración,
entonces, se entiende como complementaria a la conservación y los instrumentos preventivos. De
esta manera, Boito acerca las posturas de Ruskin y Le-Duc, integrándolas en acciones
complementarias (Choay, 1992, pág. 140). Los monumentos y los tejidos urbanos, entonces, son
abordados mediante un sistema de instrumentos de protección, procesos de conservación y, sólo
en el caso de ser absolutamente necesarios, de restauración. Boito es consciente, como Ruskin,
que toda intervención arquitectónica sobre un monumento se encuentra necesariamente fechada y
marcada por el estilo, las técnicas y las habilidades de la época en que fue emprendida. Así, las
intervenciones realizadas en el presente sobre los monumentos y la ciudad, deben estar inscritas
61
en un sistema diferenciado para cada tipo de monumento. Cada tipología se debe estudiar y abordar
con procedimientos diferentes a nivel técnico18. En síntesis, el arquitecto italiano funda su
perspectiva en la noción de autenticidad, heredada de Ruskin y Morris, pero agrega que en los
monumentos deben preservarse también las sucesivas adiciones aportadas a lo largo del tiempo y
éstos agregados deben ser señalados, fechados y fotografiados claramente y en ningún caso pasar
por originales. Sostiene, por su parte, la prioridad del presente sobre el pasado y defiende la
legitimidad de la restauración desde una concepción compleja e integradora de los conceptos
aportados por Ruskin, Morris y Villolet-le-Duc (Choay, 1992, pág. 141).
Las posturas de Le-Duc no deben ser confundidas con el a-historicismo propiciado por los
arquitectos asociados a las técnicas, concepciones y apuestas formales del Movimiento Moderno.
Éstos niegan la utilidad de la historia de las formas y creen en la tabula rasa y en los comienzos
absolutos. Las guerras, un poco, justifican esta concepción, dado que si la historia material del
hombre es destruida sin remedio por las armas, la arquitectura moderna podrá iniciar desde cero
una nueva perspectiva espacial del mundo. La arquitectura moderna plantea el comienzo absoluto
del diseño de los conglomerados humanos, en el contexto de la Modernidad y las exigencias de la
industria sobre los espacios habitados. Proponen, por ejemplo, reestructurar radicalmente el tejido
de los viejos barrios de París y reemplazarlo por rascacielos estándar, conservando solamente
algunos monumentos heterogéneos (Choay, 1992, pág. 174) que, más que presencia, marcan un
vacío en el espacio urbano de la ciudad.
18 “Para los monumentos de la antigüedad, una restauración arqueológica que se preocupe ante todo de la exactitud
científica y que, en caso de reconstitución, considere sólo la masa y el volumen, dejando de alguna manera en blanco
el tratamiento de las superficies y el de las ornamentaciones; para los monumentos góticos, una restauración pintoresca
que dedique su principal esfuerzo al esqueleto (osamenta) y abandone la carne (estatuaria y decoración) al deterioro;
finalmente, para los monumentos clásicos y barrocos, una restauración arquitectónica que tome en cuenta el edificio
en su totalidad”. (Choay, 1992, págs. 140-141)
62
Sin embargo, es desde la contradicción dialéctica plantada entre los tejidos urbanos
patrimoniales y las perspectivas del modernismo, luego capitalizadas aún más por el urbanismo,
que el patrimonio urbano adquiere estatus epistemológico. Mediante esta dialéctica, los
monumentos memoriales e históricos de las ciudades adquieren su identidad conceptual como
patrimonio urbano, cuando el urbanismo empiezan a considerarlos obstáculos para el libre
desarrollo de las nuevas formas de organización del espacio. Contrario a la conservación y
restauración, que centran todas sus metodologías en la gestión del abigarrado inventario de
monumentos, monumentos históricos y tejidos urbanos, el urbanismo gestiona la ciudad
integrando todos sus componentes y desde una perspectiva estructural19. La ciudad moderna,
núcleo principal del proceso industrial, es opuesta a la ciudad antigua, medieval y renacentista. Es
allí, y por contradicción, que toma mayor fuerza el concepto de patrimonio urbano y la ciudad
como un todo memorial. Esta noción se constituye a contracorriente del proceso de urbanización
dominante. Es el resultado de una dialéctica que según Choay puede observarse a partir de estas
figuras: la figura memorial20, la figura histórica y la figura historial (Choay, 1992, pág. 164). Nos
concentraremos con mayor detalle en la figura histórica y la figura historial, dado que dan bases
importantes para observar el patrimonio urbano de Medellín.
19 La ciudad antigua se transforma entonces en objeto de investigación por efectos de diferenciación y, según el
término de Pugin, por contraste. Los primeros en situarla en una perspectiva histórica y en estudiarla con los mismos
criterios que las configuraciones urbanas contemporáneas serán los fundadores (arquitectos e ingenieros) de la nueva
disciplina que Ildefonso Cerdá denominará urbanismo. El mismo autor propone la primera historia general y
estructural de la ciudad (Choay, 1992, pág. 164). 20 Si bien el concepto de memorias rememorativas es validador del concepto de técnica memorial, cabe aclarar que las
aglomeraciones contemporáneas, aunque pueden generar esta vivificación memorial, son más complejas y juegan a
varios tiempos y varias concepciones del mismo hecho. Por ejemplo, el monumento histórico funciona “casi como”
un auténtico monumento memorial en el presente, gracias a las técnicas y el trabajo depositado por generaciones
pasadas en su construcción; pero también subsiste la distancia que, desde el Renacimiento, hemos aprendido a
establecer con las antigüedades. Asimismo, el conglomerado urbano contemporáneo es monumento memorial, en
tanto exterioriza el trabajo y los saberes de los hombres, y de la misma manera es presa de la prótesis y la inflación
patrimonial que sólo le concede valor de cambio. Ambas cosas se dan en la ciudad contemporánea. Ambas cosas
conviven, contradictoria y dialécticamente. A este entramado complejo es lo que Choay define como figura memorial.
63
Con Camillo Sitte y su libro La construcción de ciudades según principios artísticos (1889),
trae como tema los parámetros estéticos que deben seguirse para edificar la ciudad patrimonial del
futuro. A partir del urbanismo entendido como arte y la ciudad como un organismo estético, la
figura histórica plantea que la ciudad antigua contiene la dignidad de objeto histórico y, a su vez,
que la ciudad contemporánea debe estar capacitada para ir a su encuentro. ¿Cómo debe construir
el urbanismo contemporáneo la ciudad, cuáles son los parámetros? Según Sitte, debe atenderse a
los criterios bajo los cuales responda a las demandas originales de una civilización y a los nuevos
retos planteados por la completa transformación técnica, económica y social (Choay, 1992, pág.
169). Sitte plantea un análisis estético de ciudades antiguas, a partir de preguntas como ¿qué es
aquello que da unidad, potencia vivencial, a la ciudad antigua que hoy reconocemos como un
legado importante y para lo cual hemos creado bastas técnicas, procedimientos y saberes que
posibiliten su conservación? Para responder este interrogante, el autor genera una metodología que
pone el progreso técnico al servicio del objeto histórico y la calidad estética como criterio de la
ciudad futura:
El progreso técnico configura nuestro mundo: confiere al espacio urbano edificado una extensión
y una escala sin precedentes, atribuyéndole nuevas funciones entre las cuales el placer estético no
parece tener ningún lugar. "Prácticamente, son las dimensiones gigantes, la tendencia de nuestras
ciudades, rompiendo el marco de las artísticas formas antiguas. [...] Tanto el urbanizador como el
arquitecto deben crearse una escala adecuada para ciudades de millones de habitantes [...]. El
urbanizador debe contar con estas contingencias como con fuerzas existentes, del mismo modo que
el arquitecto, con las leyes de la estática y resistencia [...]. Nuestros ingenieros [...] han hecho
maravillas, ganando méritos imperecederos para la humanidad [...] [pero] los ensanches y las
disposiciones urbanas resultan casi exclusivamente asunto técnico (Choay, 1992, pág. 167)
64
Consciente del cambio técnico de la sociedad industrial, Sitte elabora una serie de criterios que
deben tenerse en cuenta para que la ciudad contemporánea y el urbanismo puedan generar arraigo
con el tiempo y con el espacio. En última instancia, un paradigma material que permite generar
hábitat potenciando las técnicas pasadas y posibilitando mediante el avance técnicos y tecnológico
de la modernidad y la expansión del capitalismo, al servicio de la edificación de la ciudad del
futuro. Una ciudad que consiga generar experiencias estéticas comunicadas con la cultura material
pasada y de cara al futuro. Uno de estos criterios se basa en lo morfológico, es decir, las ciudades
tienen un acervo de formas, una historia formal, unos volúmenes, unas implantaciones, unos
paisajes que, en el momento de ser intervenidas, deben ser reflexionadas a profundidad e
interpretadas mediante las nuevas materialidades y estéticas:
El estudio morfológico de las ciudades antiguas y, por lo tanto, la historia formal de su espacio
constituye así para el urbanista una herramienta heurística sin equivalente. Las reglas de
organización de los llenos y de los vacíos puestas en evidencia abren la vía a una estética urbana
experimental (Choay, 1992, págs. 168-169).
La ciudad, desde esta perspectiva, se basa en el pasado pero principalmente debe detenerse en
la forma estética como se construye en el presente y las formas que serán legadas a las generaciones
del futuro. ¿Pueden las ciudades periferizadas, las ciudades de hoy, aportar elementos esenciales
que permitan a las generaciones del futuro considerar el trabajo invertido por los actores que
construyen la ciudad? En cuanto a la figura historial puede ser entendida como la síntesis de la
figura de la ciudad memorial y la figura de la ciudad histórica. Esta concepción es propuesta en la
obra teórica del urbanista italiano Gustavo Giovannoni (1873-1943), quien considera la ciudad
histórica como un monumento y al mismo tiempo como un tejido viviente. Es decir, si bien la
ciudad constituye un artefacto rememorativo del trabajo y las técnicas de los hombres que las
construyeron en el pasado, asimismo ésta es un espacio en movimiento que constantemente crea
65
nuevas técnicas y dinámicas laborales y destruye otras. Giovannoni observa estas nuevas técnicas:
el transporte y sus nuevos dispositivos, las comunicaciones, las nuevas escalas urbanas y las redes
de infraestructura que las conectan. Así, con una metodología prospectiva, reconoce la era
industrial bajo el apelativo de la sociedad de "la comunicación generalizada" (Choay, 1992, pág.
175). El urbanismo, de esta manera, deja de aplicarse a entidades urbanas específicas para
apostarle al ordenamiento del territorio, que tendrá en cuenta todos los ámbitos de la ciudad como
tejido vivo y como monumento. Bajo esta perspectiva de ordenamiento territorial, nace el concepto
de patrimonio urbano:
Giovannoni funda una doctrina de la conservación y de la restauración del patrimonio urbano.
Doctrina que se puede resumir en tres grandes principios. En primer lugar, todo fragmento urbano
antiguo debe ser integrado en un plan de ordenación (plano regolatore) local, regional y territorial
que simbolice su relación con la vida presente. En ese sentido, su valor de uso está legitimado tanto
técnicamente por un trabajo de articulación con las redes primarias de ordenación como
humanamente "por el mantenimiento del carácter social de la población.
En segundo lugar, el concepto de monumento histórico no sabría designar un edificio singular,
aislado del contexto edificado en el cual se inserta. La naturaleza misma de la ciudad y de los
conjuntos urbanos tradicionales, su ambiente, resulta de esta dialéctica de la " arquitectura mayor"
y de sus entornos. Por ello, aislar o "despejar" un monumento equivale a mutilarlo en la mayoría
de los casos. Los entornos y los monumentos comparten una relación esencial.
En fin, una vez satisfechas estas primeras condiciones, los conjuntos urbanos antiguos requieren
procedimientos de preservación y de restauración análogos a los definidos por Boito para los
monumentos. Trasladados a las dimensiones del fragmento o del núcleo urbano, tienen como
objetivo esencial respetar su escala y su morfología y preservar las relaciones originales que los
vincularon a parcelas y vías de recorrido (Choay, 1992, pág. 178).
67
Construcción Social del Patrimonio Urbano en Medellín
Si observamos el patrimonio urbano de Medellín, es necesario plantear de entrada que tal
ordenamiento está enfocado en equilibrar un campo de fuerzas en tensión en el que los tejidos
antiguos tienen valor actual y se encuentran en pugna con los tejidos modernos (Choay, 1992,
págs. 179-180). Interesa entonces estudiar los saberes y las técnicas de los procesos que crearon
a Medellín como espacio-tiempo, “incluyendo las técnicas de la vida” (Santos, 2000, págs. 49-50).
Así, observaremos los monumentos referenciales que, según el recorrido que hemos planteado,
han posibilitado la creación del espacio y tiempo de la ciudad, a partir de la capacidad para edificar
y de las técnicas memoriales y constructivas de sus habitantes. También, observaremos las
valoraciones políticas y económicas de lo patrimonial, a partir de la delimitación parroquial,
pasando por la tipología de barrio tradicional de principios del siglo XX, hasta las transformaciones
dadas a partir de la década de 1940 con las tipologías de núcleos piratas e invasiones de territorios
generados por los inmigrantes.
Monumentos Históricos Referencia y Desarrollo Urbano en el siglo XIX21
21 Si bien existen otros monumentos a lo largo de la historia de la fundación de los poblados asociados al Distrito de
Medellín, éstos exceden el alcance de la investigación. Sin embargo, es vital mencionar la relación entre monumento
religioso y la estructura del poblamiento en el siglo XVII, en al menos dos ejemplos que las fuentes destacan: “la
primera iglesia de tapias y tejas con el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná” (1649) que generó la
principal centralidad religiosa, cívica, comercial y que es considerado como núcleo inicial, ordenador del espacio
local, que según el plano de 1770 (algunos lo datan a partir de 1771) que se había extendido siguiendo el modelo
urbanístico establecido por las Leyes de Indias” (Planeación Metropolitana, 1982, págs. 2-6) y, cercano a este, el
68
La arquitecta Beatriz Gómez en su texto Construcción de las diferentes expresiones evolutivas
del Barrio en Medellín (1996), plantea que los monumentos religiosos22 constituyeron símbolos
ordenadores del espacio local, referentes espaciales, focos de expansión de la ciudad y nodos de
desarrollo a escala barrial. Es así como estos monumentos son claves para estudiar la estructura de
Medellín y su patrimonio urbano, dado que además constituyen edificaciones excepcionales que
contrastan con la elementalidad arquitectónica de la ciudad23. Así, Gómez propone el templo y el
monumento religioso como un hecho físico construido, generador de espacios referenciales de la
ciudad moderna.
Así, la Catedral Metropolitana24, constituye un monumento fundacional, un referente espacial
que, acompañado del Monumento en conmemoración de El Salvador del Mundo, ordena el espacio
simbólico del Valle de Aburrá, en una relación entre espacio central (la Catedral) y espacio de
peregrinación (El Salvador del Mundo)25. Para reafirmar su argumento, Beatriz Gómez observa
cómo el primer obispo de la diócesis de Medellín, Valerio Jiménez Gómez, promovió el proyecto
núcleo de la iglesia de la Veracruz (1682), que “propició construcciones de vivienda y otros usos en sus alrededores”
(Planeación Metropolitana, 1982, pág. 4) 22 Si bien Beatriz Gómez entiende el monumento religioso como “la expresión tangible de la permanencia o, por lo
menos, de la duración […] siendo necesarios altares para los dioses, palacios y bonos para los soberanos [de manera]
que no sean avasallados por las contingencias temporales [y así permitir] pensar la continuidad de las generaciones”
(Gómez B. , 1996, pág. 6), los monumentos a los que hace referencia (La Catedral Metropolitana y el Monumento al
Salvador del Mundo), deben ser entendidos no como monumentos memoriales, sino como monumentos históricos,
puesto que hacen alusión a unos acontecimientos y fechas precisas que se acercan más a la definición de monumentos
histórico ya explicada en el Marco Teórico. 23 “[…] los principales centros urbanos del país se reconocieron por el limitado crecimiento urbanístico y la
elementalidad arquitectónica, donde excepcionalmente sobresalía alguna edificación religiosa”. (González L. F., 2013,
pág. 35) 24 La Catedral Metropolitana fue proyectada en 1875, en el marco del segundo centenario del nacimiento de Medellín
a la vida pública con el título de ciudad y finalmente se inaugura el 12 de agosto de 1931 25 “Cuando el espacio de los que se aman se hace público como una imagen de un ideal común en el espacio existencial
adquiere el carácter de un espacio sagrado. El espacio sagrado se centra siempre en uno o varios lugares sagrados, o
sea, “focos” donde está representada la común imagen cósmica. Con frecuencia los centros están conectados por
caminos sagrados que conducen a una significativa meta. La peregrinación, pues, es uno de los grandes símbolos de
la existencia humana”. (Gómez B. , 1996, págs. 28-29)
69
de la Catedral como síntesis del trabajo y la memoria de varias generaciones y muestra de su piedad
y civilización:
[…] un templo es la síntesis de la civilización de una época, de un pueblo y de una o más
generaciones: es un símbolo de su cristiana ilustración a la vez que un poema material en el cual
verán las generaciones futuras la fe religiosa y la piedad de sus antepasados y progenitores26
(Gómez B. , 1996, pág. 3).
Ilustración 1: Catedral Metropolitana. Fuente: Medellín en cifras 1675-1975, ciudad tricentenaria. Cortesía Movifoto
Este poema material, símbolo del trabajo y las técnicas legado a las generaciones futuras, resalta
para la época en su aislamiento, convirtiéndose en “un centro de organización del mundo local,
consagrándose, como diría Lynch, en nodo y foco estratégico, punto de referencia de toda una
ciudad que, por su escala y altura, percibía desde sus confines este símbolo de 'cristiana
ilustración'” (Gómez B. , 1996, pág. 5). Francisco Antonio Cano, citado por Gómez, se refiere en
El Montañés (1898) a la Catedral como punto referencial que, enmarcado por amplias calles y
26 PIEDRAHITA, Javier. BRONX, Humberto. Historia de la Arquidiócesis de Medellín. P. 194 [citado por Gómez]
70
asociada a un “gran parque”, puede verse desde cualquier sitio de la ciudad sin que ningún otro
edificio le profane o impida apreciarla27. Por su parte, el Monumento al Salvador del Mundo28,
que conmemora las primeras luces del nuevo siglo (XX), se encuentra ubicado también en un lugar
a las afueras de la ciudad y constituye un monumento fundacional hacia el que los feligreses
peregrinan. El diseño del monumento, según escribe Manuel Uribe Ángel29, direcciona sus
elementos representativos –el poder civil, el poder militar, el trabajo y la familia– hacia los cuatro
puntos cardinales de la ciudad y, según Beatriz Gómez, propone el poder religioso como eje
“representado por Cristo Redentor y Salvador del Mundo, que constituye asimismo la vertical que
une cielo y tierra” (Gómez B. , 1996, pág. 7):
27 Buena suerte es a fe, que la iglesia, edificada en un sitio que era extramuro cuando se le dio principio, quede rodeada
de amplias calles que, dejándola aislada, faciliten el modo de verla por todas partes y a todo saber, sin que ningún
edificio profano le arrime o le impida apreciarla bien en su conjunto y en sus detalles. Queda precedida de un gran
parque (grande en Medellín por supuesto) que aunque no sea un modelo de arte ni se haya planteado con objeto de
servir a la catedral, si libra a éste de lo que por muchas ocasiones la ha hecho sufrir: de las fiestas populares de la
plaza, fiestas que, en lo general, pugnan con el fin a que se dedican y en que se emplean las catedrales” CANO A.
