Espacios y Fronteras Monsalvo Cantón

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ESPACIOS Y FRONTERAS EN EL DISCURSO

TERRITORIAL DEL REINO DE ASTURIAS (DEL

CANTÁBRICO AL DUERO EN LAS “ CRÓNICAS

ASTURIANAS” ), por José María Monsalvo Antón.

Antes los historiadores buscaban los datos verdaderos en las crónicas

medievales, pero más tarde se han buscado las exageraciones, silencios y énfasis de

estas obras y su intención. En las “Crónicas Asturianas” los reyes de Asturias se

creyeron herederos de los Visigodos, aunque en crónicas posteriores (siglos X-XIII) se

modificó esta concepción.

1.- Geografía regional del reino. Los espacios septentrionalesEl primer texto importante sobre la epoca es la “Crónica Albendense”, donde se

habla de Pelayo y de su victoria consciente de cristianos contra musulmanes. Pelayo es

un tipo que lleva la herencia goda perdida pero, también es el nuevo héroe que se

levanta contra los Musulmanes. Encarna tradición y rebeldía, pasado y futuro. También

se le hace ver cómo la providencia de Dios actúa en él, con la victoria que hace surgir el

Reino Astur pero queriendo recuperar el reino Cristiano Visigodo ya perdido. Pero no

se cita aquí Covadonga ni lo que pasó, sino en la “Crónica de Alfonso III”, donde se dan

más detalles muy conocidos hoy día sobre Pelayo y Covadonga. Pero aunque para

algunos no sea más que leyenda y para la mayoría es una exageración, hay que ver lo

evidente: el sitio de Covadonga hacia 722, que es el mito de origen geográfico del Reino

de Asturias que está surgiendo, y que está asociado a la 1ª sede regia: Cangas de Onís.

Así en esta última crónica también se dice que con Pelayo ya no hubo Musulmanes

desde el Cantábrico hasta la Cordillera Cantábrica. Se subraya además la identidad

Cristiana ya con Pelayo, y su voluntad de reconquista.

Así comienza el desalojo sistemático y espacial de los Musulmanes. El reino

“Cristiano” de Asturias surge, aunque sin un territorio bien definido pero sí reconocido.

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Es el Orión de la “Patria Asturiana”. Hay así auge de la monarquía Astur por ser el

primer núcleo de resistencia, obtener la 1ª victoria y expandirse por Asturias.

Luego reina Favila, y luego Alfonso I, del que se conoce bastante por las crónicas.

Continua la estirpe de Pedro de Cantabria y se une con la descendencia de Pelayo.

Conquistó hasta el Duero, pero también incorpora regiones por las que se expande

poblando esas zonas: Liébana, Trasmiera, Sopuerta, Carranza, Bardulias, la Galicia

marítima. Todas estas son las tierras internas del reino, y las externas van desde Álava

hasta Pamplona y Berroza, que se consideran organizadas por ellas mismas. Son así

territorios satélites del Reino de Asturias, habitadas por Vascos o Navarros. De estos

territorios solo Álava se mencionará en crónicas posteriores. Igualmente parece que se

esfuman territorios como la Trasmiera, Sapuerta, Cerranza, Primorias y Liébana.

Aunque hay que darle más importancia a Asturias, Cantabria, Galicia, Álava y

Bardulias-Castilla.

El significado de que aparezcan esos territorios en las crónicas es complicado. Algunos

autores dicen que el norte peninsular estaba habitado por Satures, Cántabros y Vascones

que pervivían en su organización gentilicia, pero otros creen que aunque esto es verdad,

en las crónicas se hablan ya de territorios y no solo etnias. Así el Reino de Asturias no

es como el estado toledano de los Visigodos que luchaba contra estos pueblos, sino que

en vez de someter pueblos, los iba incorporando y organizando “territorios”. Así, en

reinados posteriores la geografía del Reino Astur no se limita a crear la “Patria

Asturiana” de Pelayo, sino que es un reino plurirregional (visión que tenían en la época

de Alfonso III en 883 de sus antepasados). Hay herencia en la toponimia que condicionó

pero se llegó a innovar en los nuevos nombres de regiones. Hay además varios grados

de integración: el núcleo central es Asturias por encima de Cantabria que se diluye; otro

círculo son las periferias de Bardulias o Castilla del Ebro, Galicia y los Vascones

occidentales; un tercer círculo considerado externo son los Vascones orientales (fuera

del reino), y espacios fronterizos del Duero que se van incorporando, y que se

denominan “frontera” con los Musulmanes.

