Post on 07-Feb-2018
Mesa 16: Representaciones e Imaginarios Sociales: teorías, metodología e
investigación
El poder y los conflictos en la teoría de las representaciones sociales
José Antonio Castorina.
UBA. UNIPE. Conicet
Alicia Viviana Barreiro
UBA.FLACSO. Conicet
El problema
En la historia de la teoría de las RS han sido relativamente escasos los estudios
que vinculan a las representaciones sociales con la ideología y el poder (Howarth, 2006).
Mientras la mayoría se concentró en identificar su contenido y estructura, no fueron
analizados ni su origen ni su dinamismo en los conflictos sociales. Si entendemos a estos
últimos como la confrontación de los grupos desde los diferentes intereses y respecto de
las relaciones del poder, su resultado es el triunfo relativo de ciertos grupos, con sus
creencias, en la construcción social de la realidad. De este modo, puede decirse que la
constitución de las representaciones sociales expresan, en buena medida, los conflictos
sociales y contribuyen a las relaciones específicas del poder social (Jovcheovitch, 2010)
con las RS. Por lo demás, la interrelación entre la cooperación y los intereses en disputa
de los actores sociales diferencia claramente a las RS de las representaciones colectivas
de Durkheim, centradas en una interpretación homogénea y relativamente estática. Esta
interrelación solo recientemente se ha incluido en la investigación y se presenta
promisoria para vincular con mayor originalidad a la teoría de las representaciones
sociales con las ciencias sociales y la filosofía.
En este trabajo nos proponemos examinar, en primer lugar, el concepto mismo de
representación social (en adelante RS), caracterizando su origen social y subrayando su
vinculación con los conflictos sociales; luego, introducimos la categoría de construcción
de la nada para explicar que la construcción de las RS involucra una negación de lo
inaceptable para el grupo social, su lado oscuro, no presente en su estructura positiva;
más tarde, mostraremos ejemplos de investigaciones empíricas sobre la RS de justicia
retributiva y de la campaña del desierto; luego, expondremos las tres diferentes
modalidades que adopta la construcción de la nada , asociadas con los correspondientes
modos en que el poder social restringe la construcción de las RS; a continuación, se
retomará la relación entre RS y la ideología, considerada ésta última en su versión crítica,
postulando el uso de esas formas simbólicas para la legitimación del orden social;
finalmente, se interpela a la posición de los investigadores respecto de los conflictos
sociales.
Las RS y los conflictos sociales
En primer lugar, evocamos algunas notas del concepto de RS que son pertinentes para
el propósito de este trabajo: se trata de una representación de alguna cosa (el objeto O)
para alguien (el sujeto S). De este modo, la RS está en el lugar del O, esto es lo restituye
simbólicamente, y a la vez lleva las marcas de la actividad del S social (Jodelet, 1989).
Se la puede considerar como la reconstrucción de un objeto social, presentando rasgos
de creatividad ya que involucra una interpretación de las situaciones tanto como una
expresión del sujeto. Toda realidad social aparece reconstruida desde el sistema de
valores grupales, de modo tal que los individuos consideran como “la realidad misma” lo
que depende de esa construcción. Desde el punto de vista epistemológico, las RS no son
un reflejo de la realidad, sino su estructuración significante, que depende de la situación o
del contexto social Jovchelovitch (2010) Finalmente, cabe señalar que no solo se
construye el O, también se construye el S de las RS, se da lugar a la identidad social,
dinámica, del S.
Es importante subrayar que una RS es “una forma de saber práctico que vincula el
sujeto con el objeto" (Jodelet 1989, p. 43) porque emergen de las experiencias de
interacción y de intercambio comunicativo en las instituciones o porque al asumir nuevas
actividades por parte de los agentes se lleva a cabo su formación; finalmente, porque son
utilizadas para actuar sobre otros miembros de la sociedad. A la vez que una grilla de
lectura del mundo, las RS son una guía para la acción en la vida social.
Para la TRS, el sujeto es un grupo social inmerso en un contexto histórico, ideológico
y cultural, aunque los individuos se apropian de los conocimientos elaborados
colectivamente. Así, el lado cognitivo de las RS es peculiar: incluye la pertenencia del
sujeto a un grupo y su participación en la cultura. De esta manera, las creencias
colectivas son co-construídas por los individuos en su habla y en su acción cotidiana.
Las RS son implícitas para los individuos, ya que éstos no tienen conciencia de su
existencia como representación, su vivencia de los fenómenos sociales implica la
ignorancia de su carácter social. Además, detienen al sujeto en las formas de
pensamiento existente, al imponer una manera concreta de concebir el mundo (Marková,
2300) ya que los individuos desconocen su origen y su función social.
Las RS se producen en las prácticas sociales y son el resultado de la experiencia
grupal o de la comunicación social, otorgando sentido a situaciones sociales tales como
la transmisión de una teoría científica, o de un fenómeno extraño (como los disturbios en
una comunidad (Howarth, 2014) o la recepción de externados de un hospital psiquiátrico
en una comunidad campesina, (Jodelet, 1991)) que producen un "vacío" de sentido
social. Los grupos sociales intentan dar significado a la fisura cultural (Moscovici, 2001),
por una producción que familiariza lo no familiar, mediante la objetivación y el anclaje,
articulados dialécticamente: el primero permite que los fenómenos sociales inesperados,
se inscriban en el conjunto de creencias y valores sociales preexistentes, otorgándoles
algún significado; el segundo consiste en una selección de aspectos de tales fenómenos,
conformando un núcleo figurativo, que concretiza conceptos abstractos, y son típicos del
sentido común.