Francisco. "El Montañés". Medellín 8 de abril de 1898. Citado por: RESTREPO URIBE, Jorge. Medellín: Su Origen
Progreso y desarrollo (pág., l79), quien a su vez lo cita de "Basílica de Medellín. Publicación especial del V Capítulo
Metropolitano” Bedout Medellín, 1950, pág.13-24. (Gómez B. , 1996, pág. 5) 28 Beatriz Gómez, a partir de RESTREPO YUSTI, Medellín a principios del siglo XX (pág. 53), cita las palabras del
prelado de la Diócesis para decretar la erección del monumento: “¡Antioqueños! Ostentemos nuestras creencias, sin
pueriles respetos y proclamemos a la faz del orbe que, desde el día en que Cristo Redentor fue reconocido como Rey
del Calvario, su señoría se ha venido extendiendo por el mundo, a través de diez y nueve siglo” (Gómez B. , 1996,
págs. 6-7). La descripción de su diseño aparece en un folleto titulado "Monumento al Salvador del Mundo", publicado por el
doctor Uribe Ángel donde se afirma que: "El monumento que se proyectaba tendría de 12 a 14 m. de altura sobre una
base cuadrada, que el pedestal sería de forma octogonal e iría sobre cuatro pedestales subalternos que mirarían a los
cuatro puntos cardinales, el del norte llevarla una estatua simbólica de la autoridad, el del sur la del trabajo, el del
oriente la de la familia y el del occidente una representación de la fuerza militar. Sobre el pedestal mayor iría un cuerpo
con cuatro escudos: el de León XIII, el del señor Pardo Vargas, el de Colombia y el de Medellín (…) [PIEDRAHÍTA,
Óp. Cit. P. 75] (Gómez B. , 1996, pág. 7). Por su parte, Luis Fernando González observa que en la Exposición de 1905
un joven arquitecto, “Carlos Arturo Longas, presentó los planos de cinco proyectos, entre los que estaban uno para el
Monumento al Salvador, otro para una iglesia en Belén (en estilo románico) y otro de reforma de la iglesia de San
Francisco (en estilo gótico), que, a decir del pintor Francisco Antonio Cano, quien fungía como crítico de la
exposición, se trataba, más que de proyectos arquitectónicos, de "arte del dibujo", de los cuales resaltaba la pulcritud
y esmero de su trabajo, pero los criticaba por su falta de originalidad” (González L. F., Del alarife al arquitecto, el
saber hacer y el pensar la arquitectura en Colombia 1847-1936, 2013, pág. 82)
71
Rescatar el cerro de Las Tres cruces y erigir un monumento al Salvador, era consumar una
consagración, una iniciación –del nuevo siglo y la ciudad que, en el sentido vertical de la estatua,
reforzado por el montículo, cobraba un significado más concreto. La ciudad, nuestro gran hogar,
en anexión a ese AXIS MUNDI vertical, donde la montaña también es considerada como punto en
el que la tierra y el cielo se juntan, expresa un verdadero proceso del construir, es decir, la capacidad
del hombre para “vencer la naturaleza”, la verticalidad es algo que sobrepasa el mundo real (Gómez
B. , 1996, pág. 6).
Ya avanzado el siglo XX, resulta interesante mencionar también como referente, el proyecto de
erección del Monumento Religioso a Cristo Rey en el cerro El Picacho, que constituyó un foco
espacial en el noroccidente de la ciudad, un lugar de peregrinaciones religiosas y un nodo de
desarrollo que propició el poblamiento, atrayendo para la década de 1940 a algunas familias que
instalaron allí fincas de alejamiento de la ciudad30.
30 Según el documento Memoria cultural de la comuna 6, fue construido en “el año 1934, y con motivo del primer
congreso mariano que se desarrolló en Colombia (Gómez R. , 2000, pág. 45). Según el mismo documento, a mediados
de la década de 1940 y al ver el crecimiento de la ciudad, algunas familias empezaron a comprar lotes en la zona
donde se ubica actualmente la comuna 6 y 7 para utilizarlas como fincas de recreo o de alejamiento de la ciudad.
Posteriormente (1950), se llevó a cabo un proceso de explosión demográfica que tiene como consecuencia una
urbanización acelerada gestionada por los nuevos habitantes del espacio sin ordenamientos de tipo institucional. Según
los antecedentes históricos visualizados en el Plan de Desarrollo Local (PDL) de la comuna 6, Doce de Octubre, se
dieron los primeros asentamientos bajo la modalidad de loteos piratas. Estos terrenos se caracterizan por ser propiedad
de las familias Carvajal, Cock Alvear y Shwarberg.
72
Ilustración 2: Monumento religioso a Cristo Rey, Cerro el Picacho. Archivo fotográfico Periódico el Mundo. Inédita
Medellín ciudad Modernizada: valoración política y económica de los referentes espaciales
a escala de ciudad
Además del monumento histórico fundacional, existen otras variables con las que es necesario
observar las dinámicas de la ciudad, sus nodos de crecimiento y las valoraciones políticas y
económicas de sus patrimonios31. Desde de 1870 se generan en las ciudades latinoamericanas una
serie de cambios que le permiten a Ángel Rama plantearlas como ciudades modernizadas. Estas
ciudades, vistas desde el punto de vista patrimonial, exigen reconocer que:
31 El concepto de patrimonio se diferencia del concepto de monumento histórico utilizado para la Catedral, el
Monumento al Salvador del Mundo y el Monumento al Cristo Rey. La diferencia entre estos dos conceptos se observa
en que lo patrimonial está asociado a los espacios u objetos significados como importantes por la élite en el proyecto
de construcción del Estado Nación y su proceso civilizatorio. Así, los patrimonios relacionados con los monumentos
cívicos, la arquitectura conmemorativa y los hitos urbanos, están enmarcados dentro de las valoraciones políticas y
económicas del discurso patrimonial.
73
1) Los sectores modernos poseen calidades particulares equivalentes a las de los sectores antiguos; 2)
La ciudad moderna partió de normas y reglamentaciones que contribuyeron a formar esas calidades; 3)
Los hitos familiares del ciudadano son modernos; 4) La valoración del patrimonio moderno debe ser un
acto democrático; 5) Si la mayoría se identifica con lo moderno, la participación comunitaria es
inevitable; 6) La arquitectura y el urbanismo están documentados, hay archivos; 7) La valoración de lo
moderno debe contemplar en primer lugar las estructuras urbanas: el espacio público, los predios, su
ocupación. La imagen moderna de la ciudad se encuentra en esas estructuras; 9) Las normas deben surgir
de las características de cada sector; 10) Se deben crear sistemas de gestión particulares (Colcultura,
1993, pág. 66)32
Así, y apoyándonos en el marco conceptual que hemos construido para abordar el patrimonio
urbano de Medellín, es necesario plantear cómo se dieron las valoraciones políticas propuestas por
las élites y su formalización en espacios concretos de la ciudad. Dentro de la valoración política
del patrimonio que hemos planteado a lo largo del texto, para Medellín es vital mencionar el
proyecto de creación y trazado de calles y avenidas, los espacios públicos propuestos como
referentes simbólicos de la ideología republicana, así como “en el orden de la construcción de los
ideales culturales perseguidos por los intelectuales33 de la República Liberal” (González L. F.,
32El seminario tuvo la participación de Manuel Moreno, Alberto Saldarriaga, Pastora Murillo, María Claudia Ferrer,
Hernán Giraldo, Álvaro Montilla, Dora Lucía Montoya, Jorge Ramírez, Ana María Rojas, especialistas que generaron
las siguientes conclusiones en torno a la arquitectura moderna como patrimonio. 33 Como un actor fundamental en la construcción de la ciudad, los intelectuales que hicieron posible los inicios de la
arquitectura y sus artes asociadas que “no se derivó de los procesos de formalización académica, sino de la labor que
adelantó un grupo de artesanos, de aficionados al arte y de ingenieros interesados en la arquitectura, muchos de ellos
autodidactos (González L. F., 2013, págs. 78-79). Así, los saberes constructivos estuvieron motivados principalmente
por personas sin formación académica, integrados en un círculo denominado por ellos mismos como "los amantes de
lo bello". Luis Fernando González argumenta que en el siglo XIX: Los miembros de este grupo, según Juan Camilo
Escobar –en referencia al caso de Francisco Antonio Cano–, a través del cultivo de las artes plásticas, la fotografía y
la música, participaron y "quedaron involucrados en el mismo 'proyecto civilizador' que adelantaban las clases
dirigentes y en el cual pintar, fotografiar y musicalizar fue cada vez más importante y útil". De este proyecto hizo
parte también, y de manera crucial, la arquitectura, que como algunas de las otras bellas artes tenía la gran posibilidad
de materializar estos imaginarios en los nuevos espacios públicos –Parque Berrío y Parque Bolívar– y en la renovación
arquitectónica urbana, ya fuera religiosa, pública o privada, lo que se evidenció en la última década del siglo XIX, y
74
2013, págs. 65-66). Asimismo, las arquitecturas conmemorativas cuyo objetivo se centraba en
“dotar de buen gusto artístico el espacio público” a partir de la arquitectura, la escultura y las bellas
artes, el proyecto de conversión de plazas en parques y la propuesta de renovación arquitectónica
religiosa, pública y privada. Asimismo, se destacan los procesos asociados a edificios privados de
las élites locales, que implicaron proyectos urbanos como cementerios, casas urbanas, suburbanas
y de campo, clubes, teatros, jardines, edificios comerciales, administrativos e industriales. Estos
proyectos demandaron de los arquitectos y de las obras arquitectónicas cierta sofisticación estética,
exaltación a la condición social y representación de la heroicidad de los próceres de la patria. Tal
y como lo expresa Luis Fernando González:
Las élites […] hicieron de los cementerios una exaltación a su condición social, y para ello
exigieron en sus tumbas una gran sofisticación estética, con lo que la arquitectura funeraria se
convirtió en un campo muy demandado. Igual requerimiento hicieron para sus casas urbanas,
suburbanas y de campo, lo mismo que en los nuevos espacios de sociabilidad, como los teatros y
los clubes sociales, convertidos referentes urbanos, en el último cuarto de siglo XIX para el primer
caso, y desde los primeros decenios del siglo XX para el segundo (González L. F., 2013, pág. 38).
Así, estos nuevos referentes urbanos generan renovadas relaciones con el territorio, nuevos
hábitos sociales y nuevas espacialidades y dispositivos. En cuanto a los proyectos públicos, además
de la arquitectura funeraria que empieza a darse desde 1828 (Cementerio San Lorenzo) y 1848
(cementerio San Pedro)34, las élites políticas hicieron de las espacialidades públicas referentes de
la emancipación republicana, a partir de lenguajes historicistas y la utilización de las bellas artes
parecía darle ese aspecto elegante de ciudad moderna” que […] dominaría el progreso espiritual y material de la
sociedad soñado por su clase dirigente (González L. F., 2013, págs. 78-79).
34 El primer cementerio de la ciudad es inaugurado, según las fuentes, el 7 de enero de 1828: el cementerio San
Lorenzo. El segundo fue el de San Pedro terminado en febrero de 1848. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 11)
75
que también demandaron de ese aspecto elegante de la ciudad. Los monumentos y espacialidades
conmemorativas, se enfocan en dotar de buen gusto artístico el espacio público, creación de una
imagen y un imaginario nacional a partir de la historia de bronce y la escultura pública, enaltecer
la memoria de los próceres y subrayar oficios populares de manera que el relato nacional incluyera
el pueblo (principalmente los artesanos35). Dentro de estos proyectos puede observarse la
conversión de plazas en parques a los que se asocian los edificios administrativos36, la penetración
de avenidas, bulevares y calles y en 1907, la creación del bosque y parque de la Independencia y
la Avenida de la República:
los grupos dirigentes hicieron de los espacios públicos de la ciudad elementos simbólicos de la
ideología republicana, lo que implicó otro tipo de intervenciones en el espacio urbano con las
arquitecturas efímeras y los monumentos conmemorativos. Las arquitecturas efímeras –aún no
estudiadas– fueron obras que por su misma condición no sobrevivieron, pero sirvieron para poner
en escena los lenguajes historicistas; mientras que las arquitecturas conmemorativas fueron parte
de la transformación de las plazas en parques y establecieron nexos entre la arquitectura y la
escultura, y entre estas y las bellas artes (González L. F., 2013, pág. 38).
Un ejemplo de este proceso de cambio, puede ser la transformación del Iglesia de la Candelaria
asociada a la plaza principal37 (monumento histórico referencial de la ciudad), en el Parque Berrío,
35Los artesanos, como actor fundamental en la creación del espacio tiempo de la ciudad, es pertinente aclarar que
desde mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, constituían uno de los pocos estamentos distintos a la élite
habilitados para votar y participar en la política de manera activa y consciente. Asimismo cabe plantear que,
acompañadas de otras maneras de formalizar sus conocimientos, “la copia, la imitación y la semejanza eran
consideradas de manera positiva en el aprendizaje y avance de las capacidades artesanales” (González L. F., 2013,
pág. 67). Las fuentes también señalan cómo reivindicaron “la formación práctica fundamentalmente en artes
industriales, en las que se incluía la enseñanza de la arquitectura en las escuelas de artes y oficios, las cuales fueron
exigidas desde finales de la década de 1840”. (González L. F., 2013, pág. 32) 36 “En 1926 se empieza a construir el edificio actual de la gobernación de Antioquia por el ingeniero belga Agustín
Goovaerts, quien también diseñó el edificio del Palacio Nacional por esa época” ” (Planeación Metropolitana, 1982,
pág. 42) 37“Los primeros planos de la ciudad datan del año 1770 [algunos lo consideran de 1771]. Eran unas pocas manzanas
en torno a la Iglesia de la Candelaria y la plaza principal (hoy parque Berrío). El núcleo inicial, que se había extendido
76
anexándole el monumento al prócer, los edificios públicos, los edificios privados del “elegante”
Banco Popular, proyecto realizado por Ignacio Cano y la oficina de Lalinde & Duque38, el Banco
de la República, e insertando usos comerciales y cívicos que, como expresa Luis Fernando
González para el cambio de enfoque en las exposiciones a partir de 1907, determinaron la
“participación masiva de artesanos y obreros como grandes espectadores, aupados al consumo ya
no solo de mercaderías sino […], retomando a Benjamín, a la exhibición-consumo de patriotismo
y nacionalismo, de arte y cultura, de hábitos y comportamientos” (González L. F., 2013, pág. 62).
En lo que respecta a la valoración económica de los tejidos urbanos, puede plantearse que
presionan sobre los conjuntos y tejidos precedentes, enfrentándoles a una serie de cambios en las
espacialidades y en los ordenamientos territoriales. Se dan, entonces, desarrollos espaciales que en
sus formas constructivas reflejan las bonanzas y las crisis de la ciudad, sobre todo en lo que
respecta a los edificios comerciales, bancarios, industriales39, de oficinas públicas y privadas,
siguiendo el modelo urbanístico establecido por las Leyes de Indias, estaba limitado por las actuales carreras Cúcuta
y El Palo (antes de Palencia), por la calle Maturín (antes de Guanteros), y por la quebrada Santa Helena. Se destacan
los Barrios de San Juan de Dios, cerca de la iglesia del mismo nombre y de San Lorenzo (hoy Barrio Nuevo).
(Planeación Metropolitana, 1982, págs. 4-6) 38 “En la exposición de bellas artes, organizada en marzo de 1899 por el Club Beltrán de Medellín en homenaje y
beneficio del pintor Francisco Antonio Cano, se presentaron pinturas (entre ellas cuadros del mismo Cano), esculturas,
fotografías, fotograbados, muebles y tallas de madera, objetos de platería, pastas de libro y una sección dedicada a la
arquitectura, la ornamentación y el dibujo topográfico. Una medalla d eoro le fue otorgada a Enrique Vidal “por un
mapa grande de Colombia, correcta y pacientemente dibujado a pluma”, como mejor trabajo de dibujo topográfico;
mientras que el diploma en primera clase en Ornamentación, “destinado para premiar el mejor trabajo en Arquitectura,
le fue entregado a Ignacio Cano y a la oficina de Lalinde & Duque por el proyecto para el edificio del Banco Popular,
que en ese momento se estaba construyendo en el parque Berrío”. (González L. F., Del alarife al arquitecto, el saber
hacer y el pensar la arquitectura en Colombia 1847-1936, 2013, pág. 142)
39 “Los cambios económicos en el país obligaron al desarrollo de nuevas tipologías arquitectónicas que determinaron
cambios en los noventa años transcurridos entre 1847 y 1936. Fue el paso de las pulperías y las casas comerciales
ubicadas en la primera planta de la propia vivienda del propietario, a los edificios especializados; tal fue el caso de los
denominados edificios comerciales de renta, como los edificios Carré y Vásquez en Medellín, inaugurados en 1894.
Otro hecho evidente fue la construcción de las sedes bancarias, que en el caso de Bogotá se inició con el Banco de
Colombia entre 1880 y 1882, y en la ciudad de Medellín, entre 1897 y 1904, también con una sede para este banco.
Dichos edificios comerciales y bancarios se convirtieron en ejemplos de arquitectura privada que serían determinantes
para la introducción de técnicas constructivas y materiales, la exploración de nuevos lenguajes y la verticalización del
paisaje urbano en las principales ciudades, un proceso marcado por el imaginario del "rascacielo" que comenzó a
manifestarse con la construcción del edificio sede del Royal Bank Of Canada, iniciado en 1927", y continuará en las
décadas siguientes con el paulatino aumento de los pisos”. (González L. F., 2013, pág. 38)
77
algunos de los cuales están catalogados hoy en día como de importancia patrimonial. Estos
cambios, propios del espíritu moderno, corresponden, por un lado, con un proyecto político
civilizatorio en torno al concepto de Nación y, por otro lado, a las necesidades comerciales,
semifabriles, fabriles e industriales, que implican que la ciudad se transforme para ser funcional a
la extracción y transporte de materias primas, generación de productos (plusvalías), transporte y
comercialización de mercancías. Así, los cambios en el ordenamiento territorial del siglo XX son
exaltados mediante términos como adelantamiento y progreso, que bien podrían interpretarse
desde una perspectiva de desarrollo económico y de superación del pasado.
Acorde con planteamientos espaciales de la modernidad que se venían gestando en Europa40 y
que habían tenido un despliegue importante en Occidente, se plantea con el Plan Piloto41 y el
subsiguiente Plan Director, una nueva sectorización del centro de la ciudad en 1964. Este nuevo
ordenamiento introduce una valoración espacial económica que ejerce presión sobre la iglesia de
la Candelaria y hace que algunos de sus trazados, conjuntos y edificios sean considerado como
deteriorados y desorganizados. La centralidad estructurada con base en el monumento religioso y
40 En 1947-1948 se conocen las conclusiones del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) realizado
en Atenas en 1936. Se constituyen así los cimientos del urbanismo contemporáneo en las principales ciudades
latinoamericanas”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 66) 41 “En 1950, cuando la ciudad tiene 340.000 habitantes y concentra el 38% del poder económico y el 67% del poder
industrial de Colombia, se hace entrega del Plan Piloto por parte de los urbanistas Wiesner y Sert (antiguo colaborador
del francés-suizo Le Corbusier), el cual sirvió como patrón directriz al desarrollo urbano, poniéndose en marcha la
oficina del Plan Regulador que sería posteriormente la Oficina de Planeación. El Plan, básicamente, procuró establecer
en la ciudad una zonificación estricta, un esquema vial lineal a lo largo del río, que se constituye en eje geográfico y
vial, propiciando una excesiva concentración del flujo hacia el centro tradicional de la ciudad, perdiendo Medellín su
vocación natural dentro del esquema de desarrollo metropolitano y desarticulando la vitalidad de centros satélites. Se
plantea además, la construcción del centro administrativo de la Alpujarra como ampliación del área central y donde
se establecen actividades de todo tipo. Con la descentralización administrativa se lograría una gran valorización de
edificios y espacios públicos, la recuperación de zonas y la separación de funciones en la ciudad, en especial lo
referente al poder público, al mercado y al terminal de transporte. El Plan Piloto, en general, puso orden en las zonas
públicas y garantizó el aprovechamiento de las zonas necesarias al desarrollo, como la vinculación de la zona
occidental del río, la cual ofrecía un gran potencial que indujo al sistema vial a intensificarse en este sector”.
