Post on 03-Mar-2016
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EL CUENTO
DE LA VIEJA
MUSEO COMARCAL VELEZANO “MIGUEL GUIRAO”
Iltmo. Ayuntamiento de Vélez-Rubio (Almería)
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EL CUENTO
DE LA VIEJA
DIEGO RECHE
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AUTOR: DIEGO RECHE ARTERO.
DIBUJOS: EZEQUIEL BELTRÁN MELLADO.
DISEÑO Y MAQUETACIÓN: ANTONIO SANCHEZ GUIRAO.
EDITA: MUSEO COMARCAL VELEZANO
“MIGUEL GUIRAO”
COLABORA: AYUNTAMIENTO DE VÉLEZ RUBIO
18 DE MAYO DE 2007. “Día Internacional de los Museos”.
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¿Qué? ¿Hacemos unas miguicas o tienen prisa?
Cuando los del museo me pusieron aquí no sabían lo que
hacían.
Mira la vieja haciendo migas. Qué gracioso - dicen algunos.
A muchos niños les doy miedo, y casi todas las
personas mayores, cuando me ven, se acuerdan de otros
tiempos, de cuando se vivía en el campo y en sus casas tenían
algunos cacharros de los que yo tengo por aquí.
Luego cuando salen del museo se acuerdan de mí y
empiezan a decir que éste es el museo de la vieja. A mí no me
molesta. Una ya está mayor, y las palabras, según como se
digan, ofenden o no ofenden.
Mi familia remanece de los campos, de la vega del
Rubio, y yo toda mi vida me la he pasao en un cortijo.
La vida del campo es dura, depende mucho de las
cosechas, de las lluvias, de los fríos... Cuantas veces los
almendros estaban ya en flor, que parecían novias, y cuando
no te lo esperabas, metíos ya en el mes de marzo, te venía
una helá y te quedabas con lo puesto.
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En los años cuarenta y cincuenta la vida se puso mu
achuchá, y muchos tiraron pa la Argentina. Y después, a
finales de los sesenta pa las Francias, y pa Cataluña. Y antes
de que nos diéramos cuenta aquí quedábamos cuatro gatos,
malviviendo de las cosicas que nos daban los animales.
Yo, luego, todos los sábados me venía al mercao a
vender unos huevos y unos quesos frescos que hacía. No ha
cambiao na. Menudos barrizales se formaban por aquellos
caminos de tierra tirando de la burra.
El campo es muy sacrificao y tiene un almanaque que
te lo van marcando las estaciones. Podábamos las parras con
la luna creciente de enero, para San Juan empezábamos la
trilla, con los mulos, la era, el pajar, las gavillas... en
septiembre la almendra y en el mes de la Pascua, con todo el
helor a recoger la oliva, y luego había que llevarla al arte, a
sacar el aceite.
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Entonces no había en los campos ni luz eléctrica, ni
agua en las casas. En cuanto se hacía de noche, con una vela.
O alrededor de la lumbre, y nos acostábamos temprano para
aprovechar la luz del sol.
Pero mire, también nos lo pasábamos bien, nos
apañábamos como podíamos, y montábamos nuestras
matanzas y nuestros bailes de parrandas. ¡ Pues no me sé yo
coplas de las de antes !
Poco a poco fue llegando el progreso y también mucha
gente de los campos se vino al pueblo. Aquí había de todo lo
necesario, empezando por el asfalto, la luz y el agua. Y ya no
tenías que amasar la harina para hacer pan, ni ordeñar las
cabras... ibas a la tienda y allí lo tenías todo a mano.
Aquí en el pueblo también se vive muy bien, hay
muchas fiestas: la Navidad con los Santos Inocentes y las
cuadrillas de ánimas, los carnavales, las meriendas del día de
San José con el hornazo en la Fuente del Gato, la Semana
Santa con sus hermandades, las fiestas del verano…
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Qué quieren que les diga, el progreso nos hizo la vida
más fácil. Hubo un tiempo en el que vivíamos asombrados con
tanto invento.
El pueblo se fue llenando de coches y amotos, y poco a
poco desaparecieron las bestias y las ferias del ganao. Hoy
los tractores lo hacen todo más rápido.
