CAMBIAR LA VIDA

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GIJÓN, 6 de julio de 2020 • DIARIO DE LA SEMANA NEGRA • DECANO DE LA PRENSA NEGRA MUNDIAL ÉPOCA XXXIII GRATUITO 4 EL ViAjE infinito Por José Luis Muñoz Página 2 LoS dEtECtiVES dE Antonio GRAMSCi Por Ramón del Castillo Páginas 4 a 6 q Así se titula uno de los libros que se presentan este año en la Semana Negra: Cambiar la vida, cambiar la historia, una reco- pilación de textos del gran Manolo Vázquez Montalbán, a quien ayer recordábamos en la presentación del último libro de Carlos Zanón, que resucita al detective Pepe Carvalho. Ha cambiado mucho la vida este año coronavírico que nos ha obligado a adoptar nuevos hábitos de vida, como el de saludarse con el codo por aquello de ser afectuosos, pero manteniendo la distancia social, como acá hacen Lorenzo Silva, Paco Gómez Escribano, Zanón y Marta Robles. Ha cambiado la historia, que no podrá ser igual des- pués de todo esto. Ha cambiado la propia Semana Negra y este periódico, obligado a ser digital en lugar de un tabloide de papel. Pero sigue habiendo SN. Como en El gatopardo, hemos sido capaces de cambiarlo todo para que todo siga igual. Hoy volvemos a ofrecerles un programa lleno de sugerentes actividades; un maratón cultural sin parangón en el mundo. Disfruten. www.semananegra.org CAMBIAR LA VIDA CAMBIAR LA HISTORIA CAMBIAR LA VIDA CAMBIAR LA HISTORIA

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GIJÓN, 6 de julio de 2020 • DIARIO DE LA SEMANA NEGRA • DECANO DE LA PRENSA NEGRA MUNDIAL • ÉPOCA XXXIII • GRATUITO • Nº 4

EL ViAjEinfinito

Por José Luis Muñoz

Página 2

LoS dEtECtiVESdE Antonio

GRAMSCiPor Ramón del Castillo

Páginas 4 a 6

q Así se titula uno de los libros que se presentan este año en la Semana Negra: Cambiar la vida, cambiar la historia, una reco-

pilación de textos del gran Manolo Vázquez Montalbán, a quien ayer recordábamos en la presentación del último libro de Carlos

Zanón, que resucita al detective Pepe Carvalho. Ha cambiado mucho la vida este año coronavírico que nos ha obligado a adoptar

nuevos hábitos de vida, como el de saludarse con el codo por aquello de ser afectuosos, pero manteniendo la distancia social, como

acá hacen Lorenzo Silva, Paco Gómez Escribano, Zanón y Marta Robles. Ha cambiado la historia, que no podrá ser igual des-

pués de todo esto. Ha cambiado la propia Semana Negra y este periódico, obligado a ser digital en lugar de un tabloide de papel.

Pero sigue habiendo SN. Como en El gatopardo, hemos sido capaces de cambiarlo todo para que todo siga igual. Hoy volvemos a

ofrecerles un programa lleno de sugerentes actividades; un maratón cultural sin parangón en el mundo. Disfruten.

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LA HISTORIA

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LA HISTORIA

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lunes, 6 de julio de 20202

...Marta Robles presentó y firmó su libro La chica a la que no supiste amar... ...y charlamos con Paco Gómez Escribano de Versografía maldita y su nueva einédita novela.

El proceso creativo

El proceso de gestación de cada novela es, a su vez, una no-vela. Ningún proceso es igual al anterior. No suelo acabar una no-vela y publicarla de inmediato. Cuando la termino dejo que repo-se unos cuantos años. Pasados éstos, inicio un proceso de relectu-ra que suele acabar en reescritura, porque la distancia me ofreceuna perspectiva totalmente nueva y siempre encuentro cosas me-jorables. Escribir es también reescribir una y otra vez hasta con-seguir un resultado medianamente satisfactorio.

Ignoraba que El viaje infinito iba a ser mi libro 50.º. La escri-tura de este libro data de unos cuantos años atrás. Cuando empe-cé a escribirlo, me propuse narrar la vida de su protagonista a tra-vés de las habitaciones de los hoteles en los que había pernocta-do. Empiezo con el protagonista niño y acabo con él en su últimaetapa. La novela es también un homenaje al concepto de viaje. Enmí, literatura, viaje y vida están muy interrelacionados. Un buennúmero de mis novelas, desde las históricas como La pérdida delparaíso, El secreto del náufrago, La diosa del hielo o El centrodel mundo, novela sobre la gesta de Hernán Cortés que se pu-blicará en septiembre, o las ambientadas en la actualidad comoPatpong Road, La caraqueña del Maní, Llueve sobre La Haba-na o La manzana helada, pueden leerse como crónicas de viaje.

Cuando, pasados los años, releí ese primer manuscrito de El

viaje infinito, que se titulaba La habitación del hotel, empecé a re-alizar una serie de cambios. En el texto original hablaba de luga-res en donde aún no había estado, como Benarés, y me di cuenta

de que el escenario, el calor y el olor de la ciudad santa de la In-dia no difería mucho de la realidad que me encontré cuando la co-nocí de primera mano; pero incorporé nuevas anécdotas que favo-recieron el texto. Tampoco estaba en ese primer borrador Birma-nia, y ese espectacular puente de teca de U Bei que es la portadade la novela. Mi gran viaje pendiente es los Mares del Sur, endonde termina El viaje infinito. En ese proceso de reescritura in-troduje homenajes literarios a todos aquellos autores que, en mijuventud, me hicieron soñar y viajar con sus libros: jack Lon-don, joseph Conrad, William Somerset Maugham y, sobre to-do, Robert Louis Stevenson. La introducción de Stevenson en lanovela fue un hecho fundamental y tuvo como consecuencia cam-biar el nombre del protagonista por el de Roberto Luis Wilcox.Wilcox es el nombre de uno de los protagonistas de Regreso aHoward End. Eso me llevó a inventar un origen británico de sufamilia, culpable de su aparente frialdad emocional. El final de lanovela también sufrió importantes modificaciones porque queríaprovocar una especie de catarsis en ese encuentro de Roberto LuisWilcox y Robert Louis Stevenson.

Lectores que me conocen y han leído el libro han creído vermuchas similitudes entre el protagonista y yo. Hay algún rasgo encomún, pero muchas diferencias. Mi vida sentimental no ha sidotan ajetreada: tengo hijos, mientras que Roberto Luis no tiene des-cendencia; y he publicado cincuenta libros y no uno, como el pro-tagonista.

En cuanto a la estructura narrativa, me propuse utilizar en cadauno de los capítulos diversas formas literarias, como el diario, el

género epistolar, la primera persona y la tercera, el presente o el pa-sado, para dotarla de una mayor agilidad. También cambia la for-ma de redactado de los primeros capítulos a los últimos porque elpersonaje pasa por la infancia, la juventud, la madurez y la vejez.

El viaje infinito es una novela que sólo podía haber salido a laluz ahora que estoy a un paso de los setenta años, porque es frutode un sinfín de experiencias personales que alguien con pocosaños es imposible que transmita. Es, entre otras cosas, una refle-xión sobre el hecho de vivir, esa aventura extraordinaria y siem-pre breve. Es casi un testamento literario, unas falsas memorias,porque siempre estamos escribiendo sobre nosotros mismos paralibrarnos del diván.

Nueve escritores invitados a esta edición de la Semana Negra nos hablan de la escritura de sus libros; de la chispa que la motivó,las procelosidades de su proceso de documentación o las dificultades y obstáculos encontrados durante la redacción

y cómo se resolvieron, con vistas a aconsejar y ayudar a escritores noveles o que aspiran a serlo.

Hoy, José Luis Muñoz

nos habla de su El viaje infinito

ASOCIACIÓN SEMANA NEGRA

Presidenta: Susana Quirós

Director de la SN: Ángel de la Calle

Gerente: Ceferino Menéndez Buelga

D.L

.: A

s-2.3

91/2000

Redacción: Jesús Palacios

Luismi Piñera

Miguel Ángel Fernández

Colaboradores: Ramón del Castillo

José Luis Muñoz

Fotografía: Emilio Carrasco HernándezPreimpresión: Morilla Fotocomposición

Edición y diseño gráfico: Ángel de la Calle

Dirección: Pablo Batalla Cueto

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lunes, 6 de julio de 2020 3

En Corcira, hoy Corfú, hubo hace veinti-cinco siglos un amargo enfrentamiento entrehermanos que tucídides describió en toda sucrudeza, y que ha servido a Lorenzo Silvapara dar hermoso título a su último libro, ladécima entrega protagonizada por los guar-dias civiles Bevilacqua y Chamorro. Una no-vela sobre los años de plomo de ETA, a losque Bevilacqua, que los conoció directamen-te, acaba regresando durante la investigaciónde un crimen brutal perpetrado en una solita-ria playa de Formentera. Los años de plomo:

aquéllos —resumió ayer Silva— «en que seasesinaba todas las semanas».

Silva conoce bien, aunque sea indirecta-mente, aquellos años de lucha contra el terro-rismo y a quienes los lucharon: «He tenido—contó ayer— la oportunidad y el privilegiode conversar con personas que estuvieronallá, en la primera línea, con uniforme y sinél». Y eso le ha permitido retratar con singu-lar fidelidad lo que significó aquel tiempo enque «el que no llevaba uniforme tenía unacierta opción de pasar inadvertido, peroquien estava de uniforme iba señalado comouna especie de blanco en movimiento». Hayque recordar, apuntó, «que ETA llegó a haceremboscadas a convoyes de la Guardia Civil

con quince o veinte personas ametrallando ymedia docena de muertos»; emboscadas enlas que a veces colaboraban algunos vecinosarrojando toda clase de objetos desde susventanas: «A uno, un día, le tiraron una lava-dora», contó.

A Silva lo presentó ignacio del Valle,con quien hubo tiempo para echar la vistaatrás y charlar sobre lo que ETA y su trayec-toria sangrienta significaron en la sociedadvasca y española que convivieron, y a vecesconnivieron, con ella. A veces se olvida—apuntó Silva— que ETA fue un productodel clima del 68 y que muchos de sus miem-bros y dirigentes, sobre todo durante aque-llos años de mayor actividad, no eran merosmatarifes, sino intelectuales que manejabanun discurso político sofisticado que llegó aser muy exitoso. «ETA tuvo mucho éxitofrente al franquismo; le ganó la partida porcompleto: mientras que el régimen de fran-co era repudiado en el exterior, ETA era vis-ta con simpatía en España y fuera de España;y ya en democracia, aunque su apoyo fuedescendiendo, ETA planteó un relato de libe-ración que compró mucha gente; y eso no fuepor casualidad: tenían un aparato doctrinalmuy potente», expuso Silva.