Por lo tanto, según este enfoque, los grupos sociales organizan su medio
construyendo significados, y las RS pueden ser descritas como estructuras genéticas,
porque resultan de un proceso de desarrollo (Duven & Lloyd, 1990). La teoría de las RS
es constructivista, porque se basa en la interacción entre el sujeto social y el objeto
representacional, siendo ambos co-construidos en un proceso de desarrollo. Dicha teoría
niega la posibilidad de que las creencias sociales involucren una aparición directa de la
realidad, ya que en la construcción de las RS como “las realidades” para cada grupo, está
involucrada una mediación simbólica. Y tales RS dan lugar a las diferentes identidades
sociales de los individuos. De este modo, para éstos las RS constituyen el “único mundo”
posible, y su fuerza epistémica emerge de la fuerte creencia de los individuos en ellas y
de su eficacia en la comunicación en el grupo (Marková, 2003). Para esta perspectiva
constructivista no se niega la existencia real de los objetos sociales que llevan a la
elaboración de las RS, pero hay siempre una distancia entre la simbolización y el objeto
real al que se refieren. De acuerdo a Moscovici (2001) tales representaciones tienen una
naturaleza convencional y prescriptiva: los significados construidos guían la interpretación
de los mensajes durante la comunicación e imponen lo que llega a ser realidad del objeto
que representan.
Su principal función es establecer un código para el intercambio social en la interacción
dialógica entre los miembros de una comunidad. La concepción epistemológica que
preside el estudio de las RS es un Marco Epistémico relacional (Castorina, 2014), en el
sentido de que solo son pensables en la intersección entre lo psicológico y lo social. Más
precisamente, las sitúa en un triángulo conformado por un objeto (que es representado)
and un sujeto (ego) en una dialógica relación con otro sujeto (alter) (Marková, 2003).
Además, refieren a un conocimiento práctico que vincula a los individuals con sus objetos
en un triple sentido (Jodelet, 1989). Por una parte, emergen de una interacción dialógica
enmarcada por instituciones específicas. Por otro lado, las RS son construidas en las
prácticas sociales de la vida cotidiana, cuándo nuevos significados se requieren para
enfrentar las demandas contextuales inesperadas. Finalmente, son utilizadas por los
individuos para reactuar con respecto de otros miembros de la sociedad o para ajustar su
conducta a las expectativas sociales o los requerimientos situacionales. Así, los
significados emergen en las interacciones de los grupos y no son determinados ni por
inferencias lógicas ni por percepciones claras y distintas del mundo social (Jodelet, 1989).
En otras palabras, las RS no refieren a los objetos reales, sino más bien a construcciones
socialmente compartidas, por lo que varias “realidades” pueden coexistir (Marková, 2012).
En consecuencia, un objeto específico puede adquirir diferentes significados en función
de la totalidad interactiva de la situación social.
Las RS, como se dijo, exhiben un carácter intrínsecamente cultural e histórico, de ahí
que no son las mismas para todos ni para siempre y su transformación es disparada por
el extrañamiento provocado por las novedades sociales, y en muchos casos por la
conflictividad de los grupos sociales. Claramente, las RS se imponen a los actores
sociales, pero no de modo homogéneo, sino que ellos pueden generar visiones
alternativas. En este sentido, las RS podrían ser usadas para sostener y defender una
construcción particular de la realidad social o para resistir contra las RS hegemónicas
que algunos grupos tratan de imponer a los otros. En el mundo globalizado coexisten
múltiples versiones de la realidad y los sistemas de conocimientos son menos
homogéneos y estables. Como resultado de ello, hay más posibilidades para la crítica,
argumentación y discusión, por lo que diferentes RS pueden competir por llegar a ser “la
realidad”, defendiéndose a sí misma de otras posibles interpretaciones y limitando el
rango de los significados aceptables. El proceso dinámico de relaciones conflictivas entre
las RS llevó a Moscovici (1998) a distinguir entre RS hegemónicas, de las polémicas y las
emancipadoras, para poder contar con el disenso dentro del consenso social. Las RS
hegemónicas son aquellas que se imponen a los individuos, son ampliamente aceptadas
y expresan a un grupo dominante en las relaciones sociales; las polémicas expresan
diferentes posiciones sociales, generalmente conflictivas respecto de las hegemónicas,
sobre el mismo objeto representacional; por su parte, las RS emancipatorias son un punto
de vista divergente respecto de la RS hegemónica, pero no tienen el poder social ni
reciben la aceptación para llegar a ser polémicas y desafiar a las RS hegemónicas.
En términos generales, se produce un diálogo entre los grupos con diferentes
intereses, hay debates entre sus creencias, y en ocasiones resistencia a la imposición de
las RS hegemónicas (Howarth, 2006; 2004). Hay una dialéctica entre consenso y disputa,
imposición y resistencia, en el corazón de toda práctica significativa, en la que se
reintroduce la intervención del poder (Barreiro & Castorina, 2016; Howarth, 2006) Desde
este punto de vista, las RS son inseparables del conflicto social, como lo sostuvo
Moscovici, ya que se constituyen en los procesos de comunicación, en las
conversaciones, lo que implica la lucha de ideas: ”…en el proceso de formación de las
RS hay siempre conflicto y cooperación” (Moscovici, en diálogo con Marková, 1998, p.
377). El conflicto se puede interpretar como la confrontación desde los diferentes
intereses y en las relaciones de poder, en relación a ciertos contextos socio- culturales, y
su resultado es el triunfo relativo de ciertos grupos en la batalla por los significados y por
la construcción social de la realidad. La versión de esos grupos es la que se legitima
como lo aceptado por “realidad”. Por otra parte, dicha interrelación entre la cooperación y
los intereses de los actores sociales diferencia a las RS de las representaciones
colectivas de Durkheim, y solo recientemente ha sido seriamente enfocada en la
investigación.
Surgen, entonces, algunos interrogantes para responder: ¿Quiénes vencen y
quienes pierden en la lucha de ideas?; ¿hay solo RS en sentido positivo o su construcción
involucra negaciones o represiones de lo inaceptable?; ¿cuál es el significado ideológico
de la construcción de las RS? ; ¿Cómo se ubica el investigador ante las transformaciones
sociales, las ignora o participa de ellas? A propósito de estas preguntas y de las ideas
sobre la lucha cultural, es adecuado afirmar que una RS “no es una cosa quieta”
(Moscovici, 2000/2004, p. 373; Howarth, 2006, p. 79), que se impone sin alternativas a
los actores sociales y se acepta homogéneamente.
