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Los Enemigos Ocultos De Los Profetas
Pastora Liliana Posso B.
IGLESIA JESUCRISTO VIVE HOY
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LOS ENEMIGOS OCULTOS DE LOS
PROFETAS
LA MURMURACIÓN
Hoy que gracias a Dios se está fortaleciendo un mover profético en muchos
sectores de la iglesia, es oportuno que reflexionemos sobre algunos de los
enemigos del profeta y del mover profético del Señor para este tiempo. Y para
ello que más bendito recurso que la fuente de vida de su palabra.
Pero no quiero referirme a los enemigos más visibles, la inmoralidad sexual, la
falta de perdón, los errores de inspiración, o sea, dar palabra que no es. No, me
quiero referir ahora a los detallitos más sutiles con los que el enemigo nos
ronda, y de una vez clamándole al Eterno que nos libre y tenga misericordia de
nosotros, de mí que hoy me expongo en esta batalla. Su gracia me sustente, su
misericordia no nos falte.
Mencionaré inicialmente: La Murmuración. No hay iglesia profética, ni hermano
con don profético que se salve tan fácil de esta estrategia del enemigo. Un
profeta es siempre blanco de murmuraciones o porque las reciba o porque las
profiera.
He observado como en las iglesias donde Dios quiere usar bocas ungidas, el
diablo también quiere bocas para su servicio. Y es bíblico, dice la palabra que
nunca se vio un profeta mayor que Moisés. Pues tampoco registra la Biblia una
mayor murmuración que en los tiempos de Coré. Moisés era atacado de una
manera tremenda por la boca del mismo pueblo a quien estaba llevando a
libertad. Era blanco de una tremenda murmuración.
Al punto que María su propia hermana de quien dice la palabra que también
profetizaba, era una de sus detractoras. Murmuraba de lo lindo contra Moisés,
hasta que tuvo que Dios mismo meter su mano y El Señor la castigo con lepra.
El tiempo de Moisés fue un tiempo de un despertar profético tenaz. Dios habló
a Moisés, se manifestó a El de muchas maneras, hasta grito su palabra. Era un
tiempo profético en el cual ya no solo Dios hablaba al hombre como en el
período de Abraham, sino que fue un tiempo en que por primera vez Dios hablo
a través de la boca del hombre, y fue lamentablemente un tiempo de muchas
murmuraciones. Así como Dios estaba trayendo su unción a la boca de los
hombres. El diablo estaba trayendo murmuración y queja a la boca de los
creyentes, incluyendo aún a sus mismos ungidos, los profetas Moisés y María
en los ejemplos que traje a colación.
Hoy estamos también en un tiempo de renovar profético. Dios quiere usar
nuestras bocas para desatar su voluntad en la tierra.
Es importante entender un poco más la lógica de Dios. Cuando el Señor nos
creo el nos dio autoridad, por eso nos dijo que nos multiplicáramos y que
señoreáramos. Ese propósito esta presente y El ahora trabajará a través de
personas como tu. El pone su poder es través de nuestras bocas cuando hemos
decidido dejarnos llenar de su Espíritu Santo.
Ese poder es previo al encargo y es otorgado por El Espíritu Santo. De alguna
manera es lo que el Señor del Reino hace para tener la certeza de que se
cumplirá su plan: otorgar autoridad a quienes delega el trabajo. Toda
delegación implica la autoridad necesaria para el cumplimiento del deber
impuesto.
Esta autoridad está en el creyente y hoy le llamamos UNCIÓN. Es una
investidura especial de poder para realizar la función asignada.
Este poder se manifiesta, en este caso a través de un DON: LA PROFESIA… Que
es a la vez la acción de Hablar la palabra de Dios, su voluntad CONFESADA en
la tierra para que se desarrolle su plan.
El delega autoridad desde su trono y nosotros desatamos su poder a través de
hablar, de confesar de poner en nuestra boca su palabra para que sea hecha.
¿Qué implica esto?
