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1. Culturas y Paradigmas de Infancia1
Si se revisa escuetamente la historia de la infancia uno se da cuenta que ésta es la historia
de su control social y exclusión, “las sociedades en el tiempo y la geografía han producido
y reproducido culturas negadoras de niños y niñas2 como personas a fortiori”, es decir a
futuro (Revista NATs, IFEJANTS 2005: 193).
Desde el criterio de quién escribe este documento, el imaginario social de la sociedad a lo
largo de la historia ha vivido con, y ha sentido a la infancia de diversas formas, las mismas
que coinciden en su postergación y exclusión social. Alejandro Cussianovich uno de los
gestores de los primeros movimientos de niños, niñas y adolescentes trabajadores en 1976
en Perú y autor bastante reconocido en materia de infancia y protagonismo resume la
historia de la infancia en cinco tendencias conceptuales y prácticas (Idem: 195).
La primera tendencia es la cultura de la Propiedad, las personas creían que el niño y
niña eran absoluta propiedad de la mamá y papá pues nacieron de ellos y se deben a ellos.
Para esta cultura la violencia familiar es totalmente justificable en la afirmación “es mi hijo
y tengo derecho a pegarle”. El resto de la sociedad no era responsable si algo malo le
sucedía a las niñas y niños, por ejemplo: quedarse huérfano.
¿Cómo es en tu comunidad?
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1 Documento preparado para el 2do taller de formación de jóvenes líderes guaranís, en base a la tesis de grado “la organización como espacio alternativo de formación” pag. 40-55.Lic. Susata Cordero Sandoval, licenciada en Ciencias de la Educación, especialidad en protagonismo de niñas, niños y adolescentes.2 En este documento cuando se habla de niños, niñas se hace referencia a las personas comprendidas entre 0 y 18 años.
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Una segunda tendencia es la Cultura de la grandeza potencial donde el niño es visto
como grandeza potencial o como futuro. Las consecuencias prácticas de esta visión en lo
social, político y pedagógico son la participación diferida a la de los adultos dentro las
decisiones político-sociales y la naturalización de la “moratoria social”, desde la que el
derecho a participar y decidir es concedido solo y únicamente cuando llegan a ser adultos,
es decir cuando alcanzan la mayoría de edad, en el caso de Bolivia a los 18 años.
Los espacios en los que el niño participa solo llegan a ser espacios de preparación para una
participación democrática en el futuro.
¿Cómo es en tu comunidad? ¿a qué edad o cumpliendo qué requisito un joven es
considerado apto para participar activamente en la tëta?
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La Cultura de la peligrosidad – tercera tendencia- se ha visto reforzada por el incremento
de la violencia callejera juvenil, adolescente y hasta infantil en Latinoamérica y Bolivia.
Incluso jóvenes con cortes de cabello diferente, colores extravagantes, ropa diferente
todavía son considerados peligrosos en algunas unidades educativas en la ciudad.
Este hecho ha llevado a la sociedad claramente autoritaria y penalizadora a pedir la
reducción de edad de la imputabilidad, es decir que adolescentes de 16 años que hayan
cometido delitos pueden ser juzgados y llevados a la cárcel. Lo cual es contradictorio en sí
mismo siendo considerados todavía niños para ejercer algunos derechos ¿ya son
suficientemente maduros para pagar penas judiciales?
Para esta cultura la participación solo es posible bajo estricto control y para quienes
cumplen con el “ideal de niño, adolescente” es necesario programas de prevención o de
“rehabilitación” ó la creación de centros para menores infractores como todavía tienen los
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SEDEGES.
¿Crees que esta cultura está presente en algunas personas que viven en tu comunidad?
¿cómo se manifiesta? ¿cómo es en tu unidad educativa?
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La cuarta tendencia es la cultura de la privatización, desde donde se legitima el
ocultamiento social de la niñez como actor individual y colectivo, así la sociedad no solo
catapulta a la niñez sino que le priva de la experiencia equilibrada de lo público y privado.
