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8/2/2019 La Huelga de Los Conventillos Publicada
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Vol. 9, No. 1, Fall 2011, 1-37
www.ncsu.edu/project/acontracorriente
La H ue lga de los Conven t i l los, Buen os Ai res , Nueva Po m peya , 1936 .
U n a p o r t e a l o s e s t u d i o s s o b re g n e r o y c la s e
Ve r n i ca N o ra n d o y Lu d m i ll a S ch e i n k m a n
Universidad de Buenos Aires/UBACYT
In trodu ccin
Los estudios sobre gnero y clase en los abordajes sobre movimiento
obrero han estado escindidos, porque se ha interpretado que las categoras de
clase social y de gnero no eran compatibles. En los estudios se haca hincapi en
las causalidades unilaterales1. En los 80, hacindose eco de las discusiones del
socialismo feminista con el feminismo radical2, aparecen en Argentina los trabajos
1 Hay estudios que han abordado la problemtica haciendo hincapi en ladeterminacin de clase o en la de gnero, de forma excluyente. Se puede ver desde elpunto de vista de gnero en Catherine A. MacKinnon, Ha cia un a teora fem inista delestado (Universidad de Valencia, Instituto de la mujer, Ed. Ctedra, 1989), 37. Desde elpunto de vista de clase, un ejemplo es el marxismo estructuralista de John Womack Jr.,On Labor History, Material Relations, Labor Movements and Strategic Positions: A Reply
to French and James (As nice and Civil as I Can make It), Labor :Studies as Working-Class History of the Am ericas, 5.2 Heidi Hartmann, El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo,
Cuadernos del Sur, (5). Iris Young, Marxismo y feminismo: ms all del matrimonioinfeliz (una crtica al sistema dual),El cielo p or asalto. (4). Manuela Tavares, DeidrMatthee, Mara Jos Magalhaes, y Salom Coelho, Feminismo(s) y Marxismo: una bodamal lograda?:
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de Mabel Bellucci y Cristina Camusso que integraban las relaciones de clase y de
gnero. En los 90, los estudios de gnero se diversificaron en nuevos temas y
problemticas. Aunque no se ahond en su vinculacin con la nocin de clase, los
avances sobre las mujeres en el mundo de los trabajadores han abordado
tangencialmente aspectos para pensar la relacin entre gnero y clase, an cuando
hayan evitado problematizar en esos trminos las reflexiones. En este sentido
debemos mencionar los aportes de Mirta Lobato y otros3, que incorporaron a la
mujer en la cultura del trabajo. Recientemente se ha instado a analizar
solidariamente la perspectiva de gnero y de clase, a travs de la generizacin del
concepto de clase. En este debate se inscribe el presente trabajo4.
Mediante un estudio de caso, la Huelga de los Conventillos de 1936 en
Gratry, fbrica textil especializada en hilandera de algodn, ubicada en el barrio
porteo de Nueva Pompeya5, este trabajo involucra la dimensin de gnero en los
estudios sobre movimiento obrero considerando que los trabajadores/as sonsujetos que nacen en el marco de clases sociales determinadas y actan en un
contexto generizado que prescribe ciertos roles, aunque la apropiacin biogrfica
permite distintas formas de reproduccin/resistencia de los mismos.
http://www.insurrectasypunto.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1696:feminismos-y-marxismo-iuna-boda-mal-lograda&catid=4:notas&Itemid=4.
3 Ver entre otros: Mirta Lobato, La vida en las fbr icas: trabajo, pr otest a ypo ltica en un a com un idad obrera , Ber iso (190 4-1951) (Bs. As.: Prometeo, 2001), DanielJames,Do a Mar a: his tor ia de vida , m em oria e identid ad poltica (Bs. As.: Manantial,
2004), Graciela Queirolo Las mujeres y los nios en el mercado de trabajo urbano (Bs.As., 1890-1940) en H. E. Recalde (coord.), Seoras, universitarias y mujeres (1910-2010)(Bs. As.: Grupo Editor Universitario, 2010), Dora Barrancos, An ar quism o, educa cin ycostum bres en la Argentin a de principios de siglo (Bs. As.: Contrapunto, 1990).
4 Dbora DAntonio y Omar Acha, La clase obrera invisible: imgenes yparticipacin sindical de las obreras a mediados de la dcada de 1930 en Argentina, en P.Halperin y Omar Acha (coords.) Cuerpos, gneros e identidades (Bs. As.: Signo, 2000).Silvina Pascucci, Costureras, monjas y anarquistas. Trabajo femenino, Iglesia y lucha d eclases en la industria del vestido (Buenos Aires 1890-1940) (Bs. As.: RyR, 2007); MirtaLobato Mujeres obreras, protesta y accin gremial: los casos de la industria frigorafica ytextil en Berisso en Barrancos Dora Historia y gnero (Bs. As.: CEAL, 1993); FlorenciaRodrguez, "Masculinidad Clasista? Aportes a un debate abierto en el campo de la historialatinoamericana contempornea", en Fazendo Genero 2010, Diasporas, Diversidades e
Deslocam entos, UFSC, Florianopolis, Agosto de 2010. Silvana Palermo, Trabajo
masculino, protesta femenina? La participacin de las mujeres en la gran huelgaferroviaria de 1917 en Mara Celia Bravo, Fernanda Gil Lozano, Valeria Pita (coords.)Historias de luch as , resisten cias y represen ta ciones. Mujeres en la Argentin a. S. XIX y
XX(Tucumn: Universidad Nacional de Tucumn, 2007).5 Gabriel Serulnicoff, et. al, La hu elga de los conven tillos de Pom peya. Lucha
obrera en la textil Gratry en 1936 (Bs. As.: Grupo de Investigacin Histrica de NuevaPompeya, 2009).
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La historia de las mujeres ha sido oscurecida por una mirada centrada en
prcticas de varones que fueron presentadas como la totalidad, el universal y la
norma del movimiento obrero6. Los estudios de mujeres buscaron revertir esto,
pero incorporaron a la mujer como un objeto de estudio en s mismo 7. Los
estudios de gnero, en cambio, implican entenderlo como una relacin social8,
sealando que los roles sexuales se construyen en un contexto social
determinado9. No se trata de visibilizar a la mujer en la historia universal
masculina sino hacer otro tipo de historia y visibilizar las relaciones de gnero en
el marco de la lucha de clases marcando la doble opresin de la mujer trabajadora.
Esta exclusin se puede observar en la historiografa sobre movimiento
obrero en la argentina, y sobre la rama textil en particular. Dbora DAntonio y
Omar Acha, en un estudio sobre los conflictos en la industria textil, afirman que
se oper en general una invisibilizacin de la participacin femenina en la fuerza
de trabajo, y an ms respecto de la intervencin de ellas en los conflictossindicales y polticos10. La escasez de estudios sobre el gremio textil11, donde la
mayora de la mano de obra era femenina, es ejemplo de esto, puesto que en la
historia tradicionalmente reconstruida por y para los hombres ha prevalecido un
sentido comn que ve al textil como un gremio poco combativo por la poca
predisposicin sindical de la mayora femenina y juvenil 12. La huelga en la casa
Gratry ha sido, por esto mismo, escasamente estudiada.13
6 Florencia Rodrguez, , "Masculinidad Clasista?...7 Adriana Valobra, Algunas consideraciones acerca de la historia de las mujeres y
gnero en Argentina,Nuevo Topo , (1).8 Valeria S. Pita, Estudios de gnero e historia. Situacin y perspectivas, Mora,
(4), (Bs. As., 1998).9 Joan Scott, El gnero: una categora til para el anlisis histrico, James
Amelang y Mary Nash, (coords).Historia y gnero: las m ujeres en la Europa Modern a ycontempornea (Valencia: Ediciones Alfons el Magnanim, 1990).
10 DAntonio y Acha, La clase obrera, 232.11 Como excepciones estn los trabajos de Mirta Lobato y DAntonio y Acha, ,
Mariela Ceva, Em presas, trabajo e inm igr acin en la Argentin a. Casos de la FbricaArgentin a Alpar ga ta s y Algodonera Flan dr ia (188 7-1955) (Bs. As.: Biblos, 2010) y DiegoCeruso, Com isiones intern as de f brica. Desde la huelga de la constru ccin de 1935 hasta
el golpe de estado d e 1943 (Bs. As.: PIMSA, 2010).12 Torcuato Di Tella, La Unin Obrera Textil, 1930-1945, Desa rr ollo Econ m ico,(129), (Bs. As., 1993), 110-136. Ver tambin, por ejemplo, Charles Bergquist, Lostrabajadores latinoamericanos. Estudios comparativos de Chile, Argentina, Colombia yVenezuela, (Colombia: Siglo XXI, 1988), 158-59.
13 Los nicos estudios son el Grupo de Investigacin Histrica de Nueva Pompeyay DAntonio y Acha.
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En el primer apartado se realiza una descripcin del desarrollo de la
industria textil, de la situacin del movimiento obrero en la dcada del 30 y de la
Unin Obrera Textil (UOT), para situar el conflicto en su contexto especfico. En el
segundo, se describe el conflicto a partir de las fuentes documentales. De este
modo, se enmarcan las relaciones de clase y de gnero dentro del conflicto, de las
cuales nos ocupamos en el ltimo apartado. All, se analiza en primer lugar el
trabajo femenino en la industria textil para luego abordar el rol de las mujeres en
la huelga de 1936 desde una perspectiva que involucra las relaciones intra e inter
gnero y clase.
El corpus documental incluye las estadsticas del Boletn Informativo del
Departamento Nacional del Trabajo (DNT), y peridicos obrerosEl Obrero Text il
(EOT), rgano gremial de la UOT, Sema nario de la CGT-Independencia (rgano
de la Confederacin General del Trabajo (CGT)-Independencia), La Vanguard ia
(LV), La Protesta (LP), La Obra (LO) y entrevistas a vecinas y familiares detrabajadoras de la fbrica Gratry.
Son las mujeres trabajadoras sujetos pasivos? Es pertinente cruzar las
categoras de clase y gnero en la historia del movimiento obrero? Qu
importancia tiene para estudiar las identidades de gnero y de clase de las
trabajadoras? Cmo se dan las relaciones intra e inter gnero yclase?
1. Industria text il y m ovim iento obrero en la dcada del 30
El perodo de entreguerras, y en particular la dcada del 30, fue escenario
de transformaciones, tanto a nivel poltico como econmico. Por un lado, se
inaugur una poca de intervenciones militares reiteradas, cuyos signos seran la
inestabilidad poltica y la hegemona constante del poder militar, lo que marc a
su vez un contexto sumamente represivo para el movimiento obrero. Por otro
lado, se produjo un proceso de industrializacin sustitutiva, posterior a la crisis y
la depresin, que habra de alterar la composicin de la clase trabajadora
argentina, y del movimiento obrero.