1. Un anunciar la palabra de Dios con discernimiento y revelación de la
voluntad y los tiempos de Dios
2. Un entendimiento del valor y la acción profética
3. Un corazón impecable que al no herirse no murmura
Si no hay esta revelación no llegaremos al punto de entender que PODEMOS
DAR ORDENES, pero tampoco tendremos la santidad necesaria para hablar
correctamente. Y no prestarle la boca al enemigo para hablar de los hermanos
aunque lo que veamos sea cierto o de verdad nos haya herido. Porque Él nos
ha delegado autoridad de su trono, nosotros desatamos su poder a través del
hablar, del confesar, de poner en nuestra boca su palabra, para que sea hecha,
pero eso tiene unas implicaciones y una de ellas es guardar nuestras palabras
y hablar en bendición.
Ezequiel 3 dice: “come de rollo de este libro, come muchacho prepárate, come,
porque te voy a llevar a gente cabecidura, porque el rollo” (Ezequiel 3:1),
porque cómo voy a discernir si no tengo el depósito, la provisión de la palabra.
Discernir implica conocer la mente de Dios y donde está la mente de Dios, en
la palabra. Ezequiel 3.1 (RVR60) Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas;
come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.”1.
Le dice, “ve y habla lo que les estoy diciendo, pero para hablar primero tú
tienes que tener conocimiento de la palabra de Dios, yo no puedes profetizar,
sin el depósito de la Palabra” (Paráfrasis de la autora). El profeta tiene que
tener la palabra viva, el depósito avivado continuamente.
Y le dice “ve y habla” porque la estrategia es la confesión, la palabra crea en
bendición o crea en maldición. La palabra en tiempos de avivamiento profético
crea, ordena. Dice hágase por edicto real por la autoridad que me es
delegada. Y en Ezequiel 6.1 dice “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
Hijo de hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel, y profetiza
contra ellos”. ¿Cual fue la estrategia de poder? Hablar, profetizar, desatar
con la boca lo que debía hacerse.
Justo por eso el enemigo vine en tiempos proféticos con oleadas de
murmuración. La murmuración a su vez se gesta en el corazón herido. Y el
corazón se hiere cuando el creyente no logra entender que toda ofensa debe
1 Reina Valera Revisada (1960). 1998 (electronic ed.). Sociedades Bíblicas Unidas: Miami
ser perdonada y que toda ofensa debe convertirse en un manantial de
rendición. Porque quien aprende a perdonar deja vencida la carne para dejar
fluir el amor de Dios. Esto es Cristo ensanchándose en el creyente. Esto quiere
decir que quien aprende a perdonar en vez de murmurar, madura, crece, se
hace más espiritual. Ya las palabras no pueden ser puestas para el mal uso de
Satanás. Entonces hay vida en nuestro hablar y hemos vencido al diablo.
Amados hermanos que profetizan, no murmuremos ni aun contra la
murmuración. Guardemos la boca para desatar las palabras de vida eterna. Y
entendamos estos son los dardos de fuego del maligno para aprovechar el
PODER QUE DIOS PUSO EN TU BOCA. No gastemos el poder sino para bien.
LA PRESUNCIÓN
Hoy que gracias a Dios se está fortaleciendo un mover profético en muchos
sectores de la iglesia, es oportuno que reflexionemos sobre algunos de los
enemigos del profeta y del mover profético del Señor para este tiempo. Y para
ello que más bendito recurso que la fuente de vida de su palabra.
Pero no quiero referirme a los enemigos más visibles, la inmoralidad sexual, la
falta de perdón, los errores de inspiración ó dar palabra que no proviene de
Dios. No, me quiero referir ahora a los detallitos más sutiles con los que el
enemigo nos ronda, y de una vez clamándole al Eterno que nos libre y tenga
misericordia de nosotros.
Continuaré con LA PRESUNCION
¿Qué es la presunción?
Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, presumir se
refiere a tres cosas, primero es juzgar algo por sus indicios, segundo es
vanagloriarse o tener un alto sentido de sí mismo y tercero es cuidar mucho de
sí mismo para lucir atractivo.
De tal manera la presunción está fuertemente vinculada al juicio que surge de
un ego que se eleva hasta tomar el lugar de alguien que es superior o cree ser
superior o cree que no hay quien le supere.
Creo que muchos en la iglesia de hoy somos presuntuosos en diferentes
medidas y no nos damos cuenta, además es muy difícil darnos cuenta que lo
somos cuando en nosotros se puede ver consagración y buenas obras.
Si no me equivoco en mí discernir, esto le pasó a algunos hombres de Dios y
nos está pasando también hoy.