(Planeación Metropolitana, 1982, pág. 68-69)
78
en los edificios públicos, se enfrenta con una nueva planeación que plantea una estructura vial
diferente42 y el desplazamiento del centro cívico a la Alpujarra, entre otras obras43. Según la
zonificación del Estudio de la Comunidad B5 (1964)44:
[…] Las obras proyectadas en esta zona […] traerán además la mejor utilización de lotes ocupados
por construcciones antiguas de un solo piso y en estado deteriorado, con un mejor aprovechamiento
del terreno, que permita construcciones en altura. […] Esto traerá un cambio en las estructuras
deterioradas que existen actualmente45.
Otro ejemplo, lo representa los nuevos ordenamientos planteados por la misma sectorización
para La zona 346, que es descrita como un lugar donde existen actividades mezcladas y
desorganizadas con un deterioro general: la plaza de mercado, las terminales de trasporte
automotor y férreo, los edificios comerciales de mayoristas, grandes intermediarios de abarrotes y
vivienda de población rural “que por su inadaptación y falta de recursos, han solucionado el
problema de vivienda en lugares vecinos a estos sitios”47. Desde la perspectiva oficial, este
conjunto urbano que separaba los usos comerciales del conjunto religioso y político en torno al
42 Acorde con los vehículos motorizados, penetrando los tejidos y trazados de la centralidad de la ciudad. 43“Centro Administrativo en La Alpujarra y Remodelación en su zona Oriental, ampliación de Bolívar, Colombia,
Ayacucho y Diagonal, Avenida Alfonso López y futura Vía Oriental, podemos desde ahora prever el grado de
evolución del sector. No obstante, para evitar un desorden urbanístico, es necesario realizar un replanteamiento que
clarifique aún más el crecimiento de la zona y la adapte a las circunstancias cambiantes, sobre todo el aspecto de las
relaciones entre el Centro actual y el futuro Centro Administrativo, que tomados en conjunto, lograrán el cambio del
corazón actual, al corazón metropolitano de la ciudad futura” AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 46. Legajos 6
y 7. Folio 3 44 Documento que delimitó el centro de la ciudad con base en los criterios de usos actuales, usos futuros según
tendencias y Plan Vial (Obras nuevas) AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 46. Legajos 6 y 7. Folio 4 45“Esta zona continuará su evolución hacia edificaciones en altura, conservando su comercio e incrementando en los
nuevos edificios actividades de oficinas, hoteles y vivienda en altura. Su estratégica situación céntrica con respecto a
la ciudad y a la distribución vial, hacen que esta zona consolide sus actuales características y usos con tendencia a
grandes construcciones hacia el Sur. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación”. Caja 46. Legajos 6 y 7. Folio 5 46 Asociada a la plaza de mercado Cisneros y a la terminal de transporte férreo y motorizado. 47 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 46. Legajo 6 y 7. Folio 6
79
Monumento de la Candelaria, representa problemáticas a las que hay que hacer frente erradicando
algunos de sus espacios, usos y edificaciones, e insertando otros:
La localización de los edificios públicos, en la Alpujarra, el traslado de la estación ferroviaria, la
demolición de la plaza de mercado, la organización de la Central de Abastecimientos y terminales
de transporte en el Norte, lograrán la disminución o desaparición de actividades como abarrotes,
cantinas, casas de prostitución, comercio cacharrero, etc. y a través de Bolívar, irrigará toda la zona,
para lograr la integración de este centro con el actual. [sic] Pero con características distintas, ya que
el primero será un comercio de cierta exclusividad, venta de artículos de lujo y artículos suntuarios.
El segundo deberá continuar como comercio popular48
Como un elemento que se destaca del pensamiento moderno con el que se sectorizó el centro
de Medellín, desde 1964, es de destacar que, pese a que el centro de la ciudad alberga desde
entonces y hasta hoy gran parte de las edificaciones, conjuntos y trazados más importantes de la
ciudad, por sus características técnicas y artísticas, su importancia en la historia urbana, su
presencia en el imaginario colectivo, no se tiene ninguna mención al respecto de temas
patrimoniales o de conservación.
Predominio religioso en la estructura urbana: del barrio tradicional al barrio popular
Anexo a los monumentos de tipo religioso a escala de ciudad y a los proyectos patrimoniales
de imagen de nación generados por la élite política y económica, también deben considerarse los
procesos referenciales que a escala barrial contribuyeron a la creación del espacio urbano, a la
48AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 46. Legajo 6 y 7. Folio 6
80
generación de referentes espaciales, de símbolos ordenadores y de construcción social del
patrimonio urbano de la ciudad de Medellín a escala micro. A lo largo del siglo XIX, la relación
entre el monumento religioso como impulsor de la construcción del espacio barrial en Medellín
tiene una importancia capital en la construcción social de los espacios barriales. Por ejemplo, si
se observa el proceso educativo de la ciudad que, según Luis Javier Villegas se emprendió durante
el siglo XIX como fomento de la instrucción como “arma poderosísima para la formación de
naciones” (Villegas, 1996, pág. 269), puede ratificarse que el monumento religioso fue
tempranemente núcleo de desarrollo urbano, situación evidenciada en el proceso de la construcción
es espacios educativos estructurados en torno a los monumentos religiosos:
Es muy ilustrativa la comparación entre el Plano de la Villa de Medellín hacia 1791, atribuido al
maestro pintor José María Giraldo, y el Plano Topográfico de Medellín, levantado en 1875 por
cuatro alumnos de ingeniería civil de la Universidad de Antioquia. Mientras en el primero aparecían
cinco templos y un convento, más ningún establecimiento educativo, en el segundo, al lado de los
nueve templos, se aprecian ocho centros educativos (Villegas, 1996, pág. 275)
Otros ejemplos que pueden plantearse son el desarrollo urbano generado hacia la calle Alameda
(hoy Colombia) y la calle Real (hoy Boyacá) estuvieron jalonados por las “iglesias de San
Francisco (hoy San Ignacio) y San Benito”49. Asimismo, para 1802, una iglesia llamada San Juan
de Dios, consolidó un foco de desarrollo urbano importante que venía gestionándose de tiempo
atrás asociado al hospital que llevó el mismo nombre50. Asimismo, El Poblado se consolidó en
49 (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 7) 50 “A Mon Y Velarde […] contribuyó a la fundación del hospital San Juan de Dios que fue el primero en la Villa en
1797, ubicado cerca al lugar que hoy ocupa la iglesia del mismo nombre construída (sic) en 1802”. (Planeación
Metropolitana, 1982, pág. 7)
81
187651 y, en palabras de Manuel Uribe Ángel, para 1887 se destaca la vitalidad de su plaza y el
“regular aspecto”52 de su iglesia53. Jaime Peralta observa cómo “en el largo proceso de cohesión
de esfuerzos y voluntades que realizaron [los habitantes de El Poblado] para construir “su” lugar
en el mundo, la lucha por segregarse eclesiásticamente de Medellín y convertirse en parroquia
autónoma fue un hito trascendental” (Pelarta, 2001, pág. 28). Entre finales del siglo XIX y
principios del XX, se realizó asimismo un gran desarrollo urbano54 que, entre otros, tuvo el
protagonismo del proyecto de la Catedral Metropolitana y el Parque Bolívar, nodo que además de
ser referente para la ciudad y el Valle, propició también un foco de expansión en sus alrededores55.
51 “El poblado de San Blas, ubicado donde hoy existe el barrio El Poblado, que ha sido considerado en otras versiones
como el lugar de fundación de Medellín, sólo surgió en 1876” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 3) 52 Manuel Uribe Ángel escribió en 1887 que “en territorio del Distrito de Medellín, entre la ciudad y la Villa de
Envigado, sobre suave ladera y a corta distancia del Aburrá, existe un lindo pueblecito llamado Poblado o San Blas,
tiene alegre plaza, casas cómodas y bien construídas (sic) y una iglesia de regular aspecto. En sus alrededores hay
lúcidas casas de campo, arboledas frutales y corrientes de superior agua potable” (Uribe Ángel. 1992: 17) citado por
(Pelarta, 2001, pág. 25) 53 “El 5 de julio de 1843, Eusebio Restrepo elevó, ante el obispo de la Diócesis de Santa Fe de Antioquia, Juan de la
Cruz Gómez Plata, una solicitud para reconstruirla en unos terrenos de su propiedad. Se ofreció a cederlos sin ninguna
contraprestación y a contribuir con los costos de las obras, con la única petición que llevara la advocación del santo
de su predilección: San José. El ofrecimiento fue estudiado por los jerarcas y […] tuvieron “a bien conceder licencia
para que se celebre en esa capilla no sólo en el día que bendiga sino en todos los demás del año ya sean misas rezadas
o cantadas” [Archivo Parroquial. Iglesia de San José. Libro I de registros, 1843] citado por (Pelarta, 2001, pág. 28) 54 También son construidos por estos años otras edificaciones importantes en la historia urbana de la ciudad: “El
matadero, la Casa Municipal, Palacio Episcopal (1883), la Universidad de Antioquia (1871) y la Escuela Nacional de
Minas (1886), la cual se incorporó a la Universidad Nacional por el acuerdo No. 131 de 1939; se inicia la nueva
Catedral (1892) y se construye el Parque de Bolívar. Años más tarde el arquitecto francés Carlos Carré (quien elaboró
los planos de la nueva Catedral) construye la plaza de mercado de Guayaquil y el edificio que lleva su nombre. El río
constituye aún la barrera principal; se presenta una mayor densificación y crecimiento hacia el oriente y un poco hacia
el sur y el norte (cruzando la quebrada Santa Helena); se estima en ese entonces su población en 44.000 habitantes”
(Planeación Metropolitana, 1982, págs. 19-21) 55“Los habitantes de [Villanueva] en una comunicación enviada al Concejo en 1898 decían 'Como ya se ha observado,
la población de Medellín tiende a extenderse, más que por otros puntos, por nuestros barrios, sin duda alguna por la
salubridad de éstos por su hermosa localidad, como también y no en poca parte, por las ilusiones que se tienen en el
día con el gran templo en construcción (...)' La ubicación de las iglesias fue un importante ejemplo de poblamiento de
nuevos espacios. En los avisos se señala que: -El barrio de la Independencia se ubica a dos cuadras y media de la
catedral en construcción.- Santana o los Ángeles a siete u ocho cuadras de la nueva catedral o tres de la capilla de San
Miguel. -Majalc a tres cuadras de la nueva catedral. -El barrio Gutiérrez a dos cuadras de la capilla de Buenos Aires.
-Y el Salvador a cinco cuadras de la plazuela de San Ignacio (iglesia de San Francisco) y a tres cuadras de la capilla
de Buenos Aires” [ (Villa, 1993)] citado por (Gómez B. , 1996, págs. 54-55)
82
Para inicios del siglo XX, la ciudad se expandía sin pausa y la iglesia afrontaba de manera
especial los problemas que traían consigo las nuevas dinámicas urbanas del siglo entrante56. La
fundación de nuevas parroquias constituyeron una herramienta importante para no perder terreno
ante dinámicas como el protestantismo57 y el socialismo, que le significaron a la Iglesia la
transformación de algunos de los procesos que seguían en el siglo XIX. Otra problemática
importante fue la pérdida de poder en los sindicatos patronales58, cuyos asociados empiezan a ser
susceptibles a las ideas del socialismo que circulaban por Europa y empezaban a expandirse en
algunos países de América Latina.
La Iglesia, entonces, plantea una nueva relación espacial entre las doctrinas de la fe católica y
los habitantes urbanos. Así, como proyecto de marcación de territorios, fueron implantadas en los
nuevos desarrollos urbanos de Medellín una serie de templos que les permitieran cercanía espacial
y simbólica con esos lugares. Para Gómez, en este proceso de expansión de la red parroquial, el
templo es un:
56 En los albores del siglo XX (...) la iglesia colombiana se vuelve sensible al legado social impulsado desde Roma,
ya que el mundo urbano trajo consigo la irrupción de nuevas ideas que la ponían en peligro de perder su poder en
amplios sectores de la población: el obrero asalariado estaba siendo captado por el socialismo, que había impulsado
en el país una acción social propia (Gómez B. , 1996, pág. 13) 57 “Otro de los problemas que tuvo que afrontar la iglesia en cabeza del señor Cayzedo hace referencia al peligro ante
la pérdida de dominio del espacio, de un territorio que se suponía conquistado por la cristiandad razón para crear
parroquias con el fin de conjurar las religiones que profesaban una fe diferente a la católica vgr: la consagración de
una iglesia a Cristo Rey en el barrio del mismo nombre. O propiciar instituciones donde existiera más ingerencia (sic)
de los seglares y asociaciones que apoyaran las labores religiosas y difundieran doctrinas y valores de la fe católica”.
A pie de página, Gómez observa que “en los primeros días de 1920 regresó de Roma Monseñor Cayzedo y tuvo que
enfrentar la campaña protestante de los adventistas, por medio del libro "Heraldo del Porvenir", que reprobó y condenó
ya que siempre consideró indigno que vinieran de Estados Unidos pastores protestantes a predicar un cristianismo
distinto, por cuanto estas tierras estaban civilizadas y cristianizadas desde hacía siglos". (Piedrahita, pág. 111) Más
adelante, Gómez cita nuevamente a Piedrahita para decir que “otro problema que tuvo que enfrentar Monseñor
Cayzedo fue la huelga de la Fábrica de Tejidos de Bello, donde las partes pidieron su mediación. Todo esto significaba
para la iglesia pensar en un control desde la base de las ideologías de izquierda que empezaban a circular por Europa
desde mediados del siglo pasado, e idealizar las virtudes del campo y los valores inspirados en visiones paternalistas
de relación rico-pobre, o en los valores del “pobre pero honrado", “humilde pero de intachable honradez'.
(GONZALEZ. Óp. Cit. p.95 y 89) citado por (Gómez B. , 1996, pág. 13) 58 La OCSA, órgano orientador del movimiento sindical con base en la doctrina pontificia, empieza a perder fuerza.
83
Órgano jerárquico esencial que ha ejercido su atracción sobre las calles vecinas. Como órgano de
desarrollo que ayudó a formar los barrios alrededor de ella, le ha dado a éstos su vida íntima a la
vez que ha cumplido su papel de monumento simbólico y elemento primario, actitud nítida de
predominio religioso en la estructura urbana (Gómez B. , 1996, págs. 54-55).
De esta forma, el tempo parroquial asociado al espacio habitado constituye una herramienta
para mantener la feligresía bajo un nodo ordenador y en un elemento fundamental en la creación
del espacio barrial, en su morfología y en las identidades sociales que moviliza. La parroquia,
entonces, representada en el territorio mediante el templo, estructuró y delimitó el espacio barrial
a partir del radio de su acción.
Mediante la relación de monumento y espacio barrial, se crea una tipología de poblamiento en
la ciudad de Medellín: el barrio tradicional de principios del siglo XX. Estos barrios
tradicionales, según Gómez, se diferencian de otras tipología de poblamiento por su capacidad
para propiciar identidad, arraigo, sentido de pertenencia de los habitantes por su territorio, no sólo
por las relaciones sociales, económicas y culturales que allí se dinamizan, sino “gracias a la
vigencia de sus propuestas formales donde arraiga la plaza o parque como centro del barrio y
espacio de exaltación de la iglesia parroquial, monumento público que desde sus orígenes lo ha
caracterizado” (Gómez B. , 1996, págs. 53-54). El monumento constituye, entonces, el referente
simbólico y práctico del encuentro social, de los acuerdos políticos y de las cotidianidades que
convierte al barrio tradicional en una continuidad dentro de las estructuras de la ciudad
colombiana. Gómez, para dar fuerza a ese argumento, cita a Juan Carlos Pérgolis59, que expresa
que tal continuidad:
59 PÉRGOLIS, Juan Carlos. Deseo y estética del fragmento en la ciudad colombiana'' En: Magazín Dominical. El
Espectador N° 636, 23 de julio de 1995. Pág. 7-11] citado por (Gómez B. , 1996, pág. 47)
84
ha sido el principal rasgo de identidad de las ciudades colombianas, basados en el espacio público
conformado por la secuencia articulada de calles y plazas. En la homogeneidad de la cuadrícula y
en la coherencia arquitectónica que la acompañó hasta inicios de la modernidad, se dio una correcta
relación entre morfología urbana y tipología arquitectónica, con el solo acento de los edificios
monumentales, representantes de las fuerzas que daban cohesión a la sociedad (Gómez B. , 1996,
pág. 47).
A partir de la modernidad y con el desdibujamiento de las fronteras naturales entre estos barrios
tradicionales –que se insertan en la metrópoli– se crea una noción de barrio diferenciado de otras
espacialidades en tanto su espacio socio-físico y sus delimitaciones, pero relacionado con
externalidades mediante los entramados espaciales, económicos y políticos de quienes lo habitan.
Es decir, aunque cada barrio es vivido por sus moradores de forma diferencial respecto a los otros,
también son permeados mediante la cercanía de otros territorios y las dinámicas de movilidad
social y económica que la metrópoli plantea. Según Gómez, existe una relación entre lo interno y
lo externo60 y, sin embargo, persisten diferenciaciones entre estos espacios a partir de lo la autora
define como confín:
El confín articula y gradúa las relaciones entre interno y externo, entre apertura y cierre. El confín
se puede convertir en filtro o membrana. En lugares cercanos a un confín, los barrios entre ellos se
60 Estamos pues, refiriéndonos a una noción de espacio que presenta un doble perfil: externo delimitado
geográficamente con sus límites físicos y simbólicos, con una trama, altura y color, una tradición histórica y social
que confluye en una forma de percepción del área como unidad homogénea y diferenciadora. La unidad física estimula
la unidad simbólica. [Y] aquella instancia espacial que alude a proximidad, vecindario. Aquí uno se siente protegido,
es aquella puerta de la ciudad que los habitantes ‘sienten que les pertenece’. Barrio es pues, una combinación precisa
de todas estas características ya que una delimitación sin unidad, social y simbólica no sería propiamente un barrio,
no tiene por qué coincidir con el concepto administrativo de municipio. Todo esto en definitiva, redunda en la
configuración de una unidad colectiva, que no es sino la expresión de un sentimiento de apego en sentido espacial.
Los barrios, concebidos como espacios para la reproducción de la fuerza de trabajo, pasan a convertirse en
comunidades'" locales por obra de sus moradores que consiguen sintetizar su arraigo en una cosmología que
recompone los múltiples fragmentos de la inmigración y movilidad urbana” [DENCHE M. Concha. ALGUACIL G.,
Julio, Participación Ciudadana y metrópoli, p. 144-145] (Gómez B. , 1996, págs. 51-52)
85
pueden permear. Sus características funcionan como capilaridades que reinterpretan o dan lugar a
variaciones o ligeras mímesis o a cortes por oposición, cambios de norma que dan otro carácter
(Gómez B. , 1996, págs. 49-50).
