Marino Faliero - Lord Byron

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Lord Byron

Transcript of Marino Faliero - Lord Byron

Faliero era miembro destacado laaristocracia veneciana, y desde sujuventud prestó servicios a laRepública de Venecia. En 1345 fueencargado de dirigir la lucha contrauna sublevación en la ciudad deZara, y luego fue jefe de la flotanaval veneciana, y gobernador deEubea, habiendo luego servido en ladiplomacia ante la sede papal deAviñón, destacando como hombrede acción y ampliamente capacitadoen funciones de administración.

Lord Byron

Marino FalieroePub r1.0

Titivillus 09.02.15

Título original: Marino FalieroLord Byron, 1820

Editor digital: TitivillusePub base r1.2

PERSONAJES

ANGELINAMARIANAMARINO FALIEROLIONIBENINTENDEMIGUEL STENOISRAEL BERTUCCIOFELIPE CALENDARODAGOLINOBELTRÁNSEÑOR DE LA NOCHEVICENTEPEDRO

BAUTISTAEL SECRETARIO DEL CONSEJO

DE LOS DIEZ.CiudadanosDamas, guardias, conspiradores, el

Consejo de los Diez, la Junta, etc.

ACTO PRIMERO

La acción pasa en Venecia, en 1735. Laescena representa una antecámara enel palacio ducal.

ESCENA PRIMERA

PEDRO, BAUTISTA y despuésVICENTE

PEDRO:¿No ha vuelto el mensajero?

BAUTISTA:Todavía no. He mandado variosrecados, según vuestras órdenespero la Junta está discutiendo aún lasentencia de acusación de Steno.

PEDRO:Ya tarda demasiado.

BAUTISTA:¿Qué piensa de todo esto el dux?

PEDRO:Aguarda impaciente el resultado delproceso.

BAUTISTA:Dicen que su cólera es grande.Razón sobrada tiene, pues Steno

cometió un grave delito infiriéndoletan grosero ultraje.

PEDRO:Sin embargo me parece que siendoSteno patricio, no le juzgará conseveridad.

BAUTISTA:Bastaría que le juzgasen conequidad… Pero no nos anticipemosa la sentencia de los Cuarenta. (SaleVicente). ¿Qué noticias traéis?

VICENTE:Ha terminado el juicio pero sedesconoce el fallo. He visto que elpresidente sellaba el pergamino enque se comunica al dux el acuerdo

del tribunal y me apresuro aparticipárselo.

BAUTISTA:Os acompañamos. (Vanse los tres).

ESCENA II

El dux, MARINO FALIERO,BERTUCCIO FALIERO, despuésVICENTE y el SECRETARIO de losCUARENTA.

BERTUCCIO:Es imposible que no se os haga

justicia.

DUX:¡No conoces a Venecia!… ¡No sabeslo que son los cuarenta!… Pero ya loveremos… (Sale Vicente).

BERTUCCIO(A Vicente). ¿Qué novedad hay?

VICENTE:Estoy encargado cíe anunciar avuestra Alteza que el tribunal hafallado, y que, después de cumplidoslos requisitos legales, os remitirá lasentencia…

BERTUCCIO:¿No habéis podido adivinar la

naturaleza de la decisión?

VICENTE:No, señor… Ya conocéis la habitualdiscreción de los tribunales de laRepública… Salí al instante delsalón sin tener tiempo para observarnada… Además, mi puesto al ladodel acusado Miguel Steno meobligaba…

DUX:(Interrumpiéndole bruscamente).¿Qué actitud era la suya?

VICENTE:Parecía preocupado, pero no abatidoaguardando con resignación lasentencia, cualquiera que ésta

fuese… (Pausa). Aquí llega el señorsecretario de los Cuarenta anotificársela a vuestra Alteza. (Saleel secretario de los Cuarenta).

SECRETARIO:El alto tribunal de los Cuarentasaluda respetuosamente al duxFaliero, primer magistrado deVenecia y le ruega que se digne leery aprobar la sentencia dictada contraMiguel Steno patricio de nacimiento,acusado de los hechos consignadosen este escrito. (Entregando al duxun papel).

DUX:Despejad y esperad ahí fuera.

(Vanse el secretario y Vicente. A susobrino, dándole el documento).Toma… lee…

BERTUCCIO:(Leyendo). «Decretado en Consejo,por unanimidad, que Miguel Steno,culpable según confesión propia, dehaber escrito en el trono ducal,durante la última noche de Carnaval,las siguientes palabras…: “MarinoFalliero, dalla bella moglie, altri legode, ed egli la mantiene”. Sanuto».

DUX:(Interrumpiéndole bruscamente).Pasa para la sentencia.

BERTUCCIO:

«Condena a Miguel Steno, a un mesde arresto».

DUX:Adelante.

BERTUCCIO:Señor, no dice nada más.

DUX:¡Nada más!… ¡Dame ese papel!…(Le arrebata el papel, lee) «Elconsejo condena a Miguel Steno…».¡Oh! ¡qué ignominia!…

BERTUCCIO:Calmaos… Cierto que la pena esharto leve comparada con la ofensa,pero aún hay remedio: podéis apelar

del acuerdo de los Cuarenta ante elTribunal de los Tres que os vengaránde ese osado culpable… ¿No locreéis así? (El dux arroja al suelo lacorona ducal, disponiéndose apisotearla pero le detiene susobrino). ¡Señor, en nombre delcielo!

DUX:(Muy exaltado). ¡Aparta!… ¡Ah!¿por qué no están en el puerto losgenoveses?… ¿por qué los hunosque vencí en Zara no forman enbatalla en derredor del palacio?

BERTUCCIO:Esas palabras no son muy

convenientes en boca de un dux deVenecia.

DUX:¡Dux de Venecia! ¿Quién es ahoradux de Venecia?… No Io hay. Es unapalabra hueca sin sentido. A partirde este momento, el más oscuroartesano nos señalará con el dedo yel noble orgulloso puede escupirnosal rostro. ¿Dónde está nuestrorecurso?

BERTUCCIO:En la ley.

DUX:Ya ves lo que hace por mí. Sólo a laley he pedido justicia; sólo en la ley

he buscado venganza… Miancianidad, mis honores, misderechos, mis cicatrices, la sangre yel sudor de una vida que frisa en losochenta años… todo esto se hapuesto en la balanza contra el ultrajemás abominable, el insulto másgrosero, el criminal escarnio de unpatricio audaz, y ¡todo se haencontrado insuficiente! ¿Debotolerarlo?

BERTUCCIO:No digo tal. Pero ya veremos elmodo de que nos hagan justicia… ysi nos la niegan, nos la haremosnosotros mismos.

DUX:Conoces la grave ofensa de esemiserable, que acaba de ser por lomenos que absuelto… Su villanacalumnia, corriendo de boca en bocaacompañada de groseroscomentarios, provocará las cínicaschanzas, las obscenas blasfemias delpopulacho… en tanto que los nobles,dando al sarcasmo un barniz deurbanidad se dirán al oído el cuentoescandaloso, y con una sonrisaaprobarán la mentira que,rebajándome a su nivel, me trueca enun marido engañado y complaciente,resignado con su deshonra.

BERTUCCIO:Pero vos sabéis y Venecia entera nolo duda, que todo es falso.

DUX:Sobrino: en cierta ocasión dijo unilustre romano: «La esposa de Césarno debe infundir sospechas». Y larepudió… Pues ¡qué!, ¿ha de tolerarun príncipe de Venecia, lo que nohubiera sufrido un romano? Elanciano Dandolo rechazó la diademade los Césares y llevó la coronaducal, que pisoteó porque estáenvilecida.

BERTUCCIO:¿Qué reparación esperabais? ¿Qué

pena queríais que impusiesen alculpable?

DUX:¡La muerte! ¿No soy el jefe delEstado? ¿No me han insultado en mipropio trono? ¿No fui ultrajadocomo esposo envilecido comohombre, humillado, degradado comopríncipe? Ah, ¡y dejan vivir almiserable! Si en vez del trono deldux hubiera elegido el escabel de unrústico para escribir su ultraje,tiñera con su sangre el umbral de lacabaña: el vasallo le habría matadoinmediatamente.

BERTUCCIO:

Estad cierto de que no vivirá alponerse el sol: dejadlo a micuidado, y sosegaos.

DUX:No; es menester que viva, al menospor ahora. Una vida tan despreciablecomo la suya sería poca cosa alpresente. En la antigüedad ciertossacrificios no exigían más que unavíctima: para las grandesexpiaciones se requería unahecatombe… Así no te olvides delultraje: cuando te entregues alreposo, venga él a turbar tus sueños:cuando ría el alba, póngase él entreti y el sol, cual nube de mal agüero

en un día de regocijo… Pero ningunapalabra, ningún movimiento… Yanos vengaremos… Ahora retírate.Quiero estar solo.

BERTUCCIO:(Recogiendo del suelo la coronaducal y poniéndola encima de lamesa). Antes de irme, os suplico quevolváis a tomar esa corona quehabéis rechazado. Ahora os dejo,rogándoos que contéis siempreconmigo.

DUX:Adiós. (Cogiendo en la mano lacorona ducal). ¡Frívola baratija!rodeada de todas las espinas que

guarnecen una corona, sin investircon la omnipotente majestad de losreyes la frente insultada que te lleva:juguete inútil y degradado, te agarrocomo lo haría con una careta. ¡Cuándolorosamente pesas sobre micabeza!… (Pausa). Soy un anciano,necesito oliscar brazos más jóvenespara llevar a cabo mis planes: peroéstos estarán tan bien concebidosque su ejecución no exigirá fuerzashercúleas… Mi imaginación haprincipiado su obra; aproxima a laluz las imágenes oscuras, a fin deque el juicio escoja con madurez…(Pausa). Las tropas comienzan aescasear en… (Sale Vicente).

VICENTE:Señor, un desconocido solicitaaudiencia de vuestra Alteza.

DUX:Estoy indispuesto: no pueda recibira nadie.

VICENTE:Es un plebeyo el patrón de unagalera…

DUX:Entonces que pase: es un servidordel Estado. Quizá viene a algúnasunto relacionado con el serviciopúblico. (Vase Vicente). Convienesondear a ese patrón; quiero saber loque piensa. Sé que el pueblo está

descontento: le sobran motivos paraestarlo desde la victoria de losgenoveses en la infausta jornada deSapienza… Las tropas, lisonjeadas amenudo con vanas promesas,reclaman sus atrasos y murmuransordamente… A la menor esperanzade cambio, se sublevarán,cobrándose por sí mismas el botín…Sin embargo, dudo que el cleroabrace nuestra causa; me aborrecedesde el día en que llevado por miimpaciencia, maltraté al obispo deTeviso… pero no me sería difícilatraérmelo con oportunasconcesiones… Si pudiera libertar aVenecia y vengar mis agravios,

creería haber vivido bastante y sólodesearía el descanso de la tumba…(Pausa). Veamos; actualmente haytres mil soldados acantonados en…(Vuelve a entrar Vicenteacompañando a Israel Bertuccio).

ESCENA III

El DUX, ISRAEL BERTUCCIO yVICENTE.

VICENTESeñor está aquí el patrón que os he

anunciado.

DUX:Vicente, déjanos, (Vase Vicente. AIsrael). Acercaos. ¿Qué deseáis?

ISRAEL:Justicia.

DUX:¿A quién se la pedís?

ISRAEL:A Dios y al dux.

DUX:¡Ay! amigo mío, os dirigís a lapersona menos respetada y menosinfluyente de Venecia. Vale más quepresentéis vuestra reclamación al

Consejo.

ISRAEL:Sería inútil mi demanda; el que meha ultrajado forma parte de él.

DUX:Referid lo que os ha sucedido.

ISRAEL:Soy comandante del arsenal; en laactualidad me ocupo en repararalgunas galeras que los genovesesdeterioraron el año pasado. Estamañana vino a verme el senadorBárbaro, muy irritado porquenuestros operarios habíandesatendido en su casa no sé quéfrívolas órdenes para cumplir las del

Estado; intenté justificar a mistrabajadores y alzó contra mí lamano… ¡Ved mi sangre. (Mostrandoel rostro ensangrentado). Es laprimera vez que ha corrido de unamanera deshonrosa!

DUX:¿Qué venganza desearíais tomar deese hombre?

ISRAEL:La que no me atrevo a decir, peroque obtendré a todo trance.

DUX:Entonces ¿a qué venís aquí?

ISRAEL:

A pedir justicia.

DUX:Venís a pedirme justicia… ¡a mí, duxde Venecia!, y me es imposibleotorgárosla, ni aún para míalcanzarla puedo… Apenas hace unahora que me la han negadosolemnemente.

ISRAEL:¿Qué dice vuestra Alteza?

DUX:Steno está condenado a un mes deprisión.

ISRAEL:¿Es posible? Y ¿es ese todo el

castigo del villano que osa mancillarel trono ducal con aquellas infamespalabras que han sonadoignominiosamente en todos los oídosde Venecia?