Cuando Elías estuvo en tierra varias veces pensó que el era el único profeta
justo que caminaba en Israel, y así lo expreso tres veces:
Y Elías tornó a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová;
mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos y cincuenta hombres. 2
1 Reyes 18. 22
Y él respondió: Sentido he un vivo celo por Jehová Dios de los
ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu alianza, han
derribado tus altares, y han muerto a cuchillo tus profetas: y yo solo
he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
1 Reyes 19:10
Y él respondió: Sentido he un vivo celo por Jehová Dios de los
ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu alianza, han
derribado tus altares, y han muerto a cuchillo tus profetas: y yo solo
he quedado, y me buscan para quitarme la vida. 1 Reyes 19:14
A lo cual el Señor respondió:
Y yo haré que queden en Israel siete mil; 1 Reyes 19:18
Además la misma palabra nos relata de cien profetas que habían por ahí,
escondidos y sustentados por Abdías:
Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó
cien profetas, los cuales escondió de cincuenta en cincuenta por
cuevas, y sustentándolos a pan y agua. 1 Reyes 18:4.
2Sociedades Bíblicas Unidas. RV1909;La Santa Biblia : Versión Reina-Valera 1909
Elías tenía una percepción errada, ni estaba solo, ni era el único profeta y
menos el único justo, por eso el Señor le aclara:
….cuyas rodillas no se doblaron ante Baal y cuyas bocas no lo
besaron.
Notemos en que tiempo habla. No estaba hablando de hombres que Dios
traería en un futuro, sino de contemporáneos que tampoco habían sido
persuadidos de seguir a Baal. Eran tan fieles como Elías.
¿Qué hay detrás de la presunción y que consecuencias espirituales puede ello
traer a nuestras vidas?
La presunción nos hace pensar que no hay nadie más que
nosotros, cuando Dios siempre tiene un remanente. Esto resulta
bastante peligroso no solo para el alma del profeta, sino para el trabajo
que debe realizar. Y resulta ser un enemigo más sutil justamente si no
logramos entender que el profeta en tanto restaurador es uno que
tiene que tratar con una Jerusalén en ruinas. Es más fácil caer en
presunción cuando nos movemos entre personas aún no restauradas,
porque como dice el refrán popular “en el reino de los ciegos el tuerto
es rey”. . Es fácil tenerse en un buen concepto cuando nos comparamos
con otros que aún están subiendo en un proceso por donde se nos olvida
que también nosotros aún tenemos mucho trecho por escalar y que lo
transitado fue en victoria solo por pura gracia.
De esto nos da cuenta muy positivamente el libro de Nehemías. Qué fue lo
que vio Nehemías sino una ciudad con sus muros derribados y sus puertas
quemadas a fuego. (Nehemías 1:3). Y a pesar de saberse el hombre de Dios
para llevar restauración a un pueblo, no se sintió solo, ni trabajo solo, ni se
sintió superior a los demás.
Y fue que, como yo oí estas palabras, sentéme y lloré, y
enlúteme por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los
cielos. 5 Y dije: Ruegote, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte,
grande, y terrible, que guarda el pacto y la misericordia a los
que le aman y guardan sus mandamientos; 6 Esté ahora atento tu
oído, y tus ojos abiertos, para oír la oración de tu siervo, que yo
hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus
siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos
contra ti cometido; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.
En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos
guardado los mandamientos, y estatutos y juicios, que mandaste
a Moisés tu siervo. RV 1909.
En cada momento vemos a un Nehemías que asume ser parte del
problema, aunque de hecho no vivía en Jerusalén. No se sintió solo, ni el
único bien parado en Israel, sino que se condolió del pecado de sus
hermanos y se hizo uno con ellos, por eso siempre dijo “hemos”. Y lloró, se
dolió por ello.
Además de esto Nehemías supo trabajar en equipo, tampoco en esto se
percibió el único capaz, ni el único apto para hacerlo. De ello habla su
estrategia en la cual incluyo familias, oficiales, gente común y del gobierno. No
trabajo solo ni se creyó solo.
Suele decirse que los profetas son hombres solitarios. Eso es verdad si el
profeta se siente solitario. Porque Dios es siempre Dios de remanentes. Él
siempre tiene un puñado de hombres fieles.
