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PAUL D E SA IXT-VICTOR .

Comenzaba nues tro d iv ino o toño . Los rayos de un so l ,

menos ardiente ya, iban a dorar los campos y á p l atear e l

mar . La es tac ión pon í a en las cosas e l se l lo de s u madu

r ez. Hab ía en e l sue lo m uchas hojas desprend idas de los

á rbo l es,cruj i entes bajo los p i es l igeros de la joven ,

vestida

d e azul, que esa tard e cruzaba la comarca

,y en

'

todo lo

que la ci rcundaba , la quietud suprema de quien prepara

su reposo después de una l arga y productiva labor .

No sop laba e l menor vien to, y en s u ausencia las hojas

SCONOC IDA

En e l m u nd o de l a poes í a como en el

m u nd o rea l , h ay cria t u ras nacidas b aj o b eneri ca es tre l la . Apenas parecen , s u rg e d e l am u l ti t u d u n g r i to d e amor :

“ Di os t e sa lve,

l len a d e g racias Ya l as t en é i s apod er ánd os e d e t od os l os co r azon es, fas c i nand o t oda s l as in t e l i g en cias , ad oradas por tod o u np u eb l o d e a lmas …

8 EL MANANTI AL

caidas,de un co lor amari l l en to

,no j ugaban

,no bai l aban

n i revo loteaban como locas : p ermanecían muy quietas V

muy j uiciosas,asen tadas sobre la hierba de un verde bri

l lan te todavia .

Venia aquel l a j oven de la próxima esta01on del ferro

carri l,al Sur de la provi ncia de Buenos A ires

,donde ha

j ara,habien do preferido a la an cha carretera

,e l s endero

agreste l l eno de a l tas p l an tas sa lvaj es que l e l l egaban

hasta la cin tura y por el cual avanzaba,cortando fl ores y

ramas,saturán dose con l os fuertes aromas despedidos

por l os árbo l es , ági l , so l a ; l ibre como en el desierto . De

pronto,en un recodo del camino que l a ob l igaba a dob lar

,

como un semb lante huraño y taciturno , bruscamen te , s e

l e apareció un vi l l orrio .

Descub r íase és te al l á en e l bajo,si n un ár bol n i una

p l anta para ve lar con sus hoj as s u fea ldad é i n digen cia .

Un montón de casuchas s i n b lan quear,sa lp icadas sobre

un suelo seco y duro,cubierto

,el trechos

, por un musgo

roj izo ; matas de abroj o y ortigas ; p l antas de cardo copo

sas como arb ustos : no disti nguieron más sus oj os . Y cuan

do hubo penetrado a l cen tro de aque l l ugar i n cu l to,la i n

grata impresión se con virtió en di sgusto ; todo l e pareció

áspero , agres ivo y poco amab l e . Los escasos habi tan tes ,

sucios , serios v descon fiados,con testaban en tre dientes

,

EL MANANTIAL 9

s in mirarla,s us pal abras afab l es o s u sa l udo ; y no l e fué

dado sorprender una son risa,n i aun s iquiera en l os l abios

de los n iños,que

,aris cos

,huían de sus cari cias . Era aquél

,

el rei no del ocio ; de ese ocio manso y pací fico , causa de

tan tos males y atrasos en n uestro paí s tan rico .

La t ierra al l i n o con servaba un so lo surco,una sol a de

la s cicatrices que dej a e l arado en el l a a l herirl a para fe

cundar la ; huel l a sagrada de l a l abor del hombre .

Con e l corazón angust iado cruzó la j oven,apresuran do

e l paso,deseosa de sa l ir

,cuan to antes

,de ese rincón b u

l len te de miseria y de ignoran cia . Cuan do se al ej aba ya,

acertó a pasar un paisano,t irando del cabes tro a su ca

ba l lo : s e l l ama esta aldea ? —pr egun tó le l a n iña

Los Cardos — le con testó e l paisano— y s iguió de

largo .

E l l a también prosiguió su camino,in vadida por algo

parecido a l desa l ien to,a una tri s teza . Asi abatida caminó

un momen to,e i n sen sib l emente trepó una l oma

,que l e

i n tercep taba el paso . Ya en l a a l tura,un espectácu lo muy

diferen te la l l enó de asombro . ¡Y ,s i n embargo

,qué s im

ple , qué i nmen samente s impl e er a l o que dis tinguía ! Á un

lado e l mar,a l o tro l a pampa . El horizon te : una l í n ea

recta,n eta

,como trazada por una mano i nvis ib l e en la

plan ísima s uperficie . Pa r eció le en tonces que todo se ach i

10 EL MANANTIAL

caba a su al rededor, y al mismo tiempo su sen tido artis

ti co le decia,que un árbo l en l a tierra

,una ola en el mar,

una n ube en el cie lo,la menor cosa que hubiera i n te

r r umpido aquel l a soberbia monoton ía,habrí a roto el

en canto .

Pasado e l primer momento de i n esp erada conmoción

como un rayo de so l la sonrisa i l uminó su boca,s us oj os

bri l l aron, jun tár on se sus manos en un ademán de reve

ren cia,y ah i s e quedó extasiada contempl ando

,admiran

do,dej an do a su esp íritu exa ltarse an te aque l l as bel l ezas

natura l es .

Examin emos nosotros,mien tras tan to

,esa el egan te

figura de muj er en i gmática y p ura,de p ie en la verde

loma,que ha l l egado hasta al l í s i n can san cio y que

,como

vei s,ti en e una gran sol tura en s u cuerpo

,una t ernura pr o

funda en los oj os,una p l en i tud dul ce de v ida fuerte en

todo su ser . Examinémosla con una deten ción curiosa .

A l go me dice que vi en e de muy l ej os para permanecer

con vosotros l argo tiempo,y l l ega en busca de pequeñas

almas para ej ercer sobre el l as su i rres istib l e i nfl uencia,su

suave seducción,su virtud s ecreta … Que es el amor su v i

tal el emento y trae,para ofrecer os como un dulce l i cor de

vida , todo su amor… Que V i en e a ej ercer también , sobre

l os desheredados,un aposto lado de p iedad .

EL MANANTIAL 1 1

No la tema15 : m i r ad la con con fianza . Os la darán sus

grandes oj os claros, que s e . fij an en vosotros fran camen te ,

s i n que cambie su co l or e l miedo de ser descifrados . Mi

r ad la a l os oj os,mis queridos n iños : después

,no podrí ai s

poner en duda su l ea l tad,n i la rectitud de sus ideas y de

sus in tencion es .

Dejad la ,pues

,que os abra el pecho y se apodere de

vuestros corazon es para plasmar los en el mol de de su

prop io corazón . Y dejaos conducir por el la , seguid la , que

e l l a hará para vosotros menos ásper o el ej ercicio de la

vida ; el la os en señará,os i n struirá

,os educará , abrirá

v ues tras ven tanas sobre e l mundo ; cul t ivará vuestras in

te l igencias , formará vues tro carácter , os forj ará una vo

l un tad , para después l anzaros audazmente á l a l ucha .

Ten ed con fianza ; amad la,seguid la , dejad la hacer ; pues

para el lo pondrá todo e l ardor de su natura l eza apasio

nada y enérgica,toda la fuerza impul s i va de su a lma

, que

va, natura lmen te , a l o mej or y á lo más be l lo .

MARTHA CUMMINS

Soy Martha Cummin s,la el egida por usted

,s eñor

,

para dirigir la Es cuela decía una hora más tarde la jo

ven desconocida,presen tándose así á un cabal l ero al to ,

de presen cia y man eras di stinguidas,como de sesen ta y

cinco años,á cuya puerta acababa de l l egar

,después de

atravesar un l in do pueb lo cruzado por aven idas ar bo la

das , pob l ado por gente sana , l aboriosa , decen temente ves

t ida,que en traba y sal ía de confortab l es y al egres hab i

tacion es .

Arturo Marn er tien e el p l acer de dar a la señorita

Cummin s la bi enven ida,tomándose al mismo tiempo la

l ibertad de r epr ender la por no haberl e preven ido de su

l l egada,impidién do l e cump l ir con el deber de mandar su

carruaj e a buscarla á la es tación resp ondió el cabal l ero,

i n cl i n án dose galantemente an te l a recién ven ida . Luego ,

sonr i én dole,agregó Ha querido usted conquistarnos

EL MANANTIAL 13

po r sorpresa , señorita Martha Vamos á ver : ¿ dónde ha

dejado su equipaj e “?

—Nada he tra ído todavia— rep l icó e l l a— porque no

estaba b ien segura de quedarme aqu í . He deseado cono

cer,an tes de decidirme á aceptar s u proposi ción

,muy

ven taj osa y honorí fica,por ci erto

,para m i

,e l l ugar y el

ambien te en que deberí a v iv ir ; l as personas á quien es

deberí a tratar s i aqu í v i n iera . He deseado,sobre todo

,ser

conocida por aque l que me l l ama y me in vita a colaborar

en una obra tan hermosa,pero que traerí a sobre m i tan

tas respon sabi l idades .

E l cabal l ero as i n tió,l e i n dicó un s i l lón

,ocupando é l

la s i l l a giratoria de su mesa de trabaj o,col ocada en tre l as

dos ven tanas del sa l ó n que le serv ía de escri torio,donde

s e hal l aban,y con e l gesto más amab lemente a l en tador la

an imó á exp l icarse . Si n l a menor vaci lación ó cortedad,

con una voz cri s ta l i na y en un tono reposado,comenzó

e l la a con tar

— Nosotros,señor

,somos muy pobres . Para tomar la

dirección de su Col egio tendrí a que renun ciar á una ca te

tedra con seguida en Buenos A ires,gracias a i n n umerabl es

empeños y recomendacion es . Pero hay tres razones po r

l a s cual es me i n cl i no a preferir s u propuesta : la atracción

que ej erce sobre m i e l campo,a l que adoro , porque en é l

14 EL MANANTIAL

he nacido,he crecido

,he s ido amada y fel iz ; l a n ecesidad

de ej ercer facul tades y obedecer i ncl i nacio nes que s i en to

dentro de m i y que vería malogrars e fata lmen te s i n es ta

ú n ica ocasión presen tada po r e l azar ; la impres ión pr o

ducida en mi esp í r i tu por sus cartas , la s cua l es me han

dado la confianza de que vin ien do a estab l ecerme cerca

de usted,yo tan ais l ada en la v ida

,me pondr ia baj o la

protección de un homb re fuerte y bueno , que uti l izarí a en

mi favor toda su autoridad y pres tigio .

El cabal l ero,s erio esta vez

,i n cl i nóse moviendo la cá

beza,como si

,con s ci en te de s u prop io va l or

,se con side

rase con el derecho de aceptar y de afirmar lo que la jo

ven decía .

Usted y yo somos de la misma raza,s eñor Marn er

prosiguió el l a,

mas no ten emos una misma patria : us

t ed es inglés ; yo soy argentin a , hij a de argen ti nos . Mi vida

es clara y s imp le : la de una n ina que ha vivido dieciocho

años s in separars e un so lo d ía del l ado de sus padres,cria

turas s uperiores que l a modelaban con todo su amor ; do

lor osa también,porque los he perdido … Mi abuelo paterno

,

hij o segundo de un lord ingl és,de carácter enérgico

,em

prendedor y dom in an te,s e vi no á trabaj ar a la Argen tina

,

cuando á l a muerte de su padre todos los b ienes de fami

l ia, según la lev ingl esa , pasaron a poder de l mayorazgo .

EL MANANTIAL 15

Estab lec ióse e n l a provi ncia de San ta Fe , fundando una

co l on ia,á la que d ió e l nombre de su madre

,Martha , la

cua l l l egó á ser una de las más florecien tes de la Rep ub l i

ca . Mi padre nació a l l í y a l l í n acieron sus h ermanos . Muy

j oven todav ía,papá casó con una señorita vecina

,hij a de

franceses,quien es

,como mi abuel o

,hab ían ven ido a h á

cer fortuna en Hubiera usted querido mucho a

mamá,mi buen señor . ¡ Todos l a querian tan to ! Me pa

rece es tarl a vi endo con su vest ido b lan co,s en tada a l p ia

Porque e r a tambi én una exquisi ta artis ta . He oido

p ian is tas famosos después : n inguno de e l los con segu ía

sacar d e s u teclado l os son idos que del s uyo hacían bro

tar l os dedos de mi madre . Fi na,pál ida

,del icada

,s edu

cía s in pr e tende r lo por e l so lo hecho de se r cua l er a ; mi

gran abue lo,soberb io y brusco , confesábase el primer es

cl avo de su en can to …

In ter r umpióse un mi n u to l a narradora ; e l tiempo ne

cesario para que l a p equeña angustia producida po r tan

tierno recuerdo se dis ipa ra .

Según cuen ta n las crón icas— prosiguió en tono a l e

gre mi nacimiento fue e l más grande acon tecimien to de

que se tuvie r a memoria en la colon ia . L l egaba a l mundo

en d ías de prosperidad para mi casa y para toda aquel la

vecindad , l igadas por i n tereses comunes . En medio de l

16 EL MANANTIAL

p úb l ico regocij o,l levóme mi abu elo en sus prop ios b r a

zos,atravesando toda l a v i l l a

,hasta la fuente bauti smal .

Se me in scrib ió como hij a de la Igl esia Cató l i ca,la de mi

madre,dándoseme e l nombre de mi b i sabuel a v de mi

pueb lo : Fué en aquel pedazo florido de mi l i nda

provin cia san tafecina dónde crecí,mezcl ada á l o s h ij os de

nuestros co lonos, jugando con e l l os entre sus trigal es , más

al tos que nosotros,los que al menor v ien to mov íanse en

o l eadas . A l l í fue dónde s e desarro l ló y forta l eció mi cuer

po , y mi i n te l igen cia se abrió á la vida .

Años más tarde,mi abue lo

,comenzando á s en tir e l

deseo de vi s itar s u i s l a,preparó rápidamente un viaj e y

nos l l evó con é l . Tres anos habiamos permanecido en

Ingl aterra cuando manifes tó nuevamente la reso l ución de

regresar a la Argentina . Para aque l fuerte varón hab i

tuado a l trabajo,a l a dirección

,a l dominio

,er a impos i

b l e resignarse á la exi sten cia tran qui la de l os que l iquidan

su fortuna para v ivir de sus rentas . Mas la muerte,s i n

p ermitirl e vo lver a ve r su segunda patria,nos l o arrebató .

No morí an con é l tan só lo el esposo,el padre bien ama

dos , sino también e l j efe que ordenaba , resol via , marchaba

l l evando á su fami l ia tra s si y de la cual er a el brazo y el

Desde Europa hab í a emprendido nuevas espe

culaciones, puesto en movimien to grandes i n iciat ivas , for

EL MANANTIAL 17

mando empresas v s indicatos . Con é l a l fren te hubiera

s ido aque l l o l a fortun a i n ca l cu lab l e,s i n é l era la ruina .

Papá , de carácter y tenden cias diferentes , hab íase de

d icado con ardor a l estudio y á l a s i n ves tigacion es cien t í

ficas , y no estaba preparado para los n egocios . Mi tío,

hombre singu l ar,esp ecie de apóstol

,á quien únos t ien en

po r sabio v o tros po r l oco , recorrí a paises l ej anos y exó ti

cos , centros de s u predicación ; y mi t ía , casada con un

ingl és sórdido y egoí sta,ob l igada por é l

,empeoró la s i

tuación con sus exigen cias . Abandonóse la administració n

y l iquidación de l os b ien es dej ados po r mi abuel o á l o s

socios y á los miembros de l as nuevas empresas ; a l cabo

de dos años se n os comunicaba que l a s deudas ban caria s

de la testamentarí a hab í anse l l evado todo lo nuestro . A la

viuda quedábale apenas una casa en l a Colon i a Martha .

Dej amos inmediatamente nuestra hermosa residen cia po r

otra modest ísima en el campo y a l l í nos fuimos á vivir,

mi abuela,mis padres y yo que ten ía catorce años . Papá

,

gracia s a su saber,con siguió ser admitido en el cuerpo de

profesores de l a Un iversidad de Oxford,cerca de la cua l

estaba si tuada n uestra casa .

En tonces fué cuando se operó un cambio tota l en m i,

provocado po r e l más suave y s i l en cioso de los ej emp los .

Siempre hab ía s ido favori ta de mis abuel os,soberana en

18 EL MANANTIAL

mi casa,y,aunque me gustaba saber , descuidaba los es

tud ios . As í,pues

, er a una ignoran te comparada con otras

n iñas de mi edad b ien preparadas y estudiosas . A l poco

t iempo de nuestra i n stal ación en aquel p un to,nos comu

n icamos con mi abuel a l a extrañeza,causada en ambas ,

por l as l argas ausen cias de mamá,quien pasaba

,cas i dia

r iamen te,muchas horas fuera de la casa . ¿ Dónde podrí a

ir e l l a que an te s sal i era raras veces y s iempre acompa

ñada por mi padre Justamente e stábamos en e l i nv ier

no,hacia un frío g lacia l y el campo aparec ía b lan co de

n ieve en Inglaterra . E l miedo a los males que hubiera

podido producir en s u natura l eza déb i l e l rigor de l a es

tación,me dió el coraj e de i n terrogarla . Me contes tó eva

si vamen te,dando como pretexto á sus sal idas e l deseo de

distraerse y las vi s itas de vecindad . Yo la miré ; el l a se

sonrojó . No sab ía mentir,no hab ía men tido n unca

,y no

supo engañarme . No me atrev í,s i n embargo

,a in terro

garla una segunda vez,pero el frío contin uaba v e l l a es

taba mas Un día impu lsada por mis temores,

me armé de valor y le dij e : Mamá,l l évame con tigo .

Er a

esto p edirl e de nuevo la verdad,y esta vez me la d ijo toda

en tera . Se hab ía contratado con una señora riquí sima

para tocar e l p iano en s u casa duran te l a tarde . ¡ Deseaba

tan to ayud ar a s u marido ! Y,sabiendo que el no l o hu

EL MANANTIAL 19

biera permit ido j amás,ocul taba su be l l a acción como

una fa l ta , l a adorab l e criatura ! …

Martha apretó sus manos v enmudeció,vencida por

las propias emocion es . Luego con la voz a l terada v l o s

oj os l uci en tes exclamó :

Perdone usted,s eñor . ¡Memorias tan í n timas , r ecuer

dos tan san tos remueven e l a lma hasta l o más profundo '

E l cabal l ero hab í a seguido con e l más v ivo in terés,no

e l re lato ún icamen te,s ino también l o que su semblan te

,

cri s ta l tor so de un espej o,refl ejaba . Cuando el l a l e dij o

Perdon e usted,s eñor ”

,tan sól o p udo e

'

l mover suave“

men te la b lanca cabeza y

— Me he dejado arrastrar po r e l deseo in s ti n ti vo de

acercarnos a l o que nos es caro,y ahora debo i r hasta e l

fi n—con tinuó e l la .

—Mamá ocu l taba e l dinero de su trabaj o

para en tr egár selo á s u companero só l o a l terminar el

año . De otra man era no l e hubi era con sen tido é l con t i

Conocimos,a l fi n

,sus sufrimientos . E l l a

,la mima

da,l a adorada

,la respetada como nues tra suave div in idad ,

hab iase v i sto ob l igada á soportar las malas crianzas e im

per t inencias de una muj er van idosa y estr afalar ia ; las hu

m i l lacion es de las esperas en l a s an tesa l as y de la s con

testaciones i rrespetuosas de los criados ; la amargura de

horas y horas de un con tin uo gol pear en l a s tecl as de un

20 EL MANANTIAL

piano,cuyo sonido s e oye con en tusiasmo ó se desoye con

i ndefer en cia,segú n e l capricho ó el humor de quien lo pá

ga . Aquel d ía v i correr las l ágrimas de mi padre : l ágrimas

de do lor,de indignación

,de i r a e impoten cia ; l ágrimas

también de gratitud y amor … ¡ Ah , mal a gen te ri ca , si su

pier ais ! S i supierais todo lo odiosa y crimina l que es v ues

tr a i n cons ci en cia ! S i,señor Már ner ; creer que el mal rico

ignora las torturas que causa,en casos como e l de mi ma

dre,es buscar el pretexto para p erdon arlo

L loré yo también,amargamen te

,de p ena y de ver

guenza . Compar ábame san a,vigorosa

,despreocupada y

perezosa,en tregada a mis l ibros favoritos y a mis paseos

y cabalgatas al aire l ibre,con mamá del icada y enfermiza

sacrificada a l trabaj o y al sufrimiento para dar a l os suyos ,

no ya l o impresci ndib l e, s i no una mayor suma de b ien

estar . Con una impaciencia febri l me dediqué a l es tudio

desde en ton ces,tomando mi carácter esa r econcen tr ación

y seriedad propias de quien con sagra todos los momentos

de su exi sten cia a una so l a i dea y á un so lo fi n . E studié ,

es tudié y apr end í , en la mitad de l tiempo requerido , todas

l as materias n ecesarias para obten er e l dip loma de l pro

feso r ado .

'

¡He l l egado ! , me dij e . Y la sati sfacción í n t ima ,

el con ten to in terior,que trae con sigo el cump l imien to del

deber, ni e devo l vieron la alegría , perdida el d ia aque l en

EL MANANTIAL 21

que me avergon cé de mi Duró poco mi a l egría .

Con d iferen cia de pocos meses,perdi amis padres . Papá

desapareció en pocas horas a causa de un ataque vio l en to

a l corazón ; mamá , rama de l mismo tronco , p ereció con

N i mi s vein te años,n i los halagos y distraccion es brin

dados por el mundo a la j uven tud,han podido con so

larme de s u eterna

¡ Pobre n iña ! , exclamó e l anciano .

— Cómo no com

prender que as í haya s ido , cuando en mi vida de hombre

l l eno de años y de hij os,de cargas y preocupacion es

,de

muchas satisfaccion es también,no se pon e e l so l un so l o

d ía s in que recuerde con l ágrimas a mis padres , que duer

men,hace cuarenta años

,en un rin cón de mi viej a Iugla

terra ! … Amor fi l ia l : prin cip io,l l ama

,hogar de todos l os

amores ! Y dul cificando aún más la voz , pregun tó : ¿Que

dó usted comp l etamente so la,señorita Martha “?

Por fortuna no,señor . Quedábame mi abuela

,la ma

dre de papá,muj er de una virtud y de una bondad per

fectas,con quien vivo y de quien no me he separado desde

que nací … A l poco t iempo de mi desgracia apareció en

nuestra casa,un buen d ía

,s in an unciarse

,mi t io . Er a el

hermano de mi padre y eso hubiera s ido lo bas tan te para

quererl e . Mas,persona l idad demasiado prepoten te

,s e hace

amar po r su propia virtud y arras tra en pos de si a

22 EL MANANTI AL

los que l o compren den . Otro d ía l e haré conocer su vida

y sus obras,señor Marn er . Es l a persona que ha ej ercido

mayor i nfl uen cia sobre mi s ideas,mis sen timien tos

,m i

manera de en carar la vida . Baj o l a presión de tan poder o

so predominio,mi individual idad mora l evol ucionó dóci l

mente y tomó forma y rumbo diferen tes . Hasta en ton ces

hab ía sido la n ieta de mi gran abue lo ; desde en ton ces fui

l a hij a espiri tual de aquel t ío singu lar,de aquel l a a lma pu

r i fi cada hasta l o

Viaj amos con él algún tiempo . Conocí toda la Europa,

a lgo de Oriente y la América del Norte . Mi t ío s e marchó

á Austra l ia poco t iempo después y nosotros nos v in imos

á l a Argen ti na … No encon trarí a pa labras que expresaran

l a sen sación de gozo que nos l l en a el alma a l vo lver á ver

la patri a . ¡ Ah ! l a impres ión sen tida ante n uestro i nmen so

r io ! Mis oj os se nub lar on y de el los cayeron pequeñas

gotas de emoción, que fueron a confundirse con l as aguas

de aque l mar dul ce ¿, Y las dár senasº

? ¿, Y

aquel l a primera aparición de la ciudad,medio ocu l ta

,que

l a mirada del extranj ero escudriña curiosa como para

sorprenderl e su grandeza ? … E l amor á la t ierra : también

amor fi l ia l .

Cómo me gusta o írla hab l ar as í,mi querida n iña , dij o

i n terrumpiéndo la,el señor Marn er

,pon iéndose de pie y

24 EL MANANTIAL

con una expres ión de con tento que lo rej uven ecía . Se

trata,como ya l e han exp l icado mis cartas , de dar im

pul so a la educación y á l a i n strucció n en el partido . Me

causaba una pena tan grande ver tal cauda l de i n tel igen

cia n atural p erdida,el cual servirí a ún icamente para ha

cer más temib l e la vagan cia,que durante varios años h e

costeado premios para l os muchachos que as isti eran y s e

distinguieran en las cl ases . De el los muchos saben l eer,

algunos han l l egado hasta el cuarto grado ; pero n adie s e

ha ocupado de educarl os,es decir

,de en señarl es a dis ti n

guir el mal del bien y de formarl es una moral …

No ocul to que soy dueño de una gran fortuna,l ograda

por el trabaj o i ncesan te de cuaren ta anos . Cuando vin e a

Buenos A ires er a pobre como su abuel o de usted ; como él ,

emprendedor,t en az v resuel to , y como él supe sacar de las

entrañas de es ta t ierra esp l éndida,l as riquezas que j amás

n iega á quien se l e demuestra p erseverante y fiel . Fundó

este pueb lo,sobre el mar At l án tico

,a ci en l eguas a l Sur ,

en la provin cia de Buenos Ai res,exactamente como fundó

su abue lo la col oni a de Santa Fe ; después y hasta hoy, todo

ha s ido aqu í prosperidad . Ya que el Señor ha querido

con servarme la existen cia,des eo dejar al go estab l e que

diga,úti lmente

,á l os que vengan después de m i : por aqu í

pasó un i nglés agradecido a l paí s donde en con tró l a di

EL MANANTIAL 25

cha . Sobre todo me impul sa á real izarl o la i nmen sa lás

tima que me in sp iran los n iños , que marchan por e l ca

mino de la

Mi mujer , dueña de uno de esos gran des corazones

americanos , es tab l eció , en conmemoració n de nuestras

bodas , un as i lo para los huérfanos y una casa de reposo

para nuestros v iej os obreros y cul tivadores,gastados en

e l trabaj o . ¡ Exi sten , si n embargo , tan tos hij os con padres ,

más huérfanos aún que los ó t r os ! Es á e l l os a quien es me

propongo , no só lo i n s truir, s ino también moral izar y edu

car . Para e l l os h e hecho con struir un estab l ecimien to,de

cuya dirección deberá en cargarse una muj er capaz de

comprender todo e l a l cance de una idea, que es una idea

de E l d ía de la terminació n de l edificio, yo ,

l ord Marner,hice mi testamento

,dej ando asegurada la

vida de mi propósi to . En é l exis te una cl áusul a por l a

cua l exi j o se con serve a l l ugar una gran ciudad con e l

t iempo— su viej o nombre de E l Manan tia l . ¿Hay otro más

s imból ico,más sonoro

,más sugeren te ó más bel l o ? Ma

nan t ia l quiere decir en todas l as l enguas : causa , prin ci

pio ,origen ; agua vi va que mana de la t ierra .

As í sea el n uestro causa,prin cip io

,origen de una

obra que será con tinuada por mis h ij o s , y de la cua l ma

nar á el agua viva de l Amor, la Fratern idad y e l

26 EL MA NANTIAL

Una gran obra,s in duda

,pero s i n alma todav ía

,Martha

Cummin s .

Aqu í se detuvo el cabal l ero,y si l en cioso miró fij a

mente á l a j oven, que s e manten í a de p ie . E l l a compren

dió . Sin esperar una palabra más,puso su mano fina en la

mano grande y expres iva de quien l e hacía tan irresi s tib l e

l lamado,y dij o s imp l emente :

Martha Cummin s será el alma de E l Manan tial,no

b le señor .

LAS DOS ALMAS

La maestra en tró en e l sal ón con su paso l igero y ca

dencioso ; sub ió tres gradas y ocupó su puesto sobre la

ampl ia tarima de rob l e,detrás de una mesa sobre la cua l

hab í a l ibros y fl ores . Los d iscíp ulo s, que l o l l enaban en

gran parte, pusiér onse de p ie , recibien do sobre sus cabe

zas é l bautismo de su primera mirada .

Ten ía,an te sus oj os

,á todos reunidos en la gran sa la

del es tab l ecimien to,desde l os p equeñitos del Jardí n de

Infan tes hasta los grandes de l cuarto grado,a fi n de cono

cer los á un mismo tiempo,según su deseo .

Eran muchos,aun que conociendo la in scrip c i ón

, po

d ia comprobar la ausen cia de un gran n úmero . No l e extra

ñaba aquel l o : hab ía previ sto e l terror a la es cuela,cun

diendo por Los Cardos y otros puebl i tos semejan tes de la

vecindad ; hab í a ten ido la vi s ió n clara de los muchachos

28 EL MANANTIAL

más gra ndes huyen do haci a e l mon te ó la p l aya como de

un pel igro,y también la de l os p adres despreocupados é

i ndol entes fingiendo reconocer las ventaja s de la educa

ción,predi cadas por su ben efactor , para reirse después a

sus espal das,hosti l es a todo trabaj o

,progreso é in s

trucción .

Martha sen t ia su corazón crecer para dar cabida á

aquel los tiernos seres que s e le en tregaban , recl aman do

de el l a e l a l imen to esp iri tual . Y al recibir a su vez,el

du l ce cal or de sus oj os tuvo una a larma : Sabré n utrir

l os ” ? se preguntó .

— Eu e l acto la tranqui l izó la con

cien cia de s u propia fuerza y de su p ropia vo l un tad .

E l lo s alarmá r onse también . Temieron un momen to

una decep ción . ¡ Hab ían pen sado tan to en e l la! ¿ L l ega

remos á quer er laº

? pr egun tár o rise como la j oven . Pero

la ten ían a su fren te,son r iéndo les del iciosamen te

,bri

l lándo le en l a cara aque l l os ojos cl aros que se fij aban

francamente si n que cambiara su co lor el miedo de ser

descifrados,y recobraron l a confianza . Sin tieron que la

querian va , y hubiera sido ya un do lor perderl a, com

prendiendo a l mi smo ti empo la razón de ese nuevo sen tí

miento . Querían á Martha Cummin s porque er a una cria

tura de bondad,de seren idad y de armon ía

,en quien no

hab ía agi tacion es n i i n quietudes turbadoras . Quer ían la

EL MANANTIAL 29

también porque era bel l a ; de una bel l eza i n destructib l e , a

l a que s us oj os i n fan ti l es iban á buscar más a l l á de su no

b le frente,perdida en tre la gran masa de cabel los casta

ños,más a l l á de su p ie l d e raso y de su boca de gracia

,

como e l res u l tado de un conj un to de v irtudes prop ias,y

de todas l as a leg r í as y dolores , impresiones y sen sacion es

que iba e l l a recogiendo por la vida , para devo l verlos

l uego en su en señanza y en su expresión .

Y en tonces,s egura de su propio amor

,el a lma blanca

d e la escuela vol ó a confundirse con el a lma generosa de

l a maestra .

I V

G RATITUD

A una i ndicación de la maes tra sen tár onse l os a l um

nos. Una an siedad curiosa r eco r r ía todo aque l mundo

chico . Por fi n,e l l a les dij o graciosamente

An te todo,voy a hacerl es mi presentación : Yo soy

la maestra . Maestra quiere decir mayor,más grande . Es

eso lo que yo soy y deseo ser en tre ustedes : l a m ayor , la

más grande,la que nació primero ; l a que ha v ivido más

y tiene más experien cia y,por lo tanto más autoridad . N i

más,n i men os .

Los n iños m i r ár on se unos á otros,comunicán dose sus

impres ion es de sorpresa y de conformidad . ¡ Qué verdad

s e l es decía ! Aquel l a muchacha de traj e claro,de cabe l los

dorados y p equeñitos dien tes que mostraba a l reir,n o

er a s ino l a más grande,y apenas parecí a mayor que Nora

Days,la primera a l umna del col egio .

Martha dej ó pasar otro momento p ara darl es el t i em

32 EL MANANTIAL

j ov en miran do con mal icia y ternura á los más ch iquitos .

¡ Qué l indo !

el los sus manitas,como si entraran en un del icioso sueño .

y a esta propia exclamación j untaron

La expresión de Martha h ízose más grave,l o s al umnos

tomaron una actitud correcta y aguardaron si l en ciosos .

E l l a les hab ló así :

Lo primero que quis iera yo ensenar os serí a una

acción de gracias,mis queridos n iños . En tre l as cosas her

mosas p rometidas está,rara y bel l í s ima

,la gratitud que

se a lberga ú n icamen te en las almas nob l es p or si mismas

o en nob l ecidas por l a cu l tura .

Cuando l en tamente,paso á paso

,ustedes recorran

conmigo el p asado,y vayan encontran do en e l camino

figuras desconocidas,grandes ó conmovedoras

,compren

deran enton ces,que qu ien se preocupa de formar sus cora

zones antes que sus in tel igencias,desee i nculcar les ese

sentimiento de la gratitud hacia muchas de aquel l as figu

ras que tan to han hecho por nosotros .

Pero,para conocerl as y amarlas

,n eces itarán saber

primero que el mun do an tes de nosotros ha s ido dife

ren te ; que lo er a también an tes de nuestros padres v de

los padres de n uestros padres .

Me doy exacta cuenta del asombro que deberán sentir

ustedes más tarde,pequeñas criaturas que corren en l iber

EL )IANANTIAL 33

tad por los campos v l a s p l ayas si n una a larma , si n un

temor,ó v iven en l uj osos pal acios unas , ó tr as en modes

tas casas confortabl es,s in ver j amás con trariada s u vo

l un tad,a l o í rme describir un ti empo

,en el cual era ma

yo r e l n úmero de los escl avos que e l de los hombres

l ibres . E l es cl avo er a un pobre ser condenado desde antes

de nacer a l i nfortun io . Como una cosa cua lquiera perte

necia á su dueño,quien ten í a e l derecho de castigarl o

,de

azo tar lo,rega larlo

,venderl o

,matarlo ; separarl o de los

suyos,esclavos también el l os . E l esc l avo nada pose í a : su

trabaj o,s u fami l ia

,sus días v sus noches eran del amo .

ustedes la diferen cia “

? Hov va no hay amos n i

escl avos . Ningún hombre tien e derecho sobre otro hom

b r e . Todos l os hombres son igua l es an te la ley y duenos

abso l utos de su prop ia vida,de s us bien es

,del fruto de su

trabaj o . En n uestro pueb l o ten emos e l ej emp lo : el obrero

del señor Marner goza de los mismos derechos que el se

nor Már n er ; e l obrero traba ja para é l , pero él paga por el

trabajo de su obrero un precio estipulado de an temano .

S i el primero tien e e l derecho de exigir de su operario l as

horas y la perfección del t rabajo conven idos,y e l de des

p edirlo de sus usin as s i n o cump l iera esas ob l igacion es,

e l segundo tien e también e l de no sobrepasarlas y e l de

renunciar á su emp leo s i as í l e convin iera . Igual cosa su

34 EL MANANTIAL

cede con el agricu l tor, el artesano , el p equeno propieta

rio . Y hoy ese Operario,es e artesano ó es e agricu l tor po

dria l l egar á ser l o que se pr opusier a ,º bastándole para el l o

el estudio,la pers everancia y la vo lu n tad .

Martha cal l ó para recorrer con lavista toda la sa l a .

Con ten ta de encon trar aque l l os oj os asomb rados que avi

damen te la escuchaban,prosiguió

Esa an tig í i edad que i gnoraba la l ibertad , i gnoraba las

virtudes pacíficas que se p ractican y fomentan en n ues

tros días . No sab ía tampoco compadecer,redimir

,n i con

so l ar . Cris to l l egó,y en aque l l as horas b enditas en qu e

Juan y Simón Pedro seguían sus pasos a ori l las del Ge

n ezar eth,i ba esparciendo la s emi l la de su doctrin a admi

rab l e,cuya p iedra angular es e l Amor . Con é l nació la

divi na Piedad . E l i nfundió al hombre e l sen timien to de

una abso luta igua ldad moral,que er a darl e la conciencia

de la prop ia dign idad .

