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Avances en la mediación de la economía del cuidado
Bogotá, D. C., diciembre 5 de 2013
Destacando la importancia de la economía del cuidado y del efectivo reconocimiento del trabajo no remunerado de la mujer, como factores
que inciden en el desarrollo y mantenimiento de la estructura social, la Alta Consejera para la Equidad de la Mujer, Nigeria Rentería, participó
en el Foro Internacional sobre medición de la economía del cuidado desarrollado por el DANE, al que se sumaron representantes del
Ministerio de Trabajo, de ONU Mujeres, de la CEPAL y de l UNFPA
O B S E R V A T O R I O D E
D E G É N E R Oasuntos
Juan Manuel Santos CalderónPresidente de la República
Angelino GarzónVicepresidente de la República
Nigeria Rentería LozanoAlta Consejera Presidencialpara la Equidad de la Mujer
Luz Janeth Forero MartínezAndrea del Pilar Acero Álvarez
Observatorio de Asuntos de Género Alta Consejería Presidencial para la
Equidad de la Mujer
Olga Chiguasuque VargasAsesora Comunicaciones
Alta Consejera Presidencialpara la Equidad de la Mujer
ALTA CONSEJERÍA PRESIDENCIAL PARA LA EQUIDAD DE LA MUJERCarrera 8 No. 7-27 Edificio Galán
Teléfono: (57 1) 5629645 Extensiones 3645, 3313, 208, 107
Fax: (57 1) 5623571Correo electrónico: equidadmujer@presidencia.gov.co
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mientras se cite la fuente.
Imprenta Nacional de ColombiaDiseño y diagramación
Bogotá D. C., Colombia, 2013
Las opiniones y perspectivas de diversa índole aparecidas en este documento, son propias de
sus autores(as), siendo por tanto de su exclusiva responsabilidad. En consecuencia no comprometen,
bajo ninguna circunstancia, a la Presidencia de la República de Colombia ni a la Alta Consejería
Presidencial para la Equidad de la Mujer.
Editorial
Sección I. Equidad en cifras
Sección II. Columnista invitada
Sección III. Noticias sobre mujer y equidad
Pág.
Contenido
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5
9
14
3
Editorial
Es un hecho que la división sexual del tra-bajo asigna una repartición de las tareas nece-sarias para la producción de bienes y servicios, diferente para hombres y mujeres; en el marco de dicha división, las mujeres son quienes rea-lizan la mayor parte del trabajo no remunera-do, doméstico y de cuidados, que sostiene la reproducción social. Por eso, la forma en que se organiza la provisión de cuidado en la so-ciedad tiene importantes consecuencias para la igualdad de género, ya sea porque incrementa las capacidades y opciones de las mujeres y los hombres, o porque se constituye en el núcleo de una serie de discriminaciones y desigualda-des, muchas veces invisibilizadas, que impiden la autonomía económica de las mujeres, limitan sus derechos y restringen sus libertades.
A su vez, como bien lo menciona Elson, cuando se pone atención en las actividades de cuidado se piensan como funciones sociales más que actividades económicas. Pero estas actividades son económicas, pues involucran el uso de recursos escasos y proveen insumos vitales para los sectores económicos públicos y privados. Es así como la economía del cuidado es esencial para el desarrollo y mantenimiento de la salud y las capacidades de la fuerza de trabajo, pero también en el desarrollo y mante-nimiento de la estructura social: de las reglas, las normas y los valores que mantienen la con-fianza y el orden social.
En tal sentido, es fundamental la valoración del trabajo no remunerado de la mujer para modificar la percepción social de este tipo de trabajo y su aporte al desarrollo económico y social del país. Esta tarea supone desafíos me-todológicos, técnicos y presupuestales, pero sobre todo requiere de contar con información estadística oficial, oportuna y de calidad, y ga-rantizar la sostenibilidad de los instrumentos de recolección de la misma, de modo tal que sean
utilizados en el campo de las políticas públicas para soportar los cambios estructurales reque-ridos para garantizar la igualdad de género, el empoderamiento económico de las mujeres y el bien–estar; así como para cuantificar las nece-sidades en este campo, promover la definición de presupuestos públicos sensibles al género, basados en tales evidencias y establecer la lí-nea de base para la evaluación de la eficacia de las políticas públicas.
Lo anterior, fue reconocido en el 2009 en el proyecto de Ley de Economía del Cuidado que con el impulso de la entonces Senadora Cecilia López Montaño se materializó en la Ley 1413 de 2010. Desde la Alta Consejería Presi-dencial para la Equidad de la Mujer, a través de nuestro Observatorio de Asuntos de Género y en conjunto con los entes de control, las orga-nizaciones sociales y la academia; en cumpli-miento de lo establecido en el artículo 6º de la mencionada ley, hemos venido desempeñando las labores de seguimiento, vigilancia y control, para coadyuvar al proceso de implementación de la misma.
