Post on 21-Sep-2020
La Biblia: Palabra de Dios en la historia humana.
Ocean Castillo Loría.
Introducción.
Durante todo este mes en Costa Rica se ha celebrado el mes de la Biblia.
De ahí que, sea importante el reflexionar en torno a este libro tan significativo para la
humanidad.
El término Biblia, es griego, significa “libros”. Es decir, la Biblia es un “libro de
libros”. La génesis de estos textos y sus diversos desenvolvimientos son ampliamente
diferentes.
La Biblia es un texto Judeo – Cristiano, con un valor religioso fundamental. Esto no
debe perderse de vista, la Biblia nos brinda mucha información, pero en lo sustantivo es
un libro religioso. Es muy importante rescatar esta idea, en momentos como los de hoy,
donde el texto bíblico se trata de refutar con argumentos propios de las ciencias exactas
como la biología y la física, inclusive con ciertos razonamientos de las ciencias sociales
(Por ejemplo, de la historia). El valor religioso de la Biblia, es el que precisamente le da
validez ante la humanidad de todo tiempo y toda época. Esto, por cuanto nos muestra el
camino de salvación.
En la lógica Judía, lo que tradicionalmente los cristianos (Y en este artículo referiremos
a los cristianos como católicos y protestantes) conocemos como el Antiguo Testamento,
cobija tres grandes colecciones: la Ley, los Profetas y los Escritos.
Esta división se encuentra patentizada en el evangelio de San Lucas: “Después les dijo
(Jesús): Éstas son aquellas palabras mías que os dije cuando todavía estaba con
vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en
los Profetas y en los Salmos acerca de mí” (Lucas 24: 44)
Bajo esta conceptualización, la Ley contiene los primeros cinco libros de la Biblia
(También conocidos como el Pentateuco). Los Profetas se dividen en dos grupos: los
Profetas anteriores: Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1y 2 Reyes. Los profetas posteriores
incluyen: Isaías, Jeremías, Ezequiel, adicionalmente los textos llamados: profetas
menores. Por último, el grupo de los Escritos, cubre el resto de libros, incluso el de
Daniel.
Esta terminología a veces se resume a “la Ley y los Profetas” o solo “la Ley”. Veamos
estos dos textos: “No crean ustedes que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no
he venido a ponerles fin, sino a darles su pleno valor” (Mateo 5: 17). “Jesús les dijo: En
la ley de ustedes está escrito: Yo dije que ustedes son dioses” (Juan 10: 34)
Libros Deuterocanónicos.
Ahora bien, es importante abordar una diferencia básica entre lo que comúnmente se
conocen como “Biblias Católicas” y “Biblias Protestantes”. Esta diferencia es sobre el
número de libros del Antiguo Testamento.
Los judíos y posteriormente los Protestantes aceptan solo los libros escritos en hebreo,
es decir 39 libros, los Católicos suman 8 libros, escritos en griego. Para los protestantes
estos 8 libros son llamados “apócrifos” y los católicos los denominan
“deuterocanónicos”. Es decir, libros que entraron en la regla de fe, en segundo lugar.
Veamos esto con un poco más de detalle: la palabra canon significa regla. Un libro es
canónico si se le reconoce como regla de la fe. La regla de la fe es el grupo de libros
canónicos.
En el caso del Antiguo Testamento, los rabinos judíos de Palestina, cerca del año 90 d.
C, aceptaron como canónicos los libros escritos en hebreo, mientras que los judíos de
Alejandría, aceptaban los libros redactados en griego.
Las y los cristianos de los primeros tiempos, leían la Biblia en griego, por lo tanto
aceptaron el canon de los judíos de Alejandría. Pero San Jerónimo, quien tradujo la
Biblia al latín en el siglo V, era partidario del canon de los judíos Palestinos.
Durante la Reforma Protestante, esta corriente siguió a San Jerónimo, con lo que, se
imprimieron al final de sus Biblias los que llamaron libros “apócrifos”. Esta costumbre
despareció en el siglo XIX. En el caso de los Católicos, en el Concilio de Trento,
reconocieron los libros redactados en griego, llamándolos deuterocanónicos.
Finalmente, en pro del diálogo ecuménico entre católicos y protestantes, se ha llegado a
un acuerdo entre ambas partes que se resume en la frase: “No nos vamos a poner a
discutir por ocho libros.”
Denominaciones de la Biblia en el Nuevo Testamento.
En lo que respecta al Nuevo Testamento (El conjunto de textos de autoría cristiana), se
denomina a la Biblia como las Sagradas Escrituras o Sagrada Escritura o
básicamente las Escrituras o la Escritura: “Jesús agregó: ¿No han leído cierta
Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra
principal del edificio; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados” (Mateo 21. 42).
“Ustedes escudriñan las Escrituras pensando que encontrarán en ellas la vida eterna, y
justamente ellas dan testimonio de mí” (Juan 5: 39).
En muchas ocasiones, cuando se habla de la Escritura, se hace referencia a un
fragmento concreto: “No la rompamos, echémosla más bien a suerte, a ver a quién le
toca”. Así se cumplió la Escritura que dice: se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi
túnica. Esto es lo que hicieron los soldados” (Juan 19: 24)
La División entre Antiguo y Nuevo Testamento.
La división de Antiguo y Nuevo Testamento, comenzó a usarse entre los creyentes de
Cristo a finales del siglo II d. C., el término “testamento” implica para el caso que nos
ocupa, el pacto entre Dios y su pueblo. El primer pacto entre Dios e Israel, es el que
conocemos como Antiguo Testamento (año 1200 a.C.): “Entonces Moisés tomó la
sangre con la que roció el pueblo diciendo: Esta es la sangre de la Alianza que Yavé ha
hecho con ustedes conforme a todos estos compromisos” (Éxodo 24: 8)
El Antiguo Testamento.
Así las cosas, la Biblia en su sección del Antiguo Testamento, comunica la experiencia
religiosa del colectivo Israelita antes de la llegada de Jesucristo. Queda manifiesto el
monoteísmo (fe en un solo Dios).
Dios crea el universo y se revela de manera enfática en Israel, lo dirige con sus pactos,
su ley y sus promesas. La unificación de Israel como pueblo, se debe a su fe en un solo
Dios.
Cuando decimos que Dios se revela de manera enfática en Israel, lo que decimos es que
lo escoge de entre las naciones para santificarlo, hacerlo un pueblo de sacerdotes y de
pertenencia exclusiva de Dios: “… si ustedes me escuchan atentamente y respetan mi
alianza, los tendré por mi propio pueblo entre todos los pueblos. Pues el mundo es todo
mío, pero los tendré a ustedes como un reino de sacerdotes, y una nación que me es
consagrada” (Éxodo 19: 5 – 6)
Dios es quien sostiene a Israel durante sus crisis, purifica su creencia y les presenta el
camino de santidad, justicia y amor. El Antiguo Testamento presenta la historia de
Israel, a la luz de la fe: la enseñanza de los profetas, las sentencias de los sabios, las
oraciones personales y en comunidad y los escritos de poetas imbuidos de la experiencia
de Dios.
Los profetas abrieron un camino: en el amor de Dios a los hombres, Dios alista nuevos
tiempos y el llamado a la humanidad es a recibirlos. He aquí uno de los principales
mensajes del Antiguo Testamento.
A continuación, resumiremos los grandes momentos en la historia de Israel:
o Reino de David y Salomón: Hacia el año 1000, David conquista Jerusalén y la
transforma en capital del reino que une las tribus israelitas del sur y del norte. La
organización del reino correrá por cuenta del hijo de David, Salomón.
En esta etapa ya hay un territorio, un templo, un rey y Dios se hace presente en
el pueblo. Es el tiempo de construcción de la identidad de Israel. En esta época,
comienza la literatura, se pone por escrito la vivencia del pasado: se escribe el
Éxodo, en éste, se mira la experiencia básica en la que se descubre al Dios
liberador.
Se escribe la historia de los patriarcas (Abrahán, Isaac etc.) de donde se observa
que la promesa hecha a Abrahán se cumple en David. En esta línea se retrocede
hasta al inicio del mundo: la liberación de Dios no solo implica a Israel sino, al
mundo entero.
o Los dos reinos: Judá e Israel: con la muerte de Salomón en el 930 antes de
Cristo, el reino se divide en dos, al sur Judá (capital: Jerusalén); al norte, Israel
(Tuvo dos capitales: primero, Tirsá y luego Samaría)
Judá fue fiel a la dinastía de David. El rey representa al pueblo ante Dios, Dios
vive en medio del pueblo gracias al templo de Jerusalén. Desde el gobierno de
Salomón, se escriben varias tradiciones y predican algunos profetas: Amós,
Miqueas, Isaías.
Israel rompe con la dinastía de David aceptando otro rey. En términos políticos,
este reino fue muy inestable. Frente al rey surge el profeta, quien es fiel a Dios y
llama al pueblo a guardar la fe en él. Será el profeta quien enfrenta la religión
falsa de los Baales. Se escriben algunas tradiciones, a veces paralelas a las de
Judá. Se destacan ciertos profetas: Elías, Eliseo, Oseas.
En el 722, los asirios destruyen el reino de Israel.
En el 587, Jerusalén es destruida, y los judíos son deportados a Babilonia.
o Destierro en Babilonia: el destierro dura medio siglo. Los judíos han dejado de
ser nación: ya no hay rey, ni tierra, ni templo. Profetas como Ezequiel y un
discípulo de Isaías, reaniman a los deportados; los sacerdotes mandan al pueblo
a releer las tradiciones para encontrar sentido al sufrimiento.
o Bajo el dominio de los persas: en el 539 el rey persa Ciro domina Babilonia, un
año después, los judíos desterrados regresan poco a poco, a vivir en los
alrededores de Jerusalén. El templo se reconstruye en el 515. la comunidad
purificada por el sufrimiento de las deportaciones, vive en pobreza pero edifica
el templo.
Hacia el año 400, se recogen los escritos elaborados por mucho tiempo y nace
un solo volumen con 5 libros: la Ley o Pentateuco.
o Bajo el dominio de Grecia y de Roma: en el 333, Alejandro conquista el
Próximo Oriente y la cultura y la lengua griega dominan este territorio. En el
167, un sucesor de Alejandro, Antíoco IV, quiere obligar bajo pena de muerte a
los judíos a renegar su fe.
Es época de mártires. Esta etapa en la historia de Israel se conoce como la
época de los Macabeos y se encuentra narrada en los libros de 1 y 2 Macabeos,
que son llamados “deutercanónicos”, de los que ya hemos hablado.
La libertad se reconquista en el l64. se da un auge en la reflexión de tipo
apocalíptico, se espera la intervención de Dios al final de los tiempos.
De seguido, resumiremos las grandes etapas de lo descrito en el Antiguo
Testamento, que fue redactado durante lo que hemos llamado los grandes
momentos en la historia de Israel:
- La historia de los orígenes: el primer libro de la Biblia se llama
Génesis, que significa “origen”. En este se narra el comienzo del mundo,
la humanidad y el mismo Israel.
En los primeros 11 capítulos se presenta un amplísimo panorama de los
hechos de la humanidad, desde la creación del mundo hasta Abraham.
Debe reconocerse que estos textos son de conocimiento común, pero con
una pésima comprensión por parte del hombre promedio.
Los seres humanos tienen el privilegio de ser creados “a imagen de
Dios” (Génesis 1: 26 – 27)
Pero el ser humano cae en pecado y se separa de Dios, la humanidad
escoge entre la vida y la muerte, a la segunda. En la base de esta
escogencia está la soberbia del ser humano que quiere “Ser como Dios”
(Génesis 3: 5)
Por el rompimiento de la alianza entre humanidad y Dios, se producen el
sufrimiento y la muerte. Hay una ruptura entre el hombre y Dios, pero
también se da una separación de la humanidad dentro de sí misma
(Separación entre el hombre y la mujer) y una división entre humanidad
y creación.
Dios siempre muestra su amor pese al pecado, por eso luego del diluvio,
la humanidad tiene una nueva oportunidad a partir de Noé y luego de la
dispersión de Babel, con el llamado de Abrahán.