El mal de Corcira se sitúa en el momen-to que Silva considera el parteaguas entre laETA respetada o al menos temida y no con-frontada por la sociedad vasca y española yla ETA repudiada con cada vez mayor vigor:el paso de los años ochenta a los noventa.«Cuando moría un uniformado, parte de lasociedad española no lo vivía con una sensi-bilidad especial; yo mismo oía de pequeñoaquello de “se lo ha buscado”. Pero en unmomento dado, ETA pasa a realizar accionesmuy indiscriminadas, como la de la casacuartel de Zaragoza o sobre todo la de Vic,donde asesinan a cinco niños con los que ha-bían tenido contacto visual: empujaron lafurgoneta bomba encima de ellos», evocóSilva. Aquel fue también el momento —aña-dió— en que «las fuerzas de seguridad delEstado empiezan a tener éxitos policiales;empiezan a caer comandos importantes, y en1992 la primera cúpula, y la sociedad empie-za a ver que no son invulnerables, que se lespuede vencer».

Una historia terrible y luctuosa, pero fe-lizmente superada; y una novela magnífica,ésta que Silva ha escrito para contárnosla,tantos años después. La literatura al serviciode la memoria democrática y cívica.

«Tenía ganas de escribir por encimade mis posibilidades; de escribir la no-vela más descomunal posible en todoslos sentidos». Tamaño desafío se marcóhace algún tiempo Rodolfo Martínez,uno de los grandes de la fantasía y laciencia-ficción españolas, asturiano deCandás para más señas, y el resultadomomentáneo es el primer volumen deuna tetralogía titulada El hueco al finaldel mundo que será pentalogía, pueshabrá de dedicar un quinto tomo a ilus-trar al lector sobre los vericuetos delvasto mundo —lenguas, geografía, po-lítica, historia, etcétera— que Martínezcomienza ahora a disponer como esce-nario. La simiente de la esquirla es eltítulo de este primer libro de 466 pági-nas cuya sinopsis es así de cautivadora:«Kláiner es el Hereje, matador demonstruos, azote de verjóngers, enemi-go público número uno, y la ciudad essu jardín; su selva, llena de peligros y

amenazas; su hogar y su infierno parti-cular; el objeto más preciado del uni-

verso y aquello que más odia en elmundo. Est anoche la caza va a ser dis-

tinta, y la visitante inesperada que sematerializa junto a los monstruos va aestremecer los cimientos del mundo deun modo que nadie puede imaginar».

La obra supone una cierta novedaden la bibliografía de Martínez, que lossemaneros conocen bien; un viraje haciala ciencia-ficción y también a introducir—consignó ayer el autor— «juegos depoder y de política que antes no estabanpresentes en mi obra, o eran menos im-portantes, y que en los últimos años hanido ganando importancia, aunque noconscientemente, sino como algo de loque me he dado cuenta a posteriori».

Todo comienza en una ciudad lla-mada Duniya; «una ciudad no muy dis-tinta —explicó Martínez— de las ac-tuales, quizá más tecnificada, conmonstruos que aparecen aleatoriamenteen ella y un personaje que es el únicoque se enfrenta a ellos, y que una nochese encuentra a una persona totalmente

desconocida cuyo aspecto físico de-muestra que no procede de la ciudad».Martínez comenzó a escribir el librosimplemente en base a esa premisa:«De casi todas las novelas, suelo tenermuy claro el inicio y el final, y el restovoy descubriéndolo, como en un viaje,como si quisiera ir de aquí a Moscú pe-ro sin saber qué me voy a encontrar porel camino. Esta vez ni siquiera sabíaque quería ir a Moscú: sólo decidí el fi-nal cuando llevaba dos tercios escri-tos». Se trataba de «empezar en unaciudad y que se vaya abriendo hastamostrar, no un mundo entero, pero sí lomás posible de ese mundo».

¿Cuándo saldrá publicada la si-guiente entrega de esta tetralogía/penta-logía? «La idea —contó— es una alaño; el segundo volumen está práctica-mente terminado y podrá salir en febre-ro o marzo de 2021». Lo esperamos conganas.

El regresode Carvalho

El regresode CarvalhoNada menos que rescatar a Pepe Carvalho, el

más famoso detective de la novela negra españo-la, salido del magín del inolvidable VázquezMontalbán: tal fue el propósito con el que Car-los Zanón escribió Carvalho: problemas deidentidad, una novela publicada por Planeta y enla que, «sin saber cómo ni por qué, Carvalho an-da desgarrado entre Barcelona y Madrid. En Bar-celona le quedan los restos de la tribu y el despa-cho en el que sigue trabajando. En Madrid andaperdido en el laberinto de una mujer casada conun prohombre de la política nacional, y que le hadesestabilizado más de lo que consiguió nadie an-tes. Quizá se está haciendo viejo y le asaltan—como al propio país— problemas de identidada todos los niveles: ¿quién eres, Carvalho? ¿Quéquieres? ¿Qué buscas?».

Zanón presentó ayer su novela en compañíade Lorenzo Silva, que fue sincero con respecto acómo había acogido, cuando le fue contado, elproyecto que el escritor barcelonés se traía entremanos. «Cuando me lo dijo —contó— le pregun-té si se lo había pensado bien, pero después deleer el libro, le dije, y quiero repetirlo ahora, querespiré tranquilo: había tomado el personaje deVázquez Montalbán, sus escenarios, su mirada,una parte de su galería de personajes secundariosy de sus espacios y con eso había armado una no-vela espléndida».

No era fácil, no, meterse en los zapatos y enla cabeza del añorado Montalbán; de su afiladísi-ma mirada y su capacidad para «detectar temasque no eran importantes, pero iban a serlo luego»,de su ironía y, también, de su renombrado amorpor la gastronomía, que Zanón no comparte. «Yohubiera hecho a Carvalho comer pechugas de po-llo todo el libro», dijo con humor, y contó una

anécdota divertida: «Cuando hablé con la familiay la editorial, les expliqué que igual Charo no sa-lía y otra serie de decisiones que les parecieronbien, pero cuando les dije que, además, no iba acocinar, me dijeron que ni de coña, que tenía quecocinar sí o sí». Zanón decidió entonces que Car-valho «iba a cocinar, pero iba a ser un poco gam-berro». Al principio del libro, el detective está en-fermo y todo le sienta mal, pero le sigue gustan-do cocinar; y cocina, pero tira seguidamente lococinado a la basura. «Quería ser irreverente»,explicó Zanón, que también pone a Biscúter, otrode los personajes montalbanianos, a participar enMasterchef para chinchar al detective; y que, porsi fuera ya pequeño el reto de rescatar a Carva-lho, decidió marcarse otro más: ambientar la no-vela, no sólo en Barcelona, su ciudad, que se pre-senta con una «mirada desengañada» ante reali-dades como la turistificación, la desarticulacióndel tejido urbano o el conflicto soberanista, sinotambién en Madrid. «Quería escribir sobre unaciudad diferente a la mía», explicó Zanón, y com-pletar así la parte de crónica de una época de unrelato que también aspira a ser el de la «guerracarlista eterna» que es la historia de España, «unpaís que no se podrá arreglar nunca».

Todo el mundo concluye que todos estos de-safíos han sido cumplidos con maestría y que elCarvalho de Zanón está a la altura del de Montal-bán sin meramente copiarlo. El Carvalho de Za-nón es un Carvalho mayor y melancólico, desen-cantado; un Carvalho pertinazmente solitario de-bido a su temor cerval a los dolores delcompromiso, que sin embargo «ahora se da cuen-ta de que se ha equivocado al no dejarse hacer da-ño». Montalbán, viejo amigo de este festival, es-taría —lo sabemos— encantado y orgulloso.

EL MAL DECORCIRA

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Según Giussepe Petronio, el género policia-co proliferó entre escritores italianos de calidad(de Angelis y Carlo Emilio Gadda) conformecreció la desconfianza en la justicia y aumentó lasensación de que la política estaba controlada porpoderes ocultos (mafias, servicios secretos, con-spiradores). A la novela policiaca no la movía ladesesperación, ni la protesta —dice Petronio—.Más bien funcionaba como expresión de una«desconsolada visión del mundo», así que eraprevisible que se «utilizara el esquema policiaco,pero privándolo de su conclusión optimista. Enefecto, la novela policiaca tradicional se cerrabacon el descubrimiento y captura del culpable: unmodo de manifestar una confianza en la justicia yla sociedad, mientras que el esquema inquietante

termina o con el frustrado descubrimiento delcriminal, o con su frustrada captura, es decir, encualquier caso con una sensación de amargo fra-

caso».1

Ese tipo de final quizás podía admitirse du-rante la posguerra, pero no durante la época deMussolini, claro. Desde 1931 el régimen fascistaobligó a las editoriales a publicar en sus colec-ciones de novelas policiacas a un 15 o 20% de au-tores italianos.2 Periodistas, traductores, guionis-tas y comediantes se apuntaron al género giallo,

pero no tuvieron demasiado éxito. Como recuer-da Romano Martín, aunque aumentó el númerode colecciones policiacas, el género siguió repro-duciendo esquemas importados con la diferenciade que la censura del régimen no «permitía que senarraran delitos o intrigas en territorio nacional».

Parece ser que en 1937 el Ministerio de Culturaordenó que el asesino de las tramas nunca podríaser italiano y no podía esquivar a la justicia. Esoexplica que muchos autores ambientaran sus intri-gas en otros países o que algunos autores próxi-mos al régimen promovieran la imagen de unaItalia segura y ordenada. Con todo, surgen histo-rias como las de Augusto de Angelis y su perso-naje, el comisario De Vicenzi, «un hombre mo-derno e intelectual interesado en comprender elalma humana y descubrir sus intrincados miste-rios». De Angelis tendrá éxito, pero acabará en-carcelado en 1943 acusado de antifascista. Saldráal poco tiempo, pero morirá a causa de las torturassufridas (en los setenta sus historias llegarán has-ta la tele). Otro autor interesante —recuerda Ro-mano— es tito A. Spagnol, que publica en losaños treinta una serie de novelas protagonizadaspor don Poldo, «un anciano sacerdote, estudiosode ciencias naturales, un viejo astuto e inteligenteque consigue resolver magistralmente tramasllenas de misterios y asesinatos cruentos. Con suestilo asequible, Spagnol también se convierte enun autor de éxito, dejará las novelas para dedi-carse al cine en Hollywood. Otro autor de granéxito será Ezio d’Errico, que hasta donde sabe-mos no acabará en la cárcel, quizás porque su per-sonaje, el inspector Richard, es francés y la ac-ción tiene lugar en París. Sea como sea, la proli-feración de novelas policiacas, iniciada porMondadori con la serie I Libri Gialli y secundadapor muchos otros sellos editoriales, toca a su finel 30 de agosto de 1941 cuando el régimen con-

sidera que este género influye negativamente enla juventud italiana y promulga una ley que sus-pende todas las colecciones narrativas rela-cionadas con el mundo del crimen.