Nos complace que al finalizar este 2013 po-damos contar con los resultados de la primera Encuesta de Uso del Tiempo Libre que sin duda contribuirá a la visibilización del valiosísimo aporte que las mujeres realizamos a la econo-mía por medio del trabajo no remunerado, do-méstico y demás labores de cuidado. Así mis-mo, celebramos el primer avance en el proceso de incorporación de la Economía del Cuidado en el Sistema de Cuentas Nacionales.
Los desafíos aún persisten. Quizá el más grande es lograr que las entidades públicas y privadas, la academia y la sociedad en general hagamos uso de dicha información e incorpo-remos dentro de los análisis el trabajo de hogar no remunerado como contribución al desarrollo económico del país.
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Reitero que desde la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer estamos comprometidas con un trabajo per-manente e interinstitucional orientado a la incorporación definitiva de la Economía del Cuidado en el Sistema de Cuentas Nacio-nales y en los mecanismos apropiados que propendan por los análisis adecuados de la importante contribución de este tipo de tra-bajo a nuestra sociedad.
NIGERÍA RENTERÍA LOZANO
Fuente: www.dane.gov.co
Nos complace que al finalizar este 2013 podamos contar con los resultados de la primera Encuesta
de Uso del Tiempo Libre que sin duda contribuirá a la visibilización
del valiosísimo aporte que las mujeres realizamos a la economía
por medio del trabajo no remunera-do, doméstico y demás labores de
cuidado.
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Sección I - Equidad en CifrasAutonomía económica e igualdad en la esfera laboral y del cuidado
Desde los años 70, la participación feme-nina en el mercado laboral colombiano ha au-mentado considerablemente. Los factores clave han sido los mayores niveles de educación, la disminución de las tasas de fecundidad, la va-riación en la estructura de los hogares, la diná-mica demográfica y su composición.
Sin embargo, ese aumento de la participa-ción de las mujeres en el trabajo productivo, no se ha acompañado de una mayor presencia de los hombres en el trabajo reproductivo; las mujeres continúan a cargo de él y este sigue siendo invisibilizado.
Como se observa en el gráfico 1, en el 2012 la Tasa Global de Participación de las mujeres se ubicó en el 54,1%, situando la brecha de partici-pación laboral femenina en 21,3 (gráfico 2).
La reducción de esta brecha puede expli-carse en parte por el crecimiento de la oferta laboral de las mujeres en un 17,4% entre 2007 y 2011, mientras que para el mismo periodo el crecimiento de la de los hombres fue de tan solo el 6%; atribuible en parte a las mejoras en educación y formación para el trabajo, que han impulsado un aumento de la mano de obra fe-menina calificada.
Gráfico 1. Tasa Global de Participación (TGP) por sexo. Colombia, 2001-2012
Gráfico 2. Brecha en la tasa de participación femenina TGPfem. Colombia, 2002-2012
Fuente: DANE - Encuesta Continua de Hogares - Gran Encuesta Integrada de Hogares.
Fuente: DANE - Encuesta Continua de Hogares - Gran Encuesta Integrada de Hogares.
76,1 75,4 75,4 74,4 73,6 72,0 71,1 71,1 73,4 74,2 75,1 75,4
49,5 49,8 50,8 49,2 48,1 46,9 46,1 46,4 49,8
51,8 52,8 54,1
-
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Hombres Mujeres
26,0
25,525,5 25,5
25,1 25,1
24,7
23,6
22,3
22,4
21,3
24,6
25,225,0
24,5
24,0
23,5
22,5
22,0
21,5
21,02002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
23,0
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Según cifras del Dane, para el 2012, la po-blación de mujeres en edad de trabajar fue de 18.398.000, representando el 51,14% del total de la PET.
A pesar de ser más de la mitad de la pobla-ción en edad de trabajar, tan solo representan el 42,8% de la fuerza laboral (PEA) frente al 57,2% de los hombres; alcanzando una tasa de desempleo del 13,7%, 5,9 puntos porcen-tuales (pp) por encima de la de los hombres.
Como se ilustra en el gráfico 3, aunque a ni-vel nacional la brecha en la tasa de desempleo viene reduciéndose desde el 2002, es importan-te señalar que dicha brecha es muy superior en el área rural (resto) y equivale a 8,2 pp. En esta área la tasa de desempleo para las mujeres, en el 2012, fue de 12,1% frente al 3,9% para los hombres. Mientras que en las cabeceras la tasa de desempleo para las mujeres fue de 14% en tanto que para los hombres se situó en el 9,2%.
