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B . P ERE Z GALDÓ S

NOVELAS ESPAÍIOLAS CONTEMPORÁNEAS

LÍ AJ) R JI)

O B RA S D E P E R E Z G A L D Ó S

18 2 , H o r t a l e

1905e r r: r w m -

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EST. TIP . DE LA VIUDA E mms DE TELLO

m vnzsoa DE CÁMARA DE s .

Carrera de San Fran cisco . 4 .

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EL DOCTORCENTENO

INTRODUCCIÓN ALA P E DAGOGÍA

Con paso decidido acomete el héroe la empinada cuesta del Observatorio . Es, para decirlopronto , un héroe chiquito , paliducho, mal dotado de carnes y peor de vestido con que cubrirlas ; tan insignificante , que ningún trans eun te , de éstos que llaman personas , puedecreer, al verle , que es de heróico linaje y decasta de inmortales , aunque n o esté destinadoaarrojar un n ombre más en el enorme y yasofocante inventario de las celebridades humanas . Porque hay ciertamente héroes más 6 men os talludos que , mirados con los ojos que sirven para ver las cosas usuales , se confundencon la primera mosca que pasa 6 con el silencioso , común é incoloro in sectillo que a nadiemolesta

,y ni siquiera merece que el buscador

de alimañas lo coja para engalanar su colec

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6 B . 1>Enmz aznnós

ción Es un héroe más obscuroque las historias de sucesos que aún n o se handerivado de la fermentación de los humanospropósitos ; más inédito que las sabidurías deuna Academia, cuyos cuarenta señores andanagatas todavía, con el dedo en la

boca,y cu

yos sillones no han sido arrancados auna l tronco duro de las caobas americanas .

Esto no impide que ocupe ya sobre el regazode la madre Naturaleza el lugar que le corresponde, y que respire , ande y desempeñe una yotra función vital con el alborozo y brío de todoser que estrena sus órganos . Y así , al llegar alpromedio de la cuesta, a trozos escalera , atrozos senda mal empedrada y herbosa, incitadosin duda por los estímulos del aire fresco y porel sabroso picor del sol , da un par de vol tere

tas , poniendo las manos en el suelo , y luegomedia docena de saltos , agitando á compás losbrazos como si quisiera levantar el vuelo . Desviaso pronto a la d erecha y se mete por los altibajos del cerrillo de San Blas ; vuelve a lospocos pasos, vacila, mira en redondo , compara ,escoge sitio , se sienta .

v Es un señor como de trece ó catorce años , encuyo rostro la miseria y la salud

,la abstin en

cia y el apetito , la risa y el llanto han con fundido de tal modo sus diversas marcas y cifras ,que n o se sabe acuál de es tos dueños perten ece . La nariz es de éstas que llaman socráticas ,

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E L voor oa CENTENO 7

la boca no pequeña , los ojos tirando agrandes ,el conjunto de las facciones poco limpio , revelando escasas comodidades domésticas , y au

sencia completa de platos y mantele_s para co

mer ; las manos son duras y ásperas como piedra . Ostenta chaqueta rota y ventilada por m ilpartes , coturno sin suela, calzón á

" la borgoñona, todo lleno de cuchilladas, y sobre la cabeza greñosa, m orrión ó cimera sin forma, que esel más lastimoso desperd icio de sombrero queha vis to en sus tenderetes el Rastro .

De aquellos incomprensibles bolsillos delchaquetón saca mi hombre , a una mano y otra ,d iversas cosas . Por este agujero aparece un pedazo de chocolate ; por aquella hendidura asoma un puro de estanco ; por el otro replieguedejanso ver sucesivamente dos zoquetes de empedern ido pan ; de aquel jirón , que el héroesacude , caen ó llueven seis bellotas y algunosochavos y cuartos ; más ab ajo se descubre unpapelillo de fósforos ; por entre hilachas salentres plumas de acero , un trozo de lápiz , higospasados , un periódico doblado , con los dobleces rotos y Aparta con diligente mano aquellos objetos que hasta ahora no seconsideran digestivos, desenvuelve y tiend esobre el suelo el periódico a modo de mantel ,y sobre él va poniendo los varios artículos decomer y fumar . Se coloca bien

,echando una

p ierna a cada lado del papel ; quita , pone , cla

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8 3 . PERE Z o¿nnós

s iñca, ordena , se recrea en su banquete y lod es pacha en dos credos .

No se meterá el his toriador en la vida privada

, in qu irien do y arrojando a la publicidadpormenores indiscretos . Si el héroe usa una delas plumas de acero , como tenedor, para pinchar un higo ; si se lleva a la boca con gravedad el pedazo de pan , mordiendo en él con limpieza y buena crianza ; si hay , en suma, en sualborozado espíri tu un gracioso prurito de comer como los señores , ¿por qué se ha de perderel tiempo en tales niñerías?Más importante esque el his toriador, con toda la tiesura, con todala pompa intelectual que pide su ofi cio, se remonte ahora a los origenes de aquella pr0piedad

, y escudriñe de dónde proceden las bellotas , de dónde el fiero cigarrote , los higos , el pany demás provisiones , con lo cual , si sale airoso de su empresa y lo descubre todito, se acredi tará de sabio av eriguan te, que es lo mejorpara tener crédito y laureles sin fin . Llevadode su noble anhelo , baraja papeles , abofetea libros , estropea códices , destripa legajos , y al finofrece a la admiración de sus colegas los siguiente s d atos , preciosa conquista de la sabiduria españolaA 10 de Febrero de 1863, entre diez y once

de la mañana , en la Ronda de Embajadores ,fué mi hombre obsequiado con bello tas por unavendedora de aquel artículo , de otro que lla

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EL nocron CE NTENO 9

man cacahuet, de papel illos de fósforos y avellanas . Veintitrés mil razones se emplean parademostrar la probabilidad de que esta esplend idez

'

fuera recompensa de uno 6 de varios servicios , quizás recados a la vecina , ir a comprardos libras de jabón , ó traer un saco de rºpa desde el lavadero de las Injurias . Y de igual modoaparecen sacadas de la obscuridad de los tiempos pretéritos la procedencia de las demás vituallas y del cigarro , si bien en esto último haydos versiones , igualmente rem achadas con poderosa lógica . ¿Se lo encontró en la calle? ¿Selo dió Mateo del O lmo

,sargento primero de ar

tillería montada?… Basta . Esta sutil erudiciónn o es para todos , por lo cual la suprimimos .

Adelante .

Después de comer como los señores , piensami hombre que fum arse ricamente un puro escosa también muy conforme con el señorío .

¡Lástima no tener fósforos de ed itarpara echaral vien to la llama y encender, aes tilo de caballero , en el hueco de la mano ! El héroe cogeel cigarro , lo examina sonriendo , le da vucl

tas , observa la rígida consistencia de las venasde su capa , admira su d ureza, el color verdosode la re torcida hierba , toda llena de ráfagas negras y de cos turon es y cicatrices como piel deveterano . Parece, por partes , un pedazo de cobre oxidado , y por partes longaniza hecha condistintas substancias y despojos vegetales . ¡Y

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10 B . PEREZ ou .nós

cómo pesa ! El héroe lo balancea en la mano .

Es soberbia pieza de á ¡Fuego'Un papelillo en tero de mix to se consume en

la empresa incendiaria ; pero al fin el héroe tiene el gusto de ver quemada y humeante la coladel mons truo . Este se defiende con ferocidadd e las qu ijadas , que remedan los fuelles deVulcano . Lucha desesperada , horrible , titanica. El fuego , penetrand o por los huecos de laapretada tripa , abre largas minas y galerías ,por donde el aire se escapa con imponentes buñdos . O tras partes del monstruo , carbonizadaslentamente , se retuercen , se esparran clan , sediv iden en cortecillas fol iáceas . Durís ima venanegra se defiende de la combustión y asomafiera por entre tantas cenizas y Pero elintrépido fumador no se acobarda y sus quijadas sudan , pero no se rinden . ¡Flail Allá te vauna nube parda , asfixiante , cargada de mortiferos gases . Al insecto que coge me lo deja ene l si tio . Síguelo o tra que el héroe despide hacia el cielo como la humareda de un volcáno tra que manda con fuerza hacia el Este . ElOcaso , el Norte son infes tados después . ¡Conqué viril orgullo mira el valiente las espiralesque se retuercen en el aire limpio ! Luego lecautiva y embelesa el fondo de país sub-urban o que se extiende ante su vis ta

,el cual com

prende el Hospi tal , la Estación ,fábricas y ta

l leres remotos , y , por fin ,los áridos oteros de

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EL DO CTOR CENTENO 11

los términos de Jetate y Leganés . No lejos delas úl timas construcciones se nota algo quebrilla á trechos entre los pelados chopos , comopedazos de un espejillo que se acaba de romperen las manos de cualquier ninfa ribereña . Esel río que debe su celebridad á su pequeñez

,y

su exis tencia á una lágrima que derramó sind uda San Isidro al saber que estos arenalesiban a ser Corte y cabeza de las Españas . Elhéroe mira todo con alegría,

y después escupe .

Contempla la mole del H05pital . ¡Vaya quees grandote ! La Estación se ve como un granjuguete de trenes de los que hay en los bazarespara uso de los niños ricos . Los polvorosos muelles parece que no tienen término . Las negrasmáquinas maniobran sin cesar, trayendo y llevando largos rosarios de coches verdes con números dorados . Sale un tren . ¿A dónd e irá?

Puede que a la Rusia 6 al mesmo Santander¡Qué tie

' que ver esto con la es tación de Villamojada ! Allá va echando demonios por aquellaencañada . Sin p on d eran cia,

esto parece lag loria eterna . ¡Válgate Dios , Madrid ! ¡Qué risa!… Al héroe le entra una risa franca y ruid osa, y vuelve a escupir .

¿Pues y la. casona grande que está allí arriba ,con aquella rueda de co lun as? . ¡Ah ! ya , ya los abe . Paquito el ciego se lo ha dicho . Ya se vad estruyen d o. ¡Sabe más En aquellacasa se ponen los que cuentan las estrellas y

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12 8. PERE Z am ós

d esamin an el sol para saber esto de los días quecorren y si hay truenos y agua por arriba . Paquito le ha dicho también que tienen aquellosseñores unas an tiparras tan grandes como cañon es , con las O tra saliv ita .

¿Pero qué pasa? ¿Los orbes se desquician yruedan sin concierto? El Hospital empieza á

tambalearse , y por fin da graciosas vol teretasponiendo las tejas en el suelo y echando al airelos cimientos descalzos . La Estación y sus m áquinas se echan a volar, y el río salpica suscharcos por el cielo . Este se cae como un telónal que se le rompen las cuerdas, y el O bservatorio se le pone por montera anuestro sabiofumador, que siente males tar indecible , doloragud ísimo en las sienes , náuseas , desvanecim iento , El m onstruo , vencedory n o quemado por entero , cae de sus manos ;quiere el o tro dominarse

,lucha con su mal

,se

levanta , da vueltas , cae atontado , pierde el color, el conocim iento , y rueda al fin como cuerpomuerto por rápid a pendiente como de tres varas , hasta dar en un hoyo .

Silencio:nadie pasa… Transcurren segundos ,

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EL DOCTOR CENTENO

Alejandro Miquis estudiante de leyes ,natural del Toboso , de veintiún años , y JuanAntonio de Cienfuegos , m édico en ciernes , alavés, subían al filo de mediodía por las rampasdel Observatorio . Eran dos guapos chicos , alegria de las aulas , ornamento de los cafés , esperanza de la ciencia , martirio de las patronas .

Llevaban capa y sombrero de copa, aquellasculminantes chis teras de hace veinte años , queparecían aparatos de calefacción 6 salida de loshumos de la cabeza . Todavía no se habían gen eralizado los hon gos , y la severidad de continente, heredada de la generación an terior, imponía á todo madrileño fino el deber de añadirasu cabeza, atodas horas, el inconcebible tubode fiel tro , al cual la época presente , por dichanuestra, ha quitado importancia, reduciendo sutamaño y lim i tando su u so . Cienfuegos llevabaen la mano el número de la edición pequeña deLa I ber ia (fijarse bien en la fecha, que era porFebrero de y a ratos leía

, a ratos peroraba . Miqu is , con la capa terciada , el brazo enfatico, la mano expresiva, tan pronto cantabacomo tiraba al sable sin sable . Cienfuegos leyó

(4) Herman o d e Augusto Miquis . (La Dasheredada.)

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14 B . PERE Z CALDOS

en voz alta una frase parlamentaria ; Miquis ,sin oírle , dijo en tono de teatro aquellos afamados versos de Quevedo

Faltar pud o s u patria al grand e O suna,Pero no ¿i s u d e fen sa s us hazañas

Iba a seguir ; pero , sorprendido , gritó“¡Un muerto !—y fué corriendo hacia donde

estaba el héroe .

— Quita,hombre

,si es un chico…

Ambos le tocaron con la punta del pie . Después Cienfuegos , arrod illán dose , le observó decerca . Le sacudieron , le incorporaron . Nada:como un saco .

“Parece ¡Eh ! chico , despabílate . ¿Tienes hambre , frío? A ver, Cienfuegos ,mediquillo , lucete . ¿Qué es es to?—¿Qué ha d e ser? Es un pille

te . Mira cómo abre los ojos… ¡Eh ! mequetrefe ,¿te estás burlando de noso tros? Si hubiera porahí un jarro de agua , se lo echaríamos por la

¡Eh ! perdis , levánta te .

Hombre , no le pegues .

Enséñale dos cuarto s y v erás cómoEl héroe abrió los ojos… Pero como si la im

presión de la luz renovara su mal , apretó lospárpados , quedándose otra vez como muerto .

¿Has bebido más de la cuenta?¿Tienes frío?Si n o respondes, te echaremos a rodar por el

cerrillo abajo

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E L DOCTOR CE NTENO 15

Uno le cogió por los hombros , otro por lospies y le balancearon un rato . Se divertían deveras . Pus iéron le después en mejor sitio , y Miquis , con seriedad filantrópica , dijo a su com

panero“Hay que ver lo que tiene . No seamos bár

baros… Si yo fuera médico . Porque se dan casos de muerte por hambre . ¿Qué se te ocurre ,qué dices? Hombre , receta .

—Al momento . Pero para este mal , la boticaes la panadería .

El héroe , sm abrir los ojos , empezó a temblar . ¡Pero qué temblor de agonía !“Si lo que tiene es frío…—Puede ser . En tal caso no hay mejor boti

cario que unMiqu is se quitó al punto la capa . El otro ,

que le conocía bien , echóse a reir .

“Bonita te la Deja , hombre , deja .

Ahora meacuerdo:tengo un gabán , que no mesirve,Con más ventanas que la cated ral de TO

Mequetrefe , despierta, abre los ojos , responde:¿te pondrías tú miNi respuesta ni señales de haber oído dió el

infel iz , que sólo parecía tener vida para sus

Violentos temblores . Miqu is le echó encima sucapa , y procuraba en volverle en ella, cosa nofácil estando el o tro tendido en tierra . Fué preciso liarle dándole sucesivas vuel tas sobre s i

mismo . Cienfuegos se moría de risa viendo a su

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16 B . PERE Z em ós

compañero en aquella faena, n o menos human itaria que cómica . En aquel punto y ocasiónpasó un señor , hombre respe table por su edad yfigura , al to , afable , y que en todo se revelabacomo persona de esa clase in termedia en quesuavemente se verifica la transición del es tadohumilde al acomodado . Iba decen temen te vestido . Según se mirase aésta ó ala o tra parte desu empaque , debía de variar la calificación quede él se hiciera , pues por el gabán correcto ycepillado parecía más ,por la gorra de paño men os de lo que realmente era . Por su corbata deseda negra , traspasada con alfiler de cabeci ta deoro y menudas perlas, figuraba más ; menos porel cesto de provisiones que colgado del brazollevaba . Los que n o le conociesen como conser

je del O bservatorio , creerían le algo a. manerade caballero sirviente . Paróse á ver la curiosaescena y á dar un palme tazo en el hombro deCienfuegos , el cual se volvió y dijo con énfasisel nombre de aquel sujeto, cortándolo con lacadencia y número d e un en decas ílabo:“Don Mora… les y Temprado .

—Se saluda a la ¿Vienen ustedes átomar café con el señor de Ruiz?Estará haciendo la observación de las doce . Pasen ustedes .

¿Y qué es es to? Ya:un borrachillo . ¡ Se ven poraqui unos El señor director trabajapara que el ministro nos mande cerrar es tos terren os , a ver si n os vemos libres de la gentuza

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EL DOCTOR CENTENO

que viene aquí a tomar el ó a tomar laluna, que de todo hay… ¡Oh ! Miqu is , le ha puesto usted su capa . ¡Vaya con usted !

Lo que tiene es te caballero es hambre .

Pues por un pedazo de pan n o ha de quedar .

Allá iremos todos ,señor de Morales y Temprado

,dijo Miqu is , mientras el buen señor se

guía con paso lento hacia su domicilio .

El héroe empezó á dar señales de vida . Agasajábase poco apoco en la pañosa, cogiendo poraquí un pliegue, por allí o tro , y manifes tandogran con fortam ien to y gozo con aquel in e3perado abrigo .

“Como me la rompas ,verás…—le d l]0 Miquisam en azán dole .

—Vamos a cuentas . ¿Te tomarías tú un café?,Creyérase que estas palabras tenían la pre

ciosa virtud de resucitar a los muertos,según

se despabiló nuestro hd*

mbre .

“No le digas tal cosa , porque pega un brincoy te rompe la capa .

—¿Te comerías tú una

El muchacho miraba con espan to á su favorecedor . Estaba atóni to de puro incrédulo . Sinduda le parecía burla lo que oía.

“Si es ¿pero no lo ves?—Dime , ¿eresEl otro contestó con la cabeza n egativamen

te . La energía de su muda réplica quitaba todaduda .

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18 B . PERE Z GALDÓS

“No, tú n o eres memo ; pero eres un grandisimoO tra negativa del héroe , pero tan enérgica ,

que á poco más se le cae la cabeza de los hombros .

“Ya Lo que n o tiene duda es que eresmudo . ,

El héroe sonrió un poco , y con trémula, peromuy clara voz, dijo asi:“No, hombre , que sé

'

hablar

Desde la puerta del Observatorio viejo, otrojoven , bastante menos joven que Miquis yCienfuegos, dió dos 6 tres gritos de esta manera“¡Eh, perdidos ! ¡ Juan Antonio !… caballe

ros , ¡ que estoyCienfuegos corrió hacia arriba, y cuando es

tuvo junto aRuiz, que así se llamaba el auxil iar de as trónomo , el primer saludo fué:

'

“Mira ese tonto de Miquis .

—¿Qué hace? ¿Con quién habla?—¿Pero has visto qué célebre…?

—¿Quién está ahí en el suelo?… ¿una chica?—Un gandul que hemos encontrado como

muerto . Le ha dado su capa .

¡Otro com oMiquis subía paso apaso , frotán dose las ma

n os . Con zumba y chacota le acogieron sus dosamigos .

“Tú no aprendes nunca—le dijo el registra

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20 B . PERE Z GALDÓS

do . Buscando apoyo en el tronco de un árbol,

se sentó en cuclillas, se colgó la capa sobre lacabeza y se tapó con ella todo , n o dejandoabierto más que un triángulo , por el cual leasomaban solamente ojos y nariz .

Era tan es trafalaria figura,que sería preciso

buscarle semejante en las momias egipcias ó ensalvajes y feos ídolos africanos . Como habíacambiado de sitio , Miqu is n o le encontró al tornar a la rampa . ¡Ah ! pillo ,—murmuraba, volviendo a un lado y otro los ojos , hasta quellegó hasta él la voz débil del héroe con estaspalabras:— Señor… que no me he que estoy

—Pues te vas haciendo, ¡Qué

fresco ! . le d ijo el estud iante de leyes, sentán dose frente á él .

— Si creerás que te voy a

dar la capa . No Seas tonto, tápate , tápate más .

E so se llam a cogerlo con gana . No, no te entraran moscas .

— Señor,tengo mucho frío… Luego se la

_ Me gusta la Parece que noeres corto deEl o tro se reía dando diente con diente . El

frío y cierto gozo que cosquilleaba en su espiritu

,se expresaban jun tamente en un solo fe

n ómen o .

