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REFLEXIONES SOBRE LA TRASCENDENCIA HISTÓRICA DEL
LEVANTAMIENTO INDÍGENA DE 1990
Flavio López Cando1
Contexto Socioeconómico y político.- En la década de 1980 la mayoría de los países de
América Latina sufre una fuerte depresión económica como resultado del fracaso del
modelo de sustitución de importaciones impulsada por la CEPAL2. En estos países hay una
fuerte crisis económica caracterizada por la caída de los precios de sus productos primarios
de exportación, la reducción de la inversión extranjera, el endeudamiento externo agresivo
y el aumento de la inflación y la desocupación laboral. Según varios analistas, América
Latina vive en los años ochenta su “década perdida.”
En el Ecuador esta crisis se agudiza debido al crecimiento del gasto público, el déficit fiscal
y un agresivo endeudamiento externo. Durante nueve años consecutivos, los gobiernos
Oswaldo Hurtado, León Febres Cordero y Rodrigo Borja se someten a las medidas de
“ajuste estructural” impuestas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el
Banco Interamericano de Desarrollo e implementan políticas de corte neoliberal, como el
aperturismo extremo, la reducción de las barreras arancelarias, el libre ingreso de los
productos provenientes de otros países, la devaluación de la moneda nacional, la
flexibilización laboral, la reducción del tamaño del Estado, la reducción del gasto social y
el desmantelamiento intencional de las empresas públicas que tienen altos niveles de
rentabilidad. La implementación de las políticas neoliberales tiene un costo social muy
alto; aumenta la desocupación, hay una pérdida acelerada del poder adquisitivo de los
salarios y un empobrecimiento generalizado de la clase media y los sectores populares de la
ciudad y el campo.
1 Investigador Social especializado en temas relacionados con la diversidad cultural del Ecuador.. 2 Centro de Estudios Económicos para América Latina.
Estos acontecimientos tienen como telón de fondo algunos cambios importantes en el
contexto mundial. Luego del derrumbamiento de los socialismos reales en la Unión
Soviética y en la Europa Oriental se forma un mundo unipolar y el neoliberalismo se
posiciona como el único paradigma de desarrollo económico con viabilidad histórica; sus
principales defensores –Friedman y los Chicago Boys- promueven una agresiva propaganda
sobre las ventajas de este modelo y ponen a los tigres asiáticos: Taiwán, Singapur, Corea
del Sur y Hong Kong, como el mejor ejemplo de sociedades que en pocas décadas se
convierten, de países subdesarrollados, en economías florecientes, gracias a las políticas de
aperturismo, al aprovechamiento de sus ventajas comparativas y competitivas, y a una
agresiva inserción en el mercado mundial.
Pero volviendo sobre nuestro país, la exportación del petróleo, iniciada en 1972, provoca
importantes cambios en la economía nacional: hay un acelerado proceso de modernización
de la sociedad; en una década, Quito y Guayaquil duplican su población, y las ciudades
intermedias tienen un crecimiento muy significativo; la población urbana que en 1950 era
apenas de apenas el 30% de total nacional, en 1990 alcanza el 48%. Sin embargo, este
proceso de modernización no produce ningún cambio importante en la redistribución de la
riqueza social, y muy por el contrario, aumenta la brecha entre ricos y pobres, y profundiza
la dependencia del país en su relación con las metrópolis del mundo capitalista.
A más de ser un obsecuente defensor del neoliberalismo, el gobierno socialcristiano de
León Febres Cordero (1984 – 1988) implementa un régimen autoritario, cuyas principales
características son la arbitrariedad, el irrespeto a la Constitución, la violación sistemática
de los derechos humanos y la criminalización de la protesta social; este gobierno reprime
con inusitada fuerza a las organizaciones obreras agrupadas en el FUT3 y a los sectores
populares que se atreven a manifestar públicamente su descontento por los efectos de la
política neoliberal aplicada por el régimen; también pone en marcha una campaña de
aniquilamiento físico contra los principales dirigentes del grupo subversivo Alfaro Vive
Carajo4; ordena el allanamiento de la Corte Suprema de Justicia y desconoce las decisiones
3 Frente Unitario de los Trabajadores. 4 León Febres Cordero contrató al experto israelita Ran Gazit para que se encargue de la organización de un plan de eliminación de los
principales dirigentes del grupo subversivo AVC.
del Congreso Nacional, que en esa época estaba controlado por la oposición. En esta época
se producen detenciones arbitrarias, desapariciones de personas en manos de la policia5,
ejecuciones extrajudiciales6, tortura y varios asesinatos que todavía no han sido
debidamente esclarecidos.
La política represiva y los efectos nefastos de la aplicación de las recetas neoliberales, que
aumentaron la pobreza y la desocupación, así como las continuas denuncias de corrupción
por parte de los principales representantes del régimen, producen un aumento inusitado de
la violencia política: en 1986, el gobierno de Febres Cordero se ve obligado a sofocar la
sublevación del Comandante General de las Fuerzas Armadas, General Frank Vargas
Pazzos, quien en compañía de un grupo de oficiales de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, se
alza en armas en rechazo a los actos de corrupción detectados en la compra de un avión.
Posteriormente, en las elecciones de medio periodo y en el plebiscito que se convoca de
manera conjunta, el régimen es derrotado abrumadoramente. Meses más tarde, el propio
Febres Cordero es secuestrado por un comando de paracaidistas en la base de Taura y
obligado a firmar una amnistía en favor del General Vargas Pazzos y otros militares
sublevados.
La asunción al poder del líder de la Izquierda Democrática, Rodrigo Borja, en 1988
constituye un alivio frente al alto nivel de violencia institucionalizada promovida por su
antecesor y es recibida con mucha esperanza por la gran mayoría del pueblo ecuatoriano
que se encuentra descontenta con las políticas neoliberales implementadas durante siete
años consecutivos. El nuevo gobierno implementa algunos cambios de forma en la
conducción del Estado: restablece el orden constitucional, se muestra tolerante con la
oposición y con las personas que discrepan con la forma de pensar del régimen; restablece
los derechos humanos; reduce la inflación y el alza de precios, aunque no logra controlarlas
del todo; sin embargo, decide no romper con las políticas de corte neoliberal impuestas por
el FMI y el Banco Mundial, ni renegocia la deuda externa; muy por el contrario, mantiene
las grandes líneas de las políticas de ajuste estructural, aperturismo indiscriminado y
5 Como el caso de los hermanos Restrepo, 6 Como la de la maestra Consuelo Benavides.
suprime algunos derechos de los trabajadores. Por esta razón, las esperanzas de cambio que
el pueblo había puesto en el nuevo régimen, no tardan mucho tiempo en esfumarse.
Surgimiento de la CONAIE .- Aunque desde la década de 1940 en el país se habían
constituido varias organizaciones campesinas como la FEl7, la FENOC
8, la FETAL
9 y la
ACAL10
con la finalidad de brindar apoyo, solidaridad y asistencia jurídica a pequeños
grupos de campesinos en su lucha por la tierra, esa situación cambia radicalmente en 1972
con el aparecimiento del ECUARUNARI (Ecuador Runakunapak Rikcharimuy)11
que no
tarda mucho tiempo en convertirse en la principal organización indígena de la Sierra; ocho
años más tarde, en 1980, se forma la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la
Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE).