Las RS y el proceso de construcción de la nada
En el proceso de génesis de las RS, particularmente en la selección propia de la
objetivación antes comentada, aspectos del objeto serán representados y otros no serán
representados, y de esa manera se produce una tensión basada en las relaciones de
poder dentro y entre los grupos. Ya Moscovici (1961) lo puso de relieve a propósito de la
RS del psicoanálisis en Francia, luego de la segunda guerra mundial: algunos aspectos
de los conceptos de la teoría fueron preservados en la constitución de la RS, pero otros
fueron oscurecidos –aquellos que podían ser conflictivos con las tesis teológicas de la
Iglesia Católica- tales como la transferencia y el concepto de libido. Por ello, Duveen
(1998) afirmo: “A representation, then, is not only a way of understanding something, it is
also always a way of not understanding something” (p. 461). En este sentido, el no
comprender algo quiere decir comprender lo que está aquí y lo que no está. Esta tesis
propicia o requiere de su ulterior exploración, lo que no podemos hacer en este espacio,
mediante la reflexión filosófica y metateórica, apelando a Hegel, Marx y Freud, incluso a la
psicología cultural y la teoría piagetiana. Para la elucidación de la nada en la teoría de las
RS, es importante insistir en que lo que no está, la nada, no es simplemente “nada”, sino
la presencia de la ausencia (Bang y Winther-Lindqvist, 2016) y que hacer presente a lo
rechazado involucra una construcción o un proceso que denominamos –libremente-
“construcción de la nada”. Una construcción asociada a la intervención del poder.
Una gran parte de la investigación sobre la formación de RS no propuso explicaciones
para la intervención del poder en dicha constitución, aunque la teoría contenía
instrumentos conceptuales y metodológicos para cuestionar el orden social vigente. Entre
las escasas indagaciones que se ocuparon de la distribución del poder (Howarth, 2006;
Jovchelovich, 2010) se puede mencionar el estudio clásico de Jodelet (1990) referido a la
locura en comunidades campesina, ya mencionado: la creencia en la enfermedad se
centra en un déficit biológico, lo que impide al enfermo ocupar una posición igualitaria
respecto a los otros miembros de la comunidad, colocándolo en una posición inferior. De
este modo se excluye al enfermo mental, a la vez que se salvaguarda la integridad del
grupo “sano” dominante, el que no comparte el déficit. También, y de otro modo,
Jovchelovitch (2010) considera que en las relaciones entre los grupos sociales se
producen asimetrías que conducen a relaciones de dominación entre los integrantes del
diálogo y que algunas representaciones no son reconocidas. En este sentido, el no
diálogo supone el no reconocimiento y la deslegitimación de las creencias de otro grupo.
Así, las relaciones de poder no solo involucran dominación y subordinación, sino también
ausencia de reconocimiento. De modo semejante, Howarth (2014) puso de relieve, al
estudiar las creencias de diversos grupos sociales acerca de los disturbios en Brixton
(Londres) en 1995, que concebirlos como la obra de “mentes criminales” -por parte de
policías o comerciantes- dio lugar al desconocimiento y desconsideración de creencias
alternativas. En este caso, de los grupos de pobladores negros o de algunos abogados,
según la cual los disturbios eran la respuesta de grupos de negros, largamente
discriminados, a la represión policial.
En nuestra opinión (Barreiro y Castorina, 2016) los significados prevalecientes en
esta lucha de RS equivalen a una representación positiva, una estructura simbólica que
ocupa el lugar de un objeto real en la vida cotidiana de los individuos. Sin embargo, al
afirmar una creencia hay otra representación posible que llega a ser negada y
permanece como el lado oscuro de aquella representación, o dicho de otra manera, como
parte no presente de la estructura simbólica positiva. Para nosotros, se trata de una
represión o exclusión de ciertos significados del campo representacional ocurre porque
desafían la visión dominante del mundo social, impuesta por un grupo social. Es decir,
llegan a constituir una amenaza para ese grupo social. Mientras en la teoría de las RS la
ausencia de rasgos en la RS sobre un objeto en un grupo era explicada por la no
saliencia del objeto o por su irrelevancia en la vida cotidiana (Wagner & Hayes, 2005)
Nos permitimos, entonces, presentar brevemente dos estudios que ejemplifican la
relación dialéctica entre la red de significados de las RS y la “presencia de la ausencia” de
significados, que es constitutiva de la elaboración de las RS.
La nada en la justicia retributiva
Por un lado, la noción de justicia en la filosofía o en las ciencias sociales tiene un
carácter polisémico, no unívoco, de manera que diferentes interpretaciones coexisten y
corresponden a diferentes concepciones, vinculadas al socialismo, el feminismo o el
liberalismo, entre otras. En todos los casos se recurre a la justicia para legitimar los
intereses de ciertos grupos y disputar con los de otros, cuestionando las relaciones de
poder. Pero, por fuera del pluralismo teórico, en la vida cotidiana la gente usa significados
específicos para regular sus intercambios y comunicación, lo que se relaciona con los
compromisos individuales y la pertenencia a un grupo social (Moscovici, 1961). Así, la
justicia llega a ser un objeto de negociación simbólica que resulta importante en la
comunicación e interacción cotidianas de los actores sociales, se convierte en objeto de
RS (Moscovici, 2001; Wagner & Hayes, 2005).
En los estudios de Barreiro (2013) y Barreiro et al., (2014), se trata la RS de
justicia en la ciudad de Buenos Aires, la que muestra una clara significación retributiva en
los niños, adolescentes y adultos, tanto como en el diario Clarín. Se muestra que durante
el proceso de apropiación de la RS de justicia (ontogénesis) predomina su significado
retributivo (a diferencia del significado distributivo, vinculado a la distribución de los
bienes), a partir de los 10 años, y en cualquier edad (Barreiro, 2013). Más aún, la RS
retributiva se integra, en un proceso cognitivo durante la ontogénesis, con la RS
utilitarista (con mayor frecuencia a partir de los 13 años), de modo que la justicia se
concibe como el mayor bienestar para el mayor número de gente, y se lo logra por medio
del castigo. Por su parte, el estudio del diario Clarín (Barreiro et. al, 2014) revela la
hegemonía de la retribución respecto de los otros significados de la justicia, en los
términos explícitos del poder judicial, que regula la retribución ejecutando las leyes. Es
interesante señalar que los estudiantes universitarios identificaron la justicia con las leyes,
la delincuencia o la impunidad.