Muchos años y siglos todaví a s ubs is tieron la esclav i

tud,la crue ldad

,l a opresión ; pero ó t r os que vin ieron

después de é l,su s discíp ulos

,prosiguieron con ardor la

marcha tenaz por el b ien de l hombre .

Felices,pues

,l o s que hemos nacido cuando ya l a civi

l ización ha suavizado las costumbres v ha en señado l a to

ler ancia .

EL MANANTIAL 35

Aunque amemos la paz,aunque yo l a pred ique en mi

escuela como un apósto l fervien te,deberé señal ar

,reve

ren te , los guerreros v pen sadores que han combatido po r

l a i ndependencia de su patria y de patrias hermanas . En

tre e l l os s e ha l lan n uestros próceres . Por el lo s el pa í s en

que hemos nacido es grande ; soberb iamente grande en la

a l tivez de su abso l uta l ib ertad .

“ Nuestro viaj e quedarí a trunco s i pasa r amos de l argo

delan te de una nobl e l egión : la de los hombres de ci en cia .

De tengámonos á mirarl os trabaj ar s in ruido en e l s i l en cio

de sus l aboratorios,para darnos maravi l l as que nuestros

antepasados h ubieran ten ido por mi lagros : el vapor ap l i

cado como fuerza motriz,del que n ace e l ferrocarri l

,e l

buque de vapor,l as máquinas térmicas

,que acortan las dis

tancias,faci l i tan los tran sportes

,abren n uevos horizontes al

comercio y á la i ndustria,reemp lazan las fuerzas del hom

b r e y de los animal es domés ticos por una fuerza diez ve

ces mayor,ciega é i n can sab l e ; la quím ica orgánica que

l lega hasta reproducir los cuerpos orgánicos ta l es cual es

exi sten en la natural eza ; la el ectricidad , creadora del tel é

grafo y el te l éfono ; l o s rayos Y cuán tas,cuántas

más,imposib l es de enumerar y hacerl as compren s ib l es

al raciocin io de ustedes,ap enas en treab ierto

,mis tiernos

amigos !

36 EL MANANTIAL

Mucho bien nos han hecho también l os combatien tes

contra la i gnorancia,y con e l los los hombres de gobierno

que ap l icaron el prin cipio de la i n strucción gratuita ob l i

gato r ia . La primera nación que san cionó tan sabia l ey fué

l a A l eman ia .

Hov ,las escue las gratu itas del Estado

,en l os paí ses

adel antados,s e extienden desde la capita l hasta la más

pobre al dea,impon iéndose l a instrucción como . un deber

cí v ico . En la escuel a todos los n iños son i gual es . Los hij os

de famil ia humilde reciben l a misma educación v l a mis

ma cul tura que l os h ij os de las famil ias pudien tes . Las

b ib l iotecas p úb l i cas se han mul tip l i cado . Los edificios des

t inados á la ins trucción reunen todas las con dicion es r é

queridas de estética y comodidad ; los l ibros para ser acep

tados como texto neces itan estar p erfectamente impresos é

il ustrados,procurando que lo s oj os de l estudian te n o su

fran,y vea é l en sus l áminas

,al mismo tiempo , l o que lee

ó se l e exp l ica,haciendo por ese medio más fáci l y agra

dab l e su compren sión ; antes de adop tar una forma defin i

t iva para sus asien tos,personas competen tes han estudiado

y experimen tado diversos modelos,hasta en con trar uno

que ofreciese mayores ven taj as y comodidad .

Nuestro estab l ecimien to,magnifica donación de l s eñor

Marn er,es una evidencia . Abarquemos con los oj os esta

EL MANANTIAL 37

sal a . Seis an chas ven tanas permiten a la l uz, que es l a a le

gria,p enetrar a torrentes para r egocijar nos ; áb r ense l as

seis sobre un gran parque,por cuyas aven idas

,cuidadas

como un sal ón de bai l e,p ueden correr ustedes l ibremen te .

Los árbol es , l as p lan tas y las flores están ah í no más para

darl es s u sombra,sus co lores y perfumes

,y servirles de

observación y estudio . Desde aqu í distingo los arcos,l as

argol l as,l os trapecios

,l as raquetas v pelotas

,aparatos to

dos de gimnasia v de deporte , desti nados a dar fl exib i l idad

y vigor a sus múscu l os,preparándo los avencer ob stácul os

y fa tigas . Y en el fondo e l mar,en cuva con temp lación las

ideas se en sanchan,los p ensamien tos ger m inan y nacen

fáci lmente,l a men te habi tuase á la refl exión

,se nos l lena

e l corazón de impul sos arriesgados y an imosos,e l esp í ri tu

de curios idades profundas,y nos domina e l deseo de an

dar,de proseguir, de adel an tar, l uchar e

'

i n vestigar ; e l de

seo imperioso de traspasar el horizon te , que se n os antoj a

un t el ón azu l tra tando de ocu l tarn os grandes escenas de l

mundo y de la vida .

“Vol vamos á l a sa l a . Sus paredes es tán cubierta s de

cuadros exp l icativos,en col ores

,de l os tres rei nos de la

n atural eza,comp letados po r s us frisos , en los cua l es figu

ran de rel i eve,con la animación de l a vida

,an ima l es en

graciosas actitudes,flores de formas y tin tas maravi l losas

38 EL MANANTIAL

v pi edras tan admirabl emente copiadas que a cada mo

mento se querrí a arrancarl as de su si tio .

Levan temos lo oj os . E l techo es de cri stal ; en é l mués

t r asenos una muj er bel l í s ima . Sus p ies desnudos asoman

po r debaj o de su tún ica b l anca , l e oprime los cabel l os una

diadema de estre l l as resp l andecientes,y hay en toda e l la

una i rres i stib l e maj estad . E stá de pie en e l cen tro de un

espacio azu l que es el firmamento . Esparcidos a l l í,obe

dien tes a l a l ev que los rige,aparecen todos los mundos

,

todos los astros y el gran círcu lo de l a esfera,divididos en

doce signos . Esa muj er que parece una diosa,representa

la astronomía . La vo l veremos a en con trar muy pron to,y

nos guiará enton ces en n uevas excurs ion es que haremos

por e l ciel o

Martha i n terrump i ó s u l ecc i ón un in stan te . Los n iños

miraban hacia arriba fij amente,descubriendo cosas no

vi stas aún y que l es parecian misteriosas ; demasiado difí

ci l es de descifrar .

S í — con ti nuó l a j oven—viaj aremos por e l espacio

azu l,

por ese firmamento que l es parece á ustedes ahora

impenetrab l e . Apren derán,primero

,la exi sten cia de i n s

t r umen tos del icad ísimos i n ventados para estudiarlo , cuya

i nvención y ap l icación ha costado muchos años de l abor

y en sayos á personas eminen tes . Otras,de esta s mismas ,

40 EL MANANTIAL

deb ía preservar más tarde á mi l lares de seres de la v i r ue

la ; la s de Pasteur, ven ido mucho después , por qui en va

no es horrib l emente morta l la rabia tran smiti da por los

p erros enfermos de l mismo ma l y á quien s e debe e l ver

abierto el horizonte á muchos otros descubrimientos de

igua l val í a . No necesitarí an v ia jar en el pasado para co

nocer á s u con ti nuador,Roux

, que ha hecho fáci lmente

curab l e la difteria,amenaza y azote de los hogares . Roux

v ive aún,y debemos esperar mucho de é l todav í a .

Es para todos esos hombres, que v ienen con sagr án

dose a l s ervicio de l a fel i cidad humana y á su desen vo l vi

miento,para quienes exij o la grati tud de uste des . Dén sela

amigos míos,por entero

,con gen eros idad

,si n economía ;

ábran l es camino an cho en sus corazones ; dej en entrar

por é l a los más grandes y á los menos grandes y será

j usti cia . Aunque ahora nos p arezcan humi ldes y fáci l es

muchas cosas,no lo eran an tes de exi s tir . Y el primero que

usó un hacha de p iedra p ara derribar un árbo l , fué un ser

de tanto in gen io como aquel que desp ués , y con muchos

el ementos,ideó la si erra conti nua que corta , con rap idez

incal cul ab l e,la madera .

Para rea l izar e l cambio mora l y materia l , tan s en ci l la

y fáci lmente contado por m i,s e ha n eces i tado e l sacrificio

de muchas vidas ; que corriera mucha san gre v pasaran

EL MANANTIAL 41

generaciones y generacion es de predicadores,combat ien

te s,sabios

,arti s tas

,i n vestigadores y estud io sos ; que deja

ran de lat ir grandes corazones y nacieran muchos otros

que se apagaran grandes i n te l igencia s y ó t r as s e encendie

r an continuamen te , con tin uamen te , s ig los y sigl os , has ta

conquis tar para e l h ermano de l a época actual la l ibertad,

la igual dad,y una porción mayor de conocimien tos

,bien

es tar y dicha .

'

As í se desen vue l ven con e l t iempo y en todas las re

giones e l p rovecho y e l con suelo que vertieron los gran

des i ngen ios con sagrados a las i n vestigacion es de las l e

yes de l a natural eza , fuente de perfección y de vida .

“Vamos heredando esos esfuerzos en todo género de

actividades,y estamos en e l deber de en grandecer la he

rencia que forma e l capital para la fel icidad humana .

E l que no trabaj a es semejante a l soldado que aban

dona las fi l as de su ej érci to : comete una gran fa lta,es u n

desertor .

Es tudiar es trabaj ar . E l n iño trabaj a para aprender ; el

hombre trabaj a ap l icando l o que ha aprendido . No obs

tan te,la i n strucción

,la educación

,no termin an en la es

cue la,pri ncip ian en e l la para con tinuar y durar lo que

la vida .

“Y tengan por cierto,mis nuevos discíp ul os

,an tes de

42 EL MANANTIAL

preguntarl es s i estudian,l es pregun taré s iempre : ¿ Aman

el estudio ? … Piensen un momen to cada d ia en las cosas

que les i ré reve lan do . Refl exionar,observar

,preguntar

,es

es tudiar . Yo quisiera que cada uno de ustedes p udiera , en

concien cia,responder den tro de un tiempo

,á quien l es

p idiera una exp l icación de lo que enti enden por saber :

Sab er,es una gran curios idad satisfecha

“E l ci e lo,el mar

,la p l aya, e l bosque , la p lan ta más hu

m i l de,el i n secto más pequeño

,el guij arro que p isa n ues

tro pie y apenas parece a ustedes digno“

de l anzar lo l ej os

con sus hondas,obedecen á una l ey propia y misteriosa

,

que la cien cia moderna comienza a descubrir . Nosotros

también ten emos nuestra l ey, que es el trabajo .

“He terminado mi conferen cia : la en tenderán ún ica

mente aquel los más gran des y más ade lantados de en tre

ustedes . No importa— agregó riendo—queda para l osotros

,en el fondo de mi saco

,un cuen to . Escúchen l o to

dos : será un comp l eme nto y una afirmación de cuan to

he dicho .

AY ER Y H OY

AYER

( C u en t o)

A l Oeste de la provin cia de Buenos Aires,distan te unas

cuaren ta y cin co l eguas de la capita l,existí a ya en 1856 , es

decir,hace más de cin cuen ta años

,la estan cia Las Mer ce

des . Habia perten ecido desde que se pob lara,á una misma

famil ia,cuyo j efe enton ces

,e l caba l l ero Manuel Quin teros ,

acostumbraba á pasar en e l la los meses de verano con l a

s uya .

Compon íase ésta de su señora , Mar ía Jul ia Montero ,

l i nda j oven bondadosísima,v de sus ci n co hijos : Manuel ,

Pepito,Merceditas

,Rafael y Luisito

,de n ueve

,s iete

,seis ,

cuatro y un anos respectivamente .

So l ían acompañarlos en su estadía al l í l a madre de

María Jul ia con su hij a so l tera,Lola

,y l a madre de Quin

ter os .

No podía dars e p ersonas más fel ices que aqué l las cuan

44 EL MANANTIAL

do s e encontraban reun idas : ten ian la sa l ud,el b ien estar

y esa paz i n tima que só l o s e en cuentra en l os hogares don

de l a armon ía rei nan te en e l los no resu l ta ú n icamente de

l a prudencia y de la buen a educación,s in o an te todo de l

cariño recíproco,profun do

,de los seres que lo forman .

Como todos l os años,á fin es de octubre

,s e preci só la

partida, y después de l argos preparati vos y n umerosas

compras,una madrugada subieron todos a l gran carruaj e

tirado por cuatro caba l los,crio l l os

,hermosos v fuertes

,de

l a marca de l patrón ”,que los esperaba a la puerta

,anch a y

maciza como la puerta de un convento,de su casa de la ca l l e

Defensa,empren dien do la marcha . Tres d ías antes hab í alos

preced ido la tropa de carretas,con duciendo el equipaj e al

tardo paso de sus bueyes .

En gran an imación,aumentada aún por l a al egrí a es

par cida por l os n iños á s u a lrededor , y á un andar mode

rado,cruzaron la ciudad ; más ráp idam en te los puebl i tos

veci nos y las chacras l l enas de árbo l es fruta le s , verduras

y animal es domésticos,hasta entrar en campo abierto ,

donde el cochero dej ó a l os caba l l os dar á su galop e toda

s u fuerza .

De pronto e l carruaj e dió una sacudida,haciendo en

mudecer á l os ch icos y gritar a l os grandes .

hay,José

º?—preguntó e l padre siempre vigi l ante .

EL MANANTIAL 45

Nada,señor : es un rie l cruzado en e l camino—repu

so con calma el con ductor .

Ya era medio d ía cuandol l egaron a l a primera posta

donde comieron con gran apetito l as prov is ion es tra ídas por

e l l os , en contrando al l í l a di l igen cia-correo , en la cua l v iaja

ba mucha gen te,estan cieros en su mayor parte . E l ri co a l

muer zo,todas aquel las p ersonas des conocidas que hab la

ban fuerte v an imadamen te,e l cambio de cabal los

,l o

n uevo y l o ya vi s to,fué para la famil ia Quinteros una di

vers ión . La di l igen cia partió apresurada a l ruido de sus

cascabe l es y el l os,una hora más tarde

,con tinuaron el viaj e .

E l carruaj e desl izábase sobre una a lfombra verde, pa

rej a,igual

,como de terciopelo

, par eci éndo les al princip io

del icioso aquel l o ; pero a l cabo de un l argo tiempo de ese

andar monótono se anun ció e l can san cio y esa laxi tud

prin cipio del aburrimien to . Los mur os re ían menos,los

demás bos tezaban que er a un con ten to,y cuando l l egó e l

anochecer comieron en e l mismo coche,durmié

'

ndose des

pués en el acto,profundamente , para abri r los oj os á l a l uz

del a lba y con ven cerse que con tinuaban la marcha sobre

la a l fombra verde,la l lan ura si n f m.

Dos días duró aque l l a traves ía en la p lan icie implaca

b le,rodeados de sol edad y si l en cio

,s i n otra dis tracción

que l a de ver cruzar algú n paisano a caba l l o ó a lguna tro

46 EL MANANTIAL

p i l la de an imales,l l en ándo los de po l vo hasta l os oj os

,y

la de baj arse de tiempo en tiempo de l carruaj e ob l igados

por ma los pasos y pan tanos .

Den tro de hora y media es taremos en la estan cia

oyeron decir por fi n al cochero,qui en al m ismo tiempo

an imaba a s us cabal l os a entrar en las aguas tran sparentes

y correntosas de un r io angosto,co n e l con ten to de l o s n i

ños y la a larma infal ib l e de las ab uel as .

De repen te , un avestruz sal ió corri endo de un pastiza l

y los ch icos at r onar on l o s aires con sus gritos . E l p apá dij o

Es de la estan cia . Dentro de un momento divisare

mos una tranquera y en traremos en campo nuestro .

¡ Qué dicha ! No podíamos más — rep l icaron,enton

ces,aquel las viaj eras del 56 ,

en cuyas caras aparecí an las

señal es del can san cio .

Quin teros sonrió a l o í rl as,y dij o n uevamente

¿Recuerdan ustedes , aque l rie l con que tropezaron

ayer las ruedas del carruaj e “? E r a uno de l o s riel esdel pri

m er ferrocarri l en con strucció n de l a Repúb l ica . E l d ía qu e

se hayan exten dido por toda esa l l anura desesperante,sobre

la cual camin amos desde hace dos d ías,nuestro v iaj e a la

estancia durará ocho horas v será un paseo . No habrá

pan tanos i n terceptando e l paso,l a mamá no se sentirá

rendida , ver ánse l as abuelas l ibres de s us j aquecas ; la t ia

48 EL'

MANANTIAL

á la lev de una bendita calma . Los árbol es crecían á s u

antojo,los páj aros v iví an l ibremen te en tre sus ramas v al

menor ruido pob laban e l aire por centenas .

Nada hab ía cambiado desde muchos años . A l ver las

alamedas pro longarse,y el gran pozo desaparecer baj o el

man to mul ti co l or de sus campanu l as ; el galpón de l os

p eones y el corral ; las ovejas y el perro guardián tan

cerca del arroyo,dóci l y comp lacien te

,s igui en do siempre

sin murmurar su curso ; los petizos de l os ch icos y las va

cas paciendo en los potreros ; l os potros chúca r os reto

zando en l ibertad,y la verde i nmen sidad como r etemplada

po r el sol , s e hub iera j urado que apenas er a aver cuando

los abuel os,su s creadores

,se hab ían a l ej ado . Y e l descen

diente que al l í l l egaba,sen t íase poseído po r esa alma

viej a que no er a la suya y atado a su terruño po r nume

rosas y fuertes l igaduras,semejan tes á las raí ces de una

en cin a .

¡ Qué conmovedoras er an aquel las man sion es recata

das de antiguos señores donde s e suced ían l os h 1j os á l os

padres , herederos de l os mismos deberes y trabajos , que

pasaban v moraban en el las s in renovar un tapiz , mover

un mueb le de su sitio,n i al terar una costumbre ! Mansio

n es muy raras , hoy , son éstas . Los hábitos de Sen ci l l ez

han muerto hace ya tiempo,y nuestras tradiciones des

EL MANANTIAL 49

aparecen , como un páj aro rezagado perseguido por un

ave de presa .

¡ Ah ! qué cómodo en contraron la s señoras que aca

b aban de l l egar,e l b l ando sofá de crin

,hondo como

su carruaj e,que podí a hosp edar una fami l i a en tera !

¡ Cuántas otras señoras de antaño hab ian se al l egado a é l

en busca de reposo,después de un viaj e igua l !

Los n iños corrieron en todas direccion es o l vidados de l

can san cio,y los padres ocuparon sus s i l lon es en el s i l en

cioso corredor,hasta donde l l egaba e l o lor fresco de l os

campos v mi l murmul los de l os habitan tes de los árbo l es,

sorprendidos por aque l l a in vas ión . E stoy segura que es

tá n todos en sus n idos y apen as s e an iman á'

murmur ar

los pob r eci tos, t emiendo que l es robemos sus hij os . Es

preciso proh ib ir,Manue l

,a los nuestros s u p ers ecución ”

,

dij o María Jul ia á s u marido señalándo le el ramaj e .

Son r iér onse l os dos esposos con tern ura,preparándose

á pasar a l l í l argos meses de una del iciosa monoton ía .

De los primeros en venir á sal udarlos fué un pai sano,

de figura arrogan te y cara hermosísima,embel l ecido aún

por su traj e ; e l traj e de nuestros gauchos .

Cuán to gusto tengo en verte,José María

,

— dij o Quin

ter os,es trechando la mano , tostada v áspera por el so l y

e l trabaj o,de aquel j oven

,hij o de l hombre que hab ía

50 EL MANANTIAL

acompañ ado á s u padre duran te la mitad de su vida y

heredero de su va lor y de s u l ea l tad .

José Marí a, ¿ reconoces á este personaj e

“?pr egun

to l e,en s eguida

,María Jul ia sonrien do é i n dicándo l e á su

hij o Rafael .

¡Mi amigo ! — exclamó e l paisan o conmovido de

lante de aque l n iño,l l evado con tinuamen te en sus brazos

dos años antes,y quien ahora

,bien p l an tado y firme en

sus p i ernas,con su t r ajeci to de hombre, m i r ábalo muy

s erio . Venga,amigo

,vamos á recorrer la es tan cia mon

tados en el alazán .

El niño,a es ta i n vitación

,vaci l ó un momento ; l uego ,

conquistado por los oj os,dulces y rasgados como los de

una muj er,de aquel hombre tan viri l , exten dió le los bra

zos y se fué con é l .

Desde en ton ces fueron in separab l es .

Hab ían pasado cuatro meses . Nadie querí a oí r hab lar

siquiera de regresar á la ciudad, v Manuel amen azába los

,

de cuando en cuando,para reir del efecto que su broma

causaba , con deberes urgen tes que l o l lamaban a l a cap i

ta l . “Apure,s eñora

,apure sus dul ces

,pues e l ti empo apre

EL MANANTIAL 51

mia sol í a decir,para a larmar á su suegra

,con sagrada

po r comp l eto a la fabricación de dul ces y con servas de

frutas v l egumbres,desti nados a la provi s ió n de in vierno

de toda l a famil ia .

Los n iños eran los más afl igidos y l l oraban pen sando en

l a p roximidad del d í a de la parti da . ¡Abandonar lospel izos

el arroyo,l os cor der i tos, e l l in do sol y l a ado r ada l iber tad !

Una tarde n ublada,t ib ia v rumorosa bajo los árbol es

,

María Ju l ia,s en tada sobre e l césped

,miraba j ugar a s u

hij o menor,s i n ti endo palp i tar su orgul l o matern o an te la

hermosura de aque l l a criatura,retozando al l í

,medio des

nuda,como un an imal ito sa l vaj e . A ratos l evan taba los

oj os para deten erlo s con tern ura en sus otros h ij os que

j ugaban a cierta distan cia,o vo lv í a la cabeza para fijarl os

en es ta otra escena : su madre,sen tada baj o e l ombu

,re

vo lvia si n cesar con una pal a de higuera,sus eternos dul

ces,conversando al mismo tiempo con laotra abuel a , muy

dedicada el la también a l trasp l an te de mati tas de alba

baca y p lantas de clave ! ; Lo la , s u hermana , a pocos pa

sos,hamacábase l en tamente en una mecedora

,extrana a

todo l o que pasaba a su a lrededor,devorando una nove la

que hacía correr su s l ágrimas . En el fondo,baj o su a l ero

protector,en su modestia s eñori l

, permanecía s iempre

tranqui l a la viej a casa .

52 EL MANANTIAL

Los ojos de la dul ce madre contemp laban ese cuadro :

l uego su imaginació n seguia á su marido,tan bueno v tan

amante,recorriendo en es e momento e l campo

,acompa

ñado de su capataz,y decíase mentalmen te : “

La dicha en

e l mundo no es s i empre un a i l us ión

¡ Oh , misterio de las cosas ! En ese mismo i n stan te v i

n ierou a i n terrump ir sus gratas refl exiones gri tos de alarma

que la Los gritos r epi tiér on se más cerca ,

y l a j oven,l evantando en sus brazos a su más pequeño

,

pú sose de pie y miró hacia donde sus otros hij os se en

con t r aban . Lo que v ió la l l enó de espan to y la clavó en su

si tio : por la aven ida de á lamos , que ten í a al fren te , ven ía

uno de l o s p erros guardianes de la es tan cia , y detrás , algo

dis tan tes,corrí an varias muj eres y muchachos sacudiendo

in úti lmen te gruesas ramas cortadas á su paso de l os á r bo

les . En aquel an imal descub r í an se todos l os s í n tomas de

la

Con esa rap idez s i n igua l del pensamiento,l a madre

afl igida cal cu ló el pel igro : l as muj eres,s in arma a lguna

,

no se atreverí an n un ca á aproximarse a l an imal,t emero

sas de sus mordeduras ; éste debería pasar, pues no se l e

ofrecí a otro camino, por el s it io descubierto donde j uga

ban sus h ij os,exist ien do igual es probabil idades que aque l

p erro Convertido en fiera,s iguiera de largo siempre en

EL MANANTIAL 53

l í n ea recta,rozándo los apenas

,ó que al en con trarse en el

c laro se desviara un poq¿bito de l cam ino , yendo a caer en

medio de el l os .

Su primer impul so fué e l de vo lar a reun irse con sus

criaturas despreven idas é indefen sas,pero n eces itaba an

tes poner en sal vo a l a que ten ía en brazos . En tre tan to,las

abuelas y Lo la,apercibidas también de un p el igro anun

ciado por l os gritos de las muj eres,apr oximá r on se á la

j oven,en con trándo la frí a v temblorosa

,con su hij o en los

brazos,s in saber qué hacer

,pues ahora comprend ía que

la sa l vación de aquel los i nocen tes estaba en no gri tar,en

no moverse,en dej ar que e l an imal pros igu iera s u ca

mino . ¿Pero cómo advertirl es desde tan l ej os ? … De pronto

los v ió correr despavoridos,y,con una admirab l e previ

s ió n in s ti n ti va,dirigirse hacia donde e l l a se en con traba

,

no por e l cami n o s ino po r entre un macizo de árbo l es y

p lan tas que los ocul taba a l os oj os del anima l . Una al egrí a

inmensa experimen taron aque l l as pobres muj eres,y da

ban ya g r acias aDios por habé r se los sal vado , cuando , con

dolor mayor,v ieron que l legaban tan só lo tres : fa l taba

Rafael,el más chiqui to v e l más déb i l …

E l pobrecito hab ía o ído también los gri tos y v i endo

correr a sus hermanos,todo azorado

,corrió tras el los .

Mas aquel la carrera era demasiado veloz para sus p ier

54 EL MANANTIAL

nas,v al l l egar á l a s matas de dal ias roj as v amari l las , só

bre l as cua l es acababan de sa l tar lo s fugiti vos,éstos esta

b an ya muy l ej os . Rafae l s e ha l laba en esa edad en que

só l o s e obedece a l i n sti n to ó a la imitación,y no se le ocu

r r ió hacer lo que en s u caso hubiera hecho un con ej o : es

cur r i r se po r en tre las … r amas de las p l antas,pasando así a l

o tro lado . Quiso sal tar también é l y no pudo : las da lias

eran muy al tas . En tonces,i gnorando cuá l er a el pel igro a l

que l o s otros escapaban , t uvo miedo de ese pel igro que

ignoraba,y al l í

,so l i to

,des tacándose en su traj e b lan co de

todo aquel verde que lo rodeaba, quedóse i nmóvi l v s e

echó a

La madre sin t io en e l alma todas l as angusti as de l a

muerte,y , s i n razonar más , arroj ó en los brazos de

las abuelas a l que ten ia en los suyos , y se abalanzó

haci a su desamparado,tomando el camino ocu lto que ha

b ían tra í do los mayores .

En tretan to,el perro l l egaba con su trote in con fundib l e

d e bes tia h idrófoba á l a a l tura donde l loraba el n iño,

quien,al verl o y reconocer a l manso compañero de sus

j uegos,su perro favorito

,sonrió

,l lamándolo por su nom

bre . Cacique l e dij o — y a l mismo tiempo , con e l

gesto que l e e r a habitual,extendió le los No

pudo decir n i pen sar más,s in ti éndose l anzado al aire

,más

56 EL MANANTIAL

de u n c írculo azul,es taban apenas entreabiertos ; no l e

sonrió , s egún s u costumbre , y cuand o respondió , con es

fuerzo , á s u sal udo mati nal , la voceci ta de cris tal estaba

enronquecida . Le pareció otro n iño,tanto er a su abati

mien to . A larmada,l l amó al padre

,quien ha l l ó en su s ma

n eci tas Hojas , desfiguradas , como tod a su fi sonomía , ras

tros de fiebre . As í permaneció todo ese d ia,as is t ido por

s us padres v sus abue las,que segu ían ó no , s egún e l caso ,

l os con sej os del boticario de l pueb lo vecino,ún ico auxi l i o

a que podía aspi r ar se en aquel las a l turas .

En la zozob r a y l a duda de l o que e l n iño pudiera ten er,

en la vaci l ación de l l evarl o á la ciudad en busca de m édi

cos y recursos,ó esp erar a l l í p ara no exponerlo á los tres

d ías de fatigan te traves ía,que e l l os conocí an demasiado

,

pasaron muchas horas . Y esa mañana hab í a desp ertado

con el nombre de José Ma r ía'

en los labios,i ndiferen te á

toda otra cosa,aún á las caricias de sus padres y á l a s vo

ces de sus hermanos .

Desde la primera vez que aque l serafí n en fermo mani

festa r a s u deseo,buscóse a l j oven por toda la es tan cia i n

úti lmen te . Se l e buscó también en l os puestos v es tab l eci

mien tos vecinos,s in mavor éxito . No se l e hab ía vuel to a

ver después de la tarde nefas ta . Nadie extrañaba aquel l o,

pues se estaba habituado a s us l argas ausencias,s iendo

,

EL MANANTIAL 57

como e r a,muv buscado para arrear hacienda á l a capi ta l

y a otras provin cias .

A l cabo de unas horas e l n iño empeoró y no se pen só

ya s ino en a l ivia r lo,quedando o l vidado Jos é María po r e l

momen to .

E l boticario,hombre bueno y de experien cia

,s in tió

correr sus l ágrimas antes de reso l verse á tran smitir a l padre

desol ado su convicci ón : l a en fermedad de l n iño er a la

difteria,causada tal vez po r la conmoción recib ida , y n o

quedaba otro remedio que una operación para sa lvarl o

quizás,ó,en todo caso

,para a l iv ia r lo . E l p adre reso lvió

en ton ces l l evar á su hij o a Buenos A i res .

Aque l v iaj e fué un martirio,n unca o l vidado después

por la Para qué describir l as angustias de la

t raves ía,a l trote l en to de los caba l los

,cruzando arroyos

,

ríos y pan tanos ; recibiendo el cal or y e l pol vo , mien tras el

n iño adorado se ab ogaba entre los brazos de la mad r e º

¡ Ah si corriera va e l ferrocarri l , mi hij o tal vez se sa l va

r ía ! oían exclamar de t iempo en tiempo,a l padre

,sus

compañeros de viaj e . Y las abuela s,en vej ecidas en l a ex

per iencia y que habí an vi s to morir tan tas criaturas de esa

misma en fermedad,movían la cabeza y se comunicaban

en voz baj a : No ; nada lo sa l varí a va hoy . Apenas s i al

gunas veces v muy a l princip io,puede ser eso posib l e ;

58 EL MANANTIAL

p ero,cuando menos

,el ferrocarri l nos evi tarí a este sup l i

cio,y la Operación l e permi ti r ía, siquiera , resp irar .

Po r fi n,estuvieron en su casa . A el l a acudieron l os mé

dicos más emin en tes,l o s ciruj anos más famosos . Oper óse

al n iño,s e l e a l iv ió

,mas para sal varlo— l a tan difí ci l sa l

vación de la dift eri a en ton ces er a ya tarde .

La madre,dulce y compasiva hasta en su do lor

,tuvo

una divi n a i n vocación vi éndolo morir : ¡ Señor , Senor ,

exclamó—manda pron to á la t ierra el hombre destin ado a

i n ventar el san to preservativo contra el ma l que me arre

bata á mi h ij o,para preservar también á muchas otras

madres de sufrir lo que yo sufro !”

Corramos nosotros l as cortin as b lan cas del l echo de

Rafael,y dej emos que los ángel es s e lo l l even fu r t i vamen

t e a l ci el o .

A pesar de su pena,aquel las buenas a lmas en cuanto

p asaron l os primeros momen tos de loco do lor,recordaron

a l ami go de su hij i to,á su sal vador, y extrañando su si l en

cio,más raro aún en momen tos semej antes

,en cargaron á

la es tan ci a que se l e b uscara n uevamente hasta en con trar

lo . Todo fué en vano : Jos é Marí a no hab í a vuel to á parecer .

En la i n certidumbre de su paradero pasaron muchos

EL MANANTIAL 59

d ías,hasta que una noche

,ya cumpl ido el mes de la

muerte del n iño de l icioso,Marí a Jul ia

,que cos í a en e l co

medor r opi tas para otros n iños pobres , vió entrar a l señor

cura de la al dea vecina de la estancia,é inmediatamen te

tuvo la impresión que les tra í a noticias , y tris tes noticias

de Jos é Marí a .

No se enganaha : venia a abrir de nuevo l a fuen te de

sus l ágrimas,y á aumentar hasta l o i n fini to su adnu r acfón .

E l j oven paisano—r efi r ió les el sacerdote—hal lán dose

escondido en e l rancho de un amigo,cua l un crimina l que

huve de la j usticia,l o hab ía hecho l l amar para encomen

darl e una misión cerca de sus patrones . Ingenua y sen

ci l lamen te,como quien cuenta uno de tanto s acciden tes

in sign ificantes que nos trae diariamente l a vida,hab ía

le con tado e l drama de aquel l a tarde,s u arroj o

,y un de

tal l e só lo conocido po r el dueño del rancho : e l p erro ha

b íale mordido,enton ces

,en la p iern a izquierda . En cuan to

sin ti era á sus dientes clavados en su carne,con side r óse

perdido,i rremed iab l emente perdido

,y,con e l fatal ismo

res ignado de l hombre de campo,buscó aquel l a cueva para

morir,l ej os de toda asisten cia i n útil

,de toda compasión

,

de todo ruido . S u amigo,cump l iendo s u pa labra

,guardaba

Pero amedida que los d ías terrib l es s e acerca

ban , no pudiendo o l v idar a l n iño bien amado , fa ltó le el

60 EL MANANTIAL

v al or de cal l ar hasta e l fi n y qui so mandarl e una palabra

de desp edida,la cua l recogerí a

,cuando fuera hombre

,de

labios de s us padres,á quien es el señor cura , una vez que

todo hubiera concluido,deberia transmitirl a . E l sacerdote

as í s e l o hab í a prometido,en e l deseo de con ser var le la

i l usión de que su p equeño Rafae l aun exist ía .

después é l v e l amigo hab ían cerrado sus h ermosos oj os .

El sacerdote,una vez terminada la trágica y conmove

dora na r r ac1on,anad ió :

—Jos é Marí a murió s i n haber escuchado de mis l ab ios

una so la pa labra,tan siquiera

,de la admiración que rebo

saba en mi corazón,desde que é l me diera á conocer su

acción : heroica,en ofrecer su propia carn e a l o s di en tes de

un an imal rab ioso,para cuvas mordeduras sabia é l que no

hab ía remedio,por sal var á s u amigo de cuatro años ; di

vina,en su empeño pudoroso de ocu l tarl a y ocul tar sus

horrib l es sufrimientos ; divi na también , en aque l p erdón

pedido á sus patron es,por no haberse presen tado cuando

l o buscaban,l o que só lo en aque l momento acababa de

¡ Perdón para quien les en tregaba la vida , resigna

do v s i l en cioso ! … ¿ Podía haberl e dicho algo , digno de ser

escuchado por sus o ídos “? No turbé,pues

,con palabras

i núti l es su a lma ingenua y viri l,su a lma también de n iño

,

y lo dej é todo en las manos de Dios .

EL MANANTIAL 61

Duran te un l argo rato s e oyeron en e l comedor los so

l lozos de la madre,en cuyo corazón aumentaba y se reno

vaha e l do lor ; s e v i eron correr por las mej i l l as del padre

l as l ágrimas gruesas y pesadas del hombre que sufre , y

ó tr as muy finas y muy l igeras po r las mej i l l as de las abue

l as,como las despiden los ojos que han l l orado mucho .

Una vez ca lmada la primera sacudida de la pena,l a

admiració n y el reconocimiento,la madre exclamó

,dul ce

siempre

—¡ Qué cosas tan raras d ispon e Dios ! José Maria sa l

vándomelo,para morir por é l

,ignorando su muerte .

Una de l as ab uel as al zó la mirada,un poco en turbiada

por l os años,y rep l i có

,son riendo á una v isión ser áfi ca :

—Ya s e la habrá comunicado é l mismo,a l l á en e l cielo .

INTERRUPC ION

Una vis ita i n esperada hab íales es torbado aquel l a tar

de la reunión . Con motivo de la i n auguració n de una de

las seccion es de l p uerto en con strucc ión,de la Sociedad

“Má r ner y Compañí a ”,l a casa del bondadoso señor veía

se rep l eta de huéspedes ; y habiendo és tos man ifestado e l

deseo de conocer e l Co legio,resol v ieron vi s itarl o en co

m i t iva,precisamente e l j ueves

,d ía impacien temente es

per ado por los al umnos durante una s emana .