Entre el 20 y el 25 de octubre de 1980 se reúne en la Ciudad de Sucúa, el Primer Encuentro
de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador, con delegados de la CONFENIAE y el
ECUARUNARI; este encuentro tiene como sus principales objetivos: 1) Discutir una
plataforma de lucha que permita armonizar reivindicaciones de tipo clasista con
reivindicaciones étnico culturales, y 2) Analizar la posibilidad de establecer una alianza
permanente entre los pueblos y las nacionalidades indígenas de la Sierra y la Amazonía. El
último día de este encuentro, se forma el Consejo Nacional de Coordinación de las
Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONACNIE); este consejo se reúne por segunda
vez en la Ciudad de Quito en abril de 1984 para discutir su plataforma de lucha, y
finalmente, en el Tercer Congreso del CONACNIE reunido también en la Ciudad de Quito,
7 Federación Ecuatoriana de Indios. Fundada en 1944 por Dolores Cacuango, Transito Amaguaña, Jesús Gualavisí y otros líderes
indígenas, con el apoyo de la CTE y algunos militantes del Partido Comunista. 8 Federación de Organizaciones Campesinas del Ecuador. Esta organización fue fundada en 1965 con el nombre de Federación
Ecuatoriana de Trabajadores Agropecuarios (FETAP); en 1968 cambio su nombre por el de FENOC. En sus inicios estuvo afiliada a la
Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Católicas del Ecuador (CEDOC) que en esa época estaba asesorada por profesionales del
Partido Conservador y la Democracia Cristiana; en 1976, la CEDOC cambia su nombre por el de “Confederación Ecuatoriana de
Organizaciones Clasistas; ese mismo año sufre un cisma y se divide en dos: una fracción minoritaria, que forma la CEDOC - CLAT de
orientación demócrata cristiana, y una fracción mayoritaria, que se autodenomina CEDOC Socialista, (que hoy se llama CEDOCUT). En
la década de 1970, la FENOC era la filial más numerosa de la CEDOC Socialista. En la década de 1980 la FENOC se separa de la
CEDOC Socialista y cambia su nombre por el de FENOC – I; en la década de 1990 adopta el nombre de FENOCIN, que lo mantiene
hasta la presente fecha. 9 Federación de Trabajadores Agrícolas del Litoral. Filial de la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE); central obrera en la
que tiene una fuerte influencia el Partido Comunista. 10 Asociación de Campesinos del Litoral. Esta organización se formó en 1970, con el fin de promover la solidaridad con los campesinos
montubios que luchaban por la tierra al amparo del Decreto 1001 del Presidente Velasco Ibarra. 11 Se traduce como “Despertar del Hombre Ecuatoriano.”
del 13 al 16 de noviembre de 1986, se funda la Confederación de Nacionalidades Indígenas
del Ecuador (CONAIE).
En 1998, la CONAIE y el Ministerio de Educación firman un convenio de cooperación,
mediante el cual se crea el Sistema Nacional de Educación Intercultural Bilingüe y la
DINEIB12
, y se abren direcciones provinciales en los lugares donde la población indígena
es numerosa; la creación de la DINEIB es un triunfo muy importante para el movimiento
indígena en su objetivo de fortalecer las identidades culturales de las nacionalidades y
pueblos originarios; sin embargo, la creación de este organismo no fue complementado con
la asignación de un presupuesto lo suficientemente adecuado para el cumplimiento de su
misión institucional; por esta razón, durante los primeros años, la DINEIB y sus direcciones
provinciales se vieron obligadas a funcionar en condiciones de extrema austeridad.
En mayo de 1989, la OPIP13
presenta al gobierno de Rodrigo Borja un pliego de peticiones
de ocho puntos14
, entre los que se destacan: uno, la inconformidad de los indígenas de la
Provincia de Pastaza, por la presencia en sus territorios de las empresas petroleras Arco,
GEOSURCE y CGG; dos, el reclamo por los conflictos ocasionados por la errática política
de legalización de tierras impulsada por el IERAC15
en esta provincia, y en especial, por los
conflictos originados por la entrega de tierras, de manera inconsulta, a varias familias
indígenas de las comunidades de Moreta Cocha y Jatun Molino. Según la OPIP, la entrega
de escrituras individuales en tierras de posesión colectiva de las comunidades Achuar y
Kichwa, constituye una grave amenaza para la supervivencia de los pueblos amazónicos
que viven de la caza y la pesca, pues, lo que se pretende con esta política impulsada por el
IERAC es fragmentar los territorios donde estos pueblos viven y desarrollan su cultura. Los
indígenas demandan al gobierno la inmediata anulación de los títulos individuales
entregados, en flagrante violación de sus derechos colectivos.
Los pueblos indígenas de Pastaza exigen, además, la inmediata suspensión de la
colonización en los territorios ocupados desde tiempos inmemoriales por las nacionalidades
12 Dirección Nacional de Educación Intercultural Bilingüe. 13 Organización de los Pueblos Indígenas de Pastaza. 14 Documento presentado por la OPIP a la Presidencia de la República el 4 de mayo de 1989. 15 Instituto ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización.
indígenas de la Amazonía y de la Costa, y un control riguroso por parte de los indígenas
sobre las actividades de las empresas petroleras en la Provincia de Pastaza. También
plantean que parte de las ganancias de las actividades petroleras se invierta en programas de
desarrollo integral para los pueblos y las comunidades indígenas de la Amazonía.
Otro aspecto no menos importante planteado por la OPIP, en mayo de 1989, es la exigencia
al gobierno, del fortalecimiento institucional del Sistema de Educación Intercultural
bilingüe y la entrega de un presupuesto que asegure su normal funcionamiento.
El Gobierno de Rodrigo Borja acepta discutir las demandas de los pueblos indígenas de
Pastaza y para ello forma una comisión negociadora; el 3 de mayo de 1989 se inician las
conversaciones, y finalmente el 9 del mismo mes se suscribe el “Acuerdo de Sarayacu”,
que es una hoja de ruta, en la que el gobierno y los indígenas se comprometen a discutir los
siguientes temas: 1) Tierras y territorios, 2) Aspectos jurídicos y políticos, 3) Educación,
ciencia y cultura, 4) Salud, 5) Infraestructura, 6) financiamiento y, 7) Aspectos
relacionados con la política internacional del país.(Díaz. 2001: 18).
La negociación con los indígenas no estuvo a cargo de las principales autoridades del
gobierno, sino por funcionarios públicos de carrera que no tenían capacidad de decisión,
los mismos que en el avance de las conversaciones, mostraron poco interés y poco
conocimiento sobre los temas relacionados con las demandas de la OPIP, por esta razón, el
proceso se estancó y obligó a las organizaciones indígenas a adoptar medidas más radicales
en los años posteriores.
En diciembre de 1989, una pequeña delegación de la CONAIE asiste a la Cumbre Latino -
americana de Organizaciones Indígenas, en la Ciudad de Bogotá; en la misma que se
resuelve impulsar la campaña continental por los “500 años de Resistencia Indígena y
Popular.”16
16 Esta campaña fue impulsada para cuestionar la celebración del V centenario del descubrimiento de América.,
Entre el 25 y el 28 de abril de 1990, en la Ciudad de Pujilí (Provincia de Cotopaxi) con más
de 1200 delegados, se realiza la V Asamblea Nacional de la CONAIE, en la misma que se
resuelve convocar a un gran levantamiento indígena nacional para los primeros días del
mes de junio de ese año y también se aprueba un pliego de peticiones de 16 puntos,
denominado “Mandato por la Defensa de la Vida y los Derechos de las Nacionalidades
Indígenas del Ecuador”
En la Provincia de Tungurahua, entre el 2 y el 5 de mayo de 1990, en la Comunidad de
Llangagua - La Esperanza, con la presencia de más de 900 delegados17
, se realiza el III
Congreso del Movimiento Indígena de Tungurahua (MIT) -“Tunkurawa Runakunapak
Tantanakuy”-, en el mismo que se resuelve por unanimidad, dar cumplimiento a las
resoluciones de la Asamblea de Pujilí y preparar el levantamiento indígena; también se
resuelve mantener en reserva la fecha del levantamiento para evitar una posible
contraofensiva de las autoridades gubernamentales.
En este congreso ocurrió un hecho desafortunado; el primer día del evento asistieron, en
calidad de observadores, varios religiosos católicos de la provincia, y entre ellos, un
sacerdote que años atrás había jugado un importante papel en la formación varios de los
líderes indígenas que fundaron MIT; en varias ocasiones, este religioso había presentado
proyectos de desarrollo para beneficio de las comunidades indígenas de Tungurahua y
conseguido apoyos económicos en instituciones humanitarias europeas, y en especial
ONGs Alemanas cercanas a la Iglesia Católica. En la primera sesión plenaria del congreso,
algunos dirigentes indígenas solicitaron a este sacerdote que “rindiera cuentas” del uso del
dinero recibido de Europa, que según ellos, había venido a nombre del MIT; el religioso se
negó a dar explicaciones sobre este asunto y se abrió una fuerte polémica; al medio día, los
indígenas invitaron a los religiosos que se encontraban estaban presentes, a almorzar; la
mayoría aceptó la invitación, pero el sacerdote se negó, aduciendo que los indígenas era
unos mal agradecidos y que la comida podría estar envenenada; en ese momento salió
abruptamente de la sesión y se marchó a pie, dejando abandonado en la sede de Congreso,
17 Según el informe presentado por el Señor Rufino Masaquiza, Presidente del MIT en esa época, al Congreso de Llangagua la Esperanza
asistieron 954 dirigentes indígenas; de los cuales 523 eran delegados oficiales, 388, delegados observadores y 21, delegados fraternos;
además, el 2 de mayo, día de la inauguración del Congreso, por las calles de la ciudad de Ambato desfilaron 20.000 indígenas, miembros
de las comunidades afiliadas al MIT.
un pequeño vehículo, en el que se había trasladado hasta la Comunidad de Llangagua La
Esperanza.
