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MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA (1847)1
Karl Marx y Friedrich Engels
PREFACIO DE F. ENGELS A LA EDICION ITALIANA DE 1893
A los lectores italianos
La publicacin del "Manifiesto del Partido Comunista" coincidi, por decirlo as,
con la jornada del 18 de marzo de 1848, con las revoluciones de Miln y de Berln
que fueron las insurrecciones armadas de dos naciones que ocupan zonas
centrales: la una en el continente europeo, la otra en el Mediterrneo; dos
naciones que hasta entonces estaban debilitadas por el fraccionamiento de su
territorio y por discordias intestinas que las hicieron caer bajo la dominacin
extranjera. Mientras Italia se hallaba subyugada por el emperador austraco, el
yugo que pesaba sobre Alemania el del zar de todas las Rusias no era menos
real, si bien ms indirecto. Las consecuencias del 18 de marzo de 1848 liberaron
a Italia y a Alemania de este oprobio. Entre 1848 y 1871 las dos grandes naciones
quedaron restablecidas y, de uno u otro modo, recobraron su independencia, y
este hecho, como deca Carlos Marx, se debi a que los mismos personajes que
aplastaron la revolucin de 1848 fueron, a pesar suyo, sus albaceas
testamentarios.
La revolucin de 1848 haba sido, en todas partes, obra de la clase obrera:
ella haba levantado las barricadas y ella haba expuesto su vida. Pero fueron slo
los obreros de Pars quienes, al derribar al gobierno, tenan la intencin bien
precisa de acabar a la vez con todo el rgimen burgus. Y aunque tenan ya
conciencia del irreductible antagonismo que existe entre su propia clase y la
burguesa, ni el progreso econmico del pas ni el desarrollo intelectual de las
masas obreras francesas haban alcanzado an el nivel que hubiese permitido
llevar a cabo una reconstruccin social. He aqu por qu los frutos de la
revolucin fueron, al fin y a la postre, a parar a manos de la clase capitalista. En
otros pases, en Italia, en Alemania, en Austria, los obreros, desde el primer
momento, no hicieron ms que ayudar a la burguesa a conquistar el poder. Pero
en ningn pas la dominacin de la burguesa es posible sin la independencia
nacional. Por eso, la revolucin de 1848 deba conducir a la unidad y a la
independencia de las naciones que hasta entonces no las haban conquistado:
Italia, Alemania, Hungra. Polonia les seguir.
As, pues, aunque la revolucin de 1848 no fue una revolucin socialista,
desbroz el camino y prepar el terreno para esta ltima. El rgimen burgus, en
virtud del vigoroso impulso que dio en todos los pases al desenvolvimiento de la
gran industria, ha creado en el curso de los ltimos 45 aos un proletariado
1 La comunitat inconfessable, http://www.lacomunitatinconfessable.cat/karl-marx-y-
friedrich-engels-%E2%80%93-manifiesto-del-partido-comunista-1847/, Julio 12, 2013
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numeroso, fuerte y unido y ha producido as para emplear la expresin del
"Manifiesto" a sus propios sepultureros. Sin restituir la independencia y la
unidad de cada nacin, no es posible realizar la unin internacional del
proletariado ni la cooperacin pacfica e inteligente de esas naciones para el logro
de objetivos comunes. Acaso es posible concebir la accin mancomunada e
internacional de los obreros italianos, hngaros, alemanes, polacos y rusos en las
condiciones polticas que existieron hasta 1848.
Esto quiere decir que los combates de 1848 no han pasado en vano;
tampoco han pasado en vano los 45 aos que nos separan de esa poca
revolucionaria. Sus frutos comienzan a madurar y todo lo que yo deseo es que la
publicacin de esta traduccin italiana sea un buen augurio para la victoria del
proletariado italiano, como la publicacin del original lo fue para la revolucin
internacional.
El "Manifiesto" rinde plena justicia a los servicios revolucionarios prestados
por el capitalismo en el pasado. La primera nacin capitalista fue Italia. Marca el
fin del medioevo feudal y la aurora de la era capitalista contempornea la figura
gigantesca de un italiano, el Dante, que es a la vez el ltimo poeta de la Edad
Media [109] y el primero de los tiempos modernos. Ahora, como en 1300,
comienza a despuntar una nueva era histrica. Nos dar Italia al nuevo Dante
que marque la hora del nacimiento de esta nueva era proletaria?
Federico Engels
Londres, 1 de febrero de 1893
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MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA
Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la
vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa
y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.
Qu partido de oposicin no ha sido motejado de comunista por sus
adversarios en el poder? Qu partido de oposicin a su vez, no ha lanzado, tanto
a los representantes de la oposicin, ms avanzados, como a sus enemigos
reaccionarios, el epteto zahiriente de comunista?
De este hecho resulta una doble enseanza:
Que el comunismo est ya reconocido como una fuerza por todas las
potencias de Europa.
Que ya es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero
sus conceptos, sus fines y sus tendencias, que opongan a la leyenda del fantasma
del comunismo un manifiesto del propio partido.
Con este fin, comunistas de las ms diversas nacionalidades se han reunido en
Londres y han redactado el siguiente "Manifiesto", que ser publicado en ingls,
francs, alemn, italiano, flamenco y dans.
I
BURGUESES Y PROLETARIOS 2
La historia de todas las sociedades hasta nuestros das3 4es la historia de las
luchas de clases.
2 Por burguesa se comprende a la clase de los capitalistas modernos, que son los
propietarios de los medios de produccin social y emplean trabajo asalariado. Por
proletarios se comprende a la clase de los trabajadores asalariados modernos, que,
privados de medios de produccin propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo
para poder existir. (Nota de F. Engels a la edicin inglesa de 1888).
3 Es decir, la historia escrita. En 1847, la historia de la organizacin social que precedi a
toda la historia escrita, la prehistoria, era casi desconocida. Posteriormente, Haxthausen ha descubierto en Rusia la propiedad comunal de la tierra; Maurer ha demostrado que
sta fue la base social de la que partieron histricamente todas las tribus germanas, y se
ha ido descubriendo poco a poco que la comunidad rural, con la posesin colectiva de la
tierra, ha sido la forma primitiva de la sociedad, desde la India hasta Irlanda. La
organizacin interna de esa sociedad comunista primitiva ha sido puesta en claro, en lo
que tiene de tpico, con el culminante descubrimiento hecho por Morgan de la verdadera naturaleza de la gens y de su lugar en la tribu. Con la desintegracin de estas
comunidades primitivas comenz la diferenciacin de la sociedad en clases distintas y,
finalmente, antagnicas. He intentado analizar este proceso en la obra "Der Ursprung der
Familie, des Privateigentums und des Staats" (El origen de la familia, la propiedad privada
y el Estado). 2 edicin, Stuttgart, 1866. (Nota de F. Engels a la edicin inglesa de 1888).
Vase el tercer tomo de la presente edicin. (N. de la Edit.).
4 54. Engels incluy asimismo esta nota en la edicin alemana del "Manifiesto del Partido
Comunista" de 1890, omitiendo nicamente la ltima frase.- 111
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Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, seores y siervos, maestros 5y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre,
mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta;
lucha que termin siempre con la transformacin revolucionaria de toda la
sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.
En las anteriores pocas histricas encontramos casi por todas partes una
completa diferenciacin de la sociedad en diversos estamentos, una mltiple
escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios,
caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, seores feudales, vasallos,
maestros, oficiales y siervos, y, adems, en casi todas estas clases todava
encontramos gradaciones especiales.
La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la
sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Unicamente ha
sustituido las viejas clases, las viejas [112] condiciones de opresin, las viejas
formas de lucha por otras nuevas.
Nuestra poca, la poca de la burguesa, se distingue, sin embargo, por
haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividindose,
cada vez ms, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se
enfrentan directamente: la burguesa y el proletariado.
De los siervos de la Edad Media surgieron los vecinos libres de las
primeras ciudades; de este estamento urbano salieron los primeros elementos de
la burguesa.
El descubrimiento de Amrica y la circunnavegacin de Africa ofrecieron a
la burguesa en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la India y
de China, la colonizacin de Amrica, el intercambio de las colonias, la
multiplicacin de los medios de cambio y de las mercancas en general
imprimieron al comercio, a la navegacin y a la industria un impulso hasta
entonces desconocido y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento
revolucionario de la sociedad feudal en descomposicin.
La antigua organizacin feudal o gremial de la industria ya no poda satisfacer la
demanda, que creca con la apertura de nuevos mercados. Vino a ocupar su
puesto la manufactura. El estamento medio industrial suplant a los maestros de
los gremios; la divisin del trabajo entre las diferentes corporaciones desapareci
ante la divisin del trabajo en el seno del mismo taller.