Pero para llegar a Gramsci tenemos queretroceder a los años treinta, cuando Mondadorilanzó la serie Libri Gialli. Fue entonces —recuerdaQuazzolo— cuando las novelas de detectives sevolvieron más populares entre un público vasto yheterogéneo «en términos de cultura, intereses ypertenencia social… a pesar de todos los elemen-tos perturbadores con los que estaba imbuida fuepara el espectador, como otros bienes de con-sumo, un momento de entretenimiento». Sin em-bargo el género también tuvo su éxito en el «cír-culo de un público intelectual. Aunque era unproducto de consumo, las historias de detectivesseguían siendo […] un rompecabezas literarioque requería cierta capacidad intelectual porparte del lector». Dado que los teatros tenían unpúblico más sofisticado, no es raro que, cuandoempezaron a ponerse de moda los dramas detec-tivescos, esa élite fuera «capaz de atribuir a esashistorias significados que iban más allá del sim-ple juego de los enigmas».3

Tampoco es de extrañar que a Antonio Gramscile interesara tanto ese género. Antes y durante suencierro, la pregunta que se hizo fue clara: ¿porqué prospera socialmente un género literario yenvejece otro? ¿Por qué se perdió interés, pong-amos, por la novela científica que tanto gustaba aprincipios de siglo gracias a grandes como julioVerne? Los expertos sobre Gramsci tienen claro

que sus notas sobre literatura popular son funda-mentales para entender sus ideas sobre la incipi-ente cultura de masas. La tarea del crítico—según él— no consistía en juzgar desde unpunto de vista externo y elevado, es cierto, perotampoco consistía en aceptar sentimentalmente elgusto popular. En algunas notas señaló que la li-teratura que se tilda de comercial nunca «deberíaolvidarse en la historia de la cultura; por el con-trario, esa literatura tiene un grandísimo peso[…] porque el éxito de un libro de literatura co-mercial indica (y a menudo es el único indicadorexistente) cuál es la filosofía de la época, es decir,cuál es la masa de sentimientos y concepcionesdel mundo que predomina en la muchedumbre si-

lenciosa». Ciertamente, algunas obras popularespueden funcionar como auténtico estupefaciente

popular. El conde de Montecristo de dumas fueuna de ellas, o incluso la más opiácea de unaépoca, porque —como dice Gramsci— «¿quéhombre del pueblo no cree haber sufrido una in-justicia por parte de los poderosos y no fantaseaacerca del castigo que hay que infringirles? Ed-mundo Dantés le ofrece el modelo, lo embriaga

de exaltación, y sustituye la creencia en unajusticia trascendente en la cual ya no cree muysistemáticamente».4 Con todo, Gramsci pensabaque era un error concebir un movimiento de re-novación cultural sin tener en cuenta estosgéneros populares. «El desarrollo de la reno-vación intelectual y moral no es simultáneo entodos los estratos sociales […] las líneas sonmúltiples, y es un error colocarse en el punto de

© RAMÓN DEL CASTILLO

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lunes, 6 de julio de 2020 5vista de una sola línea de movimiento progresi-vo». Por eso, los críticos —añade— no hansabido plantear

La cuestión de la llamada literatura po-

pular, o sea, del éxito que tiene entre lasmasas nacionales la literatura del folletín(de aventuras, policiaca, de terror, etc.);éxito que es ayudado por el cinemató-grafo y el periódico. Y sin embargo, es-ta es la cuestión que representa la partemayor del problema de una nueva lite-ratura en cuanto expresión de una reno-vación intelectual y moral: porque sóloentre los lectores de la literatura de fo-lletín se puede seleccionar el público su-ficiente y necesario para crear la basecultural de la nueva literatura. Me pareceque el problema es éste: cómo crear uncuerpo de literatos que artísticamentesea a la literatura de folletín lo que dos-toievski era a Sue y a Soulié o comoChesterton, en la novela policiaca, es aConan doyle y a Wallace, etcétera. Aeste propósito hay que abandonar mu-chos prejuicios, pero especialmente hayque pensar que no se puede tener el mo-nopolio, y no sólo eso, sino que se tieneen contra una formidable organizaciónde intereses editoriales. El prejuicio máscomún es éste: que la nueva literaturadebe identificarse con una escuela artís-tica de origen intelectual, como fue parael futurismo. La premisa de la nueva li-teratura no puede dejar de ser histórico-política, popular: debe tender a elaborarlo que ya existe, polémicamente o deotro modo no importa; lo que importa esque hunda sus raíces en el humus de lacultura popular tal como ésta es, con susgustos, sus tendencias, etcétera, con sumundo moral e intelectual aunque seaatrasado y convencional.5

En muchas otras notas sobre literatura,Gramsci también insiste en que atribuir a losgéneros populares, y particularmente a los folleti-nescos, una función de evasión no es explicar na-da. Esa observación —dice— es demasiado ge-neral y valdría también para todas las novelasque ofrecen al público una evasión de susmezquinas condiciones existenciales. «Es nece-sario analizar qué ilusión particular da al pueblola novela de folletín, y cómo esa ilusión cambiasegún períodos histórico-políticos». Muchos fo-lletines, por ejemplo, agradan a lectores y lec-toras que fantasean con ascender socialmente,pero ese esnobismo no impide que en esas histo-rias también lata «un fondo de aspiracionesdemocráticas». Gramsci también discute lasideas de un crítico francés, Moufflet, según elcual el folletín expresa un gusto específicamentepopular. Gramsci lo niega: si los intereses popu-lares se expresan por grandes artistas, estos sonpreferidos por el público popular (si no, no se ex-plicaría el amor del pueblo por Shakespeare, porlos clásicos griegos, por Verdi o por grandesnovelistas rusos). Niega también que el folletínsea un producto inspirado solo por el gusto delpúblico, y no por el de algunos autores.

Una observación sumamente relevante deGramsci en sus notas sobre literatura es queaunque varios tipos de novelas pueden gozar si-multáneamente de difusión, suele prevalecer unode ellos. De esa simultaneidad —dice— puedeinferirse que «en el pueblo existen distintos es-tratos culturales, diversas masas de sentimientos

que prevalecen en uno u otro estrato, así como di-versos modelos populares de héroe». La preva-lencia de un estrato, a su vez, puede tomarse co-mo un indicio de un cambio de gusto (entre esostipos, incluye las novelas de trama política, las detrama sentimental y moral, las históricas, las no-velas científicas de aventuras y las novelas poli-ciacas).

En otra serie de notas, Gramsci analiza lanovela policial y distingue varios géneros.6 Paraempezar, cree que ese género ha surgido al mar-gen del modelo de causas célebres, novelas «co-loreadas con la ideología popular en torno a laadministración de la justicia, especialmente si aésta se entrelaza la pasión política». El Conde de

Montecristo fue una de ellas, pero también Eljudío errante (1844) de Eugène Sue, dondeRodin es un intrigante desenfrenado que no sedetiene ante cualquier crimen, pero el príncipeRodolfo representa al amigo del pueblo que des-cubre intrigas y delitos. «El paso de este tipo denovela al de pura aventura está marcado por unproceso de esquematización de la pura intriga,depurada de todo elemento de ideologíademocrática o pequeño-burguesa: no ya la luchaentre el pueblo bueno, sencillo y generoso y lasfuerzas oscuras de la tiranía (jesuitas, policía se-

creta vinculada a la razón de Estado o a la ambi-ción de príncipes, etc.) sino solo la lucha entre ladelincuencia profesional o especializada y lasfuerzas del orden legal, privadas o públicas, so-bre la base de la ley escrita».7 «La actividad judi-

cial ha interesado siempre y continúa interesan-do» —sigue diciendo—. «La actitud del sen-timiento público hacia el aparato de justicia(siempre desacreditado y de ahí el éxito delpolicía privado o aficionado) y respecto al delin-cuente han cambiado a menudo o al menos se hacoloreado de diversos modos». Por influencia delromanticismo (incluyendo al Vautrin de Balzac,inspirado en Vidocq), el «gran delincuente ha si-do a menudo representado como superior alpoder judicial».8

Gramsci también tiene presente otros perso-najes de novelas, como el Javert de Los mise-rables, muy «interesante —dice— desde la pers-pectiva de la psicología popular: Javert es injus-to desde el punto de vista de la verdadera

justicia», pero Victor Hugo lo «representa demanera simpática, como un hombre de carácter

vasallo del deber abstracto. De Javert nacequizás una tradición según la cual el policía tam-bién puede ser respetable y las historias de Pon-son du Terrail, mezclas de novela gótica y deaventuras protagonizada por Rocambole». Másimportancia le da a Émile Gaboriau, que tam-bién —dice— fomenta la «rehabilitación delpolicía», con Ms. Lecocq, que a su vez «abrecamino a Sherlock Holmes».9 Más interesanteaún es que Gramsci divida la literatura policiacaen dos grandes corrientes: «una mecánica —deintriga— y la otra artística». ¿Y qué autores aso-cia con cada una de ellas? Buena pregunta. ¿Yqué entiende por mecánico y por artístico?