Para sorpresa general, unos días después de este incidente, el mencionado religioso acusó,
por medio de la prensa local, a ocho dirigentes indígenas18
de ser los autores materiales del
robo de un carro de su propiedad19
. Los acusados se vieron obligados a realizar las
aclaraciones del caso en la fiscalía, y por esta razón debieron distraer dinero, esfuerzos y un
tiempo valioso, que bien se podría haber destinado a la realización de visitas y a reuniones
de trabajo en distintas comunidades de la provincia para la preparación del levantamiento.20
El Levantamiento.- El lunes 28 de mayo, un grupo de 200 personas se toma pacíficamente
la iglesia de Santo Domingo de la Ciudad de Quito y permanece dentro de este templo hasta
el 6 de junio, fecha en la que el gobierno de Rodrigo Borja acepta públicamente discutir
con los dirigentes de la CONAIE el “Mandato por la defensa de la vida y los derechos de
las nacionalidades indígenas”.
Mientras la opinión pública seguía con atención la toma de la Iglesia de Santo Domingo, el
2 de junio de 1990, el país es sacudido por un verdadero terremoto social: el
Levantamiento Indígena del Intiraymi21
, en el que participan más de un millón de seres
humanos, quienes en medio de una verdadera tempestad de gritos y canciones, bajan desde
los cerros para apoyar las demandas de la CONAIE contenidas en un pliego de peticiones
de 16 puntos, entre los que están la solución inmediata de más de 80 conflictos de tierra que
en ese momento mantenían las organizaciones indígenas en distintos lugares del país, y la
18 Los dirigentes indígenas acusados, víctimas de una linchamiento mediático promovido por el mencionado sacerdote fueron: Juan y
José Lligalo, Manuel y Jacinto Toalombo, Juan Lagua Cuji, Elías Tixilema, Vicente Chato y Carlos Toaza; Para ironía de la historia, este
sacerdote acusó de manera gratuita y sin ninguna prueba, de ser “el autor intelectual del robo del carro”, 19 Se debe aclarar que el supuesto robo del carro en marras, nunca existió, y que la denuncia fue motivada por un viejo resentimiento que
tenía este sacerdote con los ocho dirigentes indígenas que fueron acusados injustamente, porque según él, ellos fueron los causantes para
que la gran mayoría de las comunidades indígenas de la provincia hayan decidido abandonar su tutela para formar el MIT, filial del
ECUARUNARI, en 1983. 20 Hay que reconocer que este sacerdote jugó un papel muy importante en la capacitación y en la formación de líderes indígenas en la
década de 1970, pero desgraciadamente su viejo resentimiento con los principales dirigentes del MIT, no le permitieron estar a la altura
del momento histórico que le tocó vivir en el levantamiento indígena de 1990. 21 El Levantamiento Nacional por la Vida, protagonizado por las comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador, se
produjo entre el 2 y el 6 de junio de 1990.
aplicación de políticas públicas que ataquen las causas estructurales de la extrema pobreza
en la que vive la gran mayoría de la población indígena22
.
Los protagonistas de este levantamiento son personas de tez morena y baja estatura;
vestidas humildemente, con ponchos, anacos, sombreros de lana y alpargatas; son los
comerciantes de ajo y cebolla, las vendedoras de papas y legumbres de los días lunes, los
albañiles ocasionales, los cargadores de la plaza Urbina, las empleadas domésticas, los
hijos de los antiguos huasipungueros. Son los “indios”, los “longos”, los “primos”, los
“mitayos”; son los “condenados de la tierra”, los postergados, los excluidos, los humildes.
Son los ecuatorianos de segunda clase: la gente que vive en los cerros y en otros lugares
donde todavía no habían llegado los “beneficios” de la modernización y de la economía
petrolera.
La medida de hecho de las organizaciones indígenas fue recibida con simpatía por la
mayoría de la población mestiza que se encontraba muy descontenta por el impacto que las
políticas neoliberales que durante casi diez años habían implementado los gobiernos de la
democracia popular, el partido social cristiano y la Izquierda democrática, y que habían
provocado un grave deterioro de las economías familiares de la clase media y los sectores
populares.
Esta no era la primera vez que los indígenas realizaban una medida de hecho, pero si fue la
primera vez que la que la CONAIE, con sus filiales ECUARUNARI (en la Sierra), COICE
(en la Costa) y CONFENIAE (en la Amazonía) irrumpían en el escenario nacional
liderando levantamiento popular multitudinario. Y es que en junio de 1990, los
ecuatorianos vivimos los días que estremecieron al mundo; los indígenas rompieron su
silencio de siglos, y reclamaron su derecho a ser reconocidos como ciudadanos, es decir,
como personas iguales ante la ley, pero diferentes en cuanto a su cultura.
En junio de 1990, el movimiento indígena emerge en la vida nacional como un nuevo
sujeto social y político, y como el movimiento social más fuerte y organizado del país; pero
22 Veinticinco años después del Levantamiento de 1990, la pobreza y la extrema pobreza de la población indígena todavía no ha sido
resuelva. A pesar de su gran fuerza organizativa, los indígenas siguen siendo, en su gran mayoría, los más pobres entre los pobres.
también en esos días, los indígenas hacen pública su propuesta política más ambiciosa: La
construcción del Estado Plurinacional e Intercultural.
A mediados el siglo XIX, el insigne escritor ambateño, Don Juan Montalvo había dicho en
un pequeño artículo, que si su pluma tuviera el don de lágrimas escribiría un libro al que le
titularía el indio y haría llorar al mundo; ciento veinte años después, una gran
muchedumbre, al ritmo del pingullo y el tambor recorría los caminos de la patria
enarbolando sus wipalas23
y escribían una de las páginas más gloriosas de la historia del
Ecuador contemporáneo; eran los indios los que se hacían presente, no para hacer llorar,
como pensaba Montalvo, sino para hacer estremecer al mundo.
La medida de fuerza protagonizada por las organizaciones indígenas llenó de entusiasmo
emoción a mucha gente salió a calles para aplaudirlos; en algunos miembros de la clase
media incentivó a nuevas reflexiones sobre el fenómeno del mestizaje. Emocionado por el
terremoto social que había presenciado, algún joven rebelde salió en el silencio de la noche
a escribir en las paredes de Quito, “amo lo que tengo de indio”; con esta frase, el mundo
urbano expresaba su deseo de volver la mirada sobre su verdadero origen. La simpatía que
despertó este levantamiento, sobre todo en las provincias de la Sierra, era evidente: muchas
personas se dieron el trabajo de preparar refrescos para brindar a los marchantes, y otros
más radicales, que siendo mestizos, tradicionalmente habían negado su origen indígena y en
ocasiones, habían intentado “blanquear” sus apellidos, ahora tenían la valentía de confesar
públicamente que por sus venas también corría sangre indoamericana.
Las demandas de este levantamiento no se limitaron al reclamo por reivindicaciones
socioeconómicas sino que interpelaron al Estado y a la sociedad blanco - mestiza por el
racismo, la exclusión y la discriminación que desde hace cinco siglos habían sido impuestos
e institucionalizados por la fuerza; Con este levantamiento, el movimiento indígena
cuestionaba los presupuestos filosóficos y conceptuales sobre los que se había levantado el
Estado mononacional blanco mestizo que por ciento setenta años había desconocido,
invisibilizado y menospreciado la presencia y el aporte de las otras comunidades culturales
23 Wipala: bandera del Tawaintinsuyu, tiene los siete colores del arcoíris (Kuychi).
que forman el país; nos traían un discurso nuevo y fresco y nos recordaban que en este país
conviven junto a la mayoría blanco - mestiza, las nacionalidades y pueblos indígenas, el
pueblo montubio y el pueblo negro; que también nos recordaban que habíamos chazos,
chagras y cholos, y que la sociedad ecuatoriana no era un crisol donde se fundían todas
“razas” para dar origen al mundo blanco mestizo, como nos habían enseñado en la escuela,
en las clases de moral y cívica; sino que la sociedad ecuatoriana es un mundo multicolor en
el que convive una gran diversidad de pueblos e identidades locales.