Esta tendencia se ve reforzada por la producción comercial que ve a la niñez como
consumidores cautivos y publicita a través de medios de comunicación masiva a niños
rubios y blancos que solo se preocupan por la comida sabrosa, que desean hamburguesas,
viven para ensuciarse o que su rebeldía se expresa en consumir un dulce ¿será bom-bom-
bum o boca loca? Ejemplos que suenan a sarcasmo pero que se solidarizan con la
afirmación de Schibotto sobre los medios de comunicación masiva como una fuente
importante de construcción, consolidación y difusión de tal visión de niñez, que muestran
que estos “niños rubios que juegan en casas lindas (…) tendrían como única preocupación
la marca del chocolate que van a comer” (Torres, Chauca, Cremaschi, Shibotto y
Cussiánovich 1988:103).
Por otro lado esta cultura tiende a reducir la participación a un ejercicio de laboratorio, lo
que es notable en el siguiente texto donde se afirma que “la escuela debe ser una
preparación para la participación democrática futura en la sociedad” sugiriendo “prácticas
ya experimentadas como elaboración de cartas a la comunidad escolar, creación de
parlamentos de alumnos, juegos de simulación de instituciones democráticas, diarios
escolares” (Dellors 1996: 66).
Esta cultura es visible en tu comunidad?, Como crees que ha incluido la televisión, radio e
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internet en la participación de los jóvenes?
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¿Cómo se da la participación en tu unidad educativa? Si es que se da
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Y por último está la cultura de la Prescindibilidad en la que se prescinde de los niños
como actores sociales para tomar decisiones que los afectarán, responde a una visión
colonial donde los grandes y superiores - patrón, adulto - deciden por los otros que son
considerados incapaces y manipulables – indígena, niño. Esta tendencia se ve reforzada
por una visión que naturaliza la concentración de poder que tienen los adultos.
¿en tu comunidad quiénes tienen la obligación de participar en las asambleas?
¿Has asistido a alguna asamblea de tu comunidad o capitanía, te permitieron participar?
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¿en tu familia te toman en cuenta para tomar las decisiones que afectarán a la familia?
¿qué responsabilidades debes cumplir en tu familia que aportan al bien común?
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La descripción de las culturas precedentes, como bien explica Cussianovich, “no significa
que correspondan exclusivamente a períodos de tiempos precisos, ni que se hayan dado
como forma exclusiva y dominante. Podríamos decir que trascienden cronologías,
geografías y coexisten con otros acentos y corrientes incluso antagónicos” y prosigue
resaltando que “tenemos que reconocer que los cinco paradigmas señalados para la infancia
son otras tantas expresiones de cultura de exclusión” (Revista NATs, 2005: 198).
Así no obstante no hay duda de que tales culturas a la larga crean una autoimagen de
insignificancia social en la infancia y por qué no de autocensura cuando ellos se ven
motivados a participar socialmente ó intervienen más allá de los límites creados por la
sociedad adultocéntrica.
1.1. Paradigmas de Infancia:
Paradigma es un modelo o patrón fundamental aceptado por un grupo o sociedad, que
determina su visión de vida y postula teorías en torno a sectores específicos. En la Historia
también se han construido tres paradigmas sobre la infancia que, según Cussianovich, son:
el paradigma de la peligrosidad o situación irregular, el Paradigma de la protección integral
y promoción del protagonismo integral (Cussianovich, 1997: 13-14).
El Paradigma de la situación irregular o de la peligrosidad, que para Jaramillo puede ser
también llamada como Doctrina correccionalista, la misma que “considera al niño como
objeto de intervención, menor, inferior, ser disminuido, peligroso, excluible, por tanto su
tratamiento debe ser mediante la institucionalización, con regímenes cerrados
jerarquizados, con la privación de la libertad y medidas socioeducativas de corte
autoritario” (Jaramillo, 2004: 59). De ahí que se crean los reformatorios o centros de
rehabilitación y de este paradigma “se nutre el correccionalismo y la educación que forma
buenos súbditos” como precisa Cussianovich (1997:14).
Así se concibe al niño, niña desde sus carencias, es quién no piensa, no sabe lo que es
mejor para sí, por lo mismo, los adultos deben decidir por él y debe permanecer en la
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escuela. En palabras de Cussianovich, si se sale del modelo de niño, niña, por su
condición de pobre, es considerado peligroso, excluible, objeto de intervención (Ibid: 14).
