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Parroquia perteneciente al concejo de Carreño, situada en su extremo noroccidental, a escasos
kilómetros de Luanco y limitando con el concejo de Gozón. Dista 39,2 km. de Oviedo. El topó-
nimo Piedeloro o Pie del Oro parece tratarse de una castellanización de Pie d’Alloru (laurel).
PIEDELORO
Iglesia de Santa María
RESULTA DIFÍCIL RASTREAR LA HISTORIA de este edificio
a través de la documentación medieval, pues apenas
se encuentran referencias concretas a esta parro-
quia. Esto puede hacer pensar en una fundación tardía, lo
que justificaría también ciertos aspectos de estilo.
Quizá sea esta una de las iglesias que aparecen entre
las donaciones efectuadas por el rey Alfonso III a San Sal-
vador de Oviedo en el año 905, donaciones entre las que
se cita la iglesia de Pinierolas ecclesiam Sancte Marie. En esta
donación también se incluyeron otras iglesias del concejo
de Carreño, como la de Pervera (San Joannis de Perbera), con
la que Santa María de Piedeloro presenta relación estilísti-
ca, aunque en ninguna de las dos se conservan restos que
podamos adscribir a la época prerrománica. No obstante,
esta identificación tampoco es definitiva, ya que Fernán-
dez Conde, tras considerar la referencia como una más de
las falsificaciones pelagianas, identifica la Santa María de
Pinierdas de la donación de Alfonso III con Peñerudes en
Morcín. Para Busto y González de Posada, la denomina-
ción Pinierdas o Pinneriolas procedería de lo accidentado
y pedregoso del terreno
La iglesia presenta un esquema de nave única que
estaría cubierta en origen con una armadura de madera. El
exterior del cuerpo de la iglesia está recorrido por tres
contrafuertes a cada lado, aunque éstos parecen tener una
función más bien estética, herencia prerrománica, y no
tectónica. La cabecera fue reconstruida ya durante el
medievo, en un momento de transición al arte gótico,
adaptándola a los nuevos presupuestos estéticos de dicho
estilo. El templo también ha sufrido otras alteraciones y
añadidos posteriores, como la sacristía o como el pórtico
que rodeaba al edificio en sus lados sur y oeste y cuya exis-
tencia se documenta a partir de mediados del siglo XVII.
La nave es de planta rectangular, aunque sus muros no
son completamente paralelos, ya que se ensancha ligera-
mente en la zona del arco triunfal. Este arco alcanza gran-
des proporciones, con una luz amplia y forma ligeramen-
te apuntada. El conjunto del arco se eleva sobre un alto
zócalo de 1,20 m con lo que las columnas, de fuste mono-
lítico, ven reducidas sus dimensiones. Se articula en dos
arquivoltas, tanto en el lado de la nave como en el lado del
presbiterio, con lo cual nos encontramos tres columnas
sirviendo de soporte en cada lado. Las arquivoltas no apa-
recen ornamentadas, pero sí molduradas por boceles. La
imposta sobre la que apoyan está reticulada, en el lado
derecho, con sendas molduras lisas enmarcando una cene-
fa vegetal de pequeñas hojas palmiformes, y, en el lado
izquierdo, sencillamente a base de diferentes molduras
lisas. En cuanto a los capiteles, todos presentan decora-
ción vegetal, aunque con ligeras variantes. Así, los tres
capiteles de la jamba izquierda tienen un aspecto muy
similar entre sí, aunque sólo son iguales los que miran
hacia la nave y hacia el ábside, quedando el central ligera-
mente individualizado. En cualquier caso, todos ellos ofre-
cen una decoración vegetal de aspecto carnoso, de tallos
largos y gruesos que rematan en grandes volutas de aspec-
to floral, y que, por sus características estéticas, parecen
indicar un momento de ejecución relativamente avanzado.
