El agua en agenda

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OPINIÓN

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El agua en agenda

Ing. Maureen Ballestero VargasColaboradora Poder.cr

Costa Rica posee una disponibilidad hídrica envidiable de cerca de 24.784 m3 por persona al año; es decir más de tres veces el promedio mundial (7.000 m3). Esta riqueza resulta aún más impresionante al compararnos con otros países, como los árabes; en promedio, esta re-gión tiene una disponibilidad hídrica de ape-nas 973 m3 por año; es decir menos del límite de los 1000 m3, a partir de donde se considera que existe escasez de agua. Yemen posee ape-nas 100 m3 per cápita por año, es decir el 0.4% de lo que goza cada costarricense. No es de ex-trañar por tanto, que el recurso hídrico es des-de hace muchos años una causa de conflictos en esta zona.

A pesar de la abundancia hídrica de la cual goza nuestro país, cada día hay más presión por el uso de este recurso, lo que viene en me-noscabo del mismo. Al hacer un análisis de la demanda de agua, se puede ver que esta ha te-nido un crecimiento exponencial, atribuible al crecimiento natural de habitantes, a la pobla-ción f lotante que hace uso del mismo, entre las que destacan los más de 2 millones de turistas que nos visitan al año, pero en especial, al cre-cimiento sostenido de las actividades econó-micas usuarias del recurso.

En Costa Rica más del 70% de las aguas ne-gras sin tratamiento llegan a nuestros ríos y si examinamos de cerca la oferta de agua, inva-luable activo nacional, vemos el impacto que

ésta está teniendo, debido en especial a que la contaminación de los cuerpos de agua es, día a día, más intensa: el crecimiento urbanístico e industrial, así como la intensificación de las actividades agrícolas y pecuarias han genera-do un aumento en la cantidad de desechos que se descargan a los cuerpos de agua superficia-les, estando la mayoría de ellos afectados en su calidad por aportes que van desde sedimentos, aguas negras, desechos industriales y agrope-cuarios, agroquímicos y desechos sólidos.

La oferta hídrica se contrae aún más, si a la si-tuación de las aguas superficiales se le suma el estado de algunos de los principales acuífe-ros, los cuales muestran signos preocupantes determinados por el aumento en las concen-traciones de nitratos, provenientes de la de-gradación y posterior infiltración de la materia fecal de los ef luentes de tanques sépticos y por el uso de fertilizantes nitrogenados.

Es evidente que el esquema en uso del agua se-guido, ha empezado a generar una competen-cia por el recurso, que si bien no es alarmante aún, tendencialmente es creciente, lo que trae-rá consigo que algunos sectores productivos se sientan perjudicados y surjan conflictos por el uso del recurso, tal como los que ya se han tenido, por ejemplo, en el Acuífero Sardinal, en Guanacaste. Para aunar a esto, existen se-rios retos en la gobernabilidad del agua a nivel nacional, que no permiten avanzar hacia una pronta solución y hacia una gestión integrada que garantice a los costarricenses, pero en es-pecial a aquellos que están por nacer, la segu-ridad hídrica.

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En esto últimos 10 años, el país avanzó al in-corporar diversos instrumentos de gestión, sistemas de información, novedosos esquemas financieros, todos ellos muy valiosos pero que no están siendo aprovechados a cabalidad, por estar “apagando incendios”. Así que se hace necesario actuar con prontitud pero por la ruta correcta.

El Gobierno de la República, liderado por el MINAET, el SENARA y el AyA, se planteó actuar, dejando de pensar en el corto plazo y buscando aprovechar todas nuestras poten-cialidades. Para ayudar a este cambio en la es-trategia de manejo del agua en el país, se ha considerado necesario tener una “Agenda del Agua”, que ayude a definir una hoja de ruta hasta el 2030 y permita avanzar, de manera fir-me, hacia la visión de “Heredar a las siguientes generaciones un país con cuerpos de agua lim-pios, con un equilibrio entre la oferta y la de-manda de agua, asegurado el acceso universal de los servicios de agua a las poblaciones, las cuales se encuentran seguras frente a eventos extremos”.

Esta Agenda deberá ser un instrumento para la consolidación de una política sostenible de aguas que no solo cubra a las instituciones, empresas u organizaciones que están direc-tamente relacionadas con este recurso, si no también debe serlo para todos los actores fuera de la “caja de agua”, o sea aquellos que indirec-tamente afectan positiva o negativamente este recurso. Por tanto, es fundamental que sea parte del Sistema Nacional de Planificación y que se convierta en parte del plan país y tras-cienda los cuatro años gubernamentales.

Si bien esta es una iniciativa que parte de una acción del Estado, para que la Agenda del Agua sea realmente un instrumento de política y de gestión verdaderamente útil, debe ser cons-truido de manera participativa por todos los sectores. Entonces, debe ampliarse el análisis, el debate y la construcción de la Agenda a la participación de jóvenes, empresarios, organi-zaciones de sociedad civil, como las ASADAS, a académicos, políticos, representantes de cooperación internacional, entre otros.

Los constructores de la Agenda deberán de buscar la armonización de las distintas po-líticas en los diversos ámbitos del quehacer nacional, identificando iniciativas, recur-sos y mecanismos de implementación, que con una revisión y un seguimiento reporta-do anualmente, logre plantear un marco de acción que ordene, reoriente y donde ponga a f luir al país, poco a poco, por el curso que lleve hacia una gestión integral y sostenible del agua. Si esto se logra, habremos dejado de hacer lo mismo y por tanto, podremos te-ner resultados diferentes en un recurso es-tratégico para el desarrollo nacional. De lo contrario, corremos el riesgo de caer en el dilema que enfrentan los países árabes con otro valioso recurso, como es el petróleo: a pesar de tener una disponibilidad envi-diable, no han logrado administrarlo de manera que les permita alcan-zar un desarrollo sostenible, inclusivo y equitativo.

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14 FEBRERO / MARZO 12