El levantamiento indígena de junio de 1990 fue el primer paso que dieron las
nacionalidades y pueblos para la construcción de una sociedad más justa, equitativa e
incluyente, y para sentar las bases del Estado Plurinacional en el Ecuador; también fue el
primer paso, para un largo proceso de construcción de un nuevo concepto de ciudadanía, en
el que deben reconocerse necesariamente, la alteridad, la diversidad y la diferencia; según
la propuesta de las nacionalidades y pueblos indígenas, todos los ecuatorianos somos
iguales ante la ley, en tanto somos personas sujetos de derechos, pero somos diferentes en
tanto somos parte de una gran diversidad de pueblos y culturas.
En este levantamiento, las organizaciones indígenas también propusieron nuevos conceptos
como el de la democracia participativa, deliberativa, plurinacional, intercultural e
incluyente; cuestionaron el viejo concepto de democracia electoral, mediante la cual, la
sociedad entrega a sus mandatarios, el poder omnímodo de pensar y decidir en nombre
suyo. También propusieron nuevas ideas sobre la ciudadanía, los derechos humanos, la
equidad y la participación social, en una sociedad plural y diversa. Los indígenas no
querían seguir siendo simples espectadores, querían ser actores en la construcción de un
mundo más justo y equitativo.
En nuestra provincia y en la Sierra Central del Ecuador, el levantamiento tuvo fuertes
repercusiones; durante seis días, los indígenas no sacaron sus productos al mercado; por
primera vez en la historia, la feria del día lunes debió realizarse en familia, sin la masiva
presencia de compradores y vendedores de otros lugares del país; la ausencia de hortalizas
legumbres, frutas, tubérculos y granos secos en los mercados puso en evidencia un hecho
muy importante: ellos, los pequeños y medianos productores agrícolas eran los que
alimentaban al país.
La reacción del gobierno.- En 1988, el candidato a la Presidencia de la República,
Rodrigo Borja Cevallos recogió varios planteamiento de las demandas del movimiento
indígena agrupado en la CONAIE y los incorporó a su discurso electoral. Borja mantuvo
esta posición durante la primera etapa de su mandato; en una intervención en el Encuentro
de jefes de Estado del Pacto Amazónico reunido en Quito en 1989, reconoció que:
“nuestros países, normalmente, son estados multiculturales y multinacionales. Creo que ese
es el caso de los estados amazónicos. Las nacionalidades indígenas estuvieron allí, en la
vasta cuenca del Amazonas, muchos siglos antes de que inventáramos nuestros estados…”
(Macas.1992:27).24
En el Plan Nacional de Desarrollo para el periodo 1989 – 2002 se señala la necesidad de
superar “la falta de fortalecimiento del carácter multinacional y pluricultural del
Ecuador”25
. Según el Presidente de la CONAIE, Luis Macas, el Gobierno de Rodrigo
Borja mantenía una esta línea de conducta, en su relación con organismos internacionales
como la OIT y el Instituto Indigenista Interamericano.
Sin embargo, en su relación con las organizaciones indígenas mostró una posición
diferente, por eso, acota Luis Macas, “para el 12 de octubre de 1989, nuestras
organizaciones convocaron a una marcha contra el gobierno y su política mentirosa, y
para rechazar el acuerdo que había hecho el gobierno del Ecuador con el de España, para
“festejar” el “Encuentro de dos mundos”... “En un acto de protesta, los indígenas nos
tomamos pacíficamente, por el lapso de dos horas, el local del Ministerio de Educación.
Esto fue visto por el Ministro de educación como subversivo y manipulado por
“politiqueros extremistas”. Desde entonces cualquier acción de protesta que realizaban
nuestras organizaciones empezaron a ser calificadas como subversivas.” (Macas.1992:27).
24 El Ministro de Educación al que se refiere Luis Macas es Alfredo Vera Arrata. 25 Ibid.
Luis Macas nos cuenta que “las conversaciones de nuestras organizaciones con
representantes del gobierno eran claras muestras de burla e irrespeto. El Presidente de la
República nunca quiso recibirnos en audiencia, y ante tanta exigencia nuestra delegó a
funcionarios de segundo orden que no tenían atribución ni decisión para resolver nada. El
secretario de la Presidencia Gonzalo Ortiz, ofreció propiciar una entrevista con el
Presidente de la república: se mantuvo un silencio prolongado y jamás se comunicó a
nuestras organizaciones absolutamente nada. “
Y continúa: “en medio del total descontento de nuestro pueblo, la CONAIE convocó en
abril de 1990 a su V Asamblea, la que tuvo lugar en Pujilí, donde luego de un análisis
profundo sobre la situación que atravesamos los indígenas, y en general el pueblo
ecuatoriano, por consenso, se decidió realizar los días 4, 5 y 6 de junio el levantamiento
indígena.”
De lo expresado se desprende que uno de los detonantes para el levantamiento indígena fue
el desinterés mostrada por el Gobierno de Borja frente a las demandas de los indígenas en
los años 1989 y 1990, además, es evidente que los ánimos de las dos partes estaban
caldeados; por esta razón no resulta extraño que la posición del gobierno frente al
levantamiento no haya sido la más afortunada y que su primera reacción haya sido rechazar
la medida de hecho, advertir que no cedería a la presión de la CONAIE y que solo
dialogaría con sus dirigentes cuando se haya levantado el paro; otra estrategia que adoptó
el gobierno fue denunciar que los indígenas estaban “manipulados por sectores externos y
por agitadores profesionales que usan la religión con fines políticos.” (Díaz. 2001:41).
Detrás de estas declaraciones se escondía un viejo imaginario social del mundo mestizo: los
indios son la “raza vencida”, el lastre del pasado que debemos cargar los ecuatorianos y los
culpables del subdesarrollo del país; ellos no tienen capacidad para pensar por cuenta
propia y siempre necesitan de alguien que razone y decida por ellos.
Aunque el Gobierno de Borja había aceptado dialogar con los dirigentes de la OPIP en
mayo de 1989, su primera reacción fue la de rechazar el pedido de los indígenas de Pastaza
para que el IERAC les entregue los títulos de propiedad de los territorios que venían
ocupando desde tiempos inmemoriales, porque según las autoridades del régimen, detrás de
esta propuesta se escondía un proyecto secesionista que pretendía era fragmentar al país,
formando varios mini - estados dentro del Estado Ecuatoriano.
Holger Díaz afirma que: “La propuesta de la OPIP fue rechazada por el gobierno, por
estimarla anticonstitucional, debido a que: 1) separa prácticamente la totalidad de la
provincia de Pastaza del Estado ecuatoriano; se habló del 90% del territorio; 2) propone
que el Estado deje de explotar y producir petróleo en la Amazonía y pretende que los
pueblos indígenas tengan el derecho único de tomar decisiones respecto de la explotación
de los recursos del suelo y subsuelo de sus territorios; 3) se insinúa el retiro de las Fuerzas
Armadas de aquellos territorios; 4) propone la supresión de las leyes del Ecuador y la
vigencia del derecho tradicional de los pueblos indígenas en aquellos territorios; 5)
promueve la supresión del régimen político administrativo, es decir, parroquias, cantones,
jurisdicciones provinciales, registro civil, en los territorios indígenas con sus respectivas
autoridades y 6) intenta crear un estado paralelo donde no gobiernen ni las leyes ni las
autoridades del Ecuador.” (Díaz. 2001:45).
Refiriéndose a una reunión que mantuvo el Presidente Rodrigo Borja el 22 de agosto de
1990 con un grupo de dirigentes indígenas, en la que éstos últimos iban a entregar un
documento con los planteamientos de los indígenas de Pastaza, el Secretario General de la
Presidencia, Gonzalo Ortiz Crespo manifiesta que: “el gobierno no se engañaba: sabía
perfectamente que la OPIP venía trabajando un planteamiento radical, sabía que
dirigentes de esa organización mantenían, desde tiempo atrás, posiciones extremas en
relación al suelo y al subsuelo.” (Ortiz.1992:137).
Al final de esta reunión, y luego de que los dirigentes indígenas entregaron al Presidente
un documento que habían preparado, que se denominaba “Acuerdo sobre el derecho
territorial de los pueblos Quichua, Shiwiar y Achuar de la provincia de Pastaza a suscribirse
con el Estado Ecuatoriano”; Rodrigo Borja manifestó que lo iba a estudiar con
detenimiento, pero que consideraba que el nombre del documento no era el más apropiado,
y además, que no era procedente firmar un acuerdo con una organización social que forma
parte del Estado ecuatoriano; también enfatizó que la soberanía del país no podía ser puesta
en entredicho, reafirmó los derechos sobre el subsuelo y el espacio aéreo son exclusivos del
Estado. “en esto quiero ser absolutamente claro y definitivo, -señaló Borja- porque estoy
obligado a cumplir la Constitución de la República y la Constitución les obliga a ustedes,
me obliga a mí y obliga a los 10 millones de ecuatorianos, porque ustedes no son un
Estado dentro de otro Estado… Porque ustedes están sometidos como todos los demás
ecuatorianos, sin privilegio alguno, a las mismas leyes, a la misma Constitución y a las
mismas autoridades.” (Ortiz.1992:139).
