memoria animalGabriela Prado
Me rodea un sueño asombroso
camino soltando pájaros
todo cuanto toco está en mí
y he perdido todo límite.
jean tardieu
ámbar nace el mirloLas campanas el trino audaz lamento.
Los nuevos nombresdel sol hieren el silencio del vigía.
Un ciervo corre.
La llanura inmóvil siempre a su lado.
Oscuros viernes los días del hombre
Tordos que deambulan en el líquido encierro de un puerto.
He pensado.Ambos. Una oscuridad total.El punto sería encontrar cabello en la acera viviente.
En las manos un sonido de martillos
y la primate soledad de los extremos.
7 A.M.
El vértigo del vientre moraba en su piel cuando el niño gestó un tiempo la luna fue oscuro metal y los años fuego
Plaga
Un sonido tras mi espalda el hombre y su bicicleta de obreroLos niños destruyendo la calle que miro.Hoy le grité al único ser viviente de la morada.
Viajar como un mirlo rojo.
Poema de Amor
Cosecha metal la mujer en fresca hora
El rostro animal
la rosa viva.
Un Dios violento
sobre mi espalda
El secreto mortal
vidrios sin bordes
que roer.
Un gesto en la espesura de la tarde.La piel contra la puerta desnuda.
Y el rostro de la noche se detiene.
hierbas
Tras los ojos ausentesrostros de cera descubre la luz.
Brillan atuendos contra las rocasExhiben torsos de cartón.
Tras las máscaras los rostros se mudan en esferas de arcilla blanda.
Con el tiempo bebí una de las fiestas
Hace horas que no puedo emerger de esta silla.
Los ángeles miran televisión,La virgen sazona el mejor de los guisos.
Alguien pronuncia mi nombre en la casa vacía.
Lluvia
Danzando
en la sala
girando
girando
sin sentido
sin sentir
sin ser
nadie.
Invocando
a los ángeles
del consuelo.
Pañuelos de sangre
para la locura.
Luto
en mi mano solo cabe la piedra de la mano
en el valle desolado un rumor espera : sabios cráteres sin retinas
de donde arrancar la luz.
Llueve sobre los labios del
mundo.El óxido de la celda tiñe ojos afuera.
tras el mostrador se balancea la morbidez de la carne.
He visto en la puertacabellos de marfil cargando rifles con tiempo.
La mente: árbol.entra humo en la boca.Se aferran las raíces, retienen un cuerpo ajeno.
marco con una cruz la pisada de dios.
mido.
crece el aliento de la red en el mar agónico.
Mas el silencio no guarda eco.Permanece.
Tras el mármol observa la invasión nocturna.
La ilusión no es perfecta desfiguraRevolotea sin sentido el grito huérfano
Una niña fotografía mis ochos años.Se mece inconsciente en la red de estas córneas salvajes
De los otros a mí un solo paso.Una moneda.
El viento y su espalda leprosa.
Pocos objetos reconocen al viajero.
gabriela alejandra prado
nació en 1970 en buenos aires
memoria animal1998