Derecho a la vida Derecho a la libertad · La señora Justicia recibe un regalo excepcional CUENTO...

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Derecho a la vida

Derecho a la libertad

COMITÉ CIENTÍFICO

Director

Magistrado Francisco Javier Mendoza Torres Presidente del Tribunal Superior de Justicia

y del Consejo de la Judicatura del Estado de Nuevo León

Consejo Editorial

Dr. Hugo Alejandro Campos CantúLic. Juan Pablo Raigosa Treviño

Lic. José Antonio Gutiérrez FloresLic. Pedro Cisneros Santillán

Consejeros de la Judicatura del Estado de Nuevo León

Coordinadores de edición y publicación

Dra. Jaanay Sibaja NavaLic. Joaquín Hernández Pérez

Lic. Leonardo Marrufo Lara

Diseño e Ilustración

Lic. Cecilia Elvira Arellano Luna

Se autoriza la reproducción total o parcial del contenido de la presente obra.

Primera edición: Abril 2019D.R. © Consejo de la Judicatura

del Estado de Nuevo León15 de Mayo 423 Oriente

Entre Escobedo y Emilio CarranzaZona Centro Monterrey,

Nuevo LeónMéxico, C.P. 64000

Impreso y hecho en México.

Lic. Roberto Carlos Alcocer de LeónSecretario General de Acuerdos y del Pleno del

Consejo de la Judicatura

Índice

CUENTO 1

Alejandrito y su perro Justiciero

CUENTO 2

La señora Justicia recibe un regalo excepcional

CUENTO 3

Los derechos de los niños compiten en la escuela

CUENTO 4

Un cuento para mamá

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J

Alejandrito es un niño muy inteligente y curioso. Le gusta mucho leer y siempre está haciendo preguntas. En su casa hay un lugar muy especial que sus padres han preparado con mucho esfuerzo. Ese pequeño lugar se llama “Biblioteca familiar”. Ahí, con frecuencia, encuentra a su papá y a su mamá estudiando.

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Alejandrito sabe que antes de salir a jugar tiene que entrar a la biblioteca a leer; para él es un lugar mágico y uno de sus lugares favoritos.

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Con solo entrar y mirar desde la puerta se figura que los libros, formados desde el más grande hasta el más pequeño, son como soldaditos que marchan a la guerra.

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En una ocasión leyó que una persona acusaba injustamente a otra, lo que lo dejó un poco confundido.

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Una tarde, caminando con su padre en el campo, le preguntó: “Papi, ¿qué es la justicia?”

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J

Su padre se sorprendió con la pregunta, y no

sabiendo cómo responder, le dijo: “Mira, hijo, es como Justiciero,

nuestro perro”.

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- ¿Como nuestro perroJusticiero?, no entiendo

papá - respondió Alejandrito.

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- Verás, hijo, - dijo su padre-, te explicaré. Si algún extraño entra en nuestra casa a robar por la noche,

Justiciero lo desconoce y ladra.

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Si intenta atacar a nuestro perro,

Justiciero lo muerde.

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j

Y si corre, Justiciero lo persigue, y no importa cuánto huya, Justiciero

siempre lo alcanza.

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- O sea que - continuó su padre - la justiciadesconoce al que obra mal; está porencima de todos; y no importa cuántotraten de escapar, la justicia siempre losalcanza.

- Ummmm - ya entiendo papá.13

J

- Y además, cuando Justiciero nosdefiende, lo hace de todos por igual, nohace distinción; quien sea que quierahacernos daño, él lo atacará. Y además,nunca duerme en los momentos en quedebe velar.

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- Entonces, la justicia es para todos ysiempre está alerta ¿verdad, papá? -respondió Alejandrito.

- Así es, hijo, así es; y también sepreocupa por dar a cada quien lo quele corresponde. - añadió el padre.

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- Papá, cuando yo sea grandetrabajaré para que haya unJusticiero en cada casa.

- Bueno, quizá lo mejor es quehaya una sola justicia en todo elpueblo, ¿no crees, Alejandrito? -sentenció su padre.

Alejandrito se quedó un momento pensativo y después concluyó: - Sí, eso me parece que es lo mejor.

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Alejandrito siguió leyendo, observando y estudiando mucho. Cuando se convirtió en un jovencito se dedicó al estudio de las leyes porque consideraba que era un magnífico camino para defender sus derechos, pero, sobre todo, el de los demás.

Más tarde, gracias a su conocimiento y amor por las leyes, se convirtió en maestro de derecho.

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Tiempo después, al organizarse la vida

institucional del estado, se

estableció el Tribunal Superior

de Justicia; la casa donde habita la

justicia, tal como Alejandrito lo había

anhelado.

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Hace muchos años una señora llamada Justicia eligió al Tribunal Superior de Justicia de Nuevo León como lugar de su morada. Allí se le veía con frecuencia pasearse de un lado a otro, con agitación, con esmero y con la constante preocupación de juzgar con rectitud.

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En cierta ocasión, Alejandrito la miró más preocupada que de costumbre, cabizbaja y se alarmó.

