JOSÉ ANTONIO ÍÑIGUEZ NUEVA TIERRA

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JOSÉ ANTONIO ÍÑIGUEZ

NUEVA TIERRA

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JOSÉ ANTONIO ÍÑIGUEZ

NUEVA TIERRA

[HAIKÚS]

EDICIONES O NAVEGACIONES

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Nueva tierra

D.R. © 2018 – José Antonio Íñiguez

D.R. © 2018 – Ediciones O

Mérida, Yucatán, México

Teléfono: 9991434301

Correo electrónico: ediciones_o@outlook.es

Este libro puede ser reproducido parcial o totalmente, siempre que se

respete el crédito del titular del copyright.

EDITADO Y HECHO EN MÉXICO

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SENDA HACIA LA NUEVA TIERRA

Jack Kerouac, cultor del haiku en Occidente y miembro de la

Generación Beat, decía en Los vagabundos del Dharma que “un

auténtico haiku tiene que ser tan simple como el pan y, sin

embargo, hacerte ver las cosas reales” (1996: 48). Todo aquel

que ha cultivado este género poético sabe que detrás de esa

aparente sencillez de 17 sílabas dispuestas en tres versos (5-7-5),

se esconden honduras contemplativas que rozan lo filosófico. Y

es que el haiku y la filosofía abrevan de una misma fuente: el

asombro ante el mundo, en particular, el natural.

Ese asombro me ha asaltado al leer Nueva tierra, de

José Antonio Íñiguez, pues éste florece detrás de muchos de los

haikus que el autor nos regala en esta breve pero intensa y

afortunada obra poética. Mi asombro ha sido diverso, no sólo

por el virtuosismo técnico que Íñiguez despliega en la factura

métrica de los poemas, sino también por la limpieza, variedad y

originalidad de las imágenes, así como por la riqueza estilística y

léxica que ostenta. Pero quizá lo que más ha asombrado es el

profundo conocimiento que muestra de la tradición poética del

haiku, no sólo por respetar la forma métrica sino por el diálogo

que logra entablar con el desarrollo histórico del haiku y por

estructurar el poemario a partir de kigos, es decir, palabras que

hacen referencia a una estación del año y que son una

característica propia del haiku nipón. Y en esto de los kigos

encuentro o interpreto una importante sutileza, pues las dos

primeras secciones están cifradas en kigos estacionales, pero la

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última carece en apariencia de esta característica. No obstante, si

aguzamos la mirada podremos penetrar en una especie de kigo

epocal. Así, propongo que José Antonio Íñiguez realiza un salto

mortal de la sutileza, pues si el kigo tradicional marcaba el

tiempo en su dimensión cíclica (las estaciones del año), el kigo

epocal pone el dedo sobre la cualidad sincrónica del tiempo, al

enfatizar lo que hace especial a un momento histórico, a una

época.

Así, la primera sección titulada “Tiempo de lluvia”

está compuesta por 15 haikus donde prevalece la presencia del

elemento acuático con vocablos como: beber, copos de nieve,

estanque, lluvia, empañado, rana, puerto, arroyo, nube… En

este primer apartado hay un predominio del mundo natural y de

lo contemplativo, que muchas veces desemboca en un

cuestionamiento de la realidad, de lo aparente, ahí su dimensión

filosófica, como en el siguiente haiku:

Sobre el estanque

nada una hoja reseca,

¿o surca el cielo?

“Solares” es el título del segundo apartado y cuenta

también con 15 haikus. En éste predominan los elementos

vinculados al fuego, que se aprecia en vocablos como: aceite,

flores o sol; y al aire, como en cielo, árbol, aves, colibrí, canto,

tiempo… En estos haikus comienzan a aparecer tímidamente

elementos urbanos o modernos, como los obreros que aparecen

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casi al último. José Antonio Íñiguez nos ofrece así diversas

impresiones sensibles que florecen en forma de iluminaciones o

revelaciones, como en el siguiente haiku, testimonio del

asombro ante el mundo y, al mismo tiempo, alegre lamento del

sujeto poético:

Flores silvestres,

¡si las viera crecer

qué sabio fuera!

“Nueva tierra”, última sección del libro, propone una

innovadora aproximación a este género poético, que a veces se

ha dado en llamar haiku urbano y haiku existencial. El hilo

conductor de este apartado está ligado al mundo moderno de la

ciudad, como en el primer poema, donde aparece la armonía del

televisor; pero sobre todo a la acción transformadora del ser

humano sobre el mundo, en particular el natural, como se deja

sentir en el siguiente haiku:

Por pura estética,

un hombre corta un árbol

en la avenida.

Vistos en conjunto, “Tiempo de lluvias” y “Solares” se

encuentran más cercanos al haiku clásico o tradicional, donde

predomina la naturaleza y el instante contemplativo. En cambio,

en la última sección, Íñiguez, ganándose a pulso el título de

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haijin, nos invita a explorar nuevos senderos del haiku en el

mundo contemporáneo, moderno y occidental.

En cierta forma, celebro este libro como una especie de

homenaje a la historia del haiku y, como buen poeta, Íñiguez

pareciera insinuar que toda innovación poética está

indisolublemente ligada a la tradición, pues ésta siempre —aun

siendo negada, aun siendo polvo— permanece viva en el

corazón de la novedad.

