Post on 28-Sep-2018
anselm grün - michael reepen
los gestos de la oración
Desclée De brouwerbilbao - 2012
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Í N D i c e
IntroduccIón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
i . La fuerza sanante de Los gestos . . . . . . . . . . . 21
el ser humano y su cuerpo . . . . . . . . . . . . . . . . 23 La psicosomática . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 La vía iniciática . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 el efecto sanador de los gestos . . . . . . . . . . . . 30
ii . Los gestos de La oracIón en detaLLe . . . . . . . 37 estar en pie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 orar con las manos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Brazos extendidos y manos alzadas . . . . . . . 46 Manos juntas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 Manos entrelazadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 Manos cruzadas sobre el pecho . . . . . . . . . . . 55 Poner las manos delante del rostro . . . . . . . . 58 Imposición de manos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 Darse golpes de pecho . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 La señal de la cruz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62 inclinarse, arrodillarse, postrarse . . . . . . . . . . 66 Inclinarse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Arrodillarse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 Postrarse en tierra (prostratio) . . . . . . . . . . . 72 estar sentado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 caminar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 otros gestos litúrgicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
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iii. Los gestos ayudan a comprender Los textos bíbLIcos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
concLusIón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
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cuando pronuncio conferencias, me complace ter-
minar con un gesto común . en ese momento se crea en
la sala una profunda quietud . el gesto sosiega a las per-
sonas . Une a todos lo que ponen al mismo tiempo las
manos en forma de concha . después de la conferencia
se acercan a mí muchas de las personas del público,
varones y mujeres, para hacerme preguntas . hacen
referencia al gesto y me dan las gracias porque se han
sentido profundamente tocadas por él .
en el año 2000, con ocasión del día de la iglesia
evangélica alemana, celebrado en Fráncfort, en una
liturgia solemne que presidí acompañado por el célebre
flautista hans-Jürgen hufeisen, invité a las cerca de
ocho mil personas reunidas con nosotros a realizar un
gesto silencioso . Fue sorprendente constatar la energía
que tales gestos comunes han desarrollado . a veces,
para determinados gestos formulo una oración que sur-
ge espontáneamente en mí en ese momento . muchas
personas desearían conocer tales oraciones, y me las
piden, pero en ese momento no sé qué responder, por-
que no las he escrito aún . por esta razón me he decidido
a actualizar el libro sobre los gestos de la oración que
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escribí junto con el padre michael reepen hace ya
catorce años, y a unir algunos gestos a una oración .
es posible que a algunas personas les ayude el hecho
de proponer tales gestos a quienes participan en una
liturgia, para invitarles a una oración más intensa .
con los gestos nos situamos en el nivel de la expe-
riencia a través de nuestro cuerpo . Y aquí no puede
uno refugiarse en reflexiones teóricas sino que debe
implicarse . si confiamos en nuestro cuerpo, ejercitán-
donos con él, nos encontramos en primer lugar a noso-
tros mismos . percibimos en qué situación nos halla-
mos, descubrimos dónde estamos tensos y bloquea-
dos, dónde nos aferramos a nosotros mismos, a las
personas o a las cosas, dónde estamos llenos de miedo
y dónde reprimimos algo . con nuestro cuerpo expre-
samos el estado de nuestra alma . Y nuestro cuerpo no
miente, sino que es más sincero que nuestra inteligen-
cia . a menudo pensamos que hace mucho tiempo que
nos hemos aceptado, pero al estar en pie notamos
que no sabemos aún mantenernos en perfecto equili-
brio . tal vez pensamos, por ejemplo, que tenemos una
fe sólida en dios, pero la postura forzada de nuestra
espalda muestra que estamos todavía apegados a
no sotros mismos y no nos hemos abandonado aún de
verdad a dios . creemos con la cabeza, pero no con el
cuerpo . la fe debe pasar de la cabeza al cuerpo, por-
que solo entonces implica a toda la persona, solo
entonces podemos decir que creemos también con
nuestro corazón, con el centro más íntimo de nuestra
persona .