El niño es quién se prepara para la vida, es futuro del país y mientras no llegue su
maduración es marginado y excluido de las decisiones de los adultos. De esta manera se lo
mira potencialmente, como lo que puede llegar a ser en el futuro, negando sus capacidades
presentes.
Un segundo paradigma es el de la Protección Integral que nace con la firma de la
Convención de los Derechos del Niño en 1989, que define como niño-niña a toda persona
menor de 18 años y reconociéndolo como sujeto de derechos.
Se debe destacar que la Convención da vía libre a la participación, al reconocer el derecho a
la opinión y libre asociación en sus artículos 12 y 15; lo que “tiene gruesas implicancias
prácticas (…) se trata no solo de permitir que opinen o de reconocer que deben opinar, sino
fundamentalmente que su opinión debe ser tomada en cuenta” (Ibid: 40). Por otro lado, y
no por eso menos importante, la sociedad debe tomar decisiones considerando el “interés
superior” del niño planteado en el artículo 3 inciso 1 de dicha Convención.
Podría decirse que este paradigma concibe a la infancia como privatizada, es decir la ubica
en el ámbito privado de la familia, así ve al niño desde su especificidad, particularidad,
individualizándolo y separándolo de la multitud de infantes, en este sentido no enfatiza la
actoría social de los niños (Cussianovich, 1997: 44).
En 1970 emerge desde Latinoamérica el paradigma de la promoción del Protagonismo
Integral, éste concibe a los niños no solo como sujetos de derechos sino también como
actores políticos y sociales con capacidad de organizarse, con propias demandas y
propuestas generacionales.
Cussianovich elabora una gráfico muy didáctico donde explica que tal paradigma ya no ve
al niño, niña sólo como seres individuales sino que los ubica en lo público reconociéndolos
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como un fenómeno social ya que son muchos los que entran en la categoría de infancia.
Además todos son sujetos de derecho y al serlo devienen también en actores políticos
(Ibid: 67).
El autor indica que los fundamentos de este paradigma son: el reconocimiento de la
condición de personas con dignidad e igualdad, la esenciabilidad de ser sujeto social, la
educabilidad de todo ser humano, la responsabilidad como condición de libertad, y el
interés superior del niño (Ibid: 62).
Para quién escribe, el ejercicio real del protagonismo se da entonces desde la participación
en una organización social donde las relaciones entre adultos-niños se viven en igualdad de
condiciones, cada uno desde su rol y respetando el bagaje de experiencia propio de cada
generación.
¿Crees que es posible que los jóvenes guaranís puedan participar en la APG asumiendo
responsabilidades dentro alguna cartera?¿por qué?, ¿te gustaría ser parte de la APG?
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Hasta aquí se presentó una breve explicación sobre las culturas y paradigmas de infancia
dado que es desde esta reflexión-comprensión de invisibilización histórica y discriminación
etárea que los movimientos de NATs demandan ser escuchados y que sus propuestas sean
tomadas en cuenta en la agenda gubernamental.
Del mismo modo los y las adultas, al sentirse interpelados por este discurso, optaron por
hacer la diferencia asumiendo actitudes que propicien relaciones horizontales y fraternas
dentro el movimiento de Niños, niñas y adolescentes organizados.
¿qué podrías hacer tú para responder a la confianza que los adultos de tu comunidad,
maestros, padres, te han brindado para venir a capacitarte a Arakuaarenda?
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Con estos argumentos aún algunos podrían seguir pensando que esta comprensión de las
culturas y paradigmas de infancia quedan fuera del contexto andino-amazónico, claro está
podrían recuperarse las experiencias de relaciones adulto-niño en las sociedades quechua y
aymaras por ejemplo, que es lo que veremos más adelante como paradigma emergente o
comunitario.
