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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
CRÓNICA PERIODÍSTICA Y EL NUEVO PERIODISMO
LATINOAMERICANO: ANÁLISIS DE LA CONSTRUCCIÓN DE LOS SUJETOS ACTANTES EN DOS CRÓNICAS DE ALBERTO SALCEDO RAMOS Y LEILA GUERRIERO
TRABAJO DE GRADO PREVIO A LA OBTENCIÓN DEL TÍTULO DE LICENCIADA EN COMUNICACIÓN SOCIAL
EDITH MARÍA FREIRE VILLALVA
DIRECTOR: MSC. HUGO RENATO PALACIOS GARCÍA
Quito – Ecuador
2015
DEDICATORIA
A mis abuelas.
A mi madre y su segundo grado de escuela.
Por su letra mamá, mi mejor intento.
ii
AGRADECIMIENTOS
A mis profesores que al darme la punta del ovillo me abrieron un continente.
A todos los que he martirizado con preguntas y más preguntas:
Susana Sel, Gloria Pinzón, a mi ángel Consuelo. Jota y Xavi.
A mi director de Tesis.
A ti Dios mío, por amarme de forma crónica
iii
AUTORIZACIÓN DE LA AUTORÍA INTELECTUAL
Yo, Edith María Freire Villalva, en calidad de autora del trabajo de investigación o tesis realizada sobre “Crónica periodística y el Nuevo Periodismo Latinoamericano: análisis de la construcción de los sujetos actantes en dos crónicas de Alberto Salcedo Ramos y Leila Guerriero”, por la presente autorizo a la UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR, hacer uso de todos los contenidos que me pertenecen o de parte de los que contiene esta obra, con fines estrictamente académicos o de investigación.
Los derechos que como autora me corresponden, con excepción de la presente autorización, seguirán vigentes a mi favor, de conformidad con lo establecido en los artículos 5, 6, 8, 19 y demás pertinentes de la Ley de Propiedad Intelectual y su reglamento.
Quito, a 28 de abril de 2015
CC: 1803064656 edithfreire@gmail.com
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HOJA DE APROBACIÓN DEL DIRECTOR DE TESIS
En mi condición de Director (Tutor), certifico que la señora Edith María Freire Villalva, ha desarrollado la tesis de grado titulada “Crónica periodística y el Nuevo Periodismo Latinoamericano: análisis de la construcción de los sujetos actantes en dos crónicas de Alberto Salcedo Ramos y Leila Guerriero”, observando las disposiciones institucionales que regulan esta actividad académica, por lo que autorizo para que la mencionada señora reproduzca el documento definitivo, presente a las autoridades de la Carrera de Comunicación Social y proceda a la exposición de su contenido bajo mi dirección.
Msc. Hugo Renato Palacios García Director
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ÍNDICE DE CONTENIDOS
DEDICATORIA ii
AGRADECIMIENTOS iii
AUTORIZACIÓN DE LA AUTORÍA INTELECTUAL iv
HOJA DE APROBACIÓN DEL DIRECTOR DE TESIS v
ÍNDICE DE CONTENIDOS vi
ÍNDICE DE ANEXOS vii
RESUMEN viii
ABSTRACT ix
INTRODUCCIÓN 1
JUSTIFICACIÓN 5
CAPÍTULO I
COMUNICACIÓN Y NARRACIÓN
1.1 Comunicación: construcción de sentido 7
1.2 La comunicación como transdisciplina 8
1.3 Enfoques conceptuales sobre comunicación 10
1.3.1 Modelos comunicacionales que explican la comunicación masiva 11
1.3.2 Teoría crítica sobre la comunicación masiva 14
1.4 Salida de la comunicación crítica: hacia la construcción del sentido social 15
1.5 Mediaciones: el retorno del sujeto 17
1.6 Comunicación y narración 19
1.7 Narración y crónica 19
1.8 Función de los actantes y esferas de acción en la narración 21
1.8.1 El modelo actancial 22
CAPÍTULO II
PERIODISMO: UN ENCUENTRO POSIBLE
2.1 El periodismo como interpretación de la realidad 26
2.2 Objetividad: el crepúsculo de un ídolo 31
2.2.1 Retórica objetivadora 33
2.2.2 El punto de vista de Nadie 36
2.2.3 Doble juego de subjetividad 36
2.2.4 Un enfoque deontológico 38
vi
CAPÍTULO III
CRÓNICA PERIODÍSTICA: LA ARQUEOLOGÍA DEL PRESENTE
3.1 Crónica: entre la historia y la literatura 40
3.2 Un género híbrido 43
3.3 La generación del 60 48
3.4 Los nuevos cronistas de Indias 51
CAPÍTULO IV
ANÁLISIS DE LA CONSTRUCCIÓN DE LOS SUJETOS ACTANTES
4.1 Un país de mutilados 54
4.1.1 Lo deseado: derecho al territorio 56
4.1.2 ¿A quién le beneficia esta guerra?: la cuestión del villano 58
4.1.3 Juanes al rescate: el adyuvante 59
4.1.4 Destinador: de vuelta al ágora 60
4.2 El rastro en los huesos 63
4.2.1 El golpe militar de 1976 63
4.2.2 Sujeto: la tribu Snow 64
4.2.3 El objeto: la búsqueda de identidad 66
4.2.4 El destinador: los huesos 68
4.2.5 Relación sujeto-destinador: forenses y huesos 69
4.2.6 Adyuvantes: los más diversos 69
4.2.7 El villano: tragaba personas y escupía sus huesos 71
CONCLUSIONES 73
BIBLIOGRAFÍA 75
ÍNDICE DE ANEXOS
Anexo 1. Entrevista a Ana María Cano
Anexo 2. Entrevista a Alicia Montes
Anexo 3. Crónica “Un país de mutilados”
Anexo 4. Crónica “El Rastro en los huesos”
80
vii
Crónica periodística y el Nuevo Periodismo Latinoamericano: análisis de la construcción de los sujetos actantes en dos crónicas de Alberto Salcedo Ramos y Leila Guerriero.
Chronicle and Latin American New Journalism: an analysis of the construction of subject actants in two chronicles of Alberto Salcedo Ramos and Leila Guerriero.
RESUMEN
Investiga cómo la crónica contemporánea, desde la influencia del Nuevo Periodismo Latinoamericano, construye a los sujetos-actantes: sus deseos, búsquedas y tensiones de poder, elementos que fraguan las fuerzas temáticas de la narrativa actual.
La comunicación como un espacio privilegiado va más allá de la hegemonía de los medios masivos para investigar la construcción de sentido en la vida cotidiana de los sujetos. La crónica periodística, las subjetividades, nos llevan a analizar a los sujetos-actantes en dos crónicas de Alberto Salcedo Ramos y Leila Guerriero a través de una triangulación metodológica integrada por: el modelo actancial, teoría y entrevistas semi-estructuradas.
Se concluye que el Sujeto-héroe es construido desde las fiestas latinoamericanas de la violencia. La crónica como narrativa testimonial media el mundo melodramático de la cultura popular y cumple un rol vicario, cede la palabra al Sujeto-héroe para construir otras posibles historias, un mural de la memoria y de la vergüenza.
PALABRAS CLAVE: CRÓNICA PERIODÍSTICA / NUEVO PERIODISMO LATINOAMERICANO / SUBJETIVIDAD / NUEVOS CRONISTAS DE INDIAS / MODELO ACTANCIAL
viii
ABSTRACT
There is an investigation of how the contemporaneous chronicle, since the influence of the New Latin American Journalism, builds actant subject: desires, searches and power tensions; elements that forge thematic forces of the current narration.
Communication as a privileged space goes beyond dominance of mass media to investigate sense construction in the day today life of subjects. Journalistic chronicle, subjectivities, take us analyze actant subjects in two chronicles by Alberto Salcedo Ramos and Leila Guerriero through a methodological triangulation comprised by the actantial model, theory and semi-structural interviews.
It has been concluded that the subject-hero is built from violence Latin-American fests. Chronicle as a testimonial narrative is in the mid of the melodramatic world of popular culture and complies with a vicarious role, grants the floor to the subject-hero to build other possible histories, a memory and shame wall.
KEYWORDS: JOURNALIST CHRONICLE / NEW LATIN AMERICAN JOURNALISM / SUBJECTIVITY / NEW CHRONICLERS OF THE INDIES / ACTANTIAL MODEL
ix
INTRODUCCIÓN
Los linderos de la comunicación se han movido. Las topografías movedizas han demarcado nuevas
fronteras, encuentros, transferencias; un corrimiento de campos que hace imposible pensar la
comunicación con una mirada unidireccional o monolítica. En este nuevo amojonamiento, la
comunicación es un vértice generador de preguntas o diálogos desde su campo más fecundo: los
territorios límite o fronterizos. Los diques de las ortodoxias tradicionales se agrietan por un saber
que se resiste a ser parcelado.
Desde el inicio la apuesta fue multidisciplinar. De hecho, parecería inaudito que las primeras
teorías comunicacionales fueron elaboradas por ingenieros electrónicos o matemáticos como
Norbert Wiener, quien integró un equipo proveniente de disciplinas tan diversas como las
matemáticas, sociología, sicología, biología molecular y la lingüística, campos que a partir de los
años cincuenta, compartirán, “los conceptos de código, imagen, mensaje e información” (Mattelart,
1997:96). Luego se integraron la sociología, la antropología, así como los estudios semióticos,
para “rodear” y analizar los fenómenos de la comunicación, no solo en su vereda instrumental
(medios), sino en la construcción de sentido en la vida cotidiana de los sujetos.
Esta convergencia multidisciplinaria es una entrada emergente en el estudio de la comunicación,
tanto en la esfera académica-especializada, como en los estudios sobre lo instrumental-tecnocrático
(que pone el acento en las prácticas de los periodistas y sus modos de organización). Así los
diálogos se comparten para crear sentidos de comprensión en medio de realidades complejas, que
se resisten a ser fragmentadas en uno u otro campo.
Y justamente, la crónica periodística, como género fronterizo entre literatura y periodismo
trasgrede los bordes y se resiste a la delimitación de las ortodoxias. La crónica es un género
trasgresor de la taxonomía pura, mediación entre el orden factual y estético: “una tradición de
relaciones promiscuas”, según Albert Chillón (1999); en su condición de “género anfibio”,
“heterogéneo”, tiene la impertinencia de inaugurar un sentido dialógico con las narrativas
emergentes; una sutura entre discursos enfrentados o incompatibles: la crónica conjuga el
periodismo con la literatura, lo factual y lo estético, la oralidad y la escritura. “La intensidad
prosística, el humor, la fantasía, el desmadre”, según Carlos Monsiváis (2006,127).
Al ser un género fundante del periodismo, la crónica se remantiza en cada tiempo histórico y se
constituye en la mejor voz de una época. Su rastro cruza la historia, con apego referencial (sentido
fáctico), pero con indiscutibles pretensiones estéticas; y da cuenta de hechos y personajes
representados con vívida intensidad. Llegamos a este presente y el género fundacional del
1
periodismo está de retorno para desmontar los paradigmas de la teoría liberal: la objetividad y sus
retóricas de brevedad: qué, quién, cómo, dónde; pirámides y simplificaciones que perdieron su
actitud estética de compromiso frente al mundo de la vida. El género fundacional del periodismo
está de vuelta y re-ubica lo marginal en el centro de sus búsquedas: desplazados, mutilados,
desaparecidos, la vida de personas comunes en situaciones hostiles.
Por esa mirada de otredad, se ha insistido que la crónica es el “rostro humano de la noticia”, y es
allí precisamente donde se ancla nuestra pregunta de investigación: cómo la crónica contemporánea
construye a los sujetos-actantes: sus deseos, búsquedas, tensiones de poder, y cómo estas
búsquedas configuran las principales fuerzas temáticas de la crónica contemporánea.
Para esto, tomaremos varios aportes teóricos de la comunicación desde su vertiente
latinoamericana: Jesús Martín Barbero y Eduardo Vizer. Además de otros autores como Edgar
Morín, Eric Maigret, Armand Mattelart, etc. En la teoría del periodismo trabajaremos sobre los
postulados de Enrique de Aguinaga, Gomis, Núñez Ladevéze, Albertos Martínez. En la
conceptualización de crónica nos apoyaremos en las investigaciones de Susana Rotker, Albert
Chillón, Jezreel Salazar y desde las singulares definiciones de los mismos cronistas
contemporáneos.
El primer capítulo se abre con la comprensión de la comunicación como un campo multidisciplinar
y transdisciplinar en la construcción del sentido social de la vida. Lectura que permite ubicar la
comunicación en un espacio privilegiado que va más allá de la hegemonía de los medios para
retornar al sujeto, como constructor de las mediaciones: sociales, rituales, institucionales y técnicas.
Además se explicará el modelo actancial, como herramienta operativa o instrumental (según
Greimas) para acercarnos a los actantes de las dos crónicas que serán analizadas.
En el segundo capítulo, abordaremos el periodismo como interpretación sucesiva de la realidad, lo
que pone en tensión dos paradigmas: objetividad/subjetividad. Además, la cuestión de la retórica
objetivadora como concepto rendido a los inventarios de la “prensa liberal”, es decir, la
legitimación del supuesto lenguaje neutral, con el que se pretendió ocultar al “operador semántico”,
al enunciador de la “primera persona”, como si los textos se escribiesen solos o de forma
espontánea por fuerzas no humanas.
En el tercer capítulo, presentamos un trazo conceptual de la crónica periodística como un género en
tránsito que se constituye en la mejor voz de una época; que deviene nuevo en cada edad histórica
para contar el mundo fáctico con un indiscutible componente de pretensiones estilísticas (recursos
literarios) y su apuesta estética en cuanto postura política para traer al centro lo marginado:
desarraigados, mutilados, desaparecidos. Además, un breve mapeo de los canónicos del 60, de
cuyas vertientes abrevan los nuevos cronistas de Indias para narrar lo contemporáneo.
2
En el cuarto y último capítulo, llegamos a los sujetos - actantes construidos en la crónica
contemporánea, a través de dos crónicas escritas por dos de los mejores cronistas latinoamericanos.
Despejaremos las funciones actanciales de Greimas, a fin de identificar a los sujetos en sus
búsquedas, deseos y las tensiones de poder que confrontan al Sujeto-héroe. Y así, hilaremos una
triangulación metodológica con los siguientes elementos: modelo actancial + autores teóricos +
entrevistas semi-estructuradas.
2. METODOLOGÍA
El enfoque de esta investigación es cualitativo porque postula una concepción fenomenológica,
inductiva, orientada al proceso. La propuesta parte de una creencia constructivista de la producción
de sentido, considerando a la realidad como una construcción social de los sujetos.
El soporte primordial es textual. Recordemos que, los productos comunicacionales impresos suelen
combinar dos tipos de código: el icónico y el textual. Se entiende por género icónico las
fotografías, gráficos, dibujos, caricaturas, infogramas. Y por textual, el discurso producto de la
puesta en funcionamiento de la lengua. Este trabajo está orientado, exclusivamente a lo textual, por
el carácter descriptivo, narrativo o dialogal del corpus seleccionado.
La triangulación investigativa relevará bibliografía, el modelo actancial de Greimas y además
entrevistas semi estructuradas a docentes, periodistas e investigadores del género crónica.
Sobre el corpus
El corpus está integrado por dos crónicas escritas por Leila Guerriero y Alberto Salcedo Ramos,
que fueron publicadas en el 2008. En el momento de definir el corpus, se sistematizó los años de
producción de las crónicas de estos cronistas; y se halló que el 2008 contaba con la mayor cantidad
de material, en relación a los años pasados.
Además, no solo es la cantidad de material producido, sino que durante la primera década del año
2000, la producción de piezas de alto voltaje periodístico y estético, es una antología per sé de la
crónica periodística contemporánea. En cuanto a los autores, tanto la argentina Leila Guerriero,
como el colombiano Alberto Salcedo Ramos gozan de una autoridad de campo que se reitera en la
referencia entre autores, seminarios, talleres de crónica, el aval de sus pares, su voz marcada, su
tránsito como maestros del área, los libros publicados, los mayores premios que el género confiere,
etc.
Guerriero con su crónica, “Rastro en los huesos”, reportaje publicado en Gatopardo en abril de
2008 ganó el “Premio Nuevo Periodismo Cemex+FNPI”. En aquella ocasión, postularon 963
3
trabajos de toda Iberoamérica, pero Guerriero fue la que sacó mejor letra. “Rastro en los huesos”,
es parte del corpus.
Alberto Salcedo Ramos, estruja el sillón del cómodo lector, al narrar la vida de bufones y
perdedores, de gánster del box, de la violencia y el desasosiego. En el 2009, Salcedo Ramos obtuvo
el premio SIP a la excelencia periodística por “Un país de mutilados” publicada en la Revista Soho
el 12 de junio de 2008. Esta es la segunda crónica del corpus.
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JUSTIFICACIÓN
La crónica es uno de los géneros fundadores del periodismo. Deviene distinta en cada edad
histórica para contar el mundo fáctico con un indiscutible componente de pretensiones estilísticas
(recursos literarios). Por sus fronteras entre lo factual y lo estético, es la mejor voz de una época,
anclada al mismo tiempo a la realidad de donde absorbe su carácter factual, como a las técnicas
narrativas que utiliza para reconstruir hechos con vívida intensidad.
Es justamente su carácter polisémico que se resemantiza en cada época, que abre un intersticio para
narrar lo contemporáneo desde las historias mínimas, lo cotidiano y lo popular. La vida de las
grandes minorías: desplazados, desarraigados, desaparecidos, personas normales en situaciones
hostiles. Es pues la crónica un mural de este “costumbrismo postmoderno”, que narra el
desasosiego latinoamericano, “la necesidad de otra cosa y en otra parte”.
En esa búsqueda inquieta, América Latina tiene, aquí y ahora, un semillero de noveles periodistas,
a los que se les ha llamado “los nuevos cronistas de Indias”. Un puñado de cronistas que regados en
todo el continente han asumido el ejercicio periodístico como un acto estético, en tanto acto
político. En está reciente y muy contemporánea generación de autores están: Leila Guerriero,
Alberto Salcedo Ramos, Pedro Lemebel, Julio Villanueva Chang, Juan Villoro, Martín Caparrós,
Juan José Hoyos.
Aunque todavía es pronto para acercarse a estos autores, dada la estrecha perspectiva histórica, es
innegable que estamos frente a una proliferación de iniciativas que están haciendo ruptura en el
periodismo literario de América Latina. Lo emergente está allí: en las historias mínimas o relatos
de tugurio, narrándose desde la mirada de esta jauría de sabuesos. Para no solo ver. Digo mirar.
Acercarse a lo real con carácter y contar con temperamento.
Testigos de un fenómeno en plena construcción, nuestro locus enunciativo está en ciernes, sin
embargo vale la pena el avisoramiento académico a un fenómeno periodístico en ebullición, que
seamos nosotros desde este lado del Atlántico, quienes creemos las condiciones para su análisis y
proyección. Plantee este tema en el 2010 y recibí rechazo desde ciertos profesores que
consideraban a la crónica como género de la literatura y no un asunto para una escuela de
comunicación.
Han pasado cinco años, y el locus enunciativo para analizar la crónica periodística latinoamericana
y contemporánea se instaló en la academia de España. Situación que se tradujo en antologías, libros
5
de estudio, ensayos y tesis en el país Ibérico. Si nosotros como periodistas, comunicadores y como
latinoamericanos no analizamos nuestros propios fenómenos, estamos refundando aquella
dependencia epistémica que mira a Europa para entenderse así misma. Afortunadamente, en los
últimos dos años han surgido académicos como la argentina Alicia Montes, quien asumió el tema
como una beta de análisis. Sin embargo, la academia le debe mucho al género primigenio de la
historia y el periodismo: la crónica. Aquel “animalito raro”, que habita en los márgenes de lo
promiscuo, bastardo, fronterizo.
Aquí una insistencia. Un aporte sencillo de una larga búsqueda.
6
CAPÍTULO I
Comunicación y narración
“De lo que se trata (…) es de indagar lo que la comunicación tiene de intercambio e interacción entre sujetos construidos, y ubicados en condiciones que son, de parte y parte aunque asimétricamente, producidos y de
producción, y por tanto espacio de poder, objeto de disputas”
Martín Barbero
Comunicación: construcción de sentidos
Los linderos de la comunicación se han descentrado, afectando los modos de interacción social:
hemos transitado de las formas primigenias de comunicación hacia el uso de las tecnologías en
sentidos que redimensionan el espacio y el tiempo. En este nuevo amojonamiento, la comunicación
es un vértice generador de preguntas o diálogos desde su campo más fecundo: los territorios límite
o fronterizos. Cada vez más, los medios ocupan un lugar protagónico, y configuran una sociedad
que es pensada como una sociedad de la información.
Los desplazamientos de la comunicación producen en la materialidad diferentes modos de narrar y
de construir los sentidos sociales. Se une la tecnología que transforma las maneras de relatar la vida
social y fusiona la temporalidad y la distancia. De forma que, se amplía este campo de estudio.
Desde la teorización se han producido diferentes modelos y categorías conceptuales para dar cuenta
del complejo escenario comunicacional. En la diacronía la comunicación está atravesada por varias
disciplinas, que han incidido en la investigación sobre este tema, por citar algunas como: la
sociología, las matemáticas, estudios sobre política y propaganda, psicología, antropología, incluso
la economía, entre otras ciencias.
Esto hace imposible pensar la comunicación con una mirada unidireccional, monolítica. A decir de
Martín Barbero, para estudiar la comunicación, se procura construir una legitimidad de campo, para
abordarla como objeto de estudio. Al parecer el estallido de las fronteras “entraña la configuración
de un campo de conocimiento poblado de objetos con contornos difusos, imposibles de encerrar en
las mallas de una saber rígidamente parcelado” (Barbero, 1997: 2). Es decir, al definir la
comunicación como un concepto cerrado y acabado caemos en el determinismo reduccionista que
se aparta del ejercicio de la complejización, para pensar la comunicación. Esto plantea lo siguiente:
para estudiar la comunicación, necesitamos conocer y utilizar conceptos que permitan construir un
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marco conceptual interdisciplinario; un marco teórico acorde al problema que proponemos
describir.
Por tanto, este trabajo está planteado desde una entrada transdisciplinaria y multidisciplinaria
(Vizer, 2003). Para efectos de esta investigación entenderemos la comunicación como “la
construcción del sentido de la vida social”, “las relaciones de sentido construidas en la vida
cotidiana de la gente, en los relatos de los que se sirven para conocerse a sí mismas, en la
conversación de las costumbres con los medios masivos” (Vizer, 2003: 14; las cursivas son del
original); premisa que fue subrayada por el pensador Jesús Martín Barbero (Vizer, 2003).
Al comprender la comunicación como una “construcción del sentido de la vida social” (Vizer,
2003: 14), subyace una propuesta que trasciende el dominio positivista que explica los hechos
comunicacionales como efectos de información. Un paradigma que permite observar a los sujetos
actores que intervienen en el proceso de intercomunicación. Sujetos, de quienes se puede describir
las subjetividades y modos de expresión que se manifiestan en los productos culturales.
También, la noción de “construcción” permite describir y racionalizar los hechos cotidianos, al
observar las acciones particulares que permiten leer los sentidos más generales. Esta
conceptualización permitirá analizar los temas que abordaremos en este trabajo: el periodismo
interpretativo, la narración y la crónica.
La comunicación como transdisciplina
El paradigma de investigación actual está dominado por la transdisciplinariedad (T) y la
multidisciplinariedad (M). Estos conceptos ayudan a superar la barrera de la disyunción y
reducción, y a observar la dimensión de la complejidad (Edgar Morín, 1984). Dado que el
conocimiento se ha construido desde campos autónomos de disciplinas, de especializaciones.
