Post on 22-Mar-2016
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EL DESCENSO DE LA REALIDAD
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Carlos E. Luján Andrade
EL DESCENSO DE LA REALIDAD
Ciudad Grifalda Ediciones
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© Carlos E. Luján Andrade 2012
© de esta edición Ciudad Grifalda Ediciones, 2012
Edición Digital, Marzo de 2012
Prohibida la reproducción total o parcial
Por cualquier medio sin permiso escrito del autor.
Publicado en Perú.
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“Hay pequeños placeres que han sido para nosotros como son, al borde de los caminos, esos pequeños frutos de saqueo, agrios, y que
se hubiesen querido azucarados”
“Yo no sé lo que pude soñar esta noche. Al despertar todos mis deseos tenían sed.
Se diría que mientras dormía hubiesen atravesado desiertos.”
(Los Alimentos Terrestres / André Gide)
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Impaciencia
Carezco de segundos en este recuento
Y el tiempo inacabable se deshace comenzado
Acabado
Siempre corriendo en treinta direcciones
Al amanecer, sobre la tarde y al llegar la noche
A veces tienta imponer la árida espera
Cuando el sueño abate al vigía de las madrugadas,
El más presto para el descanso.
Y sin embargo, no vuelves
El poniente envejece como el viejo marzo
Las voces se confunden con otras voces
Las manías se desbaratan asfixiadas por otras también
Y la sonrisa, tan preciada, se vuelve un rictus de complacencia y
educación.
El violento recuerdo destruye las horas, el día, el instante
Aprisionando el ansia en los cementerios de la memoria.
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Escape
Detenido en la posición perfecta
Furtivo, contemplo el movimiento pequeñísimo
Latiente de su respiración rosa
Dibujada, perfecta y vertical
Desdoblada en los intervalos de su intermitencia vespertina
Que incesantemente comprime
El refugio de la espera.
En cada aparición
Colorida y de próximo estío
Levanta la soledad de su desidia
Para exaltar la impaciencia ingenua
Atacada por la certeza inventada.
Se aguarda ahogado sobre los días.
Y ya lo sabía
Detrás de la red, dispuesto a atrapar
El canto, la declaración,
El espectro lánguido de un beso que nunca llega
Antes muerto por un espasmo ajeno
Por los suspiros de sus cabellos que galopan fuera de mí.
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Porque huye pequeñísima
Astuta, perfecta, desprendiéndose
Del que defraudado quiere la caricia
De la que posee la figura de todas las estaciones
Pero alma de mariposa.
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El error
He tropezado con un Sol en eclipse
He caído en la cima y su abismo
He celebrado la derrota a medias
He fallecido en mi nacimiento
Despertando sin fabricar el ensueño.
Te has rebelado sin tiranía
Te has embarcado en estiaje
Te has ignorado sin que pronuncien tu nombre
Te has callado en el silencio
Declarándote culpable sin acusación.
Fuiste el ensayo sin estreno
Fuiste un cuerpo sin deseo
Fuiste una renuncia sin compromiso
Fuiste sangre sin latido
La desesperación de un rostro enterrado.
Y la estaca que cercena la inmortalidad
Me recuerda el vértigo de la creencia
Del camino adecuado
De la trayectoria imaginada
Del origen de tu tristeza
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De la sonrisa adivinada
Para desprenderme de la tierra
Divisar la lejanía del sereno prado y
Ser arrojado con violencia hacia él.
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Mandamiento
Lamentando la caída del creyente
Que no cree en el abecedario
Que no cree en la numeración…
Aprendió a decir sin entendimiento
Aprendió a contar sin ganancia
Entonces espera las palabras
Y el resultado del latido
Del evangelio mal aprendido…
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Prematuro
Y el silencio despreciado por el gentío
Perece en la quietud de la desesperación ajena.
Y derrama su nada sobre tus palabras inconclusas
Donde mendigas una ranura de mi reserva.
Y culpable en la corteza de argumentos
Queda expuesto el embrión de una razón futura
En tu hambre de voraz ave.
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La noche
Al ser un entrometido en el universo pude detectar en las sombras
proyectadas bajo los pies la oscuridad del estático movimiento, la
negación del mundo exterior en la opacidad de las figuras que dibuja.