Se ve así que hay un discurso territorial: Asturias es origen y nombre del reino, pero

también es solo una región más de este, aunque es núcleo y sube de rango respecto a su

posición en época Visigoda, pues era una región, pues era una región (escalón

intermedio entre “territorium” y “provincia”) de la “provincia” de Galicia, y ahora es

Galicia una provincia del “Astororum Regnum”. Así hay diferencia con el Reino

Visigodo, además Asturias se presenta como una región histórica: por el tardío “ducado

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de Asturias” con los Visigodos, el gobernador de la zona, Munuza, en Gijón, refugio del

más ilustre de los refugiados Visigodos ayudado por otros de su pueblo exiliados o por

los Satures de la zona a rebelarse contra los Musulmanes, además era la 1ª “patria” de

Pelayo, que sirvió de reclamo con el otro poder norteño: el “dux” Pedro de Cantabria,

que se acaba adhiriendo a Pelayo y Asturias con su hijo Alfonso, y por último, Asturias

como centro del ya reino en expansión. Después se habla de Asturias pero sin saber qué

límites oriental y occidental tienen.

Luego la centralidad asturiana se complementa con una auténtica capital del reino:

Oviedo, que sucede a Cangas de Onís y Pravia, con Alfonso II, por motivos

estratégicos, de comunicación. Se la ve como la “nueva Toledo”, es la “Urbs Regia”,

con el trono o “solio” para Alfonso II, con Unción Regia, corte, y edificios áulicos en

Oviedo o sus afueras (iglesias y palacios). También enterramientos de los reyes. Se da el

arte asturiano, donde se respira goticismo por los cuatro costados.

Se realza así Asturias, lo específicamente “asturiano” frente a Cantabria, para relegarla a

un 2º plano. Es un declive incluso en la toponimia, pues eran los Cántabros quienes

habían luchado contra Roma, los Visigodos y quizás se encuadraron en una provincia

que dependía de los Francos o al menos eran tributarios. Hay varias expediciones de los

Visigodos y en el siglo VII ya no son enemigos de estos. Además, donde estaban los

Cántabros en época romana, los desplazaron los Satures, y al principio de la

Reconquista ya era conocido el territorio como Asturias. Y es que Cantabria, al haber

sido la provincia clave del norte con un “dux”, debería tener luego un papel más

importante, aunque esto se omitió en las crónicas. Ya no se habla de Cantabria sino

como una región más del Reino Astur, ni como territorios de los Cántabros.

Luego también se da el caso de Bardulias, en el siglo IX llamado Castilla, con Alfonso

III, que se extendió por una parte de la antes llamada Cantabria. Es la única región a

mediados del siglo VIII al sur de la Cordillera Cantábrica. Es una “marca” al sur que

acabará solapándose a la “frontera” de la cuenca del Duero. Era un baluarte guerrero, y

hubo varios condes, muchos castillos y batallas. Es un espacio que destaca

progresivamente, aunque por esta época todavía marginal, periférico y amenazado por

las constantes aceifas musulmanas.

También territorios periféricos son Galicia y Álava, pero con rebeliones y personalidad

propia dentro del Reino Astur, por el pasado Suevo de la 1ª. Y es que se intentó dar

poca importancia a la “inventio” del sepulcro del Apóstol Santiago y se minusvaloró la

gran realidad regional gallega. De Vasconia, las crónicas hablan con prevención

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heredada de los Visigodos, por tratarse de un pueblo hostil y feroz. Se omiten los focos

de resistencia Vascones anteislámicos para dar protagonismo a Asturias (en las crónicas

pirenaicas se silencia también esta información), y además se resalta que los reyes

asturianos sometieron a los Vascones de Álava. Pero con Alfonso III se mantiene el

cliché de los Vascones rebeldes pero a la vez surge Vela o Vígila Jiménez y el condado

de Álava, que revela una nueva identidad y realidad administrativa.

Se ve en las crónicas de Alfonso III que hay un discurso sobre las regiones del reino con

huellas de la geografía Visigoda, pero con esta base se reordena la geografía: denomina

regiones nuevas, olvida otras antiguas, amplifica el significado de Asturias, recorta el

prestigio de otras (Galicia, Cantabria o Vasconia). Hay así novedades frente al pasado.