Cuestión que hace del conocimiento un sitio cerrado, que cosifica el objeto de estudio y aparta al
observador de la observación (Edgar Morín, 1999). Además, cada disciplina tiene su propia matriz
disciplinaria, y una comunidad científica (Kuhn, 1986).
De modo contrario, la noción de transdisciplinariedad permite la ruptura de las especializaciones
cerradas, de la inteligencia compartimentada, mecanicista y reduccionista, “rompe lo complejo del
mundo en fragmentos separados, fracciona los problemas, separa lo que está unido,
unidimensionaliza lo multidimensional” (Morín, 1999:18). Esta forma fragmentada de mirar el
“mundo de la vida” impide analizar los problemas que exigen ser pensados desde varias
competencias disciplinarias.
8
Con la T es posible la confluencia de las disciplinas que permiten realizar ejercicios de
comparación y de oposición sobre la investigación y, en algunos casos ensayar nuevas
combinaciones disciplinarias. También, un entrelazamiento de conceptos provenientes de distintas
disciplinas, que transfieren entre sí las posibilidades de análisis de un problema social, la
interdisciplinariedad (Nicolescu, 1996).
Con la transdisciplinariedad comprendemos que la comunicación es una disciplina transversal a
distintos conocimientos. Es decir que, las distintas comunidades científicas necesitan sistemas de
información para codificar los conocimientos y hacerlos común. En esta lectura la comunicación es
una disciplina que se construye por convenciones sociales de los investigadores (Martín-Barbero,
2002). De esta forma la comunicación constituye el lugar central de encuentro de las disciplinas a
una dimensión que se denomina en la época actual como “sociedad de información” (Castells,
2000). Esta intermediación de la comunicación, necesaria entre las distintas disciplinas, es lo que
abocó en los años sesenta a pensar la comunicación como un espacio autónomo de estudio o como
una disciplina que está en los bordes de las distintas ciencias.
Por otro lado, asignar la comunicación a las Ciencias Sociales implica que es una disciplina con
objetos de estudios autónomos, que incluyen metodologías de investigación. Quizá los estudios
sobre comunicación ingresan tarde a abrir un espacio propio de investigación. A mediados del siglo
veinte toma fuerza la idea de la transdisciplinariedad. Los campos de las distintas disciplinas
empiezan su desplazamiento, permitiendo el acceso y uso interactuado de conceptos. Por ejemplo,
la lingüística de Saussure fue utilizado por Lévi-Strauss para explicar hechos en la Antropología
(Martín-Barbero, 2001).
Esto dificulta pensar el objeto de estudio sobre comunicación. Sin embargo, los seguidores de la
escuela funcionalista intentarán buscar la fundamentación conceptual de manera científica-positiva
sobre la comunicación desde los criterios matemáticos. Tema que trataremos más adelante.
En cambio desde el pensamiento transdisciplinar, la comunicación como transversal a los distintos
conocimientos, busca la construcción del objeto de estudio sobre la comunicación. Mientras se
procura construir legitimidad de campo para abordar esos objetos, al parecer el estallido de las
fronteras “entraña la configuración de un campo de conocimiento poblado de objetos con contornos
difusos, imposibles de encerrar en las mallas de una saber rígidamente parcelado” (Barbero, 1997:
2). De modo que, la realidad social se presenta en su complejidad, también en las maneras de
abordar las particularidades.
Además, se configuran nuevos temas de investigación, otras formas de indagación, cambian las
maneras de preguntar sobre los problemas. Esto “des-localiza los saberes y des-legitima sus
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fronteras entre razón e imaginación, entre saber e información, naturaleza y artificio, ciencia y arte,
saber experto y experiencia profana” (Martín-Barbero, 2001: 22).
La comunicación se presenta como un lugar estratégico que permite vincular y hacer confluir
debates sobre la cultura, la política. Y, enfáticamente observar los estudios de comunicación y
construir objetos de estudios, como los siguientes: los medios de comunicación y su incidencia en
la sociedad; la comunicación y la cultura: el lugar de la producción y reproducción de las
“mediaciones”; estudios que referencian las recepciones y el consumo de los medios masivos; los
que se enfocan a los contenidos y de la articulación de discursos en los contenidos; también sobre
las tecnologías de comunicación, entre otros temas.
En resumen, a partir del concepto de transdisciplinariedad es posible hacer confluir varios
conceptos para investigar un problema, también posibilita la intervención de otras disciplinas para
lograr un marco de investigación. Además, la transdisciplinariedad en las Ciencias Sociales hace
que las disciplinas se desborden y los límites se desplacen. La comunicación encuentra un lugar
estratégico que permite articular los conocimientos para pensar la sociedad. Si bien, no existe un
objeto de estudio autónomo sobre la comunicación; sin embargo, es posible construir, de manera
conceptual, objetos de estudio comunicacionales.
El criterio de transdisciplinariedad lo entendemos como la confluencia de distintos conceptos
provenientes de varias disciplinas que permiten un marco conceptual para analizar el problema que
hemos planteado. Utilizaremos la noción de “mediaciones” donde la cultura-social es el lugar de la
narración; el criterio de narración proveniente de la literatura o la narrativa; el periodismo y el
género de la crónica; además revisaremos el denominado “nuevo periodismo latinoamericano”.
Enfoques conceptuales sobre comunicación
Siguiendo los planteamientos de los autores, Alicia Entel (1995) y Éric Maigret (2005)
encontramos que las teorías positivas dan cuenta de una sociedad administrada, con sus modelos
que intentan explicar la comunicación. También están las teorías desde un enfoque marxista que
explican la comunicación de masas, donde confluyen temas como la cultura, ideología, el poder y
la dominación de los grupos económicos de poder.
En cambio, los Estudios Culturales tienen una entrada antropológica y un marxismo revisionista
que busca reivindicar las prácticas culturales, esto es de las culturas populares; donde la noción de
comunicación está relacionada con la codificación/decodificación de la producción de los medios
masivos. También, una propuesta interesante la realiza Mattelart (1997), al observar la
comunicación en Latinoamérica y la dependencia teórica y tecnológica en estos territorios.
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Si bien, el contexto de estas teorías es todavía la búsqueda del objeto de estudio de la
comunicación; dado que buscan explicar los actos y procesos de comunicación, ya sea en el mundo
social y sobre la participación del ser humano en la comunicación.
Sin embargo, nos apoyamos en los aportes de Jesús Martin-Barbero y Eduardo Vizer (2003). Estos
autores explican los estudios de comunicación desde dos perspectivas. En primer lugar, existe la
tendencia hegemónica dominada por lo "tecnocrático-disciplinario", es decir, la acción instrumental
de un trabajador profesional de la comunicación, por ejemplo un periodista; y el "académico-
especializado" (Vizer, 2003: 9), léase investigadores académicos. Para estos autores los estudios
sobre la comunicación no logran todavía encontrar un anclaje ontológico. Consideramos que es la
"complejidad cultural" y en ella las dinámicas de la tecnología que transforma la subjetividad. Por
lo cual, es necesaria una teoría sobre la comunicación, sin embargo, esta debe nacer desde los
hechos, desde la práctica transformacional y trascendental de ser humano (Vizer, 2003: 9).
Desde estos autores (Martin-Barbero y Vizer) la comunicación se puede enfocar en las prácticas de
los periodistas, sus modos de organizarse y la interacción con las instituciones de comunicación.
Otra es aquella que se dedica a la investigación académica, ya sea de los procesos de producción de
información o como Vizer (2003), quien procura una búsqueda o razón ontológica que sustente una
episteme para la comunicación. Además, están aquellos que se enfocan sobre las tecnologías, el
Internet y las nuevas tecnologías de comunicación que inciden en los medios de comunicación, en
los contenidos y en los productores de información, los periodistas y dinámicas mediatizadas por la
tecnología.
De tal manera que el tejido conceptual de la comunicación puede plantearse desde diferentes
abordajes. No es nuevo decir, por tanto que, la comunicación se apoya en varias disciplinas. Por
ejemplo, desde una perspectiva psicológica, es concebida como conducta (Gerbner y Pearce,1990)
como un acto objetivo de información; desde la semiosis social (Verón) esto es desde la semiótica;
también desde la institucional y la histórico-cultural. Puede plantearse como una (inter-trans)
disciplina de la cultura, o bien como una “construcción sociosimbólica e imaginaria de la realidad”
(Vizer, 2003:146).
Modelos comunicacionales que explican la comunicación masiva
Los estallidos de la segunda guerra mundial llegaban a su fin, cuando el matemático Norbert
Wiener integra un equipo que convoca disciplinas tan diversas como las matemáticas, la sociología,
la sicología, la biología molecular y la lingüística, campos que, a partir de los años cincuenta,
compartirán “los conceptos de código, imagen, mensaje e información” (Mattelart,1997:96).
11
En 1948, Wiener escribe: “si los siglos XVII y la primera parte del XVIII fueron la edad de los
relojes, y el fin del XVIII y el XIX la de las máquina de vapor, el presente es la edad de la
comunicación” (Barbero, 2001:39). Al parecer, el matemático divisó un horizonte donde la
comunicación es un vértice catalizador de nuevos paradigmas para la sociedad. De hecho, esta
escuela describe a la comunicación como el lugar donde transitan los intercambios sociales. De
hecho, fue Wiener quien introdujo la noción de feedback (Maigret, 2005), que busca optimizar el
flujo de la información; es decir, permite conocer posibles respuestas y, ayuda a detectar las
reacciones de los receptores.
Este planteamiento resulta innovador frente a otras propuestas como la Teoría de la aguja
hipodérmica y la Bala mágica, planteados desde la psicología conductista radical, trazada por
Harold Lasswell y Charles Wright; que se desarrolló en los años treinta. La comunicación es
pensada como acto lineal, de una vía. Estructurada para la propaganda, con alto contenido político,
que busca incidir y modular a las audiencias de manera masiva (Maigret, 2005). Debemos señalar
que, esta teoría marca el inicio para explicar la comunicación como un conocimiento. Si bien estas
nociones están en desuso, sin embargo se constituyen como el punto de partida para describir a este
conocimiento.
Desde finales de los años 40, un discurso ecléctico tomó conceptos y modelos de ámbitos
incomprensibles como “la teoría general de sistemas, o la teoría matemática de la comunicación, la
información y la cibernética” (Vizer, 2003:87) para hacer comprensibles las relaciones de los
hombres como sistemas de información, lo que dio paso a la “teoría Matemática de la
información”.
Shannon, un ingeniero electrónico discípulo de Wiener, propuso “medir la cantidad de información
que contiene un mensaje y aumentar la velocidad de su transmisión disminuyendo el ruido y las
pérdidas que se producen en el recorrido” (Barbero, 2001:40). Shannon es padre de “la teoría
matemática de la comunicación”, que propuso en 1948 el famoso esquema: fuente-emisor-
mensaje-receptor-destinatario.
La influencia de Shannon, Weaver, Wiener, Fano fue reconocida en las formulaciones del lingüista
Roman Jakobson. Para él, en esta teoría los problemas de intercambio de información alcanzan una
“formulación más exacta y menos ambigua, un control más eficaz de las técnicas utilizadas, así
como unas posibilidades de cuantificación prometedoras” (Mattelart, 1997: 97) que serían llevadas
a la antropología (sistemas de parentesco) y a los sistemas lingüísticos.
Hay que reconocer que la “Teoría de la información” tuvo vigencia por dos décadas, con
defensores como Kullvac y Lieber, quienes observaron la vida social y los hechos empíricos como
12
si se tratase de un ordenador, es decir, “enfoques tecnológicos del comportamiento humano”
(Chomsky: 1977,135).
El modelo estaba consagrado, hasta que treinta años más tarde, el lingüista Noam Chomsky
interrogó el esquema lineal. El modelo fue cuestionado. El engranaje de las relaciones
interpersonales, el espesor de las capas de la cultura resulta de una densificación demoledora para
un esquema lineal de flechas y cuadros. “Los canales de transmisión y unos circuitos complejos, no
constituyen la estructuración ni de la cultura, ni de la comunicación. Se trata de un esquema en el
mejor de los caos operacional” (Greimas, 1987:288). Además, este modelo no toma en cuenta el
aspecto semántico de la información (Silva, 2008), y la interpretación a la que se somete la
información cuando es difundida.
Para los años sesenta se inicia el cuestionamiento hacia el paradigma dominante, esto es, creer que
los medios de comunicación ejercen una supremacía dominante, que son instrumentos supremos
que modelan de forma irreflexiva las opiniones de la gente. La propaganda como una posibilidad
de adherir voluntades a través de la “circulación de los símbolos eficaces” (Mattelart: 1995,28).
El cuestionamiento surge al preguntarse más bien por las audiencias y los usos que hacen con los
medios de comunicación. La “Teoría de los usos y gratificaciones” planteados por Paul Lazarsfeld,
Eliu Katz entre otros autores, representan un cambio de enfoque para describir la comunicación a
partir de las audiencias (Maigret, 2005). Es decir, es una aproximación hacia los consumidores de
la información y observar los múltiples usos que estos hacen con los contenidos emitidos en el
periódico, la radio y la televisión, en los años sesenta y setenta. Además los contenidos de la
información pasan por la codificación específica. De tal modo que, las audiencias participan.
En síntesis esta teoría busca estudiar la recepción. "En particular, en Estados Unidos se han
interesado por conocer los patrones de exposición de las audiencias, así como sus gustos,
preferencias y necesidades" (Lozano, 2005: 25). A decir de Maigret (2005), esta teoría pone en el
escenario a los “líderes de opinión” con su papel de influencia personal y de persuasión sobre los
grupos sociales, esto es un dirigente de una asociación, líder de un grupo religioso, el padre de
familia, un grupo de lectura literaria, gestores que se constituyen en líderes que inciden en la toma
de decisiones.
Debemos subrayar que esta corriente se apoyó en las grandes empresas de medios de comunicación
para desarrollar las investigaciones. "Esto propició que la mayoría de los estudios se centraran en el
análisis del receptor y se descuidara la investigación de los medios como productores de mensajes”
(Lozano, 2005: 25). Esto aletargó el objetivo de la investigación centrada en la comunicación.
La fórmula fue llevada hacia varios sectores de investigación, lo que dio paso a variadas
metodologías como, “análisis de contenido, análisis de los medios de comunicación o soportes,
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análisis de audiencias y análisis de efectos” (Mattelart, 1995: 30). De las metodologías enumeradas
se ha puesto especial énfasis en el análisis de efectos y su relación con el análisis de contenido, que
se utilizan hasta hoy, enfáticamente en los estudios de comunicación relacionadas con publicidad y
marketing (Maigret, 2005).
Podemos decir que esta perspectiva encuentra asidero en los estudios sobre los sistemas de medios
masivos de comunicación, referentes a temas como la información, la objetividad en los contenidos
de los medios y en el periodismo. Esto será más evidente al revisar el tema sobre el periodismo, en
las conceptualizaciones como “agenda setting”, “gatekeeper”, que entienden al periodismo en la
dinámica de sistemas funcionales en la esfera social, política, económica, etc.
Teoría crítica sobre la comunicación masiva
Entre las investigaciones norteamericanas y las europeas encontramos como punto de relación que,
estas dos corrientes de pensamiento entienden la sociedad como una masa influenciable, pasiva y
manipulable, como lo han expuesto Lozano (2007) y Maigret (2005). Si bien el positivismo busca
administrar esta influencia sobre la sociedad, a través de los medios de comunicación; en cambio
en Europa los investigadores toman una línea crítica, como lo demuestra Lozano (2007):
Esas teorías de la sociedad de masas, pese a compartir características como las anteriores, en términos generales se dividían en dos tendencias claramente diferenciadas: la postura aristocrática de filósofos y ensayistas como Nietszche, T. S. Eliot y Ortega y Gasset, y la posición crítica de los miembros de la denominada Escuela de Frankfurt: Adorno, Horkheimer y Marcuse. (Lozano, 2007: 20).
Para las dos corrientes la sociedad masificada es una amenaza, también entienden la masificación
como un efecto producido por los medios de comunicación (Swingewood, 1981 en Lozano 2007).
Para la postura aristocrática, la sociedad se presenta clasificada y en ella la producción cultural que
podríamos denominar la cultura elitista o la alta cultura. Para esta corriente el acceso de las masas a
la alta cultura representa la degradación, dado que para las masas la cultura pierde su significado
legítimo y estético. Las masas están bajo el dominio caótico de la barbarie (Swingewood, 1981 en
Lozano 2007).
La posición crítica integrada en la conocida Escuela de Frankfurt o Escuela Crítica, corriente de
pensamiento que sintetiza las obras de Marx y Freud, une la economía con el psicoanálisis para dar
cuenta de una sociedad masificada (Muñoz, s/f), reflexiona a la vez, “la tarea de repensar
interdisciplinariamente desde la filosofía, sociología y la historia, el universo de la cultura de
masas” (Barbero, 2001:41). Los de Frankfurt desarrollan su preocupación por los totalitarismos, la
tecnificación de las sociedades y la crítica social. Es el contexto de la "crisis de la razón".
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Cuestionan el fallo de la racionalidad como eje de referencia y máxima guía para la modernidad.
Dado que el fin sustantivo de la razón debía ser el progreso de la sociedad, entregar un sujeto
civilizado. Sin embargo, la sociedad para la Escuela de Frankfurt, se presenta oscurecida por la
racionalidad, que se ha convertido en un instrumento de dominación. Un instrumento con el que se
somete a la naturaleza y a los humanos. La racionalidad, en el sentido científico técnico “había
creado sistemas de dominio y de control”; codifica a las personas, los deshumaniza. De modo que
la racionalidad se ha transformado en irracionalidad (Horkheimer, 1973).
Uno de los conceptos articulados por esta Escuela es la "Industria cultural", cuestión sobre la que
Martín-Barbero dialogará y debatirá para argumentar sobre las mediaciones. La "industria cultural"
(Horkheimer, 1973) describe el dominio de la racionalidad instrumental, que interviene en la
producción técnica, que masifica los productos culturales. Como también da cuenta de la
producción industrializada de consumo social serializada. La producción se relaciona con el
consumo y domina a la racionalidad sustantiva. De este modo es una sociedad oscurecida. Que
busca el consumo y el bien estar, que sufre de los "cálculos de los efectos" de la racionalidad
instrumental. El consumo sin fin, sin objetivos, una reproducción interminable (Horkheimer, 1998).
Desde esta perspectiva, los medios de comunicación y la producción que ofrecen estos medios, se
insertan en el proceso de la industria cultural. Producción y difusión que responde a la lógica de la
propaganda que fetichiza y manipula los sentidos de los seres humanos.
Horkheimer piensa del cine y la televisión lo siguiente: "La industria cultural ofrece como paraíso
la misma vida cotidiana de la que se quería escapar. Huida y evasión están destinadas por principio
a reconducir al punto de partida. La diversión promueve la resignación que se quisiera olvidar
precisamente en ella." (Horkheimer, 1998:186). De modo que los contenidos de los medios
cumplen la función de dominación de la lógica social. En sentido económico los propietarios de los
medios usufructúan con la información y dominan los contenidos. Aunque, también los
propietarios son efectos de la racionalidad técnica. En sentido individual, el sujeto está des-
individualizado, masificado, homogeneizado. En contraste, toma sentido la lectura de Martín-
Barbero, que dialoga y presenta los desacuerdos sobre la Teoría Crítica.
Salida de la comunicación crítica y de masas: hacia la construcción del sentido social
Martín-Barbero cuestiona la “Industria Cultural” por la carga ideológica que impone para el
análisis de los medios de comunicación. El autor de la teoría de las mediaciones pone un punto de
interrogación sobre Horkheimer y Adorno por reducir a las audiencias como atrofiadas de cualquier
posibilidad reflexiva; por subestimar la producción simbólica de los sujetos (Martín-Barbero,
2001). La carga ideológica termina con un sujeto objetivado cosificado; deshumanizado de su
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capacidad subjetiva. No logra una autonomía identitaria. Y, no permite describir el sentido con el
que interactúa en el mundo social. De ahí que Barbero cuestione a los seguidores de la Escuela
Critica en América Latina, pensadores como Antonio Pasquali (1976) que, investigan desde esta
perspectiva.
Más bien es la búsqueda de una teorización propia, una que esté acorde al contexto social de
Latinoamérica y de los procesos culturales. Cuestionar "todo lo que el pensamiento de Frankfurt
nos impedía pensar a nosotros, todo lo que de nuestra realidad social y cultural no cabía ni en su
sistematización ni en su dialéctica" (Martín-Barbero, 2003: 49).
Siguiendo a Martín-Barbero (2003), encontramos que las investigaciones sobre la comunicación
están enfocadas hacia los “medios de comunicación y su vinculación con la sociedad”, el estado y
el individuo; otros estudios están enfocados a revisar la producción de los discursos, y analizar los
contenidos; están los que se enfocan en la recepción, el consumo de las publicaciones de los
medios. Y, otro grupo se dedica a las tecnologías de comunicación. Sin embargo, la transversalidad
de la comunicación es más compleja. Es imposible anclarse en un solo enfoque. De aquí que
Martín-Barbero (2003) observe que, la lectura de los medios masivos sobre la sociedad y el
individuo, sea por la vía funcionalista o la Escuela Crítica, necesite una relectura.
Este autor propone dos planteamientos para salir de la lectura masificante de la comunicación: la
premisa de "la hegemonía comunicacional" y la búsqueda de un "nuevo lugar de la cultura en la
sociedad" (Martín-Barbero, 2002: 32). Con estas nociones se busca describir la construcción del
sentido en el complejo escenario social y cultural.
El concepto de partida es la “razón comunicacional” (Martín-Barbero, 2002), noción que surge
sobre los cuestionamientos a la Escuela Crítica y como una propuesta que se opone a la “razón
comunicativa” de Habermas. Martín-Barbero arguye lo siguiente:
Lo que estamos intentado pensar (…) de un lado, la hegemonía comunicacional del mercado en la sociedad: la comunicación convertida en el más eficaz motor del desenganche e inserción de las culturas -étnicas, nacionales o locales- en el espacio/tiempo del mercado y las tecnologías globales” (Martín-Barbero, 2002: 32; cursivas del original).
Esta premisa supera las nociones de ideología y el dominio en los estudios sobre los medios de
comunicación y la relación con la sociedad y el individuo. Y, tiene una doble vía, la del
desenganche e inserción de los bienes culturales. Lectura que permite observar la comunicación en
un espacio intermedio, lugar donde los sentidos toman las orientaciones; si bien los medios de
comunicación participan en esta construcción, sin embargo, son los individuos en la cotidianidad
los que construyen los sentidos sociales.
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Como hemos insistido, este planteamiento se aparta de la lectura de los medios de comunicación y
su influencia directa sobre las audiencias, como supone el funcionalismo. También, como lo
entendió la Escuela Crítica, como el dominio ideológico, desde las “Industrias culturales”; dominio
de los medios de comunicación y la reproducción de información sobre la sociedad.
La lectura de “hegemonía comunicacional del mercado en la sociedad” (Martín-Barbero, 2002: 32),
busca hacer frente a la envergadura de lo económico-cultural y el dominio de las tecnologías
audiovisuales y la información que aceleran los procesos de globalización, cuestión que produce
"efectos desocializadores del neoliberalismo", el dominio del mercado (Martín-Barbero, 2003). El
efecto de esto, será posible enfrentar al incluir la noción de cultura, lugar de la producción,
reproducción de los efectos, donde los sujetos son capaces de apropiarse y transformar la
hegemonía comunicativa hacia modos autónomos de interpretación.
También, Martín-Barbero plantea realizar el movimiento hacia las mediaciones de la comunicación
y la cultura, en lo que denomina, "nuevo lugar de la cultura en la sociedad" (Martín-Barbero, 2002:
32).
En sentido investigativo, este movimiento significó el desplazamiento de los objetos de estudio. En
este caso los estudios sobre los medios de comunicación "entendidos principalmente como
tecnologías, como empresas o como instituciones sociopolítica hegemónicas" (Sánchez, 2000: 52).
