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Las características de la obra de Juan Carlos Onetti
Estilo :
o Cuando Onetti sale a la palestra, en la década de 1930,
la narrativa rioplatense enciende un par de fuegos
contrapuestos. Uno arde por la tradición realista, que
data del siglo XIX y se concentra en el estudio de
prototipos sociales y modismos del habla. Otra se
vuelca hacia las historias fantasmales con tiempos
congelados o circulares, muertos y aparecidos que
insisten en la vida de los vivos. En esquema: una sigue
atendiendo a la historia, la otra la niega.
o El gesto narrativo de Onetti parece realista. Tipos
medios, ambientes reconocibles, conversaciones
prudentes, gusto por lo gris, lo sórdido, lo rutinario, lo
olvidable. Pero, cuando los personajes de La vida breve
se «escapan» hacia la recién fundada —narrativamente
— Santa María, que será el escenario de una
descoyuntada saga social, entonces la obediencia
realista se quiebra.
o Su capacidad para mostrar simultáneamente los
procesos de la ficción y sus resultados.
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o Continuamente se interrogó por las causas que llevan a
la invención de historias.
o Esa mirada a lo otro se convierte también en motor
narrativo, en punto de despliegue e hilo conductor de la
ficción.
o S e cuenta porque hay un vacío de sentido y solo puede
llenarse con un relato, que no lo desvela pero que
constituye la única manera de aproximarse, aunque sea
mínimamente, a su centro esquivo. El otro lado es no
tanto una región de lo imaginario como una vida ajena
que esconde un secreto, que permite fabular.
o Lo único que sirve para la construcción de sentidos es la
propia narración.
o El tempo lento en el que transcurren las historias.
o Interiorizar la narrativa, renovar sus formas y dar vida al
lenguaje fueron para él tres objetivos prioritarios
(Trinidad Barrera).
o Valor alegórico de su narrativa.
o Claustrofilia : Onetti de lo que quiere hablar es de la
muerte, y por eso enclaustra a sus personajes.
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Filosofía:
o Haciéndose cargo de estas tensiones, Onetti propone
conciliarlas, a la vez que compartirlas, con una
apelación al existencialismo. Provenía, cómo no, de
Francia, pero rescataba para el Occidente lector de
francés, a Kafka.
o El existencialismo sirve a Onetti para unir el gesto con la
narración, la retórica con el mensaje. Su mundo es un
mundo de seres abandonados, cuya existencia es ese
estar arrojados en un paisaje histórico donde la historia
ha perdido todo su valor.
Santa María :
o Construye un mundo de gran densidad existencial.
o El mundo imaginario de Onetti da un salto ya definitivo,
en cuanto a espesor y complejidad, con La vida breve.
o Santa María es una ciudad de tiempos coagulados, de
existencias fantasmales, de empresas a medio hacer y
abandonadas, de prestigios falsamente cimentados en
el delito y la mentira.
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o El núcleo de la literatura de Onetti —sus obras
sanmarianas— nace de esa mirada hacia un otro lado
que no se limita a la mera contemplación de ese lugar
en principio ajeno sino que supone un intento obcecado
por habitarlo.
o La primera aparición de Santa María se remonta a «La
casa en la arena» (capítulo desgajado de La vida breve
cuyo personaje central es el médico de la futura ciudad,
Díaz Grey, que huye de la justicia por vender morfina) y
continúa por La vida breve, «El álbum» (1953), «Historia
del caballero de la rosa y la virgen encinta... » (1956),
«El infierno tan temido» (1957), Para una tumba sin
nombre (1959), El astillero, «Jacob y el otro» (1961),
Tan triste como ella (1963), Juntacadáveres, «La novia
robada» (1968), La muerte y la niña (1973), «El perro
tendrá su día» (1976) y Dejemos hablar al viento (1979),
donde la ciudad se quema, aunque volverá a resurgir de
sus cenizas en obras finales.
o Brausen: la historia de un solitario que en los sueños,
recuerdos e invenciones encuentra una cierta
reparación de su hastío.
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o La ciudad junto al río y lo que en ella acontece en todo
momento sigue siendo producto de la imaginación de
Brausen, héroe fundador desde La vida breve, quien en
ocasiones toma la palabra en medio de las tramas
novelescas para que no lo olvidemos. Así se nos
transmite en un momento de Juntacadáveres:
También imagino a Santa María, desde mi humilde
altura, como una ciudad de juguete, una
candorosa construcción de cubos blancos y conos
verdes, transcurrida por insectos tardos e
incansables […].
Así, imaginando que invento todo lo que escribo,
las cosas adquieren un sentido, inexplicable, es
cierto, pero del cual sólo podría dudar si dudara
simultáneamente de mi propia existencia. Nunca
antes hubo nada o, por lo menos, nada más que
una extensión de playa, de campo, junto al río. Yo
inventé la plaza y su estatua, hice la iglesia,
distribuí manzanas de edificación hacia la costa,
puse el paseo junto al muelle, determiné el sitio
que iba a ocupar la Colonia.
