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mucosa parecía ligeramente más densa de lo normal y contenía numerosas bacterias en estrecho
contacto con el epitelio, las cuales tenían la morfología de Campylobacter, que probablemente
estaban creciendo activamente y no parecen ser contaminantes”. De manera sincera agregó que
“desconocía el significado de esos hallazgos inusuales pero consideraba que ameritaban
investigaciones adicionales con respecto a los hábitos alimenticios, función gastrointestinal y
microbiología“. El informe reiterado de tales hallazgos, motivaron dos preguntas constantes de los
asistentes de las reuniones clínico-patológicas: 1. Porque insiste en que son la infección primaria y
no las considera secundarias a la inflamación y 2. Si están ahí porque no se han visto antes?. En
esos momentos no tenía buenas respuestas para tales cuestionamientos y para la primera fue
necesario esperar a que Barry Marshall demostrara posteriormente los efectos de los antibióticos
sobre las mismas. Conforme estudiaron esas alteraciones, progresivamente encontraron que
existían informes del siglo anterior que habían descrito bacterias en el estómago, pero tales
hallazgos también se consideraron incorrectos y sin importancia porque el concepto que prevalecía
era que “el estómago es estéril” (3). Diversos comentarios pueden hacerse a esos hallazgos, que
sin duda alguna hoy se pueden considerar trascendentales, pero una aproximación acertada
pudiera ser lo que en una ocasión dijo Winston Churchill “muchas veces el hombre se encuentra
con la verdad, pero es tan estúpido que le saca el cuerpo”. Nadie daba crédito a los hallazgos del
profesor Warren, excepto Win su esposa, médica psiquiatra, quien lo animaba a que siguiera con
sus investigaciones sin el temor a la descalificación de la opinión pública. Más tarde en 1981,
Marshall como residente de Medicina Interna llegaría a rotar por gastroenterología y se le asignaría
rotar con el doctor Warren “un patólogo que estaba interesado en el seguimiento de unas
bacterias que había en el estómago”, aunque las palabras reales fueron: “un patólogo nuestro que
está tratando de achacarle la gastritis a una infección bacteriana”. Inicialmente Marshall dudó de la
importancia del proyecto y el Dr. Warren no pudo convencerlo, pero finalmente estuvo de acuerdo
en iniciar la investigación con 20 pacientes, a quienes les tomarían biopsias adicionales de la
mucosa antral aparentemente normal a la endoscopia. ¿Qué pensaría un profesor de hoy si un
residente de segundo año de medicina interna, basado en prejuicios antiguos, contradice sin
ninguna evidencia a un connotado profesor que ha estado analizado muy seriamente lo que ha
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encontrado previamente en mucosas del estómago? Probablemente el Dr. Warren mantuvo la
calma inspirado en sabias palabras de Bertrand Russel, “el problema de la humanidad consiste en
que el ignorante está seguro de todo y el sabio tiene dudas”. Una vez este par de “quijotes” se
pusieron de acuerdo y decidieron emprender las investigaciones, aparecieron los
gastroenterólogos que hacían las endoscopias, con los siguientes argumentos “la idea de enviar
biopsias gástricas para cultivo era ridícula” y más aún si el objetivo de esa especialidad era “el
cuidado de los pacientes y no los proyectos de investigación esotéricos”, además “nadie en
muchos siglos había cultivado bacterias del estómago” y por lo tanto para “ningún gastroenterólogo
equilibrado tenía sentido tomar biopsias para buscar bacterias” (3) . La tesonera insistencia de
Marshall ante el departamento de microbiología y las altas calidades de los miembros de ese
formidable laboratorio que en múltiples ocasiones modificó los medios de cultivo y las temperaturas
de incubación, el cultivo 35 que por olvido se dejó incubando durante las fiestas de pascuas de
resurrección, que en Australia demoran cinco días, finalmente se encontraron las colonias típicas
de H.pylori el 14 de abril de 1982, con lo cual el microorganismo se había logrado cultivar! (4).