Creerse el único es una manera de pensar “soy el único diferente que queda
por aquí”. Esta autocompasión se torna entonces presunción, es pura
vanagloria.
La presunción nos hace sentirnos los únicos justos. Esta
distorsión de juicio hará que el profeta en vez de cubrir con amor la falta
y trabajar para restauración, extienda su dedo acusador. Su juicio.
Porque este sentido de singularidad brota de una superioridad escondida
que le impide ver con los ojos del Altísimo. Y resulta que nuestro Eterno
Dios es uno de una compasión que se estira hasta dimensiones que nos
son incomprensibles. Y que llega al juicio después de mucha paciencia y
con la misma intención restaurativa con que alargo su paciente espera
por una respuesta del pecador. El siempre procura es nuestro
arrepentimiento y no nuestra destrucción.
La presunción implica en nosotros un sentido incorrecto de la justicia.
Creerse justos en si es tan distorsionado como señalar a los demás desde
una justicia que no nos pertenece. Y olvidar que sin la justificación del
altísimo somos exactamente eso, pecadores y nada más que pecadores ,sin
destino, sin remedio y sin autoridad ninguna para señalar a otros. No
puede el profeta olvidar que estamos en la dispensación de la gracia del
Nuevo Testamento, no estamos en el tiempo de los profetas que solo eran
llamados a proclamar a los cuatro vientos el pecado de Israel y si El Santo
Espíritu así lo demandara en nosotros será muy importante pedirle al Señor
que nos muestre si hay en nosotros algún vestigio de presunción que nos
haga sentirnos solos o más justos o mejores o con autoridad alguna para
señalar el pecado de otros sin ese amor de Jesús que es capaz de cubrir la
falta.
Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres
que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como
hizo Elías? Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros
no sabéis de qué espíritu sois; Porque el Hijo del hombre no ha venido
para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Rv1960.
Lucas 9:54
Desde que actitud hablaba Juan, desde la actitud del que se cree más justo que
los demás. Y de ello nos hablan los versículos anteriores:
Entonces respondiendo Juan, dijo:
Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu
nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. Jesús le
dijo: No se lo prohibáis, porque el que no está contra nosotros, por
nosotros está. Lucas 9:49.NVI.
Él pensaba que los que no eran de su círculo estaban excluidos de la gracia de
Dios, pero Jesús le aclara el asunto y más adelante los reprende y les trae una
claridad absoluta sobre cuál era su espíritu frente a aquellos que no parecen
ser fieles a Jesús:
Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis
de qué espíritu sois; Porque el Hijo del hombre no ha venido para
perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.
Ellos invocaron a Elías tratando de imitar lo que hubiera hecho el profeta, pero
el Señor les corrige y les dice “ahora estamos bajo un espíritu que corrige en
amor sin destruir al pecador, sino tratando de salvarlo” (Paráfrasis).
Sencillamente se sintieron más justos que los demás. Y no entendieron que
somos justificados solo porque otro es justo , El, y quien siendo justo no se
proclamó más justo que los demás descartando a los que no lo eran.
La presunción nos hace estar llenos de juicio:
Juan siendo aún inmaduro estaba bajo un espíritu de presunción desde el que
señalo a los pecadores sin ver su propia falta. Y sin embargo tampoco lo
descarto Jesús, sencillamente lo reprendió para ajustar su comportamiento al
parámetro de su amor que cubre al pecador y le ayuda a prescindir de su
pecado.
Y es que ciertamente a los profetas se les revelo en el Antiguo Pacto el
pecado del pueblo y de los hombres de Dios, tal como Natan con David. Esto
era y sigue siendo válido para los profetas de Dios de hoy, aunque mucha de
este discernir está extendido a todo creyente que conozca de su Espíritu. Esta
es la condición propia de todos los que nacen de nuevo, ver el reino y poder
distinguir las tinieblas de la luz y como dice la palabra aun profetizar (1
Corintios 14). La salvación que nos otorga el Señor justamente nos permite
dejar atrás nuestra ceguera espiritual y poder ver y oír. Y esta no es solo una
facultad de quienes tienen un ministerio profético sino de todos en tanto Dios
dice que todos somos portadores de su Santo Espíritu.
Hoy también los profetas y los creyentes salvos pueden ver el pecado y
discernir las tinieblas por la Unción del Espíritu de Dios. Solo que esta
capacidad para ver no puede convertirse en nosotros en otra especie de
ceguera peor que la anterior.