Mientras tanto, los capiteles de la jamba derecha presen-
tan un nuevo motivo vegetal. Como ocurría con los del
lado opuesto, los tres capiteles de este lado guardan un
estrecho parecido entre sí, con una decoración a base de
grandes hojas de aspecto más estilizado y rematadas en
apomados. El capitel central de este lado muestra, en su
cara frontal, una hoja en forma de punta de flecha, ejer-
ciendo de eje de simetría con respecto a las hojas que la
flanquean. Como complemento a todo ello, a ambos lados
del arco triunfal, empotrados bajo la imposta, se encuen-
tran dos relieves de piedra colocados de forma apaisada.
En el de la izquierda se puede apreciar, a pesar de su dete-
rioro, una sucesión de flores de lis de gran tamaño, que
parecen hacer sido seccionadas y desgajadas de otro ele-
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Alzado oeste y sección transversal
Planta
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Capiteles del arco triunfal
mento decorativo de mayores dimensiones; el friso de la
derecha, por el contrario, presenta un aspecto más cerrado
y unitario, ya que se trata de dos volutas espirales enfren-
tadas.
La iglesia de Santa María de Piedeloro tenía original-
mente tres portadas: la principal en el lado oeste, más las
de los laterales norte y sur, dispuestas de forma asimétrica
entre sí. La presencia de tres portadas no es demasiado fre-
cuente en las iglesias asturianas, aunque se conocen algu-
nos otros ejemplos, como podría ser el caso de Santa
María de Valdediós.
La portada Norte de Piedeloro fue completamente
tapiada y sus elementos decorativos, si los tenía, han desa-
parecido. Además de haber sido cegada, sus cimientos
también se encontraban parcialmente ocultos debido a una
elevación del nivel del suelo en la zona del cementerio.
Actualmente, y gracias a la última restauración, se puede
ver el arranque de las jambas a través de una cata arqueo-
lógica que se ha dejado descubierta de modo testimonial.
La portada se encontraba situada entre dos de los contra-
fuertes de la nave. Es probable que se tratara de una porta-
da bastante sencilla, con una única arquivolta de medio
punto sobre dos columnas, aunque desconocemos si éstas
aparecían rematadas con capiteles decorados.
La portada sur también se abre entre dos de los con-
trafuertes exteriores de la iglesia, aunque su situación es
ligeramente más distante respecto al arco de triunfo que en
el caso de la portada norte. Se trata de una portada muy
sencilla, de medio punto, con dos arquivoltas, protegidas a
su vez por guardapolvo. La arquivolta exterior descansa
sobre sendas columnas; la interior apoya directamente en
las pilastras de la jamba. La decoración de esta portada se
concentra en el guardapolvo, las impostas y los capiteles
de la arquivolta exterior. La primera de las arquivoltas es
lisa, tanto en su frente como en su intradós, pero aparece
moldurada por un potente bocel en su vértice; la segunda
rosca es completamente lisa. El guardapolvo se decora con
una sucesión de grandes aspas. Las impostas que sirven de
base al arranque de las roscas de la portada se decoran con
dibujos geométricos imbricados, diferentes en cada caso.
Así, la imposta del lado izquierdo presenta una sucesión de
rombos en cuyo interior se han tallado en bisel diversos
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motivos geométricos, dispuestos siempre de forma simé-
trica. En la imposta de la derecha se repite el esquema,
pero añadiendo un nuevo elemento: finas aspas cuadricu-
ladas ejerciendo de separación entre cada rombo. Una
decoración de similar aspecto la encontramos también en
la imposta izquierda de la vecina iglesia de San Juan de
Pervera, así como en la imposta izquierda de Santa María
de Leorio, una pequeña iglesia del concejo de Gijón. Y ésa
no es la única relación iconográfica que podemos encon-
trar entre los tres edificios, pues también los capiteles de
esta misma portada sur de Piedeloro se tallaron con formas
semejantes. Los dos capiteles de la iglesia de Piedeloro
presentan una decoración de tipo vegetal muy esquemati-
zada, a base de largos tallos rematados en volutas espira-
les, tal como se hizo en el primer capitel de la jamba
izquierda de Leorio o en los dos de Pervera, aunque en el
caso de Piedeloro los perfiles son más suaves, de talla más
redondeada, y las espirales incluyen una vuelta más. Los
fustes de las columnas son lisos, y se calzan con sendas
basas elevadas sobre plinto y zócalo. La basa izquierda
presenta restos de un ornato en su frente, quizá un motivo
vegetal o una garra animal, no es posible precisarlo debi-
do a la fuerte erosión a la que se vio sometida hasta la
construcción del pórtico.