Gráfico 3. Tasa de desempleo por sexo y brecha en la tasa de desempleo. Colombia, 2001-2012
19,4
2001 2002 2003 2004 2005 2006
Hombres Mujeres
2007 2008 2009 2010 2011 2012
12,0
7,4
p.p
5,9
p.p
12,510,9 10,7
9,0 9,2 8,7 8,9 9,3 9,0 8,2 7,8
19,9
18,6 18,0
15,8 16,214,8 14,8 15,8 15,6
14,4 13,7
Fuente: DANE - Encuesta Continua de Hogares - Gran Encuesta Integrada de Hogares.
El gráfico 4 ilustra la brecha nacional de ingresos laborales mensuales promedio entre el 2002 y el 2012. Como se obser-va con respecto al 2002 se ha presentado un aumento en la brecha de ingresos laborales mensuales promedio del 5,7 pp.
En el 2002 los diferenciales salariales para el total nacio-nal se ubicaban en 17,6%, en el 2012 estos se situaron en el 23,3%, lo que da cuenta de una clara inequidad hacia las mujeres aún cuando estas cuentan con mayor cualificación.
Si el análisis se realiza por áreas, en el 2012 los diferen-ciales salariales en las cabeceras se ubicaron en el 27,2% y en el 47.8% en el resto, 2,4 pp y 23,4 pp, respectivamente, por encima de la brecha registrada en el 2002.
“Con respecto al 2002 se ha presentado un
aumento en la brecha de ingresos laborales mensuales promedio
del 5,7 pp.”
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Gráfico 4. Brecha de ingresos laborales mensuales promedio. Colombia, 2002-2012
Gráfico 5. Tiempo promedio diario reportado en actividades de trabajo y personales, por sexo. Colombia, agosto 2012 a julio de 2013.
Fuente: DANE - Encuesta Continua de Hogares (2002-2005) Gran Encuesta Integrada de Hogares (2008-2012).
Fuente: DANE - Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT).
Las Cifras de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT)
23,5
22,5
21,5
20,7
17,6
20,2
18,1
18,918,8
21,2
20,3
23,3
20,5
19,5
18,5
17,52002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
04:48
Total
Actividades personales
Trabajo no incluido en el SCN
Trabajo incluido en el SCN
Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total Hombre Mujer
00:00
04:48
00:00
19:12
14:24
09:36
04:48
00:00
04:48
00:00
19:12
14:24
09:36
04:48
00:00
04:48
00:00
19:12
14:24
09:36
Total Cabeceras Resto
Hora
s y
min
utos
Actividades personales
Trabajo no incluido en el SCN
Trabajo incluido en el SCN Actividades personales
Trabajo no incluido en el SCN
Trabajo incluido en el SCN
04:21
03:49
17:55
06:35
02:31
17:46
02:00
05:11
18:04
04:17
03:51
18:07
06:20
02:47
17:55
02:02
05:02
18:20
04:34
03:43
17:14
07:37
01:32
17:14
01:53
05:38
17:14
El gráfico 5 muestra las diferencias en el tiempo promedio diario, en actividades de Tra-bajo incluidas en el Sistema de Cuentas Na-cionales, Trabajo no incluido en el Sistema de Cuentas Nacionales y Actividades Personales, discriminada por sexo y área.
Excluyendo las actividades personales, que presentan un comportamiento similar tanto para hombres como para mujeres, el análisis del tiempo dedicado a actividades de trabajo comprendido en el SCN permite afirmar que en promedio los hombres dedican 2 horas 18
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8
minutos más que las mujeres a este tipo de actividad. En tanto que en las actividades no com-prendidas por el SCN, las muje-res dedican 4 horas 35 minutos más que los hombres.
El gráfico 6. ilustra cómo al sumar el tiempo diario promedio que las mujeres dedican tanto a actividades no incluidas en el SCN como a las incluidas en el SCN, las mujeres trabajan 2 ho-ras y 12 minutos más al día que los hombres.
Lo anterior, se explica princi-palmente por el tiempo adicional que las mujeres dedican a las actividades de trabajo domésti-co y de cuidados (4 horas al día más que los hombres).
Es importante anotar que en el área rural las mujeres dedi-can 6 horas más al día que los
hombres a las labores no inclui-das en el SCN.
Así mismo, según la in-formación suministrada por el Dane a partir de la ENUT, du-rante un día promedio, el 57,0% de los hombres realiza activida-des de trabajo comprendido en el SCN con un tiempo promedio de duración por participante de 9 horas y 5 minutos. Por su par-te el 34,6% de las mujeres hace este tipo de actividades con una intensidad media de duración de 7 horas y 17 minutos.