“Vamos a ver . Has de responderme sin men

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E L DOCTOR CENTENO 21

tira… porque tú eres muy ¿Cómote llamas?

—¿Y qué más?Celipe Centeno .

¿De d ónde eres?De Socartes .

¿Y dónde está eso?—Al lado de ya lo sabrá us

ted . Donde están las minas…Pero ¿qué minas , hombre , qué minas?Las minas de Aquí está el río,

aquí Villam ojada , aquí mis minas .

E n terados . . f¿Y tienes padre y mad re?Si, señor . Pero como

'

n o querían que yome tomé la carretera y me

vine acá .

Anda,

A buena cosa habrás venido tú… Con que á ¿En quéhas venido? ¿en tren , en—Re- córch… A patita limpia

,señor… Siete

d eseman as y dos días .

—¿Y qué haces aquí? Pedir limosna, vaga

bun dear,

El héroe n o entendía esta última palabra ;que si la entendiera, habría protestado severamente . Tan sólo dijo“Busco unNo hay medio de averiguar de dónde había

s acado el entendimiento de mi hombre aquel

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22 B . PERE Z GALDÓS

barbarismo de anteponer a ciertas palabras lasílaba d es . Sin duda creía que con ello ganabanen finura y expresión y que se acreditaba deesmerado pronun ciador de vocablos .

“¿Buscas un ¿Qué dices , mucha

cho?

Digo que estoy de ver cómode que poniéndome a servir a un

señor, me deje tiempo para d estru irme .

— Hombre , si, destrúyete , porque eres elbárbaro mayor que he vis to… Pero explicame,¿cómo te las arreglas? ¿cómo y dónde vives?¿quién teEl héroe dió un gran suspiro , un su spirote

que no cabía dentro de la rotonda del Observatori o .

“Una noche d orm í en aquella casa . ,

Señalaba al Museo .“¿En el ¿dentro?—No , señor . ¿Ha visto usted unos uy

'

eros'

que

hay por d es a lan te, donde están unas figurasmuy guapas?… Pues allí . O tra noche dormí enla puerta d e esa—¿Qué?—De esa frazed que hay donde hacen

el d esa lumbm d o de las calles .

—E l ¿Y cómo hiciste eld iendo limosna?—¡Re ¿n o le digo?… Pues yo traía diCuando llegué aeste pueblo, no me que

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E L DOCTOR CENTENO 23

daba nada… El primer día me dieron medioYO gano también haciendo recados á las

lavanderas, y en la Estación un señor me dióa llevar el d esequipaj e—¿Y qué enfermedad ¿Por qué es

tabas desmayado?—Porque me fumé un cigarro que me dió

ayer Mateo del O lmo , sargento de la d esartillería . Es de mi pueblo , trabajó enmis minas ,y fué novio de mi hermana Desen

cend í mi cigarro , y cuando tan siquiera dí seischupad as , todo me daba vueltas .

—¿Y dónde vives ahora?

- Eu un tejar que hay allá. abajo… ¿Ve usted aquella chimenea grande , grande? ¿Ve usted aquella pared blanca, muy blanca? Tieneunas letras que dicen:

9alen turón

—¿Cómo?—Calen turón . Allí al lado , en un cobertizo ,

vivimos muchos pobres . Nos da de comer lamujer del guarda del almacén—¿De qué almacén?—Del almacén de Calen tu rón .

¿Qué es eso?Venden cal en - terrón .

¿Sabes leer?Cuando estuve en casa de la tía Soplada . .

Me tomó de criado para que le hiciera recados .

Tiene puesto de ropas d esusadas en el Rastro .

No me daba salario , sino la comida, y me puso

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24 B . PEREZ GALDÓS

en la escuela de la calle del Peñón . Estuve unmes y días . D esapren d i las letras , pegué al Catón ,

y cuando iba a entrarle al Juan ito, m e

salí de casa de la Soplada, porque tiene un hijomuy malo , que me zurraba . No he vuelto á laescuela ; pero me leo todos los le treros de lastiendas , y cuando cojo en la calle un pedazo deCorrespon d encia , me lo paso todo .

—Bien , hombre , bien . Casi , casi eres unsabio .

—¿Quiere tomarme por criado?— dgo el ra

paz prontamente .

—Yo no necesito criado .

—Sí,señor:tóm eme

,tómeme .

—Por de pronto , vete desprendiendo de lacapa

,que ya noto su falta, y todos somos de

carne yComo el caracol se asoma tímidamente al

boquete de su choza calcárea, y luego poco ápoco , halagado del sol , va saliendo y alargandose

,así Felipe iba sacando , por sucesivos

avances, primero una mano , luego '

el cuello ,los brazos , y al fi n medio Cuerpo . Probó á levan tarse ; pero el mareo y lo mucho que habíahablado , le tenían muy débil .“¿Qué has comido hoy?—Bello tas…—¿Y ayer?—Bellotas…—NO sigas , hombre . Me da dolor de estóma

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EL DOCTOR CENTENO 25

go oírte . ¿Comerías tú alguna cositaEchando el alma por los ojos, contestó Feli

pe mejor que lo habría hecho con palabras .“Ven conmigo . A ver si echas una carrera

de aquí a aquella casa grande .

- Sí que podré,— repitió el héroe, midiendocon ansiosas miradas la distancia .

—Allí hay ¿Viste aquel buen señor que pasó por aquí? Es el conserje . Celebralos días de su esposa . Le voy a decir que teconvide . Verás . Anda

, No, n o tequites la capa . Embózate en ella… Vamos ,hombre , con gracia , con aire .

E l otro se reía, probando á embozarse y sinpoderlo conseguir .

“Así , bien , así a la macarena . Eres unzascand il . Me gusta ese garbo . Adelante, pasofirme .

La risa que le entró al héroe 1mpedíale an

dar,pues tan extremada era su “

debilidad .

“¡Cómo se ríe ! Vaya , que es usted tonto de

veras , señor de Centeno…El, que se oyó llamar s eñor , tuvo una tan

fuerte acometida de hilaridad , que se cayó alsuelo , temblando de brazos y piernas como unepiléptico .

“¡Ay mi capa, ay mi capita de mi alma !—No, señor, n o… n o se la d estropeo ,— duo

ahogadísimo Felipe, poniéndose primero de rod illas , luego acuatro pies, y por

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26 B . PEREZ GALDÓS

—¡Aupa, hombre valiente ! ¡Ya es tás en pie !

¡Gracias a Dios ! Ni que fueras dePues tú puedes andar . ¡Ah , chiquilicuatro ! loque tú tienes es mucha m arrullería .

Felipe no entendía ; mas creyendo era cosade gracia, siguió riendo . Miquis le daba empujones y pellizcos, le tiraba de un brazo…“Que me hace cosquillas

,señor .

—¡Pillo , granuja !

—¡Ay,

ay !

—Si usted sigue con sus bromas,señor don

Felipe , le doy a usted una puntera, que delsal to va usted a su pueblo , allí donde es tán

susLlegaron así a la puerta del Observatorio

nuevo .

“Entra , No gastes cumplidos . ,

Es circular aquel“

v es tíbu lo, y con cierto aderezo arquitectónico á la griega . En el centro ,cual decorativa estatua representand o la v igilancia a la entrada del palacio del estudio , estaba don Florencio Mora… les y Temprado . No

pudo contener una observación bondadosa, quesalió de sus respe tables labios en esta forma:“Tan chiquillo es el uno como el otro .

Señor Morales,me tomo la libertad de

Es usted muy dueño , señor de Miquis ,d1jo el bendi to Morales, ocultando discreta

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28 B . PERE Z GALDÓS

capa bien doblada sobre una silla, empezó á pasearse por la habitación , golpea/mio duramentecon un o y otro pie sobre la estera . Una voz demujer dijo desde la estancia interna que con

aquélla se comunicaba:“Fl orencio , ¿todavía n o se te han calentado

los pies?Vamos

,vamos

, pris ita, pris i¡Qué horas de

Desde el ángulo en que Felip1n estaba, quietecito, cohibido , con los pies colgando del al tobanco y la gorra en la mano

,no se veía sino

un extremo de la pieza inmediata, que debíaser como salón ó estancia principal del domicilio florentino . Allí estaban reunidos los conv idados , esperando el momento . Se oía gentey gozosa algazara:voces de muchachas, ruidod e platos , risas de niños . Felipe veía una delas cabeceras de la mesa

,y deliciosos olores de

cocina le anunciaban lo que iba á pasar . El Obs erv aba todo , callado y circunspecto . Nada perdía su activa penetración ; á su instintivo examen de las cosas

,nada se escapaba . De todo ,

imágenes y olores , iba tomando acta, así comode la figura grande y paternal de don Florencio ,comedido , solemne ; de aquellas cejas negras y

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E L DOCTOR CE 29— *L ¡g

o

espesas que parecían dos tiraé de terciopelo ; deaquel bigote blanquecino , recortado y punzan

¡4v te como los pelos de un c

_gpillg; de la gorra deseda que usaba para dentro de casa ; de sus botas tan relucientes como grandes ; de la exac

titud de su andar y ademanes , que le daba cierto parentesco con los péndulos de la casa . Tampoco perdía Felipe detalle alguno de los preparativos , aun sin verlos . Seguíalos con atencióndiscreta , paso apaso , en su rápido progresar ,y decía para sí:“Ya ponen las sillas , ya traenla sopa, ya se sientan , ya echan agua en las copas , yaDon Florencio vió con marcada satisfacción

que la comida empezaba, y dió su último paseo . Su mujer salió arecibirle .

“Todavía el izquierdo está como hielo— dijoél dando una gran patada con la aludida extremidad .

—¿Vamos ala mesa?Gracias aDios . Ya

era hora .

Felipe notó entonces aumento y difusión delos diversos vapores de comida . Tan prontoolía acosas fritas, tan pronto aguisados , todosuculento , del icado y confortativo . E l miraba,afectando cierta indiferencia mezclada de compostura

,con d is imulos muy trabajosos de su

verdadero anhelo ; y veía que don Florencio,sentado en la cabecera de la mesa , que justamente caía delante de la puerta

,le vigilaba des

de su asiento . A los otros comensales no les veía

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30 B. PERE Z GALDÓS

Felipe ; pero les cia, y podía distinguir, por elmetal de cada voz, las varias personas que estaban en la mesa . El habla de la señora con

ninguna otra podía confundirse ; había dos voces que parecían de señorita fina, dos 6 tres deniño

,y a todas las dominaba una varonil , so

nora , grave, al mismo tiempo decidora y chispean te , pues no pronunciaba palabra algunaque no fuera seguida de generales risas y alabanzas .

Lelo,embobado

,como esos músicos fan áti

cos que cuelgan su alma de un hilo de notas ,oía Felipe aquel enorme concierto de voces

,

sorbos , risas , cuchere tazos , cuchilladas sobrela loza, toqueteo de platos , esgrima de ten edo

¡res , chocar de copas , y esos chupeton es de labios que son los besos de la guia. Todas lasconversaciones giraban sobre lo que bebía ódejaba de beber el de la voz hermosa, que erael gracioso de la mesa y seguramente el convidado más atend ido . Felipe oyó hablar d e Jerez ,de empanadas de anguilas , de capones cebados , de escabechadas truchas , con infinitos com en tarios y opiniones sobre cada una de estascosas . Así pasó tiempo , un lapso indefinido , y

por fin los párpados le temblaban , la vista sele iba de puro débil , la piel se le enfriaba, lascavidades de su cuerpo parecían comprimirsey arrugarse, cual odres que nunca m ás se habían de volver a llenar . ¡Cansancio infinito !

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E L DOCTOR CENTE NO

Eran ya para él como un peso inútil sus propias miradas , y n o sabiendo a dónde arrojarlas , las echó sobre una estampa de Cristo crucifijado que delante de él es taba en la pared .

Miró los chorros de sangre que al Señor le corrían por el santo cuerpo abajo , y la ferocidaddel jud iote que le daba el lan zazo, y las tinieblas y flamígeros celajes del fondo , todo locual puso espanto en su sensible corazón , lleván dole hasta el absurdo convencimiento deque él (Felipi to)era tan digno de lástima comonuestro Redentor .

¡ Súbito cambio en su situación ! ¡En la mesahablab an de él ! Lo observó sin saber cómo , porla vibración de una palabra en el aire , por milagrosa adivinación de su amor propio . Estrem ecióse todo al ver que el señor de Morales ,desde su asien to presidencial , le miraba de unamanera afectuosa . ¡visión celeste !En el luminoso cuadro que la puerta formaba ,apareció , saliendo de un o de los lados, unacara de mujer que m ás bien parecía de serafín .

Era que una de las señoritas sentadas á lamesa alargaba el cuello y se inclinaba para pod erle ver . El murmullo de compasión que delaposento venía, embriagó el espíri tu del héroe ,y hasta se turbó su cerebro como al influjo defuer te y desusado aroma . No sabía cómo ponerse ui para dónde mirar. Si miraba al comedor ,creerían que pedía ; si n o m iraba, le olvidarían

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32 R. PERE Z CALDOS

otra Cortó estas angustiosas dudas unniño gracioso y rubio que casi puede decirse que entre nubes, desnud illo y con

rosadas alas… Apareció , como digo, el niñocon un plato en la mano , y se lo puso delantediciéndole:“P a ti . ,

Y el plato ¡ ay ! contenía diversos manjares ,bonitos

,gustosos

,calientes . Decir que el héroe

hizo ceremonias ó melindres para empezar aconsumir el contenido del plato , sería contarpatrañas . Se le alegró el alma de tal modo , quen o sabía por dónde empezar, y esto le parecíabien , aquello mejor y todo venido del cielo .

Absorbido como estaba su sér en teram erite por

tan principal función, aún pod ía d istraer el

sentid o de la vista para echar una mirada alSantísimo Crucifijo , que ya , sin saber cómo ,tenía rostro de contento . Era más bien el SeñorResucitado que volaba hacia el cielo , rodeadode gloria . Lo m ás gracioso era que seguían aúnhablando d e él en la mesa . Quizás decían alguna broma inconveniente ; quizás le comparabana los gatos, cuando cogen un bocado sabrosoy se van a un rincón á. com érselo . En efec

maquinalmente se había vuelto Felipe decara hacia l

'

a pared, con el plato en las rodillas , y así despachaba su regalo . ¡Vaya unascosas ricas ! ¡ qué gran persona era don Florencio ! ¡Y el señor de la voz hermosa, qué gracio

P. ues aquellas tajad/asparecían gloria ó

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E L DO CTOR CENTENO 33

pedazos desprendidos de la'

bienaventuranzaeterna . Sin duda eran de la misma carne delas mej illas de la niña bonita que alargaba elcuello para mirarle desde su ¡Buenqueso , bueno ! No había niña mejor que aquella doña tal . ¡Y el niño qué bonito , y las aceitunas qué Desde el rincón

,miraba

él por el rabillo del ojo hacia la puerta sin atreverse a arrostrar la curiosid ad de los com en sa

les . Se reían , y la niña bonita se había levantado para verle mejor .Por fin el plato se quedó vacío , y el mismo

niño rubio le trajo pasas, almendras y una golosin a amarilla, redon da, lustrosa como cristal , por de fuera dura y quebradiza como caramelo

, por dentro blanda y más dulce y ricaque todas las mieles Los d e la mesadejaron de fijar su atención en el héroe . Allín o se pensaba ya más que en beber . El de lav oz hermosa debía d e ser una humana bodega ,según lo que pod ía almacenar dentro de sucuerpo ; las niñas hacían melindres ; el otro lasllam aba cobardes y ñoñas . Risas y más risas

,

apremios, protestas , carcajadas ; mucho de N o,por D ios ; repetición incesante del Vamos , Amparo , esta copita; luego otra voz:Ay, n o, n o,

d on P ed ro, por D ios . Y después:Jesús , quéP ero usted me quiere emborra

asi, —¡ Ay, cómo

p ica!

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34 B . PEREZ GALDÓS

Don Florencio , fanático por las aguas de Madrid , apenas probaba el Valdepeñas . El héroele oyó abominar con sesudas razones del ardiente Jerez, y , sobre todo , de los vinos compuestos

,licores y demás brebajes extranjeros .

“¿Te gustan los obscuritos y manchados, 6

los rubios y flojos?—le oyó decir Felipe aludiendo sin duda a los cigarros , que mostrabaen una envol tura de papel .— Son de estanco ,pero bien escogid itos .

—A_ver éste qué le parece austed ,— dijo elotro sacando un manojo de brevas negras yolorosas .

— Hombre , eso es m ás fuerte que la pez . Yon o salgo de mis coraceros . GraciasRes tallaron las Humo .

Y al poco rato vió Cen teno asomar por lapuerta un señor no muy al to

,doblado y poten

te , todo vestido de negro . El rostro hacía juegocon el traje , pues era muy moreno . Bien afei

tada la barba , los cañones negros sobre la cardena piel , cruelmente tun d ida por la navaja ,dában le como aspecto de figura de bronce .

Traía en la boca un desmedido puro,del cual

debía de sacar mucho gusto , según la fe con

que lo chupaba .

Bastaba mirarle una vez para ver cómo a lasuperficie de aquella consti tución sanguíneasalía la conciencia fisiológica , el yo animal ,que en aquel caso es taba recogido en si mismo

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B . PEREZ GALDÓS

ra pobre y sin majestad, las dos escaleras , encuyos descansos se abren las puertas d

'

é”

las habitacion es de los astrónomos , los farolillos deacei te destinados al alumbrado nocturno

,ver

des,con una montera corva que parece mo

rrión de coracero .

Con cluida la observación , Ruiz echó la llaveal a sala de la ecuatorial y bajó asu habi tación .

M iqu is y Cienfuegos le oyeron leer su comed ia,y la encontraron muybuen a , como pasa siempreen es tas lecturas de familia . Parecerá extrañoque un astrónomo haga comed ias ; pero ya ses abe que aquí servimos para todo . ¿No fué director del Observatorio un célebre poeta? Andacon Dios

, que por algo son hermanas las Musas .

Hombre de imagin ación , Ruiz volvía sus ojos ,cansados de escudriñar el Cielo

,haciael apara

toso arte del teatro, único que da fama y provecho . C reía é l que se puede sobresalir igualmente en labores tan distintas ; su espíritu fluctuaba entre el Ar tey laCien cia, víctima de esa per

plejidad puramente española , cuyo origen hayque buscar en las condiciones ind ecisas de nuestro organismo social , que es un organismo vacilan te y como interino . E l escaso sueldo , la ins egu ridad ,el poco estímulo , entibiaban el ardor

( científico de Federico Ruiz . ¿Para qué se metíaadescubrir as teroides , si nadie se lº habíadeagradecer como n o fuera el asteroideEspaña es un país de romance . Todo sale con

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E L DOCTOR CENTE NO 37

forme á la savia versificante que corre por lasvenas del cuerpo social . Se pone un hombre ácualquier trabajo duro y prosaico , y sin sabercómo le sale una comedia .

Después que Federico Ruiz leyó la suya, empezaron las disputas . Los tres se habrían creídoindignos de tener opinión, si no la manifestaran bien adornada de manotadas , aspavientos yporrazos sobre la mesa . Las ideas democráticas,que aún n o habían perdido la timidez de la virg in idad ; el viejo romanticismo ; la música clásica,recién venida ,gemían en el yunque de aquella disputa, y la sintaxis lloraba lágrimas desolecismos al verse en tales trotes . La lógica,d escoyun tada en potro, daba chill idos de sofismas y se vengaba d e sus verdugos, aparentandoprobar las cosas más absurdas

,y , por último , los

conceptos convencionales, disfrazados de axiomas

,salían por encima de todo , soberbios é in

s olen tes , embozados en la mala fe . Pasó muchotiempo en estas controversias ociosas, que erancomo la esgrima de los en ten d im ien tos , ávidosde ensayarse para el presagiado combate . Hubomucho depues yo s ostengo que hoy por hoy . yaquello de d ígase lo quese quiera ,

la verdad

Oyóse más de una vez el porque yo soy muy lá

gico… y n o fal tó el yo tengo muy estud iada esacuestión .