En el caso guaraní no todos los jóvenes se quedan permanentemente en su comunidad,
sabemos que muchos viajan en vacaciones a trabajar perméandose accidental o
voluntariamente de culturas citadinas. Sabemos también que familias enteres migran por
temporadas a la zafra donde prevalecen relaciones patrón – peon, donde se paga solo a los
adultos y no a los jóvenes y estos últimos son considerados ciudadanos de segunda. Así es
probable que los jóvenes se hayan permeado de una cultura de discriminación y exclusión,
tristemente aprehendida de los colonizadores; una discriminación del blanco al que no es
blanco, del rico al pobre, del hombre a la mujer, del citadino al indígena y del adulto al
niño.
¿tú qué opinas? ¿Qué sucede con tus amigas y amigos cuando han viajado a la ciudad?
¿cómo regresan?
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¿Qué sucede con los que has permanecido en la comunidad?
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¿Cómo crees que debería ser el joven, más allá de que haya tenido relación o no con la
ciudad?
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2. Participación Protagónica
En el diccionario Larousse se encuentra que la palabra participación etimológicamente
proviene del latín participatio y parte capere, que significa tomar parte. Las autoras del
libro “de la participación al protagonismo infantil” afirman que a través de la participación
compartimos con los otros miembros del grupo decisiones que tienen que ver con nuestra
propia vida y la de la sociedad a la que pertenecemos” (Alfageme, Cantos, Martínez,
2003:35).
La Agencia de Cooperación Save the Children define participación, desde la experiencia de
las co-partes a las que financia, para manejar un mismo concepto que guíe las acciones
institucionales dirigidas al logro de resultados:
Participación de niños y niñas es el proceso que los y las lleva a involucrarse en las
decisiones que les afectan y que tienen un impacto en las comunidades donde viven. Para
que la participación sea genuina y efectiva, se debe escuchar a los niños y niñas y se debe
respetar sus opiniones y cómo deciden que las van a expresar. Involucra reconocer y nutrir
sus fortalezas, intereses y destrezas brindándoles oportunidades significativas para
contribuir a su propio desarrollo y al de otro niños y niñas, su familia y sus comunidades”
(Save the Children, 2004: 9).
Según Cussianovich la participación es un derecho connatural a la persona, sobre el cual la
convención de los derechos del niño - como se explicó en los paradigmas de infancia -
sentó precedentes al reconocer en el artículo 12 el derecho del niño, niña a expresar su
opinión y ser escuchado, el artículo 13 sobre la libertad de expresión en los asuntos que lo
afecten, el artículo 14 sobre la obligación del estado a respetar el derecho del niño a la
libertad de pensamiento, conciencia y de religión y el artículo 15 sobre la libertad de
asociación.
En esta investigación se entiende por participación: el ser parte activa con toma de
decisiones en un proceso o interacción social, capacidad que se va desarrollando y
evoluciona conforme uno va adquiriendo experiencia y madurez. Participar no sólo tiene
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que ver con cuántos años tiene la niña o niño, están otros factores que sin duda influyen en
la forma y grado de participación como ser la cultura, clase, género, etc.
Piensa: ¿Cómo participan ustedes los jóvenes en la comunidad
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2.1. Implicaciones de la Participación de niños, niñas y adolescentes
La participación según Gaytan incrementa la cuota de poder, es el ejercicio real de un
poder que garantiza la legitimidad e incidencia social.
Según Manfred Liebel un valor principal de la participación es la libertad, quiere decir que
el accionar personal, social y político debe responder a la decisión propia. Se debe
considerar sin embargo la imprescindibilidad de condiciones mínimas para el ejercicio
pleno de la libertad de participar.
La participación es la forma en que se concretiza el protagonismo. Así según Cussianovich
“no se trata de un “fin final”, sino de un fin instrumental para la consecución de otros
derechos”, los otros derechos que son vulnerados socialmente como sostiene Baratta:
“es el ejercicio de los derechos políticos y de participación lo que condiciona y garantiza
todos los demás derechos. Sin tener voz y acceso en el proceso de información, de
comunicación, de decisión, en todas las esferas de la vida de la sociedad civil y del Estado,
los sujetos y los grupos no podrían ejercer, en concreto, la necesaria influencia sobre las
condiciones de las cuales el ejercicio de sus derechos civiles, económicos, sociales y
culturales” (citado en Alfageme, Cantos, Martínez, 2003: 34).
