Post on 14-Aug-2015
Para muchos este control tiene que ver con la libertad de acción, de movimiento y de opinión, con la oportunidad de lograr lo que nos hemos
marcado obtener.
Esto implica ubicar a la libertad principalmente en nuestro exterior,
sin estar conscientes de la tiranía de nuestros pensamientos.
Si soltamos en nuestra mente la jauría del deseo, de los celos, del orgullo o del resentimiento,
no tardará en tomar posesión del lugar y en imponernos un universo carcelario en
continua expansión.
La libertad interior es ante todo
la liberación de la dictadura del ‘yo’ y del ‘mío’, del ‘ser’ sojuzgado
y del ‘tener’ imperioso, de ese ego
que entra en conflicto con lo que desagrada e
intenta desesperadamente apropiarse de lo que codicia.
Tal toma de conciencia conduce a una nueva apreciación de las prioridades de la existencia, a un brote de energía que tanto en el en budismo como en el cristianismo es llamado renuncia, termino mal
comprendido pero que expresa un profundo deseo de libertad.
Ser libre es ser capaz de continuar un camino hacia la transformación interior.