En cambio, se pone la mirada en la vida cotidiana de los receptores. El espacio cultural se observa
dinámico, lugar de las apropiaciones de los mensajes y "los negocian o resemantizan para llegar
incluso a volverse cómplices gozosos de su propia dominación" (Sánchez, 2000: 52). Esto implica
reconocer al sujeto y las capacidades de producir, reproducir y transformar la información, es decir,
volverlo comunicacional. También significa que para analizar tal cotidianidad es necesario
abordarla como un entramado complejo, y un marco conceptual, abierto y compartido,
multidisciplinar.
Mediaciones: el retorno del sujeto
Este es el contexto para las “mediaciones”. Tema que relaciona la producción cultural y la
comunicación. Sin lugar a dudas, podemos decir que, esta teorización entiende la participación de
los sujetos. No solo como actores de las prácticas sociales sino por la confluencia de las
mediaciones, entiéndase aquellas instituciones que han cumplido este papel, como la familia,
partidos políticos, sindicatos, la comunidad y sus costumbres. También, se entiende el papel
individual del sujeto, dado que se abandona el dominio ideológico de los medios. El sujeto tiene la
capacidad de producir sus propios medios simbólicos con los que logra comunicabilidad. Martín-
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Barbero encuentra cuatro dimensiones donde se producen las mediaciones comunicativas:
"socialidad, ritualidad, institucional y tecnicidad" (2001: 74).
La “socialidad” es el espacio donde se producen las cotidianidades sociales. Donde los seres
humanos se encuentran con su identidad y se relacionan generando interpretaciones. La múltiple
vía de la interpelación; es la "multiplicidad de modos y sentidos en que la colectividad se hace y se
recrea, la polisemia de la interacción social" (Martín-Barbero, 2001: 74). Es decir, la mediación se
entiende aquí como la acción de los sujetos en el mundo social, donde se encuentran con sus
prácticas comunicacionales.
La “ritualidad” remite a los usos sociales de los medios, modos de relación con los medios y a las
trayectorias de "lectura" que están en relación a las condiciones sociales, por ejemplo el género,
nivel de educación. "Las ritualidades constituyen también gramáticas de la acción -del mirar, del
escuchar, del leer- que regulan la interacción entre los espacios y tiempos de la vida cotidiana y los
espacios y tiempos que conforman los medios" (Martín-Barbero, 2001: 75). Responde a la pregunta
de ¿cómo se mira y cómo se lee en los grupos, diferenciados por el nivel de educación (por
ejemplo)?
Lo “institucional” remite a la organización de los movimientos sociales, que transgreden las
formalidades de los partidos políticos, como también la administración de las burocracias. Da
cuenta de los usos que estos hacen de la comunicación en sentido de representarse y representar a
la política y de manifestar una identidad de grupo.
Mientras la “tecnicidad” significa no solo la tecnología, sino el cambio que demandan las
tecnologías, nuevas prácticas, destrezas y nuevos lenguajes, está muy relacionado con la
globalización. "Ello no sólo en el espacio de las redes informáticas sino en la conexión de los
medios -televisión y teléfono- sin el computador replanteando aceleradamente la relación de los
discursos públicos y los relatos (géneros) mediáticos con los formatos industriales y los textos
virtuales" (Martín-Barbero, 2001: 78). De este modo la tecnicidad implica cambios en los modos
de comunicación; en las formas de narrar, de escribir una noticia, de contar una crónica.
Con esta revisión encontramos que la mediación da cuenta de acciones de sujetos que son capaces
de producir en la interacción social, producciones simbólicas de significación. Podemos decir que
es el lugar ontológico de las mediaciones, donde converge la cultura, la información de los medios
de comunicación y la acción de recepción, la política, el género, nivel de educación, situaciones y
contextos, prácticas comunitarias, organizaciones sociales.
Para los fines de este trabajo aplicaremos esta teorización, en el tema que nos ocupa: la
construcción de los sujetos en la crónica periodística del nuevo periodismo Latinoamericano.
Entendiendo como mediación la crónica periodística, la narración en sentido literario y su mirada
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en las prácticas culturales narradas por el cronista. Si bien el tema en cuestión se presta para
múltiples lecturas, delimitamos el trabajo para observar la mediación producida por el cronista para
narrar a los personajes, para describir a los actores en las crónicas: “Un país de mutilados” (Alberto
Salcedo) y “El rastro en los huesos” (Leila Guerriero).
Observar al cronista, que construye en su narración a distintos personajes, nos ubica en lo que se
denomina la “mediación individual” que surge del ejercicio cognoscitivo (Orozco, 2006). Para
preguntarnos sobre la apropiación de las significancias por parte de los cronistas de las prácticas
culturales del contexto. Esto permitirá explorar los usos que hace del lenguaje comunitario y rural,
es decir los sociolectos, las jergas; de las vivencias de los actores y puestas en el escenario público
de los medios escritos de comunicación. Otro es el proceso comunicativo entendido como la
construcción del sentido. Aquí entenderemos los problemas sociales de la comunidad frente a las
políticas de Estado o ausencia de ellas.
Comunicación y narración
En este apartado intentaremos adaptar los conceptos de narración discursiva y texto, y hacerlos
operables sobre las crónicas. Dado que, el contenido de las crónicas que pretendemos analizar son
acontecimientos en una temporalidad y suceden en espacios que son narrados por intermediación
del lenguaje escrito.
Como hemos establecido, estas crónicas narran el mundo de las cotidianidades de una comunidad
en Colombia y el trabajo de un grupo de forenses en Argentina. Cotidianidad compleja atravesada
por temas como la violencia, la política, el estado, gobiernos, el poder, prácticas culturales, modos
de sobrevivencia, clases sociales. Algunas de estas categorías tienen teorizaciones de larga data. Es
decir, son textos que interactúan y son intertextuales. Además son publicados en medios de
comunicación.
Narración y crónica
La narración significa la representación de los acontecimientos por mediación de las palabras. Son
representadas las acciones y los sujetos que cumplen distintas funciones. Las teorías narrativas
adolecen de dos puntos que han sido asumidos en una autocrítica por el propio Gérard Genette1.
Por un lado tienden a focalizarse solo dentro del marco referencial de la literatura y por otro lado
1 El estructuralismo (impulsado por R Barthes y Lévi Strauss) fue el punto de partida de Genette. Figures (1966-1972) es su obra cumbre donde se encuentran los estadios fundacionales de la “Narratología”.
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caer en una generalización que engloba a toda arte e incluso lo de difícil clasificación. Así por
ejemplo se habla de las narrativas visuales, del cuerpo, la prosémica, la arquitectura.
Para Aristóteles, “el relato (diégesis) es uno de los modos de imitación poética (mímesis)”
(Genette, 1970:136), la representación del mundo que vuelve a re-presentarse en la mímesis en el
juego del lenguaje. Por simple relato, Platón “entiende todo lo que el poeta cuenta hablando en su
propio nombre, sin tratar de hacernos creer que es otro quien habla” (Genette, 1970:136). Asume su
autoría, como narrador-obervador, en conceptos de Genette, un narrador intradiegético porque
enuncia la historia en diálogo con Otro.
Las narrativas en cuanto enunciados construyen “una relación de sentido temporal de los
individuos con respecto a otros individuos y al mundo exterior y objetivado” (Vizer, 2003:251).
Una dimensión de significados “donde el propio sujeto se autorreferencia a sí mismo como un actor
en relación a otros actores, dentro de un trama” (Ibíd).
La narración “es un modo privilegiado de organización de la percepción y del pensamiento; en un
intento, tal vez, de conservar el pasado y asimilar el presente” (Vizer, 2003:195). Una fotografía en
composición que registra nuestra presencia en el mundo y que en tanto día de exposición es una
versión de mundo. La narrativa se basa en un uso del lenguaje que corresponde a la vida cotidiana,
a la explicación entendible por todas las personas, sean cultas o no, y que tiende a la verosimilitud
pero no a la verdad. Al ser el lenguaje una competencia del sujeto, produce una modalidad
autorreferencial.
Es para nosotros narración la descripción del mundo social, accionado en el instante, es decir el
mundo narrado, donde el actor está involucrado en el acontecimiento, sufre la acción, es sujeto de
la acción (Weinrich, 1968). Es decir, el cronista se sitúa en un contexto, en un tiempo y construye
una representación, en escritura. De modo que podemos decir: el mundo social es una narración
infinita. Mediada por la representación de las palabras. Desde la mirada de la investigación se
busca abstraer de modo conceptual para analizar fragmentos de ese flujo narrativo continuo.
La noción de “texto narrativo” (Greimas, 1987), permite atrapar este vertiginoso correr narrativo.
Es texto una publicidad, una obra de arte, un libro, una película de cine, etcétera. La cultura es un
texto (Lotman, 1982). "Para la literatura se trata en primer término, de la expresión del texto
mediante signos de la lengua natural" (Lotman, 1982: 71). En la materialización de un texto
narrativo implica que se ha dado forma a partir de múltiples sistemas, desde distintas estructuras.
De modo que, el texto se convierte en un concepto que subsume inclusive a los autores, en nuestro
caso los cronistas. Dado que la escritura está sujeta a una forma y a un contenido, a la sintaxis y la
semántica. También, los autores, el escritor es parte de este entramado complejo del texto, donde él
(cronista) es un componente más en esta red de semiosis. Esto significa que el cronista dialoga con
20
categorías de otros textos. Este diálogo tiene implicancias subjetivas porque son las categorías
contextuales los que le permiten construir a sus personajes, y son formados a imagen y semejanza
de la subjetividad del cronista. También está implícita la idea de la intercomunicación de la
información, dado que se dirige a un colectivo de lectores, y utiliza un medio de comunicación para
publicar los escritos.
También, el texto narrativo pasa por la presuposición de verosimilitud. Por cuanto entre lo que se
escribe, el objeto y la acción, hay un nivel de verdad. Esto implica que las palabras describen a las
cosas, o las acciones. La crónica, al narrar los hechos pasados o los acontecimientos, con la
participación del escritor, en conjunto con los actores, presuponen la verdad de las palabras con las
que representa a sus actores y sus acciones. La idea de la verosimilitud está muy relacionada al
tema de la objetivad en los formatos periodísticos, cuestión que caracteriza a los sistemas
funcionalistas de los medios de comunicación para redactar los géneros de información. Tema
desarrollado en el capítulo dos.
Podemos analizar la crónica como un texto y buscar las formas de construcción de los actores, por
lo que nos remitiremos a observar el “Modelo actancial” (Greimas, 1987) para aplicarlo sobre el
corpus seleccionado.
Función de los actantes y esferas de acción en la narración
Para este apartado la inquietud principal es ¿cómo hacer visibles a los actantes, (con sus funciones),
los objetos que persiguen, y observar los distintos niveles de narración que suceden en la crónica,
utilizando el modelo actancial?
Fue Propp (2001) quien entendió que las narraciones, los relatos, (los cuentos folklóricos rusos),
tienen una estructura dominante. Este autor estudia las "formas invariantes de los cuentos
tradicionales y las clasifica siguiendo el modo de operar de las ciencias naturales” (Lada, 2003: 4).
A partir de un método funcional y deductivo observa que los actores cumplen funciones, tienen
roles asignados, atributos que no cambian. La función se caracteriza al inscribir los rasgos de un
personaje y toma significación en la trama de la narración. La función es constante y estable. Y,
mantiene una secuencia (Zeccheto, 2002).
Además, son categorizados en siete esferas de acción, donde los personajes realizan las siguientes
funciones: la esfera de acción del agresor (o del malvado); del donante (o proveedor); del Auxiliar;
de la Princesa (lo deseado); del mandatario (que cumple la función de enviar); la del héroe, y, del
falso héroe. En esta distribución opera la condición que un mismo actor puede cumplir otras
funciones, es decir, un archiactante (Propp, 2001). Además, plantea la relación secuencial que
21
configura los cuentos. Como hemos dicho la unidad básica es la función, que da cuenta de las
acciones y que define a los personajes.
Uno de los planteamientos que nos interesa observar con Propp, es la idea de "transformación"
(2001, capítulo 8). Para este autor el "estudio de las formas es el estudio de las transformaciones".
Se entiende las transformaciones de los personajes que, en el cuento ruso, se transforman en
animales o cosas, según la secuencia del relato.
Esta lectura puede ser adecuada, en la crónica "Un país de mutilados. Por ejemplo, en el refranero
de Manuel Ceballos" (Salcedo), la transformación que sufre el personaje principal: un campesino
que debe sobrellevar la migración en la ciudad, el retorno al campo, luego la mutilación de su
cuerpo. Aquí encontramos que la noción de "transformación" permite ubicar eventos y dimensiones
de narración, donde cambian los contextos, cambian las funciones de los personajes, sin embargo
son los mismos actores. Además, el cambio de eventos implica transformar las subjetividades, lo
que le ocurre al campesino en la crónica mencionada: debe apropiarse y negociar, en ocasiones
permitir el dominio de la ciudad. Entre otras lecturas.
Sin embargo, al poner en relación entre un cuento y la crónica periodística, encontramos que los
planteamientos de Propp (2001) se limitan a registrar la función de los personajes, a caracterizarlos
y realizar un seguimiento en el desarrollo del relato. Frente a una crónica, que supone una narración
diacrónica de sucesos no ficcionales, es necesario buscar un modelo que permita encontrar
relaciones entre los sujetos, además que tome en cuenta al narrador o escritor, y que en el cruce de
funciones relieve a los Sujetos y sus deseos, búsquedas, tensiones de poder en su vida cotidiana
narrada en las crónicas.
El “modelo actancial”
W. Propp puso las bases para el desarrollo de algunos pensadores estructuralistas como Barthes,
Greimas y Todorov. De aquí que, Algirdas Julien Greimas toma las 31 funciones de los personajes
de Propp "como un mecanismo lógico-semántico, abstrae la unidad personaje en actante, de la
misma forma que las acciones se abstraían en funciones, y presenta un cuadro actancial" (Lada,
2003: 6; las cursivas son del original). El gran salto, es que Greimas logra operativizar dicho
modelo, para aplicarlo a distintos relatos; ya no solamente a los cuentos, gradación que permite
llevar el modelo actancial hacia las crónicas.
Desde el inicio Greimas (1987) dialoga con distintas disciplinas, la sociología, el psicoanálisis, la
lógica formal y principalmente la lingüística y la semiótica. De allí que este autor busca
fundamentar una gramática de la significación. Dado que el "mundo humano parécenos definirse
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esencialmente como el mundo de la significación" (1987: 7), habrá que buscar las estructuras de la
significación. Estudiar la orientación del sentido.
En esa búsqueda, Greimas enfatiza su análisis en los sujetos; los denomina actantes, para
"distinguirlos de los personajes concretos en los que se encarnan sus funciones" (Ricoeur, 1995:
445). A decir de Ricoeur (1995) esto significa una doble ventaja: "la lista de los actantes es más
corta", lo que permite observar las interacciones o relaciones entre los seis actantes, divididos en 3
representaciones paradigmáticas (Ricoeur, 1995), pues el mundo infinito de los relatos está
sometido a una misma estructura paradigmática: Sujeto/Objeto, Destinador/Destinatario,
Adyuvante/Opositor. Y segundo, Greimas sintetizó este inventario de seis actantes para
operativizar y analizar las relaciones entre actantes, de las que surgen las fuerzas temáticas del
relato.
Además, el modelo se desplaza hacia la semiótica narrativa. Entendido como la pragmatización de
la lengua, donde el individuo es un sujeto actancial, por cuanto el lenguaje no solo significa lo que
expresa, sino que hace al sujeto. Es decir, los textos cumplen el proceso de semiosis social. Dado
que el relato es un simulacro del caudal de la realidad social, el modelo actancial permite tomar
fragmentos para analizar la intervención de la escritura en el mundo de las significancias. Con este
modelo Greimas (1987) afianza las funciones actanciales y las pone en relación de conjunción y
disyunción. Y, "si no podemos proceder a una descripción exhaustiva de las posibilidades
combinatorias de la acción humana en el plano de superficie, necesitamos encontrar en el propio
discurso el principio de construcción en su plano profundo" (Ricoeur, 1995: 445).
El modelo actancial presenta tres categorías, opuestas en sentido binario. La primera categoría
pertenece a la oposición sujeto-objeto. “El sujeto es alguien que hace la acción” (Greimas, 1987:
265), mientras el Objeto sufre la acción. Esta primera distribución opera mediada por la esfera del
deseo. Aquí está presente el Sujeto-héroe que realiza la acción y que debe superar los obstáculos
hasta encontrar a la persona, cosa, ideal deseado. Por ejemplo en la crónica, "El rastro en los
huesos" (Guerriero), que forma parte del corpus de nuestro análisis, el Sujeto es el grupo de
forenses, mientras, el Objeto es la búsqueda de identidad (de los desaparecidos de la Dictadura
argentina, de quienes quedan solamente los rastros en los huesos).
La segunda distribución es la oposición Adyuvante vs Opositor. Los ayudantes son quienes aportan
soporte para que el Sujeto alcance el Objeto. En cambio, los oponentes, actúan en sentido contrario
"crean obstáculos, oponiéndose ya sea a la realización del deseo, o la comunicación del objeto"
(Greimas, 1987: 273). Es el dominio de la esfera de poder.
La tercera distribución corresponde a la oposición destinador-destinatario. Es la esfera en relación
de la comunicación. Dado que la función del destinador es enviar o destinar a otro actante, funciona
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en un sentido de emisor que se sobrepone al receptor. El destinador es el "arbitro, dispensador del
bien " (Ibíd, 1987: 272). Mientras el destinatario es “el obtenedor virtual de ese bien”. Esto pone de
manifiesto la comunicación mediada por el saber, por parte del destinador.
El modelo actancial tiene un “valor operatorio” (Ibíd, 1987: 272). Su simplicidad, menciona
Greimas “reside en el hecho de que está por entero centrado sobre el objeto del deseo perseguido
por el sujeto, y situado, como objeto de comunicación, entre el destinador y el destinatario, estando
el deseo del sujeto, por su parte, modulado en proyecciones de adyuvante y oponente” (Ibíd, 1987:
276).
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25
Capítulo II
Periodismo: un encuentro posible
El periodismo como interpretación de la realidad
Cada encuentro con el mundo cotidiano es una continua adopción de decisiones. La pregunta sobre
lo más importante de la jornada, qué sucede y con qué impacto lleva implícita una tarea de
selección, evaluación e interpretación de un hecho noticioso. De allí, que autores como Enrique de
Aguinaga sostenga que “el periodismo es un sistema de clasificación de la realidad, que trata de
proporcionarnos una imago mundi” (Aguinaga: 2001,243).
Algo ha ocurrido. Alguien ha dicho algo. El mundo ha girado y en su vuelta el estado de las cosas
deviene distinto. Apropiándose de palabras y descartando otras, la escritura de la realidad es
selección permanente. Delimitación o captura que se logra por medio del lenguaje. El vehículo
material del pensamiento hace un ejercicio de inclusión en lo que excluye: recoge determinados
datos, mientras descarta otros. Prioriza cierta información que se traduce como más relevante para
la estructuración del producto redactado.
En sus rutinas, el periodista ordena informaciones y opiniones, produce en su práctica una
taxonomía del acontecer cotidiano. Lo que podría verse como una mera operación instrumental, es
elevada a constituirse en un método. Este planteamiento es expuesto por Aguinaga, quien sintetiza
las dos operaciones principales de la construcción de lo noticiable: selección y valoración.
Estas dos tareas cognitivas, hacen que el periodismo se constituya en un gran ordenador de
informaciones y opiniones; siendo el concepto de periodificación, el mayor aporte conceptual
como método de rigor. La Tesis central del trabajo doctoral de Aguinaga expone que:
“el Periodismo es esencialmente un sistema de clasificación (periodificación) de la realidad, constituida por los hechos y opiniones actuales, mediante operaciones metódicas de selección y valoración, efectuadas por aplicación de los factores de interés, propios de cada ámbito social, y de los factores de importancia, propios de cada medio de comunicación periodística” (Aguinaga: 2001,248).
Por el peso de los sistemas lineales de la producción y circulación del mensaje de las primeras
teorías comunicacionales, la búsqueda se centró en los efectos y su influencia en las masas lectoras.
¿Qué era el periodismo? ¿Un seriado y repetitivo rosario de rutinas? ¿La interiorización de
estéticas de escritura?
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Cuestiones de forma que dejarían fuera a las razones fundamentales. El periodismo va más allá de
la escritura, que puede entenderse como estilo, también accesorio es el trajín detrás de las fuentes, o
dada la herencia positivista, la idea de formar la opinión ciudadana. Todas estas reducciones,
convertían al periodismo en una fábrica de producto, donde la mercancía es la información.
Cuando el hallazgo que subyace en esencia, es que el “Periodismo es una taxonomía, una
clasificación de la realidad” (Aguinaga: 2001,244).
El fundamento de ser un gran clasificador de la realidad, es un hecho epistemológico o constructor
de conocimiento que ha llevado a la conformación de grandes hallazgos en otras ciencias.
Consideremos por ejemplo que la tabla periódica de Dimitri Ivanovich Mendeleyev, es un gran
sistema clasificador de los elementos químicos por su peso molecular. Así también, como
producción que da sentido al caos, el periodismo valora lo más relevante y traduce esa selección a
un lenguaje inteligible, aísla cada unidad y distingue lo que es más noticiable en el titular, lead o
entradillas.
Por lo dicho, Lorenzo Gomis sostiene que “el periodismo puede considerarse un método de
interpretación sucesiva de la realidad social” (Gomis: 1991,35), lo que trasciende a las variables
geográficas, culturales, formatos de emisión, que cambian según la región. Estamos frente a un
fenómeno de interpretación, y siendo más precisos exponiendo lo que estos autores enuncian como
un método para interpretar de forma periódica la realidad circundante del ser humano.
Qué se escoge y qué se desecha: una acción continua de discriminación lingüística que según, José
Martínez Albertos, constituye al redactor en un “operador semántico”2, es decir, la persona
individual o colectiva, que decodifica, combina y transforma nuevos mensajes que son apartados
dentro de un conjunto grande de opciones de selección. El periodista trabaja sobre una realidad
tosca para conseguir elaborar un mensaje adecuado que proporcione una imago mundi. De allí, que
por interpretación se entienda la capacidad mediadora para seleccionar, elaborar y presentar hechos
o enunciados que comienzan y terminan en cada emisión.
Trasladar un hecho en noticia es básicamente un “pacto lingüístico” (Verón: 1999, 95). Sólo los
procedimientos del lenguaje permiten aislar la realidad en unidades discretas, distintas, tomadas del
todo, para ser materializadas como noticias. El lenguaje es el modo de representar la realidad que
permite darle forma, significación y comunicarla en forma de noticia.
“Mundo, realidad, actualidad, clasificación, importancia, selección y valoración. En estos siete
términos se puede resumir, de momento, el repertorio de ideas de arranque para una consideración
2 José Luis Martínez, a través de este concepto destaca la operación del enunciador en la construcción de la noticia. (1978, págs. 75)
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científica del Periodismo” (Aguinaga: 2001,243). Siendo, el criterio de clasificación, el factor
central de todo el argumento.
Como dice Aguinaga, las rutinas del periodismo, los llamados actos periodísticos: el noticierismo,
reporterismo o comentarismo, “son elementos de la periodificación, pero no la periodificación
misma. No se puede confundir la albañilería con la arquitectura” (Ibíd, 249). Las acciones de
reporterismo son la parte instrumental, pero el acto periodístico en sí o clasificatorio se produce en
las acciones del intelecto cuando clasifica, ordena y produce un sentido de valoración para dar una
versión de la realidad.