¿Qué se puede concluir de estos estudios? Básicamente, que la justicia retributiva
es hegemónica en CABA, es una RS coercitiva y estable que se manifiesta en una
variedad de prácticas simbólicas. Principalmente, se observa una relación constitutiva
entre la RS que aparece en el periódico y la RS de sus lectores, ya que la “realidad” del
objeto de la RS es construida por el diario e influye sobre los lectores, adoptando una
forma de mensaje que promueve tal mirada de la justicia. De su lado, los individuos en
sus interacciones simbólicas con dicho objeto, vuelven más saliente a este significado que
los otros (distributivo o utilitarista).
Sin duda, la indagación, tanto en el periódico como en los lectores, no muestra que
la justicia se vincule con la asignación distributiva de los beneficios y las cargas de la
actividad económica. Este significado está por completo ausente en las respuestas de los
sujetos, y tiene que ver con un contexto social y político donde las demandas de castigo
por diversos actos contra las personas y las propiedades, han aumentado. Lo que se ha
denominado el “incremento de la inseguridad”. Según la tesis que estamos sosteniendo,
aquella ausencia es una parte sustantiva del proceso de construcción de los significados
sociales. Es decir, la ausencia de otros significados de la justicia es “la presencia de la
ausencia” en tanto se vuelve invisible como resultado de un proceso constructivo que
rechaza lo que no se puede simbolizar, porque sería amenazante para el grupo social.
La nada en la conquista del desierto
Por otra parte, hay estudios en psicología cultural que muestran la construcción
social de la nada, por medio de la omisión de algunos rasgos de un evento histórico en el
proceso de su representación. De Alba, Dargentas and Balez (2014) estudiaron a jóvenes
de Brest cuya representación socio-espacial de esta ciudad francesa, bombardeada por
los aliados durante la segunda guerra, involucra que su memoria -de como era antes de
ese episodio- está por completo ausente. Los sectores más antiguos de dicha ciudad y
sus monumentos que le están dedicados, permanecen rechazados o no reconocidos, en
los dibujos de los jóvenes. No se trata simplemente de un olvido del pasado y de los
monumentos, sino que revela un conflicto entre la memoria histórica simbolizada en los
monumentos y la reconstrucción de un espacio urbano. En este sentido, los espacios
urbanos –tales como los monumentos- son lugares de memoria colectiva (Halbwachs,
1925/1992) y es la relación del pasado con el presente y orienta el recuerdo de la gente.
En este contexto social los diferentes grupos sociales disputan sus versiones del pasado:
el recuerdo de la ciudad destruida es demasiado pesada para los habitantes que
abandonaron la ciudad y retornaron a una ciudad en ruinas. En la perspectiva que
adoptamos, la invisibilización de los monumentos y de la vieja ciudad es un intento
colectivo para olvidar el pasado. La conmemoración de las acciones heroicas de los
aliados recupera su significación, y sería prácticamente inaceptable asumir el recuerdo de
la destrucción producida por quienes son honrados en los propios monumentos.
En base a la investigación empírica en el terreno, Sarti & Barreiro (2014) se
ocupan de la reconstrucción activa de los significados históricos de la “conquista del
desierto”, lo que implica un recuerdo elemental y una importante ausencia por parte de la
gente de un lugar donde ocurrieron los hechos. Como es sabido, se trató de la campaña
militar llevada a cabo por el gobierno argentino contra la población indígena durante el
signo XIX. En ese momento de la organización nacional y la expansión territorial, se
produjeron muertes, torturas e incluso la esclavitud de los pueblos originales. En su
conjunto, este relevante episodio en la formación del Estado nacional, en buena medida
permanece ausente en las narrativas de la población referidas a su pasado (Sarti &
Barreiro, 2014), tanto como en los libros de textos escolares (Novaro, 2003).
Paradójicamente, hay una enorme variedad de monumentos que celebran la gesta de los
militares que participaron en la campaña. Incluso, muchos nombres de calles y hasta el
billete de 100 pesos es una celebración del episodio. Y es significativo que más allá de las
conmemoraciones referidas, tal campaña está ausente en las narrativas sobre el pasado
histórico.
Sobre la base de datos empíricos (Barreiro y Castorina, 2016; Barreiro, Castorina y
Van Halpen, 2017), se hipotetiza que al generarse una RS en una construcción social de
significados, algunos de sus rasgos son eliminados, no llegando a estar presentes para
los individuos. Como se ha dicho, estos rasgos ignorados del objeto representado tienen
un rol constitutivo en la génesis de las RS, la hacen posible. De una parte, muchos
pobladores entrevistados ignoran los agentes de la masacre en la conquista del desierto,
y por otra, los que pueden narrar algo de lo ocurrido, no pueden afirmar que la conquista
fue llevada a cabo por el ejército argentino, atribuyéndoselo a los españoles (Sarti &
Barreiro, 2014). Tal reemplazo es una estrategia no intencional –una especie de
inconsciente social- para eludir la responsabilidad moral del gobierno argentino y su
población que ha ocupado esos lugares. A ello puede añadirse que diversas
investigaciones (Gordillo, & Hirsch, 2010, Valko, 2012) han puesto de manifiesto una
invisibilización de los grupos originarios, o de sus descendientes, que hoy viven en
nuestro país (el 30 % de los que viven actualmente están en la Pcia. de Buenos Aires)
Además, se justifica pensar que la creencia en que masacre de los pueblos originarios fue
hecha por los españoles lleva a evitar el conflicto con los grupos (desde dentro y desde
afuera de los pueblos originarios) que buscan una reparación histórica. Nítidamente, tal
ausencia no tiene que ver con la irrelevancia del objeto para el grupo social, sino con su
fuerte presencia emocional, decisiva, para la vida del grupo.
Conceptualizando la nada
Hasta aquí hemos expuesto diferentes estudios sobre la construcción de la nada y
su tratamiento en la teoría de las RS, ahora se trata de generalizar lo que se ha mostrado
para alcanzar algunos rasgos propiamente ontológicos, presentes en las aproximaciones.
