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CAMPESINOSCAMPESINOSCAMPESINOSCAMPESINOS
George DubyGeorge DubyGeorge DubyGeorge Duby
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GUERREROS Y CAMPESINOS, EL MUNDO DE LA ALTA
EDAD MEDIA.
Parte I. El origen de la sociedad medieval. Siglos VI y VII
La Edad Media es la época de la Historia europea que quizás más atrae a la gente,
sobretodo debido a esa visión mítica y épica que nos dejó el movimiento del
“romanticismo”. Sin embargo la realidad fue mucho más dura y ominosa.
La caída del Imperio Romano de Occidente, y el mestizaje de los europeos-romanos
con las tribus germánicas del norte, definió gran parte de los primeros tiempos del
Medioevo. Veremos en estos artículos la Historia de este periodo desde un punto de
vista socioeconómico, es decir, como vivían, en qué condiciones y cual era su
desarrollo económico. Nos centraremos además en los primeros siglos (VI-XI), los más
“salvajes”, cuando la naturaleza y sus bastos bosques dominaban al hombre, cuando
se perdió gran parte del conocimiento... y la guerra era una forma más de
subsistencia. Estos primeros siglos reciben el nombre de Alta Edad Media, la etapa
más oscura de la Edad más sombría.
1) EL ORIGEN DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL. SIGLOS VII Y VIII
Los historiadores económicos y sociales siempre han tenido dificultades para reunir
datos fiables sobre este periodo. Con una escritura en retroceso y documentación
escasa, la cuantificación de datos es sumamente difícil, lo que siempre ha dejado un
amplio margen para la conjetura. Sin embargo se pueden definir claramente, después
de siglos de estudios y trabajos arqueológicos, cuales fueron las bases de esta época
de nuestra civilización:
A) La Naturaleza y las fuerzas productivas.
En estos primeros años, si hay algo que los defina, sería la lucha del hombre contra
las fuerzas naturales para poder sobrevivir. El bosque reina por todas partes, lo que
dificultaba la roturación de nuevas tierras de cultivo. Respecto al clima, los datos más
útiles para Europa son el estudio del retroceso y avance de los glaciares de los Alpes.
Así los siglos V al VIII fueron fríos y húmedos, seguidos de un clima más suave y seco
hasta el XII, coincidiendo con un despegue económico basado en la productividad
agrícola.
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Las características del paisaje dependían en gran parte de las diferencias culturales,
tradición romana o germánica. La agricultura romana, muy productiva y basada en la
dieta Mediterránea, fue decayendo a medida que los nuevos invasores germánicos se
hacían dueños del antiguo imperio, además la caída del comercio hizo que ya no
llegaran muchos productos a zonas alejadas de los grandes centros agrícolas, “las
villae” romanas, lo que provocó en muchas zonas una vuelta a los productos
autóctonos, como el tocino o la mantequilla, frente al aceite de oliva y cereales.
También influyó mucho en la decadencia del sistema romano las dificultades para
mantener un sistema de producción con grandes necesidades organizativas, de
infraestructura y seguridad. La decadencia romana se manifiesta por el retorno a las
aldeas y sistemas de cultivo primitivos de estilo “germánico”, es decir, basados
sobretodo en función de la necesidad de pastos y bosques para el ganado, caza y
recolección (saltus), frente al predominio de los campos de cultivo (ager). Poco a
poco se llegaría a un sistema mixto, primero porque los europeos-romanos volvían a la
barbarie y segundo porque los germanos fueron absorbidos en gran parte por la
civilización que habían destruido; como por ejemplo la pérdida del tabú pagano que se
oponía a la roturación de los bosques. En un principio la escasez de útiles, técnicas y
brazos hizo que los campos de cultivo se trasladaran a las tierras abiertas más aptas,
como las zonas aluviales de los ríos.
La mayor parte de la población se distribuía en pequeños núcleos, por una parte
estaba la casa del señor (domus), situada en el centro de sus dominios y rodeado de
edificios para la explotación agrícola y almacenes, y por otra la residencia de los
campesinos (casae), dispersas por toda la propiedad.
El estudio demográfico es uno de las mayores complicaciones en esta época, la falta
de documentación escrita hace que estas investigaciones se basen sobretodo en
estudios arqueológicos, con la consiguiente falta de exactitud. Sin embargo hay
información suficiente para saber que ya en el siglo II la población del Imperio fue
decayendo lentamente, acentuándose sobre el siglo VI por una serie de epidemias de
la peste y las guerras continuas que mermaron aún más a la población europea. Lo
único que se sabe es que la población llegó a ser muy escasa. Los grandes bosques
del norte estaban casi vacíos, mientras que en el Mediterráneo, el abandono de los
drenajes de los cultivos hizo que se formaran zonas pantanosas en donde la malaria
se convirtió en endémica. Los estudios en los huesos remarcan la desnutrición general
de la población, lo que agravaba sin duda la expansión de la peste y otras
enfermedades.
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La falta de brazos para el cultivo no era el único problema de la falta de productividad,
los útiles de trabajo de esta época son casi menos conocidos que los del Neolítico.
Existía una especie de arado, aunque no tenemos datos completos de su forma y
usos, sin embargo la falta de hierro y artesanos profesionales haría de estos
instrumentos una herramienta poco útil para terrenos difíciles. Se supone que gran
parte del trabajo se producía con utensilios manuales. La imagen global en esta época
es la de una sociedad agraria mal equipada y con insuficiencia demográfica, con una
dieta que debe complementarse con recolecciones en el bosque, la caza y la pesca.
En este vacío humano el espacio natural es sobreabundante, con estas condiciones el
poder no será sólo la posesión del suelo, sino el controlar y dominar el bien más
escaso: el hombre, lo que explicará sin duda la estructura social de este tiempo.
Invasiones bárbaras en Europa Occidental
B) La estructura social.
Ni la sociedad romana ni germánica eran igualitarias, ambas estaban gobernadas por
una nobleza (clase senatorial y líderes guerreros) con privilegios jurídicos y sociales.
En ambas culturas existía la esclavitud, y la guerra era uno de los motores de la
economía. La ruralización y mestizaje de la nobleza romana con la bárbara no hizo
más que revitalizar este modelo. Este proceso nos llevó a la creación de tres “cuerpos
sociales”: Los esclavos, los campesinos libres y los grandes señores, dueños de sus
vidas y trabajo.
a. Los esclavos.
Las formas a través de la cual se podía llegar a ser esclavo (servus) eran diversas, las
más comunes eran por guerras, saqueos, delitos, enajenación propia obligado por la
necesidad, y sobretodo por la procreación natural de parejas esclavas. Toda casa
noble, laica o religiosa, disponía de estos siervos. La iglesia católica, aunque prohibía
la esclavitud, nunca la condenó ni atacó seriamente.
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b. Campesinos libres.
El concepto de libertad individual en las sociedades germánicas estaba muy ligado al
hecho de tener armas, poder participar con el jefe de su tribu en los saqueos y
posteriores beneficios de las “razzias” de primavera. Esta libertad incluía también el
aprovechamiento conjunto de las riquezas del territorio, pero también la obligación de
reunirse periódicamente para juicios y decisiones que afectaran al grupo o algún
individuo.
En las provincias romanas los campesinos no disfrutaban de una libertad real, aunque
fueran ciudadanos romanos. La libertad campesina estaba muy ligada a la propiedad,
situación que era muy poco habitual. La gran mayoría eran familias campesinas
pobres que trabajaban tierras propiedad de otros, son los llamados “colonos ”.
Considerados libres, sin embargo estaban ligados a las tierras de los propietarios, de
las cuales dependía su subsistencia, lo que reducía ampliamente su independencia.