Si bien el porcentaje de mujeres trabajadoras ocupadas en las distintas
ramas de la industria creci levemente (del 14,5% en 1914 al 17,9% en 1935 14), su
peso especfico fue mayor en varias de las industrias en expansin. Segn el Censo
14 Lobato,Historia, 45-47.
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Industrial de 1935: en la produccin qumica el 31% de los trabajadores totales, en
el caucho y manufacturas el 35,5%, en la alimentacin el 17,8%. El mundo del
trabajo femenino se ampli de tal modo que abarc una extensa variedad de
actividades, dndose, como afirma la historiadora Graciela Queirolo, un
incremento de la participacin femenina en los sectores secundario y terciario de
la economa urbana15.
Una de las industrias ms pujantes de la etapa fue la industria textil. Esta
sigui caracterizndose por la coexistencia de formas concentradas de capital con
talleres micro-empresariales16. La expansin se debi en parte a la aplicacin de
polticas pblicas ms favorables17 y una proteccin aduanera que permiti no slo
la expansin y creacin de empresas nacionales, sino tambin el establecimiento
de fbricas por parte del capital extranjero. Esta situacin se combin con el
contexto de la crisis econmica mundial y las perturbaciones en el comercio
internacional, que intensificaron el proceso de sustitucin de importaciones18
.Esta expansin fue acompaada por el aumento de personas ocupadas19.
El desarrollo de la industria fue desigual. El sector concentrado consista
en 202 establecimientos, que ocupaban a un total de 62.000 obreros. Entre ellas,
se destacaban algunas grandes fbricas, como Alp ar ga tas y Campomar, que
empleaban entre 2.000 y 7.000 asalariados. Asimismo, exista un gran nmero de
empresas pequeas, que contaban con trabajadores a domicilio20. Entre las
fbricas de tamao medio estaba la Gratry con ms de 800 trabajadores. En el
sector textil las mujeres representaban el 70% de los trabajadores. 21
Las transformaciones de la dcada del 30 tuvieron un impacto profundo
sobre la clase trabajadora y la organizacin sindical. A partir de 1935, los
sindicatos con importante influencia comunista experimentaron un rpido
crecimiento. Tal es el caso de los textiles.
15 Queirolo, Las mujeres y16 Adolfo Dorfman Historia de la indu stria Argentin a (Santiago de Chile:
Hispamrica, 1970), 349.17
Lobato,Historia, 51.18Dorfman, Historia de, de 347 a 350; Colman, Oscar, La industria textil y lareconversin extensiva del sector industrial argentino, Ciclos, (2), 1992.
19 Di Tella, Torcuato S. La Unin Obrera Textil, 3.20 Di Tella, Torcuato S. La Unin Obrera Textil.21 As lo afirman EOT, Ao IV, N11, Bs. As. (1 de mayo de 1936): 11, y Mirta
Lobato, Mujeres obreras, 66.
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La Unin Obrera Textil (UOT), va a verse influida por estos cambios. El sindicato
se haba iniciado en 1921, con el nombre de Federacin Obrera Textil (FOT). En
1929 se separan los comunistas, influidos por la poltica de clase contra clase
conformando la Federacin Obrera de la Industria Textil (FOIT). En 1934, la FOT
adopt el nuevo nombre de UOT. En 1936, coincidiendo con la poltica de la
Internacional, los comunistas disolvieron la FOIT y se incorporaron a la UOT,
fueron ganando posiciones, hasta conducirlo en 193922.
A fines de 1936 la patronal y el Estado reconocieron el sindicato. Luego de
un perodo de agitacin y huelgas parciales, donde el peso de la huelga de Gratry
no es menor, se lleg a firmar un Convenio de la Industria Lanera, entre la UOT y
la Confederacin Argentina de Industrias Textiles. El DNT, tuvo una intervencin
decisiva23.
As las cosas, el estallido del conflicto en la Casa Gratry debe ubicarse en el
contexto del ascenso huelgustico de mediados de dcada del treinta en lossectores de la industria manufacturera, los transportes, el sector agrario y la
construccin. Sin duda los hechos ms significativos sern las grandes huelgas de
la construccin que derivarn en la huelga general de 1936. Tanto el desarrollo de
la Federacin Obrera Nacional de la Construccin como la huelga de la
construccin han recibido un amplio tratamiento por la historiografa,
destacndose los trabajos de Hernn Camarero y Nicols Iigo Carrera24. Sin
embargo, otros conflictos de la poca han pasado inadvertidos, como es el caso de
la huelga de Gratry , y de la rama textil en general. Segn las estadsticas del DNT,
en 1936 se produjeron 109 huelgas de las cuales 37 fueron en la construccin y 25
en textiles y confeccin. Del conjunto de las huelgas del ao 1936, el 33,9%
corresponden a la construccin mientras que textiles y confeccin se ubican en el
22 Ceruso, Diego, El comunismo y la organizacin sindical de base. Las comisionesinternas en la construccin, los textiles y los metalrgicos, 1936 y 1943, Actas de las XII
Jorn ad as In ter escuelas/ Depar ta m entos de Historia . Universidad Nacional del ComahueBariloche, 2009.
23 EOT, Ao V, N14, Bs. As. (enero de 1937): 1.24 Hernn Camarero, Un sindicato comunista antes del advenimiento del
peronismo: el caso de la Federacin Obrera Nacional de la Construccin (FONC), Actas
de las XII J ornadas In terescuelas/ Departam entos de Historia. Universidad Nacional delComahue Bariloche, 2009, yA la conqu ista d e la clase obrera . Los com un istas y el m un dodel trabajo en la Argentina, 1920-1935 (Bs. As.: Siglo XXI, 2007). Celia Durruty, LaFederacin Obrera de la Construccin, Torcuato S. Di Tella, (coord.), Sindicatos eran losde antes, (Bs. As.: Biblos-Fundacin Simn Rodrguez, 1993). Nicols Iigo Carrera, Laestrategia de la clase obrera. Enero de 1936, Dossier: CICSO: Marxismo, Historia yCiencias Sociales en la Argentina,Ra zn y Revolucin (6), 2000, reedicin electrnica.
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segundo lugar con el 22,9%, lo que indica la alta conflictividad del sector 25. Esta
falta de atencin se repite en las historias militantes, para las que la huelga parece
haber pasado inadvertida. Sin embargo, esto contrasta con la repercusin y el
tratamiento de la huelga en los peridicos de la poca, tanto en la prensa
comercial26 como en las extensas notas de la prensa obrera.
2. La Huelga de los Conven tillos
Gratry era una fbrica textil especializada en hilandera de algodn,
ubicada en el barrio de Nueva Pompeya27. Se haba instalado hacia finales del Siglo
XIX y se encontraba en manos de capitales extranjeros. Se trataba de una
multinacional cuya sede central estaba Blgica. La empresa era propiedad del trust
y grupo econmico SOFINA, Socit Financire des Transports et dEnterprises
Indu strielles , con central en Bruselas28.
En trminos de mano de obra ocupada podemos sostener que era unafbrica de tamao medio ya que contaba con ms de 800 trabajadores de los
cuales la mayora eran mujeres29. Asimismo, en el predio de la fbrica vivan unas
200 familias que se empleaban all, en viviendas humildes denominadas
conventillos construidos por la empresa.30 Luisa Fernndez, vecina del barrio de
Pompeya describe su paso por las viviendas de Gratry : los Conventillos eran de
material, tenan una cocina y un bao compartido y una escalera que llevaba a los
dormitorios, todo muy chiquitito, pero por lo menos no vivan como ahora en
cartn (). Como se puede notar, las condiciones de vivienda eran precarias por
el hacinamiento de las familias. El resto de los trabajadores resida en los barrios
aledaos, cuya actividad y comercio estaban fuertemente ligados a las fbricas
textiles de la zona. Por esto, la huelga de la casa Gratry de 1936 es recordada como
la Huelga de los Conventillos.
25 DNT,Boletn infor m at ivo, ao XYX, N. 206-07, poca VI, Bs. As., Victoria 618,(marzo y abril de 1937).
26 Vanse los meses de abril-septiembre de los diarios Crtica , La Razn , LaPrensa,La Na cin .
27
EOT, Ao V, N12, Bs. As. (octubre de 1936): 2.28 Serulnicoff, Zisman, et al.,La hu elga d e los con ventillos, 12-13. Torcuato S. DiTella, La Unin Obrera Textil, 6-7.
29 As lo afirma Torcuato S. Di Tella, La Unin Obrera Textil, 6.30 Peridico Semanal de la CGT-Independencia , Ao III, N 120, Bs. As. (31 de
julio de 1936): 3. Aqu se afirma que 200 familias obreras vivan dentro del predio de lafbrica.
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2.1 El estallido y las causas del conflicto
Segn relatan LV y EOT, el lunes 20 de abril de 1936, un grupo de obreras
canilleras31 se presentaron al director de la fbrica para denunciar los bajos
salarios que perciban. stos no llegaban a los $2 diarios, siendo en general de
$0,80, $0.90 y $1 por da para este tipo de actividad32. Esto puede corroborarse a
partir de las estadsticas del costo de vida que publica el DNT para abril de 1936.
Los gastos presupuestarios de una familia obrera compuesta de matrimonio y tres
hijos menores de catorce aos eran de $133,89, y el sueldo promedio del jefe de
hogar era de $120, es decir $4 diarios33. Efectivamente, el salario de las obreras
canilleras, segn indicaban los huelguistas, se ubicaba muy por debajo del costo de
vida que la reparticin estatal reconoca. El director de la fbrica, en lugar de
atenderlas, las despidi; alegando escases de trabajo34. Los trabajadores
respondieron proponiendo el reparto de turnos de trabajo, pero la empresa
ratific los despidos, medida ejemplificadora para deshacerse de sectoresconflictivos.
Ante este episodio, se present frente al director del establecimiento una
delegacin compuesta por varios miembros de la Comisin Interna de la fbrica
para solicitar la revocacin del despido de estas compaeras; la solicitud no fue
atendida. No es posible reconstruir la organizacin existente al interior de la
fbrica a partir de EOT, puesto que no menciona a la Casa Gratry en los aos
31 Denominacin de las obreras que trabajaban en las mquinas canilleras, enque los hilos de seda se enrollaban en pequeas bobinas: las canillas. Dichas canillas secolocaban luego en las lanzaderas y constituan la trama del tejido.