En día promedio, el 89,4% de las mujeres realiza activida-des de trabajo no comprendido en el SCN con un tiempo de 7 horas y 23 minutos. Por su par-te, el 63,1% de los hombres hace este mismo tipo de activi-dades con 3 horas y 10 minutos.
“En promedio las mujeres trabajan al día 2 horas 12 minutos más que los hombres”
Gráfico 6. Carga total de trabajo de las personas que realizaron trabajo comprendido en el SCN el día de referencia, hombres y mujeres. Agosto 2012 a julio de 2013.
Fuente: DANE - Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT).
Total Cabeceras Resto
11:48
12:1311:18
13:32
08:5809:27
08:16
03:15
01:51
05:16
10:3910:04
11:50
06:49
08:11
04:00 03:51
01:53
07:5010:57
13:09
08:2309:05
07:17
03:24
01:51
05:51
Total Hombre Mujer
Carga Laboral Total Trabajo no incluido en el SCN
Trabajo incluido en el SCN
Total Hombre Mujer
Carga Laboral Total Trabajo no incluido en el SCN
Trabajo incluido en el SCN
Total Hombre Mujer
Carga Laboral Total Trabajo no incluido en el SCN
Trabajo incluido en el SCN
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Sección II - Columnista invitadaLa economía del cuidado en las cuentas satélites: una neutralidad imposible
Ruth Suárez Gómez*
1
* Economista feminista. Integrante de la Mesa de seguimiento a la implementación de la Ley 1413 de 2010. Consultora independiente.
Cumplido el plazo establecido por la Ley 1413 del 2010 para incluir la economía del cuidado en las cuentas nacionales como una cuenta satélite, el Dane presentó recientemente los resultados de tales esfuerzos, a través de la aplicación de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT). La primera reacción entre orga-nizaciones feministas, activistas y representan-tes de la academia, ha sido de reconocimiento ante la diligencia de la institución, y de apoyo para que estos esfuerzos se preserven en el tiempo, tal como está contemplado por la ley.
Sin embargo, considerando que es la prime-ra fase de las tres que han sido previstas, varios interrogantes deben ser considerados desde ahora respecto al rumbo futuro que se le debe definir a la cuenta satélite. Estos interrogantes conciernen a quienes desde hace ya tiempo esperamos la aprobación de políticas que per-mitan remunerar a las mujeres que contribuyen al cuidado familiar y que sin embargo carecen de las mínimas garantías de salud y de pensión para sus años de vejez, y mucho menos de un ingreso básico para satisfacer sus necesidades actuales. A continuación se comentan los as-pectos más importantes a ser considerados:
I. ¿Una cuenta satélite de trabajo no remunerado o del cuidado?
Aunque el artículo 1º de la Ley 1413 de 2010 hace referencia a la inclusión de la eco-nomía del cuidado como una cuenta satélite en el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN), los avances presentados por el Dane, en su prime-ra fase, aluden a una cuenta satélite del trabajo no remunerado en los hogares. De esta forma, la economía del cuidado se desdibuja y pierde el sentido explícito de género contenido en la ley, en tanto queda subsumida en una connota-ción primordialmente laboral. Puede afirmarse que en aras del rigor técnico para seguir pautas genéricas para un conjunto de países, la cuenta satélite no involucra circunstancias de especial sensibilidad para el país, como la inequidad y su relación con el trabajo de cuidado no remu-nerado y no subvencionado (a diferencia de los países europeos).
Por otra parte, los resultados de la ENUT, en esta perspectiva nos ratifica algo que las muje-res desde siempre hemos sabido: que el cuida-do no remunerado está a cargo principalmente
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10
de las mujeres. El Dane establece una relación de 2,3 a 1 en el tiempo dedicado por las mu-jeres y hombres respectivamente para trabajos de cuidado. Esta percepción intuitiva, ahora corroborada por el Dane, no necesariamente conduce a la formulación de políticas de apoyo que son tan necesarias en una perspectiva de equidad y de crecimiento de la economía.
En tal sentido, más allá del reconocimiento social que la ENUT debe suscitar, se requiere ampliar los elementos de la cuenta satélite en las dos fases siguientes para proveer de insu-mos a los diseños necesarios de una política pública de cuidado, con énfasis en las principa-les protagonistas del cuidado, las mujeres.
Cuadro 1. El trabajo en el Sistema de Cuentas Nacionales (SNC) según sexo
Fuente: DANE - Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT).