DUX:No me pidáis justicia. Recurrid a losCuarenta que han sentenciado aMiguel Steno y que sin duda obraránde igual manera con el senador queos ha ofendido.

ISRAEL:¡Ah! ¡si me atreviera a hablar!…Nada significarla injuria inferida aun ser tan humilde como yo, pero elterrible ultraje hecho a vuestra

dignidad y a vuestra persona…

DUX:Exageráis mi poder, que es sólo derelumbrón. Este manto puede movera lástima con mayor razón que losharapos de un miserable; alpordiosero le pertenecen susandrajos y éstos no son más queprestados al pobre ser cuyo poderíoy representación se limitan a estearmiño.

ISRAEL:¿Querríais ser rey soberano deVenecia?

DUX:Sí: con la condición de que el

pueblo compartiese mi soberaníapara que ni él ni yo fuésemosesclavos de esa hidra aristocráticade gigantescas proporciones, yvenenoso cuerpo, cuyas ponzoñosascabezas exhalan entre nosotrosmiasmas pestilentes.

ISRAEL:Pero vos nacisteis y habéis vividosiempre patricio.

DUX:Por desgracia mía.

ISRAEL:No somos los únicos lastimados,ultrajados, envilecidos,atropellados. La población entera

sufre y reprime a duras penas lavenganza de sus injurias; las tropasextranjeras que mantiene el senadose quejan de que no cobran sushaberes; los marinos nacionales y laguardia cívica simpatizan con susamigos… (Pausa). Para concluirexiste una sociedad de hermanos quese juntan en secreto, ligándose conjuramento; corazones valientes yfieles que habiendo servido ydefendido a la República en todoslos climas y contra todos susenemigos, están prontos a librarla delos parásitos que roen sus entrañas.No son muchos pero sí lossuficientes para el objeto que se

proponen; tienen armas, dinero,corazón, una fe viva y un valorpaciente.

DUX:¿Qué esperan?

ISRAEL:La hora de vengarse.

DUX:(Aparte). La dará la campana de SanMarcos.

ISRAEL:Sed, pues, nuestro jefe ahora y másadelante nuestro soberano.

DUX:¿Cuántos sois? Es preciso que

conozca vuestro plan, el número ylos nombres de los conjurados.Quizá pueda duplicar vuestrasfuerzas y madurar vuestrosproyectos.

ISRAEL:Somos bastante numerosos; vos soisel único aliado que aún deseábamos.

DUX:Al menos dadme a conocer avuestros jefes.

ISRAEL:Lo haremos si juráis guardar elsecreto que os confiemos.

DUX:

¿Cuándo? ¿Dónde?

ISRAEL:Esta noche conduciré a vuestracámara a dos principalesconjurados: traer más seríapeligroso.

DUX:¿No sería mejor que yo mismo vayaa reunirme con vosotros?

ISRAEL:¿Iréis solo?

DUX:Con mi sobrino.

ISRAEL:Ni aunque fueseis con un hijo.

DUX:¡Cómo queráis! ¿Dónde nosreuniremos?

ISRAEL:A media noche, acudiré solo yenmascarado al sitio que designevuestra Alteza; allí os aguardarépara guiaros a donde recibiréis elhomenaje que se os debe y sabréisnuestros planes.

DUX:Entonces hasta la media noche. Juntoa la iglesia de San Juan y San Pablo,donde yacen mis padres, por elestrecho canal inmediato sedeslizará silenciosa una góndola de

un remo. Esperad allí.

ISRAEL:No faltaré.

DUX:Ahora podéis retiraros.

ISRAEL:Me voy con la esperanza de quevuestra Alteza perseverará en suresolución. Príncipe, quedad conDios. (Vase).

TELÓN

ACTO SEGUNDO

La escena representa una sala en elpalacio ducal.

ESCENA PRIMERA

ANGELINA y MARIANA

ANGELINA:Fue un insulto grosero, pero lo queme ha afectado, no es la descaradacalumnia de ese atrevido, sino la

honda mella que ha hecho en elánimo de Faliero en ese ánimoaltivo, irascible, rígido, rígido paratodos menos para mí. Tiemblocuando calculo las consecuenciasque puedan resultar.

MARIANA:Seguramente no tiene el dux ningúnmotivo para sospechar de vos.

ANGELINA:¡Sospechar de mí! Ni el mismoSteno se ha atrevido a ello.

MARIANA:No obstante convendría que fuesecastigado con severidad: algúndesagravio se debe a la virtud

calumniada.

ANGELINA:¿Qué es la virtud si necesitavíctimas, o si ha de depender de laspalabras de los hombres? Un insigneromano decía al expirar, que lavirtud no es más que un nombre. Enefecto, sólo un nombre sería, si elsoplo de la palabra humana pudierahacerla o deshacerla.

MARIANA:Sin embargo, muchas mujeres,aunque fieles y puras, se ofenderíanaltamente de tal calumnia; no pocasdamas de Venecia menos austeras semostrarían inexorables con el infame

impostor.

ANGELINA:Eso prueba que es el nombre y no lacosa lo que prefieren. Para unas yotras debe ser muy difícil conservarla honra, ya que necesitan verlacircundada de una gloriosa aureola;esas personas quieren que se lastenga por honradas, como deseanparecer hermosas.

MARIANA:Extrañas ideas tenéis a pesar de serdama patricia.

ANGELINA:Eran las de mi padre: única herenciaque me legó con su nombre.

MARIANA:Esposa de un príncipe, del jefe de laRepública, no necesitáis viudedad.

ANGELINA:Ni la habría solicitado, aunque mehubiera casado con un simplelabriego. Pero no por eso dejo deconocer cuánto amor y gratitud deboa mi padre por haber concedido mimano a su mejor amigo, el conde Valdi Marino, hoy nuestro dux.

MARIANA:¿Con vuestra mano diole tambiénvuestro corazón?

ANGELINA:No podía dar lo uno sin lo otro.

MARIANA:Sin embargo, esa extrañadesproporción de edad, ypermitidme que lo añada, la pocaconformidad de vuestros genios,podrían hacer dudar de que en talenlace fueseis dichosa…

ANGELINA:El mundo piensa como mejor leplace; pero mi corazón se haencerrado siempre en el círculo demis deberes, que aunque numerosos,jamás son difíciles.

MARIANA:Antes de ese matrimonio, ¿palpitóvuestro corazón por algún noble

mancebo cuya edad fuese másadecuada a una belleza como lavuestra? o ¿no habéis visto despuésa alguien que hoy pudiese aspirar ala mano de la hija de Loredano siaún estuviera libre?

ANGELINA:Contesté a la primera pregunta,cuando dije que me había casadocon Faliero.

MARIANA:¿Y la segunda?

ANGELINA:No exijáis respuesta.

MARIANA:

Perdonad si os ofendí… El duxviene… Me retiraré.

(Vase Mariana y entra el dux, queparece muy distraído).

ESCENA II

ANGELINA y el DUX

DUX:(Hablando consigo mismo). Hayactualmente en el arsenal un patrónllamado Felipe Calendaro, quemanda cuatrocientos hombres y

ejerce poderoso influjo en el ánimode sus camaradas. Dicen que es tanarrojado y popular como discreto.Sin duda, Israel Bertuccio contarácon él, pero convendría… (Viendo aAngelina) ¡Perdóname, hija mía! ¡Note había visto!

ANGELINA:Señor, parecíais abismado envuestras reflexiones.

DUX:¿Has salido? El día está nubladopero las tranquilas aguas sonfavorables al ligero remo delgondolero. ¿Cómo has pasado lamañana?… ¿Qué recreos lícitos, qué

placeres honestos, acompañada osola, podrían regocijar tu corazón eindemnizarlo de las tristes horaspasadas con un anciano casi siempreabrumado por numerosasinquietudes? Habla y quedarássatisfecha.

ANGELINA:¡Qué bondadoso sois conmigo! Nadadeseo ni pido sino veros más amenudo y más tranquilo.

DUX:¿Más tranquilo?

ANGELINA:Sí, más tranquilo. ¿Por qué buscáisla soledad? ¿Por qué se reflejan en

vuestro semblante esas fuertesemociones que, sin descubrirse deltodo, revelan demasiado?…

DUX:¡Revelan demasiado!… ¿Quérevelan?

ANGELINA:¡Un corazón oprimido!

DUX:Ya conoces las numerosas ycontinuas cargas oficiales que pesansobre mí: eso es lo que me preocupahoy más que de costumbre.

ANGELINA:Esos cuidados ya existían antes, y

hace pocos días que os veo así.Perdonadme: hay en el fondo devuestros pensamientos algo más queel desempeño de los deberespúblicos. Vuestras emocionesactuales son de diversa índole; envos no está ofendido el patriotismo,sino el orgullo. Sí, el orgullo: elmismo pecado que causó la caída delos ángeles, y al cual se hallan muyexpuestos los mortales que seasemejan más a las naturalezasangélicas; los pequeños no son sinovanos; los grandes son soberbios…

DUX:Yo tenía el orgullo del honor, de tu

honor, arraigado hondamente en elcorazón… Pero variemos deasunto…

ANGELINA:¡Oh! ¡no!… Vuestras penas son deprivado linaje: deber mío esaliviaros de su peso. Desde el díaque la insensata calumnia de Stenovino a turbar vuestro sosiego, habéiscambiado mucho. Quisiera que conmis atenciones volvieseis a ser loque erais.

DUX:¡A ser lo que era!… ¿Sabes la penaimpuesta a Steno?

ANGELINA:

No.

DUX:Un mes de prisión.

ANGELINA:¿No es suficiente?

DUX:¡Suficiente! ¡De ninguna manera!

ANGELINA:¿No querríais que su villanía lecostase la vida?

DUX:Ahora, no; Sólo deseo que le dejenvivir tanto como él pueda; no merecela muerte. La protección otorgada alculpable es la condena de sus

jueces; él es inocente… su crimen seha confundido con el de todos ellos.

ANGELINA:¡Ah! si ese insolente calumniadorhubiese pagado con su sangre juvenilsu absurda mentira, no habría paramí un solo instante de alegría o desueño tranquilo.

DUX:¿No manda la ley divina que lasangre se pague con sangre? El quecalumnia ¿no mata aún más que elque derrama sangre? Cuando unhombre recibe una bofetada, ¿es eldolor del golpe, o la afrentainherente lo que constituye mortal

injuria? Las leyes del honor, ¿noexigen que él sea vengado consangre? ¿Acaso no corre esta sangrepor un puñado de oro? ¿La ley de lasnaciones no castiga con sangre latraición? ¿No es nada el haberinoculado veneno en estas venasdonde circulaba una sangresaludable? ¿No es nada el habermancillado vuestro nombre y el mío,los dos más nobles que existen? ¿Noes nada haber hecho a un príncipe elludibrio de su pueblo, haberdesconocido el respeto que elgénero humano concede a lajuventud en la mujer, a la vejez en elhombre, a la virtud en tu sexo, a la

dignidad en el mío?

ANGELINA:El cielo nos manda perdonar anuestros enemigos.

DUX:¿Perdona el cielo a los suyos? ¿Seha librado Satanás de la cóleraeterna?

ANGELINA:No habléis con esa ira: Dios osperdonará, como a vuestrosenemigos.

DUX:¡Así sea! ¡Perdónelos el cielo!

ANGELINA:

Y vos, ¿los perdonaréis?

DUX:Sí; cuando estén en el cielo. (Pausa).Pero hablemos de otra cosa; afligidotu padre por su postrera enfermedad,deseó nuestro enlace: no era paracumplir conmigo: tiempo hacía quesu leal amistad me había pagado losservicios que le prestara.Proponíase asegurar a tu huérfanahermosura un honroso abrigo contralos peligros que en este vicioso nidode escorpiones amenazan a unadoncella sola y sin dote. No opinécomo él, pero no quise contrariar unpensamiento que endulzaba sus

últimos instantes. Te dejé libre en tuelección y confirmaste la de tupadre.

ANGELINA:Lo hice, y lo haría otra vez a la fazde la tierra y del cielo.

DUX:Te creo porque, conociendo ladesproporción de nuestras edades,me elegiste. No fundaba miconfianza en mis cualidadespersonales, sino en tus dulcesvirtudes, en tu fe, en tu honor…(Pausa). Donde el honor es innato, yfortalecido por sabios principios, lafidelidad conyugal descansa sobre

una roca firmísima. En cambio, seríalocura pedir virtudes castas a unasangre corrompida: el mismoAlcides en su virilidad majestuosa,semidivina, no bastaría a encadenarun corazón sin virtud; lo que laconstituye es la perseverancia: elvicio no puede fijarse, ni cambiar lavirtud. La mujer que ha sucumbidouna vez sucumbirá siempre porque elvicio necesita variedad; mientrasque la virtud permanece inmóvilcomo el sol: cuanto se mueve enderredor de ella aspira en supresencia la vida, la luz y la gloria.