Un proceso a destacar en este marco del barrio tradicional en Medellín insertado en la metrópoli,
es el proyecto expansión de la red parroquial generado por Monseñor Manuel José Cayzedo61
(arzobispo de la ciudad entre 1906 a 1935) a partir de iglesias monumentales62. El arzobispo
fundamenta su propuesta pastoral con la erección de nuevos núcleos parroquiales instalados en los
diversos territorios63 poblados en la ciudad que “servirían como dispositivos para la difusión de
una ideología centrada en la voz pastoral, núcleos que por su influjo incidirían con más fuerza en
un territorio […] debido a las relaciones más directas entre el párroco con su feligresía” (Gómez
B. , 1996, pág. 9):
Esta red parroquial tiene como soporte el templo […] que, aunque majestuoso en su tamaño, no
alcanza a competir con la catedral recién fundada. Es una iglesia más a la escala de sus confines
hacia donde llega el sonido de sus campanas que, con su repique, llaman o invitan para expresar
61 Durante el ejercicio del arzobispado de Monseñor Manuel José Cayzedo (1906-1935) esta red de parroquias
confirmaba el número de ellas: 28 parroquias en 1918 y 33 en 1938. Pero su período estuvo marcado por las "iglesias
monumentales" que se iniciaron con su autorización decreto y estímulo” (Gómez B. , 1996, pág. 11). 62 Por Iglesias monumentales, Gómez entiende, citando a Piedrahita, aquellas edificaciones que se “plantean desde el
criterio que permeó al mundo cristiano durarte mucho tiempo, el cual consistía en “edificar templos amplios de
proyecciones grandes y como monumentos arquitectónicos únicos de cada población o sector de la ciudad" Esto
significó, según el autor, demoras de casi una generación para concluidas entre 20, 40 y 60 años. (Gómez B. , 1996,
pág. 11). Unos planos de una iglesia ejemplo esta monumentalidad fueron expuestos, según Luis Fernando González,
en “la Exposición de Antioquia industrial y agropecuaria de 1923 […]"entre varios planos que, colgados de 1os muros,
observamos, nos llamó preferentemente la atención uno, firmado modestamente con una X y que es un proyecto de
un Templo al Sagrado Corazón de Jesús, en el Barrio de Guayaquil, idea que ha sido acogida con general beneplácito
por los católicos de Antioquia (González L. F., 2013, pág. 98) 63Ejemplos de estos templos son Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Buenos Aires, el templo de Nuestra Señora
del Sufragio (inaugurada en 1919 con ocasión del Primer Congreso Mariano Nacional), el templo del Sagrado Corazón
de Jesús en el barrio Guayaquil. Asimismo se fundan los templos de Los Padres carmelitas, cristo Rey, Jesús Nazareno
y La América (este último en un sector aún no declarado urbano), así como los desarrollos que el padre Eduardo Diez
erigió: El calvario en el barrio Campo Valdés, san Francisco de Paula en el barrio Berlín, El Perpetuo Socorro en el
barrio Colón y San Juan de Dios. (Gómez B. , 1996, págs. 11-12)
86
júbilo o doblan las campanas en señal de duelo ante la defunción de cualquiera de sus feligreses
(Gómez B. , 1996, pág. 10).
Como contraste, y para observar el predominio religioso en el ordenamiento de la ciudad, cabe
señalar que estas delimitaciones parroquiales serían asimiladas como puntos fundamentales para
la división administrativa y política de la ciudad. El documento División y Sectorización
Territorial del Municipio de Medellín (1936), define el barrio como la primera Entidad Urbana
delimitada por un “número de familias de 1500 a 2000, las cuales constituyen la Unidad Vecinal
de Urbanismo”. El documento continúa explicando que
En el caso de Medellín se ha hecho coincidir el límite de los barrios con la demarcación parroquial,
marcándolo por accidentes físicos naturales o por una vía principal que no deberá destinarse al
comercio. La Parroquia, el Centro Social, el Grupo de Tiendas, la Escuela, etc., que integran el
Centro Comercial Local, dan al barrio su propia personalidad y se ubican dentro del perímetro
urbano64.
Estas delimitaciones parroquiales y políticas, con las dinámicas de la ciudad metropolitana se
desdibujan, se re-significan, se les subdividen o expanden, a partir de los criterios ordenadores
espontáneos o planeados de los pobladores, que mediante la cotidianidad de su habitar crean
nuevos referentes espaciales y nuevos símbolos. Así, según Gómez, las delimitaciones
administrativas y políticas deben leerse como un proceso que pretende imponer “un sentido de
poder y de autoridad que busca un orden bien sea para aplicar una norma, un impuesto, para
controlar, para vigilar, para ampliar, organizar o facilitar [y que en algunos casos fueron re-
significadas y reconfiguradas, hasta el punto de que no coincide siempre] con los límites
reconocidos por los miembros de una comunidad barrial” (Gómez B. , 1996, pág. 47) Es así como
64 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 4.
87
surgen nuevos concepto de poblamiento en la ciudad, que no se suscriben ni a los fenómenos de
delimitación parroquial de los barrios tradicionales, ni a la definición administrativa.
Por caso, a partir de 1950, la expansión demográfica65 y las características de poblamientos
informales que se estaban consolidando en la ciudad, preocupan tanto la división territorial de la
Iglesia como la institucionalidad política y administrativa de la ciudad66. Así, Monseñor Joaquín
García Benítez67 (cuyo arzobispado se dio entre 1942 y1958), resolvió nombrar una junta para el
estudio cuidadoso de la ciudad que tuvo como resultado, en 1951, el decreto canónico por medio
del cual se generó la erección de 18 iglesias nuevas en Medellín68. En su construcción son
utilizadas tecnologías de construcción y lenguajes del modernismo arquitectónico que implicaron
mayor eficacia en los tiempos de construcción y menores presupuestos invertidos69, por lo que la
presencia en el territorio se planteaba en menos tiempo que en los proyectos parroquiales asociados
a las iglesias monumentales. Los cambios técnicos y las posibilidades que permite el hormigón
65 En 1950, […] la ciudad tiene 340.000 habitantes y concentra el 38% del poder económico y el 67% del poder
industrial de Colombia”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 68) 66 Para esa misma época, la institucionalidad de planeación de la ciudad también había formado un equipo de
especialistas extranjeros para la realización de un estudio de las nuevas dinámicas de la ciudad, equipo que para 1950
entregaría el estudio del Plan Piloto: “En 1950 se hace entrega del Plan Piloto por parte de los urbanistas Wiener y
Sert (antiguo colaborador del francés-suizo Le Corbusier), el cual sirvió como patrón directriz al desarrollo urbano,
poniéndose en marcha la oficina del Plan Regulador que sería posteriormente la Oficina de Planeación” (Planeación
Metropolitana, 1982, pág. 68). 67 “Preocupado por el crecimiento demográfico de Medellín, hasta el punto de que había parroquias con 60.000
habitantes y otras varias con 2O y 25 mil, sin que los párrocos pudieran atender adecuadamente a tantos feligreses,
vistos los progresos de toda clase en cuanto a número de cantinas en la ciudad, urbanizaciones numerosas y dificultades
para que los fieles fueran atendidos” (Gómez B. , 1996, pág. 15). 68 “A raíz de esta inquietud, el 6 de agosto de 1951 se publicó en los diarios de la ciudad, como noticia de primer orden
y bastante comentada, el decreto por medio del cual se erigían canónicamente 18 parroquias simultáneamente en
Medellín: 1. Sagrada Familia (Villa Hermosa) 2. Santa Ana (Manrique Oriental) 3. El Sagrario (Barrio del Templete
Eucarístico) 4. San Cayetano (Aranjuez) 5. Nuestra Señora de los Dolores (Las Estancias), 6. La Milagrosa (Gerona)
7. Niño Jesús de Praga (Enciso) 8. San Judas Tadeo (Castilla) 9. Perpetuo Socorro (En la salida a El Poblado) 10.
Nuestra Señora del Santísimo Sacramento (B. de la Universidad Bolivariana) 11. La Floresta 12. Santa Teresita del
Niño Jesús (Laureles) 13. Santísima Trinidad (Barrio Antioquia) 14. Cristo Rey (Barrio Guayabal) 15. Nuestra Señora
de Fátima (Barrio Nutibara) (Gómez B. , 1996, págs. 15-16) 69 Es apreciable cómo sus técnicas constructivas no se centraron en la monumentalidad del proceso de red parroquial
generado desde el arzobispado de Manuel José Cayzedo, que exigían los recursos, técnicas y el trabajo de varias
generaciones.
88
armado, según Gómez, “incitaron […] a resaltar en la estructura la majestuosidad de los templos
mediante el uso de la bóveda de membrana de forma parabólica o paraboloide hiperbólica70
(Gómez B. , 1996, pág. 16) La utilización de estos nuevos lenguajes constituyen una relación
diferente entre el monumento y el entorno espacial, que “sin perder su carácter monumental
perdieron, sí, parte del simbolismo implícito en el modernismo del siglo XIX” (Gómez B. , 1996,
pág. 16). En este período, se propusieron edificaciones austeras, ubicadas en las esquinas, que ya
no exigían plaza o parque, entre otros cambios71. De esta manera, influyeron de manera diferente
sobre las formaciones barriales y en el orden urbano:
En el orden urbano comienza a desdibujarse el enlace plaza o parque-iglesia, consustancial en los
barrios de principios de siglo que identificaba de esta forma su centro. En algunos casos el atrio –
otro punto de unión con la plaza– es reemplazado por la plataforma o losa que se asume más como
una solución funcional antes que simbólica (Gómez B. , 1996, pág. 17).
Asimismo, este arzobispado impulsó el concepto de Unidades Parroquiales72, que además de
las funciones espirituales y de ordenamiento territorial de la Iglesia, anexaban espacios que
satisficieran necesidades educativas, sociales y que constituyeron puntos de encuentro colectivo y
referencia barriales. Según Beatriz Gómez, la Unidad parroquial tiene como principio "una
70 Ejemplos del nuevo lenguaje son las iglesias de Santa Teresita del Niño Jesús, en Laureles; San Judas Tadeo en
Castilla; Nuestra Señora de Fátima en Nutibara. En construcción San Joaquín, Capilla de la Bolivariana, Capilla del
Colegio de San José. (Gómez B. , 1996, pág. 16) 71 El atrio se mimetiza en el andén (ya son más escasos los podiums). La torre o campanaria continuará como símbolo
ascendente. El color blanco o los materiales naturales de la región (ladrillo) se utilizarán en toda su pureza. El color
contribuirá a destacarla en el entorno. Su posición urbana en el barrio comienza a descentrarse. Su tamaño, que merma
en altura, deja de ser obligante frente a la necesidad de una plaza o parque que sirva de separación y encuadre. La
iglesia se ubica en una esquina (Ej: Las iglesias parroquiales de: Suramericana, Verbo Divino, La Palma, Kennedy,
Patio Bonito, Dan Lucas, Doce Apóstoles (Gómez B. , 1996, págs. 26-27). 72 “Un Modelo de Unidad Parroquial realizado fue el que llevó a cabo el padre Hernando Barrientos en San Cayetano,
Aranjuez, donde adquirió 40.000 varas de terreno y construyó: el templo con techos en paraboloide hiperbólicos, el
Colegio María, con bachillerato completo, el Instituto Arzobispo García para varones, el Club Astorga, con salones
de juego, teatro para comedia y representación educativa, Kinder San Cayetano, Caritas Parroquial con farmacia,
dentistería, médico, ropero, clases para capacitación y restaurante, y la residencia social (Gómez B. , 1996, págs. 21-
22)
89
tradición tipológica y representa la culminación de una larga búsqueda de un orden colectivo según
los pensamientos lecorbuserianos” (Gómez B. , 1996, pág. 21):
"la parroquia" adquiere un carácter integral más amplio que trasciende lo puramente religiosa para
generar “identidad barrial”, por ejemplo, a partir de los colegios y otras instituciones que son de su
iniciativa y hasta llevan su nombre. El espacio barrial, así considerado, es el marco de acción de la
parroquia, así despliega todo su proyecto “civilizador”” (Gómez B. , 1996, págs. 21-22).
Paralelo al proyecto de templos modernos, en la década de 1950, las ideas de izquierda cobran
importancia no sólo en los movimientos sociales rurales y urbanos, sino también, en el seno mismo
de la iglesia. Para 1958, Monseñor Tulio Botero Salazar, como metodología para afrontar estas
problemáticas, erigió 29 parroquias nuevas. Según, Óscar Calvo y Mayra Parra, en su libro
Medellín Rojo (1968), dan un contexto de este proceso:
Monseñor Botero Salazar comprendió la renuncia a la promoción eclesiástica de los sacerdotes jóvenes
y su decisión de ir a los barrios populares como pruebas de renuncia personal y vocación evangélica de
servicio entre los pobres. Pero también estaba presto a encontrar y ensayar nuevos métodos pastorales
que permitiesen llevar la Iglesia de manera permanente a los populosos barrios piratas y de invasión que
se estaban formando en la ciudad”. (Calvo & Parra, 2012, págs. 36-37)
Por ejemplo, en 1961, como contra al apoyo dado por algunos sacerdotes jóvenes a los
pobladores que optaron por invadir los terrenos periféricos de la ciudad para construir su hábitat
(Gómez B. , 1996, pág. 28), monseñor Botero Salazar funda 64 parroquias más, con la ayuda de
comunidades religiosas españolas73. De esta manera, la relación entre monumento de tipo religioso
73“1961 fue un año muy activo, máxime que en la ciudad se llevó a cabo la Gran Misión en 64 parroquias, con la
presencia de comunidades religiosas españolas. Tuvo el carácter de Gran Cruzada y su promoción hacía referencia a:
..UNA REVOLUCION PACIFICA DE LA IGLESIA. SOLO LA DOCTRINA DE CRISTO PUEDE SALVAR A
COLOMBIA. CRISTO ES LA LUZ DESDE HOY LUNES 26 DE JUNIO DE 1961” [Medellín Cívico. Medellín
junio de 1961, p. 3] Llegó justo durante el proceso de pacificación del país después del período de la Violencia”
(Gómez B. , 1996, págs. 18-20)
90
y el barrio, se diversifica en dos posturas: la del arzobispado que mediante la caridad espera tener
una relación cercana y duradera con los feligreses para no perder terreno ante las dinámicas
urbanas, los discursos protestantes y socialistas y, por otro lado, la de algunos sacerdotes jóvenes
que se insertaban en los barrios de invasión y piratas mediante la técnica pastoral de la residencia,
cuyos templos no se restringen a un espacio monumental, a una iglesia moderna o a una Unidad
Parroquial, sino a la extensión del hábitat popular.
En este contexto se observan dos tipologías de poblamiento urbano: los núcleos piratas y las
invasiones de terreno, ambas como posibilidad de acceso al suelo urbano de otros actores en la
construcción de la ciudad: los inmigrantes74 y los desechados. Estos procesos de poblamiento
también fueron abordados, aunque tardíamente, por la institucionalidad que, como plantea Oscar
74 Los inmigrantes son definidos por el documento Estudio socio-económico de los barrios piratas en Medellín (1966)
como “grandes grupos humanos del campo y veredas que se desplazaron hacia la búsqueda de un cambio en su forma
de producción y utilización de servicios” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 6), también
como “población de escasos recursos” y como “mano de obra inculta” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13.
Legajo 1. Folio 7), entre otros apelativos. Apartes importantes del documento que nos permite observar la posición
oficial de la época con respecto a los habitantes de estos espacios, se encuentran en el diagnóstico de la existencia de
escuelas, en el que se refieren a la población en edad escolar desocupada como los representantes del “mayor peligro
que afronta la ciudad en este momento, pues son estos los sectores que se utilizan como guaridas de ladrones, de
viciosos y de toda clase de criminales” “AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folios 24-25),
formulación que es reforzada en el diagnóstico sobre la existencia o no de los puestos de policía, que expresa que “si
la falta de escuelas […] es una de las causas principales para que estos núcleos se conviertan en verdaderos antros, es
más grave todavía la total carencia de vigilancia” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folio 25).
Los inmigrantes, como actor en la creación de la ciudad y por ende como actor patrimonial, pueden entenderse como
uno de los más determinantes de la ciudad, no sólo por su número sino por la predominancia de las formas urbanas
generadas a partir de su arribo, los volúmenes, las morfologías urbanas, su visión del espacio público, los trazados
viales peatonales aprovechando la curva de nivel, los procesos sociales, económicos, políticos y culturales que trajeron
sobres sus espaldas. Según el estudio en 1966 la población de los Núcleos piratas ascendía “a 183.813 habitantes”,
equivalentes “al 23.3% de la población total del municipio” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1.
Folio 20). Pero este actor, desde la perspectiva oficial, no sólo representó problemas, también se le consideró como
una fuente de ingresos para las arcas de la ciudad a partir de la identificación de Áreas de Renovación Urbanas,
mediante las posibilidades de intervención que permitía el Acuerdo municipal de rehabilitación de Barrios, “el cual
permite a valorizaciones formar un fondo rotatorio para la ejecución de obras en las zonas de vivienda sub-normales
y mejoramiento de las condiciones sanitarias y de servicios” AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 1. Legajo 6.
Folio 96. En el Informe de actividades del Departamento de Planeación (1965), ante el Concejo Municipal, el
funcionario da cuenta de otra finalidad con la que se llevó a cabo el Estudio socioeconómico de los Barrios Piratas en
Medellín: “estas evaluaciones socio-económicas en los barrios tuvieron finalmente como otro objetivo conocer las
capacidades de tributación de los núcleos de población para lograr establecer si eran aptas para programas de
valorización” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 1. Legajo 6. Folio 97)
91
Calvo y Mayra Parra, “solo hasta los años setenta distinguió entre urbanizaciones clandestinas por
invasión, incipientes o en desarrollo, y urbanizaciones clandestinas de carácter irregular o pirata
en desarrollo o normalizadas” (Calvo & Parra, 2012, pág. 38)
Valoración política y económica de la construcción social del hábitat popular en relación
con su patrimonio: tipología de barrios piratas
Desde la perspectiva del patrimonio urbano, esta tipología de barrio o núcleo pirata dados en
Medellín, no dista de los procesos de poblamiento ocurridos en las ciudades americanas75 como
proceso de poblamiento asociado a las búsquedas de suelo urbano por parte de pobladores sin
acceso a la tierra. Así, Jorge Ramos expresa que:
Estas experiencias junto a otros modos del suburbio, como casillas y viviendas progresivas "de
material" asentadas sobre terrenos invadidos y loteos generados por rematadores y especuladores
diversos, o barrios planificados por autogestión o gobiernos populares, responden a un patrón de
ocupación territorial casi constante: el damero infinito. Esta continuidad con las históricas trazas
iberoamericanas, por un lado se aleja de la idea de borde, recinto o urbanismos separados, pero por
otro lado se presenta como un espacio social de claras diferencias con el centro urbano
75 Oscar Núñez, Emilio Pradilla y Martha Schteingart, en su texto “Ensayos sobre la Problemática de Vivienda en
América Latina”, pág. 27, citado por (Coupé, 1993, pág. 6), ofrece una definición aproximada para América Latina:
“La adquisición de un lote en fraccionamiento ilegal, es decir, que no reúne las condiciones de equipamiento exigidas
por el Estado o que presenta problemas de titularidad jurídica, permite al comprador evitar ciertos costos de inversión
que no puede cubrir y también la evasión de ciertas condiciones contractuales (garantías de pago, hipotecas,
demostración de ingresos, etc.), pero lo somete al permanente peligro de lanzamiento o a la inseguridad jurídica. Para
el fraccionador, significa la apropiación de rentas del suelo considerables sin que para ello, haya tenido que realizar
inversión alguna y, a la vez, la posibilidad de operar mediante la introducción al mercado de tierras comúnmente sin
valor comercial y sin posibilidades de realizar en ellas acciones de fraccionamiento normal."