Tiempo por participante Hombre Mujer
Actividades de trabajo com-prendidas en el SCN
09:05 07:17
Actividades de trabajo no comprendidas en el SCN
03:10 07:23
II. ¿Una cuenta satélite representativa de qué?
En tanto que la Ley 1413 del 2010 hace referencia al cuidado no remunerado en los ho-gares, la cuenta satélite privilegia este aspecto, asociado al trabajo de la población en su con-junto. La unidad de análisis no son los hogares, sino la población de hombres y mujeres1. Algu-
1 Para una discusión detallada al respecto, ver Carrasco Cristina y Serrano Mónica, 2005, Propuesta para una cuenta satélite de los hogares de Cataluña.
nos aspectos de importancia crucial, por tanto, no pueden ser inferidos, como la magnitud de cuidado no remunerado en los hogares colom-bianos, y la relación entre trabajo de cuidado remunerado y no remunerado en los hogares. Tampoco permite ampliar el valor imputable por cuidado la frontera de producción de los hoga-res, de manera que dicho valor se incorpore en el valor de la producción para el conjunto de las cuentas nacionales.
Por lo anterior, sería fundamental, que en las dos fases siguientes de la cuenta satélite, se avanzara hacia una cuenta satélite del cuidado, con un componente principal, el de cuidado no remunerado.
III. ¿La economía del cuidado tiene las mismas implicaciones por pertenencia étnica, estrato socioeconómico, posición ocupacional o región?
En los primeros avances presentados, as-pectos esenciales para el diseño de políticas en torno al cuidado no son capturados en la cuenta satélite en tanto el énfasis está asociado al tra-bajo de la población antes que a los hogares. Diversa evidencia empírica indica que en tanto el estrato económico es más bajo, así como la pobreza y la miseria, el mayor peso del cuidado no remunerado y no subvencionado descansa en las mujeres. En grupos sociales con mayor exposición al conflicto hay privación del cuida-do. El cuadro 2 muestra cómo una mayor equi-dad en el ingreso guarda correspondencia con la equidad de género y el desarrollo humano.
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Cuadro 2. Desarrollo Humano, Inequidad en el Ingreso e Inequidad de Género, 2012
PaísPosición Equidad
de Género
Índice de Desarrollo Humano
Índice de Equidad
de Ingreso
Holanda 1 0,921 0,766
Suiza 2 0,913 0,76
Suecia 3 0,916 0,772
Dinamarca 3 0,901 0,764
Noruega 5 0,955 0,797
Finlandia 6 0,892 0,757
Alemania 6 0,92 0,741
Francia 9 0,893 0,732
España 15 0,885 0,659
Canadá 18 0,911 0,718
Corea 27 0,909 0,679
Inglaterra 34 0,875 0,709
China 35 0,699 0,455
Estados Unidos
42 0,937 0,681
Rusia 51 0,788 0,647
Costa Rica 62 0,773 0,43
Chile 66 0,819 0,488
Argentina 71 0,811 0,487
México 72 0,775 0,463
Perú 73 0,741 0,452
Ecuador 83 0,724 0,39
Brasil 85 0,73 0,411
Colombia 88 0,719 0,366
Venezuela 93 0,748 0,385
Bolivia 97 0,675 0,294
Panamá 108 0,78 0,431
Uganda 110 0,456 0,257
Mozambique 125 0,327 0,205
India 132 0,554 0,434
Fuente: Naciones Unidas - Informe de Desarrollo Humano 2013.
Así mismo, aspectos relacionados con la pertenencia étnica y la cultura pueden imprimir
otras particularidades al cuidado no remune-rado: las mujeres mayores que cuidan a va-rios miembros de una familia extensa; la poca movilidad laboral y educacional de las jóvenes por impedimentos sociales relacionados con la obligatoriedad de cuidado a los padres o a los hermanos menores, las abuelas a cargo del cuidado de los hijos en familias que migran al exterior en busca de un mejor destino, etc. En algunos grupos poblacionales, existen tabúes para que el cuidado de los niños esté a cargo de instituciones especializadas, en lugar de la familia. Esta enorme complejidad es del ámbito propio de la familia.
La necesaria inclusión de estos aspectos en las cuentas nacionales podría realizarse mediante la ampliación de la cuenta satélite del trabajo no remunerado hacia una cuenta satélite del cuidado con énfasis en las unida-des familiares por estrato socioeconómico y características de etnia y posición ocupacio-nal. Esta cuenta arrojaría luces respecto a la interconexión entre el cuidado remunerado y el no remunerado. En el futuro podría incluir el cuidado subvencionado por el Estado en el cuidado no remunerado.
IV. Reproducción del sesgo de género en la valoración del cuidado
En la perspectiva adoptada por las cuentas nacionales, el sesgo de valoración del trabajo de cuidado es insoluble, como lo sería la multi-plicación de una imagen por medio de espejos con distintos niveles de distorsión respecto a un patrón que aunque deformado, se preserva. El trabajo no remunerado de cuidado es un insu-mo necesario, de un producto denominado cui-dado, cuyo ámbito es más del bienestar social que de las cuentas nacionales.