Esto nos lleva al escándalo dialéctico, que la razón del periodismo no es la información, sino que la
operación capital, es la transformación de la información en conocimiento. Este salto de
comprensión es compartido por Sergio Vilar en la sedimentación de las razones epistemológicas
del periodismo. Tanto Aguinaga como Vilar defienden que el proceso de intelección de la realidad
produce un tipo de saber, el saber periodístico, de modo que la información se constituye en la
materia prima de la producción del conocimiento.
La idea locomotora de la clasificación periodística que produce una interpretación de la realidad, es
también compartida por el profesor Hudec, y borra la línea clásica que divide al Periodismo
informativo y al Interpretativo, porque toda información por ser tamizada por los criterios de
selección y valoración es por antonomasia de carácter interpretativo. “La actualidad es una
invención de los periodistas”, dice el profesor Benito, citado por Enrique de Aguinaga. (2001,252).
Varios autores de la Teoría del Periodismo como Vilar, Gomis, Aguinaga, defienden la síntesis del
“periodismo como interpretación sucesiva de la realidad”. Propuesta conceptual que desmonta a la
llamada Teoría del Espejo, elaborada en el siglo XIX y que utiliza la metáfora de un espejo para
comparar el proceso de producción noticioso como un reflejo de la realidad. Las noticias se
presentarían del modo que las conocemos porque así lo determina la realidad.
En la composición de ese reflejo, el periodista sería un mediador desinteresado, sin pasiones, ni
posturas frente al hecho que evidencia. Sería un testigo honesto, con total dominio estoico de su
mundo ideológico, para dar un relato equilibrado de los hechos. La Teoría del espejo sugiere a un
sujeto enunciador por demás imparcial y sostiene además que la palabra, refleja la realidad per sé.
Situación que se vio reforzada por los estilos narrativos y credos profesionales de los años veinte.
En palabras de Walter Lippman, las reglas de narración y los procedimientos profesionales darían
“el rigor del método a los periodistas, evitando la subjetividad” (Pena: 2009,136).
Al respecto, esta concepción reflectora de la realidad nos resulta incauta. Saber que los periodistas
somos seres inmateriales, sin postura, vaciados de pasiones, de orientaciones políticas, sin
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militancia en la vida, es ingenuidad pura. Muy oportuna la sentencia del cronista argentino Martín
Caparrós: “todo periodismo es militante de algo. Lo que pasa es que no se dice: se disimula”3.
Desde ahí, el espejo refleja, “pero no toma decisiones” (Gomis: 1991,38). Situación que
resquebraja el alcance epistemológico de la comparación. Porque en definitiva, el trabajador de la
palabra, ordena, clasifica, elabora y presenta su proceso de representación cargado de
individualidad y subjetividad a través del lenguaje. El espejo cumple una función inanimada, no
discrepa con las presiones de los anunciantes, políticas editoriales, falta de espacio o los humores
del editor en cierre de edición.
El ensayista Albert Chillón es contundente al decir que: “…ningún mensaje informativo puede ser
objetivo, apolítico, imparcial, neutral e independiente porque su emisor, en el acto de selección,
registro, elaboración y transmisión, discrimina, ordena, manipula e interpreta la realidad que
pretende comunicar a su auditorio” (Chillón, 1999:13). Este proceso, conduce y echa a la papelera
centenares de datos. Pasa la objetividad por tareas tan subjetivas como: seleccionar, incluir, excluir
y por último jerarquizar. Actos severos que no pueden ser catalogados como objetivos, dadas las
profundas implicaciones al escoger.
El espejo es inerte, las periodistas no. Al filtrarse la realidad por una persona con capacidad de
interpelación, el resultado es una representación del mundo que no es neutra: tiene intencionalidad.
La mediación en la apropiación de la realidad es inevitable. “Los redactores tienen una cosa común
dentro del trabajo periodístico: clasifican la realidad, según feliz descripción de Aguinaga. Aíslan,
ordenan e interpretan los hechos” (2001,251).
Insistir en una forma de ver la realidad de forma transparente es desconocer que el periodista se
halla condicionado por los sutiles mecanismos de un embudo individual (educación, afinidades
políticas o religiosas) que se encuentran instalados en su mente y que se reproducen sin pensar en
las conductas. Un mundo que se auto recrea en hábitos que pasan inadvertidos ya sea como
herencia generacional, nacional o familiar.
No hay forma de transmitir un acto de habla, sin la incorporación de un embudo de filtros
personales e institucionales en la producción de la verdad. Lo que pasa, es que los periodistas
estructuran las representaciones de lo que suponen ser la realidad en el interior de sus rutinas
periodísticas y de los parámetros de censura que tiene todo medio. Sí, límites, como correlato de
los intereses que no están explicitados de forma textual en los manuales de estilo interno, pero sí
como márgenes latentes que cada periodista asume al trabajar en ese medio.
3 Conferencia dictada por Martín Caparrós en la Universidad de las Américas (UDLA) el 14 de febrero de 2011, durante el Ciclo de conferencias de la Maestría de Periodismo en Quito.
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Por las distintas presiones, normas editoriales, posturas personales, Felipe Pena de Olivera asegura
que lo elaborado y presentado por los medios no es “un espejo reflector de la realidad”. “La
prensa no refleja la realidad, sino que ayuda a construirla” (Pena: 2009,138). Preposición que de
inmediato nos enlaza con el paradigma de la construcción social de la realidad explicada por el
teólogo luterano Peter Berger y su coescritor Tomas Luckman (1979); y cuyos aportes principales
están recogidos en el libro titulado con el mismo nombre del paradigma que sostienen: “La
construcción social de la realidad”; que propone la idea de un tejido social, donde cada elemento es
parte de un constructo dialógico de interacción y producción social compartida. Situación que
incluye a los medios de comunicación y de forma más puntual, a los artesanos de las empresas
mediáticas, quienes fraguan el terreno disperso de lo real en una actividad discursiva concreta. “El
sujeto observador es el que da sentido, existencia al acontecimiento” (Rodrigo Alsina: 1989,81).
Esta concepción dinámica de construcción tiene implicaciones intersubjetivas, es decir, que la
realidad se construye con otros y con los otros a nivel de la vida cotidiana. En palabras de Rodrigo
Alsina, “este proceso es al mismo tiempo socialmente determinado e intersubjetivamente
construido” (1989,30). La sociedad llega a ser un producto humano, creado por lo individuos y las
distintas relaciones que de ellos surgen. Esta forma de entender el conocimiento, explica la
adopción de los aprendizajes construidos por los mismos humanos, instituciones, culturas y otras
formas de organización en un proceso intensamente dialéctico.
Una última consideración en cuanto a la metáfora de ver la realidad como un espejo, es la
condición anacrónica de los medios. De hecho, “la selección, evaluación e interpretación” de la
noticia, es un proceso “sincrónico, y no cronológico” (Gomis: 1991,39). Todo deviene de un modo
simultáneo y resalta lo que tiene mayor interés. Criterio que tiene que ver más con la importancia
de lo narrado, que al orden estricto de las manecillas del reloj. Esto es una interpretación
sincrónica del mundo, un “sinécdoque” de la realidad (las partes por un todo) (Aguinaga:
2001,243). Situación que se traduce en la producción y presentación de lo noticiable desde su grado
de importancia y no como imagen reflectora de tiempo real.
Al respecto, la mayor parte de los emisiones tratan sobre hechos de ayer o mañana, pero no del aquí
y ahora. Un espejo, no tiene naturaleza diacrónica, refleja estrictamente lo que tiene al frente y
punto. El espejo carece de memoria de irradiación en el tiempo. Los medios son como las
supernovas que podemos ver su luz, tiempo espacial más tarde. Tienen un reflejo diferido, por la
naturaleza sincrónica de los medios.
En las rutinas estas inquietudes se desvanecen y más bien la interrogación permanente del medio
por fines de sostenibilidad o trascendencia es que si lo publicado podrá ser decodificado y de
interés para el lector. Si el hecho será entendido y pasará a ser parte del banco de información
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general, o le ayudará para navegar en la toma de decisiones. Por eso, la interpretación de la realidad
como un magma de información pasa a ser entendido para varios redactores como una catarsis
activadora de la sociedad. Hace que la gente en interacción con el texto, quiera tener un nivel de
participación, injerencia o le sea indiferente.
El espíritu mesiánico que motiva a que un medio sea modelador o activador de una nueva sociedad
civil, para teóricos del periodismo como Aguinaga, es una de las tres aberraciones del periodismo:
“el periodismo como estado de modificaciones de la realidad, el Periodismo como satisfacción de
la demanda y el Periodismo como actitud apriorística” (2001,253). Al respecto Gomis es más
discreto al decir que la función principal es poner al corriente de lo que pasa, y que la preocupación
no debe centrarse en que el lector intervenga en las acciones en curso. O lo que viene hacer lo
mismo, rechaza la mirada funcional, positivista, instrumental que puede asumir la acción
periodística.
OBJETIVIDAD: EL CREPÚSCULO DE UN ÍDOLO
“Esta vez no son ídolos de nuestro tiempo, sino ídolos eternos los que aquí son tocados con el martillo como con un diapasón; no hay en absoluto ídolos más viejos, más convencidos, más llenos de aire que éstos...
Tampoco más huecos... Esto no impide que sean los más creídos”.
Friedrich Nietzsche, 'El crepúsculo de los ídolos'
La objetividad es uno de los conceptos más discutidos en el periodismo. Desde la antigüedad y
hasta nuestros días, contar el mundo de la vida ha sido motivo de debate de historiadores, filósofos
y narradores. Tucídides, ciudadano de Atenas, por los años 469 y 396 A.C. puso en evidencia la
complejidad de presentar un hecho con apego a las acciones tal como sucedieron. Cuando recogía
los testimonios para su libro Historia de la Guerra del Peloponeso, llegó a la siguiente conclusión:
“la investigación fue difícil porque los testimonios sobre los diversos sucesos no fueron
transmitidos de modo objetivo, sino aderezados según sus puntos de vista o de la manera en que los
recordaban” (Kunczik, 1997:223).
Como concepto formal, la objetividad comienza a utilizarse como una envoltura ética por los años
de 1830 y va robusteciéndose hasta 1890 (Pena: 2009). Estos años a la vez, marcaron el inicio de la
prensa moderna que se caracteriza por el aparecimiento de las agencias de prensa internacional, la
profesionalización del periodismo y el arribo de la industrialización. La prensa camina hacia un
estado experto y salta el tema de la sostenibilidad. Anunciantes y publicidad entran a ser parte del
31
negocio de informar. Razones por la cuales, Miquel Rodrigo Alsina sostiene que el desiderátum de
la “objetividad” fue un concepto necesario a los inventarios de la “prensa liberal” (R. Alsina:
1993,165).
El modelo anglosajón de prensa liberal pretendía dejar atrás los años cuando los periódicos fueron
armas en las revoluciones burguesas y durante los procesos de independencia de los países
latinoamericanos. Esta etapa que Albertini (1999) ha llamado “prensa ortodoxa” caminaba hacia
una supuesta distancia entre dar cabida a los hechos y por otro lado a la opinión o a la militancia
ideológica. Los diarios se autodenominaron como independientes, en pos de ganar reconocimiento
y validación entre los lectores. J.W. Carey coincide con este arranque y observa que la idea de
objetividad se convirtió en “el fetiche” que mitificó a la prensa ante los lectores, en el pronto
proceso de industrialización.
Mientras, el ateniense Tucídides sospechaba de los testimonios de sus entrevistados por lo que él
llama “aderezos personales”, de otro lado, el siglo de la industrialización creó su “Ekeko”, un ídolo
en términos de Nietzsche, un dispositivo: el concepto de objetividad para legitimar no a la noticia,
sino a la prensa en su entrada como industria.
Esta mitificación de la prensa como salvaguarda de la verdad, presumía que el periodista podía
domar todo su background y realizar un corte bien definido entre la separación clásica entre hechos
y opinión. Esta dicotomía se recoge en la célebre sentencia del escritor de The Guardian, Charles P.
Scott, cuando en mayo de 1921 publicó: “Comment is free, but the facts are sacred”, al castellano:
“el comentario es libre, los hechos son sagrados”. Frase que se convirtió en el ideal periodístico de
aquellos años.
Demers analizó el concepto de objetividad periodística desde la división de hechos y opinión y
concluyó que la actividad periodística era un asunto de buena o “mala conciencia” (R. Alsina:
1989,169). Es decir, separar la información de la opinión, era un asunto de conciencia buena. Pero
mezclarlos, un acto cuestionable. El juzgamiento moral llevaba el timón, pero el asunto demandaba
una lectura integradora de los procesos cognoscitivos de la producción de lo noticiable. No una
lectura moral, sino cognoscitiva.
Pasaron los años y en los sesenta, estos criterios comenzaron a ser interrogados. Ganaba terreno la
sospecha de que la prensa no era independiente, ni presentaba una verdad imperturbable, porque los
“gatekeeper”4 respondían a intereses económicos, presiones de anunciantes, a su propio mundo. Al
4 La teoría del Gatekeeper o guardapuertas fue tomada desde la psicología y aplicada en 1950 al periodismo. La metáfora explica el papel de la persona que da paso o bloquea la información en un medio de comunicación. David Manning White concluyó que las decisiones del Gatekeeper eran subjetivas y que la acción de filtro es ejercida de forma explícita.
32
respecto, Kline en 1982, esboza los límites de la objetividad al realizar un análisis de varios
telediarios británicos e identifica varios sesgos que desmoronan el mito de la objetividad.
El primer sesgo que Kline presenta es el de contenido, pues los medios prestan atención a
determinado número de noticias mientras desechan otra cantidad, bajo criterios que van desde el
editor, hasta las presiones de los gabinetes de relaciones públicas. Luego, la recolección misma de
los reporteros en las fuentes. El sesgo temático, que se refiere a la mirada que el periodista asume al
presentar una noticia desde el ángulo que el enunciador escoge. Y por último el sesgo retórico que
hace referencia al contexto apreciativo o emocional que subyace en la poética de las palabras que
colocan al lector en una atmósfera desde el titular.
En los tránsitos de las redacciones, la objetividad como concepto duro, declina al inicio del día
cuando editores y periodistas discuten que temas van a ser abordados durante la jornada. Incluso
cuáles tendrán mayor espacio, despliegue de fotos, infografías o cuadros comparativos. Unos
hechos caminan a ser noticia y otros mueren en la primera lluvia de ideas.
Después de la primera criba entre lo que será noticia y lo que no, la agenda se abre a un tipo de
entrevistado. Quién será la persona más idónea para hablar de ese tema. ¿Por qué ese actor y no
otro? El tema de las fuentes afirma que el proceso de construcción es altamente selectivo. Luego
para rematar, vienen los acabados: titulares, subtitulares, qué ocupa la portada, diagramaciones,
ilustraciones. Decisiones, selecciones. (Restrepo: 2001)
Estos sesgos ponen de manifiesto que en todo género periodístico existe una porción subjetiva que
se resiste a desaparecer por la existencia o no de un decálogo profesional. En mayor o menor
cuantía un tramado individual está latente en cada emisión. Los “operadores semánticos” o “sujetos
promotores” como los llama Martínez Albertos tienen un mundo referencial diluido, discretamente
escondido detrás de un lenguaje que por estar en tercera persona, no ha eliminado al sujeto
enunciador.
Retórica objetivadora
Detrás del referido lenguaje neutral, hay un deseo de ocultar al operador semántico, al enunciador
de la “primera persona” como si no existiese. Esta estrategia de ocultamiento se complementa con
otros procedimientos que Miquel Rodrigo Alsina llama “marcas de veridicción” y que están
orientadas a que el lector asuma la noticia como un hecho de total verdad. Un ejemplo de esas
marcas textuales es el uso de cifras, precisiones sobre fechas, lugares, declaraciones reproducidas
de forma literal y cercadas entre comillas, etc.
En el discurso televisivo a la despersonalización de los textos, se suma el lenguaje del cuerpo. Estas
marcas se traducen en el rostro inexpresivo del presentador, el uso sobrio de la vestimenta y pausa
33
parca al leer como si las noticias no hubiesen sido elaboradas en ese espacio. La gestualidad, el
paralenguaje del cuerpo aparenta distancia. Es una forma de insinuar imparcialidad. Todos estos
lenguajes son herencia de la llamada objetividad perseguida por la tradición anglosajona.
Lo que Rodrigo Alsina llama “marcas de veridicción”, Luis Núñez Ladevéze denomina “retórica
objetivadora” (Núñez: 1991, 105). Es decir, una serie de mecanismos lingüísticos para aparentar
que el lenguaje es un producto autónomo, agua destilada que se mantiene lejos de la intervención
de la cadena de decisiones que comprometen la construcción de la noticia. Insistir en la objetividad
es una distorsión o desconocimiento de los procesos cognitivos y personales que están detrás del
operador semántico. A.W. Gouldner asegura que “el objetivismo es una patología de la cognición
que supone el silencio sobre el hablante, sobre sus intereses y sus deseos” (R. Alsina: 1989, 172).
Como discurso el objetivismo carece de un carácter reflexivo. Enfoca de forma unilateral al objeto,
mientras esconde al sujeto que enuncia detrás de un lenguaje impersonal, cuando las mismas
palabras que elige pueden ser una carga intencional, una postura frente al hecho contado. La lógica
de la selección hace posible un juego de enmascaramientos, que devela, en cuanto oculta. Una
mediación entre lo que se escapa y lo que se apropia. Un juego que sacó de escena a los adjetivos, a
la primera persona y que de forma estricta debe responder a cuatro preguntas en el lead: qué, quién,
dónde y cuándo.
El uso de comillas, la presentación de voces auxiliares, las formas de pirámides invertidas, llegarán
a ser pruebas de descargo o lo que Gaye Tuchman llama “rituales estratégicos” (1972,214). Es
decir, una serie de mecanismos para insistir que lo publicado está libre de toda contaminación
personal y con esto, proteger la reputación del medio y librarle de problemas legales. La
morfología o distribución de las secciones en noticias, reportajes, comentarios, también son tácticas
de este ritual para crear un artificio de convencimiento y que todo sea leído como verdad aséptica.
Al revisar los diarios locales es evidente que las noticias no tienen nombres, ni firmas del productor
de la noticia. Será por guardar una identidad en reserva o más bien es la misma insistencia, el apego
ortodoxo de esconder detrás del anonimato al operador semántico y presentar un texto como si se
hubiese escrito solo, de forma autómata o espontánea por fuerzas no humanas.
Sin embargo, estos artificios para legitimar la objetividad de la noticia no matan al operador
semántico, ni a las formas muy particulares del continuo proceso de selección. “Convertir un hecho
en noticia es básicamente una operación lingüística y esta operación implica cierto grado de
interpretación subjetiva del continuum total e indisociable que constituye la realidad ininterrumpida
de los acontecimientos exteriores al hombre encargado de dar forma a una noticia” (Martínez:
1993,58).
34
Lo que leemos cuando alguien describe su entorno, nunca puede ser la realidad en un sentido
estricto, sino una escritura de la realidad (R. Alsina, 1989: 176), es decir, una versión construida
del mundo. Por tanto, aunque sea en porción mínima, el hecho se ha transformado al pasar por el
tamiz del intermediario. El paso entre la calle y la página periodística sufre un cambio al
materializar lo expuesto. La huella del escritor presenta un imago mundi, una versión de los hechos.
Se supone que todo lo que aportan los periodistas es verídico, pero no todo lo que han escuchado y
visto es llevado a sus textos. Se realiza una selección y sin vacilar, en el fondo es una
transformación. A través de este mecanismo subjetivo y aunque se quiera entregar un texto
objetivo, lo que resulta es una visión de los hechos desde la mirada de quien escribe.
Más allá de cuestionar el concepto de objetividad, salta lo ineludible de la subjetividad en el
periodismo. Es como una afirmación en lo que se niega. En palabras de Umberto Eco: “I. La
Objetividad es una ilusión. II. Se puede ser objetivo” (R. Alsina, 1989: 173). ¿Qué quiso decir el
semiólogo italiano con esta afirmación/negación? Quizá no otra cosa que la imposibilidad de ser
objetivo, pero la necesidad de procurarla como un fin ético, una insistencia siempre presente hacia
la veracidad. Como dice, Giovanni Bechelloni: “la objetividad es un concepto ideal-típico, como tal
no existe, pero su presencia es reconocible: una tensión permanente” (1978, 177).
Truman Capote se expresa en este sentido en el prólogo de “Los perros ladran”. Después de
anunciar que se ocupará de hechos reales, advierte que no es la verdad, sino lo máximo que se
puede acercar a lo fidedigno: “El periodismo nunca puede ser completamente puro, ni tampoco
cámara, ya que el arte no es agua destilada: las percepciones personales, los prejuicios, el sentido
de selección contaminan la pureza de la verdad sin gérmenes” (Capote,1976: 11)
Esto se debe en parte, porque los periódicos valoran más las declaraciones, que los hechos en sí.
Por ejemplo, frente a un determinado acontecimiento lo más adecuado es recoger versiones: pesos
y contrapesos de un acontecimiento, lo que significa dar cabida a testimonios individuales, puntos
de vista, un mundo subjetivo en potencia.
Ya, al iniciar este capítulo, se expuso que detrás de la noticia hay un proceso de selección,
evaluación e interpretación, tanto en los géneros de información como los de opinión. Por lo que la
división entre lo que es informativo y lo interpretativo, obedece a una razón didáctica, pues las
tareas de escoger, elaborar y presentar hacen que todo género sea inminente de carácter
interpretativo.
35
El punto de vista de Nadie
Tener presente estas consideraciones aclara las posibilidades y límites del oficio. Y a la vez, evita
caer en declaraciones que se caen por sí solas y dejan en ridículo a quien las pronuncia. El
presidente de CBS News, Richard Salant dijo: “nuestros reporteros no cubren noticias bajo su
punto de vista. Ellos las transmiten bajo el punto de vista de nadie” (Mindich, 1998:7). Sin
embargo, como el presidente Salant conoce, “Nadie” generalmente, tiene un nombre, llámese
auspiciante, dueño del medio, persona de influencia, el gatekeeper, editor o socio accionista.
Desde el ajedrez de la “correlación de fuerzas” (Gramsci: 1975), el tema de la “objetividad” queda
desminado ante el hecho que los periodistas están subordinados a relaciones verticales. Al
considerar el tema de la autonomía de los mass media frente a los dueños de los capitales, no existe
tal emancipación de las empresas periodísticas. Las relaciones de poder terminan por imponer la
lectura del orden de las cosas. Se privilegia la noticia como correlato de los intereses económicos a
los que los medios representan. Ya sea una lectura por las fuerzas de los tenedores del mercado o
del juego político cuando las noticias se elaboran en los gabinetes del gobierno.
Lo que deviene en una hechura ficcional, “un simulacro” de la realidad social, según Baudrillard
(1978). Una realidad ilusoria que es el resultado de un proceso de construcción mediado por
fuerzas e intereses que nadie alcanza a sospechar; ni los periodistas, peor el ciudadano común que
poco sabe de la tenencia de los medios. Dígase, fuerzas económicas, banqueros, gobierno, dueño
del medio, poderes de turno, etc.
El desvarío de los mass media por mucho tiempo ha sido autoproclamarse como los guarda salvas
de la verdad cuando en realidad por las leyes del espectáculo que rige a los medios todo se ha
banalizado. La noticia como show ha mercantilizado el dolor, las noticias como sensación y
carentes de contexto producen confusión. En el mismo juego todo y nada parece importante. Todo
es verdadero y falso a la vez.
Doble juego de subjetividad
A esta deconstrucción del concepto de objetividad, Franceso Fattorello añade que el proceso de
interpretación es un “doble juego de subjetividad” (Martínez: 1993,58). Por un lado la
interpretación subjetiva del operador semántico y por otro, la interpretación del receptor. Lo que
deviene en un proceso de (inter)subjetividad que se multiplica de forma infinita, en cada nexo de
interacción.