Los instantes volaban . Los minutos corríancon cierta familiaridad juguetona que n o es tá

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38 B . PEREZ GALDÓS

fuera de lugar en la casa del tiempo . De pron tovieron los disputadores que entraba en la habitación don Florencio, con una bandeja de dulces

,c0pas y una botella . Recibiéron le con ale

gria, y él , gozoso y lleno de bondad, les dijo alver su sorpresa“Pues qué, señores , ¿no sabían que hoy, 11

de Febrero , celebro los días de mi mujer, quese llama Saturna?—¡Qué gracioso !…— observó Miquis —Por

el nombre de su señora de usted,parece que es

:

esposa de un astro .

—Se llama Saturnina, señor de Miquis .

— Por muchos años…No estuvieron reacios los tres amigos en la

acep tación del obsequio . Don Florencio , escanciando el Jerez, habló un poco de asuntos de lacasa . El señor director volvería pronto de Ale

Se iban aemprender algunas obras enla meridiana y en la biblioteca . Había llegadaun gran cajón con el nuevo barom etrógrafo en

cargado a Luego,volviéndose aMi

quis,le dijo:

“¡Cuánto nos hemos reído con su amigo !—¿Qué amigo?—El de la capa

,ese Le hemos dado

de comer,y nos ha contado su his toria . . ¡Cómose han reído las chicas' ¡A Perico le ha caídotan en Le hemos hecho m il preguntas .

Dice que ha venido de su pueblo apatita para

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EL DOCTOR CENTENO 39

meterse de médico . ¡No, n o reirse , señores ! Haycasos, hay casos . YO soy viejo , y he conocido adon Lorenzo Arrazola empollan do las lecciones de noche , á la luz de los portales de las casas . Este apenas sabe leer ; pero tiene una vi

Dice que estaba en unas minas , que esde la familia de las piedras, y que aél se le hapuesto en la cabeza curar . Todo su empeño esque le tomen de criado , y que le dejen apren

der . A mi primo le ha entrado por el ojo dereEntre paréntesis , creo que conocen uste

des á don Pedro Polo y Cortés, capellán de lasmonjas de San Fernando . Pero no sabrán quetiene una escuela muy bien montada en el hermoso local que le han cedido las señoras á espaldas del convento .

—Lo conozco—dijo Miquis con malicia .

Es un cura muy guapetón . Le he visto muchasnoches por esas calles embozado en su—Alto allá, niño . No haga usted suposicio

nes injuriosas .

—Le he vis to en el café…—Alto—Pero

,don Florencio , ¿esto es suponer mal?

Esto significa que el padre Polo no es hipócrita.

—Como simpático—dijo Cienfuegos usandoun giro popular,—lo es .

—Hombre que n o gasta rem ilgos , pero quesabe como pocos su obligación de

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40 B . PERE Z GALDÓS

Yo lo puedo asegurar así alos señores que meescuchan—dijo con voz altisonante don Florencio, que admiraba mucho á O lózaga y tenía decuando en cuando sus dejos y son son etes oratorios .

—E s Pedro de la mejor pasta de hombresque conozco . Nada de hipocresías:n o es él deesos que dicen una cosa y hacen otra . Lleva elcorazón en la mano , y todo cuanto tiene es paralos necesi tados . Hay quien le critica porquegusta d e vestir bien de pais ano . ¿Y qué, senores? Para s er bueno, ¿es preciso andar cubiertode andrajos? Muchos conozco, señores, que andan por?ñi í como anacoretas , y luego en el hogar doméstico . . . Me callo .

—He oído que el padre Polo es furibundo gastrón omo .

-Alto ahí . . . Sobre eso también hay pareceres—añadió Morales tomando asiento .

—¿Que

l e gusta comer bien en días señalados? Y entreparéntesis , señores , mi mujer n os ha dado hoyuna francamente, creo que ni en Palacio . Volviendo al punto que se debate, diréque s i, ciertamente, á Perico le gustan los buen os platos . Y entre paréntesis

,¿saben ustedesque poquito apoco se ha idoh acien do predicador, y es un o de los mejores que tiene Madrid?Yo soy viejo , he oído muchos oradores e n lasCortes , en la Cátedra del Espíritu Santo , y cábeme la—Muybien ,—clamaron los tres aplaudiendo .

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E I4 DOCTOR CENTENO

Cábeme laNo se corte usted alo mejor… Adelante .

Entre paréntesis— dijo Cienfuegos con viveza— También ha tenido usted hoy asu mesad os chicas preciosas .

—Son hijas de un pariente, el conserje de laEscuela de Farmacia:Amparo y Refugio , dosá ngeles , señor de Cienfuegos ; trabajadorcitas ,m odestas . ¡Cómo se han reído con las cosas deP edro ! Porque Pedro es hom bre de mucha Sal .

¡Y qué corazón ,señores ! Un ejemplo:vió á ese

chico , le encontró simpático y l is to . A todos n osd aba mucha lástima . Al instante Pedro se volv ió am i y me dijo:

“Don Florencio , és te es unh ombre:le tomo por mi cuenta . , Y yo lellévale de criado y en séñale en tu escuela . Entre paréntesis, señores , los hombres que , comoPed ro Polo , se lo deben todo as i mismos ; losh ombres que han trabajado para subir desde lanada de su origen al todo de su posición actual ;los hombres , en unaEsta era ya demasiada oratoria para don Flo

r en cio . La plé_

tora de sus ideas le conges tionó…vy n o pudo

=£oncluir bien aquel brillante rosariod e concep tos .

“Quiero decir—prosiguió,— que estos hombres son los que mejor pueden apreciar el m érito y las Volviendo al importante asunto que n os ocupa, diré á los señores quem e escuchan que Pedro va á ser nombrado ca

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42 B . PEREZ GALDÓS

pellán honorario de Su Majestad . Esto n o es

¿Qué ha dePastor Díaz me le tuvo entre ceja y ceja

para una can ongía. El padre Cirilo no le dejavivir… siempre con recad itos . Y n o es porqueel primo de mi mujer sea de los aduladores deSu Eminencia Ilus trís im a . Al contrario , Pedrotiene pocos amigos entre la gente eclesiástica .

Entre paréntesis,no falta quien le critica por

su , por su , por s u…Don Florencio no encontraba la palabra ; mas

la suplía con un vivo ademán que quería deciralgo como franqueza, aires distinguidos, sol

tura…“Y finalmente, señores , yo soy tan religioso

como el primero ; pero n o me gustan curas retrógrados , sino que vivan con el siglo…—¡Que se resbala , don

Ruiz no podía contener la risa .

“¡Si es un progres is tón como una casa !

gritó Miqu is , echando el brazo por los hombrosal bendito conserj e .

—Alto allá, señores ; atención .—manifestó

gallardamente .

—Vamos por partes—Está suscri to aLas N ovedad es y aLa I be

r ia, y es el gran amigote de Calvo Asensio— Alto

,alto… O rden , señores , orden . Respé

tese el sagrado de las opiniones . Que Calvo yyo n os tuteemos , sólo quiere decir que ambos

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B . PERE Z CALDOS

m os baj o seguras bases esta cuestión . De quea uno le guste la libertad , n o se d educe, no

s e puede de ningún modo se ded uce…—Pero ¿qué es lo que n o se - pre

gun tó Alejandro impaciente .

—No interrumpir . ¡Silencio en las tribunas !—Entre paréntesis

,señores

,los que hemos

andado á tiros con los mon tem ol in is tas en Zaldivar y Pero no,n o quiero tocar es tacuestión personal . Mis méri tos son escasos , ylos dejo aparte . Reasumien d o:yo he sido siempre un hombre de ord en , muy español , m uy

enemigo de lo extranjero y de la tiranía ; pero…Entre paréntesis , ahora me acuerdo de cuandoe l pobre Bartolo Gallardo me decía:Mientrashaya curas no nos Eramos muyamigos . Tenía la cabeza del Yo no fuín i soy de su parecer, y por eso digo:“Muchalibertad , mucha religión, para que el mundoande derecho . , De otro modo no es posible, n o,s eñor, lo ¡Libertad,religión !… Yn o me sacan de ahí . O lózaga, en las Con s tituyentes del 55, pensaba lo mismo . ¿Para qués irve la libertad de cul tos? Absolutamentepara nada . Para que los demagogos

,señores

,

insul ten a los ministros del que ser íen . Bueno , ríanse todo lo que quieran . Ustedes son unos polluelos que no

.

tienen mundo .

Leen muchos libros, que yo no leo; pero no

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EL DOCTOR CENTENO

crean que por eso saben más . ¡El mundo , laexperiencia , los años ! Esos , esos , señor de Miquis, esos son mis libros . Cuando uno tiene lacabeza llena de canas , puede reirse de las ilusiones y desvaríos de la Y veo que

la juventud está hoy m uy echada á perder .¡Esas democracias ¡Si aquí tuviéramos Pero no , con eso de tod o O

"Jn ada nos están perv irtiendo . Yo conozco gerite de Palacio que me ha asegurado qu e no haytales obstáculos Aquí se hablamás de la cuenta .

—Como que el mejor d ía llaman al Duque .

No digo yo que al Duque precisamentemanifestó don Florencio de una manera augusta ;— pero…—Más vale que no nos lo diga usted…—Que lo d iga…Don Floren cio dió algunos pasos hacia la

puerta , y de improviso v olvió acompañado deesta soberana idea:“Yo d igo que en la Europa hay .tres hom

bres grandes,tres hombres de talen to macho…

y son:Napoleón III, el cardenal Antonelli ydon Salustiano de O lózaga ,,

Y sin esperar respues ta, cual hombre convencido de -que no me'recían escucharse los com en tarios que se hicieran á su afi rmación , d ió

otra media vuelta á lo militar, y se fué diciendo:

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4 6 3 . PERE Z em ós

“Señores, que haya salud , y que les apro

Desapareció . Los tres amigos tuvieron laconsideración de esperar a que estuviera lejospara soltar la risa, y tras la risa las agudezasque á competencia descargaron sobre el bendito señor, hasta que le dejaron bien acribillado . Era un progresista platónico y v ergon zante que se iba callan dito á la Tertulia algunasnoches , y desde el rin cón donde se sentaba noperdía sílaba d e los discursos . Pero sólo gustaba de aquéllos que fuesen templados y juiciosos ; y si le seducía la sencillez elegante y ladiplomática malicia de O lózaga, ó la pedestreclaridad de Madoz , desde que algún orador fogoso se salía con embozadas invectivas ó con

palabritas y donaires contrarios a la religión ,

ya estaba mi hombre d esasosegado y fuera desu centro . Se escabullía con disimulo y abandonaba el local , diciendo para s i“Estos señores matarán al partido con su

La exageración es causa de todos los contratiempos del Nada, n oconocen que todo se puede conciliar:el triunfo del partido y la religión de nuestros ma

Su inteligencia , según decía Ruiz , era unapetrificación , en la cual se veían hasta tresideas perfectamente conservadas , duras é inmutables como las formas fósil es que en un

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un nooron CENTE NO 4 7

t iempo fueron seres vivos . No tenía vanidads ino para suponerse amigo de célebres person ajes , y decía:

“Cuando Fermín Caballero y

yo nos conocimos en Barajas de Melo… ó bien:“Don Martín me contó tal 6 cual cosa…,

Don

Antonio González me…quiso llevar a Londrescuan do fué á laEra hombre de gran sobriedad, enemigo de

las bebidas espirituosas y aun de la horchatade cepas ; muy inteligente en aguas ; de estoscatadores de manantiales que distinguen conadmirable paladar el agua de la fuente del Berro de la de Alcubilla , y encuentran diferencias notables entre la de la Encarnación y lad el Retiro . Así, en días señalados , se le veíadescender al Prado y tomar asiento en el ban

quillo de una aguadora,de quien era parro

quian o, y allí hacerse servir un gran vaso deCibeles 6 el Berro , el cual iba bebiendo á sorbos , paladeán dolo y guStán dolo con más chas

queteo de lengua que si fuera manzanilla'

deS anlúcar ó amontillado de treinta años . Su pericia en esta materia, con doctas aplicacionesa la Geografía, se mostraba siempre que en supresencia se hablaba de viajes por pueblos 6c iudades famosas . El ilustraba las discusiones

,

d iciendo:“¡ Oh , Bus tarv iejol… ¡pueblo de excelentes y otras veces su desdén de todolo extranjero encontraba ocasión de enaltecerla patria de este modo:“¡Bah , París !… ¡pue

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48 B . PERE Z GALDÓS

blo donde no se puede beber un triste vaso deaguaLu ”

Desde su ed ición pequeña de Las Novedad esobservaba el movim iento pol ítico , sin comprender de él m ás que la superficie bullanguera yla palabrería rutinaria . A veces hallaba en sudiario alguna cosa ininteligible

,algo que era

como los escalofríos y el amargor de boca delcuerpo social y síntoma de su escondida fiebre .

Entonces se llevaba el dedo a la frente , afectaba pen e tración , y risueño, borracho de agua,decía á su consorte:“Saturna, ¡ qué cosas escriben estos haraga

nes para hacer reir a la gente ! ,

Las cuatro serían cuan do Miquis bajó y conél sus amigos . Ya no estaba su protegido en ellugar don de le había d ejado, sino jun to al portico Norte d el ed ifi cio

,viendo cómo

discurríancon algazara, por entre los setos de evo

'

nymu s

y aligus tre , las dos niñas boni tas y el reverendo primo de la esposa de Morales . Esta y elpropio Mora…les y Temprado gozaban d e losúltimos rayos del sol en la columnata del Ohservatorio viejo, dando palique á una señoramayor que les acompañaba . Dos niños jugaban en la explanada meridional , 0prim ien

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EL DOCTOR…o 49

do al tern ativamente los lomos de un caballode palo .

“Mire , señor— duo Felipe á. su pro tectoragarrán dole d e un faldón ;—mire aquel caballero que allí está con esas señoritucas . Me vaa desa

_

snar .

—Buena falta- Me toma de tiene Ma

ñan a meRuiz y Cienfuegos se decían disimuladamen

te cosas picantes sobre las dos agradabilísimasniñas del conserje de la Escuela de Farmacia .

Mas n o se entienda que de esta murmuraciónsaliese concepto alguno contrario a la buenafama de las tales , siend o todo referente á re

cuerdos de Ruiz, a la hermosura de ellas y algusto que ambos tend rían en tratarlas con lamayor confianza . Cienfuegos las había visto enel paraíso d el Real, y casi había hablado algunas palabras con la menor, que era la menosbonita y tenía un defecto . Fal tábale un diente .

Á la mayor se le podía decir como aDulcineaalta d ep echos y ad emán br ioso . Tenía lo quellaman ángel , expresión de dulzura y tris teza ,y un hermosísim o pelo castaño , que podría ñgu .

rar allá arriba, allá, en la constelación del León ,

6 junto a la cabellera de Berenice .

¡Lástima grande que se notara en su cuerpocierta tendencia aengrosar m ás de lo que ped ían la justa proporción y repartimiento de las

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50 B. miau em ós

formas humanas ! Era, n o obstante , ágil y__airosa . Pusiéran le una túnica griega, y bienpodría pasar por Diana la cazadora , que, s egún dice Pausanias, era de formas redon ditas , ó por Cibeles , la que dió vida a tan tísimos dioses . ¡Luego , aquel cuello blanco , torn eado !

¡Adiós ! desaparecieron las dos y don Pedrotras aquellos arbolitos , y ya n o se les v ió más .

La tarde caía .

“Vamos…d1j0 Miquis poniéndose su capa ,que le entregó Felipe .

Aún estuvieron mucho tiempo allí, porquedon Florencio pegó la hebra con Cienfuegos , yentre hablar de tal 6 cual cosa, y despedirse yvolverse a despedir

,y ofrecimiento por acá,

congratulación por allá, se vino el crepúsculoencima quedamente . Fresquecillo pican te conv idó á todos á marcharse . Ruiz se volvió a sucasa . Cuando Cienfuegos y Miquis bajaban lacuesta, éste se sintió detenido por una tímidafuerza que le aten azaba el borde de la capa ;volv ióse y vió al más humilde de los héroes ,que con gran consternación le dijo“Señor, ¿se van sin decirme nada?—Es verdad:¡ya n o me acordaba de tí ! Ven

con nosotros . ,

Ligerísimo, expresando su afecto con saltos ,como un perrillo, emprendió Felipe la marchaal lado de su protector . No puede formarse idea

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52 B . púnnz om ós

— Y yo un sombrero número 3. ¿Te lo pon

Felipe brincaba . Su gratitud n o podía serelocuente de o tro modo .

“Es tarde—dijo Cienfuegos avivando el paso .— Doña Virginia se va -á poner furiosa por

que tardamos .

—Valiente cuidado me da am i de doña Virginia . ¿Di, Felipe, dormirías tú en una camade colchones si te pusieran en ella?,Fel ipe, atacado de un gozo convulsivo , echó

á correr, desapareció . Al poco rato , Miquis lesintió á su espalda , imitando con donosura infan til el lad rar de un cachorrillo .

A trechos con prisa, a trechos lentamente,d isputando en cada esquina y pasando repetidas veces de una acera a otra, llegaron los dosamigos y su protegido al centro de Madrid . Por

cualquier motivo fútil , cuando no lo había deimportancia

,habían de estar siempre cues tio

nand o y riñendo Miqu is y Cienfuegos . En ellosla amistad no habría tenido goces despojadade la irritación de la controversia , y de aqueldramático interés que proven ía de las frecuentes embestidas entre un o y otro temperam en

to . Lo que hablaron , lo que argumentaron , lo

que por aquella simpleza de ir aprisa 6 ir despacio d ijeron , no se puede contar . A poco m ás

pasan d e las palabras á las obras .

“Es que no me gusta que esperen por m i .

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E L DOCTOR CENTENO 53

—Mira n o te vaya acomer doñaNo es sino queNo me vengas amíBruto , n o esAnimal , n o se puede tratar

Llegaron por ñn á su casa, que era de lasque llamamos de huéspedes, y estaba

, segúncuenta quien lo sabe, en una m ala calle s i

tuada en un barrio peor, la cual , si llevaran ombre de macho como

'

lo lleva de hembra,s e llamaría del Rin oceron te . Subieron al cuarto, que era segundo con entresuelo , por lamal pintada, peor barrida y mucho peor alumbrada escalera, y antes de que llamaran abriócon estruendo la puerta una hermosa harpia,que en tono iracundo les increpó de es ta manera:“¿Son éstas horas de venir acomer? ¡Qué se

ñores éstos ! No se puede con ellos . Usted, donAlejandro , tiene la culpa .

—Señora, ¿quiere usted irse—¿Á dónde , adónde?

- Á donde usted quiera .,

Acobardado Felipe por el destemplado lenguaje de la matrona, se detuvo en el últimoescalón , mirando con ansiedad ala puerta, quese iba a cerrar ante él . Retrocedió Alejandropara llamarle ; mas cuando la señora, tan guapa como furiosa, oyó que Miquis decía:“entra,m uchacho…se arrebató más , cerró de golpe, y

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54 3 . PERE Z am ós

he aquí sus dramáticos acentos, conservados

por un erudito averiguador:“Pero ¿Habráse visto? ¿O tra vez me

trae es taferm os de la calle?. No fal taba más . .

—Señora— d ijo Miquis con zalamería,—si n ome deja usted hablar, n o hay medio de entendem os . Yo sólo queria ped ir á usted tuviese labondad de dejar dormir aese chico en la buhard illa .

O ir es to y volarse fué todo uno . Los demáshuéspedes acudieron al ruido , curiosos de verlo que pasaba .

“¿Qué les parece a ustedes este don Alejan

dro?…—prosiguió la dueña de la casa , pasandoya del furor á las burlas —Niño, ¿es esto unahermandad para recoger El mes pasado me trajo un italiano de esos que tocan elarpa ; hace días un viejo ciego con joroba y clarin ete, y hoy . ¡Vaya unos amigos que se echael tal don Alejandro ! Y n o pide nada… que lespon ga cama en la buhardilla, que les dé d e co

Vaya, señores , a la mesa, á la mesa ,,

Entre tanto , Miquis acercaba su rostro al

ventanillo y por el enrejado de cobre decía:“Felipi to,—Señor—Espérate ahí unLos compañeros de hospedaje se burlaban, y

la misma d oña Virginia, pasado aquel primerchispazo de ira, se reía también, diciendo

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EL DOCTOR CENTENO 55

“¡Pobre don Es unY

_no paró en esto su desenojo , sino que ,

mientras se servía la sopa, fué adentro y sacópedazos de pan , queso y golosinas , y poniendolo todo en un papel, salió a la escalera . Al pocorato volvió al comedor asustada, con las manosen la cabeza y riendo a todo reir .