- Señora Justicia - le dijo -,la he estado observando y la noto muy intranquila.¿Qué le pasa?

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—Verás, Alejandrito —respondió la señora Justicia—, hace muchos años que vivo aquí, rodeada de hermosas y magníficas montañas. Con el tiempo mi lugar de residencia ha cambiado constantemente, hasta que he venido a habitar en este espléndido Tribunal.

—En todo este tiempo he dado lo mejor de mí. Aquí me ves con mi atuendo blanco y resplandeciente. Pero aun así, hoy siento que me invade el desánimo.

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—No tiene nada de qué estar preocupada, señora Justicia, yo soy testigo de lo esmerada que ha sido —dijo Alejandrito—, y tampoco tiene por qué sentirse desanimada. Nunca ha faltado a una cita con su deber, ni su balanza se ha inclinado jamás del lado del error.

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—Gracias, Alejandrito —continuó la señora Justicia. Pero con los años, la población ha crecido tanto que temo no llegar a todos por igual. Quiero que me puedan ver también en las casas, en los edificios, en cualquier oficina de esta enorme y moderna ciudad. Debo ser rápida y libre, sino ¿cómo podré seguir siendo justa?

-Alejandrito se quedó preocupado.

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Sabía del peligro de que tan espléndida dama viviera desanimada. Se quedó pensando cómo podía ayudar a su amiga. De repente, su rostro se iluminó; se le había ocurrido una gran idea.

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ExpedienteJudicial

Llegó el día memorable, y Alejandrito condujo a la señora Justicia hasta un gran salón dentro del Tribunal. Había en el centro una mesa, y sobre ella una enorme computadora. En la pantalla del monitor podía leerse en letras grandes:

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El rostro de la señora Justicia se iluminó al observar el obsequio. Sin saber en qué consistía aún, supo de inmediato lo oportuno de aquel presente.

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—Este es un gran paso en el aprovechamiento de las nuevas tecnologías —dijo el presidente del Tribunal—. El “Tribunal Virtual”, señora Justicia, es un moderno portal en Internet en el que el ciudadano podrá consultar desde su hogar, oficina o cualquier otro lugar del mundo –mediante su computadora o celular–, los acuerdos, promociones y expedientes de sus procesos. Con esto su presencia entre nosotros estará asegurada.

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Alejandrito también abandonó la sala. Por el pasillo del Tribunal pudo observar a la señora Justicia que caminaba fortalecida, segura, y con la convicción firme y constante de dar a cada quien lo suyo. 33

Derecho a la libertad

Derecho a la vida

Derecho a expresar sus ideas

Derecho a laprotecciOn contra la

explotacion infantil

Derecho a una familia

Derechos de los niños

— Hoy tendremos nuestra clase especial acerca de los derechos de los niños. ¿Ustedes saben cuáles son? — preguntó la maestra en el salón de clases.

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Los niños, extrañados, miraron

a la maestra y se miraban entre sí,

pero no supieron qué responder.

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Aviso: Traer mañanaropa deportiva

La maestra, preocupada porque los niños no sabían cuáles eran sus derechos, pensó en realizar una actividad que a todos ellos les encantaría. Así que, de inmediato, les dio un adelanto de lo que vendría.

—Mañana —informó la maestra a sus alumnos— participarán en una competencia deportiva. Así que vengan preparados porque será muy divertida y emocionante. 39

Bienvenidos

Al día siguiente los niños y las niñas del grupo llegaron al salón de clases muy inquietos por la convocatoria del día anterior. Momentos después la maestra entró al salón, saludó y les dio la bienvenida a un día que cambiaría sus vidas.

Con impaciencia, uno de sus alumnos dijo a la maestra: “Maestra, hemos venido listos para la competencia que nos prometió, trajimos nuestros tenis y también nuestra ropa deportiva”.40

La educadora se sorprendió al ver la emoción retratada en las caritas de los niños y niñas, inocentes como una página en blanco. Se hubiera sentido muy mal de no haberse preparado ella también. Así que solo tuvo tiempo de decir: “Bien, entonces salgamos al patio”.

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Derecho a la vida

Derecho a jugar

Derecho a la libertad

Derecho a expresar sus ideas

Derecho a una familia

Derecho a la alimentacion

y la nutricion

Derecho a la salud

1. 2.3.

4.

5.

6. 7.

8.Derecho a la protecciOn contra la

explotacion infantil

Allí les mostró ocho costales de tela tendidos en el pasto en los que había escrito, en distintos colores, con letras grandes, los derechos de los niños y de las niñas. En ellos se leía:

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Derecho a la libertad

Derecho a la vida

Derecho a expresar sus ideas

Derecho a la protecciOn contra la

explotacion infantil

—Jugaremos carrera de costales —dijo la maestra—, y los tres primeros de cada grupo recibirán un premio. Los niños aplaudieron y se emocionaron aún más.

Derecho a una familia

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Colocaron la línea de salida y la línea de meta. Los ocho primeros competidores se formaron y arrancó la competencia.