ANGELINA:

Pensando así, ¿por qué turbavuestros augustos pensamientos unodio infatigable contra un ente tanruin como Steno?

DUX:Estáis en un error. No es Steno quienme enciende así en ira…

ANGELINA:¿Cuál es entonces el motivo que osafecta profundamente?

DUX:La majestad de Venecia insultada ala vez en su príncipe y en susleyes… Pero no hablemos de esto:ahora se trata de ti.

ANGELINA:¿De mí?

DUX:Sí… no lo extrañes… Conozco quese acerca el fin de mi existencia:desearía que siguieses lasinstrucciones que hallarás en esteescrito. (La entrega un papel). Ahoraes preciso que me retire a micámara; tengo mucho que hacer y eltiempo vuela. Adiós, Angelina…(Vase. Mutación).

ESCENA III

Lugar apartado cerca del arsenal

ISRAEL BERTUCCIO y FELIPECALENDARO

FELIPE:¿Qué éxito ha tenido vuestra queja?… ¿Le castigarán?

ISRAEL:Sí.

FELIPE:¿Con qué pena?

ISRAEL:Con la muerte.

FELIPE:Sin duda estáis soñando o intentáis

vengaros por vuestra propia mano,según os aconsejaba.

ISRAEL:No, Calendaro: las gotas de sangreque él ha hecho correr se pagaráncon toda la suya, pero no con la suyasola. No hemos de vengar injuriasprivadas: eso es bueno parapasiones egoístas y hombres degenio violento, pero no es digno deun tiranicida.

FELIPE:¿Qué os ha contestado el dux?

ISRAEL:Que no hay castigo para hombrescomo Bárbaro.

FELIPE:¡Bien os decía que de semejantesmanos no hemos de esperar justicia!¿Por qué no acudisteis al Consejo?El dux es un maniquí que apenaspuede obtener justicia para símismo.

ISRAEL:Decid a nuestros amigos quepreparen sus compañías. Estédispuesto todo para dar el golpedecisivo, quizá dentro de algunashoras. Cuidad de que todos acudanpuntualmente, armados, al lugar dela reunión, excepto los Diez y Seisque se quedarán entre las tropas para

esperar la señal… Muertos o vivos,seremos libres: en la tumba no haycadenas. ¿Cuentan las diez y seiscompañías el número cabal desesenta hombres cada una?

FELIPE:Todas, excepto dos, en las cualeshay veinticinco plazas menos que enlas otras.

ISRAEL:No importa: podemos pasarnos sinellos. ¿Cuáles son esas doscompañías?

FELIPE:Las de Beltrán y del viejo Lorenzo,de los cuales desconfío…

Principalmente en Beltrán nótase unavacilación y una sensibilidad fatalespara empresas como la nuestra. Lehe visto llorar como un niño por laspenas del prójimo sin pensar en lassuyas, que son mucho mayores.

ISRAEL:Los verdaderos valientes seconmueven pronto y lloranfácilmente. Hace mucho tiempo queconozco a Beltrán, y no existe bajoel cielo un hombre más pundonorosoque él. (Pausa). En fin, reúnanse a lahora acostumbrada los Diez y Seis…No falte ninguno, porque tengo quepresentarles a un extraño.

FELIPE:¿Un extraño? ¿Conoce nuestrosecreto?

ISRAEL:Sí.

FELIPE:¿Pertenece a nuestra clase?

ISRAEL:Sí, por sus sentimientos, aunque esde elevada alcurnia.

FELIPE:¿Qué cargo pensáis confiarle entrenosotros?

ISRAEL:Tal vez el de jefe.

FELIPE:¡Cómo! ¿Resignáis el mando?

ISRAEL:Sin duda alguna. Mi objeto es darcima a este proyecto, no abrirme lasenda del poder. Mi experiencia yvuestros votos me han designadopara mandaros hasta que se presenteun jefe más digno. Si he encontradoal hombre a quien vosotros mismosdaríais la preferencia sobre mí,¿imagináis que vacile por egoísmo opor apego a una autoridad efímera,antes que ceder el puesto a quienposea en más alto grado que yo lascualidades de un jefe? No,

Calendaro, no; conoced mejor avuestro amigo, pero todos juzgaréis.Separémonos, para reunirnos luego ala hora convenida.

FELIPE:Por mi parte no quiero tener más jefeque vos: ahora, como siempre, soyvuestro… Adiós, hasta la medianoche. (Vanse cada uno por unextremo de la escena).

(TELÓN).

ACTO TERCERO

La escena representa el espaciocomprendido entre el canal y el templode San Juan y San Pablo. En el canalhabrá una góndola a cierta distancia.

ESCENA PRIMERA

EL DUX, solo y embozado.

DUX:He llegado antes de la hora

convenida… (Pausa). ¡Ciudadorgullosa! es preciso purificarte dela sangre corrompida que teconvierte en lazareto de la tiranía;ésta es la tarea que se me haimpuesto a pesar mío pues no lasolicité; es mi propio castigo,porque he visto crecer, propagarseesa peste patricia… y ahora estoycontaminado por esa lepra, siendomenester que lave las manchas delcontagio en las aguas que sanan.(Sale Israel Bertuccio).

ISRAEL:¿Quién va?

DUX:

¿Un amigo de Venecia?

ISRAEL:¡Es él! ¡Salud, señor! Os habéisadelantado a la hora.

DUX:Estoy pronto a concurrir a vuestrajunta.

ISRAEL:¿Se han desvanecido vuestras dudasdesde nuestra entrevista?

DUX:No; pero expongo en este albur lapoca vida que me queda, dandooídos a vuestra traición… No osestremezcáis: ésa es la palabra; no

puedo disfrazar con nombresinocentes actos culpables aunqueesté resuelto a cometerlos. Cuandovinisteis a tentarme y os escuché sinenviaros a la cárcel, desde aquelpunto fui vuestro cómplice, máscriminal que vos.

ISRAEL:Señor, extrañas son esas palabras,que no creo haber merecido. No soyun espía, ni nosotros somostraidores… Pero no es esta laocasión de examinar estascuestiones; de otro modo podríacontestar. Vamos a la Junta;permaneciendo aquí, pudiéramos ser

observados… (Óyense docecampanadas en el relej del templo).¡Escuchad!: suena la hora.

DUX:¡Vamos, vamos! Es nuestro toquefuneral, o el de Venecia.

ISRAEL:Decid mejor que es el repique de lalibertad triunfante… Por aquí: noestá lejos el lugar de la reunión.(Vanse, Mutación).

ESCENA II

La casa donde se reúnen losconspiradores.

DAGOLINO. BELTRÁN. FELIPECALENDARO y otros conspiradores.

FELIPE:¿Están todos?

DAGOLINO:Todos, excepto los tres que se hallanen su puesto y nuestro jefe Israel, aquien esperamos de un momento aotro.

FELIPE:¿Dónde está Beltrán?

BELTRÁN:

¡Presente!

FELIPE:¿Has logrado completar tucompañía?

BELTRÁN:Había puesto los ojos en algunoshombros; pero no me he atrevido aconfiarles el secreto antes deasegurarme de que merecen miconfianza.

FELIPE:Cuidado, Beltrán, que no te pierdode vista.

BELTRÁN:¿Quién desconfía de mí?

FELIPE:Yo no, pues de ser así no estuvierasaquí hablándome del confianza; no,no recelamos de tu fidelidad sino detu sensibilidad (Salem Israel y eldux).

ESCENA III

Dichos y el DUX e ISRAEL

DAGOLINO:¡Salud, Israel!

CONJURADO:

¡Bien venido seáis, buen Bertuccio!¿Quién es ese desconocido?

FELIPE:Ya es hora de nombrarle. Nuestroscompañeros están dispuestos aacogerle como a un hermano; les headvertido que habíais ganado unadicto para nuestra causa; escogidopor vos, aprobamos la elección; tangrande es nuestra confianza en todosvuestros actos… Ahora,¡descúbrase!

ISRAEL:(Al dux, que se desembarazará).¡Acercaos!

CONJURADO:

¡Traición!… ¡Es el dux!… ¡A lasarmas!… ¡Mueran ambos, nuestrocapitán que nos entrega y el tirano aquien nos ha vendido!

FELIPE:(Desenvainando la espada).¡Deteneos, deteneos! ¡Hablad Israel!¿Qué significa este misterio?

ISRAEL:No quiero decirlo. Podíais saber queun corazón como el mío es incapazde hacer traición. Debíais estarciertos de que cualquiera que meacompañase a esta junta, vendríaúnicamente para ser, según se leantojara, nuestro cómplice o nuestra

víctima… Nada tenéis que temer;más aún, estáis a punto de triunfar…Atended y os convenceréis de laverdad de mis palabras.

DUX:Ayer todavía me visteis con lapúrpura oficial, soberano aparentede nuestras cien islas, presidir en elducal palacio, hacer cumplir losdecretos de un poder que no es míoni vuestro, sino de nuestros señores,de los patricios. A todos se osocurrirá por qué estaba yo allí; ¿porqué estoy ahora aquí?; responda pormí, preguntándose qué motivos lehan traído a este lugar aquel de

vosotros que haya sido más ofendidoy ultrajado… Ya sabéis lo queúltimamente me ha ocurrido:dispensadme de esta relación…Nuestros agravios particulares sonhijos de los vicios públicos de esteEstado, que no es república ni reino;en vano buscaríamos en él un rey yun pueblo… adolece de todos losdefectos de la antigua Esparta sin latemplanza y el valor que constituíansus virtudes… Estáis reunidos paraechar por tierra esa Constituciónmonstruosa, ese Gobierno que no loes, ese espectro que urge exorcizarcon sangre… ¡Ah! entonces volveránlos días de la verdad y de la justicia;

haremos florecer, en una repúblicasincera y libre, no una igualdadinsensata sino derechos iguales,proporcionados como las columnasde un templo, que prestándose mutuafuerza dan a todo el edificio solidezy gracia, de suerte que no se podríasuprimir ninguna sin alterar lasimetría del conjunto. Para efectuarese gran cambio aspiro a juntarmecon vosotros, si confiáis en mí; sino, he aquí mi pecho, ¡herid!…

FELIPE:¡Viva Faliero! ¡Venecia será libre!

CONJURADO:¡Viva Faliero!

DUX:¡Basta de felicitaciones! ¿Soy de losvuestros?

FELIPE:Sí… el primero entre nosotros,como lo sois en Venecia.

DUX:Cuando renuncio a un trono y abdicomis dignidades, no lo hago pararevestirme de otras sino para serigual a mis compañeros. (Pausa).Israel me ha comunicado vuestroplan. Es atrevido, pero realizablecon mi ayuda; opino que debeponerse inmediatamente en acción.

FELIPE:Cuando queráis… ¿No es cierto,amigos?… Está dispuesto todo paradar un golpe súbito… ¿Cuándo ha deser?

DUX:Al salir el sol.

BELTRÁN:¿Tan pronto?

DUX:¡Tan pronto!… ¡tan tarde!… Cadahora que transcurre acumula peligrosobre peligro, mucho más desde queme he reunido con vosotros.

FELIPE:

¿Cuál será la señal?

DUX:Cuando oigas la gran campana deSan Marcos, que no se puede tocarsino por orden especial del duxmarchad sobre la basílica… Id porcaminos diversos… desemboquecada compañía por un puntodiferente… Decid por el camino quevienen los genoveses, que al clarearse ha visto su flota dirigirse alpuerto… Formaos en batalla junto alpalacio, cuyo patio estará ocupadopor mi sobrino y mis criados, todossobre las armas, y apercibido parala empresa… Cuando suene la

campana, gritad: ¡San Marcos! ¡Elenemigo está en nuestras aguas!…(Pausa). Todos los patriciosacudirán en tropel al Consejo. Estoycierto de que no se atreverán adesobedecer a la terrible señal queresonará desde lo alto de la soberbiatorre de su santo patrón. Así, junta lamies, caerá, al filo de nuestrasespadas como bajo la hoz…

FELIPE:Heriremos con brazo fuerte…

BELTRÁN:Calendaro, con vuestro permisopreguntaré si están todos lospatricios condenados a perecer en la

matanza.

FELIPE:A lo menos todos los queencontremos yo y los míos.Tendremos para ellos la clemenciaque han tenido para nosotros.

CONJURADO:¡Todos, todos!

ISRAEL:Beltrán, tu falsa compasión no essolamente una locura sino tambiénuna injusticia para con tuscompañeros y la causa quedefendemos. ¿No ves que siperdonamos a algunos procuraránvengar a los que hayan sucumbido?

Ya es mucho que dejemos la vida asus hijos; el cazador puede reservaruno de los cachorros del tigre; pero¿quién pensaría en conservar alpadre o a la madre, a menos quequisiere perecer en sus garras? Sinembargo, acataré la opinión del duxFaliero. Resuelva él si hemos deperdonar a algunos. Decidid.