32 LV, Ao XLIII, N 10449, Bs. As. (20 de abril de 1936): 4. Los datos salarialescorresponden a EOT, Ao IV, N11, Bs. As. (1 de Mayo de 1936): 3. LV habla de $0,50,$0,70 y $1, ver LV, Ao XLIII, N10457, Bs. As. (29 de abril de 1936): 4. Las estadsticasdel DNT indican, para la Gratry , un sueldo promedio de $5 para los hombres, y $3,50 paralas mujeres. DNT, Boletin informativo, ao XYX, N. 206-07, poca VI, Bs. As. (marzo yabril de 1937). Sin embargo, los salarios deban ser inferiores puesto que el pliego dereivindicaciones presentado por la UOT al DNT indicaba que se peda un aumento delsalario mnimo de los hombres a $4,50 y de las mujeres a $3,50, lo cual no es aceptado porla empresa que ofrece en cambio, $4,25 para los hombres y $3,25 para las mujeres. EOT,
Ao V, N12, Bs. As., octubre de 1936, 2. El conjunto de los peridicos obreros sealan quelos salarios que perciban las obreras de Gratry eran los salarios ms bajos que seperciben en la industria. Ver por ejemplo: LV, Ao XLIII, N 10449, Bs. As. (20 de abril
de 1936): 4.33 El DNT aclara que no afirma que la composicin presupuestaria satisfaga lasnecesidades del tipo de familia considerada, sino que refleja la situacin real de lostrabajadores que se encuentran en las condiciones de remuneracin y composicinfamiliar indicadas. DNT, Boletn informativo, ao XVIII, N. 196-197, poca VI, Bs. As.(mayo y junio de 1936): 406-408.
34 LV, Ao XLIII, N 10449, Bs. As. (20 de abril de 1936): 4.
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anteriores al conflicto, aunque debemos tener en cuenta que la coleccin
disponible se halla incompleta para esos aos. An as puede deducirse de esta
pronta intervencin de la Comisin Interna la existencia de una organizacin
bastante importante. Esta decidi en seguida paralizar el trabajo y gestionar,
nuevamente, la reincorporacin de las despedidas. Caso contrario, llamara a la
huelga35.
No son claras las filiaciones polticas de las y los trabajadores activistas ya
que no hay relatos de militantes ni se han obtenido entrevistas de primera mano.
Lo que se puede afirmar es la presencia de un importante activismo femenino de
base. Se deduce, asimismo, por la comunicacin casi inmediata con LV (que
publica una nota al da siguiente) la presencia de militantes socialistas o de
vnculos con ellos. Se puede tambin deducir la participacin del grupo anarquista
vinculado al peridico La Obra36. Su influencia puede detectarse en la realizacin
de acciones directas, mtodo que no impulsaba la UOT.La vinculacin orgnica de los trabajadores de Gratry en su conjunto con la
UOT parece haberse iniciado a partir de la huelga, si bien parece haber contacto
previo. Es probable que la huelga haya comenzado impulsada por sectores de base,
sin consulta a la UOT, que interviene una vez producido el conflicto y declarada la
huelga cuando los obreros dieron cuenta de estos hechos al Comit Directivo (CD)
de la UOT que enseguida tom intervencin37. La CGT Independencia, dirigida
por los socialistas, seala la ayuda de la UOT a los huelguistas; bajo cuya bandera
se cobijan38. LV tambin tiene la necesidad de aclarar que los trabajadores de
Gratry estaban afiliados a la UOT39. Estas aclaraciones parecen indicar un vnculo
reciente con los trabajadores de Gratry.
El CD de la UOT convoc al personal de la fbrica a una Asamblea General
en la cual se resolvi presentar a la empresa un pliego de condiciones que
manifestaba el deseo de cambiar las condiciones de trabajo y, a su vez, la
reincorporacin de las despedidas. Asimismo, para dirigir el movimiento se
35 LV, Ao XLIII, N 10450, Bs. As. (21 de abril de 1936): 4.36 Se trata del peridico de un pequeo grupo anarquista. Podemos deducir su
participacin por las extensas notas que dedica a la huelga, en contraste con otros grupos,como el deLa Pr otest a.37 LV, Ao XLIII, N 10449, Bs. As. (20 de abril de 1936): 4. La asamblea fue
realizada el 21 de abril.38 Peridico Semanal de la CGT Independencia , Ao III, N 111, Bs. As. (29 de
mayo de 1936): 2.39 LV, Ao XLIII, N10450, Bs. As. (21 de abril de 1936): 4.
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nombr un amplio Comit de Huelga. El pliego de condiciones no fue bien
recibido por la empresa, que comenz a aplazar la cuestin hasta que termin
rechazando las demandas; Se les dijo que mandaran el pliego a Blgica donde
tienen la central () y que, por lo tanto, nada tenan que tratar con el personal 40.
Esta intransigencia, plasmada en el intento de postergar la resolucin del
conflicto, podra indicar la escasa capacidad de gestin local para la resolucin y
contencin del mismo.
Despus de las fracasadas gestiones directas, el CD de la UOT dio
intervencin al DNT. Esto produjo una nueva entrevista directa de la patronal con
los obreros. An as, la direccin respondi abiertamente que no quera tratar el
pliego de reivindicaciones. Mientras tanto, aumentaba da a da el nmero de los
despedidos, como informa la CGT41. A partir de las gestiones de la UOT ante la
agencia laboral, se logra presentar el pliego de reivindicaciones a la empresa, que
acepta ciertas condiciones referidas a los aumentos de salarios pero, rechaza lareincorporacin de los despedidos42. El pliego presentado por los huelguistas
inclua la reincorporacin de todos los despedidos, aumentos salariales, mejora en
las condiciones de trabajo en las distintas especialidades y oficios, aumento en los
salarios mnimos generales para hombre y mujeres (diferentes para uno y otro
sexo, siendo el salario de la mujer marcadamente menor), mejoras en los mtodos
de higiene de la fbrica y los servicios y el reconocimiento de la UOT 43. La empresa
accede a aumentar los salarios en una medida menor a la solicitado por los
huelguistas, y a mejorar ciertas condiciones laborales, pero rechaza el
reconocimiento del sindicato y la reincorporacin de todos los despedidos,
proponiendo una reincorporacin escalonada de hasta 400 trabajadores. Esto es
rechazado por los huelguistas, que sostienen la reincorporacin de todos como
nica condicin para levantar la huelga. Fracasadas las gestiones, el DNT se
desentiende del asunto y la huelga prosigue.
Segn EOT, LV y el Comit de Huelga de Gratry, las causas del conflicto
fueron las terribles e infernales condiciones de trabajo: se viva una vida de
40
Ibid.41Peridico Seman al de la CGT Indepen dencia, Ao III, N 117, Bs. As. (10 de juliode 1936): 2.
42 Trabajo aparte merece el anlisis de la intervencin del DNT en el conflicto. Alrespecto ver los intercambios entre la UOT y el DNT, transcriptos en EOT, Ao V, N12,Bs. As. (octubre de 1936): 2.
43 EOT, Ao V, N12, Bs. As. (octubre de 1936): 2.
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verdadera esclavitud. El Comit de Huelga se quejaba de las condiciones
higinicas de la fbrica, de la falta de ventilacin, se careca de guardarropas, se
prohiba a los trabajadores tener cajones para comida y descanso para comer: Los
servicios (sin puertas!), estaban distanciados de la fbrica y en condiciones
inaguantables por la falta de limpieza y desinfeccin. Tambin denunciaban las
condiciones edilicias y el mal estado de las instalaciones y la falta de limpieza, las
extensas jornadas de trabajo (10 a 12 horas para los mayores, y 8 a 10 para los
menores). El incumplimiento de las leyes y el empeoramiento de las condiciones
de trabajo se fueron agudizando hasta que; hicieron imposible la vida 44. Los
trabajadores se quejaban de la falta de derecho a la organizacin; no tenamos
derecho de hacer ninguna clase de reclamos, porque el director de la fbrica no
admita ni permita los pedidos de nadie; y si algn obrero lo haca era suspendido
o expulsado inmediatamente45. En este contexto, la actividad deba ser
clandestina y entraaba serios peligros; no obstante, los trabajadores habanlogrado un importante nivel de organizacin.
Los peridicos obreros hablan a grandes rasgos de 800 obreros
huelguistas. Segn las estadsticas del DNT, al iniciarse el conflicto, los huelguistas
eran 725, de los cuales 435, es decir el 60%, eran mujeres y 290, el 40% eran
varones. El DNT no registra la presencia de menores, pero los documentos de
carcter cualitativo dan cuenta de su participacin, si bien no desagregan la
informacin por sexos. En una comunicacin dirigida al DNT el 12 de mayo de
1936, por su parte, los representantes locales de Gratry informaban que al da de
iniciado el abandono del trabajo haban concurrido al trabajo 621 trabajadores,
de los cuales 306 eran mujeres, 264 eran hombres y 51 eran menores (tampoco se
hayan desagregados por sexo). La cantidad de trabajadores, siempre segn la
44In for m e y Balan ce d el Com it de Hu elga de la casa Gratry, Bs. As. (septiembrede 1936): 1. Debemos tener en cuenta tambin la situacin general de la industria textil.Las pginas de EOT abundan en reclamos por el incumplimiento de las leyes de trabajo: laLey referida a la duracin de la jornada laboral, y la que estableca la licencia anual paga, laindemnizacin por despido y el pago en caso de enfermedad. EOT, Ao V, N12, Bs. As.(octubre de 1936): 2. Asimismo, no exista un salario mnimo en el sector, primando el
salario a destajo o por cantidad de piezas. EOT, Ao V, N13, Bs. As. (noviembre de 1936):2. A esto debemos agregar los reclamos puntuales de las mujeres ya que sistemticamentese violaban las leyes que regulaban el trabajo de la mujer y el descanso pre y pos parto.Karina Ramacciotti, Trabajadoras en la mira estatal: propuestas de reforma de la Caja deMaternidad (1934-1935), en Traba jos y com unicaciones, Dossier Gnero y Peronismo,nmero especial Aniversario de la Universidad, 2 poca.
45 Ibd.
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patronal, haba sido, en el trimestre un trmino medio de 680 trabajadores, y
registraban 280 habitantes de las casas obreras46. Los distintos documentos
utilizados, sea de fuentes obreras o patronales, no distinguen claramente entre el
conjunto de los trabajadores y el porcentaje de adhesin a la huelga, usando
indistintamente trabajadores y huelguistas como sinnimos. Esto nos
indicara, en principio, un nivel de adhesin masivo. Hecha esta salvedad
metodolgica, indicamos a continuacin los ndices de participacin desagregados
por sexo. Las divergencias en las cifras plantean la cuestin de cmo construa el
DNT sus nmero, as como los recaudos que hay que tomar con la informacin
provista por la patronal, e indican que los datos deben ser utilizados de modo
indicativo, de referencia.