Pero los mercados crecan sin cesar; la demanda iba siempre en aumento.
Ya no bastaba tampoco la manufactura. El vapor y la maquinaria revolucionaron
entonces la produccin industrial. La gran industria moderna sustituy a la
manufactura; el lugar del estamento medio industrial vinieron a ocuparlo los
industriales millonarios jefes de verdaderos ejrcitos industriales, los
burgueses modernos.
5 Zunfbrger, esto es, miembro de un gremio con todos los derechos, maestro del mismo,
y no su dirigente. (Nota de F. Engels a la edicin inglesa de 1888).
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La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el
descubrimiento de Amrica. El mercado mundial aceler prodigiosamente el
desarrollo del comercio, de la navegacin y de los medios de transporte por tierra.
Este desarrollo influy, a su vez, en el auge de la industria, y a medida que se
iban extendiendo la industria, el comercio, la navegacin y los ferrocarriles,
desarrollbase la burguesa, multiplicando sus capitales y relegando a segundo
trmino a todas las clases legadas por la Edad Media.
La burguesa moderna, como vemos, es ya de por s fruto de un largo
proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en el modo de produccin y de
cambio.
Cada etapa de la evolucin recorrida por la burguesa ha ido acompaada
del correspondiente progreso poltico. Estamento oprimido bajo la dominacin de
los seores feudales; asociacin [113] armada y autnoma en la comuna6, en
unos sitios Repblica urbana independiente; en otros, tercer estado tributario de
la monarqua; despus, durante el perodo de la manufactura, contrapeso de la
nobleza en las monarquas estamentales o absolutas y, en general, piedra angular
de las grandes monarquas, la burguesa, despus del establecimiento de la gran
industria y del mercado universal, conquist finalmente la hegemona exclusiva
del poder poltico en el Estado representativo moderno. El Gobierno del Estado
moderno no es ms que una junta que administra los negocios comunes de toda
la clase burguesa.
La burguesa ha desempeado en la historia un papel altamente
revolucionario.
Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesa ha destruido las
relaciones feudales, patriarcales, idlicas. Las abigarradas ligaduras feudales que
ataban al hombre a sus superiores naturales las ha desgarrado sin piedad para
no dejar subsistir otro vnculo entre los hombres que el fro inters, el cruel pago
al contado. Ha ahogado el sagrado xtasis del fervor religioso, el entusiasmo
caballeresco y el sentimentalismo del pequeo burgus en las aguas heladas del
clculo egosta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha
sustituido las numerosas libertades escrituradas y adquiridas por la nica y
desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotacin
velada por ilusiones religiosas y polticas, ha establecido una explotacin abierta,
descarada, directa y brutal.
6 Comunas se llamaban en Francia las ciudades nacientes todava antes de arrancar a
sus amos y seores feudales la autonoma local y los derechos polticos como tercer
estado. En trminos generales, se ha tomado aqu a Inglaterra como pas tpico del
desarrollo econmico de la burguesa, y a Francia como pas tpico de su desarrollo
poltico. (Nota de F. Engels a la edicin inglesa de 1888.)
As denominaban los habitantes de las ciudades de Italia y Francia a sus comunidades
urbanas, una vez comprados o arrancados a sus seores feudales los primeros derechos
de autonoma. (Nota de F. Engels a la edicin alemana de 1890).
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La burguesa ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta
entonces se tenan por venerables y dignas de piadoso respeto. Al mdico, al
jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en
sus servidores asalariados.
La burguesa ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubra
las relaciones familiares, y las ha reducido a simples relaciones de dinero.
La burguesa ha revelado que la brutal manifestacin de fuerza en la Edad
Media, tan admirada por la reaccin, tena su complemento natural en la ms
relajada holgazanera. Ha sido ella la primera en demostrar lo que puede realizar
la actividad humana; [114] ha creado maravillas muy distintas a las pirmides de
Egipto; a los acueductos romanos y a las catedrales gticas, y ha realizado
campaas muy distintas a las migraciones de pueblos y a las Cruzadas.7
La burguesa no puede existir sino a condicin de revolucionar
incesantemente los instrumentos de produccin y, por consiguiente, las
relaciones de produccin, y con ello todas las relaciones sociales. La conservacin
del antiguo modo de produccin era, por el contrario, la primera condicin de
existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolucin continua
en la produccin, una incesante conmocin de todas las condiciones sociales,
una inquietud y un movimiento constantes distinguen la poca burguesa de
todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su
cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las
nuevas se hacen aejas antes de llegar a osificarse. Todo lo estamental y
estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven
forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones
recprocas.
Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos,
la burguesa recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes,
establecerse en todas partes, crear vnculos en todas partes.
Mediante la explotacin del mercado mundial, la burguesa ha dado un
carcter cosmopolita a la produccin y al consumo de todos los pases. Con gran
sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las
antiguas industrias nacionales han sido destruidas y estn destruyndose
7 55. Las Cruzadas: campaas militares de colonizacin del Oriente emprendidas por los grandes seores feudales de Europa Occidental, por los caballeros y por las ciudades
comerciales italianas en los siglos XI-XIII bajo la bandera religiosa de la liberacin de los
santuarios cristianos en Jerusaln y otros Santos Lugares que se hallaban en poder de
los musulmanes. Los idelogos e inspiradores de las cruzadas eran la Iglesia catlica y el
Papa, movidos por su afn de conquistar la dominacin mundial, y la fuerza militar
principal eran los caballeros. En las expediciones tambin tomaron parte campesinos deseosos de emanciparse del yugo feudal. Los cruzados se dedicaban al saqueo y la
violencia tanto respecto de la poblacin musulmana como de los cristianos que habitaban
en los pases por los que pasaban. No se planteaban slo la conquista de los Estados
musulmanes de Siria, Palestina, Egipto y Tnez, sino tambin del Imperio Bizantino
ortodoxo. Las conquistas de los cruzados en el Mediterrneo oriental eran efmeras, y sus
posesiones no tardaron en volver a manos de los musulmanes.
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continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introduccin se
convierte en cuestin vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que
ya no emplean materias primas indgenas, sino materias primas venidas de las
ms lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no slo se consumen en el
propio pas, sino en todas las partes del globo. En lugar del antiguo aislamiento y
la amargura de las regiones y naciones, se establece un intercambio universal,
una interdependencia universal de las naciones. Y eso se refiere tanto a la
produccin material, como a la intelectual. La produccin intelectual de una
nacin se convierte en patrimonio comn de todas. La estrechez y el exclusivismo
nacionales resultan de da en da ms imposibles; de las numerosas literaturas
nacionales y locales se forma una literatura universal.
[115]
Merced al rpido perfeccionamiento de los instrumentos de produccin y al
constante progreso de los medios de comunicacin, la burguesa arrastra a la
corriente de la civilizacin a todas las naciones, hasta a las ms brbaras. Los
bajos precios de sus mercancas constituyen la artillera pesada que derrumba
todas las murallas de China y hace capitular a los brbaros ms fanticamente
hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a
adoptar el modo burgus de produccin, las constrie a introducir la llamada
civilizacin, es decir, a hacerse burgueses. En una palabra: se forja un mundo a
su imagen y semejanza.
La burguesa ha sometido el campo al dominio de la ciudad. Ha creado
urbes inmensas; ha aumentado enormemente la poblacin de las ciudades en
comparacin con la del campo, substrayendo una gran parte de la poblacin al
idiotismo de la vida rural. Del mismo modo que ha subordinado el campo a la
ciudad, ha subordinado los pases brbaros o semibrbaros a los pases
civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al
Occidente.
La burguesa suprime cada vez ms el fraccionamiento de los medios de
produccin, de la propiedad y de la poblacin. Ha aglomerado la poblacin,
centralizado los medios de produccin y concentrado la propiedad en manos de
unos pocos. La consecuencia obligada de ello ha sido la centralizacin poltica.
Las provincias independientes, ligadas entre s casi nicamente por lazos
federales, con intereses, leyes, gobiernos y tarifas aduaneras diferentes han sido
consolidadas en una sola nacin, bajo un solo Gobierno, una sola ley, un solo
inters nacional de clase y una sola lnea aduanera.
La burguesa, a lo largo de su dominio de clase, que cuenta apenas con un
siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas ms abundantes y ms
grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las
fuerzas de la naturaleza, el empleo de las mquinas, la aplicacin de la qumica a
la industria y a la agricultura, la navegacin de vapor, el ferrocarril, el telgrafo
elctrico, la asimilacin para el cultivo de continente enteros, la apertura de ros a
la navegacin, poblaciones enteras surgiendo por encanto, como si salieran de la
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tierra. Cul de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes
fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?