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No obstante, una ventaja de la cuenta sa-télite es que su versatilidad permite que las fronteras entre las cuentas nacionales y las del bienestar encuentren puntos de convergencia. La producción del cuidado social y familiar, ob-servable a través de sus efectos, tales como la educación, la sanidad física, psicológica y emocional, un bajo índice delincuencial y de violencia, así como de disgregación social, etc., podría permitir formas innovadoras de valora-ción del cuidado a partir de la evaluación de ta-les indicadores que, de manera adicional a una remuneración de cuidado sesgada por el factor de género, se corrija dicho sesgo mediante el reconocimiento monetario al beneficio obtenido en el proceso de cuidado, palpable en indicado-res evaluables.
V. Las cuentas nacionales y el debate necesario respecto a las implicaciones de política social y económica en economía del cuidado
El énfasis en la población laboral, como objeto de estudio en economía del cuidado, en lugar de los hogares, puede privilegiar desa-rrollos sucesivos hacia el fomento de una ins-titucionalidad del cuidado exógena a la fami-lia. Es el rumbo adoptado en Europa, con una oferta de infraestructura, de servicios de mer-cado para el cuidado, junto con subvenciones directas además de una nutrida legislación que norma y prioriza el cuidado en sus dis-tintos aspectos. La condición activa asalariada
de las mujeres es la base para la mayor parte de estos apoyos y políticas. Es comprensible en los países en los que los índices de empleo femenino superan el 70 por ciento, como en los nórdicos, en contraste, con el 48% de em-pleo femenino en Colombia.
La vía de desarrollo del cuidado no remu-nerado que seguramente debe considerarse para Colombia es una de carácter híbrido, que combine desarrollos institucionales exógenos a la familia, con opciones endógenas, pero que amplíen el ámbito de intervención social en el cuidado. Se justifica en tanto la participación laboral de las mujeres no alcanza todavía altos estándares, en tanto que la informalidad laboral predomina en el género femenino. La tasa de empleo en Colombia en el 2013 es del 48 por ciento, con niveles de informalidad elevados, si se tiene en cuenta que el trabajo por cuenta propia es la categoría laboral más importante entre las mujeres.
Es probable que las políticas sociales que se construyan para subvencionar el cuidado, deban imprimir distintos énfasis en estratos so-ciales con mayores carencias, y considerar la diversidad de situaciones a que se enfrenta la familia. Un ejemplo son las madres comuni-tarias, cuyos mejores resultados podrían repli-carse en hogares día de barrio, o de cuadra, para personas de la tercera edad, o restauran-tes comunitarios por grupos poblacionales en barrios marginales. Otras posibilidades serían el diseño de módulos de remuneración al cuidado por medio de programas sociales subsidiados como los de Familias en Acción.
O B S E R V A T O R I O D E A S U N T O S D E G É N E R O
13
Cuadro 3. Subvenciones a los hogares como porcentaje del PIB, 2009
País Porcentaje del PIBIrlanda 4,24
Reino Unido 4,22
Francia 3,98
Islandia 3,96
Dinamarca 3,90
Suiza 3,75
Hungría 3,58
Nueva Zelanda 3,56
Bélgica 3,45
Noruega 3,34
Finlandia 3,29
Alemania 3,07
España 1,77
Portugal 1,71
Italia 1,58
Canadá 1,55
Polonia 1,53
Japón 1,48
Chile 1,47
Estados Unidos 1,22
México 1,11
Corea 1,01
Fuente: OCDE.
VI. Conclusiones
La primera fase de la cuenta satélite de economía del cuidado ha hecho un gran avan-ce con la aplicación de la ENUT. Sin embargo, el mayor desafío de la cuenta satélite es la de proporcionar los elementos necesarios para pa-sar de un reconocimiento simbólico a diseños y realizaciones en políticas para la economía del cuidado. Muchos de estos elementos de-ben estar referidos a la inequidad. Desde esta perspectiva es impostergable que la Comisión de Alto Nivel establecida por la Ley 1413 ponga manos a la obra en el diseño de políticas para la economía del cuidado.
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Sección III - Noticias sobre mujer y equidadPrimer Encuentro Internacional de Investigaciones sobre mujer y género
En el 2012 el OAG realizó el Primer Encuen-tro Nacional de Investigaciones en Asuntos de Mujer y Género en donde investigadoras e in-vestigadores independientes o adscritos a dis-tintas universidades y centros de investigación de todos los rincones del país, concurrieron con importantes trabajos, abriendo el camino que en 2013 le permitió al Observatorio consolidar un importante espacio de opinión y de diálogo para fortalecer el conocimiento en la materia.
