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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de Ciencias HistóricasHistoria de la HistoriografíaMódulo: Profesora Claudia Zapata
El intelectual indígena en su dimensión política.
Fernando Pairican Padilla y su obra Malon, La rebelión del movimiento mapuche 1990- 2015
Integrantes: Pablo Cuevas G.
Javiera Gatica S.
Santiago, 25 de mayo del 2015.
Malon. La rebelión del movimiento mapuche 1990- 2015 del autor Fernando
Pairican, es una obra que desde la historiografía, analiza el surgimiento del movimiento
mapuche y su ascenso político a partir de la década de los noventa en Chile, centrándose
principalmente en la historia de Aukiñ Wallmapu Ngulam y la Coordinadora de
Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco. Dentro de su corpus editorial e introductorio,
encontramos la presencia sucesiva de tres voces que hacen referencia al movimiento
mapuche contemporáneo en base a esta publicación. Nos referimos a Fernando Pairican,
autor del volumen, José Ancan Jara, Licenciado en Historia del arte y Máster en
Antropología y Jaime Luis Huenún, poeta y escritor mapuche. Todos ellos intelectuales de
origen indígena.
En base a lo anterior, es que en las siguientes páginas nos propondremos estudiar la
posición del intelectual indígena, en este caso de Fernando Pairican Padilla, dentro de la
escritura de Malon, la rebelión del movimiento mapuche, 1990-2013, analizando la
dimensión política de su obra, en base tanto a la toma de una posición identitaria específica,
como a la representación de intereses concretos y el compromiso étnico y cultural que lo
relacionan con el movimiento de lucha política mapuche en el Chile transicional. Para esto,
nos apoyaremos en los comentarios elaborados sobre este texto por los dos intelectuales
indígenas anteriormente mencionados (Jaime Luis Huenún y José Ancan Jara), como
también recurriremos, según consideremos necesario, a los argumentos planteados por
autores como Edward Said, Michael Foucault, Gayatri Spivak, Antonio Gramsci y Claudia
Zapata, desarrollando de esta manera un análisis crítico de las diferentes aristas que se
desprendan de la problemática principal.
A partir de lo anterior consideramos necesario en primer lugar, comprender el
contexto dentro del cual se potenció el movimiento mapuche y su representación por
intelectuales orgánicos. Para ello, debemos remitirnos a la entrada al mundo escolar y
universitario de sujetos mapuche, así como también al ascenso del movimiento a nivel local
como global. Es por ello, que no debemos restarle importancia a las políticas de integración
pensadas en la primera mitad del siglo XX, que “permitieron el acceso a los indígenas a la
educación superior, aunque sin resolver del todo los problemas de pobreza y exclusión que
han impedido un ingreso masivo”1. Este proceso de escolarización debe ser complementado
en el análisis, con la urbanización y la migración a centros urbanos, los cuales
“contribuyeron a diversificar notablemente la población indígena”2. Dentro de esta
diversidad comprendida bajo la diáspora mapuche, distinguimos a los intelectuales
indígenas, los cuales se desenvuelven en un contexto urbano, en el cual reivindican su
identidad étnica y un “compromiso con sus colectivos culturales de origen”3, en función de
“un proyecto histórico de liberación”4 .
Son estos intelectuales los que adquieren protagonismo durante el Chile post-
dictatorial, donde se dio la ocasión de realizar “focos dialogados (…), en gran medida
impulsados por el proceso de redemocratización que Chile comenzó a vivir iniciada la
década de los 90”5, sumados al Pacto de Nueva Imperial (1989) firmado con el gobierno.
La relación entre el movimiento mapuche y el Estado chileno se tensaría con la
“construcción de Represa Ralko en 1997”6. En un contexto global, la década de los 90 se
puede ver como “la década ganada para la movilización”7, haciendo referencia a los
movimientos étnicos en América Latina. En este sentido, pueden ser considerados como
antecedentes para esta victoria, la Declaración de Barbados I y la Declaración de Barbados
II. En esta última, se reconoce la condición de dominación cultural bajo la que se
encuentran los indígenas latinoamericanos, por lo cual, se plantea un nuevo objetivo y un
proyecto propio (ajeno a otros movimientos políticos otrora aliados): la descolonización del
pensamiento y la cultura8. Bajo estos términos, se estipula la mediación del intelectual
indígena en la representación de sus colectivos.