“Pero ¡ qué loco , Virgen madre , qué loco !…Allá está. dándole Le ha dado el chaquéazul que n o se ha puesto más que tres veces . ydos camisas y unas botas enteramente¡Jesús , Jesús ! ,En el extremo de la mesa sonó una voz cam

panuda, dictatorial , que, separando con pausalas s ílabas , promulgó es ta sesuda frase:“Acabará en San Bernardino…

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PEDAGOGÍA

Dice Clío , entre otras cosas de menor importancia, que don Pedro Polo y Cortés s e levan taba al amanecer, bajaba á. la iglesia de lasmonjas, decía su misa,

'

se desayunaba en la sacristía, fumaba un cigarrillo , volvía después ás u casa, charlaba con su madre por espacio deun cuarto de hora, cambiaba de ropa, daba un

Todo esto ocurría invariablementedía por día, sin que nada faltase ,ni el chocolate,ni el suspiro . Esto último era como la señalpara entrar en el local de la escuela, cuyaspuertas se abrían á las ocho en verano y á lasnueve en invierno .

Hemos dicho que se abrían las puertas . ¡Ma

ría Santísima,qué ruido , que patad itas , que

empujones ! La vetusta casa temblaba como enamenaza de desplomarse . Y el estruendo durabahasta que aparecía don Pedro , n o diré repartiendo bofetones , s ino sembrándolos con gesto

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B . REREZ a…semejante al del labrador que arroja en tierrala semilla . Luego daba una gran voz. ¡Vaya unsilencio , camaradas ! Creo que se podría oir elruido que hiciera una mosca frotán dose la trompa con las Después, poquito apoquito ,sal taba un murmullo , una sílaba, una palabra ,y de esto se iba formando susurro hondo y creciente que n o se sabe a dónde llegaría si donPedro con su po tente quos ego n o lo atajara .

Habia u n pasante á quien llamaban don JoséIdo , hombre aplicadís imo á su deber, pálidocomo un cirio y con ciertos lóbulos ó verrugones que parecían gotas de cera que le escurríanpor la cara ; de expresión llorosa y mística, flaco, exangíi e , espiritado ; manifestando en todolas congojas de una de esas vidas de abnegación y sacrifi cio heróicam en te consagradas á lainfancia . Tenía en la frente un mechón de negros y espeluznados cabellos que parecía unpabilo humeante, y en sus ojos , siempre mojados , chisporroteaban , con la humedad y el

,pes tañeo , desgarradoras elegías . Era el mártirobscuro y sin fama de la ins trucción, el padrede las generaciones, el fundamento de infinitasglorias, la piedra angular de tantas fortunas yde preclaros hechos . Políticos que habéis ñrmado sabias leyes ; ministros que con un men eo d e rúbrica lleváis diariam ente la felicidadal corazón de vuestros amigos ; negociantes queautorizáis un crédito ; notarios que dais fe ; poe

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60 B . PEREZ om ós

con plumachos , blandiendo alabardas y band erolas . El resto lo hacían mil vaivenes de rúbrica, como flechas disparadas ó laberinto arácnido, en el centro del cual aparecía lánguido ,indolente, cual si cayera mareado en medio detanto círculo , el claro nombre de José I do d elSagrario .

La clase duraba horas y más horas . Era lavida perdurable

,un lapso secular, sueño del

tiempo y embriaguez de las horas . Nunca sevió más antipática pesadilla , formada de 110rripilan tes aberraciones de Ari tmética, Gramatica 6 His toria sagrada, de números ensartados, de cláusulas rotas . Sobre el eje del fast id io giraban los graves problemas de sintaxis,la regla de tres, los hijos de Jacob , todo confundido en el común matiz del dolor, todo teñido de repugn an cias , trazando al modo de espirales, que corrían premiosas, ásperas, gemebundas . Era una rueda de tormento , máquinacruelís ima, en la cual los bárbaros artíficesarrancaban con ten azas una idea del cerebro ,s ujeto con cien tornillos, y metían otra amartillazos , y estiraban conceptos é incrustabanreglas, todo con violencia, con golpe, espasmoy rechinar de dientes por una y otra parte .

E n la cavidad ancha,triste, pesada, jaque

cosa de la escuela, se veían cuadros terroríñcosallá un Nazareno puesto en cruz ; aquí dos 6tres mártires de rodillas con los calzones ro tos ;

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EL DOCTOR"

CENTENO 61

aesta parte, otro condenado pálido, cadavérico ,todo lleno de congojas y trasudores , porque sele había atragan tado una suma ; más lejos otrocon un cachirulo de papel en la cabeza y orejasde burro , porque sin querer se había comidouna definición . Como el sol reverbera sobre elrocío , así , por toda la extensión de la clase , lassonrisas abrillantaban las lágrimas

,cuando n o

las secaba el ardor de las mejillas . Los númerosy rayas trazadas en los encerados daban frío

,y

m areaban los grandes letreros y las máximasmorales escritas en carteles . Las negras carpetas, al abrirse , bostezaban , y los tinteros , av idos de manchar , hacían todo lo posible por encon trar ocasión de Daba grima v ertanto d edo torpe y rígido agarrando una plum a

para trazar palotes , que más se torcían cuantomayor era el empeño en enderezarlos . Las bo

cas, n erv ios itas , hacían muecas con el difícil

rasgueo de la A lo mejor,un cráneo sonaba seco al golpe de un puño cerrad o y duro .

Res tallaban mejillas sacudidaspor carnosa man o . Los pellizcos n o cesaban , y a cada segundose oía un ¡ ay ! Se con fundían las voces de bru to ,acém ila , con los lamentos , las protestas y el lastim oso y terrorífico yo n o he s id o . La palmetaiba cayendo de mano en mano , incansable , cclosa de su misión educatriz,aporrean do sin piedad á todo el que cogía . La quemazón de lasangre ,el cos quilleo ,el dolor agudísimo,daban

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62 B. PERE Z GALDÓS

entendimiento al torpe,mesura al travieso , dil igen cia al indolente, silencio al lenguaraz, reposo al inquieto . Y como auxiliares de a queldocto instrumento, una caña y aveces flexiblevara de mimbre sacudían el polvo . Había nalgas como tomates , carrillos como pimientos,ojos con llamaradas , frentes mojadas de sudorde agonía, y todo era picazones, escozor, cosquilleo, latidos , ardor y suplicio de carnes yhuesos .

Salvas las contadas ocasiones en que se veíacruzar por el aire una mosca con rabo de papel ,suced iendo a esto la algazara prºpia del caso,el aburrimiento llenaba las horas de la clase ,aquellas horas que avanzaban arrastrándosecomo las babosas sobre una peña .Los miembrosse en tum ecían ,y n o había fuerza humana capazde impedir las patadas , los desperezos , el acostar la cabeza sobre los brazos cruzados, el cuchicheo , la Una autoridad férrea,despótica, á quien la conciencia del deber dabaalgo de la crueldad sublime que enal teció aJunio Bruto , Jefté y Guzmán el Bueno , recorríalos ban cos, desde que se notaban los primerossíntomas de la rebelión del fastidio . A la manera que el cóm itre de una galera iba sacudiendocon duro látigo la pereza de los infelices condenados al remo, así don Pedro ponía rápido correctivo con su vara 6 su mano al arrastrar desuelas, á las pan diculaciones , al cuchicheo, al

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EL DOCTOR CENTENO 63

mirar, al reir . ¡Pobres orejas ! ¡Cuántas vecesse veía la mano del maestro levantar muy altouna cabeza suspendida de una oreja, ó empujaro tra sobre la carpeta con tal fuerza, que á pocom ás se incrusta la nariz en la tabla !…Su máxima era:Siembra coscozrones y recogerás sa

bios .

Don Pedro Polo y Cortés era de Medellín:porlo tanto, tenía con el con quistador de Méj ico ladoble conexión del apellido y de la cun a . ¿Ha

bía parentesco? Dice Clío que n o sabe jota deesto . Doña Claudia , madre de nuestro extre

m eño, sostenía que s i mas para probarlo se vale del sentimiento antes que d e las razones . Elpadre

,hombre que gozó la más pura y noble

fama de honradez , murió d esas trosam en te enla cárcel veinte años antes de estos sucesos queahora referimos . Perseguido con saña por graves delitos ajenos , de que su buen a fe le hizoen apariencia responsable , fué mártir del hon or ; fué , como suele decirse, un carácter elevado y glorioso , de esos que, si n o abundan ,

n o faltan tampoco en cada edad, para que conste

,conforme al plan del mundo , que éste n o

es patrimonio de los malos . Murió como un

santo , y muchos están con menos motivo enlos altares .

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64 B . PERE Z GALDÓB

La familia n o había vivido nunca con holgura, y muerto el jefe d e ella, quedó en tristemiseria . A Pedro Polo le correspondía llevarlasobre sí, cosa en extremo difícil , pues se en

con traba con veinticuatro años á la espalda, sinhaber estudiado cosa alguna, sin oficio , carrerani habilidad que pudiera serle provechosa . Sólosabía leer, escribir, contar y un poco de latínmás macarrónico que erudito . Había pasado laniñez y lo mejor de su juventud dedicado adiv ertim ien tos corporales y al saludable ejerciciode la caza . De su complexión atlé tica,¿qué ben eficio podía sacar como n o fuera un jornal mísero?A las ciencias n o les tenía mald ita afición .

La milicia le seducía, pero¡ya era tard e para

pensar en ella . Ir a cualquier parte de las próvidas Américas en busca de fortuna, cuadrabaá su natural aventurero y á su atrevido espiritu ; pero mientras parecía la fortuna, que allícomo en todas partes n o se alcanza sin trabajoy paciencia ,¿d e qué vivirían su mad re y su hermana?El comercio n o le d esagradaba ; pero n otenía más capi tal que su escopeta y un poco depólvora . Cualquier profesión , por breve y fácilque fuese , requería tiempo y libros , y la necesidad de familia n o admitía espera . Una solacarrera 6 profesión existía que pudiera acometer y lograr en poco tiempo el joven Polo . Apretabale á seguirla un tío suyo materno en tercergrado , canónigo de la ca tedral de Coria ; hubo

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E L DOCTOR CENTENO 65

lucha, sugestiones, lágrimas femeninas , dimesy diretes ; el tío ofreció pensionar á la madre yhermana mientras durasen los estudios , y porfin , todos estos estímulos , y más que ningunoel agudísimo de la necesidad, vencieron la repugn an cia de Polo , le fingieron una vocaciónque n o tenía, y…Cantó misa , y la familia tuvo un apoyo .

Cinco años pasó Polo y Cortés en Medellín, viviendo con estrechez, pero viviendo . Con susmisas, sus funerales y bautizos , desempeñandola coadjutoria de la parroquia pudo pagardeudas onerosas que abrumaban á la familia .

Disen timien tos y rivalidades de sacristía leobligaron a salir de su pueblo . Vivió algúntiempo en Trujillo ; desempeñó m ás tarde uncu rato en Puente del Arzobispo , y luego residió seis años en Toledo , siempre con gran dís ima penuria, mortiñcado por la pena de n o poder sacar á su madre y hermana de aquellatriste vida

,llena de incomodidades y pobreza .

Tuvo esto feliz término cuando se estableció enMadrid . ¡Gracias aDios que le son reía la iortnna ! Desde que una azafata de la Rein a, extrem eña, solicitó y obtuvo para Pedro Polo el capellan azgo de las monjas mercenarias calzadasde San Fern ando , la v ida de aquellas tres personas tomó cariz más risueño y un rumbo enteram en te dichoso . ¡Las monjas eran tan buenas ,tan cariñosas, tan E llas mismas su

5

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66 B. PERE Z GALDÓS

girieron á su bizarro capellán la idea de poneruna escuela donde recibieran instrucción cristianayyugo social los muchachos más díscolosy para realizar este noble pensamiento , le ofrecieron el local que tenían en el callejón de SanMarcos , en la casa del marquesado de AquilaFuente , tronco de aquella piadosa fundación .

Era el edificio tan viejo, que sólo por respeto asu origen glorioso se conservaba en pie . Laplanta principal servía para habitación de donPedr o y su familia, y la baja, con espaciosascuadras , para albergar la escuela y toda la chiqu illería consiguiente . Hermoso plan ,

tan pronto pensado como hecho . Así como el tío can ó

nigo (á quien don Ped ro en sus ratos de jovialidad solía llamar el bobo d e Coria) había dicho hágote sacerd ote, las monjas habían d ichoá su vez hágotemaestro . Parasu sotana pensabaPolo así:“¿Clérigo d ijiste?pues á ello . ¿Profesordijiste? pues conforme .

, Dichosa edad ésta enque el hombre recibe su d estino hecho y ajustado como tomaría un vestido de manos delsastre , y en que lo más fácil y provechoso paraél es bailar al son que le tocan . Música

,musi

ca y viva la Providencia .

E l éxito de la escuela fué grande . Centenares de hijos del hombre acudieron de todas laspartes del barrio , atraídos por la fama de docto, juicioso y paternal que había adquiridoPolo sin saber cómo . El caudal de la famil ia

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68 B . PERE Z GALDÓS

zadas , embarazando la inte ligencia sin darla…un átomo de substancia ni dejar fluir las ideaspropias, bien así como las piedras que obs truyen el conducto de una fuente . De aquí vieneque generaciones enteras padezcan enfermedaddolorosís ima, que no es otra cosa que el mal depiedra del cerebro .

También dice la chismosa Clío que el tem a

peramen to de don Pedro Polo era sangu íneo ,tirando á bilioso , de donde los conocedores delcuerpo humano podrían sacar razones bas tantes para supon erle hostigado de grandes ansias,ambicioso y emprendedor, como lo fueron César, Napoleón y Cromwell . Sobre es to de lostemperamentos hay mucho que hablar, por locual mejor será no decir nada . Quédese paraotros el fundar en el predominio de la acciónd el hígado el genio v iolen tís imo de nuestro ca

pellán ,y en el desarrollo del sistema vascular

,

así como en la superioridad de las funciones denutrición sobre las de relación , la intensidadde sus anhelos

,su fuerza de voluntad in con

tras table . Cierto es que si se dedicara,como su

paisano,a conquistar imperios , los habría ga

nado con rapidez . Habiéndose metid o , por lafatalidad de los tiempos y de las circun s tan

cias,

'

á ins truir muchachos, los instruía por los

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EL DOCTOR CENTENO 69

m odos y estilo que el otro empleó en domar nac iones . Y n o comprendía Polo la enseñanza deo tra manera . Se le representaba el entendimiento de un niño como castillo que debía serembestido y tomado a viva fuerza, y á vecespor sorpresa . La máxima antigua de la letracon sangre en tra, tenía dentro del m agín dePolo la fijeza de un o de esos preceptos intuitiv os y primordiales del genio militar, que eno tro orden de cosas han producido hechos tans ublimes . Así, cuando , movido de su convioción profun d ís ima, descargaba los nud illos sobre el cráneo de un alumno rebelde, esta cruelenseñanza iba acompañada de la idea de abrirun agujero por donde a la fuerza había de eutrar el tarugo intelectual que allí dentro faltaba. Los pellizcos d e sus acerados dedos erancomo pun cturas por las cuales se hacían ,

altravés d e la piel , inyecciones de la sabiduríaalcaloide de los libros de texto .

Gran auxilio adon Pedro prestaba el pasante don Jose Ido , mayormente en el arte de escribir . Polo escribía mal , y su ortografía eramuy descuidad a . Ido le ' ayudaba también enlas lecciones , y hacía leer á los pequeñuelos ,mas con tan delgada voz y entonación tan em—barazosa, que para articular una sílaba pareciaped ir prestado el aliento al que estaba m ás pró

*ximo . Los chicos , desde el mayor al más pe

queño, respetaban y temían tanto adon Pedro ,

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70 B . PERE Z am ós

que ni aun fuera de la clase se atrevían aha»cer burla de él ; perº al pobre Ido le tratabancºn familiaridad casi irreverente . Las paredesdel callejón de San Marcºs estaban de punta ápunta ilustradas con el retrato del señor deIdº, en diferentes actitudes , y eran de ver loparecidº d el semblante y la gracia de la expresión en aquellºs toscos d iseños . No fal tabanexplicaciones y leyendas que decían:I dº d iend o á lºs torºs ; y por ºtro ladº:I d º d el Sagrar iº cal le

'

n d ºsele lºs calzºn es . Porque…estepobre calígrafo tenía las carnes tan flácidas

,

que toda su rºpa parecía escurrirse , y que cada pieza , desde- la cºrbata á lºs pantalºnes , estaba más baja del sitiº que le cºrrespondía .

O tra cºsa que daba motivº así a las cuchufletas cºmo á las ilus traciones , era el cartílagolaríngeo , ó la nuez d el pasante , la cual eragrandísima . Entre las pinturas murales

,que

representaban casi siempre escenas de tºrºs,había una cuyº letrero decía:E l tºrº, perdºn eu stez ,

- me le engan chó d e la

A este hºmbre, prºbo , trabajadºr, honradºcomo los ángeles , inocente comº los serafines,esclav º, mártir, héroe , santo, apóstºl, pescadºrd e hºmbres, padre de las generaciºnes , le trataba don Pedrº delante de lºs chicos con

¿

frial

dad y sequedad ; mas cuando es taban sºlºs leabrumaba á cortesan ías y piropos

,cºmo éste:…

“Es usted más tºnto que el cerato simple…di

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E L DOCTOR CENTENO 71

cho cºn desenfado y sin mala vºluntad . Ó bienle saludaba así:“Cierre usted esa boca

,hom

bre,que se le va por ella el alma

“…Y era verdad que parecía que el alma estaba acechan dºuna ocasión para echársele fuera y correr enbusca de mejºr acomºdo .

Los capones y pellizcos , lºs pal-m etazºs ynalgadas, las ampliaciones de ºrejas, aplastamientº de carrillos , vapuleo de huesºs y maceración de carnes, n o completaban el código pen iten ciariº de Polº . Además de la pena in famante de las ºrejas de burro, había la de dejarsin cºmer, apl icada cºn tanta frecuencia , quesi las familias n o sacaban de ella grandes ahorros , era pºrque n º querían . Tºdos lºs días, alsºnar las dºce

,se quedaban en la clase , cºn el

libro delante y las piernas cºlgando,tres 6 cuatro individuºs que se habían equivºcado enuna suma 6 confundidº á Jerobºan cºn Abimelech , ó levantadº algún falso testimºniº álºs prºnºmbres relativos . Lºs autºres de estºscrímenes n º debían alcanzar de nuestrº Eterno Padre el pan de cada día , que tºdos piden ,

pero que se da sólo aquien lº merece . Bostezosque parecían suspirºs

,suspirºs como puños lle

naban la grande y trágica sala . Isaías nº habria desdeñado llºrar tan dºlorºsas penas , yhubiera sacadº de su bºca algún sublime accuto con que pintar aquellºs desperezºs tan fuertes , que nº parecía sinº que cada brazº iba á

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72 B . PERE Z CALDOS

caer pºr su ladº . Amenudº las páginas sucias ,dºbladas , rotas ; de lºs aborrecidos librºs seveian v isitadas pºr un lag rimón que resbalabade línea en línea . Perº esta forma del lutº infan til nº era la más cºmún . La inquietud , larebeldía, el mareº, la invención de peregrinasdiabluras eran lo frecuente y lo más prºpio deestómagos vacíos . Quién gastaba su pºca salivaen mascar y amasar papel para tirarlº al techº ;quién dibujaba más mºnos que vierºn selvasafricanas ; quién se pintaba

las manos d e tintaa estilº de salvajesCuandº la clase concluía

,allá sºbre las cin

cº de la tarde, después de d iez hºras mortalesde bancº durº, _

de carpeta negra,de letras ho

rribles , de enceradº fúnebre , el enjambre salíacon ard ien te fiebre de actividad . Era cºmº unfurºr de batallas, cual voladura de todas lasmalicias , inspiración rápida y calorosa de hacer en un mºmento lº que no se había pºdidohacer en tantas hºras . Una tarde de Enero, unchicº que había estado presº

,sin comer y sin

mºverse en todo el d ía, salió disparadº , ebrio ,con alegría rabiºsa . Sus carcajadas eran cºmoun restal lidº de cºhetes ; sus saltºs , de gatoperseguidº ; sus contorsiones , de epilép tico ; ladistensión de sus mús culos , cºmº el blandirde acerºs toledanos ; su carrera, cºmº la de las aeta despedida del arco . Pºr la calle de SanBartºlºmé pasaba una mujer cargada con enor

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m e cántarº de leche . El chico , ciegº , la embietió cºn aquel movimientº de ms tuz que usancuando juegan al tºro . El piso estaba heladº .