Entonces Jesús dijo: --Yo he venido a este mundo para juzgarlo, para
que los ciegos vean, y los que ven se queden ciegos.
Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le
preguntaron: -¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?
Jesús les contestó: -Si fueran ciegos, no serían culpables de pecado,
pero como afirman que ven, su pecado permanece.
Qué curioso sentido de juzgar tiene Jesús, que los ciegos vean, y los que
ven se queden ciegos.
Si el profeta ve, ha de ver como si fuera ciego. Es la única manera de vivir en
la justicia de Cristo. Y de no movernos en presunción.
El Señor quiere para este tiempo una actitud diferente. No luchamos contra los
pecadores, sino contra el pecado.
Hermanos, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois
espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre;
Gálatas 6:1
Y no es que Dios nos diga solo ven y callen. No él es muy claro, dice
“restaurad”. Este concepto lo explica Vine así:
katartizo ( καταρτίζω , 2675 ), remendar, equipar completamente. Se traduce
«restauradle» metafóricamente, de la restauración, por parte de los que son
espirituales, de uno que ha sido sorprendido en una falta, siendo que el tal es
como un miembro dislocado del cuerpo espiritual. El tiempo está en presente
continuo, lo que sugiere la necesidad de paciencia y perseverancia en el
proceso.3
Y continua la palabra aclarando con que actitud, “con mansedumbre”.
3Vine, W. 2000, c1999. Vine diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Neuvo Testamento exhaustivo (electronic ed.). Editorial Caribe: Nashville
Esto es bien diferente a una actitud de juicio devastador propio de la
presunción.
Y agrega…
Considerándote a ti mismo, porque tú no seas también tentado.
Con lo cual advierte nuestra condición similar con aquellos que han pecado.
Somos vulnerables, solo que hemos recibido ya la gracia restauradora de
Cristo. Pero esto no nos hace diferentes, ni singulares, ni especiales, ni más
justos. Seguimos siendo dependientes tan dependientes como los que han
caído e iguales en fragilidad. Por lo cual continúa diciendo:
Sobrellevad los unos las cargas de los otros; y cumplid así la ley de
Cristo.
No se trata pues de estar por encima, sino de ayudar al otro a levantarse lo
cual implica agacharnos para poder levantar a quien ya no esta en pie.
Porque el que estima de sí que es algo, no siendo nada, a sí mismo se
engaña. 4 Así que cada uno examine su obra, y entonces tendrá gloria
sólo respecto de sí mismo, y no en otro. RV 1909.
Creo que es muy claro el pasaje, con mansedumbre, sin creernos nada, sin
gloriarse en otro sintiéndose superior, sin presunción alguna.
Que nuestro Dios tenga de nosotros misericordia y aprendamos a “ver “como
El ve. Y que podamos ser corregidos por el amor tan inmerecido que recibimos
de El, en estos errores de juicio, de tal manera que no pretendamos juzgar
algo por sus indicios y sin su Espíritu. Nos guarde de vanagloriarnos
creyéndonos mejores, al punto de querer lucir más espiritualmente atractivos
que nuestros hermanos.
LA EXALTACION DEL DON
Amados Hermanos, continúo a paso de buey, puedo escribir muchos estudios
sobre este tema cada semana, pero tome un camino más lento y seguro,
esperar a que El me inspire algo sobre este tema. Como el buey,
cerciorándose antes de dar el paso, aunque nos parezcamos a nosotros
mismos lentos o inconstantes.
Ahora El Señor ha traído a mi corazón un quebrantamiento por misma y por su
iglesia al ver como tan fácilmente nos desenfocamos de lo que debe ser
nuestra más alta visión: EL. Él, la exaltación de su nombre, la búsqueda de su
bendita presencia, el deseo ardiente de encontrar su voluntad.
Es en este sentido que lo profetas pueden tener en sí mismos un enemigo
oculto, su propio don. Es tan vistosa la profecía, tan atractiva la unción del
profeta. Tan admirable ese don y más para aquellos que tienen comezón de
oír, como dice la palabra. Imagínese un profeta que a cada uno le dice cosas
misteriosas de parte de Dios y…. ¡acierta!