Par t i cipac in en l a hu e lgaDesagregado por sexo, edad y porcentajes
Huelguistas Mujeres % Varones % Menores %
DNT 725 435 60 290 40 - -Patronal de
Gratry621 306 49,3 264 42,5 51 8,2
Fuente: elaboracin propia en base a datos del DNT y EOT47.
Es importante destacar el respaldo recibido por las y los huelguistas de la
Casa Gratry a travs de donaciones del resto del gremio textil y otros sectores
obreros, as como tambin de los comerciantes de los barrios de Nueva Pompeya,
Parque Patricios y Villa Soldati, quienes realizaron un paro de solidaridad el 31 de
julio de 193648. En agosto, la UOT declar la huelga general en todo el ramo
textil49. Las huelguistas organizaron la ayuda a travs del Comit de Huelga, que
tom las medidas necesarias para defender los intereses generales y asegurar la
asistencia a las familias de los huelguistas ms necesitados. Esto pone de
manifiesto la existencia de una lgica solidaria y la conformacin de redes de
46 Transcripto en EOT, Ao V, N12, Bs. As. (octubre de 1936): 2.47 DNT,Boletn In for m at ivo, ao XIX, N. 206-07, poca VI, Bs. As. (marzo y abril
de 1937). En EOT, Ao V, N12, Bs. As. (octubre de 1936): 2.48 Ver LV, Ao XLIII, N 10524, Bs. As. (6 de julio de 1936): 4.49 LV, Ao XLIII, N 10.563, Bs. As. (14 de agosto de 1936): 4.
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ayuda entre diversos sectores en momentos de crisis50. El Comit de Huelga
desarrollaba una intensa campaa para dar a conocer las causas y las aspiraciones
de la huelga. Segn EOT, todo esto dio como resultado el gran apoyo popular al
movimiento, cuyo reflejo se observ en la cantidad de vveres, dinero y otras clases
de ayuda moral y material que les permiti resistir una huelga tan prolongada,
enfrentando una feroz represin policial y la negativa e intransigencia de la
fbrica51. La huelga dur casi 4 meses. Se registraron heridos y detenidos. Segn
EOT, la nula intervencin del Estado, la tenaz intransigencia de la empresa y la
represin fueron los causantes de la derrota del personal de Gratry. A principios
de septiembre, el Comit de Huelga, ante la imposibilidad de convocar una
asamblea, decidi darla por terminada52.
3. Clase y Gnero: Una com plementa riedad pertinente?
3.1 Feminidad y clase: el trabajo de la m ujer
La identidad de gnero de las trabajadoras contribuye a la constitucin de
la conciencia obrera. Muchas caractersticas de la mujer trabajadora la llevan a la
lucha poltica por sus reivindicaciones especficas, como la aplicacin de las leyes
protectoras de maternidad, la construccin de guarderas en los lugares de trabajo,
la defensa del hogar, etc. Ms all de que estas tambin pueden convertirse en
reivindicaciones masculinas, en los varones son ms bien complementarias. En los
reclamos de las mujeres se observa una primaca de su calidad de reproductoras
de la vida en la defensa de los derechos como productoras. As, las dimensiones
privadas y pblicas se entremezclan en la constitucin de la conciencia y el
accionar poltico.
Este universo convivi con contradictorias imgenes de las trabajadoras en
la sociedad contempornea. En la dcada del 30 se ampli la difusin del ideal de
la familia burguesa, y el rol que le tocaba a la mujer era el de reina del hogar53, es
50 Temma Kaplan, El caso de Barcelon a, 1910-1918, en J. S. Amelang y M. Nash
Historia y Gnero. Las m ujeres en la Europa Modern a y Contem por nea , (Valencia,Ediciones Alfons El Magnnim, 1990); Silvana Palermo, Trabajo masculino, protestafemenina?...
51 LV, Ao XLIII, N 10532, Bs. As. (14 de julio de 1936): 4.52In form e y Balan ce del Com it de Huelga de la casa Gr at ry , Bs. As. (septiembre
de 1936): 2.53 Mirta Lobato,Histor ia.
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decir, encargada de la reproduccin y slo de la reproduccin de la vida,
hacindose cargo de los quehaceres, de la mantencin de la armona en la casa, de
cuidar a los nios y tambin de estar siempre dispuesta a atender al hombre
cuando terminaba sus tareas productivas. El rol del hombre era el de proveedor.
No se ocupaba de la casa, pero s tena el deber de llevar el dinero que
administraba la mujer. Estos roles vigentes en las representaciones y en los ideales
de esta sociedad, entran en contradiccin particularmente con la realidad concreta
de los hombres y mujeres de la clase obrera. Por qu? Porque en la prctica, los
roles asignados en los hombres y mujeres de las clases altas, aunque podan entrar
en contradiccin con el ideal, no lo hacan con la misma intensidad que en la clase
obrera. Los hombres eran verdaderamente proveedores y su rol social poda ser
cumplido como el mandato ordenaba ya que sus ganancias se lo permitan. El rol
de las mujeres poda cumplirse con mayor facilidad ya que al no tener que vender
su fuerza de trabajo en el mercado laboral, podan ocuparse de las tareasdomsticas plenamente. Ms all de que muchas mujeres acaudaladas hayan
tenido actividades extradomsticas como asistencia a clubes, aprendizaje de
diversos oficios y hasta hayan accedido a la enseanza superior y activado en la
militancia feminista, el nivel de inversin y contradiccin era menor ya que estas
actividades dependan de la voluntad de estas mujeres y no eran una compulsin.
En el mundo de los trabajadores; tanto el trabajo femenino como el
trabajo infantil contradecan las identidades sociales normativas de masculinidad-
pr oveedur a , de fem inidad -m aternidad y de niez-hijo-alumno54. El ideal de
gnero entraba en contradiccin con la realidad, ya que, por los reducidos salarios,
el hombre no alcanzaba a cumplir su rol de proveedor y la mujer tena que
transgredir su rol de reina del hogar y trabajar afuera o adentro de la casa,
complementando el salario del hombre. El incremento del trabajo femenino a lo
largo de la primera mitad del siglo XX, se comprueba con la lectura de los censos
de 1895, 1914 y 1947. En la ciudad de Buenos Aires, si en 1914, un 27.9 % de
mujeres se desempearon en actividades industriales, comerciales y de servicios,
en 1947, lo hicieron un 55.8%55. Todo esto refleja, adems, la gran importancia que
54 Graciela Queirolo, Las mujeres., 91.55 Graciela Queirolo, en El trabajo analiz estos censos a partir de la lectura de
Gino Germani.
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fue adquiriendo el trabajo femenino tanto en el sector secundario como en el
terciario.
En la industria textil, la mano de obra era en su mayora femenina y, en
muchos casos, las mujeres tenan que mantener el hogar o trabajar porque, como
muestran las cifras del DNT (ver supra) el sueldo del marido o del padre no
alcanzaba. Por esto el trabajo de nios estaba muy extendido56. En este contexto
generizado estaban inmersos las y los trabajadores de la fbrica Gratry, donde el
mundo pblico y el privado se entremezclaban an ms porque muchas mujeres y
sus familias vivan en el predio de la fbrica.
Considerando cmo las ideologas de gnero a partir de las cuales los
trabajadores y las trabajadoras de esta fbrica concibieron sus demandas y
legitimaron su protesta, proponemos que las demandas econmicas y las
relaciones de gnero concebidas por los trabajadores se entremezclan en la
constitucin de la conciencia obrera y los empuja a un conflicto largo y sufrido,violento y radicalizado, tanto en la lucha contra los carneros como en la lucha
contra los patrones. Puede afirmarse que, por un lado, la movilizacin en nombre
de los derechos de gnero y, por otro lado, de las reivindicaciones del mbito
productivo, configuran la conciencia femenina como trabajadora y mujer. Esto se
reforzaba desde el discurso de los dirigentes del sindicato donde vemos que se
interpela a las mujeres trabajadoras desde su rol de madre y a su vez desde sus
reivindicaciones de clase: La Unin Obrera Textil, se dirige a todas las obreras
textiles de la repblica para comunicarles y darles la lnea de conducta que deben
seguir frente a la aplicacin de la Ley de Proteccin a la Maternidad (). La Unin
Obrera Textil invita a todas las obreras de esta industria a ingresar a sus filas para
defender sus intereses de clase57.
En parte, la definicin de Temma Kaplan de la conciencia femenina nos
ayuda a comprender el fenmeno: la conciencia femenina emana de la divisin
del trabajo por sexos, que asigna a las mujeres la responsabilidad de conservar la
vida58. A esto hay que agregar que el darse cuenta de su lugar en la produccin
termina de constituir la conciencia de la mujer trabajadora. Hacemos hincapi en
esto porque la definicin de Kaplan incluira tanto a las mujeres que pueden hacer
56 dem57 Declaracin de EOT en LV del 2 de junio de 1936, 4.58 Temma Kaplan,El caso de Barcelon a.
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realidad su rol de reinas de hogar como a las que no pueden hacerlo y entran en
conflicto en la prctica. Si bien ambas son mujeres, su conciencia de s es distinta y
se construye de manera diferente59.
Reivindicaciones que tienen que ver con la reproduccin del hogar
(proteccin a la maternidad), se entremezclan con demandas de la produccin que
competen tanto a mujeres como a varones (mejoramiento de salarios, licencia por
enfermedad). Ahora bien, los hombres tambin legitimaban sus demandas en
nombre del hogar. Sin embargo, mientras aquellas se conceban como las
responsables de brindar su tiempo para trabajar en l, cuidarlo y protegerlo, los
segundos sentan que tenan que trabajar afuera a fin de obtener un salario con
qu garantizar su subsistencia y la de su familia. Sin embargo, las reivindicaciones
especficas de la mujer contribuan a la conformacin de su conciencia como
trabajadora, mientras que el hombre las abordaba como cuestin complementaria.
Esto es interesante para dar cuenta de cmo ambos roles sexuales se conjugan enla lucha, y viene a reafirmar el cumplimiento del mandato social establecido para
hombres y mujeres60. Al mismo tiempo, en la lucha estos roles eran trasgredidos.