Cussianovich deja muy claro el principio básico de que no hay protagonismo sin
participación, lo que no quiere decir que toda participación sea protagónica. Es decir se
puede participar como oyente en una reunión o como sistematizador, sin influir de ninguna
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forma en esta; otra muy distinta es cuando se opina y se es parte de la toma de decisiones,
de esta forma se ejerce el protagonismo.
Así para quién escribe, participar es hacerse persona o “jaqi”3, es pasar de la existencia
individual a la existencia social, existir para los otros.
¿En tu comunidad, en qué momento una persona es considerada capaz de tomar decisiones
por sí misma o de participar en las asambleas u otra organización de la comunidad?
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¿hay algún denominativo para esta persona?
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2.1.1. Relaciones de Poder
Hablar de participación de niños y adolescentes trabajadores ineluctablemente nos lleva a
cuestionar las relaciones de poder y más aún la subordinación de los niños y adolescentes
sobre lo que es adulto, aceptado socialmente por la mayoría.
En este sentido Gaitán plantea la necesidad de “una revisión crítica de los roles en el
interior de la sociedad, redefiniendo las relaciones de poder que se dan producto de la
discriminación basada en criterios de edad. Esto significa que las relaciones asimétricas
que se establecen al interior de una comunidad no deben ser comprendidas como
“naturales” y por tanto inmodificables, sino como construidas culturalmente y por tanto
permeables al diálogo y la reflexión conjuntamente” (citado en Alfageme, Cantos,
Martínez, 2003: 49).
3 Jaq’i = es la traducción aymara de “persona”
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Ahora bien un mayor grado de participación e involucramiento de niños, niñas en las
decisiones institucionales (proyectos, centros), tiende a provocar un recurrente temor en los
adultos, temor a perder autoridad y respeto generando en ellos actitudes defensivas y de
resistencia.
Tómese en cuenta que cuando se expresa que la participación infantil implica el ejercicio
del poder, no se refiere aquí a un poder politizado, autoritario y verticalista, habida cuenta
de que éste “está básicamente relacionado con la violencia y la fuerza ejercida sobre los
indefensos” (Perez, 2009). Por el contrario es “un ejercicio de poder como capacidad,
como un reconocimiento personal subjetivo de poder hacer algo: pensar, actuar, participar
en la toma de decisiones, definir qué y cómo, asumir retos, trabajar juntos en relaciones
horizontales, reconocer su habilidades y capacidades” (Arnillas, Pauccar, 2006: 16).
Como continúan las autoras más adelante “este poder no se conquista arrebatándoselo a
otro, es un poder que se construye con el incremento de la capacidad para ejercerlo, en el
marco de relaciones horizontales” (Ibid: 17).
Existe la tendencia social de pensar en el poder como algo finito, por el que se debe
competir y luchar, un poder centralizado que solo poseen algunos privilegiados o avivados.
Sin embargo, habría que repensar el poder como algo natural y como diría Foucoult “que
está presente”, incluso en nuestras relaciones cotidianas, pensar en el poder como algo
infinito que no se reduce al compartirlo sino que se incrementa.
Hablar de participación infantil implica entonces repensar las relaciones adulto-niño, niña
re-pensar el rol del adulto/Colaborador y del niño, niña. Develar el mito de que el adulto
siempre tiene la razón, de que tiene derecho a tomar sus decisiones, incluso por sus hijos,
por la niñez. Supone descentralizar el poder que históricamente a estado en manos de los
adultos, ya sean estos europeos, burgueses, varones, no indígenas y devolverle este derecho
a la infancia reconociendo su capacidad para aportar soluciones creativas, asumir
responsabilidades y aportar a su comunidad. Requiere también reconocer en el adulto el
derecho a equivocarse, de no tener todas las respuestas.
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2.2. Una Habilidad en desarrollo
Participación es una capacidad que se desarrolla poco a poco, ésta evoluciona, así como con
los movimientos del cuerpo de un recién nacido, primero desarrolla su motricidad gruesa,
que refiere a los movimientos bruscos y grandes, y sólo entonces desarrolla la motricidad
fina con la cual puede aprehender objetos delicados y pequeños como una aguja; recuérdese
tan sólo como aprende el ser humano a caminar ó hablar.