La delgada línea que separaba la libertad de la esclavitud se fue reduciendo hasta
crear una sola casta social, la cual se situaba en lo más bajo de la sociedad, los
siervos campesinos.
c. Los señores.
Las estructuras políticas cambiaron con las invasiones bárbaras, desde entonces el
poder de mandar el ejército y administrar justicia recaerá en la persona del rey. La
casa de este linaje será la más importante de entre la aristocracia, y recogerá el
vocabulario romano para definirla como el Palacio (palatium), donde se reúnen
parientes y jóvenes aristócratas para completar su educación. El rey tiene la ayuda
para gobernar de numerosos sirvientes y una serie de “fieles amigos”. En esta nueva
corte se mezcla la tradición germánica con la clase senatorial romana, con lo que se
crea una nueva nobleza que emana del propio rey, el cual devuelve los favores con
riquezas y tierras. Muchos serán otorgados con un territorio para poseerlo, el
señorío, donde tienen el poder de recaudar impuestos y sobretodo administrar justicia,
a estos nobles privilegiados se les llamará Condes (comte). No podemos olvidar el
gran poder de la Iglesia, la cual actuaba como un gran señor, en gran parte por las
riquezas que adquiría de donaciones “piadosas”. Lo más importante de este proceso
es el poder absoluto del señor feudal sobre la tierra, y por ende de las familias
campesinas que la trabajaban. Gran parte de estas familias eran esclavos sin otra
opción que trabajar para su señor, sin embargo, el señor prefería dejar que el
campesino-esclavo cultivara un trozo de tierra, llevándose luego un porcentaje de la
cosecha, el diezmo (10 %), con lo se aumentaba la pobrísima productividad. A través
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del derecho sobre la tierra los reyes, nobles y monasterios acumulaban gran parte de
la producción, abusando de un campesinado despojado totalmente, tanto esclavo
como libre. Una de las pocas obligaciones del rey y señores feudales era la de
defensa a sus súbditos. La inestabilidad hizo que muchos campesinos buscaran la
protección de un señor sólo para sobrevivir.
Señor de tribu germánica
C) La mentalidad Alto Medieval.
Hay dos elementos fundamentales que influirán en la forma de pensar de los europeos
de los siglos VII y VIII: Un mundo salvaje dominado por el hábito del saqueo y la
necesidad de la donación, a esto se uniría el recuerdo casi mítico de los tiempos
antiguos y que servirán de referente durante 1000 años.
a. Tomar y dar.
Uno de los elementos más curiosos de la forma de vida de estos tiempos era la
creación y distribución de la riqueza. Desde el caos de los últimos años del Imperio
Occidental, el saqueo y las “razzias” se convirtieron en una forma de vida para muchas
tribus bárbaras. Con ellas el guerrero demostraba su superioridad social sobre los
campesinos, pero sobretodo era el motor de su economía. La guerra proporcionaba
esclavos, provisiones, y un sin fin de riquezas. Al cabo del tiempo estos saqueos se
institucionalizaron, y pasaron a ser “tributos ”, este botín pactado entre las partes solía
ser anual y con él las zonas más ricas se libraban del saqueo. Estos tributos eran más
pesados cuanta más desigualdad militar hubiera entre los afectados. Un buen ejemplo
de esto fueron los siglos de tributos que pagaron los emperadores bizantinos
(Basileus), a las tribus germánicas para mantener estables sus fronteras periféricas.
Pero esto no sólo afectaba a reinos y señoríos, el miedo en el mundo rural a los
saqueos hacía que los campesinos libres pidieran protección a otros señores, a los
cuales a partir de entonces les debía el tributo de estar protegido en sus tierras, casi
siempre el diezmo. Estas riquezas adquiridas eran repartidas por el rey, no sólo a sus
guerreros sino que también se hacían donaciones a la Iglesia o a otros señores para
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mantener la paz, por su puesto los pobres tenían su parte, a modo de míseras
limosnas, aunque la grandeza y prestigio de un señor solía estar asociada a su
generosidad con su pueblo. Él siempre se reservaba la mejor parte, para aumentar el
tesoro, auténtico sueño de todo gran señor o rey.
Así llegamos a la esencia de la economía medieval, quitar para dar. La ofrenda y el
regalo se convierten en la forma de intercambio, que no comercio, más utilizada.
De este modelo se aprovechó, y muy bien, la poderosa Iglesia cristiana. Sobre todo
por las donaciones de grandes señores y pueblo en general, con ellas se compraban
el perdón de Dios o favores divinos. Otra de las formas de cobro era a través de los
muertos; según se fueron cristianizando las tribus paganas se fue eliminando la
costumbre de enterrar a los muertos con sus joyas y enseres. En un mundo tan pobre
no se podía desperdiciar tanto metal y la Iglesia pronto descubrió que no había mejor
forma de ganarse el cielo que donando las riquezas, o tierras propias, a la Iglesia
cuando llegaba la muerte. A todo esto habría que sumarle que la Iglesia era un gran
terrateniente por si mismo, con campesinos a los cuales se les tenía las tierras
arrendadas y de las cuales sacaban un gran provecho. Además tenían el poder del
miedo divino, con él los robos a las iglesias y catedrales eran mínimos, esto
evidentemente sólo funcionaba con los cristiano. Habría que añadir que no todo el
clero era igual, el bajo clero tenía una condición muy similar a la del campesinado
medio, mientras que los Obispos y altas jerarquías poseían unas riquezas y poder
prácticamente iguales a la de los grandes señores.
b. Los modelos antiguos.
Uno de los rasgos fundamentales de la mentalidad de esta época fue la fascinación de
los bárbaros por la forma de vida romana. Pronto ocuparon sus palacios, termas, etc.
pero no supieron mantener su economía, por lo que pronto todas las ciudades de
Europa occidental se ruralizaron, agravándose además por la caída del comercio que
dejó sin sentido los grandes asentamientos. Los descendientes romanos intentaron
como pudieron llevar la vida de sus antepasados, aunque en la práctica era imposible,
siempre se mantuvo un recuerdo de los antiguos y mejores tiempos del imperio.
Aunque las comunicaciones regulares habían casi desaparecido por la mala
conservación de los caminos, la única manera de moverse por tierra era a través de
las antiguas e imperecederas calzadas romanas. Lo que hizo engrandecer más el
ideal de aquellos tiempos. Otra de las formas de mantener el recuerdo romano fue a
través de la acuñación de moneda. Ésta era más una forma de poder que de riqueza.
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El rey acuñaba moneda sobretodo para afirmar su prestigio y legitimidad monárquica,
era más un símbolo pues la moneda no tenía más valor que el material en el que
estaba hecho. A finales de este periodo se empezó a utilizar más la moneda ante el
aumento de la actividad comercial.
En resumen, en esta época nunca se perdió la imagen y el recuerdo de la
esplendorosa época romana, tantos unos como otros tenían en su pensamiento volver
a reconstruir el antiguo imperio. Los humildes anhelaban la vida en paz y sin saqueos,
mientras que los poderosos soñaban con el poder de los antiguos emperadores. De
hecho, todos los grandes señores que dominaron temporalmente grandes territorios de
Europa se auto proclamaban “Emperador de los romanos”, desde Carlomagno hasta el
último...Napoleón, ya en el siglo XIX.
Rey medieval.
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Parte II. La etapa Carolingia. El primer Renacimiento. Siglos IX y X
En el año 800, el rey de los francos, Carlos (“Carlomagno ”), el más poderoso de su
época, fue coronado por el Papa León III como “Romanum gubernas Imperium”, es
decir, como los antiguos emperadores del Imperio de Occidente, aceptado incluso por
el emperador de Oriente, el Basileus bizantino.