- Los Patriarcas: Se presenta aquí la primera etapa de la formación de
Israel. Abrahán, “padre de los creyentes”, escucha a Dios e inicia un
camino que lo despega del pasado y lo enrumba al futuro: “Sal de tu
tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de
ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y servirá de
bendición.” (Génesis 12: 1 – 2)
La voluntad salvadora de Dios arranca con Abrahán y su familia, pero el
objetivo último es universal, porque con el núcleo con el que inicia se
bendecirá el mundo entero: “…Con tu nombre se bendecirán todas las
familias del mundo” (Génesis 12: 3)
El hijo (Isaac) y el nieto (Jacob) de Abrahán, fueron los herederos de la
promesa, tal como consta en Génesis capítulo 26, verso 4 y capítulo 28,
versos del 13 al 15.
José, uno de los hijos de Jacob, es vendido por sus hermanos, pero
gracias a ello, Jacob y su familia se salvan de la hambruna llegando a
Egipto, donde José termina siendo el segundo en el gobierno del país.
Esta es la antesala para el Éxodo.
- El Éxodo: Ya hemos visto más arriba que esta experiencia es parte de
la identidad de Israel. Dios se revela como el Dios de sus padres y el
Dios salvador, quien escucha los gritos del pueblo y decide salvarlos, y
como veremos más adelante, esto reflejará un rostro de Dios: el Dios
liberador y nos permitirá leer la Biblia en clave de liberación. Dios le
revela su nombre a Moisés y lo manda a presentarse a Faraón, rey de
Egipto
Luego de muchas dificultades, los israelitas salen de Egipto: “y les
seguía una turba inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de
ganado” (Éxodo 12: 38)
Ya hemos hecho alguna referencia al tema de la alianza. Ésta es una
disposición de Dios, es una gracia de Dios, repetimos, aquí se da la
escogencia de Dios por este pueblo.
La marca de esta liberación quedará perenne en la memoria colectiva del
pueblo. Desde ese momento, Dios se presenta así: “Yo soy el Señor tu
Dios, el que te sacó de Egipto, de aquel lugar de esclavitud” (Éxodo
20:2)
- Levítico: Este es un libro de normas para el culto en Israel, se destaca el
pueblo en su rol sacerdotal consagrado al servicio de Dios.
- Números: Narra la marcha de Israel por el desierto. Se observan sus
padecimientos de hambre y sed. Por estas pruebas, añoran los alimentos
de Egipto: “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de
balde, de los pepinos, de los melones, de los puerros, de las cebollas, de
los ajos” (Números 11: 5)
Además, Israel se revela en este libro, frecuentemente contra Dios y
Moisés: “¿Para qué nos ha traído el Señor a esta tierra? ¿Para morir
atravesados por la espada, y que nuestras esposas y nuestros niños se
conviertan en botín de guerra? ¿No sería mejor que volviéramos a
Egipto?” (Números 14: 3)
La libertad es una pesada responsabilidad, por eso hay nostalgia por la
esclavitud. Dios provee el agua de la roca y el maná.
- Deuteronomio: Terminada la última marcha, antes de transitar por el
Jordán, Moisés da las últimas instrucciones al pueblo, que son las que
constan en este libro.
- Josué: El título del libro es el nombre del sucesor de Moisés, en este
texto se observa el asentamiento de las 12 tribus en la tierra prometida.
El libro, se divide en tres partes: 1) La conquista de Canaán (Capítulos
del 1 al 12) 2) Distribución de las tierras conquistadas (Capítulos del 13
al 21) y 3) El basamento en la fe de la unidad de Israel (Capítulos 22 al
24)
Hay varias teorías sobre la conquista por Israel de estos territorios, en el
libro de Josué, la astucia es el medio de conquista. Lo que el texto
muestra es que en realidad la conquista es un triunfo de Dios.
Cuando veamos más adelante los géneros literarios, quedará claro que el
libro que comentamos es una epopeya. En estos textos, el arca de la
alianza es signo de la presencia de Dios en medio del pueblo.
El mensaje del libro es: Israel tiene tierra gracias a su Dios, por lo que
deben estas eternamente agradecidos a él.
El texto finaliza con la alianza en Siquem, se hace memoria del favor de
Dios al pueblo. La alianza se sella con la fe común a Yavé y la
aceptación de una misma ley (Capítulo 24)
- Los Jueces: este libro presenta una visión más moderada del periodo
histórico anterior. A la muerte de Josué, llega la etapa de los Jueces.
Éstos eran caudillos o líderes carismáticos que Dios llama en momentos
de crisis del pueblo, en el que es oprimido. Al ser algunas tribus atacadas
por enemigos, estos líderes carismáticos, llenos del Espíritu de Dios, se
levantaban para luchar contra los enemigos de Israel. Veamos el
siguiente ejemplo: “El Espíritu de Dios actuó sobre Otoniel, y este guió a
los israelitas en su lucha contra Cusán – risataim. Así Dios ayudó a
Otoniel a derrotar a su enemigo” (Jueces 3: 10)
Las amenazas venían de los enemigos de los israelitas, debe tomarse en
cuenta que, a poco tiempo de la llegada de Israel a la llamada tierra
prometida, también se asentaron los filisteos. Ellos tenían un gran poder
militar y uso exclusivo del hierro, por lo que representaron un gran
peligro para Israel.
Los enemigos de Israel eran considerables, además de los filisteos,
estaban los cananeos y otras poblaciones circunvecinas.
En momentos de crisis, Dios llamaba al “Juez”, que obtenía importantes
victorias. Estas personalidades actuaron en distintas épocas y lugares.
Son destacables jueces de la altura de Gedeón y Sansón, también es
importante subrayar, que una vez pasada la crisis, los jueces volvían a su
cotidianidad.
En el libro hay un fuerte juicio por la situación religiosa de Israel. Ya no
eran nómadas y estaban asumiendo las prácticas cananeas de agricultura,
esto ayudó a introducir prácticas religiosas opuestas al culto a Dios. Era
la adoración al dios cananeo Baal, dios de la fecundidad. A él se pedía la
fecundidad de la tierra y la abundancia de vino, granos y aceite.
También hay una crítica política a Israel, por su falta de organización y
unidad. ¿A qué se debe esta situación?: “En aquellos días no había rey en
Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 17: 6)
Una vez más, el escenario queda listo para la institución de los reyes,
como respuesta a tratar de ordenar la anarquía imperante.
- Samuel y Saúl: Estos textos refieren a este proceso de consolidación
monárquica. 1 Samuel tiene tres apartados, que enfatizan sobre tres
personajes: Samuel, Saúl y David. La secuencia sería la siguiente: 1)
Samuel (capítulos 1 al 7), 2) Samuel y Saúl (Capítulos del 8 al 15) y 3)
Saúl y David (Capítulos 16 al 31)
Samuel es consagrado a Dios siendo niño y llega a ser profeta. El
llamado de Dios a este personaje, presenta las características de los
llamamientos al profetismo: a) la iniciativa de Dios, b) el anuncio del
mensaje que debe trasmitir y c)la respuesta del llamado (Si se
quieren observar estas características, léase: 1 Samuel 3, Éxodo 3: 1 –
12, Isaías 6, Jeremías 1: 4 – 10 y Ezequiel 13)
el primer intento de organización monárquica se da con Saúl. Éste, como
en el caso de los jueces, fue elegido por Dios: “Entonces Samuel tomó
un recipiente con aceite y, derramándolo sobre la cabeza de Saúl, lo besó
y le dijo: El Señor te consagra hoy gobernante de Israel, su pueblo. Tú lo
gobernarás y lo librarás de sus enemigos que lo rodean. Y esta será la
prueba de que el Señor te ha declarado gobernante de su pueblo” (1
Samuel 1: 10)
El Espíritu de Dios lo toma y lo lleva a guerrear contra los Amonitas,
para liberar a Israel (1 Samuel 11: 1 – 13) Al vencer Saúl en esta guerra,
es proclamado rey.
- Muerte de Saúl y reinado de David: Después de describir los primeros
triunfos de Saúl, se muestran dos vidas que llevan cursos opuestos:
David es un muchacho que sirve al rey Saúl y que se va ganando el amor
y las simpatías del pueblo, lo que genera la envidia del rey (1 Samuel 18:
6 – 9)
Saúl lo persigue sin tregua, y allí comienza a verse el descenso de Saúl,
que lo lleva a la derrota y a la muerte, y el ascenso de David, siguiente
rey de Israel.
David fue proclamado primero rey de Judá: “Llegaron los hombres de
Judá, y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá” (2 Samuel
2: 4), luego las tribus del norte de Israel trataron de organizarse
políticamente pero fracasaron y también proclamaron a David su rey (2
Samuel 5: 1 – 3)
Como ya vimos en los grandes momentos en la historia de Israel,
David conquista Jerusalén convirtiéndola en capital (2 Samuel 5: 9 – 16)
y centro religioso, al instalar allí el arca de la alianza (2 Samuel 6: 1 –
23)
En los libros de Samuel, David es un prototipo: bien parecido, amigo
fiel, músico, poeta, guerrero valiente, gran líder, pero el texto bíblico no
esconde sus pecados: el adulterio con Betsabé y el asesinato de Urías.
Pese a la institución de la monarquía, se dan conflictos entre las tribus
del norte y del sur. La unidad política era pobre, de ahí, por ejemplo, la
rebelión del hijo de David, Absalón (2 Samuel capítulo 15 en adelante)
Muerto David, y en medio de “intrigas de palacio”, asciende al poder el
hijo de David, Salomón.
- Los reyes de Israel y Judá después de David: ya vimos más arriba que
la consolidación de la monarquía correspondió a Salomón, incluida la
construcción del templo (1 Reyes 8: 17 – 21) El templo tendrá una
importancia vital para la dinámica cultural y religiosa de Israel. Esto se
confirma en la oración dicha por el rey, en la dedicación, valga decir que
este es uno de los múltiples pasajes hermosos de la Biblia (1 Reyes 8: 23
– 53)
Con Salomón también se dan aspectos negativos: idolatría, altas cargas
tributarias, esto, por las construcciones hechas por este rey, que además
de dinero, requerían mucha mano de obra.
Para algunos sectores, esta situación atentaba contra los valores más
profundos que le daban identidad a Israel (1Samuel 8), hubo descontento
entre el pueblo, sobre todo, en las tribus del norte. Una vez más, se viven
los conflictos entre norte y sur (2 Samuel 20: 1 – 2) De este modo se
rompe el proceso de unificación del gobierno davídico.
Muerto Salomón, el reino se divide en dos. Ya algunos elementos de este
tema los hemos visto arriba, el texto bíblico describe cómo se dio esa
división, y de cómo la división política llevó a la división religiosa (1
Reyes 12) En la Biblia se muestra paralelamente la historia de los dos
reinos en la que persisten sus perennes rivalidades.
Ambos reinos recorren el camino del pecado y la infidelidad, esto lo
confirman los libros de los Reyes. Los principales responsables de estas
acciones, fueron los gobernantes mismos.
El problema es que la obligación de los reyes era guiar al pueblo de Dios
con sabiduría: “Dame, pues, a mí, tu servidor, un espíritu atento, para
gobernar bien a tu pueblo y para decidir entre lo bueno y lo malo, porque
si no, ¿Cómo podría gobernar este pueblo tan grande?” (1 Reyes 3: 9)
El punto es que los reyes no fueron sabios. Es por ello que ambos reinos
son derrotados y dejaron de existir como naciones independientes (2
Reyes 17: 6. 25: 1 – 21)
- Los profetas: ellos denuncian los problemas de Israel y señalan el
alejamiento colectivo del proyecto de Dios (Isaías 5: 1 – 7) La misión de
los profetas es llamar a un cambio radical de vida (conversión) en
consonancia con el amor de Dios: “¿Creen ustedes que me gusta la
muerte del malvado? Dice Yavé. Lo que me agrada es que renuncie a su
mal comportamiento y así viva” (Ezequiel 18: 23)
Para los profetas, la elección de Dios a Israel, es una responsabilidad y
no un privilegio, y la historia de este pueblo no es garantía de nada:
“Hombre, ya te he explicado lo que está bien, lo que el Señor desea de
ti: que defiendas el derecho y ames la lealtad, y que seas humilde con tu
Dios” (Miqueas 6: 8)
“A ustedes solo los elegí entre todas las tribus de la tierra, por eso les
pediré cuentas de todos sus pecados” (Amós 3: 2)
Adicionalmente, un tema esencial en los profetas es la fidelidad al culto
de Dios. Este es un tópico muy propio de: Ezequiel, Jeremías y Oseas
(Pueden verse Oseas 4: 1 – 14 y Jeremías 2 : 23 – 28)
En esta línea, se usa el símbolo matrimonial: Dios era el esposo de los
israelitas, pero ellos actuaban como una esposa infiel, que engaña a su
esposo, y se prostituye con cualquier desconocido. Muchos son los textos
con este tema, pero sírvanos este como ejemplo: “Tomaste a tus hijos y a
tus hijas a quienes habías dado a luz para mí, y los inmolaste como
alimento para los ídolos…” (Ezequiel 16: 20). El llamado al pueblo era
volver a la fidelidad, antes de que ya no hubiera retorno (Jeremías 2: 1 –
3; 4: 1 – 4)
Los profetas ejercen también denuncia política, señalan la ambición de
los gobernantes, quienes no se interesaban por el bienestar del pueblo.
