Post on 17-Jul-2015
Diversos estudios sostienen que es posible perder hasta el 80% de la jornada laboral por interrupcionesgeneradas por urgencias aparentes. En la mayoría de los casos es evidente que no lo eran tanto. Hay cosas que son importantes y urgentes, pero muchas menos de las que pensamos.
Sin duda alguna, una de las más frecuentes esque hay quien vive paracausar el caos y la angustia desde la urgencia, para asegurarsu control, su poder y posición, llegando a ser un tábano impertinente, una mosca cojonera.
Urgir y apretar se puedenconsiderar la misma cosa, y quien no sabe gestionar demanera eficiente y humana
La urgencia en muchos casos es el elocuentedisfraz de la incompetencia, el cretinismo y el propio vacío interior.
Cada vez hay más gente deprimidaen el entorno laboral debido a la presión y la angustia, clarossíntomas de la urgencia
Ya es tan popular, que en el entorno profesionalabundan frases como :“en todo el día no he tenido tiempo de ir al servicio” (¿Se lo imaginan?)
“La semana que viene no puedo ni ponerme enfermo ni tener una crisis: tengo ya laagenda a tope”“Llego tarde a la sesión de yoga: ¡que estrés!”
Expresiones que ponen de manifiesto la insensatez de la especie y un estilo de vidacuando menos, malsano.
Son voces de profesionales anónimos estresados y cabreados, presos o victimas de “lo urgente” impuesto por un tercero y muchas veces, también, por uno mismo.
Esclavizados porpróximo coche, la próxima casa, elpróximo trabajo. Y después descubren que esas cosas también están vacías, y siguen corriendo
En lugar de buscar las causas profundas e íntimas de la urgencia en nuestro interior, esmás fácil echar mano del analgésico o el apósito de fácil aplicación que enmascara eldolor agudo.
O incluso tirar del producto lácteo o el multivitaminas que prometereforzar nuestrasdefensas para que no paremos hasta quereventemos
Además, acostumbrados a vivir en una sociedad enamorada de las técnicas queproporcionan atajos (Internet, mandos a distancia, navegadores, analgésicos…), nos cuesta aceptar que a la calidad de vida no se llega desde el camino del atajo.
Pero el alivio temporal que nos aportan los atajos nos da fuerzas que empleamos para estar cada vez más ocupados en otras cosas, sin ni siquiera detenernos a meditar si lo que hacemos es en verdad lo que más importa, lo que realmente añade valor al proyecto, a la tarea, a la relación, al medio, a nosotros mismos.
Difícilmente la calidad de vida se fundamenta en la rapidez, y menos en la urgencia.Tiene más importancia lo que se hace y como se hace que la velocidad en realizarlo.
Hay una paradoja que por desgracia se da con mucha frecuencia en nuestros días: buenos profesionales, que aplican ingentes cantidades de tiempo y recursos a analizar y gestionar hasta el último detalle de su empresa, incluso de cada producto y servicio,son incapaces de administrar con un mínimo de solvencia su propia vida.
Quizás por pereza, por ignorancia, por prisa, por miedo. O porque reinventarse es unejercicio que requiere mucha honestidad y coraje. O porque no siquiera se lo hanplanteado. O porque nadie les ha dicho que eso también puede hacerse y no es cosa de locos.
Cuando lo esencial detiene a lo urgenteTodos sabemos que algún día moriremos, pero nos cuesta creerlo.
Probablemente solo cuando la vida nos hace una fuerte llamada de atención a través de la enfermedad inesperada, el grave accidente o la muerte del ser amado, solo entonces nos enfrentamos a lo esencial, a los temas cruciales de la vida que normalmente tienen que ver con el sentido (¿para que vivimos?), o con el amor.
Entonces la urgencia se va a tomar viento de repente y lo importante,lo esencial, aflora con una nitidez que hace sonrojar al mas listo