Algunos inicialmente consideraron ese logro como algo fortuito, producto del azar, pero como decía
Luis Pasteur “la suerte favorece a las mentes privilegiadas”!. Posterior a este importante hallazgo
Marshall y Warren no se pusieron de acuerdo en los términos en que debía hacerse la publicación
y entonces el profesor Armstrong de la unidad de electromicroscopía del Royal Perth les
recomendó que escribieran cartas separadas y así lo hicieron (5,6). Desde ese momento vendría la
más dura batalla contra la incredulidad del mundo. En 1983 la Sociedad de Gastroenterología de
Australia les rechazó el primer trabajo en el cual demostraron que H.pylori se encontraba más
frecuentemente en mucosa con gastritis crónica que en mucosa normal (p =0.001), así como
también en ulcera duodenal (p=0.01) pero no estadísticamente significativa en ulcera gástrica
(p=0.05). Para el Warren fue una odisea calcular la p utilizando una calculadora. A ese congreso
enviaron 67 trabajos y escogieron los 56 mejores!. Vendrían después múltiples estudios con
interesantes hallazgos. Mayor recurrencia de ulceras duodenales en quienes no se erradicaba
H.pylori (7), la actividad bactericida del bismuto para el Campylobacter pyloridis (nombre inicial
para este microorganismo, que gramaticalmente era incorrecto y en un congreso mundial se le
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denominó como se conoce hoy día) (8), experimento personal de Marshall ingiriendo un
sobrenadante de H.pylori para demostrar que daba gastritis y convencer al mundo de esta relación
(9). Métodos diagnósticos mediante el test de ureasa rápida, serología, así como también el test
respiratorio de urea y otros más (10-20). Una publicación memorable fue el primer ensayo clínico
realizado en Estados Unidos, por Dr. Graham (21) cuyos resultados corroboraron los hallazgos de
Marshall y se puede decir que esta investigación “le dio la bendición” a la relación entre H.pylori y
ulcera duodenal. A partir de ese momento el mundo se convenció de la historia y desde entonces
este microorganismo se convirtió progresivamente en uno de los descubrimientos más
trascendentales de la gastroenterología revolucionando el concepto de las úlceras pépticas y
finalmente la etiología del cáncer gástrico, con posibilidades de prevenirlo si se erradica esta
infección. En el 2005, la academia Sueca, concedió el premio Nobel de fisiología y medicina
Warren y a Marshall por el descubrimiento de la relación causal de H.pylori con la gastritis crónica y
las ulceras pépticas. Es de destacar que es una de las pocas veces que un premio Nobel se
concede a investigaciones clínicas y no a descubrimiento de ciencias básicas. Adicionalmente con
este descubrimiento se hace inmenso el beneficio de la observación, una actitud que los médicos y
científicos nunca pueden dejar de hacer.
Antes de Marshall y Warren muchos investigadores observaron microorganismos en el estómago y
los relacionaron con gastritis crónica pero la relación causal no pudo demostrarse al no poder
cultivarlo. Probablemente Steer fue quien estuvo más cerca de lograr este descubrimiento (22-24)
pero en el cultivo de sus biopsias creció Pseudomonas aeruginosa. Múltiples reflexiones pudieran
hacerse de esta sorprendente e interesante historia. Brevemente creo que las lecciones más
fuertes podrían ser estas: “la ausencia de una prueba en un momento determinado, no es prueba
de que siempre estará ausente”, “el que tiene fe en sí mismo, no necesita que los demás crean en
él”, es imprescindible trabajar en equipo porque como dice la carta de los Corintios “el cuerpo no
está hecho de una sola parte sino de muchas” y finalmente que como decía Tomás Buxton “con un
talento ordinario y una perseverancia extraordinaria, todas las cosas son posibles” y finalmente los
fracasos y las dificultades, deben ser motivos para continuar intentando. ¿Quién no está enterado
de los múltiples fracasos de Abraham Lincoln? y que al final de los mismos logró ser presidente de
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Estados Unidos. Finalmente, no cabe duda que el hombre se descubre cuando se mide con el
obstáculo! La perseverancia de Marshall y Warren, el trabajo en equipo con otros departamentos
del Hospital Royal Perth, la absoluta confianza en los resultados de sus investigaciones rigurosas
estuvieron por encima de la incredulidad de sus pares y gracias a la fe que tenían en sí mismos, se
logró descubrir al H.pylori y con él se rompió el dogma de que el estómago es estéril.
1. Diccionario de la Lengua Española, Vigésima segunda edición. Real Academia de la Lengua Española, 2001.
2. Wikipedia, accesada agosto 1, 2013.
3. Warren JR. The discovery of Helicobacter pylori in Perth, western Australia. In Helicobacter pionners, Marshall BJ, eit. Blackwell Publ. 2002, pp:151-64.
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