Balzac es artístico y se ocupa del delincuente,pero «no es técnicamente escritor de novelaspoliciacas».10

Buena parte de las ideas de Gramsci sobre lanovela policiaca surgen de la lectura de un artícu-lo de 1930 de Aldo Sorani, «Conan Doyle e lafortuna del romanzo poliziesco», publicado enuna revista que llega hasta la cárcel. En él, Soranisostenía que la función social del género residíaen la «manifestación de rebeldía contra elmecanicismo y la estandarización de la vidamoderna, un modo de evadirse de las menuden-cias de la vida cotidiana». Es cierto —comentaGramsci—, pero esa explicación se podríaaplicar a todas las formas de literatura popular,desde el poema caballeresco hasta la novela defolletín de muchos géneros. Aunque Sorani pecade generalidad, Gramsci admite que su artículo«es indispensable para una futura investigación».Otro tanto podría decirse de otro artículo de fi-lippo Burzio de 1930 en la Stampa (y reproduci-do luego en un número de Italia Letteraria quedebió llegar a manos de Gramsci) en el que sesostiene algo parecido: las novelas populares hantenido más éxito conforme la existencia se havuelto «racional y organizada, la disciplina socialférrea, y la tarea del individuo precisa y previsi-ble», o sea, cuanto más se ha reducido el margende libertad y de aventura.11 Gramsci cree, sin em-bargo, que esta explicación de Burzio, como la deSorani, también se puede aplicar a demasiadascosas (por ejemplo, al poder evasivo del deporte)y por lo tanto no sirve para explicar el éxito de un

género específico como el policiaco. Quizás—insinúa— el problema no es simplemente queel hombre moderno fabule con una vida de ries-go y aventura que se le niega, sino todo lo con-trario: los hombres anhelan una vida sin muchasaventuras, una vida con certidumbres, dado queel infierno que experimenta la mayoría es justa-mente «la imprevisibilidad del mañana», o sea la«precariedad de su vida cotidiana», y el «excesode aventuras probables». A eso habría que añadirotro sentimiento dominante en la sociedad: nosólo el de la precariedad de la existencia, sino «elconvencimiento de que a tal precariedad no haymodo individual de ponerle dique».12

Aunque Gramsci lleva razón al criticar a So-rani y Burzio, no deja nada claro qué tendría quever ese nuevo tipo de sentimiento social con eléxito de ciertas historias de detectives. En cam-bio, sí sabemos lo que piensa sobre dos detec-tives muy populares, Sherlock Holmes y el padreBrown.13 Sus creadores fueron grandes escritores,pero el mundo de Holmes —dice— acabó resul-tando demasiado científico para los nuevos tiem-pos. Como Verne —añade—, Doyle representó elpredominio del intelecto humano. «Para su épocasus aventuras policiales eran excitantes, pero hoycasi nada, y por varias razones». Primero porqueel mundo de la ciencia supera lo que en Doyleparecían maravillas. Segundo, porque el mundode las luchas policiales que Conan Doyle tam-bién revelaba «es hoy mucho más conocido agran número de pacíficos lectores». Y tercero, ymás importante de todo, porque en SherlockHolmes «hay un equilibrio racional (demasiado)entre la inteligencia y la ciencia», mientras que«hoy interesa más la aportación individual delhéroe, la técnica psíquica en sí». Eso explica—concluye— que «Chesterton sea hoy el princi-pal representante del aspecto artístico,como enotro tiempo lo fue Poe».14

En el mismo artículo de Sorani que Gramscileyó se destacaban, en realidad, dos facetas fun-damentales del arquetipo de Sherlock Holmes:por un lado la científica, pero por otro la psi-cológica.15A ese respecto, Sorani llevaba toda larazón: siempre se ha subrayado la pericia deHolmes haciendo inferencias y aplicando distin-tas técnicas periciales y forenses, pero no habríaque olvidar sus grandes dotes como observadorde la conducta humana.16 Sin embargo, aunqueGramsci admitiera que Holmes fue arquetipo dealgo más que de la razón resolviendo enigmas,reconoce al padre Brown una clara superioridaden el campo de la observación y explicación de laabsurda conducta humana. Sorani —dice— igno-ra dos elementos culturales esenciales a la horade juzgar los cuentos del Padre Brown. Elprimero es la atmósfera caricaturesca que semanifiesta en novelas como La inocencia del

padre Brown, y que es justamente donde reside elcomponente «artístico que eleva la novela poli-ciaca de Chesterton, a pesar de que la expresiónno siempre resulte perfecta». Pero Sorani —con-cluye Gramsci— tampoco da importancia a otroelemento fundamental: que «las novelas delpadre Brown son apologéticas del catolicismo ydel clero romano, educado para conocer todas lascomplejidades del alma humana por el ejerciciode la confesión y la función de guía espiritual, yde intermediario entre el hombre y la divinidad,

contra el cientifismo y la psicología del protes-tante Conan Doyle».17

Esta contraposición entre el detective protes-tante y el detective católico es sumamente intere-sante, aunque resulta un tanto esquemática ymerece algunas precisiones. Aparece también enla correspondencia con su cuñada Tania. Elprimer volumen L’innocenza di padre Brown sepublicó en editorial Alpes, de Milán, en 1924, y aTania le había gustado mucho. En agosto de 1930Gramsci le recordó que la continuación, Lasaggezza di padre Brown, ya había aparecido yañadía: «Mientras que en el primer volumen elpadre era ingenuo, en este es sabio, así que asaber qué progreso habrá logrado su capacidadde inducción e introspección psicológica».18 Alcabo de los meses, en octubre, Gramsci le comu-nica a Tania que las historias de Chesterton quele ha enviado a la cárcel aún no le han sido entre-gadas, y que tiene muchas ganas de leerlas. Acontinuación dice:

Chesterton ha escrito una fina caricaturade las novelas de detectives propiamentedichas. El padre Brown es un católicoque se burla de la manera de pensarmecánica de los protestantes y el libro esesencialmente una apología de la Iglesiaromana frente a la Iglesia anglicana.Sherlock Holmes es el policía protes-tante que descubre hablando desde el ex-terior, basándose en la ciencia, en elmétodo experimental, en la inducción.El padre Brown es el sacerdote católicoque, a través de las refinadas experien-cias psicológicas suministradas por laconfesión y los trabajos de casuística delos sacerdotes, y sin embargo sin olvidarla ciencia y la experiencia, pero basán-dose sobre todo en la deducción y la in-trospección, derrota a Sherlock Holmesde forma evidente, haciéndolo aparecercomo un niño pequeño pretencioso,mostrando toda su estrechez y mezquin-dad. Por otra parte, Chesterton es ungran artista, mientras que Conan Doyleera un escritor mediocre, a pesar de quele nombraron baronet por sus méritos li-terarios; hay en Chesterton una distin-ción a establecer entre el contenido, laintriga policial y la forma, y también enla materia tratada encontramos una sutilironía que hace las historias más deli-ciosas.19

Dejando a un lado los calificativos que deparapara Doyle (escritor mediocre) y para su detec-tive (pretencioso), Gramsci contrapone dos for-mas de concebir la investigación criminal.Aunque ambos detectives comparten cierta lógi-ca de investigación, uno adopta un modelo fríode observación exterior, mientras que el otro de-sarrolla un enfoque introspectivo más rico. El es-tilo de Holmes es ciertamente clínico y desapa-sionado. Como recuerda Ska, Conan Doyle seinspiró en un médico y caracterizó a su detectivecomo un hombre cerebral que intenta mantenerseanalítico y distante frente a las pasiones hu-manas. Doyle llega a describirle —recuerdaSka—como «una máquina hecha para observartodo y razonar». ¿Resume esto toda la mentali-dad de Holmes? No exactamente,20 pero es com-prensible que Gramsci se dejara llevar por esaimagen después de leer la La cruz azul —elprimer cuento de la serie del padre Brown—,donde otro detective, Aristide Valentin, es des-crito como una mente inteligente, pero «no unamáquina de pensar porque ésa es una expresiónestúpida del fatalismo y el materialismo moder-nos. Una máquina sólo es una máquina porque noes capaz de pensar».21

En un ensayo sobre este tema, Anne Show-stack sugirió que el arranque de El secreto del

padre Brown justificaría aún más la apología delcura católico que hace Gramsci.22 No le faltarazón, sólo que omite un dato importante: hastadonde sé, no hay prueba de que la tercera serie delos relatos del padre Brown llegaran a manos deGramsci.23 Lo que sí es cierto es que al inicio delrelato, el padre Brown conversa con un interlocu-tor americano familiarizado con los éxitos deDupin, Lecoq y Holmes que ve una gran diferen-cia entre los métodos de esos investigadores («yasean ficticios o reales») y los del padre Brown.«Hay quien ha especulado —dice— si esa dife-rencia de método no implicará más bien unaausencia de método científico estricto». Quizáseso sea también lo que distingue a Poe o Doylede Chesterton —diríamos. Poe explicó en algúnescrito dialogado alguno de las habilidades lógi-cas de Dupin, y en ocasiones Conan Doyle haceque Holmes explique al doctor Watson detallesde su método de deducción, pero ¿qué se sabe delmétodo del cura? Incluso se ha llegado a pensar

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lunes, 6 de julio de 20206—dice el americano— que «su ciencia no puedeexplicarse, porque es algo más que mera ciencianatural… Su secreto no puede divulgarse porquees oscuro en sí mismo».24 Pero sí, sí puede expli-carse, y Brown lo hace. Su secreto en realidad esalgo bastante sencillo. Para explicarse loscrímenes, resulta que el cura pensó

en cómo llevarlos cabo y qué estado deánimo era necesario para hacerlo. Ycuando estaba exactamente seguro desentir exactamente lo mismo que el ase-sino, por supuesto, pude saber quién era[…] realmente me vi a mí mismo, a miverdadero yo, cometiendo los asesinatos.No los maté de forma material, pero esano es la cuestión… Pensaba una y otravez en cómo alguien podría llegar a serasí, hasta que caía en la cuenta de queme había vuelto como él, en todo salvoen el detalle final de pasar a la acción.25

Evidentemente, esta curiosa explicaciónprovoca cierta estupefacción en el americano.¿Pero qué clase de ciencia criminológica es esa?—se pregunta. Así que el cura se ve obligado adar más detalles, momento que Chestertonaprovecha para poner en su boca de su personajetoda una crítica del positivismo:

La ciencia está muy bien… pero ¿a quése refiere la gente, nueve de cada diezveces, cuando utiliza esa palabra en nue-stros días? Cuando dicen que la investi-gación criminal es una ciencia, o que lacriminología es una ciencia. Se refierena apartarse del hombre y estudiarlo co-mo si fuese un insecto gigantesco, bajolo que ellos dirían que es una luz fría eimparcial: algo que yo llamaría una luzmuerta y deshumanizada. Pretendenapartarse mucho de él, como si fuese unlejano monstruo prehistórico; estudiar laforma de su cráneo criminal, como sifuese una extraña excrecencia, como elcuerno sobre la nariz del rinoceronte.Cuando el científico habla de un tipoconcreto, nunca se refiere a sí mismosino a su vecino… No niego que la luzfría a veces pueda funcionar, aunque esjustamente lo contrario de la ciencia, yen lugar de ser conocimiento, consisteen la supresión de lo que sabemos: entratar al amigo como a un desconocido,

y fingir que algo familiar es en realidadremoto y misterioso. Es como decir queel hombre tiene una probóscide entre losojos, o que una vez cada veinticuatro ho-ras cae en un estado de inconsciencia.En fin, que eso que usted llama el secre-

to es justo lo contrario. No trato deapartarme del hombre, sino de ponermeen el pellejo del asesino… Estoy en supellejo… Espero a estar seguro de queme he metido en el pellejo del asesino,pienso como él y me debato con sus mis-mas pasiones… hasta que me conviertoen un verdadero asesino.26

Si Gramsci hubiera leído esto le habría gusta-do, claro, no sólo porque Chesterton arremetecontra el cientificismo, sino porque alude a lasteorías frenológicas de Cesare Lombroso, cuyaperniciosa influencia en el reformismo italianoprogresista Gramsci criticó en varias ocasiones.27

El método de Brown al recrear la experiencia del

criminal desde dentro evita la tendencia posi-tivista a explicar las conductas como ejemplos depatologías.