El éxito de la experiencia pasada motivó al Consejo Andino Asesor de Altas Autoridades de la Mujer e Igualdad de Oportunidades (CAAAMI), a través de la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer y el Observatorio de Asuntos de Género, para convocar un segundo encuentro, esta vez con carácter internacional.
En esta oportunidad, casi un centenar de trabajos fueron presentados, de los cuales un Comité Científico de alto nivel seleccionó un im-portante número que reunieron los estándares más altos atendiendo los criterios de calidad técnica y científica. Los estudios fueron desa-rrollados en el nivel local y en varios países de la región, este indicador es gran significancia frente al grado de sensibilización en relación con las distintas problemáticas que afectan a
la mujer en Latinoamérica, las cuales deben ser entendidas como un todo, y en los estudios la identificación de lugares comunes nos permi-te generar políticas públicas que posibiliten el entendimiento y la superación de la inequidad, desigualdad e injusticia, dentro del Marco de la democracia participativa.
Las temáticas investigadas incluyeron una amplia gama de fenómenos que bajo la lupa sensible del observador e investigador de la vida social cobran importancia, haciendo rele-vantes eventos que por muchos años parecie-ron intrascendentes como los relacionados con la diversidad, los grupos étnicos, el campesina-do, dimensiones prioritarias en un mundo con una arrolladora dinámica de cambio transversal en todas las estructuras de la vida social, para saltar también por los impactos que produce la construcción de obras públicas, la capacidad de innovación empresarial, la participación ciuda-dana, los nuevos roles, el trabajo, el conflicto armado, los temas de salud, la violencia, el de-recho a la tierra, las víctimas y el posconflicto, que afectan a las mujeres a lo largo y ancho de los países de la región.
Este esfuerzo desde lo público, para pro-piciar espacios que multipliquen las voces de
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quienes con sus aportes llaman la atención so-bre aspectos esenciales y determinantes de la situación de las mujeres y las implicaciones de género, con solidan la democracia y posibilita
la generación de estrategias para enfrentar la multiplicidad de problemáticas, como síntesis de variables que exigen un seguimiento, una respuesta oportuna y contundente.
Banco de buenas prácticas en asuntos de mujer y género
El Banco de buenas prácticas en asuntos de mujer y género se constituye en un esfuerzo del Observato-rio de Asuntos de Género por documentar y visibilizar esos esfuerzos locales para desarrollar proyectos desde lo comunitario orientados a mejorar las condiciones de las mujeres y contribuir a mejorar su realidad cotidiana.
En el banco podrán encontrar experiencias exitosas provenientes de distintos rincones del país que se ca-racterizan por su innovación, creatividad y posibilidad de réplica con la inversión de pocos recursos, pero con la voluntad enorme de aportar a la construcción de nuevas salidas y con perspectiva de género a la resolución de los problemas que afectan a las mujeres.
En esta oportunidad fueron seleccionadas 14 buenas prácticas, a partir de cerca de 50 experiencias postu-ladas por sus promotores a lo largo del año, las cuales harán parte de una primera fase de documentación y que muestran una amplia variedad de posibilidades frente a diversas situaciones que merecen ser impactadas.
Se espera que estos ejemplos de éxito, que han dado resultado en otros contextos, sean un incentivo para moti-var a mujeres y hombres a asumir control sobre sus des-tinos y emularlos como la buena práctica que son.
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Línea de orientación 155
Aprobado Conpes dirigido a mujeres víctimas del conflicto
El Gobierno nacional a tra-vés de la Alta Consejería para la Equidad de la Mujer con el apoyo de la Policía Nacional, implementó la Línea 155. Con atención las 24 horas del día, todos los días de la semana, los colombianos y colombia-nas podrán comunicarse bajo reserva y gratuitamente a esta línea desde cualquier operador en todo el territorio nacional para recibir orientación en te-mas relacionados con la vio-lencia de género.
Se encuentra dispuesto personal especializado para brindar información clara y completa sobre los derechos de las mujeres, así como para orientar sobre la forma
de hacer una denuncia, tipos de violencias de los cuales puede ser víctima una mu-jer, así como procedimientos para obtener atención jurídi-ca y en materia de salud.
La Línea 155 surge como parte del Plan Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencias, uno de los ejes definidos en el Conpes 161, Equidad para la Mujer, dispuesto por el Go-bierno nacional en su interés
por atender las desigualdades y solucionar las dificultades que diariamente viven mu-chas mujeres en el país, vícti-mas de violencia. Este Conpes representa uno de los más grandes esfuerzos económi-cos que ha hecho el Estado colombiano en su historia por proteger los derechos de las mujeres, alcanzando una in-versión del orden de los $234 mil millones para el periodo 2013 a 2016.