Aunque e r a una divers ió n la v is ta de tantas s eñoras v

cabal l eros el egantes,y la presen cia de la fami l ia Marner

producía s iempre una impres ión amab l e,cuando

,des

p ués de admirar e l esp l éndido estab lecimiento y haber

l l enado á la maestra de cal urosa s im pa tí a,s e ret iraron

los n iños susp iraron fuertemente y s i n tieron un al i vio .

Durante todo el ti empo de la i n tempesti va in spección

sus ojos no se hab ían apartado del gran reloj que mar

A Y E R Y H O Y

HOY

( C u en t o)

A fin es de 1904,la magn ífica estan cia Las Mercedes

prop iedad si empre de la fami l ia Quin teros,estaba de fies

ta . Cómo no estarl o s i er a Nav idad,el d ía de los n iños º

¡ Y hab ía tanto s en aque l l a casa ! ¡ Y qué gran casa aque

l la ! Un pa l acio l l en o de comodidades y l uj o,donde no

quedaba un solo rastro de la viej a man sión , modesta y

rústi ca .

No er a preci samente el gran día : era la v í spera de l

gran día , y , por lo tan to , hab ían comenzado recien temente

los preparat ivo s de l festi va l .

Toda la casa tomaba parte en aquel l a sol emnidad,

pues er a muy so l emnemen te cómo aquel lo s pequeñuelos

ayudaban a l os mayores a no o lvidar un so lo deta l l e del

adorno .

EL MANANTIAL 65

Pr eocupában se an te todo de ocul tar l as sorp r esas ; y

más aún que á l os o tros , á l a b isabuel a , l i nda v iejeci ta ,cuya

cabeza guardaba,baj o la n ieve deposi tada en e l l a por l os

años,una memoria in tacta v una perfecta l ucidez . Mucho

l es daba que pen sar también el estar prontos para cuan

do l l egara e l tren conduciendo desde Buenos A i res á l os

i n vi tados .

En tiempo de las abuelas no hubieran s ido posib l es esas

corta s v is i tas de los amigos,pen saban el l os . Tantas veces

nar r ában les los l argos via jes de en ton ces á Las Merce

des”

,en coche ó en di l igen cia

, que duraban dos dí as , l l e

nos de in comodidades v can san cio ! Y ahora e l ferrocarri l

los conducía,apenas en cuatro horas

,hasta a l l í v l os de

positaba en l a es tación José María,fren te á la casa . ¡ Qué

diferen cia ! ¡ Qué gran ven taj a la suya haber n acido des

pués !

Les gustaba enormemen te,y más que los cuen tos y

más que l as fábu las,l a his toria d el nombre de l a estación

vecina .

.losé María hab í a sido un joven paisano cuyo arroj o

sa l vara,en aque l l a misma estan cia

,mucho an tes de echar

abaj o l a casa vieja,a Rafael

,un hermani to de su ab ue lo

paterno— h ij os los dos de s u bisabuel a María Jul ia,l a l i n

da v iejeci ta—de l as mordeduras de un perro rabioso , reci

66 EL MANANTIAL

b iéndo las é l en cambio para ir después a morir escondi

do . Fuera de la bisabuel a,nadie recordaba ya tal hecho ,

l l amado por sus padres y sus t íos “ rasgo hero ico”,n i s i

quiera la pasada existen cia de quien l o hab ía ej ecutado,y

que según l os mi smos deberí a servir de ej emp lo po r su

va lor,abnegación v fidel idad

,s i no s e hubi ese pues to su

nombre a ese l ugar .

“Es un deber perpetuar en cual quie r

forma actos semej an tes ”,so l ían r epeti r les, en lo que te

n ian mucha razón,seguramen te .

Pero lo difí ci l de comprender era cómo no hab ían sal

vado del mal de l a rab ia á un hombre tan b ueno . ¡ Ten í an

e l los tan presen te a l h ij o del puester o ,mordido po r un

perro enorme e l año anterior,á quien hab ían conducido

inmediatamen te en e l tren á Buenos Ai res,de donde ha

b ía vuel to sano y sa l vo !

E l doctor Dave ! hab íalo curado fáci lmen te,gracias a

la operación ”,cuyos deta l l es exactos conocían p or e l

mismo muchacho . Operación l l amaban el los á la ap l ica

ción del suero anti r r áb ico por medio de i nyecciones hi

podérm icas .

Muchas veces había sido n ecesario exp l icarl es l a ab so

l uta imposibi l idad en que se es taba,cin cuenta años atrás

de curar a ta l es desgraciados,quien es sab ían se condena

dos a m or i r entre horrib l es sufrimientos,porque Pasteur

,

EL MANANTIAL 67

hombre de ciencia,de nacion al idad fran cesa

,apenas en

1880 había empezado el estudio de la terrib l e enfermedad

y a lgún tiempo desp ués en con trado el remedio .

No l es preocupaba ún icamen te e l estar prontos á la

l l egada de sus huéspedes . ¡ Cuán to ten ía n que hacer hasta

en ton ces ! A lmorzar,pres en ciar l a col ocación en un sitio

reservado,só lo por e l los conocido

,del gran misterio

,el

cual descub r i r íase preci samen te á media noche ;mirar cómo

l os hermanos mayores y los jóvenes tios susp endían de los

árbol es los farol i l l o s y g lobos de col ores,los cual es

,colga

dos al l í en tre el fo l laj e,parecerí an a más de uno

,fruto de

l a misma p lan ta ; cal cular de dónde ven í a el vien to,pues

l l egado e l momen to,deberí an vel ar por la con servación

de cosas muy preciosas,

y med i r con exactitud la a l tura

en que sus hermanas co locaban ó t r as no menos seducto

ras,que infa l ib lemen te hab ían de estar a l

'

a lcance de sus

manos . Correr,después

,a i nvi tar á los pobres chicos de

los pues tos vecinos,para quien es nunca habí a fi estas

, _

l le

vándoles den tro del carruaj e,envuel tos en paquetes co

que tamen te a tados con cintas rosadas,b lancas y cel es tes

,

los ves tidos n uevos,los zapatos

,l as med ieci tas y l as go

rras, que estrenarí an aquel m i smo d ía ; ir , vo l ver , l l egar a

t i empo de asi stir a l en sayo de l a gra n campana, que en

medio de un gran si l en cio anunciarí a la hor a,y de la cor

68 EL MANANTIAL

t i n a de col or del cielo dest i nada a cubrir y á des cubr i r

l o que só lo e l los sabían,a l primer aviso de la media noche

Y luego,y como deber in el udib le

,r estába les esp iar en

l a coci na,abriendo bien sus impertin en tes narici l l as

,el

enorme pavo que s e asaba en el horno,gordo

,j ugoso

,

con su p ie l dorada a fuego para r ech ina r más tarde en tre

l os dien tes,si n o lvidar l as man tecosas y du lces tortas

, que

en e l mismo horno der r et ianse á s u lado . Y a l cabo de

todo esto ¿,dónde col ocar la si esta“? No podían descuidarla ;

necesi taban de el l a para recuperar las fuerzas p erdidas

en tan ardua tarea y resi sti r s i n dormirse hasta e l fina l

de la En tonces,dej ando todo po r hacer , s e fueron

á dormir .

La pesada campana,semej ante aun gran p én du lo mo

vmse en e l aire v l an zó l uego su primera nota , sonora y

n í tida,como si hubi era sido unacampana de oro .

Los p equeños Quin teros y sus amigos , l l egados esa

tarde en gran n úmero de la capita l ; l os n iños pobres de la

vecindad reun idos a e l los,con sus t r ajeci tos de fiesta , sá

b ían de antemano que aquel l a voz de meta l ven í a a dar

les la buen a n ueva . Y también , que su escala musica l

EL MANANTIAL 69

ten ía doce notas, que las can tarí a todas , un a á una

,cla

ras , j ustas , l en tas , y cal l aria enton ces , para después de

muchos meses vo l verl es a anunciar que e l N iño Divi n o

hab í a nacido .

A pesar de estar seguros que só lo son arí a doce veces,

el los , muv s erios,con una i nmensa emoción agolpada á

l os oj os,en un vago temor de que s e equivocara , contaban

mentalmen te : sic

doce . Resp iraron,y

cuando,conj untamente con s u ú l tima nota

,s e l evan tó e l

tel ón,una exclamación igual brotó de los l abios de los es

pectado r es .

¡ No hab ía duda , e r a muy h ermoso aquel l o ! En e l cen

t r o de uno de l os ampl ios macizos de l parque,despoj ado

de toda otra p lan ta,de toda otra flor

,con s ervando apenas

l a a l fombra verde de su musgo,se erguía un gran árbol

,

sos ten iendo,soberbio y cas i con s cien te de su mis ión

,la

pesada cúpu la de s u fol laj e .

Era un nobl e ancian o de l a fami l ia de los con ífer os

que l os n iños amaban,j ugando á su sombra

,y á su som

bra durmiendo los días de ca lor . E l l os l o miraban como

un amigo cargado de años y s iempre j oven,des tinado á

v ivi r todav ía largo tiempo,a quien s e hab ía dado la mi

s ión de hacerl os anua lmen te fel i ces a lgunas horas,orgu

70 EL MANANTIAL

110 50 de albergar las l u ces y l os fl ecos de p lata y oro q ue

en l a Noche Buen a l o hacian tan resp landecien te .

A l rededor de s u tron co,sobre una tab la circu lar agu

j er eada en e l medio,imitando una mesa forrada en te l a

p l ateada muy bri l l an te,osten tábase la i rresi s tib l e ten ta

ción dé los du l ces y de los j uguetes .

Primero,fué aque l l o una verdadera ceremon ia en la

cual l os ch icos cre í an n ecesario estar muy serios,miran

do tan grandioso esp ectácu l o como á p ieza de teatro ; pero

cuando vieron a María Jul ia,La Nena

,su hermana ma

yo r— bel l í s ima criatura de diecis iete años— ade lantarse

v con gran calma,la muy confiada

,robarl e a l árbo l un

bombón y comér se lo al l í mi smo con todo desparpaj o,

cesó todo j uicio y empezó la fiesta . Cada uno querí a, y

a l mismo tiempo,algo y de l o mejor para si

,sus ami

gui tos v sus protegidos,y aquel l o hub iér ase convertido

en un campo de bata l l a s i Carlos,el hermano grande

,es

tud ian te de medicin a (10 cua l l e daba mayor autoridad),

no se hubiera i n terpuesto en tre Gui l ler m i to y Lui s,que

combat ían defendiendo l a l egí tima poses ión de una [ in

t erna .

Una vez pacificados,h í zose el reparto equitat ivo de

aquel l as riquezas tan el ocuentemente codiciadas . Todos

l os presen tes tuvi eron su obsequio : desde l a bi sabuela de

72 EL MANANTIAL

quien ayudado por é l,previa comprobac i ón de ser aqué l

u n caso fulminante de difteria,apl icóle i nmediatamente

el suero Roux,sal vándol a como sal varan de la rabi a a l

muchacho del puester o .

Por eso los oj os de los que la amaban fijábanse en e l l a

con tal i n ten sidad ; pues al verl a a l l í , protegida por l os

brazos de l gigan te,con su vest ido b lanco y la rosa en los

cabel l os,i l uminada por l as mi l l uces de co lores

,cr eyé

r on la rea lmen te un s er que vol v í a de muy l ej os .

Y,dignos h ij os de sus mayores

,dej aron brotar de sus

corazones la i nmensa gratitud que en el los se arraigaba

para el sabio que se la devo lv ía .

Los n iños , como si con eso quis ieran rendirl e ho

:nnnuúe tand ién,

1nnnwn ur ában para sí rxd ab r as ( ndas

muchas veces a su bi sabuela,la siempre dul ce María

Jul ia :

Si Pasteur y Roux hub ieran n acido muchos años an

tes, José María no habrí a muerto á con secuen cia de las

mordeduras de l p erro rabioso,n i hubiera muerto mi hi

j ito ahogado ,por la s membranas de la difteria . Los pue

bl os son ingratos ; a no serlo , en cada uno de e l l os existi

rí a ya un monumen to , grande ó p equeño , costeado , sobre

todo,por las madres

,en reconocimien to á hombres seme

j an tes ” .

EL MANANTIAL 73

Luego,queriendo poner e l l os al go de su parte

,ana

dieron

También debe ten erse -eu cuen ta e l gran auxi l io de l

te l égrafo,e l te l éfono y e l ferrocarri l en la curación de La

Nena … S i,s i

,no hay duda : ¡ es una gran ven taj a para nos

otros haber nacido más Eviden temente,son gran

des hombres los i n ven tores . ¿, Por qué no s erlo tambi én

Lo Hoy es tamos de fies ta ; va

mos a j ugar .

V I

ANOTA C IONES DE MARTHA

Martha hab í a notado en tre sus d iscíp ul os,a lgunos en

quien es s e revel aba un carácter prop io que los dis ti nguí a

de l o s demás . Dos meses hacía apenas que l l evaba en tre

el l os,y los conocí a ya hasta el punto de poder decir

,s i n

equivocarse,l o que hubiera p en sado

,dicho o hecho cada

cual en idén tico caso . No cursaban todos el m ismo grado

y sus edades eran diferen tes ; l o eran también sus tipos ,

posición,educación

,fortuna

,pero todos el l os estaban

m ar cados,desde tan temprano

,con el se l l o i n confundibl e

de l a in d ividua l idad .

So l ía acompañar las cartas que escrib í a muv a menudo

a su t io,con apun tes anotados con l áp iz en el margen de

a lgún cuaderno,l o s cual es conservaban la frescura de

una primera impresión . Luego h ízose para el l a una cos

tumb r e escribirlos d iariamente . Entre e l los hab ía peque

ños retratos y escenas como éstos,tomados con la rap idez

de una i n stantánea :

Lorenzo Igl es ias,á quien sus compañeros l l aman

EL MANANTIAL 75

El Co r tao s i n duda por l a cicatriz que l e atraviesa

transversa lmen te l a fren te . Es a cicatriz deb e d e tener su

h is toria ; des earía conocerla . E l t ipo más i n teresan te y ex

t r año de la escue la . Trece años ; la expresión más acen

tuada de desprecio a la v ida que haya vis to yo j amás ; e l

bri l lo de una soberbia provocati va en los oj os ; bel l í s imo

en su tipo genuin amente crio l l o . Con un gesto , que l e es

fami l iar,mueve frecuen temente la cabeza para echar ha

c ia a t rás los cabel l os,que l os t ien e es pesos y muy n egros ;

es to le descubre l a frente en l a cual aparece,en e l acto

aquel l a ci catriz roj a,como un hi lo de sangre sobre e l cuti s

moreno . Ese sol o movimien to l e da todo e l a ire de un ré

belde . Es de los más pobres en e l vesti r . Hijo de una

viuda i ndigen te,l l ena de hi jos , vi ven en el an tiguo pues to

de una es tancia de l os a l rededores ; vien e á pie desde muv

l ej os . Nunca ha con sen tido en subir a l ómnibus que va en

busca de l os n iños que habitan a grandes dis tan cias . Aun

que e l carruaj e conduzca a sus h erman i tos muchas veces

é l s igue a

Los primeros dia s r esist iase a en trar en l a escuela p ero ,

cuando la madre l e advirtió,afl igida

,que su resisten cia l a

expon ía á se r despedida de la casa,ced ida para el l a por

s u dueño,el s ecretario de l a comis ión de propaganda de

la educación,se resignó y es in fa l tab l e desde en tonces .

76 EL MANANTIAL

Indol ente,haragán , desap l i cado y quisqui l l oso ; de una fa

ci l idad asombrosa de comprens ión . La escuel a debe de pa

r ecer le todav ía una pris ión , y fuera debe de ser de una au

dacia é i n trepidez s in l ími tes . Los otros muchachos l e si

guen y le t emen . Indiferen te a todo l o que n o sea su madre,

ci ertos a n imal es v la l ibertad ; pero la l ib ertad a l aire l i

bre . E s s iempre e l ú l timo en en trar á la cl ase y perman ece

en e l ú l timo asi en to,cerca de l a puerta de en trada

,como

s i quis iera es tar pronto para escapar . Nun ca sabe sus l ee

cion es . La maestra de su grado— é l primero— quej ase con

t i nuamen te ; nunca l e r epr endo . An tes de en señarl e hay

que domesticar le . E s l a criatura de campo raso,que duer

me mejor á l a i ntemperie que en su cama . Los j ueves de

muestra un i n terés si l en cioso por lo que digo . Me mira

fij amen te ; s us ojos bri l l an , como s i s e en cendiera de re

p ente una l uz en s u fondo , cuando me oye referir alguna

acción heroica,y toda su cara pa l idece

,hasta l os l abios

,s i

es a lgo conmovedor lo que

Yo,s in ser n otada

,l e observo y voy l eyendo

,como en

mis l ibros,l as imp resion es de su a lma in dómita . Y m e in

teresa hasta lo i n decib l e esa criatura del i ciosamente sal

vaj e ; y me sorp rendo i nventando una h is toria emocio

nan te para él s o l o,y prolongo la nota , por el p lacer de

sen tirl o v ibrar cual una caj a armónica . No ha hab lado

EL MANANTIAL 77

s in o t res veces de lan te de m i,desde s u entrada en l a

cla se : un d ia,escuchándome narrar e l epi sodio de un so l

dado desertor que castigaba á un n iño,s in poderse con

t en er,exclamó : ¡ Canal l a , l a s dos veces ! otra tarde

,

mien tras referí a la es cena en que Jos é Marí a sa l va a l pé

queño Rafae l de los dientes del perro , l e o í decir tranqui

lamente,a lzando los hombros

,no s in tiendo e l mismo ho

r r or de sus compañeros : “ Qué menos hab ía de hacer ” …

y ayer,a l p in tarl es vo una caza de l eones en la India

,

ve ía le i n corporarse,crispar l as manos , abrir las ven tan i

l l as de s u nariz,morderse l os l ab ios . Me pareció un fé

l i no … He aquí úno ,que malo ó bueno

,será seguramente

un hombre . Hay que hacerlo bueno y lo conseguiré .

Rubia,precio sa

,de una b lancura tran sparen te

,es

Gracia nombre bien i ngl és,y e l de s u t í a— l a n ieta ma

vo r de l s eñor Marner . Todo en e l l a es bri l l an te . Su tez,

s us oj os,su boca

,dentro de la cual bri l lan los di entes

,la

exposición que hace de l o que ha es tudiado , l o que ej ecuta

en e l piano,s u traj e y hasta s u risa y su andar

,t ien en en

e l la bri l l o . Quin ce años,mi estatura

,es cas i una muj er y

sabe que es l in da . Sabe también que es rica y de fami l i a

nobl e ; mira y trata a l os demás con ese a ire amab l e q ue

parece bajar desde arriba y debe de hacer tan to mal á quien

l o recibe . Está muy adela ntada en sus estudios ; su i n sti

78 EL MANANTIAL

tutriz inglesa la ha sabido in struir,y su abue lo

,hombre

i lus trado,mucho más . As iste a l co l egio por su vo l un tad .

Dice venir por m i ; es fran ca y demasiado orgu l losa para

menti r : l a creo . Ha s ido n ecesario que yo diera una clas e

especia l para el la,y algunas ó t r as de las más grandes

,dos

veces por s emana . Recibo po r tan agradab l e trabaj o un

sob r es ueldo : l o cuen to como el auxi l iar de una idea que

me prometo rea l izar . Martha podrá pron to decir también

mi obra ” … Gracia es en cantadora,pero está muy l ej o s

de la perfección .

Su hermana E l en a ha cump l ido los trece años ; cabe

l los cas taños,dulces oj os pardos

,t ímida y modesta

,tan to

como Rosi ta la h ija del carpin tero . Todo la sonroj a ; cuando

la i n terrogo en la clase no l a miro y ñnjo no verl a : baj a los

oj os y sonrí e turbada,respondiendo con dificu l tad a mis

preguntas . Es,s in embargo

,más in te l igen te que l a mayo r y

sabe mucho más . Pinta l i nd ísimas acuarel as . Ha copiado

nuestro ma r y la parte de bosque que divisamos desde

aquí,y hace ahora mi retrato . Preferida de la

Una p lan ta del i cada que crece hacia arriba si n extenders e .

Es hoy, Ped r í n ,n iño contrahecho

,l a a l egrí a de la

Escuela desp ués de haber s ido l a b urla . Su padre,un he

r r er o brutal que bebe y l o cas tiga . A tal punto es honda

doso e l pobreci to, que só lo n eces ita que l o miren bien

80 EL MANANTIAL

Pedri n es al egre como un cascabe l y tan i n te l igente

que es e l primero de su grado . Ha cumpl ido n ueve años y

e stá va en tercero . Y es servi cia l,dóci l y gracioso . Nadie

recuerda aqu í ya que no son igual es su s E l día

en que mucha gen te se dé cuen ta de que una deformidad

fí s i ca n o es depresi va,habrá desaparecido para siempre

una preocupación inj ustificada y dolorosa .

Otro que ya no s ufre : Pierna de Palo . Aquí todos

los much achos tien en sobrenombre . Clemente Rubio,l l á

mase . Bueno ; i n te l i gen cia desigua l como su andar ; t i en e

una gran l en titud de compren sión,pero comprende y re

fl exiona . Fálta le una pierna ; es de l os pobres .

Otro varón,que será varón de provecho : Carl os

Kramer . Hij o de a l eman es ; de una tenacidad in creí b le

para desarrol lar un prob l ema . Para é l no será ciertamente

un prob l ema la vida . Carácter acompasado y frío ; econó

mico . Es todo vo lun tad . La edad de Lorenzo,y va ayuda

á su padre , dibuj an te en los escritorios de la Compañía .

Margari ta Nardi,i ta l iana

,hij a de obreros honesto s v

acomodados de E l Manan tia l . Inte l igencia mediana,pero

un buen sen tido , un j uicio v una posesión tan comp l eta de

si misma , que me encuen tro fren te auna n iña de diez años

con e l carácter reposado que podría ten er s u madre . No

neces ita dirección : basta mostrarl e e l camino .

EL MANANTIAL 81

Marian i to Vé l ez,uno de l os más ch iquitos . Cin co

años,feo

,s impático

,esp l éndidos ojos ; de un desp ej o ex

tr ao r d inar io ; hab l a con l a claridad de un n iño de diez años ,

v acostumbra andar con las manos en los bo l si l l os como

los hombres . Un rasgo : ayer,en e l r ecreo

,uno de los ma

yores,j ustamen te e l h ij o del farmacéutico

,completamen te

en tregado al en car n izam ien to de una partida de foot-bal l ,

tropezó con é l,espectador pacífi co

,haciéndol o caer . E l

grande,con trariado

,pronun ció palabras bruscas y con

brusquedad lo l evan tó de l suelo ; el pequeño , muy serio ,

plán tase le delan te v le dice , con e l ap lomo de un viej o :

Tu papá no l e dirí a as í á mi papá .

— El i ngen io está en

que su padre es n uestro médico .

Pocas veces he presen ciado escena más cómica v

graciosa . Acababa de i n sta larme en mi puesto é iba a em

peza r l a l ección de mora l que acostumbro dar los j ueves ;

de repente veo producirs e entre los a lumnos cierta agita

ción,oi go esta l l ar sus ri sa s y diviso una señora baj ita y

fl aca,de cabel l os canos y cara muy fina que ven ía hacia

donde yo me encon traba,por el pasadizo de l medio de la

sa la,conduciendo de la orej a a un ch ico de diez años ,

todo desarrapado,quien en sus esfuerzos para l ibertarse

bacia la andar de p ri sa y en ziszás. La señora vest ía de

l uto : pol l era redonda de merino,pañuel o de la misma tel a

82 EL MANANTIA'L

y una gorrita muy chata , la cual , á cada movimien to de l

muchacho,i ncl inábase hacia atrás

Era tan cómico,repi to

,todo aque l lo

,que vo misma no

pude con ten er la risa,y en tonces los n iños

,descubrien do

mis esfuerzos para conten erl a,prorrumpieron en una enor

me carcaj ada,y senalándome a l prision ero

,quien

,s in

duda deb ía de ser muy pop ular en la v i l la,me lo an un cia

ron con este nombre est r afala r io : Señorita,es Ch ib i r in .

Entretan to l a señora,que no se re í a

,acer cábase á m i sofo

cadi sima v ,con unos oj os bri l l an tes y un a voz al terada

por la sofocación y l a có lera , d ij ome,s in so l tar la orej a

de l muchacho z—Señorita maestra,aquí l e traigo este cá

chafaz . Figú r ese usted que el muy p í caro nos hacía creer

a m i y á mi hij a Mar í a,que asi s t ía á la escuel a

,y en l u

gar de eso s e iba á j ugar á los cobres con otros pe r dula

rios . ¡ De rabona corrida e l gran Has ta ayer no he

tenido noticia de su i nfamia ; hov l o espi é , en con trándol o

tan compl etamente entregado á s u vicio predi l ecto ¡ e l te

r r ib le j uego ! que n i s iqui era me s in t ió l legar . Se hal laba

en cucl i l l as y en compañ ía de otros cabal ler i tos de su ca

laña , haciendo rodar y sonar cobre y más ¿, Y sabe

usted de dónde los saca ¡ Son mis vuel tos, s eñorita ! … Se

gún é l , los pierde s iempre … Inmediatamente de ha l larl o

a l l í , l e orden é que me siguiera , as í l o h izo si n rezongar ,

EL MANANTIAL 83

pero cuando l l egamos a la puerta de esta casa trató de es

capa r se , no consiguiéndolo gracias a l portero que pudo

Aqui se l o traigo,señorita ; pen i téncie lo .

Todo esto me lo con tó la señora de un so lo al ien to

presa de una exa l tación que pro longaba mis deseos de

reir y me afl igía a l m ismo tiempo . Lo primero que atin é

a deci rl e , en cuan to u na palabra m ía pudo co locarse entre

e l torbel l ino de l as s uvas,fué : —Señora , cá lmese usted , ya

arreglaremos eso—ofreciéndo l e un asien to . Chib i r ín,l ibre

de aquel l a man ita delgada y n erviosa, que no debió pesar

mucho en su oreja,mas si apretar como tenazas

,miraba

a l os otros n iños,haci éndol es gestos y muecas creyendo

que vo no l o veí a,a medida que los iba r econocien

do …

Desde ese d ía vien e a l a escuela con cierta puntual idad ,

muy l ej os de haber perdido el hábito de l a s rabonas . Se

l e peni ten cia pri vando le de l os j uegos ; é l , de un gen io in

a l terab l e,mira á l os ó tr os tran qui lamen te haciendo v isa

jes . Me demuestra cariño y tien e aten cion es del i cadas que

ej ecuta en secreto . Suelo en con trar sobre mi mesa mano

j os de vio l etas—e l bosque aqui está pob l ado de e l las,he

chas p lan tar po r e l s eñor Marner—y s é que es é l quien

las col oca al l í . La maestra de su grado me cuen ta que l o

mismo hace con e l la … De una har aganer ia para el estudio

84 EL MANANTIAL

sól o comparab l e á la de Lorenzo . No se con s igue aún sá

carlos de l ab ecedario .

Nora Days,quince años : la edad de Gracia . S i una

palabra pudiera retratar á una persona escr ib 1r 1a : l imp i

dez . Una perfecta l impidez de a lma,de mirada

,de men te ;

eso es el la . Modesta v acti va,i n tel igen temente estudiosa

,

de una compren sión rápida s in a t r opel lam ien to . Hace va

rios anos perd ió a la madre ; desde en ton ces es la compa

ñer a de su padre,emp leado pobre

,y la madre de sus cin

co hermanos menores . La fami l ia se aumentó hace poco

con tres huérfanos que dej ó su hermana viuda,a l morir .

E l l a cuida de todos y sostien e e l án imo de s u padre tan

abatido . Su figura parece más al ta,s us cabe l lo s más dora

dos y su cuti s más pál ido y más b lan co con sus vest idos de

l uto . Causa enternecimiento verl a en trar diariamen te guian

do á s us ocho criaturas . No bien aparece en la p uerta,todos

v ue l ven la cabeza,la nombran y l e son rí en . Es el buen

gen io del Juicio de sus condisc íp u los : el j ueves

pasado se me ocurrió pregun tarl es á quién el egirí an e l los

para substi tuirme en caso de ausen cia,y aunque en e l sa lón

s e en contraban l os h ij os de la gente rica e i n fl uyen te del

l ugar,s in vaci la r

,levan tá r on se todos ala vez , y senalándo la

gritaron,en el tono de una profunda conv icción — Á Nora

Days Mi j uicio : Nora esta muy cerca de la p erfección .

L A C I T A

Por el s endero ta l l ado en l a pendien te gri tando , riendo

y can tando,un gran n úmero de n iños de la escuela baj a

ban a'

la p laya .

Dos días antes la maestra hab ía les advertido : E l jue

ves nos reun iremos en la ori l l a de l mar,el igiendo aque l l a

parte l ej ana de l os muel l es,cerca del viej o p ino .

Bien l o conocían el l os a l árbo l cen tenario,i n cl i n ado

hacia abajo para mirar e l mar,nacido con trabaj o

,no en

la cres ta,en e l fl an co del peñasco

,cuyo tron co vo lun ta

r ioso agar r ábase con todas s us fuerzas a l a roca , afa

nándose en prolongar su v ida en tre dos p iedras áridas

enormes .

¡Con cuán to apresuramien to acud ían á la cita y con

cuán ta al egría ! ! n icamen te Piern a de Pa lo los hab ía pr e

ced ido,desconfiando

,s in duda

,de su len to andar

,y desde

86 EL MANANTIAL

a l l í l o d ivisaban descan san do,sen tado sobre la arena

,con

la muleta a l lado,agitando en el aire s u sombrero para

sa l udarlo s .

No hab ía ven ido ella todavía,cosa rara en quien er a

tan pun tual . Pero en e l mismo momento de comunicarse

e sta extrañeza,e l rel oj de l a fábrica sonó la media

,para

n otificarl es que e l l os eran quienes s e an ticipaban en l le

gar an tes de l a hora fij ada .

Decid ieron enton ces aprovechar el ti empo en correr

t repar por las rocas , hacer edificios de arena y j un tar esas

con chas nacaradas y finas,j oyas preciosas de las p l ayas .

Otros n iños l l egaban,s e mul tip l icaban

,l l egaban siem

pre si n cesar ; a l ertas , en tonados y conten tos por el aire

v iv ificante del mar, que hace a l os hombres más fuertes .

La v i l l a con s us usi nas,s u puerto en marcha y sus mo

l i n os,s u actividad de pequeña ciudad que progresa que

d abal ej os , y desde abajo , desde las riberas de ese At lán

t i co fuen te de s u riqueza,apenas s i di stinguían su campa

nario y l as chimen eas de sus n umerosas fábricas

Ya estaba al l í Carlos Kramer,repasando una leccw n

e n l ugar de correr y j ugar como el los . Mas, ¿, con quién

habí a de jugar quien no pose í a un sol o am igo ? Se hab ía

sentado en la arena,s i n o l vidar l a precaución de extender

sobre el la su pañuel o,grande como los de su padre

,de

88 EL MANANTIAL

hombros al jor obad i to ,quien

,muy con ten to

,agitaba su

gorrita,gastada por e l uso

,para sa ludar á l os amigos . Pe

drin,asi

,l es pareció un t i t i

,con s u carita de risa y sus

gran des oj os oj erosos que l e ocupaban toda la cara . ¡ Ah '

¡ e l tan querido , e l tan in dispen sabl e Pedrin !

Muy s erios quedá r onse todos , hacién dose guiñadas , a l

arribo de las mel l izas,grandes y go r dotas Arminda y

Adalgisa,hij as del mol in ero Pesca r do

,el r icachón . Cami

naban las dos haciendo sonar mucho sus enaguas de seda

fr u,fr u

,fr u

,fr u ; sus pul s eras y cadenas de o r o ,

ti c,t ic

,t ic

,

t ic ; sus tacos a l tos sobre las p iedras , tac, tac , tac , tac ; acom

pañadas po r su hermano Cl el io , muv juicioso y perip uesto .

Las muy ton tas despreciaban á su s compan eros de escuel a

y buscaban a todo tran ce la rel ación de l os Marner,quie

n es n i l as miraban s iquiera,y todos se reían de el l as … Jus

tamente a l l í estaban Gracia y E l ena,tan sen ci l l as en su

l uj o,tan afab l es

,a pesar de ser Gracia un poquito orgu

l l o sa . Segu ían las su s primos y s us hermanos , en montón .

Y contin uaban l l egan do los compañeros . Aque l movi

mien to de con cen tración era i n cesan te , v e l l os in cesan te

men te los nombraban,dando a sus voces entonaciones

diferen tes,segú n la simpat ía que los recién l l egados l es

m sp1r aban . De pron to,al ver aparecer una j oven de l uto

á quien niños,también de l uto

,rodeaban

,las voces an un

EL MANANTIAL 89

claron : Nora Days v sal iero n en gran n úmero á reci

No fa l taba va ninguno ; Ramón , Sebast ián y su primo

Rufino aparecí an á l o l ej os y eran el l os los primeros en

aque l l ugar,al cua l p erten ecían por compl eto

,puesto que

eran Como ten í an clavados l os ojos en l os

muchachos , que ven ían desca lzos y s in sombrero , cami

nando muy cerca de la ori l l a,p ud ieron . notar que se aga

chaban para examinar algo,en con trado i ndudab lemen te

,

sobre la arena,vien do l uego a Ramón tomarl o entre sus

man os y echar a correr h acia don de el l os se en con traban,

con la i n ten ción ev iden te de most r á r selo . Adelan tár on se

todos á su en cuentro é i nmediatamente r odeár on lo,dedi

cándose á examinar deten idamente aquel l a cosa extraña,

si ; pequeña masa b landa diáfan a é ¿, Qué po

d ía ser aque l loº?

… Y en un gran s i l en cio prosiguieron su

examen

V I I I

L A P L A Y A

Es una medusa— dij o de pron to una voz a sus es

pa ldas, cuyo timbre , a l s er reconocido , hizo vol v er á to

dos,sorprendidos

,la cabeza . ¡ No l a hab ían sen tido ven ir

y estaba en tre el l os !

Incl i n ada,con l os oj os muy abiertos para curiosear

también,miraba lo que e l los miraban y vo l vió a decirl es :

S i,es una medusa . Y ciertamen te que esta especie

de gel at i na di l uida en el agua n o se asemej a mucho que

digamos á un animal .

¿, Un an imalº?—murmuraron l os chicos en un tono

i n terr ogativo y asombrado .

—Ni más n i m enos : un an imal que s e a l imen ta demol uscos y de gusanos . Y no debé extrañarl es verme ocu

pada,ante todo

,de su a l imen tación . ¡ E s tan glotona la

pobrecita ! A l gunas lo son tan to,que sus bocas se mu lti

EL MANANTIAL 91

pl ican y tragan , tragan s in cesar— explicó les Martha , e in

sistió l uego,leyéndoles el pensamien to :

—No hay que dudar,

mis n iños,es ta vez de lo que escuch an , porque tendrían

que dudar más tard e mucho más . Estamos n o más en la

p laya : ¿, qué será en ton ces cuando entremos en el mar“?

Tan extraordinario an ima l no tien e nada de extr ao r di

nario,es muy vul gar ; después de l refl uj o del mar , l as o l as ,

al reti rarse,dej an monton es der r i ti éndose en la arena .

Cuando sal en del agua,la substan cia de que están formadas

se disue l ve y e l p rimer rayo de so l la descompon e . E sta ,presen tada a n uestra observación po r Ramón , tan opo r tu

namen te,es de las más chicas ; l as hay gr and ísimas

,l l e

gando algunas á pesar muchos ! i los . Vistas en el mar ,

v ivas,en numerosos grupos , con sus co lores y matices res

plandecien tes, parecen grandes ópalos flotando sobre las

aguas . La tempestad y las ondas las disp ersan s in matar

No só lo t ien en muchas bocas S ino también muchos

nombres . Se l es l l ama pulmones de ma r,porque para mar

char necesi tan di latar y con traer su cuerpo s i n cesar,

exactamente como se con traen y di l atan nuestros pu lmo

nes para respirar . Otro de sus nombres n o n ecesi ta serl e

exp l icado á Ramón seguramente . Dime,Ramón : ¿, cuá l será

la causa por qué suel e l l amarse á la medusa también

or t iga?