Los humildes eran objetos de la explotación (Amós 2: 6 – 8)
Los profetas se solidarizaron con los oprimidos, denunciando a sus
victimarios. Para estos mensajeros de Dios, la fidelidad a éste, no se
resume en las prácticas de culto y religión, sino también, y con énfasis en
el ámbito político – social. como veremos, esta óptica será muy útil
cuando se lee la Biblia en clave de liberación o en clave de justicia. El
criterio de Dios, es que el culto externo sin la lucha o la vivencia de la
justicia, es simplemente abominable (Isaías 1: 10 – 20. Amós 5: 21 – 24)
- La caída de Jerusalén: los profetas anunciaron la destrucción de
Jerusalén o la muerte de sus habitantes, esto, porque no experimentaban
conversión hacia Dios. Ni el pueblo ni los reyes obedecieron a Dios y se
dio cumplimiento a lo anunciado. Las fuerzas militares del rey de
Babilonia, rodean la ciudad santa y la hacen caer. La metrópoli es
saqueada e incendiado el templo, llevándose tesoros y vasos sagrados. Se
deporta a los habitantes (2 Reyes 25: 1 – 21). Invitamos a nuestros
lectores y lectoras, a observar el Salmo 74, versos del 4 al 9, donde se
ilustra lo fuerte y profundo de aquella tragedia.
- El exilio: también de este periodo hemos hablado más arriba, pero debe
destacarse que esta es una etapa riquísima. Israel medita el porqué de lo
que vive y espera la rápida intervención de Dios para salvar al pueblo
(Salmo 137)
Dios promete la salvación: “Esto dice el Señor: Cuando terminen los
setenta años concedidos a Babilonia, yo me ocuparé de vosotros y
cumpliré en vosotros mi promesa de restituiros a este lugar” (Jeremías
29: 10). En esta ocasión, el pueblo escucha a los profetas que anuncian la
libertad (Isaías capítulos del 40 al 55)
Las palabras del profeta Jeremías se cumplieron: “Todas las naciones le
servirán a él, y a su hijo y a su nieto, hasta que también a su país le
llegue la hora y sea sometido por numerosas naciones y grandes reyes”
(Jeremías 29: 7)
Al aparecer en la palestra de la historia el rey Persa, Ciro, los israelitas
pueden esperar su libertad y el final de su desgracia. Babilonia cae en sus
manos.
- El regreso del exilio: Por el edicto de Ciro, los deportados vuelven a
Palestina. Primero, con Sebsasar y luego con Zorobabel. Éste, inicia la
reconstrucción del templo pero dicha obra es combatida por los
samaritanos. Los profetas Hageo y Zacarías, los animan a continuar la
reconstrucción del templo, y, de nuevo bajo el liderazgo de Zorobabel en
el 515 se finaliza la obra.
Algunos grupos de repatriados regresan a su tierra, pero otros se quedan
en la llamada diáspora, esto, porque alcanzan prosperidad, e inclusive,
llegan a tener cargos en el gobierno Persa, tal es el caso de Nehemías.
Conforme pasa el tiempo, la situación integral de Judea, entra en crisis
en el campo económico, se da una desintegración de la sociedad y se
presenta la oposición samaritana.
Nehemías pide permiso al rey Persa, para ser nombrado gobernador de
Judá y así ayudar a su pueblo a reedificar Jerusalén, que seguía destruida.
Por él, se logran levantar los muros de la ciudad, luego se entra en el
periodo de repoblación. Además, se toman medidas para combatir la
injusticia social (Nehemías 5: 1 – 12). El gobernador volverá después de
un tiempo a completar su reforma (Nehemías 10) En esta etapa, tampoco
se puede olvidar el papel de Esdras.
Terminamos este repaso hablando de la diáspora. Las colonias judías en el exterior se
vieron fortalecidas por las corrientes migratorias de judíos que querían probar suerte
en la esfera internacional.
En el siglo I a. C., tanto los emigrantes judíos como sus descendientes, estaban
propagados por las regiones del mar Mediterráneo. Estas comunidades permiten la
conversión de paganos a la fe del Dios judío.
De esta aceptación, surgen dos categorías: los que aceptan ciertos preceptos los
“temerosos de Dios” y los que aceptaban a plenitud la ley de Moisés hasta la
circuncisión, estos eran los llamados “prosélitos”.
Ahora bien, en términos de las lenguas en que fue escrito el Antiguo Testamento, está
en su mayoría en hebreo y algunas pocas páginas en arameo. En el siglo VII, unos
sabios judíos llamados masoretas, fijaron el sentido del texto, sumándole vocales a las
palabras. A ese texto, se le conoce como Texto Masorético (En las biblias se utiliza la
abreviatura TM, para identificar un texto de este tipo)
El conjunto de textos del Antiguo Testamento fue traducido al griego durante el siglo III
a.C. en Alejandría. Conforme a una leyenda, 70 escribas, laborando por separado,
alcanzaron exactamente la misma traducción. La moraleja de la leyenda es que esa
traducción fue inspirada por Dios. A esta traducción se le conoce como: la de los
setenta (En las biblias se utiliza el número LXX, como abreviatura para textos
provenientes de esta versión)
El periodo intertestamentario.
Referiremos en este momento a lo que se denomina: periodo intertestamentario. Este
es el periodo transcurrido entre la escritura del último libro del Antiguo Testamento y
los escritos más antiguos del Nuevo.
En este momento, Israel vive de la promesa hecha a abrahán, concretada en la alianza
mosaica y bajo el reinado de David. Esta promesa es recordada constantemente por los
profetas. Desde el exilio y con la desaparición de la monarquía, tiene como centro, la
espera del mesías. Los que conservaban viva la esperanza, imaginaban su reinado en
términos políticos – terrenales: conquista y dominación de quienes habían oprimido a
Israel.
Junto a esta visión, estaba otra, llamada “corriente apocalíptica”. De ésta surgen escritos
(Por eso más adelante veremos el Apocalipsis como género literario) que reflejan la
crisis que se vive y buscan infundir esperanza en un tiempo en el que solo se observa el
dominio del mal y hasta el martirio a los creyentes. Estos textos son difíciles de
entender y son altamente simbólicos.
El Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento es una novedosa alianza, trasmitida por los profetas y sellada con
la sangre de Jesucristo: “Mirad que llegan días – oráculo del Señor- en que haré una
alianza nueva con Israel y con Judá: no será como la alianza que hice con sus padres
cuando los agarré de la mano para sacarlos de Egipto; la alianza que ellos quebrantaron
y yo mantuve – oráculo del Señor - ; así será la alianza que haré con Israel en aquel
tiempo futuro – oráculo del Señor -: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en su
corazón, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo; ya no tendrán que enseñarse unos a
otros, mutuamente, diciendo: “Tienes que conocer al Señor”, porque todos, grandes y
pequeños me conocerán – oráculo del Señor - , pues yo perdono sus culpas y olvido sus
pecados” (Jeremías 31: 31 – 34).
Veamos como la alianza es sellada por la sangre de Jesús: “Bebed todos de ella, porque
ésta es mi sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados”
(Mateo 26: 28).
El Nuevo Testamento muestra por escrito la fe de la comunidad apostólica en Jesucristo.
Jesús nace en tiempo de Herodes, se dedica a predicar y hacer manifiesto el Reinado de
Dios (Marcos 1: 14 – 15) Esta actividad de Jesús, le lleva a denunciar la crisis político –
religiosa de Israel. Por ello, muere crucificado en tiempos de Poncio Pilato, gobernador
romano de Judea; la plenitud de la manifestación de Dios en Jesús, se da, al resucitarlo
de la muerte.
Jesús resucitado se presentó a aquellos que él escogió como sus testigos, para anunciar
el Reinado de Dios al mundo entero: “Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y
para enviarlos a predicar” (Marcos 3: 14)
Los textos del Nuevo Testamento, muestran la dinámica de crecimiento, luchas y
obstáculos de las comunidades de creyentes en Jesús. Para éstas, el señorío del
nazareno, se concreta en su muerte y resurrección y ambas relacionadas con su opción
de vida, como anunciador y signo del Reino de Dios.
Los seguidores de Jesús predican a judíos y posteriormente a los paganos, a Jesús
resucitado, esto se los había dicho el mismo Jesús: “pero cuando el Espíritu Santo venga
sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mí, en Jerusalén, en toda la
región de Judea y de Samaria, y hasta en las partes más lejanas de la tierra” (Hechos 1:
8) La fuerza de su predicación, fue su propia experiencia: “Lo que existía desde el
principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que
contemplamos y palparon nuestras manos acerca de la Palabra de vida” (1 Juan 1: 1)
Los discípulos celebran al resucitado en la reflexión de su enseñanza y en la fracción del
pan.
En su enseñanza a los nuevos miembros de las comunidades (Los bautizados), se van
recogiendo los hechos y palabras de Jesús. Este es el tiempo en que las misiones de
Pablo expanden la fe. entre el 51 y 63, este apóstol escribe cartas a varias comunidades.
A esta altura de nuestra exposición, es justo y necesario reflexionar, cuando menos
someramente, en un teólogo judío que se convirtió al cristianismo: Pablo: contrario
a los pescadores que primero siguieron a Jesús (Por ejemplo, Pedro o Juan) es un
teólogo de una amplísima cultura. Pablo es un rabino. Ha pasado su juventud
estudiando las Escrituras con el maestro Gamaliel (Que es como decir, que fue
estudiante de una de las mejores universidades de teología de su tiempo)
Pablo vive su propio camino de conversión (Camino a Damasco es tomado por
Jesucristo) y ahí le cambia la vida: el teólogo judío se transforma en teólogo
cristiano.
Por 15 años, entre los años 36 al 50, este hombre predica y funda comunidades de fe
(Sirva como ejemplo este texto: “En Iconio ocurrió lo mismo. Pablo y Bernabé
entraron en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que un gran número
de judíos y griegos abrazaron la fe” Hechos 14: 1)
En los últimos 15 años escribe cartas a las comunidades que fundó. Dichas cartas son
frecuentemente tratados de teología. Las cartas tienen diversos objetivos: una mayor
instrucción, para animar a seguir en la fe o la corrección de desviaciones (Ejemplo
de este último caso 1 Corintios) Es indudable que la teología Paulina, ayuda en la
reconstrucción de los recuerdos sobre la vida de Jesús.
A estas alturas, se comienza a dar la separación entre judaísmo y cristianismo. En el año
70 d.C., los romanos destruyen Jerusalén. Algunos fariseos se reúnen en Yamnia, al sur
de Tel – Aviv, para dar nueva vida a la fe judía.
La redacción de los textos del Nuevo Testamento, se da entre el 49 y el 95 d. C. después
de algunas cartas de Pablo, que fueron los primeros textos del Nuevo Testamento,
cuatro teólogos creyentes en Jesús, conjuntan las tradiciones que ya se habían redactado.
Estos cuatro teólogos son: Marcos, Lucas, Mateo y Juan.
Los cuatro evangelios buscan responder una pregunta: ¿Quién es el Señor?