92
modernizado, un espacio marginal, segregado, pobre, ilegal y carente de infraestructura (Ramos,
1994, pág. 34).
Como ejemplo de estos procesos de poblamiento, los primeros loteos piratas de los que se tiene
registro son datados con fechas diferentes por las fuentes consultadas. Así, el documento de la
oficina de Planeación Metropolitana Medellín: evolución histórico demográfica (1982), observa
que “los primeros asentamientos clandestinos sin ajustarse a las normas surgen en 1850 al ser
parceladas por sus mismos herederos, unas tierras localizadas en la actual comuna del Poblado, las
cuales persisten aún con el nombre de la Loma de los González” (Planeación Metropolitana, 1982,
pág. 15). Por su parte, el documento de la Oficina de Planeación Actualización Estudio socio-
económico de Barrios Piratas (1966) expresa que la “Loma de los González, en la comuna del
Poblado, […] tuvo su origen en el año de 1.865 [y agrega que] también El Socorro, en la comuna
de La América, figura como del siglo pasado”76.
Así, este proceso de loteo pirata y creación de espacios por fuera del incipiente proyecto
planificador urbano institucional, ha estado presente en toda la historia moderna de la ciudad de
Medellín y merece ser observado con mayor detenimiento desde la perspectiva del patrimonio
urbano. Para hacer una claridad, el concepto de núcleo pirata no es asimilable al de barrio
tradicional, puesto que “no corresponde en ninguno de los casos a las agrupaciones humanas, que
entre nosotros se ha dado en llamar “Barrios […]”77 dado que, por ejemplo, es “frecuente
encontrar, según la división actual de la ciudad, barrios con tres y cuatro núcleos piratas”78. El
concepto de núcleo pirata es definido, por la Actualización al Estudio de Barrios Piratas (1966)
76 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folio 31 77 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 4. 78 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 4.
93
como “una manifestación anormal de crecimiento […]. Son núcleos marginados de urbanización
clandestina con defectuosa prospectación y efectuada por fuera de las normas y especificaciones
exigidas por la oficina de Planeación”79. Françoise Coupé, citando a Alba Lucía Serna y otros, lo
define como:
Núcleo de desarrollo espontáneo, no controlado, lotificación sin servicios, o que no cumple con las
normas mínimas de urbanización, y que generalmente se desarrolla por autoconstrucción, ya sea
con materiales convencionales o de desecho. (...) A pesar de que las urbanizaciones por invasión
son igualmente piratas, aquí, se reserva este nombre para aquellas que no se han desarrollado de
acuerdo con las normas mínimas de urbanización, señaladas por Planeación Municipal, ni han
contado con autorización oficial para su desarrollo, aunque los residentes hayan comprado
legalmente su lote al propietario, quien de ordinario es el urbanizador pirata80 (Coupé, 1993, pág.
6).
De la temporalidad en que se dieron estos asentamientos, puede decirse que iniciando el siglo
XX, se tienen registros de la creación de algunos núcleos en la década de 191081. Sin embargo,
existe consenso entre las fuentes en que es a partir de la década del 194082 cuando su incremento
se hace más notorio. Esto se debe al aumento de la población acelerado tanto por crecimiento
vegetativo como por inmigración generado en el período intercensal 1938-195183. Este acelerado
79 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folio 6. 80 .Alba Lucía Serna y otros, Composición social y movilización política en barrios populares de Medellín, p. 5 81 De los primeros núcleos piratas que se tienen registro (1910-1920) son los siguientes: “La Pola en la comuna de
Robledo; Ratón Pelao, Trincheras, El Vergel y el Pinar en la comuna de la Candelaria y la Capilla del Rosario (hoy el
Rincón) en la comuna de Belén. Además en 1920 había urbanizadores piratas que cambiaban lotes urbanos por trabajo
en el sector de Campo Valdés”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 39) 82En la década de 1940 se establecieron los barrios de Santa Cruz, Germania (hoy la Frontera), la Francia, Villa de
Guadalupe, Moscú, la Rosa y Carambolas (hoy San José de la Cima) en la parte nororiental de la ciudad. Igualmente
se crearon los núcleos de San Antonio, Villa Tina y Los Mangos (hoy Llanaditas) en la comuna de la Candelaria; los
de Betania (hoy el Corazón). Sucre, Zafra y Apolo en la comuna de Belén (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 63) 83 “Al realizarse el XII Censo Nacional de Población el 9 de mayo de 1951, la ciudad registró 358.189 habitantes que
representaban un gran incremento poblacional en el período intercensal 1938-1951 de 189.923 habitantes (unas 14.787
personas anualmente), que habían hecho ascender a 23% la participación en la población del Departamento. La
94
proceso de inmigración que, según el documento de Medellín: evolución histórico demográfica
(1982), se debe a “La Violencia” rural y el impulso de la oferta de trabajo y de servicios generado
por la industria84, adquiere forma material en el paisaje de la ciudad mediante el notorio
crecimiento de loteos piratas en la década de 1940. El libro Medellín Rojo (1968), describe un
contexto de este proceso para el nororiente:
A principios del siglo XX, los terrenos pendientes al nororiente del centro histórico de Medellín
estaban en manos de grandes propietarios particulares, arrendatarios campesinos o dueños de
mejoras y ocupantes con títulos dudosos. Tanto en el nororiente como en otros rumbos de la ciudad,
los urbanizadores privados jugaron un papel fundamental en la construcción de vivienda popular
durante la primera mitad del siglo. Estos empresarios, a menudo propietarios de grandes fincas en
la zona, lotearon y vendieron terrenos para la construcción de barrios como Campo Valdez, Berlín
y Aranjuez (c.1920). Con la llegada de una nueva oleada de inmigrantes entre 1940 y 1960,
procedentes sobre todo de la región del suroeste antioqueño, que venían atraídos por las mejores
condiciones que ofrecía la ciudad o huyendo de la violencia en el campo, se aceleró el poblamiento
en las laderas empinadas al norte de Berlín y Aranjuez, a través del loteo de antiguas fincas por
propietarios legales e ilegales. Así, más que un cambio en la estrategia de urbanización por
empresarios privados, la clasificación de los asentamientos se trasformó cuando el municipio -de
participación del crecimiento vegetativo de la población de la ciudad durante el mencionado período […] fue de 69.967
habitantes, habiendo aumentado la tasa por este concepto a 2.17%. Por su parte el crecimiento migratorio neto fue de
119.956 personas (una tasa de 3.71%) que significaba casi 10.000 personas que llegaban a la ciudad anualmente […]
provenientes casi todos del resto de municipios del Departamento. De la población censada en Medellín durante 1951,
el 44.8% eran inmigrantes del resto de municipios del Departamento, sólo el 7.2% provenía de otros Departamentos,
el 0.7% del exterior y la población nativa de la ciudad representaba un 47.3% (Planeación Metropolitana, 1982, pág.
71) 84 “1) La situación económica-política y social que se creó en la época de “la violencia” y que a nivel nacional
determinó las migraciones masivas a las ciudades, como consecuencia de las exigencias de la capitalización de la
agricultura, que propició el desalojo de la mano de obra y el deterioro de las relaciones de producción en el campo. 2)
El gran impulso industrial en la época posterior a la crisis económica mundial de 1930 y la segunda guerra mundial
(1939-1945), que ocasionaron gran concentración de actividades, desarrollo infraestructural, y donde hubo
movimiento de fuertes sumas de capital y gran demanda de servicios e inversiones”. (Planeación Metropolitana, 1982,
págs. 63-64)
95
acuerdo con el concepto de planificación- comenzó a considerar "piratas" las urbanizaciones por su
falta de adecuación a las normas urbanísticas (Calvo & Parra, 2012, pág. 38).
En la década de 1950 estos procesos hacen que la ciudad adquiera notables cambios. Vale la
pena anotar, por ejemplo, los análisis generados en los Anuarios Departamentales de Estadística
de entonces, donde se interpretan algunos de los fenómenos decisivos de mediados del siglo para
las ciudades colombianas, en la cual agrega como otro factor importante para el análisis “la
iniciación de una vacilante planeación a nivel nacional y […] local, con […] énfasis en el manejo
económico, […] en la distribución de la población y los espacios productores y casi ninguna
atención a los problemas estructurales de orden social, económico y físico funcional” (Planeación
Metropolitana, 1982, págs. 73-74). El documento Actualización del Estudio sobre Núcleos Piratas
(1966), coincide en las causas planteadas anteriormente pero otorgándole otros matices que
enunciamos y profundizamos a pie de página: a) Inmigración rural incontrolada85; b) Desarrollo
industrial y de servicios86 y c) encarecimiento de la tierra87. El análisis de estos detonantes de la
inmigración y sus procesos de poblamiento, hacen que Medellín adquiera los elementos que
caracterizan las aglomeraciones urbanas modernas del país. Según de Gilma Mosquera, citada por
el documento de Planeación Metropolitana, en el texto Diagnóstico General sobre el Problema de
85 “Las organizaciones urbanas se han visto presionadas en la última década por grandes grupos humanos del campo
y veredas que se desplazaron hacia la búsqueda de un cambio en su forma de producción y utilización de servicios.
No obstante la ciudad no está preparada para recibir esta población, lo que genera formacione (SIC) anormales que se
marginan en Tugurios, Inquilinatos y Núcleos Piratas”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio
6. 86“El crecimiento industrial y la expansión de los servicios ha estimulado así mismo la inmigración por la creación de
nuevas plazas de trabajo y la utilización de la mano de obra”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1.
Folio 6. 87“Los terrenos de la zona urbana en la ciudad han tenido un aumento de valor excepcionalmente rápido e incontrolado
en los últimos años. Este factor ha sido muy determinante para que la radicación de núcleos de población de escasos
recursos se efectúe en las laderas y se reduzca limite (SIC) la inversión en exigencias urbanísticas, propiciándose las
deformaciones defectuosas”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 7
96
la Vivienda en Medellín, estos elementos, en cuando a la dinámica de los Núcleos piratas, se
sintetizan en:
- Especulación sobre suelos urbanos y suburbanos
- Proliferación de barrios clandestinos, sin estructuración urbana pero con una gran dinámica
de evolución
- Asentamientos de vivienda en áreas inadecuadas y peligrosas (grandes pendientes, zonas
inundables, terrenos erosionables).
- Deterioro físico y ambiental.
- Segregación excesiva de las actividades urbanas y de la población. (Planeación
Metropolitana, 1982, pág. 74)
Así, entre las décadas de 1940 y 1960 son considerables los cambios a los que se enfrenta la
ciudad y el crecimiento acelerado urbanizador “entendiendo este fenómeno no sólo en el aspecto
físico-espacial, sino en las transformaciones conjuntas que se dieron en las estructuras económica,
social, política e ideológica” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 63). Por caso, en sólo tres años
(1957-1960)88 se registra la aparición de al menos 7 núcleos piratas nuevos en la ciudad.
Asimismo, aunque con menor intensidad, se generaron ocupaciones en la Comuna 3, en la Comuna
de la América, en Bellavista y la Comuna de Belén89. Es en esta década, también, cuando se
observa notoriamente el rebasamiento del perímetro urbano por loteos piratas en las laderas del
88 “Entre 1957 y 1960 iniciaron su desarrollo numerosos núcleos en las diferentes comunas de la ciudad. Nacieron,
entre otros, los barrios de: Las Granjas (Comuna No. 1), Castilla (hoy Girardot), la Unión (en Castilla) y Masavielle
(en Robledo) pertenecientes a la comuna No. 2; Villa Lilian (hoy Las Estancias) en la comuna No. 3; Juan XXIII (hoy
La Pradera) en la comuna No. 4 y Las Violetas en la comuna No. 6”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 74) 89 “De la misma manera nacieron los barrios de Llanaditas, Avila (hoy la Milagrosa) y la Esmeralda en la Comuna
No. 3 –La Canderaria-, San Pedro Ferrer (hoy la Loma) en la comuna de La América y Bellavista en la comuna de
Belén, respectivamente” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 81)
97
valle90. En el Estudio sobre Barrios Piratas (1963) se observaron un total de 64 núcleos ilegales,
“con 15.279 viviendas, que alojaban 118.826 habitantes o sea el 16% de la población de la ciudad”
(Planeación Metropolitana, 1982, pág. 81). Para 1966, en la actualización del estudio, se registra
que “población total existente en los 76 núcleos […] (69 dentro del perímetro y 7 fuera de él),
asciende a 183.813 habitantes. Esta población equivale al 23.3% de la población total del
municipio”91.
El estudio de 1966 a nivel general alerta sobre algunas características de la situación física-
espacial, social y económica en que se encontraban tales núcleos para la fecha:
Si se tiene en cuenta el porcentaje y las condiciones infrahumanas en que se vive en estos núcleos,
se aprecia el estado alarmante existente, y por lo tanto su urgente estudio y solución. Para albergar
dicha población se cuenta con un total de 25.744 viviendas lo cual da un promedio de 7.1 habitantes
por vivienda. Las viviendas son en gran parte edificaciones ruinosas (4.606), además de una buena
cantidad de tugurios y, algunos, en relativo buen estado, lo que da una idea de miseria y
hacinamiento, en la cual viven estos grupos humanos92.
Sin embargo, las acciones estatales consecuentes con el estudio de 1966 había emprendido un
programa de habilitación e integración al sistema urbano y a los servicios públicos de algunos de
estos núcleos: “Esta puede ser una de las causas para que en 1970 los asentamientos clandestinos
descendieran a 42, ubicados en 9.849 viviendas donde se alojaban 91.329 personas que
representaban el 9.2% de la población de Medellín” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 91).
90 “Los barrios periféricos estaban conformados por los barrios: Popular, Santo Domingo Savio, la Esperanza; San
Pablo y San José de la Cima en la Comuna No. 1; la Pola en la Comuna No. 2; LLanaditas y el Vergel en la Comuna
No. 3; el Pesebre, Blanquizal, Betania, Belencito y el Corazón en la Comuna No. 4” (Planeación Metropolitana, 1982,
pág. 86) 91 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 20 92 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 20
98
Ilustración 3: Periódico El Mundo, 23 de abril de 1979
Valoración política del núcleo pirata desde la perspectiva del patrimonio urbano
Es posible establecer algunas características formales y constructivas de los Núcleos Piratas,
sus referentes espaciales y sus dinámicas de ordenamiento territorial. El estudio de 1966 genera
algunas afirmaciones sobre los saberes constructivos que sus habitantes traían consigo desde la
ruralidad, en paralelo con los que desarrollaron como advenedizos habitantes urbanos. Por
ejemplo, destaca la utilización de “los más variados materiales y sistemas de construcción”, al
mismo tiempo que observa que son “[…] edificaciones hechas sin técnicas o norma alguna”93,
93 “El material más común es el adobe, que lo utilizan en 53 núcleos. La tapia en 3 núcleos. Tapia y adobe en forma
combinada en 5 núcleos. Adobe y bahareque en 6 núcleos; […] bahareque en 6 núcleos y tugurios propiamente dichos
los hay en 3 núcleos”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13, Legajo1. Folio 22
99
“que constituyen un peligro para sus habitantes”94. A pesar de la negación por parte del estudio de
las técnicas con las que se construyeron estos territorios, las formas urbanas que establecieron, el
texto reconoce que los núcleos están construidos con base en un principio urbanístico general,
aunque con múltiples dificultades:
Generalmente se aplica como principio urbanístico la tradicional cuadrícula española sobre
cualquier tipo de terreno, dando como resultado grandes pendientes en las vías, servidumbres en
los desagües particulares, imposibilidad de dotación de servicios, gran costo en la ejecución de las
vías por los enormes cortes que es necesario efectuar y toda una serie de obstáculos originados por
la mala distribución de la tierra95.
Ilustración 4: Barrio Popular 2, Archivo Periódico El Mundo. Inédita
94 “Para un total de 25.744 viviendas existentes en los 76 núcleos, se tiene que en 19 de estos el estado de la
construcción es bueno, 42 es regular y en 15 es malo. Hay un total de 4.606 viviendas en estado ruinoso, las cuales
presentan las peores condiciones de higiene y construcción, sin dotación alguna, en ellas se vive en la forma más
infrahumana que se pueda imaginar”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 22 95AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 10
100
Gilma Mosquera ha adelantado algunas de las características que permiten observar los niveles
de consolidación y la organización comunitaria por medio de la cual fueron construidos tales
espacialidades: espacios sin estructuración urbana pero con una gran dinámica social, ocupación
ilegal de tierras urbanas y suburbanas, inserción en la urbe de características propias de la vida
rural, asentamientos en áreas inadecuadas y peligrosas y deterioro físico y ambiental.
Por su parte, la Actualización del Estudio de Barrios Piratas (1966), nos permite observar otras
características: la distribución espacial en torno a los espacios de organización comunitaria, la
lucha política por los equipamientos comunitarios, los servicios públicos y los lugares de
abastecimiento e intercambio económico. Estos procesos crean nuevos ordenamientos, nuevos
referentes espaciales y sustanciales cambios en el paisaje urbano.
Es destacar que, si los barrios tradicionales y las unidades parroquiales ordenaban su territorio
en torno a los templos y su radio de influencia, para algunos Núcleos Piratas la delimitación de los
territorios se establece en torno a la organización social y los radios de influencia de los comités o
Juntas Barriales. Es así como, la división del territorio no se da solamente con respecto al templo,
sino bajo las delimitaciones generadas por la organización social reivindicativa que en ocasiones
comparte espacio con el templo o capilla. El planteamiento del documento de 1996 es esclarecedor
con respecto a las nuevas zonificaciones y señalamientos de sectores que le exigió a la
institucionalidad el ordenamiento territorial de los Núcleos Piratas:
En la actualidad la Oficina de Acción Comunal Municipal, se ha dado a la tarea de organizar las
diferentes juntas ya existentes y para ello ha zonificado la ciudad y ha ido señalando el sector dentro
del cual cada junta podrá actuar y ejercer su respectiva jurisdicción, con esto va a acabar con las
numerosas Juntas que actúan en estos núcleos, en forma desorganizada, sin beneficio para los
núcleos, sino que por el contrario los perjudican y los mantienen en un estado lamentable sin que
hasta el momento el Municipio haya podido hacer mayor cosa, todo debido a esa falta de
101
coordinación existente entre ellos. […] Es imposible que ejerzan una labor benéfica tal cantidad de
Juntas las cuales operan sin una organización determinada y con una falta total de cooperación entre
sí, y por parte de entidades que estarían interesadas en ello96.
Según el documento de 1966, estas organizaciones ascienden a un total de 68 Juntas o Comités
de Acción Comunal para 56 núcleos piratas97 -20 de los Núcleos no cuentan con Juntas. De esta
amanera, se enfrentan dos conceptos espaciales para ordenar la ciudad: la demarcación de los
barrios a partir de las delimitaciones parroquiales asumidas por planeación municipal donde el
templo ordena tanto espacial como socialmente y las delimitaciones comunitarias generadoras de
subdivisiones del territorio, tales como el sector.
La institucionalidad, afronta este proceso en 1965 “por medio del Acuerdo No. 42 de 1.965,
que incorpora la Acción Cívico Comunal98, en los programas de desarrollo físico, económico y
social que adelanta el municipio a través de sus diversas dependencias y se reglamenta el
funcionamiento de los centros cívicos y Juntas de Acción Comunal”99. El objetivo de estas Juntas
es promover “el desarrollo y mejoramiento de las comunidades locales, buscando para ellos la
efectiva participación de todos sus integrantes y el estímulo de las entidades oficiales y particulares
que puedan prestar alguna cooperación100”. Los inmigrantes, así, consiguen organizarse
socialmente en procesos basados en lo solidario y lo reivindicativo, y son insertados mediante esta
propuesta gubernamental a la planeación de la ciudad, comunicando las apuestas organizativas
comunitarias con las reglamentaciones y prospecciones institucionales.