Uno de los principales efectos de esta reconstrucción política fue el intento de enlazar
con la tradición administrativa romana. Esto desarrolló y restauró el uso de la escritura
en los ámbitos administrativos, prácticamente olvidada para la gran mayoría de la
población y que se mantuvo en las bibliotecas de los monasterios e iglesias, lo que
explica aún más el poder de la jerarquía religiosa.
Este pequeño “Renacimiento” estimuló una economía estancada. Un nuevo orden más
pacífico trajo una cierta expansión comercial y demográfica, aunque el rígido sistema
señorial era un impedimento tan injusto como improductivo para la mayor parte de la
población.
Retrato del “emperador” Carlomagno
1) LAS NUEVAS TENDENCIAS DEMOGRÁFICAS.
La creación de las “marcas” (territorios fronterizos defendidos para evitar invasiones)
dio una seguridad no vista desde hacía siglos. Esto se tradujo en una cierta confianza
general al reducirse ampliamente los saqueos, aumentaron las cosechas y por ende la
población. Esta mayor seguridad también facilitó la movilidad y por ello la emigración a
nuevas zonas de roturación.
Sin embargo, este leve aumento de la población pronto entró en las propias
contradicciones del sistema, que hizo que la economía se volviera a estancar por una
superpoblación y la crónica subalimentación de las personas por la baja productividad.
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Las causas parecen claras, este desarrollo demográfico ha roto el frágil equilibrio entre
la población y el marco socio-económico que lo sustenta. A pesar de roturarse nuevas
tierras, o aprovechar tierras abandonadas, técnicamente era imposible alimentar a
esta nueva población. Así el retraso tecnológico y la presión del sistema señorial harán
que se vuelva al estancamiento económico y, por tanto, demográfico.
2) EL GRAN DOMINIO.
Durante los años del imperio carolingio y su posterior división en reinos, el sistema
señorial fue adueñándose definitivamente del “Orbe cristiano” occidental. La
representación más importante de este poder era sin duda el “Gran Dominio ”,
auténtico poder económico y social. Éste no era homogéneo en toda Europa pero
compartieron unas características comunes.
El territorio solía ser “donado” por el rey a algún gran señor, casi siempre por favores
militares. Estaba formado muchas veces por miles de hectáreas y la tierra solía
hallarse dividida en múltiples explotaciones. La mayor estaba reservada al dueño
mientras el resto eran variables, aunque siempre mucho más reducidas y que habían
sido otorgadas a familias campesinas.
Estas explotaciones reciben el nombre de “mansos ”, así habrá mansos del señor o
“reservas ”, explotados directamente por él, y mansos libres, trabajados por
campesinos que viven en esa parcela, aunque dependientes del señor.
El manso del señor solía consistir en una serie de edificios que estaban cercados,
llamado “corte ”, en este espacio se encontraba el palacio o castillo; había establos,
cocinas, corrales, molinos y sobre todo graneros donde se guardaban las cosechas y
tributos del señor. También había bosques y tierras de cultivo.
El manso campesino podía ser libre o servil, dependiendo del estado jurídico del que
lo trabajaba, libre o siervo. Sin embargo, este detalle fue perdiendo importancia a lo
largo de los años, las divisiones hereditarias (pues la tradición germánica era dividir
todo en partes iguales para los herederos, frente al modelo romano de heredar sólo el
varón primogénito), las compra-ventas y la movilidad campesina de estos años
hicieron que en muchos casos no coincidiera el estatuto del manso con el del
campesino que lo explotaba. Colonos libres trabajan en mansos serviles mientras que
en muchos mansos libres trabajaban siervos.
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La explotación económica del Gran Dominio se producía de dos formas. Los mansos
libres dependientes de un señor estaban obligados a pagar una renta (“censo ”), podía
ser parte de la cosecha, así como animales o dinero (el uso de la moneda era mayor
en esta época).
Para el manso señorial el señor exigía a los campesinos de su propiedad ciertas horas
de trabajo diarias, las “corveas ”, para lo cual estaban obligados a dejar las labores en
sus tierras. También trabajaban en los mansos señoriales jornaleros estacionales, un
auténtico ejército de desamparados que rondaban en los alrededores del Dominio. Y
como no, los esclavos, sin embargo, los no libres no se adaptaban bien a las grandes
explotaciones, debido a la poca productividad histórica de los esclavos y que fue el
origen del desastre económico de los últimos siglos del imperio romano, esto provocó
que poco a poco fueran igualándose al resto de los campesinos.
Es precisamente este sistema, el de poder requisar el señor gratuitamente la mano de
obra, tanto en corveas como en esclavos, el que impedía un desarrollo tecnológico de
la tierra. La mano de obra era gratis, las mejoras técnicas no.
Aunque el gran señorío se fue asentando poco a poco en Europa occidental, no todas
las explotaciones agrícolas estaban dominadas por aristócratas. El aumento de la
documentación, sobretodo eclesiástica como donaciones o limosnas, nos revela que
también existía una gran parte de campesinado libre que poseía sus propias tierras,
así como los que trabajaban cerca de ciudades “libres” o dependientes del rey, es
decir, que no dependían jurídicamente de ningún señor.
El uso más amplio de la moneda transformó radicalmente las relaciones socio-
económicas entre el señor y el campesinado en muchos lugares. El señor adquiría
dinero de los censos, con el cual pasó a pagar a los jornaleros que trabajaban en sus
mansos, en vez obligar a trabajar gratuitamente a los campesinos del dominio, con lo
que se aumentaba la productividad. El poder medir el trabajo en dinero será una
pequeña revolución para el campesinado esclavo, que definitivamente se fusionará al
resto del campesinado libre.
En definitiva el Gran Dominio se convirtió sobretodo en el gran elemento de poder de
la nobleza. Por un lado era el motor de esta economía rural, una economía al servicio
de la aristocracia, la cual consumía la mayor parte de la producción, aunque repartiera
parte entre los famélicos indigentes. Pero por otro lado este sistema, basado en la
agricultura extensiva, provocaba que los señores quisieran asegurarse la mano de
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obra y la tierra que necesitaban para su nivel de vida, esto fue a costa de aumentar
sus derechos sobre la tierra y los hombres que vivían en ella. Esta lucha entre los
derechos del señor y del campesino libre o comunal será la característica no sólo de
este periodo sino que se alargó hasta el siglo XIX y las revoluciones liberales, cuando
se abolieron definitivamente los derechos feudales.
Son los señores y sus administradores los que decidían quienes podían quedarse con
alguna casa del dominio, sus graneros siempre estaban llenos, por lo que en épocas
de hambruna el señor repartía parte entre los hambrientos campesinos, lo que les
hacía ser más dependientes. Pero sin duda el poder más relevante era el de repartir
justicia, el señor se convertía en el que decidía sobre la vida de sus campesinos,
solamente se podía recurrir al rey, lo que evidentemente no era fácil para un pobre
campesino.
3) EL COMERCIO.
Una de las principales consecuencias de la restauración política carolingia fue el
aumento del comercio. Esta actividad económica fue de gran importancia para los
nuevos reyes. El comercio necesitaba una estabilidad y paz para poder desarrollar las
transacciones, lo que era proporcionado por los monarcas, a cambio por supuesto de
los tributos correspondientes, que hicieron aumentar el tesoro real. Pronto se notaron
las consecuencias, el interés de los reyes en recaudar hizo que se promovieran
nuevos mercados comarcales y regionales. Para este tipo de intercambio era
necesario una moneda, que pronto se apresuraron los monarcas en acuñar.