Así también sucede cuando los niños empiezan a ejercer su derecho a participar y discentir
de los adultos, esto no debe asustar, es solo un momento más del proceso de afianzamiento
de la capacidad de participar.
Por lo mismo, no deja de sorprender como algunos adultos se sienten intimidados o
amenazados por la participación de los niños, niñas y adolescentes (Arnillas, Pauccar,
2006), es cierto que al principio algunos de ellos pueden tener actitudes contestarías
exageradas, que suelen ignorar por completo las recomendaciones del adulto, lo que hace
de este proceso una tarea difícil para el Colaborador o adulto que lo acompaña.
2.3. Niveles de participación
Como ya apunte líneas atrás el grado de participación dependerá de varios factores como la
maduración, cultura, contexto, genero, clase, edad.
Roger Hart (en Liebel 1994: 126) diseñó un modelo en el cual identifica ocho niveles de
participación que van desde la manipulación y el simbolismo hasta una participación
autentica y genuina.
Los primeros tres niveles son aparentes, por lo que se los califica de no participación: 1)
Manipulación, 2) Decoración, 3) Participación simbólica. En todos estos niveles los niños
son movilizados por los adultos en actividades con un determinado fin, sin que ellos tengan
una influencia real en los resultados de dichas actividades.
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Los niveles posteriores son: 4) Asignados pero informados, 5) Consultados e informados,
6) Decisiones iniciadas por los adultos y compartidas por los niños, 7) Iniciadas y dirigidas
por los niños, 8) Iniciadas por los niños y decisiones compartidas con los adultos.
Para Hart en estos niveles se inicia la verdadera participación, que va desde la información
hasta el papel significativo en la elaboración de las propuestas y la toma de decisiones.
Para comprender mejor este modelo se presenta a continuación un gráfico tomado del libro
“de la participación al protagonismo”, donde analizan dicho modelo:
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Gráfico Nº 3: Niveles de ParticipaciónFuente: Alfageme, Cantos, Martínez, 2003: 41
Alfageme, Cantos y Martínez reflexionan sobre la teoría de Hart afirmando: “habla de
participación cívica y no de su defensa de participación en procedimientos legales” (2003:
40), lo que se puede entender es que si bien los niños, niñas y adolescentes toman
decisiones compartidas estas no necesariamente son respecto a temas de incidencia en
políticas que los afecten como grupo social y generacional.
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PROTOS antes de GONIMOS Fecundo
PROTAS a favor de Productivo
por delante de generativo
en vez de
Por otro lado la participación no es un proceso lineal, ni mucho menos etapista como Hart
pretende que se entienda, sin embargo se debe reconocer la distinción que hace el autor de
lo que es y no es participación como un criterio de análisis para la investigación.
Ahora bien la participación, para esta investigación, es una capacidad que se desarrolla
como parte de un proceso que incluye avances y retrocesos. Además se parte del
entendido de que el ejercicio real de la participación protagónica se da sólo cuando las
acciones son iniciadas por niños, niñas y compartidas con adultos, y cuando éstas
inevitablemente inciden en políticas institucionales, gubernamentales ya sea en el nivel
local, municipal ó nacional.
2.4. Protagonismo
El protagonismo por sus raíces griegas es un término más completo que deriva
etimológicamente de:
Cussianovich desde la experiencia de apoyo a los movimientos de niños, niñas y
adolescentes trabajadores define protagonismo:
“como el deber de llegar a ser lo que somos como seres humanos con dignidad, con
individualidad, con pertenencia a un colectivo mayor, con identidad propia y propositiva,
con absoluta valoración y respeto por el otro, con saber ser y vivir con los demás”
(Cussinovich 2005:198a).
Se entiende por protagonismo entonces, el ser actor social dentro la propia realidad,
tomando acciones para reivindicar los derechos negados. No se puede ser protagonista
“solo”, sino se es protagonista actuando dentro una organización con fines claros de
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cambio social.
Esta es una de las diferencias con el líder, que es la persona identificada por todos como el
“capo”, el que sabe todo y que guía a las demás personas. Se puede ser líder - incluso si se
es democrático - de un grupo de baile, de música, de un grupo cultural, sin ser
necesariamente protagonista.