DUX:No me preguntéis nada; resolvedvosotros.

ISRAEL:Vos sabéis sus virtudes mejor quenosotros, que sólo conocemos susvicios públicos y la infame opresión

que nos impulsa a odiarles. Si entreellos hay alguno que merezca vivir,decidlo.

DUX:Entre esos hombres y yo no existeninguna relación privada; no veo enellos sino senadores dignos decastigo por sus arbitrariedades.¡Sufran como tales la pena quemerecen!

FELIPE:Ahora es menester obrar. ¡Amigos, anuestros puestos! Aguardad la señaly entonces avanzad… Dux, laprimera vez que nos volveremos aver os ofreceré mis respetos con la

cabeza de Steno en la punta de miespada.

DUX:¡No! dejadle para el último. No osdesviéis, para herir tan ruin presa,sino cuando haya caído más noblecaza.

FELIPE:Sin embargo, como él es la causainmediata de vuestra alianza connosotros, le debo tanta gratitud, queme alegraría de recompensarle comomerece.

DUX:Vos quisierais cortar la mano, yo lacabeza; herir al alumno, yo al

maestro; castigar a Steno, yo alSenado. No puedo atender aenemistades particulares en lavenganza general, universal quesemejante al fuego del cielo, debearrasarlo todo sin distinción.

ISRAEL:¡A vuestros puertos, pues! Yo mequedo un instante para acompañar aldux hasta nuestro punto de reunión ycerciorarme de que ningún espía nossigue los pasos.

FELIPE:Adiós, hasta el alba.

CONJURADO:Señor, adiós. (Vanse).

ESCENA IV

EL DUX e ISRAEL

ISRAEL:¡Son nuestros! ¡Seguro es el éxito!Ahora seréis verdadero soberano ylegaréis a la posteridad un nombreinmortal, excelso entre los másinsignes… Hase visto a reyesheridos por ciudadanos libres, aCésares inmolados a dictadoresasesinados por manos patricias, y apatricios caer bajo el puñal popular;pero hasta hoy ¿qué príncipe haconspirado por la libertad de su

pueblo, o expuesto la vida paralibertar a sus súbditos?… Mas ¿porqué estáis inmóvil y pensativo?Hace un momento ardíais deimpaciencia.

DUX:¿De modo que han de morir?

ISRAEL:¿Quiénes?

DUX:Los que están unidos conmigo por lasangre, por una amistad queconsagraron el tiempo y el trato…los senadores.

ISRAEL:

Vos habéis pronunciado su justasentencia.

DUX:Sin embargo, no puedo resolverme averles bañados en su sangre. Encada puñalada que se les dé creerémirar mi propio suicidio.

ISRAEL:¡Dux, dux!, esa vacilación es indignade un niño; si no habéis recaído enuna segunda infancia, recobradvuestra firmeza; no me hagáisruborizar por vos y por mí…

DUX:¡Sed indulgente conmigo!… Nopenséis que vacile en mi

resolución… Lo que me hacetemblar así es la certeza misma decuanto estoy decidido aemprender… Cuando llegue elmomento, seré quien toque a matar ydé el terrible golpe que despoblarámás de un palacio… ¡Lo heprometido, y nada será capaz deapartarme de mi destino!… ¡Oh! Nolo dudéis… la gran campana de SanMarcos despertará a Venecia entera,excepto a su Senado degollado;antes que el sol brille en todo suesplendor sobre el Adriático, sealzará un clamor de sollozos, y lavoz de la sangre ahogará el bramidode las olas. ¡Partamos! (Vanse)

(TELÓN).

ACTO CUARTO

La escena representa un salón delpalacio del patricio Lioni.

ESCENA PRIMERA

LIONI, que al entrar, deja sobre unsillón el antifaz y la capa que losnobles venecianos licuaban en público.En pos de él, un criado.

LIONI:

Es la fiesta más brillante que se hacelebrado en muchos meses acá y,sin embargo, no sé por qué me hadejado una triste impresión: un pesodoloroso me oprimía el pecho, hastaen medio del torbellino embriagadordel baile; en vano, he procuradoafectar alegría; entre los acordes deuna música melodiosa, llegabandistintamente a mi oído los lejanostañidos de una campana fúnebre,como cuando las olas del Adriático,al rómpeme en el baluarte exteriordel Sido, dominan durante la nochelos rumores de la ciudad. Heabandonado la fiesta antes quellegase a su apogeo, para buscar en

el lecho más plácidos pensamientos,o el olvido de los que al presente meabruman. (Al criado). Llévate elantifaz y la capa, y enciende lalámpara de mi cuarto.

CRIADO:¿Queréis algún refrigerio?

LIONI:Ninguno, excepto el sueño, y ése nose puede exigir. (Vase el criado.Acércase a un balcón abierto). Aver si el aire calma mi desasosiego;la noche es hermosa; ha cesado elviento tempestuoso que soplaba enLevante y la luna brilla en todo suesplendor. ¡Qué silencio!… No se

percibe ningún rumor desapacible;armonizándose con la noche todo loque se mueve, hiende el aire comoun espíritu etéreo. Los sonidos deuna cítara pulsada por un amante queahuyenta el sueño al pie del balcónde su desvelada dama: el leve rumorde una ventana que se abre conprecaución para indicarle que leoyen, en tanto que el corazón delmancebo se estremece como lamelodiosa cuerda al ver una manojuvenil, delicada, blanca como la luzde la luna, que tiembla al abrir laprohibida ventana para que penetreel amor con la armonía; la claridadfosforita que el remo hace brotar, el

rápido centelleo de las luces lejanasen las góndolas que rozan las ondas;los cantos de los gondoleros que seresponden a coro; el espléndidoremate de un palacio o la cúspide deun obelisco: he aquí cuanto hiere losoídos o los ojos en la ciudad hija delOcéano y reina de la tierra… ¡Cuándulce y beneficiosa es esta hora desilencio! ¡Oh, noche! te doy lasgracias porque has disipado loshórridos presentimientos que nopodía desechar en medio de lamultitud; ahora voy a reconciliar elsueño, aunque sea en verdadinjurioso para una noche tan bellaemplearla en dormir. (Se oye llamar

a la puerta de palacio). ¿Qué ruidoes ése? ¿Quién vendrá a verme aestas horas? (Sale el criado).

CRIADO:Señor, un hombre solicita hablarosurgentemente… Viene embozado,pero conozco su voz y sus ademanes;le he preguntado su nombre y no haquerido decírmelo.

LIONI:¡No deja de ser extraño que esesujeto venga a verme tan demadrugada y que se presente de esemodo! Aunque no corro ningúnpeligro, porque a los nobles no lesasesinan en su casa, será bueno

adoptar algunas precauciones. Hazleentrar y retírate; pero llama aalgunos de tus compañeros ypermaneced en la estanciainmediata, mientras que dura miconferencia con ese desconocido.Ahora que pase. (Vase el criado yvuelve poco después acompañando aBeltrán, que entrará embozado).

ESCENA II

LIONI, BELTRÁN y un criado.

BELTRÁN:Señor Lioni, no debo perder tiempoy vos tampoco… Haced salir a estecriado… Tengo que hablaros asolas.

LIONI:Me parece que es la voz de Beltrán.(Al criado). ¡Vete! (Vase el criado).¿Qué queréis a esta hora?

BELTRÁN:Un favor, mi noble señor: añadidlo alos muchos que habéis dispensado avuestro pobre protegido Beltrán, y leharéis dichoso.

LIONI:

Siempre he deseado serte útil yprocurarte todas las ventajas a queun hombre de tu clase puede aspirar.Te prometería de antemanoconcederte lo que vienes a solicitar,si, considerando lo intempestivo dela hora y lo extraño de la visita nosospechara algún motivomisterioso… ¿Qué te ha sucedido?… Con tal que no hayas derramadosangre patricia, te garantizo tuseguridad; pero entonces debesausentarte, porque los amigos y losdeudos airados, en el primer furorde la venganza, son más temibles enVenecia que las leyes… No quisieratu muerte, pero en este caso mi deber

me prohíbe salvarte.

BELTRÁN:Vengo a salvar sangre patricia, no averterla… Es preciso hablar pronto:cada minuto perdido puede acarrearuna muerte, pues el tiempo hatrocado su guadaña por una espadade dos filos… en vez de arena, va allenar su reloj con la ceniza de lossepulcros. ¡Guardaos de salirmañana! No abandonéis vuestropalacio, cualesquiera que sean losrumores que oigáis; aunque el rugirde la muchedumbre, los clamores delas mujeres, los gritos de los niños,los gemidos de los hombres, el

fragor de las armas, los redobles deltambor, el sonido agudo del clarín yla voz de las resonantes campanasestallen a un tiempo en formidable ypavoroso concierto. No salgáis antesde que cese el rebato; aun entoncesaguardad a que yo vuelva… Sihacéis lo que os aconsejo, no ossucederá nada; si no, estáis perdido.

LIONI:Seguramente deliras. ¿Qué tengo quetemer? ¿Quiénes son mis enemigos?Y si los tengo, ¿por qué estás ligadocon ellos?… ¿por qué has esperadohasta ahora para advertirme?

BELTRÁN:

No puedo contestar. ¿Saldréis apesar de mi leal aviso?

LIONI:¡Bueno soy para ceder a vanasamenazas cuya causa ignoro! Acualquier hora que se reúna elConsejo, no seré del número de losausentes.

BELTRÁN:Entonces, el cielo se apiade devuestra alma. ¡Adiós!… (Se disponea irse).

LIONI:¡Detente! Beltrán, no debemossepararnos así: ha tiempo que teconozco.

BELTRÁN:Desde mi niñez habéis sido miprotector… hemos pasado juntosmuchos años. ¡Dichosos instantes!…¡cuán diferentes eran de éste!

LIONI:Tú eres quien los ha olvidado.

BELTRÁN:Ni ahora, ni nunca; os hubierasalvado a todo evento. (Pausa). ¡Ah!¿por qué no se os parecen lossenadores, vuestros colegas?

LIONI:¿Qué puedes decir contra lossenadores?

BELTRÁN:No me interroguéis más; debo irme.

LIONI:¡Y yo ser asesinado!… ¿No decíaseso?… (Pausa). Tus ojos hundidos,tus pálidas mejillas y tu ademáninquieto indican al parecer uncorazón en que pugnan el dolor y lavergüenza… Algún miserable hainfundido el descontento en tuánimo… No quiero que te pierdas deese modo. Tú eras bueno y humano;no naciste para las bajezas a que elvicio y el crimen quisieranarrastrarte… (Pausa). En tus ojossalvajes, tan diferentes de los que he

conocido, veo chispear elhomicidio… Si se trata de mi vida,tómala… y vete.

BELTRÁN:Para salvárosla, arriesgo la mía;para que no se toque a uno sólo devuestros cabellos, expongo millaresde cabezas, algunas tan nobles, másnobles todavía que la vuestra.

LIONI:Dispensa, Beltrán pero no merezcoque me exceptúen de tan gloriosashecatombes. ¿Quiénes son los quecorren peligro y los que nosamenazan?

BELTRÁN:

Venecia y cuanto ella encierra soncomo una familia dividida por ladiscordia y perecerán antes delcrepúsculo de la mañana.

LIONI:¡Nuevos misterios aún máspavorosos! Parece que tú o yo, oquizás ambos nos hallamos a dosdedos de nuestra perdición.Explícate sin rodeos y salvas lavida, y te cubres de gloria; es másglorioso salvar que matar y sobretodo que matar en la obscuridad…De todos modos, juro que cualquieraque sea el peligro con que meamenazáis, saldré, a menos que me

descubras los motivos y lasconsecuencias de este paso.

BELTRÁN:No pe obliguéis a ser traidor…Dejadme salvaros… pero salvadvos mi honor.

LIONI:¿Dónde está el honor en una liga deasesinos? ¿Quiénes son los traidoressino los que hacen traición alEstado?

BELTRÁN:Una liga es un contrato tanto mássagrado rara los pechos leales,cuanto que sólo están obligados porsu palabra. A mi entender, no hay

traidor más abominable que aquélcuya traición doméstica clava elpuñal en corazones que fiaban en él.

LIONI:¿Quién hundirá el puñal en el mío?

BELTRÁN:No seré yo. A todo rae habríaresuelto, mecos a No debéis morir…Os lo repito; no paséis el umbral devuestro palacio.

LIONI:Es en vano. Saldré ahora mismo.

BELTRÁN:¡Entonces perezca Venecia antes quevos!… ¡Qué infame voy a ser por

causa vuestra!

LIONI:Di más bien el salvador de tu amigoy del Estado… Habla, no vaciles. Sete concederán todas lasrecompensas, todas las garantías quereclames para tu seguridad ybienestar. Te prometo todas lasriquezas que el Estado concede a susmás dignos servidores; hastaalcanzarás la nobleza, con tal que temuestres sincero y arrepentido.