Pero el excurso de Brown podría aclarar unpoco más la otra observación de Gramsci, la másdiscutida: que las diferencias entre el método deHolmes y el de Brown expresan también grandesdiferencias de naturaleza religiosa. ¿Seguro?Quizás el juicio de Gramsci fue un tanto simpli-ficador en este punto. Ska lo cree así y recuerdaque «de hecho, el católico de los dos es Doyle,mientras que el anglicano fue más bien Chester-ton, por lo menos, hasta los cuarenta y ocho años,cuando se convirtió al catolicismo».28 Doylenació en efecto en una familia de ascendencia ir-landesa «y [era] tan católico como Chesterton,aunque ciertamente se volvió agnóstico y el ele-mento religioso no tuvo gran influencia en suobra y personajes». Chesterton, por su parte, fuebautizado por un fraile dominico irlandés en1922, pero nació en una familia anglicana y su

abuelo fue un predicador. En cierto modo, «eramás anglicano que Doyle», así que —concluyeSka— la oposición que marcaba Gramsci nosería tanto entre la religión protestante y la católi-ca sino entre dos culturas, una latina más empáti-ca y otra anglosajona más fría, lo cual —creemosnosotros— no explica mucho sino que vuelve arecurrir a otro tópico, el cultural, tan esquemáti-co como el religioso. Pero si Ska hubiera leído El

secreto del padre Brown, quizás le habría dadoun poco más la razón a Gramsci. Holmes apenasusa el lenguaje moralista en su enfoque de la ca-suística criminal,29 pero Brown va mucho máslejos: no solo habla del mal y del bien, y del in-fierno, sino que llega a comparar su método conuna especie de ejercicio religioso que «me acon-sejó una vez un amigo» que a su vez «copió laidea del Papa León XIII, que siempre ha sido unode mis héroes»,30

pues nadie puede pensar que es bueno deverdad si no se atreve a investigar «lomalo que es o lo malo que podría llegara ser» […] hasta que se admite que no setiene derecho a hablar con tanto esnobis-mo y desdén sobre los criminales, comosi fueran simios en un bosque a quincemil kilómetros de distancia, hasta que selibra de todos esos engaños sobre lostipos inferiores y los cráneos defectuo-sos; hasta que elimina de su alma la últi-ma gota del aceite de los fariseos; hastaque su única esperanza es de un modo uotro haber capturado a un criminal y de-jarlo, sano y salvo, bajo su protección.31

No sé lo que diría Ska ante este texto. No meconsta que Gramsci lo leyera —ya lo he di-cho—, pero después de todo quizás no exagerótanto cuando calificó las historias de Chestertoncomo apologías del catolicismo. Otra historia esqué pensaba del gran héroe de Chesterton, el pa-pa Leon XIII, y qué habría dicho sobre la doc-trina social católica que defendió Chesterton (elllamado distributismo). Gramsci habló de al-gunos de estos temas en muchas notas sobre elpensamiento social de los católicos,32 pero esaes otra historia y no la vamos a contar aquí. Ladejamos para otra ocasión en la que podamosseguir estudiando el legado de un preso inolvi-dable que disfrutó tanto con las historias de uncura detective.33

1. Giuseppe Petronio: Historia de la literatura italiana,Madrid: Cátedra, 1990, p. 1055. Véase también GiulianaPieri (ed.): Italian Crime Fiction, Cardiff: University ofWales Press, 2011, especialmente el trabajo de JosephFarrell «Literature and the Giallo».

2. Yolanda Romano Martín: «La novela policiaca ita-liana entre 1930-1970: ediciones y traducciones españo-las» en A. Camps y S. Bartolotta (eds.): La traducción enlas relaciones italo-españolas. Lengua, Literatura y cul-tura, Universidad de Barcelona, 2012. También: PaoloQuazzolo: «La comedia poliziesca italian degli anniTrenta», Thriller Magazine, 2008.

3. «La comedia poliziesca italian degli anni Trenta», o.cit.

4. Cuaderno 4, 1930-1932 (p. 77 bis), en AntonioGramsci: Cuadernos de la cárcel, tomo II, Puebla (Méxi-co): Era, 1999, § 54, p. 286.

5. Cuaderno 15, 1933 (pp. 35-35bis), en Cuadernosde la cárcel, tomo 5, § 58, pp. 231-232.

6. Para una visión general de sus notas sobre litera-tura, véase William Q. Boelhower: «Antonio Gramsci’s so-ciology of literature», Contemporary Literature, vol. 22,núm. 4: «Marxism and the crisis of the world», 1981, pp.574-599.

7. Cuaderno 3, 1930 (pp. 73 bis-74), en Cuadernosde la cárcel, tomo II, § 153, p. 118. Véase también Cua-derno 21, 1934-1935 (pp. 30-31), en tomo VI, § 12, pp.52-53.

8. Ibídem.

9. Ibídem. Una de las discusiones más interesantesque Gramsci plantea, pero que no vamos a discutir aquí,es la relación entre novela policiaca y espíritu nacional.Niega que las novelas judiciales inglesas representen ladefensa de la ley, mientras que las francesas exaltarían aldelincuente. Se trata —dice— de un prejuicio debido aque esta literatura también se difunde en ciertos estratoscultos. Recuerda que Eugène Sue aunque fue muy leídopor clases medias, optaba por todo un sistema de repre-sión de la delincuencia profesional.

10. Ibídem.

11. O más exactamente —añade Gramsci en una ano-tación— los géneros de evasión proliferan «conforme lavida queda más racionalizada por coacción», cuando re-sulta más racional «para los grupos dominantes, pero nopara los dominados», sobre todo cuando está vinculada ala «actividad económico práctica, por la que la coacciónse ejerce bien sea indirectamente, incluso sobre las ca-pas intelectuales». Cuaderno 21, 1934-1935 (pp. 34-35),en Cuadernos de la cárcel, tomo VI, § 13, p. 55.

12. Ibídem, (36) Si no lo entiendo mal, esto es lo queChaira Daniele sugiere en su lectura de Gramsci (Véase:

«Gramsci tra due detective», en A. Gramsci: SherlockHolmes & Padre Brown: note sul Romanzo Poliziesco,Bolonia (Italia): Centro editoriales Dehonianao, 2019).Pero yo no lo veo tan claro. Gramsci da a entender queese sentimiento explicaría la preferencia por historias deaventuras interesantes, o sea, aventuras que son produc-to de la propia libertad, y no aventuras forzadas por cau-sas no deseadas. Sin embargo, esta explicación tambiénes muy general, y también se podría aplicar a muchos gé-neros.

13. No me consta cuándo empezó a leer historias deSherlock Holmes, pero las cartas sí dejan claro que antesde ser encarcelado mantuvo conversaciones en familiasobre las historias del padre Brown. En Cuaderno 7(1930-1931 [p. 70], en Cuadernos de la cárcel, tomo III,§ 38, p. 175) alude a otro relato del padre Brown de la pri-mera serie, «El hombre invisible».

14. Cuaderno 21 (p. 32), en Cuadernos de la cárcel,tomo VI, § 12, p. 53.

15. Hablo de arquetipo, pero hay que recordar que,como otros héroes literarios, Holmes cobró tal populari-dad que acabó tomándose por un ser humano real. Cu-riosamente, esta leyenda no fue solo una creencia entreclases populares, sino una que se complacían en promo-ver lectores de clases superiores pero igual de entusias-tas (Truzzi: o. cit., p. 83). Curiosamente, Gramsci escribiósobre este asunto, y le dio importancia a que un héroepopular es un popular cuando se acaba tomando por unohistórico, pero no incluyó a Holmes como ejemplo de esa«positividad fabulosa», como la llama él. Eso también ex-plica que cuando un personaje cobra ese grado de reali-dad, otras novelas inventen personajes semejantes. Véa-se Cuaderno 8, 1931-1932 (p. 38), en Cuadernos de lacárcel, tomo II, § 122, p. 277.

16. Dotes no libres de muchos prejuicios, eso sí: véa-se si no el trabajo de Marcello Truzzi: «Sherlock Holmes:experto en psicología social aplicada», en U. Eco y T.Sebeok (eds.): El signo de los tres: Dupin, Holmes, Peir-ce, Barcelona: Lumen, 1989, pp. 82-115.

17. Cuaderno 6, 1930-1932 (p. 8), en Cuadernos dela cárcel, tomo III, §17, p. 23-24. Véase también Cuader-no 21 (pp. 35-36), en Cuadernos de la cárcel, tomo VI,§13. pp. 53-56

18. Esta carta no aparece en Cartas desde la cárcel,Buenos Aires: Nueva Visión, 1998. Sí está incluida en A.Gramsci: Sherlock Holmes & Padre Brown: note sul ro-manzo poliziesco, Bolonia (Italia): Centro Editoriale Deho-nianao, Bologna, 2019.

19. A. Gramsci: Cartas desde la cárcel, Buenos Aires:Nueva Visión, 1998, p. 110.

20. Ciertamente, recuerda Truzzi, Holmes pareceabrazar a veces un modelo de investigación que antepo-

ne lo estadístico a lo específico: «mientras que el indivi-duo aislado es un rompecabezas insoluble, colectivamen-te se convierte en una certidumbre matemática. Porejemplo, no es posible predecir lo que un hombre hará,pero puede decirse con precisión qué se dispone a haceruna muestra promedio. Los individuos varían, pero losporcentajes permanecen constantes» (El signo de loscuatro, citado por Truzzi: o. cit., p. 89). Sin embargo, enotras ocasiones, como Truzzi también muestra, Holmesdesarrolla hipótesis basándose en conocimientos propiosde la psicología de la personalidad (pp. 104-105) que re-quieren observaciones detalladas y hasta habilidadespropias de un psicoanalista (o. cit., p. 110). Véase tam-bién la descripción que hace del «razonador ideal» en Thefive orange pipes, cuyo modo de concatenar eslaboneses comparable —dice— al de Cuvier, que era capaz deimaginar correctamente a un animal entero a partir de laobservación de un solo hueso. Curiosamente Gramscimencionó a Cuvier cuando rechazó la aplicación de cier-tos métodos científicos en sociología: «Reconstituir de unhueso un megaterio o un mastodonte era propio de Cu-vier, pero puede suceder que con un pedazo de cola deratón se reconstruya por el contrario una serpiente demar» (C 1, 343. Modifico traducción porque osso no setradujo por «hueso», sino por «osito». Sin comenta-rios…). En sociología —dice Gramsci en otras notas— lasgeneralizaciones arbitrarias y bizarras son más fáciles,además de muy dañinas para la vida práctica (véase el co-mentario de Buttigies a este asunto en su introducción aPrison notebooks, vol. I).