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Es fácil dibujar un mapa del lugar y un plano de
Santa María, además de darle nombre; pero hay
que poner una luz especial en cada casa de
negocio, en cada zaguán y en cada esquina. Hay
que dar una forma a las nubes bajas que derivan
sobre el campanario de la iglesia y las azoteas con
balaustradas cremas y rosas; hay que repartir
mobiliarios disgustantes, hay que aceptar lo que
se odia, hay que acarrear gente, de no se sabe
dónde, para que habiten, ensucien, conmuevan,
sean felices y malgasten. Y, en el juego, tengo que
darles cuerpos, necesidades de amor y dinero,
ambiciones disímiles y coincidentes, una fe nunca
examinada en la inmortalidad y en el merecimiento
de la inmortalidad; tengo que darles capacidad de
olvido, entrañas y rostros inconfundibles.
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o Las referencias a historias y personajes ya conocidos
vuelven a dar a lo narrado una riqueza y una
profundidad inagotables: ahí está aún el gallego y viejo
Lanza, huido de la España franquista, y los recuerdos
del boticario Barthé, y del proxeneta danés que
pretendió crear el prostíbulo perfecto, y de la muchacha
que recorría con su inútil traje de novia los parajes
sanmarianos; y tantas otras historias que el lector puede
recordar con la confusión que aconseja a Carr dejarlas a
un lado o con la claridad con que las rememora el doctor
Díaz Grey, ahora de nuevo protagonista mientras se
distrae con el contrabando y el narcotráfico a la vez que
mantiene la verdad o la farsa de su amor por Angélica
Inés Petrus, así como su indiscutida condición de testigo
privilegiado y lúcido de cuanto ocurre en Santamaría,
cuyos secretos parece conocer hasta sus mínimos
detalles.
o «Yo podría salvarme escribiendo» dirá Brausen en La
vida breve.
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Personajes :
o Perfectamente definidas desde el momento de su
aparición y estrechamente vinculadas a las imaginadas
por Roberto Arlt y William Faulkner, las lúcidas criaturas
de Onetti no modifican su conducta a raíz de lo que les
sucede. Se repite como rasgo distintivo la pasividad,
resignación fatalista ante el deterioro a que las somete
la vida por la que se convierten en observadoras
privilegiadas de la realidad. Marginales por su extracción
social o por el oficio que ejercen —inmigrantes,
prostitutas, proxenetas, periodistas bohemios, gente de
teatro desarraigada— e integrantes de una sociedad
donde los demás, sartreanamente, «son el infierno»,
encuentran como único alivio a su soledad la evasión en
el tiempo —el paraíso perdido de infancia y
adolescencia—, el espacio —las patrias respectivas
para los extranjeros, los espacios de la aventura para
los soñadores—, la propia mente —la locura—, las
emociones —el amor puro, sin mácula sexual— o la
propia muerte —el suicidio—.
o Muchachas que llevan en sí el germen de la vejez.
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o Prevalece la visión de un hombre física y
espiritualmente exhausto y atrapado por un proceso de
desintegración, de ahí la proliferación de seres
marginales en sus textos, héroes o antihéroes que son
rufianes, prostitutas, enfermos, locos, todos ellos
privados de ligaduras con el mundo, ya sean familiares
u hogareñas. El desgaste no se limita a la existencia
humana, afecta también a las cosas, a los seres inertes,
como ocurre con la empresa del astillero en la novela
homónima.
o Cuando ya no importe (1993), auténtico y clarividente
testamento literario de su autor prefigurado en esa
última máscara, Carr, otro alter ego novelístico que
adelanta su fin. Clarividencia para saber decir sí a la
muerte.
o T odos los personajes del autor tienen un indiscutible
aire de familia.
o Es muy poco lo que pedimos, pero a veces esa
poquedad se nos niega sin compasión. (Juan Manuel
García Ramos).
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o La figura del desconocido, del extranjero, del que viene
de fuera, al que se le atribuye un saber diferente de los
locales y al que se describe como extravagante, se
repite en la obra de Onetti. Excéntricos son Larsen en
Juntacadáveres y El astillero; Kirsten en «Ejberg en la
costa»; Gracia en «Infierno tan temido»; Owen, el inglés
de La vida breve; las dos mujeres que llegan de visita al
pueblo de Los adioses , entre otros. La mujer de «Un
sueño realizado» se inserta en esta serie.
o La prostituta es un personaje recurrente de su
novelística. A parece en todas sus novelas, con mayor o
menor intensidad (siendo Juntacadáveres el punto
culminante). Prostitutas vistas con una mezcla de
ternura y de desprecio a la hora de cobrar sus servicios,
pero con una complicidad solidaria y profundamente
humana.
Otros espacios :
o Ámbitos como el cabaret Eldorado y el bar No name.
o El astillero como metáfora del fracaso.
o Estatua de Brausen fundador.
