Educar con amor y paciencia

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Los que odian la hora del baño

¿Como lograr que un niño pequeño tome un baño?

• A algunos niños les encanta entrar en la bañera, pero otros odian la hora del baño y hacen todo lo posible por evitarlo. Incluso los niños que normalmente le gusta bañarse desarrollan nuevos temores o atraviesan fases anti-baños inexplicables. Afortunadamente, si tu hijo pequeño se niega a tomar un baño, existen algunos pasos que puedes seguir para resolver este problema.

Como solucionar el problema

Qué hacerMantener la calma e ignorar el llanto

Si mantienen una actitud tranquila frenteal berrinche de su hijo, lograrascontagiarlo. Si no haces caso de losgritos, su hijo aprenderá que por muchoruido que haga , no llamara la atención,que es lo que realmente pretende cuandose resiste al baño.

Estar alegre durante el proceso

Si habla y juega con el niño mientras esta en la ducha, cantando canciones o recitando alguna poesía, detraerán su atención. Lee libros para niños sobre tomar baños. A veces ayuda el comprar o tomar prestado un par de libros sobre la hora del baño. Puedes buscar una que esté relacionado con las necesidades de tu hijo, como por ejemplo, alguno que diga que los baños no deben dar miedo o que la hora del baño puede ser divertida.

Animar al niño para que ayude y felicitarlo efusivamente.

Pedir al niño que se lave solo el tronco, que sefrote con el jabón o que desate el pañal (si eltiempo es apropiado) para que tenga lasensación de que controla y participa de algúnmodo en su higiene.

• Llena el baño con objetos que llame la atención del niño. Considera comprar toallas y paños que sean del color favorito de tu hijo, o esponjas con forma de animales o personajes de dibujos animados. ¡Y compra juguetes! Existen múltiples opciones, como patos de goma, pistolas de agua, juguetes de plástico, libros para baño o crayones lavables, que hacen fácil lograr que la hora del baño se sienta como un momento de juegos.

Hazle saber a tu hijo por adelantado que se acerca la hora del baño. Por lo general, los niños pequeños manejan los cambios de una mejor manera cuando saben que se acercan, así que avísale 5 o 10 minutos antes.

• i el niño está verdaderamente asustado, tranquilízalo diciéndole cosas como “vamos a tomar un baño en unos minutos pero me voy a quedar contigo todo el tiempo.”

• Si el niño prefiere seguir jugando o le parece aburrido tomar baños, puedes ofrecerle hacer que los hora del baño sea más divertida diciéndole “vamos a tomar un baño en unos minutos, ¡pero hagamos que sea divertido! Podemos fingir que eres un pececito o jugar con tus nuevas crayolas.”

• Para un niño que está probando sus límites, puedes recalcarle que los baños no son negociables. Dile: “Vamos a tomar un baño en unos minutos. Está bien que no te guste tomar baños, pero es importante mantenerse limpios, así que no tenemos otra opción. De esta forma, validas sus sentimientos pero también haces que sepan que no te harán cambiar de opinión.

Que no hacer

• No pedir cooperación: solo porque le pidan a su hijo que se deje cambiar el pañal no se va a estar quieto.

• No hacer desagradable la tarea: para que la hora del baño sea confortable, intenten por ejemplo proporcionar al niño una toalla para que se seque los ojos o una bata para que se ponga por encima y que el agua este siempre a la temperatura adecuada.

• No permitir que se quede sin bañar : solo por que el niño se resiste, no cedan a la tentación de dejarlo sin bañar. La resistencia al baño se supera con persistencia.

Niños desordenados

Como solucionarlo

¿Por qué son desordenados?

• Los expertos tienen una respuesta difícil de rebatir: los niños simplemente no colocan sus cosas porque es aburrido. No les gusta recoger porque significa que ha llegado el final del juego y toca el rollo de ordenar. Seguramente por lo mismo por lo que no quieren salir de la piscina, están deseosos de abandonar el cole...

Niños desordenados

• Como solucionarlo

• Conviene ser, a dosis equilibradas, convincentes y rígidos al pedir orden. No es algo dramático, es algo necesario. Hay que ordenar porque toca ordenar. De igual manera que toca irse a dormir, cenar o ducharse. Y, ante una negativa (o dos, o tres, o cuatro...), no hay que rendirse.

La mejor manera de animarles a aprender a ordenar, es ponerles las cosas fáciles.

• La mejor manera de animarles a aprender a ordenar, es ponerles las cosas fáciles.

• Proponle un intercambio. Recoger bien y rápido y luego hacer algo que le guste, como salir a tomar un helado o jugar a su juego favorito.

• Explícale por qué le pides que recoja. Porque no quieres que se tropiece por la mañana con sus juguetes tirados por el suelo, porque así podrá encontrar sus construcciones en cuanto las necesite, porque la habitación está más bonita ordenada y porque papá y mamá también ordenan lo que desordenan.

• Coloca las perchas a su altura. Para que pueda colgar solo su abrigo. Doblar o guardar en el armario aún les viene grande. •

• Organiza los juguetes en cajones. Así, solo tendrá que depositarlos allí. También conviene echarle una mano, lo que no quiere decir hacer el trabajo por él.

Lo que NO hay que hacer

• Ser inconstantes en nuestras órdenes. Proponerle que recoja hoy y mañana hacerlo nosotros le hace creer que esto no es algo de todos los días, como cenar, lavarse los dientes o irse a la cama. Pero lo es.

• Premiar su esfuerzo con regalos. Es buena idea al principio, pero conviene ir cortándolo. De lo contrario, sólo hará cosas que le fastidian a cambio de remuneración, Y el premio, al ser tan frecuente, perderá valor.

• Compararle con otros niños. Intentar crear competitividad en el pequeño puede producir dos efectos adversos: que odie al niño que hace bien las cosas y que se sienta un fracasado. Aunque si sale bien el invento y el niño compite por recoger mejor, seguramente extenderá esa exigencia al resto de su vida. Y es agotador ser un eterno competidor. Es mejor la propuesta: "entre nosotros dos, a ver quién recoge antes los coches". En ese caso hay una competición localizada, particular y estimulante. No una abstracta y frustrante.

• Chantajear. Los padres lamentosos y sacrificados («¡cuánto me haces trabajar!»), no suelen conseguir la empatía que buscan en sus hijos. Más bien les provocan sentimientos de culpa.