Hemos visto, pues, que los medios de produccin y de cambio sobre cuya base se
ha formado la burguesa, fueron creados en la sociedad feudal. Al alcanzar un
cierto grado de desarrollo, estos medios de produccin y de cambio, las
condiciones en que la [116] sociedad feudal produca y cambiaba, la organizacin
feudal de la agricultura y de la industria manufacturera, en una palabra, las
relaciones feudales de propiedad, cesaron de corresponder a las fuerzas
productivas ya desarrolladas. Frenaban la produccin en lugar de impulsarla. Se
transformaron en otras tantas trabas. Era preciso romper esas trabas, y las
rompieron.
En su lugar se estableci la libre concurrencia, con una constitucin social
y poltica adecuada a ella y con la dominacin econmica y poltica de la clase
burguesa.
Ante nuestros ojos se est produciendo un movimiento anlogo. Las relaciones
burguesas de produccin y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad,
toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan
potentes medios de produccin y de cambio, se asemeja al mago que ya no es
capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus
conjuros. Desde hace algunas dcadas, la historia de la industria y del comercio
no es ms que la historia de la rebelin de las fuerzas productivas modernas
contra las actuales relaciones de produccin, contra las relaciones de propiedad
que condicionan la existencia de la burguesa y su dominacin. Basta mencionar
las crisis comerciales que, con su retorno peridico, plantean, en forma cada vez
ms amenazante, la cuestin de la existencia de toda la sociedad burguesa.
Durante cada crisis comercial, se destruye sistemticamente, no slo una parte
considerable de productos elaborados, sino incluso de las mismas fuerzas
productivas ya creadas. Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier
poca anterior hubiera parecido absurda, se extiende sobre la sociedad: la
epidemia de la superproduccin. La sociedad se encuentra sbitamente
retrotrada a un estado de sbita barbarie: dirase que el hambre, que una guerra
devastadora mundial la han privado de todos sus medios de subsistencia; la
industria y el comercio parecen aniquilados. Y todo eso, por qu? Porque la
sociedad posee demasiada civilizacin, demasiados medios de vida, demasiada
industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no
favorecen ya el rgimen burgus de la propiedad; por el contrario, resultan ya
demasiado poderosas para estas relaciones, que constituyen un obstculo para
su desarrollo; y cada vez que las fuerzas productivas salvan este obstculo,
precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa y amenazan la existencia
de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas resultan demasiado
estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. Cmo vence esta crisis
la burguesa? De una parte, por la destruccin obligada de una masa de fuerzas
productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotacin ms
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intensa de los antiguos. De qu modo lo hace, pues? [117] Preparando crisis
ms extensas y ms violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.
Las armas de que se sirvi la burguesa para derribar el feudalismo se
vuelven ahora contra la propia burguesa.
Pero la burguesa no ha forjado solamente las armas que deben darle
muerte; ha producido tambin los hombres que empuarn esas armas: los
obreros modernos, los proletarios.
En la misma proporcin en que se desarrolla la burguesa, es decir, el
capital, desarrllase tambin el proletariado, la clase de los obreros modernos,
que no viven sino a condicin de encontrar trabajo, y lo encuentran nicamente
mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados a venderse al
detall, son una mercanca como cualquier otro artculo de comercio, sujeta, por
tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del
mercado.
El creciente empleo de las mquinas y la divisin del trabajo quitan al
trabajo del proletario todo carcter propio y le hacen perder con ello todo
atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apndice de la mquina, y
slo se le exigen las operaciones ms sencillas, ms montonas y de ms fcil
aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy da el obrero se reduce poco ms o
menos a los medios de subsistencia indispensable para vivir y perpetuar su
linaje. Pero el precio de todo trabajo8, como el de toda mercanca, es igual a los
gastos de produccin. Por consiguiente, cuanto ms fastidioso resulta el trabajo,
ms bajan los salarios. Ms an, cuanto ms se desenvuelven la maquinaria y la
divisin del trabajo, ms aumenta la cantidad de trabajo bien mediante la
prolongacin de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo
dado, la aceleracin del movimiento de las mquinas, etc.
La industria moderna ha transformado el pequeo taller del maestro
patriarcal en la gran fbrica del capitalista industrial. Masas de obreros,
hacinados en la fbrica, son organizados en forma militar. Como soldados rasos
de la industria, estn colocados bajo la vigilancia de toda una jerarqua de
oficiales y suboficiales. No son solamente esclavos de la clase burguesa, del
Estado burgus, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la mquina, del
capataz y, sobre todo, del burgus individual, patrn de la fbrica. Y es
despotismo es tanto ms mezquino, odioso y exasperante, cuanto mayor es la
franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.
Cuanto menos habilidad y fuerza requiere el trabajo manual, es decir,
cuanto mayor es el desarrollo de la industria moderna, mayor es la proporcin en
que el trabajo de los hombres es suplantado por el de las mujeres y los nios. Por
lo que respecta a la [118] clase obrera, las diferencias de edad y sexo pierden toda
8 56. Marx y Engels ya no emplearon en sus obras posteriores los trminos de valor del
trabajo y precio del trabajo. En su lugar, empleaban conceptos ms exactos, propuestos
por Marx: valor de la fuerza de trabajo y precio de la fuerza de trabajo (vase la
introduccin de Engels a la obra de Marx "Trabajo asalariado y capital").
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significacin social. No hay ms que instrumentos de trabajo, cuyo coste vara
segn la edad y el sexo.
Una vez que el obrero ha sufrido la explotacin del fabricante y ha recibido su
salario en metlico, se convierte en vctima de otros elementos de la burguesa: el
casero, el tendero, el prestamista, etc.
Pequeos industriales, pequeos comerciantes y rentistas, artesanos y
campesinos, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en
las filas del proletariado; unos, porque sus pequeos capitales no les alcanzan
para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con
los capitalistas ms fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve
depreciada ante los nuevos mtodos de produccin. De tal suerte, el proletariado
se recluta entre todas las clases de la poblacin.
El proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo. Su lucha contra la
burguesa comienza con su surgimiento.
Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados, despus, por los
obreros de una misma fbrica, ms tarde, por los obreros del mismo oficio de la
localidad contra el burgus individual que los explota directamente. No se
contentan con dirigir sus ataques contra las relaciones burguesas de produccin,
y los dirigen contra los mismos instrumentos de produccin: destruyen las
mercancas extranjeras que les hacen competencia, rompen las mquinas,
incendian las fbricas, intentan reconquistar por la fuerza la posicin perdida del
artesano de la Edad Media.
En esta etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el pas y
disgregada por la competencia. Si los obreros forman masas compactas, esta
accin no es todava consecuencia de su propia unin, sino de la unin de la
burguesa, que para alcanzar sus propios fines polticos debe -y por ahora an
puede- poner en movimiento a todo el proletariado. Durante esta etapa, los
proletarios no combaten, por tanto, contra sus propios enemigos, sino contra los
enemigos de sus enemigos, es decir, contra los restos de la monarqua absoluta,
los propietarios territoriales, los burgueses no industriales y los pequeos
burgueses. Todo el movimiento histrico se concentra, de esta suerte, en manos
de la burguesa; cada victoria alcanzada en estas condiciones es una victoria de
la burguesa.
Pero la industria, en su desarrollo, no slo acrecienta el nmero de
proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y
adquieren mayor conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de
existencia de los proletarios se igualan cada vez ms a medida que la mquina va
borrando las diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a
un [119] nivel igualmente bajo. Como resultado de la creciente competencia de
los burgueses entre s y de las crisis comerciales que ella ocasiona, los salarios
son cada vez ms fluctuantes; el constante y acelerado perfeccionamiento de la
mquina coloca al obrero en situacin cada vez ms precaria; las colisiones entre
el obrero individual y el burgus individual adquieren ms y ms el carcter de
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colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a formar coaliciones contra los
burgueses y actan en comn para la defensa de sus salarios. Llegan hasta
formar asociaciones permanentes para asegurarse los medios necesarios, en
previsin de estos choques eventuales. Aqu y all la lucha estalla en sublevacin.
A veces los obreros triunfan; pero es un triunfo efmero. El verdadero
resultado de sus luchas no es el xito inmediato, sino la unin cada vez ms
extensa de los obreros. Esta unin es propiciada por el crecimiento de los medios
de comunicacin creados por la gran industria y que ponen en contacto a los
obreros de diferentes localidades. Y basta ese contacto para que las numerosas
luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carcter, se centralicen en
una lucha nacional, en una lucha de clases. Mas toda lucha de clases es una
lucha poltica. Y la unin que los habitantes de las ciudades de la Edad Media,
con sus caminos vecinales, tardaron siglos en establecer, los proletarios
modernos, con los ferrocarriles, la llevan a cabo en unos pocos aos.