Pero también aumentó mucho el comercio a larga distancia, con materias importadas
del extranjero. Este tipo de comercio sólo era posible con un gran apoyo institucional,
así a los mercaderes, para ser protegidos, les fue dado un estatuto especial, además,
la mayoría de los grandes viajes solían estar patrocinados por el rey, a través de
caravanas comerciales, por lo que muchos viajes eran mezcla de comercio y actividad
diplomática. El nuevo estado carolingio imitó el sistema de fronteras tributarias de los
bizantinos para cobrar un impuesto a los mercaderes. Estos productos de lejanas
tierras eran siempre productos de lujo, si exceptuamos la sal, pues era la única forma
de ser rentables. Así este comercio internacional estaba al servicio y consumo de los
reyes y grandes señores, estando la gran mayoría de la población fuera de este
mercado.
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El principal producto de importación eran los paños, es decir, los trajes con los que se
vestía la aristocracia, para así diferenciarse más de los campesinos que se tenían que
hacer su ropa, destacaban en esta época los paños holandeses y de Oriente. Este
será el principal producto de comercio durante muchos siglos, lo que explica que la
industria textil de calidad fuera una de las pocas actividades productivas en la Edad
Media.
Las ciudades por las que pasaban caravanas comerciales fueron las más dinámicas
de su tiempo, el movimiento de dinero provocó un crecimiento de éstas, también las
ciudades que celebraban grandes mercados revitalizaron mucho la vida urbana.
Tuvo también gran importancia en este tiempo una nueva moralidad que influyó en la
actividad económica. La amplitud del nuevo imperio hizo que dejaran de ser rentables
las expediciones de saqueo, pues las zonas que podían ser saqueadas cada vez
estaban más lejos. Este cambio fue también una de las causas de que los nuevos
reyes francos se convirtieran en una realeza pacífica, y que a imitación del Basileus
bizantino, se dedicara sobretodo en la defensa de sus súbditos. Al no ser rentables las
guerras era mucho más lucrativo invertir en el comercio, además, evitaba tener que
pedir la ayuda a los ejércitos de los grandes señores, a los que después de las
campañas militares tenía que compensar.
Una de las consecuencias de este aumento de la actividad económica fue que Europa
se convirtió en un nuevo y apetecible centro de pillaje, unos nuevos guerreros, venidos
del norte, causarán el terror durante un siglo...los Vikingos .
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Parte III. Las últimas invasiones. Siglos IX y X.
El efímero esplendor de los reyes francos se fue diluyendo poco a poco, si bien la
división interna del imperio carolingio creó nuevamente cierta inseguridad en la gente,
hubo un nuevo factor que influyó determinantemente en la vuelta a épocas oscuras,
hablamos de las últimas invasiones que sufrirá Europa Occidental a cargo de Vikingos,
Magiares y los musulmanes llamados Sarracenos. Todos ellos fueron atraídos por
unas tierras en recuperación y con relativas riquezas. Nuevamente, durante unos 100
años, desaparecerá buena parte de la estructura administrativa que recordaron épocas
menos salvajes, también esta nueva violencia llevará a muchas zonas un aumento del
poder señorial. Sin embargo, un estudio más amplio de las consecuencias de estas
últimas invasiones nos hace ver que también influyó determinantemente en el
desarrollo de algunas regiones, así como el de muchas ciudades. Veamos el por qué.
1) LAS INVASIONES. SIGLO IX.
Hacia finales del siglo VIII ya bajaban de Escandinavia expediciones de saqueo a las
costas británicas y galas. Estas primeras campañas fueron llevadas a cabo por los
daneses, aunque luego también suecos y noruegos se lanzaron al botín. Nosotros los
conocemos popularmente como Vikingos, aunque también son llamados Normandos
(“hombres del norte”) y Varegos (suecos que invadieron Rusia).
Las primeras campañas serias, hacia el 835, no sólo consistían en el saqueo de la
costa, habitualmente establecían bases en la desembocadura de los ríos y desde allí
remontaban el curso fluvial hasta ciudades tales como París, Londres o Sevilla.
Desde el sur, los musulmanes del norte de África y la península ibérica, solían
perseguir barcos cristianos, así como abundantes “razzias” en Italia.
Por último, desde las llanuras del este de Europa, aparecieron unos nuevos guerreros,
magníficos jinetes, llamados magiares, y que hoy conocemos como húngaros. Su zona
de expansión fueron las actuales llanuras húngaras y el este de Alemania. Mientras los
vikingos utilizaban los ríos para desplazarse, los magiares usaron las antiguas
calzadas romanas, puesto que su botín y enseres lo trasladaban en carretas.
Barco vikingo.
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Todos ellos se aprovecharon de una presa atractiva y fácil, al no estar convertidos al
cristianismo no tenían ningún reparo en el saqueo de las ricas iglesias y conventos,
llenos de joyas de los feligreses. Además, superaban militarmente a los ejércitos
cristianos, preparados sólo para guerras preconcebidas, sus ataques rápidos y
selectivos no dejaban opción a las defensas y contraataques, es más, los barcos
vikingos y musulmanes eran mucho mejores, mientras que la caballería magiar era
inigualable.
Sin embargo, no todos compartían los mismos intereses, los musulmanes, mucho más
avanzados y con culturas muy ricas, necesitaban sobre todo prisioneros para vender
como esclavos en los mercados de la España del Califato de Córdoba (la ciudad más
grande y rica del mundo en esos tiempos), también se solía pedir rescate por
prisioneros ricos.
Los normandos y húngaros, salidos de regiones todavía bárbaras, preferían las
riquezas de los metales preciosos, pronto disfrutaron de la “tesorización”, es decir,
conseguir el máximo de riquezas, lo que en su cultura iba ligado al estatus social.
Más tarde los normandos fueron sustituyendo los saqueos por tributos, destaca el
“Danegeld ”, auténtico impuesto antisaqueos. Además, en muchos sitios se asentaron,
formando reinos (Inglaterra, Normandía, Sicilia,...) sustituyendo a la aristocracia local y
apropiándose de los excedentes del trabajo campesino.
Rutas vikingas por Europa.
Estos ataques y el terror que se inculcó durante todo el siglo IX colaboraron
paradójicamente en un crecimiento de las ciudades, éstas se fueron rodeando de
murallas defensivas que podían hacer frente a los invasores, lo que atrajo a muchos
campesinos y siervos que emigraron de los grandes dominios, lo que colaboró en la
ruptura de los lazos con sus Señores.
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Sin embargo, hacia mediados del siglo X las condiciones cambiaron, pues las
campañas de saqueo dejaron de ser rentables. Los magiares, según se fueron
cristianizando, comenzaron a abandonar la vida nómada, asentándose a las orillas del
Danubio. Mientras, los Sarracenos empezaron a esclavizar tribus del África negra, con
lo que dejaron de tener interés por las “razzias” en Europa. Aún con esto, la principal
causa del fin de las invasiones fue el hecho de lograr superar la inferioridad militar por
parte de los reinos Occidentales. A través de la adaptación, e incluso copiar técnicas
de los agresores como los puentes fortificados, caballería acorazada o nuevos diseños
de construcción de barcos, se consiguió que hacia el año 1000 ya no se volvieran a
producir invasiones, es a partir de ahora cuando se sientan las bases del futuro
desarrollo de Europa, y que la llevarán a dominar el mundo en menos de 600 años.
2) LOS NUEVOS CENTROS DE DESARROLLO.
a. Escandinavia.
La región origen de los Vikingos fue uno de los ejemplos más evidentes. Los saqueos
tuvieron grandes consecuencias en sus estructuras. Parece que la entrada de
esclavos promovió una fase de colonización agraria, a lo que se sumó un cambio de la
estructura tribal hacia una monárquica feudal, junto a un proceso de urbanización y la
entrada del cristianismo (aunque muy lentamente).
