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De Ulises a Hans Reiter: Una odisea infrarrealista
Mario Alberto Vera ElizaldeMat. 147523
Noviembre del 2015
Al inicio Telémaco busca a su padre, veinte años ha Odiseo embarcó hacia la guerra de
Troya. Diez años duró la contienda de los pueblos helénicos contra los troyanos, diez años
míticos de lucha, diez años literarios de combate. Tras diez años de espera, diez años
después del fin del conflicto, harto de los derroches y destrozos que los pretendientes de su
madre hacen en su palacio, Telémaco pide a los ancianos de Ítaca una veloz embarcación y
veinte tripulantes para navegar a Pilos y conocer el paradero de Odiseo, su padre.
Al inicio, cuatro críticos literarios emprenden la búsqueda del escritor que ha
marcado su trabajo, su formación profesional y literaria, su vida misma. Mas este escritor
no se ha perdido puesto que nunca ha sido encontrado o como dice el mismo texto “se ha
perdido siempre” (Bolaño, 2003; 135). Dudan si existe, si alguna vez ha sido visto, si su
nombre es verdadero, si hay rastros de él en sus novelas o en la editorial que publica sus
escritos, si su pseudónimo –si es que lo es, posee indicios de su origen. Ahora tienen una
pista, el autor Benno Von Archimboldi, había pisado suelo mexicano; el amigo de un
escritor mexicano radicado en Francia, lo conoció personalmente.
La Odisea de Homero y la novela 2666 de Roberto Bolaño comienzan con la
búsqueda para continuar con la historia del viaje y las peripecias de los dos protagonistas,
Odiseo o Ulises en su regreso a casa y Hans Reiter “Archimboldi” en su travesía por la vida
desde su nacimiento. La primer novela termina por acuñar el término “odisea”, según la
Real Académia de la Lengua Española (RAE), “Odisea: de Odisea, título de un poema
homérico: 1. f. Viaje largo, en el que abundan las aventuras adversasy favorales al viajero”.
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Así, La Odisea narra el viaje fantástico de Ulises; “la parte de Archimboldi” de 2666, el
viaje infrarrealista del escritor Benno Von Archimboldi.
El infrarrealismo tiene la característica de hablar desde las entrañas, de revertir lo
estrafalario y superficial para convertirlo en hermoso, complejo y simple a la vez
(Bolognese, 2009). De esta manera, Bolaño cuenta la odisea infrarrealista del misterioso
escritor Archimboldi en el libro 2666. Razón por la cual se hacen relaciones directas e
inversas así como comparaciones de algunos hechos del poema épico de Homero con lo
sucedido en la novela póstuma de Bolaño. Tratando siempre de referenciar situaciones
fantásticas del escrito de Homero con la compleja realidad relatada por Bolaño.
Como se ha mencionado, ambas novelas comienzan con la búsqueda, con el anhelo
de saber el paradero de los protagonistas. Tal como el tiempo en cual se desarrolla cada una
de las historias es distinto, así las motivaciones de aquellos que desean encontrar a los
personajes principales. Telémaco tiene una necesidad emocional y fraternal mientras el
impulso de los críticos literarios se balancea entre lo emocional y lo intelectual. La
búsqueda inicial en ambas ficciones desemboca en la odisea de cada uno de los
protagonistas.
Como primer referente de relación tenemos el mar, el ponto rico en peces (como es
llamado en La Odisea). Allí se gesta la travesía en la historia de Ulises: las derivas,
pérdidas, fuertes corrientes y naufragios destinados por el dios Poseidón; la fabulosa
historia con las sirenas (canto XII, vs. 165-200); la escena trágica del paso navío entre las
bestias Escila y Caribdis (canto XII, vs. 222-259); el destrozo de los barcos al dejar la isla
de los cíclopes (canto IX, vs. 536-549). Por otro lado, Hans Reiter (Archimboldi) desde su
nacimiento se interna en el mar, el agua es su medio, se identifica con las olas y le fascina
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la profundidad marítima. Cuando su madre lo bañaba en un barreño él se deslizaba de sus
manos y se sumergía con los ojos abiertos debajo del agua aguantando la respiración hasta
límites inhumanos (Bolaño, 2003; 797); el mar y Reiter poseían una simbiosis universal que
un día el niño, a punto de ahogarse, fue confundido con un alga marina por un turista que
visitaba su aldea (ídem; 805); Reiter sueña también con el mar, debido quizá a su libro
favorito Algunos animales y plantas del litoral europeo, sueña que se sumerge, que él no
pertenece a la tierra, que es arrastrado por un río a lo largo de kilómetros escondiéndose de
los enemigos bajo el agua aguantando la respiración con un libro bajo el brazo hasta
desembocar al mar y ahí concluir su viaje cual metáfora de la vida.