Marcos hacia el año 70, une la predicación de Pedro en Roma, de ahí su texto. El
mensaje de su evangelio es que Jesús es el Ungido (El Cristo), el Hijo de Dios.
Conforme a esta narración, la prueba del mesianismo de Jesús, son sus hechos y sus
milagros.
El proceso de esta revelación es evolutivo, hay una doble dimensión de Jesús: la
humana y la divina. Jesús se revela progresivamente como Ungido. La dinámica es la
siguiente: se va del “hijo de María” (Marcos 6: 3), pasando al Mesías Hijo de David
(Marcos 8: 29), hasta llegar al Hijo de Dios (Marcos 15: 39)
Lucas redacta su evangelio entre los años 80 y 90, éste estaba dirigido a comunidades
de paganos cristianos. Dios visita a su pueblo (Judíos y paganos) por medio de Jesús, y
viene a mostrarles su amor.
Este amor se muestra en las parábolas de misericordia, la alegría de la salvación recorre
el cielo y la tierra (Lucas 15: 7 y 10), el regreso del hijo pródigo se celebra con inmensa
alegría (Lucas 15: 22 – 24)
El libro de los Hechos de los Apóstoles, también fue escrito por Lucas, en este se refleja
la predicación infundida por el Espíritu Santo, así como los problemas e inconvenientes
que enfrentan las nacientes iglesias.
Mateo compone su evangelio entre los años 80 y 90. la comunidad a la que se dirige ese
escrito, es una comunidad de judíos convertidos al cristianismo. La lucha de Jesús con
los fariseos en este evangelio, es la lucha de la comunidad Mateana con los judíos de
Yamnia. Adicionalmente, esta tradición se preocupa por mostrar el cumplimiento de las
profecías del Antiguo Testamento en Jesús.
Es de resaltar, que tanto Mateo como Lucas en su esfuerzo por alcanzar con lo finito de
la mente lo infinito de Dios, redactan los relatos de la infancia de Jesús, mostrándola
con los “lentes” de su vida y su resurrección.
Juan es un evangelio que reflexiona en Jesús como verbo de Dios que viene a salvar.
Este es el evangelio teológicamente más profundo (No en balde se le llama “evangelio
espiritual”). Se plantea que fue redactado entre los años 95 y 100. la imagen de Jesús es
la del crucificado – resucitado que da su Espíritu a los creyentes. En esta línea, es que
Jesús realiza signos que permiten, que viendo podamos creer. En la línea de esta misma
tradición, se escribe el Apocalipsis, que es el último texto del Nuevo Testamento y de
las Escrituras Judeo – Cristianas. En este libro, Jesús se muestra como la plenitud al
final de la historia.
Mateo, Marcos, Lucas y Juan, escriben sus textos en un género literario llamado
“evangelio”. Esta palabra significa “buena nueva”. Este término tenía una connotación
política. Se llamaba evangelio, al anuncio de una victoria imperial o algún suceso
importante en la vida del emperador.
Al comienzo, se entendía por evangelio, así, en singular, el mensaje de Jesús: el Reino
de Dios. Este es el sentido en el que por ejemplo, lo usa Pablo en sus cartas. Será con
Marcos, a quien debemos la creación de este género literario, el evangelio pasa a ser un
texto, una historia: la vida pública de Jesús.
He aquí una importante conclusión: primero, era Jesús quien anunciaba la buena
noticia, posteriormente, los apóstoles son los que proclaman a Jesús: el predicador se
transforma en el predicado. Jesús que proclamaba la buena noticia, se convierte en
la buena noticia.
Es bueno observar que Marcos, no habla de Jesús como una personalidad fallecida,
Marcos habla de Jesús como alguien vivo, esta es su convicción teológica: Jesús está
vivo en su comunidad, sobre todo, en la celebración de la “fracción del pan”. El
hombre que actuó en la historia (El Jesús histórico), sigue vivo en la palabra escrita y
predicada (El Cristo de la fe). En esta persona viva tiene fe la comunidad: la
comunidad de fe cree en Jesucristo.
Súmese a la redacción de los evangelios, las cartas escritas por Juan, Judas, Pedro,
Santiago y otros discípulos a las múltiples comunidades cristianas. Los receptores de
estas cartas son grupos más amplios. Veamos este ejemplo: “Pedro, apóstol de Cristo
Jesús, a los elegidos que viven fuera de su patria, dispersos por el Ponto, Galacia,
Capadocia, Asia y Bitinia” (1 Pedro 1: 1)
En estas cartas se observan las dificultades de los cristianos en medio de la hostilidad
pagana. A estos textos, debe sumarse la llamada carta a los Hebreos, que más que carta
es un sermón de exhortación, que invita a la fidelidad a Jesucristo en medio de una
situación de crisis.
Finalmente, cierra el Nuevo Testamento y la Biblia, el Apocalipsis, en el que se anuncia
el triunfo último del Señor. Este triunfo se simboliza por las bodas del cordero:
“Hagámosle fiesta alegre dándole gloria porque ha llegado la boda del Cordero, y la
novia está preparada” (Apocalipsis 19: 7) En el Apocalipsis se proclama con gozo: “Me
dijo: escribe: Dichosos los convidados a las bodas del Cordero y añadió: Son palabras
auténticas de Dios” (Apocalipsis 19: 9)
Las palabras finales son un canto matrimonial, la esposa del Cordero (La Iglesia) dice:
“¡Ven!” y Jesús le responde: “Sí, vengo pronto” (Apocalipsis capítulo 22, versos 17 y
20)
El Nuevo Testamento, fue escrito totalmente en griego, en el conocido griego común
(koiné) y que es diferente al griego clásico. Además, hay otras traducciones de la Biblia
completa al koiné, como la versión Latina, denominada la “Vulgata”, traducida por San
Jerónimo, del que ya hemos hablado más arriba.
En lo que refiere al Nuevo Testamento, debe tenerse claro, que la conciencia de Jesús
como Ungido e Hijo de Dios, se dio gracias a la resurrección, ya que mientras
estuvieron con él, sus discípulos, no llegaron a comprender ni su persona ni su mensaje
(Marcos 8: 14 – 21)
Después de la resurrección, los seguidores del Nazareno, tuvieron que reconstruir sus
recuerdos de lo que vivieron con él. Es claro que en esta reconstrucción fueron guiados
por el Espíritu Santo, ya que: “Cuando venga el Espíritu de la verdad, el los guiará a
toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y
les hará saber las cosas que van a suceder” (Juan 16: 13) Esto se cumplió en
Pentecostés, cuando la comunidad de fe conjuntada en oración recibió al Espíritu Santo
(Hechos 2: 1 – 4)
La reconstrucción de estos eventos varía, dependiendo de la comunidad que en ésta
participa, de los temas que reflexionan y hasta el tiempo transcurrido entre los hechos y
enseñanzas de Jesús y la redacción de los evangelios. Es por ello que no hay un solo
evangelio sino cuatro (Poseemos las palabras y los hechos de Jesús interpretados por
verdaderos testigos). Además, es por esta misma razón, que no se pueden reunir los
contenidos de los 4 libros en una sola redacción.
Inclusive, puede decirse que las comunidades de fe cristianas, van construyendo su
propio evangelio conforme van profundizando su relación con Jesucristo resucitado.
Esto último es posible, porque los evangelios nos permiten conocer a Jesús con
profundidad.
Las imágenes de Jesús que van construyendo las distintas comunidades, se basan en tres
actividades: la predicación, la celebración y la enseñanza. Expondremos algunos
detalles de éstas:
- La Predicación: Se proclama la fe en el resucitado. Esta fe tiene un
mensaje central: “A ese Jesús que ustedes crucificaron Dios lo ha
resucitado, lo ha exaltado, lo ha hecho Señor; y nosotros somos testigos
de estos eventos. Él nos envía su Espíritu, crean en esta buena noticia y
se salvarán”.
Asimismo, se colectan las bienaventuranzas con las que Jesús anunció el
Reino de Dios y que, confirman que Jesús tiene una experiencia de Dios
basada en una clave de liberación, a esto haremos referencia cuando
expongamos las diversas claves para leer la Escritura.
Los milagros de Jesús se cuentan para mostrar su señorío sobre el mal, la
enfermedad, la muerte y el sufrimiento.
Del mismo modo, se recogen las parábolas, que son enseñanzas en forma
de historias, en ellas, se habla del gozo que Jesús nos trae y la necesidad
de acogerlo.
- La celebración: Esto es lo que en el Nuevo Testamento se llama “la
fracción del pan”. En ella se actualiza y se da sentido a la muerte de
Jesús, de hecho es una repetición de lo que en las comunidades creyentes
se conoce como “la última cena”. Mientras los primeros seguidores de
Jesús vivían, estas celebraciones se aprovechaban para recordar y
reconstruir los recuerdos. No es descabellado imaginar como Pedro o
Juan contarían sus vivencias junto a Jesucristo.
A partir de la segunda generación de cristianos, fue necesario explicar el
significado de la “fracción del pan”. De ahí es probable que haya surgido
un primer relato de “La Pasión, muerte y resurrección de Jesús”. Es de
destacar que este tipo de narraciones, se hacen en la conciencia de que
Jesús está vivo.
En la “fracción del pan”, Jesús se hace presente para su comunidad. Los
seguidores de Jesús narran su muerte, estando Jesús vivo entre ellos.
Estos relatos como todos los demás, se miran con los “lentes” de la
resurrección.
- La enseñanza: Quienes se unen a las comunidades de fe (Los
bautizados) deben prepararse para seguir a Jesús, para relacionarse en la
comunidad de fe, y ser cristiano en la cotidianidad. Para ello, debe
contestarse a una pregunta básica: ¿Y Jesús que haría?
Para responder a esta interrogante, se reúnen las parábolas y se adaptan a
las circunstancias que viven las comunidades de fe.
Se reflexiona en los milagros para extraer enseñanzas.
Desde la óptica de la fe cristiana, la Biblia es un instrumento para buscar a Jesús. La
Biblia es palabra de Dios que trasmite la vida, la Biblia es palabra de Dios en la historia
humana. Dios nos habla de sí mismo por medio de aquellos que lo experimentaron,
aquellos que fueron sus testigos: “Muchas veces y de muchas maneras habló Dios
antiguamente a nuestros antepasados por medio de los profetas, ahora en este momento
final nos ha hablado por medio del Hijo…” (Hebreos 1: 1 - 2)
Entonces… ¿Cuánto tiempo se tardó redactar la Biblia?
La composición total de la Biblia conllevó varios siglos. En muchas ocasiones muchos
de los textos que hoy tenemos por escrito, primero tuvieron vida de forma oral. Muchas
veces en la redacción de un texto participaron muchas personas y comunidades.
Asimismo, no es extraño que en la Biblia se citen textos extrabíblicos: “Así se dice en el
libro de las batallas del Señor: Waheb en Sufá y los afluentes de Arnón” (Números 21:
14)
El valor de la Biblia para el Cristianismo.
De nuevo, vale la pena repetir que tanto para Israel como para las comunidades de fe
cristianas, el principal valor de la Biblia, es de índole religioso. Por ejemplo, la Ley es
un mandato de Dios: “Entonces Dios pronunció estas palabras…” (Éxodo 20: 1)
Los profetas tenían claro que pronunciaban mensajes de Dios, sírvanos como ejemplo
estas palabras de Isaías: “El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y
sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo” (Isaías 6: 1). La
misma sabiduría tiene su base en Dios: “El Señor me creó al comienzo de sus obras,
antes que comenzara a crearlo todo” (Proverbios 8: 22)
Ya hemos hecho referencia al término de Sagradas Escrituras, pero también debe
tenerse presente que el valor del texto bíblico, fue dado por Jesús y los autores del
Nuevo Testamento. Dios habla por los profetas o por los libros bíblicos: “Todo esto
sucedió para que se cumpliera lo que Dios había dicho por medio del profeta Isaías”
(Mateo 1: 22)
Los profetas son aquellos por los cuales se anuncia algo, estos hablan en nombre de
Dios. Los profetas han sido enseñados en el plan de Dios: “Porque no hará nada Jehová
el Señor, sin que se revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3: 7)
Los profetas encuentran a Dios en su vocación y su vida. En la vocación se experimenta
a Dios y conforme a esta experiencia, tanto los hechos políticos como la cotidianidad,
permiten descubrir la palabra de Dios. Dios es quien se sirve del profeta para expresarse
o hablar: “Así se cumplió lo escrito por el profeta Jeremías” (Mateo 2: 17)
La autoridad de la Biblia no tiene discusión: “No penséis que he venido a abolir la Ley
y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Os lo aseguro: mientras
duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley sin que
todo se cumpla” (Mateo 5: 17 – 18)
La Biblia está relacionada con el Espíritu Santo: “Hermanos, era necesario que se
cumpliese la Escritura, pues el Espíritu Santo había anunciado por boca de David el
gesto de Judas; este hombre, que guió a los que prendieron a Jesús” (Hechos 1: 16)
El valor que da el cristianismo a la Biblia, en cuanto a su inicio y peso doctrinal,
independientemente de la óptica de dicho grupo de doctrinas, puede notarse en 2
Timoteo 3: 15 – 17: “Además, desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras. Ellas te
darán la sabiduría que llevan a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda
Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el
bien. Así el hombre de Dios se hace un experto y queda preparado para todo trabajo
bueno”.