21. Aristide Valentin, el jefe de la policía de París quetambién aparece en La cruz azul, era inteligente justa-mente porque «comprendía la razón, entendía los límitesde la razón. Sólo quien no tiene ni idea de motores hablade conducir sin gasolina. Sólo quien no está familiarizadocon la razón pretende razonar sin unos principios sóli-dos» (El candor del padre Brown, pp. 15-16). Flambeau,dicho sea de paso, es otra cosa, porque fue criminal (enFrancia) antes que investigador (en Inglaterra). Como sedice en la tercera serie, El secreto del padre Brown, su«carrera criminal le había dejado demasiados escrúpulospara seguir una carrera detectivesca». Valentin podía con-siderar «su cerebro de detective tan bueno como el delcriminal, cosa que era cierta, pero se daba perfecta cuen-ta de su desventaja: “el criminal es el artista creativo; eldetective sólo es el crítico» —dijo con una sonrisa amar-ga» (El candor del padre Brown, p. 17). Valentin, recuér-dese, se suicida en El jardín secreto cuando el padreBrown descubre su implicación en un asesinato.

22. Anne Showstack Sasson: «Gramsci and the se-cret of Father Brown», Critical Review of International So-cial and Political Philosophy, vol. 8, núm. 4 (diciembre de2005).

23. Como ya he dicho, Gramsci leyó la primera seriede los relatos de Brown, L’innocenza di padre Brown, en

la edición de 1924. Como dejan claro las cartas con Ta-nia, esperaba más relatos de Chesterton, pero no estáclaro que le llegaran. En marzo de 1930 le pidió la traduc-ción francesa de otra obra de Chesterton, The new Jeru-salem (1920). En una lista de los libros que pide a Carloel 13 de marzo de 1931, vuelve a figurar la segunda se-rie, La saggeza di padre Brown.

24. «El secreto del padre Brown», en Los relatos delpadre Brown (trad. de M. Temprano), Barcelona: Acanti-lado, 2008, p. 719.

25. Ibídem, pp. 720, 721.

26. Ibídem, p. 723.

27. En § 27 del Cuaderno 1, dice: «la tendencia de lasociología de izquierdas en Italia a ocuparse de la crimi-nalidad. ¿Vinculada al hecho de que a tal corriente se ad-hirieron Lombroso y otros que parecían entonces la su-prema expresión de la ciencia? […] ¿O está ligada al he-cho de que en Italia impresionaba a estos hombres lagran cantidad de delitos de sangre y creían no poderavanzar más allá sin haber antes explicado científicamen-te este fenómeno?». Como señaló en la introducción in-glesa a los cuadernos, esos sectores dieron legitimidadcientífica y perpetuaron teorías deterministas y fatalistassegún las cuales ciertos individuos (como los criminales),pero también ciertos grupos culturales (por ejemplo, losdel sur) poseían una naturaleza primitiva. Una consecuen-cia de este tipo de sociología es que bloqueaba el estudiohistórico de la sociedad con su reduccionismo biologicis-ta. Véase Joseph A Buttigies: Prison notebooks, vol. I, Co-lumbia University Press, 1975, pp. 46 y siguientes.

28. Jean-Louis Ska: «Il cattolico e l’anglicano», tam-bién en A. Gramsci: Sherlock Holmes & Padre Brown.Note sul Romanzo Poliziesco.

29. Véanse además los comentarios de Truzzi sobreel peculiar sentido de la justicia de Holmes, su desdén ha-cia la policía y su relativa fe en la victoria final de la justi-cia. Hay que recordar que en sus casos, Holmes deja aescapar a catorce delincuentes, entre otras cosas porquecree que mandarlos a la cárcel los convertiría en malhe-chor toda su vida (Truzzi: o. cit., p. 106).

30. Chesterton: o. cit., p. 721.

31. Ibídem, p. 723.

32. Véase Cuaderno 5. También Cuaderno 1 sobreclero e intelectuales.

33. Tengo que expresar todo mi agradecimiento acuatro amigos por su imprescindible colaboración en lastareas de documentación de este trabajo: Ramón delBuey, Alfonso Cuenca, Guiseppe Maio y Stefano Oliverio.También doy las gracias a Alejandro Gallo por animarmea escribirlo, y a Pablo Batalla por invitarme a colaborarcon A Quemarropa.

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Pueden llover virus del cielo, pue-den caer sobre nosotros las siete pla-gas de Egipto —o de Wuhan—, sonarlas trompetas del Apocalipsis o des-bordarse mares y océanos engullendoa la Atlántida y Lemuria… Tranquilos,nada de ello impedirá comenzar portodo lo alto una nueva jornada del Es-pacio AQ si quien presenta es LuisArtigue, incombustible ante el desas-tre y antídoto perfecto contra el aburri-miento. Uno, que transita todavía losespacios oníricos de la sobremesacuando inicia su trabajo de escriba,aprecia en lo que vale un primer en-cuentro como este, con truenos y cen-tellas, fanfarrias y efectos especiales,donde si para colmo a Luis Artigue sele une el poeta y novelista julio Ro-dríguez, de verbo ágil y afilado, esimposible dar cabezadas y el espectrode Morfeo huye aterrorizado de vueltaal Olimpo, a esconderse entre nubesde algodón azucarado. Estos dos ge-nios y figuras de nuestra más singularliteratura se reunieron para presentarla comedia criminal negrorrealista Elgran Pirelli (Pez de Plata), del propioJulio Rodríguez, que su osado glosa-dor definió como «revolucionaria, di-namitera y delirante» novela que «sepasa por el forro el canon del géneronegro», invirtiendo tópicos y haciendoque sea un delincuente el que investi-ga, un policía el enchironado y unapanda de quinquis de cuidado quienesprotagonizan sus locas peripecias. En-salzaron así las virtudes del humorcastizo, picaresco y disparatado, queen otros tiempos cultivaran maestrosdel género hoy olvidados (recordemosa Shell Scott o donald Westlake, porcitar alguno), pero que muchos puris-tas del género desprecian injustamen-te sin darse cuenta de que las peoresrealidades humanas, sociales, psicoló-gicas y criminales pasan mejor y que-dan si las acompañan risas y sonrisas,porque como bien dijo Julio Rodrí-guez «hay cosas tan terribles que sólose pueden contar con humor». En due-lo de voluntades digno de un spaghe-

tti western, Artigue y Rodríguez, Ro-dríguez y Artigue, se dispararon amansalva, con pistolas llenas de aguade colores, y se notó que pese a las pri-sas disfrutaban de su mutua concupis-cencia, recordando una presentaciónleonina (es decir: en León), dondeacechó el espectro del COVID-19, pe-ro a la que sobrevivieron de milagro.El gran Pirelli, que de cardenal tienebien poco y de neumático tampoco,será algún día libro de texto en las es-cuelas de cárceles y prisiones, porqueJulio Rodríguez, que frecuenta Villa-bona (no como detenido, malpensa-dos, sino como pedagogo y firme cre-yente en la reinserción social) sabeque la mejor manera de curar un malreal es con otro imaginario, pero mu-cho más salvaje, divertido e iconoclas-ta. Humor negro, novela negra, negro-rrealismo patrio con alegría y sabor acodorniz, terapéutico y esperpénticopara abrir boca en la mejor tradiciónde la Semana Negra (que no se enfadenadie por el uso y abuso del sustantivonegro en estas páginas: aquí somos delos que seguimos creyendo que black

is beautiful y que la única misa buenaes la Misa Negra).

La literatura noir fue protagonistaabsoluta de la primera parte de la jor-nada, pues a la descacharrante e hiper-bólica presentación de El gran Pirelli

sucedió la más austera pero igualmen-te interesante de La balada de losahorcados (Célebre Editorial), cuartanovela protagonizada por el investiga-dor manchego Joaquín Córdoba, crea-do por su autor, el ya veterano en estaslides josé Ramón Gómez Cabezas,que se ha propuesto, entre la intrigacriminal, la historia y el retrato social,llevar el género negro a la España delos años veinte y treinta, pero no engrandes capitales como Madrid o Bar-celona, sino en la pequeña y demasia-do olvidada Ciudad Real y su provin-cia, trasladando esta vez a su peculiarpersonaje, ni detective ni policía, sinotodo lo contrario, al Valle de la Alcu-dia y su minería de antaño, encarnado

en el imaginario pueblo de El Viso,donde tres muchachas han aparecidoahorcadas por una mano —o manos—desconocida. Paco Gómez Escriba-no, otro veterano semanero con supropia cuenta de crímenes literarios acuestas, insistió en destacar entre lasvirtudes de esta novela en particular, yde la serie de Joaquín Córdoba en ge-neral, su aguda conciencia social, queen este caso concreto supera quizá untanto a su intriga criminal, al tiempoque advirtió a su autor de que con ca-da nuevo título de la saga se aproximamás y más, implacablemente, al año1936, y pronto deberá enfrentar a suinvestigador de crímenes particularescon ese otro crimen general y hastageneralísimo que fue la guerra civil.Perspectiva que, como él mismo reco-noció, asusta un poco a Gómez Cabe-zas, pues no quisiera que su personaje,ambiguo y atrapado en sus contradic-ciones de clase, acabara inclinándosea uno u otro lado, ganándose así tam-bién seguros enemigos en ambos ban-dos. Tras contar la rocambolesca peri-pecia que dio lugar a la publicación fi-nal de su novela, cuyo título invoca elfamoso poema del genial y canallescofrançois Villon, el autor prometió,sin embargo, seguir desarrollando a sucreación, recuperando quizás el perso-naje de Ramón, suerte de ayudante delinvestigador y trasunto de su propioabuelo, recientemente fallecido e ins-pirador en buena parte de sus obras,volcadas en la historia y el paisajemanchegos que le hiciera descubrir yapreciar en su infancia.

