Maldita - por Alberto Buitre

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Maldita

por Alberto Buitre

D.R. 2011

1

“Amo a mi patria casi infinitamente,

como se podría amar a un hijo imbécil o malvado”.

- Ricardo Garibay

2

El buitre, el sicario y la presa

Sobre el último techo de la ciudad

se fuga un buitre negro,

sus alas cortan el aire,

blande sus plumas como dagas,

en silencio,

absorbe la miseria en el oleaje del viento,

vuelan metrallas:

un hombre dispara,

mira a la bestia escapar.

Ese buitre,

carne de cañón del mundo,

3

lleva bajo sus garras la primera península del país,

hendidas en el campo norteño,

abren los escollos de la tierra,

-Desiertos,

Selvas,

Sierras

Y mares-,

Y su sangre brota cayendo sobre el resto,

La patria y sus flores poco a poco se tiñen de rojo,

Mientras el buitre vuela,

Negro,

Perseguido por las balas,

Abajo un sicario intenta abatirlo.

El hombre rafaguea su Kaláshnikov-

Apunta a las alas,

apunta al dorso,

4

apunta a la cabeza,

apunta a las garras,

apunta al cielo nublado,

a las flores,

a las escuelas y a los hospitales;

apunta y no lo hiere,

hiere al País,

apunta y no lo mata,

mata al País.

El País se muere dos veces:

desgarrado,

abatido.

El País se muere tres veces:

desgarrado,

abatido,

desgraciado.

5

Se puede ver al buitre cargando la nación,

quebrando las nubes,

chorreando hiel,

como un cuerno abundante,

roto,

se va quedando estéril,

a pedazos,

carne violada,

hombre que llora,

mujer que calla,

todo cae al suelo.

Todo se lo comen las ratas,

trocitos de nación,

la bandera destazada,

el pico del águila,

la cola de la serpiente,

el lábaro bajo sus fauces,

6

un revoltijo de baba y sangre,

la patria deshilvana,

-¿Cuál patria?-,

tela roída,

cabezas exhibidas,

cuerpos coagulados en las portadas de los diarios,

la rabia,

-¿Cuál rabia?-,

Esta patria.

El buitre escapa.

El sicario permanece.

El país yace en medio,

entre el viento y el fuego,

atrapado,

castigado,

sujeto con sus montañas a las nubes de pólvora,

7

guerrilleros,

soldados,

mercenarios,

niños,

niñas,

mexicanos…

Recién paridos,

quedan volando;

sueltos entre la tierra y la nada,

asidos a las garras del animal como un polluelo famélico,

ausente de esperanza,

carente de razón,

perdidos,

pobres,

ilusos,

mexicanos…

van hechos presa de un buitre negro,

8

blanco de un narco cazador

¿Dónde caerá?

Vuela no muy alto,

en un cielo de buitres,

abajo otros buitres;

apuntan…

¡BAM!

Cae la nación.

9

Súplica

Hiel es este instante en que te odio.

Esta hoja y esta noche.

Al alba tus miedos,

Y en ellos vivo,

En ellos muero.

Con tus ausencias me sacrifico,

De tus pecados me alimento.

Lo cierto, veneno,

Que de ti brota el cebo bacanal,

Lustroso terciopelo donde me pierdo,

Efímero cuerpo,

Patria,

10

Puta sorda,

Vuelve, por favor.

A una mujer perseguida

Ríos de sangre

Maquillaje al cacique.

La rabia.

Una mujer asesinada,

Un peso en su bolsa,

Oro tendido,

Un favor cobrado,

Miles de ladrillos al reino,

La muerte detrás de la muerte,

11

Aquel espacio en negro,

Vacío para siempre.

La voz de lo privado

Llena las calles;

De entre sus muros huye

Como aliento de hadas,

La protesta.

Sus manos,

Que aún sostienen la vida,

Mientras su cuerpo,

Unido de espaldas,

Con el sostén del alma,

A la tierra.

Nace de nuevo en los archivos,

12

En los diarios,

En el puño de cada una y otra,

Nace cien veces,

Más en el llanto,

En el grito,

En la lucha.