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el encuentro con nosotros mismos en nuestro cuer-
po tiene dos aspectos . por un lado, el cuerpo es un
barómetro que me indica con certeza cómo me va,
cómo me siento, dónde reprimo algo, dónde siento
angustia y me bloqueo . mi cuerpo me dice quién soy
verdaderamente . no obstante, si el cuerpo fuera única
y exclusivamente un barómetro que nos manifiesta a
nosotros mismos y a quienes nos observan nuestra
situación interior, entonces el hecho de ejercitarnos
con el cuerpo nos exigiría demasiado . nos mostraría
solo de modo implacable quiénes somos . nos sentiría-
mos horrorizados al comprobar que con nuestro cuer-
po no podemos esconder nada, que en él mostramos
continuamente a todas las personas que nos miran,
aun sin quererlo, quiénes somos . nuestro cuerpo habla,
aunque nuestra boca calle . pero el cuerpo no es solo un
barómetro, sino también un instrumento con el que
podemos modificar nuestra actitud interior .
el conde Karlfried dürckheim, fundador de la tera-
pia iniciática, define el cuerpo como instrumento de la
autorrealización humana . en el cuerpo podemos ejer-
citar las actitudes interiores esenciales para llegar a ser
nosotros mismos . en la década de 1970 estuve por tres
veces un par de semanas en todtmoos-rütte, el centro
terapéutico fundado por dürckheim en la selva negra .
Él trató de unir la meditación zen con la psicología de
Jung y redescubrió el cuerpo como lugar donde el ser
humano llega a ser él mismo y donde se produce la
experiencia espiritual . este descubrimiento fue para
mí, y para algunos hermanos de religión que estuvie-
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ron en rütte antes y después de mí, una importante
experiencia clave . las experiencias que tuvimos con el
conde dürckheim enriquecieron nuestra espiritualidad
porque nos hicieron sensibles a nuestro cuerpo . si yo
hablo mucho de confianza, pero mi cuerpo expresa lo
contrario, significa que la confianza está solamente en
la cabeza . pero precisamente con el cuerpo puedo ejer-
citar la confianza . por ejemplo, un joven que no tiene
confianza en sí mismo, que no consigue aceptarse, pue-
de, sin embargo, adquirir lentamente confianza en sí
mismo ejercitándose en permanecer en pie de modo
consciente . si se pone derecho como un árbol que está
profundamente enraizado en el terreno, entonces cre-
cen en él la estabilidad y la confianza, entonces se expe-
rimenta a sí mismo de manera diferente . a menudo es
de más ayuda un ejercicio con el cuerpo que muchas
palabras bienintencionadas . si no tiene ningún funda-
mento, ninguna confianza en sí mismo, es inútil decirle
que debe mirar más a sus lados positivos u otras cosas
parecidas .
Un día, el conde dürckheim habló de un joven que
había acudido a él para seguir una terapia . había en -
gor dado mucho, daba vueltas torpemente y no conse-
guía aceptarse con su cuerpo . ahora bien, en vez de
hablar con él de sus problemas y analizar sus sueños,
dürckheim practicó con él, en cada hora de terapia, el
ejercicio de mantenerse en pie . después de un par de
semanas, el joven no solo podía mantenerse erguido
de otra manera, sino que había llegado a ser otra perso-
na . algo había crecido en él, podía aceptarse, podía estar
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bien consigo mismo . Y así, el ejercicio de mantenerse
en pie había conseguido en él más que lo que habría
podido alcanzarse con un diálogo sobre sus problemas .