Esta organizacin del proletariado en clase y, por tanto, en partido poltico, vuelve
sin cesar a ser socavada por la competencia entre los propios obreros. Pero
resurge, y siempre ms fuerte, ms firme, ms potente. Aprovecha las
disensiones intestinas de los burgueses para obligarles a reconocer por la ley
algunos intereses de la clase obrera; por ejemplo, la ley de la jornada de diez
horas en Inglaterra.
En general, las colisiones en la vieja sociedad favorecen de diversas
maneras el proceso de desarrollo del proletariado. La burguesa vive en lucha
permanente: al principio, contra la aristocracia; despus, contra aquellas
fracciones de la misma burguesa, cuyos intereses entran en contradiccin con
los progresos de la industria, y siempre, en fin, contra la burguesa de todos los
dems pases. En todas estas luchas se ve forzada a apelar al proletariado, a
reclamar su ayuda y arrastrarle as al movimiento poltico. De tal manera, la
burguesa proporciona a los proletarios los elementos de su propia educacin, es
decir, armas contra ella misma.
Adems, como acabamos de ver, el progreso de la industria precipita a las
filas del proletariado a capas enteras de la clase dominante, o, al menos, las
amenaza en sus condiciones de existencia. [120] Tambin ellas aportan al
proletariado numerosos elementos de educacin.
Finalmente, en los perodos en que la lucha de clases se acerca a su
desenlace, el progreso de desintegracin de la clase dominante, de toda la vieja
sociedad, adquiere un carcter tan violento y tan agudo que una pequea
fraccin de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la
clase en cuyas manos est el porvenir. Y as como antes una parte de la nobleza
se pas a la burguesa, en nuestros das un sector de la burguesa se pasa al
proletariado, particularmente ese sector de los idelogos burgueses que se han
elevado hasta la comprensin terica del conjunto del movimiento histrico.
De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesa, slo el
proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las dems clases van
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308
degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado,
en cambio, es su producto ms peculiar.
Los estamentos medios el pequeo industrial, el pequeo comerciante, el
artesano, el campesino, todos ellos luchan contra la burguesa para salvar de la
ruina su existencia como tales estamentos medios. No son, pues, revolucionarios,
sino conservadores. Ms todava, son reaccionarios, ya que pretenden volver
atrs la rueda de la Historia. Son revolucionarios nicamente por cuanto tienen
ante s la perspectiva de su trnsito inminente al proletariado, defendiendo as no
sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, por cuanto abandonan sus
propios puntos de vista para adoptar los del proletariado.
El lumpenproletariado, ese producto pasivo de la putrefaccin de las capas
ms bajas de la vieja sociedad, puede a veces ser arrastrado al movimiento por
una revolucin proletaria; sin embargo, en virtud de todas sus condiciones de
vida est ms bien dispuesto a venderse a la reaccin para servir a sus
maniobras.
Las condiciones de existencia de la vieja sociedad estn ya abolidas en las
condiciones de existencia del proletariado. El proletariado no tiene propiedad; sus
relaciones con la mujer y con los hijos no tienen nada de comn con las
relaciones familiares burguesas; el trabajo industrial moderno, el moderno yugo
del capital, que es el mismo en Inglaterra que en Francia, en Norteamrica que en
Alemania, despoja al proletariado de todo carcter nacional. Las leyes, la moral,
la religin son para l meros prejuicios burgueses, detrs de los cuales se ocultan
otros tantos intereses de la burguesa.
Todas las clases que en el pasado lograron hacerse dominantes trataron de
consolidar la situacin adquirida sometiendo a toda la sociedad a las condiciones
de su modo de apropiacin. Los proletarios [121] no pueden conquistar las
fuerzas productivas sociales, sino aboliendo su propio modo de apropiacin en
vigor, y, por tanto, todo modo de apropiacin existente hasta nuestros das. Los
proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que
hasta ahora ha venido garantizado y asegurando la propiedad privada existente.
Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minoras o en
provecho de minoras. El movimiento proletario es un movimiento propio de la
inmensa mayora en provecho de la inmensa mayora. El proletariado, capa
inferior de la sociedad actual, no puede levantarse, no puede enderezarse, sin
hacer saltar toda la superestructura formada por las capas de la sociedad oficial.
Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra
la burguesa es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado
de cada pas deba acabar en primer lugar con su propia burguesa.
Al esbozar las fases ms generales del desarrollo del proletariado, hemos
seguido el curso de la guerra civil ms o menos oculta que se desarrolla en el
seno de la sociedad existente, hasta el momento en que se transforma en una
revolucin abierta, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesa,
implanta su dominacin.
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309
Todas las sociedades anteriores, como hemos visto, han descansado en el
antagonismo entre clases opresoras y oprimidas. Mas para poder oprimir a una
clase, es preciso asegurarle unas condiciones que le permitan, por lo menos,
arrastrar su existencia de esclavitud. El siervo, en pleno rgimen de servidumbre,
lleg a miembro de la comuna, lo mismo que el pequeo burgus lleg a elevarse
a la categora de burgus bajo el yugo del absolutismo feudal. El obrero moderno,
por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende
siempre ms y ms por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El
trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece ms rpidamente todava que
la poblacin y la riqueza. Es, pues, evidente que la burguesa ya no es capaz de
seguir desempeando el papel de clase dominante de la sociedad ni de imponer a
sta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase. No es capaz
de dominar, porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia, ni siquiera
dentro del marco de la esclavitud, porque se ve obligada a dejarle decaer hasta el
punto de tener que mantenerle, en lugar de ser mantenida por l. La sociedad ya
no puede vivir bajo su dominacin; lo que equivale a decir que la existencia de la
burguesa es, en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad.
La condicin esencial de la existencia y de la dominacin de la clase
burguesa es la acumulacin de la riqueza en manos de [122] particulares, la
formacin y el acrecentamiento del capital. La condicin de existencia del capital
es el trabajo asalariado. El trabajo asalariado descansa exclusivamente sobre la
competencia de los obreros entre s. El progreso de la industria, del que la
burguesa, incapaz de oponrsele, es agente involuntario, sustituye el aislamiento
de los obreros, resultante de la competencia, por su unin revolucionaria
mediante la asociacin. As, el desarrollo de la gran industria socava bajo los pies
de la burguesa las bases sobre las que sta produce y se apropia lo producido.
La burguesa produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la
victoria del proletariado son igualmente inevitables.
II
PROLETARIOS Y COMUNISTAS
Cul es la posicin de los comunistas con respecto a los proletarios en general?
Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos
obreros.
No tienen intereses que los separen del conjunto del proletariado.
No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar el movimiento
proletario.
Los comunistas slo se distinguen de los dems partidos proletarios en
que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios,
destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado,
independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las
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310
diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la
burguesa, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto.
Prcticamente, los comunistas son, pues, el sector ms resuelto de los
partidos obreros de todos los pases, el sector que siempre impulsa adelante a los
dems; tericamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara
visin de las condiciones de la marcha y de los resultados generales del
movimiento proletario.
El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los
dems partidos proletarios: constitucin de los proletarios en clase,
derrocamiento de la dominacin burguesa, conquista del poder poltico por el
proletariado.
Las tesis tericas de los comunistas no se basan en modo alguno en ideas
y principios inventados o descubiertos por tal o cual reformador del mundo.
[123]
No son sino la expresin de conjunto de las condiciones reales de una
lucha de clases existente, de un movimiento histrico que se est desarrollando
ante nuestros ojos. La abolicin de las relaciones de propiedad antes existentes
no es una caracterstica propia del comunismo.
Todas las relaciones de propiedad han sufrido constantes cambios
histricos, continuas transformaciones histricas.
La revolucin francesa, por ejemplo, aboli la propiedad feudal en provecho
de la propiedad burguesa.
El rasgo distintivo del comunismo no es la abolicin de la propiedad en
general, sino la abolicin de la propiedad burguesa.
Pero la propiedad privada burguesa moderna es la ltima y ms acabada
expresin del modo de produccin y de apropiacin de lo producido basado en los
antagonismos de clase, en la explotacin de los unos por los otros.
En este sentido, los comunistas pueden resumir su teora en esta frmula
nica: abolicin de la propiedad privada.
Se nos ha reprochado a los comunistas el querer abolir la propiedad
personalmente adquirida, fruto del trabajo propio, esa propiedad que forma la
base de toda la libertad, actividad e independencia individual.
La propiedad adquirida, fruto del trabajo, del esfuerzo personal! Os
refers acaso a la propiedad del pequeo burgus, del pequeo labrador, esa
forma de propiedad que ha precedido a la propiedad burguesa? No tenemos que
abolirla: el progreso de la industria la ha abolido y est abolindola a diario.
O tal vez os refers a la propiedad privada burguesa moderna?