96 Planeación caja 13 legajo1 folio 25-26 97. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25-26 98 “Se entiende por Acción Cívico Comunal, la cooperación permanente y organizada que los ciudadanos quieran
prestar voluntariamente para contribuir al bienestar y progreso de sus comunidades por medio de las Juntas de Acción
Cívico Comunal Municipal”. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25 99 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25
100 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25
102
Sin embargo, es de precisar que en algunos Núcleos, el templo o capilla constituyó el lugar de
encuentro de la organización social, permitiendo una delimitación mixta entre la influencia de la
Iglesia y de las organizaciones sociales. Como ejemplo de esto, cabe resaltar que para 1966 la
presencia de templos, capillas o espacialidades ordenadoras del territorio, se registró “en 24
núcleos […] que en muchos casos presta otros servicios como escuela, salón de reuniones, etc. No
hay edificios para este fin en 52 núcleos”101. La relación entre los usos religiosos de estos espacios
ordenadores, con la organización social y lugares de encuentro, hace notable, asimismo, que
procesos como la solidaridad y la asociación comunitaria tienen gran relevancia en la construcción
de los espacios y constituye un proceso de relación con la centralidad de la ciudad, en la medida
que generan organizaciones capaces de voz y voto en los ordenamientos urbanos.
Así, estas agrupaciones humanas que eran entendidas desde la institucionalidad como los
representantes de “más graves problemas de desorden humano, hacinamiento y miseria”102, logran
para 1966, acceder a alguna infraestructura en torno a servicios de salud y educación.
También es interesante destacar las redes económicas y lugares de abastecimiento generadas en
estos espacios. La actualización del estudio en 1966, permite observar que de los espacios de
intercambio económico, abastecimiento o proveedurías “sólo existe en 2 núcleos, quedando 74
núcleos que se tienen que proveer en otros establecimientos, donde son explotados por
revendedores, o en muchos casos los habitantes de estos núcleos tienen que hacer el viaje hasta la
Plaza de Cisneros donde pueden adquirir sus mercados a precios que están más a su alcance”103.
101 “Teniendo como base factores tan importantes como son: la ignorancia, las creencias y los prejuicios de esta clase
de gente, se ve la gravedad que representa esta clase de servicio”. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folio
23-24
102 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25 103 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 26
103
Sin embargo, a nivel de tiendas locales las estadísticas confirman el lugar importante que estos
pequeños mercados adquieren desde entonces en estos espacios:
62 núcleos cuentan con tiendas y graneros, en estos lugares adquieren el grano y víveres a precios
muy altos si se tiene en cuenta el proceso por el cual tienen que pasar estos productos para llegar al
núcleo. En total hay 338 tiendas y graneros distribuidos en 62 núcleos; en 14 núcleos no se
encuentran ventas de esta clase, siendo por consiguiente los que se hayan en peores condiciones104.
Lo que permiten plantear estas cifras es que para 1966, aunque precariamente, estas
espacialidades habían ya consolidado un territorio, una organización comunitaria compleja, unos
espacios para resolver necesidades básicas alimenticias, de salud y de educación y se habían
insertado en la urbe pese a las dinámicas de segregación espacial, social y económica. Permiten
plantear también que estas espacialidades plantearon una serie de problemáticas a los planes de
desarrollo y de ordenamiento que estaban direccionando la ciudad (Plan Piloto, Plan Vial, Plan
Director), exigiendo que se les integrara a la estructura urbana y ocupando territorios planteados
para usos comerciales o industriales, con usos domésticos y de aprovechamientos agrícolas y
pecuarios. Además, estos núcleos plantean nuevos retos al plan vial, ya que su articulación a la
movilidad de la ciudad no estaba contemplada en la planeación inicial. Son destacables también
los retos que estas espacialidades ponen a los presupuestos planteados para gestionar el territorio.
El estudio de 1966, por ejemplo, plantea que “las soluciones encaminadas a efectuar
remodelaciones totales en los núcleos piratas escapa a la capacidad económica del sector
oficial”105. Esta misma mención se hace para consideran unos núcleos particularmente sensibles:
los ubicados en zonas céntricas. El estudio observa que “[…] estos núcleos deben ser erradicados
104 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 26 105 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 7
104
y ser ésta la última meta a seguir. No obstante, considerando objetivamente el problema y dentro
de las limitaciones actuales esta política está fuera de los recursos, y por lo tanto el fenómeno ha
de aceptarse como hecho creado”106. También son notables las exigencias que ejercen hacia una
legislación que no corresponde con las realidades materiales, hasta el punto que el estudio insinúa
que “la ley se ajuste a las condiciones reales del núcleo, permitiendo la creación de barrios
económicos”107. Así, los programas planteados para hacer frente a estos retos y problemáticas se
centran en las condiciones mínimas que permiten los presupuestos, las capacidades técnicas y la
legislación, asociadas principalmente a la conexión de servicios públicos y a la movilidad,
restringiendo sus acciones sólo a un asunto técnico:
La oficina de planeación busca en las remodelaciones conservar los alineamientos de las
construcciones existentes y las circulaciones naturales, previendo obras mínimas adecuadas a este
tipo de conformación urbanística como son senderos de peatones en pisos de piedra, vías principales
de acceso con secciones mínimas y en pavimento asfáltico. Los servicios de acueducto y
alcantarillado deberán tener las especificaciones menores exigidas y en algunos casos donde se
presente dificultad por debajo de estos índices, en relación a servidumbres, rasantes y pendientes.
Así mismo se tienen en cuenta la red de servicios comunales en las áreas de uso público y proyectar
las remodelaciones en núcleos completos, para darles un tratamiento integral108.
El objetivo también estaba asociado a evitar su expansión, proponiendo como estrategia sellante
que alrededor del cordón edificado de las laderas circundantes y de la vía de circulación, debía
“complementarse con una acción masiva de reforestación a gran escala, buscando contener la
expansión y nuevas manifestaciones de los núcleos piratas”109.
106 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 9 107 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 8 108 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 8 109 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 8
105
Valoración económica y política de la construcción del hábitat popular: tipología
asentamientos de invasión
Según las fuentes, desde la década de 1950, se generan en la ciudad unos procesos de ocupación
marginal que se diferencia de los núcleos piratas en tanto los habitantes invaden suelos privados o
públicos, sin efectuar pago a lotificadores. Por ejemplo, las fuentes permiten observar que aunque
desde la década de 1940 se dan estos asentamientos es a partir de la década de 1960 cuando se
incrementa “la ocupación clandestina de terrenos” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 81),
ocupando principalmente la Comuna 1 (Nororiental) y la Comuna 2 (Robledo). En la década de
1970 se intensifica la edificación clandestina con “el fenómeno de invasión de terrenos ubicados
en la periferia urbana y de propiedad oficial o particular”110. Estas dinámicas, estudiadas mediante
la formulación de tipología de invasiones, fueron construidas por inmigrantes que arribaron a la
ciudad desde poblados del departamento de Antioquia y por tugurianos111 que para 1960 ocupaban
110 De esta forma surgieron los asentamientos del Playón de los Comuneros (hoy la Frontera), Marco Fidel Suarez (el
Bermejal), Moravia y el Puente del Mico (cerca al Parque Norte), en la Comuna Oriental; los de la María (en Francisco
Antonio Zea) y Santander en la Comuna de Robledo, además de la Libertad (hoy Villatina) en la Comuna de la
Candelaria”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 91) 111“la acción del Estado también incentivó de manera indirecta las invasiones en el Popular y, más al oriente, en Santo
Domingo Savio, la zona de mayor asentamiento por invasión en Medellín a mediados de los años sesenta. Desde 1956,
la Municipalidad había acordado constituir Casitas de la Providencia, una fundación de derecho privado -dotada de
presupuesto público, pero administrada con participación de la Iglesia, los gremios de la industria y la construcción-,
cuyo objeto era la erradicación de tugurios y la construcción de viviendas "para las clases pobres de la ciudad". Entre
1958 y 1960, Casitas de la Providencia se encargó de la erradicación de los tugurios de La Iguaná y Cementerio
Universal, mientras en conjunto con el ICT construyó cuatrocientas viviendas para el traslado de sus antiguos
habitantes al barrio Santander, en la zona noroccidental del valle. En 1960, el municipio decidió construir un "barrio
piloto de acción comunal" para erradicar y trasladar a las familias desalojadas de los tugurios ubicados en La Alpujarra,
Estación Villa, la Inmaculada y San Benito. Según el censo realizado por la fundación para el proceso de erradicación
de tugurios, en 1.860 hogares habitaban unas 13.000 personas, de las cuales 11% había nacido en Medellín; 73%, en
otros lugares del departamento de Antioquia, y un 11%, en el resto del país. EI proyecto para reubicarlos fue construido
entre 1961 y 1963, en un lote comprado por el municipio al oriente del río, al norte de Moscú y al sur de la zona de
invasión donde se levantaban las primeras casas del Popular. La localización del nuevo barrio en la periferia urbana
permitía reforzar la segregación socio-espacial de los centros económicos y políticos de la ciudad”. (Calvo & Parra,
2012, pág. 41)
106
suelos en otras zonas de la ciudad y que fueron objeto de fallidos112 proyectos de erradicación de
tugurios y reasentamiento por parte de la institucionalidad de la ciudad:
Los inconformes con Casitas de la Providencia113, así como familias procedentes de tugurios o
cuartos de alquiler en diversos lugares de la ciudad, se desplazaron masivamente al oriente de villa
del Socorro para consolidar el asentamiento del Popular. Muchos de los primeros habitantes de este
barrio estuvieron ligados a un proyecto del Estado para erradicar los tugurios y "rehabilitar" a los
tugurianos. Ellos provenían de sectores céntricos de Medellín: eran migrantes por segunda o tercera
vez, ahora dentro de la misma ciudad. […]. (Calvo & Parra, 2012, págs. 50-52)
112 “El proyecto pastoril plasmado en Villa del Socorro comenzó a resquebrajarse desde el mismo momento de los
traslados, en marzo y abril de 1963, cuando ante el incumplimiento de las promesas oficiales los habitantes se negaron
a dejar sus hogares. Como 1o atestiguan las fotografías de Carlos Rodríguez, las viviendas fueron demolidas con
maquinaria pesada y la gente sacada por la fuerza con la presencia de efectivos militares y policiales. Una vez
instalados, la cohabitación con las familias piloto resultó en prolongados conflictos y las condiciones de arriendo o
promesas de venta fueron rechazadas por algunos habitantes. Con el tiempo, las propias trabajadoras sociales de
Casitas de la Providencia concluyeron que la experiencia "modelo” de Villa del Socorro había resultado un fracaso
estruendoso.62 Como pastor de este rebaño insumiso, la curia nombró a un joven sacerdote: "Hicieron Villa del
Socorro y metieron la gente a la brava. Para allá mandaron al primer párroco: Vicente Mejía”. (Calvo & Parra, 2012,
pág. 43) 113 “Casitas de la Providencia concebía el problema de los tugurios como un asunto de orden estético y a sus habitantes
como personas inferiores, opuestas al cambio, irrespetuosas de la propiedad privada, proclives al delito, el adulterio,
la prostitución y la homosexualidad, características morales que no los hacían "merecer" el apoyo del Estado. Pero la
necesidad de expulsar los habitantes de los tugurios asentados en zonas céntricas de la ciudad, en especial en zonas
con obras de valorización, y el temor a la agitación comunista después de la Revolución Cubana, llevó a considerar a
algunos habitantes como sujetos de "rehabilitación”. Aunque los 1.860 hogares clasificados como tugurios serían
demolidos, no todas las familias erradicadas serían llevadas al barrio piloto, que contaría solo con 800 viviendas en
una primera etapa y otras 400 en una segunda etapa. Así, villa del Socorro debía ser un barrio piloto que "rehabilitar”
a los habitantes de los tugurios mediante el ejemplo de otras familias pobres –distintas porque no habían habitado
tugurios- también radicadas allí, y que a su vez se convertirían en modelo para los pobladores de los barrios vecinos.
La cuidadosa selección de familias, a través de la indemnización para quienes no podían o no querían ser
"rehabilitados” las restricciones a la propiedad por medio de la entrega en arriendo o promesas de compraventa sin
títulos efectivos y las limitaciones para la ampliación de las viviendas debían constituir un orden social no conflictivo,
en donde se recrearían los valores de respeto a la autoridad, la propiedad y la familia cristiana”. (Calvo & Parra, 2012,
págs. 41-43)
107
Ilustración 5: Tugurianos de Guayaquil década de 1970. Archivo Fotográfico Periódico El Mundo. Inédita
Desde la perspectiva del patrimonio urbano, cabe anotar que la construcción de los
asentamientos de invasión, como proyecto político, también estuvo asociada a un sector de la
Iglesia114. Es así como se da otra tipología de poblamiento, asociada a procesos políticos
reivindicativos y combativos, que marcaron la historia de muchos asentamientos en la ciudad y
que como continuidad seguía teniendo la participación decidida de la Iglesia en sus ordenamientos
territoriales, ratificando el predominio religioso sobre el ordenamiento territorial de la ciudad. Se
114 “La decisión de […] emprender una misión evangélica en las parroquias populares no fue un hecho aislado. Otros
curas jóvenes se dedicaron a la pastoral obrera: Ismael Mejía Benjumea, capellán de fábrica en la planta industrial de
Fabricato, y Óscar Vélez, asesor de la Juventud obrera católica (aunque ninguno de ellos era cura trabajador). De
acuerdo con el testimonio de Gabriel Díaz, existía entre el grupo una división del trabajo por sectores poblacionales:
él laboraba con los 'campesinos" que habitaban las “urbanizaciones piratas” Vicente Mejía, con los habitantes de los
tugurios, y Óscar Vélez, con los obreros”. (Calvo & Parra, 2012, págs. 56-57)
108
da, entonces, una renovada relación entre la construcción del hábitat y el monumento religioso,
que ya no adquiere necesariamente formalizaciones físicas en un solo edificio a manera de templo,
sino que se presenta en ocasiones como el espacio habitado. Así, las características formales de
creación espacial de este proceso entiende el monumento religioso como un espacio de encuentro
en el entorno barrial: un basurero, una calle, una esquina, una bodega. Una experiencia de
construcción del barrio popular a partir del monumento religioso115, es relatada por Beatriz Gómez,
cuando se refiere al párroco del barrio Campoamor, que hizo desistir a sus feligreses del empeño
de construir un templo:
El pensamiento de los mayores, era la construcción de una iglesia, como punto final de un barrio,
al cual habían visto crecer parejo con sus hijos y nietos y el asombro iba aumentando hasta la
perplejidad (...) cuando escuchaban de labios de sus hijos o sus nietos, que el sacerdote les decía en
las esquinas que Campoamor no necesitaba una iglesia grande y majestuosa, ya que la Iglesia era
el mismo barrio (...) y que antes que iglesia, debía pensarse en una placa polideportiva y en lugares
donde la comunidad tuviera un sitio de encuentro116 (Gómez B. , 1996, págs. 29-30)
El libro Medellín Rojo (1968), de Óscar Calvo y Mayra Parra, posibilita una mirada hacia las
dinámicas de creación de hábitat popular mediante la implementación de técnicas pastorales
desarrolladas por sacerdotes jóvenes residentes en los barrios de invasión asociados a ideologías
socialistas. Los sacerdotes posibilitaron la creación de nuevas espacialidades religiosas
comunitarias que, a su vez, crearon impulsaron y respaldaron desarrollos urbanos populares de
115“En esta concepción, el templo desaparece como forma física, como materialidad, y toma sustancia en el hombre
mismo, es la fusión del símbolo en el hombre hacia donde se dirige la representación. Es el hombre errante, es la
movilidad, es la desaparición de uno de sus esquemas utilizados para ubicarse, el templo. Al cabo de los años la
comunidad insistió sobre su iglesia parroquial hasta lograrla en 1972 con una unidad parroquial y guardería, en estilo
colonial”. (Gómez B. , 1996, págs. 29-30) 116 RAMIREZ, William Humberto, Historia del barrio Campo Amor. pág. 34.
109
apropiación espacial que pueden interpretarse como patrimonios comunitarios. En este proceso
secular y de construcción social del hábitat popular, el monumento de tipo religioso, formalmente
más austero y con usos diversos que iban más allá de lo religioso (usos sociales, festividades,
centros de organización comunitaria, centro de creación de proyectos productivos, acopio de
enceres, bodega de reciclaje) también constituyó el nodo de desarrollo y el símbolo organizador
del espacio hábitat. Según Gómez, “la historia del barrio Popular es un hecho fehaciente que ha
plasmado en su traza esta historia de compromiso, donde aparece el centro –la iglesia de La Divina
Providencia– e irradia, en forma de estrella, calles y caminos delimitados por viviendas”117
(Gómez B. , 1996, págs. 28-29)
117“La vida se interpreta aquí como ESPACIO QUE TOMA POSESION DEL ENTORNO, es luchar por su vivienda
y su gran hogar, EL BARRIO. Este acontecimiento que ha dejado su huella, fue lugar de lucha y enfrentamiento con
los representantes de la autoridad local y se convirtió en una de las preocupaciones constantes de la Iglesia por la
ideología que los acompañaba”. (Gómez B. , 1996, págs. 28-29)
110
Ilustración 6: Barrio Popular, El correo 14 de sep. 1968
Los sacerdotes Óscar Vélez, encargado del sector obrero; Vicente Mejía, de los tugurianos, y
Gabriel Diaz, de los ocupantes de terrenos en la periferia de la ciudad (Calvo & Parra, 2012, pág.
119) fueron definitivos en las dinámicas de ordenamiento de estos territorios con base en una
111
renovada visión del evangelio y de una iglesia cercana a las realidades de pobreza, entre otras
problemáticas que expresaba el territorio. Si en algunos asentamientos no fue importante la
creación de monumentos de tipo religioso, en la zona nororiental sí fueron trascendentes en el
ordenamiento del territorio. La construcción de tempos, hecha con base en los conocimientos
técnicos comunitarios y en sus presupuestos, ordenó el espacio habitado en torno suyo en lo que
hoy conocemos como la comuna 1. Un ejemplo paradigmático de esto es la inauguración en 1968
de la iglesia en Santo Domingo Savio realizada en un terreno invadido por el párroco del lugar:
La iglesia fue erigida por la comunidad organizada en una junta de Acción Comunal como "Casa
del pueblo de Dios": Contaba con un pequeño altar, acompañado por una caja fuerte emplazada
como sagrario; tenía adobes como bancas y estaba construida toda con cemento y ladrillo a la vista.
Tal como era debatido por aquellos días en la conferencia de Medellín, un sector de la Iglesia
latinoamericana buscaba despojarse de los signos exteriores de riqueza, amplificar con el ejemplo
la prédica del amor a los pobres y reiterar su compromiso de solidaridad con el sufrimiento humano.
A jugar por las fotografías y los testimonios orales, esta construcción de la comunidad de Santo
Domingo Savio era buen ejemplo de una arquitectura religiosa renovada por la integración
armónica con el hábitat popular, con un simbolismo religioso que entrañaba una visión histórica de
la salvación118 (Calvo & Parra, 2012, pág. 129)
Esos nuevos valores y referentes de ciudad, planteados por los inmigrantes en el contexto de
Medellín, cobran espacialidad a partir de diversas técnicas y experiencias:
118"Y allí es cuando se pone el Cristo de ladrillo con el que se hizo el Congreso de la No-Violencia, que [después] el
cardenal López Trujillo mandó tumbar. Este Cristo se llamó el Cristo de 49 pesos. Porque en realidad costó 49 pesos.