En el caso de las comunidades de fe, uno de los momentos más importantes fue el
reconocimiento de los escritos que conocemos como Nuevo Testamento, como palabra
sagrada, con el mismo valor de las Escrituras que conocemos como Antiguo
Testamento: “Por eso también nosotros damos gracias incesantes a Dios, porque cuando
nos escuchasteis la palabra de Dios, la acogisteis, no como palabra humana, sino como
realmente es, palabra de Dios, activa en vosotros” (1 Tesalonicenses 2: 13). Será
durante el siglo II d. C., cuando los cristianos vayan aceptando la sacralidad y el peso
religioso de los textos que hoy componen el Nuevo Testamento.
En esta línea, no debe perderse de vista, que si bien es cierto estos libros están
inspirados por el Espíritu de Dios, sus autores son seres humanos: “Me dediqué a
investigar y a explorar con sabiduría todo lo que se hace bajo el cielo. Una dura tarea ha
dado Dios a los hombres para que se dediquen a ella” (Eclesiastés 1: 13) Por tal razón,
en la Biblia se encuentran diversos géneros literarios, estilos, idiomas, marcos culturales
y hasta teológicos.
De lo dicho hasta aquí, se deduce una diferencia sustancial entre la Biblia y otros libros,
su doble origen: el divino (la inspiración de Dios) y el humano (la autoría humana)
muchos autores escribieron la Biblia. Algunos se conocen, otros no, algunos libros son
de autoría individual y otros se escribieron de forma colectiva. Inclusive, algunos son
hasta compilaciones.
Por cerca de 18 siglos, desde Abraham hasta Jesús. Israel va percibiendo la presencia de
Dios a su lado. Esa extensa experiencia es la que queda vertida en las Sagradas
Escrituras.
Uno de los elementos sustanciales de la relación cristianismo – Biblia, tiene que ver con
que, el Antiguo Testamento nos señala a la llegada de Jesús y el Nuevo Testamento, nos
presenta la revelación plena de Dios, que alcanzará su punto máximo con el retorno de
Jesús a la tierra: “Pues Dios quiso reunir en él, cuando llegara la plenitud de los
tiempos, tanto a los seres celestiales como a los terrenales” (Efesios 1: 10)
Quienes siguen su senda espiritual con la Escritura como espada, y la mirada puesta en
Jesús, caminan hacia la resurrección. Este es el objetivo del andar espiritual. Para
alcanzar el mensaje bíblico, debemos aproximarnos a la misma experiencia del pueblo
donde se escribió.
Claves para la lectura Bíblica.
Hemos dicho, y es el título de este amplio artículo: La Biblia, palabra de Dios en la
historia humana; y siendo que es palabra de Dios, debemos saber leerla. De seguido,
abordaremos algunas claves para ello, teniendo claro que éstas son básicas y no cubren
totalmente la profundidad bíblica.
Lectura en clave cristiana: Lo primero es tener claro que en Jesucristo se cumple la
plenitud de la revelación, esto, por cuanto tanto el Antiguo como Nuevo Testamentos,
refieren a él. Por tal razón, el Antiguo Testamento debe comprenderse desde la óptica
del Nuevo. Y claro está, sin la comprensión del Antiguo, no podrá entenderse el Nuevo.
He aquí otra conclusión importante: el Antiguo y el Nuevo Testamento se
retroalimentan.
Esta clave puede resumirse en la frase de San Jerónimo: “Ignorar las Escrituras es
ignorar a Cristo”, lo que es lo mismo decir: “Conocer las Escrituras es conocer a
Cristo”.
La lectura de la Biblia debe descubrirnos a Cristo, toda la Biblia refiere a Cristo. La
Biblia no nos revela algo, nos revela a alguien: Jesucristo.
Lectura en clave sacramental: En la Biblia nos encontramos con Dios. El culto
cristiano no tiene razón de ser si no viene aparejado a la Escritura, ésta nos da el pan de
vida. La Palabra de Dios ilumina nuestra mente y nuestro camino.
Lectura en clave de justicia: Volvemos aquí al papel de los profetas. Éstos
proclamaban la justicia y el derecho como fundamento de convivencia social. De ahí sus
críticas al formalismo religioso y a la inmoralidad colectiva. Los profetas defienden los
derechos humanos. Este razonamiento tiene base en el hecho de que solo es posible el
ejercicio de estos derechos en un marco de justicia.
El Dios de la Biblia es el Dios de la justicia: “En sus días se salvará Judá, e Israel vivirá
su seguridad. Y este será el nombre con que le llamarán: “El Señor nuestra justicia””
(Jeremías 23: 6. versión de la Biblia para el pueblo de Dios) La intervención de Dios en
la historia, tiene como objetivo el alcanzar la justicia: “Alabaré tus promesas. Pues
todos tus mandamientos son justos” (Salmo 119: 172)
En principio, el proyecto socio – político de Israel, debía servir de modelo para la
humanidad entera, como comunidad hermanada donde no existieran las clases sociales
(Uno de los principales mensajes del Deuteronomio es: “Que no haya pobres entre
ustedes”), con base en el amor y la justicia.
La realidad fue otra: Israel fue un espacio de injusticia, violación constante de los
derechos de las personas, corrupción del gobierno etc. De ahí, el surgimiento de
opresores y oprimidos, los opresores del justo, los explotadores de soborno, que venden
al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias: “Así ha dicho Jehová: por tres
pecados de Israel, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque vendieron por dinero
al justo, y al pobre por un par de zapatos.” (Amós 2: 6)
El ambiente de Israel está saturado de confiscaciones, muertes, rapiñas y violencias:
“Yo el Señor digo: ¡Basta ya, gobernantes de Israel! ¡No más violencia ni explotación!
¡Actúen con justicia y rectitud! ¡Dejen de robarle tierras a mi pueblo! Yo, el Señor, lo
ordeno” (Ezequiel 45: 9)
La crisis de Israel y los problemas que sufre, son efecto de la injusticia, de la injusticia
social. en este marco, las oraciones de los injustos no son escuchadas por el Dios de la
justicia: “Practicar la justicia y el derecho Yahvé lo prefiere a los sacrificios”
(Proverbios 21: 3), “Porque me gusta más el amor que los sacrificios, y el conocimiento
de Dios, más que víctimas consumidas por el fuego” (Oseas 6: 6), “juzgaba la causa del
desamparado y del pobre. ¿No es esto conocerme? dice Yavé” (Jeremías 22: 16)
El Mesías servidor de Dios y en quien el cristianismo mira a Jesús de Nazaret, tiene por
misión la justicia: “Yo, el Señor te he llamado para la justicia, te he tomado de la mano,
te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones” (Isaías 42: 6)
Por medio de él, se revelaría la justicia: “Así dice el Señor: Guardad el derecho,
practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y se va a revelar mi victoria”
(Isaías 56: 1)
Ahora bien, es claro que esto se cumple en Jesucristo, quien al traer el Reino de Dios,
trae la justicia. Es este el sentido con el que Mateo cita a Isaías en el capítulo 12, versos
18 y 20 de su evangelio: “Miren a mi siervo, a mi elegido, a quien prefiero. Sobre él
pondré mi Espíritu para que anuncie la justicia a las naciones.
No quebrará la caña débil, no apagará la vela vacilante, hasta que haga triunfar la
justicia.”.
Por tal razón, y a ejemplo de Jesucristo, los cristianos deben indagar el Reino y su
justicia: “Busquen primero el reino de Dios y hacer su voluntad, y todo lo demás les
vendrá por añadidura” (Mateo 6: 33)
Y ¿Cómo puede conceptuarse el Reino de Dios?: “Porque el reino de Dios no es
cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo”
(Romanos 14: 17)
La vida del cristiano se debe dedicar a construir el Reino de Dios, que él mismo
terminará de establecer definitivamente, eliminando toda injusticia. La humanidad bajo
ese Reino, estará renovada: “y revestíos del hombre nuevo, creado según Dios, en
justicia y santidad verdadera” (Efesios 4: 24) Será el pueblo de Dios cuyos miembros
serán justos.
Es indudable que una lectura equilibrada de la Biblia, debe hacerse desde el primer
libro, hasta el último, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, teniendo conciencia de la
justicia entre los seres humanos.
Lectura en clave de salvación: La Biblia nos muestra el camino de salvación. Por esto,
la Biblia nos da la buena noticia de salvación: “Ustedes oyeron y creyeron la buena
noticia de su salvación, que es un mensaje verdadero, y gracias a Cristo pasaron a
formar parte del pueblo de Dios y recibieron el Espíritu Santo que nos había prometido”
(Efesios 1: 13)
También dice el Apóstol Santiago: “Por eso dejen de hacer lo malo, pues ya hay mucha
maldad en el mundo. No hagan lo malo; de otra manera su vida parecerá un trapo sucio.
Más bien reciban con humildad el mensaje que Dios les ha dado. Ese mensaje tiene
poder para salvarlos” (Santiago 1: 21)
Los cristianos deben tomar conciencia del precioso tesoro que la Biblia contiene sobre
Dios, la salvación del ser humano y la oración. La Biblia contiene la grandeza de
nuestra salvación. En la Biblia, se encuentra el pilar de la verdad de salvación y de toda
regla moral de conducta.
La Biblia nos narra la historia de la salvación. Dios interviene en la historia para ayudar
a la humanidad a salir del sufrimiento y el dolor, de la persecución, la esclavitud, la
enfermedad y la muerte.
Dios interviene en la historia para llevar a la humanidad al bien, la alegría, la paz, la
libertad, la salud y la vida. Siempre que Dios intervino para salvar, independientemente
de la gravedad de la crisis política y social, alimentaba la esperanza de la salvación
definitiva: “Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he
venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo” (Juan 12: 47)
En la Biblia, se nos plantea el acto grandioso de la salvación que se ejecuta por medio
de Jesucristo. Bajo el acto de la salvación de Jesucristo se ordena y refiere todo lo que
contiene la Biblia. Tal ordenamiento y referencia, puede darse de manera directa o
indirecta.
Lectura en clave de liberación: En la Biblia, se muestra el camino de liberación del
hombre. El Dios de la Biblia es un Dios liberador: “Por eso he bajado, para salvarlos del
poder de los egipcios; voy a sacarlos de ese país y a llevarlos a una tierra grande y
buena, donde la leche y la miel corren como el agua…” (Éxodo 3: 18)
El evangelio por sí mismo y por quien lo predica, Jesucristo, es libertad y liberación.