Es que el trabajo asalariado, el trabajo del proletario, crea propiedad para
el proletario? De ninguna manera. Lo que crea es capital, es decir, la propiedad
que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condicin de
producir nuevo trabajo asalariado, para volver a explotarlo. En su forma actual la
propiedad se mueve en el antagonismo entre el capital y el trabajo asalariado.
Examinemos los dos trminos de este antagonismo.
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311
Ser capitalista significa ocupar no slo una posicin puramente personal
en la produccin, sino tambin una posicin social. El capital es un producto
colectivo; no puede ser puesto en movimiento sino por la actividad conjunta de
muchos miembros de la sociedad y, en ltima instancia, slo por la actividad
conjunta de todos los miembros de la sociedad.
El capital no es, pues, una fuerza personal; es una fuerza social.
En consecuencia, si el capital es transformado en propiedad colectiva,
perteneciente a todos los miembros de la sociedad, no es [124] la propiedad
personal la que se transforma en propiedad social. Slo cambia el carcter social
de la propiedad. Esta pierde su carcter de clase.
Examinemos el trabajo asalariado.
El precio medio del trabajo asalariado es el mnimo del salario, es decir, la
suma de los medios de subsistencia indispensable al obrero para conservar su
vida como tal obrero. Por consiguiente, lo que el obrero asalariado se apropia por
su actividad es estrictamente lo que necesita para la mera reproduccin de su
vida. No queremos de ninguna manera abolir esta apropiacin personal de los
productos del trabajo, indispensable para la mera reproduccin de la vida
humana, esa apropiacin, que no deja ningn beneficio lquido que pueda dar un
poder sobre el trabajo de otro. Lo que queremos suprimir es el carcter miserable
de esa apropiacin, que hace que el obrero no viva sino para acrecentar el capital
y tan slo en la medida en que el inters de la clase dominante exige que viva.
En la sociedad burguesa, el trabajo vivo no es ms que un medio de
incrementar el trabajo acumulado. En la sociedad comunista, el trabajo
acumulado no es ms que un medio de ampliar, enriquecer y hacer ms fcil la
vida de los trabajadores.
De este modo, en la sociedad burguesa el pasado domina sobre el presente;
en la sociedad comunista es el presente el que domina sobre el pasado. En la
sociedad burguesa el capital es independiente y tiene personalidad, mientras que
el individuo que trabaja carece de independencia y est despersonalizado.
Y la burguesa dice que la abolicin de semejante estado de cosas es
abolicin de la personalidad y de la libertad! Y con razn. Pues se trata
efectivamente de abolir la personalidad burguesa, la independencia burguesa y la
libertad burguesa.
Por libertad, en las condiciones actuales de produccin burguesa, se
entiende la libertad de comercio, la libertad de comprar y vender.
Desaparecida la compraventa, desaparecer tambin la libertad de
compraventa. Las declamaciones sobre la libertad de compraventa, lo mismo que
las dems bravatas liberales de nuestra burguesa, slo tienen sentido aplicadas
a la compraventa encadenada y al burgus sojuzgado de la Edad Media; pero no
ante la abolicin comunista de la compraventa, de las relaciones de produccin
burguesas y de la propia burguesa.
Os horrorizis de que queramos abolir la propiedad privada. Pero, en
vuestra sociedad actual, la propiedad privada est abolida para las nueve
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312
dcimas partes de sus miembros; existe precisamente porque no existe para esas
nueve dcimas partes. Nos reprochis, pues, el querer abolir una forma de
propiedad que [125] no puede existir sino a condicin de que la inmensa mayora
de la sociedad sea privada de propiedad.
En una palabra, nos acusis de querer abolir vuestra propiedad.
Efectivamente, eso es lo que queremos.
Segn vosotros, desde el momento en que el trabajo no puede ser
convertido en capital, en dinero, en renta de la tierra, en una palabra, en poder
social susceptible de ser monopolizado; es decir, desde el instante en que la
propiedad personal no puede transformarse en propiedad burguesa, desde ese
instante la personalidad queda suprimida.
Reconocis, pues, que por personalidad no entendis sino al burgus, al
propietario burgus. Y esta personalidad ciertamente debe ser suprimida.
El comunismo no arrebata a nadie la facultad de apropiarse de los
productos sociales; no quita ms que el poder de sojuzgar por medio de esta
apropiacin el trabajo ajeno.
Se ha objetado que con la abolicin de la propiedad privada cesara toda
actividad y sobrevendra una indolencia general.
Si as fuese, hace ya mucho tiempo que la sociedad burguesa habra
sucumbido a manos de la holgazanera, puesto que en ella los que trabajan no
adquieren y los que adquieren no trabajan. Toda la objecin se reduce a esta
tautologa: no hay trabajo asalariado donde no hay capital.
Todas las objeciones dirigidas contra el modo comunista de apropiacin y
de produccin de bienes materiales se hacen extensivas igualmente respecto a la
apropiacin y a la produccin de los productos del trabajo intelectual. Lo mismo
que para el burgus la desaparicin de la propiedad de clase equivale a la
desaparicin de toda produccin, la desaparicin de la cultura de clase significa
para l la desaparicin de toda cultura.
La cultura, cuya prdida deplora, no es para la inmensa mayora de los
hombres ms que el adiestramiento que los transforma en mquinas.
Mas no discutis con nosotros mientras apliquis a la abolicin de la
propiedad burguesa el criterio de vuestras nociones burguesas de libertad,
cultura, derecho, etc. Vuestras ideas mismas son producto de las relaciones de
produccin y de propiedad burguesas, como vuestro derecho no es ms que la
voluntad de vuestra clase erigida en ley; voluntad cuyo contenido est
determinado por las condiciones materiales de existencia de vuestra clase.
La concepcin interesada que os ha hecho erigir en leyes eternas de la
Naturaleza y de la Razn las relaciones sociales dimanadas de vuestro modo de
produccin y de propiedad relaciones histricas que surgen y desaparecen en el
curso de la produccin, la comparts con todas las clases dominantes hoy
desaparecidas. [126] Lo que concebs para la propiedad antigua, lo que concebs
para la propiedad feudal, no os atrevis a admitirlo para la propiedad burguesa.
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313
Querer abolir la familia! Hasta los ms radicales se indignan ante este
infame designio de los comunistas.
En qu bases descansa la familia actual, la familia burguesa? En el
capital, en el lucro privado. La familia, plenamente desarrollada, no existe ms
que para la burguesa; pero encuentra su complemento en la supresin forzosa
de toda familia para el proletariado y en la prostitucin pblica.
La familia burguesa desaparece naturalmente al dejar de existir ese
complemento suyo, y ambos desaparecen con la desaparicin del capital.
Nos reprochis el querer abolir la explotacin de los hijos por sus padres?
Confesamos este crimen.
Pero decs que destruimos los vnculos ms ntimos, sustituyendo la
educacin domstica por la educacin social.
Y vuestra educacin, no est tambin determinada por la sociedad, por
las condiciones sociales en que educis a vuestros hijos, por la intervencin
directa o indirecta de la sociedad a travs de la escuela, etc.? Los comunistas no
han inventado esta ingerencia de la sociedad en la educacin, no hacen ms que
cambiar su carcter y arrancar la educacin a la influencia de la clase
dominante.
Las declamaciones burguesas sobre la familia y la educacin, sobre los
dulces lazos que unen a los padres con sus hijos, resultan ms repugnantes a
medida que la gran industria destruye todo vnculo de familia para el proletario y
transforma a los nios en simples artculos de comercio, en simples instrumentos
de trabajo.
Pero es que vosotros, los comunistas, queris establecer la comunidad de
las mujeres! -nos grita a coro toda la burguesa.
Para el burgus, su mujer no es otra cosa que un instrumento de
produccin. Oye decir que los instrumentos de produccin deben ser de
utilizacin comn, y, naturalmente, no puede por menos de pensar que las
mujeres corrern la misma suerte de la socializacin.
No sospecha que se trata precisamente de acabar con esa situacin de la
mujer como simple instrumento de produccin.
Nada ms grotesco, por otra parte, que el horror ultramoral que inspira a
nuestros burgueses la pretendida comunidad oficial de las mujeres que atribuyen
a los comunistas. Los comunistas no tienen necesidad de introducir la
comunidad de las mujeres: casi siempre ha existido.
[127]
Nuestros burgueses, no satisfechos con tener a su disposicin las mujeres
y las hijas de sus obreros, sin hablar de la prostitucin oficial, encuentran un
placer singular en seducirse mutuamente las esposas.
El matrimonio burgus es, en realidad, la comunidad de las esposas. A lo
sumo, se podra acusar a los comunistas de querer sustituir una comunidad de
las mujeres hipcritamente disimulada, por una comunidad franca y oficial. Es
evidente, por otra parte, que con la abolicin de las relaciones de produccin
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actuales deseparecer la comunidad de las mujeres que de ellas se deriva, es
decir, la prostitucin oficial y no oficial.