92 EL MANANTIAL

E l n i no de las p layas con testó muy l igero , moviendo

mal i ciosamente la cabeza,como quien sabe un secreto

Porque pin cha y quema .

Martha no pudo contener su ri sa de la nte de aquel l a

fi sonom ía,tan p erfecta refl ectora de l o que e l muchacho

recordaba,y rep l icó

Te compadezco,hij o mío

,pues tu ca r ucha me dice

que has ten ido que ver más de una vez con estas señor i

tas . ¿ Sabes l o que te ha causado esa s en sación,nunca o l

v idada,de ardor in soportab l e ? Su Tengan us

tedes,mis otros n iños

,mucho cuidado cuando se bañen

en e l mar,s i l l egan a divi sar sobre las aguas un a bonita

sombri l l a que s e ba lan cea,e legantemen te fes ton eada

,de

la cual cuel ga un l argo fl eco . A l éj ense en e l acto : es la

medusa ó la or t iga y el fleco son sus cabel los . Huirá de

ustedes,mas desconfí en

,porque s e desprenderá a l mismo

tiempo de esa diáfan a cabel l era,la cual

,al rozar la piel

,

arroj a una sub stan cia cáustica,produci endo esos terrib l es

ardores que Ramón conoce tanto .

Adela Montes,una de las al umnas más es tudiosas v

adelan tadas,pregun tó á su maestra :

Esta medusa es diferen te de esa otra del mar de las

Anti l la s l l amada Cabeza de Medusa : no es verdad,s eno

rita Martha “?

EL MANANTIAL 93

Muv diferen te y mucho más rara . Se l a ha encon tra

do ún icamente en el mar que tú has nombrado . Lláma

s e l e también Pa lmer a Ma r ina y ti ene l a forma de una

fl or . Yo la he visto disecada en losmuseos de h istoria natura l : es En tre los in numerab l es an imal es ma

r inos arroj ados a l as p layas por la s o las,en cuén tr anse

algunos más preciosos aun . Las aster ias ó estr el las de

ma r son de las más l i ndas . Podrían tomarse por figuras

geométricas,y es tán formadas exactamen te como una es

trel la,de los co lores más variados : gri s

,vio l eta

,granate

,

anaranj ado . T ie nen además la rarí s ima facul tad de des

t r ui r se á s i mismas por pequeñas partes . A l gunas veces

mátanse en deta l l e,desprendién dose de sus brazos pri

mero,l uego div idiéndose en p edazos . Más tarde ; con faci

l idad asombrosa,reproducen í n tegramente l as partes des

fru ídas de s u cuerpo .

—¡Miren , mi r en el cangrej o que trae Sebastián — grita

r on al gunos de los oyen tes señalando a otro de l o s mucha

chos de l os p ies descalzos,quien

,an imado por el ej emp lo

de su compañero , tra í a en tre sus manos un cangrej o .

¡ Y es enorme ! gri taron los demás .

¡ Cómo se mueve ! observaron l os más ch icos apro

ximándose i n s ti n ti vamente á los grandes,asustados s i n

duda de aquel lo que l es parecí a u n monstruo .

94 EL MANANTIAL

Martha acer cóse v e loz al muchacho , y señal an do el

crustáceo, p r esen tóselos as í :

— Hé aqui e l más astuto combatien te de l as costas . Te

conocemos,cap itán

, y'

para conven certe de e l l o,escucha

lo que sabemos de t i . Pero an tes quiero hacerte notar que

s i fueras más grande s erías temib l e . E l hombre,los an i

ma les más fuertes que e l hombre,s erían impotentes ant e

t i . ¿ Cuá l hub iera s ido e l co lmi l l o ó el arma capaz de atra

vesar tu coraza ? Cuál nos hubiera defendido de las tu

vas ? Pinzas , dardos , l an zas , tenazas , nada te fal ta . Tan

pronto como naces,i ngrato

,abandonas á tu madre y te

atreves a s er,duran te un corto tiempo , un in truso en a lta

mar ; pero á los trein ta d ías, fal tándote ya l o s órganos

para la natación,las o las te arroj an sobre la aren a

,y ca

minando ob l icuamen te,en verdad como el cangrejo

,vas

á ocupar los mismos l ugares que tus padres habi taron .

Eres un gr an'

estr atégico y un gran combatien te ; apel as

á todos l os recursos de l a guerra , hasta a l ruido enso r de

cedor para hacer cundir en tre t us en emigos el temor . Vas

al combate erguido,resuel to y amenazador

,l l evando le

van tadas t us tenazas como las espadas . A l m ismo tiempo

eres pruden te y huyes,batiéndote en retirada . Eres terri

b l e para tus enemigos,hasta que l l ega la época en que

t us ene in igos se rí en de ti,viéndote impoten te

,dolorido

,

96 EL MANANTIAL

es ta p laya : sobre la arena,debaj o de el l a ; sobre l as rocas ,

entre las p iedras,v ive—n su ob scura vida mi les de seres

,

cuyos ojos me parece sentir,ahora mi smo

,clavados en

nosotros . Lo mismo pasa en nuestra casa,en el bosque

,en

e l Ya i remos estudiando los más i n teresantes ,

como hemos estudiado la medusa y el cangrej o ; como

estudiaremos las fl ores y l as estre l las .

E l cí rcul o formado al rededor de la maestra se deshizo

y al gunos de los ch icos sa l i eron a l en cuentro de tres hom

bres que ven ían en dirección a don de el l os se encontra

ban,sonrien do al grupo de los co l egia les

,en tre lo s cual es

estaban sus h ij os . Cargaban pesados canastos,los cua l es

depos itaron en e l suel o cuando estuvieron cerca de Martha,

á quien en tregaron una carta del s eñor Marn er .

— Siempre

tan bueno—murmuró l a j oven y l eyó en voz al ta aquel l a

carta , por la cua l e l nob l e an ciano ofr ecía le para sus d iscí

pu los a lgunas gol osinas ”,s egún é l decía .

Ab r ié r onsé l os canastos y de s us profundidades naeie

ron los pan queques,l os sandw ichs las tortas con miel

,l as

frutas y los E l grito de Viva el s eñor Marner ! ”

at r onó l o s aires,y quienes lo hab ían l anzado con toda la

fuerza de su s p ulmones,comenzaron á devorar todo aque

l l o,repartido equitativamen te por los grandes .

EL MANANTIAL 97

Hay aqu í provis iones para un ej érci to— observó

Martha una vez que vió a cada uno de e l l os dueño de una

cant idad que hubiera bastado para a l imen tar toda una

casa, v con su s bol s i l l o s b ien rep l etos . Esperen : vamos a

p lagiar a l querido donante .

En un segundo escrib ió dos l í n eas con l áp iz,en una

hoja arrancada de su cartera,y como hab ía hecho con la

carta l es leyó en voz al ta :º

Los es tudiantes externos de la Escue la,comparten

con sus companeros,l os estudian tes i n tern os del As i l o

,

sus go los inas .

E l s i l en cio h echo a l l i para o írl a l eer se pro longaba

porque todos aquel los pequeñuelos es taban en tregados á

l a n ueva tarea de pen sar cosa que l es sucedí a raras ve

ces y desde hacía poco tiempo . Pen saban en la palabra

estud ian tes repetida po r su maestra en aquel simpl e b i l l ete ,

y comprendían que , usada por e l la en esa circun stan cia,

para nombrar de l mismo modo a l os que la orfandad

marcaba con su sel lo de l uto y ap r isionaba en una habita

ción común,y a el l os

,l ibres y fel i ces en sus propios ho

gares,ten í a una dobl e sign ificación . Adivi naron que el l a

l a emp leaba,en es te caso

,para igualar los, y que l as o tra s

dos pal abras,i n ternos v externos

,en vez de d istanciar los

los un ía también,haciendo de l A s i l o y de la Escuel a dos

98 EL MANANTIAL

estab l ecimien to s del mismo género . Al mismo tiempo,una

emoción extraña s e apoderó de el l o s y experimentaron á un

se n tim ien to n uevo p enetrarlo s,pen etrarl os l en to y si l en

cioso,e l cua l iba seguro á tocar sus corazon es por pri

mera vez .

Martha,dirigién dose á l os portadores de los canastos

,

pidió les dul cemente , l l amándol es por sus n ombres

An ton io,Leonardo

,Jos é

, ¿ querrí an ustedes tomars e

e l trabaj o de alargar un poquito su camino y dejar en el

As i l o aquel canasto que aun no se ha abierto ? Son los n i

ños quién es l o mandan .

Aquel l os tres hombres,tres operarios rudos y fuertes

un o hol andés,españo l é i ta l iano los otros dos

,hab ian ex

per imen tado impres ión igua l a la sen tida por lo s n iños .

Cuando oyeron la voz argen tina que guiaba á s us h ij os

p edirl es como un favor que fueran los portadores de un

poco de al egrí a,para aque l l os otros hij os s in padre de al l á

l ej os,sus ojos s e Con un movimien to igual sa

cár onse sus gorras de trabaj o y uno de e l los,e l ho landés

,

respondió por los tres

Señorita Martha,es usted una bendic ión que ha ca i

do sobre nuestro pueb lo .

IX

E L M A R

Nuevamente corrían en bandadas por la p l aya los dis

c ípulos de Martha , y el l a corría también para cal en tarse l os

p ies,pues l a frescura de l a ire hacíase sentir en ese mes de

Mayo . Era en ton ces la más gran de,la mayor

,n i más n i

menos Y los n iños,s in tiéndol o asi

,no se en con traban

cohibidos por s u presen cia .

Mas n o descuidaba sus po l luelos y observaba los gru

pos . Nada más origi na l que uno de e l l o s : Luis,César y

Horacio Bel en a tres hermanos,h ij os del propietario de

uno de los más grandes estab l ecimien tos rural es de l par

t ido— ha l lábanse de pie muy derechos , compl etamente

absorb idos por una l arga conversación,cuyo tema desen

vol v ía con una gravedad de v iej o fi l ósofo Pierna de Palo,

sentado sobre l as p iedras . Ramón,Sebastián y Rufino

, pa

rados muy abaj o,donde ya las aguas l amen los pies

,es

per aban su turn o , y también Marian ito , de p ie más arri

100 EL MANANTIAL

ba n i en de cuando en cuando metí a en l a d i scus10 n su

pal abra de niño precoz . Sobre una roca que en traba en e l

mar,no puntiaguda s i no chata

,Lorenzo

,echado de bruces

,

miraba el horizon te con s us o jos dorados , en l o s que h á

b ía s i empre una an s iedad y se en tornaban para mirar .

Unos momen tos si lbaba en tre dien tes,distraí do

,o tros

escuchaba la palabra de sus compañeros,con los ojos

s iempre cl avados en e l gran espacio,ún ica cosa que pa

recia i n teresarl e en este mundo .

—Yo seré marino dij o Luis,el mavor de l os Be l ena

una vez t erminado e l discurso del coj i to .

Mamá no lo querrá n unca,n i tampoco Pepa

,nues

tra t ia observó Horacio,e l menor de e l los .

César,esbe l to y moreno

,con unos admirab l es Oj os ,

cuyas p estañas ca í an como negros fl ecos (tan esp esas v ta n

largas que muchos s e preguntaban s i no l e impedirí an

ver), i ndependien te é in trépido como ninguno , acarician

do á Charl es,su perro

,que l e besaba la mano

,rep l i có :

¿, Qué importa la opin ión de l as muj eres ? . Mamá v

Pepa se opondrán,pero papá dará su con sen timiento . Si

Lu is : t ú debes ser marino .

¿, Y nos qué ser ás ? — pr egun tó le Ramón .

Veterinario — con testó muy l igero César,que ado

raba l os an imal es . Curaré l os cabal l os de carrera de

EL MANANTIAL 101

papá , su s toros finos y sus carn eros . Después tendré un

hosp ita l y as istiré grati s a los an imal es pobres .

La i dea de un hospi ta l de ese gén ero hi zo reir á l o s

muchachos,menos á Pierna de Palo

,cuya opi n ión apro

bato r ia man ifestábase po r rep etidos movimien tos de ca

beza . Lorenzo se incorporó con la rap idez de u n gato,v

por vez primera miró hacia abajo y abrió los l abios para

decir :

Un hospi ta l para l os an imales enfermos es l o mej or

que deb ían hacer aqu í . Mucho mejor que escue las . Yo sé

curar l os p erros sin n eces idad de es tudiar . Para qué es

tud iarº?,añadió

,al zan do los hombros y vol vi en do a su

cómoda posi ción .

Nosotros seremos pescadores no más . ¿ No te pare

ce,Ramón ? — preguntó Sebastián a s u hermano .

S i— le con testó . Aprenderemos á l eer y á escrib i r

y á l a mar . Pescadores como nuestro abuelo,

pescadores como nues tro padre .

Horacio rep l i có muy serio

—Luisito debefá es tudiar enton ces más que ustedes .

Los mari nos n ecesitan saber l a geografí a .

Si no fuera más que eso s en ten ció Pierna de Palo .

Tendrán que es tudiar mucho , muchí s imo , y aprender a

pel ear con los en emigos y con las o las .

102 EL MANANTIAL

Lorenzo á es tas palabras vol v i ó s úb itamen te l a cabeza

para mirar a Luis,dicién dol e

,con l a cara i lumin ada por

una idea :

Si quer és, yo te en señaré á nadar .

En eso vieron a otro muchacho que ven í a hacia el l os .

Acer cábase con s us “

ur uguavas” en la mano

,sa l ta ndo de

p iedra en piedra con cuidado,t emeroso de sus p ies

,y mi

raba sigi l osamente á todos l ados para cerciorarse de s i al

guien más,que no fuera de los de l grupo

,notaba el ciga

r r i l lo que l l evaba en los lab ios,el cua l sal í a tran sformado

en humo por su boca y sus narices . En cuan to se en con

t r o en tre el los,s eguro va de estar bien cubierto por la

roca,sen tóse á reposar, y Horacio en e l acto , s in dej arl e

respirar,l o p uso en an tecedentes del asun to que trataban

diciéndo l e

—Mira,Chi b i r ín : César será veterinario ; Lui s i to v yo

marinos ; Piern a de Palo escribano ; Ramón y sus herma

nos pescadores ; Marian ito médico , y Lorenzo

n o ha querido responder . Y tú, ¿, qué ser ás º

— Yo,nada— contes tó el cachafaz tranqui lamen te

,y

ah i no más con vidó a Sebastián á “ una partida de cobres

substituyéndol os po r

S in dejar de j ugar,dij o de pron to

A fi n de mes nos vamos á vi vir a Buenos A i res .

EL MANANTIAL

Lenta,con esa maj estad el egan te que toman las cos as

que s e des l izan sobre el mar,avanzaba como conduci da

por l as vel as l atin as,grandes alas b l an ca s extendidas en

sus másti l es .

Los n iños mi r ában la avanzar s i l en ciosos y r econcen

t r ados hasta esta l l ar en una exp losión de entusiasmo,y

hacer de aquel l a hora la más animada y bu l l iciosa de l a

tarde . Sal udaban las n iñas á l a que se acercaba — ¡ qué

cerca estaba ya !— con reverencias de min ué y besos a l

aire ; l os varones pretendí an hacer l l egar sus voces hasta

e l la,gritando en tre sus manos

,colocadas en sus l ab ios en

forma de bocina .

Cuando sea mayor,haré

,como mamá

,con struir un

gran asi lo— dij o l a voz de Gracia Marn er,semej ante a l son i

do de un metal muy puro,en medio de l s i l en cio hecho por

l os ó tr os para escucharla . Pero el mío estará excl us iva

mente destinado á l o s huérfanos de los He estado

siempre cerca del mar desde que nací . ¿,Y tú , Nora“?

¡ Oh ! Yo no lo podré hacer ciertamente , respondió

la n iña,quien se en con traba detrás , parada sobre una pie

dra,con su pobre vestido de l uto y ten iendo en brazos a l

más pequeño de sus h erman itos para que viera mejor e l

barco que se acercaba . Los dos a l l í aparecían como un

grupo escul tórico sobre su p edesta l .

EL MANANTIAL 105

La voz de l a maes tra dominó las o tras .

Los que , como ustedes , han nacido ó crecido aori l l as

de l mar,no pueden sosp echar la impres ión profunda que

recibe quien lo ve por primera vez . De todo lo creado,

es l o que da a l hombre mavor idea de l o infin ito .

D i r íase que po r s u profundidad , su inmensidad v su

misma grandeza deberí a l l enar a l a lma de agi taciones v

temor . En vez de es to,e l a lma se sosiega y an te é l o l vida

los pel igros , dej ándose i n undar por una seren idad divina .

Seguramente que á los primeros hombres que v ieron esa

col osa l masa de agua l es pareció imposib l e conquistarl a .

Pero después vin ieron ó t r os más fuertes,más hábi les v

más audaces que i n ven taron la navegación .

E l an ti guo poeta l ati n o Vi rgi l io,en una de sus magn i

ficas y s erenas odas , dij o : Forrado en trip l e b r once *

ten

dria e l pecho e l primero que en débi l esquife con fió su

suerte a l as o l as amargas

ustedes toda l a distan cia recorrida desde el

tron co ahuecado de l árbo l del sa l vaj e hasta n uestros aco

r azados ó uno de l os barcos de l a Mal a Real “?

La navegación es la hermana de la civi l izac ión y no se

concibe ya pueb l o ci vi l izado s in marina .

“E l fondo de l mar es un inmenso depósi to en el cua l se

depone todo lo que en él perece . todo l o que l e l l evan lo s

106 EL MANANTIAL

rios y las o las : ti en e val l es , se l vas y mon tañas ; t i en e tam

b i én su fauna y su fl ora .

Su es tudio es una cien cia moderna l l amada Oceano

g r afía .

Martha detúv ose de rep en te y p en só un momento para

después decir

-Voy á hacerl es conocer una n iñi ta que sabe mucho

más que yo de l as cosas del mar y conoce su fondo como

nadie . Vamos a e l la… Se l l ama Neneta y es angel ical .

Sen tóse sobre una piedra , an cha como un taburete ; los

niños sen tár onse tambi én , rodeándo l a , sobre l a arena , y

hecho el mayor si l encio empezó a con tar .

108 EL MANANTIAL

repetidas veces,para cerciorarse de que el del i cioso euer

peci to no guardaba huel l a n i nguna de su corto pasado ,

como buenas b r etonas rel igiosas decidi eron bautizarl a,

comi sionando á la esposa del pescador en cuyos brazos

l l egara,para representar á todas el l as otras tan tas ma

drinas en la p i l a bauti smal .

Pusiér on le por nombre un nombre bien bretón , Ivona ,

pero adoptaron uno más acari ciador y más genti l, que

e l l a misma repetí a,á cada in stante : el de Neneta .

De la misma man era que'

á las muj eres,con quistó l a

n iña a los hombres de aquel l ugar pobre y sombrío,l l e

gando pron to a ser e l ravo de sol,l a riqueza de esos seres

primit ivos,taciturnos

,resi s ten tes y supersti ciosos

,y su

bel l eza,su orgul l o .

Mucho de supers ticioso habia ciertamente en aquel l a

idolatr ía . E l t ema de las conversacion es te nidas de noche

cerca de la l umbre,rondaba s iempre en derredor del mis

terio que envol v ía á quien l l amaban l a“ aparecida poco

a poco fué penetr ándoles la idea de que tal criatura era

una enviada y como coin cidiera su aparició n con la de

l a sardina y e l baca lao— pasando en enormes ban cos cua l

rara vez los vieran se afirmó en el l os esa idea , con s ide

r ándola en ade lan te como un precioso tal ismán .

Aun si n esa supers ti ció n hubieran adorado á Neneta ,

EL MANANTIAL 109

s imp lemente porque er a adorab l e . Pasaba el l a los días en

l a p laya con l o s p ies descalzos,l o s brazos y el cuel l o des

nudos,l o s rubios cabel los a l

i

v ien to,l os oj os de l col or de

las ondas ; sal tando de roca en roca , corriendo con los

otros ch icuel os d e la a l dea,ó en las barcas pescadoras de

sus ci en padri nos,cantando a la par de el los l as can cio

n es p l añid eras y monótonas de Bretaña,animosa aún

en medio de la borrasca .

Pero hab ía otro momen to en el cual er a más seductora

todav ía : cuando sentada en la aren a conversaba con l as

o la s . Les hab laba,l es i n terrogaba sobre l as escenas que

pasaban en e l mar y los secretos de su fondo .

Las o las,sus amigas

,le respondían con sus voces mur

mur an tes, v el la comprendía muy bien lo que l e con taban

besándo l e los p ies .

Esa hij a de las p l aya s si n haberl o aprendido,adivi naba

muchos de los arcanos en cerrados en el i nmenso cofre l i

quido , profundo ; su imagin ación los veía de m i l formas y

colores,aunque ignoraba que todas l as cien cias han con tri

huido a l conocimien to,muy imperfecto en verdad todavia

,

del mundo mari no,y que se tien e una i dea de la composi

ción de sus aguas por la Química ; por la A stronomia y la Fí

s ica de su circu lación y movimien to,y por ó tr as reun idas de

los seres in n umerabl es que pueb lan ese mundo de misterio .

1 10 EL MANANT IAL

Pedía e locuen temente a esas amigas la devo luc ion de

los pobres pescadores que par tían á las l argas distan cias,

á l as grandes p escas pel igrosas de las region es frias,donde

los i n viernos no tien en d ia v l os veranos no tien en

noche .

Neneta hab í a cump l ido l os seis anos y pose ía una imagi

nación l l en a de l uz y de s ueños,y un alma muy amp l ia

h echa para sen tir in ten samente . Cada año,á fines del in

vierno,as ist í a á l a p artida de los rudos hombres que la

amaban,mirándolos con ojos agran dados por la compa

sión,la ternura y e l temor

,como si quisi eran adivi nar

cuál es de e l los regresarí an con pan para sus h ij os,cuál es

n o deberían vo l ver j amás . Y pensan do siempre lo mismo,

con su val ien te corazoncito acongoj ado,segu ía anualmen

te la l enta proces ión, que en pos de l a. imagen de Maria

,

pasaba an te las barcas pes cadoras pron tas a partir y á las

cua l es e l sacerdote b endecía .

Concluida la ceremon ia,todos aquel l os marinos abra

zaban á sus madres,s us muj eres y sus h ij os , y luego le

van tában la en sus brazos,uno á uno

,para b esarla como á

una cosa in comparab l e que perteneciera á todos en común .

Los que quedaban permanecían en el mismo sitio mi

r ándolos al ej arse hasta perderlos de vis ta . Neneta perma

necia al l í mucho más tiempo,p idiendo a l mar que s e l os

112 EL MANANTIAL

b erl o o ido al capitán de un buque,que ese movimien to

ag itador de todos los mares y de los grandes l agos es de

b ido á l a i nfl uen cia de los astros .

A pesar de eso un d ia s e durm i ó en la arena,y fué su

sueño tan profundo que l a marea la sorpren dió al l í . Las

o las parecieron deten erse ante la n iña dormida más del

t i empo acostumbrado é indecisas ir y ven ir,acariciarl a

,

co n sul tarse y murmurar en tre si como no at r ev i éndose á

robarla n i á dej arl a,hasta que una de el las

,la más b lan ca

,

espumosa y resue l ta fa l evan tó b landamente v s e la l l evó

con s igo .

Neneta abr io l os oj os y preguntó a l a onda sin temerla

¿.A dón de me l levas º

A mi patria ; á la i nmen sa patria m ia—con testó le su

amiga de l a voz flu ida y cri stal i na .

La n iña refl exion ó un in s tante,miró después a l o l ejos ,

y al n o ver s i no agua y ci e lo,cie lo y agua

,s in tió apr en

s ión y al arma y pidió conmovida :

Devúelveme á la m ia,que es mi a ldea .

La onda ha s ido si empre pérfida v esta vez l o fué tam

b ien ; para con so lar aNen eta mintió

S i,si

,te l l evaré a t us p l ayas

,pero a la hora j usta de

la marea próxima . Entretan to aprovechemos el tiempo en

recorrer una parte de la superficie de mi reino , cuyo tr o

EL MANANTIAL 113

no está en las profundidades . Será apenas una parte m í

n ima de mi el emento,e l cual exi stia ya mil es de años an

tes que la tierra que t ú habi tas .

Ven con nosotras,ton tuela d ijér on la otras ol as

que la rodeaban —Nuestro rei no es e l padre de los pri

meros s eres dotados de v ida que apareci eron en el globo .

Nuestra patri a es e l mar,que con tien e en su seno rique

zas natural es cual n inguna otra región .

La que l a robara en la p laya,para evi tar le pensar , p ú

sola un momento,j uguetona

,sobre el l omo de un de lfí n

curioso y retozón,quien de tres sal tos l a l levó muy l ej os .

La n iña,muy divertida

,golp eaba con su p equeño p ie des

nudo e l l omo del delfi n,rep i ti endo “

¡up , como hacia

con los burritos en la p laya . Otra o la l a arrebató de su ca

balgadur a , navegó con el la,s iempre acompañada por las

otras,v de pron to an tes de darl e tiempo de recordar nue

vamen te,le s eña lo una especie de montaña obscur a ymo

v ib le,sobresal i en te del O céano

, que arrojaba dos hi los

de agua largos y finos,y le exp l icó :

Mira,Nene ta ; tú que posees tan tas madres , t ien es al

frente úna ej emp lar . Aquel enorme promontorio es una

s eñora bal l ena . Cuida e l l a a sus h ij i tos has ta los cuatro

años,los precede en la marcha

,l es abre camino po r en tre

nosotra s cuando estamos agitadas y co l éri cas,l es da va lor

,

114 EL MANANTIAL

les en seña , l os abraza tiernamen te , y los defiende de l os

ataques de l os hombres hasta morir por el l os .

Nen eta s e sen tó de pron to,muy derecha , sobre las es

paldas de la o la que la conducía ; las demás s e l e apr oxi

maron,y púsose a con tarl es , con gran an imación , que e l l a

también sab ía muchas cosas de tal señora referidas por

l os p escadores,y en tre ó tr as

,que cuando se aproximaban

á una bal l ena madre és ta co r r ía a i n terponers e en tre e l l o s

y s u h ij i to para ayudarlo a huir,y s i no lo con segu ía le

van tábalo con s us alones,tratando de sa l var lo huyen do

j un tos,y n i aun herida morta lmen te la pobrecita lo aban

donaba, pr efi r iendo perecer con él . Por eso l e e r a tan s im

pa tico ese an imal . Y a esta man ifestación añadió un beso,

haciéndo lo l l egar hasta e l i nmenso cetáceo por medio de

sus cinco deditos rosados .

Dime,mi nen a— pr eguntó le s uavemente y en voz

baj a y seductora una onda más j oven v más pequeña

no quieresdescender a l fondo del mar º

Y luego subes v retorn as á tu casa—r epi t1er on le la s

más v iej as y expertas para an imarla .

La n iña,aunque va l erosa

,tuvo miedo y no aceptó

p idiendo an s iosamente vo l ver porque venia l a n oche . En

tonces , celosas , l as ondas la mecieron , la ar r ul la r on y con

el op io de sus voces y murmul los la adormecieron .

116 EL MANANTIAL

Aquel l os o_¡ os l ánguidos de hombre muy v ivido perte

necían á un anciano de larga barba en trecana v cara abu

r r ida,que permanecía en una especie de gruta

,grande

como un sa lón,recostado á l a moda orien tal sobre un di

ván con st r u ido con per las,nácar y coral .

Delante de esa figura en tristecida,Neneta perd io su

miedo,y con e l ap lomo con que acostumbraba hab lar a

l os hombres de la a ldea,l e dij o

,emp l eando su du lce tono

imperati vo

Viej eci to,quiero i rme a mi casa .

Sin esperar respuesta,v iendo un enorme triden te de

oro caído a su s p ies trató de l evan tarl o,y al convencerse

que no le a lcanzaban las fuerzas,sacudió en e l aire sus

manitas doloridas y excl amó :

¡ Pesa mucho , caramba ! Para qué usas , d i , seme

j an te ten edor ?

E l hombre de la barba cana l anzó tan sonora carcajada

que se estremeció el Océano ; s e in corporó , y extendi en do

su mano de g igan te,con un so lo dedo atr ájola a si

,l evan

tándo le los cabel los de la frente para con templarl a . En

un segundo t r ansfi gur óse su rostro fatigado , y la n iña , por

un in sti n to misericordioso laten te en el la,s i n t ió po r él ,

s in saber po r qué , una i nmen sa l ástima . Suavemente pú

sol e á s u vez la mano sobre la frente .

EL MANANTIAL 117

Es te tenedor es mi cetro … ¿, Sabes quién soy“? pre

gun tó le a l rato e l anciano , mirándola fij amente para ver

e l efecto causado por s us palabras .

No contestó e l la senci l l am ente .

Soy e l r ey.

¿, Y vives s iempre aqu í ? , dij o l a n iña s in i nmutar

s e ante el t í tu lo del poder supremo .

Siempre .

La compasmn se refl ej o de n uevo en los ojos verdosos

de Neneta y movien do la cabeza , exc lamó :

¡ Pobre viej o ! no tien es la l uz del ¿, Cómo te

l lamas “?

Nep tuno .

¿ Neptunoº?, v a este nombre de viej o dios tan temi

do, que l e pareció muy feo ,

l a n iña so l tó también su car

cajada in fanti l .

E l r ey le hab ló de nuevo para preguntarl e e l suvo .

Me l l amo Ivona,pero soy Neneta .

Y asi conversaron un largo rato,con tándol e el l a cosas

de s u corta vida de Bretaña,y é l al gunas de la s uya pasada

bajo las aguas ; y en tre o tras que su mujer, l l amada Anfi

tri te,abandonaba por las fies tas del O l impo á su patria

,e l

mar,donde se aburrí a soberanamen te .

— T ien e razón,con tes tó muy l igero la n iña

,agregan

118 EL MANANTIAL

do de5pués : Yo tamb i én me aburro mucho v quiero irme

a mi tierra .

Hab ían tran scurrido muchos días y Nen eta,s iempre

p ri s ion era de Neptuno,aun que en pri s ión s i n rej as n i ba

r r otes,se desesperaba protestando por aque l abuso que s e

cometí a a l l í con el la ; y como una prueba de fidel i dad hacia

quien es ciertamente la l l oraban arriba, permanecí a con

los ojos cerrados para no ver l os tesoros que poseí a ese

imperio l evan tado en los abismos .

Por primera vez era vi ct ima de su propio en can to . Una

s educción si ngul ar hab ía ej ercido sobre e l v iej o soberano

para quien la exi sten cia no ten ía ya ninguna , en con trando ,

en fi n,en esa frági l criatura con suelos y dis tracciones á su

morta l aburrimien to . Pero la al egre Neneta hab ia enmu

decido ; sus'

ojazos no se abrí an ya s ino para dej ar correr

muchas l ágrimas,gruesas y redondas como las perlas del

col l ar que é l l e diera para sus j uegos .

No era malo el v iej o rey,y sent ía

,por l o tan to

,una

gran pena v iéndo la s ufrir,y al mismo tiempo no te n ía el

valor de darl e la l ibertad,fal tándo l e el de separarse de

e l la,por quien sent í a un car ino patern al i n ten so

,n acido

en su corazón desde e l primer momento en que la viera ;

120 EL MANANTIAL

L l orará todas sus l ágrimas por los que ha dej ado,porque

es amante y fiel . Preferirá á l o s honores de pri n cesa rea l,

que tien es la i n ten ción de darl e,l a s caricias de l os p esca

dores de Bretaña y el devoto amor de su aldea . S i n o la

devuel ves á la t i erra,perecerá .

E l monarca r et i r óse abatido,esp eró el alba

, que es

p lateada en sus dominios,y fué á golp ear a una gru

ta de cris ta l . La voz fresca de una ondina,que con so

l aba y acon sej aba al r ey en las horas difí ci l es , d ijo le

desde aden tro :

¡Rey grande y desgraciado á quien e l ú n ico afecto sen

tido desde que exi stes s e t e escapa !,quiero darte e l secreto

para que nazca uno igua l en la n iña que vaga s i n a lma por

tu imperio . Toma tu carro y l l éval a a viaj ar por tus mag

n í fi cos dominios . Hazl e ver el n egro vacio de tu corazón y

e l l a que es compasiva te amará . Mas, par a

»

que es te sen ti

mien to fi l ia l p ueda desarrol l arse tranqui l amen te en e l su

yo ,es necesario que o l v ide su v ida anterior desde el mo

mento que s u pi ececi to desnudo p ise la a lfombra de tu

carro . O lvidará por mi mandato,ten l o por ci erto , pero so

l amente hasta e l d í a que su mano l l egue a tocar á uno de

sus s emejantes .

—Eso n o será j amás,dij o v ivamente e l r ey.

—Ta l — rep l icó de nuevo la ondina,v su voz pu

EL MANANTIAL 121

r isima se perdió como un eco en l os ámbitos de su gruta

tran sparen te .

E l r ey-dios sub ió a s u carro tirado por cien del fines ,

y esperó un momento recostado sobre los bl andos a lmo

li adones . A l breve rato l a ondina,muj er bel l i s ima

,con l o s

cabel l os s uel tos,por l os cua les rodaban gotas de agua bri

l lan te , en vue l ta en ampl io man to hecho de espuma , l l egó

veloz,trayendo en sus brazos aNen eta que l loraba deses

per adamen te,casi desvanecida por tan tos d ías de dolor .

La ondina l a b esó en l a fren te : Ámalo y o l vida le orde

nó,señalándo le a l r ev abatido , y l a co locó en e l i nmenso

carro que cruzaba los mares v también algunas vece s é l

espacio,cuando se cel ebraba reun ión de dioses en e l

No bien los piececitosde la desconso lada tocar on el carro ,

e l r ey, que l a espiaba , v ió animarse s u del i cado rostro,

abrirse sus labios para sonreír,v bri l lar sus ojos . Y luego

,

con inmen so gozo,v ió también que la n iña vo lv íase hacia

é l para decirl e,acariciándo l e la barba con su mano tibia

v suave como el p echo de un pájaro : “ Papá—rey,cuánto te

quiero ! ” Un rugido de p lacer l anzó e l pecho hasta en ton

ces vacio de aque l dios y temiendo que aque l l o,tan pare

cido á un sueño,se desvaneciera

,h izo un gesto y en e l

122 EL MANANTIAL

i n stan te,con extraordinaria ve locidad

, púsose el carro en

movimien to .

E l monarca hab ía manifestado la vo lun tad de hacerse

i nvi sib l e para evi tar á su h ij a adop tiva las i n comodidades

de la etiqueta y poderl e mostrar sus súbditos tal es comoeran y no baj o la máscara del cortesano

,y ordenado a l

mismo tiempo que l as aguas se hicieran para el la tran s

paren tes .

Neneta , que desde que perdiera l a memoria n o s e sen

t ia turbada por l os recuerdos n i dol orida po r l a nosta lgia)

y que por la v irtud del mismo encantamiento se habituaba

á l os domin ios de su nuevo padre,oyó de repente un grito

dulce,parecido a las voces de una fl auta

,apercib iendo

an te su vi sta enormes témpanos de hiel o . Su compañer o

l evan tó la mano para i n dicarl e la i nmen sidad helada que

se exten día á su al rededor,y l e hab ló de esta man era

— En tramos en l os mares glacial es,que deseaba cono

cier as,hij a querida

,an tes que toda otra región . Esas voces

do l ien tes y suaves per ten ecen ,á las focas que hab lan entre

si . Míra las al l á sobre aque l témpano . Son muy in tel igentes,

de natura l dul ce y sociab l e ; fáci l es de domesticarse y edu

carse . Los hombres abusan de su doci l idad y exhiben en

sus circos a estos anfibios mal a l imentados y enfermizos

ob l igándolos á estr afa la r ios con ciertos,pruebas y p iruetas .

124 EL MANANTIAL

batien tes des l izándose por debaj o,con siguen muchas veces

vo l earl as . E stos an imal es van si empre dirigidos po r un

j efe : una morsa de mavor tamaño y de una impetuosidad

y ardor en la pel ea extraor dinarios . Cuando un o de esos

j efes es vencido por l os p escadores , s us companeros aban

donan la l ucha,corren á socorrerl o y lo arrastran con sigo

l e jos del campo del combate . Mi carro está fabricado con

el marfi l de s us co lmi l l o s .