BELTRÁN:Lo he pensado mejor; eso no puedeser. Sabéis que os estimo. Mipresencia aquí es una prueba de ello;

pero después de haber cumplido mideber con vos, debo cumplirlo conmi país. ¡Adiós! Ya no nos veremosmás en esta vida. ¡Adiós!

LIONI:(Llamando). Criados, guardad lapuerta, que no pase nadie. Prended aese hombre. (Salen varios criadosarmados, que sujetan a Beltrán).Traedme la espada y la capa; ponedcuatro remos en la góndola. (Vaseuno de los criados). Iremos a casade Juan Gradenigo; llamaremosdespués a Marcos Cornaro… Notemas, Beltrán; esta violenciaconviene tanto para tu seguridad

como para la del Estado.

BELTRÁN:¿A dónde me lleváis?

LIONI:Primero, al Consejo de los Diez,luego al Palacio del Dux.

BELTRÁN:¿Al Palacio del Dux?

LIONI:Seguramente. ¿No es el jefe delEstado?

BELTRÁN:Al salir el sol acaso…

LIONI:¿Qué quieres decir?… Pero lo

sabremos más adelante. No ignorasque San Marcos tiene calabozos, ylos calabozos tormentos.

BELTRÁN:Pues aplicadlos antes de la auroraque luego asomará.

CRIADO:(Desde la puerta). Señor, la góndolaespera.

LIONI:Vamos, Beltrán; hablaremos mientrasque llegamos al palacio delMagnífico, del sabio Gradenigo.(Vanse. Mutación).

ESCENA III

Cámara del Dux en el palacio ducal.

EL DUX y su sobrino BERTUCCIOFALIERO.

DUX:¿Has reunido a todos nuestrosservidores?

BERTUCCIO:Están sobre las armas, aguardando laseñal en el patio de nuestro palaciode San Pablo. Vengo a recibirvuestras últimas órdenes.

DUX:

Es sensible que no hayamos tenidotiempo para congregar mayornúmero de vasallos de mi feudo deVal di Marino, pero ya es tarde.

BERTUCCIO:Pienso que vale más que todo hayasucedido así. Una reunión súbita denuestras fuerzas habría excitadosospechas; además, aunque bravos yfieles, los lugareños de aqueldistrito son muy rústicos y fogosospara guardar largo tiempo laprudente disciplina que esta empresaexige, hasta que vengamos a lasmanos con nuestros enemigos.

DUX:

Tienes razón; pero una vez dada laseñal esos son los hombres que senecesitan para llevar a feliz términonuestros planes; los esclavos de lasciudades tienen sus predilecciones,sus antipatías particulares, suspreocupaciones en contra o en prode tal o cual noble; eso puedeconducirles a excederse, o aperdonar, allí donde la clemencia esdesatino. Los bravos labriegos de micondado de Val di Marinocumplirían las órdenes de su señorsin distinguir entre sus enemigos pormotivos de afecto o de odio; pocoles importa que sea Marcelo oCornaro, un Gradenigo o un Foscari;

no están acostumbrados a temblarante esos vanos nombres ni a doblarla rodilla en presencia de unaasamblea civil. Necesitan porsoberano un jefe cubierto de hierro,no un magistrado vestido de armiño.

BERTUCCIO:Somos bastante numerosos… Porotra parte, os respondo de lasdisposiciones de nuestros deudosrespecto del Senado.

DUX:Sin embargo, para guerrear, paraservir en campaña, no hay como miscampesinos…

BERTUCCIO:

Me extraña que con esas ideashayáis determinado dar tan pronto elgolpe decisivo.

DUX:Tales golpes se han de darinmediatamente o nunca. Cuandohube domado la debilidad y el vilremordimiento que avasallaban micorazón, me apresuré a prepararlotodo para realizar mi designio;primero, por no ceder de nuevo asemejantes emociones, y después,porque a excepción de Israel y deFelipe Calendaro, no conocíabastante el valor y la fidelidad denuestros conjurados. Hoy puede

suscitarse entre ellos un traidorcontra nosotros, como ayer sesuscitaron mil contra el Senado;pero una vez que se hayan lanzado aluchar espada en mano no tendránmás remedio que seguir adelante;después de dado el primer golpe, elfiero instinto de Caín que fermentasiempre en algún repliegue delcorazón humano, aunque lascircunstancias le impidan estallar,trocará a todos esos hombres enlobos furiosos. Bástale a la turba versangre para apetecerla, como laprimera copa de vino es el preludiode una larga bacanal. Cuando hayancomenzado, más costará contenerlos

que empujarlos; pero, hastaentonces, basta una palabra, unapaja, una sombra para cambiar susdisposiciones… ¿Está avanzada lanoche?

BERTUCCIO:Pronto amanecerá.

DUX:Entonces ya es la hora de tocar lacampana. ¿Se encuentran nuestroshombres dispuestos?

BERTUCCIO:Sí, pero tienen orden de no tocarhasta que les trasmita la señal quedaréis.

DUX:¡Está bien!… Mi resolución esirrevocable. He llorado y tembladoa la idea de este funesto deber; peroya he sofocado toda emoción inútil ymiró fijamente la tempestad que seaproxima, como el piloto de unnavío. (Pausa). Sin embargo, llegara tal punto me ha costado másesfuerzos que cuando la suerte de lasnaciones dependía de una batalla enque yo mandaba uno de los dosejercicios y en que habían deperecer infaliblemente millares dehombres… Sí: para derramar lasangre corrompida de algunos

déspotas orgullosos, para consumarun acto que inmortalizó a Timoleón,he necesitado más imperio sobre míque para arrostrar los peligros yfatigas de una vida de combates…(Pausa). Me parece que ya empiezaa clarear.

BERTUCCIO:Cierto: despunta la aurora.

DUX:Manda que den inmediatamente laseñal. A la primera campanadamarcha sobre palacio con todas lasfuerzas de nuestra casa… Iré areunirme contigo… Los Diez y Seisy sus compañeros se pondrán en

movimiento simultáneamente y encolumnas separadas… No dejes desituarte en la puerta principal paradestruir a los Diez; esa tarea sólodebemos encomendarla a nuestraspropias manos… Acuérdate de queel grito de guerra es: ¡San Marcos!¡Los genoveses están en el puerto!¡alarma! ¡San Marcos y libertad!¡Ahora, en marcha!

BERTUCCIO:¡Adiós! Nos volveremos a ver libreso verdaderamente soberanos, onunca.

DUX:Apresúrate que viene a más andar el

día… Cuando estés al frente denuestras tropas, envíame unmensajero para enterarme de lo quesucede. (Vase Bertuccio Faliero.Pausa). ¡Se ha ido! Cada uno de suspasos decide de una vida… Ya nohay remedio; sobre Venecia secierne el ángel de la muerte ysuspende el velo antes de derramarel vaso de ira, como el águila que,contemplando su presa desde lo altodel espacio, cesa un momento debatir sus alas poderosas, paralanzarse luego sobre ella deimproviso con su infalible garra…¡Oh día que alboreas lentamente,avanza, avanza!, que no quiero herir

en la obscuridad; prefiero ver queson certeros todos los golpes… ¡Yohe de presenciar semejante día!…Pero, este día señalado en elcalendario con un signo nefasto,inaugurará una era de felicidad y degloria… Pero ¡ay! ¡por qué medios!Un noble fin debe justificarlos. ¿Quéson algunas gotas de sangre humana?… ¡Mentira! la sangre de los tiranosno es humana. Esos Moloc de carney hueso se hartan de sangre nuestra;y es hora de sepultarlos en lastumbas por ellos tan pobladas.(Pausa). ¡Oh hombres! ¿qué sois?¿qué son vuestros proyectos másvirtuosos, para que debamos castigar

el crimen con el crimen y matar, cualsi la muerte no tuviera más que esavía, cuando algunos años habríanhecho superflua la espada?… ¡Yo,llegado al lindero de esas ignotas,regiones, he de enviar tantosheraldos precursores!… (Pausa).Desechemos tales ideas…Escuchemos… Me parece percibirun rumor de voces lejanas y el detropas que caminan al paso… Nopuede ser: aún no se ha dado laseñal… ¿Por qué este retraso?… Elmensajero de mi sobrino debe haberpartido ya; tal vez en este mismoinstante gira sobre sus enormesgoznes la puerta de la torre donde

está la colosal campana el lúgubreoráculo cuya voz intérprete de lospresentimientos trágicos, sólo suenapor la muerte de los príncipes o porel Estado en peligro… ¡Haga suoficio, toque por última vez surebato más terrible, hasta queretiemble en su base la robusta torre!… (Pausa). ¡Aquí viene elmensajero del bravo Bertuccio!… Ybien, ¿qué nuevas traéis?… ¿Va todobien?… ¡Qué veo!… ¡Todo se haperdido!… ¡Pero hagamos otroesfuerzo!… (Sale el Señor de lanoche con guardias, etcétera,etcétera).

ESCENA IV

EL DUX y al SEÑOR DE LA NOCHE

SEÑOR:Dux, os arresto por reo de altatraición.

DUX:¡A mí! ¡a tu príncipe! ¡Por altatraición! ¿Quiénes son los que seatreven a encubrir su propia traicióncon tal orden?

SEÑOR:He aquí la del Consejo de los Diezreunidos.

DUX:¿Dónde y por qué lo están? EseConsejo no es legal más que cuandolo preside el príncipe y este deber esel mío… Te intimido en nombre detu honor que me dejes salir o melleves a la sala del Consejo.

SEÑOR:No puede ser: el Consejo no estáreunido en el local ordinario de sussesiones, sino en el convento de SanSalvador.

DUX:¿Tienes la osadía dedesobedecerme?

SEÑOR:Sirvo al Estado… Tenso por decretola orden de los que gobiernan.

DUX:Ese decreto es ilegal mientras nolleve mi firma: en su actualaplicación es un acto de rebeldía.¿Has calculado bien lo que vale tuvida para atreverte a arrostrar laresponsabilidad de un acto ilegal?

SEÑOR:Mi deber es obedecer y no replicar.Me han enviado aquí para guardarvuestra persona, no para oíros yjuzgaros.

DUX:(Apartes). Conviene ganar tiempo…Con tal de que suene la campana,aún puede ir todo bien. (Se oye lagran campana de San Marcos). ¡Yasuena! ¡Ya suena! (En voz alta) ¿Oís,señor de la Noche, y vosotros,esclavos, depositarios medrosos deun poder mercenario?… ¡es vuestrotoque de agonía!… ¡Suena, suena,rebato tremendo!… Ahora,miserables, ¿con qué rescatáis lavida?

SEÑOR:¡Maldición! ¡Preparad las armas yguardad la puerta!… Todo se ha

perdido si no enmudece pronto esaterrible campana… De seguro que eloficial ha equivocado el camino, oha tropezado con algún obstáculoimprevisto y fatal… Id vosotros a latorre a buscar a vuestro compañero(Vase una parte de los guardias).¡Los demás, aquí conmigo!

DUX:¡Desdichado!, si aprecias tumiserable vida, implora mi perdón;no durará una hora más… ¡Sí, sí!,envía tus, infames sicarios… ¡No, novolverán!

SEÑOR:¡Sea! Morirán cumpliendo su deber,

y yo también.

DUX:¡Insensato!, el águila soberbia vuelahacia una presa más noble que tú ytus pigmeos. Vive, con tal que turesistencia no exponga tu cabeza…Si un alma tenebrosa puede mirar alsol aprende a ser libre. (Cesa detocar la campana).

SEÑOR:Y ¡vos, aprended a ser prisionero!…¡Ya cesó la culpable señal que debíaarrojar contra los patricios lasturbas populares! Ha sonado eltoque funeral, pero no por el Senado.

DUX:

Todo está silencioso… ¡Todo se haperdido!

SEÑOR:Ahora, Dux, denunciadme comoesclavo rebelde de un consejo desublevados. ¿No he cumplido mideber?

DUX:¡Calla, miserable!… Has ganado elprecio de la sangre, y los que teemplean, te premiarán…Desempeña, pues, tu cargo, pero ensilencio, como debes; aunque tuprisionero… no dejo de ser tupríncipe.

SEÑOR:

No es mi ánimo faltar al respetodebido a Vuestra Alteza; estoy avuestras órdenes.

DUX:(Aparte) ¡Ahora sólo me resta morir!Sin embargo, ¡qué poco me hafaltado para triunfar!… (Salenvarios guardias que conducenprisionero a Bertuccio Faliero).

GUARDIA:Le hemos apresado al salir de latorre, donde había empezado a dar laseñal por orden del dux de la cualera portador.

SEÑOR:¿Están ocupadas todas las avenidas

que conducen a este palacio?

GUARDIA:Todas; pero eso es de poca monta.Los conspiradores están derrotadosy sus jefes presos.

DUX:Es inútil luchar con la fortuna; lagloria ha desamparado nuestra casa.