La mujer cayó de golpe, dandº cºn la sien ene l mismº filº del encintado de la calle , y qued ó muerta en el actº .

Es fºrzºsº repetir que la crueldad de donPedro era cºnvicción, y su barbarie fruto aspero, pero m adurísimº, de la conciencia . No eraun maestrº severo

,sino un hºnradº vándalo .

Entraba a saco los en ten d im ien tºs , y arrasabacuanto se le ponía delante . Era el evangelista vd e la aridez , que iba arrancandº toda flºr queencontrase, y asolando las amenidades que embelesan el campº de la infancia , para plantarluegº las estacas de un saber disecado y sin

jugº . P isoteaba rosas y plantaba cañas . Sualiento de exterminio pºnía la desºlación allídºnde estaban las gracias ; d estruía la vidaprºpia de la inteligencia para erigir en su

lugar muñecºs vestidos de trapºs pedantescºs . Segaba impíº la espºntaneidad, arrancabacuanto retoñº brotara de la savia natural y dels abiº esfuerzo de la Naturaleza, y luego aquíy allí ponía flores de papel inodoras , pin torreadas

,muertas . Por unº de esos errores que n º

s e cºmprenden en hombre tan buenº , estaba

xx!

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muy satisfecho de su trabajº , y veía cºn gºzoque sus discípulºs se lucían en lºs Institutºs ,sacandº aespuertas las notas de sºbresalien te .

Don Pedro decía:ellºs llevan el cuerpº bien

pun tead º d e card en ales , perº bien sabidos van .

A los tres años d e esta ºrdenada vida capel lan esca, escolástica y cardenal icia, la familiase encºntraba en un pie de comodidades quenunca había conºcidº . Doña Claudia Cortés setrataba con azafatas

,alabarderas , tal cual ca

marista y otras persºnas bien puestas en Palacio . Marcelina Pºlº, que llevaba el peso dela casa, había

lºgrado decºrar ésta cºn ciertaelegancia relativa . En el reducidº círculo delas relaciºnes de la familia pasaba ya pºr dogma que en ningún cacareadº colegiº de Madridrecibían los muchachos educación tan sólida,cristiana y de machaca»martillº cºmo en el

del padre Polo . Llegó día en que eran necesarias las recºmendaciºnes para admitir un a

nueva víctima en el presidio escolar . Desgraciadam en te para la familia , los ingresºs , aunq

que regu larcitos , n o cºrrespondían a la fama:del llamado colegio , pºr tener don Pedrº un acualidad excelsa en el terreno mºral , perº muydesastrosa en el económico:era una extremaday nunca vista delicadeza en cuestiºnes de dinerº . Aquella vºluntad de hierrº

,aquel carác

ter duro se trocaban en timidez siempre queera precis º reclamar de algún chicº o de sus

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cristianas comº las que su h l]0 echaba pºraquel pico de oro . Nº se desvanecía dºn Pedrocon es tas lisonjas , flºres preciosas del amorm aterno, y a sºlas cºn su cºnciencia literaria ,cuandº bajaba del púlpito, iba diciendº:

“Diºsm e perdºne las tontadas que heMuchas amistades cultivaba dºn Pedrº en

Mad rid . Eran principales amigos un empleadod e Hacienda que conoció en Tºledo , y un fotógrafo , excelente persºna, extremeño , y también Cortés de nºmbre y genio . Las señorasd e ambos visitaban á doña Claudia—,y tomabanparticipación en sus jugadas de lº tería . Pºrquees bueno saber que á la madre de dºn Pedro lehabía entradº pasión tan ardiente por la Lotería Nacional , que en tºdas las extracciºnes probaba fortuna, y se pasaba la vida discurriendºy combinando númerºs . Este era bºni to , aquélfeo , tal ºtrº había sidº afºrtunadº, cuál refrac ==

tario á la suerte ; perº la suya era cºn todostan mala , como in cºrregible sumanía de probarla dºs 6 tres veces al mes . El empleado deHacienda paseaba con dºn Ped rº algunas tard es , y las de día de fiesta in faliblem en te . Sepºnían los dºs muy guapºs , de guante y gabán ,

y m ed ian tºdº el Retiro,hablandº de la

cosa pública, del recºnocimientº del reinº deI talia y de la guerra de Santº Dºm ingo . El fºtógrafº no había encºntradº manera mejor d ecºrrespºnder a la amistad de lºs Pºlºs que re

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EL DOCTOR CENTENO 77

tratándolos á tºdos cºn prºfusa variedad . Por

esto se veían las paredes de la sali ta salpicadasde diferentes imágenes en cuantas fºrmas se

pueden idear:dºn Pedro,de hábitºs , sentado ;dºn Pedrº

,de paisano , cºn un librº en la

manº ; Marcelina, de mantilla , ante -

un fondode ruin as y lago con barquilla ; dºn Pedro y sumadre, sºbre telón de selva cºn cascada, ellasentada y estupefacta, él en pie mirándºla, yotrºsDºs parentescos tenían los Polºs en Madrid ,

ambos con venerables conserjes de es tablecímientos científicos . El de la escuela de Farmacia, padre de las dºsguapas chicas que vimºsaquel día en dºnde queda dicho

,se declaraba

primo de dºn Pedro en tercer grado . Su apellidº era Sánchez y Emperador ; perº a las niñasse las llamaba cºmunmente las d e 6 las d elE mperad ºr . Dºña Saturna, ,

esposa de aqueldon Florencio Mºrales que se emborrachabacºn agua, era sºbrina de dºña Claudia . A estosparientes cºnsideraban más que a nadie lºsPºlos , n o solº por sus cualidades y virtudes,sinº pºrque dºña Saturna pºseía entre éstasuna de grandísimo valºr para dºn Pedrº . Erala tal señºra la más eminente cºcinera que seha vistº , doctora por lº que sabía , geniº por lºque inventaba, y artista pºr su exquisi tº gusto . Cuen tan que en su juventud había vividocºn mºnjas y servidº después en casas de gran

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rumbo . Todº lº dºminaba:la cocina rancia española y la extranjera, la confitería—caliente yfría . De aquí que don Pedrº la trajera en palmitas, pºrque el buen señor, al pasar de suprimitiva vida miserable a la regalona en queentonces estaba, se pasó también gradualm ente , y sin darse cuenta de ellº , de la sºbriedaddel cazadºr a la glotonería del cºrtesanº . Leacometían punzantes ape titºs , y mientras másrarezas cºquin arias probaba, más se relamíacºn todas y más deseaba las nuevas y aún nºcºnºcidas . Su gustº se refinó grandemente, ysin aborrecer lºs platos naciºnales, adºraba algunos de lºs extranjeros cºn nattíralizadºs enEspaña . Su madre alentaba esto m imán dºle yengºlosin án dºle sin tasa, d iscurriendº las cºsas más aperitivas y confabulándose con dºñaSaturna para prºporcionarle un día y ºtro estan ovedad, aquella sorpresa .

Siempre que lºs Polos invitaban a algúnamigo á cºmer, doña Saturna se personaba enla casa muy tempranito , y cuandº Mºrales celebraba sus días 6 lºs de su esposa, el primercºnvidadº era Pºlº . Las de Emperadºr iban áuna y otra parte, y en ambas eran muy agasa

jadas por sus méritºs, pºr su índole mºdesta,pºr ser huérfanas de madre , y pºr su mansad umbre graciºsa y un tanto sentimental .

Marcelina Polº las quería eh trañablemen te ,

y hacía para ellas laborcillas de ganchº, cºr

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EL DOCTOR CE NTENO 79

batas y mil enredos y regalitºs . Ya que hemosnombradº á la hermana del capellán , conviened ecir que esta señºra, de m ás edad que dºnPedrº , era lº que en toda la amplitud de la palabra se llama una mujer fea . Su cara se salía

ya de lºs términos de la estética , y era verdad eram en te una cara ilícita, estº es, que quedaba debajo del fuero del pºder judicial . Debía ,pºr consiguiente, recaer sobre ella la prohibíción de mºstrarse en públicº . Así lº con ºcía ladueña de aquel mºnumento azteca, y ni teníae n su habitación espejos que se lº reprodujeran , ni salía m ás que para ir a la iglesia, ó avisitar amigas de cºnfianza . Era una personainsignificante , perº que tratada de cerca 1n sp1raba algunas simpatías . O cupábase

' de cuidarla casa , de hacer obras de mano , generalmented e pocº méritº, y de rezar, escribir cartitas álas mºnjas ó enredar un pocº en la sacristía dela iglesia . Resumiendo todo lº que nºs diceClío respecto a estas tres persºnas , resulta ques e avenían y ajustaban maravillºsamente, viviendo bajo un m ismº techº y amándose cºnardºr, tres diferentes pasiºnes:Gula, Religión ,

Lºtería .

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R. PEREZ GALDÓS

“¡Nº, si no te he de pasar nada ; si te he de

brear y batanear y curtir, hasta que_seas otro

y no te parezcas á lº que Haz cuentade que naces . ¿Dices que quieres aprender yser hombre?Pues ahora te las v erás conmigo . ,

Estº decía_

Pºlº á su nuevo alumnº , recogidºpor caridad un dºmingo por la tarde, en m o

mentos de satisfacción digesta . Se vierºn , se

hablaron , se cºmprendierºn , s impatizaron y dela simpatía salió el siguiente cºntrato:don Pedro sería maestrº de su criadº

,y el criadº sería

d iscípulo de su amº . A la iamilia le hacía fal ta un chiquillín que desempeñas e recadºs, barriese casa y escuela, que á veces n º podían cºn más pºlvº , y prestara adem ás otrºs serviciºs . Doña Claudia se veía n egra muchas veces para poder repartir á domicilio lºs papelitºs en que hacía cons tar las participacion es que ésta 6 la ºtra persona teníanen sus jugadas . Marcelina recibió aFelipe cºnbenevolencia . ¡Cuántas v eces había dejado demandar a las monjas un recadº importante pºrnº tener quien lº llevara ! Agradó a tºdºs elmuchacho, y cºmo llevaba la buena ropa quele había dadº Miqu is , casi Casi paredia un paje ,un Señalárºn le para su viviendaun cuartº , ó m ás bien una garita, en los des

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EL DOCTOR CENTE NO

habitados desvan es de la casa, los cuales , aunque llenos de trastºs y polvº y telarañas, fuerºn para él mejores que cuantos palaciºs puede sºñar la fantasía .

Hasta aquí muy bien . Grande,inesperada

fºrtuna del hérºe, que decía gºzºsº:¡Ahºra nºhay quien me tºsa! ¡Si la Nela me viera en .

mediº de tantºs santos, blandones, marumentºs y an i?n ales ! Y era verdad que en compañía de todº esto se hallaba, pºrque lºs sºtabancos del caserón de Aquila-Fuente servían á lasmºnjas para depósi tº de ºbjetºs inútil es , ó deºtros que no tenían huecº en la sacristía, yallí había cantidad de imágenes , las unas rotas , las ºtras desnudas ; aparejºs de funeral , ydiversas piezas del mºnumentº de SemanaSanta en cartón y madera . Lºs animales eranlºs que acºmpañan y simbolizan atres de losEvangelistas, piezas enºrmes y algo pavorosas ,cuya vista daría mied º a”quien n º tuviera corazón tan esforzadº cºmo el de Felipe .

Los primerºs días pasaron bien . En la escuela

,la tºrpeza del neófi to n º causaba sºrpresa

al maestro ni adºn José Idº, por'

es tar el chicoen estado completamente cerril ó primitivº . Nien el serviciº domésticº había tiempº aún de

juzgarle , pºrque su ignºrancia de tºdas las cºsas le disculpaba de su in habilidad . Si nº sabía el destino de lºs objetºs más usuales , cºmouna bandeja, la badila, el molinillo de café,

6

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¿cómº se le podía inculpar equitativamente denº traer lº que se le pedía, de equivºcarse casisiempre y aun de rºmper alguna cosa? Marcel ina llevaba cºn cierta resignación sus desaliñºs , le aleccionaba cºn paciencia y le alentabacºn discretºs plácemes cuandº era puntual .

Menºs tolerante dºña Claudia, exageraba lasfal tas de él y pºnía las manºs ala altura de susanteojos siempre que la criada, muerta de risa ,venía cºntandº alguna fechoría ó gan sada delpºbre Felipe . Pºrque Maritornes , preciso es decirlº para que cada cual tenga su verdaderºpuesto , le había declarado guerra amuerte desde el principiº , y muchas cºsas que él hubierahechº bien las hacía mal porque ella le con fundía con sus gritos y le atropellaba cºn sus lenguarajºs . No habían pasado tres semanas

,cuan

do doña Claud ia decía a todo el que la quisieraºir:“¡Qué cosas tiene mi hijo !… Habernostraídº aquí este Lº que digo , es unnúmero sinUna cual idad buena recºnocían todºs en Fe

lipe , y era que jamás contes taba á las reprim en das , ni se daba por aludido de lºs pellizcos , cºscºrron es y demás argumentºs en vivoque en la escuela y en la cocina se le hacían .

Todº lº llevaba con paciencia aquel es tóicº,pequeño de cuerpº . Si n o llegaba á decir, comoel º tro , que el dºlºr es bueno, en su interior lodiputaba justo y m erecidº , y a solas llºraba

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B . PEREZ GALDÓS

m iradas de dºn Nueva tentativa, nuev º fracaso acºmpañadº de esta lluvia de flores“Burrº , eso nº es escribir:esº es darEn lectura iba bien . Perº cuandº , pasadº al

gún tiempº , le pusieron adesflorar los elementos de las artes y las ¡Diºs misericºrd iosº , amparo de la Nada

,

nada:Polº y dºn Jºsé Ido convinieron unanimes en que carecía absºlutamente de memºriay entendimiento . No había fuerza humana quepudiera hacerle decir bien ninguna de aquellas sabias definiciºnes que compen d ian la sabiduría de nuestros librºs escolares . Nº son

para contados lºs testimºniºs que levantaba ylos trastrueques que hacía al intentar decir queel particip iº es un aparte d e la ºración quepar

ticipa d e la ín d ole d el verbº y d el adj etivº . Enotras definiciones se trabucaba más pºr n º cº

n ºcer el valºr y significadº de las palabras .

¡Flojita cºsa era para él saber lo que es Gramática ! ¡Re-córchºlis , si no sabía lo que esarte… si no sabía lo que quiere decir cor recta

Por algo , sí , por algº, Dios de justicia

,pensaba el pobre Centeno que fabricar cier

tas definiciºnes y asar la manteca eran cosasharto semejantes .

Luegº venía la His tºria Sagrada cºn sus cáñlas de nombres, sus gen ealºgías , sus guerras ,sus episºd iºs patéticºs y trágicºs . Aquellº eraotra cºsa . Aun en insulso extracto , la his toria

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EL DOCTOR CENTENO 85

d e Israel ºfrece interés a la infancia . Pero el

entendimientº del pºbre Centeno nº estaba hechº, n o, para retener tantº y tantº nombre deindividuºs y pueblºs . Deploraba la fecundidadde Jacºb, y las tribus le traían á mal traer , porque cºnfundía una cºn ºtra , 6 le cºlgaba un paren tesco al más pintado . E l no sabía de linajes ,¡ contra ! y lº mismº daba Juan que Pedro . Un

d ía cºmetió un desliz bíbl icº—mitológico achacando aNabu cºdºnosor excesos y d esmanes dels eñºr de Júpiter ; y al ver que todºs se reían ,

d ijo con mucho desen fadº:“Lº mismº da:tan

p illº era el uno cºmo elLa algazara que produjo esta ºbservación fué

tan grande, que dºn Ped ro tuvo que dar zurribanda general para impºner s ilen ciº,…aun queél mismo n º cºntenía la risa .

Venía luego la Dºctrin a Cristiana . Al—fin , al

fin se iba a lucir . Cºmo que ya sabía él algo,y

aun algos ,de cºsa tan buena ,santa y admirable

,

de que se deriva la máquina tºda d el humanºsaber . Pero a las primeras de cambiº , ¡Diºs delºs tontos ! empezó mi sabiº á desbarrar . Eraleimposible retener en la memºria las respuestasq ue cºmprenden y definen los al tºs principiosdel Cristianismo . Cuandº las cláusulas eranbreves y sencillas , menos mal:mi hºmbre lasespetaba de corridº ; perº ¡ ay ! cuandº venía un ad e aquellas cosas hºndas , largas ,en rev esadas yo bscuras que guardaba el librito en sus últimas

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hojas,ya era Felipe hombre Allá ibanprºpºsiciones que harían estremecer de espanto á los Santos Padres . ¡Risas , escándalo y patadas en la clase ! Nº se ha visto ni verá m ásatrevidº heresiarca . ¡Decir que la gracia es uns ér d ivin º qu e n ºs hace esclavos d el d emon io !

¡ Ciérrate , bºca nefanda !Un día, que fué de los más infelices que tuvo

Centeno en la casa de dºn¿

Ped rº, á los tres meses de haber entrado en ella ; un día en que todºlo dijo mal y lº hizo peºr, y echó pºr aquellabºba los más hºrribles desprºpósitºs que pueden ºirse , dºn Pedro tuvo una idea entre humorís tica y sanguinaria que al punto quiso pºner

por ºbra cºmº saludable escarmiento y visiblelección de sus alumnos . Pºrque cuandº el taldºn Pedrº , siempre tan seriºyceñudº,cºn aquella cara de juez inexºrable y aquella expresiónde patíbulo , tenía humoradas, eran és tas ferozmente irónicas, verdaderas caricias de puñal ,cºm º los epigramas de Shakespeare . Cogió aFel ipe , m e le pusº d e rodillas sobre uh ”

ban cº, leencasquetó en la cabeza el bochºrnosº y ºrejudº casco de papel que servía para la corºn aciónde los desaplicados . Luegº , en el - a

_

iroso pico dees ta mitra

,cºlgó un papel que decía con letras

gordas , trazadas gallardamente pºr don JoséJ Ido:E L DOCTOR CENTENO .

¡Dios de Dios , qué risa, qué es truendo, quéo vación ! Aquel día tuvº dºn Pedro humor bur

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»E L DOCTOR CENTENO 87

lesco . Su alma de pedernal echaba chispas, yde su verbosidad chancera brotaban cuchillos .

De sus chistes resultaba el escarnio . Paseán dº

se delante de la víctima, cºn la palmeta en lamanº , decía:“Este señor vinº a Madrid paraser médicº . Cºmo es tan aprºvechadº , tan sabio, tan eminente, prºntº le veremºs cºn labºrla en la Ánimº , hºmbre, n o 110

No hay carrera sin Ya estás amediº caminº . Si sabes más que eseSerás médico:tómale el pulsº á la pata de l amesa…¡Risas, confusión , aplausos, bram idºs ! Dºn

Pedrº era el maestrº m ás

Por desgracia de Centenº , la antipatía queinsp i ró a dºña Claudia, en vez de d isminuircon el tiempº, iba creciendº fomentada pºr elcarácter se cº y desabrido de aquella señora .