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“El sujeto que observamos, nos observa, y el actor que somos implica a Otro en tanto actor, porque nos observa y porque sabemos que estamos observando a quien nos observa. Hay una inquietante magia que se halla ínsita en este proceso de la mirada y la observación humana. La decisión central desde la perspectiva de la investigación social consiste en decidir si incluimos o excluimos esta realidad tanto intersubjetiva como transubjetiva”. (Vizer, 2003:161).
El doble juego de interpretación se arma y desarma en tanto el Otro existe. El estatuto de la verdad
no recae en un solo campo, la producción de sentido es compartida. Como dice Vizer es decisión
central de los procesos de investigación social reconocer los intercambios simbólicos.
Los teóricos de la Aguja Hipodérmica subestimaron esta doble subjetividad en los procesos de
comunicación. Tomaron la metáfora de una aguja para explicar que un mensaje podía ser asimilado
de la misma manera por grupos totalmente diversos, tal como una dosis de anestesia produce el
mismo efecto al ser suministrada en un paciente, así los mensajes, pensó Lasswell, podían ser
asimilados con los mismos resultados en el cuerpo social. Pero ese paradigma negó la comprensión
de los sentidos y la subjetividad con que viven los propios actores dentro de sus contextos, donde
toman decisiones, clasifican y ordenan lo circundante bajo interdependencias a la cultura, el
entorno y las psicologías individuales.
Este dos veces proceso de decodificación, al que Franceso Fattorello llama “doble juego de
subjetividad”, ha sido problematizado en primera instancia de manera profunda por la filosofía
clásica. Es por esta razón que desde el periodismo, autores como Ángel Benito y José María
Desantes plantean tratar el tema de la subjetividad desde un diálogo entre las Teorías de la
Información y la Filosofía.
Benito asegura que “los teóricos de la información que han tratado el tema de objetividad
raramente lo han hecho a un nivel propiamente filosófico (Martínez, 1993:63) y del otro lado
sucede lo mismo, los modelos de pensamiento rigurosos desde la filosofía, más bien han sido
formulados para disciplinas como la sociología y desde allí importadas a las Ciencias de la
Comunicación e Información. A continuación vamos a dejar enunciadas unas breves, cortas líneas
del pensamiento de Schütz, en cuanto a la subjetividad y que pone en evidencia la necesidad del
diálogo entre filosofía y periodismo, al que anima Ángel Benito y José María Desantes.
En su libro “La fenomenología del mundo social, Alfred Schütz toma como punto de partida para
su análisis de la estructura significativa del mundo, tanto a la fenomenología de Husserl como a la
sociología comprensiva de Weber”5. Su aporte fundamental es la comprensión de que el mundo de
la vida es una construcción social e intersubjetiva.
5 Rizo, Marta (2007). La Psicología Social y la Sociología Fenomenológica. [en línea]. México: UNAM. [citado: octubre 2014]. Disponible en: www.razonypalabra.org.mx
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Schütz distingue a la subjetividad como una construcción mental que cada persona elabora desde
sus marcos referenciales de vida, pero que al estar en diálogo con otros sujetos, necesariamente,
deviene en un proceso intersubjetivo. Por eso, para Schütz, el significado es intersubjetivo, es decir,
se construye con el otro, y en interacción con el otro. De hecho, todos los seres humanos, a partir
de interrelaciones, o bien de su mundo intersubjetivo y de la capacidad de “producir, comprender e
interpretar los significados y la infinidad de contextos y situaciones hacen posible la vida en
comunidad” (Vizer, 2003:84). Cuando Schütz elabora estos postulados no lo hace desde la
subjetividad individual, sino desde la intersubjetividad, aquella que responde a la interacción
social. Si existe un yo, es porque el tú valida el yo que anuncia. De lo que se concluye que no hay
subjetividad, sin intersubjetividad. A esta posición se suman autores como Adam Schaff que
citados por Rodrigo Alsina, sostiene que la “objetividad como cosa autónoma entra en crisis y pasa
a ser un producto social intersubjetivo” (R. Alsina: 1989,29).
Si consideramos la idea de que la realidad es construida, entonces, el Otro, también tiene poder
constructor sobre lo enunciado. No es que la realidad está ahí, y los periodistas la reflejan, sino que
es un proceso construido socialmente de forma activa y “performativa”, como escribe el filósofo
francés Jacques Derrida: “la actualidad no está dada sino activamente producida, cribada, utilizada
y performativamente interpretada por numerosos dispositivos ficticios o artificiales,
jerarquizadores y selectivos”.6
Esta aseveración pone hincapié en que la realidad no es un hecho estático, sino que se produce en
una construcción de interdependencias a través de lo que Derrida llama “dispositivos ficticios o
artificiales”, es decir los procesos de interpretación, los caminos de clasificar, ordenar y jerarquizar
lo noticiable que ha sido ampliamente tratado al inicio de este segundo capítulo.
Un enfoque deontológico
Desde una lectura epistemológica, la objetividad no es posible. Sin embargo, podría dialogarse una
entrada desde el “deber ser” o “deber hacer”, es decir, un enfoque deontológico. Esto es más
atinado. Gracia Gimeno habla de un “decálogo moral del informador” que oriente su actividad
profesional. Una búsqueda hacia la veracidad, contrastación de fuentes y apego hacia el bien
común.
6 Extracto de una entrevista realizada a Jacques Derrida por Stéphane Douailler y otros. Revista de Crítica Cultural, Buenos Aires, 1994. Las cursivas de la cita son mías. [Citado: enero 2015]. Disponible en: http://cv.uoc.edu Acceso: enero 2015
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Este desiderátum ético plantearía la demarcación entre lo que Desartes llama “la comunicación de
ideas, la comunicación de hechos y la comunicación de juicios, que se corresponden con estos tres
fenómenos, respectivamente: propaganda, noticia y opinión” (Ibíd.,65). Presentar como noticia lo
que es propaganda sería una deformación del carácter ético de la producción informativa, pero no
es asunto novedoso que los hechos ante las presiones de anunciantes, accionistas o rating, ceden y
se convierten en un balcón de relaciones públicas.
Desde esa mirada sería incompatible ejercer la actividad periodística y a la vez fungir como agente
o gestor de publicidad o propaganda. Pero la realidad dice lo contrario. Muchos periodistas no
hallan problema alguno entre el ejercicio periodístico y las relaciones públicas. De hecho, ganan
reputación en los horarios de noticias y después capitalizan esa imagen en una marca.
Por lo que el concepto queda más como un ideal ético. Porque incluso según R. Alsina mientras la
objetividad es deseable, la neutralidad ni siquiera es posible (1989). Lo que sitúa la objetividad en
un problema de decisión individual. Delante del enunciador dos caminos posibles: exponer pesos y
contrapesos como parte de un código deontológico o entender los límites que el mismo medio le
impone.
Aunque los medios de comunicación sean parte de una hegemonía cuestionada cada vez más, su
alcance llega a ser contundente y los comunicadores juegan un rol vital entre sus propias
necesidades de sobrevivencia, el apego a la ética, su mundo ideológico y el perfil editorial de uno u
otro medio. Esto abre un importante camino hacia la conformación de los Tribunales de ética de los
Colegios de Periodistas. La necesidad de columnas de lectores y demás códigos deontológicos para
compensar la correlación de fuerzas en la empresa periodística.
El intento por definir y querer cerrar el debate apenas se abre, como dice Morín citado por R.
Alsina, no hay “una receta para la objetividad, el único recurso es la toma de conciencia
permanente de la relación observador fenómeno, es decir autocrítica permanente” (R. Alsina,
1989: 176). Una configuración de lo real con las miradas de saberse testigo en primera fila. Con la
posibilidad de llegar con interrogantes, antes que con verdades acabadas.
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CAPÍTULO III
Crónica periodística: la arqueología del presente
Crónica: entre la historia y la literatura
En el principio era la crónica y todo intento de información era narrado como una historia lineal o
cronológica. Desde su matriz lingüística, nos recuerda Martín Vivaldi, “la palabra crónica, se
deriva de la voz griega cronos, que significa “tiempo” (Martín: 1973, 123). Lo que refiere a un
orden temporal. Así, como punto de arranque existe consenso general en identificar a la crónica
como un relato de hechos reales que se cuentan de forma cronológica.
Desde las edades medievales, de los monarcas y sus campañas de guerra, la crónica se fundó como
un relato secuencial de una serie de hechos contados por un testigo presencial, autor que imprimía
un estilo en el texto, sin abandonar el apego a la certeza histórica. Para constancia, mencionemos a
Crónica General7, un manuscrito que hasta el día de hoy es motivo de consulta entre los
historiadores españoles. Por lo que Álvaro de Diego sugiere que la crónica fue el género fundador,
no solo del periodismo, sino de la historia (Diego: 2007,5).
Esta aproximación que une al periodismo con la historia es compartida por Manuel Bernal, quien
apunta que la crónica es considerada, como “forma embrionaria de la historiografía” (Bernal: s/f,
22). De hecho, desde la Edad Media, se comenzó a utilizar el término crónica para referirse tanto a
los tratados históricos, como a unas formas de relato peculiares propias de la literatura. Por lo que,
Álvaro de Diego, sostiene que: “Literatura e Historia son, en resumen, las dos fuentes de las que
mana ese género periodístico interpretativo al que denominamos crónica” (Diego: 2007,5).
Inclusive este vínculo indisoluble podría ser rastreado con anterioridad en la cultura grecolatina en
las crónicas de Heródoto, padre de la Historia. O también en Tucídides (siglo V a.C.), el ateniense
que narró “Las Guerras del Peloponeso”, y que cuenta los conflictos militares entre Atenas y
Esparta. El fin de la Grecia clásica.
De allí el tránsito del género hasta la Edad de las Cruzadas, entre los siglos IX y XIV donde la
crónica, según Bernal, es fuente de conocimiento histórico, como la mencionada “Crónica General”
de Alfonso X de Castilla. En estos escritos los rasgos de estilo incluyen la presencia de la primera
7 “La Crónica General vulgata, también conocida como Tercera crónica general”, es una versión del siglo XIV de la Historia de España. Fue escrita por Alfonso X de Castilla. Hoy los textos reposan en la Biblioteca Nacional de España y la Biblioteca del Escorial.
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persona y una gran variedad de tiempos verbales que favorece “el presente histórico que hace más
vívida la narración” (Ibíd, 6).
Aquí un giro. Una mirada hacia aquel tiempo de “encontronazos culturales” que trajo la conquista
de América (Todorov). A decir de Manuel Bernal “un fenómeno periodístico” relatado por
soldados-escritores, testigos de las batallas por el Nuevo Mundo. Entre ellos sobresale, Bernal Díaz
del Castillo (1492-1580) quién escribió una indiscutible crónica de guerra: Historia de la conquista
de la Nueva España. No era escritor, pero se constituyó en uno de los principales cronistas de
indias, al acompañar a Hernán Cortés y relatar la caída de Tenochtitlán, la capital del Imperio
Azteca.
“Al describir ciudades, ritos y costumbres de sus pobladores, Díaz del Castillo se convierte en la
primera fuente de estudio de la civilización precortesiana” (Ibíd, 9). Los detalles son precisos,
abundan las descripciones, la secuencia temporal, la visión testimonial, características que hasta el
día de hoy son identificativas del género.
Frente a los “escritores-soldados” venidos desde España, contrasta la figura del Inca Garcilaso de la
Vega. Un “hijo de la conquista”, nacido de la indígena Palla Chimpu y un capitán español. El
quechua fue su primera lengua y el Cuzco la ciudad del juego y la infancia que compartió con niños
indígenas y aquellos llamados “bastardos” por la moralina de la época. Creció como indio y buscó
identidad toda su vida (Varcárcel: 1955).
Su obra cumbre, Comentarios Reales de los Incas, es una narración de las historias orales, de las
memorias que escuchó en su niñez. La evocación de un Imperio pasado y legendario. Aquí un
fragmento: “Es así que residiendo mi madre en el Cozco, su patria, venían a visitarla casi a cada
semana los pocos parientes y parientas… tuve noticia de todo lo que vamos escribiendo porque en
mis niñeces me contaban sus historias”8
La escritura del Inca Garcilaso remite a una crisis personal y a una coyuntura sin precedentes. El
primer escritor mestizo, estaba atravesado por todo el acervo de sus generaciones indias y por el
rigor del Renacimiento. Su referente intelectual era Europa, pero su mirada materna apuntaba a
América. Esta tensión de valores culturales, que lo desterraban de un locus enunciativo, hace que el
texto más allá de las disputas de los historiadores ortodoxos, sea excepcional.
Carlos Daniel Varcárcel se cuestiona si Garcilaso fue un “historiógrafo ordenador de datos o un
historiólogo” que registró memorias con vacíos que causan cuestionamientos, para responder que:
“Garcilaso representa lo mejor de ambas tendencias, subsumidas por su acusada personalidad de
8 Párrafo tomado de los Comentarios Reales de los Incas (1609), (I,I, Cap. XIX) Edición al español publicado en Lisboa en 1609. [Citado: febrero 2015]. Disponible en: www.rree.gob.pe
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historiador auténtico” (Varcárcel: 1955, 125). Un recolector de la memoria, de la vivencia colectiva
que tiene sentido histórico.
“Como Herodoto y Tucídides muchos siglos antes, Garcilaso comprendió con agudeza ejemplar que el valor de aquellas fábulas no radicaba en la historicidad rigurosa de lo narrado. Apoyándose tanto en sus conocimientos historiográficos, como en su intuición, Garcilaso entendió que en el mito y en la leyenda subyace una vivencia colectiva y un concepto de la sabiduría que si puede tener sentido histórico” 9
Un devenir diferente, la impertinencia de inquietar otro sentido histórico. La inquietud de despertar
a raíz de un imaginario perdido, aquello que en ausencia hace presencia. Aquel pasado de un
mundo propio que les fue saqueado a los primeros habitantes de América. Si era ficción, era lo de
menos. Lo que el aparataje colonial supo de inmediato fue que esas fábulas podían activar un
“sentido histórico”, un vértice que en la práctica provocaba sedición, levantamientos. Por eso, fue
vetada la lectura de los Comentarios Reales. El golpe de gracia, dice Edmundo Bendezú, vino por
el levantamiento de Túpac Amaru. En 1782 las autoridades españolas prohibieron aquel libro que
agitaba insurrección (Bendezú: 1980).
En cuanto estilo, Garcilaso no reprime evocaciones íntimas que en la práctica no dejaban
indiferentes a sus lectores. Por su tesitura histórica-literaria, al Inca Garcilaso de la Vega se le
conoce también como el "príncipe de los escritores del Nuevo Mundo". Susana Rotker señala que
el término crónica se usaba desde el comienzo mismo de la literatura hispanoamericana, a través de
los llamados cronistas de indias, pero este tipo de narración “no contemplaba la inmediatez del
periodismo” (Rotker: 2005, 17).
Desde el mundo ilustrado, las primeras gacetas de los siglos XVI y XVII narraron los
acontecimientos de forma secuencial. Un acto que seguía a una serie de acciones que se
entrelazaban. Sin embargo, “a finales del siglo XIX cuando la foto se hizo más portátil, empezaron
a aparecer revistas ilustradas donde las crónicas ocupaban menos espacio y las fotos tomaban un
lugar más importante” (Caparrós, 2006:9). La innovación de mostrar los lugares que antes se
describía, ahora se subordinaba a la imagen.
Tales avances en las redes de comunicación implicaron cambios en la producción informativa de
los periódicos. Los medios escritos acomodaron sus páginas para hacerlas más gráficas frente al
progreso de la fotografía y la imagen de la televisión. Desde entonces, la idea de incrementar más
fotografías, infografías, ilustraciones en detrimento del texto se generalizó. La imagen era la prueba
irrefutable de lo sucedido, la garantía frente a los mandos de la “objetividad”. La teoría liberal de la
9 Pupo, Enrique. Los comentarios reales y la historicidad de lo Imaginario. Revista Iberoamericana de Ciencias. Vanderbilt University Research Council and Social Science Research Council. 1993. [Citado: febrero 2015]. Disponible en: http://revista-iberoamericana.pitt.edu
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prensa redujo lo esencial a cuatro preguntas: qué, quién, cuándo, dónde, y como prueba de acto: la
fotografía. Bajo este paradigma, la palabra perdió espacio en su propio territorio.
La crónica como género fundador retrocedió frente a la imagen rendida a la inmediatez de una
época líquida. Las narrativas se comprimieron a su información más elemental y la narración se
tornó formal, restringida a leads o sumarios que despachaban en dos líneas el acontecimiento del
día. Sin embargo, en cada época, en cada tiempo histórico, el género cronístico ha hallado
intersticios para hacer presencia en la ausencia. Validar la palabra desde la palabra.
Crónica: un género híbrido
Mabel Martínez Valle sostiene que la “crónica responde al modelo periodístico más antiguo”
(1997,5). Ya hemos sostenido la idea que en sus antecedentes históricos literarios, la crónica fue un
relato secuencial con apego a un orden cronológico. Pero, aquí la inflexión. Con el tiempo, se
adaptó a las maneras narrativas y expresivas de cada época, por lo que crónica designa un género
en evolución, un concepto polisémico (con múltiples significados). Un género en reconstrucción
permanente, afirma Manuel Bernal:
“Cuando nació el periodismo, la crónica era ya un género; desde sus comienzos, el periodismo adoptó como una de las formas más eficaces de contar un acontecimiento y, poco a poco, la fue adaptando a sus peculiares necesidades expresivas. Este proceso de adaptación determina que, en periodismo, crónica designe un género en evolución, que va sufriendo transformaciones paulatinas, desde sus orígenes histórico-literarios, hasta la especificidad del periodismo informativo. Por eso es posible ver en la crónica un eslabón entre literatura y periodismo y, en su estudio, una vía privilegiada para ilustrar sus íntimas e ininterrumpidas relaciones” (Bernal: 5)
Por sus antecedentes, la tradición periodística ha empleado el término crónica para referir
realidades heterogéneas. La crónica, de acuerdo con Susana Rotker, por su “cuestionamiento social
e institucional, [...] por una marginalidad que no termina de acomodarse en ninguna parte, [se
presenta como] la mejor voz de una época” (1992, 258). Rotker y Bernal, apuntan al carácter
polisémico del género que se resemantiza en cada época, considerando su tránsito desde lo
histórico-literario hasta lo que hoy conocemos como periodismo. En síntesis el enunciado
propuesto por Ortega y Gasset, y citado por Rotker, es que la crónica es “un relato de historia
contemporánea, un relato de la historia de cada día” (Rotker: 2005, 130).
Pero, hoy, qué se entiende por crónica. Susana Rotker ha definido a la crónica como “la
arqueología del presente” (1992,129), es decir, un género discursivo que narra el aquí y ahora a
través de indagaciones de carácter etnográfico para hacer memoria de los intersticios de la vida
cotidiana. Lo que refiere al cronista-arqueólogo que exhuma el presente: lo que hemos sido, lo que
somos, lo constituido y lo constituyente. Rotker asume la postura de Barthes para quien todo texto
es un acto individual, investido de una dimensión histórica y cultural.
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La crónica periodística asume un componente de mirada personal, que según el DRAE significa
“concebir, ordenar o expresar de un modo personal la realidad” (DRAE 2001). Esa forma
significante del yo que enuncia las formas particulares de estar, ver, oír, compartir y pensar, es
decir, la pericia de los cinco sentidos, alentados por el maestro polaco Ryszard Kapuscinski (2003).
La mirada del periodista como cazador furtivo.
Por esa mirada sostenida, Bernal Rodríguez, define la crónica como “una información de hechos
noticiosos, ocurridos en un período de tiempo, relatados por un cronista que los ha vivido como
testigo, investigador, e incluso, como protagonista y que al mismo tiempo que los narra, los analiza
e interpreta mediante una explicación personal” (Bernal, 27).
Por estas razones, el Manual de Estilo del diario argentino La Nación, considera la crónica como un
“género caliente”, porque el periodista es “testigo del hecho acerca del cual va a informar a sus
lectores”. Informa desde un lugar cierto, con todos los recursos de ambiente, con acceso a las
fuentes directas, asimilando atmósferas, agudizando sus sentidos.
El Manual de Normas para los Servicios Informativos de la Agencia EFE coincide con lo expuesto.
Precisa que “crónica es una información redactada con cierta libertad de estilo, en la que el autor
aporta una visión complementaria, bien por haber presenciado los hechos que narra o por haber
tomado contacto directo con los protagonistas” (1988). Como recuerda Vásquez Montalván: “fue el
Herald quien introdujo sistemáticamente la crónica directa, el embrión del reportaje en los diarios,
proporcionando al lector la ilusión intelectiva de que asistía al acontecimiento del mismo modo que
la interview proporcionaba la ilusión de que veía al personaje” (Vázquez: 1980, 172). Lo que
marca una diferencia meridional con el articulista que en la mayoría de veces abreva del reportero
raso, para redactar su columna.
Esta constancia del cronista en primera persona, es una marca de veridicción, pero a la vez una
búsqueda personal, que indaga y describe con precisión. “Al absorber recursos de la narrativa, la
crónica no pretende liberarse de los hechos sino hacerlos verosímiles a través de un simulacro,
recuperarlos como si volvieran a suceder con detallada intensidad” (Villoro, 2006: 2). Una
trayectoria de los grandes ejes temáticos sobre los que gira las lides del deseo: necesidad de otra
cosa y en otro lugar, oposición de los deseos y las necesidades.
Hay consenso en señalar que la crónica es un género híbrido que transita entre la esfera factual
(hechos) y la esfera estética (recursos literarios). Como producto periodístico tiene dominio
referencial (hechos reales), temporal (actualidad) y una condición como el más personal de los
géneros. No se trata de establecer una visión monolítica, única de lo que aconteció, sino una
versión honesta de un testigo con claras intenciones estéticas. La crónica es un péndulo que oscila
entre lo factual y la literatura de la que extrae sus técnicas narrativas.
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Por sus bordes entre lo factual y lo estético, Rotker y Bernal manifiestan que la crónica periodística
es “la mejor voz de una época” (1992, 258). Un género que deviene nuevo en cada edad histórica
para contar el mundo fáctico con un indiscutible componente de pretensiones estilísticas (recursos
literarios). Aquel intersticio escurridizo que deviene en “una escritura en tránsito” para Gabriela
Falbo. Es justamente este carácter polisémico del género que se resemantiza en cada época, que ha
dado lugar a que los propios cronistas contemporáneos definan qué es crónica desde sus
particulares formas de apropiación, ejercicio y tramas contemporáneas.
Actualmente América Latina cuenta con un semillero de noveles periodistas mexicanos, argentinos,
peruanos y colombianos, que han asumido el ejercicio periodístico como un legado de mentores de
la talla de Alma Guillermoprieto, Elena Poniatowska, Rodolfo Walsh o Tomás Eloy Martínez.
Muchos de ellos han sido maestros en los talleres de la Fundación Nuevo Periodismo
Iberoamericano (octubre de 1994).
Entre ellos está el mexicano Juan Villoro, Premio José Donoso 2012, polifacético autor de novelas,
cuentos, crónicas de viajes, fútbol y cómics. Villoro ha ensayado una definición orgánica del
género, en el que coexisten varias de las familias taxonómicas de la escritura. Una simbiosis
biológica escritural de formatos tan diversos como: la novela, el cuento, el reportaje, la entrevista,
el teatro, el ensayo. Sin embargo, advierte: “usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta
letal”. Del libro Safari Occidental (2005) el siguiente extracto:
“Si Alfonso Reyes juzgó que el ensayo era el centauro de los géneros, la crónica reclama un símbolo más complejo: el ornitorrinco de la prosa. De la novela extrae la condición subjetiva, la capacidad de narrar desde el mundo de los personajes y crear una ilusión de vida para situar al lector en el centro de los hechos; del reportaje, los datos inmodificables; del cuento, el sentido dramático en espacio corto y la sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo justifica; de la entrevista, los diálogos; y del teatro moderno, la forma de montarlos; del teatro grecolatino, la polifonía de testigos, los parlamentos entendidos como debate: la "voz de proscenio", como la llama Wolfe, versión narrativa de la opinión pública cuyo antecedente fue el coro griego; del ensayo, la posibilidad de argumentar y conectar saberes dispersos; de la autobiografía, el tono memorioso y la reelaboración en primera persona. Usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta letal. La crónica es un animal cuyo equilibrio biológico depende de no ser como los siete animales distintos que podría ser”.
