Pilar Rahola entrevista a Javier Godó I

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46 LAVANGUARDIA DOMINGO, 1 MAYO 2011

ANA JIMÉNEZ

Javier Godó muestra a Pilar Rahola el número 28 de la calle Pelai, que fue sede centenaria de La Vanguardia

PILAR RAHOLA

U n viejo número 28 descansaenunade lasmesas de la ata-laya de su privilegiado des-pacho, conBarcelona literal-mente a los pies. Bajo su re-

lumbrón dorado palpitan más de cienaños de historia en la calle Pelai, allí don-de se trasladó La Vanguardia cuando, un25 de octubre de 1903, abandonó la callede lasHeures, que había acogido la aventu-ra de los hermanos Godó desde el año1881. ¿Nostalgia de aquella vieja redacciónque vivió algunas de lastransformacionesmás seve-ras del periódico? Probable-mente, porque el habitantedel despacho de la planta 17es un hombre más dado a lagramática de las emocionesde lo que sería presumible.¿Es un sentimental? Lo

es. Y la conversación derivaen el peso emotivo de la fa-milia, en su perra Baby, queacumula más de 16 años depaseos por Sarrià; en sushermanos fallecidos en trá-gicos accidentes –“tenía 18años cuando los pierdo”–,Mireia, que se convirtió enuna auténtica hija y tam-biénmurió con 16 años, unamoto, un accidente… “Esamuerte me pesó tanto. Co-mo todas, pero esa tanto...¿Sabes? Tres días antes demorirme había dicho ‘quie-ro llevar tus apellidos’ Y...”En los nietos. ¿Pesa laedad? “Como a todo elmun-do. Lamemoria de las trage-dias de mi familia pesanmás con los años”. Y la con-versación continúa desgra-nando pasajes de la vida.Es, ciertamente, un senti-

mental. Disimulado, medioescondido, tapado, pero nohace falta rascar demasia-do. Debajo del editor de es-te prestigioso periódico, he-redero de una estirpe de “enamorados dela información”, late un hombre de emo-ciones vulnerables. “Unbuen tipo”, dice al-guien. Y quizás porque es un sentimental,incluso cuando habla de traiciones de co-nocidos,muestra una cierta ternura. “Ave-ces me pasa. Me encuentro con alguienmuy conocido y me pongo a charlar tran-quilamente, sin acordarme de que estabaenfadado con él”. Y entonces recuerda unepisodio con Lluís Prenafeta, en los tiem-pos en que el pujolismo intentó controlarférreamente la prensa creando un periódi-co de factura partidista, El Observador.“Es pura ficción intentar dominar los me-dios de comunicación. Y eso intentó hacerPujol influido por Prenafeta; intentó domi-nar a la prensa. ¡Qué error! Me costó mu-cho entenderlo porque era evidente queese proyecto iba dirigido a la proa de LaVanguardia. Fracaso periodístico y errorpolítico”.El pujolismo tardaría mucho en enten-

der que esa batalla era un sinsentido…Du-rante un tiempo no se habló con Lluís Pre-nafeta. “Pero un día, pasados los años, nosencontramos en el avión, nosmiramos y ledije: ‘¿Sabes qué te digo?, que es cansadísi-mo estar enfadados’. Nos reímos un rato yvolvimos a charlar como si lo hubiéramoshecho el día anterior”.¿Amigos? “¿Amigos? Amigos,más de los

que caben en los dedos de unamano no sepueden tener. No es que tenga pocos ami-gos, es que tengo los que puedo cuidar, losque me ha dado la vida. Son pocos. Perotengomuchos conocidos ymuchos saluda-

dos”. ¿En qué categoría se sitúa Millet,otrora gran patriarca de Barcelona y hoyladrón autoconfeso? “Millet era un perso-naje al que no entendí nunca. En él, todoera muy confuso. Y ya ves cómo ha acaba-do. No. Yo no iba por el Palau, lo mío es elLiceu”.Entre los editores con que trabó una

muy buena relación y una estrecha amis-tad está Jesús Polanco, el hombre que lle-gó a dominar la opinión pública españolaa través del poder de Prisa y que en algúnmomento tuvo la intención de comprar LaVanguardia. “Le dije: ‘¿Quieres comprarLa Vanguardia? Pues no hay ningún pro-blema. Te vendo las que quieras, a cien pe-setas el ejemplar’”. Parece que Polanco notuvo interés en tan generosa oferta.Con Mario Conde todo fue más agrio,