Las mujeres, al movilizarse en nombre del hogar y defender sus derechos como
productoras, respetaban una ideologa de gnero con la cual empresarios,
trabajadores y Estado tambin coincidan61. Al luchar por sus intereses de clase
no comprometan las mujeres la lucha por su emancipacin de gnero?62 La
respuesta es un no rotundo. Aunque podra pensarse que en la defensa de sus
reivindicaciones como trabajadoras favorecan las relaciones asimtricas de poder
entre hombres y mujeres y reafirmaban los roles asignados a cada uno en la
divisin sexual del trabajo, al mismo tiempo la defensa de derechos como la
59 Para graficar cmo ambos aspectos configuran las reivindicaciones y el tipo deconciencia en la lucha citamos un comunicado de EOT publicado en LV Ao XLIII, N10.534, Bs. As. (16 de julio de 1936): 4, La Unin Obrera Textil reitera su llamado a laorganizacin gremial de todos los textiles, especialmente a las mujeres, hacindolespresente que solo unidos en una organizacin seria y responsable como la Unin ObreraTextil, se podr conseguir la reforma de la ley de proteccin a la maternidad y elcumplimiento de la ley 11.729, de vacaciones pagas y sueldo ntegro en los casos deenfermedad, as mismo contribuirn a la tarea de conseguir un mejoramiento general de
los salarios, tarea en que est empeada la Unin Obrera Textil.60 Un anlisis de este tipo se puede ver en Mirta Lobato, Mujeres obreras61 Ver el anlisis que hace Silvana Palermo en Trabajo masculino sobre
entrevistas de la autora.62 Esta pregunta se ha formulado Silvana Palermo en Trabajo masculino op.
cit. y nos parece pertinente para ver la complementariedad de las relaciones de gnero yclase.
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proteccin a la maternidad permita a las mujeres continuar en el mercado laboral
y no tener que abandonarlo al momento de ser madres, subvirtiendo la norma.
Justamente para defender sus intereses de gnero, las mujeres
trabajadoras tenan que hacer cumplir sus derechos como productoras y la lucha
de clases era necesaria para el avance de los derechos de las mujeres y sus
reivindicaciones especficas. Por ejemplo, la lucha por la ley de proteccin de la
maternidad y por el aumento de salario, muy inferior al de los varones, no se
orientaba a que la mujer dejara de trabajar y se dedicara al hogar, sino que se
defenda para compatibilizar la funcin de madre y trabajadora. Y esto forma
parte de la constitucin de la conciencia de la mujer obrera. Las palabras de Rosa
pueden servir para visualizar esta cuestin con respecto al reclamo de mayor
salario; A las mujeres les pagaban menos, mucho menos les pagaban, eso me
contaba, que por eso luchaba, para trabajar en mejores condiciones y que le
pagaran ms.63
As es que las mujeres de Gratry cuando luchaban por el derecho a la
manutencin del hogar obrero, luchaban por el derecho a seguir reproducindolo
en mejores condiciones. As es que el rol esencial de la mujer segn la norma, el
rol de madre, jug un papel central en la constitucin de la conciencia obrera de la
mujer, lo que se plasma en que una de sus reivindicaciones histricas sea la
proteccin de la maternidad y luego el cumplimiento de la ley, as como la
construccin de guarderas en los lugares de trabajo. Esto hace pensar en la
contradiccin negativa entre ambos roles (ser obrera implica ir al trabajo y ser
madre implica la necesidad incluso biolgica de estar en el hogar), y la
complementariedad positiva que se logra por la lucha y la legislacin para la
mujer, que los compatibiliza64. Para ser madre plenamente, la mujer debe luchar
por los intereses de su clase. Aqu se plasma la interrelacin entre roles sexuales y
determinacin de las relaciones sociales de produccin. Uno no es ms importante
que el otro, sino que ambos son caractersticos de una misma relacin social. Para
las mujeres obreras, la incorporacin al trabajo industrial se realiza en un contexto
problemtico y generizado en constante tensin entre roles socialmente aceptados
y una prctica cotidiana que coloca sus experiencias en una zona conflictiva. En el
terreno de la accin gremial, la conflictividad que emerge de su participacin en
63 Entrevista a Rosa Borillo realizada en diciembre de 2010.64 Ver nota de Flora en La Obrera Textil 1938 en EOT, Ao V, N 24, Bs. As., 4.
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protestas o su integracin en las estructuras gremiales incide en la conformacin
de su ser en el mbito industrial.
Historiogrficamente, en los estudios tradicionales sobre movimiento
obrero ha quedado fuera de foco el anlisis de la existencia de un doble trabajo
para la mujer y las desigualdades de gnero existentes, as como las diferencias en
la distribucin sexual del poder, como sostiene la definicin de Joan Scott, el
gnero es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las
diferencias que distinguen los sexos; y, el gnero es una forma primaria de
relaciones significantes de poder65.
Es importante cruzar las relaciones sociales genricas de poder con el
hecho de que la mujer, en el ideal burgus, est confinada a determinados tipos de
trabajo y debe realizarse en el hogar. La representacin del hogar como un lugar
privilegiado para la mujer no es exclusiva de nuestro pas, sino que por el
contrario, proviene de su afianzamiento en Occidente, particularmente en Europa.De modo que el ideal de la domesticidad fue realimentado por los hombres y
mujeres que nutrieron la inmigracin y que al llegar a la Argentina se convirtieron
en la fuerza de trabajo. Con respecto a las representaciones del trabajo y la mujer,
en el discurso del movimiento obrero esta imagen del hogar como su mbito por
excelencia coexiste contradictoriamente con la visin contrastante de las fbricas
como maquinarias infernales devoradoras de seres humanos donde mujeres y
nios eran las vctimas ms desgraciadas. La reivindicacin de los derechos de la
mujer coexiste sin negar la visin de reina del hogar.
La insercin de las mujeres en las actividades fabriles en general y en la
industria textil en particular se realiz en un contexto generizado donde se
afirmaba que las consecuencias del trabajo de la mujer eran nefastas para la salud,
su moral y la de sus hijos. Aqu es importante sealar que estas visiones,
sostenidas desde principios del siglo XX, se reafirmaron y expandieron en los
tiempos de entreguerras. El ideal burgus de familia (la mujer en la casa,
ordenando, cuidando los hijos, acompaando al esposo en un ambiente apacible y
sereno) aliment la representacin de una sociedad escindida en mbitos
excluyentes, aunque en la prctica no lo fueran. Como dijimos anteriormente, en
el nivel de las experiencias personales el mbito pblico (economa, produccin
65 Joan Scott, El gnero: una categora.
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industrial, poltica y cultura) se cruzaba con el mundo domstico, (espacio por
excelencia de la familia y la mujer) aunque no as en las visiones dominantes.
El cruce entre las categoras de gnero y clase permite explicar asimismo
las razones para que en la industria textil predominara el trabajo de mujeres. Es
un problema de clase porque no cualquier mujer iba a trabajar a la fbrica: iba la
mujer de origen obrero, para satisfacer sus necesidades de subsistencia. Es un
problema de construccin genrica porque las mujeres no estaban destinadas, en
el ideal de gnero hegemnico, a hacer cualquier trabajo. Se trata de una
deformacin del clsico lugar de la mujer burguesa, bordando, cosiendo y
zurciendo en la casa. Las mujeres podan trabajar en la industria textil ya que la
hilandera, y en este caso Gratry, era vista como un sector delicado y femenino,
apto para que las jvenes pudieran ganarse el sustento66. Esta imagen se
contrapone a la de las fbricas como destructoras de los cuerpos femeninos, pero
forma parte del mismo imaginario social. Igualmente, el trabajo femenino fueradel hogar era conflictivo en el nivel de las representaciones. Pero, en tanto la
retribucin de la mujer fuera vista como un complemente del sueldo del marido o
del padre, ya que ganaba la mitad por el mismo trabajo, no amenazaba ni su
propio rol de mujer, ni el del hombre como proveedor primario del sustento. Esto
se ve en las pginas de EOT, donde aparece la idea de un salario diferenciado para
hombres y mujeres, donde el primero deba ganar lo suficiente para su sustento,
no siendo esto un requisito en el caso femenino67.
Esto manifiesta los lmites en el movimiento obrero en la rama textil de la
poca, y los lmites en el movimiento de mujeres. No aparece, ni en el pliego de
reivindicaciones de la huelga de Gratry, ni en EOT de esos aos en general, la
consigna de igual salario por igual trabajo. Est fuertemente arraigada, incluso
dentro del sector ms consciente, la idea del distinto valor del trabajo del hombre
y la mujer. Asimismo, en trminos ideales, las mujeres esperaban trabajar hasta el
matrimonio. La expectativa de un casamiento ventajoso primaba en la mentalidad
de muchas jvenes, pero contrastaba con la realidad de muchas mujeres que
deban, por su situacin econmica, seguir trabajando. Esta imagen se va
afianzando a lo largo del perodo entreguerras, y muchas mujeres que tuvieron que
ser obreras, lograron con el casamiento, dejar de trabajar en el mbito productivo.
66 Mirta Lobato,Historia67 Ver por ejemplo, EOT, Ao V, N12, Bs. As. (octubre de 1936): 7.
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Al respecto Armanda nos deca, yo trabaj hasta que me cas, por suerte pude
dejar de trabajar68
El entrecruzamiento entre categoras aparece tambin en la relacin
antagnica de las obreras con los patrones. El vnculo patrn-obrero era distinto al
vnculo patrn-obrera. Por un lado, las mujeres sufran toda una serie de abusos
especficos y diferentes a los vividos por los varones (desde el abuso sexual hasta la
discriminacin de gnero, por considerarlas seres inferiores). Rosa Borillo, hija de
Elizabeth Famartino, importante activista en la huelga, relata, Se abusaban
mucho de las mujeres () iba el Chivo ese y le pegaba una patada en el culo a
alguna, ah, al pie de la mquina, si le pareca algo mal 69.
Por otro lado, a los trabajadores se les pagaba ms por causas tanto
econmicas como genricas. El patrn aprovechaba el mandato social del trabajo
complementario y transitorio de la mujer, sumado a la visin general de su
inferioridad en las tareas laborales, para pagarle menos, e ir reemplazandopaulatinamente a hombres por mujeres en tareas cada vez ms sencillas por la
progresiva mecanizacin, pero ms insalubres, por la introduccin de mquinas,
como leemos en EOT70.
Todo esto refuerza concepciones tradicionales sobre la debilidad y
fragilidad del cuerpo femenino, a la vez que denuncia la opresin especfica de la
mujer en la fbrica. Al mismo tiempo, el trabajo domstico de la mujer permita al
patrn pagar a los hombres salarios menores al costo de subsistencia, ya que la
produccin de alimentos, el cuidado de los nios, la limpieza, el lavado, etc., no se
adquiran en el mercado, En suma, junto con el subconsumo, la produccin
domstica cubre el desfasaje entre el costo de vida calculado a precios de mercado
y el nivel de los salarios mnimos71.