Esto porque se señala la justicia como la base de las relaciones humanas. Con la Biblia
se rompen las opresiones de los oprimidos y se enfrenta a los opresores. Es por ello que
Jesús cita a Isaías en la sinagoga de Nazaret: “El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a
proclamar la liberación a los cautivos…” (Lucas 4: 18)
Los ricos quedan condenados porque la riqueza enfría el amor. Los pobres, los
hambrientos, los que sufren y los perseguidos, son elevados a la santidad: “Felices
ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Felices ustedes los que ahora
tienen hambre, porque serán saciados. Felices ustedes los que lloran, porque reirán”
(Lucas 6: 21)
“Pero ¡Pobres de ustedes, los ricos, porque tienen ya su consuelo! ¡Pobres de ustedes,
los que ahora están satisfechos, porque después tendrán hambre!” (Lucas 6: 24 – 25)
Lamentablemente, muchos sectores del cristianismo, hablan de una liberación
eminentemente espiritual, pero el mensaje de Dios implica una liberación socio –
económica: “Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos
vacías” (Lucas 1: 53)
Dicha liberación socio económica, no anula la liberación teológica, que implica la
liberación del pecado, ya que por éste, se concretan todas las esclavitudes. Es decir, la
liberación del pecado produce una nueva humanidad plenamente libre.
La Biblia muestra la senda para salir de la opresión a la liberación, pasar de las
estructuras sociales injustas que provocan opresores y oprimidos, a otras donde reine la
igualdad y la justicia, donde se ejerzan en total profundidad los derechos humanos
individuales y colectivos.
La aplicación de esta clave, requiere que la Biblia se compare con nuestras realidades
sociales. Con nuestros contextos económicos, políticos y religiosos, y si bien es cierto
este no es el espacio para profundizar en el tema, si debe señalarse que dicha
comparación con las circunstancias de América Latina, nos dará como resultado un
mensaje bíblico altamente encarnado con la clave de justicia y con la clave de
liberación.
De esto se deduce una importante conclusión: la Biblia no es un libro muerto y
desfasado en el tiempo. Es un libro vivo y dinámico. La Biblia es capaz de ser
instrumento de acción en nuestra historia.
Se concluye que la Palabra de Dios es eficaz: “Pues viva es la palabra de Dios y eficaz y
más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta la división entre alma y
espíritu, articulaciones y médulas; y discierne sentimientos y pensamientos del corazón”
(Hebreos 4: 12)
La Biblia no es sólo un texto de “teoría religiosa”, es un texto para vivirse y practicarse,
para encarnarse en todos los marcos de la vida humana. La Palabra de Dios, establece la
norma por la que deben regirse las relaciones humanas con Dios y entre los mismos
seres humanos: relaciones de amor y solidaridad.
A partir de aquí, es claro que la persona que se relaciona con la Biblia y acepta su
mensaje, se convierte en un luchador por la justicia, la liberación de los seres humanos y
de los pueblos oprimidos.
Así pues, la muerte y resurrección de Jesucristo, conlleva a la liberación completa del
hombre en todos sus ámbitos: cultural, económico, político, religioso y social. el Reino
de Dios es el gobierno del amor fraterno, la igualdad, la justicia social y la libertad.
Repetimos, leer la Biblia solo en clave espiritual es una grave equivocación. Esta
amputación, ha conducido a desfigurar a Dios, a su hijo Jesucristo y a su mensaje
revolucionario.
Lectura en clave de amor: La Biblia es un himno al amor. Un ejemplo de esto, es el
libro del Cantar de los Cantares. Juan nos muestra a Dios: “Quien no ama no ha
conocido a Dios, ya que Dios es amor” (1 Juan 4: 8) “Nosotros hemos conocido y
hemos creído en el amor que Dios nos tuvo. Dios es amor: quien conserva el amor
permanece con Dios y Dios con él” (1 Juan 4:16)
Las intervenciones de Dios en la historia están basadas en el amor. Un ejemplo de ello,
es la elección del pueblo de Israel: “Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió no
fue por ser ustedes más numerosos que los demás, porque son el pueblo más pequeño,
sino que por puro amor a ustedes, por mantener el juramento que había hecho a sus
padres, los sacó el Señor de Egipto con mano fuerte y los rescató de la esclavitud, del
dominio del Faraón, rey de Egipto” (Deuteronomio 7: 7 – 8)
Un símbolo del amor de Dios con su pueblo, es el matrimonial; y cuando Israel caía en
idolatría, se manifestaba el símbolo de la prostitución: “ No me compadeceré más de sus
hijos, porque son hijos de prostitución” (Oseas 2:6)
La mejor época de este matrimonio entre Dios e Israel, es el tiempo de éste en el
desierto, bajo el liderazgo de Moisés. La infidelidad de la esposa y la reconciliación, se
encuentran descritas en Oseas capítulo 2, versos del 4 al 23, y en Jeremías capítulo 3,
versos del 1 al 13.
Pese a la infidelidad de su esposa, Dios está dispuesto a recibirla: “¿Qué hace mi amada
en mi casa, después de haber cometido tantas vilezas? ¿Acaso la carne consagrada
alejará de ti la calamidad? ¿Podrás así regocijarte? (Jeremías 11: 15) “De lejos el Señor
se ha aparecido. Con amor eterno te he amado, por eso te trato con lealtad” (Jeremías
31: 3)
La prueba más contundente del amor de Dios al mundo, es la entrega de su Hijo: “Dios
amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para
que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna” (Juan 3: 16) “Dios
demostró que nos ama al enviar al mundo a Jesús, su único Hijo, para que por medio de
él todos nosotros tengamos vida eterna” (1 Juan 4: 9)
Dios nos ama por medio de Jesús, y éste manifiesta el más profundo amor al morir por
nosotros: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”
(Juan 15: 13)
Frente al amor de Dios, el ser humano está llamado a responder con amor a él y a sus
hermanos. Este es el resumen de la ley universal: “No tengan deudas con nadie, aparte
de la deuda de amor que tienen unos con otros; pues el que ama a su prójimo ya ha
cumplido todo lo que la ley ordena” (Romanos 13: 8)
El amor a Dios debe ser radical, no parcial: “Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6: 5) y con ese
mismo ímpetu, debe amarse al prójimo: “Pero hay otro muy parecido: amarás a tu
prójimo como a ti mismo” (Mateo 22: 39)
Ante esto, se plantea un tema central: Mucha gente dice amar a Dios y no ama a su
prójimo, pero hay mucha gente que dice no amar a Dios y sí ama a su prójimo. Estos
últimos, aunque no lo parezca, se encuentran en camino al Reino de Dios: “Pues el amor
a nuestros hermanos es para nosotros el signo de que hemos pasado de la muerte a la
vida” ( 1Juan 3: 14) “Si uno dice “Yo amo a Dios”, y odia a su hermano, es un
mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.”
(1 Juan 4: 20)
Desde la perspectiva cristiana, debe amarse a los enemigos: “Pues yo os digo: amad a
vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre del
cielo, que hace salir el sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. Si
amáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? También lo hacen los
paganos. Sed perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto” (Mateo 5: 44 – 48)
De esto se deriva lo que se conoce en esta senda espiritual, como el nuevo
mandamiento: “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen unos a otros como yo los
he amado: ámense así unos a otros” (Juan 13: 34) El signo que distingue al cristiano es
el amor: “Por el amor que se tengan los unos a los otros reconocerán todos que son
discípulos míos” (Juan 13: 35) Se recuerda también en esta línea a San Pablo, quien
expresaba que el amor es el máximo valor espiritual, dando el mayor valor a todos los
bienes (1 Corintios 13: 1 – 13)
Así las cosas, el cristiano es un ser humano que cree en el amor y se entrega a él. Siendo
que, estando en el amor, está en Dios: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos
tiene, y hemos creído. Dios es amor; y el que está en el amor está en Dios, y Dios en él”
(1 Juan 4: 16)
Lectura en clave de Iglesia: La Iglesia se refleja en la Biblia. Ella es punto de
comparación para saber si la iglesia, refleja la imagen de Jesucristo. Existe una relación
estrecha entre Iglesia y Biblia: La Iglesia nace de la Biblia y la Iglesia es autora de la
Biblia.
Ahora bien, la Iglesia debe aproximarse al texto bíblico, teniendo en cuenta que al
seguir sus postulados, la resultante es una purificación de la comunidad de fe, esto por
cuanto la Biblia la alimenta y la vivifica.
Ámbitos del saber humano como la catequesis, la espiritualidad, la liturgia, la moral, la
pastoral y la teología misma, tienen base en la Biblia. De ahí que, la objetividad de éstas
y su efectividad, inician y se fundamentan en la Biblia.
La Iglesia es receptora de la Biblia y su intérprete bajo la luz del Espíritu Santo. Esto no
significa que la interpretación de la comunidad de fe está por encima de la Biblia,
lamentablemente, ciertos sectores, tanto, cristianos como seudo cristianos, han
introducido la idea de que la interpretación de la Biblia necesita de ciertos “libros”, por
lo general producidos por los fundadores de estas organizaciones, ya que de lo contrario
(Dicen ellos), sería imposible entender el texto Sagrado. Nada más alejado de la
realidad.
La interpretación de la Biblia en clave de Iglesia, significa que dicha interpretación está
al servicio de la Palabra de Dios, a la cual se encuentra relacionada. La Biblia se lee
desde la Iglesia y para construir la Iglesia. De ahí que es muy importante el papel que
juega la lectura y reflexión de la Escritura, tanto, en la Eucaristía Católica, como en los
Cultos Protestantes. Se lee la Biblia en comunión, para ejercer la solidaridad en
comunidad.
Ya hemos hablado del mandamiento nuevo y éste es dirigido a la Iglesia, de donde se
concluye que, la salvación o perdición es una cuestión de comunidad.
Lectura en actitud de oración: En este momento, es bueno rescatar dos formas de
abordar el texto bíblico: a la primera, la vamos a llamar, leer un texto. A la segunda,
estudiar un texto.
Leer un texto
Llamamos leer un texto, el hacerle dar un sentido para mí hoy. En este tipo de lectura,
impera la subjetividad. Por lo general se responde a las preguntas: ¿Qué me dice el
texto a mí como persona?, ¿Qué impresión me deja el texto?
Este tipo de lectura encierra un peligro: basado en la subjetividad, se le puede hacer
decir a un texto cualquier cosa.
De ahí, que por ejemplo resultan inconvenientes, y dicho con todo respeto, prácticas de
lectura y predicación en las que por ejemplo, se escoge un texto al azar y “bajo la
unción del Espíritu Santo”, se comienza a predicar sobre dicho texto sin ninguna
preparación.
Para evitar el peligro antes mencionado, se debe estudiar un texto.
Estudiar un texto.
Para estudiar un texto, se debe echar mano de diversos métodos de análisis, esto con el
fin de objetivar el texto. Es decir, saber que hay una distancia entre el texto y
nosotros.
De seguido, esbozaremos dos métodos de análisis de la Biblia: i) Análisis literario e
histórico y ii) Análisis estructural.
i) Análisis literario e histórico.
Se parte de una pregunta: ¿Qué quiere decirme el autor del texto? Los textos bíblicos
son antiguos y reflejan una cultura distinta a la nuestra, y por lo tanto, marcos literarios
específicos y diferentes a los nuestros.
El texto debe leerse varias veces para estudiar su estructura. Para ello, debe distinguirse
entre relatos y discursos, debemos fijarnos como inicia el texto, si se designa un
interlocutor (“Dios le dijo a fulano”) También debe ponerse cuidado a las frases para
llamar la atención (“Escuchen…”) o las de oráculo (“Así habló el Señor…”) entre otras.
También deben verse los procedimientos literarios: por ejemplo, la inclusión (Se
encuentra el mismo elemento al comienzo y al final del texto. Por ejemplo, al principio
y al final del salmo 8, se encuentra la frase: “Oh Señor soberano nuestro”) También se
dan las repeticiones en el texto, lo que nos da muestra de la cultura oral de donde surgen
éstos. El objetivo de la repetición era grabar el relato en la mente del oyente.
Otro elemento de este método, es la forma literaria: No debe olvidarse que cada texto
pertenece a un género literario:
- Los relatos: Las historias tienen como objetivo el dar conciencia al lector, de
pertenencia.
- La epopeya: se trata de infundir entusiasmo y celebrar a los héroes, adornando
los pequeños detalles.
- Las leyes: organizan al pueblo y permiten la vida en comunidad.
- La liturgia, celebraciones, ritos: expresan la vida en comunidad y manifiestan la
relación de ésta con Dios.
- Los poemas, los cánticos, los salmos: expresan los sentimientos de fe del pueblo.
- Los oráculos de los profetas, mensajes que provienen de Dios: el objetivo es
hacer regresar a la verdadera fe.