Las creencias paganas mantuvieron durante mucho tiempo la “tesorización”, es decir,
la riqueza acumulada era la principal fuente de estatus social. No sólo atesoraron
grandes cantidades de joyas, sino que también tenían gran cantidad de la moneda
más codiciada y usada en aquellos tiempos: los dirhams musulmanes. Sin embargo,
los vikingos no utilizaban la moneda como instrumento de cambio, sino como simple
acumulación de metales preciosos.
Lentamente, según fueron decayendo los saqueos, comerciantes de Europa occidental
fueron penetrando en sus tierras, cambiándoles esas monedas por materiales muy
tentadores para estos guerreros. Así, sin casi darse cuenta, se fueron integrando en el
área económica europea, revalorizándose el uso de la moneda para los intercambios.
Es lo que se conoce como renovatio monetae.
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b. El Mar del Norte.
Si hubo una zona que sufrió primero, y con más fuerza, las invasiones fueron
Inglaterra y zonas aledañas al canal de la Mancha. Los normandos no sólo saqueaban
e imponían altísimos tributos a los anglo-sajones, fue uno de los territorios donde más
se asentaron definitivamente, convirtiéndose en una nueva clase aristocrática. Además
de estos asentamientos, la cercanía con Escandinavia hizo que las relaciones
comerciales fueran mucho más fluidas que con el resto del continente. Fue este el
principal motor del proceso de urbanización, en donde empezó a destacar sobre
manera la ciudad de Londres.
Este nuevo dinamismo fue mucho más evidente en Normandía, ya en el continente, y
que sirvió de enlace entre vikingos y europeos occidentales, estas regiones también
vieron un gran desarrollo económico.
c. Germania.
Con la caída del imperio de los francos, fueron los sajones los que cogieron el testigo
Imperial. A medidos del siglo X es coronado como nuevo emperador Otón I, creándose
el nuevo Imperio Germánico, orientado más a Escandinavia y las zonas eslavas del
centro de Europa.
Germania no sufrió mucho las incursiones vikingas, mientras que a los magiares se les
pudo contener con el tiempo. La economía de esta zona era bastante primitiva
respecto a la occidental, abundaban los grandes dominios y no existían prácticamente
ciudades. Sin embargo, un hecho tan puntual como el descubrimiento de minas de
plata en Sajonia, hizo que se pudiera acuñar gran cantidad de moneda, esto hacía que
los intercambios fueran más fáciles, a lo que se sumó la intención de los emperadores
“otónidas” de crear y controlar todas las operaciones comerciales. Para conseguirlo se
crearon, al igual que hicieron los carolingios, nuevos mercados y caravanas
comerciales a los que se les daba seguridad y protección a cambio de impuestos.
Todo este proceso provocó una nueva urbanización y desarrollo de estas regiones.
d. Hispania.
La situación de la península ibérica estaba sin duda influenciada por la presencia, en
casi todo el territorio, de musulmanes que la habían conquistado 300 años antes. Nos
encontramos unos pequeños reinos cristianos, aislados al norte, que durante muchos
18
años casi no tendrán relación con el resto de europeos. Sin embargo, la creación de
las peregrinaciones a Santiago de Compostela hará que este mundo entre en contacto
con el resto del continente. Por un lado los peregrinos llevaban monedas que gastaban
en estas regiones, lo que activaba la economía, pero lo más importante eran todos los
territorios a manos de musulmanes. Con la ayuda de los cristianos del resto de
Europa, se avanzaba en lo que se llamaría “reconquista”, pero no sólo con intenciones
territoriales, sino que las ricas zonas musulmanas eran saqueadas, o les eran
impuestos tributos.
Estos botines, a través del comercio o por los propios saqueos de los ejércitos que
ayudaban a los cristianos hispanos, llegaban a toda la cristiandad.
Esta guerra continua contra el “infiel” hizo que esta zona tuviera sus particularidades.
Al ser también guerra de conquista, se intentaba poblar las zonas conquistadas y
abandonadas, con poblaciones tanto de los reinos hispánicos como de otras zonas de
Europa.
Como hemos visto, lo que al principio fueron crueles saqueos y violencia, después se
convirtió en el motor que reactivó una primitiva economía, si bien no modificó en gran
medida las estructuras feudales, si que apareció una nueva economía no dependiente
del poder señorial.
Además, los cristianos de rito latino empezaban a tomar la iniciativa militar, pues
declarada o encubierta, la guerra sigue siendo el principal resorte de la actividad
económica.
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Parte IV. El Estado Feudal. Siglos XI y XII.
Después del año mil se ven claramente los rasgos del nuevo orden que se había
fraguado los siglos anteriores, es lo que llamamos “feudalismo”. Este proceso se había
iniciado en la época carolingia, mientras que las últimas invasiones de vikingos y
magiares no hicieron más que acentuar este proceso. No todas las zonas del orbe
cristiano, de rito latino, evolucionaron igual. Las zonas rurales fueron más propensas a
este nuevo sistema, mientras que en las urbanas, sobre todo el norte de Italia, este
procesó se amortiguó gracias al dinamismo de las ciudades, así como un mayor uso
monetario al margen de la economía de los grandes dominios agrarios.
1) LOS PRIMEROS SIGNOS DE EXPANSIÓN.
Los datos que disponemos de esta época nos vienen dados, sobre todo, por los únicos
narradores que sabían escribir, los monjes de los monasterios. Evidentemente esto
nos da una visión muy parcial y poco realista del mundo que vivieron.
Desgraciadamente el mundo terrenal no les atraía en exceso, dedicando la mayor
parte de su tiempo en escribir sobre la “moral de la humanidad” o dónde ellos veían los
“designios celestiales”. Así sólo tenemos datos fiables de las calamidades y
enfermedades que sufrían estas sociedades, evidentemente una expresión de la
“cólera divina”. Con estos datos, objetivamente, se podría afirmar que la población
seguía mal alimentada, por un lado debido a la baja productividad agraria, y por otro a
una más que probable expansión demográfica, quizás demasiado vigorosa para
alimentar a esa población. El elemento religioso influyó claramente en este lento
despegue económico. Los peregrinos, junto con algunos comerciantes, eran
prácticamente los únicos pobladores de los caminos de Europa occidental, sin
embargo, estimularon la economía por donde pasaban, al tener que comprar y
necesitar alimentos y alojamientos para su trayecto. Otro de los aspectos en donde se
demuestra un cierto crecimiento económico es en la reconstrucción y mejora de las
Iglesias y Basílicas. Este proceso se contagió de una comarca a otra, todos quería
tener un edificio mejor y más suntuoso y bonito que el de sus vecinos. Esto dio trabajo
a muchas personas, así, con estos sueldos aumentó también el uso y circulación de
moneda, a costa de los tesoros guardados de la Iglesia y donaciones de grandes, y no
tan grandes, señores.
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2) EL ORDEN FEUDAL.
Como ya hemos comentado, después del año mil, el nuevo orden feudal se impone
definitivamente. Las principales características de este modelo serían las siguientes:
Descomposición casi total de la autoridad monárquica, acentuada después de las
últimas invasiones vikingas y húngaras. La defensa del territorio era función directa del
rey, al no poder cumplir su obligación, ésta pasó a los príncipes y grandes señores
regionales, adquiriendo poderes reales y creando nuevas dinastías. Después también
estos nuevos principados se disgregarán igual que lo hicieron los reinos, hasta los
reductos más pequeños, en donde un gran señor podía asegurar una autoridad
efectiva, en un mundo donde las comunicaciones prácticamente no existían.