Las sombras son el desafío al color de la naturaleza, privadas de la
refracción de la luz y del fin de toda creación. Su función es denotar la
oposición de la estrella y cuando esta se ubica en nuestro detrás, la
silueta nos anticipa los pasos protegida con la figura del ser, siendo la
única realidad el no alcanzarla nunca ya que rehúye simplificando las
tres dimensiones en un espectro plano y directo multiforme, único e
independiente que desafía la forma primigenia de donde emana,
alimentando su albedrío de la luz negada. Al parecer las sombras
serían los únicos entes que pueden vivir sin el calor de una estrella y
más aún, cuando esta se encuentra ausente, se expanden,
dominando como el sol el día, pero inmensa cambian de nombre…
algunos le llaman noche.
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Obstinado
He visto a la cadena cimbreante
Apartar la bruma suspendida de una imagen
Vagabunda
Y que se tambalea.
Cadena adherida a ella.
La lucha por sobrevivir fuera del tímido flexible
Transcurrir de la espera
Para mantenerse suspendida, negada y
Esclavizada a la obsesión del grillete silencioso
Indiferente a la vibración
De lo que se quiere ir y no se le deja.
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La fotografía
Acariciarás lo pasado en tus imágenes de cuando fuiste amada
Y en ellas revivirás la mirada ausente de quién en tu recuerdo aún
espera por ti.
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La respuesta
No dejes la sepultura inacabada, échame el último montón de tierra
que escondes, coloca la lápida, esculpe mi nombre y haz que
descanse en paz.
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Preludio a la decepción
El planeta alimentado por la luz de una luciérnaga que ya no tarda en
morir.
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Reflexión en un día de baño
Y si es que la burbuja revienta es porque faltó más jabón.
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Desaparecido
Y fui el voluntario de la maga que me prometió el retorno
De esta caja desesperada.
Ahora espero por tus palabras que me hagan volver
De este limbo donde decidiste no pronunciar mi nombre.
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Hundimiento
Abrieron las compuertas y sólo tenía el índice de la mano derecha
para contener toda la pena.
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A la deriva
El hastío en días de suplicio
En bosques de vida alegre
Donde la carne emana hedores en flor y
La voz, cánticos de pajarillo desafinado.
Llama al cansado aburrimiento
La fatiga abrumada de belleza
En apariencia de estrella diurna
Que perturba y nos induce a atenazar las barbas del Sol.
¡Vida de tedio!
Como barcaza podrida
Que el mar atormentado
Se niega a precipitar.
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Atardecer
Globo danzante con el aire invisible de compañera, hundiéndose con
denso helio y no sabe si va con el motor apagado o con tripulante de
liberadora caída libre.
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Retorno
Horas, las que desentornillan los minuteros
Enloquecen los segunderos aspavientos y el molino
Va hacia lo estudiado momentos antes de la llegada
Pilares verdes constantes inundan los cristales por donde veré
Tu nueva imagen esplendorosa perdida y ahora encontrada.
Sé de la primavera, donde extraviaste mi recuerdo o era abril
De esos de antaño, donde se iban las memorias con nostalgia y algo
de poesía.
Y ya, los tiempos de mecánico amor me anticipan lo no reconocido
Y yo te veré, y tú no te detendrás, pasarás de largo
En la pasarela de los pasajeros múltiples,
No verás mi espera, ni descubrirás mis dilatadas pupilas de infancia.
Yo llego con la gravedad de la espalda al mundo, olvidado
Cuando era ligero y podíamos volar con el parpadeo y una risa
Y ya no, pues nada es para siempre, sólo las fotografías sepias de un
álbum que no se olvida.
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El astronauta
1
Me acercaré furtivo a tu habitación y por el cerrojo veré la figura de tu
existencia, adivinando cuando andes fuera de mi luz, tu vida
enigmática; en la sombra fugaz, una alegría; en tu descenso, la
curiosidad por algo deseado y perdido; en tu urgencia por atravesar la
ventana, la espera de un deseo cumplido. Y así crearé un mundo
perfecto, mío, donde habites. Pero sólo por esta noche, hoy iré con
esa visión a madrugar en la naturaleza de mi creación, porque
mañana, temprano, abriré tu puerta de par en par.