Habiéndonos referido al contexto que circunda la temática a tratar en estas páginas,
creemos pertinente pasar al estudio de los intelectuales indígenas como categoría política,
1 ZAPATA, Claudia. Los intelectuales indígenas y la representación. Una aproximación a la escritura de José Ancan Jara y Silvia Rivera Cusicanqui, Revista de Historia Indígena, Nº 9, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago,2006. pp. 51-84. 64P2 Ibíd. 57P3 ZAPATA, Claudia. Los intelectuales indígenas y el pensamiento anticolonialista, Discursos/prácticas. Revista de Literaturas Latinoamericanas, Nº 2, Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. 2008. pp. 113-140. 116P4 Ídem.5 CANALES, Pedro. Intelectualidad Indígena en América Latina: debates de descolonización 1980-2010.Universum. Vol 2 (n° 29): Pp 49-64. 2014. 56P6 PAIRICAN, Fernando. Malon. La rebelión del movimiento mapuche (1990-2013). Santiago, Pehuén editores, 2014. 7P7 CANALAES, Pedro. Op. Cit. 51P8 ZAPATA, Claudia. Los intelectuales indígenas y el pensamiento… Op. Cit. 126P
en base a las apreciaciones extraídas del texto en cuestión, interpolando para ello, las
referencias a algunas de las aristas de la definición moderna del intelectual con el análisis
de las dimensiones políticas del intelectual indígena como tal y su correspondencia con lo
expuesto en el corpus editorial de Malon, la rebelión del movimiento mapuche , 1990-2013.
En cuanto al primer punto – las definiciones modernas del intelectual – Antonio
Gramsci, plantea en el tomo cuatro de sus Cuadernos de la cárcel, que “todos los hombres
son intelectuales (…) pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de
intelectuales”9. Tomando esta perspectiva como base, Edward Said, en Representaciones
del intelectual, reflexiona en torno a la función y las características fundamentales con las
que para él, este grupo debe contar. En este sentido, materializa su propuesta en base a la
discusión de las apreciaciones establecidas por Gramsci y Julien Benda.
Tomando en cuenta la existencia para Gramsci de intelectuales tradicionales –
dedicados a trasmitir básicamente un conocimiento fijo – e intelectuales orgánicos –
“conectados directamente con clases o empresas que se sirven de los intelectuales para
organizar intereses, aumentar el poder y acentuar el control que ya ejercen”10 –; y la
perspectiva de Benda de que los intelectuales son un grupo reducido “de reyes-filósofos
superdotados y moralmente capacitados que constituyen la conciencia de la humanidad”11,
Said establece que el intelectual para él, “es un individuo con un papel público específico
en la sociedad que no puede limitarse a ser un simple profesional sin rostro, un miembro
competente de una clase que únicamente se preocupa de su negocio”12 sino que debe ser
“un individuo dotado de la facultad de representar, encarnar y articular un mensaje, una
visión, una actitud, filosofía u opinión para y en favor de un público”13. Rescatando además
el espíritu de oposición al status quo y a los estereotipos creados, además del sentido crítico
con el que el intelectual debe contar.
Otra perspectiva que es necesaria mencionar en cuanto a la función que se le ha
otorgado a los intelectuales en la era moderna, es el debate Foucault-Spivak, puesto que
revelan nociones afines y contrarias a la mediación de los intelectuales en el tránsito del “en
9 GRAMSCI, Antonio, 1986. Cuadernos de la cárcel, Tomo 4, Ediciones Era, México D.F., 1999. 355P10SAID, Edward. Representaciones del intelectual. Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, 1994. 23P11 Ibíd. 24P12 Ibíd. 29P13 Ibíd. 30P
si” al “para si”. El “en si” sería entendido como “las condiciones objetivas de existencia”14,
como la explotación. El “para sí”, es entendido como “la apropiación de dicha vivencia” 15 ,
o sea, apela a la conciencia del grupo de sí mismos.
Para Foucault y Deleuze, el sujeto estudiado podía saber por si mismo, a pesar de
ser inhabilitado por un sistema que ataca su discurso. La perspectiva en que Spivak difiere
de este análisis en ¿Puede hablar el sujeto subalterno?(1988), es la relación directa que
establece Foucault entre deseo y objeto, introduciendo el concepto ausente en el análisis del
teórico francés : la ideología. Así, el marxismo del que echa mano Spivak, le permite
distinguir las dimensiones del “en sí” y “para sí” y por ende, la reflexión y teorización
(mediación) vinculada a la subordinación es entendida como uno de los campos en los que
debe actuar el intelectual, pues en ello radicaría su “función social”16. En estos términos, la
autora bengalí señala la importancia de la representación de los intelectuales, mientras que
Foucault y Deleuze la cataloga como una práctica autoritaria.