Sin embargo, hay un gran cambio de mentalidad, el sentimiento de pertenecer al
mundo cristiano latino, coincidirá con una nueva concepción de la guerra y la paz. Al
perder los reyes la capacidad de mantener la paz y la justicia, serán los obispos y
príncipes de su región los que asumirán estas nuevas obligaciones. Destacar sin duda
la creación de concilios, en donde se intentaba comprometer mediante juramento, a
los grandes señores y guerreros, ciertas prohibiciones y normas de la guerra, es lo que
se llamará “la Paz de Dios”. Así se prohibió luchar cerca de santuarios, en épocas
sagradas del calendario, o contra los “débiles”, es decir, los eclesiásticos y pobres. El
que no cumpliera estos nuevos conceptos, sin duda pagaría con su “condena eterna”
en los infiernos. Todo esto tiene una clara intención, la fragmentación territorial habría,
sin duda, realzado la economía del saqueo y guerras tribales, sin embargo, la “paz de
Dios” hacía que esta violencia fuera dirigida, y promovida, hacia el exterior del “orbe
cristiano”, o a luchas dinásticas o de honor entre “Guerreros”. Es la época de las
cruzadas, en donde el saqueo de los infieles era “voluntad divina”.
Homenaje de un caballero a su señor.
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3) LAS TRES ÓRDENES.
Es en este nuevo mundo donde se reafirmará el nuevo orden social. Se impone
definitivamente la teoría de las “tres órdenes”, dependiendo de la función de cada
individuo y sus tareas. Unos tienen la misión de rezar por la salvación de los demás,
serán los sacerdotes y jerarquía eclesiástica; otros tienen la obligación de proteger al
conjunto de la población, los guerreros; y un tercer grupo, sin duda el más numeroso,
cuya función será mantener con su trabajo y esfuerzo a los otros dos órdenes, los
campesinos.
Este esquema era simple de comprender, y según la Iglesia, conforme al plan divino,
lo que sirvió para justificar esta desigualdad social y explotación económica de los
campesinos durante siglos. Fue sin duda la Iglesia una de las más beneficiadas por
este “sistema”. Este modelo ideológico fue formado por intelectuales eclesiásticos,
reservando para su orden la cima social. Por ello debían estar exentos de cualquier
pillaje o fiscalidad, además, se ofrecían como “intermediarios” en sus relaciones con
Dios, a lo que siempre ayudaba una generosa limosna, y ganarse así el Cielo.
La Iglesia se convirtió en una auténtica institución “terrenal”, con grandes riquezas y
propiedades.
Pronto aparecieron voces discordantes, dentro y fuera de la Iglesia, por el excesivo
poder material y alejamiento de los preceptos evangélicos, es la época de las primeras
grandes herejías del milenio. Dentro de la Iglesia había también “clases”, los grandes
jerarcas vivían con las máximas comodidades, mientras el bajo clero llevaba una vida
muy parecida a la de los campesinos. De hecho, el alto clero y los grandes señores
laicos formaban realmente la clase social dominante, pues de las familias señoriales
salían los influyentes obispos. También coincidían en ser auténticos consumidores y
su interminable afán por el gasto. Los señores eclesiásticos gastaban sobre todo en
adornar lo más suntuoso posible sus edificios, acumular riquezas, reliquias, etc.
Aunque también se repartía entre los pobres y practicaban la hospitalidad,
predominaba el gastar, para “mayor gloria de Dios”.
Los guerreros también gastaban, pero para su propia gloria y los placeres de la vida.
Son los mayores propietarios de tierras, y al no existir ningún poder superior, tampoco
pagarán impuestos. Tan sólo aceptan dar donaciones o generosidades mutuas.
En estos tiempos dedicarán muchas de sus riquezas en formarse como guerreros, e
invertir en su potencia militar. Esta demanda hará que se construyan y mejoren
muchos castillos, así como la metalurgia del hierro, para construir armas o corazas.
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La moral de estos guerreros se basará en el espíritu de competición y exaltación de la
bravura y el lujo. El placer de derrochar se convertirá en una virtud. Esta forma de vida
será todavía más deseada cuando estos caballeros volvían de conquistar las ricas
ciudades hispano-musulmanas, o de las primeras cruzadas
Los campesinos serán el último orden, y al mismo tiempo, el más numeroso en
individuos. Su función simplemente es la de los trabajos manuales, considerado
degradante por el orden guerrero y alta jerarquía eclesiástica. Aunque ya no existen
lazos de esclavitud, el campesino no será libre, pues será explotado por otros. A unos
les deberá la salvación de sus almas, a los otros que les defiendan, así, estos dos
favores se cobrarán de una forma muy significativa, estar presos en el marco jurídico y
económico del señorío .
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Parte V. El Campesino Feudal. Siglos XI y XIII.
Sin duda alguna en esta época hubo una expansión agrícola, en parte, por la presión
de los señores sobre sus siervos o colonos, para, evidentemente, apropiarse de los
excedentes. También destaca en este crecimiento una mejora de las condiciones
ecológicas, con un clima más suave y menos húmedo que beneficiaba los cultivos.
Otro gran factor que hizo aumentar la producción fue una nueva expansión
demográfica, población nueva que necesitaba alimentarse.
1) LOS CAMPESINOS.
Hacia el siglo XI es evidente, a pesar de la dificultad de demostrarlo con datos
escritos, que en este nuevo marco feudal hay una clara tendencia al aumento de
población. Esta progresión demográfica parece estar basada en aspectos tales como
un ligero aumento de la longevidad media (pasó de sobre 40 años a 50), pero sobre
todo por un gran aumento de la natalidad, a pesar de la altísima mortandad infantil.
Las principales características de este aumento de población hay que buscarlos en el
descenso de ataques exteriores, la implantación del orden feudal, e incluso, por los
nuevos valores de paz incluidos por la Iglesia, aunque las guerras entre señores
rivales eran bastante comunes.
Sin embargo, el principal elemento de este proceso fue, sin duda, un incremento de la
producción agrícola, debido a su vez al aumento de la mano de obra campesina. Esto
no alivió, ni mucho menos, las penurias alimenticias de la mayoría de la población, las
capas bajas (la mayor parte de la población) seguían padeciendo una malnutrición
crónica, hecho avalado por la creación de numerosos hospitales e instituciones de
caridad promovidos por la Iglesia. Así se puede afirmar que estos nuevos excedentes
no fueron aprovechados para alimentarse mejor, sino para alimentar a la nueva
población.
Otro de los principales elementos de este proceso demográfico fue la transformación
jurídica de muchos trabajadores. El señor, que todavía poseía esclavos domésticos, se
dio cuenta que eran más productivos dejándoles una parcela a una pareja para roturar,
creando también mejores condiciones para la reproducción.
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Como sabemos de otros capítulos anteriores, estos esclavos terminaron nivelándose
con el resto del campesinado libre, lo que provocó que se empezaran a dar
matrimonios mixtos (antes no permitidos), y, por tanto, un nuevo impulso a la
natalidad.
Estos nuevos excedentes demográficos hacían que los núcleos familiares estuvieran
saturados, por lo que los jóvenes debían buscar nuevas tierras, en gran parte
promovido por los señores, que no deseaban ningún cambio en la propia estructura
agraria. Al final los señores muchas veces tuvieron que ceder ante esta presión y
aliviar los núcleos familiares aceptando la división de las parcelas entre los herederos,
así como la entrada de una cierta economía monetaria, que estimuló un mercado de la
tierra.
Así, se podría afirmar que este impulso económico estaba basado en gran parte en la
disgregación del gran dominio esclavista, que provocó un crecimiento poblacional,
asociado además a un perfeccionamiento de los útiles agrarios, imprescindible para
aumentar la productividad.
Campesino con tiro de buey.