2
Fui natural, descendí atraído, gravitante y en tus tierras inoculé la
semilla de mi planeta, y ante ella me senté a que apareciera tu luz, la
estrella que hacía de tu mundo vergel de acogedora estancia. Esperé
a que se asomara algo engendrado por mí en este valle. Tu fulgor
intermitente no alcanzó, irregular y caótico; preguntándome cómo
puede ser, es todo tan bello aquí y yo en penumbras. O quizás estoy
en el pasado, en los campos otrora felices de verdor y esperanza. No
alcanzó, mi planta apenas brotó, se humedeció y agónica se resiste al
deceso y yo con ella me niego a su abandono. Por eso radiante y
efímera luz, ¡Aparece incandescente! y aniquila en cenizas lo
sembrado, un instante, desaparece la paradoja de sentir el calor de un
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Paraíso que no quiere a los justos, manda a tu arcángel y expúlsame
sin penitencia.
43
La sonrisa
Desafía al sueño
Destierra la fantasía de la alegría
Quiebra el fuego iridiscente
Y me niega la realidad
Ciego mudo de memoria
Para consumir los días
Comprimido en ese recuerdo.
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Si fueras una estatua
Estarías sobre pedestal marmoleado en medio de una metrópoli de
alma renacentista, te bordearía una basílica de domo dorado y
palacios de grandes ventanales y fachadas de ladrillo. Por tus faldas
te rodearían los transeúntes deslumbrados, señores de frac y bastón
acompañados de nobles señoras adornadas con trajes victorianos que
acomodando sobre sus narices sus diminutos binoculares, anhelarían
descifrar en los detalles de tus formas el origen y estilo de tu
esplendor. Entre ellos sus debates serían incansables pues no
llegarían a un acuerdo: unos dirían que eres una pieza griega perdida
de Afrodita Urania y otros, una estatua de un alucinado escultor
renacentista italiano. Estarían desesperados por descifrar los rasgos y
la lozanía de tu piel que reflecta toda la plaza, y conmovidos porque
desde dentro de tu presencia se irradiaría lo estelar, negando a la
afortunada ciudad de un ocaso inminente pues cuando la estrella
natural nos abandona, la tuya ocuparía hasta cada flanco yerto de lo
construido para tu resguardo.
Pero no hay consuelo, al verte no lo comprenden, no saben el origen
de tu belleza, imposible que manos de hombre atormentado pueda
reflejar en materia algo tan sublime, solo se escucha entre la multitud
alguien que dice: “¿Y si no es real, si sólo es el melancólico recuerdo
de la musa de un poeta al que algún Hefesto le ha arrebatado?”
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Una musa de cabellos ondulantes
La musa de cabellos ondulantes representa su imagen de arte, sin
embargo he quedado desvanecido, castigado de la mirada oscurecido
después de intentar deslizarme por esas ondas eternas aunque sea
en el ensueño, a través de las espirales oscilantes al despeinarse en
un torbellino de su pasar y aunque sujeto inmenso aferrado a su
infinita cabellera, soy lanzando distante hacia campo abierto por la
negativa de sus ojos indiferentes… perdura en mis manos no sólo la
fragancia privilegiada por aromatizarla –de la que siento su rencor al
alejarla de ella- sino también el último tacto del éter, porque ¿quién
puede confesar que ha podido sujetarse aunque sea un momento del
cielo?
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Separación
Aún imagino la ausencia de tus manos,
La sombra de tu andar y la lejanía de la distancia
Al precipitarte hacia silente viaje,
Donde te desvaneces en abandono
Entre el gentío del que ya siento celos.
Así, arrepentido, te retengo en la conciencia
Evocando incansablemente la estela de tu vestido,
El sonido de tus frases con el que intento componer
Alguna melodía acogedora en sueños imposibles.
¡Y cuántas veces repito dicho ejercicio!
Deteniendo el latido, sometiéndome al ahogo
Cuando estás próxima para atreverme luego,
Y arder en un fuego indoloro,
Hundirme en mareas inocuas
Corrompiendo mis crepúsculos, a salvo
Sentado sobre la pasividad del desgano desesperado,
Regresivo hasta que vuelvas aparecida y
Me lleves con tu tempestad hasta la vorágine
De tu recuerdo.
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Contemplación
Intenta contarme acerca de tu belleza
Sacrifica en las vanas palabras un detalle solo tuyo,
Mostrándome en las diversas expresiones de tu rostro
Las infinitas formas de maravilla beldad que puedas generar
Con la inspiración de tu pecho, con lo ondulante de tus labios
Con la lentitud de tu parpadeo.
Ese esbozo de limbo magnético que me otorgas
Con la simpleza de un respiro,
Amilana el ahogo del dulce vacío
Aprisionado en la fría fosa profunda
De noches frescas.