Se vuelve piedra contra los altares.

Otro gemido,

La garganta muda de Cristo,

La huida de Magdalena

Y otro crimen de Pedro,

El persecutor,

El judicial,

El asesino,

El gobernador.

El criminal,

13

El obispo.

El ejecutor,

El juez.

El marido,

El marido.

Una mujer presa por aborto,

Mira a través del fierro

La vista incisiva del uniformado.

Abate los sueños al rincón,

Pierde sus derechos,

Denuncia,

Y como carroña fresca,

Le exponen,

Le exhiben las entrañas,

Amarrándola al lastre de un juicio lánguido,

Le atropellan con maquinaria de cruces,

14

La vuelven pobre,

Más pobre, dicen,

Más mujer.

Cálida,

Seca,

La casa está vacía,

Los niños tienen hambre,

El frio todo lo invade.

Un señor con disfraz de abogado,

Cuestiona a la doliente: “Había otras opciones”.

Amargo,

Resopla el bigote,

El rostro del patriarcado.

La daga misógina,

El puño vulgar y el hombre

15

(¿Qué es un hombre?),

Azota la puerta detrás.

Cada vez mujer más,

Blande las piernas,

Toma con fuerza la vida al caminar.

Se hace al tiempo,

Retoca la Constitución,

No pide permiso,

Se escabulle entre sus generaciones,

Esconde los libros,

Lanza bombas de palabras,

Consignas,

Frutos secos de huercos secos,

Platos huecos,

Cocinas vacías,

16

Quiebra lo privado,

Y vuelve a la calle febril,

Febril,

Frontal,

Pública,

A risotadas se come las oficinas,

Coge y no muere,

Gobierna de pie,

Pare y no muere,

Se casa de pie,

Estudia y no muere,

Loca,

Vive de pie.

17

Perro de color gris

Su tragedia es el prejuicio.

Va señalado,

Perro callejero,

Sin dueño,

Apedreado hasta pulverizar su suerte,

Acaso,

Miserable,

Furtivo,

Fantasma bastardo.

18

Pero en su tragedia,

Yace mestizo,

Sueño malparido

Entre el negro y el blanco;

Hijo errante,

Gitano, serbio, argelino,

Poeta sin ambiciones,

Mediocre,

Perdido,

Es.

Sobrio,

Ausente,

No desesperado,

Ni grotesco,

Ni valiente

Ni herido,

19

Victorioso en la penumbra,

Sin color,

Existe.

20

La calle

Pies humeantes,

Esconde los crímenes que se cometen en las oficinas.

Cerca celosa el paso de los amantes

Soporta el peso de su culpa

Sus genitales hinchados

Y les abre paso.

Se arrastra furtiva

Vestida de sol y de lluvia.

Se viste de todas las personas,

21

Todos los lugares,

Todos los caminos,

Se viste de ratas,

Poetas,

Abogados

Y niños.

Se viste del centro del mundo,

Visto desde el fondo de la tierra.

Hay días en los que la calle

Es la muerte,

Un tendido de sangre

Que pisan culpables

E inocentes.

La calle es la cárcel del Presidente,

Un deleite de piratas,

22

El cadalso del pobre,

La casa del pobre,

El ataúd sin clavos

De políticos, infieles

Y pobres.

En la calle se aprende a matar,

A disparar plomo y palabras.

Aquí nacen los borrachos

Que beben con adolescentes

Que se acuestan con señoras

Comen humo de cigarro

Y vomitan.

La calle es su escuela,

La calle es su madre y su padre

Un amplia mesa,

Longeva

23

-pútrida convivencia-,

De enemigos fieles,

De piernas cerradas,

De tacones altos,

Zapatos azules,

Fantasías perdidas,

Piedras calientes.

La calle es el gris del cielo.

24

La madre

La madre cree poder.

Desenvaina los filos,

Amarra los hilos de su miedo,

Y vuelto abrazo,

Rodeándolo de heridas.

Asalta al hijo.

El hijo llora.

La madre calla.

El hijo llora.