El siguiente bloque de la jornadase adentró, siguiendo el derrotero tra-zado por la última novela presentada,en las sangrientas, trágicas pero tam-bién heroicas y combativas trincherasde la guerra civil, para recordarnos, enuna nueva entrega de las colaboracio-nes entre la SN y el Vicerrectorado dela Universidad de Oviedo, a las Muje-

res del Socorro Rojo Internacional en

España (1934-1939), con la interven-ción de la profesora de historia con-temporánea en la Universidad CarlosIII de Madrid Laura BranciforteMazzola, acompañada por el profesorRubén Vega y presentados ambos porel ubicuo Ángel de la Calle, que se te-letransportó rápidamente para dejarlossolos y a sus anchas. En lo que fue to-da una clase magistral, incluyendoproyección de material gráfico y foto-grafías de algunas de las protagonis-tas, fundamentalmente italianas y as-turianas, del Socorro Rojo Internacio-nal, Laura Branciforte pasó revista alos problemas de llegar a conocer laverdadera historia de estas mujeres,destacando cómo el Socorro Rojo,más que un simple organismo humani-tario, fue también órgano combativo,de lucha ideológica y solidaria desdesu nacimiento en la Unión Soviética,asumiendo pronto un carácter transna-cional e internacionalista, fundamen-talmente europeo, que tendría impor-tante papel en la revolución obrera de1934 en Asturias. En todo este desarro-

llo destacarían las asociaciones feme-ninas antifascistas, gracias a la in-fluencia de personajes como tinaModotti, tan querida por el prófugoÁngel de la Calle, o Matilde Landa.Fueron sobre todo los artículos de Mo-dotti en la revista Ayuda, donde llegó aescribir con cuatro seudónimos distin-tos, los que permitieron a Branciforterecabar gran parte de la informaciónque la llevaría a concluir su investiga-ción y libro (ya agotado) sobre esteapasionante episodio histórico, pues—¡oh, sorpresa!— los archivos oficia-les del partido comunista apenas men-cionan los nombres de estas u otrasmujeres del Socorro Internacional. Detal forma, la labor contra viento y ma-rea de Laura Branciforte contribuyehoy a recuperar la memoria de un gru-po de mujeres de radical importanciapara el movimiento obrero en generaly la historia del Socorro Rojo Interna-cional en particular.

La recta final de la tarde, que seextendería ya desde las ocho y diezhasta el cierre de la SN, vendría de lamano de la segunda jornada de Diver-SOS, el espacio de comunicación, so-lidaridad y activismos que de la manode Alejandro Zapico y Julio Rodrí-guez está llenando AQ estos días defotoperiodismo, imágenes contra el ol-vido, creación audiovisual, música ycultura viva y combativa. La primeraactividad fue un fascinante recorrido,verdadera película foto a foto, por losdías más duros del COVID-19 en As-turias, de la mano de Miki López, ve-terano fotógrafo de La Nueva España,

quien nos mostró su visión única, en-tre el testimonio periodístico y el ojoartístico más sensible y avezado, deCuando nos sorprendió el silencio.

Desde una primera foto en el aero-puerto de Barcelona, realizada el 3 demarzo, donde casi casualmente retratóa una persona con su máscara, hastalos primeros días del desconfinamien-to, Miki López nos mesmerizó conimágenes de un mundo de ciencia fic-ción apocalíptica y distópica, que ha

resultado ser el nuestro: el lloradoLuis Sepúlveda entrando por su pro-pio pie en el hospital, el ejército patru-llando las calles con sus máscaras ais-lantes y uniformes de comando, lascalles vacías de Oviedo, una SemanaSanta espectral plagada de iconos casimedievales, los geriátricos aislados acal y canto, las carreteras rurales des-iertas… Ecos de Mad Max, Chernóbilo Los pájaros de Hitchcock para untrabajo que hizo de Miki López losojos mismos de la ciudad; ojos en losque reflejar y conservar para la poste-ridad una Asturias y un mundo bajo elsilencio y el miedo, pero también lle-no de esperanza. Exposición que coro-nó un impresionante vídeo de cuatrominutos, realizado por el propio fotó-grafo al ritmo melancólico e hipnóticode la música del bretón denez Pri-gent.

La fotografía y, más aún, la necesi-dad de formar a nuevos fotógrafos yapostar por la importancia de la ense-ñanza en la fotografía y las artes vi-suales fueron protagonistas de la si-guiente mesa redonda, donde variosprofesores y profesoras representantesde algunos de los centros de enseñan-za y formación fotográfica más impor-tantes de Asturias y de España, comojessica Martínez, Patricia f. Bre-gón, Matilde Huerta, Roberto G.Roces y josé Ramón navarro nosilustraron sobre el tema, tras mostrar-nos también los trabajos de fin de cur-so del Master de fotografía de fotope-

riodismo, documental y de autor de laEscuela Fotografía desde Cero, conpropuestas que fueron desde el CO-VID-19 a Stephen King en versiónpunk, de la Paris Fashion Week a laRía de Avilés y sus trabajadores.

Para finalizar y dejar bien claroque el futuro ya está aquí, pero quefrente a la distopía del COVID-19 ca-be y debe caber todavía la utopía deuna cultura popular, joven, viva, acti-va y hasta agresiva, la jornada Diver-SOS en AQ concluyó con una mesaredonda de diálogo, vía Internet ymultipantalla, digital entre diversosproyectos de cultura popular, contan-do con la presencia física de Julio Ro-dríguez y del rapero tinerfeño AdánCallejo, de la Escuela Popular PauloFreire, quien conectó telemáticamentecon otros activistas culturales interna-cionales como Kenan navarro, delproyecto hip hop Underskillz, en Te-nerife; julia Cadoche en representa-ción de la cooperativa cultural Distrito7, en la ciudad argentina de Rosario, oGerardo Márquez de La Nave enMálaga, grupo de acción vecinal queha conseguido poner en marcha todoun nuevo espacio para la cooperaciónsocial y cultural. En plenos Días de laPlaga, el emporio digital e informáticovirtual se convierte también en mediode apropiación cultural radical y com-bativa, para permitirnos vislumbrar al-gún futuro mejor en medio del Apoca-lipsis. La respuesta, está en el vien-to… O en los bytes...

Enseñando a mirar: la importancia de la formación en fotografía. Laura Branciforte.

Por Jesús Palacios(con la inestimable colaboración de Raquel Suárez)

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lunes, 6 de julio de 2020 9

Inevitablemente, haga lo que haga, vaya donde vaya, siemprelos encuentro. Y siempre siguiendo los pasos de la Peste, cuando noextendiéndola según dicen algunos, aunque nadie podría asegurar-lo a ciencia cierta. Peores que los hambrientos coyotes que aúllana la Luna, que las sinuosas serpientes de cascabel con su mordidavenenosa y que los buitres carroñeros del desierto que anuncianmuerte y podredumbre, los vampiros están por todas partes y sugran poder consiste hoy día, al contrario de lo que ocurriera en elpasado, en que todo el mundo cree en ellos. Ayer domingo, llega-ron a SN al anochecer, como suele ocurrir, aunque no haya que fiar-se demasiado, pues se los ha visto a menudo caminar en pleno día,atechándose y haciendo ostentación de sombrero Stetson y gafasnegras, riéndose de quienes quieren creer que, como los apaches,sólo atacan de noche. Lo hicieron primero de la mano de Hija delas sombras (Cazador de Ratas), de felicidad Martínez Herreros,novela histórica de vampiros —o novela de vampiros históricos, aelegir—, que transcurre en los tiempos que precedieron a la Revo-lución francesa, orgía de sangre con la que se quiso y no se pudoacabar con los vampiros de alta alcurnia, cuyas cabezas rodarondesdentadas a decenas, gracias al prodigioso invento del dr. Gui-llotin. Sin embargo, el vampirismo es tan humano, tan demasiadohumano, que se contagia rápido como la Peste, y acabó inoculadoa sus propios perseguidores, quienes una vez probaron el sabor dela sangre ya no pudieron dejar de alimentarse con ella: los diosestienen sed, que decía Anatole. Para hablar de esta historia de vam-piros, que es la de la joven Sophie Dumartin en el París de 1785 ysus encuentros con un chupador de sangre en la más ortodoxa tra-dición gótica, así como con otros monstruos humanos y secretos fa-miliares no menos góticos, Felicidad Martínez compartió mesa conotra nocturnal dama, Carmen Molina, quien hizo su debut en pú-blico después de años de moverse entre las sombras de SN, pues séde buena tinta —roja— que es una de las musas del lugar, a quien

adoran sectas de iniciados que se reúnen en las más oscuras y hú-medas criptas de este pueblo impío, para intercambiar esotéricossaberes y libar néctares alcohólicos prohibidos. Habrá que atarla encorto y vigilarla atentamente, pues aún no estoy seguro de si es unacazadora de sombras… O una sombra a la caza.

Por si lo de anoche no fuera bastante, el próximo miércolesocho llega otro cargamento de no-muertos con la presentación deHijos de la noche. Vampiros: cine y literatura (Archivos Vola), unmanual de iniciación escrito a cuatro manos por iria Barro Vale,jesús Palacios, frank G. Rubio y Rosemary thorne, que tocatanto el cine de vampiros como la literatura, personajes como lacondesa Ersébeth Báthory —mujer empoderada donde las haya,aunque de costumbres un tanto dudosas— y películas de culto co-mo Arrebato. Ese día en SN estará solo Jesús Palacios, acompaña-do del mítico Germán Menéndez, y no le quitaré el ojo, con el de-do amartillando tenso mi seis tiros, pues hace tiempo sospecho queeste tipo esconde, tras su fachada de Van Helsing, un corazónmuerto de alimaña sanguinaria, y que utiliza el reclamo nigromán-tico de sus Ciencias Ocultas para conseguir víctimas frescas a lasque desangrar y convertir en nuevos seguidores. Y es que, como laPeste, parece estar en todas partes.

Yo, personalmente, estoy ya un poco harto de vampiros. Creíaque una vez muerto el vampiro mexicano, el conde Lavud que Du-val se hacía llamar, del que di buena cuenta cinco años atrás en laFrontera, no tendría que volver a encontrarme con ninguno. Pero laPlaga, como dije, es su elemento, y cada vez que se extiende rea-parecen como lo que son: unos apestados, apestosos y pesados, quehacen soñar a los adolescentes húmedas pesadillas de sexo, inmor-talidad, poder e inmoralidad que acaban convertidas en cursis sue-ños de dóciles enamorados, inmaduros y atontados, pero bien ma-duros para dejarse engañar por ese gran vampiro que es el Capital,con sus best-sellers alambicados, caramelos rellenos de fantasíaspueriles y personajes agotados. Por eso yo, cuando oigo la palabravampiro, echo mano de mi revólver. Bien cargado con balas de pla-ta y punta de madera tallada, porque más vale murciélago en manoque ciento volando. O como decía el general Custer, Cazador deVampiros: el único vampiro bueno es el vampiro… ¿muerto?

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EL PRoCESo dE tRABAjo

Para el marxismo la producción y el intercambio de susproductos constituyen la base de todo orden social. Para elmarxismo en todas las sociedades históricas la distribución delos productos y, con ella, la articulación social en clases, seorienta por lo que se produce y cómo se produce, así como elmodo en que se intercambia lo producido. Por tanto, las cau-sas de todas las modificaciones sociales no deben buscarse enla cabeza de los ciudadanos y ciudadanas, ni en la crecientecomprensión de la verdad ni en la justicia eterna. Deben bus-carse en las transformaciones de los modos de producción y deintercambio; no hay que buscarlas en la filosofía, sino en laeconomía de la época de que se trate.

