Cuento"Donde Viven Los Lobos Feroces"

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Donde viven los LOBOS

feroces

Cuando salía la luna, los niños y las niñas del pueblo se dirigían a la plaza.Allí esperaban a la abuela Candela, que les contaba historias maravillosas.Una noche, la abuela abrió su bolso y sacó de él...... Una varita mágica.

Después, miró a los niños y dijo:- Ésta varita mágica tiene una larga

historia que sucedió cuando yo iba a la escuela .Entonces, los niños y niñas le pidieron:

- Abuela Candela, cuéntanos ese cuento de cuando tú ibas a la escuela .

Y la abuela comenzó su historia.“ En tiempos muy remotos, los lobos habitaban en las montañas que hay cerca de nuestro pueblo. Eran lobos muy feroces que salían de sus guaridas por la noche para atacar a las ovejas y asustar a las personas.

Al anochecer, la gente del pueblo se metía en sus casas y cerraban las puertas y las ventanas. Las familias se reunían en torno a la chimenea y charlaban en voz baja, mientras se oía a los lobos aullar fuera.Nadie se atrevía a salir por la noche.

Un día llegó al pueblo la caravana del circo. Los carromatos avanzaban haciendo sonar campanas y cascabeles. Con el circo viajaban una trapecista, un malabarista, payasos y un mago.Entre las campanas y los cascabeles se oía la voz del mago:

- ¡ Esta noche en la plaza del pueblo gran función del circo !. ¡ Actuarán los mejores artistas del mundo !.

El circo se instaló en la plaza del pueblo. De los carromatos salieron miles de trastos: cuerdas, telas, escaleras... Y muchas sillas para el público.En un santiamén, todo quedó preparado para la función.Pero aquella noche las personas otra vez se encerraron en sus casas y nadie acudió al espectáculo.

Los lobos tampoco se acercaron al pueblo al sentir las luces y las campanas del circo.Cuando se hizo de día, las personas del pueblo fueron a la plaza:- Sentimos mucho no haber asistido a la función, pero tenemos miedo de los lobos- se disculparon.El mago del circo preguntó:- ¿Y por qué no piden a los lobos que se marchen a vivir a otro lugar?Las personas del pueblo contestaron:

- No podemos hablar con los lobos.

Entonces el mago propuso:- Yo convenceré a los lobos para que se vayan de aquí.A las personas del pueblo les pareció una idea estupenda.

El mago, esperó que llegara la noche. Cuando todos se fueron a sus casas, él puso una silla en la plaza y se sentó a esperar que llegara la manada de lobos.

A las doce, vio llegar a los lobos. El lobo que venía delante miró al mago y le preguntó:- ¿Qué haces tú aquí?.El mago acarició su varita y respondió; - estoy esperando para hablar con el jefe de los lobos, -¿eres tú?

- Sí, soy yo el jefe. Dime lo que quieras.El lobo tenía ojos brillantes como estrellas, un hocico negro como la noche y unos dientes afilados como espadas.El mago explicó:- Las personas del pueblo os tienen miedo y quieren que os marchéis a otra parte.

Los lobos nunca habían pensado vivir en otro sitio, y preguntaron:-¿A dónde podríamos ir?

El mago agitó su varita y, al instante, apareció en la plaza un montón de libros.- En estos cuentos hacen falta lobos - explicó el mago.

Los lobos miraron los cuentos con interés y cada lobo eligió uno.- Yo iré al cuento de caperucita - dijo un lobo que era muy goloso.

- A mí me gustaría asustar a los cerditos - dijo otro lobo que no paraba de resoplar.

- Yo iré al bosque de los siete cabritillas - anunció un lobo que quería tener las patas blancas como la nieve.

Otros anunciaron que se quedarían a vivir en el bosque pero que no bajarían al pueblo.Al amanecer, apenas quedaban los lobos feroces en el pueblo porque casi todos se habían ido al mundo de los cuentos.

En el castillo se celebraron grandes fiestas durante siete noches seguidas y el circo hizo varias representaciones. Cuando el circo se marchó, una niña encontró la varita del mago entre unas flores. La niña decidió guardarla.

Cuando terminó el cuento, la abuela Candela agitó la varita y a todos los niños les pareció escuchar el sonido de los cascabeles y las campanas que anunciaban la llegada del circo.Los niños entonces preguntaron:- Abuela Candela, ¿conociste tú al mago cuando ibas a la escuela?La abuela no respondió, sólo sonrió y guiñó un ojo.