2) LA VIDA EN EL MUNDO RURAL CAMPESINO Y EL FACTOR TÉCNICO.
Como ya comentamos en capítulos anteriores, realmente no conocemos cómo eran
los útiles de labranza, solamente sus nombres, pues en los pocos documentos escritos
relacionados nunca se describe estos artilugios, tan cotidianos para la gente de esa
época. Sin embargo, los útiles de trabajo se debieron mejorar ligeramente.
Respecto a la alimentación, también muy poco conocida, parece que se fue
imponiendo el modelo romano de cereales, gracias en gran parte al impulso de
muchas órdenes eclesiásticas, en especial los benedictinos y su famosa regla. Así,
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este aumento continuo del pan hizo que aumentara considerablemente el uso del
molino, que a partir de ahora desempeñará un importante papel en la economía rural.
Sin embargo, la construcción de los molinos requería grandes esfuerzos y medios,
como la fabricación de las muelas y piezas de hierro. Así la iniciativa de construir estos
edificios correspondía a la única persona que por su poder podía hacerlo, los señores.
Aquí aparece una nueva forma de explotación campesina, los señores vieron pronto
las posibilidades económicas de los molinos, así, obligaban a todos los campesinos de
su dominio a utilizar su molino, aunque estuviera lejos y hubiera otros más cerca.
Molino de agua.
El aumento de la producción no parece que fuera provocado en gran parte por una
mejora de los métodos de cultivo, sino más bien por su expansión a nuevas tierras.
Algunas pequeñas mejoras fueron la siembra de dos “tiempos”, es decir, cereales de
invierno y de verano (que ya se usaba) junto con la introducción de leguminosas, que,
a parte de ser un gran complemento alimenticio, reconstituía los suelos agotados por
los cereales.
También parece que, al aumentar la tierra cultivable, se podían dejar los terrenos más
utilizados en barbecho, dejando el tiempo suficiente para su regeneración.
Parece demostrado que se debieron mejorar los útiles de trabajo. Aunque no hay
pruebas fehacientes, el arado (aratrum y carraca) seguramente que se adaptó para
remover más profundamente la tierra. En esta época hubo un gran progreso en la
industria metalúrgica, en principio estimulado por la aristocracia y sus equipos de
combate, pero que hizo más corriente el uso del metal, lo que en el caso del arado se
tradujo en un reforzamiento de las partes de madera, aumentando su eficacia.
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Además, aumentó el uso de los animales de tiro, sobretodo el buey, mejora
imprescindible para un aumento de la producción. En algunos sitios se introdujo
también el uso del caballo, mucho más rápido que el buey, pero también mucho más
caro de alimentar y mantenerlo.
Todos estos elementos tuvieron una influencia clara sobre el campesinado. Los
señores aumentaron su poder y presión sobre los campesinos. Las mejoras del
ganado de tiro y del arado, fueron en gran parte proporcionados por los propios
señores, tanto con el préstamo, y la consiguiente amenaza de retirarles el “favor”,
como con el crédito por parte del señor al campesino, lo que le convertía en
su deudor, y, por tanto, una forma más de controlar su vida.
Otro factor importante fueron las nuevas desigualdades aparecidas entre los propios
campesinos. Aunque las antiguas diferencias basadas en el origen del campesino,
esclavo o libre, habían casi desaparecido, ahora se establecía una nueva diferencia,
basada en la desigualdad económica. No todos los campesinos pudieron mejorar sus
equipamientos, por falta de capital, y, por consiguiente, siguieron con sus arados
ligeros y sus cosechas menos productivas, como consecuencia habrá campesinos
más ricos (o menos pobres) que otros.
3) LAS NUEVAS TIERRAS.
Roturar nuevas tierras era una operación muy corriente en toda la Alta Edad Media,
cuando se agotaban las tierras de cultivo había que abandonarlas y crear nuevas para
mantener el nivel de rendimiento, esto era inevitable ante la falta de abonos.
Sin embargo, ante el aumento de población, la roturación de nuevas tierras se
convirtió en una necesidad aún mayor. Se puede decir incluso que la ampliación de
nuevas tierras fue la gran expansión económica del siglo XII.
La escasez fue el auténtico motor de este proceso, llevado a cabo sobretodo por los
hijos que no podían encontrar alimentos en las tierras familiares, a pesar de los
progresos técnicos.
Al principio se roturaban las tierras aledañas a la aldea, aumentando el “claro
aldeano”. Esta fue también la forma más común de aumentar tierras de cultivo, pues el
señor podía controlarlas y así aumentar sus beneficios.
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Otro caso fue el de las roturaciones en núcleos de población nuevos, se elegía un
pequeño claro dentro de una zona forestal y desde el interior se empezaba a suprimir
todos los obstáculos naturales, aquí tenemos, además, el principio de la futura
deforestación de Europa Occidental. Este modelo, sin embargo, se especializó en
recolección forestal y pastoril, sobretodo ante las nuevas demandas alimenticias de
carne, madera, lana, etc.
La forma de expansión que más conocemos, al estar muchas documentadas por
escrito, fue la fundación de nuevas tierras. Éstas, sin embargo, fueron promovidas por
los señores, en tierras de su propiedad pero que ocupaban el yermo (tierras no aptas
para la agricultura). Aquí, sin embargo, el interés del señor iba dirigido más al aumento
de tributos y derechos de justicia, que de beneficios propiamente agrícolas. Realmente
les interesaba más controlar el territorio y sus gentes, y así poder colaborar en la
defensa de posibles ataques externos, dicho de otra forma, aumentar su poder
político.
Resumiendo, el proceso de nuevas roturaciones fue avanzando desde el siglo X, muy
lentamente, coincidiendo con un aumento poblacional y una posterior innovación
técnica, que aumentó la presión demográfica y provocó un aumento de las
roturaciones, siendo ya estimulado por los propios señores.
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Parte VI. El Señor Feudal.
Durante el Siglo XII los grandes señores se dieron cuenta que sería más rentable para
ellos reducir las cargas señoriales sobre los campesinos. Esta pequeña independencia
estimulaba su producción, y de forma indirecta los beneficios del propio señor.
Hubo varias formas de aplicar esta interesada libertad. La colonización y roturación de
nuevas tierras en sus dominios aumentaban su poder, a cambio, el campesino se
convertía en el propietario de la tierra, es decir, libre de censos. Este caso no era muy
común, aunque sí novedoso.
Muchas veces la lucha entre señores por dominar más tierras y campesinos
redundaba en beneficios para estos últimos. Los campesinos ganaron poco a poco
parcelas de libertad, ahora bien, en la Edad Media el término Libertad era entendido
más como Privilegio que como el significado que le damos actualmente.
El señor acotó su arbitrariedad con el fin de ganarse la confianza de familias de
campesinos, con lo que aumentaba su poder, pues el poder fiscal se mantenía en la
mayor parte de sus tierras, aunque ahora de una forma más regulada y eficaz.
Los señores aflojaron su presión sobre sus campesinos pero no dejaron de
apoderarse de la mayor parte de sus excedentes, ahora, sin embargo, la tomaban de
otra forma.
1) LA ECONOMÍA DEL “DESPILFARRO”.
El principal interés del señor era aumentar sus rentas para gastarlo en todo lo que
supusiera expresar su poder y diferenciación del “vulgo”. Ser rico en el siglo XII
significaba que había que gastar sus riquezas con los “amigos” y familiares. Esta
“economía” de consumo se localizaba en torno a la “Corte”, en donde residía el señor
y cuya mayor gloria era repartir el máximo de placeres terrenales a sus huéspedes e
invitados, un centro de emulación, en donde cada uno rivalizaba en el despilfarro,
cuanto más despilfarro, más importante se consideraba el señor.