Era la rºcaárida en que había n acidº la n egraencina que llamamºs dºn Pedro Polº . Luegºla maldita criada agravaba la situación de Felipe cºn sus enredosos chismes . De todº lºm alo que en la casa pasaba había de tener laculpa el sin ventura hijo de Socartes . Si algotraía, traíalº tarde ; si se le confiaba cualquierfaena de la cocina, echábala aperder ; si redoblaba su esmerº, resultaba que, por atrºpellar

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las cºsas, salían mal ; si al ir á cºmprar algo lºhacía cºn pºcº d inero , lo que había traído eradetestable ; si resultaba carº, era un s isón ; sihablaba, era entrometido ; si se callaba, sinduda estaba meditando picardías ; si se limpiaba la rºpa , era un presumido ; si no , era unAdán . En resumidas cuentas , habría deseadºel Doctor (pues dieron en llamarle de estemodº

,y también el D ºctºrci llº) tener la sabi

duria de aquel señºr tan despejado de que habla la His tºria Sagrad a

,Salomón

,para poder

complacer a la dºméstica y á la señora . Losregaños de ésta , importunos y sºeces , le poníanen tal tris teza, que le entraban deseºs de marcharse de la casa . Viendo que sus leales esfuerzos no tenían estímulo ni recºmpensa, desmayaba su valerºso ánimº, y lo mismº le importaba cumplir que n º . Así, cuandº iba recadºs ,se detenía en las calles mirandº lºs escaparatesó añadiéndose al cºrrº que por cualquier motivº se formara , ó entablando sabrºsº paliquecºn éste 6 el otrº amigo .

En tanto, las horas de servicio crecían de lolindo y las de enseñanza m ermaban . Viéndolecada día más torpe, apenas se le tºmaba lección de aquellas condenadas materias que tanpºca gracia le hacían , y el gran don Jºsé Idº,al llegar á él , decía:“Mira, Dºctºr , más valeque te vayas a subir agua, que estas cºsas nºson para

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EL DOCTOR CE NTENO

Y él veía el cielº abierto,porque más le gus

taba y más le instruía sacar agua del pºzo ycargar una cuba que repetir aquellº de que el

artícu lº sir ve para en tresacar el n ºmbre d e la

m asa cºmún d e su esp ecie .

De las enseñanzas de la escuela, lº únicºque le agrad aba era la Geºgrafía . Cierto día

,

teniendº delante un mapa muy bºnito,dºnde

se veían los países pintados cºn rayas y masasde cºlºres

,y el mar azul y las islas de extraña

forma, sintió una tentación que sin duda debíade ser mala . ¡Diablºs de chicºs , no hay cºsaque n o inventen !… Pues se le ºcurrió nadam enºs que dejar á un lado lºs palotes , cºmºse arrºja fatigosa carga, y pºnerse cºn tºda sualma aretratar el mapa , imitando lºs cºntornosy perfi les que allí parecían el prºpio rºstrº delas naciones . ¡Qué lástima n º tener caja de pinturas , ó al menos lápices d e colores ! Así, asídebían ser enseñadas tºdas las cºsas . ¿Por quéno se han de p intar la Gramática y la Dºctrina?… Manºs a la obra y venga papel . Sacó delbolsillº un pedazo de lápiz , y aquí te quierover , talentº . Raya pºr allí , raya por allá ; aquíu n picº, más allá un huecº , tºditº iba saliendo á maravilla:la Inglaterra

,que es una

isluca con muchas púas ; Suecia, que pareceuna gran pieza d e bacalaº ; Fran ciºta con luengas narices ; Portugalito con la bºca risueña,que es la del Tajº ; I talia cºmo una bota ; Gre

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90 B. PEREZ GALDÓS

cia cual manojo de pueblecitºs , y Rusia grand ís ima

, infºrme , es teparia, soñolienta, sin fisoMuy bien . La cosa prºmetía . El re

trato estaba hablando , y aunque a algunas delas naciones n º las conocería ni la mala mujerque las inventó , si el artista tuviera gºma conque bºrrar para rehacer su ¡ re

-con

tra !… Tan engolfado estaba en sus gºlfos, ytan aisladº dentro de sus islas , que n o vió venir a don Pedrº , el cual se acercó por detráspasi to a ¡Ay, Diºs m íº! Del primercosque pocº faltó para que lºs nudillos delmaestro penetraran hasta la masa cerebral delgeógrafº pintºr, y detrás otrº y ºtro , dados alcºmpás de estas cariñosas frases:

¡Animal, siempre de juegº, pum !… ¡Si tevºy a freir ! ¿De esa manera, ¡pum !… cºrres

pondes al bien que te he hechº¡pum ! de las calles?No se ¡pum ! sacarpartido de tí . Anda, andaEl resto de tan cristianº discursº fué,más que

pronunciado, escrito con las man ºs del maestro sobre las mejillas rojas del criminal y sºbreotras partes de su cuerpo . Cada lagrimón que lecaía abu ltaba más que un garbanzo . La suertees que se los iba bebiendº amedida que llegaban a la boca ; que si los dejara rºdar, seguramente le mojarían la rºpa.

“Al subir

,se tentaba

el cráneo para indagar cuántos y de qué calibreeran los agujeros que en él, asu parecer, tenía .

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B . PERE Z GALDÓS

alma.

del buen Dºctºr,le convidaba á mecerse

e n ¡Qué desfallecimiento els uyº ! Nº podía ya dudar que era el más bruto ,

'

el más torpe y neciº de la escuela .

E l lº cºmprendía bien, pºr virtud de su pro

piº entend imientº , en que cada esfuerzº era unx ¡ fracaso , y además ciertº debía de ser , pºrquel o aseguraban personas cºmº Pºlo y don JºséIdº , que eran dos templºs _

d e sabiduría . Verd aderam en te

, el Dºctor Centenº n º estaba ensu lugar sinº en Socartes , rodeado de sus iguales , las piedras, y de sus dignos prójimos , lasmulas . ¿Pºr qué algunºs chicºs d ecían tan biensus lecciºnes, y él no daba pie con bola?.

¡ Qué cosa más triste ! ¡Toda la vida s ería unanimal !… Si:tan méd icº sería .él cºmº puedes erlº una calabaza . ¡Qué desengañº ! Y n º erapor fal ta de vºluntad

,que si la voluntad hi

ciera sabiºs,él se reiría del mismo Salºmón .

Era porque le faltaba algo en aquella condenad a y cien veces mald ita Pero n º, nºlº podía remed iar, ni estaba en su mano corre

!'

g ir su natural barbarie . Había hecho fatigososy titánicos esfuerzos pºr retener las sabias res

x¡ pues tas d e lºs libros , y las palabras se le salían de la memoria como se saldrían las moscas si se las quisiera encerrar en una jaula de

El Dºctºr Centeno para nada serv ía, absºlutamente para nada . ¡Malditºs l ibrºs

,y cómº los odiaba ! Y era tan bºbo Felipe,

“4

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E L DO OTOB CENTE NO

que se le había ocurrido aprender muchas co

sas pregun tán dolas al pasante . Pºrque en lºscansados libros n o se mentaba nada de lo queá él le ponía tan pensativº , nada de tanto y.

tanto prºblema constantemente ºfrecidº á su:curiosidad ansiºsa . ¡Oh ! si el dºctís imo dºn VJºsé le respondiese á sus preguntas

, ¡cuántoº'

aprendería ! Adquiriría infinitºs saberes,verbi

gracia:por qué las cºsas , cuandº se sueltan enel aire , caen al suelo ; por qué el agua cºrre yn o se está quieta ; qué es el llºver ; qué es elarder una cºsa ; qué virtud tiene una paji tapara dejarse quemar, y pºr qué n º la tiene unclavº ; pºr qué se quita el fríº cuando un º seabriga, y pºr qué el aceite nada sºbre el agua ;qué parentescº tiene el cris tal cºn el hielo , queel unº se hace agua y el otro n º ; pºr qué unarueda da vueltas ; qué es esto de echar agua porlos ºjos cuando unº llora ; qué significa el m ov

r irse, etc ., etc .

Pensandº en estas simplezas, dieron las dºce :y terminó la clase de la mañana . ¡Mºmento feliz ! Creeríase que el día,perezºsº , daba un saltºy se ponía de pie . Iban saliendº los escºlares á:

escape y atrºpelladamen te:el últimº quería serel primero . Tºdos , al pasar pºr dºnde Centenºes taba, le decían alguna cºsa . Este le daba con Xel pie ; el ºtro le incitaba á que saliera tambiénpara jugar en la calle , y unos cºn desvío , losmás cºn afectº, todºs tenían para él palabra,

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94 R. PEREZ GALDÓS

>í>ellizcº ó arrechucho . Dºn Pedrº le vió en lapuerta

,y ceñudº le dijº

“Hoy estás sin comer…Ni asombrº ni pena causó es to á Felipe, por

lo acºstumbrado que estaba á tales penitencias .

De los seis días de labor de cada semana, trespºr lº menºs se lºs pasaba á la buena de Diºs .

"xq Es fºrzºsº repetir que Polo hacía estas justiciad as á tºda conciencia, creyendo pºner en praotica el más juiciºsº y eficaz sistema docente ; nº

Vlº hacía pºr ruindad, ni pºr la sórdida idea deahorrar la comida de su Dºctºr sirviente .

Los cºndenadºs al ayunº se quedaban en laclase . Se les ºbligaba á estudiar en aquella triste hºra, vigilados pºr el pasante, á quien unamujer an d rajºsa llevaba la cºmida en dos cazuelillos .M ientras ellºs leían ó charlaban ,él cºmíasus sºpas y un guisote de salsa . A veces , cuando les veía muy desconsolados, d ábales algo .

Después hacía traer un café,yrepartíael azúcar

que sºbraba ; siendº tal su bºndad, que generalm en te tomaba el brebaje muy amargo paraque no faltara á lºs hambrientos la gºlosina .

Alguno había tan mal agrad ecidº, que cuandºIdo se distraía repren d ien dº á o trº, echábalebonitamente dentrº del vasº un pedazº d e_tizade la que servía para escribir en el encerado .

Cen ten º , por es tar privadº de cºmida, no dejaba d e servir la de sus amºs en el comedºr .

Luegº, cuando la criada pºnía la mesa en la

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E L DOCTOR CENTENO 95

cºcina, se le mandaba bajar aclase cºn el estómagº más vacíº que las arcas del Tesºrº . Eratan desgraciadº , que siempre llegaba después

que el serafico dºn Jºsé había repartidº lºs terrºn cillos . Pero algún alma tolerante y cris tiana se acordaba de él , hay que decirlo clarº ; s i:Marcelina le guardaba siempre alguna cosita

,

para dársela al anºchecer, á escondidas de suhermanº y de dºña Claudia, que decía:“¿Sábes lº que haces con esºs mimºs?Pues con s cntirle y echarle aperder m ás…Y á pesar de tan tºs y tan variadºs rigores,

Felipe tenía cariñº á dºn Pedro ; le quería, lerespetaba y se desvivía pºr agradarle . Las reprimen das que su amº le echaba herían le en lomás vivº de su alma, y ésta se le inundaba decontento cuandº sºrprendía en el semblante deé l señales ó vislumbres ,por débiles que fueran ,

d e aprobación . Le miraba comº á un ser eminente y escogido , in strumento de la P rºv idencia, grande y terrºríficº cºmo aquel Moisés quehacía tan vistºsº papel en l as Escrituras . Algun ºs dom ingºs, el terrible don Pedro tenía unarranque de generºsidad , digno de su alma v árouil . Aquella rigidez se dºblaba ; aquella dureza se fundía ; aquel bronce se hacía carne .

Llamaba á Felipe, y echandº mano al bºlsillº,le daba un par de cuartos , diciéndºle“Toma, hºmbre:vete pºr ahí de paseº y cºm

p ra alguna gºlºsina…

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B . PERE Z GALDÓS

Frente á la casa de dºn Pedrº , por el callejón de San Marcos , se veía, en muestra negracon letras blancas, el título de un periódicº .

En el pisº bajo es taba la redacción , y en el sótanº la imprenta y máquinas del mismo . Fe

l ipe , siempre que salía , se paraba delante delas ventanas mirandº pºr los cristales á los señores que escribían el diariº , reunidºs alrededºr de una mesa con tapete verde , en la cualhabía papeles cºrtadºs , manojos de cuartillas ,grandes tijeras y ºbleas rojas . Lºs tales eran ,según Felipe

,lºs hombres más sabiºs de la

tierra,pºrque inventaban tºdas aquellas cosas

s alad ís imas que salían en el papel al día s iguiente . Les miraba él desde fuera con supersticiºso respeto , y se admiraba de que , siendotºdºs tan s abiºs ,—no tuvieran mejºr pelaje . Dis

pu taban ,reían ,y mientras el unº escribía, ºtro

daba grandes tijeretazos sin piedad en d istintos papeles más largos que sábanas . De todosaquellºs simpáticºs señºres , el que más atraíala atención de Felipe era un º que si€mpre sesentaba frente á la ventana, y pºr eso se le veíamejor desde la calle . No era joven ; tenía la cararedonda

,la nariz muy chica y picuda

,la ex

presión avinagrada, el mirar sºberanº, y grande

,espaciosa y reluciente calva, pºr la cual se

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E L DOCTOR CENTENO

pasaba suavemente la manº para acariciar susideas . Vaya, que si toda aquella cabeza estaballena de talentº, aquél debía ser el hºmbre delsiglº . ¡Con qué gravedad tomaba , ºra las tijeras

, ora la pluma, y cºn qué aire se acomodabaá cada mºmentº lºs anteojos sºbre la nariz !…Observando estas cosas , Felipe se detenía en lacalle m ás de lº regular ; los recadºs tardabaneternidades , y luegº doña Claudia ó Marcelinaponían el grito en el cielº y llovían bºfetadas .

Mayores fuerºn aún las distracciones de Centeno cuando se hizº amigº de otro chicº de lamisma edad , pºcº más ó menºs , que era hijodel mozº de la redacción y servía en ésta y en laimprenta para hacer recadºs y llevar pruebas .

No salía nunca el Dºctºr á un mandadº sin asomar las narices á la puerta de la redacción paraver si estaba su amigo . Este también le buscaba, y cºmº se encºn traran , ambos se pasaban las hºras jugandº , ºlvidadºs de su deber .

Desde que se vierºn s impatizarºn , y desde quese hablarºn su afectº apareció tan vivº cºmº sifuera antiguº . El primer cambio de palabrasfué para enterarse de lºs nºmbres .

“¿Cómº te llam as tú?

¿Yº? Felipe Centenº . ¿Y tú?Yo me llamo Juanitº del Sºcºrrº . ,

En figura y en genio n o tenían semejanza,pues Sºcºrrº representaba menos edad de laverdadera ; era delgadº , flexible y escurridizº

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98 B . PEREZ GALDÓS

comº una lagartija . Parecía tener alas en lºspies , pºrque nº andaba sinº á sal tos , y hablaba haciendo mil contorsiones y m onerías .

'

E ra

más embustero que el inven tºr de las mentiras, que , según parece, fué la serpiente d elParaísº , y además van idºsº y llenº de las másgraciosas y ridículas presunciºnes . Se comíala mitad de las palabras

,y dándºse aires de

prºtectºr , llamaba á su amigº hijitº, cºn unretintín que habría hecho reir á la rueda deuna nºria . Pºr Socorro supº Felipe que el señor de la calva y de los espejuelos sobre la nariz chica, era el que escribía los ar tículos y sueltos de Hacienda .

“¡De Hacien d al—exclamó Centenº , abrien

do la boca todº lo que se puede abrir .

—Hijí… tú n o sabes:es un señor que siempre está muy enfadado, y cuandº escribe, diceque la ¡bum ! la Hacienda, ¡bum ! elP orsnpn estº , ¡bum !… y echa unas carretadasde númerºs que te quedasFelipe le oía con la bºca abierta, lleno de

admiración .

“¡Vaya un ¡Cór… !—Pues mira , cuando n º está en la

casa,los ºtros relatores se ríen de él , y dicen

que es m ás tºntº que el cepillº de las ánimas .

Vºy á comprarle Que se espere…En estas cºnversaciºnes pasaban el tiempº

,

y se acºmpañaban el unº al ºtrº en sus reca

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100 B . PEREZ GALDÓS

—Pues algo va á pasar—manifestó Felipe ,dándose importancia,—porque ayer don Pedro ,en la mesa , dijº que estº se pºne feº… ¿ºyes?y habló del Gºbiernº , de la trºpa, del P orsn

El también lee pºr las mañanas unpapel , y el otrº día contaba pues , n o m e

acuerdº . Tú que sabes estas cºsucas , dí, ¿quéquiere decir las turbas ?—¿Las turbas?… pues las

esº es tá claro . Las turbas sºmºs nºsºtrºs . ,

Alguna vez les sºrprendía dºn Pedro,al s á

lir de noche, en estas cºnferencias , sentadºsen la puerta de la redacción ó en otra más allá

,

fumando entre los dos a turnº un ro to cigarri110 . El maestrº no se contentaba con repren

der y castigar á Felipe, sinº que á lºs dos lessacudía algunºs pescozones , diciéndºles:“Tunantes , id á vuestra obligación…Dºn Pedrº salía todas 6 las más de las n o

ches . Aquel hombre , consagrad º a rudº traba

jo, necesitaba esparcimientº y ejercicio . Enlºs primerºs años de su vida escolástica, solíatertuliar cºn su madre y hermana después dela cena, has ta la hora de acostarse . Perº llegarºn días de mayºr cansanciº ; las digestionesn o eran tan fáciles , y sºbre este malestar vin ierou unas melancolías tan negras que n o erapºsible hacer salir de la boca del capellán unasola palabra . Se paseaba por el cºmedºr miran dº al suelo ; luegº se metía en su cuartº y

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EL DOCTOR CENTE NO

s e estaba allí larguísimº rato solo y á obsonDe repente sen tías ele revºlviendº en la

habitación,y al fin aparecía de paisanº , en

v uelto en su capa .

“Sí—le decía en un bºstezº doña Claudiabueno es que hagasMarcelina le miraba sin decir nada ; pero sus

m iradas traducían tímidamente esta ºbserva

c ión:“Ya le entró á mi hermanº la calentura .

Dºn Ped ro decía:“voy á dar una vuelta…ys e iba . Regresaba á las ºnce , cuando ya su

madre dºrmía . Su hermana le esperaba siempre , y le alumbraba hasta llegar á la alcoba .

Don Pedrº sólo decía alguna frase referente altiempº .

Vinº después larga temporada en que parecía luchar consigo mismº para evitar la salida .

Después de comer se entregaba a la lectura .

Compró muchºs libros,y otros se los prestaba

e l fotógrafo , que tenía gran cºpia de ellºs . El

leer m ás grato á su espíri tu varºnil era el d ecºsas heróicas y fuera de lo cºmún , his tºriasd e bravas cºnquistas ó descubrimientos . Tam

bién se entretenía coñ nºvelas , prefiriendo lasde muchº enredo , llenas de pasos y lances estupen dºs . Lºs viajes arriesgados pºr islas yt ierras de bárbarºs le deleitaban

,y tºdº aque

110 en que hubiera lucha cºn ferºces bestias ócon los elementºs ; dificultades , trabajos y el

s iempre sublime sacrificiº del hºmbre pºr la

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B . PERE Z GALDÓS

cruz y la civilización . Su temperamen to se empapaba en esto y se condimentaba, direm olas í, cºmo ciertºs manjares se guisan en su

propio jugo .

Jamás se le vió leer librº místicº ; y cuandotenía que preparar un sermón, cogía la Cad enad e O ro d e P red icadores , el Aliviº d e P á rrocos ,ó bien el socºrridº Trºn cºsº, únicºs librºs rel igiosºs que guardaba, y en tresacan do de aquíy de allí

,esto qu ierº, estº n º quierº , una de

cal y otra de arena, cºmponía sus enfáticasoraciones ; y aprendidas de memoria, las soltaba cºmº un serafi co papagayo, del mismº modºque sus ven turosos discípulos decían las defin icion es . ¡Y qué picº de ºro !

La mesa de don Pedrº había ido ganandº,…

día pºr día, en variedad y riqueza . Mºdes tís i

m a en lºs cºmienzos d e la vid a capel lan esca,era últimamente casi suntuºsa . Sobre lºs regalos que le hacían las monjas ,

x

ten ía lºs de susdiscípulos , que n o eran cualqu ier cºsa . E l 29r

de Junio se renovaba allí el espectáculo eructante de las Bºdas de Camacho . En tal d ía yen otros marcadºs

,convidaban lºs P ºlºs apa

rientes o amigos , n o faltando nunca dºn Floren cio ni el fºtógrafº . Dºña Saturna iba pun»

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104 B . PERE Z em ºs

displicente . Notaban los alumnos en él refinam ien tos de rigor y exigencias inquisitoriale sal tºmar la lección . No perdonaba ni una mºta .