porque la suya fue una época de tiburonesy cocodrilos, y en las aguas revueltas delos grandes retos mediáticos, don Mariointentó comprarLaVanguardia, quizás co-

mo privilegiada plataforma de lanzamien-to para su campaña política. “Mario que-ría quedarse con La Vanguardia y estuvo apunto de doblarme. Jugómuy fuerte, muyduro. Parecía que vencía. La deuda conBa-nesto era descomunal”. Corría el año olím-pico y Javier Godó presidía Antena 3 Ra-dio y Antena 3 Televisión. Cuando la bata-lla con Mario Conde se dio por ganada,apareció un famoso editorial que reafirma-ba la independencia del periódico y la vo-luntad de mantener la tradición de la pro-piedad familiar. Con la frase, “LaVanguar-dia desea seguir esta tradición y no quiere

sentirse vinculada a las tomas de posicióneconómicas –o políticas– de un distinguidobanquero de este país”, se cerraban las aspi-raciones mediáticas –y quizás políticas–del distinguido banquero cuya dignidad aca-bó, tiempo después, en Alcalá-Meco.Fueron años intensos. “Del 81 al 95 lo

hice todo, compré los periódicos de Edito-rial Católica, hicimos las operaciones deAntena 3 radio y televisión, la nueva ma-queta de La Vanguardia…”. Sería MiltonGlaser, el prestigioso creativo autor del lo-go de Nueva York quien plantearía el nue-vo diseño, cuyo éxito fue inmediato. Y tam-

bién sería el momento delas nuevas rotativas.“Mi padre quería conti-

nuar con la vieja tipogra-fía… En esa época yo iba to-mandodecisiones sutilmen-te, porque mi padre, queeramuy listo, perdió un po-co la percepción de por dón-de iban las cosas, al final desu vida. Iba con el siglo, y sehacía mayor; además eramuy clásico y no dejaba lafirma. Había que tomar de-cisiones osadas: la Redac-ción (tiré al suelo las pare-des que la compartimenta-ban), la tecnología… Un díaentré en su despacho y leconvencí de que firmaraunos documentos para com-prarse un coche nuevo. Élno quería. ‘¿Para qué quieroun coche nuevo?’ Y era cier-to, no necesitaba un cochenuevo; era la compra de lasnuevas rotativas offset loque necesitabaLaVanguar-dia. Recuerdo que se cayóel bolígrafo y mi padre de-cía: ‘Ya lo firmaré otro día’.Y yo recogiendo el bolí-grafo…”. Firmó, y don Car-los Godó no tuvo un cochenuevo, pero La Vanguardiaavanzó en el proceso de lamodernidad tecnológica.No era la primera vez

que tomaba decisiones im-portantes. “Era el año 78, una tarde deagosto, hacia las seis. EntróHoracio SáenzGuerrero y me dijo: ‘Javier, ¿por qué norecuperamos la cabecera original del dia-rio?’ Y así, con normalidad, lo hicimos. YLa Vanguardia volvió a ser La Vanguar-dia”. Así, a secas.Carlos Godó Valls, presidente de La

Vanguardia de 1931 a 1987. “Un supervi-viente. Hizo lo que hizo Catalunya, sobre-vivir”. Y sobrevivió a una guerra civil, auna expropiación por parte de la Repúbli-ca, a la llegada de Franco, al aterrizaje deGalinsoga… “Mipadre viviómuyduramen-te lo de Galinsoga. Habló muchas vecescon Arias Salgado porque era insosteniblemantenerlo, pero Arias era muy zoquete yno había forma de hacerle entender lo queeraCatalunya. Al final Franco tuvo que de-cidirse y anunció queGalinsoga había pre-sentado la dimisión”. LuisMartínez deGa-linsoga, cartagenero impuesto por el dicta-dor para dirigir La Vanguardia, había di-

JAVIERGODÓEditor, liberalyemotivo

“Nuestra influencia es saberconectar con la centralidaddel país. Nuestros electoresson nuestros lectores”

“Estoy comprometido con elperiodismo de calidad y con elpapel. No soy de esos editoresque creen que esto se acaba”

Cultura

“El ADN de ‘La Vanguardia’es catalán. Es un periódicocatalán, hecho en Catalunya,fundado por catalanes”