Se acusa tambin a los comunistas de querer abolir la patria, la
nacionalidad.
Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen.
as, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder poltico,
elevarse a la condicin de clase nacional, constituirse en nacin, todava es
nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgus.
El aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen
da a da con el desarrollo de la burguesa, la libertad de comercio y el mercado
mundial, con la uniformidad de la produccin industrial y las condiciones de
existencia que le corresponden.
El dominio del proletariado los har desaparecer ms de prisa todava. La
accin comn, al menos de los pases civilizados, es una de las primeras
condiciones de su emancipacin.
En la misma medida en que sea abolida la explotacin de un individuo por
otro, ser abolida la explotacin de una nacin por otra.
Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las
naciones, desaparecer la hostilidad de las naciones entre s.
En cuanto a las acusaciones lanzadas contra el comunismo, partiendo del
punto de vista de la religin, de la filosofa y de la ideologa en general, no
merecen un examen detallado.
Acaso se necesita una gran perspicacia para comprender que con toda
modificacin en las condiciones de vida, en las relaciones sociales, en la
existencia social, cambian tambin las ideas, las nociones y las concepciones, en
una palabra, la conciencia del hombre?
Qu demuestra la historia de las ideas sino que la produccin intelectual
se transforma con la produccin material? Las ideas dominantes en cualquier
poca no han sido nunca ms que las ideas de la clase dominante.
[128]
Cuando se habla de ideas que revolucionan toda una sociedad, se expresa
solamente el hecho de que en el seno de la vieja sociedad se han formado los
elementos de una nueva, y la disolucin de las viejas ideas marcha a la par con la
disolucin de las antiguas condiciones de vida.
En el ocaso del mundo antiguo las viejas religiones fueron vencidas por la
religin cristiana. Cuando, en el siglo XVIII, las ideas cristianas fueron vencidas
por las ideas de la ilustracin, la sociedad feudal libraba una lucha a muerte
contra la burguesa, entonces revolucionaria. Las ideas de libertad religiosa y de
libertad de conciencia no hicieron ms que reflejar el reinado de la libre
concurrencia en el dominio del saber.
Sin duda -se nos dir-, las ideas religiosas, morales, filosficas, polticas,
jurdicas, etc., se han ido modificando en el curso del desarrollo histrico. Pero la
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religin, la moral, la filosofa, la poltica, el derecho se han mantenido siempre a
travs de estas transformaciones.
Existen, adems, verdades eternas, tales como la libertad, la justicia, etc.,
que son comunes a todo estado de la sociedad. Pero el comunismo quiere abolir
estas verdades eternas, quiere abolir la religin y la moral, en lugar de darles una
forma nueva, y por eso contradice a todo el desarrollo histrico anterior.
A qu se reduce esta acusacin? La historia de todas las sociedades que
han existido hasta hoy se desenvuelve en medio de contradicciones de clase, de
contradicciones que revisten formas diversas en las diferentes pocas.
Pero cualquiera que haya sido la forma de estas contradicciones, la
explotacin de una parte de la sociedad por la otra es un hecho comn a todos
los siglos anteriores. Por consiguiente, no tiene nada de asombroso que la
conciencia social de todos los siglos, a despecho de toda variedad y de toda
diversidad, se haya movido siempre dentro de ciertas formas comunes, dentro de
unas formas -formas de conciencia-, que no desaparecern completamente ms
que con la desaparicin definitiva de los antagonismos de clase.
La revolucin comunista es la ruptura ms radical con las relaciones de
propiedad tradicionales; nada de extrao tiene que en el curso de su desarrollo
rompa de la manera ms radical con las ideas tradicionales.
Mas, dejemos aqu las objeciones hechas por la burguesa al comunismo.
Como ya hemos visto ms arriba, el primer paso de la revolucin obrera es
la elevacin del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia.
[129]
El proletariado se valdr de su dominacin poltica para ir arrancando
gradualmente a la burguesa todo el capital, para centralizar todos los
instrumentos de produccin en manos del Estado, es decir, del proletariado
organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible
la suma de las fuerzas productivas.
Esto, naturalmente, no podr cumplirse al principio ms que por una
violacin desptica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de
produccin, es decir, por la adopcin de medidas que desde el punto de vista
econmico parecern insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del
movimiento se sobrepasarn a s mismas y sern indispensables como medio
para transformar radicalmente todo el modo de produccin.
Estas medidas, naturalmente, sern diferentes en los diversos pases.
Sin embargo, en los pases ms avanzados podrn ser puestas en prctica
casi en todas partes las siguientes medidas:
1. Expropiacin de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para
los gastos del Estado.
2. Fuerte impuesto progresivo.
3. Abolicin del derecho de herencia.
4. Confiscacin de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.
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5. Centralizacin del crdito en manos del Estado por medio de un Banco
nacional con capital del Estado y monopolio exclusivo.
6. Centralizacin en manos del Estado de todos los medios de transporte.
7. Multiplicacin de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los
instrumentos de produccin, roturacin de los terrenos incultos y mejoramiento
de las tierras, segn un plan general.
8. Obligacin de trabajar para todos; organizacin de ejrcitos industriales,
particularmente en la agricultura.
9. Combinacin de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer
desaparecer gradualmente la diferencia entre la ciudad y el campo.
10. Educacin pblica y gratuita de todos los nios; abolicin del trabajo de stos
en las fbricas tal como se practica hoy, rgimen de educacin combinado con la
produccin material, etc., etc.
Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias
de clase y se haya concentrado toda la produccin en manos de los individuos
asociados, el poder pblico perder su carcter poltico. El poder poltico,
hablando propiamente, es la [130] violencia organizada de una clase para la
opresin de otra. Si en la lucha contra la burguesa el proletariado se constituye
indefectiblemente en clase; si mediante la revolucin se convierte en clase
dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas
relaciones de produccin, suprime, al mismo tiempo que estas relaciones de
produccin, las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las
clases en general, y, por tanto, su propia dominacin como clase.
Enn sustitucin de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus
antagonismos de clase, surgir una asociacin en que el libre desenvolvimiento
de cada uno ser la condicin del libre desenvolvimiento de todos.
III
LITERATURA SOCIALISTA Y COMUNISTA
1. Socialismo reaccionario
A) el socialismo feudal
Por su posicin histrica, la aristocracia francesa e inglesa estaba llamada
a escribir libelos contra la moderna sociedad burguesa. En la revolucin francesa
de julio de 1830 y en el movimiento ingls por la reforma parlamentaria9, haban
sucumbido una vez ms bajo los golpes del odiado advenedizo. En adelante no
9 57. Se alude al movimiento en pro de la reforma electoral que, bajo la presin de las masas, fue adoptada por la Cmara de los Comunes en 1831 y aprobada definitivamente
por la Cmara de los Lores en junio de 1832. La reforma iba dirigida contra el monopolio
poltico de la aristocracia agraria y financiera y abra las puertas del parlamento a la
burguesa industrial. El proletariado y la pequea burguesa, que constituan la fuerza
principal de la lucha por la reforma, se vieron defraudados por la burguesa liberal y no
lograron el derecho al sufragio.- 130
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poda hablarse siquiera de una lucha poltica seria. No le quedaba ms que la
lucha literaria. Pero, tambin en el terreno literario, la vieja fraseologa de la
poca de la Restauracin10 11 haba llegado a ser inaplicable. Para crearse
simpatas era menester que la aristocracia aparentase no tener en cuenta sus
propios intereses y que formulara su acta de acusacin contra la burguesa slo
en inters de la clase obrera explotada. Diose de esta suerte la satisfaccin de
componer canciones satricas contra su nuevo amo y de musitarle al odo
profecas ms o menos siniestras.
As es cmo naci el socialismo feudal, mezcla de jeremiadas y pasquines,
de ecos del pasado y de amenazas del porvenir. Si alguna vez su crtica amarga,
mordaz e ingeniosa hiri a la burguesa en el corazn, su incapacidad absoluta
para comprender la marcha de la historia moderna concluy siempre por cubrirlo
de ridculo.
[131]
A guisa de bandera, estos seores enarbolaban el saco de mendigo del
proletario, a fin de atraer al pueblo. Pero cada vez que el pueblo acuda, adverta
que sus posaderas estaban ornadas con el viejo blasn feudal y se dispersaba en
medio de grandes e irreverentes carcajadas.
Una parte de los legitimistas franceses 12 y la Joven Inglaterra 13 han dado
al mundo este espectculo cmico.