Y a veces, luego de ser testigo de glamorosa bondad
Embriagado, extiendo arriesgado mis brazos para percibir
En ese trance, la materialidad de tu hermosura
Arrepintiéndome en el acto
Deteniendo la curiosidad de la piel
Por el temor a fracturar la frágil presencia de tu espectro resplandor
Conformándome, desde mis tinieblas, con la lumbrera de tu pasivo
encanto.
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Enfermedad
Te absorberé debajo de la litera cálida,
Por tu dermis incrustaré el desgano resistido
Que naufraga en los días de labor,
Pero que hoy
Envuelto en insignificante energía
La pereza te deglute.
Sé que pedirás permiso para que la ciudad
Permita tu no existir sobre sus calles indiferentes.
Sé que imaginas los pasos que te encaminan
Donde entienden lo que aquí te desespera.
Sé que deseas alejarte de lo placentero
Para ser perforado por bullicio traqueteado
Mereciendo en tu acribillamiento diario
El dichoso festín del relajo.
Hoy te alejaré de ese atroz infierno que explica tus pesares
Convenciendo a lo que trasluce detrás de la ventana
Tu actual desgano,
Y te absorberé las ganas de vivir injurias
Confiscando tu día con antibiótico febril delirio.
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Está bien
No escribo historias
Aunque se detengan una vez
Por las sílabas acuosas de la que se espera significado.
O es por la nostalgia del segundo cuento
Por primera vez entendido.
Aunque hoy no aprehendan lo pronunciado
Impronunciable… pero está bien.
Los que observan dentro de la hojas
De páginas iletradas “tan mías”
No atentan explosivamente sobre
Lo dicho “tan mío”.
Sus ojos no explotan mi abecedario
Su desciframiento se extravía en el laberinto
Multiforme que no descubre la felicidad que buscan
… pero está bien.
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Puedo estacionarme con cientos de palabras impermeables
Ya que son la figura de lo no imaginado
La cosa inexistente que habiendo puesto “replay”
Ni siquiera la hallan en la enciclopédica sabiduría de
Las lenguas muertas.
Es el mundo máximo, universo de una sola galaxia
Una minúscula estrella de monocorde polvo estelar
Centrípeta humanidad ininteligible para hombres de muchas voces
De un idioma del que abandoné su comprensión.
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Invasores espaciales
Detenido junto al vértigo observatorio,
Uno con el índice
La conmoción de formas estelares y
La frágil constelación asida no alcanza el hastío.
Al desordenar los nimbos la diviso,
Era de cabellos negros
Cubierta de una piel nacarada que asfixia el aliento:
La hija del vuelo misterioso y
Del intento de viaje interestelar.
Y yo la espero sobre el gigantesco mundo donde ignaro habito.
En él, viertes tu tibio perfume satelital,
Similar al descenso de las siluetas nocturnas
Dibujadas por las sondas volátiles
Que sobre el páramo
También se bañan con tus chascos de doncella refractaria.
Estás dirigida y apresurada,
Expulsada con lenta agonía a lo explosión de supernova
Pues te imagino tentando seductora abducción
Lanzando lumbre guerrera de tu boca.
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Y sin embargo, en alta mar o en
La amplitud de tu cósmico vacío,
¿Hay lugar para mí?
Descendida de Saturno o de Galaxia Láctea,
¿Es que no lo hay?
Porque esta noche me sobrevuelas
E inadvertido de visiones
Sueño que juro ser testigo
De la visita de furtiva invasora espacial.
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Creación casual
En la mesa del café el planeta entero gira
Y la noche nos imprime en su tenue oscuridad
Nos presagian la cercanía cada vez
Susurrando las conexiones apartadas bajo la hosca muchedumbre
Aislados dentro de la esfera de palabras sincrónicas donde
La sinapsis argumentativa bautiza nuevos satélites.
Ahí, ciego de tu rostro, mirando el frenesí
De la corriente sanguínea, torrente
Olvido la vastedad ajena a tu presencia
Moviéndose el punto gravitatorio de una vida pasada
A ese instante gigante, centrípeto
Y colocar en neutro las intenciones de narciso
Para quebrar con mi máscara nueva y artesana
Los memoriosos espejos reflectores,
Identificando la vida y la muerte en la lozana senda trazada,
La que otorgas con cada maretazo de tus formas.