La portada occidental es, según lo habitual, la más
rica y cuidada en cuanto a decoración. Se trata de una por-
tada bastante desarrollada, pues se abre en un imafronte de
cuerpo saliente, rematado en tejaroz con canecillos, de los
que aún se conservan algunos en buenas condiciones. Y,
entre los canecillos, varias metopas decoradas con temas
de estrellas y rosetas. La portada propiamente dicha está
compuesta por tres arquivoltas de medio punto que des-
cansan sobre columnas. El conjunto ofrece un aspecto
homogéneo, pues utiliza un repertorio ornamental no
demasiado amplio, que se dispone según diferentes com-
binaciones. El guardapolvo se decora con los motivos
romboidales que ya habíamos visto en la imposta izquier-
da de la portada sur. La primera arquivolta está decorada
con doble línea de zigzag, una de ellas en bajorrelieve; tras
éstas se sitúan una fina moldura cóncava perlada de peque-
ñas bolas y un bocel en la arista. El intradós repite la
misma decoración. La arquivolta central vuelve a presen-
tar esos mismos elementos, pero resueltos de forma dife-
rente: en el frente, y protegida por sendos boceles a cada
lado, aparece la moldura cóncava con perlas, mientras que
el intradós dispone las perlas con la doble línea de zigzags
en bajo y altorrelieve. Por su parte, la arquivolta interior
vuelve a presentar el mismo esquema ornamental que la
primera, aunque ahora el zigzag es de mayores proporcio-
nes, y en su intradós aparecen dos hileras de perlas.
En cuanto a las columnas, debemos mencionar en pri-
mer lugar la diferencia de los fustes, pues, mientras que las
cuatro primeras columnas presentan unos fustes delgados,
las columnas correspondientes a la arquivolta interior pre-
sentan unas proporciones muy diferentes, al ser los fustes
algo más cortos y, sobre todo, más anchos. Este detalle
también lo encontramos en la iglesia de San Jorge de Man-
zaneda, en el concejo vecino de Gozón. Los codillos o
intercolumnios se suavizan por bocel en ambas jambas. En
la jamba derecha, además, se decoran con dientes de sie-
rra dispuestos en sentido longitudinal.
Los capiteles de esta portada son muy variados, si
bien alguno repite modelos iconográficos ya conocidos.
De hecho, podrá verse que existe una relación iconográfi-
ca bastante clara entre Santa María de Piedeloro y varias
iglesias de los grupos de Gijón, Villaviciosa y Avilés. Los
dos primeros capiteles de la jamba izquierda son capiteles
figurados, pero a la decoración de temática animalística se
une, en lo que parece ser un modo de evitar la sensación
de horror vacui, una serie de motivos geométricos que no
aportan ninguna referencia espacial a la imagen principal.