Todo esto generaba una relacin antagnica de la mujer con los patrones,
distinta a la que opona a los hombres de distinta clase entre s. Al mismo tiempo,
generaba conflictos y competencia entre hombres y mujeres de la misma clase
porque los varones en muchos casos las consideraban una competencia desleal,
68 Entrevista realizada a Armanda, ex trabajadora de Bozala, una fbrica textilvecina a la Gratry.
69 Serulnicoff, La hu elga de los convent illos, 15.70 EOT, Ao IV, N 11, Bs. As. (mayo de 1936): 3.71 Catalina Wainerman y Zulma Recchini de Lattes, El trabajo fem enino en el
banq uillo de los acusados, 59.
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que contribua a rebajar el salario de todos en general y a aumentar el ejrcito de
reserva de varones.
3.2 Ellas en la lucha; identidad es y conciencias generizadas y clasistas
En la historiografa ha primado un sentido comn que afirma que las
mujeres no han participado en las luchas del movimiento obrero y ms an, que
las industrias como la textil se han caracterizado por la pasividad y la poca
predisposicin a la lucha por la composicin mayoritariamente femenina de su
mano de obra.72 En palabras de Torcuato S. Di Tella: Se puede aqu intentar una
hiptesis explicativa basada en la peculiar caracterstica de la industria textil.
Teniendo en cuenta la poca predisposicin sindical de la mayora femenina y
juvenil73. Por el contrario, aqu partimos de los estudios que en los ltimos 20
aos han comenzado a trazar un camino en el anlisis de la participacin femenina
en los conflictos, las huelgas, los partidos: el mbito pblico74
.Ahora bien, los estudios de caso muestran que argumentos como el de Di
Tella caen en el terreno de los prejuicios, puesto que las fuentes nos hablan de una
gran participacin femenina en las luchas y una importante capacidad de
organizacin y resistencia, como se demuestra en la casa Gratry. Nos encontramos
con mujeres en las comisiones internas, comisiones de huelga, de ayuda, de
propaganda, etc. Nos encontramos con mujeres despedidas, golpeadas y detenidas
por participar en las protestas. Ahora bien, al mismo tiempo vemos que los
peridicos obreros llaman constantemente a las mujeres a la lucha, como si estas
no participaran. Una mirada superficial puede deducir de esto una baja
participacin femenina. Sin embargo, cmo interpretamos estas voces? Cmo
medir la participacin? La mujer se involucraba en las luchas? Si lo haca, era en
gran nmero o eran pocas? Cmo era su participacin? Llegaban a ser
dirigentes? Qu roles asuman en los conflictos? Qu relacin tenan con sus
compaeros varones y con los patrones? A partir de esto, cmo se constituye su
conciencia y su identidad de clase y de gnero?
72 Torcuato S. Di Tella, La Unin Obrera Textil73 dem.74 Ver cita 6.
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3.2.1 Las huelguista s. Su part icipacin y m ilitancia
El Comit de Huelga, en su informe y balance de la lucha, describe de este
modo la participacin de las mujeres y los nios en la huelga, El mayor herosmo
en esta lucha les corresponde a las compaeras y nios, () que se lanzaron a la
lucha despreciando los peligros () ms de un centenar de madres, menores y
ancianas.75 Esta afirmacin, proveniente de una voz masculina (la que prima
tanto en la UOT como en EOT), obliga a replantear el lugar de la mujer en las
luchas. Frente a la materialidad de la lucha, las representaciones tradicionales que
pesan sobre el cuerpo de la mujer se derrumban. La mujer no est en el hogar,
puesto que est en la calle defendiendo su hogar. Su cuerpo ya no parece dbil,
puesto que es capaz de soportar los embistes de la represin. La madre sale con los
nios a la calle, y all los educa en la lucha. Esto nos lleva a sostener que hubo una
gran cantidad de mujeres en las luchas y su participacin militante tiene que haber
sido muy importante. Y sta ha sido invisibilizada por la historia masculinizadadel movimiento obrero. Por un lado, tiene que quedar en claro que esta afirmacin
es vlida, por lo pronto, para la industria textil. Habr que investigar a fondo otras
ramas de la industria, ya que el presupuesto bsico de esta invisibilizacin, esto es,
la pasividad femenina, se hunde ante el peso de la empiria. Estudios recientes
estn planteando la participacin femenina en las huelgas desde la perspectiva de
las relaciones de gnero, incluso en industrias mayoritariamente masculinas,
como es el caso de los estudios de Silvana Palermo sobre las huelgas ferroviarias, y
su participacin en los partidos polticos, como estudia Adriana Valobra76. En
cuanto a la cuestin de la medicin cuantitativa de la participacin femenina, no
se pretende aqu dar respuestas absolutas. Esto debe sopesarse en cada caso
especfico. Lo que s puede afirmarse es que la mujer tiene un rol en todas las
luchas, y corresponde a los anlisis de caso especificarlo.
EOT habla de la participacin de las mujeres en el Comit de Huelga, en las
Comisiones que se armaron para sostenerla, en las acciones directas contra los
empresarios y las y los carneros, en los boycotts, en la manutencin material de los
huelguistas, y en la comisin interna de la fbrica77. Adems, mantuvieron y
75In for m e y Balan ce del Com it de Huelga de la casa Gratry, Bs. As. (septiembrede 1936): 2.
76 Silvana Palermo, op. cit. y Adriana Valobra, Del hoga r a las ur nas . R ecor ridosde la ciudad ana p oltica femen ina. Argen tina 1946-1955 (Bs. As.: Prohistoria, 2010).
77 EOT, Ao V, N 12, Bs. As. (octubre de 1936): 6.
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expandieron la huelga a travs de sus relaciones de sociabilidad en el barrio del
cual obtuvieron un importante apoyo78. La mujer era una activa militante que
llevaba adelante el trabajo de base. En su mayora, la exposicin pblica y la
redaccin de los peridicos se reservaban a los hombres. Sin embargo, la
militancia femenina en las fbricas apareca como fundamental79. Entre las
acciones directas y de base con participacin femenina podemos incluir lo que LV
describa con orgullo: Valenta de las compaeras huelguistas el da mircoles
que impidieron que saliera el camin con mercaderas80. Rosa Borillo recuerda:
Era brava mi mam, se pasaba las noches cuidando que no sacaran los camiones
de telas. Se turnaban, para que no sacaran las telas, para que no tuvieran ningn
movimiento81.
Hacindose eco de las reivindicaciones especficas de las mujeres en el
gremio, se conforma una Comisin Femenina en el sindicato, y EOT, a partir de
1938 comienza a dedicarles una pgina del peridico: La Obrera Textil, dondeaparecen cuestiones de gran inters para el anlisis del rol de la mujer en el
sindicato. Por ejemplo hay constantes llamados a las mujeres a enrolarse en sus
filas y luchar por sus reivindicaciones82. Esto fue advertido por Mirta Lobato,
quien seala que esta preocupacin por la participacin femenina aparece en las
publicaciones obreras, desde el punto de vista de los varones sindicalizados83. Sin
embargo, las pginas de EOT estn repletas tambin de llamados hacia los
hombres a enrolarse en el sindicato84. Por esto mismo en el caso de Gratry, no
entendemos los llamados a la participacin femenina como un ndice de pasividad,
sino que vemos que las apelaciones, tanto a hombres como a mujeres, expresaban
la necesidad de construccin del sindicato85. Hay que tener en cuenta que para
esta poca, la UOT, si bien creca y se fortaleca, no tena an insercin en muchas
de las grandes fbricas.
78 Para ver el tema de la sociabilidad entre las mujeres en los barrios obreros, vaseTemma Kaplan, op. cit.
79Ver EOT, Ao V, N 12, Bs. As. (octubre de 1936): 6.80LV, Ao XLIII, N 10.466, Bs. As. (9 de mayo de 1936): 4.81 Gabriel Serulnicoff,La Hu elga82
EOT, Ao V, N 24, Bs. As. (diciembre de 1938): 4, en La Obrera Text il(suplemento de EOT).83 Mirta Lobato, Mujeres obreras, 86.84EOT, Ao N , Bs. As., ao V, n 16 (junio de 1937): 4.85Mirta Lobato, en Mujeres obreras,afirma que los llamados de los peridicos
obreros a las mujeres a la militancia eran indicio de su poca predisposicin a laparticipacin. Aqu su participacin es mayoritaria.
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Asimismo, si bien la participacin femenina en las estructuras sindicales parece
haber sido menor86, Dbora DAntonio y Omar Acha, a partir del estudio de tres
conflictos en la industria textil, sealan un grado importante de participacin
femenina en las huelgas87. En el caso particular de la huelga de Gratry, como
indican las cifras ya citadas del DNT88 y los peridicos obreros, la participacin
femenina era mayoritaria. Adems, cualitativamente, la participacin de la mujer
en la militancia gremial fue muy importante y no menor que la de los hombres, si
bien con diferentes roles sexuales.
3.2.2 La clase y el juego de roles sexuales en la lucha: tensin, solidaridad,
antagonismo
Las determinaciones de gnero y de clase se entrecruzan y se ponen de
manifiesto en los conflictos de la clase obrera contra el capital; una clase
generizada, que contiene a hombres y mujeres que establecen distintos tipos derelaciones en su interior y con la clase opuesta. Para desentraar este complejo
social de relaciones de clase y de gnero en el mbito pblico (la lucha en las
calles, la huelga) y privado (el mbito domstico), ha surgido de la lectura de las
fuentes la necesidad de construir categoras analticas que faciliten la
interpretacin de estas relaciones y su entrecruzamiento.
As es que se han delineado las siguientes categoras que pueden resultar
tiles para el anlisis de los conflictos laborales: a) Las relaciones In ter-
gnero/ Inter-clase, es decir, entre personas de distinto gnero y de distintas
clases: la mujer obrera y el patrn (o viceversa), que tiene una tendencia general al
antagonismo que hace explcito, tanto en el conflicto abierto como en las
situaciones cotidianas de tensin como lo es el maltrato hacia las obreras por parte
de capataces y patrones. En este tipo de relacin se encuentran distintos grados de
asimetra en la distribucin social del poder; b) Las relacionesIn tr a-gnero/ In ter-
clase, se dan entre personas del mismo sector genrico pero pertenecientes a
distintas clases sociales: por ejemplo, las relaciones entre obreros y patrones y
86
dem, 86, indica que en las Comisiones Femeninas impulsadas por la UOT elgrado de movilizacin alcanzado fue parcial.87 Debora DAntonio y Omar Acha,La clase, 257.88Como se indica en el apartado La industria textil, segn las estadsticas del
DNT, al iniciarse el conflicto los huelguistas eran 725, de los cuales 435, es decir el 60%,eran mujeres y 290 eran varones. DNT, Boletn informativo, ao XYX, N. 206-07, poca
VI, Bs. As. (marzo y abril de 1937).