Aun con la familia estaba el buen señor muyen ojadº:econ om izabacon avaricia las palabras ;pºnía defectos á la comida diaria ; quejábase deinexactitudes en lºs serviciºs de su hermana ;á cualquier descuidº, cºmo un bºtón por pegaró un cuello mal planchado , daba impºrtanciaextrema . Se paseaba sil encioso de un ángulo áºtrº de su cuarto , y Felipe se asustaba ºyén

dºle dar unos suspiros tan grandes , que erancºmº si por el resuello quisiera descargarse deun pesadísimº tºrmentº interiºr . Unicamentes alía de sus labiºs la frase ru tinaria “vºy á daruna vuelta ,, en el momentº de ponerse la capa .

Tal es tado de m isan trºpia se iba d esvan ecien dº, y el persºnaje, cual pieza forjada quese enfría y recobra su temple y dureza, vºlvíalentamente a su carácter nºrmal:pacíficº ytiernº cºn la familia, afable y cariñoso cºn todos menos cºn los alumnos .

y Cuandº don Pedro se iba á dar la famosavuelta, dºña Claudia, que ce

'

naba sºla y mástarde que su hijº, se cºm ía,el salpicón ó la ensalada con el cortadillo de vm º, y lu3gº se daba á la endiabla,da tare a de com lún ar sus números y recorrer las listas pasadas para hacerun cálculo de probabilidades que nº entenderían lºs matemáticos de más tinº . El sueñº la

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E L DOCTOR CENTE NO

cºgía de súbito en estºs afanes, y se dormía sobre sus laureles aritméticos . Después de darmil cabezadas íbase á la cama

,arrastrándose,

y poco después sus ronquidos daban fe de latranquilid ad de su conciencia .

Marcelina y Felipe se quedaban en vela es

peran do á don Pedrº, junto á la lámpara delcºmedºr, ella ocupada en cºstura ó laborcillade crºchet, él estudiandº las lecciones del días iguiente . Muy á menudº el Dºctor inclinabala cabeza sºbre la Gramática y se quedaba dormido , cºmo esos Niñºs Jesús á quienes pintan durmiendo sobre el libro de los Evangelios . La fea de las feas tenía—la bondad de respetar á veces aquel descanso

,y nº lº in terrum

pía en media hora . Cuando el chicº es taba despiertº, la señºra le sermoneaba, echándºle encara su pºco amºr al estudiº

,sus d escuidos en

el serviciº, y principalmente su pícara aficióná vagabundear pºr las calles y adetenerse las .

hºras muertas en lºs recadºs . Bien conºcía ”vCentenº la justicia de estas ºbservaciºnes ; peroen cuantº á su gustº de callejear, se sentía cobarde para reprim irlº, porque la amistad deJuanito del Socºrrº

,que le contaba cosas tan

interesantes de política y revºluciºnes , era elúnico bálsam6'de su vida miserable v

Tris te era para él la casa ; triste su habita- Vción ; tristísim a la escuela , el pasante y lºs l ibros ; más tristes aún dºña Claudia, la cocine

"V

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106 13. PERE Z GALDÓS

ra y la cºcina . La calle y Jnanito eran tºdº lºcontrario de aquel marco sombrío y de aquellas figuras regañonas y lúgubres ; lº cºntrariºde lºs cºscorrºn es , de las bºfetadas , de lºs gritºs , del estirar de orejas , de la Gramática ( ¡ elimpío y bárbaro de la bestial Maritornes , de aquel rudo trabajo sin recompensamoral ni estímulº . Sin un pºquito de calle cada día ; luz de su ºbscuridad, lenitivo de supena y descanso de su entumecido físico y m o

la vida le habría sido im posible .

Lee , hombre , lee— le decía por las nºchesMarcelina, s in quitar los ºjºs de su obra , cuandº á Felipe sorprend ía jugando cºn sus prºpiºsdedºs 6 atendiendo a lºs ruidºs de la calle .

Eres malo de veras . No aprenderás nunca palo tada . Mi hermanº dice que él ha conºcidºmuchos brutos, perº ningunº cºmº ¿No

te da verguenza, hombre , de ver aºtros niños

tanReconociendº el Dºctor que la señºra habla

ba comº la misma sabiduría,n º le hacía gº

r,an

caso,y con el alma, más que cºn los ojºs? mi

raba á la calle , oyendº lqs silbidºs cºn Que lellamara el del Socorro . ¡ Inmenso dolor i…poder acudir á tan dulce reclamo ! SinW a tenía que pºn tarle aquella noche—cosas&íuy buenas:pºr ejemplº , que lºs regimientºs se ibaná echar á la calle, que la cosa estaba en un tris,y los curas con el alma en un No habí a

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B . PERE Z em ós

cía siempre:mira qu e te cºja. Amenizaba es tass onatas el lejanº roncar de doña Claudia, queá ratos era silbidº tenue

,á ratºs favordón que

“decía cºn toda claridad:SursumCuando las puertas callaban , cual si se dur

m ieran ,Felipe buscaba impresiºnes del m1smo

ºrden en las vidrieras . Eran éstas, como lasventanas, gran dí s im as , d esv en cijadas . Se componían de vidriºs pequeñºs , verdosos , que retasaban la luz y eran cºmo aduanerºs de ella ,pues n º la permitían pasar sin cogerse una parte . La madera estaba pintada de azul, al temple, según el usº antiguº ; el plºmº era negro ,y de purº viejº apenas sujetaba los vidrios .

Estos, siempre que los pesadºs bastidºres seabrían, bailaban en sus endebles junturas, cualsi quisieran saltar y echarse fuera . Cuando pásaba un cºche pºr la mal empedrada calle, eratantº el temblºr y tanta la chillería de lºs vid rios , que las persºnas tenían que dar fuertesgri tºs para hacerse oir .

Tal era la ocupación del Doctºr:atender alpasº de lºs cºches . Desd e que sentía su rºdarlejano , pºnía alerta el ºído para observar cómºlentamente empezaba el retintín de los vidrios ;cómo iba en rápidº crescen d º, hasta ser alga

Y rabía estruendosa . An tºjábasele cºmparar lacas a cºn un cuerpo humanº al que se hacíancosquillas, y con las cºsquillas se disparaba en

V oon vul sivas ris otadas .

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E L DOCTOR CENTENO 109

De tºdo esto era preciso tºmar nota, y con supedacitº de lápiz iba marcandº disimuladamente cºn rayas , en el margen del librº , lºscºches que pasaban . Perº algunas veces eravencedºr de la atención el fastidiº . Felipe hácía almºhada de la Gramática y se ¿>q aba dulcem en te cºmº un ángel . Viéraisle despertarpavºridº á la entrada de dºn Pedro , que , pºrtener llavín

,n o llamaba nunca . A veces , una

manº vigorºsa le extraía , suspendido de la oreja, de aquel seno placenterº de su sueñº, y oíauna vºz de trºmpeta del Juiciº Final , d iciendo t

“A acºstarse…Andaba dormidº , tropezando, los sentidos

abotag ados, sin enterarse de lº que charlabanel amo y su hermana antes de recogerse . Atientas subía por fin a sus elevados apºsentºs ,y… A media nºche tºdo dºrmía en la casapersºnas , goznes y vidrios . Sólº dºn Pedrº ,algunas veces, tenía el sueñº tan difícil , queel alba y aun el clarº día le en cºn traban

como un lince ; y gracias que pudiera aletargarse y dar breve descanso á sus pºtencias cerebrales á hºra in ºportun a, cuandº ya el esquilón monjil le avisaba que era llegada la dela misa.

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B . PERE Z CALD65

En la Calle de la Libertad, más allá de laesquina de la casa donde la redacción estaba,había un solar vacíº

,separado de la calle pºr

una cerca de desiguales y viejas tablas . Dentro sólo se veían montones de escºmbrºs, media docena de escobas y ºtras tantas carretillasque d ejaban allí lºs encargados de la limpiezaurbana . Tenía la tal valla una puerta que estaba cerrada casi siempre ; perº Jnanito d elSocorrº y otrºs chicºs de la vecindad

,asisten

tes á la escuela de don Pedro, habían halladºmedio de colarse dentrº , arrancandº una tabla y apartandº ºtra ; y pºses ion adºs del terren º ,

*

lo dedicarºn aplaza para hacer en él suscorridas .

Habiendº sido adm i tido un día Felipe á es tadiversión infantil , halló tanto gustº en ella ,que se hubiera es tadº todº el santo día en laplaza

,sin acordarse para nada d e sus d eberes

es colares y domésticos , ni de don Ped rº , ni delv san tº de su nombre . Mientras más el juegº serepetía , más afición le cobraba , y lºs domingºs por la tarde , si sus amos le permitían salir

, en tregábase con frenesí á las alegrías d el%reº . Saltar, correr, montarse sobre º tro ; seral tern ati vamente picadºr

,caballo , banderille

ro, mula, torº y dies tro , era la delicia de las

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1412 B . PERE Z GALDÓS

Cada cual cºn tribuía cºn sus recursos y consu inventiva á dar tºdº el esplendºr y propiedad lposibles á la hermosa fiesta . Nº había detalle que no tuvieran presente, ni opºrtun idad

'

¡que n º aprºvecharan aquellas imaginaciºn

nes llenas de viveza y lºzan ía . Blas Torres,

hijo de un prendero, se prºporciºnó una capade seda cºn galºn cillos de plata . Algunºs llevahan capa de percal , y otros se equipaban cºnun pedazº de cualquier tela . Perico Sáez

,hijo

del carnicero , presentó á la cuadrilla una adqu isición admirable y de grandísimo precioun rabº de buey, que Felipe se ataba en semejante parte para imitar la trasera d el ferºz an iomal . Con aquellº y la banasta en la cabeza, ylos 'bramidos que daba, parecía acabad ito devenir de la ganadería . Fuenmayor llevaba lasbanderillas de papel , y Gázquez, hijo del estan querº, llevaba una cºsa muy necesaria enjuegº tan peligrºso , á saber:tiras de papel engºm adº de los sellºs para aplicarlo á las heridas , rºzaduras y cºntusiones . El chico de laprestamista se había proporcionadº una cºrn eta para hacer las señales, y algunºs cascabelespara las mulas ; y Alºnso Pasarón , el de latienda de ul tramarinos

,que era artis ta

,pintºr

y ten ía su caja d e colºres para hacer láminas ,llevaba los carteles cºn una suerte pintada enverde y rojo , grandes letras y garabatºs en quenº faltaba palabra , ni fecha , ni detalle de lºs

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E L DOCTOR CENTENO 113

que en tales rótulºs se usan . Pero de cuantoaquellos benditos inventarºn para imitar alvivº las corridas , nada tan ingenioso comº lºque se le ocurrió aNicºmedes , hijo del dueñºde una tienda de sedas de la calle de Hortaleza . Este condenado reunió en su casa muchasvaras de cinta encarnada:cºn ellas hacía unrevuelto líº ; se lo metía en la camisa juntº ála barriga, y cuandº en lº mejor de la lidiadesempeñaba cºn admirable verdad

,vendado

un ojº, el papel de caballo , y venía el tºrº yle daba el tremendº tºpetazº en el cuerpº , empezaba á sol tar cinta y más cinta y á cojear ydar relinchos y á hacer piruetas de dºlºr, cºntal arte, que parecía que se le salían las tripasy que se las pisaba

,como suele suceder á los

caballºs de verdad en la sangrienta arena dela plaza . Para que nada les fal tara , también sehabían adjudicadº unºs á ºtrºs sus alias ensustitución de lºs nºmbres verdaderºs . Á Nicomedes se le llamaba Lengúz

'

ta, sin duda pºrlº mucho que hablaba . Blas Tºrres, ilustrehijº de una prendera, tenía pºr mºte Trapr

'

llºs .

Felipe respondía por el I scuelerº, y Juanitodel Sºcºrrº tenía un apºdº á la vez pºpular yrespetuºsº , nombre peregrinº , que declarabaen ciertº modº su ºrigen literariº . Se le llamaba RedatorEn lº mejor de la pelea se presentaba un

individuº de pºlicía 6 el guarda del solar, ya

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B . PERE Z GALDÓS

les echaba á la calle… Pºrque, verdaderamen

te, ¿qué cºsa más contraria á la dignidad deuna población que esta batahºla de chicos enun sºlar cerradº , en día festivº , y cuandº lºsmayºres se entregan cºn delirio á las ard ien

tes emociones del tºreº verdadero? Los guind illas ó polizontes municipales demºs trabanun celº digno de todº encomio en la correcciónde estºs abusºs infantiles , y el guarda, en ºjad ís imº pºrque profanaban la virginidad de susºlar, la emprendía á escobazos cºn los lidiadores y… Diºs nºs libre de que alguno se le

Pºr la calle adelante salía corrien

do la partida, perseguida activamente por lafuerza pública

,y al fin se disolvía, sin más

cºn secuencias y sin ninguna desgracia persºnal .Pºr lº mismº que Felipe nº pºdía disfrutar

de este juegº sino en breves y angustiosos m omentos , rºbadºs á cualquier obligación,

susgoces eran gran d ísimºs , inefables , y n o lºstrocaria pºr la glºria eterna . Lºs sofion es quese llevó por su tardanza en un recado ó pºr susescapatorias cuando el deber le llamaba á la“¡casa, n o son para cºntados . Perº llegó á famil iarizarse de tal modº con el sermoneo y lºsgºlpes

,que ya n o le hacían efectº . Estaba al

fin comº curtidº, y su cuerpo se le figurabaforradº de duras cºnchas cºmo las del galapagº . Moralmente, su atrofia cºrría parejas cºn

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116 B . PEREZ GALDÓS

lºs u nos en pie, los otros arrumbadºs , casi todºs muy barbudos y con luengos trajes blancºs 6 negrºs . Por allí salia un brazo cºn dorada custºdia ; por aquí la cabeza m elen uda deun león ; pºr allá judíºs ferºces con los brazosen altº y las manos armadas de disciplinas ;caras lívidas y afligidas , y lienzºs negrºs cºncalaveras pintadas y canillas en cruz . Las primeras noches pasó Felipe mºmentºs de agºnía,y lºs escalºfríºs y congojas nº le dejaban dormir . El terror le apretaba lºs párpadºs , y lacuriºsidad se lºs abría… Abría un pºquitº , yluegº al pun tº cerraba prºntamente para n º

ver más . Pºco á poco se fué acostumbrandº áver sin miedº las figuras que poblaban su viv ien da, y de tal mºdo se cºn n atural izó con

ellas , que llegarºn á parecerle individuos de lafamilia, algº cºmº parientes mudos ó calladºsamigºs . Nº ºbstante , le desagradaba despertará media noche en tiempo de luna

,porque

, 6 él

era tonto y veía visiones , ó la Fe sol taba el cáliz y se quitaba la venda de los ojºs para mirarle á él , á Felipe , que nº osaba moverse niel espaciº de un dedo .

También le pusº al principiº en gran zozobra un ruidº que sentía tras las paredes

,así

comº rºce y vibración de una sºga, rumºr segu ido de lejanºs teñidºs de campana . No tardóen cºmprender que un tabique le separaba dela parte al ta del conven tº, y que pºr alli pen

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EL DOCTOR CENTENO 117

día la cuerda cºn que las señoras mºnjas tocaban á maitines á desusadas horas de la n o

che . Sentía también Felipe ruido de pasos .

Eran las esposas de Jesucristo que bajaban al

cºrº . Una de ellas debía de ser coja, porqueclaramente se sen tía el acompasado toqueteod e d os mul etas .

Tempranito despertaba nuestro Dºctºr . Ge

n eralmen te nº era precisº llamarle ; pero á veces , si su cansancio le emperezaba un poco ,subía la criada

,y tirándole del cabello le ponía

más despabilado que una ardilla . Se levan tabami hºmbre renegando de las criadas madrugad ºras , y antes de bajar se daba un paseo porentre sus inmóviles compañerºs de dºmicil io,observandº las variaciºnes que el tiempº y elºlvido ponían en la catadura de cada cual . Auna santa le habían cºmido los ratones mediacabeza . Las telarañas que abrigaban como toquilla el vendado rostro de la Fe , crecían atrozmente, y ros tros que fueron

'

lampiños echabanbarbas de pºlvo ; rodaban por el suelº tornead ºs brazºs, alas de ángeles, manos de judíºsque , aun desprendidas , n o habían sºltadº el

látigº . Había rostrºs apolillados que de tristeshabían se vueltº cómicos y alegres .

Pero lº más interesante para el gran Felipee ra un San Lucas, tamañº cºmo dºs hºmbresbien cºnservadºs, y que estaba, nº en teram en

te á plºmº , sino algº arrumbadº sºbre San

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118 B . PERE Z GALDÓS

M arcºs , el cual , oprimidº del peso de su compañerº, tenía muy ajadas las rºpas . A los piesdel primerº habia un magnificº torº , del cualn º se veían más que lºs cuartºs delanterºs yla cabeza, tan

'grande y hermºsa comº la delºs que salen en la plaza . El escul tºr que lohizo había sabido imitar á la Naturaleza cºntan exquisitº arte , que al animal n º le faltaba más que mugir . Tenía lºs cuernos relucien tes, corvos y agud is imos ; lºs ojºs negrosy vivos ; la piel en fin , daba gozo elverle .

De cuantº en el desván había, esta cabezataurina era lº que principalmente merecía laadmiración , mejor dichº , los am ºres de Felipe .

La quería cºn toda su alm a . Tºdºs los días lequitaba el pºlvº

,y pºr fin la l im pió cºn agua,

dejándºla tan reluciente , que era una maravilla de aseº . Un d ía

,mientras la limpiaba, nºtó

en el cuellº del animal una grande y profundahendidura . Si:la cabeza es taba casi separadadel tronco , y bastaba tirar un pºcº para desprenderla cºmpletamente . ¿Se Si

Felipe tiró cuidadosamente y cºn cierto respeto , y el apolillado cartón se rasgó cºmo unpapel .La cabeza era hueca, cual muchas de carne

y hueso puestas sobre humanos hombros . Enla mente d e Felipe nació una idea… ¡qué idea !Prontº fue luz y norte de su alma… ¡Qué so

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120 B . PEREZ GALDÓS

calle en busca de Jnanito del Sºcºrrº (RedaJ tºr), sinº que en dºs trancazos se encaramabaen el desván, y poniéndºse la cabeza, arreme

tía al mismº San Lucas , á la Fe , a los rotºstelones , y en tºdº ellº , con las repetidas cornadas , abrió mil agujerºs y desgarraduras . POT

el bºquete que el san tº Evangelista tenía ensu vientre, se le verían las entrañas si algunashubiera .

Cuandº se pan sabaq

de este ejercicio , se divertía de ºtrº modo . Tenía el desván un ventan illo alto que daba á lºs tejados y buhard illºn es…d e la vecindad . Cºn ayuda de un banco ,Felipe subía hasta alcanzar cºn su cabeza elhuecº , se ponía la del tºrº y se asomaba paraofrecer inusitadº espectáculº á lºs chicos y álas mujeres de la buharda frºntera . El se reíalº increíble, viendo pºr los agujerºs, que eranlºs ºjºs del animal, el estupºr y miedº de lºsespectadºres ; y para dar más carácter á la brº:

ma, lanzaba desde el interiºr de su máscaraun prºlºngadº y terrºríficº mn ú 1m itan do

el bramar de la fiera . Los chicºs de la vecindad que tal veían se alborotaban ; las vecinasse asomaban también , y tºdº era curiºsidad ,cuchicheos , asºmbro y dudas De prºnto desaparecía el Expectación . Presen tábase

de nuevo , llenandº el marco del ven tanuchº ;y como nº se viera ras trº de persºna, ni se ten ía nºticia de que allí habitase nadie, crecía la

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EL DOCTOR CENTENO 121

s ºrpresa de aquella gente y la felicidad delI scuelerº .

Si se atreviera, ¡ ay ! ¿perº cómº atreverse?Dºn Pedrº le mataría .