BERTUCCIO:¡Ah! ¡Un momento antes!

DUX:Ese momento hubiera cambiado lafaz de los siglos, éste nos entrega ala eternidad. Sufriremos nuestrafuerte como hombres cuyo triunfo no

estriba en el éxito, y cuyo ánimo,suceda lo que quiera, sabe arrostrartodos los destinos. Quisiera partirsolo; pero si, como es probable,hemos de partir juntos, al morirseamos dignos de nuestros padres yde nosotros.

BERTUCCIO:No os avergonzaréis de mí.

SEÑOR:Tenemos orden de encerraros en doscalabozos separados hasta que elConsejo os mande comparecer anteél para juzgaros.

DUX:¡Juzgarnos! ¿Quieren llevar la burla

hasta el fin? Trátennos como Ieshabríamos tratado; pero con menospompa. Es un juego de homicidiomutuo; hemos jugado a quien moriríaprimero; y han ganado ellos, perosus dados eran falsos. ¿Quién hasido nuestro Judas?

SEÑOR:No estoy autorizado para respondera esta pregunta.

BERTUCCIO:Responderé yo. Es un tal Beltrán queahora está haciendo sus revelacionesa la junta secreta.

DUX:¡Beltrán el bergamasco! ¡De qué

viles instrumentos nos valemos paraperder o para ganar! Ese infame,mancillado por una doble traición,recibirá recompensas y honores; lahistoria le equiparará con losánsares del Capitolio, que con sugangoso parpar despertaron a Romay merecieron por eso un triunfoanual, en tanto que Manlio, vencedorde los galos, fue despeñado de laroca Tarpeya.

SEÑOR:Fue un traidor que quiso usurpar latiranía.

DUX:Salvó al Estado y se proponía

reformar lo que había salvado…(Pausa), Ea, señores, cumplidvuestro cometido.

BERTUCCIO:¡Adiós! Ignoro si hemos de volver avernos en esta vida; pero sin dudapermitirán que se junten nuestrosdespojos.

DUX:Sí, como nuestras almas que,sobreviviendo, harán lo que nuestraimpedida arcilla no ha conseguido.No podrán nuestros verdugosanonadar la memoria de los que hanintentado derribarnos de susculpables tronos. Nuestro ejemplo

hallará imitadores, aunque en unporvenir lejano. (Vanse).

TELÓN

ACTO QUINTO

La escena representa el salón dondeestará reunido el Consejo de los Diez,que, con los senadores que se habránagregado, componen el tribunal que hade juzgar a Marino Faliero y suscómplices.

ESCENA I

BENINTENDE, presidente del Consejo

de los Diez; ISRAEL BERTUCCIO yFELIPE CALENDARO, presos, entresoldados; BELTRÁN y LIONI;miembros de la Junta, etc.

BENINTENDE:Evidenciado el delito sólo faltadictar la sentencia de la ley sobreestos traidores… Para minar el tronode esta noble ciudad, estos villanoshan expuesto y entregado al verdugosus miserables vidas… ¡Mueran,pues!

ISRAEL:Estamos prontos a marchar alcadalso.

BENINTENDE:

Si tenéis que decir algo que puedaatenuar vuestra culpa, la Junta estádispuesta a oíros.

ISRAEL:Estamos aquí para escuchar, no parahablar.

BENINTENDE:De las declaraciones de vuestroscómplices y de todas lascircunstancias que las corroboran,resulta plenamente la prueba devuestros crímenes. Sin embargo,queremos oír de vuestros propioslabios una confesión completa devuestra traición. Al borde delterrible abismo, de donde nadie

vuelve, únicamente la verdad puedeaprovecharos en la tierra y en elcielo. ¿Cuál ha sido el motivo devuestro atentado?

ISRAEL:La justicia.

BENINTENDE:Y, ¿vuestro objeto?

ISRAEL:La libertad.

BENINTENDE:Breves son vuestras palabras.

ISRAEL:Como mi vida. Me criaron parasoldado y no para senador.

BENINTENDE:¿Creéis acaso desafiar con eselaconismo a vuestros jueces yretardar la sentencia?

ISRAEL:Sed tan diligentes como yo; prefieroese favor a vuestro perdón.

BENINTENDE:¿Nada más tenéis que responder altribunal?

ISRAEL:Preguntad a los verdugos lo que noshan arrancado los tormentos.Entregarnos de nuevo a merced suya;aún quedan en nuestro cuerpo

algunas gotas, de sangre, y algunasensibilidad en nuestros torturadosmiembros… Pero no os atreveréis aello, porque si sucumbiésemos —ynos habéis dejado muy poca vidaque perder en los potros ya bañadoscon nuestra sangre— no podríaisofrecer a vuestros siervos elespectáculo de nuestro suplicio paraamedrentarlos y consolidar suesclavitud. Los quejidos no sonpalabras, ni asentimiento la agonía;la afirmación no merece crédito, sila naturaleza, rindiéndose al excesodel dolor obliga al alma a unamentira para obtener un instante detregua… ¿Qué pretendéis

imponernos? ¿El tormento o lamuerte?

BENINTENDE:¿Quiénes eran vuestros cómplices?

ISRAEL:Los senadores.

BENINTENDE:¿Qué queréis decir?

ISRAEL:Preguntádselo al pueblo que sufreimpulsado al crimen por los inicuosabusos de vuestros patricios.

BENINTENDE:¿Conocíais al dux?

ISRAEL:

Peleé a sus órdenes en Zara,mientras vosotros estabais aquíganando con discursos vuestrasactuales dignidades; nosotrosexponíamos nuestra vida, en tantoque con vuestras acusaciones ydefensas exponíais la del prójimo.Por lo demás, toda Venecia conoce asu dux por sus grandes hechos y porlos insultos que le ha dirigido elSenado.

BENINTENDE:¿Habéis celebrado conferencias conél?

ISRAEL:Más cansado estoy de vuestras

preguntas que de los tormentos. Os.ruego que dictéis la sentencia.

BENINTENDE:Y vos, Felipe Calendare ¿qué tenéisque objetar a vuestra condena?

FELIPE:Nunca he sido muy hablador; ahorano se me ocurre decir nada quevalga la pena.

BENINTENDE:Otra aplicación del tormento podríacambiar vuestra actitud soberbia.

FELIPE:¿Valdrán algo a los ojos de la ley lasdeclaraciones hechas en el potro?

BENINTENDE:Seguramente.

FELIPE:¿Cualesquiera que sea el culpableque indique?

BENINTENDE:Sin duda; le procesaremos.

FELIPE:¿Dependerá su vida de esetestimonio?

BENINTENDE:Con tal que vuestras declaracionessean completas y explícitas, tendráque defender su vida ante nuestrotribunal.

FELIPE:En ese caso, andad con cuidado…Juro por la eternidad que se abredelante de mí, que si me vuelven adar tormento, os denunciaré a vos,sólo a vos.

MIEMBRO:Convendría proceder al fallo… Nosacaremos nada más de estoshombres.

BENINTENDE:¡Desdichados! Preparaos a unamuerte inmediata. La índole devuestra maldad, nuestras leyes y elpeligro del Estado no os dejan unahora de respiro… ¡Guardias!

¡Llevadles al balcón de las columnasrojas, donde se coloca el dux eljueves lardero para asistir a la luchade toros, y allí sean ajusticiados;queden colgados sus cuerpos en ellugar de la ejecución, expuestos alas miradas de la muchedumbre…!¡El cielo se apiade de sus almas!

JUNTA:¡Así sea!

BENINTENDE:Para que no intenten sublevar a lamultitud irritada, conducidles conmordaza al lugar de la ejecución.

FELIPE:¡Cómo! ¿No podremos siquiera

despedirnos de un amigo querido, odirigir una postrera palabra anuestro confesor?

BENINTENDE:En la estancia inmediata os esperaun sacerdote; en cuanto a vuestrosamigos, esa entrevista les seríapenosa y de nada serviría.

FELIPE:Nunca imaginé que, en estos últimosinstantes, se nos negaría la libertadde la palabra, mezquino favorconcedido a los moribundos…

ISRAEL:¡Dejadles hacer lo que les acomode,amigo Calendaro! ¿Qué nos importan

algunas palabras más o menos?…Nuestra voz les espanta; temen hastanuestro silencio… ¡Vivan entregadosa sus terrores!… ¡Abandonémosles asus pensamientos y elevemos losnuestros al cielo! (A los guardias).Estamos prontos.

FELIPE:Israel, si me hubieras creído, nohabría sucedido nada de esto, y esevil Beltrán…

ISRAEL:¡Calla, Calendaro! ¿A qué pensarahora en esto?

BELTRÁN:Hubiera deseado veros morir en paz

conmigo… Os traicioné porque mevi obligado a ello… No me miréiscon ira… ¡Decid que me perdonáis!

ISRAEL:Te perdono.

FELIPE:Te desprecio. (Los guardias sellevan a Israel Bertuccio y a FelipeCalendaro).

BENINTENDE:Ahora que hemos juzgado a estoscriminales, ha llegado el momentode pronunciar la sentencia del mayorculpable que ofrecen nuestrosanales, del dux Faliero… (A lossoldados). ¡Conducid al dux ante el

Consejo! (Sale el dux preso entreguardias).

ESCENA II

BENINTENDE. BELTRÁN, LIONI, losmiembros de la Junta, el DUX ydespués un oficial.

BENINTENDE:Dux, pues todavía lo sois, ylegalmente os debemos considerarcomo a tal hasta que se despoje de laducal toca esa cabeza que no ha

sabido llevar con tranquilidad unacorona más noble que la que losimperios conferir pueden, sino queha conspirado por la ruina devuestros hermanos, de los que oshicieron lo que sois, y ha queridoextinguir en sangre la gloria deVenecita… ¿Qué decís en vuestrodescargo?

DUX:¿Qué os diré, ya que mi defensadebe ser vuestra condenación?Vosotros sois a un tiempo lesculpables y los acusadores, losjueces y los verdugos… Usad devuestros poderes.

BENINTENDE:Habiendo confesado la traiciónvuestros principales cómplices, noos queda ninguna esperanza.

DUX:¿Quiénes son?

BENINTENDE:Muchos: el principal está en el senodel tribunal, Beltrán de Bérgamo…¿Queréis dirigirle alguna pregunta?

DUX:(Mirándole con desprecio). No.

BENINTENDE:Otros dos: Israel Bertuccio y FelipeCalendaro han declarado su

complicidad con el dux.

DUX:¿Dónde están?

BENINTENDE:En su última morada, dando cuentaal cielo de lo que han hecho en latierra.

DUX:¡Ah! ¡Con que murieron ya el Brutoplebeyo y el fogoso Casio delarsenal!… ¿Cómo han visto llegar suúltima hora?

BENINTENDE:¡Pensad en la vuestra, que se acerca!¿No queréis defenderos?

DUX:No puedo defender mi causa antemis inferiores; no os reconozco elderecho de juzgarme. ¿Qué ley os loconfiere?

BENINTENDE:En las grandes crisis, la ley deberechazarse o reformarse. Nuestrospadres no instituyeron pena para talcrimen, como antes en Roma no semencionó en las Tablas el castigodel parricidio, porque no se podíanaplicar disposiciones penales a loque no tenía nombre en aquellosgrandes corazones ni cabida en susmentes. ¿Quién había de prever que

la naturaleza humana pudieramancillarse con el homicidaatentado de un hijo contra su padre,de un príncipe contra su reino?Vuestro crimen os ha hechopromulgar una ley que constituirá unprecedente contra los grandesculpables que intentaren en losucesivo ascender a la tiranía por laescala de la traición, y que nocontentos con poseer un cetro,quisieren convertirlo en espada dedos filos… ¿No os bastaba ladignidad de dux? ¿Qué hay superiora la señoría de Venecia?

DUX:

¡La señoría de Venecia! ¡Vosotrosme habéis vendido: todos vosotrossois traidores!… Era vuestro igualpor mi cuna y vuestro superior pormis actos: me arrebatasteis a mishonrosas tareas en remotas regiones,en el Océano en los campos debatalla, en el seno de las ciudades;vosotros me elegisteis para hacer demí una víctima coronada,encadenada, atada de pies y manos,en el altar donde sólo vosotrospodíais sacrificar. Mi elección, queignoraba, que no había solicitado nideseado ni soñado, fue asorprenderme en Roma, y tuve queobedecer… A mi llegada aquí noté

que habíais mutilado y reducido elescaso número de privilegiosdejados al dux de Venecia… Todoesto lo soporté y aún lo soportaría,si el impuro contacto de vuestralicencia no hubiese venido amanchar mi hogar… Entre vosotrosveo al infame que me ultrajó…¡digno juez de tal tribunal!…

BENINTENDE:Miguel Steno está aquí en virtud desu cargo, como miembro de losCuarenta, por haber creído los Diezque debían agregarse cierto númerode senadores para que lesasesorasen en una causa tan

importante como insólita. Se le hahecho remisión del castigopronunciado contra él, por la razónde que como el dux, instituido paraapoyar la ley, ha intentado violarlastodas, no tiene el derecho dereclamar contra otros ciudadanos laaplicación de las mismasinstituciones que él desconoce yconculca.