- La enseñanza de profetas o sacerdotes: pueden asumir varias formas como
relatos, historias etc.
- Los escritos de sabiduría: reflexiones sobre las grandes preguntas de la
humanidad.
- Evangelios: anuncian la buena noticia de Dios.
- Apocalipsis: son textos que nacen en tiempos de crisis y buscan infundir luz y
esperanza, para resistir el periodo de prueba.
En este método, también tiene peso la referencia histórica. Con regularidad se hace
referencia en los textos a hechos históricos, estos hechos a veces están implícitos en
el texto. La ubicación de la referencia histórica es difícil, esto, por la distancia entre
el estudioso y el texto, además, puede darse una distancia entre el hecho narrado y el
tiempo en el que fue escrito, súmese que puede suceder que el texto haya tenido
transformaciones en el tiempo.
Finalmente, también es importante la fecha de un texto, esto puede ser útil, aunque sea
una fecha aproximada. Claro, esta averiguación debe correr por cuenta de
especialistas. En el caso de lectores no especializados, es suficiente el leerlas
introducciones y las notas de nuestra Biblia de estudio.
He aquí un elemento importantísimo, muchos cristianos tienen una Biblia que
carece de ayudas de estudio y con ella, pretenden emprender un profundo
abordaje de la Escritura. Lo cierto es que un creyente que desee profundizar en
la Biblia, necesita una muy buena versión de Estudio. Sería bueno que se
consulte al Sacerdote de la parroquia o al Pastor de la Congregación, para que
se recomiende el texto más conveniente a los intereses del lector o lectora.
ii) Análisis estructural.
Cuando se escribe un texto, se respetan ciertas reglas (Por ejemplo, no es lo mismo
escribir un cuento o una carta, o una poesía) En este análisis no nos salimos del
texto. Aquí no interesa la intención del autor ni el sentimiento que el texto nos
genera, siendo esta la principal ventaja de este método. El estudio bíblico resulta
enriquecido.
Vamos a ver algunos detalles de este análisis en el siguiente aparte que vamos a
denominar: herramientas básicas para el estudio de la Biblia.
Herramientas básicas para el estudio de la Biblia.
1) primer contacto: se lee el texto y se señalan nuestras reacciones personales (lo que
nos gusta, nos disgusta, nos extraña) aquí, el texto nos ayuda a descubrirnos a
nosotros mismos. Es el plano subjetivo.
2) el estudio del texto: Aquí comienzan a usarse los métodos Análisis literario e
histórico y Análisis estructural
2.1: el propio texto: se señala al texto, de ser necesario, con lápices de color. Se
observan las palabras o expresiones que se repiten, las que se corresponden y las que
se oponen (Siempre pensamos por diferencias).
- Deben observarse las personas u objetos, lo que hacen, lo que dicen, lo
que pasa.
- Deben verse los lugares, los desplazamientos: ¿Hay lugares ligados a un
personaje o idea?
- Poner atención a los tiempos de los verbos.
- Buscar lo que pasa en el texto: ¿Cómo se pasa del principio al final del
texto?, ¿Hay alguna transformación: de un objeto, de una persona, cómo
se produjo, fue por etapas, gracias a qué o a quién se dio?
- Hay que recordar que un relato comienza con una necesidad y termina
cuando esa necesidad se satisface. En el relato se señalan las etapas por
las que se pasó y, los obstáculos que se tuvieron que superar. Los
personajes u objetos pueden conjuntarse en seis categorías que se
relacionan:
Emisor + objeto + destinatario.
Auxiliar + sujeto + oponente.
- Se ubican los elementos que conforman el texto y que le dan sentido.
2.2 el texto en su contexto: ¿Cómo se une el texto que se estudia con el capítulo o el
libro al que pertenece? ¿Qué lugar ocupa el versículo en el capítulo y el capítulo en
el libro (¿Qué hay antes o después del versículo o el capítulo?)? ¿Qué novedad
aporta?
2.3 el texto situado en su época: ¿En qué época se escribió el texto?, ¿Cuál era la
situación del autor y el pueblo en aquella época?, de acuerdo a la época: ¿Hay
palabras o expresiones con un sentido particular?, ¿Cuál es el género literario del
texto?, ¿hay textos parecidos de esa época en la Biblia o fuera de ella?, ¿se recogen
otros temas de la Biblia?, ¿Añade algo?, ¿Cómo ilumina un texto del Nuevo
Testamento a un texto del Antiguo?
En el caso de los evangelios: deben verse los textos ubicados en los márgenes o a veces
están ubicados como notas al pie de página (Un ejemplo del primer caso es La
Nueva Biblia de Jerusalén: revisada y aumentada. Un ejemplo del segundo caso,
es La Biblia de Estudio Dios habla hoy.), estos textos deben compararse y
señalarse parecidos y diferencias y ver cómo esto nos ayuda a comprender el texto
principal.
¿Cuál comunidad produce el texto, a qué comunidad se dirige?, ¿A qué tema responde
el texto?
Como puede verse, en este paso se aplica con gran profundidad el método histórico; y
es la etapa en la que se deben leer las introducciones y notas de la Biblia de estudio.
No es ocioso repetir, que si no se tiene, debe irse pensando en acceder a una
buena Biblia de estudio. Inclusive, de ser posible, es positivo consultar un buen
comentario bíblico (Este último caso es opcional, puesto que un comentario bíblico,
por lo general es muy caro y con una buena Biblia de estudio, se puede suplir dicho
comentario)
En este paso no debe olvidarse la pregunta: ¿Por qué se quiso escribir ese relato o
porqué se quisieron recoger determinadas palabras?
3) verificación.
3.1) leer el texto: ¿Qué mensaje deja el texto en la fe?
Pues bien, luego de este largo paréntesis, volvemos a la lectura en actitud de oración.
Este paréntesis, lo hemos hecho para que nuestro paciente lector o lectora, sepa que
es importante conocer este instrumental, para llegar a escuchar verdaderamente la
Palabra de Dios: el mejor lector de la Biblia, es el mejor escucha de la Palabra.
La Biblia nos interpela y exige una respuesta. La primera contestación es escuchar la
Palabra y obedecer su mensaje. La lectura de la Biblia hecha oración, implica:
disponibilidad, humildad y respeto.
La escucha de la Palabra debe darse con amor. Sin el amor, el conocimiento no es
posible.
La Biblia debe leerse todos los días y puede, y debe orarse con ella. Así se concreta el
diálogo entre el ser humano y Dios. A Dios le hablamos en oración, y lo
escuchamos por medio de la Biblia.
Para que la Biblia nos hable a lo más profundo de nuestro ser, debemos encomendarnos
al Espíritu Santo. Él nos dará a conocer la plenitud de las verdades bíblicas.
Ya lo dijo San Agustín: “Leed la Biblia, porque en ella encontréis todo lo que debéis
practicar y todo lo que debéis evitar. Leedla, porque es más dulce que la miel y más
nutritiva que cualquier otro alimento”.
La lectura bíblica no debe quedarse en el plano intelectual, debe alcanzar el corazón. El
mensaje bíblico debe vivirse. La Biblia es el libro de la vida. Su lectura debe
convertirse en vida y en vida abundante.
Lo antes dicho es muy importante, el lector o lectora de la Biblia, puede llegar a
entender los textos, pero lo vital, es que el sentido de lo que dice la Escritura, se
aprende partiendo de la fe.
La plenitud del mensaje bíblico, se entiende solo si se tiene fe, la misma fe de quienes
escribieron la Sagrada Escritura. Solo de esta manera, podremos observar nuestra
vida con la misma mirada de los creyentes de aquellos tiempos.
Del mismo modo, así como Dios le habló a aquellas personas y comunidades, Dios nos
puede hablar a nosotros y así podremos dar continuidad al plan de Dios.
Conclusiones.
1. La Biblia es un “libro de libros”, cuyos textos tienen orígenes y desenvolvimientos
diferentes.
2. La Biblia es un texto eminentemente religioso, pese a la gran cantidad de información
que contiene.
3. Las diferencias en la cantidad de libros en el Antiguo Testamento de las denominadas
Biblias Católicas y Protestantes, es eminentemente histórica y no doctrinal, lo que
favorece el diálogo ecuménico en lo referente a la Biblia.
4. Se habla en términos de Antiguo y Nuevo Testamento, en relación a la alianza
sustentada en la ley (ley de Moisés) y la nueva alianza, basada en Jesucristo
respectivamente.
5. El Antiguo Testamento tiene base en la experiencia religiosa de Israel antes de la
llegada de Jesucristo, donde juega un papel fundamental el monoteísmo. Queda
claro que Dios escoge a Israel como pueblo con el objetivo de encarnar una
colectividad santa y servidora de Dios, éste sería su Señor.
6. La Biblia no solo presenta la historia de Israel, sino que presenta la historia de Israel a
la luz de la fe. esto quiere decir que la Biblia no muestra una historia objetiva, tal y
como la entendemos, sino, que muestra la historia de este pueblo, bajo los lentes de
la fe en Dios, por lo que se resalta la dimensión religiosa de este “Libro de libros”.
Esta conclusión se confirma cuando vemos la sección de este trabajo llamado: los
grandes momentos en la historia de Israel y las grandes etapas de lo descrito
en el Antiguo Testamento. En la primera, se describe la historia objetiva y el
desarrollo literario, en la segunda, esa historia se mira con los lentes de la fe en
Dios. Para el creyente, lo importante es mirar la historia a los ojos de la fe.
7. Muchos de los textos (Parte del Antiguo Testamento y los Evangelios en el Nuevo),
se basan en la reconstrucción de recuerdos, esto significa que en la escritura de los
libros, influye el marco cultural de los autores, sus sentimientos y su reflexión; en la que
se “encarna” la guía del Espíritu Santo. Esto refuta la idea de muchos creyentes que
miran los libros “como descendidos del cielo”, sin contacto con la humanidad y cultura
de sus autores y comunidades.
8. La etapa en la historia de Israel conocida como Diáspora, es importantísima para la
fe en su Dios y en la composición de la Biblia. Esto, entre otras razones, porque
permitió la expansión de la fe religiosa de Israel, permitió la traducción de las
Escrituras del Antiguo Testamento al griego y ambas cosas ayudaron a la expansión
y fortalecimiento posterior del cristianismo. A los predicadores cristianos, les era
más fácil demostrar el mesianismo de Jesús si sus auditorios conocían las Escrituras
de Israel y por otro lado, el que el Antiguo Testamento estuviera traducido al
griego, ayudó a los autores del Nuevo Testamento en la elaboración de su teología y
Escritos.
9. Lo que se ha definido como el periodo intertestamentario es muy importante para
el Cristianismo, esto por cuanto la esperanza mesiánica y las corrientes apocalípticas
nutren el espacio y tiempo en el que se desenvuelve la vida de Jesús y sus
seguidores. Basta observar el Evangelio de Mateo, para observar la influencia de la
primera corriente y los relatos que se conocen como los del “fin del mundo”, para
ver la segunda, y claro está el libro de Apocalipsis.
10. Los textos del Nuevo Testamento muestran la dinámica de crecimiento, luchas y
obstáculos de las comunidades de creyentes en Jesús. Para éstas, el señorío del
nazareno, se concreta en su muerte y resurrección y ambas relacionadas con su opción
de vida, como anunciador y signo del Reino de Dios.
11. La fuerza de la predicación de los cristianos tiene su ímpetu en la propia experiencia
de ellos con Jesús. Más que una conclusión, queda abierto el desafío de cómo
experimentamos las y los creyentes a Jesús hoy, ya que de ello dependerá nuestra fuerza
para evangelizar.