Después del levantamiento de 1990, el gobierno de Borja pasó del rechazo al paternalismo;
según el investigador Holger Díaz, el 11 de junio, en Huapante Grande (Cantón Pillaro,
Provincia de Tungurahua), el Presidente Borja dijo: "los indígenas ecuatorianos han
sufrido injusticias por 500 años; los problemas que ustedes sufren tienen 500 años de
antigüedad; yo no puedo en 21 meses de gobierno resolver estos problemas acumulados
por siglos, pero sí puedo como lo he hecho desde el primer día, ponerme a trabajar en esta
tarea, para tratar a nuestros indígenas como hermanos, como compatriotas y como seres
humanos, con los mismos derechos y las mismas obligaciones que tienen los 10 millones
de habitantes del Ecuador.” (Díaz. 2001:46). 26
Resulta curioso que a pesar de su conocimiento enciclopédico y de su vocación
democrática, el Presidente Borja haya estado entrampado en las viejas ideas propias de la
más rancia aristocracia terrateniente tradicional y haya adoptado una posición paternalista
en su relación con los indígenas, en 1990.
Si se analizan los argumentos esgrimidos por el gobierno de la Izquierda Democrática para
desacreditar al levantamiento indígena se pueden inferir las siguientes conclusiones: una,
los indígenas no tienen capacidad para pensar por sí mismos y para organizar un
levantamiento multitudinario de grandes proporciones, y por lo tanto, es lógico suponer que
detrás de ellos se encuentren agitadores profesionales anónimos, manipuladores de
26 Las negrillas corresponden al autor de este artículo.
conciencias que deben estar actuando en las sombras para convertir a los indígenas en
títeres suyos; dos: los indios tienen el mismo estatus legal que los niños y los menores de
edad; no son dueños de su voluntad y necesitan ser protegidos por alguien superior a ellos;
tres, los indígenas pertenecen a los demás ecuatorianos: pues son “nuestros”; cuatro, el
gobierno hace una enorme concesión a los indígenas cuando les trata como seres humanos,
y les reconoce los mismos derechos que tienen los diez millones de ecuatorianos.
Sin embargo, hay que reconocer que a pesar algunos desaciertos, finalmente el gobierno de
Rodrigo Borja terminó por aceptar varias demandas del movimiento indígena, y pese a su
oposición inicial, en 1992, luego de “marcha por la Tierra y por la Vida” (allpamanta
causaimanta jatarishun) organizada por la OPIP (realizada en Abril y mayo de ese año),
Borja entregó las escrituras de un territorio de1.115.574 Ha., a los pueblos indígenas de
Pastaza. (Ortiz. 2006:189). Borja también se preocupó de dotar a muchas comunidades
indígenas de obras de infraestructura, agua de consumo humano, electricidad y otros
servicios.
Posición de los hacendados.- La demanda de solución de más de 80 conflictos de tierra
que las organizaciones indígenas tenían en distintos lugares del país provocó una fuerte
reacción por parte de los hacendados y los sectores conservadores de la sociedad, que
vieron en este planteamiento un seria amenaza para la propiedad privada rural. El
Presidente de la Asociación de Ganaderos de la Sierra y el Oriente, Simón Bustamante
Cárdenas señala que existe un informe de las Fuerzas Armadas en el que se denuncia que la
CONAIE y la CONFENIAE “están infiltradas y financiadas por el comunismo
internacional y otros movimientos extremistas y (que) su finalidad es aunarse para la
subversión.” (Bustamante.1992: 87).
Los hacendados y los sectores conservadores de la sociedad tienen su propia lectura del
levantamiento indígena, pues según ellos, “el 4 de junio de 1990 se paralizó al país
bloqueando con árboles y zanjas las carreteras de la Sierra, y haciendo presencia física
hombres y mujeres indígenas que con palos, piedras, hachas y barras, detuvieron el
tránsito nacional. Se evidenció coordinación y organización, tras una planificación
táctica propia de expertos y de gente entrenada en la subversión internacional….”
(Bustamante.1992: 71-72) 27
Manifiestan que las acciones tomadas por la “masa indígena” afecta gravemente sus
intereses y que por esta razón “la Asociación de ganaderos de la Sierra y el Oriente en
varias oportunidades informó a los señores ministros de gobierno, de defensa y
agricultura, de invasiones indígenas a las tierras de la Sierra con muestras de
organizativas propias del movimiento terrorista peruano Sendero Luminoso, y con
mentalización de curas y monjas conocidos.” (Ibid).
“Recordemos – dicen- que antes y después del levantamiento no se ha respetado la
Constitución que garantiza la propiedad privada…, se han violado audazmente los
derechos humanos de los productores… con invasiones violentas a las tierras
legítimamente adquiridas según las leyes de la República, con agresiones criminales y con
usurpación de bienes a diferentes ciudadanos.”(Ibid).
También reclaman al gobierno porque, “en el dialogo con el gobierno y en el tema de la
tenencia de tierras, se omite exprofeso a los propietarios agrícolas para facilitar la
usurpación, y soslayar la violencia empleada en las invasiones a los predios, ocultar las
acciones criminales y masivas contra indefensos productores….” (Ibid).
El Presidente de la Cámara de Agricultura de la Primera Zona, señala que en las demandas
del sector indígena hay pedidos lógicos y justos, pero también reclamos “absurdos,
incomprensibles y extremistas”, y advierte que “los hacendados, por estas y otras razones,
no vamos a ceder a la presión de entrega de tierras, especialmente en base a las invasiones
de las haciendas, y este punto no es negociable en ningún aspecto, y por lo tanto los
propietarios usarán todos los medios posibles para defender la integridad de sus
propiedades que constituyen su forma de vida…” (Pérez Arteta.1992:40).
27 Las negrillas pertenece al autor de este artículo.
Pero los hacendados no se quedan en la simple denuncia sobre la infiltración de extremistas
y comunistas en el movimiento indígena, sino que impulsan, a través de la Fundación
IDEA un interesante estudio sobre la tenencia de la tierra, que demuestra que los mayores
latifundistas del país son las comunidades indígenas; posteriormente, la Fundación IDEA
contrataría los servicios del experto norteamericano Morris Whitaker para posicionar la
idea de la creación un libre mercado de tierras en el país, tesis que luego sería recogida por
el Gobierno de Sixto Durán Ballén e incorporada en la Ley de Desarrollo Agrario de 1994.
El levantamiento y la Revitalización de la identidad cultural indígena.- El
levantamiento de 1990 y las grandes movilizaciones que el movimiento indígena
ecuatoriano protagonizó en los años posteriores fueron un poderoso mecanismo para la
reconstitución y el fortalecimiento de su identidad étnico-cultural.
Si la identidad cultural de un pueblo se construye mediante un conjunto de los elementos
simbólicos; creencias, valores, mitos, ritos, música, canciones, arte, poesía y recuperación
de su memoria histórica, y si la identidad cultural permite construir universos simbólicos
que dan razón y sentido a la existencia humana, y si algunos procesos históricos ayudan a
las personas a construir un sentido de pertenencia a una comunidad de cultura; podemos
concluir entonces, que el levantamiento indígena de 1990 y los acontecimientos históricos
que las comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas han vivido desde esa fecha, han
servido para revitalizar y potenciar su identidad étnica.
El levantamiento del Intiraymi de 1990 tuvo la virtud de desarrollar un fuerte sentido de
pertenencia y de revitalizar el orgullo de ser indio; esta medida de hecho que movilizó a
más de un millón de personas, se constituyó en una esperanza de cambio para toda la
sociedad, fue una epopeya apoteósica, a tal punto que logró estremecer las fibras más
íntimas de los ecuatorianos, muchos mestizos nos sentimos identificados con este suceso,
que como diría el gran César Vallejo fue protagonizado por el pueblo en “un desorden
genial de gesta antigua”. En ese momento los indígenas que participaron en esta
multitudinaria movilización recuperaron su orgullo étnico y reafirmaron su sentido de
pertenencia; tomaron conciencia de que tenían un destino compartido y que esa unidad
forjada en la lucha sería el germen de la revitalización de su identidad colectiva. El
fortalecimiento del espíritu de cuerpo y el sentido de pertenencia de las comunidades
indígenas, tuvo su momento fulgurante en el levantamiento de 1990, y logró llamar la
atención de la academia y las ciencias sociales. Fue un verdadero hito histórico de gran
trascendencia cultural, a tal punto que algunos investigadores sociales no dudaron en
calificar como etnogénesis (Ramón. 1993) a este proceso de construcción identitaria.