Ladrillo y cemento. El trabajo 1o hicimos entre todos. Se hizo bajo la orientación y conducción, la dirección artística
de Saúl Montoya. No lo hace é1, 1o hace con toda la gente, empieza a pedirles materiales y empiezan a construir. Fue
concebido como expresión de que es a partir de la realidad como se construye la esperanza, como se construye la
utopía. Es partiendo de la realidad, de lo que hay, de lo que existe, y no partiendo de dogmatizaciones y de
conceptualizaciones en el aire, como se construye el reino” (Calvo & Parra, 2012, pág. 129)
112
Técnicas para la construcción social del territorio de la ladera
- Alejamiento del centro de la ciudad, dados los bajos precios de la tierra y el difícil control
territorial del estado
- Creación de puntos intermedios entre el transporte central, el periférico y la red caminera
- Creación de lugares significativos: monumento religioso, cuadra, esquina, tienda, café,
zaguán, patio vecinal
- Divisa, atisbadero al paisaje que da la ciudad central
- Asentamientos dispersos, división y subdivisión de lotes, máximo aprovechamiento del
espacio y crecimiento hacia arriba
- Tenencia de la propiedad fundamentada en la misma “ilegalidad” bajo la cual estos
territorios se construyen.
- Asentamiento en retiros de quebradas, altas pendientes, suelos inestables, deslizamiento de
rocas, riesgo antrópico asociado a malos manejos del agua, de líneas de electricidad, quema
de deshechos, entre otros.
Técnicas de gestión de recursos y saberes constructivos de las viviendas
- Ubicación estratégica cercana a fuentes de servicios y materiales: agua no controladas por
las empresas de servicios públicos, de materiales para construir las viviendas, como la
madera disponible en el área de conservación y reforestación, la grava y la arena adquiridas
en quebradas y el Río Medellín y los adobes generados por pequeñas industrias ubicadas
en la periferia
- Utilización mixta de materiales reciclados y de desecho.
113
- Construcciones híbridas y adaptaciones entre lo vernáculo y lo inmigrado, lo rural y lo
urbano, el barro, la madera, el ladrillo y el zinc.
- Utilización de estéticas que expresan el hábitat rural, imágenes de la cultura popular
- Múltiples niveles de consolidación, reflejados no sólo en los tipos de material de las
viviendas, sino también en el acceso a los servicios públicos domiciliarios y en las
condiciones socioeconómicas de sus habitantes.
- Capacidad para construir implantaciones espaciales apropiadas a la condición de la alta
pendiente: construcción adaptativa a las condiciones del lugar a partir de saberes y técnicas
constructivas apropiadas y heredadas culturalmente.
- Proliferación de comercios dentro de las viviendas
- Dormitorio único con separadores móviles
- Discontinuidad de fachadas, escaleras, pasillos urbanos o penetraciones peatonales de la
manzana
Técnicas sociales y redes de apoyo
- Comunicación y solidaridad entre familiares, amigos y conocidos para invadir
masivamente y generar estrategias de defensa del territorio en oposición a políticas
estatales y a acciones violentas de privados
- Organización y trabajo comunitario, creación de comités, organizaciones para el pro-
común y agrupaciones para la autoconstrucción progresiva de la vivienda.
- Metodología de trabajo por convites, mingas, entre otras experiencias de trabajo solidario
de origen rural.
- Espacios de concentración para la práctica religiosa, político-social y lúdica
114
- Red de apoyo para cuidado de niños, solidaridad con alimentos, propiciar seguridad a partir
de vecinazgos consolidados
- Ejercicio de política electoral, clientelismo, así como de la movilización social y de las
acciones judiciales para exigir vías de acceso, trasporte, educación, salud, empleo,
servicios públicos, gestión de residuos, integración al perímetro urbano, recreación y
deporte, titularización de propiedades, mejoramiento integral de las viviendas y el hábitat
- Vinculación de ONG, la iglesia y la academia a los a los procesos comunitarios,
consiguiendo la inserción de capital económico, técnico y social al territorio.
- Capacidades de pre-microempresas instaladas: agrícolas, pecuarias, confecciones,
alimentos, artesanías
Relación con lo Estatal en la integración urbana
- Planificación y acción estatal tardía, discontinua, precaria y frecuentemente desconocedora
de las tecnologías, apropiaciones y experiencias en planeación comunitaria históricas de
los asentamientos
- Confrontación entre propietarios (privados o estatales) y los habitantes (invasores o
compradores de lotes piratas) por el control del territorio. Temor al desalojo estatal
- Presencia conflicto armado, violencia política, violencia paramilitar, narcotráfico y
delincuencia común.
- Desvinculación de las comunidades a los proyectos asociados a los planes de manejo
integral de los cerros tutelares, planes maestros, planes de cuencas y de manejo ambiental
- Desconexión de algunas familias a servicios públicos, combinado con procesos
alternativos de abastecimiento
115
- Planteamientos contrarios entre el ordenamiento comunitario del espacio y la delimitación
de usos del suelo agrícola, pecuario, comercial, de servicios y residencial por parte de la
oficina de Planeación.
- Difícil diálogo y concertación entre las comunidades y la construcción e implementación
de proyectos de ciudad en el territorio
Construcción social del patrimonio en Medellín: una perspectiva
Los objetos, prácticas y espacios que la ciudad de Medellín ha declarado como patrimonios,
pertenecen al proceso constructivo de monumentos de tipo religioso a escala de ciudad, hitos
urbanos, trazados de la ciudad funcional, espacios ambientales, edificios administrativos,
comerciales e industriales, asociados a técnicas de la arquitectura moderna y afincados
principalmente en la centralidad. Sin embargo, dentro de la perspectiva de patrimonio urbano,
vale la pena destacar que desde la década de 1940 hasta la actualidad (2015), ha sido importante
también el crecimiento en las laderas y las dinámicas constructivas comunitarias y que urge
observar allí los dispositivos memoriales que han construido esa capa de ciudad. Es necesario
aclarar, entonces, que si bien las ciudades latinoamericanas son esencialmente modernas, esa
modernidad no sólo está anclada a los procesos de planeación funcional de la ciudad a partir de la
arquitectura moderna y sus estándares de calidad. Muy por otro lado, esa ciudad modernizada ha
sido construida de múltiples maneras, incluso contrarias. Las técnicas y saberes de los inmigrantes,
por ejemplo, sirvieron para construir esos espacios que no estuvieron guiados totalmente por la
planeación de los actores de las élites, ni por los “amantes de lo bello”, ni la institucionalidad.
Particularmente en Medellín, mediante este proceso investigativo se ha considerado que para
observar la construcción social del patrimonio en la ladera de la ciudad de Medellín, debe
116
reconocerse el papel fundamental de los inmigrantes en la construcción de la ciudad e implementar
planeaciones que a partir de este reconocimiento integre a la ciudad sus dinámicas y ordenamientos
territoriales. Así, se cree una prospectiva que construya la ciudad del futuro acorde con la
morfología dada históricamente y comunicada con las necesidades funcionales de la ciudad
contemporánea. El papel de los inmigrantes, según Jorge Ramos, “debe leerse como irrupción de
nuevos actores urbanos, que alteran y redefinen los valores de la ciudad toda. De ahí la inevitable
inclusión del testimonio cultural orillero al pensar la ciudad como patrimonio”. (Ramos, 1994,
pág. 36) Según el recorrido que hemos realizado la formulación de construcción social del
patrimonio, aplicada al concepto de patrimonio urbano, concibe un ordenamiento territorial que
permita hacer prospectiva de la ciudad futura a partir de las tensiones generadas entre el pasado
material, las necesidades funcionales de la urbe, los factores técnicos y los actores sociales.
Medellín es una ciudad viva, que se construye sin pausa, formal e informalmente, legal e
ilegalmente, regulada por inadecuadas o eficientes políticas de ordenamiento territorial. Una
ciudad que hace parte de los procesos de especulación del capital acumulativo y, a la vez, del
rebusque de los sin techo o de la construcción social del hábitat por parte de los empobrecidos. Su
patrimonio declarado desde instancias nacionales y locales consiste en unos cuantos fragmentos
que el peso de la legislación ha aislado de la vida cotidiana a partir de su musealización y ha
permitido su deterioro a falta de mecanismos eficaces para su protección, haciéndolos presa fácil
del capital especulativo de los suelos urbanos. Esta ciudad dinámica, lugar de memoria, de vida y
de muerte, se transforma aceleradamente y desde las oficinas de planeación se definen los ámbitos
de esa transformación, se escogen los fragmentos que quedan y los que desaparecen. Para dilucidar
estas tensiones es pertinente estudiar nuestras competencias y deficiencias para edificar, las
memorias y técnicas que cada una de las capas o niveles de la cultura material de la ciudad, sus
117
contextos, los conflictos que encierran y los procesos y espacios de diálogo. Además, observar la
posibilidad de construcción social de lo patrimonial desde la ciudad periférica, la ciudad de la
ladera y del borde urbano rural. El patrimonio urbano de Medellín, tal y como lo entendemos en
este proceso investigativo, exterioriza un campo de tensiones, de fuerzas contrarias o solidarias.
Desde esta perspectiva, la construcción social del patrimonio urbano se ha realizado desde espacios
de disputas sociales concretos histórica y espacialmente: el espacio institucional119 en los que los
decisores120 declaran ciertos objetos y acciones como patrimoniales y los espacios de
configuración121 donde los actores son, por un lado, el vehículo y/o resistencia de las acciones de
los decisores o, por el contrario, los que construyen, destruyen, re-significan y se apropian de
valores patrimoniales desde sus intereses colectivos. Así, es posible plantear una ruta de gestión
patrimonial que permita observar las construcciones espaciales de la ciudad que han marcado cada
uno de sus momentos históricos más importantes. Esta perspectiva pone en cuestión el discurso de
la unicidad del patrimonio universal, nacional y local, y posibilita ir más allá de la mirada museal122
que Medellín ha planteado para su propuesta de conservación del patrimonio, que plantea un lugar
119 Por espacios de interacción institucional patrimonial la acción social principal en la que se centra su proceso
patrimonial es el declarar, a partir de sus recursos institucionales como la legislación, la declaratoria de bienes de
interés público, lo patrimonial (los objetos) con base en su valor histórico, estético, importancia, monumentalidad,
autenticidad y unicidad. 120“Un decisor es aquel que puede escoger lo que va a ser difundido y, mucho más, aquel capaz de elegir la acción
que, en ese sentido, va a realizarse. Esa idea es desarrollada por J. Masini (1988, pp. 112-113), quien incluye entre los
grandes decisores, los gobiernos, las empresas multinacionales, las organizaciones internacionales, las grandes
agencias de noticias, los jefes religiosos… La elección del hombre común, en muchas de las acciones que emprende,
es limitada. Frecuentemente, el actor es sólo el vehículo de la acción y no su verdadero motor. Pero es siempre por su
corporeidad que el hombre participa en el proceso de acción”. (Santos, 2000, págs. 68-69)
121 Entendemos el espacio de configuración social como lugar de la pugna política por la construcción de lo
patrimonial desde los colectivos humanos acordes con intereses. La acción social del espacio de configuración
patrimonial se centra en la creación de procesos patrimoniales disímiles en donde intervienen múltiples actores
sociales y el mercado. Es también un espacio de intercambio y comercialización, donde los activos culturales tienen
su importancia en tanto se observe el intercambio simbólico que allí se genera, el vínculo social con el sistema de
acciones y de objetos, la compra y venta de lo simbólico, el papel del mercado, de lo étnico, de lo político, de la
academia: lo patrimonial como un activo económico que se acumula, intercambia, revalora, re-significa y al que los
grupos sociales tienen acceso diferenciado 122 Identificar, clasificar y exaltar un objeto o espacio para proponerlo a un público espectador que lo consume.
118
subordinado de los capitales simbólicos de los grupos subalternos, consagrando como supriores
“ciertos barrios, objetos y saberes porque fueron generados por los grupos dominantes o porque
éstos cuentan con la formación necesaria para comprenderlos, apreciarlos y controlarlos mejor ”
(Mantecón, 2005, pág. 15). De esta manera, se abre el espectro a considerar otras formaciones
espaciales como espacios vitales que dan cuenta de una parte de la historia urbana de la ciudad,
de unas técnicas constructivas valiosas y de unas sociabilidades importantes a la hora de realizar
la valoración integral del patrimonio. Así, se ejerce una gestión del patrimonio urbano que pueda
integrar los productos generados por los espacios de la ladera y la lotificación pirata, que consiguen
“ser más representativos de la historia local y más adecuados a las necesidades presentes del grupo
que los fabrica. Constituyen, en este sentido, su patrimonio propio” (García, 1995, pág. 183).
Jorge Ramos, en su artículo “La producción popular como patrimonio urbano: el suburbio”,
extiende mucho más este abordaje al definir que el suburbio123 identifica las ciudades americanas
y propone que éste debe ser abordado como una “construcción histórica, como bien patrimonial y
como ámbito de urgente atención en planes de rehabilitación e integración urbana” (Ramos, 1994,
pág. 33). Desde una perspectiva arquitectónica y urbanística, Ramos agrega que:
Quizás el desplazamiento más significativo de la noción de patrimonio debería operarse hacia los
modos específicos del habitar popular (relaciones etno-parentales, apropiación de la calle y el
espacio público, pragmatismo, partición no convencional de lote y manzana, construcción
progresiva de la vivienda, materiales efímeros, estética híbrida, autogestión, instituciones culturales
inéditas, etc.), pasando del puro objeto a la acción, al espacio vivido y los modos de producirlo […]
(Ramos, 1994, pág. 32)
123 El concepto de suburbio es planteado desde la definición de núcleo pirata ya expresada páginas atrás.
119
Por su parte, citado por Ramos, Ricardo Santillán Güemes, considera que el suburbio crea
espacios en los cuales “el pueblo” da soluciones a sus problemas desde su cotidianidad,
propiciando la interacción de poblaciones pauperizadas de diversos orígenes culturales y
territoriales y consiguiendo elaborar su propio orden (Ramos, 1994, pág. 36). Otro antecedente
abordado por Ramos, son las apuestas de Abelardo Sánchez León, cuyo trabajo investigativo
estudia algunos dispositivos de sobrevivencia creados en las barriadas de Lima. Sánchez León
define la barriada como una apropiación “del espacio sin orden ni planificación; […] una
institución y una organización. Es también una ciudad que se propone desde los sectores populares,
considerando sus propias reglas de juego e incluso imponiéndolas cuando es necesario al conjunto
del sistema social (Ramos, 1994, pág. 36).
En cuanto a los valores estéticos de esta ciudad propuesta desde el suburbio, la barriada o los
núcleos piratas y barrios de invasión que ya hemos estudiado en el caso de Medellín, Ramos
observa que “el suburbio nos revela una estética en formación, juzgada desde el campo "culto"
como hortera o "kitsch", donde cabe considerar: el desprejuicio en el uso del color –no siempre
engamado–, tecnologías de desecho o incompatibles y texturas pintoresquistas (Ramos, 1994, pág.
37). Néstor García Canclini observa, por su parte, algunos trazos del interior de las viviendas de
estos espacios nombrándolos como “esos museos cotidianos armados en el cuarto por cada uno
que pega en la pared el póster con una foto de Teotihuacan junto a la reproducción de un Toledo,
recuerdos de viajes, recortes periodísticos del mes pasado, el dibujo de un amigo, en fin, un
patrimonio propio que se va renovando según fluye la vida” (pág. 186, Culturas Híbridas). Cabe
entonces, para estudiar estos retos y problemáticas, plantear la pregunta ¿cómo entender la
construcción de estos espacios desde la perspectiva del patrimonio urbano?, ¿cómo los excluidos
120
construyen, desde sus formas, técnicas, saberes, memorias y cuál es su impronta en el paisaje de
la ciudad? Ramos nos propone una imagen que bien podría describir el paisaje urbano de Medellín:
Esa imagen de nuevo suburbio, donde casillas autoconstruidas y montadas en seco con
componentes industrializados alternaban con arquitecturas ladrilleras italianizantes; donde cercos
vivos y alambrados convivían con tapias y balaustres; donde las manzanas coloniales volvían a
prefigurarse (ahora más laxas, menos institucionales, sin plaza) sobre una red apenas esbozada de
calles de barro, zanjones y veredas de tierra apisonada; será la imagen contenedora de ese nuevo
espacio orillero frecuentemente signado por la hibridación cultural. Un espacio que redefine a la
ciudad incorporando modos y objetos de indudable valor patrimonial. (Ramos, 1994, pág. 34)
Pero no se trata de observar con ingenuidad ese paisaje, técnicas y estrategias de los excluidos
para insertarse en el paisaje urbano, sino de palpar la segregación socioespacial, económica y
política de las poblaciones pauperizadas que no tienen otra salida que abrirse espacios en la ciudad
a partir de sus competencias sociales, culturales y económicas. Así, es pertinente dejar ver una
serie de criterios importantes que deben ser tenidos en cuenta a la hora de valorar las formaciones
de la periferia como patrimonio urbano:
- Reconocer la exclusión social y segregación residencial urbana, pero también la complejidad,
flexibilidad cultural y proceso de integración de los sectores populares, quienes no siempre acatan
las presiones segregadoras.
- Desentrañar el orden cultural de los sectores populares, su capacidad de apropiarse, re-significar y
reinterpretar imágenes, situaciones y tecnologías.
- Descentrar la valoración predominantemente estética del patrimonio popular, pues su naturaleza
obliga a asociaciones utilitarias, rituales, políticas y sociales.
- Entender al suburbio (ámbito periférico extenso de esta producción) como parte integrante de las
ciudades latinoamericanas.
121
- Trabajar sobre los conceptos de patrimonio no monumental y nuevo patrimonio o patrimonio recién
concluido (Ramos, 1994, pág. 31).
123
Anexo 1: definiciones patrimonio cartas convenciones
FechaNombre del
DocumentoConcepto Fuente
1931 Carta de Atenas
Las obras maestras en las cuales la civilización ha
encontrado su más alta expresión y que aparecen
amenazadas y los testimonios de todas las
civilizaciones. Carta de Atenas
1954
(reglamenta
do en 1996)
Convenio de la
Haya
Para los fines de la presente Convención, se
considerarán bienes culturales, cualquiera que sea su
origen y propietario:
a. Los bienes, muebles o inmuebles, que tengan una gran
importancia para el patrimonio cultural de los pueblos,
tales como los monumentos de arquitectura, de arte o de
historia, religiosos o seculares, los campos arqueológicos,
los grupos de construcciones que por su conjunto
ofrezcan un gran interés histórico o artístico, las obras
de arte, manuscritos, libros y otros objetos de interés
histórico, artístico o arqueológico, así como las
colecciones científicas y las colecciones importantes de
libros, de archivos o de reproducciones de los bienes
antes definidos; b. Los edificios cuyo destino principal y
efectivo sea conservar o exponer los bienes culturales
muebles definidos en el apartado a. tales como los
museos, las grandes bibliotecas, los depósitos de
archivos, así como los refugios destinados a proteger en
caso de conflicto armado los bienes culturales muebles
definidos en el apartado a.; c. Los centros que
comprendan un número considerable de bienes
culturales definidos en los apartados a. y b., que se
denominarán «centros monumentales».