25

La madre habla,

Grita,

Calla, ¡calla!

El hijo calla.

Esperanza perdida,

El tiempo implacable,

Una cuna vacía.

La madre se sienta a la mesa

En una mesa para tres.

Valiente,

Afronta la ausencia,

Huérfana,

Niña,

Parte el pan para dos sillas vacías.

El hijo y el esposo la miran.

26

Vuelcan el plato.

Cierran la garganta.

Casi mudos, claman:

“Están muertos”

La madre sonríe,

Descubierta,

Solloza y no soporta.

El pan permanece,

Llena las bocas de la mesa

Y absorbe

Con un toque

La sangre y el llanto.

Mientras el alma,

-Corazón resquebrajado en un plato-.

Aburrida,

Yace en migajas,

27

La tierra

La espalda del mundo,

Un día común.

Languidece febril,

la tierra.

A cada paso del rey conquistado,

Un nido de polvo cubre las tierras de su imperio.

Sofocante maldad,

Su pecho erguido al cielo.

28

La paz desierta,

Un coro de voces quebradas,

Fuego que corre vertical.

Niños que no nacen,

Agua que no hay,

El penacho,

prodigio usurpado.

Una bala de cañón al inocente,

Un día común.

Sonrisas medianas,

Un zumbido de mil medusas,

de mil cabezas,

Brotan del umbral magnético.

El nido de los poderosos,

La tumba de un pueblo.

29

El ritmo, cortado.

La calma, sincopada.

La eternidad:

Una parvada de colibrís que pierden su color.

Confusos.

Histéricos.

Hambrientos.

Sobre los cerros,

Una mujer de niebla se echa a dormir.

Da un beso a la ausencia.

Duerme con un brazo sujeto a la tierra

Atomizada.

Crucificada a medias,

Sin fuerzas para escapar.

Acostada.

30

Con el vientre lleno de nubes,

Erguido,

Pintando de rojo sobre azul.

Con su pelo tieso,

Atrapado entre los sueños y

La amenaza del salvaje cemento.

El dinero de las máquinas

Que construyen a la sombra de su cuerpo,

Infectando sus pies de hierro y asbesto.

Sin poder hacer nada,

Un día se le desvanece el oriente,

Al siguiente el sur.

A pedazos le roban los siglos.

Mutilada.

Volviéndose polvo de agua.

31

Abajo las hierbas de un verde artificial.

Las letras, el baile.

Abajo.

Se esparce el viento, abajo.

Una cuchilla helada sobre el lomo de los pobres.

Una sábana húmeda que no calma la fiebre.

La tierra que no vi y no vuelve.

32

Las flores

A la distancia,

Todas ellas lucen marchitas,

Seducen la imaginación en postales de hotel.

Retienen un cigarrillo entre sus labios,

Despiertas,

Con la mirada inserta en el vacío,

Fotografías en sepia,

Pétalos misteriosos

Cubren su llanto.

33

Miran y provocan

Hinchan sus labios.

Enmarañan su pelo,

Jodidas,

Visten de humo y carne,

La punta de sus dedos.

Son orquídeas,

Son Espinas,

Las flores,

Cardos sueltos en el cielo.

34

¡Mentira!

Autonomía de la prensa,

Aliciente de fantoches.

Se despiertan cada mañana,

Comen hot cakes con mermelada cara,

Babean el micrófono con savia corrupta.

Mentira,

¡mentira!

Manejan autos blindados

Huyen de las palabras,

Del grosor de la calle,

35

De libretas en blanco

Beben coñac de cinco o dos letras

Y escriben: “Yo soy la verdad”,

Juzgan al mundo,

Sentados,

Se esconden en revistas de colores

Plumas hipócritas,

Nudos de corbata,

De garganta,

Nudos de dinero y cocaína.

Toman la mano del presidente,

Cargan el pesado maletín del gobernador,

Con sus manos,

Las que detallan,

Las que defecan,

Las que maquillan,

Las que besan,

36

Las que fotografían el sillón nuevo de la oficina,

Piel de dólares.