DUX:¡Su castigo! Prefiero verle sentadoahí, antes que sufriendo la irrisoriapena a que le condenó vuestraperversa, aparente e hipócritajusticia. Por más infame que sea su

crimen es la pureza misma,comparado con vuestra protección.

BENINTENDE:¿Confesáis vuestro delito yreconocéis la justicia del tribunal?

DUX:Confieso haber sucumbido. LaFortuna es mujer, desde mi juventudme colmó de favores: a mi edad hehecho mal en contar todavía con susprimeras sonrisas.

BENINTENDE:¿No negáis nuestra equidad?

DUX:Nada niego, de nada me defiendo, y

nada os pido, si no es el privilegiodel silencio y el fallo del tribunal.

BENINTENDE:La plenitud de esa confesión nosahorra la dura necesidad de emplearel tormento para arrancaros laverdad entera.

DUX:¡El tormento! Desde que soy dux melo habéis dado cada día: si queréisaumentarlo con los dolores físicos,podéis hacerlo; estos miembrosdebilitados por la edad cederán a lasviolencias del hierro, pero hay en micorazón una energía que cansará alos verdugos. (Sale un oficial).

OFICIAL:La duquesa Faliero solicita seradmitida a presencia de la Junta.

BENINTENDE:¿Debemos recibirla?

MIEMBRO:Tal vez tenga que hacer revelacionesimportantes; por esta razón se debede acceder a su demanda.

BENINTENDE:¿Sois todos de igual parecer?

TODOS:Sí.

DUX:¡Oh, admirables leyes de Venecia,

que admiten las declaraciones de lamujer con la esperanza de quedepondrá contra su marido! ¡Quégloria para las castas damas de laRepública…! ¡Ahora, vil Steno, siesa mujer flaquea, te perdono tucalumnia, tu absolución, mi muerteviolenta y hasta tu despreciablevida! (Sale la duquesa).

ESCENA III

Dichos y la DUQUESA

BENINTENDESeñora, este tribunal justiciero, haresuelto acceder a vuestrapetición… Hablad y osescucharemos con todo el respetodebido a vuestra nobleza, categoríay virtudes… Pero ¡os demudáis!…¡Sostened a la duquesa!… ¡Traed unasiento!

ANGELINA:Es una debilidad pasajera… Ya meencuentro mejor… Perdonad… nome siento en presencia de mipríncipe y esposo, estando en pie.

BENINTENDE:¿Qué motivo os trae aquí?

ANGELINA:Han llegado a mis oídos rumoresextraños y sobrados verídicos ajuzgar por cuanto oigo y veo…Vengo a saber toda la extensión demi desdicha… Perdonad laprecipitación de mi paso… ¿Escierto?… No puedo hablar… nopuedo formular mi pregunta; perovuestros ojos que se apartan de mí yvuestras severas frentes hancontestado de antemano. ¡Dios mío!¡Este silencio es el de la tumba!…¿Está condenado?… ¿Era culpable?

BENINTENDE:Vuestra turbación natural en este

instante excusa tal pregunta… Enotro cualquier caso, sería un gravedelito manifestar semejante dudacontra la equidad de tan altotribunal… el dux ha confesado sucrimen.

ANGELINA:Pero no debe morir… Perdonad lospocos años que le restan de vida, lavergüenza y el dolor los reducirán abreves días… Un día deculpabilidad impotente no puedeborrar diez y seis lustros degloriosas acciones.

BENINTENDE:Su sentencia debe ejecutarse sin

demora y sin remisión… El bien delEstado exige su castigo.

ANGELINA:Súbdito, sirvió al Estado; general, losalvó: soberano, lo ha gobernado.

MIEMBRO:Conspirador le ha hecho traición.

ANGELINA:¿No queda ninguna esperanza?

BENINTENDE:Ninguna.

ANGELINA:(Dirigiéndose al dux). ¡MuereFaliero, ya que es preciso! Te hashecho culpable de una grave falta;

pero la dureza de estos hombres laborra casi del todo… ¡Sufre, pues, tusuerte cual debe sufrirla un príncipe!

DUX:He vivido mucho tiempo para nosaber morir.

STENO:Dux, tengo que deciros algunaspalabras, igualmente que a esa nobledama a quien ofendí tangravemente… ¡Ojalá pudiese midolor, mi vergüenza o miarrepentimiento, aniquilar elinexorable pasado! Pero ya que noes posible, despidámonos a lomenos como cristianos. Imploro con

ánimo contrito, no vuestro perdónsino la piedad de ambos; ofrezco porvos a Dios mis oraciones, porineficaces que sean.

ANGELINA:Prefiero mi honra a mil vidas, sipudiesen concentrarse todas en lamía; pero no quisiera que costase lavida a nadie el haber atacado lo quea ningún poder humano es dadovulnerar, el sentimiento de la virtud,cuyo galardón no está en lo que seopina de ella, sino en ella misma.Para mí las palabras delcalumniador han sido lo que elviento para la roca; pero ¡ay! existen

ánimos más irascibles en los quetales ultrajes causan el efecto delhuracán en los mares; existen almaspara quienes la sola sombra de ladeshonra es una realidad másterrible que la muerte y la maldicióneterna, hombres que se amedrentansin razón a la menor burla del vicioy que sabiendo resistir a todos losalicientes del placer, a las angustiastodas del dolor, se aterran al verempañar por el más liviano soplo elexcelso nombre en que habíancifrado sus esperanzas, celosos deeste nombre como el águila de sunido ¡Así lo que ahora vemos, lo quesentimos y sufrimos, sirva de lección

a esos miserables, y enséñeles a noburlarse, en su despecho, de seres deorden superior! No es la primera vezque ha bastado un insecto paraenfurecer al león: una saeta en eltalón hizo caer al valiente de losvalientes; la deshonra de una mujeracarreó la ruina de Troya; ladeshonra de otra mujer fue causa deque Roma expulsase para siempre asus reyes; un esposo ultrajado llevóa los galos a Clusio y después aRoma, que pereció por algúntiempo: el universo había toleradolas crueldades de Calígula, y unademán obsceno le costó la vida; lainjuria de una virgen convirtió a

España en provincia mora y dosrenglones calumniosos de Stenohabrán diezmado a Venecia, puestoen peligro a un senado deochocientos años, destronado a unpríncipe, derribado su cabezadescoronada, y forjado nuevascadenas a un pueblo doliente. Si elmiserable, como la cortesana queincendió a Persépolis, seenorgullece de su hazaña, puedehacerlo: es un orgullo digno de él;mas no insulte con sus oraciones lospostreros instantes de un hombre quesea hoy lo que quiera, fue un héroe.Nada bueno puede venir de tal parte,y de él no queremos nada, ni ahora

ni nunca; le abandonamos a élmismo, lo cual es dejarle en elabismo más profundo de la bajezahumana. El perdón se hizo para loshombres… no para los reptiles…No tenemos para Steno perdón nicólera… Los malvados como élnacieron para arrojar su ponzoña;los seres superiores para sufrir: esla ley de la vida. El hombre quemuere de la mordedura de la víborapuede en verdad aplastar lasabandija, pero no siente ira; elreptil ha seguido su instinto; hayhombres reptiles cuya alma es másrastrera que el gusano que se hartacon los despojos de la tumba.

DUX:(A Benintende). Acabad lo queconsideráis como vuestro deber.

BENINTENDE:Antes rogamos a la señora duquesaque tenga a bien retirarse. Le serásobrado doloroso presenciarlo.

ANGELINA:Lo sé, pero debo sufrirlo… Nodejaré a mi esposo sino por lafuerza… Proseguid… no temáis demi parte lamentos, suspiros olágrimas… Aunque se me despedaceel corazón, callaré…

BENINTENDE:Marino Faliero, dux de Venecia,

conde de Val di Marino, senador,durante largo tiempo general de laArmada y del Ejército, nobleveneciano, escuchad vuestrasentencia… Convicto por un grannúmero de testimonios y pruebas yconfeso también, de un crimen detraición hasta hoy inaudito, la penapronunciada contra vos es la muerte.Vuestros bienes serán confiscados enprovecho del Estado y vuestronombre borrado de sus anales,excepto el día en que celebraremoscon públicas acciones de graciasnuestra milagrosa salvación. En esedía se anotará vuestro nombre, ennuestros calendarios, con los

terremotos, la peste, el enemigoextranjero y el grande enemigo delos hombres. El lugar donde, envuestra calidad de dux debíaponerse vuestro retrato, se dejarávacante y cubierto con un velonegro, esculpiéndose debajo estaspalabras: «Éste es el lugar deMarino Faliero, decapitado por suscrímenes».

DUX:Todo será inútil… La gasa fúnebreextendida sobre mi nombre el veloque ocultará o parecerá ocultar misfacciones atraerá más las miradasque los retratos de los tiranos del

pueblo que ostentan en el lienzo suspomposos trajes… ¡Decapitado porsus crímenes!… ¿Qué crímenes sonésos?… ¿No valiera más recordarlos hechos, para que el espectáculoaprobase o a lo menos supiese elmotivo de tales crímenes? Cuandosepa que un dux ha conspirado,dígasele el por qué: eso forma partede vuestra historia.

BENINTENDE:Como dux, vestido con el mantoducal, seréis conducido a la escalerade los Gigantes, lugar de vuestrainvestidura… Allí, después que oshayan quitado la corona ducal, será

segada vuestra cabeza… ¡Apiádeseel cielo de vuestra alma!

DUX:¿Cuándo tendrá lugar la ejecución?

BENINTENDE:Inmediatamente…

DUX:¿Se confiscan todas mis tierras?

BENINTENDE:Sí, y vuestras joyas, vuestrostesoros, vuestros bienes de todaclase, excepto dos mil ducados deque podéis disponer.

DUX:Eso es duro… Habría deseado

repartir mis tierras de Treviso entremi esposa y mis deudos,abandonando al estado todo cuantoposeo en Venecia.

BENINTENDE:Vuestros deudos también estánproscritos: su jefe, vuestro sobrino,está amenazado por una acusacióncapital; pero el Consejo aplaza porahora su decisión respecto de él. Sideseáis dotar a vuestra viuda, podéishacerlo.

ANGELINA:No quiero participar de los despojosde mi marido… Desde hoy meconsagro a Dios y voy a refugiarme

en el claustro.

DUX:¿Tenéis que imponerme alguna penaademás de la muerte?

BENINTENDE:Sólo os falta confesaros y morir. Elsacerdote y el verdugo os aguardan.(Pausa). No penséis hablar alpueblo… Un gentío innumerable seagolpa a las puertas, pero secerrarán; solamente asistirán avuestro suplicio los Diez, la Junta ylos principales de los Cuarenta:todos están prontos a escoltar al dux.

DUX:¿Al dux?

BENINTENDE:¡Sí! al dux. Moriréis como soberano.Olvidasteis vuestra dignidad,rebajándoos a conspirar con oscuroscriminales; hasta en vuestro castigorespetamos la alteza del príncipe…Ahora preparaos a morir…¡Guardias! escoltad al dux hasta suhabitación. (Vanse. Mutación).

ESCENA IV

La cámara del dux.

El DUX y su ESPOSA.

DUX:Sería ocioso prolongar algunosinstantes mi miserable existencia…Otro dolor más, el de separarnos, ydejaré en el reloj la poca arena queaún queda de la hora que me hanconcedido. El tiempo y yo hemosajustado nuestras cuentas.

ANGELINA:¡Ay! ¡soy la causa de todo esto, lacausa inocente! El fúnebre himeneo,la aciaga unión que para satisfacerlos deseos de mi padre prometisteiscontraer en el instante de su muerte,

ha sellado la vuestra.

DUX:No; algo había en mí que mepredisponía a sufrir un grandeinfortunio. Sólo me maravillo de quehaya tardado tanto; sin embargo melo habían vaticinado.

ANGELINA:¿Vaticinado?

DUX:Hace mucho tiempo de eso, tantotiempo, que la época es dudosa enmi memoria; con todo, nuestrosanales la han conservado. Era joven,servía al senado y a la Repúblicacomo podestá y capitán de la ciudad

de Treviso. Un día festivo, elobispo, que llevaba el SantísimoSacramento excitó mi impaciencia yenojo por su lentitud y su arroganterespuesta a las reconvenciones quele dirigía. Alcé la mano sobre él, lemaltraté, y le hice caer al suelo consu sagrada carga. Levantóse, tendióal cielo los trémulos brazos con píaindignación, y luego, mostrando lasanta hostia que se le había caído delas manos, volvióse a mí y dijo:«Día vendrá en que aquél a quienhas derribado te derribará: la gloriate desamparará tu casa, la discreciónabandonará tu alma, y en medio de lamadurez de tu juicio te sobrecogerá

una demencia de corazón; laspasiones te atormentarán en unaépoca de la vida en que se extinguenen los demás hombres o seconvierten en virtudes; la majestadde la vejez no coronará tu cabezasino para abatirla; los honores seránlos precursores de tu ruina, las canasde tu oprobio, unos y otras de tumuerte, pero no de la muerte quecorresponde al anciano». Y asídiciendo, continuó su camino… Lapredicción se realiza.