Derecho a la vida

Derecho a la libertad Salida

Derecho a jugar

Derecho a expresar sus ideas

Derecho a la protecciOn contra la

explotacion infantil

Derecho a la salud

Derecho a la alimentacion

y la nutricion

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Derecho a la vida

Derecho a la libertad

El “derecho a la vida” tomó la delantera, pero no por mucho porque pronto fue alcanzado por el “derecho a la libertad”.

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Derecho a una familia Derecho a la

protecciOn contra la

explotacion infantil

El “derecho a la familia” no se separaba ni un centímetro del “derecho a la protección contra la explotación infantil”.

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Derecho a la salud

Derecho a la alimentacion

y la nutricion

En tanto que el “derecho a la salud” mantenía una cerrada contienda por permanecer unido al “derecho a la alimentación y la nutrición”.

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Derecho a expresar sus ideas

El “derecho a manifestar sus ideas” recobró fuerzas y no se quedó rezagado.

Derecho a la libertad

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META

Antes de llegar a la meta el “derecho a jugar” advirtió que podía alzarse con la victoria y no la desaprovechó, y como pudo entró en el grupo principal.

Derecho a jugar

Derecho a la salud

Derecho a la protecciOn contra la

explotacion infantil

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La carrera había sido tan divertida y emocionante. Pero había un problema. La maestra no pudo advertir quién había llegado primero porque todo el grupo se había esforzado tanto que pareció que todos entraron juntos.

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Así que decidió premiar a todos por igual. Repartió ricas paletas de caramelo a cada uno de ellos, pues dijo que ninguno de los derechos se debía quedar sin ser reconocido.

Otros niños continuaron con la competencia, divirtiéndose como nunca y esforzándose para que cada derecho de los niños llegara a la meta.

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zz

Antes de dormir, mamá le repasa a Lupita un cuento de los muchos que ella se sabe o, simplemente, lee de los libros coloridos que hay en la habitación.

—Había una vez… —comienza mamá. Y antes de terminar el relato, los grandes y brillantes ojos de Lupita se han cerrado, y ahora duerme con toda tranquilidad. 55

Por la mañana, Lupita despierta con toda su energía, corre a encontrarse con papá y mamá, y se abrazan contentos.

—Hay que darnos prisa —ordena papá— o llegaremos tarde al trabajo y a la escuela.

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.

En la escuela, Lupita escucha con atención, repasa la lección y hace los ejercicios lo mejor que puede.

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Cuando llega a casa, disfruta una rica comida como a ella le gusta.

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Luego hace la tarea que le encarga su maestra con especial alegría, acompañada de su perro Guardián.

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Terminada su tarea, juega en el pequeño patio de su casa. O si lo prefiere, puede usar su nueva tablet.

Cuando se cansa de jugar, se divierte mirando sus programas favoritos en la televisión.

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Mamá y papá llegan por la tarde a casa, y Lupita los recibe con gran alegría. Ellos también se sienten complacidos de ver a su hija. Mamá la envuelve en sus brazos deseando que el momento fuera eterno, pero su jornada aún no ha terminado. Así que mientras ella prepara las cosas para el día siguiente, papá la lleva en sus brazos mientras habla por su celular, a la vez que observa la televisión.

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Por la noche, mamá prepara a Lupita para dormir, y le lee su acostumbrado cuento.—Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja, y la pequeñita la llevaba tan a menudo que todos la conocían como “Caperucita roja”.

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Pero Lupita, agobiada por un deseo intenso de su corazón, le preguntó:

—Mamá, ¿puedo terminar el cuento?

—Bueno —dijo mamá—, pero que sea pronto porque ya te tienes que dormir.

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—Mamá —dijo Lupita—, ¿por qué tienes unos ojos tan grandes?

—Son para verte mejor —respondió mamá, un poco extrañada.

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—¿Por qué tienes una boca tan grande? —continuó Lupita.—Es para hablarte mejor —volvió a responder mamá.

—¿Por qué tienes unas manos tan grandes?

—¡Mmmmmm!

Mamá comenzaba a impacientarse.

—Son para cuidarte mejor —respondió al fin. 65

Y extrañada, respondió:—Claro que no, Lupita, nuestras orejas son normales. ¿De dónde has sacado eso?

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—Es que mi maestra nos llevó a conocer el Tribunal Superior de Justicia, y allí un juez nos explicó los derechos de los niños, y nos dijo que “los niños tenemos el derecho de expresarnos y ser escuchados,” y si no nos escuchan es porque los padres tienen las orejas muy chiquitas.

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–¡Oh!, qué interesante –dijo mamá sacudida por el fuego de las palabras.

–Bueno, mi amor, qué teparece si de ahora enadelante me acuesto a tulado, y hoy tú te encargasde contarme a mí todo loque aprendiste en elTribunal.

Lupita no lo podía creer. Y con mucha alegría comenzó a contarle tantas lindas y emocionantes aventuras a mamá de lo que había visto y aprendido hasta que ambas quedaron profundamente dormidas.68

Abril 2019. La edición y diseño fueron cuidados por la Coordinación Editorial del Poder Judicial del Estado de Nuevo León.