E l carro del dios s iguió ráp idamente su Una

gran mancha obscura se di sti nguió á l o l ej os , i nmóvi l .

Pasaron cerca de e l l a,y Nep tuno exp l icó que er a un audaz

buque de tantos como se dejan apris ionar po r los h ielos ,

para avanzar en e l verano siguiente en busca de l eje de la

ti erra .

E l hombre es u n curioso i n saciab l e,prosiguió

,y

nada podrá escapar a su afán in trépido de investigación .

Neneta pudo ver cómo muchos de sus semejan tes , r ó

deaban e l barco,ocupados en di sti ntos trabaj os y s eguidos

de perros l anudos y obedientes que más bi en los acompa

ñaban que seguían . E l dios temeroso,á pesar de l as

seguridades de la ondina,de provocar al gún recuerdo en

la n iña , no qui so con ti nuar en s us exp l icaciones sobre la

audacia de ciertos habitan tes de l a t ierra,que pob l aban de

cadáveres el camino de los hielos s i n ar r ed r ar se j amás .

EL MANANTIAL' 125

Y todo y únicamente por un afán cien tífico y de gloria en

la i n úti l con quista de la regió n hel ada .

Neneta,connatur a l izadá ya , no sent ía el frío , pero pasó

s in embargo,con fruición su mano po r l o s tib ios a lmoha

dones forrados de una materia sedosa,b lan ca

,p lateada y

bri l l an te,parecida al raso .

¿, Qué tel a es és ta , papa-r eyº

?— pregun tó á Nep tuno .

No es una tel a,mi amor

,son p l umas de m i s aves

,

hoy tuyas,l a s aves marinas . Hemos sal ido de la región

polar y voy a hacerme visib l e para que las veas revol otear

á tu a l rededor y te s ien tas acariciada por sus a l as .

No bien hab ía acabado de decirlo,una mul ti tud de aves

de todas las formas y tamaños los rodeó,desp l egando su

vuelo en toda s u ampl itud para osten tarse en toda su

bel l eza .

¡ Qué l i ndas ! ¡ Qué her mosu r a l,gritó la niña gol

peando sus manos , que parecían fabricadas con nácar por

algún gen io artis ta d el rei no de su padre. E ste,encantado

y fel iz con su alegr í a , mandó á la s aves que l os si guieran ,

y anduvieron largo rato es col tados por el l as . Una,en tre

l as demás,l lamó l a aten ción de Neneta . Er a l arga de un

metro,ten í a la cabeza y e l cuel lo n egros

,refl ej os verdes

en todo s u cuerpo,un co l lar b l an co y alas muy cortas .

Era e l col imbo g lacia l de los mares árticos que prevé y

126 EL MANANT IAL

an uncia la tempestad . Quedában se retrasados los pingú inos

que vuel an sin remon tarse,rozando e l agua , ade lan tándose

mucho,en cambio

,e l pel ícano corpulen to , de fuertes al as ,

cuel l o de cisn e y an cho pi co . Otro,e l cormor án cuyo des

ti no,narrado por Nep tuno

,hizo á Neneta mucha gracia .

Le contó que eran escl avos y aprendían de los chinos el

oficio de p escador,co locándo les

,aqué l l os

,un ani l l o en e l

cue l l o que l es impedía tragar,y as í pescaban

,hasta que el

amo ,compadecido

, qui tábales e l an i l l o obstructor dejando

los pescar para si mismos . Sob r epasando a todas l as ó t r as ,

dist inguian se las aves de las tempestades : l o s a lba tr os

g igan tes, los a lcion es y la fr aga ta ; an imal es crue l es y car

n í vo r os, l l amados también bui tres y águi las de mar .

Más tarde h ízose Nep tuno vis ib l e también p ara los pé

ces,l os cual es mansamente

,como las aves

,s e l es acercaron

y esco l taron . Seguían los, dóci les , el terrib l e t ibur ón de

cuerpo largo y boca formidab l e,con la múltip l e s ierra de

s us dien tes,terror del marino que lo ve seguir

,pacien te

,

su barco para tragar todo lo que de é l cae,y su saté l ite e l

p iloto habituado a marchar siempre detrás de él ; el gran

per eg r ino, e l pez sier r a,e l pez ma r t i l lo y el ángel de ma r

,

que debe su nombre al desarro l l o de sus alas . ¡ Qué extra

ordinarios parecieron á Nen eta el pegaso dr agón ,el caba llo

mar ino y el ter og volador !

128 EL MANANTIAL

mares tropica l es,y m ás ráp idamen te aún pasaron por sus

val l es,en los cual es Neneta

,con asombro

,conoció unos

seres chatos v!

gruesos movién dose a l l i con cierta l en titud,

los cua les poseí an , s in embargo , una prodigiosa in tel igen

cia que apar ecía en sus oj os cl arí simos v en una especi e

de i n terna mov ibi l idad de s us ñsonom ías tran sparen tes .

La man ita de la n iña los señaló a su compañero cuando

el l os se agruparon es tudiándo l a con v iva curios idad,al

mismo ti empo que sa l udaban si n humi l lación a l vi ej o

rey .

E stos—dij o — son los i gual es,l os equival en tes a l

hombre que domina en la t ierra . Como él no p ueden re

mon tarse,porque n eces itan l a den sidad de estas aguas

profundas ; pero como él han tran sformado , v aun t ras

tornado lo que avasa l lan . Se han dado l eyes y se han di

v id ido en region es enemigas ; l uchan con armas de s u

inven ción ; se comunican y se tras l adan in stantán eamen te

á través de grandes di stan cias . Son temidos de todos l os

seres que l es son in feriores,no en fuerza s ino en in tel i

gencia . Se sub l evan con tra todos los poderes y no acatan ,

s i no que uti l izan las l eyes eternas . Pretenden someter to

do a su i nvestigación y á su an á li s is,que todo l o exp l ican

,

y todo lo destruyen al mismo tiempo con imp lacab l e

crueldad . Agrandan cada d ía s u i n quietud y su i nfel ici

EL MANANTIAL 129

Con cluiré por abandonarlos , can sado de sus ambi

ciones irrespetuosas é i n saciab l es .

Y con cierto desdén abandonó e l d ios esa r egi ó n que

d isputaba su poder con vanas teorí as .

Mas los conductores de s u carro imperia l n otaron que

habia fruncido e l ceño,v esto bastó para que

,en el afán

de adelan tarse a s u deseo de a le jarse , dieran dob l e impu l

so á su andar , sa l tando de l Ma r de l os Tróp icos al Atlán

ti co,a l Oeste de Gibral tar .

A l l í Nen e ta,v mien tras s u padre le mostraba i s las y

arrecifes de formas caprichosas, que sub ían á la superficie

desde l o más hondo de los mares , const r u idos por e l i n

ca l cul ab l e n úmero de animal i tos que los p ueb l an,de fé

cund idad prodigiosa é in can sab l e acti vidad , descubrió

al go que l e produ jo la impres ión más fuerte é i n ten sa

en tre todas l as experimen tadas hasta enton ces durante s u

viaj e . Eran hermosas ci udades que recorrieron y en las

que hab ía esp léndidas casas y pa lacios . Las agua s,inmó

vi l es en ese p un to,parecian sos tener los gran des edificios

de torres esbe l tas y cúpulas sa l i en tes .

Los oj os de la niña in terrogaban .

Es to es— di jo pacien te y suave e l anciano— l o que

los hombres l laman l a At l án tida,subs tra ída hace muchos

sig los a l domin io de la t ierra . ¡ Oh ! eran hermosos pa í ses

130 5_EL MANANTIAL

ésos,pob l ados po r gente buena y sab ia que hab ía real i za

do enormes progresos . As í quedó ais l ada la gran exten

sió n de América,en muchas de cuyas comarcas , hoy flo

recientes,cruzaron mis ondas y n adaron mis p eces , a l l á

en la época en que las pampas argen tin as eran todav ía

e l mar .

Neneta navegó además por e l Mar de Cora l , s i tuado a l

Noroeste de la Nueva Ho l anda,e l cua l toma su nombre

de las prodigiosas cantidades de coral es que se hal l an en

él,encon trando al l í i nmen sas i s l as de los mismos (algu

nas de 439 l eguas de lar go _por 145 de an cho , l as cua l es

forman el archip ié lago Pel igroso), y supo que aque l l o er a

el soporte cal cáreo de an imal i l los de diversos órdenes

l lamados zoófztos, y serví a para fabricar j oyas y obj etos

preciosos . Y cuando ya el carro de Neptuno se dirigí a po r

su orden a l os grandes pal acios imperial es (de l os que

huver a perseguido p o r e l t edio,yen do á refugiarse á la

gruta sombría donde conoció á Neneta), és ta tuvo una ex

plosión de p lacer , manifes tada en risas armon iosas y gri

t itos de páj aro con tento,a l p ercibir

,fl otando en las aguas

,

enormes masas de vegeta les .

Neptuno tomó sus manitas para acariciarl as,y no que

riendo impacien tar su curiosidad,l e dij o s in hacerse és

p erar, s eñalando aquel lo que tanta al egrí a l e causaba

132 EL MANANTIAL

E l mar estaba de fiesta . Los vasal l os de Neptuno,v is

t iendo s us mejores galas,d i r igíanse á una misma hora

hacia las i nmen sas l l an uras de l o s tróp icos donde se en

con tr aba formado su ejército ,para rendirl e los honores

deb idos á su rango de dios—rey . Reun ialos a l l í aque l d ía

para presen tarles á su hij a adop tiva,la n iña bretona

,la

prin cesa rea l .

Cuando la i nfan ta aparec i ó de la mano de s u padre,

vestida con su eterna t ún ica de hi l o,b lan ca como las ni e

ves del pol o,su vista produj o en l os mi l lones d e seres

que l a esperaban igua l des l umbramiento a l que el la s in

tiera an te lo que veí a . En aquel val l e s in l ím i tes s e abrí an

los jardin es maravi l l osos de l palacio imperia l compuestos

de an ima l es-p l antas,de fl ores v ivien tes

,al l ado de cuyos

esp l endores pa l idecí a hasta l a vegetación exuberante y

enfermiza de los tróp icos terrenal es . Algas gigantes del

verde más bri l lan te ó de los co lores azul turqui,rojo ó

marrón,parecidas á l as palmas

,con hojas l argas de diez

metros,levan tábanse hasta una a l tura de trescien tos , for

mando a l o l ej os se l vas esp esas ; á sus pies se retorcían

l os largos troncos de m i l brazos de la madr e'

por a . Con los

v erdes y amari l l os más variados,se extend ía

, ya más

cerca,e l tierno musgo de l os l íquen es, y sobre é l toda la

gama del ro jo , de l grana y del azul , desde el zafiro hasta

EL MANANTIAL 133

e l ce l es te,de otras fl ores de mi l variedades y nombres

,y

de trecho en trecho abrí an sus cá l ices l a s esp lan a r ias de

o r o, de l a forma el egan te de una copa de champagn e .

Otros cál ices sonrosados,morados

,rojos

,suaves y afel pa

dos como el terciopelo,m ezclábanse en una armoniosa

confusión,v semejan te a perlas nacaradas enredaban en

el las sus co l l ares l as r etepor as. Sin atrevers e á abandonar

las ondas,l as gorg on as l i l as y amari l l as , l uciendo sus p l u

machos sedosos en todo su esp lendor,dejában se mecer

po r el las . En l a arena florecían l os er izos,l as medusas y

las estr el las de ma r ; t r epábanse ó tr as , po r mi l lares , á l as

enormes ramas del cora l,y,sobresal iendo sobre todas

aque l l as maravi l l as— como sobresa le la rosa en los j ardi

n es terres tres er gu íase resp l andeciente la an émon a ma

r ina,parecida á l a s flores del cactu s de la s a l tas monta

ñas . Y para animar aún tanta vida rad ian te mov íanse en tre

l os coral es,graciosos

,ráp idos

,ve loces

,l igeros como aéreos

p icafl ores,i n cal cu lab les pececi l los de un bri l lo metál i co ,

bermej os,verdes

,tur qu inos, dorados y p lateados .

Una vez que e l soberano hubo ocupado su trono de

marfi l y perl as , y la i nfan ta o tro igua l y más pequeno a su

lado,voces sol emnes

,semejan tes á l as del órgano

,en to

naron e l h imno n eptún ico,v el la supo que eran las voces

de l coro pal ati no formado por el pe: músico, habi tan te de

134 EL MANANTIAL

los mares de l a Nueva Gran ada quien só lo ven í a á l a corte

para las gran des so l emnidades . Y en e l momento mismo

en que e l r ey la presen taba con palabras de amor y rego

eij o como á su hij a augusta,oyér on se otros can tos diver

sos de voces admirab l es y muy dul ces,y v ió la n ina grupos

de muj eres de una be l l eza in comparab l e dirigirse hacia

e l l a trayéndol e presen tes : las o ndinas ofr eciér on le un ves

t ido semej an te al usado por el las mismas,tej ido con hi los

de una espuma el egida en las más t iernas ondas ; las ná

yades d iér on le l ind ísimos col l ares,formados con gotas de

agua cristal izada enfi l adas en hebras de sus cab el los de

o r o . Y después acer cár on se,s in i n terrumpir s u div ino

can to,en largas fi l as

,las s irenas

,cuyo cuerpo terminaba

en el egante col a de pescado,depon iendo á sus p ies las so

ber bias perl as que hab ían ido á buscar a l o más hondo de

los mares de Oriente .

La i nfan ta,sonre í a suavemente

,embe lesada si n enor

gul lecer se ; miraba á su p adre , tan fel iz , s in tién do la rena

cer á la al egria y trataba de manten er la corrección exi

gida por su n uevo ran go . Mas esto duró poco , pues de

repen te dió un sal to,abandonó su trono y corrió a l en

cuen tr o de un mon tón de pequeños seres , quien es se apro

xim aban moviéndose cadenciosamen te,can tando también

e l l os con voces aflautadas y l l evando en sus manos gui r nal

136 EL MANANTIAL

Y el océano al l í s e i l umin ó todo v bri l l ó refulgente,en

v iando á l as más remotas aguas su resp landor .

Un d ía Neneta j ugando con sus damas de honor las

pequeñas ondinas,s irenas y n infas a lejóse con e l las de

los j ardin es de su padre y atravesaron l a se l va tup ida de

las al gas,para irse corri endo hasta un ban co de av iculas

per ler as ; esas gruesas conchas de hermosí simo n ácar que

contienen l as p erl as preciosas,l a s cuales n o son s i no las

s ecreciones globulosas del mol usco de quien la con cha es

morada . En lo mejor de sus j uegos,l os n iños del mar vie

ron baj ar de s u superficie,muy próximo á e l los

,un cuerpo

extraño que se puso á imi tarlos,arran cando las v ivien das

de los moluscos que estaban á su al cance y metiéndo las

precip itadamente en una r ed que suj etaba con el p ie iz-r

quier do . E l b u l to desl izábase por una cuerda de cuya

punta pendía,amarrada

,una pi edra . L l evaba un casco de

cobre estañado con cuatro anteojos de cristal,y estas ven

tan i l las estaban cubiertas por enrej ados de al ambre .

Los pequeñuelos m i r ában lo s i l en ciosos y con v iv i sima

curiosidad si n atreverse á acer cár se le ; pero Neneta , más

audaz,y bien segura de que todos los habitan tes del agua

EL MANANTIAL 137

la amaban v obedecía n , y creyéndo lo ta l se aproximó ré

suel tamen te,v como coin cidiera que en ese mismo in stan

te e l cuerpo aque l se izara en e l aire para subir de n uevo,

queriendo sati sfacer su curios idad,es tiró el brazo y al can

zó á tocarl o . No bien lo habí a hecho,la i nfanta se es treme

ció convu lsivamen te,gritó : Es un hombre y cayó al

suel o como fulminada .

E l cuerpo extraño hab ía s ido e l de un buzo pescado r

de perl as .

No hab ía remedio p ara Neneta,quien desde e l momen

to en que su mano rozara a uno de sus semej antes,y roto

por esa causa el en can to de la ondina,sin t ióse i n vadida

po r e l recuerdo y l a nosta l gia . E l rev mor íase con e l la,

par eciéndo le que l e arran caban las en trañas a l contem

plar la exánime , pá l ida y helada , y viendo su pech i to de

pa loma herida l evan tarse y baj arse apresurado , semej ante

a l de sus peces cuando los cruel es hombres los sacan fuera

de s u el emento : el agua . Y se j uzgó a si mismo m i l veces

aún más crue l que aqué l l os, por dej ar morir a ese ser tan

frági l y tan bel l o l ej os del suyo : l a tierra .

Todos los habi tantes del mar sufrían igualmente,l a

men tándose por las angustias de la n iña,cuya bondad lo s

hab í a conquis tado como conquistara á los pescadores de

138 EL MANANTIAL

Bretaña ; y , reun idos , cl amaron v rogaron a l soberano que

la devol viera á su a l dea para sal varl e la vida .

Una calma aterradora hab ía en las aguas,mientras

tanto ; calma que asustaba y sorpren día á l o s habitantes

de la t ierra,si n supon er s iquiera que refl ej aba l a indecí

s ión,la paral ización de la vo l untad del d ios de esas re

giones .

Po r fi n,t iró éste l ej os su tridente de oro

,y se hizo su

figura,de súb ito

,i nvi s ib l e . Sus cortesanos traduj eron su

gesto : po r él con sen tia en dej ar ir á la n iña , pero al ejan

dose mucho an tes para no verl a partir . Iba a en cerrarse el

desgraciado en su gruta somb r í a ; la gruta de l os l argos

años de hast í o y de mel an co l ía .

Dos olas que hab ían sido madres tomaron a la i nfan ta

moribunda, ya cas i i n sen sib l e , y , col ocándol a blandamen

te en su matern a l regazo,subieron con e l l a a la superfici e

de las aguas que se manten ían ca l l adas y entri stecidas .

Mirándola partir,l o s pequeños gen ios l loraban en l os jar

din es imperial es ; las fl ores v ivi en tes , l as p l antas-an imales

perdí an su an imación y sus co lores . Las s irenas,l as e ndi

nas,l os p eces escol tában la s i l en ciosos y r ecogidos; l as aves

s eguian tras e l l a aban icándola,como en d ías más fe l ices

,

con sus a las ; y e l l eón marino , l as morsas y las focas per

man ecían i nmóvi l es,p etrificados en los t émpanos del pol o .

140 EL MANANTIAL

n iños terminaban as í sus oracion es de la noch e : Señor

María,devuélvenosla

Una noche,varios pescadores que se r etiraban á su casa

divisaron á l o l ej os una gran luz reful gen te,par eciéndo les

una l l ama que marchara hacia donde el l os se en con traban .

Para an un ciar aque l l o,muy semejan te a mi lagro

,l l ama

r on á voces a l os compañeros,quien es

,á medio vestir

,sa

l i erou de sus casas .

Entretan to,l a mi steriosa l uz segu ía caminando

,acer

cándose más v más , hasta que l es fué ya posib l e dist in guir

la forma de una niña vestida de b lan co y en vuel ta en r es

plando r es, que dejaba a su paso un reguero de su propia

l uz . An tes de reconocerl a l a adivinaron,gritando á un

tiempo todos : ¡Neneta , Neneta bendita n uestra !” Corri e

r on,l ocos de j úb i l o

,á s u en cuen tro y al abrazarla sin tieron

que les comun icaba algo de s u resp landor .

Y enton ces,á esos ignoran tes

,pero no en l as cosas de

mar,no les quedó ya duda de que su ángel l es l l egaba por

ese camino l í quido,reconocien do en las l uces adheridas

a su cuerpo las fosforescen cias de las aguas , proven ientes

de los mi l lon es de an ima l i l lós que suben a la sup erfici e ,

le comunican su prop iedad l uminosa,y dan al océano

!

ese

aspecto magn ífico y radian te de i l uminación y de i n cendio .

EL MANANTIAL 141

La niña con só lo p isar el suel o s e hab ía curado por

comp leto . Fal taban en l a a ldea muchos de sus padres,pues

se estaba en la época de las gran des p es cas y hab ían el los

i do a hacerl a á la l ej ana Is l andia . Pero l os que quedaran

sen t íanse fel ices con ten erl a,y pasaban largas horas oyen

do l as narracion es de su s v iaj es por l os reinos de Neptu

no . ¡ Cuán to aprendieron aque l l os hombres de esa boca

i nfan ti l !

Entretan to,a l poco tiempo l a al dea comenzó á alar

marse por las con tin uas borrascas y tormentas que azota

ban la p l aya . La mar rugia como s i en cerrara l eones en

fur ecidos,es tremeciendo á aquel l os hombres aguerridos

y más a las muj eres, que temblaban por l a suerte de l os

que estaban l ej os .

Pasaban las s emanas y las borrascas eran más fuer

tes,l a mar más brava …

Muchos buques s e es trel l aron con tra las costas ; mu

chos sal vamentos hubieron de hacer aquel los

Los furores de l a natural eza iban si endo cada d ía ma

yores , y mayor el terror de aquel la gen te …

L l egó, por fi n ,

e l momen to de l regreso de l os pescado

142 EL MANANTIAL

r es,de Is landia . Vo lvi eron e l lo s p ero sombríos y desal en-r

tados,porque ese año

,suceso j amás vis to

,no habian apa—r

recido los bancos de p escado que anualmente iban á

buscar hasta esas lej an ias . Er a esto e l an uncio de la mi-r

s eria . Y la miseria l l egó espan tab le .

Aquel las criaturas no sab ían ni podían hacer otra cosa

que la pesca . Su aldea ha l lábase ai s lada de todo cen tro,

rodeada po r otras a l deas más pobres todavia, y por lo

tan to n i ngú n auxi l io pod ía l legar les . Como ún ico recurso

quedában les l as p erlas de Neneta . Desgraciadamente,du

rante la traves í a la n iña había dejado caer a l fondo su

col lar de un precio i n cal cul ab l e,v las madres de la t ierra

encontraron,a l pein arl a

,só l o dos

,enredadas en tre sus

cabel los . Sólo dos eran,pero que vendidas á un usurero

de paso por l a al dea,con su precio p udo mantenerse é l

pueb lo en tero durante mucho t iempo .

E l mar no se ca lmaba ; la t empestad devastaba las

pob l acion es de la ribera y l os hombres no podían partir

hacíase imposib l e navegar y e l pescado fal taba . Desde e l

regreso de Neneta n o se hab ía visto el so l,n i hab ía son

reído la calma un so lo d ía,y el aspecto que presen taba

aquel la a ldea er a el más descon so lador : l os hombres ,.

sombríos y maci l en tos,enfl aquecidos por l as privaciones

permanecían sentados,s i l en ciosos

,á l as p uertas de sus

144 EL MANANTIAL

Desp ués de esta advertencia,l a t ierna Neneta refl exionó

largamen te por primera vez , y si n tió que e r a necesario

e l sacrificio de su vida . Tristemente con temp l aba á sus

madres l l orosas flacas v cal l adas como sombras,afl i gidas

por la miseria , mayor cada día . Aquel lo ven ció toda su

r esis ten cia á abandonar la ti erra .

Una tarde s e dirigió á la p laya y l l oró a sol as durante

m ucho tiempo . Luego enj ugó sus lágrimas,l l amó a la on

dina,la buena con sej era del dios

,y,l l é vame con tigo l e

d i jo simp l emente , ech ándose en sus brazos .

Duraban todav ía l as sun tuosas fiestas ordenadas por

Neptuno para cel ebrar e l regreso de s u hij a bien amada,

y los regocij os que s u v i sta provocaba en tre los s eres ma

r inos,y ya

,y a pesar de sus esfuerzos

,la tez de la n iña

v o l ví a a pa l idecer,v su rubia cabeza a i n cl i narse cua l una

flor que comenzara a marchi tarse . Su padre tuvo en tonces

el presentimiento de que pod ía morir s i no pon ía él el

remedio,v fué de nuevo á pedir con sej o y al ien to a l a

-ondina de la gruta de cri sta l . Recl amó el l a algún tiempo

para reflexionar, v después de muchos d ías de meditación

a pareció á la cabecera del soberano v le dij o

EL MANANTIAL 145

Neneta t ien e alma e i n tel igen cia,y por eso te ama v

te comprende . Sufre tus mismas cav i laciones, v eso l a

mata . Propón l e,pues

,div idir su existen cia en tre e l mar v

l a tierra v acep tará si n duda a lguna . Haz el sacrificio de

separarte de el la sei s meses anualmente ; s i n o , de otra

manera,las Parcas te separarán de el l a para s iempre .

An te ta l amenaza,el r ey no vaci l ó , manifes tando á l a

n iña su reso lución de repartir su amor y su presen cia con

l os padres de la aldea . Y una tarde,l a i nfan ta fue despe

dida en l os jardin es imperial es,no ya con pena sino con

a l egría,porque se estaba seguro

,esta vez

,de su regreso .

Con j úbi l o igua l fué recib ida en su pueb lo,adonde

l l egaba en l a época fij ada de an temano po r e l protoco lo

n ep tun iano : e l i n vierno,cuando los hombres vo l ví an de

l as grandes p escas en l o s paí ses fríos .

¡ Cuál no s erí a l a dicha de la amante criatura al en con

trar su a ldea tran sformada ! Habí a desaparecido de e l l a la

miseria ; pues , durante su ausen cia , l o s ban cos de sardin a

bacalao y atún,hab ían vuel to en can tidad . Y comprendió

,

conmovida, que todo er a obra de su padre , quien en cam

b io de s u sacrificio daba á l os que el l a amaba la ab un

dancia .

Ahora,los pescadores , abrigados y bien vestidos , r efu

giábanse en sus casas , rodeados de sus muj eres é hij os ,

146 EL MANANTIAL

descansando de sus fatigas,y desde al l í v e ían si n al arma

al mar entristecerse desencadenar se l as borrascas y rugir

las aguas . Sin al arma,si

,pues bi en sab ían que er a todo

aquel lo el refl ej o de l o que el dios sufrí a a l sen tirs e nue

vamente so l i tario,y que con la primavera , cuando la n iña

l e fuera devue l ta,cump l iendo e l pacto

,retornaría la calma

y en el océano r esur gi r ía la v ida .

Po r eso,cuando l l egó la hora de la partida de la bien

amada,nadie tampoco se en tris teció en la a ldea . Y en los

años suces ivos v ióse desarro l l ar en la p l aya una escen a

si empre igua l y s iempre tierna : después de bendecidas

como de costumbre las barcas p escadoras,l o s hombres

tomaban su rumbo en busca del pescado que er a su ri

queza,y alejában se cantando sus himnos a María , a l mis

mo tiempo que Neneta dejábase conducir dóci lmen te po r

l a s ondas matern al es a l rei no de su padre,donde v ivirí a

dichosa has ta el nuevo otoño .

Y mientras s e al ej aba l l egaban á l os o ídos de aquel ser

be l l í s imo,en una fusión de l iciosa , desde las grandes dis

tan cias,l as voces de l os p escadores de Bretaña en el Ave

Mar is Stel la,y desde el fondo de l mar

,desde l o más pr o

fundo y en cantos de b ien ven ida,las dul ces voces de las

sirenas del dios-rey,el cua l impacien temente la esp eraba .

148 EL MANANTIAL

er a más fuerte . Nubes en j iron es flotaban en e l ci elo y el

al ien to de l mar hacíase más frío … Apuren el paso,com

pañer os, nos hemos retardado mucho ; e l d ía s e va v esta

mos aún muy lej os d íjoles Martha .

La obscuridad En e l cie lo no hab ía ya n ubes ;

estaba un iformemen te gri s p lomizo y l as aguas,ennegr e

cidas . Levan tábanse en al tas cres tas las ondas,dej ando

en tre e l las profundos huecos .

No pen saban los n iños ya en Nen eta . Pensaban en e l

por qué de aque l repen tino cambio,de aquel l a agitación

que tan súbitamente reemp lazara á l a ca lma del momento

anterior . O lvidados del mar azul,del mar amigo

,del cie lo

l ímp ido,de la barca s erena

,y aunque el la estaba al l í

,

t uvieron miedo v corrieron tomados de la mano,huyendo

de aquel l a mar que para e l los no er a ya s ino la s in ies tra

devoradora de hombres fuertes ; la t umba de l os padres de

esos huérfanos que más tarde hospedaría en s u asi l o

Gracia Marn er .

¡Ya estaban contentos ! O lvidaban , como por en canto ,

el mar somb r ío para recordar de nuevo la p laya , la me

dusa,el cangrej o

,á Chi b i r í n y Neneta

,todo en una del iciosa

confusión .

EL MANANTIAL 149

Caminaban despacio ahora,después de tan l arga carrera

y l l egaban al l ímite de l a cal l e de árbo l es ab ierta en la

barranca,divisando desde a l l í l as primeras l uces encen

didas en s u vi l l a,que er a para el los

,has ta enton ces

,todo

s u mundo . Un pesado edifi cio l l eno de ventanas les cerraba

e l paso : l a es tación fl amante del ferrocarri l . Martha golpeó

las manos v la Es cuela se detuvo ; un tren se acercaba

Era el tren que pasaba para Buenos A i res y deb í a cru

zar se con el ó tr o que de a l l í ven ía . Los n iños con los oj os

fij os m i r ában lo Un s i lb ido mucho“

E l Manantial,E l Manan tia l a nunciado á voces

por l os emp leados,y e l convoy se detuvo . Nadie baj ó

,y

las p ersonas que esp eraban apr esur á r onse a sub ir . En tre

e l l as hal lábase un joven,cas i un n iño

,que iba á A l eman ia

,

su patria,a cump l ir e l s ervicio mi l itar . La madre

,v iuda

,

l loraba descon so ladamente prendida de su cuel l o,y s us

hermanas l loraban también esperando su turno para abra

zar lo . Fué preciso separars e ; el tren part ía .

Un toque de un y los n iños v ie

ron muy l ej os ya el pan uel o b lanco de l j oven con scripto

agitándose en el aire,diciendo adiós

,adiós

,á l o s suyos

que s e quedaban desol ados en el andén .

E l otro tren en traba ya como un mon struo j adean te,

si lbando y aul lando . E l monstruo se estremeció y quedó

1 50 EL MANANTIAL

q uieto ; E l E l Man antia l gri taron de nuevo

los guardas , abriéndose con fuerza las portezuel as . De un

c oche de segunda baj ó una muj er joven todav í a,l l evando

de la mano á sus dos hij i tos ; ó tr o mayor, como de nueve

anos,la seguía . La muj er miró al andén y l anzó un grito

cayendo con su s h ij os en los brazos de un hombre que los

hab ía reconocido y se abal anzaba hacia el l os . Er a un

hombre vigoroso,venido cuatro años antes de su pais

,

Ita l ia,en cal idad de inmigrante , que hab ía trabajado tres ,

c omo col ono de l cuñado de Marn er,y ahora

,dueño de un

pedazo de buena tierra trabaj aba en l o propio . ¡Con cuán ta

conmoción y con cuán ta ternura abrazaba aquel hombre

a la compañera de su vida , dej ada en su paí s y en la miseria

c on sus criaturas que eran en ton ces tan chicas !

La maestra señal ó á s us d iscíp ul os l a famil ia del co lono

q ue , después de haber sufrido tanto , s e reun ía para ser fel iz

e'

iba a l l enar una casa hasta en tonces vacía ; después , á la

ó tr a tan fel iz hasta en ton ces, que s e al ejaba de la estación

_

l lorando,t emerosa de l l egar á l a suya donde dej aba un

n egro hueco el p rimogén ito que se ausen taba , y dij o :

La vida tien e cambios bruscos como los que hemos

presen ciado en e l mar . De escenas semej an tes á estas dos,

sorpren didas tamb ién por nosotros,s e compone la v ida

S i aquel l a madre,entri stecida

,del hij o que se va

,lo pen

F IESTA PATRIA

Al estruendo de las bombas v al rep ique de las cam

panas,echadas a vuel o sal udando e l a lba del 25 de Mayo

,

hab ian despertado los n iños esa mañana,y horas más

tarde,de dos en dos y en l arga fi l a

,atravesaban las ca

l l es de E l Manan tia l por debajo de al tos arcos de fol laj e ,

l os cua l es ostentaban alegor ías y l eyendas .

Delan te de cada uno de el los se deten í an,y el a l umno

i ndicado por las maestras l eía esas leyendas en al ta voz .

As í sucesi vamen te iban tran smitiendo á sus compañeros

y a l p úbl ico l o que esos arcos n arraban

“E l 22 de Mayo de 1810 t ien e l ugar el Pronun ciamiento

de Buenos Ai res . La Asambl ea popul ar convocada el d ía

anterior recl ama un gobierno propio,que surj a de l p ue

EL MANANTIAL 153

b lo,quien reasume desde ese momento su soberan ía y

exige l a depos ició n del virrey Cisneros .

“ E l 23 de Mavo de 1810,en l a ú ltima hora de la tarde

,

una compañí a de Patricios,a l mando de Díaz Vél ez

,anun

cia á son de caj as que el poder del virrey hab í a caducado

y que e l Cabi ldo asumía e l mando supremo del v irrein ato

de l Río de la Plata .

E l 24 de Mayo de 1810 e l pueb lo rechaza la Jun ta

p rovis iona l que hab ía sido designada,porque no in ter

pr etaba sus asp i raciones , y obl iga l a renun cia de Cisn e

r os, que la pres id ía , y de l os demás miembros .

“E l 25 de Mayo de 1810 e l pueb lo estimul a v en cauza

la revol ución y exige e l nombramien to de una Jun ta que

lo represen te . Es ta Jun ta i n terpreta el esp iri tu de la r e

vo lución y marcha a l cumpl imien to de sus designios co n

imp lacab l e energía .

“Después d e la Semana de Mayo, la Jun ta , que hab í a

ten ido origen en la soberan ía popu lar,dió enérgicamente

los rumbos á la revol ución emancipadora argentina,que

no fué j amás abatida .

154 EL MANANTIAL

A l en trar en la p laza en con t r ár on la i n vadida por l a

mu ltitud, que les abría paso y los dej aba l l egar fácilmente

hasta una figura de la Repúb l ica l evantada en e l centro,

an te la cual los niños se descubrían y las niñas depon ían

ramos de flores .

Una hermosí sima corona de rosas y v io l etas b lancas

mezcladas al ce l es te miosót i s,y grandes cin tas con los

co lores ingleses,ofrenda de la fami li a Marner

,yací a al

pie , y otra i nmen sa , de hoj as de omb u cortadas de los ar

bol es del bosque veci no,y lazos con los co lores n aciona

l es,hab ía s ido depositada a l l í también por l os emp l eados

y obreros de las fábricas .

En medio de l si l en cio y el recog im ien to más comp leto,

comenzó la Escuel a á can tar :

Oí d, mor tales, el gr ito sagrado

¡Lib er tad , l ib er t ad , l ib er tad ! ”

Oí d e l r u i do de r ot as cadenas,Ved en tr ono á la nob le Igua l dad .

A estas palabras de l Himno Nacional,escrito por don

Vi cen te López y Plan es,miembro de la Asamb lea Con s

t i tuvente , y aprobado por ésta el 11 de Mayo de 1813,vi

b r a r on todos aquel l os corazones . Y e l coro hab ía crecido

enormemen te en sonoridad , porque e l pueb lo hab ía uni“

do su voz viri l á las voces i nfanti l es,cuando se en ton ó :

156 EL MANANTIAL

l o que debes ser, v s i n o no serás n ada . Y como el busto

del prócer quedara demasiado e l evado para al canzarl o

con sus brazos,Mar gar itaNar d i y Manuel a Á l varez l evan

taron á Li l i ta Val dés , preciosa criatura de sei s a nos , para

que colocara en s u soporte la genti l ofrenda .

E l p úb l ico, que hab ía i n vadido los j ardines y desde

al l í p resen ciaba lo que pasaba en el sal ón,an imaba la

escen a con sus ap l ausos y aclamaciones,los cual es s e aca

l iaron como por en can to para oi r l o que la maestra iba á

decir á sus dis cíp ul os,quien es ten í an ya fij os los oj os en

su rostro fino y elocuen te

Niños m íos,amen la patria y el patriot ismo . La u na

es la madre ; e l ó tr o ,es e l amor con que s e la rodea

,s e l a

defiende,s e la s irve

,se la ven era . Ambos son san to s .