Pero esta el levantamiento de 1990 también ayudó a recuperar y revitalizar la tradición oral
de las nacionalidades y pueblos indígenas; muchos marchantes, al calor de la movilización,
recordaron viejas leyendas sobre el destino de la humanidad, como la del mito del Incarri28
;
se acordaron que sus yayas29
les habían contado en su niñez, que cuando murió Tupak
Amaru, los españoles cercenaron su cuerpo, pero que nuestros antepasados habían
recuperado el cadáver y habían enterrado, la cabeza en Quito y el resto del cuerpo en el
Cuzco; que años después, por un milagro de la Pachamama, la cabeza y el cuerpo cobraron
vida y comenzaron a buscarse por debajo de la tierra; por eso, cada vez que hay un temblor,
la cabeza y el cuerpo se mueven y se acercaban, y que de tanto buscarse, llegará un día en
el que se unan y Tupak Amaru resucite; ese día habrá un Pachakutik30
y el líder indio
volverá para liderar el proceso de construcción de una nueva sociedad más justa, más
humana, más equitativa e incluyente. A esa sociedad soñada, los participantes en el
levantamiento le llamaron Estado Plurinacional e Intercultural. No faltó quien les recordará
las palabras proféticas de Tupak Amaru, quien antes de morir ahorcado y luego ser
descuartizado, habría dicho: “A mí me matarán, pero un día volveré y seré millones,
entonces mis hijos y los hijos de mis verdugos podrán vivir tranquilamente como
Hermanos” (López.1996:200).
El levantamiento fue aprovechado para recuperar y revitalizar las lenguas vernáculas y en
especial la lengua kichwa; aunque la gran mayoría de los indígenas de la sierra son
bilingües y dominaban el español como segunda lengua, en muchas comunidades
28 Mito Inca Rey. Es una leyenda que circuló entre los indios en tiempos de la colonia. 29 Abuelos, personas mayores.. 30 Pachakutik se traduce literalmente como: “poner al mundo al revés”. También se traduce como revolución, terremoto o cambio social
profundo. Según la tradición india, en 1534 hubo un Pachakutik, cuando murió el Inca Atahualpa, y comenzaron a gobernar los
españoles. El nuevo Pachakutik que ocurrirá cuando Tupak Amaru resucite, será un cambio social profundo que permita restablecer la
sociedad equitativa y justa que existía antes de la invasión española.
prefirieron hablar en kichwa en las asambleas de preparación de la medida de hecho; la
lengua materna fue utilizada para las discusiones y para la construcción de las alianzas y los
consensos internos, pero además, no hay que olvidar que muchas de las consignas que se
gritaron durante el levantamiento se hicieron en Kichwa: “shuk shunkulla, shuk yuyaylla,
shuk shimilla, shuk makilla runacashpa canakanchik Caraju”31
, o “ama killa, ama llullla
ama shwa” 32
no eran simples frases sino palabras cargadas de sentido, que encerraban
códigos y valores de convivencia humana.
El levantamiento del Intiraymi también fue aprovechado para promover un dialogo
intercultural con la sociedad blanco – mestiza; para reclamar por el racismo y la
discriminación que los habían silenciado, menospreciado, invisibilizado y excluido durante
cinco siglos: ¡Aquí estamos!, ¡Nunca más la patria sin nosotros!, fue el fervoroso reclamo
que una muchedumbre multicolor anacos y ponchos que emergía heroicamente, hacía al
conjunto de la sociedad ecuatoriana, dejando muy en claro, que deseaba incluirse de
manera activa en la vida del país.
Todo proceso de construcción de una identidad cultural requiere de símbolos y emblemas
identitarios; y levantamiento indígena de 1990 los tuvo; las wipalas con los siete colores
del arcoíris flamearon junto al amarillo, azul y rojo de la bandera nacional; de esta manera,
las comunidades le decían al país, que estaba compuesto de múltiples identidades, pues
ellos eran hombres y mujeres, eran ecuatorianos, eran indígenas, pero también eran
miembros de las comunidades, pueblos y nacionalidades a las que se pertenecían. En
algunas provincias del país, a manera de escudo, los marchantes salieron a las calles
portando estandartes con la figuras del Inti sumak waka33
y la chakana34
.
La música y las canciones dieron un tono festivo al levantamiento y ayudaron a soportar las
penurias de la medida de hecho; el rondador y la quena, los tambores y los redoblantes, las
quipas y las bocinas, el violín y la guitarra, al ritmo del sanjuanito y la música ancestral,
convirtieron la protesta en una fiesta cargada de emoción estética. De esta manera la música
31 Se traduce como: “Un solo corazón, un solo pensamiento, un sola voz, una sola fuerza, así tenemos que ser los seres humanos.” 32 No ser ocioso, no ser mentiroso, no ser ladrón. 33 Se traduce como “el padre sol sagrado”. 34 Cruz Andina, que tiene cuatro lados iguales y un círculo en el centro..
nativa se convertía en un poderoso mecanismo de construcción de la identidad étnica del
movimiento indígena.
Pero en las grandes movilizaciones de 1990, las organizaciones indígenas también evocaron
los nombres y las figuras de sus héroes legendarios (que eran muchos): allí estaban,
acompañando a los marchantes, los líderes históricos de la resistencia a la invasión
española del siglo XVI: Atahualpa, Rumiñahui, Jumandy35
, Tupak Amaru36
y Tupak
Katari37
; los líderes de los levantamientos indígenas del siglo XIX: Julián Quito, Lorenza
Avimañay, Cecilio Taday, Francisco Sefla38
, Manuela León y Fernando Daquilema39
; los
mártires de la lucha por la tierra: Cristóbal Pajuña40
, Lázaro Condo41
, Marcodeo León42
y
Rafael Perugachi43
, y las líderes históricas de la FEI: Dolores Cacuango y Tránsito
Amaguaña.
La movilización indígena también tuvo tiempo para la ritualidad sagrada, en muchos sitios,
antes de iniciar una marcha, los yachak taitas y las yachak mamas44
dibujaban grandes
círculos en el suelo y los adornaban con semillas y flores; así en actos llenos de solemnidad
invocaban a las fuerzas cósmicas para que les ayuden y les protejan; rendían culto al
Pachakamak, al Intisumak, a la Killamama y a la Pachamama45
; De esta manera, poco a
poco, el levantamiento dejaba de ser una simple protesta pasajera y se convertía en un acto
35 Líder del pueblo Quijos, encabezó un levantamiento contra los españoles asentados en Archidona y Baeza, en noviembre de 1578. Fue
capturado y posteriormente ejecutado en Quito, junto a otros líderes indígenas como Beto, Imbate y Guami. 36 José Gabriel Condorcanqui (Tupak Amaru) lideró, junto a su mujer Micaela Bastidas, un gran levantamiento indígena en el Cuzco
(Perú) en contra de los españoles, junto; fue traicionado, encarcelado y posteriormente ajusticiado, murió el 18 de mayo de 1781; junto a
él murieron también su mujer, sus familiares más cercanos y los principales dirigentes del levantamiento. 37 Julián Apaza (Tupak Katari) formó un gran ejercito de 40.000 hombres y se alzó en armas en contra de los españoles; fue secundado en
sus luchas por su hermana Gregoria Apaza y su mujer Bartolina Sisa; mantuvo sitiada la ciudad de la paz por varios días; al final fue
traicionado y ajusticiado, junto a los principales cabecillas del levantamiento, incluidas su mujer y su hermana. 38 Estos cuatro héroes indígenas Lideraron un gran levantamiento en contra de los españoles en 1803, oponiéndose a la elevación de
impuestos y tributos, en Columbe y Guamote. 39 Fernando Daquilema y Manuela León lideraron un levantamiento en contra del pago de diezmos en 1870 y 1871, durante la segunda
presidencia de García Moreno. Fernando Daquilema, Manuela León y otros líderes del levantamiento fueron asesinados el 8 de abril de
1972, por orden del “santo del patíbulo”.. 40 Cristóbal Pajuña. Dirigente indígena de la Asociación de Trabajadores Agrícolas La Esperanza, Parroquia Pilahuín, Provincia de
Tungurahua, fue asesinado a machetazos el 17 de mayo de 1983. 41 Lázaro Condo. Dirigente Indígena de la Comunidad de Toctezinín (Cantón Chunchi, Provincia de Chimborazo). Fue asesinado el 26 de
septiembre de 1974.