El primer capitel presenta dos caballos enjaezados y con
bridas, afrontados y dispuestos simétricamente a cada lado
de una esquematización arbórea. A pesar de lo tosco de su
factura, son animales esbeltos que levantan graciosamente
una de sus extremidades delanteras hacia el árbol. En el
fondo, se acompañan de varias líneas de zigzag y olas. La
iconografía de dos animales afrontados ante un árbol se
remonta hasta las civilizaciones mesopotámicas. Al adap-
tarse al cristianismo, esta imagen del “árbol de la vida” vio
alterado su significado original y pasó a representar el dua-
lismo moral cristiano: el Bien contra el Mal. En cualquier
caso, quizá no sea necesario rastrear referencias tan anti-
guas, pues en Asturias se conservan algunas estelas funera-
rias de época castreña en las que, con imágenes de caba-
llos acompañados de palmas, parece querer aludirse a la
victoria final sobre la muerte, idea que coincide con el
dogma cristiano.
El segundo capitel muestra, también afrontadas, dos
aves, muy sucintamente resueltas; presentan cuerpos muy
estilizados y sus formas se reducen a lo esencial, de hecho,
apenas se encuentra alusión al plumaje, tan sólo unas tími-
das incisiones paralelas sobre la cola. Sus largas patas,
rematadas en garras, se apoyan sobre el collarino del capi-
tel. Sobre sus cabezas se sitúan unas pequeñas formas cur-
vas, que quizá puedan interpretarse como las crestas de las
aves, que podrían ser identificadas como sendas aves fénix
o, más probablemente, pavos reales. Ambos pájaros incli-
nan su cuello para picotear una imagen redondeada (qui-
zás una crátera de agua, quizá un fruto de aspecto estiliza-
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Portada occidental
Capiteles de la portada occidental
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do) que sirve de eje de simetría. El espacio que quedaría
libre sobre sus cuerpos se cubre, respectivamente, por
varios rombos y por una cruz inscrita en un círculo; bajo
sus patas, de nuevo la cruz enmarcada y una espiga. El
tema de dos aves afrontadas era un motivo recurrente del
arte románico; sin ir más lejos, se conocen numerosos
ejemplos en edificios asturianos de la época. Esta icono-
grafía nació en la etapa paleocristiana, con un claro signi-
ficado eucarístico: las aves simbolizan las almas de los
hombres justos bebiendo del vino consagrado. Si estas
aves eran representadas como pavos reales, el simbolismo
eucarístico era doble, pues el pavo real, como animal que
pierde sus largas y llamativas plumas durante el invierno
para recuperarlas en la primavera, era una perfecta metáfo-
ra de la idea de muerte y resurrección (las plumas) combi-
nada con la idea de la vida eterna (el vaso eucarístico).
El tercer capitel de la jamba izquierda presenta una
decoración geométrica carente de complejidad: en un
lateral, varias filas de rombos; en el otro, zigzags. La línea
de imposta que corona los capiteles es diferente para
cada uno de ellos. A pesar de su evidente estado de dete-
rioro por erosión, se puede apreciar que la imposta del
capitel central, el de las aves, se decoraba con los mismos
rombos que aparecen en el guardapolvo de esta misma
portada, o en la imposta izquierda de la portada sur. Por
el contrario, las impostas del primer y tercer capitel se
decoran con un conjunto de líneas ondulantes, de diáme-
tro amplio, y dispuestas de forma concéntrica, que po-
drían considerarse referencias marinas estilizadas. Este
motivo aparece también en la imposta derecha de San
Juan de Pervera.
En el caso de la imposta del lado derecho, presenta el
mismo motivo para los tres capiteles: una sucesión de
aspas cuadriculadas enmarcadas en círculos. El primer
capitel de este lado vuelve a presentar los largos tallos
vegetales rematados en volutas espirales que encontramos
en la portada norte, aunque ahora incluye, además, otros
dos motivos secundarios ajenos a la forma vegetal: una
hoja en forma de punta de lanza, en un lateral, y dos cru-
ces, una de ellas inscrita en un círculo, en el otro lateral.