Si para defenders e de una mala ten tación se t ien e

como escudo l a prop ia dign idad,tengan también la d ign i

dad de que os i n vi ste vuestro carácter de argen ti nos . Y esta

dign idad asume la soberan ía en l os momentos en que se

ej ercita excl usivamente ese carácter : en l a guerra como

soldados,en la paz como ciudadanos . T odo e l valor de

ustedes,mis tiernos compatriotas

,s e reclamará en e l pri

mer caso ; toda vues tra honradez y probidad , toda la con

sagr ación tranqui la de la obra diaria , de la i n iciativa úti l v

progres iva,en el s egundo .

EL MANANTIAL 157

“En nuestros grandes hombres ten emos dos tipos mar

cados de patrioti smo diferen te , igualmen te admirab l es

San Mart í n, que escapa un tanto a la ciudadan ía para ser

e l hombre-misión,y cump l e su dest ino grandioso en me

dio contin ente ; Belgrano , e l exponen te más el evado de l a

virtud cí vica,en quien l as g lorias mi l i tares t ien en siempre

la aureola de l ciudadano . El úno parece -imponer su fe

patriótica,el ó tr o en señarla . Son dos puntos l uminosos de

la historia y perman ecen en e l l a a manera de faros : San

Martí n nos i lumi n a e l camino de la Independen cia,Bel

grano el de l os sentimien tos que la en nob l ecen .

“Amen también,queridos m íos

,el Valor

,la Igualdad y

la Vol un tad .

El Valor es la reun ion de muchas energías qué ar r os

tran sin temblar los p el igros y la muerte : es una fuerza

mora l y una virtud : Virtud que s e debe enal tecer y cul t i

var,pues vigoriza todas nuestras empresas y nos hace

ap tos para los grandes servicios que puede reclamam os

en un momento dado,el paí s donde hemos n acido .

El Valor va un ido a l a Igua ldad,porque n ivel a y hace

igual es á los hombres . ¿ Quién en el momento del peli gro

toma en cuen ta l as diferencias de cuna,de posición ó de

fortun a “?“E l gaucho

,el hombre fuerte de n uestras campañas er a

158 EL MANANTIAL

bravo,por eso ha sido gra nde en su misión de auxi l iar in

di spen sab l e del progreso a l que ha dado l a v ida de su raza .

E l mismo,con su esfuerzo y va len tí a

,con su amor impe

tuoso por su tierra,ha desen vuel to el estado superior de

cu l tura,causa de su desaparición . Como ciertos i n sectos

,

ha preparado en una exi sten cia rudimentaria,una tumba

de la cual debería sal ir tran sformado en otro ser más con

forme con la época actua l .'

Y no crean ustedes que lo em

pequeñezco con tal comparación . En el en caden amiento

formidab l e y preci so d e las cosas de la n atural eza,todos

los seres deben ten er un valor abso l uto,semej an te por su

ind i spen sab i l idad , para su eterna armon ía .

“ Independientemen te de ese va lor primordia l v ien e el

val or rel ativo,que es y puede ser al t í s imo

,como corres

ponde á la escal a superior in te l igen te que se ha otorgado

á los humanos,i gual es siempre an te la inmutab l e j usticia

de Dios .

“A medida que nos acercamos á la i nfan cia , es decir, a l

punto de partida,la desigualdad que separa á l o s hom

bres d ismi n uye y debe di sminuir . Los n iños son los futu

r os so ldados de la paz y de la guerra , que se adiestran

para las luchas que deben sobrel l evar en cump l imiento

de sus desti n os,y por eso s e les debe dar armas igua l es .

Más tarde,ya en e l esfuerzo

,unos p ermanecerán s imp l es

1 60 EL MANANTIAL

c lando en s u entusi asmo , á l os nombres gloriosos l os de la

maestra v de l ord Marn er que l es enseñaban á vener ar los .

Pen etrados de l as palabras que aqué l l a pronun ciara

o rgan izaron todos sus j uegos,adaptándo los a i deas de ar

diente patriotismo ; y a l cabo de un rato— y después que

regresara de la cal l e,á donde hab ía sa l i do un momento

a ntes César Bel ena,trayendo un paquete que hab ía ido a

buscar l as gal erías del co l egio,que daban sobre e l par

q ue,v i ér onse convertidas en la Recova Viej a . En e l l a apa

r ecia una ti en da aten dida por varias n iñas , á la cual p e

n et r ó Fr en ch,en carnado en Joaqu í n Pizarro

,y p idió cin

t as blan cas y celestes,co l ores que l l evaran l os patricios en

sus un iformes desde l as i n vasion es in gl esas,tomó un

montó n de piezas v sal ió con el las para repartirl as como

divi sas de partido .

Jul io Marn er quiso hacerse conocer y gritó : “Yo soy

B er uti”

,co locando antes que todos el disti ntivo patrióti co

e n su sombrero,é imitándo lo hicieron otro tanto lo s Re

l ena,Kramer y otros muchachos de l os mayores

,que se

a presuraban a represen tar a todos l os hombres de la Jun ta :

Corn el io Saavedra,Juan José Castel l i

,Manue l Belgrano

,

M iguel Azcuenaga,Manue l A lberti

,Domingo Math eu

,Juan

Larrea , Juan José Paso y Mariano Moreno . Y entre e l l os,

r epresen tando a un veterano in vá l ido,Pierna de palo

,

EL MANANTIAL 161

s iempre so l emne v acompa sado,narraba las hazañas de

l os h ij os de Buenos A i res para rechazar las i n vasion es

inglesas,y la pér d ida de s u p ierna , que tuvo , s egún é l ,

l ugar en ton ces .

Mientras tan to,Fr en ch organ izaba la r eun i ó n del pue

b lo que iba in vadiendo e l j ard í n p laza de l a Victoria

a l que repartía aquel las ci n tas,y a l mismo tiempo apos

taba eu la esquin a grupos armados de t ij eras,con l as cua

—l es cortaban igual es di stin tivos,que eran en tregados a l os

patriotas,únicas personas á qui en es permi tí an penetrar

en aque l s it io ; otros grupos de n iñas ayudában los en l a

tarea y adornaban con esos disti nt ivos sus cabezas . Y así,

i n stan tán eamente se vió toda la reun ión popular con ci n

tas cel es tes v b lancas pendientes de l pecho odel sombrero_

Nora Days se sub ió a l rato en uno de l os ban cos de l

j ard ín,y por s i al guno no hubiera comprendido el sign i

ficado de aque l j uego sugeren te,a lta

,esbel ta

,s erena como

la musa de la Patria,exp l icó :

Una escen a semej an te á la que reproducimos en

es te momen to ten ía l ugar en es ta mi sma fecha en la p laza

de l a Victoria de l a ciudad de Buenos A ires el año 1810.

E l la dió origen a l os co lores de n uestra ban dera : l a Ban

dera Argen ti na que más tarde Belgrano enarboló e l pri

mero . Y ahora,compañeros , el señor Marn er

,nuestro

162 EL MANANTIAL

amigo,va a hacer desfi l ar ante nuestros ojos

,mediante

l as pel í cu l as de s u cin ematógrafo,epi sodios y figuras de

la época gl oriosa de la eman cipación .

Todos quedár onse aten tos é i nmóvi l es hasta ver apa

r ecer,moverse

,hab lar

,accionar

,desaparecer v vo l ver á

en trar á muchos de l o s personaj es del drama r evoluc10

nario y desarro l l ars e escen as del mismo drama con toda

l a vivacidad de la vida misma .

E l terrib l e cuadro de la ej ecuc i ón de Li n i ers,Con cha

v sus companeros en Cabeza del T igre .

E l ardien te Moreno,el ún ico que desde e l comienzo

diera todo su a l can ce á la revo l ución,y cuya muerte pre

matura en el mar fué la más grande pérdida de aquel los

t i empos .

La escen a en que Belgrano decide e l entusi asmo de los

patriotas j urando por su espada la deposi ción de Cisn eros.

La sesión en que los represen tan tes del pueb lo exigen

el nombramien to de la Junta .

Una reun ión de damas pá tr ici as para con venir en l os

medios con que auxi l iarían á l a Revo l ución .

Y de repen te,l os co l egial es,que

'

pr esenciában enaj enados

desde hacia l argo rato aquel glorioso desfi l e , si ntieron una

honda conmoción a l v er aparecer l a'

fi g ii r a venerada y fá

mi l iar de San Martí n conversando cº n un n iño como el los .

164 EL MANANTIAL

l e r ever decían e l alma,y con una sonrisa p r egun tó le otra

vez

¿, Y sus padres , qué dicen

Só lo tengo madre ; pero aprueba mi conducta aun

cuando no ha ten ido e l valor de ven ir á ofrecerme el l a

misma .

¿, Qué edad ti en e usted

Catorce años .

San Martí n l l amó .

Que i ncorporen á este bravo— expresó pon ien do

sobre el hombro del muchacho su fuerte y larga mano

al Regimien to de Granaderos .

El n iño s e al ej ó detrás del ayudan te,con l as mej i l l as

en cendidas de p lacer , prometiendo an tes a San Martí n

traerl e el con sen timi en to es crito de su madre .

“Poco tiempo después se abrí a l a marcha estratégica

que permitió atravesar los Andes , desorien tando y aba

t i endo a l enemigo,y San Marti n reun ía s us tropas en la

cuesta de Chacabuco para in ici arse con un triu nfo digno

del gen io mi li tar de l gran guerrero .

“A l l i,cuando Necochea

,l l evan do la necesidad de la v ie

toria,que acababa de exponer O'

Higgin s con su arroj o

temerario y ren coroso,cargaba denodadamen te

,s e v ió en

uno de los primeros escuadrones la figura i nfan ti l del

EL MANANTIAL 165

n iño (León Gal í ndez se l lamaba), cuya fi sonomía expresa

ba su animoso entusiasmo,su i n domab le val en t ía .

Su voz t imbrada er a lamás al ta para e l gri to de guerrade en tonces en nuestras cabal ler ías

,cuando hacían tem

blar el sue lo con l os cascos de l os corce les y lo ar r o l laban

todo

¡ Viva la Patria !

¡ Viva la Patria !

Hubo un momento de confusmn . La carga,el ch o

que con el enemigo desorgan izaron l as fi las . Necochea

hacía o í r s u voz como un cl arín y enroj ecí a su sab l e en e l

combate . León procuraba acer cár sele atraí do por ese va

l or domin ador v bri l l an te ; quería estar á su lado , cae r

con él,sa l varlo s i podía .

Y esto ú l timo sucedió . La lanza de un españo l iba a

atravesarlo cuando sé vo lv ia para mirar de fren te la v1c

toria . E l n iño paró e l go l pe,pero no pudo resisti r al vete

rano enemigo que se lan zó contra é l .

“A l gunas horas después del triunfo,y tomadas las dis

posiciones necesarias para hacerl o del todo fruct ífero,San

Martí n v is itaba á l o s heridos que hab ían sido recogidos .

166 EL MANANTIAL

Entre el los r econocw a l n iño que l e hab ía s ido tan

s impático,y,conmovido

,puso su mano f irme en su

fren te cal en turi en ta . E l ti erno herido son rió melancó

l icamen te .

“En ese momento aparecía Necocheaque vis i taba tam

bién á los heridos de su regimien to . No l e hab ían pasado

desapercibidos e l val or,la heroica actitud de León duran

t e e l combate ; mas sus deber es y responsabi l idades de jefe

le impidieron socorrerl o .

Señor Gen eral,á este j oven debo l a v ida dij o con

su franca impetuosidad , v contó ráp idamente l a escena .

San Martin lo acarició en tern ecido

Me hab ía hecho,desde que lo vi

,la impr esión de un

val ien te . Su mal n o será grave — repuso,procurando im

_ponerse de su verdadero es tado . .

“E l s emb lan te p ál ido y demacrado del n iño se an imó ,

r espondiendo con una voz desvanecida

No,Gen eral ; voy amorir . Morirí a conten to por la

patria que sonrí e s i no t uviera madre . No la o l viden ;

no o l viden que e l l a me donó a v no ten ía otra

.cosa .

No pudo con tinuar . Hizo ademán de extender sus dos

m anos á l os j efes y cayó sobre la tosca mochi l a que le ser“

v ía de almohada .

ANOTAC IONES DE MARTH A

En la Es cuel a se recordaba aver que se han cumpl i

do los tres meses de la partida de laspa tr on a s de Chibi r in ;

asi l l aman los a lumnos a m i s ia Rosario Ramirez y á su

hij a María . ¿, Quién hubiera previsto aquel l a tarde que co

nocí á esa señora,debati én dose con e l buen diab lo popu

l ar cuya orej a atenazaban s us dedos , hasta dónde sen ti rí a

yo su ausen cia y tomaria parte en sus penas ? … Debemos

convencernos : el corazón es e l gran conquistador, y misi a

Rosario— un a pó lvor a como se cal ifica asi misma— es todo

corazón . Hab iase hecho ú l t imamen te amiga indispen sabl e

de mi abuel a,a quien su reumatismo crón ico impide cá

minar . Hac ía le compan ia , con ver sába le con su graciosa

verbos idad,la ayudaba en

'

sus eternos tej idos que desde

tiempo inmemorial regal a e l l a a los pobres .

—¡ Cuán tos pun tos sen ci l los ó compl icados , al tr icot ó

EL MANANTIAL 169

a l cr ochet,en seda , en lana , en h i lo ó algodón , v en l o s

cua les se combina toda la esca la de col ores , conoce , tej e

é i n venta mi adorab l e abuela! ¡ Parece in cre íb l e que ese

movimien to débi l e'

igual de s us manos enfermas haya

fabricado cientos de esas pequeñas y boni tas cosas b lan

cas,cel estes o co lor de rosa , bl andas v tibias , que han dado

ca lor á tan tos recién nacidos ! Las madres pobres apenas

s i tien en e l t iempo de amamantar á sus h ij i tos , y yo en

cuen tr o que , en es tas buenas obras , tan ta importancia tien e

e l don en s i mismo , cuan to su co lor, cuan to l a punti l l a

v l a ci nta con que se l es adorna ; pues debe ser un gran

p l acer para una de esas madres,vestir con coqueteríaa l

t iern o ser que en tra a l a vida . Misia Rosario só l o se en

tendía en los p un tos más sen ci l los , pero iba l igero que

er a un primor

Maria me es cara po r su sufrimien to resignado y si

lencioso,s u dulzura angel ica l

,s u mistici smo si ncero que

cualquiera tomaría po r una preparación á l a muerte ; j us

tamen te l as mismas cosas por que la quiere Chib i r in . Su

madre ignora que está irremediabl emen te perdida ; cree

una anemia grave,susceptib l e de curar

,lo que es

,i ndu

dab lemen te,una tuberculosis en e l período ál gido . La en

ferma no se engaña,e l la

,no : va decayendo le n tamente y

conoce su Habían ven ido,madre é hij a

,á El

170 EL MANANTIAL

Manan tia l a pasar una temporada con un primo mil itar :

éste acaba de irse a San Luis por ob l igacion es de l servicio .

A Marí a l e eran contrarias l as proximidades del mar,y

han dej ado el las tamb ién la vi l l a . Son muv pobres,pero

muy del icadas ; s erí a difí ci l ir en su auxi l io ; poseen por

todo bien,una cas ita en Buenos Ai res po r l os barrios del

Sud que l es pertenece a medias , pesando sobre el la una

hipoteca mal s ervida . Se sostien en con los dul ces exqui

s i tos fabricados por misia Rosario . E sta sufre i nmen sa

mente,al verse impotente para dar á su hij a las comodi

dades n ecesarias,y sobre todo para l l evarl a a cl imas

Yo las acompañé á la estación,y María

,desde

e l coch e y ya con el tren en movimiento,enteramente

arropada en un paño lón tej ido por mi abuela , con una

sonrisa y una mirada de una profunda mel anco l ia,sacó

fuera su mano diáfana,pál ida como de cera

,y apretó la

¡ Oh ! ¡ Aquel mudo adiós , aquel l a mirada an siosa de

unos oj os que no vo l veré á

¡ Qué gran p lacer he ten ido hov ! Nos hemos recon

ci l iado con Gracia Már ner . Hal l ábame esta

mañana en el parque de la escuela so l itaria— hov es

fiesta—y de pron to s ien to que alguien está detrás de m i .

Me vuel vo y me encuentro fren te á frente con s u figura

e l egante . Hace frio,y Gracia l l eva su pal etó de p ie les ; su

172 EL MANANTIAL

para aproximarse más á m i,pregúntame de n uevo : yo

º

Usted no,Gracia . Yo formo

,educo

, gu io a E l en a , á Nora

y a esas tan tas otras ; l es tran smito mis ideas , mis senti

mientos,mi moral toda en tera . E l l as me escuchan

,me

aman y me s iguen,reconocen en m i una autoridad

,son

mis discípu las porque soy su maestra . En cambio,para

usted soy la profesora que in struye y tran smite l o que sab e

no l o que sien te y p ien sa . Fuera de l momen to de la l ección

cesan toda mi autoridad e'

i nfl uencia cerca de usted,y con

t inuamos s ien do dos señoritas perfectamen te igual es .

A medida que hab lo e l l a pal idece,pestañea muy

l igero,muér dese l os labios : es el combate que

S úbitamen te,y cuando creia que el mal estaba vencido

pues s u vo l untad se in cl in a al b ien,s in duda al guna

,esa

vo lun tad aban dona e l campo,y el la me pregun ta de nuevo

rechazando el tema que la en tern ecia : Qué l eí a A m i

vez repito mi respuesta — Un l ibro fáci l de en tender hasta

por los m ás simp l es de la escuel a y que usted , tan i n te

l igen te , no entendería sin embargo— En el acto toma e l

ai r eci to impertin ente,adop tado por el l a cuando se si en te

tocada y dice E l otro d ía eran … sus di scípu los

qui énes no eran capaces de entender lo que vo en tien do ;

ahora soy yo quién no entiendo lo que sus

discíp ulos . Tran qui l amente r epl ico z— El otro día

,dice

EL MANANTIAL 173

usted,Gracia . ¿, Sabe que desde aquel d ía han pasado ya

tres meses“? E l tiempo es muy veloz aunque no traiga cam

bios en nosotros

—En cuan to a mi l ibro,no puede ser comprendido por

quien es como usted só l o se sien ten conmovidos po r l as

grandes cosas h ermosas,bri l l an tes

,heroicas de l a vida ;

jamás por sus m iserias,sus humi l laciones

,sus dolores

ocul tos s in con suelo . En mi l ibro figura sól o pobre gente

de l a raza de Ch ib i r ín,Loren zo

,Piern a de palo … Dos de

s us escenas pasan en la helada Siberia ; la patria de esos

ciudadanos que asoman sus finas cabecitas cerca de su

¿ Se da cuen ta , Gracia , de todo lo que cuesta n la s

p iel es que l l eva usted en cima ? — Ingenuamente me con

tes ta muy l igero : — Son un rega lo de gross-mamá ( el l as

nombran en ingl és á sus abue los): E l ena las t iene igual es

y cuestan fran cos Yo l e digo dul cemen te :—Mucho

más cuestan,Gracia . Cuestan las vigi l ias

,la sal ud

,los d ías

y las noches y hasta la m isma'

v ida de muchos hombres .

No b ien digo esto,tengo l a dicha de ver que 3sus ojos se

abren mucho,cua l s i por el los en traran

,ago lpadas

,ideas

n uevas que nacieran en su mente por vez primera,y de

o írl e decir con su frase entrecortada,como cuando se va

pensando a medida que se hab laz si …

l a v ida de los hombres que las van á cazar á las gran

174 EL MANANTIAL

des entre los las la obs

Los p escadores de Is l andia de la tierra firme .

Y al deci r esto, por una asociación de ideas , l levase

l a mano a s u orej a derecha,toma la pe r l a que bri l l a a l l í

,

semejan te a una gota de rocío congelado en un péta l o de

fl or,y quédase inmóvi l mirándome . Yo me sonrí o

,muevo

la cabeza acompasadamente para an imarla á contin uar

p en sando, v al rato , y en el mismo tono conti n úa , ten ien do

siempre tomada en tre sus dedos la per la z— Esto tien e

también e l va lor de las vidas que la vida de los

pobres buzos que la van á buscar hasta l as profundidades

donde vive —Yo quiero atrapar e l buen momento

para guiar la po r el camino ún ico que n eces i ta an dar para

su perfeccionamien to,el de las p ena l idades

,e l de la amar

gura y e l s ufrimiento,e l de los esfuerzos de una humani

dad que aun e l la ignora,pongo ante sus oj os e l Dolor

des nudo . Luego emp i ezo á mostrarl e los mi l es de criaturas

que fabrican su luj o …

—Umgran s i l en cio nos rodea,só lo i nterrumpido por el

ronquido de la mar dormida, que nos l l ega desde l ej os o

el estr emecim iento de a lguna rama si n hojas . Nuestros

corazones l aten apresurados ; mis ojos deben de estar bri

l lan tes y húmedos como los suyos . Es una escen a decis iva

cuvo desen lace espero con Al cabo de un largo

1 76 EL MANANTIAL

Nl i obra está fundada . La Escuela la comprende la

a coge y la ¡Anda , marcha ; marcha l en tamente

pero segura a tu fi n, pequeña gran obra de amor y de so l i

da r idad ! Son l os n iños quien es te conducen con toda l a

candidez de su propósito . Es Martha quien l os empu ja

para poner en práctica sus l ecciones . Una especi e de aso

ciació n de ayuda mutua,sos tenida por nuestro so l o esfuer

zo,de ayuda mora l y material

,eso es el l a . Como bas e de

s ocorro,mis suel dos de la clase esp ecia l de las grandes ” .

Cada cual desp ués con tribuirá con l o que pueda ; cada

cual conso lará un do lor,socorrerá una miseria

,a l iviará un

¡ Todos j untos y un idos con la ayuda de Dios !

X I I I

INTERMED IO

Una tarde muy l inda de un domingo de j u l io,Martha

con Gracia y E l ena su prima Sarah,s u hermano Jul io y

Marian i to,bien abrigados

,pues hacía frío

,hal lábanse

sen tados descan san do después de una l arga cam inata,en

l a grada de l adri l l os que sosten í a e l viej o brocal de un

viej o pozo e l cua l hab ía,s eguramen te

,provis to de agua en

remotos tiempos a los primeros pob ladores de aquel l u

gar,y concl u ía

,ai s lado

,su vida en un rincón del agreste

sendero de Los Cardos,abrazado por una yedra que se

compadecía de tan to o l vido .

Dónde fij a Mar tha tan pers is ten temen te su mirada“?

pr egun tó le Sarah , l l amándo la sen ci l l amente por su nom

b r e de pi la .

Otro tan to hací an todos en s u casa donde la j oven

178 EL MANANTIAL

maes tra er a tratada como un miembro muy querido de la

fami l ia,y de quien decía el s eñor Marn er

,su admirador :

Martha es mi hija menor y mi vi ej o amigo

Miro aquel l a habitación abandonada—respond i ó i n

dicando un ran cho en ruinas . Nada más s ugerente , s iem

pre,que la contemp lación de una casa desmantel ada y cc

r r ada . Sin embargo,en otra parte

,una habi tación as í no

in sp ira ideas tan tristes como en nuestro pa í s . En los demás,

se ve s imp lemente la acción del tiempo que ha modificado ,

más ó menos suavemente,la s ituación de la fami l ia ó de

las personas que la habitan . Entre nosotros el abandono

de un rancho,ta l vez por lo mismo que no es tá hecho

para sopor tar l argos años,da en el acto una idea de do lor»

de amargura,de desamparo

,de p ersecución y de tragedia .

La voz taper a ,que no se en cuen tra en el diccionario de l a

lengua,sign ifica algo más que choza ó casa en abandono

y ruina . Es una amp l ia palabra do l ien te,que s e l amenta v

tien e una gran melan co l ía .

Quedár on se todos pensativos , sorprendidos por aque

l la Interrumpió el s i l en cio la voz de E l en a

anunciando º

— A l l í vi en e Nora ; y la hij a del l ord mi l lonario , l a

amiga í n tima de la h ij a de l más pobre de l os emp leados

de su padre,corrió a al ca nzarl a…

180 EL MANANTIAL

Y Martha pregun tó vi vamente,l evan tándose y no pen

sando sino en ir en su ayuda :

¿, Queda muy lej os s u habitación

Nadie lo sab ia,mas uno de l os muchachos grandes de

Los Cardos,muy paquete v muy civi l izado ya , que acertó

a pasar,los tran qui l izó . Efecti vamen te

,l a madre de Lo

renzo hab ía sufrido la r eagr avación de una antigua enfer

medad al corazón,aun que por fortuna en con tr ábase me

jor y l evantada desde la v í sp era . En vi sta de ta l n oticia

Martha desistió de su empeño,dej ando para otro d ía y

otras horas más tempranas su vis ita,ten iendo en cuen ta la

dis tan cia,que

,segú n e l muchacho

,era de vein ticin co cua

dras po r l o menos .

La al egría,espantada por la mala nueva , vo l vió a rei

nar en tre e l los reanudándose la

Mientras Ju l io ten í a la pa labra al rededor siempre de l

tema de actual idad,la obra de la Escuela y la próxima

fiesta en preparación,se oyó in esperadamente , una voz

que l es produj o una l eve conmoción,o l vidados como es

taban en ese momento del s it io en que se en contraban .

Martha,riendo

,l es dij o

Es e l pozo quien nos

Y al darse v uel ta todos para mirar a ese viej o impor

tuno,percibieron una can tidad de cabezas de n iños con

EL MANANTIAL 181“

l os dien tes descubiertos por la risa,apareciendo por el

l ado opuesto,y cuyos cuerpos quedaban tapados po r e l

broca l en e l cua l pr end íanse sus manos . Aquel l os pi l lue

los hab ían real izado la i n vasión si n ser s en tidos . An tes de

dar tiempo á l os chasqueados tan s iquiera de una exc la

mación , la figuri ta retorcida y grotesca de l gracioso Pedrin

sa l tó sobre é l haciendo mo r isquetas y visaj es .

¡ Ah , buen diab lo ! cuándo no hab ías de ser t ú e l ca

pi tanejo de toda Bájate de ahí que te puedes

caer o r denó le Gracia con afectuosa autoridad,y sm es

perar obedien cia acercó el l a también su l inda cara a l pozo

y gr i tó le en l a boca , la cua l l e env ió su hel ado a l ien to .

— Se diría que aqu í hay más de una me responde

dos veces,dij o la n iña sorprendida . Miró un segundo á

Martha para con su ltarla,y l uego r epi ti ó su grito . Su h erma

na l a imitó,también la imitaron Dora y Jul io

,Sarah y Ma

r ian i to . Y un idos a los primeros invasores,formaron si n

pen sarl o una rueda v ivien te a l rededor de l viej o ahando

nado,que debió de sen tirse sofocado por aquel l a mul

ti lud de voces adol escentes e i nfan ti l es .

Martha apartó á Jul io y ocupó su puesto ; l o s demás ,

obedien tes a ese resp eto sen tido por la j oven , que era ya

en e l l os un in sti n to,l evantaron su fren te y esperaron con

interés e l son ido de su voz repercutiendo a l lá den tro . .

1 82 EL MANANTIAL

A … E … O . . U … pronunc i o e l l a — y las cin co voca

l es brotaron de su gargan ta,melodiosas como la escal a

musi ca l ; puras , n í tidas como el son ido de una copa de

crista l . N í t idas,puras

,cristal inas

,s e las devo l v ió súb ita

mente é l eco .

Han de saber ustedes que e l son ido se refl ej a como

l a l uz dij o la j oven,que nunca dej aba si n exp l icar á sus

n iños cuánto p udiera in struirlos ó i n teresarl es ; el eco

e s e l son ido que , cuando en cuentra obstácu los , vuel ve a l

o ído,l l egando hasta é l s egún la distan cia a que aqué l s e

en cuen tra . Hay ecos que repiten no ya dos sí labas,como

este pobre decrépi to,s i no hasta quince . Muchas veces su

cede que un obstácu lo desp ierta otros ecos en otros ob s

táculos . Y muchas veces dos torres,dos p icos de montaña

s ituados fren te á frente,devuélvense contin uamente la

misma sí laba,cual una l uz peren n e que se refl ej ara en un

c rista l . Esos ecos suenan más preciosos cuando son las

vel as de un buque en al ta mar las que devue lven los son i

d os que l l egan hasta e l l as …

¡ A cuán tas l eyendas ha dado vida ta l fenómeno , que

los i gnorantes atribuyen a causas sobrenatura l es ! En tre

otras,los griegos ten ían la siguien te

,art í sti ca y original

como todo lo que ese pueb lo refinado v l l eno de imagina

c ión i nventaba : Una n infa deidad fabulosa de las aguas,

X IV

L A O B R A

Hac1a l argo tiempo que Martha l es hab laba . Y el los,

l os n iños los miembros novel es de la Asociación nacida

apenas,con una gravedad de neófi tos v de con ven cidos ,

sorprendidos un poco de represen tar un papel tan impor

tan te,escuchaban la dul ce voz conductora .

Hab íales reve lado va s u p rograma de fiesta á beneficio

de la Caj a común,cuando en tró Carl os Kr ámer

,hombr e

s erio a quien poco importaban esas cosas . L l egaba muy

retardado,y con su aire correcto v frío fué á ocupar su

si t io acostumbrado ; pero habiendo notado que ten ía

po r vecinos á algunos n iños del As i l o , m i r ó los primero

con cierto menosprecio,r et i r óse después un poco para no

rozarlos,y más tarde

,s in ti éndose ta l vez in comodado po r

esa veci ndad,r eso lv ióse á cambiar de as ien to

,e l igiendo

EL MANANTIAL 185

uno entre las mel l izas Arminda y Adal gisa y e l h ermano

de éstas,s u ún ico amigo .

Martha,á quien no habian escapado la acti tud del mu

chacho v e l signo de aprobación de las mel l izas,prosiguió

as í su l ecció n : “Nuestra obra,pues

,t iene un grande ob

j e to,ampl io

,úti l

,generoso : aprender a practicar e l b ien

sin esfuerzo v como una necesidad . Practicar también l a

sol idaridad,l a un ión

,el amor recí proco .

Los huérfanos de l As i l o con ti nuó,dando á su pal a

bra una i n ten ción especia l y marcada — formarán parte

de nuestra asociación,pues su cal idad de asi lados no l es

qui ta derechos ; varían simp lemente l as ci rcun stan cias d e

su v ida . En n ingún caso deben sen tirse deprimidos n i

avergon zados porque pese sobre e l l os la más gran de de

l as desgracias : l a aus encia de sus padres en la vida , ya

sea por l a muerte,ya po r el abandono .

” A l l l egar aquí,y

clavando sobre el grupo de Kramer y ' l as mel l izas una

mirada acerada que los n iños n o conocían de su s oj os ,

dando á s u tono una indignación que rara vez usaba,aña

d ió : Só lo un ser perverso puede demostrar hosti l idades ,

avers ión ó menosprecio por un n iño huérfano,que quiere

decir desamparado, que quiere decir no haber sen tido y

estar condenado a no sen ti r j amás l as,caricias de l a ma

d r e, l os cuidados de l padre … Cosas só l o po r l a s cua l es

186 EL MANANTIAL

merecería la pena de haber La orfandad es s iem

pre una desven tura,n iños m íos ; j amás una deshonra . Y

recuerden estas palabras conmovidas de su maestra,crean

ci egamen te en el l as : nadie tien e el derecho de con denar á

quien es l e han dado e l s er n i en el p resen te n i en e l pa

sado . Dígan se s iempre conmigo,que una madre que priva

a s u h ij o de si misma,es pocas veces cu lpab l e para con é l

y es siempre desgraci ada . Po r otra parte,un hombre val e

v debe val er po r si mismo y no es respon sab l e sin o de

sus prop ios actos . ¡ Pobres huérfanos ! E l l os no tien en ca

r icias no ti enen fami li a , no ti en en hogar .

Amparemos,acariciemos

,protej amos

,defendamos á

los n uestros . Que el los encuentren en nosotros la fami l ia

que l es fal ta,su hogar en nuestro hogar . Inspi r émonos

para e l l o en la divin a Piedad .

La ayuda mutua es un deber ; un hermoso deber en no

b lecedo r . Nosotros vamos á ej ercitarl a , no ahacer dádivas

n i a recibirlas . Para real izar l a empresa , cada uno contri

huirá con l o que pueda , que será de igual valor . E l din ero

de l os unos será reemp lazado de un modo equival en te

con la di l igencia de l os ó tr os . Y los mismos favorecidos

habrán con tr ibu ido á su prop io bien estar .

Así,por ej emp lo : s i Gracia Marner

,l a n iña rica

,da su

o r o,Nora Days

,la n iña pobre

,dará su en señanza á l os

188 EL MANANTIAL

debe dign ificars e,l l eván do lo desde el aseo fí s ico hasta el

aseo mora l .

Mi deber es acon sej arl es la economía,el ahorro . ¡ Pe

ro,por Dios

,n iños mios

,que no salgan nunca ustedes

s ino escol tados por la gen erosidad ! La economía,el aho

rro,que tien en po r fi n el orden , po r base l a previs ión ,

s ean en buen a hora con ustedes . Mas,cuando no tien en

otro obj eto y otro fmque guardar,encerrar

,acumular

,l o

rechazo de ustedes con repul sión,como un repti l r epug

nan te y pel igroso,al que ,

s i tuviera forma,ap lastarí a ba

j o mi pie .

'

La gen erosidad es una virtud exquisita ; n o se es gen e

roso con un a lma mezquina . Sean,pues

,ustedes genero

sos,no s e priven del i nmen so p l acer de dar . Den

,den

,n i

ños s iempre : e l du l ce,e l j uguete

,la sonri sa , e l tiempo .

Y sean amab les dando : séan lo s iempre , séan lo con to

dos igua lmen te .

No puedo o l vidar el efecto que me han hecho siempre

ciertas personas,que dicen muy tranqui lamente : “Yo sov

tan seca si éndo lo realmen te de una manera i n to l erab l e ,

pero so lamente hasta e l momento en que ven entrar á al

guien que ocup e una alta posición . En ton ces no l o son ,y

só lo entonces recuerdan que la sequedad es fa l ta de corte

s ia,de educación y muchas veces de bondad . ¡ Y hay nada

EL MANANTIAL 189

más humi l lante que ese cambio de fi sonomía y de acti tud

para quien l o e jecuta !

Extendamos nuestra protecc ion hasta los an ima les

esos seres sen sib l es como nosotros,aun cuando lo s ean

menos . Todo lo que á nosotros n os agi ta,ag i talos también

á e l l os . Les escapan ún icamen te las ideas abs tractas ; ta l

vez por eso no progresan po r sí mismos . Su i n te l igen cia

debe de ser , me parece , de l mismo género que l a nuestra ,

con menores medios para desarrol lars e . Me imagino,pen

sando en el lo s,una l uz den tro de una sub stan cia opaca .

I l uminará ap enas,no es verdad ? Pongamos l a misma l uz

en una en vol tura tran sparente y bri l l ará desde l ej os . Esa

es,a mi j u icio

,l a d iferen cia en tre su i n tel igen cia y la

nuestra .

“Nuestro amor,n uestra protección

,deben ir tamb ien

hasta l as p lan tas y los árbo l es , que son también seres sen

s ib les,á quien es ahora l l ega a r econocér seles i n te l igen cia

y vol un tad . E l amor a los árbo les es un indicio de cu l tura

de esp í ri tu y de e l evación moral .“ Seguramente que son aún más benéfi cos de lo que s e

les supone,a pesar de conocerse ya su in fl uen cia sobre la

frecuencia de las l l uvias,l o s v ien tos

,e l c l ima

,la higien e

atmosférica .

“Un árbo l es un compañero para quien sabe_sen t i r y

190 EL MANANTIAL

p en sar,un gran amigo . Debe existir

,en el Monasterio de

San Carlos de San ta Fe e l pi n o á cuva sombra s e sen tó

San Martí n después del combate de San Lorenzo ¡ Cuán

tos pensami en tos l o agitarían en esas horas de grato des

canso bien ganado !“

Seamos pruden tes en n uestra acei on . Pero tengamos

en cuen ta que l a pruden cia no debe ser una cal idad s iem

pre al erta para acon sej am os la i n acción,y á veces la fuga .