ANGELINA:¿Por qué, así advertido, noprocurasteis esquivar esta suerte

fatal y expiar con la penitencia lafalta que cometisteis?

DUX:Confieso que las palabras delobispo me llegaron al alma, de modoque las he recordado en medio deltorbellino de la vida,estremeciéndose como a la voz de unespectro en un sueño sobrenatural; yme arrepiento… Pero nuncaretrocedí ante el peligro; cualquieraque fuese mi porvenir, no podíacambiarlo, y no me arredraba… Noes eso todo: tú no habrás olvidadouna circunstancia de que todos seacuerdan. El día de mi desembarco

aquí como dux a mi regreso deRoma, precedió al Bucentauro unadensa niebla semejante a la oscuracolumna que andaba delante deIsrael al salir de Egipto; de suerteque el piloto perdió el rumbo, y noshizo abordar entre los pilares de SanMarcos, donde se ejecuta a loscriminales, en vez dedesembarcarnos, según costumbre,en la riva della Paglia. Toda Veneciase estremeció ante tal presagio.

ANGELINA:¿Para qué evocar ahora estosrecuerdos?

DUX:

Me consuela pensar que son obra deldestino… Prefiero creer ciegamenteen la fatalidad y no en los mortales,cuya mayor parte sé que son vilescomo el polvo y tan impotentescomo viles sino instrumentos de unpoder superior. Nada han podidohacer por sí mismos; no han logradovencer a quien tantas veces venciópor ellos… (Pausa) Día vendrá enque esta ciudad orgullosa, estasaguas zafirinas y cuanto constituye lagloria y el esplendor de estoslugares, no serán más que desolacióny maldición; en que Venecia será elescarnio de las naciones, unaCartago, una Tiro, una Babel del

Océano.

ANGELINA:No habléis así… El torrente de laspasiones se desborda en vos hasta elpostrer momento… Sosegaos.

GUARDIÁN:(Desde la puerta de la cámara).Dux de Venecia, el Consejo de losDiez espera a vuestra Alteza.

DUX:¡Adiós Angelina!… ¡Abrazadme!…(Se abrazan). Perdona al ancianoque fue para ti un esposo amante,pero fatal; séate cara mi memoria…¡Cuán pálida te pones!… ¡Ah! ¡sedesmaya! (tomándola en sus brazos).

¡Guardias, ayudadme!… No puedodejarla en este estado… Sinembargo, quizá vale más que sea así,pues cada instante de insensibilidadle ahorra un tormento… Cuandovuelva en sí, habré muerto…¡Llamad a sus damas!… ¡Oh!asistidla con el mayor cuidado, yrecibid la última expresión de migratitud… Vamos… (Vase con losguardias. Salen las damas deAngelina y rodean a su señoradesmayada. Mutación).

ESCENA V

Patio del palacio ducal: las puertasexteriores están cerradas para impedirque entre el pueblo. El DUX, vestidocon el traje de su dignidad, avanza enmedio del Consejo de les Diez y deotros patricios, seguido de algunosguardias, hasta la grada superior de laescalera de los Gigantes, donde losduces prestaban juramento, y en la cualse hallará el ejecutor con la cuchillaen la mano. Al llegar, un miembro delConsejo de los Diez despoja de lacorona ducal la cabeza del dux.

EL DUX, BENINTENDE, el Consejo delos Diez, guardias, etc.

DUX:Desde este momento, el dux no esnada y vuelve a ser por fin MarinoFaliero… Algo es esto aunque sólosea por un instante. Aquí fue dondeme coronaron. El cielo es testigo deque siento más gozo al resignar estebrillante dije ducal, que cuandorecibí este fatal ornamento.

UNO:¿Tembláis, Faliero?

DUX:Sí, pero de vejez.

BENINTENDE:¿Tenéis que hacer al Senado algunarecomendación compatible con lajusticia?

DUX:Recomiendo mi sobrino a suclemencia, mi esposa a su justicia.

BENINTENDE:Se atenderá a una y otra demanda, apesar de vuestro crimen inaudito.

DUX:¡Inaudito! Sí: la historia nos presentauna multitud de conspiradorescoronados ligados contra el pueblo;pero un soberano que muere para

libertarlo, esto no se ha visto másque dos veces.

BENINTENDE:¿Quiénes son los que han muerto portal causa?

DUX:El rey de Esparta y el dux deVenecia: Agis y Faliero.

BENINTENDE:¿Tenéis algo más que decir o hacer?

DUX:¿Puedo hablar?

BENINTENDE:Sí, pero tened presente que el puebloestá fuera de alcance de la voz

humana.

DUX:No me dirijo a los hombres, sino altiempo y a la eternidad de que voy aformar parte. ¡Elementos, conquienes me confundiré ahora mismo,sea mi voz como un alma paravosotros! ¡cerúleas aguas quellevabais mi bandera! ¡vientos, queamorosos retozabais en sus pliegues,que tantas veces hinchasteis misvelas prestando vuestras alas a mivictoriosa flota! ¡tú, mi tierra natal,por quien corrió mi sangre! ¡tú,suelo extranjero que bebiste estasangre brotada de más de una herida!

¡mármoles que ahora no absorberéisla poca que me queda, porque subiráal cielo! ¡cielos que la recibiréis!¡sol que resplandeces sobre todaslas cosas! y ¡Tú que los solesenciendes y apagas! ¡a todos ospongo por testigos! No soyinocente… pero ¿lo son misverdugos? Muero, pero serévengado; los siglos lejanos se meaparecen flotantes sobre el abismode los tiempos venideros; antes deque se cierren mis ojos, les serádado ver el castigo reservado a estaciudad soberbia; mi maldiciónpesará sobre ella y sus hijos… Sí,vendrá un día en que la ciudad que

levantó una muralla contra Atiladoblará la cabeza cobardemente ysin lucha ante un Atila bastardo, sinderramar siquiera para defendersetanta sangre como ahora manará deestas viejas venas, agotadas paraprotegerla… Será vendida ycomprada, y dada en dote a unosseñores que la despreciarán. Deimperio descenderá a provincia, decapital a ciudad subalterna, conesclavos por senado, con mendigospor nobles, y con un pueblo demeretrices. ¡Oh, Venecia! cuando elhebreo ocupe tus palacios y el hunotus ciudadelas; cuando el griegodueño de tus mercados, se pasee por

ellos sonriendo; cuando en tusangostas calles mendiguen tuspatricios un pan amargo, y en suvilipendiosa indigencia hagan de sunobleza un motivo de lástima;cuando el corto número de los queconserven algunos restos de laherencia de sus gloriososantepasados, se arrastren a los piesdel bárbaro lugarteniente de unvirrey, en este mismo palacio dondedieron muerte a su soberano; cuandoengalanándose con un nombreilustre, que habrán deshonrado, hijosde una madre adúltera, engreída desus impúdicos amores con elgondolero robusto o el soldado

extranjero, se glorien de tresgeneraciones de bastardía; cuandotus hijos, descendidos a lo más bajode la escala de los seres seancedidos por los vencidos a losvencedores, que no les querrán,despreciados como viles por otrosmenos viles que ellos, y rechazadospor los viciosos mismos a causa delos vicios monstruosos que ningúncódigo podrá especificar ninombrar; cuando de la herencia deChipre, hoy sujeta a tu cetro, no tequede sino su infamia transmitida atus hijas, cuya prostitución haráolvidar la suya; cuando se teadhieran todos los males de los

Estados conquistados, el vicio sinesplendor, el pecado falto hasta delbrillante realce del amor, y en lugarde este último la costumbre de unagrosera licencia de un libertinaje sinpasión, de una lascivia fría yregulada que reduzca a un arte lasdebilidades de la naturaleza; cuandoesas y otras plagas sean tupatrimonio; cuando la sonrisa sinalegrías, las diversiones sin placer,la juventud sin honra, la vejez sindignidad; cuando la bajeza y laimpotencia, y la conciencia de tusmales, que no te incitará a resistir nia quejarte, te hayan trocado, ¡ohVenecia! en el último y peor de los

desiertos poblados; entonces en elpostrer estertor de tu agonía, enmedio de todos tus asesinatos,¡acuérdate del mío! ¡Cueva debandoleros embriagados con lasangre de sus príncipes, infierno enel seno de las aguas. Sodoma delOcéano! ¡yo te condeno a las iras delos dioses infernales, a ti y a tu razade serpientes! (Aquí el dux se vuelveal ejecutor y le dice). ¡Esclavo, haztu oficio! ¡Hiere como yo hería alenemigo! ¡Hiere como yo habríaherido a estos tiranos! ¡Hiere contoda la fuerza de mi anatema, y nohieras más que una vez! (El dux searrodilla, y al levantar el ejecutor

la cuchilla cae el telón. Mutación).

ESCENA ULTIMA

Plaza y plazuela de San Marcos. ELPUEBLO se hallará apiñado junto alas verjas del palacio ducal, que estáncerradas.

EL PUEBLO

CIUDADANO 1.º:He llegado a la verja, y distingo alos Diez en derredor del dux,vestidos de ceremonia.

CIUDADANO 2.º:¿Qué pasa? Procuremos al menosoír, ya que sólo pueden ver los queestán junto a la verja.

CIUDADANO 1.º:Uno de ellos se ha acercado al dux;ahora le quita la toca ducal… El duxalza los ojos al cielo; los veo brillar,y veo el movimiento de sus labios…¡Silencio! ¡silencio! No es más queun susurro… ¡Maldita distancia! Nopuedo comprender las palabras;pero su voz arrecia como los sordosrugidos del trueno. ¡Oh! ¡sipudiésemos oír siquiera una frase!

CIUDADANO 2.º:

¡Silencio! Tal vez percibamosalgunos sonidos.

CIUDADANO 1.º:Es en vano, no puedo oírle… Suscabellos blancos flotan al viento,como la espuma sobre las olas…Ahora… ahora… se arrodilla… yahora forman círculo en derredorsuyo; ya no distingo nada… Peroveo la espada levantada en el aire…¡Ah! ¡escuchad! ¡ya hiere! (Elpueblo murmura).

CIUDADANO 3.º:Han asesinado al que deseabalibertarnos.

CIUDADANO 4.º:

Siempre fue bueno para el pueblo.

CIUDADANO 5.º:Han tenido la inicua precaución decerrar las verjas. Si antes de venirhubiésemos sabido lo que iba asuceder, habríamos traído armaspara forzar las puertas.

CIUDADANO 6.º:¿Estáis bien seguro de que le handecapitado?

CIUDADANO 1.º:He visto caer la cuchilla. ¡Mirad!¿Qué vienen a enseñarnos? (En elbalcón del palacio, cuya fachadada a la plaza, asoma un jefe de losDiez, con una cuchilla

ensangrentada en la mano, ydespués de agitarla en el aire tresveces a los ojos del pueblo, dice:)La justicia ha herido al granculpable. (Ábrense las verjas, correel pueblo hacia la escalera de losGigantes donde ha tenido lugar laejecución, y los más avanzadosdicen a los que están tras ellos:)¡La ensangrentada cabeza rueda porlas gradas de la escalera de losGigantes!

La ejecución del Duque Marino Faliero deEugène Delacroix

TELÓN

GEORGE GORDON BYRON, sextobarón de Byron (Londres, 22 de enerode 1788 – Mesolongi, Grecia, 19 deabril de 1824), fue hijo del capitán John«Mad Jack». Byron y de la segundaesposa de éste, lady Catherine Gordon.Su abuelo fue John Byron, tambiénllamado «Foulweather». («Mal

tiempo»), vicealmirante británico quenavegó por todo el mundo. Su padrefalleció en 1791, a los tres años de vidade George, en la localidad deValenciennes, en Francia, en unapequeña residencia propiedad de suhermana, a donde había huido tiempoatrás de sus acreedores y del terribletemperamento de su esposa. En suestancia allí, el padre había mantenido avarias amantes y derrochó a su antojo loque le quedaba del dinero de la familia.Así, a esa edad y en compañía de sumadre en Aberdeen, George heredó desu progenitor poco más que deudas y losgastos de su funeral. No obstante, si laherencia material del padre fue poco

más que un disgusto para el hijo, no sepuede decir lo mismo de la herenciaespiritual, pues el joven conservaría suamor por la belleza, el culto a lagalantería, y su inclinación hacia la vidalicenciosa. De su madre, en cambio,heredaría el cariño que ésta le ofreció,su dulzura, pero también su atroztemperamento.