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Y no le digo na de la lavadora, que nos quitó muchísimo
trabajo. Antes, las mujeres nos pasábamos la mitad del día
lavando a mano, allí agachás en el lavadero, con un dolor de
riñones y venga platicar... Pero la lavadora era otra cosa; tú
la ponías y mientras, podías hacer más faenas. Y así
empezamos las mujeres a tener tiempo libre, y a dedicarnos
a otras cosas que nos gustaban, como estudiar, por ejemplo,
que parecía que eso era solo pa los hombres. Mis nietas
andan por Graná sacándose sus carreras y la más chica está
ya en el instituto, que ayer como quien dice estábamos
todavía cambiándole los pañales. Y es que el tiempo pasa
como una rueda y no nos damos cuenta.
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Cuando llegó la televisión, aquello sí que fue sonao.
Que nos juntábamos todos en el Salón Parroquial a ver Reina
por un día. Una noche se quedó la gente delante de la tele
para ver al hombre llegar a la luna. ¿Ustedes se creen que
eso fue verdad? Yo nunca me lo he creído, ¿qué se le había
perdío al hombre en la luna?
Lo malo que tiene la tele es que nos ha metío a todos
en nuestras casas, y los vecinos, que antes nos salíamos con
el buen tiempo al portal, a platicar por las noches, ya hemos
dejado de hacerlo.
A mí la tele no me gusta, antes me pasaba las tardes
contándoles a los zagales historias de la familia o los cuentos
de “Barbazul”. Y ahora ponen la tele, y se tiran toda la tarde
viendo dibujos.
En fin, qué les voy a decir, que la vida ha cambiao
mucho. Y muchas de aquellas costumbres y de aquellos
oficios se han perdío.
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Así que antes de que no nos quede nada de nuestro
pasado, estos señores del museo tuvieron la buena idea de
recuperar todas esas cosas.
Este edificio es muy antiguo, del siglo XVIII, y fue el
antiguo Hospital Real, y después cuartel, escuela, teatro,
academia, y hasta los años 60 un asilo de ancianos, que
cuidaban las hermanitas de los pobres, pero hace ya muchos
años que se fueron. El edificio se quedó vacío y un día
pensaron en construir en él un museo con las cosas de
nuestra comarca.
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Don Miguel Guirao, era un médico muy importante de
nuestro pueblo, que fue Decano de la Facultad y Presidente
de la Academia de Medicina de Granada.
Había ido juntando, en sus ratos libres, una colección
de fósiles y de restos arqueológicos de nuestros campos. Sus
familiares, que también han mamao el cariño y la sapiencia de
nuestra tierra, donaron todos sus fondos al pueblo para
montar un museo, y así comenzó todo.
Poco a poco, los vecinos fueron trayendo aperos de
labranza, instrumentos y maquinarias de trabajo de los
antiguos oficios artesanos, colecciones de piezas, atalajes y
utensilios que guardaban en sus cámaras, donde estaban ya
casi olvidadas, y que aquí han vuelto a ser de todos, para
mantener el recuerdo de otras épocas.
Porque las muchachas que enseñan el museo a veces
hablan de épocas muy antiguas. Yo no me lo sé bien, pero las
he oído mentar a los hombres primitivos, a las pinturas
rupestres que hay en La cueva de los letreros.
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La vasija ibérica que tiene un indalo dibujao en el culo,
con perdón. Las monedas romanas, las flechas de los
cartagineses, todas esas palabras que nos dejaron los
árabes: acequia, aljibe, almazara… y los restos musulmanes
del Castellón.
Al final de la Reconquista se bajaron a vivir al barrio
del Fatín; a la vez llegaron los castellanos y los aragoneses a
repoblar estas tierras, y que por eso, dicen, que acabamos
muchas palabras en ico, como los murcianos. También hablan
de los marqueses de los Vélez, del castillo de los Fajardo, de
la venta del patio a los franceses y de que ahora está por ahí
en un museo de Nueva York. Luego nos explican monumentos
como la iglesia de la Encarnación, el convento de San Luis, el
parque de la Sierra de María, el Chiribello, que es una
estatua romana que encontraron cerca de Chirivel… en fin,
muchas cosas. Estas muchachas son un pozo sin fondo. Ahora
les ha dado por decir que somos la puerta oriental de
Andalucía.
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Bueno, pues que ustedes lo disfruten, y si dándose una
vuelta por estas salas conocen algo más de nuestra comarca,
mucho mejor.
Yo lo único que quiero es hacer buenas migas con
ustedes, y que vuelvan cuando quieran.
Encantá de haberles conocío.
Me alegro de verles valientes, ¡ con Dios !
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AYUNTAMIENTO
DE
VELEZ-RUBIO