E l l a ha s ido creada p ara evitar temeridades in úti l es , co

sas arriesgadas sin obj eto,indiscr ecion es

,j uicios i n segu

ros ó precipitados . Si la prudencia fuera l o que se cree

genera lmente,confundiéndo la con la t imidez

,no estarí a

descubierta la América,no se conocerían nunca las regio

nes heladas del Po lo,no se hubiera navegado

,no s e do

minarí a va e l espacio con los aparatos de aer ostación y

de aviación que se en sayan .

La prudencia es una guía,no un impedimento

,para

marchar y conducirse en la v ida .

Tampoco la discreción es la cal idad que hace cal lar

cuando se debe hab lar,para evitar un error ó un j uicio

temerario,n i es la reserva . Muchas veces l a dis creción

está en hab lar . Una palabra á t i empo sal va de muchas

cosas ; un si l en cio i n tempestivo , ese s i l en cio que se guar

da po r el temor de comprometers e”

,es p el igroso

,odioso

192 EL MANANTIAL

¿,Y no creen ustedes que el los muy bien podrían d iscul

parse,y con mucha más razón que nosotros

,con un vo

sov asi cuando se l es castiga porque han mordido ?

“ Las maestras de grado,que tan to nos ayudan

,y tan

con tra ídas son,ten drán en n uestra empresa la participa

ción que l e s corresponde , y á que t ienen derecho , v incu

l adas cua l están a todos n uestros esfuerzos y anhe l os . Son

también como yo las más grandes,y han obten i do igua l

cariño con s u competencia y con sagración .

Mucho rato después,de habers e retirado los al umnos

,

sal ió Martha á la gal erí a exterior que comunicaba con s u

casa .

Buenas tardes,s eñorita Martha d i jo le desd e l ej os ,

Anton io,e l j ardin ero

,á quien e l l a quer í a y estimaba v

con sideraba un arti s ta en su género .

Cómo le va,viej o —con testó le cordialmen te , dando

unos pasos para ap r oximá r se le y descubrir l a p lanta que

deb ía haber,seguramente

,baj o l a campana de crista l

,y en

la maceta de barro que l l evaba en sus manos .

Es una desconocida para m i,aunque de la clase de

los cactos,señorita

,r espond ió le el j ardinero una vez que

l e hubo mostrado la p l an ta,carnosa

,cubierta de espi nas

EL MANANTIAL 193

como un erizo . He vi sto su fl or que es esp l éndida . Blanca ,

l u strosa,parece he cha de nácar

,y de su cen tro cuelga como

una borla de o r o .

¿.No será la fl or de l bai l e ” ? A s í l l aman vu lgarmen te

á un ca c to,cuva fl or sól o dura una noche .

Ta l vez— con tes tó e l viej o : me la traj o uno de los

muchachos de l col egio,Lorenzo Igl esia s

, que sue l e ob

sequia r me con ej emp lares raros de p l an tas si l vestres .

Planta si l vestre es el también . E l pobre debe de es tar deses

per ado ,en estos momentos

,l l orando á su madre . …

¿, Cómo ? exclamó Martha in te r r ump iéndo le .

¿,NO lo sabí a usted , s eñori ta ? La madre , tan pobre ,

tan l l en a de h ij os pequeños,ha muerto ayer rep enti na

men te . Yo acabo de saberl o po r el cartero .

Ylar tha enmudeció y quedó pen sativa,y e l j ardinero

pudo ver cómo camb iaba su fisonomía,desapareciendo de

el la su de l i ciosa expresión de serenidad,cómo brotaban

lágrimas de sus oj os,v se fij aba en el laotra expresión de

pena y descon ten to .

¡ Pobres criaturas desamparadas ! ¿, Y vo , yo ,su ma

d r e espiri tual he podido no acudir en s u auxil io , deten ida

por el obstácu lo de vein tici nco cuadras ? … ¿,Yo ,conoci en do

su s itua c ión,he podido dejar para más tarde mi v isi ta

,he

privado á esa muj er de l supremo con suel o de o í rme p r o

194 EL MANANTIAL

meterl e amparar á sus h ij o s ? murmuró para si misma ;

desp ués,l evan tando la cabeza

,dij o al j ardin ero en tono

breve : Don An ton io,hágame el favor de ped i r en la

car r ocer ía de A l ej o,el br eac! más Y usted ar r ó

pes e b ien que es tarde , hace frío v vamos l ej os .

196 EL MANANTIAL

De pronto,y va muy cerca

,oyó decir á su compañero

con la voz ron ca y tembl orosa po r l os anos :“A l l á van ; ya

s e l a l l evan ”

,vi éndo lo a l mismo tiempo descubrirs e

,cru

zar las manos sob r e …su go r r a y cerrar los oj os como cuan

do se reza . Só lo en ton ces divisó e l la e l t r istisimo,afl i

gen te con voy de aquel la madre que s e i ba a l Campo San to

dej ando desva l idas á las criaturas de sus entrañas .

Inmóvi l p resen ciaba Martha desde l ej os la proces i ón

que se a lejaba en tre las n ieb las de esa tarde . No es taba

muy concurrido aquel en tierro de una muj er que só lo co

noció e l do lor ; que só lo do lor dejaba . E l carro desvenci

j ado de un vecino,t irado por un cabal lo

,con ése andar

p ecu l iar de l os an imal es man cos,conducía

,barquinazo

aqu í,barquinazo al l á

,el ataúd de pino

,forrado precipita

damente en coco negro para vestirl o de l uto . E l dueño del

veh í cu lo,si n duda por respeto á la muerte

,i ba a p ie á su

l ado,l l evando a l cabal lo del cabestro . Detrás caminaban

l os acompañan tes : Lorenzo,arrastrando incon s cien te

mente una rama desnuda,y s u perro Pampa . E l ci e l o l lo

raba sobre e l drama desgarrador ; dejaba caer todas s us

l ágrimas,que se fi l traban en la t ierra é iban a ferti l izar las

raí ces . Y asi anduvieron hasta desaparecer detrás de los

esquel etos de los árbol es .

“Descan sa en.

paz , desgraciada muj er . Nuestra Obra

EL MANANTIAL 197”

adopta á tus hij os , quien es desde hoy en tran en el la como

en una gran fami l ia ”

,dij o menta lmente en ese i n s tan te la

j oven,despidiendo á aque l la desaparecida cuya en vo l tura

morta l n o conociera .

Con mano segura abr io la puerta de la hab i tacmn y en

e l d in tel esperó un momen to a que sus ojos se acostum

b r a r an á l a obscuridad que la en vo l ví a . Su mirada si n tió

se atra ída po r la l uz amari l l en ta de una vela de sebo que

se con sum ía a l umbrando una estampa pol icroma del Sa l

vador . Luego,poco a poco

,fueron descubriendo la cama

donde hab ía reposado cuaren ta años l a muerta que aca

baba de dejarla,una mesa muy vi ej a

,tres ban cos

,utensi

l io s rotos y despar ejos de mesa y de cocin a y dos cam i tas

toscas,fabri cadas por Loren zo con tab l as viejas y troncos

de álamos .

En una de el las descubrió a un chiqui to de dos años,

durmiendo con esa cel estia l tranqui l idad que conservan

l os n iños en e l sueño , en s u ignorancia de la vida v de la

muerte,y a otros dos, de cuatro y seis , en un rincón , acu

r r ucados,pues sen t ían frío . Sus caritas parecía n petrifica

das por e l asombro de l o que hab ía pasado an te sus oj os,

y por la sen sación de abandono que sent ían , s i n darse b ien

cuenta del po r qué . La mavor,n iña ya de n ueve años , .

sen tada en un banqui to,l l oraba si l enciosamente .

EL MANANTIAL

Martha fué a e l la antes que á los demás ; fué á la que

n ecesitaba ser con solada,porque comprend ía . Y fué á e l la

c on l os labios l l enos de pal abras dul ces,l l en os de prome

sas reconfortan tes . D esp ués acari ció á l os ó tr os,abrigando

sus cue r peci tos con su propia m anta,mien tras An ton io

en cendía la l umbre de l hogar .

Entre el l o s,como una hermana mayor que l es l l egara

de muy l ej os,para acompañarlos en las horas amargas ;

e n l as horas difi ci les,esperó largo ti empo el regreso de

!

Lorenzo … Mas tran scurrieron muchas horas s in que e l

n iño apareci era .

habrá sucedido a l pobre chico dij o en voz

a l ta,aun que p ara si

,mirando en su rel oj marcadas l as

d iez . La más grande la oyó y dij o simp l emen t e , como

qui en advierte al go muy natural,y con su voz herida por

la pena : Loren zo s e ha de hab er quedado a l l á con el la .

Un rato más tarde,conven cida de que e l n iño no vol

verí a esa noche,Martha cargó en sus brazos a l más pe

q ueno , tomó de l a mano á uno de l os otros , y precedida

de la n iña que guiaba a l tercer hermanito,sal ió d i r igién

dose hacia d onde e l carruaj e se en con traba .

Anton io apagó la l umbre,cerrando l a puerta con l l ave

la que entregó a l a j oven . Ya no l l ov í a ; un fr ío tran qui l o

p enetraba los cuerpos v hel aba l os campos . La l una mi

X VI

LA F IESTA

E l festival s e desenvol via en un ambien te de a l egría y

entus iasmo desbordan tes,pues todos l l evaban en e l cora

zón l a a l ta idea que l o provocaba .

Además de los atractivo s extraordinarios del programa

de la sati sfacció n de s entirs e un idos en la gran obra común ,

hab ía otra razón poderosa para estar conten tos : el s eñor

Marner cump l í a ese d ía s eten ta años .

Nadie que l o hubiera vi sto pres idiendo la reun ion, jo

vial,sonrien te

,al egre como los n iños , con los oj os bri l l an

tes,l os dien tes sanos

,la figura erguida

,la fren te n obi l í s ima

,

la voz vibran te,magn ifico ej emp lar de una raza fuerte v

viri l,y del hombre de bien que recoge en s u ocaso la cose

cha de l o que ha s embrado , l e h abría dado más de sesen ta .

La fies ta ten í a l ugar en e l parque de l col egio,en una

tarde admirab l e,bajo un cie l o cl aro y un so l radian te .

EL MANANTIAL 201

En l a gal ería hab iase improvisado un escenario en e l

cual r epr esen tá r onse comedias , r eci tár onse fábulas , se ex

pusieron cuadros p l ást icos,s e pronun ciaron di scursos .

Joaqu í n Pizarro d istinguióse por su e locuencia , Pedrin por

su gracia l l ena de candorosa picardía y,cosa rara

,la hij a

de un agricul tor, modesta criatura crecida en e l campo y

en e l ai s lamien to,se revel ó una arti s ta sorprenden te en la

comedia compuesta por Martha para la circun stan cia . Cle

mencia Montes l lamábase la muchacha á quien se colmó

de ap lausos y ovaciones .

Una vez terminado e l espectácul o,e l numer osí simo

p úbl ico en con tró n uevas d ivers iones v atracti vos en e l

mismo parque .

Sarah,con otras compañeras , atendía una mercerí a im

pr ovisada ,donde se vendían m i l obras de mano hechas

por l as n i nas en la escuela : vest idos,delan ta l es

,b lusas

,

carpetas y otros obj etos ú ti l es y boni tos cuyo precio m í n i

mo permit ía adquirirlos á las obreras y o tras muj eres d e

pocos medios,del veci ndario . En l ugar preferen te

,atra í a la

aten ción e l esp léndido l ote de tej idos enviado por l a abue

la de Martha .

Más l ej os un gran paraguas defendía de l so l las l i ndas

acuarelas de E l ena Má r ner : cartu l in as,postal es

,cuadri tos

,

que los obreros se disputaban para adornar sus casas . 30

202 EL MANANTIAL

centavos la más cara avi saba un cartel col gado del para

guas,obra preciosa que compró e l abue lo .

A l frente,ab r íase otra t ienda y a el l a acud ía e l públ ico

menudo,como abejas a l azúcar

,permaneciendo a l l í mu

cho rato . E r a ésta una gran jugueter ia vigi l ada por Nora

y cuatro de l as a l umnas más grandes,las que hací an

funcionar an te los ojazos des lumbrados , l os teatros , co

ches,ferrocarri l es

,automóvi les y todo j uguete que tuviera

cuerda ; y l lorar á los bebés y hab lar á las muñecas y só

nar á l os ¡ Ah ! cómo sab ía Nora manej ar aquel l as

cosas y embel esar á los ch icos !

En una carp in terí a,a cuyo frente se en con traba Pierna

de pa lo y e l hij o de Nardi,podia proveerse quien qui siera

de todo lo necesario en ese ramo,fabricado por l os mis

mos muchachos : mesas,bancos

,armarios pequeños

,rep i

sas,cunas

, ¡ Y cuán tas cosas más !

Los Be len a y el Vasco figuraban ser l os empresarios

de u n circo,en e l cual s e exhib ían ej ercicios variados

,ej e

cutados por los a l umnos más adelan tados de la cl ase de

gimnasia,y animales adiestrados . El perro de César hacía

maravi l las,s in que por eso desmer ecier an e l canario de

Horacio , l a tortuga de Rufino n i el ratón b lanco de Maria

n ito .

¿, Y qué habría al l i , entre u n bosqueci l l o de arbustos de

204 EL MANANTIAL

t ía . E l dosel amari l l o y b l an co techaba n ada menos que un

r estaur an t servido por Sarah ,Margarita v otras compañeras

de col egio,en tre las cual es figuraba Amal ia

,la maestra de

losmás ch iquitos , l l amada por Martha , fresca rosa . Vestían

todas el l as,según la l i n da costumbre ingl esa

,traj e b lan co

,

desde el bot ín hasta la diminuta cofia semejan te á una ma

riposa asen tada sobre sus cabel los . E l fondo ab ierto de la

e l egan te techumbre p ermit í a ver una cocin a a l aire l ibre ,

l l en a de cacerolas re l ucien tes donde herv í an,á la vi sta de

l os con sumidores,manj ares exquisi tos ; esos p l atos a la

m inuta preferidos si empre por e l púb l ico . A l l í s e moví a

Martha,vestida también de b lan co

,con enorme delanta l v

un gorro de marmitó n i ncl i nado con gracia in im itab le sobre

la orej a derecha,en medio de un ej ército de ayudan tes ex

per imen tados en sei s meses de en señanza práctica . Pr e

cio fijo : 20 cen tavos e l p l ato l efase en un carte l cl avado

en e l árbol más próximo .

Pron to l a concurrencia i n vadió e l l ocal,renovándose

cont inuamente en aquel estab l ecimien to modelo y econó

mico,hasta el pun to de necesi tarse aumen tar el personal

p ues el existen te,á pesar de sus esfuerzos , no daba abasto .

La an imación de la fiesta er a indescriptib l e ; la dicha

de los padres,el j úbi l o de l os h ij os no ten ian l ímite . ¡ Y

qué corto l es pareció el d ía !

EL MANANTIAL 205

A l o scurecer,s e i l uminó el j ardí n como por en can to ,

y el señor Marn er dió la s eñal de la partida . Apenas

a cababa de ofrecer el brazo á su esposa y caminado

dos pasos en dirección á la puerta de sal ida,escucha

ron se voces l ej anas . A l oi r las, la con curren cia se de

tuvo al p un to para mirar con ojos en can tados la escena

de cuento de hadas que á l o l ej os apar ecía : una l arga

proces ión de niños pr o longábase en l a amp l ia aven ida

cen tral,y se aproximaba cantando . Las niñas ten í an en sus

manos una guirnalda que un ía á la Es cuela en una cadena

de fl ores ; de flores de l bosque p l an tado por el l ord en su

j uven tud,sobre e l p lan te l de an tiguos árbo l es que en ese

paraj e en con trara . Los varones l evantaban en las suyas an

torchas en cendidas,y a l frente iba l a maestra . Avanzando

un ida,con paso cadencioso y siempre cantando , la Escue la

detúvose ante e l anciano , i n cl i n ándos e en una reveren cia .

Quiso e l generoso señor hab l ar y no pudo ; le abogaba

l a emoción . Pero su pueb l o que lo rodeaba , el pueb lo de

sus obreros agradecidos,por él formados , comprendió

l o que l es decía si n pal abras , y espon táneamente , no

necesi tando con ven irl o de an temano,formo se tambi én

en orden y marchó detrá s de sus hij os , quien es con

s us flores,sus cantos y sus antorchas iban á acompañarl o

hasta l as puertas de su hogar .

XV I I

I N T E R M E D I O

Un j ueves,los al umnos

,reun idos como de costumbre

en la sal a de las estre l l as,esperaban á la maestra

,admira

dos de su tardanza .

Todos guardaban compostura,mas no s i l en cio ; mira

ban el techo de crista l en el cua l parecía n bri l l ar l os as

tros,cambiando

,a l mismo tiempo

,j u icios y Opiniones

en tre si,ó respondiendo a l as pregun tas i nocentes de los

p equeños de l os grados inferiores .

—Uno de los mayores,sobre todo de l os más adel an ta

dos,bien podría darnos una l ección de astronomía mien

tras no vien e la señori ta Martha,

— propuso Pedri n,e l per

sonaje de todas las travesura s v todas l as in iciativas .

T iene razón Pedrin ; de esa manera no nos abu r r i r e

mos, respondieron l os demás m i ran do a Nora .

E sta movió la cabeza en seña l de asen timien to,y en e l

208 EL MANANTIAL

l a famil ia Pescar do,s eguramente

,i n s i

n uar on al gunos mal i ciosamente .

A pesar de l t iroteo que con tin uaba cruzán dose de un

ban co á ó tr o,Kramer

,impertérrito

,prosegu í a su s exp l i ca

c iones,muv bien dadas por o tra parte , s in que un múscu lo

d e s u cara se contraj ese . Y á su al rededor l as voces cr e

c í an,subí an

,la agitación se hacía mayor

,y el barul lo se

a grandaba hasta en sordecer,por el ruido pro ducido por

los menores con p ies y manos,ún ico medio de que dispo

n ian para hacerse oir . Aunque todo ese estrép ito confun

día las voces,Pedrin gritó tanfuerte que la s uya sobre

pasó a todas,con siguiendo hacer atender esta obser

v ación .

— Hemos pedido un compañero y Kramer no lo será

n un ca de nosotros .

¡ Es demasiado importante ! , rep l icó Gracia , ha

c i endo un moh í n que remedaba perfectamente a l mu

chacho detestado .

La carcaj ada que provocó su ocurren cia fué el go lpe

mortal para e l a l umno ton to á quien no se l e ocurrí a

a prender,j un to con l a geografí a y la gramática , que en la

vida no basta ser in str u ido,y que para hacer eficaz e l sá

b er se deb ía ser como Joaqu ín Pizarro , igualmen te ade

lan tado en su s es tudios v no obstante modesto , comedido ,

EL MANANTIAL 209

expan s ivo,gen eroso

,val ien te ; ú n ica manera de hacer to

l erab l e la superioridad .

Puesto á votación el caso,l a asamb l ea d ispon íase , uná

n imemen te,a nombrar por aclamación á Joaquí n

,cuando

fueron sorprendidos por Gracia,l a cual

,ade lan tán dose

con aire v maneras de extraord inaria humi ldad á los han

cos de l os e l ectores,comenzó á mendigar votos en s u fá

vo r,s egún creí a haber o ído decir que lo hacen a lgunas

ladys en Inglaterra . ¿, Fué su encan to irres is tib l e , su be

l leza bri l l an te,s u expresión pi caresca y d ivertida ? … Todo

eso fué, s in duda , l o que sedu jo a l o s n iños á dar encan ta

dos sus sufragios á la menos popu lar de sus con disci

p ulas .

S ó lo a l verse Gracia en aquel la s a l turas,dom inando

la asambl ea,comprendió toda la importancia que esos

actos tien en,en la emoción que la para l izaba un poco— ¡ á

el la que nada la impon í a ! Y para en trar en posesión de

si misma necesi tó mirar aNora y á su hermana . Sus son

ri sas le i n sp iraron con fianza,reso lv iéndose en ton ces á de

cir a lgo de l o que á el l a l e hab ían en señado .

Duraba hac ía muy poco ti empo su discurso y ya deb io

l a n iña i n terrumpirse : Martha l legaba . A su vis ta,las risas

iban de n uevo a es ta l lar, las manos y los ojos seña lában le

ya a l a Mas esas expans iones se con tuvieron que

210 EL MANANTIAL

dándose todos sobrecogidos,tal er a la tris teza de su ex

presión,ta l l a evidencia de que hab í a den tro de el la un

gran pesar . Y en medio de un si l en cio imponen te,Gracia

bajó,s i l en ciosa y ser ía también

,las gradas de la tribun a

de la maestra,dej ándo l e s u puesto .

Los discíp ul os,que al verla entrar se hab ían l evantado

sen tár on se de nuevo,maquinalmen te

,por la fuerza de la

costumbre ; un largo rato p ermaneció el la si n pronunciar

palabra . Después l es dij o con voz entristecida,tan to como

su fi sonomía :

Niños,póngan se de pie : ha muerto Chib i r in .

¡Ha muerto Chibirí n ! , exclamaron los que la escu

chaban,en un a exp losión de profunda pena .

Y al punto su imaginación infanti l l es mostró a l n iño

pál ido,r ígido y frío .

E l l a vo l vi ó á decir

Hemos conocido á un Ch ib i r ín en quien hasta s us

propios defectos n os parecían una gracia ; l e hemos que

rido,disculpado

,s en tido

,extrañado ; ha estudiado , j ugado

con nosotros ; ha mezclado su v ida con la nuestra . Sin

embargo,no hemos s ido capaces de adivinar

,n inguno

, que

é l er a en tre todos e l más grande . Que en ese cuerpecito feo

y mal hecho moraba un alma tan admirab l e y tan vasta

que en tre mi l l ones de a lmas no se encontrarí a otra seme

XVI I I

C H I B I R I N

Ch ibi r in no conoció a sus padres . La señora de Ram í

rez misia Rosario,l o encon tró vagando , hambrien to , por

los a l rededores del Mercado Viej o , y compadecida , lo

l l evó á su casa con la i n tención de en tregarl o a la po l ic ía

á fi n de que ésta averiguara su procedencia,y si eso no

daba resu l tado fuera co locado en un asi l o de beneficen cia …

Pero su hi ja Mar ía se empeñó en manten erlo cerca de

e l las,una vez que las pesquisas

,avisos y demás di l igen cias.

hechas con el obj eto de conocer el p aradero de sus mayo

r es,no dieron resu l tado .

E l n iño ten í a cuatro años,poco más ó menos

,un tipo

gracioso y una v ivacidad extraordinaria,aunque er a s i l en

cioso y reservado . Cuando se l e pregun tó su nombre di jo

l lamarse Chib i r in .

EL MANANTIAL 213

Misia Rosario,v iuda de un emp leado muerto muy jo

ven,se sosten ía el la y su hij a con su sol o trabajo

,pues

ésta se hal laba ob l igada po r su en fermedad á la in acción .

Desde que pudo en tender e l s en tido de l as palabras

comprendió Chib i r in toda la pena con ten ida en l as de la

madre,á quien o ía murmurar con tinuamente en la cocina

,.

donde la hij a no l a o ía y m ien tras preparaba l as substan

cias para forta l ecerl a ó los dul ces que fabricaba para la

ven ta . Pen sar que tan tas personas van y v ien en , pasean ,

cambian de paí ses con la faci l idad con que yo voy á la

ig les ia,y que

,si n embargo

,á m i es imposib l e l l evar á m i

hij a á respirar á la montaña para sa l varl e la vida !

En es ta idea Chibi r in creció . A pesar de su i nd i fer encia

aparen te y de l as j ustas rab ietas de misia Rosario,l levaba

laten te en su i n terior,al l í donde e l ojo no l l ega s iempre

para con aque l las dos muj eres que lo hab í an amparado ,

una grati tud i nmensa .

La l ucha por la vida se impon ía á l a señora de un.

modo cruel . Sus dulces v su s costuras n o al canzaban á

mantenerlas y pagar l os tón icos,remedios

,médicos que

e l estado de l a enferma reclamaban,la que se extingu í a

l en tamente con sumida por una ti s i s pu lmonar .

Todos los esfuerzos eran pocos ; l os recursos comenza

ban a fal tar en aquel l a casa azo tada po r la desgracia .

2 14 EL MANANTIAL

Una noche Marí a tuvo un vómito de sangre y desde

entonces no pudo l evantarse . No obstan te,al entaba á su

madre,

ocu l tándo le sus sufrimientos . Só lo Ch ibi r i n,

s iempre mudo . er a e l con fiden te de sus do lores,de la

horrib l e con goj a que la oprim ía pen sando en el dolor

supremo que fatalmen te deb ía dar al ser que más

quer ía en este mundo con su muerte,que todo su amor no

podría evitar . Y se la recomendaba , y le daba con sej os é

i n struccion es,los cua les aquel n iño de expresión ind i fe

rente parecía desatender .

Chi bi r in no l l egó un dí a á l a hora acostumbrada y mi

sia Rosario esper ábalo impacien te é i ndignada , pues e l

dinero que hab í a ido á cobrar por remuneración de las

costuras,se n ecesi taba para comprar á la en ferma cosas

urgen tes . Por fi n,pasadas las ocho de la noche

,en medio

de una l l uvia torren cial,se apareció el muchacho todo

empapado con un diario baj o el brazo y ese aire de nada

me importa”,que tanto exasper aba á la senora , la cua l s i n

esperar exp l icación,le t iró de l as orej as , cosa que no lo

sorprenderí a ciertamente . Chib i r in la dejó hacer,v si n

despegar los l abios l e en tregó e l dinero v se fué á dormir .

E l chiqui l i n roncaba hacía tiempo,cuando si n tió nue

vamente la mano b landa de su señora posar se sobre é l

para despertarl o,oyéndola deci r

216 EL MANANTIAL

Misia Rosario miró en adelante al diabl i l lo como á uno

de esos personaj es importan tes de la s casas á quien es s e

con su l ta y con quien es s e l l ega á tener in timas con fi den

cias : l e comunicaba sus angustias y zozobras,su s esp eran

zas é i l us ion es ; que también las ten ia esa madre dolorosa

l os d ías de menor fatiga O mejor co lor de su ido l atrada

hij a .

Mar ía tamb i én camb io de maneras con e l n iño conver

tido en sos tén de un hogar que iba cayén dose en ruinas,

concl uyéndose con e l l a . An teriormente,hab ía usado para

con él u n tono protector,ahora par ecía más bien buscar

ayuda protectora en é l,y l e man ifes taba

,como a un ma

yor , mi l pequenos deseos con ten idos hasta enton ces , dada

la imposib i l idad en que se ha l l aba su madre de sati sfacer

los : Chibi r in,quis iera unos dul ces ; Ch ib i r i n ,

me gustan

l as flores ; Chib i r in ,desearía subscr ibi rme á l a bib l ioteca Ri

vadav ia la subs cripción men sua l cues ta al l í só lo cin cuenta

cen tavos . Y Chib i r in,s in deponer su ca lma

,t r a ía le a l

vo l ver los dul ces,l as fl ores

,e l l ibro … De esta sol i citud

cal l ada y con stante nació en la enferma l a idea de l l a

marl o,riendo

,

“padre Idea tierna,digna del a lma del i

cada de aquel la criatura,que moría dej ando en pos de si

só lo dulzura .

Otra gran preocupac i ón aumen taba los desvelos de

EL MANANTIAL 217

misia Rosario,preocupac ion refl ej ada en el n iño a quien

el l a se la comuni caba : l a hipoteca de su casi ta,húmeda

,

fea,obscura

,pero a l fi n suya . E l h ipotecan te e r a uno de

esos hombres,tan abundantes por desgracia , cuyo corazón

s e empedern ece a l con tacto del d in ero,y á quien n i la s

s úp l icas de l a señora,n i e l conocimien to de su si tuación

v del estado de su hij a hab ían con seguido ap lacar . La pro

pietar ia , imposib i l i tada de pagar las amortizaciones—sobre

las cuales acumulában se l o s in tereses,estaba amenazada

de s er expu l s ada de aque l la casa,ú nico techo baj o e l cua l

no se hub ieran en con trado el l as en tre extraños . ¡ Ah ! con

qué terror esperaba e l d ía de l desal oj o l a pobre senora ,

viéndose ya con s u hij a moribunda yendo a ocupar un

cuarto en algún inqui l ina to, del que ta l vez serí a rechaza

da,dada la cl ase de enfermedad de la j oven !

Poco tiempo después de haber Ch ib i r in tomado su

oficio,hab í a en contrado

,a l regresar á su casa á la ancia

na l lorando desconso ladamente en la cocin a y sen t ídose

sobrecogido como nunca an te ese cuadro de do lor . No

obstan te,cal l ado

,oyó todo lo que le con tó , y cal lado se h i

zo cargo de la del icada comis ión que l e en comendaba .

La pobre madre,notificada nuevamen te por el h ipote

cante,neces i taba en tregarl e an tes de l fi n de mes tr escien

tos pesos,s in l os cua l es deberí a n abandonar la habitación .

218 EL MANANTIAL

Casi de rodi l l as l e hab í a sup l icado,pero in úti lmente ; e l

usurero querí a aprovechar la ocasión de vender la casi ta

a un buen comprador que se l e ofrecía .

Todo esto con tóselo so l lozando,a l mismo tiempo que

l e en tregaba unas cuantas a lhaj as,rel i quia s que con serva

r a como recuerdo de fami l ia primero,después con la va

ga esperanza de servirse de el las para l l evar á Maria a l

campo en l a primavera : el rel oj de su marido , un meda

l lón donde en cerraba s u retrato y sus cabel l os,el vas ito

de p lata usado en su infan cia por su niña,un braza l ete de

su madre,su ani l lo de —con e l en cargo de l le

varl as á otro usurero c on quien hab ían dej ado el trato a

medio cerrar esa misma tarde .

Seguido por las recomendaciones de no perder e l di

n ero que deb ía el hombre en tregarl e en pago,repetidas

po r la señora desde su cama , sal ió Chib i r i n á l a cal l e en

l a madrugada de l d ía s igui en te .

Durante el largo trayecto,desde su casa de la cal l e

de Ch i l e hasta La Pren sa ” donde se dirigía para pro

veerse de sus diarios,en aquel ser reservado v s ingular

,en

lugar de desvanecerse,s e iba grabando

,como en una p la

ca fotográfica expuesta a los rayos de l so l , la escena tristi

s ima de la noche an terior . No pod ía quitar de sus ojos un

in stan te a misia Rosario tal como la en con trara , s entada

220 EL MANANTIAL

El Otro lo m iró fij amente para conocer sus i n ten cion es

y una vez s eguro de su candor,sonrió con risa cí n ica

,i n

compren sib l e para quien esperaba su respuesta,y le expl i

có la existen cia de gran des agencias donde se faci l i tan

unos pape les que aseguran una can tidad fuerte de din ero

mediante una mín ima suma en caso de sob r even i r á quien

los adquiere al gún acciden te que lo imposib i l i te para el

trabajo . Ch ib ir in,n iño a l fi n y cua l e l los impres ionab l e

,

só lo v ió en lo que s e l e con taba un medio de adquirir los

fondos apetecidos,y como cOn nadie lo con su l tara , n adie

pudo ev i tar le caer en la trampa que dos miserab l es l e

tendían .

E l l os le en tregaron un pape l impreso,con muchos se

l l os y muchas rúbricas,asegurándol e que l e otorgaban un

documento que sat i sfacía sus deseos . E l p obre n iño guar

dó cu idadosamente e l papel con que s e le es tafaba .

En esas combinaciones habia pasado para Chibi r in el

t iempo si n regresar á su casa duran te dos d ías , y mien

tras tanto Mar í a,a quien sobrevin iera un nuevo vómito de

sangre,moria suavemente

,dej ando s in do lores l a vida en

la cual hab ía sufrido,pronunciando para su madre estas

pa labras :

Adorada madre m ía,no t e a l l á resp iraré

mejor . No te abandono ; s iempre estaré en esp í ritu contigo .

EL MANANTIAL 221

Acércate a Martha No condenes á Chibi r in

po r no haber vuel to Pron to l o hará,es toy segura

,v en

ton ces te lo exp l icará todo … No l o dudes,mamá ; Ch ib i r in

no es capaz de una i nfidel idad para con nosotros . Por al

go l o he l l amado padre a lguna vez .

Chib i r in adquirió l a fal sa pó l iza con esta idea que ha

b ía madurado en s u cerebro : º S i yo me romp iera una

pierna ó las dos p iernas,mien tras estuviera ej ecutando al

gún trabajo,en el que cosas semej an tes pueden acon tecer,

en e l acto se me pagaría e l din ero á que tendría derecho

en ta l caso . Y con una prontitud propia de sus diez años

la adoptó,reso l viendo real izarla .

S in embargo,l e costaba decidirse . No vol ver a correr

p en saba . No vo l ver nun ca después a vagabundear con

los compañeros,n i a sal tar sobre las rocas en la p laya , n i

á treparse á los ár bo les en el Tampoco ir á la

montaña,ahora que podrá hacerlo la n iña Maria… Es te

recuerdo de la j oven enferma,como si lo impul sara á un

deber sagrado que l o ob l igara a l sacrificio de su prop io

ser, abo l ió en su alma todo aque l lo que é l no fuera , y de

s u memoria toda otra cosa extraña a quien es lo motivaban .

Quiso primero en trar de fogonero en e l ferrocarri l

as í l l amaba á los chicos en cargados de a lcanzar e l carbón

á los verdaderos foguistas v en el acto se dirigió a la es

222 EL MANANTIAL

tación del Retiro,donde pres en c i ó la en trada v sal ida con

t inuada de los l argos con voyes de tren es,l as maniobras

de l as máquinas , l a ida y ven ida de l os pasaj eros , l as ó r

denes de los empl eados,la corrida de los cargadores .

Pero e l p en samien to a que obedecía vi n iendo hasta a l lí»

que e r a el de poner su pierna sobre el rie l para que la l o

comoto r a l a destrozara,una vez admitido como emp l eado

para poderlo comprobar más tarde, lo A l

v er avan zar e l monstruo aquel l leno de fuego,tuvo miedo

el pobre n iño ; se dij o que el dol or que produ jeran sus

rueda s d ebia ser atroz,irresis tib l e

,y huyó lej os .

Empezó en tonces para él el período de l as vaci l acion es

esas horas de horrib l e angustia que preceden al sacrificio

s in las cual es és te ten drí a menos valor y po r l as cua les

pasó también e l Cristo . Largo tiempo l uchó con su prop ia

repu l s ión . Po r fi n,s e ofreció como peón ayudan te para

una obra en construcción en la Aven ida de Mayo,donde

po r recien tes huel gas se car ecía del suficien te personal .

E l capataz,viéndo lo tan despej ado y serio

,inmed ia

tamente lo tomó . Todav ía l uchó ; l uchó muchas horas

todavía , en ese su muti smo tan caracterí s ti co . ¡ Le parecí a

tan grande la al tura mirada desde arriba ! Y se apoderó de

é l n uevamente un terror que no podí a vencer, po r e l

momento en que se est r el lar ía con tra l as p iedras . No pen

224 EL MANANTIAL

su ciencia y sus esfuerzos para con servar esa preciosa v ida .

Todo fué en vano,Chib i r in estaba h erido en la médul a

esp ina l ; nadie podí a sa l varlo .

Mas se con siguió suprim ir su s dol ores . Por el s en ti

mien to de admiració n miseri cordiosa que i n sp iraba á

quien es lo rodeaban,se convino en engañarl o

,conven

ciéndolo de que el din ero gan ado tan heroicamente b al lá

base va en poder de su señora . Y aquel l as horas de su

exi stencia,que no sospechab a serí an las ú l timas

,fueron

para él las más a l egres,las más p l ácidas

,las más fel ices .

Las vecinas de misiaRosario con gran asombro,v ie

r on la sa l ir de su casa una mañana,á los pocos dí as de la

muerte de su hij a,vestida

,no cOn su traj e de l uto recien te ,

s ino con l os vestidos que acostumbraba l l evar an tes de su

desgracia,acompañada de un j oven

,con quien subió á un

carruaj e que arrancó á una orden dada por éste .

E l carruaj e atravesó,ve loz

,las cal l es populosas v fué

á detenerse delante de la puerta del hosp ita l Raw son . A l l í

baj ó l a señora, por quien parecí an haber pasado muchos

años , que demostraba en ese i n stan te además de dolor,

agitació n é impacien cia,y guiada por el j oven

,a través de

corredores y patios , l l egó á la sal a n úmero 4 , donde ambos

en traron .