Es tan atractivo el don para quien lo porta en sí mismo, que podemos caer en
la exaltación del don. Es más, muy posiblemente, ni sea el don el enemigo
oculto, sino nuestro propio corazón egocéntrico. Esto sumado a que apenas
estamos aprendiendo en realidad qué es lo profético.
Que conste mis amadísimos hermanos que lo digo untada, cuántas veces no
salí del pulpito a orar para que Dios me guardara de la vanagloria al ver la
eficacia del don y entre más oraba parecía estar más en derrota. Pero como El
es prefecto, bueno y amoroso, con su enseñanza siempre certera, me llevó a
encontrar las mentiras de mi propio corazón: un corazón que exaltaba el don. Y
un camino más excelso, El.
Resulta mis amados que el don no significa nada cuando nuestro corazón
interior se deja quebrantar a lo sumo para que El Santo Espíritu se ensanche en
nosotros y fluya una adoración permanente que le exalte a EL. Y entonces se
cumpla Efesios 1, que nos repite una y otra vez, ¿para qué?, ¿para qué? , para
alabanza de su gloria, para alabanza de su gloria. Allí se resume todo, la
exaltación suprema del hijo de Dios. Todo es para alabanza de su gloria.
De tal manera cuando el deseo de exaltarlo a El empieza a llenarlo todo, se
acomoda nuestro corazón y que importa el don. Que importa decirle el futuro a
la gente, que importa si tenemos sueños o visiones, que importa nada. Nos
importa El, El Rey, El Señor, nuestro amado, A El sea la gloria, De El la
alabanza. El nuestro Señor. Recibe nuestro amor Señor, recibe toda la gloria.
Y entonces nos empieza a importar lo suyo, sus planes, y en vez de profetizar
acá y allá, gemimos delate de Dios para que se establezca su voluntad y
hablamos, profetizamos ya no nuestras palabras sino las suyas. Decretamos
“está escrito”, “porque escrito está”. Y buscamos con más pasión sus palabras
y nos las nuestras porque el que importa es EL Cristo Resucitado y lo que sale
de su mente y corazón. Lo que nos guía su Santo Espíritu.
Si entendiéramos que la más alta dignidad de nosotros como pastores no es
cuidar el rebaño, ni como maestros enseñar la Biblia, ni como evangelistas
llevar a la oración de fe, ni como profetas fluir en el don que ve el futuro y
discierne los corazones. No, nuestro más alto llamado es llevar al pueblo a
buscar la forma de encontrarlo a El, para escucharlo si, pero sobre todo para
exaltarlo, para amarlo. No dice pues la palabra en Efesios 1 que fuimos hechos
para alabanza de su gloria.
A muchos les estorba la palabra “revelación”, pero está allí en Efesios y Pablo
oraba para que pudiéramos recibir el espíritu de sabiduría y revelación en
el conocimiento de El. (Efesios 1: 17). Esta revelación es la mismísima unción
que tiene un profeta, la capacidad espiritual dada por Dios, ¿para qué? Para
conocerlo a EL, porque así podemos llegar a la alabanza de su gloria. Si nos
paramos en este propósito y llevamos al pueblo de Dios por este sendero
podrá pasar que desaparezcan los profetas y quede su palabra y el amor que
nunca dejan de ser. (1 Corintios 13: 8). Finalmente desaparecerá la profecía,
los milagros, las unciones. Que bueno que a esta altura ya se esté formando
en nosotros lo que permanecerá, el amarlo a El y el conocerlo en un mayor
entendimiento de su palabra. El espíritu de sabiduría y revelación en el
conocimiento de El.
No exaltemos el don de nadie, ni el don en nosotros, exaltémosle a El. Y
entonces de verdad estaremos moviéndonos en la verdadera profecía, la que
surge de un corazón que quiere permanecer en la revelación, la del
conocimiento de El, por El Espíritu y por su palabra, la que nos conduce a
adorarlo a El.
Y entonces habremos derrotado también con ello al enemigo.
Mi amado, que lo que escribo nos lleve a glorificarte.
Un abrazo a todos.