Tomando en cuenta la teoría de las RS y los casos empíricos expuestos sobre la
construcción de la nada, se hace patente la necesidad de caracterizar las partes ausentes
de los objetos simbólicos o la totalidad ausente en la activa construcción social de las RS.
En otras palabras, queremos mostrar que tales ausencias adoptan diferentes
modalidades, las que a su vez indican tres modos en que el poder social restringe la
construcción de las RS (Barreiro y Castorina, 2016).
La primera corresponde a la investigación sobre la preeminencia de la justicia
retributiva (Barreiro, 2013) durante el proceso de elaboración de la RS para la mayoría de
los habitantes de CABA. Al afirmar el carácter retributivo como único significado posible,
se supone el rechazo o represión del significado distributivo, ya que de afirmarse se
desafiaría al orden social. Aquel significado es funcional al orden de dominación de ciertos
grupos sociales y llega a ser, entonces, una representación hegemónica (Moscovici,
1988).
Según la segunda modalidad, cuándo el objeto no es polisémico sino complejo
como una teoría científica o un proceso histórico, en la construcción de la RS alguna de
sus partes no se hace evidente. Es lo ocurrido con la apropiación del psicoanálisis por la
iglesia católica, mencionado más arriba, donde se reprimió la libido, o cuándo en la RS de
la conquista del desierto se reprimió el rol del Estado Argentino en la RS correspondiente.
El objeto continua presente a los individuos como RS, pero hay partes constitutivas que
son reprimidas u oscurecidas, al ser amenazadas las dominaciones de un grupo social o
una institución que las elabora.
Según una tercera, la totalidad del objeto simbólico se rechaza, llegando a ser una
construcción de la nada, en sentido estricto. Sería el caso del olvido de los lugares
histórico en Brest (De Alba, Dargentas, & Balez, 2014) o el volver invisibles a los pueblos
originales por muchos pobladores (Valko, 2012). Aquí el proceso constructivo de carácter
colectivo coloca a lo negado en el lugar del objeto, negando su existencia, porque sería
inaceptable para el grupo social. Sin duda, la negación es una construcción activa de la
nada y de ese modo se asume una posición ontológica que diferencia nítidamente las
cosas que no existen de las significaciones que subsisten aunque no existan en sentido
físico (Valsiner, 2014), lo que es fundamental para la teoría de las RS. A este respecto,
cabe distinguir esta tesis de la tradicional en esta teoría, para la cuál la no construcción
de significados sociales tiene que ver con que el objeto a representar no tiene importancia
para el grupo social (Wagner, Valencia & Elejabarrieta, 1996). En cambio, los casos
estudiados en este trabajo, los objetos llegan a ser ausentes ya que son muy relevantes y
se vuelven intolerables como significado para un grupo específico. Únicamente éste
puede enfrentarse con lo intolerable, como se diría en un espíritu no tan distante del
freudiano, “negándolos”.
Respecto de las relaciones de poder, en el caso de la presencia de RS
hegemónicas, se pueden formular RS polémicas que expresan los significados opuestos
que se han negado, sobre el mismo objeto durante los diálogos entre los grupos con
diferentes intereses, luchando por el reconocimiento (Jovchelovitch, 2010). Quizás la
misma dinámica valdría para el caso en que algunas de las partes de la totalidad del
objeto son representadas, Incluso, cuándo la totalidad del objeto se ha negado, y su
estatus simbólico es reconocido, se puede dar lugar a RS emancipadas, diferentes de las
hegemónicas. El proceso de construcción de las RS va desde rechazar algunas partes del
objeto simbólico, hasta oscurecer su existencia, siendo estructurado por los grupos según
las diferentes características del objeto de la RS y según desafían o no la organización
social.
Más aún, se puede pensar que al introducir la nada se subrayan los rasgos del
objeto representado en las RS, el que se ha subestimado en las discusiones de los
psicólogos sociales, preocupados en las interacciones dialógicas sujeto-otro-objeto, para
cuestionar la psicología social cognitivista. Como resultado de las indagaciones descritas
aquí, nos permitimos postular que la nada se construye porque hay rasgos del objeto
simbólico que perturban al grupo social, el que las rechaza. Respecto de esto último,
este mecanismo se parece al postulado por Piaget (1975) aunque desde un punto de
vista puramente epistémico: cuándo una situación que enfrentan los sistemas de acción
del sujeto de conocimiento es perturbadora y no es asimilables a ellos, se pone en juego
un proceso para compensar la perturbación. En primera instancia, una compensación que
la rechaza, poniéndola fuera del alcance de la consciencia del sujeto. En el caso de la
construcción de RS, lo no integrable al sistema social de valores y significados es
reprimido, y se transforma en una nada, la presencia de la ausencia. Se trata de una
actividad -no consciente ni voluntaria- de construcción de lo que cuenta o no como
realidad para el grupo.
Por último, dicho el proceso de construcción se puede convertir en un instrumento
conceptual para la teoría de las RS, básicamente porque descansa o se respalda en un
Marco Epistémico Relacional y Dialéctico (Overton, 2006; Valsiner, 2012) que posibilita y
restringe los problemas que se pueden plantear en este campo, y el modo en que se los
investiga. Dicha perspectiva filosófica, que subyace y condiciona fuertemente a la
investigación de las RS, permite postular una simultaneidad entre la exposición y la
ocultación, una unidad de los contrarios, en términos de significados opuestos respecto
del mismo objeto. Esta coexistencia es interrelacional y dinámica entre los opuestos de la
construcción simbólica de las RS, no tiene nada que ver con la contradicción lógica o con
la eliminación de alguno de los términos contrarios. Lo fundamental es que el enfoque
dialéctico, ya mencionado a propósito de la unidad de lo cooperativo y lo conflictivo en la
caracterización de las RS, vuelve a ser relevante para la construcción de la nada.
Claramente, no se reduce a la simple aceptación de los términos que se oponen, sino que
pone en primer plano a un proceso que los transforma, lo que Hegel se denominaba
“síntesis” (Valsiner, 2012). Dicha transformación se hace inteligible en las tensiones entre
lo presente y lo oculto, lo afirmado y lo negado, alimentando o promoviendo la
construcción del entramado de significados que constituye las RS.