Esta metáfora es un catálogo de influencias fronterizas entre literatura y periodismo. Villoro suelta
las fichas de un verdadero rompecabezas taxonómico, la condición versátil de un género híbrido
que noveliza la realidad a través de personajes delineados; del cuento tiene la impertinencia de
crear tramas de tensión; del ensayo toma el poder de la argumentación; del testimonio su
temperamento expresivo y del reportaje su característica irrenunciable de investigación y
veracidad. Por esta multiplicidad y en la misma idea orgánica, la crítica Gabriela Esquivada, llama
a la crónica “un animalito raro” (Falbo: 2007, 111).
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Esta forma de hibridación experimental también fue una búsqueda en la obra de Truman Capote. Al
final de sus días el autor de “In cold blood” se preguntaba cómo un escritor puede combinar las
diversas formas narrativas como: guiones cinematográficos, comedias, reportaje, poesía, relato
breve y novela. En “Música para camaleones” traza su hallazgo: “un escritor debería tener todos
sus colores y capacidades disponibles en la misma paleta para mezclarlos y, en casos apropiados,
para aplicarlos simultáneamente” (Capote: 1984,15). Un magma de escrituras que convocan a una
diversidad de géneros en la dosis exacta.
La crónica trasgrede la distancia entre uno y otro género. A la vez que crea vecindades entre
discursos enfrentados o incompatibles: la crónica conjuga el periodismo con la literatura, lo factual
y lo estético, la oralidad y la escritura. “La intensidad prosística, el humor, la fantasía, el
desmadre”, según Carlos Monsiváis (2006,127). Una combinación entre periodismo y literatura que
García Márquez resume así: "crónica es un cuento que es verdad."
De la utilización de la metáfora se dilucida una estética de la transgresión. Un sistema resbaladizo
que interroga los cánones. La crónica se presenta como transgresora de la taxonomía pura,
mediación entre literatura y periodismo: “una tradición de relaciones promiscuas”, según Albert
Chillón (1999). Por ser un género en tránsito, “la crónica posee un carácter híbrido y cambiante.
Esta condición le otorga un sentido político a su escritura: le provee de un carácter anticanónico”
(Salazar: 2005, 6). La impertinencia de inaugurar un sentido dialógico con las narrativas
emergentes.
El hecho de ser un “género anfibio”, “heterogéneo”, según el periodista boliviano Nicolás Recoaro,
le permite a la crónica negociar las salvaguardias de las formas. Como género transdiscursivo, la
crónica “desafía de manera constante la estabilidad del canon” (op. cit. pág., 7). Sin embargo, es
necesario señalar que la dislocación de los géneros no atañe al contenido. La crónica periodística
utiliza los recursos de estilo de la literatura: los hace maleables, elásticos, pero su referencialidad
fáctica (hechos reales) es irrenunciable. La verosimilitud es un elemento constituyente del discurso
periodístico, por lo que no es posible fabular ni con los hechos, ni con los personajes.
Sin embargo, por ser un género fundacional del periodismo que se remantiza en cada época, surgen
desatinos al confundir crónica periodística, con crónica literaria. O a la vez, por utilizar
definiciones anacrónicas. Para sostener esta idea, consideremos lo sucedido en el Premio Ciespal
de Crónica 2014. En la presentación del certamen el jurado uruguayo Samuel Blixen dijo que
crónica era el “relato de hechos contados de forma cronológica”, y tomó como fuente wikipedia.
Al respecto, esta definición se remite a los estadios fundacionales del siglo V antes de Cristo,
donde se consideró a la crónica como una recopilación de hechos narrados de modo secuencial.
Recordemos que la crónica periodística como “género en tránsito” es la mejor voz de cada época;
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por lo que hoy se nutre de las narrativas y sensibilidades contemporáneas. Frente al devenir del
género, es emergente ir más allá de los conceptos primigenios, porque se remantizó como escritura
y actitud estética frente al mundo de la vida.
Después, Alicia Ortega sostuvo que la crónica era un lugar de “encuentro del discurso literario y
del periodístico”10. Aporte acertado desde los inventarios de la investigadora venezolana Susana
Rotker. Sin embargo, minutos más adelante expresó que “la crónica es un apasionante género que
se mueve entre la ficción y la noticia, que participa de la historia y la literatura, con capacidad de
informar, conmover, entretener y fabular”11. La definición expuesta por Ortega, es acertada para
definir crónica literaria, pero es errada para crónica periodística, pues decir que esta última puede
fabular es una negación de lo factual, un error patológico. Por su condición irrenunciable con
hechos factuales, a la crónica periodística se la llama también literatura de no ficción.
Liliana Colanzi en una entrevista con la cronista argentina Leila Guerriero le preguntó si el cronista
puede agregar detalles, inventar en beneficio de la narración. Guerriero respondió: “…el cronista
no debe ni puede tomarse libertades en el sentido de "inventar" cosas, solo porque siente que le
convienen a la historia…. Creo que un cronista debe evitar dos pecados mortales: el primero es
inventar, y el segundo es aburrir”12.
La crónica periodística usa recursos de la literatura como herramientas de estilo, técnicas de intriga
para sostener picos dramáticos, pero no puede inventar, añadir por fuerza estética datos que no
corresponden a la historia. Jorge Miguel Rodríguez y María Angulo (2010:11) sostienen que la
crónica “aúna el rigor del reporterismo, el respeto por el pacto de lectura (el compromiso y el deber
del periodista de no inventarse ni un solo dato, ni una escena)”.
El “pacto de lectura” está constituido sobre lo factual, no sobre la imaginación del periodista.
“Jimmy’s world” es un reportaje escrito por Janet Cooke y cuenta la historia de un niño de ocho
años: heroinómano, desplazado lumpen de las aceras, hijo de la adicción. Historia de primera plana
del Washington Post. Premio Pulitzer 1988. Con el único inconveniente que Jimmy, el protagonista
de la historia, no existía. El diario pidió disculpas y tuvo que devolver el Pulitzer.
10 Presentación del Premio Ciespal de Crónica 2014. Las ponencias fueron recogidas en el libro homónimo del Certamen, bajo la edición de Carlos Iván Yánez. Quito, Editorial Quipus. 2014. 11 Ibíd. Las cursivas son mías. 12 Entrevista de Liliana Colanzi a la cronista argentina Leila Guerriero. Portal Americas Quarterly. [Citado enero 2015].
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La generación del 60
La prensa liberal impuso sus articulados de objetividad lo que devino en una escritura técnico-
periodística. Las fronteras entre literatura y periodismo se profundizaron y los rigores del
periodismo expulsaron a sus márgenes a la narración por considerarla cercana a la literatura y por
tanto representación de lo imaginario. En la legitimación de los campos, lo real sería asunto de
periodistas y lo imaginativo un fruto literario asunto de los novelistas. Fin de la querella.
Periodistas en sus redacciones y novelistas en el enclaustramiento de sus tugurios buscando a las
musas de la inventiva.
Sin embargo, la década del 60 irrumpió los linderos. Las convenciones periodísticas de la teoría
liberal empiezan a ser reemplazadas por una narrativa fresca, una combinación precisa y deliberada
de “inmersión, exactitud y simbolismo con ambición literaria (Sims: 1948,8). Una nueva escritura o
magma de escrituras que transitaban en las porosas fronteras entre periodismo y literatura.
Truman Capote que era novelista, mira en el asesinato de una familia de Kansas, la posibilidad de
crear un estilo propio, la “nonfiction novel”. Un escrito que tuviese todas las técnicas narrativas
propias de una novela policíaca, pero con la particularidad de ser estrictamente fiel al asesinato de
1959.
Cinco años pasaron. Capote se entrevistó con vecinos, autoridades, amigos. Siguió los sumarios
judiciales del caso, entrevistó a abogados, testigos, fiscales, magistrados. Fue confidente de Perry
Smith y Dick Hickock, los homicidas de Herbert William Clutter, su esposa y sus dos hijos.
Reconstruyó las pesquisas policiales y acompañó a los asesinos hasta el mismo día en que fueron
llevados al patíbulo y confinados a muerte por ahorcamiento.
“Me llevó cinco años escribir A sangre fría, y un año para recuperarme, si es que recuperarse es la
palabra. No hay un día sin que algún aspecto de esa experiencia no oscurezca mi mente” (Capote,
1976:337), escribiría en su libro autobiográfico.
Si bien “A sangre fría” (1965) catapultó a Truman Capote como el más visible de los periodistas
literatos, mención señera merece el reportaje “Hiroshima” escrito por John Hersey y que marcó un
hito en 1946. “Una pieza periodística clásica”13 que abre camino a los llamados reportajes
novelados de los años cincuenta, sesenta y setenta. Es posible hablar de la “herencia Hersey” en
autores como: Lillian Ross (Picture 1952), Truman Capote (In cold blood, 1965), Norman Mailer
(The Executioner´s Song, 1979) y Gay Talese. (Chillón: 1999, 196).
Así se inauguró y entró en auge el “Nuevo periodismo”, una corriente que subvirtió las formas
ortodoxas de la escritura técnico instrumental. Para Gabriel Galdón el fenómeno del “New
13 Capote en Albert Chillón (1999). Truman Capote: an Interview, Pág., 196
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journalism” surgió como una “reacción a la rigidez, a las limitaciones lingüísticas y estilísticas, al
encorsetamiento formal propio del objetivismo” (1994,119). Estas piezas híbridas de gran precisión
investigativa y pulsión estética rechazaban la rutina, las formas dominantes de la prensa
hegemónica vigentes desde los años veinte. Para Bellamy se trata de “fundir la estética y la
metodología de la novela realista del siglo diecinueve con el modus operandi del periodista
callejero” (1985,6). Si por imitación o porque el género entraba en apogeo, lo cierto es que cuando
Norman Mailer escribió “Los ejércitos de la noche”, Truman era el “pop star” de los periodistas
literarios.
Tanto Capote, como Norman Mailer no se dedicaban al periodismo como profesión. Saltaron de la
literatura al periodismo. Pero en el caso, de América Latina sucede lo contrario. García Márquez
pasó del periodismo a la literatura. Esta necesidad de no despegarse del terreno de lo real, de
convertir el periodismo en filigrana literaria, la encontramos en la extensa producción periodística
publicada en El Universal de Cartagena; El Heraldo de Barranquilla y El Espectador de Bogotá.
El 21 de mayo de 1948, García Márquez publicó su primera columna en El Universal: una nota
sobre la derogación del toque de queda en Cartagena, en momentos cuando la agitación del
“Bogotazo”14 mantenía una atmósfera tensa. El texto que apareció en la página cuatro, sin firma y
sin título, inauguró una columna llamada “Punto y Aparte”. La nota es un presagio de los órdenes
que regirían su escritura:
“Los habitantes de la ciudad nos habíamos acostumbrado a la garganta metálica que anunciaba el toque de queda. El reloj de la Boca del Puente, empinado otra vez sobre la ciudad, con su limpia, con su blanqueada convalecencia, había perdido su categoría de cosa familiar, su irreemplazable sitio de animal doméstico...”
Las columnas y editoriales tienen un aurea estética innegable, pero la redacción de escritorio era un
grillete para un joven de 21 años que prefería las crónicas de sucesos, el contacto con la calle. Fue
en 1954 cuando en El Espectador de Bogotá, GM escribe reportajes y descubre un laboratorio
donde se decanta la voz de su escritura.
“Relato de un náufrago” que hoy podría ser leído como una novela, surgió como un largo reportaje
publicado en El Espectador en catorce capítulos. La historia había sido agotada por los medios
locales, hasta que GM entrevistó al náufrago Luis Alejandro Velasco en veinte sesiones de seis
horas diarias (García: 2008,11). La historia dividida en episodios hace vívidas las imágenes del
joven marino que sobrevivió en una balsa diez interminables días. “Sin comer nada más que un
14 Se conoce como “Bogotazo” a la violenta movilización popular que se desató luego de que el 9 de abril de 1948 fuera asesinado el líder Jorge Eliécer Gaitán. “Los enfrentamientos entre liberales y conservadores, entre Estado y los alzados en armas dejaron alrededor de tres mil muertos”, cientos de edificios incendiados y una fecha fundacional para las izquierdas insurgentes. [Citado: febrero 2015]. Disponible en: www.colombiaaprende.edu.co
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pedazo de pescado y una raíz, el cuerpo ampollado por el sol”, las alucinaciones, la sed (ibíd,
p.100).
A la vez, el reportaje reveló por primera vez que el destructor Caldas de la marina colombiana se
había desestabilizado por la sobrecarga que transportaba: electrodomésticos de contrabando. Esa
información implicaba “tres graves faltas: estaba prohibido transportar carga en un destructor.
Segundo, la nave no pudo maniobrar para rescatar a los ocho marinos que cayeron al mar por el
sobrepeso que llevaba”. Y tercero, eran electrodomésticos de contrabando: televisores, lavadoras,
cocinas. (Ibíd, pag12). A la dictadura le incomodó el serial y desató una cacería. Velasco que era
considerado un héroe, convertido en celebridad publicitaria de marcas suntuarias, cotizado por las
“misses” de turno, fue dado de baja de la marina, aborrecido por el gobierno y olvidado para
siempre. Además, la retaliación hizo que el periódico cerrara y García Márquez fuera enviado
como corresponsal a Europa, en Francia padeció abandono de náufrago. Fue hasta 1970 cuando el
texto fue compilado como un libro y firmado por García Márquez.
“El esmero estético con que trabajo sus reportajes fue, sin duda, el gran caballo de Troya que le permitió llegar a sus lectores en medio de una censura creciente. Márquez alcanzó el punto paradigmático: una magistral síntesis de periodismo y literatura, de investigación de la realidad y comunicación de la misma mediante cánones estéticos perdurables” (Saldívar, 1977:318).
Pasaron cuadro décadas, ya había ganado el Nobel de Literatura en 1982 pero el periodismo era su
laboratorio, el filtro donde iba decantando muchas de sus búsquedas, así es como regresa al
periodismo con dos largos reportajes: “Miguel Littín clandestino en Chile” (1986), libro del que se
quemaron alrededor de quince mil copias por orden de Augusto Pinochet; y “Noticia de un
secuestro” (1996), el detalle de la mirada en la vida cotidiana de siete secuestrados.
Para Sorela: “…en el reportaje encontró García Márquez la horma de su zapato, no sólo un mayor
contacto con la calle… sino un campo de experimentación narrativa, limitada por las exigencias de
la comunicación de masas, que sin duda le había de servir para sus cuentos y novelas” (Sorela,
1988: 78). Aquellas historias de reportero raso serían la levadura de su novelística.
Hay varios insumos al respecto, pero quizá de inconfundible goce estético, es la nota de prensa
escrita en sus primeros días como reportero en Cartagena de Indias. García Márquez es enviado a
cubrir una noticia de un antiguo convento que estaba siendo desocupado para convertirse en un
hotel de cinco estrellas. Entre criptas de monjas y curas, huesos sin ningún tipo de clasificación se
refundían en sacos comunes para ser desechados.
En medio de la limpieza, los trabajadores encontraron el cráneo de una niña, cuyos cabellos
extendidos en el suelo alcanzaban más de veinte metros de largo. Enseguida Márquez relacionó
este encuentro con aquellas historias de infancia, contadas por su abuela Tranquilina Iguarán. Se le
50
estremeció el recuerdo, al pensar que aquella junta de huesos podría ser la Santa María de Todos
los Ángeles, o mejor conocida como Sierva María, personaje que inspiró la trama de “El amor y
otros demonios”.
Los nuevos cronistas de Indias
Así el siglo XX renovó el oficio de cronista. Sus cultores se regaron en los cuatro continentes.
Franquearon fronteras que saltaban de la literatura al periodismo o como en el caso de Márquez del
periodismo a la literatura. “Aunque ocasionalmente hayan practicado otros géneros, Egon Erwin
Kisch, Bruce Chatwin, Alvaro Cunqueiro, Ryszard Kapuscinski, Josep Pla y Carlos Monsiváis son
heraldos que, como los grandes del jazz, improvisan la eternidad. Algo ha cambiado con tantos
trajines. El prejuicio que veía al escritor como artista y al periodista como artesano resulta obsoleto.
Una crónica lograda es literatura bajo presión” (Villoro, 2006:1)
América Latina desde la década del noventa, experimenta la ebullición de autores emergentes que
han asumido el periodismo literario como un legado de mentores de la talla de Alma
Guillermoprieto, Elena Poniatowska, Rodolfo Walsh o Tomás Eloy Martínez, es decir, una
influencia directa de los canónicos del sesenta. En está reciente y muy contemporánea generación
de autores están: Leila Guerriero, Alberto Salcedo Ramos, Juan Villoro, Martín Caparrós, Juan
José Hoyos, Pedro Lemebel, Julio Villanueva Chang. En el cuarto y último capítulo de este trabajo
analizaremos precisamente el trabajo de dos de estos cronistas.
Al ser una escritura en pleno proceso de producción, no cuenta con la perspectiva que suele
imprimir el tiempo y los fenómenos vistos desde la distancia histórica. Sin embargo, es innegable
que estamos presenciando una ebullición del género entre las narrativas actuales, que a la vez abre
una veta de análisis o diálogo entre periodismo y academia. Se trata de acercarse a lo real con
carácter y contar con temperamento.
Su trabajo recogido en revistas especializadas batalla en el mercado de las industrias culturales por
un nuevo público. El cronista Martín Caparrós, sospecha que esta emergencia narrativa se trate de
un fenómeno del que se hable más, de lo que en realidad llega a consolidarse en blanco y negro.
De hecho, los canales de distribución, aparte de los contados espacios en diarios o tabloides de fin
de semana, son un puñado de revistas que han logrado a punta de insistencia cruzar fronteras:
“Gatopardo” (60.000 ejemplares en México). “SoHo”, con más de un millón de lectores en cuatro
países de la región. “Etiqueta Negra” (que publica 6.000 ejemplares en Perú). “El malpensante” en
Colombia. También circula la revista “The Clinic” en Chile y en Argentina “Rolling Stone”. Estas
publicaciones circulan en un mercado restringido y ávido por captar nuevos lectores, se trata de una
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experiencia nueva en relación a la tradición periodística anglosajona15. La más reciente apuesta
narrativa es Anfibia (2012), una revista digital creada por la Universidad argentina de San Martín,
dentro de su programa Lectura Mundi, con el fin de generar un diálogo entre periodismo y
academia: un cambio de lugar, nuevos registros para el locus académico y reflexión teórica para el
periodista.
Si bien la voluntad de narrar ha porfiado más que los avatares de la producción y dificultades de
distribución, con mucha más escasez se hallan publicadas crónicas de largo aliento o grandes
reportajes; género arriesgado en su arquitectura, tanto para el cronista, como para la empresa
editorial. Entre las pocas piezas de este voltaje, se encuentra “Suicidas del fin del mundo”, un
relato que atrapa los “episodios trágicos” de una serie de suicidios en la Patagonia. El espesor de la
soledad, las horas lentas, son asimiladas por Leila Guerriero, a través de la voz testimonial de
amigos y familiares de los suicidas. Las Heras, “con su magma de desempleo y falta de futuro para
los más jóvenes, es un enigma cuya resolución dista de ser definitiva: los suicidios, como un
destino funesto, se suceden hasta hoy” (Guerriero, 2005).
En esa misma línea, entre rounds y nocauts, el cronista Alberto Salcedo Ramos16, viaja en el
tiempo para retratar la gloria y el delirio de Antonio Cervantes, más conocido como Kid Pambelé,
“un boxeador legendario que cenaba con el cantante José Luis Rodríguez (El Puma), se retrataba
con el presidente de Colombia Misael Pastrana Borrero y que fue parte del jet set por sus
escándalos públicos, excesos con la droga y por sus frecuentes actos de violencia”17. La biografía
del púgil más grande de Colombia, es cartografiada en un extenso reportaje de 192 páginas. Al
respecto, Ignacio “Nacho” Ramírez, escritor bogotano, Director de la Agencia Cronopios, opina
que:
"Salcedo Ramos maneja la arquitectura de la crónica con magistral dominio de los golpes del silencio, que hace al lector que se retire a su esquina a respirar por un minuto para volver al combate con el texto, donde las dosis de adjetivos, la sintaxis, el equilibrio del lenguaje, el espacio, la atmósfera y el tiempo configuran un todo narrativo que no se da silvestre”.18
Por su parte, el ex Director de Soho y columnista de la Revista Semana, Daniel Samper Ospina
expresó que el libro “El Oro y la Oscuridad” pinta un retrato etopéyico (carácter) que alcanza “una
arquitectura inolvidable, obligado para todos los que se dejan apasionar por esa fusión maravillosa
15 El periodismo anglosajón reúne una larga tradición periodística en revistas como “Squire” o “The New Yorker”. Esta última de gran acento neoyorquino tiene más de un millón de suscriptores; y en sus columnas han publicado personajes como Woody Allen, Hannah Arendt, Truman Capote. 16 Salcedo Ramos es una de las voces más definidas y consumadas de América Latina. A más de ser maestro de la FNPI, tiene varios reconocimientos como: el “Premio Internacional de Periodismo Rey de España”, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (por cinco ocasiones); el Premio Ortega y Gasset. 17 http://www.eldigoras.com. [Citado: mayo de 2013]. 18 http://www.eldigoras.com. [Citado: mayo 2013].
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que a veces consiguen los grandes cuando saben darle matrimonio feliz al periodismo y la
literatura"19
Las crónicas de largo aliento, en la actualidad son piezas de colección, contadas en los escrutinios
de su producción. Las razones tienden a reiterar la sentencia frecuente que la gente no lee y en
términos metálicos que la inversión en crónica es una empresa de riesgo entre el tiempo de su
realización y el retorno de utilidad. Así, varios factores se entrecruzan para que las crónicas con
una extensión promedio de cinco a doce mil palabras, sean más frecuentes a la hora de aventurarse
por la artesanía crónica. Tiempo, recursos, una empresa periodística que se queja de problemas de
espacio, mientras se complace en imprimir fotos tamaño Led que ocupan la mitad de la portada.
Por lo que en el último capítulo, centramos el punto de análisis en dos crónicas de mediana
extensión escritas por dos de los mejores cronistas contemporáneos de quienes ya hemos reseñado
su trabajo en estas líneas: Leila Guerriero y Alberto Salcedo Ramos.
19 http://www.eldigoras.com/bibe/num/e039/fuego39asr01.htm [Citado: mayo 2013].
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CAPÍTULO IV
Análisis de la construcción de los sujetos actantes
“Escribir es un acto de solidaridad histórica”.
R. Barthes
Crónica: “Un país de mutilados”
“… la gente está tranquila, caminando hacia la escuela o hacia el huerto, asando arepas o
endulzando el café, arando la tierra o tomando el fresco de la tarde, vaticinando la suerte de las
cosechas, cuando sobreviene el fogonazo letal”20. Una mina agazapada entre la maleza explota y el
mundo en slow motion disemina un ralentí de piernas y brazos reducidos a ripio. La confusión, el
desmembramiento: “órganos cercenados, parálisis, rostros deformados por las quemaduras,
cicatrices atroces, ojos descuajados, pánico, derrumbe”21
Por cuadros como este, Anadeli Bencomo, asegura que la crónica es “una escritura transgénerica de
la violencia”, un espacio de bordes donde la testimonialidad del horror se ha insertado en lo
cotidiano. Por su carácter transgénerico, sus márgenes resbaladizos, fronteras colindantes entre
periodismo, literatura, la etnografía, las historias de vida, es decir, la convergencia de varios textos
(Barthes), la intersexualidad (Kristeva), la crónica periodística es un vértice privilegiado para
“provocar la emergencia de aquellos relatos invisibles”22, silenciados por el poder, o reducidos a
mera banalización de la fatalidad de la vida.