Marcodeo León. Dirigente campesino afroecuatoriano de la Comunidad del Chota. Provincia de Imbabura. Fue asesinado por un
escuadrón militar el 13 de julio de 1976. 42 Marcodeo León. Dirigente campesino afroecuatoriano de la Comunidad del Chota. Provincia de Imbabura. Fue asesinado por un
escuadrón militar el 13 de julio de 1976. 43 Rafael Perugachi. Líder indígena de Otavalo, asesinado en 1977. 44 hombres y mujeres sabios. 45 Pachakamak: Dios, se traduce como cuidador del universo; Intisumak: el Padre Sol, Killa Mama: Madre Luna, Pachamama: Madre
naturaleza.
ritual que contribuía a la construcción de un fuerte sentido de pertenencia, a través del que
se expresaba el espíritu del movimiento indígena.
Otro elemento de la identidad cultural indígena que estuvo presente en el levantamiento
indígena de 1990 fue la comida; sin embargo, esta vez no fueron los exquisitos manjares de
las fiestas rituales, sino un pobrísimo cucayo46
, compuesto de un puñado de tostado, habas
o mellocos que algún manifestante había traído y que lo compartía con sus compañeros; en
otros casos no eran los alimentos, sino el hambre y la sed, lo que les unía y les daba fuerza
para seguir luchando.
La plurinacionalidad y la Interculturalidad.- Dos fueron las demandas centrales del
levantamiento: a) La reforma del artículo uno de la Constitución para que el Ecuador se
reconozca como un país plurinacional e intercultural, y 2) el reconocimiento de los
derechos colectivos de las nacionalidades y pueblos indígenas. Este planteamiento no fue
entendido en toda su dimensión por el gobierno de turno y fue recibido con verdadero
estupor por la derecha política y los sectores conservadores, que no dudaron en señalar que
la propuesta de los indígenas atentaba a la unidad nacional, pues lo que se pretendía era
fraccionar y desintegrar a la nación ecuatoriana.
Pero a pesar de la cerrada oposición de la derecha conservadora, mediante una estrategia de
constantes y masivas movilizaciones y el establecimiento de alianzas con sectores
progresistas, los indígenas lograron en los años siguientes, introducir profundos cambios en
la estructura del Estado y en la sociedad; en artículo 1 del texto constitucional de 1998 se
declara que “El Ecuador es un estado social de derecho, soberano, unitario, independiente,
democrático, pluricultural y multiétnico.”47
Se reconoce, que “los pueblos indígenas, que
se autodefinen como nacionalidades de raíces ancestrales, y los pueblos negros o
afroecuatorianos, forman parte del Estado ecuatoriano. “ (Art. 83); se consagran los
derechos colectivos de los pueblos indígenas, en un número de 15 (art. 84), y se señala que:
“Las autoridades de los pueblos indígenas ejercerán funciones de justicia, aplicando
46 Friambre. 47 Las negrillas pertenecen al autor de este trabajo monográfico.
normas y procedimientos propios para la solución de conflictos internos de conformidad
con sus costumbres o derecho consuetudinario…” (Art. 191, párrafo segundo).
Una década más tarde, la Constitución de 2008, en su artículo 1, declara de manera taxativa
que: “El Ecuador es un Estado Constitucional de derechos y justicia, social, democrático,
soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y Laico”. En su artículo 56
vuelve a reiterar que: “Las comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas, el pueblo
afroecuatoriano, el pueblo montubio y las comunas forman parte del Estado Ecuatoriano,
único e indivisible,” y en su artículo 57, amplia a 21, los derechos colectivos de las
comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas.
Pero ¿Qué se entiende por plurinacionalidad e interculturalidad? ¿A partir de que supuestos
conceptuales podemos definir a las nacionalidades y a los pueblos indígenas? ¿En qué se
diferencia una nacionalidad de un pueblo?
La contestación de estas preguntas nos obliga a revisar definiciones que sobre la nación y
el estado tienen las distintas corrientes sociológicas. Según la doctrina jurídica tradicional,
el concepto de nación tiene dos acepciones; la de la nación política y la de la nación
cultural; según la primera, la nación es la entidad constituyente de un Estado; lo que
querría decir que nación y estado son dos caras de un mismo concepto; en consecuencia a
cada nación le correspondería un estado y viceversa, la síntesis de este fenómeno sería el
Estado - nación moderno, propio del modo de producción capitalista. El concepto de nación
cultural en cambio, sería un concepto socio-ideológico que define a una comunidad humana
cuyos miembros que tienen rasgos culturales comunes.
A nuestro juicio, el concepto de nación política adolece de serias limitaciones, pues no
permite explicar el verdadero carácter del Estado, ni la diversidad y la pluralidad de
culturas que coexisten en el territorio donde un Estado ejerce su poder y su soberanía.
Según el filósofo mexicano Luis Villoro (1998) hay una diferencia sustancial entre nación y
estado, porque la nación es una entidad cultural mientras que el Estado es una institución
política.
Una nación está formada por un grupo humano que posee: a) Una cultura propia, b) Un
sentido de pertenencia grupal; c) Un deseo compartido de transcender como comunidad y,
4) Una relación con un territorio donde desarrolla su cultura. Un Estado, en cambio, es
una institución política que surge históricamente cuando una clase o un grupo social logra
dominar en forma permanente a la población que vive dentro de un determinado territorio;
en consecuencia, el Estado es una organización política, soberana, de naturaleza coercitiva,
que tiene capacidad para ejercer el poder, y para gobernar y mantener un cierto orden
dentro de un territorio.
El poder del Estado se ejerce a través de instituciones como: a) La administración pública,
b) La facultad monopólica para recaudar impuestos que permitan financiar el
funcionamiento del aparato estatal, c) El Ejercicio monopólico de la fuerza a través de las
instituciones armadas oficiales (ejército, fuerza aérea, marina y policía), d) La facultad
monopólica para expedir de leyes de cumplimiento obligatorio para todos los habitantes del
territorio donde ejerce su poder, d) El Monopolio de la administración de la justicia, c) La
organización de un régimen carcelario y coercitivo, y e) la potestad monopólica para emitir
una moneda oficial y para ejercer la soberanía monetaria dentro de su territorio.
Los elementos constitutivos del Estado son tres: a) La soberanía, entendida como la
capacidad de la población asentada dentro de un territorio para autogobernarse y
autodeterminarse, b) La población humana que vive en dicho territorio, y c) El territorio,
entendido como el espacio geográfico donde el Estado ejerce su poder sobre la población
que vive dentro de ese espacio geográfico.
Pero además hay un aspecto adicional, para que un Estado exista es necesario también que
sea reconocido como tal en el concierto internacional, es decir, por los demás estados.
Una de las diferencias fundamentales entre la nación y el Estado es que las personas se
sienten miembros de una nación porque comparten una cultura y una lengua común,
aprenden a vivir como seres humanos en tanto se pertenecen a un determinado pueblo; la
pertenencia a un Estado, en cambio, es una acción impuesta, es algo que las personas
terminan por aceptar como resultado de un proceso de dominación política de un grupo
social sobre el resto de la sociedad (Villoro. 1998).
Es necesario señalar que cuando los indígenas demandan el reconocimiento de las
nacionalidades y pueblos, se están refiriendo al concepto antropológico de nación cultural,
aunque en honor a la verdad, hay que señalar que se han cuidado mucho de utilizar este
término, y más bien han preferido hablar de nacionalidades.
El Ecuador ha declarado en su Constitución que es un Estado Plurinacional e intercultural
porque en su territorio coexisten varias nacionalidades y pueblos, y otras identidades
étnico-culturales. Según las organizaciones indígenas, las nacionalidades son entidades
históricas, culturales y políticas, formadas por los descendientes de los pueblos originarios
que habitaron en diversos lugares del territorio que actualmente pertenece al Ecuador, La
existencia de las nacionalidades como comunidades de lengua y de cultura es anterior a la
invasión y a la dominación española (ocurrida a partir de 1534) y a la constitución del
propio Estado Ecuatoriano (ocurrida en 1830). “Las nacionalidades se diferencian de otros
grupos humanos que viven en el país porque están asentadas dentro de un territorio
definido, y además tienen su propia lengua y su propia cultura. De todos los elementos
que definen a una nacionalidad, las más importantes son su lengua y su comunidad
lingüística.”(López Mónica.2013:8).