EL MANANTIAL 225

¡ Hijo de mi a lma ! — exclamó en un grito arran cado

de l as en trañas , l a señora , desde la p uerta , extendiendo sus

brazos temb lo r osos hacia e l lecho del sub l ime n iño , e l que

desde l ej os le son rió,l evantando un poco la cabeza para

verl a l l egar,y que a e l la pareció tran sfigurado . Caminó

hasta é l,se l e acercó como a una cosa san ta y besó su mano

con devoción . Luego empezó á mentirl e :

S i v iera s qué mejor es tá María ! Ya s e l evanta v creo

que hasta ha aumentado en peso . Era lo que necesitaba la

pobrecita,buenos médicos y verme tranqui l a . Ahora

,todo

l o ten emos gracias a ti,su padre según e l la te l l ama

,mi

hij o querido . ¡ Si supieras cuán to te extrañábamos ! Sab ía

mos que só lo algo extraordinario podí a habert e a l ej ado de

nosotros ; jamás hemos dudado de ti , Ch i b i r in de mi cora

zón . S i ; só lo algo muy extraordinario pod ía al ej arte de tu

viej a amiga rep itió la señora en quien e l l lan to desbo r

daba .

A estas úl timas pal abras,prueba para é l i rrefutab l e de

que el las,l o ún ico que ten ía en e l mundo

,no hab ían du

dado de é l,y que parecí an responder á la pregun ta que se

h iciera a si mismo una infinidad de veces desde que no

vol v iera á la casa ; pal abras que di sipaban el temor de que ,

aunque más no fuera que po r un minuto , l o hubieran te

nido por l adrón,la cara de l enfermo se i l uminó como s i

to

n

o03

EL MANANTIAL

detrás de sus ojos hubiera es tado escondida una l l ama ex

tendió después s u mano con un gesto de supremo descan so

dej ándola caer en tre las manos de su señora .

Muy largo rato con tin uaron en esa actitud ; divi na comu

nion de sus almas senci l l as . Los demás,á la di stan cia

,

guardando s i len cio,miraban la es cen a l l enos de respeto .

Misia Rosario dij o de n uevo,con servando la mano de l

niño entre las s uyas

No podí a haber duda ; só lo una razón semejan te , ra

zón que pensando en e l l a creemos soñar , podía , hij o m ío

pri varnos de tu presencia . Pero ya es tamos reunidos , y»en cuan to te l o p ermi tanl os médicos

,te l l evaré en carruaj e

á nues tra cas ita,l ibertada por t i de l poder del mal hombre .

Iremos más tarde a l campo ; cuando l l egue la buen a esta

ción tib ia,que tanto ayudará á tu con val ecen cia y á la

de Maria . Del campo pasaremos á la montaña . Verás qué

fel ices vamos á s er ahora,l ibres de preocupacion es .

E l enfermo se sonrió con beati tud y man ifestó en l a in

ten sidad de su expres ió n un deseo : p erdía fuerzas y costa

bale hab lar . La señora,ven ciendo su congoj a en una adi

v inación de lo que Ch ibi r i n pensaba,r epi tióle como si lo

a r r ul lar a :

S i, hij o de mi a lma

,i remos

'

los tres a l campo …

Enton ces é l,al obten er l a con firmación de esa promesa ,

X IX

ANOTAC IONES DE MARTHA

No está a l egre E l Manan tial,y menos Martha toda

v ía . No ; mi corazón matern o está angustiado ; desde hace

poco tiempo hay en é l dos huecos hondos . Es que le fa i

tan dos de sus n iños … Más lás tima me i n spira Lorenzo

que Chib i r in . E ste n o y duerme . En cambio,LO

renzo,e l extraño hij o de la natural eza

,vaga erran te y des

amparado . Juzgase dispen sado de asi sti r á la escuela . ¿,Pá

r a qué ? Ya no está su madre á quien comp lacer . Esto

deberá p en sar,s in duda

,e l que ignora los ben eficios de

l a in strucción,y que los l ibros son gu ía en la j uventud , v

en l a vej ez un ¿ Dónde estará Lorenzo ? Todos

l o ignoramos . Sin embargo,al guien debe saberl o : su ami

go César . ¡Estoy tan segura de e l lo ! A pesar de esto , no

p ien so in terrogarlo . No quiero ob l igarle á engañarme para

EL MANANTIAL 229

no delatar á quien s e l e confí a . Debo respetar la reserva

del n iño Pero no puedo estar tranqui l a ad i

v inando a l ó tr o,pose ído por su gran dol or taci turno

,hu

yendo l ej os para no ser con sol ado . ¿, Sabrá que sus her

man itos están con nosotros He pedido a l s eñor Marn er

que se abstenga de buscarl o . No debemos apresar,s ino

conqui star,al pobre n iño huraño .

— Dentro de pocos dias cúmplen se l os s ei s meses de

mi l l egada a El Manantial . ¡ Cuán ta l abor fecunda cabe en

medio año ! La escuel a me enorgul l ece . Baj o una d iscipl i

na mi l i tar,cada cua l guarda aquí su i ndependencia : nadie

comprime las expan sion es in comparab l es de la adoles

cen cia y de la i nfan cia . Los grandes me con sul tan ; yo los

es t ímulo a tener un j uicio propio sobre las cosas,desp ués

de haberl as Á Marian ito no he neces itado

an imarlo mucho . E l o tro d ía,mientras en un grupo de l os

mayores se discut í a sobre n uestros próceres, par ándoseles

delante les notificó con su aire circun sp ecto : “Yo quiero

más á

—Las maestras de grado me ayudan con toda su preciosa

vol un tad . Si n e l las la Es cuela marcharía muy l en tamente .

Saben hacerse resp etar y querer . ¡ Cuán to bien hacen ! La

del segundo,unajoven viuda si n hij os , es tá l lena de un ción

para la en señanza ; debe de ser para su corazón sin i n ti

230 EL MANANTIAL

mos afectos una especi e de Amal ia,la di

rectora de l Jar d ín de Infan tes,es un encan to . Ti en e vei n te

años,v s e asemeja á una rosa ; de el la se desprende el per

fume suave y p eren ne de s u bondad y pacien cia . Quien

quiera ver algo del i cioso venga á E l Manantial,á la hora

de la clase de l os bebés,mien tras é s tos escuchan aten tos

,

con los oj os redondos v l as bocas en treabiertas,la l ección

sobre obj etos que el l a les da,ó bien cuando corren y j ue

gan unidos po r l as aven idas de l j ardin .

A l fi n,está con nosotros misi a Rosario . Asi s e cumpl e

el úl timo anhel o de su Maria v nuestro deseo . Vivirá sus

ú l timos años á n uestro lado . Será ahora,si

,la compañera

i n separab l e de mi abuel a . Y esos años postreros de su

exi sten cia p enosa y trabaj ada,avanzarán en e l camino

s iempre tristes,mas nun ca sol i tarios . Repartiré en tre am

bas mis cuidados . Ayer,al regresar del col egio

,me en

ter neció el cuadro p lácido que percib í desde la puerta

de nuestro salon ci to : las dos ancianas,i n cl in adas sobre

sus l abores,con sus ropas n egras y sus cabel los b lancos

conversaban serenamente de cosas ya fuera de la vida .

Era esa hora en que no ha terminado todaví a e l d ía y to

davia no ha empezado la n oche,tan l len a de melan col ía .

La l uz de una lámpara caía sobre sus cabezas y e l ramo

de crisan temos frescos que diariamente pone en nuestra

lº 00

lº EL MANANTIAL

muy enferma de fiebre v Clel io es la causa . Desde hace

mucho tiempo vien e esparciendo la voz de que el padre

de la ch ica es un l adrón . ¡Men tira ! , exclamaron los tres

Pescar do,oyéndose al mismo tiempo muchos murmul l os

que aseguraban : LO que dice Margarita Nardi es una

verdad

Impuse s i l en cio y orden é á la niña que acl arara tan

del icada cuestión . Margarita con tin uó diciendo : Hace mu

cho ti empo que mi amiga Vicen ta veíase perseguida por

esos ch ismes y ca lumnias de parte de aque l a quien he

l lamado y l lamo mal muchacho . A causa de esto,a lgunos

al umnos la miraban mal,hasta e l p un to de no atrevers e

e l la ú l timamente a as is tir á clase,fingién dose enferma y

ocul tan do hasta a su madre la verdadera causa de s u in

asi sten cia . Pero resul tó que esas maldades la enfermaron

realmen te,pon iendo en p el igro su vida . Su padre nada

sab e,mas si s u madre

,que se l o ha o ído gritar en s u de

l irio . Es el la quien me ha encargado tran smitirl o anues tra

maestra .

Cle l io entonces,animado por sus hermanas y por

Kr ámer,levan tóse de su asien to , y en tono poco s eguro

man ifes tó que,dada la pr ovocacmn

,aseguraba ante todos

que e l padre de Vicen ta habí a sido expul sado del mol i no

de su padre donde trabajaba,por su mala conducta y su

EL MANANTIAL 233

fa l ta de honradez . A l oi rl o Arturo Marn er, dirigiéndose

á m i,dij o s in sa l irs e de su modo fi no v suave que tan to lo

asemej a a su abuelo : — Señorita,puedo deci r a usted l o

que hay de cierto en es te asun to, ya que Cl el io ti ene l a

audacia de asegurar lo fal so . Casualmen te,papá fué quien

ca lmó al padre de Vicenta,que trataba de agredir a Pes

cardo, po r e l que habia sido i n su l tado al ser l l amado á

cuen tas,pues según pruebas ci ertas

,és te l e adeudaba desde

Ital ia una suma de din ero . Después de arreglado e l asunto,

papá l l evó á Blanco á sus ta l l eres,con s iderándolo un hom

b r e y un obrero excel en te .

Yo r efl exionó un momento antes de castigar . Luego

resue l ta,dij e : En una col ect ividad puede to l erarse a l cu

r ioso,a l burlón

,a l t ravieso

,aun a l vicioso ; j amás al ca

lumniado r . Los ó tr os se hacen mal a si mismos ; és te ,

como un repti l venenoso,es un pel igro para los demás .

Yo no puedo,pues , consen ti r lo en tre ustedes , n iños míos :

Clel io Pescar do,queda usted expul sado de la Escuela .

XX

L O R E N ! O

Hacia vario s d ías que rugia e l huracán en l as costas de

E l Manantial,y aunque parecíahaber ap lacado su furor el

ti empo se man ten í a amenazador y el mar agitado .

Las l l uvias y e l pampero hab í an anunciado á Santa

Rosa con mucha anticip ación esta vez,cesando l uego . Su

d ia,e l 30 de agosto

,a las diez de la mañana , Martha , acom

pañada por Pedrin (quien parecía dar le exp l icacion es im

portan tes con pa labra muy ráp ida), caminaba de pri sa

po r l a aven ida que des cendía hasta la p l aya . La j oven es

taba pál ida y tos ía,pero su andar era siempre l igero y

armón ico .

Con ese paso anduvo muchas cuadras,mas cuando

baj ó la cuesta el mar la he ló con su respiración húmeda

y frí a : i n s tin tivamen te tomó en tre las suyas la mano de

s u diminuto compañero,echando un idos á correr por l a

arena mojada de la ribera .

236 EL MANANTIAL

gran apego por aque l s er singul ar de p ura sangre ameri

cana,e l cua l l e par ecía un miembro o l vidado de una no

b le fami l ia desaparecida . Deciase que este raro ej emp lar

de n uestras vi ej as razas,resto de una clase que se ext in

gue,debia de en con trarse

,fatalmen te en tre extraños y

ser le difí ci l mezclars e con los otros n inos,ti ernos repre

sen tan tes de la n ueva raza en formación .

Tan bien lo comprendía,tan segura estaba que as í de

b ía ser, que de esa con vicción n ací a el s en timiento que l e

remov ía piadosamente e l corazó n . Y ese s en timien to tier

namen te protector hab iase acen tuado,con toda l a fuerza

de un deber que s e impone,en aquel l a criatura de deber

,

cuando é l perdiera á la madre,cuando hubo o ído a l a

hermani ta mayor estas s impl es palabras : Mamá nos de

cí a s iempre : el d ía qne yo l es fal te , váyan se todos á

pedir amparo á la señorita Martha .

Era todo eso lo que la empuj aba hacia la p laya en un

d ía de tormenta .

Durante l as p rimeras semanas que siguieron a l a muer

te de la buena muj er,no se hab í a ten ido noticias de Loren

zo : supose después que an daba por las chacras vecin as ,

trabajando un d ía en cambio de l al imento y rondando

ó tr os, s iempre alarmado de que se l e pudiera apresar como

á los vagos del l ugar . Y esa mañana,habiéndo lo vis to Pe

EL MANANTIAL 237

d r ín desde l as barrancas,en momentos en que s e pose

sionaba de s u s i tio hab i tua l,an imado sin duda po r l a se

guridad de en con trar la playa so l itaria , había corrido

aqué l á preven irla . Inmediatamente y si n vaci lar acud ía

e l la á su conquis ta . La t empestad,la borrasca

,que para

la persp icaci a de Lorenzo estaban próximas,ó uno de

esos secretos impul sos escondidos que determinan tantas

veces de nuestra vida , hab ían lo atra ído hacia l a playa , de

seando dis traer sus p en samien tos con el soberb io espec

i aculo del mar embravecido .

A l l í di s ti nguió una barca pequeña que,con la vela me

dio recogida,er a empuj ada por e l viento y sal taba sobre

las aguas,perdiéndose de vista cada vez que una gran

o la dej aba tras si un profundo hueco . No a lcanzando a

ver quié n es la trip ulaban,se ten dió sobre la roca para

evitar e l vi en to,y sus oj os

,habituados a apreciar la s distan

cias,fijár onse tenaces en el bar quichuelo . Este s e acercaba

veloz,y,s i n gobierno

,ven ía á es tre l larse contra e l p eñas

co . Un momento más y descubría que Rufino y sus her

manos,los hij os de l pescador

,eran los tripu lan tes . Acu

r r ucados en el fondo del bote,no in ten taban n i pod ían

i n ten tar nada para guiarlo a l si t io habitual de desembarco .

E staban perdidos,i rremi sib l emente p erdidos . A s í lo sen

tian el l os,y mudos

,hel ados

,esperaban e l terrib l e trance

238 EL MANANTIAL

en que serian arrastrados por el mon struo que se agitaba

á su a l rededor, pensando los pob r eci tos que sól o su pa

dre hubiera sido capaz de exponer la vida por sa l varlos .

¡ Y se ha l laba éste tan l ej os ! … Mas cuando estuvi eron a

trei n ta metros,Lorenzo se i n corporó

, púsose de pie y

avanzó hasta l as extremidades de la peña .

L l egaba Martha, que todo lo ve ía , que s e daba confu

samen te cuen ta del pel igro y cuvo corazón acababa de

advertirl e de las in ten cion es de aque l a quien ven ia á bus

car . En ese mismo in stan te una o la al canzó á la barca,la

alzó poderosamen te,y a l es tre l l arse v vol ver furiosa la

vol có,l anzando á los n iños a l ab ismo . La joven dió un grito

de espan to y se tapó l os oj os con ambas manos . Pasó aque l

segundo de cobardía,y al descubrir su rostro desen caj ado

por el terror,a l canzó a ver á Lorenzo arroj ándose al mar

desde su roca .

Como s i la natural eza tuviera tamb i én momentos de

compasión,e l agua y e l vien to parecieron calmarse . E l

mayor de aquel los n áufragos esfo r zábase por trepar á ti erra

y también otro de sus hermanos ; Lorenzo , ten iendo al ter

cero asido por las ropas,aparecí a y desaparecía en tre e l

turb io o l eaj e . Martha,vuel ta á s u en ergía

,dió una orden

rápida á Pedrin y,muy es tremecida

,s e in cl i nó sobre una

pequeña roca para a l en tarl os con toda su angustia .

X X I

ANS IEDAD

La angustia cer n íase sobre E l Manan tia l . La Es cuel a

á la espectativa,en el es tupor

,y las maestras de grado ,

presas también de igua l zozobra,con sen t ían á l os n iños la

tris teza y la i n acción .

Nada se es tudiaba en e l co l egio,nadie j ugaba a l l í

,fuera

de l os muy chiquitos,en la fel iz in con sci en cia de l a pri

mera edad,y cuando se retiraban á sus casas

,después de

las horas acostumbradas de las clas es,er a para un ir á l as

de sus padres sus a larmas .

Martha estaba amenazada de Martha,si : Mar

tha Cummins,la maestra

,la más grande

,la mayor

,aque

l la que l os formaba sonri endo v cuya voz s eguían ; la cria

tura del i ciosa,en fi n

,que el los amaban tanto .

Iba á morir , tal vez , por uno de el los ; por su Sol ici tud

EL MANANTIAL 241

vigi lan te v s iempre al erta . Bien sab ían que ese movimien to

gen eroso de su alma que la arras trara á la pl ava er a la

causa po r l a cuál se desp lomaba s u j uven tud fres ca como

la misma primavera . Y sab ían algo más y más conmove

dor : que l o que hab ía h echo po r Lorenzo estaba dispues ta

a hecer lo por cada uno de el l os,grandes ó chicos

,pobres

ó ri cos,buenos ó ma los .

Á fuerza de hacerse repeti r el proceso de s u enferme

dad— la neumon ía—que la a l ejaba de el los v le Oprim ía el

pecho,conocían todos sus detal l es

,todas s us

Si n embargo,querían saber más

,más todavía , y por eso

corrían á rodear a Gracia en cuanto la ve ían aparecer,to

da agitada,por la puerta de comunicación de la casa de la

en ferma con el es tab l ecimien to,ó a Nora pá l ida pero

tranqui l a . Les gustaba escuchar á Piern a de palo , quien

ten í a tris te experi encia en su fami l ia,y miraban con una

con s ideración muy esp ecia l a Marian ito,el hij o del buen

doctor que l a asis tí a .

A l cuarto día de ta l si tuac i ón,comenzaron a correr

voces d e un empeoramiento de la enferma , sabiéndose a l

mismo tiempo la partida de l h ij o de l s eñor Marner , e l pá

d r e de Arturo,para Buenos A i res

,en tren expreso , en bus

ca de otros médicos . Con es to,la a larma l legó a s u co lmo

y también la i ndignación en aque l l os ch iqui l los á quien es

242 EL MANANTIAL

la causan te de tan tos des velos hab ía enseñado a raciocinar .

Su indignación nací a del ocu l tamien to ten ido con el los del

verdadero estado de su Siempre l o mismo ;

s iempre l o mismo . No decí a otra cosa el bo let í n co locado

dos veces a l d ía en sus ventanas . Para info rmar los no se

l es decí a ¿,Por qué? ¿Po r qué eran chicos , s in duda? …

No obs tan te,nadie ten í a más derecho que el los a saber toda

la verdad .

A l cabo de mucho del ib erar reso l vieron esa tarde ob l i

gar con sus s úp l icas v sus exigen cias á que se l es tuviera

al corrien te,como á miembros de su fami l ia

,del curso v

a l ternativas de la enfermedad,y con stituirs e en grupos de

a tres para hacerl e guardia po r turno , noch e y d ia ,perma

meciendo constan temen te a su servicio mientras durara su

gravedad .

Horas más tarde,un numer osísimo grupo de n iños , va

rones y n iñas,s e estacionaba frente a la casa ocupada

por Martha y su abuela,con tigua a l co l egio . Er a la Es cue

la que ven ía á informars e del verdadero estado de su maes

t r a . L l oví a,l l ov ía contin uamente desde hacia ocho dí as

,y

l a l en ta y fina l luvia pon ía an te los ojos una cortina gri s .

Apesar de eso,del frio y del vien to que sacud ía los árbo les

n in guno se acobardaba y a l l í permanecí an,esp erando pa

cien tes bajo sus paraguas . Aguardaban,aguardaban en un

244 EL MANANTIAL

Queremos ver á Nora pedían en é l . Y Nora,la her

mosa adol es cen te e l egida por Martha para s ustitu irl a,apa

r eció en el din tel . E l l a no n eces i tó ser i n terrogada ; el l os

l eyeron en sus ojos,esos oj os que só l o l l oraban con razón ,

cosas t r ist isimas .

La n iña predi l ecta pasó la mano por su fren te,como

s i quisiera despej arl a antes de hablar, y

'

después Ies Cl l ,

en el tono de con sej o sen ten cioso que tomaba para el l os

en la escuela :

Compañeros,he aquí toda la tris te verdad

,que l os

o tros les ocul tan por no aumen tar les la pena : muy pocas

esperanzas quedan de Pero está rodeada de me

dicos y de cuidados ; su n atural eza es vigorosa , sana ; sobre

todo exi s te un Dios que debe de amarla como nosotros la

amamos . No desesp eremos pues … Ahora,ret í rens e ustedes

á s us casas,dóci l es

,obedien tes

,res ign ados

,tal como e ll a

l o querria .

Dóci l,obedien te

,mas no resign ada

,la Es cuela púsose

en movimien to y echó á an dar desal en tada .

Y un extranj ero,l l egado por acaso esa manana á E l

Mananti al , detúvose a mirar con asombro v el corazón en

ter necido,esa l arga fi l a de n iños tris tes , que, con las ca

EL MANANTIAL 245

bezas bajas v s i l en ciosos,cob ijándose de la l l uvia bajo sus

paraguas,l l evaban á s us hogares la ansiedad .

La casa de Martha p ermanecí a cerrada en esa noche

frí a y tormentos a . Er a ta—r de y los que no vel aban retirá

ban s e ya . A esas horas una sombra s e extendió en el um

bral de s u puerta . Lorenzo, que rondab a durante e l d ía por

la veci ndad,ven ía á pasar la noche l o más cerca de el la

,

hasta el amanecer.

XX I I

P R I M AVE R A L

La Escuel a i ba a l bosque . Marchaba como un pequeño

ej ército victorioso : Martha hab ía triunfado de la muerte v

marchaba con sus discíp ulos .

Y ese cuadro de un j úb i lo y de un orgul l o radiantes

de graciosa forma y vida exuberan te,tomaba sus co lores

de la primavera que l l egaba fl ori da v enga lan ada como

nun ca .

Ya hab ían pasado los v ien tos las l l uv ias,el gran izo

,el

frí o en la t ierra ; las agi tacion es, n ieb l as y borrascas en e l

mar . Agosto estaba l ej os y octubre,s ereno é in dulgen te

,

dejábala avanzar esparciendo á s u antoj o sus caprichos .

La natural eza despertaba después de su l etargo anua l

en que todo reposa , y Martha demostraba en su semblante

que vo lvía el l a tamb ién a la exi sten cia sana y fuerte .

Como todo conval eciente,deseaba resp irar á p l enos

248 EL MANANTIAL

dos por el la , s in tieron una i nmensa tern ura por esa vida

un iversal,de quien nace lo mismo el manoj o de h ierba

que la humanidad . Miraban con in terés hasta la más hu

milde man ifestación de esa fuerza creadora,pues l es ha

b ía en señado desde hacia tiempo,que en e l orden esta

b lecido de las cosas cada s er tien e s u importan cia .

Querían sobre todo á los árbo l es y no l es causab a ex

t r añeza oir con tar que e l gran rey de Persia,Jer jes,

'

hab ía

colocado un d ía un brazal ete de o r o,en senal de al ianza ,

al rededor del tron co de un árbo l favorito .

¡Y en los árbo l es esa tarde , cuánto piar ! ¡ Cuán to mur

mul lo in quieto en tre l as ramas ! Los i n vasores del bosque

l evan taban los oj os para acarici ar las pequeñas criaturas

que fabricaban al l á arriba sus n idos,y son r iéndo les t ier

namen te pasaban sin per tur bar los . No mar ti r izaban tam

poco á los i n sectos,esos precursores del hombre

,á los

que con sideraban como úti l es é industriosos : ¿, no es una

oruga la que hace la seda , y la cochini l l a el carm ín ?

Jamás les había parecido más diáfano e l aire,e l cie l o

más azul … ¡ Cuán manso y amigo s e l es mostraba el mar !

¡ Cuánto vue lo de golondrinas en el espacio ! Y todo lo ba

ñaba e l sol, que es l uz , sa l ud , co lor v vida .

No nos gusta el i nv ierno,tOdo está muerto decían

á la maestra á l o que e l la respondía :

EL MANANTIAL 249

E l . i nvier no es como la noche de la natural eza : todo

descan sa . La vida no se suprime s in o que se hace l en ta,

i n sen sib l e casi,como duran te e l sueño . En l a primavera

todo despierta con e l brío que trae el reposo prolongado .

Y oyendo decir á alguno que fulano y zutano trataban

mal a sus cabal los,pros iguió :

Es eso muy raro . En n ues tro paí s,no s e n eces i ta en

s enar a querer a l cabal l o ; e l lo s e hace por herencia . Los

pueblos tien en sus pr edi lecciones por aque l l os seres que

les son más ú ti l es . S i aquí al gui en trata ma l a l hermoso

cuadrúpedo,no será por fal ta de cariño s ino por fal ta de

educación . ¿,NO han notado ustedes , que e l perro encuen

t r a cariño en todas partes ? Su l eal tad l o ha impues to en

todas las regiones y á todos los caracteres . Es realmen te

e l compañero del hombre á quien ayuda en sus l uchas

con e l t igre en el África abrasada y con tra e l oso blan co

en l os témpanos po lares . Ya que hab lamos de animales

fiel es é intel igen tes,quiero contarl es la breve historia de

una l i nda perra de Terranova,his toria de cuya autentici

dad puedo dar fe,puesto que he conocido a la heroína .

En l a co lon ia de San ta Fe,fundada por mi abuel o ,

cuando e r a yo aún muy chica , veí a s al ir de la casa veci na

a la nuestra y á horas fij as,tres veces al d ía á la esp l éndida

bestia,á la cua l yo acari ciaba

,i n variab l emen te , y regalaba

250 EL MANANTIAL

con dul ces . L l egué á quererl a hasta e l extr emo de e5pe

r ar la cada vez , y el l a , hab i tuándose á mis r ega lon er ías,

deten íase delante de mi puerta , recib í a con sus dien tes la

golosi na y con tinuaba tranqui l amente,como una persona

de j uicio,su camino . ¿A dónde se imaginan ustedes que

i ba el la con esa puntual idad dign a de un ingl és ? ¿, Cuá l

creen ustedes que pod í a ser e l oficio de esa amiga de mi

i nfancia ? Mi amiga er a nodriza, v cada vez que sal ia de

s u casa er a para ir a amamantar un montón de perritos

huérfanos,de casta muy fina . Pero lo que en nob lece la

v ida de ese ser está en que,perteneciendo á una s enora

s i n apoyo,pobre v cargada de hij os

,l l en aba su mis ión n u

t r i tiva en cambio de un buen s ueldo,pagado men sual

m en te'

por l os dueños de los p erritos finos . Y como las

eximias condicion es y el perfecto comportamien to de

Juno el nombre de la soberb ia diosa esposa de Júp iter,

l l evaba la perra — se esparcieran por la co lon ia , donde

hab í a muchos ingl eses amantes de l os an imales,y muchos

cazadores , durante años ayudó a l sosten imiento de aquel l a

casa pobre,y gracias á s u fidel idad e i n tel igencia

,los chi

cos, sus companeros de j uegos , no careci eron de nada .

¡ Qué cosa tan l i nda ! , excl amaron los oyentes , una vez

cal lada Martha,asombrados de esa maravi l l a

,que no po

dian pon er en duda puesto que el l a l o hab ía presen ciado .

252 EL MANANTIAL

vol cado el l a toda su al can cia, que ven ía l l en an do desde

muy chiquita .

La maestra ca l l ó para dejar expandirse e l sonoro mur

mul lo de aquel l os corazon es conmovidos,a l conocer l a

gen erosa y de l icada acción de la n iña traviesa,burl on a é

impopular hasta enton ces .

La puerta será disti n ta ; la proyectamos de hierro v

en e l la Lu i s . otro arti s ta y futuro marino,grabará una pa

l abra ; una palabra so l a , pero que l uego rev esti remos de

o r o puro . E sta pa l abra será : Inten ción .

¿ Inten ción ? excl amaron el los sorprendidos .

Nora,que en tendió

,dij o :

S i,Inten ción .

Nosotros compren demos,y tamb i én l a de la maestra

pr o r umpier on un idos Gracia , E l ena , Joaqu ín , Sarah

Piern a de pal o,y hasta el frio Kramer .

E l en a,con siguiendo vencer su suave timidez

,exp l icó á

los demá s :

Ch ibi r in perd io la v ida sin conseguir que María an

tes de morir conociera la montaña,que é l creía que s ería

su remedio i nfal ib l e .

— Ni tampoco consiguió que mis ia Rosario sa l vara su

casa del i nfame acreedor,exclamó Margari ta

,quien an te

u na mala acción perd ía su calma .

EL MANANTIAL 253

No cobró tampoco la pól iza, que i gnoraba fuera fa l sa .

Esta fué l a observación de Kramer,el eterno cal cu l is ta .

Gracia,con su voz cál ida y su tono resuel to

,puso punto

a estas refl exion es,dici en do : sobre todo

,e l pobrecito se

mató cuando só l o creí a Daría,l o j urarí a

,

todo l o que tengo,y hasta mi j uven tud que comienza

por ver una vez más á Chib i r in con el cigarro en la boca

sal tando de peña en peña en n uestra p l aya,ta l cual lo v í

la v í spera de su

Un si l encio p rofundo suced io á l as palabras vibran tes

de la afortunada ; todos p en saron l o mismo que el la , to

dos sin tieron l a misma cosa,y cuando Martha l es hab ló

de n uevo,miraron á la bel la criatura

,sintiér onse orgul l o

sos de que fuera su compañera , comprendieron que er a

muy buena y extrañaron quererla tan to .

—De todas esas cosas mal en tendidas v mal ca l cul adas

por su men te de n ueve años,resu l ta esa sub l ime In tención

que grabaremos en su tumba—repuso Martha . E l l a nos

recordará , al mismo tiempo , que en l as accion es humanas

hav que tener en cuen ta,antes de todo

,la i n tención . Sa

bemos pues ya , que muy cerca de nosotros , arru l lado por

los can tos de l mar,dormirá nuestro pequeño héroe . Mas

queda otro de l os n uestros,no de menos precio por haber

escapado milagrosamen te de perecer también

254 EL MANANTIAL

S i,s i ; ¡ hav que premiar á Lorenzo Igl es ias !—deere

tó la Escue la con el ardor y e l en tusiasmo que l e in spi

raba ahora ese nombre .

Para ci ertos actos no hay premio proporcional ,

respondió la maestra tan j usta y tan s erena . E l p rem i o

en esos casos es tá en e l hecho mismo y nada más . Serí a

absurdo preten der premiar e l sal vamento de Lorenzo,de

igual manera que las l eccion es bien aprendidas de Joa

quin Pizarro,de Nora

,E l en a ó Pierna de pa lo

¡ Oh ! cómo podría s er eso ? , murmuraron los que

o ían,impresionados por la evidencia de la observación .

La en cantadora maestra prosiguió,acarician do un r o

b l e con s u mano b lan ca hasta la tran sparen cia :

— Si se practi can en el tron co de un árbol v ivo inci

s iones bastan te profundas c omo para penetrar la corteza

y l l egar hasta la madera,esas inci sion es duran l o que du

r a e l árbol . E l tej ido vegeta l crece á s u al rededor v el l as

v ien en,a l cabo de cierto n úmero de años

,á s er in cl u ida s

en su seno . La corteza se renueva,p ero aquel las i n ci sio

nes p ermanecen claras y precisas a l l í dentro,como en un

pecho fie l un secreto . Un ej emp lo : al hendir con e l ha

cha , en Hanover,e l tron co de un a hava se encontraron

entre la corteza y la madera,ta l cual acabo de exp l icar—l es»

varios caracteres romanos . E sos caracteres habrían sido

XX I I I

EL MANANTIAL

Martha oyó de pronto sonar una voz entre l os árbo l es

q ue l e decia :

Señorita,venga

,voy á mostrarl e una cosa que acabo

de descubrir .

E s Lorenzo,gritaron los chi cos corriendo al en

cuen t r o de aque l cuyo nombre,s in que él l o sosp echase ,

hab ían res uel to,tan origi nalmen te

,glorificar . Al mismo

tiempo , la i n s piradora de ese mundo minú scu lo s e vol vió ,

en contrando e l ros tro moreno de expres ión in ten sa del

muchacho de las i ntemperies,que sab ía ahora sonreir .

Leyendo l a pregun ta en l os oj os de la j o ven,s i n esperar

r espuesta,in si stió é l :

E s muy cerca,s eñori ta ; s ígame .

Sin esperar tampoco asentimi en to,el muchacho se

EL MANANTIAL

echó a andar seguido por e l la v el montón de ch icos a lbo

rotados por aquel l a curiosidad nueva,puesta a su al can ce .

Lorenzo,con ági l paso con ducí a en s i l en cio l a com i ti

va,negándose á responder á las pregun tas impacien tes de

sus compañeros . Había tomado e l rumbo hacia el mar .

Las deducciones,las opin ion es y pareceres sobre cuá l se

r ia e l descubrimiento,ocupaban la s con versacion es

, que

se exa ltaban á medida que crecí a la dis tan cia .

Es toy cier ta que es una flo r rara,decía una n iña .

Debe de ser un gran n ido,rep l icaba un chiqui l in .

Una p l anta n unca v ista,más ! “ e n

,pronosti caban

ó t r os .

Hasta que Pedrin as eguró ser una ba l l ena , provocando

e l grito unán ime :

¡ Una ba l l ena , una bal l en a ti en e que ser !

E l gu ía,mien tras tanto

,proseguía su camino s in i nquie

tarse por ese impacien te bu l l icio . Su afecto profundo , su

grat itud , pon ían lea l tad empeñosa en s u deseo de que fue

r a e l la,

— é l primer s er después de s u madre que l o adivi

nara en sus viri l es vi rtudes secretas— la primera , la ú n ica

dueña de s u hal lazgo . Quería pr esen tá r se lo como una

ofrenda . Caminó otro trecho,rodeando un exten so médano

de arenas firmes q ue formaba una cortina verdosa , y en t r ó

por en tre unas rocas que dominaban la p laya .

258 EL MANANTIAL

Con sus brazos sue l tos , fuertes cua l los de un hombre

separó las ramas de los arbustos s i l ves tres,penetran do en

un s itio an gos to a l l í es condido,sombrío v húmedo

,en e l

que crecí an l os frescos hel echos de agradab l e verdor ; v se

ña lando con s u mano un grueso hi lo de agua que des een

d ía en cascada s in murmurar,dij o á l a maestra

,en e l tono

de quien da un mavor al can ce a l o que dice

ElEl la abrió mucho sus oj os claros con una expr e51on de

asombro y comp lacen cia ; recordó en el acto,rep itiendo

selas menta lmente,la s pal abras con que l a recibiera e l

lord : * Manantia l quiere decir en todas las l enguas,causa

prin cipio,origen ; agua viva que m ana de la tierra .

” Lanzó

una exclamació n de j úbi lo que estremeció á l o s n iños v

s e acercó a l a fuente .

Un rato permanecieron embelesados todos,mirando

aquel la agua tran sparen te que parecí a brotar para e l los .

Después,recib iéndol a en el recip ien te vivo d e sus manos ,

como poseídos por una sed devoradora,beb ieron de e l la

áv idamen te .

Martha,dirigién dose a algunos de los más andariegos

,

conocedores de todos los s itios,l es preguntó :

¿, A lguno de ustedes conocía la existen cia de esta

fuen te ?

260 EL MANANTIAL

capaz de arrostrar l a m uerte por sal var la vida de un her

mano,no se cegará mien tras exista en esta tierra a lgui en

que l l eve mi nombre . Todos cuidaremos,adornaremos

,

amaremos n uestra clara fuente ; al l i será n uestro s itio de

recreo y de Que l as horas del descan so b ien

ganado tran scurran cerca de el la,donde la natural eza la

ha co locado como un don de sa l ud y de vida .

T u r í n,ag os to-o c t u b re de 1907.

264 iND ICE

X I V . La Ob r a

X V Somb ras

X V I I . IntermedioX V I I I . Chib i r in

X IX . Anotac ion es de Ma r th a

XX .

XX I I . Pr imaver al

XX I I I . El Man an t ia l