EL DESEO DE REVELACION DE LO
OCULTO
Volviendo al concepto de revelación, recuerdo vivamente la discusión de
algunos amigos míos, muy amados, sobre si debíamos utilizar el concepto
revelación o no. Algunos de ellos decían alinearse con teólogos que
argumentan como en realidad la revelación solo es una y está en la palabra, y
que más bien nosotros recibimos una iluminación a través de ella. Me pareció
siempre un poco difícil asimilar estos giros conceptuales y entonces tome
también en ello el camino más seguro, atenerme a la palabra de Dios.
Y, tal como cite en mi último escrito de esta serie, atenerme a Efesios 1: 17
Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé
el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor.
(NVI)
Que el Dios de Cristo Jesús nuestro Señor, el Padre que está en la
gloria se les manifieste dándoles espíritu de sabiduría para que lo
puedan conocer. (Biblia latinoamericana)
Se les manifieste o se les revele, hay algo detrás que se me hace más
importante, poderlo conocer. Sobre lo cual también afirma la palabra:
Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía
se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y
conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y
justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová. (RV
60).Jeremías 9:23-24.
Aquí nos reitera el Señor el asunto, El quiere que lo podamos conocer.
Al respeto también enseñaba Jesús:
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce
quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y
aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
Y volvemos al asunto, el quiere ser conocido y Dios mismo escoge a quien
quiere darse a conocer.
¿Qué tiene esto que ver con nuestro tema de los profetas? Resulta que los
profetas tienen que trajinar con un tipo de información que, aunque está dicho
en la palabra, no siempre está dicho. Natán, el profeta asignado por Dios para
estorbar a su siervo David, va y le dice a éste, palabras más palabras menos,
“usted es un adultero”. Escrito estaba ya que no se debía codiciar la mujer del
otro, pero en ninguna parte decía, por lo menos no en el momento de la
situación, que David era adultero. Esto quiere decir, que dicha información le
había sido a Natán dada por alguien y al ser el profeta, se puede y debe
afirmar que Dios mismo se lo había revelado, iluminado o inspirado. Sea como
sea, Natán lo sabía y fue eficaz al ayudar a nuestro amado David a salir del lió
en que él solito se había metido.
Ciertamente los profetas tienen la facultad de saber cosas que no siempre son
manifiestas, esta facultad es una bendición, pero también se torna un enemigo
para quien tiene el don y para quienes disfrutan o sufren (Me imagino que
David sufrió) por el, por el don del profeta, quiero decir.
¿Cuándo se vuelve un enemigo? Cuando se privilegia el deseo de conocer lo
que no se sabe, sobre el deseo de saber lo que no se sabe de Dios. Digámoslo
más sencillamente, cuando en vez de estar interesados en que El Señor, nos
sea revelado, manifiesto, inspirado o iluminado, estamos preocupados por
recibir revelaciones sobre otros asuntos.
Pablo oraba ardientemente porque pudiéramos de verdad conocer a nuestro
Amado. Pero hay algunos que corrompen la belleza del don porque se
desenfocan en la verdadera búsqueda, en la búsqueda del conocimiento del
Dios vivo.
Y esto no sólo le pasa al profeta, sino a los que están cerca de los profetas.
Entonces uno escucha toda suerte de conversaciones de este tipo:
- “Hermanita, a usted que le habla El Señor ore a ver para que Dios le muestre
esto y aquello”
- Bueno hermana déjeme a ver yo busco bien al Señor a ver que me muestra El
Ahora, para no ser tan parroquiales y además ser bien bíblicos veamos un caso
como este en la escritura, en: 1 Samuel 28: 5–19.
Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se
turbó su corazón en gran manera. Y consultó Saúl a Jehová; pero
Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.
Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga
espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella
pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en
Endor que tiene espíritu de adivinación.
Vemos aquí a Saúl asustado y sin profeta, porque allí mismo, en el principio
del capítulo se nos cuenta que ya había muerto Samuel. Entonces, el a quien le
interesaba más ganar las batallas que agradar a Dios y conocer que iba a pasar
, más que conocer a Dios, se arma de una estrategia sencilla y letal, buscar
una bruja.
Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos
hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego
que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a
quien yo te dijere. Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha
hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos.
¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir?
Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún
mal te vendrá por esto (1 Samuel 28:8-10).
Mire por que espíritu habla la bruja, por el de adivinación. Pero también
observemos la eficacia.
La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió:
Hazme venir a Samuel. Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz,
y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: ¿Por qué me has engañado?
Pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la
mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra (1
Samuel 28:11-13).
Algunos teólogos también han discutido en abundancia si se apareció el diablo
o un espanto o si fue de verdad Samuel ó si Dios lo permitió. Bueno, una vez
más enfoquémonos en lo que nos interesa. Todo este problema se lo armo Saúl
a si mismo y a los teólogos por andar buscando lo que no debía, en donde no
debía.
Sea como sea, la mujer tenía contacto con el mundo espiritual y así muchos
hoy se han ido desplazando de la unción profética a la abominable adivinación
porque les fascina estar hurgando en donde no deben y buscando lo que no
deben.
Si de verdad era Samuel no es el asunto aquí; si era Samuel, había sido mejor
dejarlo descansar y si era un demonio disfrazado de Samuel, peor. Lo cierto es
que esto pasó por un hombre, que aunque no era un profeta, estaba parado en
el lugar equivocado. Tenía un deseo por conocer lo oculto superior a su deseo
por conocer a Dios.
Saúl debió hacer como hacia David cuando se veía a gatas, buscar al Señor y
adorarlo hasta tener la paz de poder confiar en sus promesas. Y en una de
esas, o en muchas de esas, escuchó la voz de Dios dándole certera dirección.
Porqué, porque su enfoque no era la información oculta, sino la suprema
felicidad de amar al Amado, buscarlo y enfocarse en procurar conocerlo a Él.
El resto del capítulo se lo dejo a los buenos lectores. El caso es que Saúl
obtuvo lo que quiso, que la bruja le dijera lo que iba a pasar. Con tan mala
suerte que le predijo, por el espíritu de adivinación, su muerte, acaecida justo
al día siguiente. No porque Dios lo matara sino porque el mismo lo determino
así.
Pero volvamos a nuestro tema. Cuando nos desenfocamos de Él. Cuando
nuestra alma no se interesa sobre todo por conocerlo a El por la palabra y la
experiencia con El y empezamos a trabajar con el don en lo que no debemos,
el mismo don empieza a experimentar una especie de corrupción. Al punto que
podemos hoy llegar a tener un género muy extraño a Dios: cristianos que usan
el poder de Dios para las obras del mal. Y el problema es que usar el poder
para el mal es adivinación ó brujería; y el mal no es sólo el hacerle mal a
otro, sino que el mal es todo asunto que no proviene de Dios.
Sí, es verdad que el profeta discierne, sueña, visiona y aun puede saber lo
provenir. De ello nos da cuenta la Biblia y no sólo en el antiguo, sino en el
nuevo testamento. Es verdad. Pero, el profeta antes que profeta es un hijo de
Dios y como tal su enfoque debe ser aprender del Padre. Dejarse modelar a
través de una intensa relación con El.
La mejor manera de recibir un retrato vivo de Dios es su palabra, si es que de
verdad queremos saber cómo es El. Y no por un retrato hablado sino por un
retrato vivo. Hay vida en la palabra y allí lo encontramos a Él. Y ese tiene que
ser el enfoque lo demás también son las añadiduras de lo espiritual.
Necesitamos una revelación, inspiración, manifestación o iluminación, pero de
Él.
Profundizar en la manera como lo entendemos, porque El es extremadamente
profundo, ¿quién lo entenderá? Pero si el dice que quiere ser conocido,
peguémonos de eso y avancemos en ello. Tal vez con el tiempo hasta
crezcamos a su estatura. Por eso será esa porción que dice: “El testimonio
de Jesús es el espíritu de la profecía” ó “ El testimonio de Jesús es el
espíritu que inspira la profecía." (RV 60 y NVI).
La profecía es mucho más que saber con quién se va a casar la hermana o a
qué país lo va a mandar el Señor en el 2009. La profecía es el conocimiento
más pleno de Dios y de su manera de ver, de entender. El profeta se pega del
corazón de Dios para tratar de comprenderlo, conocerlo. Ese es el fundamento,
lo demás es posible, pero repito, lo demás es la añadidura.
El fundamento es que su palabra nos dé un retrato vivo, un testimonio vivo que
nos permita saber para dónde va el reino, porque podemos, por el
conocimiento de Él, saber su voluntad, descifrando así…. el sentido de la
historia. Esto es mejor que una contaminación esotérica de querer saber lo
oculto.