El proceso de trabajo, en cuanto proceso en que el capita-lista consume la fuerza de trabajo, muestra dos fenómenos pe-culiares. Uno es que el obrero trabaja bajo el control del capi-talista, a quien pertenece el trabajo de aquél. El capitalista velapara que el trabajo se efectúe de la debida manera y los mediosde producción se empleen con arreglo al fin asignado, por tan-to para que no se desperdicie materia prima y se economice elinstrumento de trabajo, o sea que sólo se desgaste en la medidaen que lo requiera su uso en el trabajo. Pero, en segundo lugar,el producto es propiedad del capitalista, no del productor direc-to, del obrero. El capitalista paga, por ejemplo, el valor diariode la fuerza de trabajo. Por consiguiente le pertenece su uso du-rante la jornada, como le pertenecería el de cualquier otra mer-cancía por ejemplo un caballo que alquilara por un día.

Un elemento de proceso de producción es el objeto sobreel que se trabaja (materia bruta o materia prima), y también los

medios de producción. Marx llamó fuerza de trabajo a laenergía humana que se emplea en el proceso de trabajo. Dejóescrito Carlos Marx: «Lo que distingue las épocas económi-cas unas de otras no es qué se hace sino cómo se hace, con quéinstrumentos de trabajo de hace».

Marx lo apuntó y Marta Harnecker, muchos años mástarde, difundió esas ideas. En el proceso de producción existela división del trabajo, o sea la repartición de las diferentes ta-reas que los individuos cumplen en la sociedad; tareas yasean económicas, ideológicas o políticas. Y esa división socialdel trabajo empezó históricamente con la división entre el tra-bajo manual y el trabajo intelectual.

EN CAPÍTULOS ANTERIORES: Marxismo / La teoríamarxista de la historia.

MAÑANA: Las fuerzas productivas.Luismi Piñera

tercera entrega. Alimañas

EN MEMORIA DE MARTA HARNECKER, CHILENA, DIVULGADORA DEL PENSAMIENTO DE CARLOS MARX, FALLECIDA EN 2019 A LOS 82 AÑOS

«Tú di que estuvimos en el ani-versario de la Liberación de París».Sí, ya me los imagino, orgullosos dedesfilar con los de la Nueve, la divi-sión que estaba compuesta de espa-ñoles exiliados por el golpe militarde Franco. Republicanos, comunis-tas y anarquistas entraron simbólica-

mente en vanguardia aquel alegredía de la Libertad, aún con la espe-ranza de que los aliados restauraranla democracia en su país. No pudoser: el Capital prefirió al dictador.

En cualquier caso, yo pretendíahablar de sus experiencias. La Cha-ranga Ventolín ha estado ligada a la

Semana Negra desde sus primeros pa-sos por el Musel en 1988. Para hacermemoria prefieren delegar en los ve-teranos, pero antes me señalan una in-corporación internacional, «un ameri-cano. Nos vio y dijo que quería tocarcon nosotros». Americano del norte,

si bien con nombre europeo; siguien-do esa práctica suya en las escuelasme lo deletrea D-e-s-p-o-p-o-u-l-o-s.

Gijón les ha dado ya su reconoci-miento oficial, aunque casi no haylugar de Asturias que no los conozca.«Andábamos con el grupo de teatroLa Gotera; en Belmonte representa-mos una obra de calle, una moza ha-cía de ladrona, los guardias casi ladetienen; luego, cuando se aclaró to-do, decían ya nos parecía… Luego,por accidente, se incendió la banderaen el Ayuntamiento. Lo pasamosmuy mal, porque había sido lo deVictor Manuel en México y pensa-mos que nos detenían».

«Cuando la campaña contra laOTAN estuvimos en Avilés; no habíamucho público y el gamberro del Po-li, al redoble del tambor decía:“¡Ahora la cabra subirá la escale-

ra!”. Alguno está esperando la cabra

todavía». La OTAN sí que se nota,en vidas y dineros.

Siempre se puede contar con laCharanga Ventolín. Mientras duró ladirectiva del recordado Paco Pren-des en el Ateneo Republicano, fue-ron banda sonora de la Fiesta delOso Regicida, que cada año conme-mora en Llueves al plantígrado quese enfrentó con éxito a la monarquía,zampándose al rey favila. La penúl-tima vez que coincidí con ellos fuecuando caminamos desde Langreohasta Oviedo para defender los pues-tos de trabajo de Vesuvius, magnífi-ca derrota sindical. Una más.

«Pero tú di que estuvimos en elaniversario de la Liberación de Pa-rís». Dicho queda, amigas y amigos.Por nuestra salud social y mental,¡larga vida a la Charanga Ventolín!

teobaldo Antuña

Ventolinos del pueblo

JESÚS PALACIOS

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L U N E S 66PROGRAMA

lunes, 6 de julio de 202010

EL diRECtoR dE AQ RECoMiEndA

Déjenme que les cuente algo. Ayer, a las cuatro de la tarde, me dejé bajada laventanilla derecha del coche de mi padre, que estoy usurpándole estos días, des-pués de aparcarlo en la calle Carlos Marx. Y así se quedó cinco horas: las quetardaron mis horrorizados progenitores en verlo paseando y avisarme, y que yopudiera ir corriendo desde la Semana Negra a subirla. No mucho después, la Po-licía Local llamó al timbre de casa de mis padres para notificarles que alguienles había avisado de lo de la ventanilla. El coche, por si se lo preguntan, estabaintacto; nadie había cedido a la tentación de llevarse nada. La civilización es es-to, ¿no les parece? La tranquilidad, que ya se sabe que es (acuérdense de aquelchaval en la piscina aquélla) lo que más se busca. Y que, cuando se ha conquis-tado, parece algo natural, dado, lógico, como si no fuera tremendamente frágil,como si no hubiera sido conquistado pesadamente durante siglos de lucha con-tra la inercia del salvajismo.Algo tiene que ver esto con lo que les quiero recomendar que no se pierdan es-ta tarde: la presentación de Y ahora volved a vuestras casas, de Evelyn Mes-quida, a quien ya conocimos acá en años anteriores por sus trabajos sobre laNueve, ya saben, los españoles heroicos que liberaron París ondeando banderasrojas, amarillas y moradas en tanques que decían Don Quijote, Ebro, Madrid,Guernica o España Cañí. En este nuevo libro, Mesquida se ocupa, más en gene-ral, de los republicanos españoles que combatieron en la Resistencia francesa.Mucho debe el país vecino a nuestros republicanos, que entregaron su sangrepor él sin tomarle en cuenta la vergonzante no intervención en el preludio de laguerra mundial que fue la de España, que tanto contribuyó a que la ganaran losmalos. «Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sinafeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, des-trozados, son, sin embargo, no lo olvides, hijo, no lo olvides nunca pase lo quepase, son lo mejor de España», escribía Max Aub en Campo de los almendros.

Y algo tienen que ver aquellos tipos, ya les digo, con lo del coche y la ventani-lla y la civilización de la que me parece que son metáfora, porque se la debe-mos —la civilización— a aquellos hombres que entregaron su sangre paraaplastar la peor de las barbaries. También tiene que ver con Harriet tubman,heroína de lo derechos de los afroamericanos en Estados Unidos, a quien nospresentará María josé Capellín. O con las Reflexiones desde Grecia sobre elser de la política que va a brindarnos el gran Pedro olalla. Este festival, diganlo que digan, siempre ha sido muy civilizado, y civilizante.Tengo también ganas de ver lo de Gallo; la presentación de su Franco debe mo-rir, sobre un atentado frustrado contra el dictador que se intentó llevar a cabodurante la inauguración de la central térmica de Compostilla, en Ponferrada,aquí cerquita. Fue el 28 de julio de 1949. La civilización todavía tardaría trein-ta años en arribar a este desventurado país, ennegrecido por la larga y tenebro-sa noche del fascismo. «De todas las historias de la Historia, la más triste sin du-da es la de España, porque termina mal», escribió Gil de Biedma.Nos vemos en el Antiguo Instituto.

Para poder acceder este año a las distintas activi-dades celebradas en el Centro de Cultura AntiguoInstituto, será necesario sacar con anterioridad unaentrada, que se podrá obtener de manera totalmen-te gratuita a través de la página web de la SemanaNegra. Para ello contamos con la colaboración dela plataforma internacional Eventbrite. Las entra-das estarán disponibles desde las 9 de la mañanadel día anterior hasta completar aforo. El enlace pa-ra adquirirlas es el siguiente:

<http:// semananegra.eventbrite.es>

Si surge algún inconveniente o no sabes muy biensi podrás asistir, siempre podrás cancelar tu en-trada fácilmente en Eventbrite, de modo que otrapersona pueda disfrutarla; y te rogamos que lohagas.

11.00 Apertura Feria del libro SN (Calle Tomás y Valiente).

18.00 Apertura de exposiciones:

— El Anarquismo en viñetas (Sala 1).

— Mori omnipresente (Sala 3).

18.00 (Patio CCAI) Revista Criminología. Con Ricardo Magaz. Presentan José Manuel

Estébanez y Alejandro M. Gallo.

18.10 (Salón de Actos) Aula SN. Colabora el Vicerrectorado de Extensión Universitaria

y Proyección Internacional de la Universidad de Oviedo. Reflexiones desde Grecia

sobre el ser de la política Con Pedro olalla y Rubén Vega.

18.25 (Patio CCAI) Presentación: Animales Urticantes de Carolina Sarmiento.

Con Toni Rodero.

19.00 (Patio CCAI) Charlando con: david trueba. Acerca de El río baja sucio y otras

historias de su vida. Con Beatriz Rato y Ángel de la Calle.

19.10 (Salón de Actos) Presentación: Tierra Negra de Eduardo Urdangaray y Ramón

jiménez. Con Helios Pandiella.

19.35 (Salón de Actos) Charlando con: Santiago Alba Rico. Conduce David Acera.

20.00 (Patio CCAI) Franco debe morir de Alejandro M. Gallo. Con Juan Madrid.

20.10 (Salón de Actos) diverSoS.

20.25 (Patio CCAI) Presentación: ¡Transgresoras! Harriet Tubman.

Con María josé Capellín.

21.00 (Patio CCAI) Presentación: Cambiar la vida, cambiar la historia de Manuel

Vázquez Montalbán. Presenta josé Manuel Martín Medem.

21.25 (Patio CCAI) Presentación: Y ahora volved a vuestras casas de Evelyn Mesquida.

Con Alejandro M. Gallo.

22.30 Concierto:

toLi MoRiLLA