Ideología y RS
Los análisis anteriores han asociado de modo más o menos explícito a la teoría
de las RS con la ideología (en adelante ID) ya que al estudiar la creación de las primeras
a partir de los conflictos sociales, surgió la cuestión de su significado social más amplio.
Queremos matizar y precisar esa relación en base a los argumentos desplegados a
propósito de las relaciones de las RS con el poder, especificados en la construcción de la
nada. Para ello, reconocemos la vastedad y diversidad de definiciones del concepto, así
como su carácter polémico, en la historia del pensamiento (Thompson, 1990; Castorina y
Barreiro, 2007). Particularmente, y entre otras, mencionamos la ID como una utopía
positiva, un proyecto compartido que cuestiona el orden vigente, y apunta a la
elaboración de otra sociedad (Adorno y Horkheimer, 1969). Nosotros vamos a adoptar,
para el análisis de las RS, la versión negativa y crítica: una ID es una concepción del
mundo que sustenta y oculta el orden social dominante (Thompson, 1990) Esta
concepción del mundo tiende a reproducir las relaciones de poder existentes, en otras
palabras, éstas se mantienen o continúan gracias al uso y abuso creativo de las formas
simbólicas, en particulares condiciones históricas, que las mistifican y naturalizan, o
llevan a desestimar las versiones alternativas, e incluso delimitan el acceso al poder. Y
sin duda, las RS son un tipo de formas simbólicas (Howarth, 2014) Insistimos, la
significación ideológica de una RS reside en una visión del mundo social que legitima el
orden social, lo que se traduce en el uso de una RS particular (por ejemplo, la justicia
retributiva o la creencia en que los disturbios en un barrio son provocados por mentes
criminales) para sustentar relaciones de poder y a la vez suprimir o volver irrelevantes a
otras RS (como la justicia distributiva afirmada por algunos grupos sociales, o la creencia
de grupos de negros en que los disturbios fueron provocados por la violencia policial)
Desde el punto de vista de su origen social, las RS y la ID se asemejan por ser
producciones colectivas. Sin embargo, se distinguen por la amplitud de dicha producción.
Mientras que las ID constituyen cosmovisiones sustentadores del orden social, asumidas
por los individuos, las RS siempre refieren a objetos específicos (como la conquista del
desierto o un disturbio social, o el castigo de los delitos). Más aún, las RS requieren de un
trabajo creativo en la comunicación intersubjetiva, ante la irrupción de un evento social
inédito, hay una elaboración propia y no solo una simple reiteración de la cosmovisión
existente, aunque esta sea su horizonte. Una RS se elabora constructivamente en función
del fenómeno novedoso, y su carácter específico ha sido la característica más subrayada
por los psicólogos sociales, para diferenciarla de la generalidad de la ID.
De este modo puede comprenderse que las ID constituyen el trasfondo de las RS, y por
eso mismo, las RS tienen la función peculiar de posibilitar que dicha concepción se
vincule con una diversidad de situaciones cotidianas. En este sentido, la producción de
creencias para enfrentar nuevas situaciones sociales o fisuras en la cultura reclama una
reacomodación del sentido del mundo social. Al referirnos a las relaciones con el poder y
la legitimación del orden social, mostramos que éstas son constitutivas del concepto de
RS, El “uso y abuso de las formas simbólicas” no es posterior a la creación de las RS,
sino que en un cierto sentido la conforman. Sin embargo, no ha sido frecuente que los
psicólogos, aun afirmando un trasfondo ideológico de las RS, o su recorte sobre un
horizonte de ID, hayan examinado detenidamente cómo se pone a jugar la dominación en
su conformación. Hasta Jodelet (1990) cuándo estudió la creencia en la locura en los
campesinos, analizó la constitución y los rasgos de la RS, para luego considerar como la
enfermedad es inscrita por los pobladores en un discurso ideológico que permite excluir a
los “locos”. En otros términos, una cosa es indagar la especificidad de la RS en su
mecanismo de formación y otra buscar su significado ideológico. Incluso, cuando
Moscovici (1988) hace mención de ciertas RS hegemónicas, relativamente uniformes y
coercitivas que prevalecen en las prácticas sociales, no examina detenidamente el
significado social más amplio de dicha coerción. Al tratar tales RS, que se imponen por
sobre un pluralidad de representaciones posibles para un fenómeno, hay escasas
referencias a sus relaciones con la legitimación del orden establecido.
En nuestra perspectiva, la ID interviene en la constitución de buena parte de las
RS, cuya elaboración en la comunicación de los grupos es indisociable de la legitimación
de las relaciones de poder, aunque alternativamente se puede abrir un cuestionamiento
del mundo establecido. En el caso del estudio de las RS de la conquista del desierto, es
importante enfatizar que las narrativas del pasado incluyen una dimensión de
construcción de la nada, que lleva a justificar los objetivos del grupo dominante, a los
que les da una continuidad histórica. Las RS hegemónicas –o una buena parte de ellas-
imponen una visión del mundo del grupo dominante, y tal visión es ideológica en la
medida en que tiende a legitimar tal relación de dominación (Howath, 2014)
Analogamente, mientras el periódico difunde una RS retributiva de la justicia,
reprime otros modos de comprender el objeto social que podrían amenazar el status quo
(Augoustinos, 1999), como la justicia distributiva. Por lo tanto, es socialmente necesario
negar tal significado y elaborar una RS que es utilizada sostenidamente para legitimar el
castigo de las acciones que violan el orden social. La muy escasa aparición del significado
distributivo de la justicia resulta de una activa construcción de la nada, la que adquiere
una significación ideológica justamente porque de ese modo se sostiene el mundo tal
como es. Y si el recuerdo de los acontecimientos del genocidio de los pueblos originarios
podría dañar la organización social, la RS los reprime, sin evitar que de esa manera se la
sostenga.