Esclavos,

Fantoches,

Beben sangre de periodistas

Se limpian el culo con el mundo y su potestad.

Un día,

Un periodista,

Una mentira más.

37

Sueño

Me vence el sueño,

Lo sueños van cayendo uno a uno de mi cabeza,

Me vence el sueño,

Los sueños cortan mi cabeza.

Me vence el sueño

Una sórdida masa de ideas se difumina.

La vida de pronto parece filmada en sepia,

En una tarde de sol

Quemante

Blanquizco exuberante,

38

Todo visto a en el vaho sepia

De los ojos que ya no ven.

Me vence el sueño

Y las letras son minúsculas,

Cobardes,

Burlonas patitas de hadas

Que taladran el papel.

Me vence el sueño

La cerveza se escurre por las comisuras de mi boca,

Mi mujer me abandonó en la cama,

Inútil,

Mi espalda al aire es una masa de reproches.

Holgazán,

Gordo,

Ebrio.

39

Me vence el sueño y no duermo.

Muero de sueño y no muero.

Alicia

Regala paletas

Por un vodka,

un cliente

una canción.

Va ebria,

Camina el día,

Una cantina a la vez.

Alicia,

40

Con sus ojos derruidos,

Balbucea aventuras,

Risas,

Pide otro vodka

Y otra canción.

Perturbada,

Dormita en el fondo del vaso.

A la sombra,

Cuando casi todos se han ido,

Se saca la blusa,

Corruga el sostén,

Se descuelga las tetas

Y pide esquina.

A la sombra,

41

Vuelve,

Bebe,

Moja sus dedos en el resto de sus labios,

Secos,

Ríe sonrisa seca,

Vida seca,

Ojos secos.

Lleva la mano a la entrepierna de su próximo patrón;

Le toma el miembro,

Con un puño,

Se aferra al mundo,

Lo aprieta fuerte

Para no caer.

Termina.

Vuelve a beber.

Acaba,

Pide otro vodka

42

Y otra canción.

Pesadumbre

Sonríe, mira.

Maldice con sus ojos la alegría

De un instante a segundos,

A minutos,

A tiempos olvidados,

Esperados.

Ella,

Desastres y consuelos;

Pone nubes en la cabeza

43

Hace florecer mil cardos en el suelo.

Nace en el calor,

Atomiza los caminos de Dios;

Oscura,

Se colma en los hombres que le ruegan bendiciones.

Desvanece a sus hijos en ansias,

Harta de hambre sus cuerpos,

de sus brazos,

de su estar.

De su puño inquietante;

De su maraña de dedos

Ella,

44

Oscura,

Barrena sus pechos

con agujas de espadero.

En el recuerdo,

Tortura vacía de amor.

Se esconde entre paréntesis de la vida,

A la sombra

Hunde su beso.

Pesadumbre en el corazón.

45

Rogelio y Teresa

Pan,

Pedacitos de pan,

Al borde del plato,

Rogelio,

Aceitunas y sal,

Traspasa su mano,

Fría,

Áspera,

46

Se envuelve

En la palma de Teresa.

La eleva y la besa,

Brinda

(Tacita de aliento)

Absorbe amor de su puño.

Rogelio y Teresa,

Simple en la vida,

Comen y juegan

Comparten la mesa

Y parten el pan para dos.

47

Cliente preferencial

Oído sordo,

Una caja que vuelve loco,

El lado opuesto

De un muro acolchonado

Donde el ser

Es la nada

Y la nada

Es lo que existe.

48

Cada minuto en él

Es una pared que se achica

Es espacio se vuelve humo,

Polución,

cáncer para la vida.

49

La guerra

Piedra, verde.

Puño, verde.

Padre, verde.

Muerte, verde.

Violación constitucional, verde.

Violación de género, verde.

Violencia, verde.

Sangre que corre, verde.

Inocente, verde.

50

Impunidad, verde.

Policía, verde.

Calle, verde.

Falso, verde.

Miedo, verde.

Horror, verde.

Terror, verde.

Grotesco, verde.

Desesperado, verde.

Urgencia, verde.