La crónica "Un país de mutilados" (Salcedo, 2008), es un compendio de cuatro fragmentos: El
cantar de Claudia, La ruta de la infamia, El refranero de Manuel Ceballos y El cielo que perdimos.
Esta composición expone los testimonios de las víctimas de las minas antipersonales, los
campesinos de la región de Antioquia. En su escritura recorre las estadísticas manejadas por la
versión oficial, la Vicepresidencia colombiana, hasta contrastar los porcentajes con la cotidianidad
de varias familias afectadas por las minas.
20 Crónica “Un país de mutilados” escrita por Alberto Salcedo y publicada en la Revista Soho el 12 de junio de 2008. Pág. 250 21 Ibíd., p. 249 22 Montes, Alicia (2009). Esto no es una pipa: la crónica urbana y el problema del género [en línea]. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras [citado 11 abril de 2015]. Disponible en: tallerexpresion1.files.wordpress.com/2010/03/cuadernillo-de-crc3b3nicas-2011-1.doc
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Las marcas de veridicción, como valor numérico arrancan desde el inicio ubicando el contexto: “31
de los 32 departamentos de Colombia están sembrados de minas quiebrapatas”23. Desde 1990
hasta febrero de 2007 se registraron 6637 víctimas24 y el subregistro es latente por la distancia y
condiciones de precariedad de estos caseríos o veredas. Colombia es el país del mundo que
anualmente registra el mayor número de mutilados, incluso “por encima de Camboya y
Afganistán”25.
Estas marcas de veridicción, cumplen una función de “retórica objetivadora”, pero a la vez
enmascaran la cotidianidad más severa. Allí precisamente, está la apuesta del cronista: develar una
hoja de ruta, para llevarnos por las veredas de Antioquia y mostrarnos la cotidianidad del terror.
“En muchos pueblos a los niños les da miedo ir a los patios para jugar y alcanzar mangos, y en esas
condiciones la vida ya no vale la pena”26. Los rituales de la cotidianidad, las labores de campo, los
juegos de la infancia, se convierten en espacios donde habita el miedo. La más sencilla de las
prácticas, como recoger mangos o patear una pelota, es una provocación al peligro. La vivencia
más pequeña se llena de miedo, se mutila, cuando al trepar los árboles o correr detrás de un fruto,
un niño termina sin piernas.
La cotidianidad es narrada en un tejido polifónico que usa el testimonio, entre otros recursos
narrativos, como dispositivo de denuncia desde los otros (los mutilados, los desplazados, las
minorías periféricas). Desde la hibridación como género transgénerico, esta crónica teje “una
escritura que centra al Sujeto en medio del imaginario del miedo, la vulnerabilidad, la indefensión.
Greimas habla del “sujeto-héroe” (Greimas: 1987,280). En el caso de esta crónica, el sujeto es la
comunidad mutilada, los actantes donde la acción recae. Campesinos, floricultores, caficultores,
vecinos del Oriente de Antioquia, la zona más amputada por las minas antipersonales. Ya como
personajes tienen nombres, ciudadanía, un DNI: la niña Claudia Ocampo, su madre Carmen Julia,
Manuel Cevallos y su familia. Ellos son la expresión de una totalidad (relación hipotáctica), es
decir un tejido de relaciones subordinadas. La gota que se repite en espirales, porque “toda
manifestación es iterativa”, (el signo se repite). El desmembramiento como signo de cada día
(“desde el año 2005 se presentan, tres víctimas diarias”27).
“¿Qué son 6.637 cristianos reducidos a un diagrama de barras”, pregunta Salcedo Ramos en un
tropo cargado de ironía para ensayar una respuesta de inmediato: “con esos damnificados se podría
fundar una villa casi tan habitada como el famoso balneario de Punta del Este y seis veces más
23 Ibíd., p. 245 24 Secretaría de Derechos Humanos. Gobierno de Colombia. Boletín de minas antipersonal. Publicación año 2004 25 Salcedo. Op. cit., p. 245 26 Ibíd., p. 252 27 Ibíd., p. 250
55
poblada que Ciudad del Vaticano… Si viéramos a las víctimas juntas advertiríamos que son una
multitud”28. Toda “manifestación es iterativa”. Una gota entre miles. Las ausencias y pérdidas de
estos “dramatis personae29” como los llama Barthes (1977,33). Ellos y ellas son la manifestación
en singular de un colectivo mutilado. La expresión iterativa de terminar una trocha de camino sin
muslos, tórax o rostro.
Lo deseado: derecho al territorio
El Oriente de Antioquia30 es una zona rica en recursos hídricos, de hecho genera el 35% de la
energía eléctrica que Colombia consume. Tiene una ubicación favorecida porque conecta con el
Bajo Cauca31 y su producción aurífera. Además permite acceder a la zona caficultora del Eje
Cafetero. Es una zona fértil que produce papas, frijol, hortalizas. Estos factores han convertido al
Oriente antioqueño en un atractivo para los grupos al margen de la ley. Durante años, “cuatro
frentes guerrilleros -de las Farc y del Eln- sometieron a los ganaderos y agricultores a un régimen
de chantaje, secuestro y exterminio”32.
Estos actores someten a la población a una política de terror para dominar el territorio y circular
libremente sus mercancías, ya se trate de armas o sustancias. Al tiempo arribaron grupos
paramilitares y los campesinos que moraban en su tierra, en su parcela, se hallaron en medio de un
fuego cruzado. El fin último era apropiarse del territorio como punto logístico de sus operaciones.
Y para alcanzar el dominio territorial, sembraron minas antipersonales33. Una vez que el miedo se
ha generalizado, cuando la vida con el custodio del miedo se vuelve insostenible, los campesinos
huyen y el éxodo de los mutilados comienza.
El territorio es consuetudinario, es parte de nuestra vivencia social, familiar, cultural y comunitaria.
Es la estadía geográfica, pero también el continente de los saberes culturales, ancestrales,
espirituales, las formas de relación con la naturaleza. El espacio donde el sujeto tiene la capacidad
de producir sus propios medios simbólicos. El territorio como lugar de mediación de las esferas
propuestas por Barbero: "socialidad, ritualidad, institucional y tecnicidad" (Barbero: 2001, 74).
La “socialidad” como el lugar donde se producen las cotidianidades de la producción del sentido de
la interacción; el espacio donde los seres humanos se encuentran con su identidad y se relacionan
generando interpretaciones. La múltiple vía de la interpelación; es la "multiplicidad de modos y
28 Ibíd., p. 250 29 Frase de origen latino para referirse a los personajes dramáticos utilizada por R. Barthes 30 El Departamento de Antioquia tiene 9 subregiones, una de ella es el Oriente antioqueño, formado a su vez por 23 Municipios. Ocupa un territorio de ocho mil kilómetros cuadrados. 31 El Bajo Cauca antioqueño o Provincia de Rodas es otra de las subregiones del Departamento de Antioquia situada al nororiente. 32 Salcedo. Op. cit., p. 266 33 Las minas están prohibidas por el derecho humanitario internacional. Son pequeñas y están diseñadas para mutilar el cuerpo y la psiquis.
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sentidos en que la colectividad se hace y se recrea, la polisemia de la interacción social" (Ibíd).
Además, la disputa del territorio quiebra la ritualidad de las cotidianidades, en la siembra, en la
cosecha, en preparar el café, el habla de la tarde. Quiebra los rituales de comunión como una fiesta
de bautizo o cuando se teje un carriel. El mundo del hacer, entre el tiempo y espacio de la vida
cotidiana. Y por último, mutila las tecnicidades de las labores agrícolas, para reconocer los tiempos
y los aparejos de la gramática del suelo cultivable.
El mundo de la vida con sus esferas se desvanece. La posibilidad del goce pleno del territorio es
una amputación del cuerpo social. La Constitución de 1991 declara que Colombia es “un Estado
social de Derecho”34, pero cuando el desarraigo es un tema permanente, vulnera el Estado de
Bienestar, los mundos de referencia de los sujetos en medio del conflicto. Dice Ana María Cano35:
“además de perder un miembro, es perder lo que ha sido su modus vivendi. Lo que ha sido la
historia de su familia; el lugar donde han construido; donde han nacido sus hijos. Eso tiene que ser
un momento muy terrible. Decidir el desplazamiento, decidir desarraigarse” (Cano: 2015).
Esa fue precisamente la decisión que enfrentó Carmen Julia Gallego, cuando al explotar una mina,
murió su esposo y una esquirla se enquistó en su abdomen. Ató sus aparejos y huyó. “Fue
desterrada cruelmente de su patria chica, la vereda en la cual ella y sus hijos habían vivido siempre,
sitio donde estaban sepultados los restos de su padre, el único lugar del mundo que conocía”36.
Esta es una crónica que hace síntesis de la “necesidad de otra cosa y de en Otra parte” (Greimas:
1987,278). La experiencia de las minas, no solo mutila el cuerpo, sino que cercena las posibilidades
de vida, corta los lazos de pertenencia a un mundo cultural, familiar, comunitario. Se pierde el
tejido asociativo y las identificaciones simbólicas. Doblemente mutilados: en el cuerpo y
desarraigados de lo conocido estos desplazados migran a las ciudades donde ya no son más
campesinos, sino un “margen de error”, “un embaucador”, “despreciado”, “chusma”37, lo abyecto
para el paisaje urbano.
“… y esto significa la pérdida de todo el entramado social en el que habían nacido y en el que habían establecido para sí mismos un lugar diferenciado en el mundo… las migraciones forzadas de individuos o grupos de personas, parecen sucesos cotidianos. Lo que carece de precedentes no es la pérdida de un hogar, sino la imposibilidad de hallar uno nuevo” (Arendt: 1998, 249).
Sin hogar, apátridas en su propio país, cansados de la agresión de las ciudades, deciden el retorno.
Así le sucedió a Manuel Cevallos, una noche descubrió que extrañaba su rancho y sus arreos. Quizá
en la Iraca moriría reventado por una mina, pero también podía incorporarse como un hombre
productivo. Como él siempre piensa con refranes populares, se le cruzó el dicho: “para disfrutar del
34 Constitución Política de Colombia, 1991 y con Reforma de 1997. Título I. De los Derechos Fundamentales. 35 Entrevista a Ana María Cano. Elaborada por la autora el 27 de febrero de 2015. Anexo 1 36 Salcedo. Op. cit., p. 248 37 Ibíd., p. 258
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perro hay que entenderse con la pulgas”38. Añoraba su tierra “con el mismo ardor, con el que el
mutilado echa de menos el órgano desmembrado”. “La nostalgia del paraíso es el paraíso”,
reflexiona Salcedo Ramos.
Y así es como retornó a la Iraca y días después de la limpieza de la maleza, mientras hacía unas
pequeñas compras para el bautizo de su nieta María Fernanda, durante el camino de regreso, una
bomba explotó. El soldado al estilo asiático Pol Pot no había muerto en las lluvias de abril. La mina
le cercenó la pierna a él y a su hija Nancy.
Rossana Reguillo dice que la crónica es el “testimonio del desasosiego”. Cuando la incertidumbre
mutila a una persona, le arranca de tajo también el futuro. ¿Qué va a hacer un campesino sin
extremidades en su rancho? A más de destrozar su cuerpo, las minas subyugan el porvenir. La
mutilación ilustra la insustancialidad del futuro.
Manuel Cevallos es un refranero andante. Tiene un dicho popular para cada momento. Para
explicar el accidente que le rebanó la pierna derecha, sentencia: “lo que viene liso desde el cielo,
cae a la tierra sin arrugas”39. La “mediación individual” está caracterizada por el acervo del saber
popular, y en el caso de Cevallos, es lo que cabe dentro de fragmentos. El habla se ha mutilado a
frases, la palabra también se ha quebrado.
Salta entonces, la pregunta que se hacían los romanos:
¿A quién le beneficia esta guerra?: la cuestión del villano
Es pues la mina, un soldado perfecto: “no necesita comida, ni agua, no tiene sueldo ni descanso, y
espera a su víctima por 30 años o más”40. No toma relevos y está alerta las 24 horas del día. El
verdugo agazapado entre la maleza da la “sensación de ser omnipotente, omnipresente”41, dice Ana
María Cano. Y en esa condición, quebranta el cuerpo y la psiquis de los sujetos; su presencia
moldea el miedo colectivo que se traduce en dominación: quien siembra la mina instala su
presencia y control territorial. “La producción del miedo” genera poder (Bauman 2004) porque el
oponente es un enemigo invisible, con capacidad de destrucción perdurable.
El discurso de los medios de comunicación reproduce la responsabilidad de quiénes siembran las
minas: las Farc, el Eln, los para. El discurso oficial se repite en la construcción de lo noticiable y
sitúa la acción sobre los grupos armados que funcionan al margen de la ley, es decir, la extrema
izquierda y la extrema derecha, colindantes en el mismo juego. Al respecto: insisto, el villano
siempre está enmascarado. La guerra es un reciclaje en el mundo.
38 Ibíd., p. 256 39 Ibíd., p. 255 40 Ibíd., p. 267 41 Entrevista a Ana María Cano. Elaborada por la autora el 27 de febrero de 2015. Anexo 1
58
Armas que ya no sirven en Francia van a parar en Sierra Leona. Venezuela compra armamento a
Suecia y después ese arsenal aparece en propiedad de las Farc. Aviones inservibles de la India son
comprados por las Fuerzas Armadas de Ecuador. Los señores de la guerra tienen su lobby.
Volvamos a la interpelación qué se hacían los romanos: ¿A quién le sirve esta guerra?
Le pregunto a Ana María Cano, redactora de violencia y seguridad interna, Columnista de El
Espectador de Medellín, sobre la industria que sostiene el terror. La Periodista de investigación
comenta que no ha conocido trabajos sostenidos, ni desde la Fiscalía o la empresa periodística. Una
sucinta investigación realizada por el Diario El Tiempo de Bogotá afirma que las Farc se abastecen
de armas que provienen de 27 países, entre ellos Venezuela, Ecuador y Brasil42. Cohetes antitanque
de origen estadounidense, ruso y sueco; fusiles rusos, búlgaros, chinos y coreanos. Es un negocio
que vende armas a los dos bandos, sin discriminación alguna43.
La Oficina para las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) afirma que “si el crimen
organizado fuese un país, sería una de las 20 mayores economías del mundo, ya que produce una
cifra equivalente a la riqueza de Holanda”44. El negocio genera más dinero que la economía de
Argentina y Polonia juntas. De forma contradictoria “los mayores fabricantes de armas son los
cinco países integrantes del Consejo de Seguridad de la ONU: EEUU, Reino Unido, Francia, China
y Rusia”45.
La industria armamentística, circula invisible, es una generalidad abrumadora, un negocio
transnacional. Son anónimos que desde bastidores engrosan su patrimonio, con maquinitas que
explotan. De forma eventual, salta en algún noticiario la captura de un transportista que afirma que
son los mismos militares y agentes de policía que suministran armas a la insurgencia, mientras los
peces grandes, los señores de la guerra, son entes inmateriales.
Juanes al rescate: el adyuvante
La crónica “Un país de mutilados” arranca con “El Cantar de Claudia”, una niña que jamás hubiese
conocido a Juanes, si no fuera porque el padre de la pequeña murió en la explosión de una mina.
Juanes creó la Fundación Mi sangre para sensibilizar alrededor de uno de los temas humanitarios
más angustiantes de Colombia: las minas antipersonales.
42 www.lacapital.com.ar [Citado: febrero 2015]. 43 Uno de los mayores traficantes mundiales es Viktor Vout, conocido como el “mercader de la muerte”. Como ex oficial de la Fuerza Aérea soviética se aprovechó de los inmensos arsenales de extinta URSS y del final de la Guerra Fría para suministrar armas a facciones enfrentadas en cualquier parte del mundo. 44 Informe de la ONUDD sobre flujos financieros Ilícitos de las organizaciones transnacionales del crimen. Publicado en Suecia. Año 2011 45 Ibíd., p.5
59
Si después de más de cincuenta años de conflicto armado, el mejor ayudante de estos campesinos
es Juanes, es que la apatía ha vencido. La mayoría de detonaciones suceden en pueblos retirados,
que no tienen caminos de acceso, ni un centro de salud y como lo comprobará el cronista el nivel
de analfabetismo es alto.
Entonces, la mutilación como sentido figurado (metonímico) vuelve a ser revelador. Antes de
perder una pierna o la mitad de la cara, estas personas ya estaban mutiladas, desmembradas de sus
derechos. Ser ciudadano dice Hannah Arendt, es el “derecho a tener derechos”46. Cuando se asigna
la ciudadanía, también se reconoce y entrega las posibilidades de sobrevivencia. Sin embargo, la
situación de los mutilados y desplazados invierte la relación de los derechos y su realización. A
pesar de que el 35% de los recursos hidroeléctricos que abastecen al país se generan en esta zona,
eso no significa nada para los habitantes del oriente antioqueño.
Si bien, estos sujetos son objeto de políticas asistencialistas como las establecidas en la “Ruta de
atención integral a las víctimas” elaborada por la Vicepresidencia de la República, (que
básicamente les dota de una prótesis y una compensación económica), lo cierto es que, el carácter
fundamental de la protección de derecho está ausente. Lo asistencial, sustituye al cambio
estructural. “El Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo
económico y el conservadurismo político”, dice el colombiano Martín-Barbero (2001, 251).
Destinador: de vuelta al ágora
Los valores universales supremos, como la justicia y la paz, están contenidos dentro de los
llamados Derechos del Hombre que fueron proclamados por las revoluciones francesa y americana.
Sin embargo, desde este horizonte humanista, no se podrá resolver el problema de las “violencias
generalizadas” en Colombia. (Ibíd, Pág. 247). El camino a las situaciones de exclusión está en la
refundación de la esfera pública. La vuelta al ágora, donde los sujetos retomen su función política.
Esa es justamente una de las apuestas de Barbero en su emblemático libro “De los medios a las
mediaciones”. Que el lugar de la política no sean los medios, que los sujetos definan su política
como actores de ella.
El postulado de Hannah Arendt, el “derecho a tener derechos”, sigue esta misma línea de acción
colectiva, en la fundación de una ética global de interpelación por el problema del otro, hacia la
transformación activa de la exclusión en procesos de inclusión. Los dos autores marcan un cambio
de paradigma en la democracia sufragista que se limita a las urnas, hacia la conformación de
competencias políticas que nos devuelvan el ágora de una sociedad civil organizada. “El derecho
de cada individuo a pertenecer a la Humanidad tendría que ser garantizado por la misma
46 Idea elaborada por Hannah Arendt en los capítulos finales de “Los orígenes del totalitarismo”. Pág. 247
60
Humanidad”, dice Arendt (1998, 249). Es un desplazamiento del lugar de la política, hacia el ágora
vinculante.
61
62
Crónica: “El rastro en los huesos”
“Hay que tener en un obstinado presente, con toda su sangre y su ignominia, algo que ya se está queriendo
hacer entrar en el cómodo país del olvido; hay que seguir considerando como vivos a los que acaso ya no lo
están pero que tenemos la obligación de reclamar, uno por uno, hasta que la respuesta muestre finalmente la
verdad que hoy se pretende escamotear”.
J. Cortázar47
La crónica "El rastro en los huesos" (Guerriero), describe la cotidianidad de un grupo de forenses
que identifican los huesos de las víctimas de la violencia ejercida por la última dictadura en
Argentina. Entre los temas que se entrelazan están la muerte, la política de muerte y la violencia
estatal sobre los cuerpos. Los huesos como el lugar textual de lectura de “los rastros de la vida y de
la muerte”48. La recuperación de una identidad perdida.
La narración se abre con el escenario. El detalle minucioso de las oficinas y laboratorio donde
trabajan los forenses. Hay pocas cosas, "todo lo demás son huesos". “La inmersión, la voz, la
exactitud, el simbolismo con ambición literaria” (Sims 1984,08), son búsquedas que la cronista
persigue en este rastro. Guerriero dialogará con los miembros del grupo. Utilizará la analepsis
(flash back) como recurso para alterar la cronología y recordar la trayectoria de aprendizaje y
constitución del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)49. Indagará la memoria de
este grupo, y los re-presentará como un conjunto cohesionado y comprometido con la
identificación de los desaparecidos de la dictadura. Sin decirlo en escritura, hará memoria sobre la
violencia.
El golpe militar de 1976
Las “marcas de veridicción”50 están en las primeras líneas del relato al mencionar que el 24 de
marzo de 1976 las Fuerzas Armadas dieron un golpe militar en la Argentina. Fecha cuando el
gobierno de facto secuestró, torturó y asesinó a miles de personas consideradas subversivas,
sospechosas de pertenecer a los llamados “montoneros” y a cientos de activistas civiles sin relación
alguna con las organizaciones armadas. Si bien no hay un número exacto, los organismos de
derechos humanos estiman que fueron 30 mil personas desaparecidas, en tanto que, hasta el 2007,
47 Cortázar, Julio. Fragmento de Negación del Olvido. El texto fue leído por el escritor argentino en el Coloquio de París, Senado de la República Francesa, sobre la desaparición forzada de personas. 1981. 48 Crónica “Rastro en los huesos” escrita por Leila Guerriero. Y publicada por Gatopardo el 13 de abril de 2008. Pág. 1 49 La temporalidad se construye con grandes saltos, 1984, 1989, 1990, 2000, 2007. Son fechas y datos significativos para el grupo, algunas son fechas simbólicas. 50 Concepto explicado en el capítulo dos de esta tesis
63
la Subsecretaría de Derechos Humanos registró 15 mil víctimas.
El golpe significó un holocausto. Obreros, estudiantes, profesionales, amas de casa, periodistas,
actores, artistas. Detrás de estas detenciones, el argumento de la Junta Militar era terminar con el
“desgobierno”, el “flagelo subversivo” y “erradicar definitivamente los vicios que afectan al
país”51y52. La dictadura Militar definió un sentido amplio del término subversión, es decir, no solo
persiguió a las organizaciones guerrilleras, sino que fue implacable hacia cualquier tipo de protesta
desde los estudiantes, obreros, artistas. Fue la dictadura más cruel y macabra de la historia de
Argentina.
Los secuestrados o “chupados” permanecieron en centros clandestinos operados por las Fuerzas
Armadas, donde fueron torturados y eliminados con disparos a quemarropa. “…ves los huesos de
un chico de veinte años con nueve balazos en la cabeza y decís ay, Dios, pobre chico, qué saña”53.
Asesinados y arrojados en fosas de cementerios o tumbas clandestinas. Madres y familias perdieron
el rastro de hijos, hermanos, amigos. Los NN enterrados en osamentas comunes. Este es el contexto
en el que se inscribe la crónica de Guerriero.
Sujeto: la tribu Snow
En los huesos "alguien puede leer allí los rastros de la vida y de la muerte"54. Estos singulares
lectores de húmeros y tibias son los sujetos-héroe: el Equipo Argentino de Antropología Forense
(EAAF). Ellos son los "sujetos del hacer" (Zecchetto, 2002b: 32).
En 1984, ya entrada la democracia, llegó el antropólogo Clyde Snow como parte de una comitiva
de la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia55. En plena conferencia sobre ciencias
forenses su traductora renunció y un joven entusiasta tomó su lugar.