La guerra, los combates y las luchas son también puntos de encuentro entre ambas
historias. Ulises regresa de la guerra de Troya, guerra que duró literariamente 10 años y
aunque en La Odisea sólo se hace referencia del hecho como punto de inicio de la travesía,
gracias a La Iliada, el primer libro de Homero, conocemos las sangrientas afrentas que tuvo
que vivir Ulises, como capitán, en terreno troyano (La Iliada, canto I, vs 365). Igualmente,
el itacense y sus tripulantes se hallaron en diversas batallas narradas en La Odisea, como
sucede en la cueva del cíclope en donde perdieron la vida cruelmente varios de sus
allegados por este monstruo mitológico y que para librarse Ulises tuvo que usar el ingenio
característico de un héroe, cambiándose el nombre, cegando al cíclope y escondiéndose en
los rebaños de ovejas que salían cada mañana de su cueva (canto IX, vs. 216-465). Sin
embargo, la escena más sangrienta es aquella que se libra en el palacio de Ulises, la
matanza de los pretendientes de Penelopea, cuando el héroe revela su identidad y con arco,
flechas y lanzas junto a su hijo y dos escuderos más asesinan uno por uno a los desdichados
que pretendían matrimoniarse con su mujer (canto XXII). Por otro lado, en 2666 la guerra
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es el eje transversal de todas las anécdotas contadas. Desde el comienzo se hace referencia
a la primera guerra mundial, parte de la historia que el padre de Hans Reiter vivió. Quizá
como presagio, en su juventud Hans es también reclutado por el ejército nacionalsocialista
alemán, específicamente en el batallón hipomóvil en cual vive sus más grandes hazañas
enfrentando pelotones polacos, rusos y rumanos, aun con miedo a ser herido e incluso morir
pero con las agallas o tal vez estupidez para caminar en medio del fuego cruzado (Bolaño,
2003; 877). La novela del infrarrealista presenta de manera cruda, pero a la vez llena de
belleza, fragmentos de la segunda guerra mundial; transgrede la literalidad con las historias
de Reiter en sus escuadrones, en las batallas, en la reclusión y olvido en una aldea en
Kostekino; muestra imágenes de un campo de concentración improvisado y la hecatombe
realizada por desesperación de aquel trabajador estatal que recibió quinientos judíos sin
aviso alguno (ídem; 948-958). También los escenarios postguerra son revividos en la
secuencia cuando Reiter llega a Colonia, una ciudad devastada, y vive en un edificio en
ruinas, algo común en esos días.
Las batallas y peleas en La Odisea son cuerpo a cuerpo, por tanto son narraciones
gráficas de cuadros y acercamientos a la lucha casi individual, el lujo de los detalles se
presenta en cada muerte. Por el contrario en 2666 la guerra es casi infinita a percepción de
los combatientes y, sin dejar de ser sorprendidos por el relato, las historias sucedidas
durante las batallas son más pasajeras más superficiales en descripción mas no en emoción
y sentimiento entretejiendo lo necesario, estilo particular de Roberto Bolaño. También
podemos decir que a diferencia de Ulises, Hans Reiter nunca asesinó a nadie, o al menos así
lo expresa ya sea en forma literal o metafórica.
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En la mitología griega los dioses tienen la capacidad de transfigurarse o transfigurar
a los mortales. En el poema homérico esa no es excepción, la diosa Atenea transmuta a
Ulises en varias ocasiones ya sea para darle seguridad o para pasar desapercibido ante la
tragedia. Por ejemplo, cuando lo convierte en pordiosero al arribar a Ítaca a casa de su
porquero, con la finalidad de no ser reconocido y que a fin de cuentas pueda consumar su
venganza. El infrarrealismo, por el contrario, utiliza los sueños y la locura de los personajes
para recrear las transfiguraciones, la realidad se disloca por una enfermedad o por un estado
de consciencia alterado y no por el designio de un dios o un poder maravilloso. Así, Hans
reiter es convertido por una gran alga marina por un loco turista; En un sueño, Hans
tranforma a su hermana en un dibujo; el camino de la escuela del niño Hans es
transformado también en el bosque mismo o el piedra. O como en un sueño donde un
soldado le vende su alma a dios, un dios benévolo que le compra lo que ya es suyo. Sólo así
aparece esta figura omnipresente, en un sueño. Del mismo modo que las transfiguraciones
realizadas por los dioses griegos, un oficial del regimiento de Reiter habla de las
apariencias del amor, dictando la necesidad del ser humano por querer ser alguien más, por
usar máscaras, por no ser sinceros con nosotros mismos y aceptarnos, por querer ser algo
intangible cuando lo que somos y eso tal vez ni lo que somos es lo importa.