Las RS son una producción social que involucra el diálogo entre los grupos con
diferentes intereses, incluso debates entre sus creencias, y en ocasiones resistencia a la
imposición de las RS hegemónicas, como se ha verificado empíricamente (Howarth,
2006) La dialéctica entre imposición y resistencia, cooperación y conflicto está en el
corazón de toda práctica social significativa (Howarth, 2006), poniéndose en primer plano
a las relaciones de poder, ahora pensando en el potencial para la resistencia, que
emerge de la diversidad de representaciones sobre un fenómenos que los grupos
construyen como respuesta a la hegemonía (Glaveneau, 2009) Los grupos dominantes
legitiman el orden social, pero éste también puede ser cuestionado por grupos
dominados, en una lucha por el reconocimiento de su propia identidad, como lo pensaba
Hegel.
Un comentario final: el compromiso de los Investigadores
Hemos intentado relacionar de modo sistemático a la teoría de las RS con los conflictos
sociales, y con las disputas de significado –entre RS hegemónicas y las polémicas- dando
un lugar central en el dinamismo de las RS a dichos conflictos y a las relaciones de poder
entre los grupos sociales. En este sentido, las indagaciones empíricas sobre la
construcción de la nada, como constitutiva de la elaboración social de las RS y ciertas
conceptualizaciones, justifican la tesis de que dicho proceso puede ser un instrumento
que clarifique la intervención de las relaciones de poder en la génesis de las RS.
Finalmente, para elucidar los problemas planteados y las tesis defendidas, hemos
retomado la versión crítica del concepto de ID, en términos de legitimación del orden
social y la hemos vinculado con la construcción de las RS.
Como resultado de lo expuesto anteriormente, cabe una reflexión sobre el compromiso
social de los investigadores en RS. Bajo el supuesto de que una investigación psicosocial
no es desinteresada, sobre todo porque al ahondar la disputa y los conflictos que están
en el origen de las representaciones, se expresan valores morales y políticos del
investigador (Castorina, 2016). Se plantea una disyuntiva acerca de los valores morales
y políticos, que encarnan los marcos epistémicos o los supuestos filosóficos y presiden las
indagaciones: ¿se trata de soportar o cuestionar el orden social? ¿de consolidar a dicho
orden o transformarlo? . El objetivo de las investigaciones es contribuir a cambiar las
condiciones sociales, más bien que limitarse a describirlas (Raudsepp, 2005) Tal como lo
manifestó en su momento Moscovici (2001), la psicología social es una ciencia moral
humanitaria, en condiciones de dar respuesta a problemas vinculados al empoderamiento
de los sectores dominados para lograr su liberación. Esta posición ha sido revigorizada
por la línea de investigación- acción que moviliza a las representaciones sociales de los
grupos estigmatizados, para comprometerlos a la reflexión crítica y la búsqueda de su
emancipación. No se trata meramente de estudiar la reproducción de la realidad social,
sino cómo puede ser transformada, hay que tematizar la resistencia colectiva y el cambio
social, tanto como la opresión y la reproducción social (Elcheroth; Doise, & Reicher, 2011)
Los estudios de RS puede involucrar una toma de posición contemplativa, dominante en
las investigaciones, y que no cuestiona el orden social existente (Howarth, 2006). O por
el contrario, se propone ir más allá de la descripción de las RS que se identifican en los
grupos sociales, interviniendo para lograr su transformación. Y esto, habida cuenta de los
instrumentos disponibles para intervenir en los procesos de legitimación o de resistencia,
de consenso o de disputa de los significados sociales. Se promueve una conciencia
crítica para la teoría de las RS, con el compromiso del psicólogo en la desalienación de
grupos y personas, en la transformación del saber cotidiano de sí hacia un saber
emancipador de sus condiciones de existencia (Martín-Baro, 1996) Se puede intervenir
junto a los actores sociales, si la teoría y la práctica de los investigadores involucran a
las condiciones socio históricas y la conflictividad social. Ya sea en el estudio de las
instituciones y los problemas de la salud pública, la memoria histórica o los disturbios
comunitarios, aquella conflictividad social coloca a los investigadores ante la opción de
aceptar las creencias o las prácticas sociales tal como son o de participar en su
transformación a través de su propia intervención.
Bibliografía
Adorno,T & Horkheimer, (1969) La sociedad. Madrid. Ariel
Augoustinos, M. (1999). Ideology, False Consciousness and Psychology. Theory and
Psychology, 9(3), 295-312.
Bang, J. (2009). Nothingness and The Human Umwelt. A cultural-Ecological Approach to
Meaning. Integrative Psychological and Behavioral Science, 43, 374-392.
Bang, J yWinther-Lindqvist (2016) Nothingness-Philosophical Insights into Psychology, en
J. Bangs & D. Winther-Lindqvist (Eds.). Nothingness and its importance in psychology:
theorizing presence of absence. New Jersey: Transaction Publishers, 1-14
Barreiro, A. (2013). The Ontogenesis of Social Representation of Justice: Personal
Conceptualization and Social Constraints. Papers on Social Representations 22, 13:
1 -13-26.
Barreiro, A; Castorina,J.A; Van Halphen, F (2017) Conflicting Narratives about the
Aargentinian “Conquest of the Desert”: Social Representations, Cognitive Polyphasia
, and Nothingness”, en M. Carretero, S Berger & M. Grever: Palgrave Handbook of
Research in Historical Culture and Education. London. Palgrave Macmillan
Barreiro, A.; Gaudio, G., Mayor, J., Santellán Fernandez, R., Sarti, D. & Sarti, M. (2014).
Justice as social representation: Diffusion and differential positioning. Revista de
Psicología Social, 29(2), 319-341.
Barreiro, A. & Castorina, J.A. (2016). Nothingness as the dark side of social n
representations. In J. Bangs & D. Winther-Lindqvist (Eds.). Nothingness and its
importance in psychology: theorizing presence of absence. New Jersey: Transaction
Publishers. 69-86
Barreiro, A. , Wainryb, C. & Carretero, M. (in press,). Narratives about the past and
cognitive polyphasia: Remembering the Argentine: “Conquest of the Desert” Peace
& Conflict: Journal of peace psychology.
Castorina, J. A (2016). “Las concepciones del mundo y los valores en la investigación psicológica”. Cadernos da Pesquisa,46(160), pp.362-385.