Convención para la
Protección de los
Bienes Culturales
en caso de
Conflicto Armado
y Reglamento para
la aplicación de la
Convención 1954,
-Protocolo, La
Haya 14 de Mayo
1954
-Segundo
Protocolo, La
Haya, 26 de Marzo
1999
1964 Carta de Venecia
Las obras monumentales de los pueblos, portadoras de
un mensaje espiritual del pasado, que representan en la
vida actual el testimonio vivo de sus tradiciones
seculares. Carta de Venecia
1967 Carta de Quito
Cualquiera que fuese el valor intrínseco de un bien o las
circunstancias que concurran a realzar su importancia y
significación histórica o artística, el mismo no constituirá
un monumento en tanto que no recaiga una expresa
declaración del Estado en ese sentido. La declaración de
monumento nacional implica su identificación y registro
oficiales. A partir de ese momento el bien en cuestión
quedará sometido al régimen de protección que señale la
Ley.
Carta de Quito.
Las Normas de
Quito. 1967
Principales documentos citados en los estudiosos del patrimonio
124
FechaNombre del
DocumentoConcepto Fuente
1970 Convención de 1970
La expresión ‘patrimonio cultural” significa propiedad
que para cada Estado, con base en motivos religiosos o
seculares, posee valor arqueológico, prehistórico,
literario, artístico o científico
La prevención del
tráfico ilícito de
bienes culturales,
manual de la
UNESCO
1972
Convención sobre la
proteccion del
patrimonio mundial,
cultural y natural
La conservación de esos bienes únicos e irremplazables
de cualquiera que sea el país al que pertenezcan. Ciertos
bienes del patrimonio cultural y natural presentan un
interés excepcional que exige se conserven como
elementos del patrimonio mundial de la humanidad
entera.
Convención
salvaguardia
patrimonio
mundial. 1972
1990
Carta internacional
para la gestión del
patrimonio
arqueológico
El "patrimonio arqueológico" representa la parte de
nuestro patrimonio material para la cual los métodos de
la arqueología nos proporcionan la información básica.
Engloba todas las huellas de la existencia del hombre y
se refiere a los lugares donde se ha practicado cualquier
tipo de actividad humana, a las estructuras y los
vestigios abandonados de cualquier índole, tanto en la
superficie, como enterrados, o bajo las aguas, así como
al material relacionado con los mismos
1990 - Gestión del
patrimonio
arqueológico -
ICOMOS
1999
Carta Internacional
sobre turismo
cultural
El concepto de Patrimonio es amplio e incluye sus
entornos tanto naturales como culturales. Abarca los
paisajes, los sitios históricos, los emplazamientos y
entornos construidos, así como la biodiversidad, los
grupos de objetos diversos, las tradiciones pasadas y
presentes, y los conocimientos y experiencias vitales.
Registra y expresa largos procesos de evolución
histórica, constituyendo la esencia de muy diversas
identidades nacionales, regionales, locales, indígenas y es
parte integrante de la vida moderna. Es un punto de
referencia dinámico y un instrumento positivo de
crecimiento e intercambio. La memoria colectiva y el
peculiar Patrimonio cultural de cada comunidad o
localidad es insustituible y una importante base para el
desarrollo no solo actual sino futuro.
12ª Asemblea
General en
México, en octubre
en 1999
Principales documentos citados en los estudiosos del patrimonio
125
Anexo 2: derechos culturales, sociales y económicos y su relación con el patrimonio
FechaNombre del
DocumentoConcepto Fuente
1972
Declaración de
Quebec
Preservando los hallazgos materiales de civilizaciones pasadas,
protegiendo aquéllos que son testimonio de las aspiraciones y de la
tecnología actual, la nueva museología -ecomuseologia, museología
comunitaria y otras formas de museología activa- se interesa, en
primer lugar, por el desarrollo de los pueblos, reflejando los principios
motores de su evolución y asociándolos a los proyectos de futuro. Declaración de Quebec. 1972
1981
Pacto Internacional
de Derechos
Económicos,
Sociales y
Culturales
Reconociendo que, con arreglo a la Declaración Universal de
Derechos Humanos, no puede realizarse el ideal del ser humano libre,
liberado del temor y de la miseria, a menos que se creen condiciones
que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos,
sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos.
Pacto Internacional de
Derechos Económicos,
Sociales y Culturales. 1981
1982
Declaración de
México sobre las
Políticas Culturales
La cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los
rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos
que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba,
además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos
fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones
y las creencias, da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí
mismo. Es ella la que hace de
nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y
éticamente comprometidos.
Conferencia Mundial sobre
las Políticas Culturales. D.F.
26 de julio - 6 de agosto de
1982
1989
Recomendaciones
sobre la
Salvaguardia de la
Cultura Tradicional
y Popular
La cultura tradicional y popular es el conjunto de creaciones que
emanan de una comunidad cultural fundadas en la tradición,
expresadas por un grupo o por individuos y que reconocidamente
responden a las expectativas de la comunidad en cuanto expresión de
su identidad cultural y social; las normas y los valores se transmiten
oralmente, por imitación o de otras maneras. Sus formas
comprenden, entre otras, la lengua, la literatura, la música, la danza,
los juegos, la mitología, los ritos, las costumbres, la artesanía, la
arquitectura y otras artes. [...] La cultura tradicional y popular forma
parte del patrimonio universal de la humanidad y es un poderoso
medio de acercamiento entre los pueblos y grupos sociales existentes
y de afirmación de su identidad cultural, de su importancia social,
económica, cultural y política, de su papel en la historia de los
pueblos, y del lugar que ocupa en la cultura contemporánea.
Recomendaciones sobre la
Salvaguardia de la Cultura
Tradicional y Popular.
Noviembre de 1989
Derechos Culturales del hombre, multiculturalidad, participación y democracia
126
FechaNombre del
DocumentoConcepto Fuente
1994 Documento de Nara
Todas las culturas y sociedades tienen sus raíces en particulares
formas y modos de expresión tangibles como intangibles, las que
constituyen su patrimonio. Estas formas y modos deberían ser
respetados.
Nara sobre Autenticidad del
Patrimonio. Carta 21. 1994
1998
Declaración de
Xochimilco
La diversidad cultural, en sus representaciones tangibles e intangibles,
conforma conjuntamente con la biodiversidad el patrimonio integral
de la humanidad; la museología es la disciplina que se ocupa de las
relaciones específicas entre el hombre y una realidad configurada a
partir de las distintas visiones del mundo que elabora cada sociedad
en el tiempo y el espacio.
Declaración de Xochimilco
"Museos, Museología y
Diversidad Cultural". 1998
Derechos Culturales del hombre, multiculturalidad, participación y democracia
127
FechaNombre del
DocumentoConcepto Fuente
2000 Carta de Cracovia
Patrimonio como conjunto de las obras del hombre en las cuales una
comunidad reconoce sus valores específicos y particulares y con los
cuales se identifica. La identificación y la especificación del
patrimonio es por tanto un proceso relacionado con la elección de
valores. El patrimonio arquitectónico, urbano y paisajístico, así como
los elementos que lo componen, son el resultado de una identificación
con varios momentos asociados a la historia y a sus contextos
socioculturales. La conservación de este patrimonio es nuestro
objetivo. Carta de Cracovia. 2000
2003
Convención para la
Salvaguardia del
Patrimonio Cultural
e Inmaterial
Los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -
junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales
que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y los
individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio
cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de
generación en generación, es recreado constantemente por las
comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la
naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y
continuidad.
Textos Fundamentales de la
Convención para la
Salvaguarda del Patrimonio
Cultural e Inmaterial de 2003.
2003
Declaración de
Bahía
La riqueza y la diversidad de las culturas regionales latinoamericanas
de origen milenario constituyen la esencia que las caracteriza y
singulariza dentro del contexto de la cultura mundial.
Declaración de Bahía
"Museos y Patrimonio
Cultural en América Latina y
el Caribe". 2003
2005 Carta de Lima
Las representaciones de la identidad y del patrimonio tienen un
atributo esencialmente afectivo, imbuido del carácter simbólico de la
memoria personal y colectiva.
Carta de Lima "Museología y
Patrimonio. Interpretación y
Comunicación en América
Latina y El Caribe". 2008
2007
Convenio Andrés
Bello
El patrimonio cultural de nuestros pueblos no sólo está compuesto por
las creaciones materiales representadas en los monumentos
históricos y los documentos escritos que nos ha legado el pasado. Si
bien este acervo es de gran importancia también urge incluir en el
concepto de patrimonio cultural todas aquellas creaciones
inmateriales a las cuales las mismas comunidades asignan un valor
fundamental. Entre ellas se destacan las expresiones de la vida
cotidiana y espiritual, cuyas manifestaciones están en profunda
relación con el fortalecimiento de la identidad, el sentido de
pertenencia y las proyecciones de futuro que cada pueblo, nación o
comunidad sueña. Convenio Andrés Bello.
Derechos Culturales del hombre, multiculturalidad, participación y democracia
128
Anexo 3: legislación nacional sobre patrimonio
Fecha Nombre del Documento Concepto
1936
Pacto Roerich para la
protección de las Instituciones
Artísticas y científicas y
Monumentos Históricos
Monumentos históricos, los museosy las instituciones dedicadas a la ciencia, el arte, la educación, y
la conservación de los elementos de cultura.
1936
Tratado sobre la protección
de los muebles de valor
histórico
El conocimiento, la protección y conservación de los monumentos muebles precolombinos,
coloniales y de la época de la emancipación y de la República.
1959
Defensa y conservación del
patrimonio histórico, artístico
y monumentos públicos de la
Nación
Declarénse patrimonio histórico y artístico nacional los monumentos, tumbas prehispánicas y demás
objetos, ya sean obra de la naturaleza o de la actividad humana, que tengan interés especial para el
estudio de civilizaciones y culturas pasadas, de la historia o del arte, o para investigaciones
paleontológicas, y que se hayan conservado sobre la superficie o el subsuelo nacional.
1963
Decreto 264 de 1963, en el
cual se reglamenta la ley 163
de 1959
En conformidad con lo dispuesto en la Ley 163 de 1959, declárase como patrimonio histórico,
artístico y científico de la Nación, los monumentos y objetos arqueológicos, como templos, sepulcros
y sus contenidos, estatuas, cerámicas, utensilios, joyas, piedras labradas o pintadas, ruinas, etc., lo
mismo que todos aquellos que tengan interés especial para el estudio de las civilizaciones y culturas
pasadas, para la historia del arte y para el estudio científico y la conservación de las bellezas
naturales.
a) Los que están íntimamente vinculados con la lucha por la Independencia y con el período inicial
de la organización de la República.
b) Las obras de la naturaleza de belleza especial o que tengan interés científico para el estudio de la
flora, la fauna, la geología y la paleontología.
Legislación nacional sobre patrimonio
129
Fecha Nombre del Documento Concepto
1983
Por medio de la cual se
aprueba la "Convención para
la Protección del Patrimonio
Mundial Cultural y Natural",
hecho en París el 23 de
noviembre de 1972 y se
autoriza al Gobierno Nacional
para adherir al mismo
ARTICULO 1o. A los efectos de la presente Convención se considerará "patrimonio cultural"
- Los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o
estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un
valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia; Los
conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad de integración
en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, el arte o la
ciencia; Los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las
zonas incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto
de vista histórico, estético, etnológico o antropológico.
ARTICULO 2o.A los efectos de la presente Convención se considerarán "patrimonio natural":
- Los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas
formaciones que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico;
Las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el
hábitat de especies animal y vegetal amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde
el punto de vista estético o científico; Los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente
delimitadas, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la ciencia, de la
conservación o de la belleza natural.
1983
Decreto Reglamentario 179
De 1983
Valores tangibles o intangibles que tienen un significado especial y una permanencia indefinida, que
se han producido a través del tiempo como expresiones auténticas del comportamiento humano y su
incidencia trasciende espontáneamente a toda la comunidad
1989
Ley 9 De 1989, Reforma
Urbana (enero 11) Por la cual
se dictan normas sobre planes
de desarrollo municipal,
compraventa y expropiación
de bienes y se dictan otras
disposiciones
El artículo 34 del Decreto-ley 1333 de 1986 (Código de
Régimen Municipal), quedará así:
"Los Planes de Desarrollo incluirán los siguientes aspectos:
5. La asignación en las áreas urbanas de actividades, tratamientos y prioridades para desarrollar los
terrenos no urbanizados, construir los inmuebles no construidos, conservar edificaciones y zonas de
interés histórico, arquitectónico y ambiental, reservar zonas para la protección del medio ambiente y
de la ecología, delimitar zonas de desarrollo diferido, progresivo, restringido y concertado, renovar y
re desarrollar zonas afectadas con procesos de deterioro económico, social y físico y rehabilitar las
zonas de desarrollo incompleto o inadecuado; Cap 2 (Espacio Público), Art. 5º. La preservación de
las obras de interés público y de los elementos históricos, culturales, religiosos, recreativos y
artísticos, para la conservación y preservación del paisaje y los elementos naturales del entorno de
la ciudad; Cap 3, Art. 10. c) Preservación del patrimonio cultural, incluidos el histórico y el
arquitectónico en zonas urbanas y rurales; Cap 4, Art. 39. Son planes de renovación urbana
aquéllos dirigidos a introducir modificaciones sustanciales al uso de la tierra y de las construcciones,
para […] la conveniente rehabilitación de los bienes históricos y culturales, todo con miras a una
utilización más eficiente de los inmuebles urbanos y con mayor beneficio para la comunidad.
Legislación nacional sobre patrimonio
130
Fecha Nombre del Documento Concepto
1991
Constitución Política de
Colombia
En sus artículos 70, 71 y 72, que observa que es “obligación del Estado y de las personas proteger
las riquezas culturales y naturales de la nación”; que “la cultura en sus diversas manifestaciones es
fundamento de la nacionalidad”; y que “el patrimonio cultural de la nación está bajo la protección
del Estado”.
1997 Ley 397 de Cultura
Art. 4) El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes y valores culturales
que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las costumbres y los
hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen
un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico,
ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial,
documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico y las manifestaciones, los productos y
las representaciones de la cultura popular.
2002
Decreto 833, Por el cual se
reglamenta parcialmente la
Ley 397 de 1997 en materia
de Patrimonio Arqueológico
Nacional y se dictan otras
disposiciones.
3. Bienes muebles e inmuebles de carácter arqueológico. Bienes materiales considerados como
arqueológicos en razón de su origen y época de creación, de acuerdo con los tratados
internacionales aprobados por el país y con la legislación nacional.
2004
Por la cual se crea el Comité
de Patrimonio Cultural
Inmaterial, se reglamenta su
composición, funciones y
régimen de sesiones Concetpto Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, 2003.
2008 Ley 1185
El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes materiales, las
manifestaciones inmateriales, los productos y las representaciones de la cultura que son expresión
de la nacionalidad colombiana, tales como la lengua castellana, las lenguas y dialectos de las
comunidades indígenas, negras y creoles, la tradición, el conocimiento ancestral, el paisaje cultural,
las costumbres y los hábitos, así como los bienes materiales de naturaleza mueble e inmueble a los
que se les atribuye, entre otros, especial interés histórico, artístico, científico, estético o simbólico en
ámbitos como el plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, lingüístico, sonoro, musical,
audiovisual, filmico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico o antropológico.
Legislación nacional sobre patrimonio
131
Anexo 4: Documentos sobre patrimonio nivel municipal
fecha documento concepto de patrimonio-contexto fuente
1982 Acuerdo
Municipal 36 Por el cual se crea el Impuesto de la obra de arte
Documento técnico de
soporte POT, Acuerdo
46/2006, pág. 349
1983Resolución
Municipal 653
Resolución 653, primera relación de bienes muebles e
inmuebles pertenecientes al patrimonio cultural de la
ciudad: 26 elementos muebles, (17) templos, (6)
Edificaciones institucionales y el Puente Guayaquil
Documento técnico de
soporte POT, Acuerdo
46/2006, pág. 349
1991 Acuerdo
Municipal 11
de 1991
Las edificaciones de valor patrimonial son aquellas que
“individual o colectivamente forman un legado
importante de nuestro pasado, remoto o próximo, que
poseen valores históricos, arquitectónicos, urbanísticos o
técnicos”
Documento técnico de
soporte POT, Acuerdo
46/2006, pág. 349
AcuerdoMunic
ipal 11, (abril
11)
Reordenamiento del centro de la ciudad y protección
del patrimonio inmueble, e implementación de un
inventario patrimonial en el centro de edificaciones
patrimoniales que estarían excentas de hasta el 100%
del impuesto predial
Documento técnico de
soporte POT, Acuerdo
46/2006, pág. 349
Resolución
Municipal 123
de 1991
declara como patrimonio municipal 97 edificaciones
localizadas en el centro y 2 áreas de conservación
urbanística: Barrio Prado y parte del Barrio de Boston
Documento técnico de
soporte POT, Acuerdo
46/2006, pág. 349
1999Acuerdo 62
por medio del cual se aprueba el primer POT de la
ciudad
Documento técnico de
soporte POT, Acuerdo
1991
Documentos sobre patrimonio nivel municipal
132
Fuentes primarias citadas Archivo Histórico de Medellín
Actualización Estudio socio-económico de Barrios Piratas (1966) AHM. Fondo Alcaldía.
Sección Planeación. Caja 13. Legajo 01. Folios 1-39
fecha documento concepto de patrimonio-contexto fuente
2000 Acuerdo 23 por medio del cual revisa el primer POT de la ciudad
Documento técnico de
soporte POT, Acuerdo
2001-2003
Primer
Consolidado
Plan especial
de protección
patrimonial:
Patrimonio valorado comenzó a superar el ámbito del
edificio indifidual y se extendió a la arquitectura de
conjunto y sectores urbanos. Este
avance propone 238 elementos adicionales susceptibles
de ser declarados, lo cual representa un total de 423
bienes, entre los ya declarados y los nuevos valorados
desde la administración municipal como necesarios de
proteger, sin considerar las ecomendaciones emanadas
de los otros ejercicios mencionados de identificación e
inventario de bienes de interés patrimonial
localizados en Medellín.
Documento técnico de
soporte POT, Acuerdo
46/2006, pág. 349
2008
El Plan
Especial de
Protección
Patrimonial
Conjunto de bienes […] que por su naturaleza, uso,
historia, características estéticas, asociativas y afectivas
han llegado a adquirir significación especial para una
comunidad y, por lo tanto, actúan como soportes
importantes de su memoria y su identidad cultural. Este
patrimonio es por principio colectivo, fruto de la historia
de Medellín, por ellos los bienes incluidos comparten las
características de ser exponentes de la cultura y poseer
una significación especial para la población
Departamento
Administrativo de
Planeación, Unidad de
Ordenamiento
Territorial, 2008, 2009
2011-2020
Plan de
Desarrollo
Cultural de
Medellín
La Ley 397 de 1997 asume la cultura como el “conjunto
distintivo de rasgos espirituales, materiales, intelectuales
y emocionales que caracterizan a los grupos humanos y
que comprende, más allá de las artes y las letras, modos
de vida, derechos humanos, sistemas de valores,
tradiciones y creencias”, definición que es acogida por el
Plan Nacional de Cultura 2001-2010 Hacia una
ciudadanía cultural democrática, en el cual se reconoce
además su potencial para fomentar los valores, la
creatividad, la cohesión social y la búsqueda de la paz.
Plan de Desarrollo
Cultural de Medellín
2011-2020
Documentos sobre patrimonio nivel municipal
133
Estudio de la Comunidad B5 (abril 1964). AHM. Fondo Alcaldía. Sección Planeación. Caja 46.
Legajo 06 y 07. Folios 1-10
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