Estado de sitio, verde.

Presidente -¿Presidente?-, verde.

Juárez, verde.

Michoacán, verde.

Sinaloa, verde.

Nuevo León, verde.

La montaña, verde.

51

Las Huastecas, verde,

Toda la tierra, verde.

El pinche gringo, verde.

La mota, verde.

Presupuesto, verde,

Hipocresía, verde.

Partido verde.

Rojo blanco y verde.

El cambio -¿Cuál cambio?-, azul con verde.

Mafia, verde.

Tribunal, verde.

Fraude, verde,

Fraude, verde.

Fraude, verde,

La guerra, verde.

Mil niños asesinados en medio de un fuego, verde.

Lágrima, verde.

52

Exilio, verde.

Un país, verde.

Se hunde, verde.

Se muere, verde.

53

Dios

Escucha,

escuadra,

hombre,

varón de cielos,

estirpe colgada al sol;

otra veces te paraste inquieto,

uniforme y valeroso,

confiado de tus victorias,

54

orgulloso de tus batallas

¿Qué hiciste de bueno, entonces?

Mataste hombres,

violaste mujeres,

humillaste ancianos,

heriste a todos con el mismo objeto,

amargaste el susurrar de las orquídeas,

fuiste el milagro

y la caída del milagro.

Hombre elocuente que proclamaste la vida

¿Dónde está hoy tu doctrina?

Hombre que quisiste anclar el tiempo

¿Dónde están hoy tus utopías?

¿Por qué caminas tan cansado?

¿Se te ha hecho tarde ya?

Te encuentras confundido,

55

de pie,

observando tu trabajo,

desconfiando de los quehaceres de la juventud.

Los crees tus hijos,

fieles,

esperando la sonata de la misa;

pero no quieren imitarte,

ya no tocan el violín para ti;

ya no cubren la noche con la estirpe de las estrellas,

ya no alzan el reino para ti.

Ya no gritan: ¡Qué buenos somos!

¡Qué felices! ¡Inmortales nos hemos vuelto!

Tu poder no envuelve a las minorías,

no les convences,

están hartos.

Te escuchan con hastío,

Envuelven tu cruz con trapos negros y te pierden.

56

Yaces en la oscuridad de los temores.

La mujer se pinta los labios,

disfraza sus ojos,

tú,

perdido;

ella,

empoderada,

encontrada,

absuelta,

es el día de su belleza;

baila con su risa;

escribe música,

un nuevo mundo,

exhala puro fuego,

inhala ternura

que es el fuego manso,

57

come junto al pobre

que es la Navidad.

Hoy tus hijos,

desdeñados,

herejes,

impuros,

salen a la noche,

secuestran a Francisco,

le roban sus ciruelas y sus higos,

desechan la nostalgia,

se toman de la mano y repiten:

¡Dios ha muerto!

¡Dios ha muerto!

¡Sirvan el vino!

58

Los que huyen

Recorriendo palmo a palmo las paredes planetarias,

la sombra del destierro los persigue.

Una familia descarnada, alejándose.

Una y otra,

se encuentran y hacen más.

Los países se van formando de extraños,

agazapados,

sonrientes con armas en mano.

59

Crece el miedo.

Una historia común en los diarios,

en los blogs de reporteros sibaritas del tercer mundo.

Caen en las banquetas los niños,

los hospitales se llenan de madres y padres clementes.

Colapsan las fábricas,

el dinero se traga los trabajos,

come carne enferma y no hay lugar seguro

¿Es acaso esto el mundo?

La guerra.

Un lugar común.

Políticos y hediondos.

Su razón:

un futuro sin crueldad.

Esperanzas en una tierra que no conocen

60

Bofetadas, crueles, inhumanas,

Castigo,

La vuelta a la tumba de sus muertos.

Lo grotesco de la desesperación.

Los rostros descompuestos,

la nación.

La savia del mundo que alimenta a hombres, a mujeres, al mundo,

El mundo,

abatido ante las ágoras personales de Ciorán,

desesperado,

esclavo,

sin escapatoria.

61