Castorina,J.A (2014) Las explicaciones para las novedades del desarrollo psicológico y su
relación con las meta teorías, en A. Talak (Comp.) Las explicaciones en psicología.
Buenos Aires. Prometeo Libros. 57-66.
Castorina, J.A & Barreiro, A (2007) Las representaciones sociales y su horizonte
ideológico: Una relación problemática. Boletín de Psicología. Valencia. No. 86, 7-26
De Alba, M., Dargentas, M & Balez, R (2014) Monumentos invisibles. Ausencia de los
lugares de memoria en las representaciones socio-espaciales de Brest, Bretaña.
Anais da 12 Conferência Internacional de Representações Sociais, Sao Paulo,
Brasil, July.
Duveen, G. (1998). The psychosocial Production of Ideas: Social Representations and
Psychologic, Culture & Psychology, 4 (4), 455-472.
Duveen, D. & Lloyd, B. (1990). Introduction. In Duveen. G & Lloyd B. (Eds.) Social
Representations and de Development of Knowledge, (pp.1-10). New York:
Cambridge University Press.
Elcheroth, G. , Doise, W. & Reicher, S. D. (2011). On the knowledge of politics and the
politics of knowledge: How a social representations approach helps us rethink the subject
of political psychology. Political Psychology. 32, 729-758.
Glaveanu, V. P; (2009). What Differences Make a Difference? A discussion of Hegemony,
Resistencia and Representation. Papers of Social Representations, 18 (2), 2.1-2.22
Gordillo, G. & Hirsch, S. (2010). La presencia ausente: invisibilizaciones, políticas
estatales y emergencias indígenas en la Argentina. En G. Gordillo & S. Hirsch
(Comps.) Movilizaciones indígenas e identidades en disputa en la Argentina (pp. 15-
38). Buenos Aires: La Crujía.
Halbwachs, M. (1925/1992). On collective memory. Chicago: The University Press of
Chicago.
Howarth, C (2014) Connecting Social Representations, Identity and Ideology: Reflections
on a London “riot”, Papers on Social Representations, Vol 23, 1-30
Howarth, C. (2006). A social representation is not a quiet thing: exploring the critical
potential of social representation theory. Brithis Journal of Social, 45(1), 65-86.
Howarth, C (2004) Re-presentación and Resistencia in the context of school exclusion:
Raisons lo be critical. Journal of Community and Applied Social Psychology, 14 (5), 336-
375.
Jodelet, D. (1991). Madness and social representations. Hemel Hempstead: Harvester
Wheatsheaf.
Jodelet, D. (1989). Folies et Représentations Sociales. Paris: Presses Universitaires de
France.
Jovchelovitch, S. (2010). Reflections on the Diversity of knowledge: Power and Dialogue in
Representational Fields. In T. Sugliman, K.J. Gergen, W. Wagner, & Y. Yamada
(Eds) Meaning in Action. Constructions, Narratives, and Representations (pp. 23-
36). Japan: Springer
Marková, I. (2003). Dialogicality and Social Representations. The Dynamics of Mind.
Cambridge: University Press.
Marková, I. (2012). Social Representations as an Anthropology of Culture. In J. Valsiner
(Ed.) The Oxford Handbook of Culture and Psychology, (pp. 487-509). New York,
NY: Oxford University Press.
Markova, I (2003) La presentación de las representaciones sociales: diálogo con Serge
Moscovici. En J.A. Castorina (Comp.) Representaciones Sociales. Barcelona.
Gedisa
Martin-Baro, I (1996) O papel o Psicólogo. Estudos de Psicologia, 2(1) 7-27. Disponible en
http//www.scielo.br/pdf/epsic/v2n1/a02v2n1 pdf.
Moscovici, S (2000/2004) Representacoes Sociais. Petropolis: Editora Vozes.
Moscovici, S. (1961). La psychanalyse son image et son public. París: PUF.
Moscovici, S. (1988). Notes towards a description of social representations. European
Journal of Social Psychology, 18(3), 211-250.
Moscovici, S. (2001). The Phenomenon of Social Representation. In G. Duveen (Ed).
Social Representations. Explorations in Social Psychology, (pp. 1-17). New York:
New York University Press.
Novaro, G (2003) “”Indios, “Aborígenes” y “Pueblos originarios”. Sobre el cambio de
conceptos y la continuidad de las concepciones infantiles” Educación, lenguaje y
sociedad 1: 199-219
Overton, W. F. (2006). Developmental psychology: Philosophy, concepts, methodology. In
W. Damon y R. M. Lerner (Eds.). Handbook of Child Psyhology, vol 1, 6ta Edition,
(pp. 18-88). New York: John Wiley & Sons.
Piaget, J. (1975). L´equilibration des structures cognitives: Problème central du
développement. Paris: PUF.
Raudsepp, M. (2005). “Why is it so difficult to understand the theory of social
representations?” Culture & Psychology, I (4), 455-468.
Sarti, M. & Barreiro, A. (2014). Juicios Morales y memoria colectiva: narrativas de jóvenes
sobre la “Conquista del Desierto”. In J. A. Castorina, & A. Barreiro (Eds.).
Representaciones sociales y prácticas en la psicogénesis del conocimiento social
(pp. 141-156). Buenos Aires: Miño y Dávila.
Thompson, J.B (1990) Ideology and modern culture: Critical social theory in the era of
mass communication. Cambridge: Polity
Valko, M. (2012). Los indios invisibles del Malón de la Paz. De la apoteosis al
confinamiento, secuestro y destierro. Buenos Aires: Continente.
Valsiner, J. (2012). La dialéctica en el estudio del desarrollo. In J.A. Castorina y M.
Carretero (Comps.). Desarrollo cognitivo y educación I. Los inicios del conocimiento,
(pp. 137-162). Buenos Aires: Paidós.
Valsiner, J. ( 2014). An invitation to cultural psychology. London: Sage.
Wagner, W. & Hayes, N. (2005): Everyday Discurse and Common Sense. The theory of
Social Representations. New York: Palgrave Macmillan.
Wagner, W., Valencia, J. & Elejabarrieta, F. (1996). Relevance, discourse and the “hot”
stable core of social representations. An structural analysis of word associations.
British Journal of Psychology, 35, 331-352.