2.- Representaciones de la frontera. Los espacios meridionales del reino

2.1.- El relato, sucintamente

Con Pelayo, en Asturias ya no había Musulmanes, con Alfonso I se superaron

lasmontañas para poder expandirse a los valles del sur donde está la frontera

propiamente dicha. Tomó León y Astorga, se expandió por la Tierra de Campos hasta el

Duero. Se toman núcleos por la fuerza, y las regiones norteñas se repueblan. Durante los

reinados siguientes apenas se habla en las crónicas de avance territorial: algunas batallas

y épocas de paz, con Fruela I y Bermuda I. con Alfonso II también hay pocas acciones

militares en las crónicas, y se saben más por las crónicas Musulmanas que afectan a

“Alaba wa-al.Quilá” (“Álava y los castillos” o “Álava y Castilla”). Y es que según los

bandos se ensalzan o se callan las victorias y derrotas. No hay avances constatados en la

Meseta, solo luchas dentro de los límites del reino.

Para las conquistas del reinado de Ramiro I, las crónicas de Alfonso III son

escasas, y hablan de 2 victorias. Sin embargo para Ordoño I hay más información:

repuebla 4 ciudades que estaban desiertas: León, Astorga, Amaya y Tuy, y lucha

muchas veces derrotando a Muza, a los Bani Qasi (muladíes), y llegó a luchar al sur del

Sistema Central. El último rey de Asturias, Alfonso III, que es cuando se gestaron las

crónicas, hay que distinguir entre las 2 obras: la “Crónica de Alfonso III” excluye los

hechos de este rey, y la “Albendense” se dedica sobre todo al reinado de este (866-

882/3). Así descripción más detallada y no tan generalizada como para los reinados

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anteriores. Narra hechos ante todo de guerra, y de victorias fundamentalmente, pero

también acciones para controlar ciertas poblaciones y zonas como repoblaciones,

conquistas, defensas, restauraciones, incursiones, escaramuzas,…

2.2.- Algunas consideraciones sobre la frontera meridional del Reino de Asturias

Las crónicas han dado lugar a que penemos que hubo un “desierto estratégico”

del valle del Duero. Así para algunos hubo un traslado de población con Alfonso I, por

debilidad demográfica de la zona (no despoblación), aunque para otros sí hubo

población (por el registro material, documental y de la exégesis de textual). Pero vamos

a ver la frontera según las crónicas asturianas.

Desde Alfonso I hasta Alfonso III hay que plantearse lo creíble del relato (para

algunos falso), lo original del contenido (muy influenciado por textos Visigodos y

además cuenta hechos de 150 años antes, y esta hibridación textual se ve también en que

surgen nuevos centros de poder. “castros”, junto alos antiguos de herencia

tardorromana: “civitates”), y la imagen implícita de “frontera” que crean los textos:

migración de Visigodos a Asturias, vaciamiento con Alfonso I, repoblación con Alfonso

III, en esta zona de frontera del Duero con poca influencia Musulmana, solo con

saqueos, apenas tenía nombre (Campos Góticos), es un enorme territorio sin estado, y el

vaciamiento se produjo según crónicas por orden regia, pero quizás también tuvieron

que ver las constantes aceifas en el territorio, el abandono Musulmán por el desastre de

Poitiers, o por las revueltas Bereberes,… Y es que la frontera surge por muchas

iniciativas, de varios poderes, y todo ello interactuando con la situación de Al-Andalus.

Las crónicas no percibían la frontera como un corte lineal, solo según las iniciativas

reales u oficiales cambiaban los estatus de los lugares.

Así, los avances Cristianos aparecen como algo lineal, no como un espacio

indeterminado expuesto a las aceifas continuamente. Así hay grandes ciclos en el

avance Cristiano. Es todo un discurso nítido que habla de un territorio difuso.

Hay así varias opciones en estas campañas militares: arrasar un núcleo enemigo sin

querer ocuparlo, destruirlo para incorporarlo, conquistar una localidad por las armas,

repoblar y organizar núcleos y regiones, y la defensa del territorio ante los ataques

enemigos (esto silenciado en las crónicas). Es una gradación, que en lo ofensivo, el

cúlmen es la “populatio” o repoblación, que se aplica en el valle del Duero, con

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protagonismo de los reyes en las crónicas. Quizás también se repobló con los

emigrantes venidos del sur.

Además, el alcance territorial de la expansión, junto a la crisis de Al-Andalus,

hizo que hubiera una corriente de optimismo y se pensó que se podría recuperar España

pronto, lo que se ve en el profetismo de las crónicas (“Crónica Profética” como parte

final de la “Albendense”) que vaticinan la derrota de los Musulmanes. Es un mensaje de

anhelo en una coyuntura favorable, que se complicó como se sabe, y los mensajes

proféticos de triunfo final desaparecen de las crónicas, y es que es vestigio de un

doctrinarismo historiográfico de ideología isidoro-ovetense.

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