DAVID ANUAR

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NUEVA TIERRA

[HAIKÚS]

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a José Cano, mi bisabuelo

a Víctor Íñiguez, mi abuelo

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Cada año nuevo cielo y tierra en armonía

el primer día

SHIKI

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TIEMPO DE LLUVIA

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Es año nuevo:

en casa todos brindan

y el perro duerme.

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Copos de nieve

en las ramas de un pino.

Eso es glamour.

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Sobre el estanque

nada una hoja reseca,

¿o surca el cielo?

24

Nunca es tan cierto

el rayo a la distancia

si no lo escucho.

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Bajo la lluvia

dos paraguas abiertos,

como dos lirios.

26

Vidrio empañado:

quien mire hacia la lluvia

dirá: “¿real?”

27

Quieta la rana

al borde del estanque.

¿Espera a Basho?

28

Frío en la costa:

cada garza en el muelle

es un por qué.

29

Viento y llovizna:

a húmeda tierra sabe

mi vieja infancia.

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Ladran mis perros:

entre la lluvia un trueno

que nadie escucha.

31

Veo mi rostro:

mis ojos, en el charco,

viejas estrellas.

32

Crece el arroyo.

Tras su paso lleva hojas

¿adónde? ¿Adónde?

33

Detente, lluvia,

el árbol del jardín

me dice: “¡Basta!”

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Por un instante

el sol abre una nube.

Dura batalla.

35

Ya volverás

a llover, triste nube.

Siempre volvemos.

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SOLARES

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—Silencio en casa.

(El viento en las cortinas

me contradice.)

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Flores silvestres,

¡si las viera crecer

qué sabio fuera!

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No sabe el árbol si cantar o dar frutos. Tarde de marzo.

42

¡Una jacaranda!

Vista desde abajo, siempre

la primavera.

43

¿Sólo por néctar?

El colibrí por ego

mira la flor.

44

Rumor de hojas:

sobre mi hamaca sueño

que surco el mar.

45

Cielo sereno:

solo las aves vuelan

irreverentes.

46

Atardecer.

¿Cómo da hora el reloj

sin desquiciarse?

47

¿Qué busca el sol entre las ramas secas? Perdón, tal vez.

48

Si no al sol,

¿a quién le canta el gallo?

Cuéntame, obrero.

49

Cerezo en flor:

en el parque, la gente

pasa sin ver.

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Bajo tu fronda

también caen las hojas,

árbol de Bodhi.

51

Río furioso:

en sus corrientes lleva

mis ojos quietos.

52

Diviso apenas

un camino en la niebla.

Eso es el día.

53

Ni hojas ni lluvia,

la brisa solo trae

polvo de ayer.

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NUEVA TIERRA

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Prendo el televisor:

sobre la pantalla una mosca

en armonía.

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¿Invierno? ¿Otoño?

Para un pescador sabio

no hay estaciones.

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Deshuesadero: en una llanta grazna un pájaro ¿de otro mundo?

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Un satori: un perro cruza la avenida en hora pico.

61

Pensé que cenaba solo: unas hormigas rodean una miga de pan.

62

Viaje en camión:

en la ventana el cielo

siempre es el mismo.

63

Ropa tendida: entre bragas y vestidos sorprendo al sol.

64

Por pura estética,

un hombre corta un árbol

en la avenida.

65

¿Piedad humana?

En la mano de un novio

rosa cortada.

66

Hotel baldío:

la enredadera cobra

dulce venganza.

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Semáforo en rojo. De pie en la esquina contemplo el vuelo de un ave.

68

¿Sabiduría? El viento hojea de pronto un libro abierto.

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1 de mayo. ¡Con cuánta holgura duerme el pordiosero en la banca!

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¡Dichoso el viento! A mitad de la colina traspasa una cerca eléctrica.

71

Mordacidad: en el monumento a la patria mierda de pájaro.

72

Frente a la cámara posa una novia con un ramo de flores. Exuberancia.

73

Nueva tierra. Sobre la tumba de mi abuelo flores y yerbajos reverdecen.

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(Partido)

¡Qué sola parece la cancha! En el borde del canasto gira el balón.

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Sobre la acera, el arbusto crecido algo reclama.

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Gotas de lluvia en una hoja caída. Sobrevivencia.

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SOBRE EL AUTOR

JOSÉ ANTONIO ÍÑIGUEZ

(Cancún, Quintana Roo, 1991). Ha publicado

en revistas como Tropo a la uña, Rio Grande

Review, Puf!, Bistró y El humo. En 2014, fue

becario en el género de poesía en el

Encuentro de Literatura Los Signos en

Rotación del Festival Interfaz-ISSSTE. Ha

sido incluido en las antologías Los caminos de

la lluvia: muestra poética de Cancún (Ediciones

Del Lirio, 2013), Por la señal del alba

(Poemínima Editorial, 2015) y Parkour

Pop.ético. Mapa poético (SEP, 2017).

Actualmente es coeditor del fanzine de

poesía Cracken (de próxima publicación) y

coordina el laboratorio de poesía del Centro

de Creatividad Literaria de Cancún.

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NUEVA TIERRA

de José Antonio Íñiguez

se terminó de editar en diciembre de 2017

en la ciudad de Mérida, Yucatán.

Cuidaron la edición:

Daniel Medina, Daniel Sibaja

y el autor.

ediciones_o@outlook.es

facebook.com/edicionesomx

edicionesomx.blogspot.com

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