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entre obreras y patronas, donde si bien hay una tendencia general al antagonismo,
se pueden encontrar ciertos grados de solidaridad; c) Las relaciones In ter-
gnero/ Intra-clase son las que se establecen entre personas pertenecientes a
distintos grupos genricos, pero de la misma clase social: las relaciones entre
obreros y obreras y entre patrones y patronas. Este tipo de relaciones contiene
cierto nivel de tensin, pero priman los vnculos de solidaridad, s bien las
relaciones de poder entre hombres y mujeres, siempre son asimtricas; y d) Las
relaciones In tr a-gnero/ In tr a-clase, son las que se establecen entre personas del
mismo gnero y de la misma clase. Podemos poner como ejemplo las relaciones
que se dan entre obreras, por un lado, y entre obreros, por el otro, y, por otro lado,
entre patrones y entre patronas. Estas relaciones tienen una tendencia general
hacia la solidaridad y una distribucin social ms horizontal de poder, pero
pueden ser tambin de competencia o antagonismo cuando influye lo ideolgic-
poltico.Se propone en este trabajo analizar las relaciones gnero-clase
funda m entales en el transcurso del conflicto, siguiendo la ya clsica definicin de
gnero de Joan Scott, complementndola con estas categoras que, incorporando
el nivel de clase, permiten a nuestro entender dar cuenta del entramado de las
relaciones de gnero en su globalidad y sus vnculos con la distribucin del poder.
En el marco de estas nuevas categoras se proceder a continuacin a analizar las
relaciones de gnero-clase en el conflicto de las obreras de Gratry.
a. R elaciones Inter-gnero/ Inter-clase
En el mbito pblico, la Huelga de los Conventillos estuvo caracterizada
desde el comienzo por una encarnizada lucha entre las obreras (principalmente
mujeres) y los directivos locales (varones). Aqu el mbito privado, domstico, se
va a cruzar con el mbito pblico de la militancia y la lucha, ya que muchas de las
obreras vivan en el predio de la fbrica. En el mbito pblico, las obreras se
enfrentaron a unos patrones que adoptaron estrategias de discriminacin,
represin e intransigencia sin dar lugar al dilogo y la negociacin. Las obreras no
se dejaron doblegar, terminandoen numerosos casosheridas y presas, destino
que compartieron con sus hijos y compaeros. En el nivel del anlisis de clase, esta
relacin conflictiva y antagnica se debe a los diferentes intereses de patrones y
obreras en el sistema productivo, que lleva a unos a perseguir el aumento de sus
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ganancias a costa de la rebaja de salarios y los despidos y a las otras, que salen a
pelear por mejores condiciones de vida. As es como describe La Obra su lucha:
Ms de dos meses lleva la huelga ().La casa recurri al cruminaje y a lapolica () para contrarrestar la accin de los huelguistas vencindolos porel terror y por el hambre. Hasta aqu no lo han logrado y el movimientosigue con empeo, a pesar de las cargas policiales contra los hombres y lasmujeres en huelga que defienden en la calle su pan y su dignidad89.
En el mbito privado tambin se tensan las relaciones clase-gnero, puesto que la
discriminacin y el abuso de que fueron objeto las trabajadoras por parte de los
patrones lleg hasta el seno mismo de sus propias casas, con intervenciones
policiales y culminando en el desalojo. Los documentos muestran asombro,
denuncia e indignacin por los episodios de violencia dentro de las casas, por la
irrupcin de la masculinidad patronal en el mbito privado de las obreras, y el
dao producido a sus hijos y sus compaeros. La vida domstica de estas obreras
estaba cruzada por el antagonismo y la lucha con los patrones, que utilizaban las
viviendas en el predio de la fbrica como una forma de control y vigilancia. Esto
dificultaba las posibilidades de reunirse, y sobre esto hay reiteradas denuncias en
LV y EOT90. Si hacan algo repudiable a los ojos del patrn, eran buscadas en sus
propias casas. Durante la huelga, esta situacin de conflictividad y tensin
cotidiana se extrem a niveles extraordinarios. Citaremos en extenso una nota de
LV por su riqueza para el anlisis:
Llegaron para la fbrica dos carros, los chicos, (), sealaron a losconductores (), que la casa se hallaba en conflicto. () las criaturas ()
ante la imposibilidad de acercarse a los conductores por la fuerte guardiapolicial que los acompaaba le gritaban desde la vivienda que la casaestaba en conflicto () la polica, (), se lanz contra los nios, (), y unavez en sus habitaciones, descargaron sobre la casa bombas lacrimgenas.(). Todo el barrio se levant alarmado por el estruendo de los gases ycontra ellos tambin acometi la polica. () lanzaban las bombaslacrimgenas dentro de las habitaciones. Esto dur ms o menos dos horas() Inmediatamente se pidi auxilios a la asistencia pblica concurriendoal lugar de los hechos una ambulancia del hospital Penna atendiendo a lasnumerosas criaturas y adultos91.
El conflicto exacerb la irrupcin de lo pblico en el mbito domstico. Ni nios ni
adultos pueden llevar adelante su vida privada (los juegos, en este caso) sin estar
89 LO, ao I, N 4 (julio de 1936): 4.90 Ver LV y EOT de abril a septiembre de 1936.91 LV, Ao XLIII, N 10.537, Buenos Aires (19 de julio 1936): 4.
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expuestos e invadidos por la fbrica y el accionar de la patronal y la polica que
acta a su servicio. El hogar deja ya de forma evidente de cumplir su rol ideal de
espacio de refugio y contencin para ser, en sentido literal, un terreno ms en la
batalla. La condicin de clase de las mujeres en esta situacin hace que no puedan
cumplir su rol asignado de proteccin y armona, y el grupo familiar en su
conjunto (en su misma integridad fsica) aparece en riesgo frente a los avances
represivos de los directivos de la empresa.
b. Relaciones Intra -gnero/ Inter-clase
Las relaciones Intra-gnero/Inter-clase que analizaremos aqu son las que
se dieron entre las obreras y las vecinas, parte de la pequea burguesa vinculada
al comercio al por menor, amas de casa y trabajadoras en comercios familiares.
Aqu detectamos relaciones de amistad o de cercana que las mujeres entablan
entre s al compartir espacios asignados en la divisin sexual del trabajo, elmercado, la feria, la lavandera, el pequeo comercio. Espacio que forma parte del
mbito privado, en el cual se encuentran todos los das y comparten sus
experiencias. Estas relaciones privadas se cruzan con las del mbito pblico
cuando por medio de las identificaciones de gnero, la cercana social (el pequeo
comercio, por su situacin, se haya ms prximo a la situacin de vida de los
obreros que de las patronales, si bien su lugar es intermedio) se llega a una
conciencia poltica. Leemos en las fuentes que la huelga despert solidaridad entre
los vecinos y vecinas de Nueva Pompeya y Parque Patricios, en LV se leen listas
extenssimas de todo tipo de ayuda recibida, desde otros trabajadores, el barrio,
comerciantes y hasta profesionales que ofrecan sus servicios, como mdicos92.
Una entrevistada recuerda, tenamos negocio () Haba muchas [obreras de
Gratry] que eran clientas nuestras y cuando estaban de huelga mi mam les fiaba,
para que le pudieran poner zapatillas a los chicos93. Las fuentes escritas tambin
ahondan en estos vnculos de colaboracin: La intransigencia de esta empresa y
la injustificada ostentacin de fuerzas policiales en los alrededores de la fbrica,
92 LV, Ao XLIII, N 10.524, Bs As (6 de julio de 1936): 4.93 Luisa Fernndez, vecina del barrio de Pompeya, en entrevista realizada en
noviembre de 2010.
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no hacen ms que estrechar los lazos entre los huelguistas y despertar an ms
simpata de todo el vecindario, que condena la posicin de la casa Gratry 94.
Como se deduce de las fuentes, las relaciones que se establecieron entre
estas mujeres de distintas clases y del mismo gnero fueron de solidaridad. Esto se
vincula con las particularidades del barrio, cuyos habitantes era mayoritariamente
de origen obrero, por lo cual el comercio al por menor dependa para su
supervivencia de que dichos obreros tuvieran trabajo y salario dignos, y los
pequeos comercios estaban muy cercanos a la situacin material de la clase
obrera. En efecto, si a la obrera la despedan o no le pagaban un salario acorde, el
comerciante perda su clientela. Adems no se pueden descartar entre los
comerciantes que colaboraban sistemticamente con los huelguistas filiaciones
familiares o partidarias con las obreras. Como se desprende de las siguientes
afirmaciones, esto no significa que las diferencias de clase se desdibujen, sino que
en determinados momentos, dada la cercana social, la solidaridad de gnero atravs de los vnculos domsticos prevalece: Los comerciantes, para que no se
rompa la huelga, le daban mercadera, que mi mam iba a juntarla, y la repartan
para que la gente pudiera aguantar la huelga. Los vecinos tambin, cuando los
corran, se metan en las casas y los ocultaban95. Ello da cuenta de que las
relaciones de gnero pueden forjar solidaridades entre personas de distintas clases
sociales, cosa que no ha sido estudiada con la debida profundidad. Las redes de
sociabilidad de las mujeres en su comunidad desarrolladas en mercados,
almacenes y comercios en general y las rutinas de los quehaceres domsticos que
comparten, las llevan a desarrollar estas solidaridades comunes, que se dan en
grados ms altos cuanto ms cercana es la situacin de clase. Las mujeres
trabajadoras y de clase media baja vivan en los mismos vecindarios y se ocupan
por completo de este rol. Las mujeres de la burguesa, ubicadas geogrficamente
en otros barrios, lo delegaban en empleadas. Esto no significa que no se ocuparan
de ello, sino que ms bien lo organizaban y delegaban96
94 LV, Ao XLIII, N 10.507, Bs. As. (19 de junio de 1936): 4.95 Gabriel Serulnicoff,La Hu elga.96 Temma Kaplan, El caso de Bar celona.