El segundo capitel es el más interesante del conjunto
por su extraña iconografía. Representa tres figuras huma-
nas, totalmente independientes entre sí, talladas sobre un
capitel de aspecto bulboso. Los tres personajes están
resueltos de forma muy sucinta, la talla es tosca, los deta-
lles del rostro apenas están sugeridos y no es posible nin-
guna identificación. Pese a todo ello, la figura central pare-
ce haberse tratado con algo más de cuidado por su carácter
de personaje principal: su situación en el ángulo del capi-
tel le convierte en eje de simetría, y además es el único
cuyo torso aparece tallado, pues en los otros dos casos no
se muestran más que los rostros. Las tres figuras son total-
mente inexpresivas. Están vistas desde el frente, hieráticas,
y sus cabezas son desproporcionadamente grandes, espe-
cialmente en el personaje central; los rostros se resuelven
con gran sintetismo, apenas unas incisiones en forma de
pequeños óvalos para los ojos y una fina línea horizontal
para la boca, destacando el volumen de las alargadas y
finas narices. El personaje central, protegido por un marco
irregular de formas angulosas, sujeta sobre su pecho un
libro abierto. No hay nada escrito sobre sus páginas, pero
la imagen está destinada a captar la atención de los fieles
al entrar en el templo. Las características de esta figura no
nos permiten identificarla con la imagen del Pantocrátor.
Uno de los principales atributos de éste es precisamente
un libro abierto, como símbolo de la “verdad revelada”,
pero se representa entronizado, nimbado y rodeado de la
mandorla mística, rasgos de los que carece la imagen de
Piedeloro. En cualquier caso, tampoco es extraño la pre-
sencia en el románico asturiano de imágenes didácticas
similares; se conocen varios ejemplos que, si bien por sus
características técnicas y estéticas no pueden relacionarse
directamente con Piedeloro, muestran algún personaje
sosteniendo un libro. Nos estamos refiriendo a uno de los
capiteles del arco del triunfo de Santa Eulalia de la Llora-
za o de Santa María de Narzana. También en Galicia se
conocen temas iconográficos semejantes. La figura tallada
a su izquierda sólo muestra su rostro, inmerso entre una
sucesión de incisiones ondulantes paralelas que quizá quie-
ran representar el fuego, con lo que nos encontraríamos
ante una escena infernal. El personaje de la derecha se pre-
senta solo, sin ningún atributo o referencia espacial. Podría
parecer que el escultor quiso representar la figura comple-
ta, pero lo único apreciable es el rostro y el cuello, pues la
forma del cuerpo, cubierta con lo que podría ser un gran
manto, queda reducida a un plano prácticamente liso, cru-
zado por una incisión oblicua. Su cabeza también aparece
parcialmente protegida por un pequeño marco irregular.
Este tipo de escenas historiadas tan complejas tenían
un carácter aleccionador y moralizante con el que los artis-
tas de los núcleos más importantes estaban familiarizados.
El problema surgía cuando un artesano local se limitaba a
copiar estos modelos, sin haber comprendido su significa-
do último, y por tanto vaciándolos de contenido. A pesar
de la dificultad y de los riesgos que entraña la interpreta-
ción iconográfica de unas imágenes trasladadas al ámbito
rural, Vidal de la Madrid aventura la posibilidad de que
este capitel de Santa María de Piedeloro represente una
escena del dualismo moral cristiano: la diferencia entre el
Bien, la salvación (a la derecha) o el Mal, la condena eter-
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na (a la izquierda) separados por la actitud que los fieles
muestren hacía la Ley Divina, representada en el libro
abierto del personaje central.
El tercer capitel de la jamba derecha de Piedeloro se
cubre con una sucesión de bulbos vegetales de aspecto car-
noso, con pequeñas incisiones en forma de cruz sobre sus
puntas. Un capitel de aspecto semejante lo encontramos
de nuevo en la portada de Santa María de Leorio, iglesia
con la que ya hemos visto varias similitudes.