En ellas hallo la existencia: la adolescencia, la juventud
La niebla del escalofrío, el amarillo de la mañana y el estremecimiento
De una imaginada anticipada desnudez.
La inocencia del primer universo
Creado por una diosa en una tarde casual
En donde deseo agónico abandonarme.
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El enamorado
En el cuerpo
La carne se oculta manipuladora
Agitando las rosas precipitadas en invierno
Parasitario
Crecen blancos los pétalos
De arriba abajo en la invención
Profunda del nuevo movimiento
Impregnando ramilletes insensatos
Sujetos a la mano diestra del novio de cabeza
En su perfume existe un filtro seductor
Descubierto sereno, donde cada onza de rocío
Se desparrama hacia el cuero vagabundo de calles antojadizas.
Pero es terco, espera al revés la vida
Idéntico a la vértebra del exoesqueleto,
Y que el cuerpo divino lo rodeé en llamas
Incinerándolo lentamente.
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Renuncia
Me asfixio con las palabras del desaire
Que habita en el intervalo vocal
Diciendo la verdad de los don nadie
Como canto mezclado de turbios espacios
Cronos de hiel, sin salvarlos del horror
Irresistible
Cubierto de horas en náufragos minutos.
Demasiada lentitud que sólo entienden las
Plantas en el invierno.
Demasiada lentitud de la luz estelar
Demasiados segundos para la desesperación
Labios mudos eternizados por la espera renunciada
Como la aceptación de suprema condena.
¿Adónde va el tiempo que uno no quiere?
El que se desperdicia meditando sobre su intrascendencia.
No deseo ya los años, los días, ni las horas
Recojan las encontradas sobre mi asfalto
Que el tiempo me sobra.
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Conversación
Cualquiera donde las aspas
Raspan las brisas de rio ausente
Contentan el hambre humano del lado
Frío que no reclama.
El nivel se alza hasta el cogote
Y dices la última palabra para zambullirte
En la razón de propios argumentos.
No hay más claridad espacial, los sobretodos
Impermeables desvían amores impactantes
Yendo al vacío ajeno, el que no ha llenado su formulario de solicitud.
Viaje de odisea atrapante de la desidia
Asesina, ignorantes del discurso prometedor
Siempre, convincente de todo de cualquiera.
Si lo dices agotando tu abecedario, ¿dónde buscar más razones?
Hundidos en turbio alta mar, lejano y oculto en arrecife
Desconocido,
¿Cuántas palabras más hay por descubrir?
O finalmente escondes tus vocales
Para jamás hallar algún nuevo significado.
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Hibernación
El cielo violeta se confiesa ante el vegetal dormido, iluminándolo con
el halo que se apaga y no lo despierta, se ayuda del murmullo viento
arremolinándose a su alrededor pero él continúa yacido ignorándolo.
Ni el picoteo del cuervo, ni el reclamo de su umbela lo salvan del
trance. El cielo ya es nocturno, el cuervo reposa en su nido y el polvo
es manto indiferente para el que resiste su quietud de los que ya no
pueden vivir sin movimiento.
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El Olvido
Revueltos tus colores vespertinos
Sobre el paso de cemento
Despierta del letargo del que espera
Y al frente allá
Un candelabro en mi noche
A la que abracé en mi insomnio
Por la mañana intoxicado
Corriendo detrás de la
Embarcación embriagante
Dispuesto a encenderme en la hoguera de ese ayer
Siendo en un instante
Centinela silencioso
De impaciente resguardo de tu ausencia
Fría que caía en gotas
Al charco débil de las horas
Y delirante la brasa
No moría comenzando la brisa
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En espasmos de cielo despertado
Por el giro rotativo de inertes horas.
Completo profundo
Saturado de siluetas extintas al tacto
Bailantes y ensimismadas para absorbidas
En las impuestas alegrías
Extraviadas
El hallazgo de aquellos desocupados
Espacios de emociones
Para insertar eso profundo
Completo y saturado
Frenético desde lo impaciente.
E insistente lo taciturno
Pierde la energía de su pena expectante
Debilitada por su silencio del viento
Mudo frío que corre indiferente como
Asesina de banderas decepcionadas.
Inmóvil el minuto
Indeciso entre sus segundos,
Extraviado en los bordes
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De aquello que ya no corre
O no quiere correr
Y todo aquello cantado
Y sujeto ha de caer otoñal
Enfermo de la nada infinita
Ayer, olvidado en la sombra
De ese terrible estival
Deseando no haber
Deseado sentarse a esperar.