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c. Las relaciones Inter-gnero/ intra-clase
En el mbito pblico de la huelga, si bien hubo un protagonismo rotundo
de las mujeres, los hombres tuvieron igualmente una destacada participacin. Los
obreros (compaeros de trabajo) y los maridos de las trabajadoras que no
trabajaban en la fbrica, brindaron su solidaridad a las mujeres, como relata Rosa
Borillo: Mi pap trabajaba en otro lado y estaba de acuerdo con lo que haca mi
mam porque las injusticias tampoco le gustaban, lo que pasa que como el no
trabajaba ah no intervena en el problema viste perola ayudaba, y mi mam se
tuvo que ir inclusive un tiempo y todo, porque haba mucha persecucin. 97
La solidaridad fue marcada. Pero las diferencias de gnero, en lo profundo
de las concepciones que varones y mujeres tenan de ellos mismos, no se
superaron. Un ejemplo de esto, como vimos, es que no se reclamara igual salario
por igual trabajo. Esto mantena la distribucin asimtrica del poder entre
hombres y mujeres, porque, si bien se trat de reducir la brecha salarial a favor delas mujeres, no se cuestion, como vemos, la existencia de salarios desiguales
segn el gnero. Esto alimentaba que los hombres vieran a las mujeres como
competidoras, ya que ellas por igual trabajo perciban la mitad del salario, e
hipotticamente, los empleadores las preferan por ello. Adems, terminaban
bajando el nivel salarial general, perjudicando a los varones que no podan
cumplir su papel de proveedores. Este es un aspecto central en el problema del
salario y el trabajo femenino en la visin de los varones98.
Otra marcada diferencia de gnero en el mbito pblico era que los
hombres, siendo minora, en general tuvieron un rol de dirigentes en el sindicato y
en el conflicto, dedicndose las mujeres a las tareas de base, recolectar fondos,
hacer propaganda, luchar contra las carneras, etc. A modo de ejemplo podemos
mencionar que el Secretario General del sindicato era un hombre, Basilio
Dimpulo, y fue quin se encarg de las negociaciones con la empresa y el DNT 99.
EOT era consciente del problema: Las mujeres no ocupan en nuestra
organizacin el lugar que les correspondera de acuerdo con una representacin en
la industria. No tienen () participacin en la direccin del sindicato.100
97 Entrevista a Rosa Borillo realizada en diciembre de 2010.98 Ver EOT, Ao II, N 8, Bs. As. (agosto de 1934): 3.99 EOT, Ao V, N12, Bs. As. (octubre de 1936): 2.100 Esto deca Jos Freikes, dirigente de la UOT, en EOT, Ao IV, N 11, Bs. As.
(mayo de 1936): 11.
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Como dijimos anteriormente, la mujer ocupa un papel en la militancia en
la fbrica, mientras que los puestos en la jerarqua del sindicato parecen
reservarse a los hombres. Si bien las mujeres tenan un papel fundamental en este
trabajo de base en la fbrica enfrentndose al patrn, la mayor jerarqua que
podan alcanzar en el sindicato era la participacin en las Comisiones Internas.
Este reconocimiento por parte de Jos Freikes (dirigente de la UOT) de la
situacin de la mujer en el sindicato se complementa con las denuncias
permanentes de las mujeres de que sus compaeros les ponan trabas en el
sindicato. Esto se ha visto tambin en otros anlisis de este tipo como es el caso de
la mujer en el Partido Comunista.101 Esto se desprende tambin de las defensas de
los dirigentes de la UOT frente a esta situacin, que son indicadoras de la
frecuencia con que esto deba ocurrir en la realidad: Se dice, tambin, que a las
compaeras no se les da oportunidad para que cumplan con su misin dentro del
sindicato; si nos detenemos en las fbricas () veremos que es ella la quedesempea una misin muchas veces ms importante que la del hombre 102.
Haciendo un anlisis de estas palabras se puede afirmar que, si bien, los hombres
reconocan la importancia y la necesidad de la militancia femenina, no cedan
espacios de poder. Esto implica la subordinacin de las mujeres que no acceden a
las jerarquas sindicales.
Asimismo, debemos sealar que, en el mbito privado, la participacin en
la huelga gener tanto solidaridades como tensiones en el seno del grupo familiar.
Solidaridades cuando primaba la identificacin entre hombre y mujer, en tanto
explotados, frente al capital. Tensiones, puesto que la lucha de la mujer implicaba
la trasgresin de los roles al interior de la familia. Si la mujer luchaba, quin se
haca cargo de la limpieza del hogar? Un ejemplo en que primaban las relaciones
de solidaridad es el de Elizabeth Famartino, importante activista en la huelga. Su
hija Rosa recuerda, A mi mam mi pap la dejaba participar [de la huelga],
porque mi mam tena un carcter fuerte, a ella no le gustaba que la pisotearan.
Mi pap la dej. l le deca: mientras no te lleven presa103. De esto se
desprende que la mujer necesitaba el permiso del hombre y que muchas mujeres
no deban obtenerlo, producindose conflictos al interior de la familia, y
101 Valobra Adriana, Del hogar.102 EOT, Bs. As., ao V, N 12 (octubre 1936): 6.103 Entrevista a Rosa Borillo, realizada el da 29 de diciembre de 2010.
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obstaculizando la participacin femenina. En ltima instancia, parecera que la
participacin femenina dependa del permiso masculino, o de la capacidad de cada
mujer de imponerse y negociar.
Las relaciones de clase influyen as, sobremanera, en las relaciones inter-
gnero dentro del mbito domstico intra-clase, en el seno de la relacin cotidiana
del obrero y la obrera de los Establecimientos Americanos Gratry, compaeros de
vida y de trabajo. No obstante, la solidaridad inter-gnero se extendi
ampliamente durante todo el conflicto. Esto se expres no slo de parte de sus
propios compaeros de trabajo, sino tambin de los obreros de otros gremios
como por ejemplo la construccin, que era un gremio mayoritariamente
masculino104. Adems hay que destacar el apoyo tanto en el nivel de los dirigentes
de la UOT y otros gremios, como de los miembros varones de las comisiones y
dems actividades que llevaban adelante las mujeres. Adems, los hombres
manifestaron su admiracin hacia la valenta de las obreras en la lucha105
.Por otro lado, en el mbito privado, tenemos que analizar cmo se
desarrollaron estas relaciones inter-gnero/intra-clase en las mismas casas de los
trabajadores. En los peridicos obreros se leen claramente dos discursos que a
simple vista pueden interpretarse como absolutamente contradictorios, o
contrapuestos, pero haciendo un anlisis de estos discursos vemos que no son en
su totalidad contrapuestos. No nos vamos a detener aqu, en la mirada de las
distintas corrientes del movimiento obrero sobre la mujer trabajadora. Basta
sealar que estas ideologas polticas, profundamente influyentes sobre el
movimiento obrero argentino, han tenido permanentemente un doble discurso
que no logr contraponerse a los roles sexuales que impona la ideologa burguesa
sobre la divisin sexual del trabajo.106 Por un lado, los peridicos de los sindicatos
estaban plagados de llamados a las mujeres a participar de la lucha y, por otro
lado, se reivindicaba que el mbito ms apropiado para la mujer era la casa, el
cuidado de los hijos, el cuidado de la raza: ellas deban ser las reinas del hogar.
Esta cosmovisin que generizadamente impona determinados roles y lugares en
la sociedad tuvo que haber calado hondo en los maridos de las huelguistas de
Gratry y sus compaeros de trabajo en general y tiene que haber generado
104 Ver LV, Ao XLIII, N 10.524, Bs As (6 de julio de 1936): 4.105 EOT,In for m e y ba lan ce del Com it de Huelga de la casa Gratry, septiembre de
1936, 2.106 Mirta Lobato, Mujeres obrer as
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tensiones en el nivel domstico. 107 Por un lado, la mujer en lucha dejaba al marido
con el peso de las tareas del hogar, y en esto es representativa la afirmacin de
Rosa Borillo, quien cuenta que su madre en vez de pasar la noche en el hogar
estaba afuera vigilando los camiones. Por otro lado, trasgreda su rol genrico, que
era lo ms comn que sucediera entre las mujeres trabajadoras. Estas tensiones
estaban determinadas por la lucha de clases (ya que esto suceda por la militancia
femenina) y por las determinaciones que suscitaban las diferencias genricas en
las vidas de las personas.
Quin se iba a dedicar a la reproduccin de la vida si la mujer sala a las
calles a luchar? Diversos estudios han mostrado que esta situacin gener
conflictos en el seno de la familia obrera. Lobato ha realizado entrevistas a las
obreras y familiares de obreras de Berisso, en las cuales este tema era muy
recurrente.108
La participacin activa de los nios y jvenes en esta huelga merece unestudio aparte. Aqu queremos sealar tan solo algunos aspectos de la actuacin
de estos jvenes que aparecen siempre junto a las mujeres, vinculados en su
condicin de minoridad, y no aparecen sexuados en la documentacin. La
industria textil estaba plagada de jvenes, nias y nios que trabajaban junto a sus
madres y, en menor medida, sus padres. En el mbito domstico esta situacin era
por dems conflictiva y angustiante para los padres y en especial para las madres,
ya que estos jvenes se encontraban permanentemente expuestos a los peligros de
la represin policial. Asimismo, las mujeres llevaban consigo a sus nios que
participaban de todas las actividades polticas junto a sus padres, llegando, como
vimos, al extremo de generar situaciones de accin directa contra los patrones.
Esto podra pensarse como caracterstico de la cultura de la clase obrera109. Por un
lado, esto se desprende de las siguientes lneas de EOT, donde se describe la
represin del 17 de julio:
Ms de un centenar de madres, menores y ancianas, han desfilado por laseccin 34 y Departamento Central de Polica. Decenas de estas valientescamaradas resultaron lesionadas y contusas. Centenares de criaturas hansoportado y soportan los efectos de los gases y los atropellos de la polica
107 Ver, Mirta Lobato, Mujeres obreras, Silvana Palermo, Trabajo masculino,protesta femenina?...., Temma Kaplan,El caso
108 Las entrevistas estn analizadas en Mirta Lobato, op. cit.109 Esta cuestin ha sido analizada por Camarero,A la conquista, op. cit ., para el
caso de los comunistas.
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montada sin desmayar en la defensa de la causa de sus padres y hermanos() [esto muestra] el espritu y la educacin proletaria de esas criaturas.Producida la detencin del secretario del C. de Huelga, un grupo de niosentre los cuales no habra ninguno mayor de 10 aos, se dirigieron por supropia iniciativa a la seccional a reclamar su libertad110.
Es imposible soslayar en el anlisis las tensiones y solidaridades de gnero dentrode una misma clase social,