Post on 01-Nov-2019
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Giorgio Manganelli
Las Fábulas'de los tarots
Con el lenguaje de un sueño concentrado y perplejo, Italo Calvino ex
plora el lugar donde se sitúa -¿qué, por .lo demás?- no una peripecia ni, en rigor , un relato, sino más bien una visiónde la baja Edad Media, cotidiana y abstracta, duramente ósea y cálidamentecarna l. El castillo de los destinos cruzados-o mejor , con ironía y estupor, " la morada "- es el lugar ambigüo, noble y .pobre; cortés y al .mismo tiempo de un ..turbio carácter terrestre; como un paquete de cartas, limpio de signos heráldicos, y manipulado, trabajado por unafuria risueña, por los sudores rencoro- _sos de los jugadores. Precisamente unpaquete de cartas: no las cartas bidimensionales, imágenes humorísticas quetorturan a Alicia al otro lado del espejo,sino cartas arcaicas, alusivas, sabias; unafiliación litúrgica oracular e inasequible .
Al centro de este libro fascinante deCalvino, publicado en una de las ediciones más elegantes , se encuentra justamente el paquete del Tarot; un paqueteprecioso por la iconografía, diseñada enel siglo xv por Bonifacio Bembo yotros, y recompuesta aquí con todas lascartas que han podido recuperarse, cu- .·yas doraduras, esmaltes, los artificiosvegetales y geométricos de enigmática,solemne densidad, son esplendentes.Colocado al centro de una mesa alrededor de la cual están sujetas las damas y .,los caballeros eternamente taciturnos,este paquete de Tarot es un catálogo delos posibles, una lista de hipótesis, undiccionario críptico del mundo; en sussignos se compendian los nudos fatalesdel destino humano; todos juntos .ocupan un espacio tan helado como fastuoso donde se alinean, depurados detodo clamor cotidiano, los acontecí-
Traducción de Héctor Orestes Aguilar"sobre la versión de Philippe Di Meo
mientas rituales y privilegiados, lasdesventuras, los éxtasis, la muerte, e! ¡
oscuro itinerario del conocimiento.Pero he aquí que uno de los persona
jes taciturnos se apodera de las cartas, y .con un gesto deliberado escoge una,que torna .el valor de un autorretratoheráldico; a esa opone~una segunda, ypoco a poco algunas otras, y medianteimágenes, y mediante signos, impuestose inciertos, recuenta una.historia sin palabras. Cada carta es un escudo de ar-
.mas;' pero su aire ; ceremonial cubre y
ltalo Calvino
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representa losacontecimientos onerosamente humanos y los consagra, les comunica no la secuencia temporal sino e!itinerario de! destino. De carta en' carta,el primer narrador confiesa una alternancia de imprudentes desventuras y deprematuros amores silvestres; pero estascartas, todas las cartas, son polivalentes;y he aquí que le sigue otro taciturno: deuna de estas cartas hace nacer unahistoria nu~va, ql;le crece en otra dirección.El As de copas, que era en la primera
historia la fuente donde abrevaba e! jo-
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ven desafortunado, se convierte, en la
segund a, en una alquímica Fuente de
Vida, y la joven mujer dedicada a la fá
cil aventu ra -el Arcano de la Templan
za- se da quizá como una monja, quizá
por la naturaleza misma; y la historia
prosigue para engendrar ot ra historia y
esta última aun otra; y cuando al fin to
dos juntos los tarots ocupan el espacio
de la mesa y todos los comensales loshan recogido durante sus confesiones,
el diccionario de las posibles fatalidades
está desplegado por completo delante
de nosotros según el itinerario que esco
jamos: se leerán todas las vidas posibles,la del narrador o, incluso, la del lector.
Pues bien , cada carta corresponde,
con un sentido diferente, pero no dis
continuo, a las lecturas o a los textos , o
a las vidas infinitas: "Todo relato se di
rige al encuentro de otro relato y mien
tras que un comensal mueve su insignia,
en el otro extremo de la mesa otro
mueve la suya en sentido opu esto, mien
tr as que las historias cont adas de iz
quierda a derecha o de abajo ha cia
arriba pueden asimismo ser leídas de de-
recha a izquierda o de arriba abajo. " De
tal modo, la historia "del viajero en la
ciudad subterránea, por ejemplo, no era
otra que la histori a del visitador de la
ciudad celestial, contada al revés ..."
La fábula de Calvino es un placer
raro porque conduce al éxtasis de la eso.
tructura y tiende, ayudándose de la
droga de la sintaxis, a eso que no sin
insolencia podría tacharse de " realismo
heráldico" ; y por esto el relato se sitúa
subrepticiamente en este género anti
guo, sabio y sutil que se nos había ase
gurado era "imposible" y que quizá así
comenzábamos a considerarlo: se trata
de una fábula didascálica, que en cada
una de sus frases, en cada uno de sus
pasajes, presupone una presencia icónica y que la anota, la acompaña sabia
mente , mezclando claridad e inextrica
ble mentira, en una glosa narrativa que
está cerca de la alegría y el miedo de la
agotadora poli valencia infinita de las
significaciones , de un itinerario desti
nado a una conclusión indescifrable.
Eljuego de Calvino deja un problema
en la sombra: es posible que el trazo de
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los tarots, tal y como queda al final so
bre la mesa , una definitivamente el de
sorden y el sentido en la identidad reen
contrada de los contrarios: " Roland
había descendido al corazón caótico de
las cosas, al centro del cuadra do de los
tarots y del mundo, al punto de inter
sección de todos los órdenes posibles."
El Arcano de la Justicia podría ser la
Razón del relato que se cobija bajo elazar combinatorio de los tarots esparcí
.dos" ; existe un gesto paradójico, entre
lo ascético y lo burlesco, que , al inverti r
el discurso , autoriza su lectu ra exacta.
Suspendido con la cabe za hacia abaj o, el
Colgado declara: " Dejad me así. Di la
vuelta y he comprendido. El mundo selee al revés . ¿Está todo claro?"
Sin embargo, puede que esta Razón,
este centro coincidente con el caos no
forme sino una unidad con la encanta
dora, inepta fabula ción; el sentido del
relato consiste sólo en su relato, elj uego
implica y conmueve, porque es la más
grande, o la única , aprox imación a la
tragedia qu e nos ha sido concedida . Al
sentencioso, místic o Colgado, pareceopon erse ot ro Arcano, el Prestidigita
dor: una figura varonil vestida de rojo
situada atrás de las tablas; así como apa
rece sostiene en su mano una pluma,
pero en su mano izquierda , y se trata de
una figura bastante oscura: " un charla
tán o un mago ocupado en sus rutinas";
pero igualmente un poeta. "So bre los
campos blancos de la Luna , Astolfo
reencuentra al poeta , ocupado en inter
polar en su trama las rimas de las octa
vas, la locura de las intrigas, las !,!zonesy las sinrazones. Si este último vive en el
mismísimo centro de la Luna , nos dirá
si es verdad que ella contiene el diccio
nario universal de las rimas, de las pala
bras y de las cosas, si es el mundo lleno
de sentido, el opuesto a la tierra insen
sata. No, la luna es un desierto -tal era
la respuesta del poeta, a juzgar por la
última carta echada sobre la mesa ,
la calva circunferencia del As de dena
rios-, de esta esfera árida parte todo
discurso y todo poema; y todo viaj e através de bosques, batallas, tesoros , ban
quetes, alcobas, nos reconduce aquí, al
centro de un horizonte vacío." ()
e L'Espress«
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