en el cuerpo no me encuentro solamente a mí mis-
mo, sino también a dios . nuestro cuerpo es el lugar
decisivo de nuestro encuentro con dios . es un interlo-
cutor importante no solo sobre el camino de nuestra
maduración humana, sino también en nuestro camino
espiritual, en el camino que nos lleva a dios . también
aquí el cuerpo tiene las dos funciones: barómetro e ins-
trumento . por un lado, nos indica cómo es nuestra
relación con dios, si nos hemos entregado a él de ver-
dad, si confiamos en él y nos abrimos a él . nos revela si
estamos centrados en el momento presente o nos halla-
mos dispersos, si estamos abiertos al dios presente, o
bien si huimos de él y de nosotros mismos, si dejamos
que dios entre en nuestro interior, o bien si nos cerra-
mos a él para aferrarnos a nosotros mismos . en el
cuerpo podemos al mismo tiempo ejercitar actitudes
importantes frente a dios y prepararnos para la expe-
riencia de dios .
en los gestos de la oración, tal como están difundi-
dos en todos los pueblos, nos ejercitamos en la actitud
de la veneración y de la adoración, de la apertura y de
la amplitud, del recogimiento y de la presencia interior .
los gestos nos ayudan a hacer experiencia de dios . a
algunas vivencias llegamos únicamente a través de
determinados gestos, y sin los gestos no son posibles
tales experiencias . por ejemplo, puedo reflexionar
sobre la grandeza de dios también mientras estoy tum-
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bado en la cama, pero únicamente puedo experimen-
tarla si caigo de rodillas y adoro a dios .
los gestos de la oración son expresión de nuestra
experiencia de dios y al mismo tiempo nos introducen
en ella . a menudo vislumbramos algo de la cercanía de
dios, de su amor y de su sublime grandeza . pero si no
podemos expresar esta vivencia, desaparece de nuevo .
la oración es una expresión de nuestra vivencia de
dios que mantiene viva esta experiencia, la intensifica
y la hace duradera . pero con frecuencia no podemos
expresar nuestra experiencia de dios con palabras,
porque está más allá de toda palabra . entonces, el
cuerpo es el órgano adecuado de expresión de tal expe-
riencia . al expresar lo que percibimos de dios en un
gesto, este se convierte para nosotros en auténtica
experiencia . no es ya una simple sensación, sino que a
través del gesto penetra al mismo tiempo en nuestra
inteligencia, en nuestro corazón, en nuestra sensibilidad
y en nuestro cuerpo, en nuestra conciencia y en nues-
tro inconsciente . tomamos conciencia de él en todas
las dimensiones de nuestro ser .
muchas veces, sin embargo, realizamos los gestos
de la oración sin expresar con ellos nuestra vivencia de
dios en cada momento particular . los hacemos por-
que –por ejemplo, en la liturgia– «es lo que toca», porque
los hacen todos o porque forman parte del rito en
cuestión . con todo, el hecho de realizar un gesto que
se nos impone desde fuera puede provocar también en
nosotros una experiencia . el gesto exterior favorece
una actitud interior y una vivencia interior . al abando-
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narnos al gesto, entramos en contacto con el vislumbre
de dios que está ya presente en nuestro corazón, pero
a menudo oculto bajo la superficie de la conciencia
cotidiana .
orar con el cuerpo nos ayuda, sobre todo en momen-
tos de vacío interior, a permanecer adheridos a dios a
pesar de todo; nos ayuda a abrirnos de nuevo a él y a
cultivar la sensibilidad hacia él . esta fue la experiencia
de roger schutz, el prior de taizé . a propósito de su
oración con los gestos escribe estas palabras:
«no sabía cómo debía orar sin implicación del
cuerpo . hay periodos en los que tengo la impre-
sión de que oro más con mi cuerpo que con mi
espíritu . Una oración sobre el suelo desnudo: me
arrodillo, me postro en tierra, observo el lugar
donde se celebra la eucaristía, aprovecho la quie-
tud que sosiega e incluso los ruidos que llegan del
pueblo . el cuerpo está ahí, muy presente, para
escuchar, para comprender, para amar . ¡Qué ridí-
culo es querer prescindir de él!» .