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Cuando ya no importe
Lo amado confundido
Resistía la cirugía de la muchacha a corazón abierto,
Tamborileando la sonrisa desprendida subastada a tientas
Donde tu león despeinado hace señas tras la jaula.
El tibio amante separa las cuerdas rotas
Al perder la melodía del instante en la sencillez
Del canto verde manzana: la perdida elección
Sobre ramaje epicúreo de acuarela torbellino.
Se pudo elegir el comienzo,
Alcanzar la duda desbaratándola
A la primera llamada
Siempre en nosotros y no en monólogo ausente.
Fermentada la sangre de Neptuno
Disuelta a las olas en borrasca
Callando lo emancipado inalcanzable y
Despierta despedida abundante.
Pero ya desvirgada la tarde y
Corrompida la oscuridad
Con intermitencias del aburrimiento,
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Se presenta lo irreconocible ensoñado
Sin aroma ni propiedad,
Un viejo sentimiento sin ancla
Adherido a lo que se fue.
Y habla del sacrificio pálido
De las primeras sombras,
De lo anciano de los recuerdos,
De lo amado sin nombre,
Y sin embargo, no desborda
Ni invade, ni fulgura a la noche.
Todo deviene cascada
Cuando ya no importa.
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Ella
Una mañana de setiembre a las 10 y 11 am
Vi las sedas de cabellos largos descubriendo
La estrella de sus ojos y el adornito de porcelana
Donde ellos descansaban.
Sus labios esmeraldas interrogaban por el tiempo
Mientras detenido en él, era el descreído por fijarse en mía existencia.
Y sin saberlo, lo trascurrido, lo que en ella era movimiento,
Para mí se transformaba en limbo estático de ternura.
¿Cómo el alma puede ser cautiva de sí misma?
¿Su dulce voz fueron mi carcelera
Al conocer viviente belleza?
Aún se mantiene vigía,
Porque la cercanía de la remembranza
Hacen de los intentos de huida, vanos esfuerzos.
Tenía un dulce andar de delicado existir
Siguiendo baldosas amarillas para su caminar de niña,
Preguntándome si quebraba el viento,
Porque apenas iba sobre flores amarillas perlas
Y paseaba por la vida como nube de algodón.
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Lo hondo de su recuerdo vibra
En el alma con instrumento que toca una
Pieza de Liszt, abandonándose en su melodía silenciosa
Bajo la compañía de ojos intensos, de boca de pequeños
Dientes y de manos que cobijan pétalos de flor.
Tantos años, tantos firmamentos
Esperando tembloroso su llegar, observando entre gente desconocida
Alguna fábula de oro que narre el capítulo
Donde la princesa, vestida de seda,
Reclame su pañoleta extraviada.
Sólo irrumpía la realidad,
Con historias mal contadas,
Consolando la visión alucinada
Que rescata a cualquier mortal de ríos salvajes y profundos.
He degustado los días desmenuzando segundos
Intentando cuál científico iluso, reconstruir los
Minutos del primer encuentro,
Hallando sólo tristes viajes de retorno al encontrar al vuelo,
Que las horas pesan y los mensajes de juventud
Ya no caben en madura conciencia.
77
Desde hoy, las primaveras han extraviado su colorida natura
La imagen del ayer, retrato estático al que ya no
Le reclamo dinámica.
Pero siembre serás nimbo paseante en el cielo,
Un hermoso capullo de rosa, una estival mariposa
Un riachuelo de esmeraldas, el esbelto ángel protector,
Mi deseada especulación de eterna brevedad.
78
79
INDICE
Impaciencia /9
Escape /11
El error /13
Mandamiento /15
Prematuro /17
La noche /19
Obstinado /21
La fotografía /23
La respuesta /25
Preludio a la decepción /27
Reflexión en un día de baño /29
Desaparecido /31
Hundimiento /33
A la deriva /35
Atardecer /37
Retorno /39
El astronauta /41
La sonrisa /43
Si fueras una estatua /45
80
La musa de cabellos ondulantes /47
Separación /49
Contemplación /51
Enfermedad /53
Está bien /55
Invasores espaciales /57
Creación casual /59
El enamorado /61
Renuncia /63
Conversación /65
Hibernación /67
El olvido /69
Cuando ya no importe /73
Ella /75
81
82