Contribuir a la garantía, protección y el ejercicio ple-no de los derechos de las mujeres víctimas a la atención, asistencia y reparación integral es el objetivo que persi-gue el Gobierno nacional con el recién aprobado Conpes Social 166 “Lineamientos de Política Pública para la prevención de riesgos, la protección y garantía de los derechos de las mujeres víctimas del conflicto armado”.
Los Lineamientos contemplan más de 200 accio-nes específicas en cuya ejecución confluyen 21 enti-dades teniendo como base tres ejes de acción:
» La protección integral frente a los riesgos y vulneraciones particulares que enfrentan las mujeres en zonas de conflicto armado.
» El reconocimiento de sus derechos como ciu-dadanas en entornos sociales y comunitarios
con especial atención a su participación en es-cenarios de decisión.
» La superación de las barreras de acceso que enfrentan las mujeres víctimas cuando son atendidas, asistidas o reparadas.
Para tal efecto, se dispuso una inversión de $3.3 billones, de los cuales $2.1 billones corresponden a la vigencia 2013-2014, en tanto que los $1.2 billo-nes restantes están sujetos a proyecciones presu-puestales del 2015.
Su construcción se adelantó mediante proce-so de concertación liderado por la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, la Unidad Administrativa Especial para la Atención y Repa-ración Integral a las Víctimas y el Departamento
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Sellos de equidad laboral - EQUIPARES
Nacional de Planeación, en el cual participaron 21 entidades, así como organizaciones de mujeres y representantes de las mujeres víctimas del conflic-to armado que aportaron insumos y propuestas.
Con este Conpes Social, el Gobierno nacio-nal materializa lo planteado en la Ley de Víc-
timas y Restitución de Tierras (Ley 1448 de 2011) sobre enfoque diferencial, definiendo acciones en las cuales se busca dar respuesta pertinente a la gravedad de las afectaciones del conflicto armado en las mujeres, en función de su diversidad.
Una nueva herramienta que permitirá a las empresas convertirse en aliadas del gobierno para lograr la efectiva inserción de las muje-res en el mercado laboral y la eliminación de las desigualdades de género, implementaron la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, el Ministerio de Trabajo y el PNUD.
En la búsqueda de la equidad de género en el mercado laboral, el Gobierno nacional a tra-vés del Ministerio de Trabajo ejecuta el Progra-ma de Equidad Laboral con Enfoque Diferencial de Género para las Mujeres, que hace parte del Conpes 161 y que desarrolla acciones de pre-vención, atención, empoderamiento legal, pro-
tección y acceso a la justicia para garantizar un mercado laboral justo y equitativo.
Es en el marco de este Programa que se ins-cribe el “Sistema de Gestión de Igualdad de Gé-nero”, iniciativa que otorga un Sello en Equidad de Género para las empresas que implementen políticas de igualdad entre hombres y mujeres.
A la iniciativa EQUIPARES, ya se sumaron 20 empresas de diferentes sectores econó-micos manifestando su interés de iniciar un proceso de transformación interna para ge-nerar condiciones más equitativas y justas para las mujeres.
“A la iniciativa EQUIPARES ya se sumaron 20 empresas de diferentes
sectores económicos”
Bogotá, D.C., diciembre 10 de 2013.
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Comisión Intersectorial Conpes 161
La Alta Consejería Presidencial para la Equidad de Mujer elaboró los lineamientos de la Política Pública Nacional de Equidad de Género para las Mujeres y del Plan In-tegral para Garantizar una Vida Libre de Violencias, tendientes a superar las bre-chas de género y contribuir a la transfor-mación cultural en forma participativa con amplios sectores sociales y representati-vos de la diversidad de mujeres que inte-gran el país. Con fundamento en dichos lineamientos, el Consejo Nacional de Polí-tica Económica y Social (Conpes), aprobó en marzo del presente año el documento Conpes Social 161 “Equidad de Género para las Mujeres” que presenta la Política Pública Nacional de Equidad de Género y precisó un plan de acción indicativo para el período 2013-2016, el cual incluye un
Plan Integral para Garantizar una Vida Li-bre de Violencias.
La Política fue adoptada y creada la Co-misión Intersectorial de coordinación para la implementación de la Política Nacional de Equidad de Género para las mujeres, mediante el Decreto 1930 de 6 de sep-tiembre de 2013, cuyo objeto es coordinar, armonizar e impulsar la ejecución del Plan Indicativo por parte de las entidades involu-cradas, acorde a sus competencias, siendo esta la instancia de concertación entre los diferentes sectores involucrados.
El 10 de diciembre se llevó a cabo la primera reunión de la Comisión Intersecto-rial de coordinación para la implementación de la Política Nacional de Equidad de Géne-ro para las mujeres.
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