Cuando los campeones del feudalismo aseveran que su modo de
explotacin era distinto del de la burguesa, olvidan una cosa, y es que ellos
explotaban en condiciones y circunstancias por completo diferentes y hoy
10 Nota de Engels a la edicin inglesa de 1888: "No se trata aqu de la Restauracin
inglesa de 1660-1689, sino de la francesa de 1814-1830"
11 58. La restauracin de 1660 a 1689: perodo del segundo reinado de la dinasta de los Estuardos en Inglaterra, derrocada por la revolucin burguesa de este pas en el siglo
XVII.
La restauracin de 1814 a 1830: perodo del segundo reinado de los Borbones en Francia.
El rgimen reaccionario de los Borbones, que representaba los intereses de la corte y los
clericales, fue derrocado por la revolucin de julio de 1830.- 130
12 59. Legitimistas: partidarios de la dinasta legtima de los Borbones, derrocada en
1830, que representaba los intereses de la gran propiedad territorial. En la lucha contra
la dinasta reinante de los Orlens (1830-1848), que se apoyaba en la aristocracia
financiera y en la gran burguesa, una parte de los legitimistas recurra a menudo a la demagogia social, hacindose pasar por defensores de los trabajadores contra los
explotadores burgueses.- 131, 216, 319
13 60. La Joven Inglaterra: grupo de polticos y literatos ingleses pertenecientes al
partido de los tories; se constituy a comienzos de los aos 40 del siglo XIX. Al expresar el
descontento de la aristocracia terrateniente por el crecimiento del podero econmico y
poltico de la burguesa, los miembros del grupo de la Joven Inglaterra empleaban
procedimientos demaggicos para someter a su influencia a la clase obrera y utilizarla en
su propia lucha contra la burguesa.- 131
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anticuadas. Cuando advierten que bajo su dominacin no exista el proletariado
moderno, olvidan que la burguesa moderna es precisamente un retoo necesario
del rgimen social suyo.
Disfrazan tan poco, por otra parte, el carcter reaccionario de su crtica,
que la principal acusacin que presentan contra la burguesa es precisamente
haber creado bajo su rgimen una clase que har saltar por los aires todo el
antiguo orden social.
Lo que imputan a la burguesa no es tanto el haber hecho surgir un
proletariado en general, sino el haber hecho surgir un proletariado
revolucionario.
Por eso, en la prctica poltica, toman parte en todas las medidas de
represin contra la clase obrera. Y en la vida diaria, a pesar de su fraseologa
ampulosa, se las ingenian para recoger los frutos de oro del rbol de la industria
y trocar el honor, el amor y la fidelidad por el comercio en lanas, remolacha
azucarera y aguardiente.14 15
Del mismo modo que el cura y el seor feudal han marchado siempre de la
mano, el socialismo clerical marcha unido con el socialismo feudal.
Nada ms fcil que recubrir con un barniz socialista el ascetismo cristiano.
Acaso el cristianismo no se levant tambin contra la propiedad privada, el
matrimonio y el Estado? No predic en su lugar la caridad y la pobreza, el
celibato y la mortificacin de la carne, la vida monstica y la iglesia? El
socialismo cristiano no es ms que el agua bendita con que el clrigo consagra el
despecho de la aristocracia.
[132]
B) El socialismo pequeoburgues
La aristocracia feudal no es la nica clase derrumbada por la burguesa, y no es
la nica clase cuyas condiciones de existencia empeoran y van extinguindose en
la sociedad burguesa moderna. Los habitantes de las ciudades medievales y el
estamento de los pequeos agricultores de la Edad Media fueron los precursores
de la burguesa moderna. En los pases de una industria y un comercio menos
desarrollados esta clase contina vegetando al lado de la burguesa en auge.
En los pases donde se ha desarrollado la civilizacin moderna, se ha
formado -y, como parte complementaria de la sociedad burguesa, sigue
14 Nota de Engels en la edicin inglesa de 1888: "Esto se refiere en primer trmino a Alemania, donde los terratenientes aristcratas y los junkers cultivan por cuenta propia
gran parte de sus tierras con ayuda de administradores, y poseen, adems, grandes
fbricas de azcar de remolacha y destileras de alcohol. Los ms acaudalados
aristcratas britnicos todava no han llegado a tanto; pero tambin ellos saben cmo
pueden compensar la disminucin de la renta, cediendo sus nombres a los fundadores de
toda clase de sociedades annimas de reputacin ms o menos dudosa".
15 61. Los junkers: en el sentido estricto de la palabra son la aristocracia terrateniente de
Prusia Oriental; en el lato sentido, la clase de los terratenientes alemanes.- 131
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formndose sin cesar- una nueva clase de pequeos burgueses que oscila entre el
proletariado y la burguesa. Pero los individuos que la componen se ven
continuamente precipitados a las filas del proletariado a causa de la competencia,
y, con el desarrollo de la gran industria, ven aproximarse el momento en que
desaparecern por completo como fraccin independiente de la sociedad moderna
y en que sern remplazados en el comercio, en la manufactura y en la agricultura
por capataces y empleados.
En pases como Francia, donde los campesinos constituyen bastante ms
de la mitad de la poblacin, era natural que los escritores que defendiesen la
causa del proletariado contra la burguesa, aplicasen a su crtica del rgimen
burgus el rasero del pequeo burgus y del pequeo campesino, y defendiesen la
causa obrera desde el punto de vista de la pequea burguesa. As se form el
socialismo pequeoburgus. Sismondi es el ms alto exponente de esta literatura,
no slo en Francia, sino tambin en Inglaterra.
Este socialismo analiz con mucha sagacidad las contradicciones
inherentes a las modernas relaciones de produccin. Puso al desnudo las
hipcritas apologas de los economistas. Demostr de una manera irrefutable los
efectos destructores de la maquinaria y de la divisin del trabajo, la
concentracin de los capitales y de la propiedad territorial, la superproduccin,
las crisis, la inevitable ruina de los pequeos burgueses y de los campesinos, la
miseria del proletariado, la anarqua en la produccin, la escandalosa
desigualdad en la distribucin de las riquezas, la exterminadora guerra industrial
de las naciones entre s, la disolucin de las viejas costumbres, de las antiguas
relaciones familiares, de las viejas nacionalidades.
Sin embargo, el contenido positivo de ese socialismo consiste, bien en su
anhelo de restablecer los antiguos medios de produccin y de cambio, y con ellos
las antiguas relaciones de propiedad y toda la sociedad antigua, bien en querer
encajar por la fuerza los [133] medios modernos de produccin y de cambio en el
marco de las antiguas relaciones de propiedad, que ya fueron rotas, que
fatalmente deban ser rotas por ellos. En uno y otro caso, este socialismo es a la
vez reaccionario y utpico.
Para la manufactura, el sistema gremial; para la agricultura, el rgimen
patriarcal: he aqu su ltima palabra.
En su ulterior desarrollo esta tendencia ha cado en un marasmo cobarde.
C) El socialismo alemn o socialismo "verdadero"
La literatura socialista y comunista de Francia, que naci bajo el yugo de una
burguesa dominante, como expresin literaria de la lucha contra dicha
dominacin, fue introducida en Alemania en el momento en que la burguesa
acababa de comenzar su lucha contra el absolutismo feudal.
Filsofos, semifilsofos e ingenios de saln alemanes se lanzaron
vidamente sobre esta literatura, pero olvidaron que con la importacin de la
literatura francesa no haban sido importadas a Alemania, al mismo tiempo, las
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condiciones sociales de Francia. En las condiciones alemanas, la literatura
francesa perdi toda significacin prctica inmediata y tom un carcter
puramente literario. Deba parecer ms bien una especulacin ociosa sobre la
realizacin de la esencia humana. De este modo, para los filsofos alemanes del
siglo XVIII, las reivindicaciones de la primera revolucin francesa no eran ms
que reivindicaciones de la "razn prctica" en general, y las manifestaciones de la
voluntad de la burguesa revolucionaria de Francia no expresaban a sus ojos ms
que las leyes de la voluntad pura, de la voluntad tal como deba ser, de la
voluntad verdaderamente humana.
Toda la labor de los literatos alemanes se redujo exclusivamente a poner de
acuerdo las nuevas ideas francesas con su vieja conciencia filosfica, o, ms
exactamente, a asimilarse las ideas francesas partiendo de sus propias opiniones
filosficas.
Y se las asimilaron como se asimila en general una lengua extranjera: por
la traduccin.
Se sabe cmo los frailes superpusieron sobre los manuscritos de las obras
clsicas del antiguo paganismo las absurdas descripciones de la vida de los
santos catlicos. Los literatos alemanes procedieron inversamente con respecto a
la literatura profana francesa. Deslizaron sus absurdos filosficos bajo el original
francs. Por ejemplo: bajo la crtica francesa de las funciones del dinero,
escriban: "enajenacin de la esencia humana"; bajo la crtica francesa del Estado
burgus, decan: "eliminacin del poder de lo universal abstracto", y as
sucesivamente.