También la Iglesia se llevaba una buena parte, pues había que tener a Dios contento.
Destaca en esta época sobremanera que la caridad se institucionalizó, imprescindible
para el prestigio del señor en su feudo. El granero señorial se abría muchas veces a
los pobres, y las limosnas llevaron la moneda hasta los estratos más bajos.
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Representación de unos nobles en sus fortificaciones de la ciudad.
Este despilfarro se mantenía con unos materiales de lujo que eran imposibles de
conseguir en la mayoría de los señoríos, sobre todo rurales.
Aparece también “la moda”, forma inequívoca de diferenciación social.
Todos estos productos de lujo se tenían que comprar fuera, lo que hacía
imprescindible la figura del mercader.
La progresiva riqueza y nivel de vida de los señores feudales hizo que el comercio de
ciertos productos fuera un gran negocio, de hecho era el único comercio rentable:
suministrar a los señores sus elevadas necesidades.
2) LA EXPANSIÓN DE LAS CIUDADES Y EL COMERCIO.
Los grandes señores empezaron a tener, y desear, residencias en las ciudades. En
ellas era más fácil de controlar la recaudación de todas las tierras de los alrededores,
lo que llevó a estos asentamientos muchos de los excedentes del campo. Los señores,
tanto laicos como eclesiásticos, gastaban mucho más ahora en las ciudades, tanto en
la construcción de palacios e iglesias como en su inevitable tendencia al gasto.
Así, empezaron a desarrollarse unas actividades que hacía siglos que eran
marginales, el comercio y la artesanía. Esto atrajo a nuevas personas, no siempre
“libres” de cargas señoriales, que se empezaron a establecer en los alrededores de las
ciudadelas, en lo que luego se conocerían como “burgos”. La función de los “burgos”
era la de abastecer y aprovisionar a la “corte” del señor. El crecimiento de estas
nuevas urbes era proporcional al poder del señor que residía en esa ciudad. Las
principales actividades que se desarrollaron fueron, al principio, los oficios del pan, la
carne, el cuero y el hierro. Muchas veces los artesanos producían más de lo que
necesitaba el señor, lo que les permitía poder venderlo a los campos circundantes,
esto hizo aumentar el comercio comarcal.
Había dos productos que ningún señor podía prescindir: el vino y telas de calidad.
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Aunque casi todos los grandes dominios y ciudades tenían viñas, de hecho
aumentaron considerablemente en esta época, el señor siempre quería tener los
mejores caldos para sus invitados, lo que provocó que las zonas mejor preparadas
para dar vinos de calidad se especializaran en la vid, el campesino de viñas era
considerado más un artesano que un simple campesino, residiendo la mayor parte de
las veces en ciudades.
Es en esta época cuando ya empiezan a destacar los vinos de Borgoña y el Rin.
Respecto a los paños sucedía algo parecido, si bien en la mayoría de las ciudades
existía un artesanado especializado en la fabricación de telas, éstas no solían colmar
los exquisitos gustos señoriales. Su pasión por la máxima calidad y diferenciación
social, hizo destacar sobremanera a la región de Flandes. Fue en esta zona cuando,
hacia el siglo XI, se fue sustituyendo el telar vertical, éste era de uso prácticamente
femenino, dando unas telas anchas y cortas. Sin embargo, el telar horizontal se
convirtió en un útil masculino, como el arado, pues también requería un mayor
esfuerzo físico. Con este telar se producía hasta cinco veces más que con el anterior,
dando una tela estrecha y larga, lo que era ideal para el transporte en grandes
cantidades, además, con la técnica del batanado se conseguía unas telas de mucha
más calidad.
Como ya hemos comentado, este comercio fue posible por los mercaderes. Las
expediciones comerciales seguían siendo peligrosas, por lo que muchas veces se
formaban “fraternidades”, donde se regulaban en estatutos normas tales como las
armas que debían llevar, la prohibición de abandonar la caravana, la ayuda mutua, e
incluso el traslado del cuerpo de un compañero muerto en la ruta.
La actividad era peligrosa pero ofrecía grandes ganancias en poco tiempo.
El vigor de estas nuevas actividades atrajo todavía a más campesinos hacia la ciudad,
que pronto encontraban trabajo. Así la ciudad fue el centro que absorbía los
excedentes agrícolas y humanos del campo.
Pronto aparecieron las primeras disputas entre los señores y los “burgueses”, las
ansias de libertad de las corporaciones municipales estaban en contraposición total
con la servidumbre señorial, lo que muchas veces se convertían en auténticas
revueltas de las ciudades contra sus señores. Al final casi siempre se llegaban a
acuerdos o pactos, en los que se solía ceder pequeñas parcelas económicas a los
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municipios. Evidentemente estas reclamaciones irán a mayores a lo largo de los años,
pues las ciudades se convirtieron en el principal ingreso de los señores, frente a los
anhelos burgueses de conseguir ser una “ciudad libre” (de cargas señoriales).
3) EL MODELO ECLESIÁSTICO.
Ya hemos comentado en varias ocasiones como la alta jerarquía de la Iglesia actuaba
como cualquier señor feudal. De hecho, al ser prácticamente los únicos que utilizaban
la escritura de forma habitual, sus actividades son mucho más conocidas que las de
los señores laicos, en especial el de los monasterios benedictinos, que en esta época
dieron un significado muy especial al “Ora et labora”.
Como norma general la idea era que los monjes debían estar sólo preocupados de su
vida espiritual, para lo cual debían desentenderse de las preocupaciones terrenales,
es decir, aprovisionarse lo mejor posible de víveres y dinero y así dedicarse de pleno a
su Dios.
Construcción de una catedral.
Esto, en la práctica, significaba que los dominios de la Iglesia (tan poderosos y
extensos como los laicos), se convertirían en explotaciones económicas para asegurar
su “modo de vida”.
Así, se contrataban los servicios de administradores, que se encargaban de la
explotación del monasterio y sus tierras.
Un caso típico y bien registrado en esta época fue el monasterio de Cluny , con una
interpretación de la regla benedictina que incitaba al gasto, de una forma muy parecida
a la de los señores laicos.
Para ellos era preciso exaltar la gloria de Dios, se necesitaba reconstruir todos los
lugares en los que se veneraba al señor, con grandes decoraciones y riquezas.
Además, los monjes necesitaban dedicarse plenamente al “oficio divino”, para lo que
requerían alimentos selectos y ropa adecuada a su cargo. El trabajo manual que
predicaba la norma quedó en un acto casi simbólico. Los obispos y altos cargos
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disponían de una escolta de soldados que muchas veces sobrepasaban a los otros
señores laicos.
En estos monasterios y abadías se producía como en cualquier dominio, su economía
se basaba en el cobro de censos y rentas de la tierra, así como de las grandes
donaciones. Todo esto llevó a un uso y gasto del dinero comparable a cualquier señor,
lo que muchas veces llevó al endeudamiento de las abadías.
Pronto aparecieron voces disconformes con esta actitud, con peticiones de volver a las
reglas primitivas y condenando el gasto excesivo. La nueva orden del Cister
(cistercienses) renunciaba a vivir del trabajo ajeno, por lo que dejaban entrar a sus
congregaciones a “conversos”, es decir, monjes que se dedicaban solamente al cultivo
de la tierra. Es en esta época cuando también aparecen los primeros movimientos
heréticos, que más tarde se convertirán en grandes herejías como la “cátara”.
Así entramos en la Baja Edad Media, con un despegue económico basado en la
agricultura, pero en donde el uso de la moneda cambiará la estructura social en pocos
años. Pronto destacarán las ciudades italianas, en donde el comercio y los gremios
artesanales las harán avanzar hacia una nueva economía, pero eso es otra historia.