Sin duda Ingeborg Bauer, la novia de Hans, puede representarse como la diosa
Calipso, aquella diosa que tuvo detenido a Ulises durante varios años. ¿Cómo realizar esta
analogía? A saber, Ingeborg conoce a Hans Reiter cuando éste busca a su amigo Hugo. Ella
le pide que le prometa por lo que más quiera nunca olvidarla, ya que serán novios por
siempre. Se despiden ese día y no se vuelven a ver sino hasta su paso por Colonia. Hans
vive en un sótano con un par de amigos, un fotógrafo y un tanquista, y trabaja de portero en
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un bar cuando cierto día una voz en la oscuridad le pregunta si la recuerda. Hans no sabe
que responder, aunque la voz es conocida no recuerda de quien se trata. Después de que ella
le da algunas pistas que más que pistas son reclamos, Hans recuerda que es aquella novia
que conoció unos años atrás en Berlín. Esa promesa o más bien ese destino de permanecer
con ella se cumple en esa ciudad, quizá ella lo dejo ir, pero sabiendo que simpre estaría con
ella, tal cual Calipso detiene por mucho tiempo a Ulises rogándole amor y aquél sólo piensa
en su amada Penelopea; Reiter por el contrario y al más estilo infrarrealista no promete ni
da amor, simplemente se deja llevar por las consecuencias emocionales y carnales del
momento que a diferencia de la historia mítica Ingeborg deja marchar su amor sabiendo
que lo tendrá por siempre hasta su muerte.
En este punto, podemos relacionar también el hecho de la espera. Penelopea, la
reina de Ítaca espera fervientemente a su amado esposo que partió hacia Ilión en defensa de
su patria. La espera le lleva años y grandes problemas: la gran tristeza y el desastre que
hacen sus decenas de pretendientes al permanecer en su morada, acabar con los menesteres
del palacio y realizar fiestas sin fin. Por este hecho, Penelopea ha sido recordada siempre
como aquella que espera, la reina que después de 20 años continuó esperando a su hombre.
Roberto Bolaño introduce una pequeña pero emotiva historia de espera en su novela. Lotte,
la hermana menor de Hans Reiter, siempre está esperándolo. Desde la partida de Hans a
Berlín y luego a las filas del ejército la niña lo espera; le dice en sus cartas (las únicas que
Hans recuerda) que cuando regrese, se escucharán unos grandes pasos que cimbraran el
pueblo entero, pasos de gigantes y entonces, todos en la aldea sabrán que es Hans Reiter
quien ha vuelto y ella, Lotte, será feliz. Siempre existe la espera, a pesar de los años, las
necesidades, las guerras, las tristezas, la boda y los hijos, Lotte espera siempre a su
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hermano. En cambio en esta historia el sólo regresa y vuelve a partir, no cumple el sueño de
aquélla infeliz que reclama siempre su compañía.
Al final de ambos relatos la transmutación literal o literaria de cada uno de los
personajes sucede para bien de las situaciones anecdóticas. Odiseo deja de aparentar ser un
pordiosero y vuelve a ser él para el alivio de su mujer, su hijo, su padre y sus amigos, para
la desgracia de aquellos que ultrajaron su morada durante su viaje de regreso. Hans Reiter
deja de serlo para convertirse en Benno Von Archimboldi, el misterioso escritor que huye
de las relaciones humanas para sobrevivir oculto por la sombra de su éxito literario, en un
camino que no tiene retorno.
Así, la odisea de Ulises transcurre a través de lugares fabulosos e islas ensoñadas,
llenos de personajes extraños para la normalidad de los hombres, de bestias míticas y
rituales insólitos para adorar a dioses que prácticamente juegan con el designio de sus
vidas. La odisea de Hans Reiter también sucede en un sin número de lugares tan reales que
llegan a parecer inexistentes, encontrándose en el camino a personajes inverosímiles o en su
caso con historias inverosímiles, sufriendo las catástrofes de una de las peores guerras que
ha vivido el mundo. La odisea de Ulises ha marcado el fin de una era mitológica así como
el inicio de la novela de aventuras; la odisea de Hans Reiter se encuadra en la cumbre de
una corriente literaria que contradice las normas dogmáticas de lo existente. Así de Ulises a
Hans Reiter, de Odiseo a Archimboldi, los viajes son dignos para contarse sólo cuando
cumplen con las suficientes aventuras que nos lleven ya sea a lo fantástico y maravilloso o
de lo real a lo infrarreal.
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Bibliografía
Homero, La Odisea (trad. Luis Segalá y Estalela), Norma Editorial, México, 2013, 299pp.
Homero, La Iliada, recuperado de www.infotemática.com.ar el 30 de octubre del 2015.
Bolognese, Chiara. (2009). Roberto Bolaño y sus comienzos literarios: El infrarrealismo entre realidad y ficción. Acta literaria, (39), 131-140. Recuperado el 22 de noviembre de 2015, de http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-68482009000200010&lng=es&tlng=e. 10.4067/S0717-68482009000200010.
Real Aacademia de la Lengua Española (RAE) http://www.rae.es/
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