Por otro lado, y en cuanto al segundo punto, sobre la dimensión política del
intelectual indígena como tal, debemos tomar en cuenta los planteamientos de la
historiadora Claudia Zapata, en cuanto a una toma de posición y construcción identitaria
por parte de estos17, además de la concepción, también establecida por la profesora, de que
el intelectual indígena es considerado como tal cuando presenta una voluntad de
pertenencia y compromiso con un proyecto político más amplio, llámese descolonización,
y discute mediante la escritura “la inferiorización cultural de la que han sido objeto”18.
Dicho esto, lo que queremos rescatar en este análisis, es la postura de Fernando
Pairican dentro del a escritura de Malon, la rebelión del movimiento mapuche, 1990-2013,
específicamente en su carácter político, tanto en la puesta en escena del movimiento
mapuche en términos historiográficos, como en la inserción en un proyecto globalizado de
descolonización.
A partir de lo anterior, es significativo resaltar la figura del Pairican, Ancan y
Huenún. Como analiza la historiadora Claudia Zapata, estos intelectuales indígenas toman
14 ZAPATA, Claudia. Los intelectuales indígenas y la representación. Una aproximación a la escritura de José Ancan Jara y Silvia Rivera Cusicanqui, Revista de Historia Indígena, Nº 9, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago,2006. pp. 51-84. 56P15 Ídem. 16 Ibíd. 57P17 Ibíd. 52-53P18 Ibíd. 53P
la escritura como instrumento de las luchas indígenas. En este sentido, la representación
que realizan estos intelectuales mapuche, posibilita el “tránsito desde el sujeto colonizado
(…) al sujeto con identidad étnica, capaz de reflexionar sobre las condiciones de esa
existencia y apropiarlas en un sentido político, con la finalidad de revertir esa desventaja”19.
Para José Ancan, Pairican escribe desde su militancia étnica, por lo cual Malon “aun
a costa de su toma de partido”20 realiza un examen de la historia organizacional mapuche, a
la vez que prefigura una “propuesta política para ese probable futuro”21. Complementando
esto, Jaime Luis Huenún, trae a colación la figura del intelectual interpretada por Said:
aquella en que el intelectual representa una opinión en favor de cierto público. Para
Huenún, Malon significa la “incursión decidida de un historiador “originario” en un campo
de batalla donde se juega la legitimidad y la proyección social y temporal de una compleja
y vital memoria “subalterna””22. Bajo esta perspectiva, el trabajo de Pairican respondería a
la representación del movimiento mapuche, en la cual se contrapone a la historia oficial una
memoria divergente, que poco y nada tiene que ver con el relato construido por los
historiadores tradicionales.
Reflexionando en base a lo anterior, y a modo de conclusión, es que debemos
preguntarnos sobre la legitimidad de la postura política del intelectual indígena en la
construcción de la escritura de la historia. En este sentido, la introducción de Malon, y las
reflexiones de Huenún y Ancan sobre este texto pueden ser vistas, desde una perspectiva
positivista, como carentes de objetividad, por estar los autores inmersos en su objeto de
estudio y además realizar una interpretación de un periodo histórico reciente (1990-2013 en
el caso de Malon). Sin embargo, como hemos analizado mediante los autores mencionados,
la idea del intelectual indígena entendido como categoría política, rompe con el fijo
esquema de los estudios históricos tendientes a representar la historia como ciencia. A esto
se añade, que el trabajo realizado por Pairican no por ello desecha su objetividad
entregándose a un relato subjetivo: Más bien debe ser comprendido como una
interpretación histórica de un intelectual orgánico que representa los intereses de su grupo
19 ZAPATA, Claudia. Los intelectuales indígenas y la representación. Una aproximación a la escritura de José Ancan Jara y Silvia Rivera Cusicanqui, Revista de Historia Indígena, Nº 9, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago,2006. pp. 51-84. 60P20 PAIRICAN, Fernando. Malon. La rebelión del movimiento mapuche (1990-2013). Santiago, Pehuén editores, 2014. 9P21 Ídem.22 Ibíd. 15P
étnico. En este sentido, las voces de Huenún, Ancan y Pairican se postulan como
reivindicadores del movimiento mapuche a una escala regional, y en una escala global se
insertan dentro de una postura indigenista tendiente hacia la descolonización.