12. En lo que refiere al Nuevo Testamento, debe tenerse claro, que la conciencia de
Jesús como Ungido e Hijo de Dios se dio gracias a la resurrección, ya que mientras
estuvieron con él, sus discípulos, no llegaron a comprender ni su persona ni su mensaje
13. La composición de los Evangelios tiene que ver con tres actividades: la predicación,
la celebración y la enseñanza. En éstas, se van configurando las distintas imágenes de
Jesús que quedan plasmadas en los evangelios. La reconstrucción de los eventos de la
vida y obra de Jesús, varía, dependiendo de la comunidad que en ésta participa, de los
temas que reflexionan y hasta del tiempo transcurrido entre los hechos y enseñanzas de
Jesús y la redacción de los evangelios. Es por ello que no hay un solo evangelio sino
cuatro (Poseemos las palabras y los hechos de Jesús interpretados por verdaderos
testigos). Además, es por esta misma razón, que no se pueden reunir los contenidos de
los 4 libros en una sola redacción. Inclusive, puede decirse que, las comunidades de fe
cristianas van construyendo su propio evangelio conforme van profundizando su
relación con Jesucristo resucitado. Esto último es posible, porque los Evangelios nos
permiten conocer a Jesús con profundidad.
14. Por su formación y experiencia tanto de la Antigua alianza (Ley de Moisés) como de
la nueva (Jesucristo); Pablo juega un papel fundamental, no solo en la expansión del
Cristianismo, sino también en la reconstrucción de los recuerdos de las comunidades de
fe sobre Jesús.
15. En el proceso de nacimiento y consolidación de las comunidades de fe, así como
durante la redacción del Nuevo Testamento, se da un fenómeno importante: primero, era
Jesús quien anunciaba la buena noticia, posteriormente, los apóstoles son los que
proclaman a Jesús: el predicador se transforma en el predicado. Jesús que
proclamaba la buena noticia, se convierte en la buena noticia.
16. Igualmente, Jesús está vivo en su comunidad, sobre todo, en la celebración de la
“fracción del pan”. El hombre que actuó en la historia (El Jesús histórico), sigue vivo
en la palabra escrita y predicada (El Cristo de la fe). En esta persona viva tiene fe la
comunidad: la comunidad de fe cree en Jesucristo.
17. Súmese a la redacción de los evangelios, las cartas escritas por Juan, Judas, Pedro,
Santiago y otros discípulos a las múltiples comunidades cristianas. Los receptores de
estas cartas son grupos más amplios.
18. Desde la óptica de la fe cristiana, la Biblia es un instrumento para buscar a Jesús. La
Biblia es palabra de Dios que trasmite la vida, la Biblia es palabra de Dios en la
historia humana. Dios nos habla de sí mismo por medio de aquellos que lo
experimentaron, aquellos que fueron sus testigos.
19. Uno de los elementos sustanciales de la relación cristianismo – Biblia, tiene que ver
con que, el Antiguo Testamento nos señala a la llegada de Jesús y el Nuevo Testamento,
nos presenta la revelación plena de Dios, que alcanzará su punto máximo con el retorno
de Jesús a la tierra.
20. Quienes siguen su senda espiritual con la Escritura como espada, y la mirada puesta
en Jesús, caminan hacia la resurrección. Este es el objetivo del andar espiritual. Para
alcanzar el mensaje bíblico, debemos aproximarnos a la misma experiencia del pueblo
donde se escribieron los libros que la componen.
21. La composición total de la Biblia, conllevó varios siglos. En muchas ocasiones
muchos de los textos que hoy tenemos por escrito, primero tuvieron vida de forma oral.
Muchas veces en la redacción de un texto participaron muchas personas y comunidades.
22. De lo dicho hasta aquí, se deduce una diferencia sustancial entre la Biblia y otros
libros, su doble origen: el divino (la inspiración de Dios) y el humano (la autoría
humana) muchos autores escribieron la Biblia. Algunos se conocen, otros no, algunos
libros son de autoría individual y otros de autoría colectiva. Inclusive, algunos son hasta
compilaciones.
23. Tanto en una alianza como en otra Antiguo y Nuevo testamentos), los profetas
juegan un rol básico, entre otras cosas porque desde la primera alianza, nos anuncian la
llegada de la segunda alianza, que se cumple en Jesucristo y que es plenitud de la
presencia de Dios en la historia humana. Los profetas abrieron un camino: en el amor de
Dios a los hombres, Dios alista nuevos tiempos y el llamado a la humanidad es a
recibirlos. He aquí uno de los principales mensajes del Antiguo Testamento. Ellos
denuncian los problemas de Israel y señalan el alejamiento colectivo del proyecto de
Dios. La misión de los profetas es llamar a un cambio radical de vida (conversión) en
consonancia con el amor de Dios.
Para los profetas, la elección de Dios a Israel, es una responsabilidad y no un privilegio
y la historia de este pueblo no es garantía de nada.
Los profetas ejercen también denuncia política, señalan la ambición de los gobernantes,
quienes no se interesaban por el bienestar del pueblo. Los profetas se solidarizaron con
los oprimidos, denunciando a sus victimarios. Para estos mensajeros de Dios, la
fidelidad a éste, no se resume a las prácticas de culto y religión, sino también, y con
énfasis en el ámbito político – social.
Los profetas tenían claro que pronunciaban mensajes de Dios Los profetas son aquellos
por los cuales se anuncia algo, estos hablan en nombre de Dios. Los profetas han sido
enseñados en el plan de Dios.
Los profetas encuentran a Dios en su vocación y su vida. En la vocación se experimenta
a Dios y conforme a esta experiencia, tanto los hechos políticos como la cotidianidad,
permiten descubrir la palabra de Dios. Dios es quien se sirve del profeta para expresarse
o hablar.
24. Existen varias claves para leer la Biblia. Éstas no se excluyen entre sí. son básicas y
no cubren totalmente la profundidad bíblica.
o Para una lectura en clave cristiana, debe tenerse presente que el Antiguo y el
Nuevo Testamento se retroalimentan. Esta clave puede resumirse en la frase de
San Jerónimo: “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”, lo que es lo mismo
decir: “Conocer las Escrituras es conocer a Cristo”. La lectura de la Biblia debe
descubrirnos a Cristo, toda la Biblia refiere a Cristo. La Biblia no nos revela
algo, nos revela a alguien: Jesucristo.
o La lectura en clave sacramental visualiza la importancia de la Biblia en el marco
de los Cultos o Eucaristías cristianas.
o La lectura en clave de justicia, muestra que Dios es el Dios de la justicia. a
ejemplo de Jesucristo, los cristianos deben indagar el Reino y su justicia. La
vida del cristiano se debe dedicar a construir el Reino de Dios, que éste mismo
terminará de establecer definitivamente, eliminando toda injusticia. La
humanidad bajo ese Reino, estará renovada. Es indudable que una lectura
equilibrada de la Biblia debe hacerse desde el primer libro, hasta el último,
desde el Génesis hasta el Apocalipsis, teniendo conciencia de la justicia entre los
seres humanos.
o La lectura en clave de salvación, nos permite tomar conciencia del precioso
tesoro que la Biblia contiene sobre Dios, la salvación del ser humano y la
oración. La Biblia contiene la grandeza de nuestra salvación. En la Biblia, se
encuentra el pilar de la verdad de salvación y de toda regla moral de conducta.
La Biblia nos narra la historia de la salvación. Dios interviene en la historia para
ayudar a la humanidad a salir del sufrimiento y el dolor, de la persecución, la
esclavitud, la enfermedad y la muerte. En la Biblia se nos plantea el acto
grandioso de la salvación que se ejecuta por medio de Jesucristo. Bajo el acto de
la salvación de Jesucristo, se ordena y refiere todo lo que contiene la Biblia. Tal
ordenamiento y referencia puede darse de manera directa o indirecta.
o La lectura en clave de liberación, permite ver en la Biblia el camino de
liberación del hombre. El evangelio por sí mismo y por quien lo predica,
Jesucristo, es libertad y liberación. Esto porque se señala la justicia como la base
de las relaciones humanas, con la Biblia, se rompen las opresiones de los
oprimidos, se enfrenta a los opresores.
Lamentablemente, muchos sectores del cristianismo hablan de una liberación
eminentemente espiritual, pero el mensaje de Dios, implica una liberación socio
– económica.
Dicha liberación socio económica, no anula la liberación teológica que implica
la liberación del pecado, ya que por éste, se concretan todas las esclavitudes. Es
decir, la liberación del pecado produce una nueva humanidad plenamente libre.
La aplicación de esta clave requiere que la Biblia se compare con nuestras
realidades sociales, con nuestros contextos económicos, políticos y religiosos, y
si bien es cierto, este no es el espacio para profundizar en el tema, si debe
señalarse que dicha comparación con las circunstancias de América Latina, nos
darán como resultado un mensaje bíblico altamente encarnado con la clave de
justicia y con la clave de liberación.
De esto se deduce una importante conclusión: la Biblia no es un libro muerto y
desfasado en el tiempo. Es un libro vivo y dinámico. La Biblia es capaz de ser
instrumento de acción en nuestra historia.
Así pues, la muerte y resurrección de Jesucristo conlleva a la liberación
completa del hombre en todos sus ámbitos: cultural, económico, político,
religioso y social. el Reino de Dios es el gobierno del amor fraterno, la igualdad,
la justicia social y la libertad.
Leer la Biblia solo en clave espiritual es una grave equivocación. Esta
amputación ha conducido a desfigurar a Dios, a su hijo Jesucristo y a su mensaje
revolucionario.
o La lectura en clave de amor muestra que La Biblia es un himno al amor. Las
intervenciones de Dios en la historia están basadas en el amor. La prueba más
contundente del amor de Dios al mundo, es la entrega de su Hijo. Dios nos ama por
medio de Jesús y éste manifiesta el más profundo amor al morir por nosotros. Frente
al amor de Dios, el ser humano está llamado a responder con amor a él y a sus
hermanos. Mucha gente dice amar a Dios y no ama a su prójimo, pero hay mucha
gente que dice no amar a Dios y sí ama a su prójimo, estos últimos, aunque no lo
parezca, se encuentran en camino al Reino de Dios. Así las cosas, el cristiano es un
ser humano que cree en el amor y se entrega a él. Siendo que, estando en el amor,
está en Dios.
o La lectura en clave de Iglesia apunta como la Iglesia se refleja en la Biblia. Existe
una relación estrecha entre Iglesia y Biblia: La Iglesia nace de la Biblia y la Iglesia
es autora de la Biblia.
La Iglesia es receptora de la Biblia y su intérprete bajo la luz del Espíritu Santo.
Esto no significa que la interpretación de la comunidad de fe está por encima de la
Biblia, lamentablemente ciertos sectores tanto, cristianos como seudo cristianos, han
introducido la idea de que la interpretación de la Biblia necesita de ciertos “libros”,
por lo general producidos por los fundadores de estas organizaciones, ya que de lo
contrario (Dicen ellos), sería imposible entender el texto Sagrado. Nada más alejado
de la realidad.
La interpretación de la Biblia en clave de Iglesia, significa que dicha interpretación
está al servicio de la Palabra de Dios, a la cual se encuentra relacionada. La Biblia se
lee desde la Iglesia y para construir la Iglesia.
o Con la lectura en clave de oración se presentaron dos métodos de análisis de la
Biblia: i) Análisis literario e histórico y ii) Análisis estructural. Esto lo hemos
hecho para que nuestro paciente lector o lectora sepa que es importante conocer este
instrumental, para llegar a escuchar verdaderamente la Palabra de Dios: el mejor
lector de la Biblia, es el mejor escucha de la Palabra.
La Biblia nos interpela y exige una respuesta. La primera contestación es escuchar la
Palabra y obedecer su mensaje. La lectura de la Biblia, hecha oración implica:
disponibilidad, humildad y respeto. La escucha de la Palabra debe darse con amor.
Sin el amor el conocimiento no es posible.
La Biblia debe leerse todos los días y puede, y debe orarse con ella. Así se concreta
el diálogo entre el ser humano y Dios. A Dios le hablamos en oración, y lo
escuchamos por medio de la Biblia.
La lectura bíblica no debe quedarse en el plano intelectual, debe alcanzar el corazón.
El mensaje bíblico debe vivirse. La Biblia es el libro de la vida. Su lectura debe
convertirse en vida y en vida abundante. así como Dios le habló a aquellas personas
y comunidades, Dios nos puede hablar a nosotros y así podremos dar continuidad al
plan de Dios.
Bibliografía.
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Schokel Luis Alonso: Biblia del peregrino. Ega – Mensajero. 1995.
Schokel Luis Alonso: La Biblia de nuestro pueblo: Biblia del peregrino América Latina.
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