los gestos de la oración nos hacen experimentar
algo de dios, pero al mismo tiempo nos llevan también
a una nueva experiencia de nosotros mismos . tenemos
experiencia de nosotros mismos ante dios de un modo
nuevo . los gestos de la oración nos ofrecen una mane-
ra saludable de percibirnos a nosotros mismos, una
vivencia que nos sana . experimentamos algo de nues-
tra apertura y libertad interior, por ejemplo, si nos
situamos ante dios con los brazos extendidos (postura
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del orante) . nosotros solos no llegaríamos a la idea de
adoptar tal postura . el gesto de la oración nos da la
valentía para hacerlo, nos pone en relación con dios .
experimentamos que estamos orientados hacia dios
con todo nuestro ser . Y mientras nos orientamos hacia
dios, en nuestro interior devenimos rectos, devenimos
sanos . los gestos de la oración desearían llevarnos a
esta auto-experiencia de la persona redimida y sana . Y
a esta experiencia de nosotros mismos solo podemos
llegar si nos entregamos a dios en los gestos . si segui-
mos girando egocéntricamente y realizamos solo los
gestos que responden a nuestro estado de ánimo, ter-
minamos teniendo una experiencia de nosotros mis-
mos muy reducida . descubrimos en nosotros muchos
ámbitos y posibilidades solamente si en los gestos
orientamos nuestro cuerpo hacia dios y nos dejamos
llevar por él a la recta medida, a la forma de nuestra
verdadera imagen que nos sana .
en los cursos que impartimos en la hospedería de
nuestro monasterio enseñamos a practicar los gestos
de la oración que la liturgia nos propone y que están
difundidos en la tradición religiosa de la mayoría de
los pueblos . también tratamos de interpretar algunos
textos bíblicos mediante los gestos . cuando ayudamos
a ejercitar los gestos de la oración, no nos proponemos
enseñar posturas correctas, como en un cursillo para
monaguillos . lo principal no es que yo realice correc-
tamente los gestos, sino que mediante los gestos llegue
a ser justo, que adopte la disposición y la actitud
correctas frente a dios . la práctica de los gestos es un
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experimento con nosotros mismos: experimentamos
cómo nos sentimos al realizar determinados gestos,
qué efectos producen en nosotros, si podemos iniciar
algo con ellos o no, si suscitan alguna resistencia en
nosotros o bien son los gestos que nos convienen . no
se trata, por tanto, de adoptar por la fuerza, a través de
los gestos, una actitud o de dejarse determinar por un
elemento externo, sino de abandonarnos sin prejuicios
a algo que ya existe para descubrir lo que sucede en
nosotros . al hacer este experimento, podemos tratar
de encontrar palabras interiores que correspondan a
los gestos, o bien podemos simplemente orar con nues-
tro cuerpo, tratar sencillamente de descubrir cómo nos
sentimos al realizar el gesto y cómo tenemos experien-
cia de dios en él .
cada gesto suscita en nosotros un recuerdo . a veces
son recuerdos que nos hieren . en ese caso, se crea en
nosotros una resistencia contra tales gestos . pero tam-
bién así el gesto es una fuente importante de conoci-
miento de mí mismo, me indica hasta qué punto ha
quedado profundamente grabada en mí una herida . si
trato de realizar el gesto sin prejuicios, seré capaz de
sanar la herida .
los gestos de la oración y los gestos que la Biblia
nos propone tienen una eficacia salutífera, nos llevan a
adoptar la actitud justa ante dios, pero al mismo tiem-
po nos llevan también a una disposición espiritual
saludable . si en los gestos de la oración nos abrimos a
dios, entonces se abren de par en par también en nues-
tro cuerpo y en nuestra alma espacios que de lo contra-
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rio permanecerían cerrados . Y de este modo podemos
tener experiencia de nosotros mismos de una manera
nueva, como personas que no somos de la tierra ni
estamos apegados a ella, sino que nuestro origen está
en dios, y como hijos e hijas de dios respiramos una
apertura y libertad interior que difícilmente podemos
sentir en nuestros papeles cotidianos . para compren-
der mejor el efecto sanador de los gestos de la oración
expondremos en primer lugar algunas ideas sobre la
unidad de cuerpo y alma, y sobre la fuerza salutífera de
los gestos .
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