La definición de pueblo, en cambio, permite reconocer que existen diferencias entre
diferentes los grupos humanos que forman una nacionalidad; estas diferencias tienen
relación, básicamente, con el dialecto, las costumbres, la cosmovisión, los saberes, las
prácticas productivas y el sentido de pertenencia a una identidad local. En el caso
ecuatoriano, el concepto de pueblo ha sido muy útil para el reconocimiento de la diversidad
cultural al interior de la nacionalidad Kichwa.
Pero ¿Qué es la interculturalidad? Según los indígenas, la interculturalidad es la
convivencia armónica y pacífica entre las distintas nacionalidades, pueblos y colectivos
culturales que coexisten dentro del Estado Ecuatoriano. La interculturalidad permite
desarrollar relaciones de solidaridad, colaboración, respeto y complementariedad entre los
diversos pueblos y culturas que forman el Ecuador.
Pero hay algo más, el tratamiento de la diversidad cultural no es una exigencia ni un
capricho de las organizaciones indígenas de nuestro país; es un tema de actualidad que
debe ser procesado con mucha seriedad. El desarrollo del capitalismo a escala mundial, la
globalización y el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación han
ido aparejado de un intento de las metrópolis del mundo capitalista para uniformar el
comportamiento humano y para convertir la cultura del mundo occidental en la cultura del
planeta; esta posición se empeña en negar la alteridad, la diversidad y la diferencia. El
intento de uniformar el comportamiento humano en una sola cultura ha provocado el
surgimiento importantes procesos de revitalización y reafirmación identitaria por parte de
una gran diversidad de pueblos y naciones que se niegan a renunciar a su identidad étnico-
cultural, a sus formas de vida, a sus tradiciones y al uso de sus propias lenguas; pero
también ha provocado procesos de histeria colectiva en contra de los otros, de los distintos,
de los diferentes, de los que no son como nosotros; también ha dado origen a toda clase de
radicalismos, fanatismos y fundamentalismos, algunos de ellos, sumamente peligrosos, que
consideran que el único modo de resolver el problema de la diversidad y la alteridad
cultural, es la eliminación física de los otros. Ejemplos de esta atrocidad es la guerra entre
occidente y el mundo islámico, las guerras fratricidas en contra de las minorías étnicas en
la Europa Oriental, o las guerras intertribales, en el África subsahariana, o el surgimiento de
regímenes fascistas que en la década de 1940, asesinaron a millones de seres humanos por
el único delito de pertenecer a una minoría étnica (que en este caso fue el pueblo judío).
Frente a este panorama, es muy importante lo que ocurre en nuestro país, pues a partir del
concepto de interculturalidad, los ecuatorianos hemos demostrado al concierto de naciones
que la diversidad y la alteridad no son una amenaza sino una oportunidad muy valiosa, para
convivir pacífica y armónicamente entre personas de distintos pueblos y culturas, y que
tampoco es una debilidad sino una fortaleza, pues solo a partir del reconocimiento de la
existencia de la diversidad cultural es posible construir relaciones de solidaridad,
complementariedad y ayuda mutua, en un proceso de dialogo de intercambio de saberes,
cosmovisiones y propuestas de convivencia humana.
Transcendencia histórica del levantamiento de 1990.- El levantamiento del Intiraymi
marca un antes y después en la historia del país; las demandas planteadas por el
movimiento indígena no buscaban únicamente que se atiendan sus reclamos ni que el
gobierno satisfaga sus demandas; varios puntos del “Mandato por la defensa de la Vida y
los derechos de las nacionalidades indígenas”, fueron propuestas para el conjunto de la
sociedad ecuatoriana y en especial, para los pobres de la ciudad y el campo; los indígenas
realizaron un fuerte cuestionamiento al Estado Monocultural Mestizo y a su naturaleza
racista y excluyente; llamaron a todos los ecuatorianos a construir un nuevo modelo de
Estado, del que todos nos sintamos parte; un Estado plurinacional e intercultural, en el que
se reconozca la diversidad, la alteridad y la diferencia. También cuestionaron la naturaleza
de la democracia delegativa, que se reduce a convocar a los ecuatorianos a depositar su
voto cada cierto tiempo, para nombrar a sus jefes, a quienes se les otorga la facultad
omnímoda de situarse por encima de la sociedad civil y de pensar y decidir en nombre de
todos; pero los indígenas no se quedaron en el simple cuestionamiento, sino que plantearon
la necesidad de construir un nuevo modelo de democracia, de carácter participativo,
deliberativo e incluyente, que permita a las personas y a las organizaciones sociales
involucrarse activamente en la planificación, evaluación y ejecución de los proyectos y
programas de desarrollo, y también ejercer un control ciudadano permanente sobre la
gestión de sus mandatarios.
La visibilización de la presencia indígena y sus demandas obligó a los líderes políticos del
país, a partir de 1990, a etnitizar sus discursos y sus ofertas electorales, como lo
demuestran las campañas para la Presidencia de la República de Lucio Gutiérrez y Rafael
Correa.
Además, desde 1996, año en que el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik
Nuevo País participa en un proceso electoral, las autoridades indígenas que han asumido la
conducción de varios consejos provinciales, municipios y juntas parroquiales, han
desarrollado una nueva forma de gobernar en la que la participación ciudadana juega un
papel protagónico; han impulsado procesos de planificación, ejecución y evaluación
participativa del desarrollo local, han posicionado prácticas democráticas como la rendición
de cuentas, la veeduría y la contraloría social. Muchas de estas nuevas propuestas han sido
incorporadas en la Constitución del 2008. Otra iniciativa innovadora que se puso en
práctica a partir de la caída de Lucio Gutiérrez ha sido la constitución y la instalación del
parlamento indígena y popular, como un espacio de debate, deliberación y aprobación
participativa de políticas públicas, y de fiscalización de la gestión de los mandatarios.
Hoy, veinticinco años después del levantamiento de 1990, el movimiento indígena se
muestra disminuido en su capacidad de movilización y en su acción propositiva, y no es
para menos, la CONAIE y sus organizaciones filiales han sufrido un asedio y un
cercamiento político contante por parte del poder, muchos de sus dirigentes han sido
enjuiciados y perseguidos, otros han sido cooptados por los gobiernos de turno y tentados
con ofertas de cargos públicos. En otros casos, se ha promovido desde el Estado acciones
divisionistas y de debilitamiento interno.
Pero además, luego de que en la Constitución de 2008 se reconociera el carácter
plurinacional e intercultural del Estado Ecuatoriano, estos conceptos, que fueron novedosos
en 1990, actualmente han sido vaciados de su verdadero contenido y han sido objeto de una
usurpación simbólica; se han convertido en palabras huecas y en frases de moda. Igual
cosa ocurre como el concepto del Sumak Kawsay, que se ha ido degradando
paulatinamente a tal punto que ahora no es raro encontrar un restaurante, un bazar o un
campeonato deportivo del buen vivir.
A pesar de ello, es innegable que la emergencia del movimiento indígena como un nuevo
sujeto social y político con una gran capacidad de convocatoria y gran potencial e iniciativa
para proponer cambios radicales en la estructura del Estado, ha provocado importantes
transformaciones en la sociedad ecuatoriana. Uno de los hechos más palpables es que el
levantamiento de 1990 permitió visibilizar su presencia en la vida y en la historia nacional,
pues como lo señala Galo Ramón, “con el levantamiento nacional de junio de 1990, que
movilizó unos dos millones de indios, una quinta parte del Ecuador, el país es otro, Por fin
todo el mundo “sabe” que en el Ecuador hay indios.” (Ramón. 1993:252-253).
Hay momentos fulgurantes que marcan un hito en la historia de los pueblos, y en el caso del
Ecuador uno de esos hechos fue el levantamiento del Intiraymi de 1990; en esos días, el
país presenció en medio de un verdadero terremoto social, la emergencia multitudinaria de
un nuevo actor social, que tuvo la valentía y la audacia de proponer un conjunto de tesis
innovadoras para transformar el Estado, y para decir al mundo blanco mestizo: ¡Aquí
estamos!, ¡Nunca más la patria sin nosotros!
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