El protagonismo en cambio, sea desde el espacio que se ejerza, el arte, la música, la danza,
la política, no pierde su carisma claramente transformador, pues mira la realidad
críticamente y actúa para cambiarla organizada y políticamente.
Para quién escribe esta tesis, el protagonismo es el nivel mayor de participación activa y
comprometida con el diseño, ejecución y evaluación de una iniciativa u organización donde
se ejerce la actoría social desde la solidaridad con los otros, promocionando el
protagonismo de los otros y otras sin invisibilizar, claro está, a otros grupos o sectores.
Es indiscutible además, que todos nacen con la capacidad de ser protagonistas sin embargo
ésta se va desarrollando y aprendiendo, como se aprende a hablar o caminar, y se aprende
no solos sino en comunidad.
Es suma, “ser protagonista” es una condición humana desde la cual es inaceptable cualquier
forma de degradación de la dignidad humana.
Hasta aquí ¿qué entiendes por participación protagónica?
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2.4.1. Características de la Personalidad protagónica:
El protagonismo tiene una riqueza mayor de dimensiones articuladas. Del ser protagonistas
emanan ciertas características infaltables que constituyen a la personalidad protagónica,
según Cussianovich (1997:16b) tales características son:
- Poder: El niño, niña y adolescente redistribuye el poder de forma igualitaria y
horizontal entre niñ@-niñ@ y entre adulto-niñ@, no concibe la centralización del
mismo.
- Dignidad: Se valora y respeta a si mismo y a sus pares como niños, niñas trabajadores
pertenecientes al sector obrero.
- Iniciativa: no espera a que los otros le digan lo que es necesario hacer sino que toma
acciones voluntariamente y motiva con humildad a otros compañeros a hacerlo.
- Excelencia: No se conforma con hacer lo que le piden, simplemente organizar la
actividad sino que procura que esta se desarrolle lo mejor posible, así busca la
trascendencia “ir más allá de lo que los demás esperan de él o ella”
- tener responsabilidad: cumple con lo acordado en la organización, sin desentenderse y
asumiendo las consecuencias de sus decisiones.
- Arrimar el hombro: se solidariza con el otro y otra que lo necesita, no solo con
palabras de aliento sino con acciones colectivas.
- Punto de encuentro: es una persona que en sus relaciones personales buscan consensos
más que imponer ideas particulares, así es un punto de unidad en el grupo más que de
separación.
- Lucha: el NATs se resiste a aceptar las condiciones de exclusión, discriminación y
pobrezas en las que vive y no pierde la esperanza de modificarlas a través de su
organización.
Se retoman estas características ya que son parte de los principios con los cuales
Colaboradores y NATs más antiguos van formando a los miembros de la organización,
habida cuenta de que en el movimiento no se habla tanto de formar líderes sino
protagonistas.
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2.4.2. Dimensiones del Protagonismo:
Marco Bazán habla de dimensiones del pensamiento Protagónico (2003: 76) lo que para
fines de esta investigación es importante señalar, ya que ayuda a comprender integralmente
el concepto del protagonismo sin soslayar su dimensión política, estas dimensiones son: la
intra-personal, inter-personal y supra-personal.
Con todo lo expuesto y el aporte que hace Bazán se puede afirmar que el desarrollo de la
personalidad protagónica no puede estancarse o conformarse con el desarrollo intra-
personal y afectivo, sino que debe buscar el desarrollo inter-personal desarrollando un
pensamiento crítico, de manera activa y autónoma. Así el joven, adolescente y niño se
organiza dentro su barrio, centro, institución y/o escuela participando activamente en su
contexto cercano y respondiendo a sus necesidades como grupo específico.
La meta es llegar a la acción supra-personal donde los jóvenes, adolescentes y niños
organizados actúan estratégicamente como movimiento para transformar la realidad de
exclusión, postergación y subordinación no solo de su grupo barrial sino de ellos como
sector, como generación.
Así la organización de ellos y ellas tiene una posición política y propias demandas
generacionales, tienen además, la capacidad de hacer alianzas con otros movimientos y
organizaciones para alcanzar sus fines.
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