Así fue como el estudiante de antropología Morris Tidball Binz fue el primero en integrar el
equipo, luego vendrían Douglas Cairns, Patricia Bernardi, Luis Fondebrider, Mercedes Doretti;
estudiantes de medicina y antropología. Para un trabajo "deprimente y peligroso"56 y sin paga
51 Proclama de la Junta Militar divulgada el 24 de marzo de 1976, día del golpe de Estado. 52 “Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha, como de la extrema izquierda (…) a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos”. Informe de la Conadep, 1984. [en línea]. Buenos Aires [citado 11 abril de 2015]. Disponible en: http://www.desaparecidos.org 53 Crónica “Rastro en los huesos” escrita por Leila Guerriero. Y publicada por Gatopardo el 13 de abril de 2008. Pág. 9 54 Ibíd., p. 07 55 En 1984, “llegaron siete miembros de la Asociación por el Avance de la Ciencia convocados por las Abuela de Plaza de mayo. Entre ellos, Clyde Snow, el antropólogo forense norteamericano que había identificado los restos de Josef Mengele en Brasil”. Ibíd., p. 1 56 Guerriero. Op. cit., p.2
64
definida. ¿A qué se dedicaban? Eran "¿Sepultureros especializados, médicos forenses?57 En ese
tiempo, no había una facultad de investigación forense y lo que vendría a ser uno de los equipos
más respetados en identificación de crímenes de lesa humanidad, se conformó con un puñado de
estudiantes que cursaban los últimos años de antropología.
En 1987 entre fosas y exhumaciones el EAAF se constituyó en asociación civil; siendo su campo
de acción "la antropología aplicada a los casos de violencia de Estado, violación de derechos
humanos, delitos de lesa humanidad"58. El equipo argentino ha intervenido en “treinta países,
contratados por el Tribunal Criminal Internacional, la oficina del Alto Comisionado para los
Derechos Humanos de las Naciones Unidas o las comisiones de la Verdad”59 en países de la región.
Cuestión que traza un mapa, en ocasiones similar de violencia estatal en otros países
latinoamericanos como: Perú, Guatemala60, El Salvador, México y Colombia.
Sin embargo en los años de post dictadura, con el eco de las balas aún próximas, el EAAF, fue
visto con sospecha. Los científicos cuestionaban su trabajo; inclusive en el inicio, enfrentaron la
resistencia de Las Madres de Plaza de Mayo.
“Querían frenar la exhumación -dirá Mercedes Doretti-. Decían que Snow era un agente de la CIA y que el Gobierno estaba tratando de tapar las cosas entregando bolsas con huesos. Hubo insultos, fue duro. Ver que ellas, que eran nuestras heroínas, estaban en contra fue muy fuerte"61.
Estaban "del lado de los buenos"62, pero la sola idea de que un estadounidense tocará los huesos
generó resistencia. En ciernes, el equipo estaba formándose con jóvenes de corta edad y sin un
título oficial. Sin aliados, sin recursos económicos, ni apoyo estatal fueron aprendiendo la anatomía
de los huesos e interrogando el estereotipo de que todo gringo es malo o que todo joven por su edad
es sujeto de duda. Entre fosas, exhumaciones y cementerios, reforzaron sus destrezas. Ocultos,
discretos, en 1989 identificaron a “Marcelo Gelman, el hijo de Juan Gelman, el poeta argentino
radicado en México; en 1997 al Che Guevara en Bolivia; en 2005 a Azucena Villaflor, fundadora
de Madres de Plaza de Mayo, desaparecida en 1977”63.
Similar cuidado los llevó a identificar a más de 300 cadáveres. Sin embargo, el dominio que ejerce
el destinador (identificación de los huesos) sobre los sujetos, ha devenido en la ausencia de vida
propia... El compromiso con la Princesa (identidad de los desaparecidos) “está por encima de tu
57 Ibíd., p. 3 58 Ibíd., p. 4 59 Ibíd., p. 5 60 En Guatemala, en la localidad de Petén en 1982 el Ejército ejecutó a cientos de pobladores. El EAAF de una sola osamenta sacó 162 cuerpos. La mayoría chicos menores de 12 años que no tenían heridas de bala porque los genocidas querían ahorrar balas. Los golpeaban contra el piso y los arrojaban a la fosa. 61 Guerriero. Op. cit., p.4 62 Ibíd., p. 2 63 Ibíd., p. 2
65
familia, de tu pareja, por encima de tu perspectiva de tener hijos. Nos hemos olvidado de
cumpleaños, de aniversarios de boda, pero no nos hemos olvidado de una cita con un familiar64 [de
las víctimas]”. De todas las mujeres que integran el equipo solo dos son madres.
- “Es mucha adrenalina, muy romántico, pero también es ver la vida de los otros y no tener una vida propia”65 –
Guerriero, la cronista suele ser implacable con los sujetos que re-presenta. No negocia su mirada
incisiva. No hace compromisos. Retrata sin contemplación al jet set de famosos, deportistas o
asesinos. Sin embargo, en esta crónica se toma una licencia atípica e inusual y expresa un homenaje
velado. Dice Guerriero:
"Lo que me sorprende del equipo es la coherencia. Se mantiene con proyectos, pero también hay un fondo común. Cada uno que sale de misión internacional pone ese salario en el fondo común"66.
“Ellos aprendieron en los cementerios… leyendo el rastro verde de la pólvora en la cara interna de los cráneos. Y después, todavía, se enseñaron entre ellos. Ahora son generosos: aquí comparten el conocimiento. Esparcen lo que les sembraron"67.
Ha tomado posición. La crónica en tanto acto estético, ha construido un acto político68. El
“operador semántico”, deja traslucir su voz. Se des-localiza del territorio del observador distante y
se torna visible. Abandona el espacio seguro de la invisibilidad y nos presenta un equipo
cohesionado por una ética compartida, donde la financiación depende de una caja común.
El objeto: la búsqueda de identidad
Encontrar la identidad de los desaparecidos es el objeto de búsqueda. Los forenses al reconstruir los
huesos, re-constituyen la identidad perdida. Stuart Hall argumenta que “una identidad debe
considerarse como un punto de sutura” (2003,15), es decir, la reparación de lo fragmentado.
Para identificar al desaparecido hay que pasar por el sendero de la crueldad, "una mujer joven
llamada Liliana Pereyra, el cráneo pleno de balas"69, "una persona joven con un orificio de bala en
la nuca"70. La búsqueda de identidad está sujeta a una historia de violencia y muerte.
Abrir una fosa implica una arqueología. No solo es el descubrimiento de los huesos. Es abrir el
tiempo pasado, desde un instante actual. Es un vehículo diacrónico que muestra pequeños rastros
para ser reconstruidos: suéteres de colores, zapatos desgastados, medias. Y siempre, "el cráneo y su
64 Ibíd., p. 8 65 Ibíd., p. 15 66 Ibíd., p. 8 67 Ibíd., p. 12 68 Entrevista a Alicia Montes. Elaborada por la autora el 27 de febrero de 2015. Anexo 2 69 Guerriero. Op. cit., p. 6 (Pleno es sinónimo de repleto, colmado, saturado.) 70 Ibíd., p. 4
66
orificio"71. Estos indicios del pasado son un elemento fundamental para comprender qué pasó, para
que jamás ningún régimen de facto o totalitario cometa crímenes de lesa humanidad.
El esclarecimiento del pasado es una bisagra giratoria para traer la problematización de lo privado
como resistencia colectiva. “Encuentras la identidad de una persona. Es la respuesta que la familia
necesitaba desde hace tanto tiempo... y ya. Y eso es todo. Pero cuando le ves el rostro a la gente,
vale la pena. Es una dignificación del muerto, pero también del vivo"72. “Toda identidad nombra
como su otro necesario, aunque silenciado y tácito, aquello que le falta” (Hall: 2003,15).
La identificación también manifiesta la relación entre el destinador (huesos) y el destinatario
(familias). De este modo se establecen un tejido de relaciones que se afectan mutuamente. Por
ejemplo para una familia, "es doloroso recibir la noticia de una identificación, también es
reparador"73. “Una familia llorando por segunda vez: quizás por última”74. Carmen Perilli dice:
“la historia de amor y muerte [se] entremezcla con la historia nacional (…), el testimonio se entrecruza con la confesión siempre desde una lógica interior, no exterior. La Historia se disuelve en historias y el mundo se subordina fuertemente al Yo. La subjetividad es el centro textual, subjetividad que se inscribe desde los cuerpos y con los cuerpos”
La identificación trae un encuentro y una despedida. La espera ha terminado. Guerriero se detiene
en una escena íntima: el lugar asignado a los rituales de la muerte, en cómo los humanos lloran a
sus muertos. Leamos:
"El 6 de enero de 1990 los restos de Marcelo Gelman fueron velados en público. Pero antes su madre, Berta Schubaroff, quiso despedirse a solas. A puertas cerradas, en las oficinas del equipo, trece años después de haberlo visto por última vez, al fruto de su vientre lo besó en los huesos"75.
La identificación reconfigura la memoria colectiva. Andreas Huyssen denomina a este hallazgo “el
estallido de la memoria” (2002). Los lugares donde fueron secuestrados, los torturadores
implicados, los tránsitos hasta terminar en una fosa común. Los sintagmas se articulan. Hay una
historia para contar "…cuando se junta el hueso con la historia, todo cobra sentido". Sin embargo,
en ciertos momentos, ante la saña del misil, el forense se pregunta si es mejor dejar el puzzle
velado. “Cuando vos te das cuenta que la lastimadura es muy fuerte, hasta qué punto no estás
haciendo cagada al remover esas cosas”76. Aunque piense evitarle dolor a un familiar, el forense no
tendrá opción: todo su esfuerzo está encaminado a ponerle nombre a una junta de huesos. Puede
prescindir detalles que están escritos en el rastro de los huesos, pero ya será decisión de la familia.
71 Ibíd., p. 6 72 Ibíd., p. 8 73 Ibíd., p. 7 74 Ibíd., p. 8 75 Ibíd., p. 9 76 Ibíd., p. 14
67
La identificación y la historia detrás de esos huesos es una “arqueología del presente” a la que
siempre se podrá regresar como memoria perdurable. “Lo que estamos haciendo –decía Snow en
Pagina/12– va a impedir a futuros revisionistas negar lo que realmente pasó. Cada vez que
recuperamos un esqueleto de una persona joven con un orificio de bala en la nuca, se hace más
difícil venir con argumentos”77. La construcción de un cuerpo de evidencia va de la mano con los
avances de la genética y el ADN. De hecho, desde 1987 se creó el Banco Nacional de Datos
genéticos, como un archivo de material genético de los familiares de desaparecidos en la dictadura.
Como vemos, la cuestión de la identidad es un tema crucial en la historia de Argentina, por lo que
la sociedad civil ha promovido marcos de ley para garantizarla como un derecho. En 1987 las
Abuelas de Plaza de Mayo pidieron a la Organización de Naciones Unidas “incorporar a la
Convención sobre los Derechos del Niño, el derecho a la identidad que fue incluido en los artículos
7 y 8”78. Por esa razón se conoce a estas convenciones internacionales como los artículos
argentinos.
El destinador: los huesos
En esta crónica, el destinador son los huesos. El mandante sobre el objeto son los esqueletos o lo
que de ellos ha quedado: "tibias y fémures, vértebras y pelvis, mandíbulas, los dientes, costillas en
pedazos"79, cráneos perforados. Esto me remite al lugar que el cuerpo ocupa. Bourdieu, (1999)
consideraba que el dominio se inscribe en un orden social, en el orden de los cuerpos y las cosas.
Es decir, el cuerpo materializa las condiciones que gobiernan sobre el Sujeto y lo somete a
estructuras de dominación. De allí, que sostengamos que el orden de las cosas se inscriba en el
orden de los cuerpos. En el caso, de esta crónica, el poder que ejerció la dictadura creó las
condiciones para que el cuerpo subversivo “desaparezca” y quede relegado al anonimato en
cementerios clandestinos.
En el orden del poder dictatorial, el disidente debía ser fusilado y lanzado en alguna fosa común.
Las desapariciones forzadas activaron violencia física y simbólica. Los cuerpos debían estar donde
no se los recuerde porque sin cuerpo, la memoria y las causas de los disidentes, también quedaría
extinta. Lo clandestino (el pensamiento diferente), debía morar con lo clandestino (lo disidente).
Además, si el cuerpo del delito desaparecía, no existían culpables. Los torturadores quedarían
eximidos. El estado transformó a los cuerpos, “tragó a las personas y escupió sus huesos”80.
De este modo los huesos se convierten en el lugar del texto. Tienen inscritos la historia del país.
77 Ibíd., p. 4 78 “Convención sobre los derechos del niño. Ratificada por la Asamblea General mediante resolución 44/25, de 20 de noviembre de 1989”. [en línea]. México. [citado 11 de abril de 2015]. Disponible en http://www.unicef.org 79 Guerriero. Op. cit., p. 1 80 Ibíd., p. 1
68
"Al final de un pasillo hay un cuarto oscuro, fresco, las paredes cubiertas por estantes que trepan
hasta el techo y, en los estantes, cajas de cartón de tamaño discreto con la leyenda Frutas y
Hortalizas"81. En cada una de estas cajas recicladas están los huesos de una persona. Una historia
por develar, la prospección. Una identidad por recuperar. Ahí está la apuesta que la crónica nos
ofrece, ser una puerta de la memoria: un acto estético de resistencia.
Relación sujeto-destinador: Forenses y huesos
Los huesos son fragmentos de lo que alguna vez tuvo corporeidad familiar, social, política. Una
presencia en el mundo manifiesta en creación y producción de sentidos históricos. Esto hace que
los forenses invistan sus prácticas de dispositivos afectivo-emocionales. "Una cosa es levantar
huesos de guanaco o de lobos marinos y otra el cráneo de una persona"82. La antropología forense
exhuma el pasado: toca los huesos, lee, interpreta y explica los tránsitos de la violencia de estado.
Al sumergirse en una fosa, al interpretar la fisura de los cráneos, el antropólogo forense crea un
nexo con una historia familiar, mínima, pero su única historia para alguien: "Y estaba el hecho de
que nosotros tocábamos a sus muertos. Tocar los muertos crea una relación especial con la
gente"83.
Guerriero procura invisibilizar su presencia como testigo y también como operadora semántica para
que sean los forenses los sujetos de enunciación. Así, el sentido vicario de ceder la palabra confiere
descripciones ejemplares: como, la bala "entró directo: una ejecución así, tic, de atrás. ¿Tenemos
dientes? ¿Cómo lucen los dientes?84".
La fuerza de la relación entre el destinador y el sujeto se describe en frases como esta: "soñábamos
con huesos, esqueletos". La conexión se ha instalado en la psiquis. Desde una mirada
psicoanalítica, el concepto de identificación tiene un legado semántico. Freud lo llama “la primera
expresión de un lazo emocional con otra persona” (Freud en Hall, 2003:134). El mandante (los
huesos) ocupa el mundo consciente (labor forense) y lo que está debajo del umbral de la conciencia
(los sueños).
Adyuvantes: los más diversos
La función del adyuvante “consiste en operar en el sentido del acercamiento del destinatario-sujeto
al objeto de deseo, facilitando la comunicación entre ambos (sujeto-objeto)” (Zecchetto, 2002b: 34-
35). Bajo esa acción los ayudantes son: los siete miembros de la Asociación Americana por el
Avance de la Ciencia, el Antropólogo forense Clyde Snow, las misiones internacionales, “veinte
81 Ibíd., p. 6 82 Ibíd., p. 3 83 Ibíd., p. 3 84 Ibíd., p. 6
69
donantes privados europeos y norteamericanos, algunos gobiernos europeos"85 y la Fundación
MacArthur. También los nuevos descubrimientos de investigación relacionados con el ADN.
La ausencia de la identificación de los huesos por parte del Estado; la necesidad de identificar a los
desaparecidos; la sujeción dominante que afecta a los destinatarios (los familiares); son las
acciones que configuran a los actantes-ayudantes. En cuanto al equipo forense, Guerriero dice:
[son] “especialista [s] en la identificación de restos óseos: alguien que puede leer allí los rastros de
la vida y de la muerte”86.
En el inicio de este análisis identificamos a los forenses como el “sujeto-héroe” pero a la vez el
equipo cumple otra función actancial: es Adyuvante, lo que constituye un “archiactante”, es decir,
cumple varias funciones en el mismo relato. Ya mencionamos que cuando Snow (sujeto héroe)
inició el proceso de exhumación e identificación, fue descalificado por ser estadounidense; su
trabajo puesto en sospecha por ser ciudadano norteamericano. El tiempo desmontó el lugar común
del estereotipo. Eso por un lado, y ahora algo se repite. Entre los ayudantes aparecen varias
organizaciones norteamericanas como aportantes, entre ellos la Fundación MacArthur. “El 26 de
septiembre de 2007, Mercedes Doretti recibió una beca de la fundación MacArthur dotada de
quinientos mil dólares y, como hacen e hicieron siempre con las becas, los premios y los sueldos de
las misiones internacionales, donó el dinero al fondo común con que el equipo se financia”87.
El rechazo hacia Snow se debía a que detrás de las dictaduras del Cono Sur88 se cernía la presencia
del Ejército de los EEUU y de funcionarios de inteligencia, a través del Plan Cóndor89. Sin
embargo, sujetos como Snow, la Fundación MacArthur, Witness, confirman que el recurso de la
diferenciación desmonta el lugar común de la generalidad.
En otro orden de ideas, la ayuda para lograr la comunicación es determinante. Los adyuvantes
accionan como intermediadores para abrir los lugares de los entierros y realizar una arqueología.
Abren el tiempo, remueven posibilidades de interpretación. “En este sentido funciona como
archivo, y ayuda a construir una memoria colectiva pero desde una perspectiva contrahegemónica,
ya sea porque vuelve a narrar lo ya contado de otra manera, ya sea porque permite oír las voces
silenciadas” (Alicia Montes, 2015).
85 Ibíd., p. 5 86 Ibíd., p. 1 87 Ibíd., p. 14 88 Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia. Y con alcances hasta el área Andina: Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador. 89 El Plan Cóndor formó parte de las políticas de intervención de la “doctrina de Seguridad Nacional en América latina” en la décadas de 1970 y 1980.
70
El villano: tragaba personas y escupía sus huesos
El villano/opositor no aparece de modo explícito. El villano como actante está enmascarado,
subyace en el relato. Se habla de la “máquina que tragaba personas y escupía sus huesos"90, la
dictadura (1976-1983), militares que "habían enterrado a cientos". “Su carácter político no está en
los efectos que generaría en el lector, sino en su ruptura de binarismos y estereotipos para contar lo
real” (Alicia Montes, 2015).
Sin embargo, al mencionar la máquina que traga personas y escupe huesos, involucra a genocidas,
ex dictadores, militares de mandos medios, al Estado y su política de represión durante la última
dictadura en Argentina. Si bien la crónica centra su acento en los forenses, hemos analizado que la
identificación de los cuerpos restituye el derecho a la identidad, libera la incertidumbre de la
familia y desde el lado judicial, los informes pasan a ser parte de los procesos legales. Es por eso
que cerramos esta identificación del villano, mencionando como dato complementario que el
último Informe (junio2014) de la Procuraduría de crímenes hacia la Humanidad señala que el
número de procesados por delitos de lesa humanidad de la dictadura (1976-1983), en las distintas
instancias suma 1128 casos. Uno de cada tres sentenciados vive en arresto domiciliario. La lista de
prófugos es de 61.
90 Guerriero. Op. cit., p. 17
71
72
CONCLUSIONES
La teoría liberal de la prensa pretendió matar al “operador semántico” (periodista), tras un corsé de
fórmulas, pirámides invertidas, comillas y demás retórica objetivadora. En su entrada como
industria, mitificó el concepto de objetividad para legitimar su mercancía (información); esta
configuración de la prensa como gran Oráculo de la verdad, presumía que el periodista presentaba
una realidad “objetiva”, pues entre sus competencias lograba un dominio estoico de su mundo
ideológico y producía una mercancía (noticia) aséptica. Sin embargo, hemos demostrado que el
periodismo siempre es militante de algo y presenta un relato de verdad, tanto en sus convenciones
informativas, como interpretativas. Al igual que los demás géneros periodísticos, la crónica es “una
escritura de realidad”, un dispositivo narrativo que construye una versión de mundo, pero
exhibiendo impúdicamente sus tropos.
La crónica en tanto acto estético, es un acto político: trasgrede los límites de lo decible. Por su
condición de género fronterizo, colinda entre márgenes escurridizos, promiscuos, mestizos. Allí
está su carácter político, en desmontar binarismos y estereotipos para contar lo real. Su actitud
estética, es una actitud política, no desde el tono panfletario, sino en desbordar las orillas de las
formas y los relatos que enuncia. Forma a martillazos una narrativa emergente para contar lo
silenciado.
Salcedo Ramos articula un concierto polifónico que es barroco o neobarroco. Desde la narrativa
testimonial media el mundo melodramático de la cultura popular: sus luchas, deseos,
incertidumbres de futuro, desarraigos, mutilaciones. Los rituales de la cotidianidad son contados
desde las voces de los otros, con en el fin de tejer una escritura que centra al Sujeto como héroe de
la historia. De igual manera, Guerriero construye un entramado sobrio que descansa en la fuerza
testimonial, lo dialógico como acento escritural. La cronista adelgaza su voz, la vuelve invisible
para que sean los otros los sujetos de enunciación. Un sentido vicario atraviesa su escritura, una
vendimia de sintagmas (frases) memorables que se desprenden de sujetos anónimos o marginales.
A través de su mirada vemos personas comunes en circunstancias hostiles. Los dos autores traen lo
marginal al centro, como estrategia de impugnación.
Los sujetos-actantes son construidos desde las “fiestas latinoamericanas de la violencia”. En las
dos crónicas subyace la violencia de Estado ya sea por dictaduras de facto o por el abandono
explícito en la elaboración e implementación de políticas públicas que garanticen una mejor calidad
de vida en poblaciones de alta vulnerabilidad. En las crónicas analizadas la figura del Estado
aparece como “Opositor” en la realización plena del Derecho al Territorio (crónica 1); o la ausencia
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de políticas definidas para apoyar a las organizaciones civiles (EAAF) en su rol de restituir y
reparar la identidad de las víctimas de crímenes de lesa humanidad (crónica 2).
Los sujetos actantes son re-presentados desde la pérdida. En el caso de “Un país de mutilados” los
campesinos han perdido sus extremidades, territorio, la ritualidad de la vida cotidiana, sus
referentes simbólicos, la certeza del futuro. Mientras que “El Rastro en los huesos” muestra la
pérdida de la vida misma; los disidentes fueron asesinados y en las fosas su identidad también se
extravió. La pérdida es el lugar de enunciación del desasosiego latinoamericano y allí precisamente
se instala el poder político de su escritura: ser una sutura, que restituye lo que está perdido,
desaparecido o fracturado.
Los sujetos actantes construyen una memoria colectiva, pero, desde una perspectiva
contrahegemónica. Es decir, des-localiza los discursos oficiales para construir otras posibles
historias, como un mural de la memoria y de la vergüenza. Relatos que la prensa desde la teoría
liberal no alcanza por los regímenes de velocidad y retóricas de objetividad. De allí que la
construcción contemporánea de la crónica y sus actantes emergencia una escritura con capacidad
perdurable.
Ligado a lo anterior, el trazo de la crónica desde las historias de vida, reproduce la vivencia de un
sujeto indiviso, que es la iteración de un sujeto plural que atraviesa lo mismo. Las pequeñas
historias hacen una mayoría que habita en los márgenes invisibles, silenciados por el poder, o
reducidos a banalización de la fatalidad de la vida. Estos actantes están construidos para darle a la
pérdida familiar, una esfera, un lugar dentro de lo público; para movilizar un salto de la vivencia
personal y llevarla hacia la resistencia colectiva.
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