[134]
A esta interpolacin de su fraseologa filosfica en la crtica francesa le
dieron el nombre de "filosofa de la accin", "socialismo verdadero", "ciencia
alemana del socialismo", "fundamentacin filosfica del socialismo", etc.
De esta manera fue completamente castrada la literatura socialista-
comunista francesa. Y como en manos de los alemanes dej de ser expresin de
la lucha de una clase contra otra, los alemanes se imaginaron estar muy por
encima de la "estrechez francesa" y haber defendido, en lugar de las verdaderas
necesidades, la necesidad de la verdad, en lugar de los intereses del proletariado,
los intereses de la esencia humana, del hombre en general, del hombre que no
pertenece a ninguna clase ni a ninguna realidad y que no existe ms que en el
cielo brumoso de la fantasa filosfica.
Este socialismo alemn, que tomaba tan solemnemente en serio sus torpes
ejercicios de escolar y que con tanto estrpito charlatanesco los lanzaba a los
cuatro vientos, fue perdiendo poco a poco su inocencia pedantesca.
La lucha de la burguesa alemana, y principalmente de la burguesa
prusiana, contra los feudales y la monarqua absoluta, en una palabra, el
movimiento liberal, adquira un carcter ms serio.
De esta suerte, ofrecisele al "verdadero" socialismo la ocasin tan deseada
de contraponer al movimiento poltico las reivindicaciones socialistas, de fulminar
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los anatemas tradicionales contra el liberalismo, contra el Estado representativo,
contra la concurrencia burguesa, contra la libertad burguesa de prensa, contra el
derecho burgus, contra la libertad y la igualdad burguesas y de predicar a las
masas populares que ellas no tenan nada que ganar, y que ms bien perderan
todo en este movimiento burgus. El socialismo alemn olvid muy a propsito
que la crtica francesa, de la cual era un simple eco inspido, presupona la
sociedad burguesa moderna, con las correspondientes condiciones materiales de
vida y una constitucin poltica adecuada, es decir, precisamente las premisas
que todava se trataba de conquistar en Alemania.
Para los gobiernos absolutos de Alemania, con su squito de clrigos, de
mentores, de hidalgos rsticos y de burcratas, este socialismo se convirti en un
espantajo propicio contra la burguesa que se levantaba amenazadora.
Form el complemento dulzarrn de los amargos latigazos y tiros con que
esos mismos gobiernos respondan a los alzamientos de los obreros alemanes.
Si el "verdadero" socialismo se convirti de este modo en una arma en
manos de los gobiernos contra la burguesa alemana, representaba adems,
directamente, un inters reaccionario, el inters del pequeo burgus alemn. La
pequea burguesa, legada [135] por el siglo XVI, y desde entonces renacida sin
cesar bajo diversas formas, constituye para Alemania la verdadera base social del
orden establecido.
Mantenerla en conservar en Alemania el orden establecido. La supremaca
industrial y poltica de la burguesa le amenaza con una muerte cierta: de una
parte, por la concentracin de los capitales, y de otra por el desarrollo de un
proletariado revolucionario. A la pequea burguesa le pareci que el "verdadero"
socialismo poda matar los dos pjaros de un tiro. Y ste se propag como una
epidemia.
Tejido con los hilos de araa de la especulacin, bordado de flores retricas
y baado por un roco sentimental, ese ropaje fantstico en que los socialistas
alemanes envolvieron sus tres o cuatro descarnadas "verdades eternas", no hizo
sino aumentar la demanda de su mercanca entre semejante pblico.
Por su parte, el socialismo alemn comprendi cada vez mejor que estaba
llamado a ser el representante pomposo de esta pequea burguesa.
Proclam que la nacin alemana era la nacin modelo y el mescrata
alemn el hombre modelo. A todas las infamias de este hombre modelo les dio un
sentido oculto, un sentido superior y socialista, contrario a lo que era en realidad.
Fue consecuente hasta el fin, manifestndose de un modo abierto contra la
tendencia "brutalmente destructiva" del comunismo y declarando su imparcial
elevacin por encima de todas las luchas de clases. Salvo muy raras excepciones,
todas las obras llamadas socialistas y comunistas que circulan en Alemania
pertenecen a esta inmunda y enervante literatura.16
16 Nota de Engels a la edicin alemana de 1890: "La tormenta revolucionaria de 1848
barri esta miserable escuela y ha quitado a sus partidarios todo deseo de seguir
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2. El socialismo conservador o burgus
Una parte de la burguesa desea remediar los males sociales con el fin de
consolidar la sociedad burguesa.
A esta categora pertenecen los economistas, los filntropos, los
humanitarios, los que pretenden mejorar la suerte de las clases trabajadoras, los
organizadores de la beneficencia, los protectores de animales, los fundadores de
las sociedades de templanza, los reformadores domsticos de toda laya. Y hasta
se ha llegado a elaborar este socialismo burgus en sistemas completos.
[136]
Citemos como ejemplo la "Filosofa de la miseria", de Proudhon.
Los burgueses socialistas quieren perpetuar las condiciones de vida de la
sociedad moderna sin las luchas y los peligros que surgen fatalmente de ellas.
Quieren perpetuar la sociedad actual sin los elementos que la revolucionan y
descomponen. Quieren la burguesa sin el proletariado. La burguesa, como es
natural, se representa el mundo en que ella domina como el mejor de los
mundos. El socialismo burgus hace de esta representacin consoladora un
sistema ms o menos completo. Cuando invita al proletariado a llevar a la
prctica su sistema y a entrar en la nueva Jerusaln, no hace otra cosa, en el
fondo, que inducirle a continuar en la sociedad actual, pero despojndose de la
concepcin odiosa que se ha formado de ella.
Otra forma de este socialismo, menos sistemtica, pero ms prctica,
intenta apartar a los obreros de todo movimiento revolucionario, demostrndoles
que no es tal o cual cambio poltico el que podr beneficiarles, sino solamente
una transformacin de las condiciones materiales de vida, de las relaciones
econmicas. Pero, por transformacin de las condiciones materiales de vida, este
socialismo no entiende, en modo alguno, la abolicin de las relaciones de
produccin burguesas lo que no es posible ms que por va revolucionaria,
sino nicamente reformas administrativas realizadas sobre la base de las mismas
relaciones de produccin burguesas, y que, por tanto, no afectan a las relaciones
entre el capital y el trabajo asalariado, sirviendo nicamente, en el mejor de los
casos, para reducirle a la burguesa los gastos que requiere su domino y para
simplificarle la administracin de su Estado.
El socialismo burgus no alcanza su expresin adecuada sino cuando se
convierte en simple figura retrica.
Libre cambio, en inters de la clase obrera! Aranceles protectores, en
inters de la clase obrera! Prisiones celulares, en inters de la clase obrera! He
ah la ltima palabra del socialismo burgus, la nica que ha dicho seriamente.
El socialismo burgus se resume precisamente en esta afirmacin: los
burgueses son burgueses en inters de la clase obrera.
haciendo socialismo. El principal representante y el tipo clsico de esta escuela es el
seor Karl Grn".
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3. El socialismo y el comunismo critico-utpicos
No se trata aqu de la literatura que en todas las grandes revoluciones modernas
ha formulado las reivindicaciones del proletariado (los escritos de Babeuf, etc.).
Las primeras tentativas directas del proletariado para hacer prevalecer sus
propios intereses de clase, realizadas en tiempos de [137] efervescencia general,
en el perodo del derrumbamiento de la sociedad feudal, fracasaron
necesariamente, tanto por el dbil desarrollo del mismo proletariado como por la
ausencia de las condiciones materiales de su emancipacin, condiciones que
surgen slo como producto de la poca burguesa. La literatura revolucionaria que
acompaa a estos primeros movimientos del proletariado es forzosamente, por su
contenido, reaccionaria. Preconiza un ascetismo general y un burdo
igualitarismo.
Los sistemas socialistas y comunistas propiamente dichos, los sistemas de
Saint-Simon, de Fourier, de Owen, etc., hacen su aparicin en el perodo inicial y
rudimentario de la lucha entre el proletariado y la burguesa, perodo descrito
anteriormente. (Vase "Burgueses y proletarios").
Los inventores de estos sistemas, por cierto, se dan cuenta del
antagonismo de las clases, as como de la accin de los elementos destructores
dentro de la misma sociedad dominante. Pero no advierten del lado del
proletariado ninguna iniciativa histrica, ningn movimiento poltico propio.
Como el desarrollo del antagonismo de clases va a la par con el desarrollo
de la industria, ellos tampoco pueden encontrar las condiciones materiales de la
emancipacin del proletariado, y se lanzan en busca de una ciencia so