Las relaciones estilísticas entre las iglesias de Piedelo-
ro, Leorio y Pervera son evidentes. Analizando detallada-
mente cada una de ellas, puede observarse que la decora-
ción de Piedeloro presenta una talla más redondeada, de
perfiles más suaves, por lo que podría hablarse de un
pequeño taller artesanal, cuyo centro sería precisamente
Piedeloro, que difunde su pequeño repertorio ornamental
en un área de influencia reducida.
Según se ha expuesto al comienzo del estudio de esta
iglesia, Santa María de Piedeloro experimentó ya en época
medieval reformas que introdujeron en su fábrica una
Capitel de la portada sur
Portada sur
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nueva estética gótica. Una de las características espiritua-
les del estilo gótico fue la revalorización del culto a la Vir-
gen, así que la advocación de la iglesia de Piedeloro pudo
haber sido la razón que motivó una reforma estilística,
aunque limitada, en época tan temprana. Esta reforma se
centró, como ya hemos dicho, en la cabecera. Entonces se
construyó un ábside de planta cuadrada y cubierto con
una bóveda de crucería, cuyos nervios descansan sobre
cuatro ménsulas, todas ellas decoradas con distintos moti-
vos geométricos y vegetales, de aspecto muy estilizado.
En esta cubierta destaca especialmente el tratamiento
decorativo que recibe la clave. Se trata de un clípeo con la
figura de una mujer entronizada que, a pesar de no estar
acompañada de algún atributo identificativo, podemos
considerar que se trata de una imagen de la Virgen. El clí-
peo es sostenido por cuatro tenantes que, a decir de Vidal
de la Madrid, representan, aunque toscamente, cuatro
monjes. La imagen central, algo deteriorada, está ejecuta-
da en mediorrelieve y resuelta de forma sencilla, a través
de los volúmenes básicos, sin detalles. El rostro de la mujer
es inexpresivo. Su hieratismo puede considerarse románi-
co, pero el hecho de presentarla sola, sin su función de
trono para el Niño, debe verse como una evolución debi-
da a la sensibilidad gótica.
También en la Capilla Mayor, adosado al muro del
lado del Evangelio, se encontraba un enterramiento nobi-
liar, tradicionalmente atribuido a “los Muñiz de Perán” o a
la familia de los “Gutiérrez”. Se trataba, según las referen-
cias escritas, de un sarcófago rectangular sostenido por
figuras de leones, modelo habitual que también encontra-
mos, por ejemplo, en San Juan de Cenero (Gijón) o en San
Francisco (Avilés).
También de patronazgo privado existía una capilla,
bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves, ado-
sada a la cabecera del templo, en la zona en la que hoy se
levanta la sacristía. Construida entre finales del siglo XVI y
principios del XVII, ya a mediados de esa centuria se habla-
ba de la necesidad de repararla. Parece que el desinterés
mostrado por los responsables de su mantenimiento moti-
vó y justificó su derribo a principios del siglo XVIII para
construir en ese lugar la nueva sacristía.
Finalmente, hemos de hablar de la constancia docu-
mental acerca de la existencia de cuatro retablos en la igle-
sia de Santa María de Piedeloro que desaparecieron tras el
incendio y destrucción que sufrió este templo durante la
guerra civil.
En 1986 fue restaurada por los arquitectos Cosme
Cuenca y Jorge Hevia, quiénes realizaron una nueva inter-
vención en 1999. En ésta última, fue restaurada la ventana
situada bajo la espadaña, aunque se optó por dejar cegado
el hueco de la saetera. También en este momento se reali-
zó la cata arqueológica de la portada norte, de la que ya se
hizo mención, y se levantó un pseudo pórtico de protec-
ción delante de la portada occidental. Esta barrera, reali-
zada con un criterio de funcionalidad y sencillez, permite
proteger la delicada portada sin impedir el paso de luz.
Texto: ACG - Fotos: PLHH - Planos: GEA
Bibliografía
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LLA SECADES, F. y BELLMUNT Y TRAVER, O., 1895-1900, III, p. 215, 220;
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