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Narrador :
o La imprecisión de los narradores, que no ocultan sus
dudas y sus inseguridades al recordar y narrar hechos
que no han conocido o comprendido del todo, y sobre
los que en este caso nunca sabrán tanto como los
lectores de la novela; y lo es también la atmósfera de
farsa y de derrota que termina imponiéndose sin
patetismo, a pesar de las esperanzas que los
personajes alientan y de los momentos felices que
también aquí consiguen vivir, como si lo absurdo de la
existencia humana fuese el único descubrimiento
posible al final.
o La presencia de un narrador falible, testigo de hechos
que no entiende del todo y que cuenta a través de
elipsis, silencios y frecuentes incisos. Este hecho
provoca una profunda desazón en el lector, que se sabe
incapacitado para llegar a la verdad de los hechos.
Temas :
o La muerte: «Escribí la palabra muerte deseando que no
sea más que eso, una palabra dibujada con dedos
temblones» (Carr, en Cuando ya no importe).
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o La liberación del suicidio, al frío asesinato o a un dejarse
morir en la «naturalidad» de un viaje o en la
«realización» de un sueño.
o La sutil invitación al suicidio de muchos de sus
personajes, las obsesivas y minuciosas descripciones
forenses de sus cadáveres.
o Convierte a la muerte en un hecho «científico»,
comprobable y, por lo tanto, desdramatizado.
o La muerte en sus diferentes variantes estaría siempre
anticipada por signos que impiden toda sorpresa.
o El suicidio esconda siempre una insoluble ambigüedad:
la cobardía, el temor, si no el miedo, de seguir
enfrentando los asedios de la vida, como contracara del
coraje necesario para provocar el gesto definitivo que
implica.
o La tristeza metafísica de la condición humana, la
progresiva toma de conciencia de la inutilidad de la
mayoría de los gestos y del despojamiento de todo lo
accesorio que nos rodea y nos crea tantas falsas
dependencias con la realidad circundante. Una lucidez
que pudo ser paralizante en vida y que, gracias a la
muerte, se ha transformado en sabiduría.
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o El suicidio de Díaz Grey parece mostrar que, como
Larsen en su día, él es ahora la principal víctima de la
lucidez, cuando el cansancio y la vejez le animan a
poner fin a la farsa sin sentido y sin razones que
representaba. (Cuando ya no importe, 1993)
o Muertes de personajes jóvenes.
o Sin Onetti, no sabríamos que la poesía más alta habita
en los territorios de la sordidez. (Francisca Noguerol)
o La marginalidad como centro.
o Las constantes temáticas del mundo onettiano apuntan
a la culpabilidad, la responsabilidad moral, la relatividad
de la verdad, la locura, el amor, el sueño. El amor es
cualidad de un instante y el sueño una experiencia
imaginativa y poderosa.
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Sus cuentos :
o A lo largo de toda su carrera, Onetti practicó el cuento,
género con el que comenzó su andadura literaria y que
en ningún modo consideró inferior a la novela. Ninguno
de sus relatos se revela como tanteo inicial en el
proceso de elaboración de una obra mayor. Todo lo
contrario: a veces, como en «La casa en la arena», el
texto formó parte en principio de una novela —La vida
breve— para adquirir vida propia e independizarse
posteriormente.
El Barroco :
o La recomendación ascética, tan traída en la literatura y
el arte barrocos, de contemplar calaveras e imaginarse
enfermos los bellos cuerpos de las mujeres, para
desechar así el deseo y la voluptuosidad que nos
acechan durante esta vida, esa recomendación, carpe
diem cristiano, está en el germen de su novela.
o El propio Brausen, hablando con su mujer Gertrudis,
juega a hacerse el muerto sobre la cama (como
aconsejan, por cierto, las preceptivas ascéticas
barrocas).
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o Ese esfuerzo de Brausen por conectar con sus
antepasados lo convierte en una quevediana «cúspide
momentánea de bráusenes muertos».
Personajes : Su obra surge de un contexto rioplatense muy
específico, el de los años treinta y cuarenta del siglo pasado,
que dio lugar, según sus propias palabras, a un tipo de lo que
él llamó «indiferente moral» producto de las atmósferas, casi
siempre opresivas, de las urbes de ambas orillas del Río de la
Plata: Montevideo y Buenos Aires. En esta estela, los
protagonistas de sus novelas y cuentos se movieron siempre
en soledad, habitando espacios cerrados, víctimas de las
diversas formas de la incomunicación.
o La ficción, o el sueño, surge como actividad
compensatoria de la soledad y el fracaso, algo que se
agudiza en otro de sus primeros relatos, «El posible
Baldi».
o Las novelas protagonizadas por Junta Larsen
responden fundamentalmente a este esquema.
Buscador de sueños imposibles, Larsen encarna el
estereotipo de personaje onettiano necesitado de la
ficción para subsistir.
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o A menudo, esa contemplación del forastero viene de la
mirada escéptica de Díaz Grey, el testigo casi
omnipresente de lo que sucede en Santa María. Ambos,
el médico y el antiguo proxeneta, construyen una dupla
que resume a la perfección esa estructura de las obras
ubicadas en Santa María: el que mira y el que es
mirado, el que viene del otro lado y el que lo espera en
este.
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