En éstas y ºtras cosas pasaba el veranº, epoca dichºsa para algunºs de los alumnºs del cápellán ; mas no para Felige y lasí d emás v icti

m as, pºrque dºn José Idº siguió funcionandºd urante la canícula y don Pedrº admin istran .

d o coscºrrone5. A tantas diversidades de tormentºs uníasé la aiú::ia, porque el infiernº deP olº tenía exposiciónm erfdfónal , y si por un av eh tan a

'

s alían lam entos , pºr o tra entraban llam aradas . Se pºd ía decir que en aquel caldeadoaltar de la instrucción se ofrecían á la bárbarad iosa en ten d im ien tos Perº estº sequeda aquí, pues lo que nos importa ahora eshablar de la sºlemn ísima fiesta religiºsa quecelebrarºn las monjas, n o se sabe bien si el 15de Agºstº 6 el 8de Sep tiembre, por haber cierta ºbscuridad en lºs dºcumentºs que de estºtratan . Mas cºmo la fecha n o es cºsa esencial ,y ambas festividades de la Virgen son igualmente grandes, queda libre este punto paraque cada cual lº interpre te ó aplique á su

gus tº .

Consta, sin género alguno de duda, que ofi

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122 B . púns z am ós

ció el obispo de Caupolicán,prelado de excelsa

virtud y humildad, y que dijo el panegíriconuestro buen don Pedro Polo, el cual supo salir muy airoso de su empeño

,que consideraba

el más arriesgado de su vida por ser alto y sutil el asunto , la función muy aparatosa, el aud itorio escogid ísim o . Su varonil presencia enla cáted ra, así como su hermosa voz, le aseguraban las tres cuartas partes del éxi to . Gustómucho el señn ón , y d e uno á otro confín de laiglesia, cuando don Pedro bajaba del púlpito ,se oían esos murmullos de aprobación queequivalen a los aplausos que en otros sitiosmanifiestan el contento dei público . DoñaClaudia y Marcel ina habían mojado entre lasdos , de tan to llorar, una docena de pañuelos .

No fal taba ninguno de los amigos de la casaMorales y su esposa

,don José Ido, el fotógra

fo y el empleado de Hacienda con sus señorasrespectivas , y Sánchez Emperador con sus dosguapas niñas

,Amparo y Refugio .

Felipe y Juani to del Socorro se habían subido al coro

_para ver mejor y estar al lado de la

música y oírla de cerca . Pegados al que tocabael contrabajo , estorbaban sus gallardos

'

movimientos en tal manera, que el buen músico ,un anciano de mucha paciencia y cortesía, lesd ijo alguna vez, apartándolos:

“Si me hicieranus tedes el Felipe estaba lelo , m irando cómo vibraban las cuerdas de aquel formi

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B . pánmz GALDÓB

XS ocorro los términos que oía, habló á Feliped el pueblo soberano, de la revolución próxima,de los curas , de la tropa y de ahorcar muchay diversa gente . Esto , dicho en las al turas delcampanario y bajo los ardientes rayos del sol ,le puso ami Felipe la (

¡albeza toda exaltada y

como en ebullición, llena de ideas sediciosas ydisolventes . Cuando bajaban a sal tos por laangosta escalera

,le dijo Socorro:

“Aquel obispote que es tá en el altar mayor,es el capitán general de los ¡Vaya unpeje !… ¡Cuando seConcluida la función

,hubo refresco en casa

de don Pedro . Las monjas enviaron dulces ybartolillos , y el pred icador laureado sacó deun misterioso armario d€ su cuarto botellas devino añejo que le había regalado el padre deuno de sus alumnos . Brindó el fo tógrafo por elp rimero d e n uestros oradores sagrad os , cuyoelogio recibió don Pedro con carcajadas de mod es tia . El oficial de Hacienda

, frotán dose las

manos, n o cesaba de decir:“Bien , señor dePolo , muy bien . , Doña Claudia se reía comos i no tuviera bien sentado el juicio , y el maj es tuosísimo don Florencio Mora… les y Temprado daba fuertes palmadas en el hombro delhéroe del día , promulgando es tas observaciones que merecen ser entregadas a la pos ter idad:“Vas a dejar atrás al célebre Troncoso y á

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EL DO OTOB CE NTENO

ese.que llaman Estuviste muy

propio . Así da gusto Oir predicar . Esto es religión

,porque francamente y entre paréntesis ,

querido,cuando suben á. la cátedra del Espi

ritu Santo , 6 pongamos el caso , a la tribuna deun ” Congreso , algunos que…,

Amparo y Refugio miraban á Polo con cierta veneración . Refugio, que era un x¡tan to desenvuelta

,sin menoscabo de su inocencia y

purísimas costumbres, dijo asi con risa y donaire“Don Pedro , estaba usted muy guapo en el

púlpito . ”

Amparo , que era muy callada, tendiendosiempre ala melancolía , n o decia nada .

O bsequiaba Polo a,sus amigos con exquisitaurbanidad . Vestía, n o sin elegancia , su n egrasotan a limpia, y más que rancio y descuidadocura español , parecía un o de esos italianos dela Nunciatura , hechos al roce del mundo y altrato de gentes cortesanas . Cuando se suscitóaquella cuestión de si estaba más ó menos guapc en el púlpito , echóse a reir y dijo con mucha sorna:“Pero, Refugio , si tú n o me has visto… YO te

v i, y me parece que te dormias .

¡Don Pedro !—¿NO es verdad , Amparo?Esta lo dirá . ¿E s

cierto 6 n o que Refugio estaba dando cabezadas?

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126 B . PERE Z GALDÓS

—¡Quien las daba era ella !—exclamó Reiu

g io señalando á su hermana .

¡Si n o quitaba los ojos de don Ped ro . . Que lo diga él .

—Bien, bieñ . ¿Esas tenemos? ¡Don Pedro !…¡Amparo l

— exclamó el fotógrafo, riendo y envolviéndose una mano en otra

,pues era hom

bre que no abia decir sus bromas sin amasarselas m an oe€on tanta fuerza .cual si de las dosquisiera hacer una sola .

—¿Y cuándo predicamos en Palacio?— prc

gun tó en tono de excelsitud el señor de Morales

,ávido de cortar, con una proposición seria,

aquel tema tanDon Ped ro dió media vuelta para contestar

a Sánchez Emperador, que le d aba su parecersobre el vino que bebían . Este señor y el em

pleado de Hacienda n o gas taban cumplid ospara aceptar copa tras copa, y se reían de Morales

,considerandole el estómago lleno de ra

nas,sapos , anguilas y o tras diversas alimañas

acuáticas . Pero él , sin darse por vencido, antesbien orgulloso de su pasión por las aguas

,gri

taba cogiendo el vaso lleno hasta los bordesdel l icor del Lozoya“Estas son mis bodegas . Vaya una cosa ri

a No me harto nunca . ,

Felipe bajaba a cada instante al torno delas monjas , para traer cestas llenas y llevarlasvacías .

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128 B . PERE Z GALDÓS

quería ni retirarse por miedo á llamar la a tención . Estaba el pobre sin saber qué hacer

,in

móvil y pes tañeando, parado y atónito , cual sile estuvieran dando una mala noticia . Don Pedro, con aquella generosidad rumbosa que eral a flor tardía, pero lozan a, de un honrado carácter, llegóse al pasante , le trajo por el brazo alcírculo de amigos y con cariñoso modo le dijo“No tenga usted miedo , Ido. Tomará usted

unaIdo refunfuñó no se sabe qué excusas ; pero

negarse a recibir la copa y tomarla, todo fuéun o .

“Un bolli to , don José .

—Gracias… si acabo dePara aquel bendito

,haber comido en Julio

era acabar de comer . En un solo instante rechazaba el bollo y se lo engullía . El fotógrafo ,que quieras que n o, le hizo tomar otra copa ; ydespués de beber, don José sacó un pañuelopara limpiarse la boca y enjugarse las lag rimas , pues aquel hombre, más que hombre, era

“una sensitiva . Cualquier incidente común leproducía emoción v iv ísima, y cualquier emoción abría la exclusa de sus lágrimas . Balbu

cien do gratitudes y dando un cordial apretónde manos a don Pedro , se marchó veloz, bajan

”do la escalera como si le fueran a prender .

“Este señor—dijo el fotógrafo ,—es más blando que la manteca . ,

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E L DOCTOR CE NTENO 129

Entre tanto , se oía ruido¡ de almireces que

alegraría el corazón menos sensible a los halagos de un buen comer . La cocina repicaba á

convite con m ás ruido que la iglesia repicandoaprocesión . Allí estaba doña Saturna

,afanada

con tanto tráfago . La cocinera y Marcelina laayudaban . Grandes palmadas y bravos reson aron en la sala, cuando Refugito, la del dientemenos , se presentó, poniéndose un delan tal ydiciendo:Voy a ayudar también .

—¡Bien , bravo ! ¡Viva la cocinera de la sal !—¿Qué n os va usted a hacer?La salsa picona .

Haga usted la olla gorda .

¿Y usted, Amparito?— preguntó con urbanidad el empleado de Hacienda .

Esta n o puede ir a la cocina—duo donPedro .

—Le dan vahídos . ¡ u;

—Y se pone las manos perdidas ,— añadiódoña Claudia, haciendo observar y admirar atodos los presentes las hermosas , blancas yñn ísimas manos de la joven .

—Que n os las sirvan estofadas,— indicó elfotógrafo , riendo él su propia gracia antes deque la rieran los demás . ,

Don Pedro , que n o olvidaba nada y sabía ,en ocasiones como aquélla, hacer caer sobretodos, grandes y pequeños, el rocío de su liberalidad , llamó aFelipe , que entraba y salía in ¿

quietísimo arrojando sobre las bandejas más9

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130 B . PERE Z GALDÓ8

miradas que echó Scipión sobre Cartago , y ledió dos bartolillos de los mayores, un o para ély otro para Juanito del Socorro

,que estaba en

el portal .Cuando los dos amigos se sentaron en el

primer peldaño de la escalera a com esse'

los

pas teles, el Doctor, lleno de orgullo por lostriunfos oratorios de su amo y por los plácemes que le daban los amigos , empezó a enumerar las elevadas personas que habia en lacasa .

“Está ese que saca los retratos , ¿oyes? quen o hace más que verte y te pone clavado . Estáese otro señor gordo , del gabán color de barquillo

,que cuando entra da voces y respira

como un fuelle . Doña Claud ia d ice que le hizola boca un fraile , por lo mucho que come . Estátambién aquella señora guapa, ¿oyes? aquellaque parece una reina y que mira como las ima

Si la ves y te dice algo , te caes redondo . Una tarde me pasó la mano por la cara ,¿oyes? y por poco me desmayo de gusto . Unanoche estaba en la sala con don Ped ro:entréyo, y of que don Pedro le decia que habia bajado del cielo… ella, ella… Yo la llamo La E mperad ora:la otra noche soñé que estaba yo enla iglesia, y ella bajando de un altar con un a

estrella en la fren te y muchas flores por aquiy por alli… Sus dedos son azucenas .

n o digas bobadas .

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182 B. PERE Z GALDÓS

“En el lleva dos reales Enriqueta. Señor de Lomo , guárdese usted el apun tito . ¡Quénúmero ! Es el m ío . LO soñ3'hace dos años , y letengo una Ya me lleva ganados más demil reales . El que va a. salir ahora es el de lostres pati tos:el 222. En és te te he pues to lapeseta , Amparo . Toma la papeleta . Mira que sila pierdes , n o pago . Hace cuarenta y tres extracciones que este número n o

“sale . Ahora ,A la cuarenta y cuatro le toca, es de

cir, al doble de dos de sus tres números . Estoes claro como el agua . ,

Don Pedro , el fo tógrafo y Morales con v in ieron en que era preciso dar un buen paseo parahacer ganas de comer, y salieron llevando consigo a Amparo . Los demás se fueron poco m ástarde

,dejand o concer tada la hora en que

' sehabían de reun ir por la ra comer .

Ningun o fal tó a la ci ta festín ; lucióse doña Saturnina ;algo libres el fo tógrafo , des sin número

,llenas de donaire y finura, el insign e

don Pedro ; rieron mucho Amparo y Refug io ;se le fué el santo al cielo al empleado de Hacien da; también aSánchez Emperador, y aunhay cier tos indicios de…qg

€ ídoña s.Claud ia n o

conservó en toda la comida laplen il£ird y cla

ridad de su juicioso en ten d im ien to.? or últim o, don Florencio se puso como un a cuba, yn o de vino, hasta el punto de que, al decir del

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E L DO CTOR CENTENO 133

fotógrafo , podía navegar una fragata dentro desu estómago .

Por la noche , Felipe estuvo indigesto ; donPedro ¡ ay ! muy triste .

Algunos días después de aquél por tantosconceptos memorable, doña Cl audia notabacon asombro y pena que su hijo había perdidoel apetito . Era cosa de llamar al médico ; perodon Pedro, con malísimo talante, se opuso a.tan descabellada idea, diciendo:“Si las ganasd e comer es tán ahora de menos , v áyase porcuando han estado de sobra…Por las noches ,n o obstante su inapetencia, d aba prisa paraque le sirvieran la cena ; despachábala en unsantiamén, picando con el tenedor en és te y elo tro plato , probando m ás bien que comiendo,y parecía que le fal taba tiempo para echarse á

¡la calle .

“Estoy abotagado—decía,—y necesito mucho, muchoMás que pletórico, estaba nuestro capell án

d esmedrado y flatulento , como quien padeced esgana ó insomnios . Y era verdad que dorm ia poco, n o cuidándose él ciertamente de halagar el sueño , sino más bien espan tán dolo

con sus lecturas adeshora, las cuales aveces

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134 B . PERE Z GALDÓS

duraban hasta el amanecer . Habíase impuestocon rigor de anacoreta la prohibición de leerhis torias de guerras y conquistas , novelas ,vi ajes y demás cosas in citativas de su espíritu

activo ; ayunaba de aquel pasto heróico , y paradominarse y flagelarse y someterse, apechugaba valeroso con los alimen tos m ás desabridosde la literatura eclesiástica . Por desgraciasuya , pronto le

'

faltaron las fuerzas para es tacruelíshna pen i tencia . Ni LaRosa mística d esp legad a, ni el Imán d e la gracia, ni el M es de

San José, ni otras Obras insípidas que tenía ensu biblioteca, sin saber bien cómo habían idoá ella , privaron por mucho tiempo en

'su espir i tu . Has tiadis imo, las conñn ó á un hueco desu estante, donde probablemente estarían intactas hasta la consum ación de los siglos .

”v Los grandes místicos se acordaban mal consu viril temperamento , hostigado de inclina ¿

"

J W

ciones humanas . No los comprendía bien . Las

sutilezas admirables de que tales libros estánllenos no le cabían—rá él en su tosco cacume

_

molde de resueltas acciones más bien quealambicados pensamientos ; ni tampoco teníagus to l iterario bastante fino para poder saborear el gallardo y elegante estilo de aquellosbuenos señores . Los poetas sagrados se le sentaban en el estómago (pase esta frase vulgar

usaba con frecuencia), y los versos dele daban n áuseas . No hallando adón

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136 B . PEREZ GALDÓS

que gritaba con palabras descompuestas . Creyó al principio que hablaba dormido ; mascomo sintiera los pasos de él, sospechando que“¿estaba enfermo , se levantó . Despavorido , cualsi se viera rodeado de

?fantasmas, salió el m i

sero capellán del cua to , los ojos inyectados ,el hati a torpe , los brazos trémulos , inseguroy vacilante el pie . La vista de su hermana les erenó un tanto , volviendo al cauce normal surazón desbordada ; dejóse conducir al lecho , yal sentarse sobre él , después de un breve espasmo, durante el cual pareció resolverse la crisis , d ió un suspiro , se pasó la mano por lafrente , y entre tosco y risueño d l]0 estas palabras:“El león dormido cayó en la ratoneradespierta, y al desperezarse rompe su cárcel dealambre . , Marcelina contaba á su amiga estosd isparates , vacilando entre reirlos como ocurren cias , ó lamentarlos como señales de extrav io mental . La digna eSposa del fotógrafo ,que tenía sus puntas y recortes de médica,tranquilizó á Marcel ina con estas sesudas pá

Hlabras:“E so n o vale nada . Pero conviene prevenir .

Créeme:tu hermano debePrecisamente en la mañana que siguió á la

noche de referencia, fué cuando el Doctor seespantó de ver á su amo:¡ tan desñgurado estaba ! Era su ros tro verde, corrio oxidado bronce . Sus ojos, que tenían matices amarillos y

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E L DOCTOR CENTENO 137

ráfagas rojas , record% á Centeno la bandera española, y sus labi os eran del color dé latela con que se visten los obispos . Tuvo tantomiedo Felipe , que n o se atrevió apon érsele delante . Aquella mañana don Pedro n o quiso celebrar la m 1ga . Man dó un recado á las monjasd iciendo que estaba m alo , y malo debía de estar, pues n o probó bocado en todo el día , desairando las fruslerías selectas que para engolos inarle inventó doña Claudia .

Pero , n o obstante su enfermedad , si algunahabía , bajó a la clase y fué más cruel y exigente que nunca . ¡Día de luto , d ia de ira ! Las lágrimas que corrieron fueron tantas, que con

e llas se podrían haber llenado todos los tinteros , si alguien intentara escribir con llanto lahistoria de la desventurada escuela . Hasta losO jos de don José Ido contribuyeron con algo alcrecimiento de aquel caudal tris tís imo . Los

chichones que se levantaban en ésta y la otracabeza fueron tantos

,que era una erupción de

cráneos . Las. orejas crecían por pulgadas, ypoco faltó para que hubiera piernas rotas y espinas dorsales quebradas por la mitad . Don

Pedro,aquel constructor de jorobas in telectua

les,quería desfigurar también los cuerpos .

Tenía como un furor de odio y venganza . Creeríase que

'

los muchachos le habían jugado unamala pasada teniéndole por maestro . Doce ócatorce se quedaron sin comer . Felipe estuvo

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138 B . PEREZ GALDÓS

aterradís imo todo el d ía, y evitaba el mirar asu amo y maestro . También él se quedó enayunas, y en su mísero cuerpo n o hubiera sidoposible poner un cardenal más:tan bien ocu

Vpado y d is tribuido estaba todo .

Por la noche , cuando se acostó, después dehaber jugado un poco al toro , dando testarazosá las imágenes, soñó diversas cosas terroríficas . Primero , que don Pedro era el león de SanMarcos y se paseaba por la clase fiero , ard iente, m elen udo, echando la á los niños ycom ién doselos crudos , con ropa, libros y todo ;segundo, que don Pedro , no ya león, sino hombre, iba al convento y castigaba á las monjas ,cual hacía diariamente con los alumnos , dandoles palmetazos , pellizcos , nalgad as , sopapos ,bofetones y porrazos , poniéndoles la coroza y“arrastrándolas de rodillas .

O tra mañana,cuando limpiaba el cuarto del

señor, vió en el suelo pedacillos de papel . Sinduda don Pedro había pasado la noche escribiendo cartas . Alguna le salió mal , y la habíaroto ; pero los trioz¿qs eran tan chiquirrititos , queapenas contenían

'

un par de sílabas . La velaestaba apurada, señal de haber pasado el señorcapellán la noche de claro en claro… Para quetodo fuera extraño, llegó también un día enque don Pedro es tuvo tolerante y hasta benign ísim o con los muchachos . No solamente dejóde pegar y tuvo en paz las manos en aquel

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140 B . PERE Z GALDÓS

h oras en la fisonomía del capellán , buscandola cifra de sus misteriosos males .

- E s preciso que te sangres , Pedro ,— duoMarcelina, mirándole también con perspicazcariño .

—Sí, h lj0:sángrate,

De cuantos recados hacía Felipe , ningunopara él tan grato como ir á la Cava Baja á recoger los encargos que traía para doña Claudiael ordinario de Trujillo . Esto se v eriñcaba dosveces cada trimestre, y apenas la señora recibía la carta en que se le anunciaba la remesad e chacina, ya estaba mi Doctor pensando enlos deliciosos paseos que tenía que dar . Porquedoña Claudia era muy impaciente y le m an

daba cuando aún n o había llegado el ordinar io ; con lo que la caminata se repetía dos yhasta tres veces . Díjole, pues, u n a mañana:“Es ta noche , después de cenar, te vas corriendito á la Cava Baja, ya sabes . Cuidado cómo

Lo de tardar sería lo que Dio"

squisiera . Puesa fe que - la tal calle estaba á la vuelta de la esquina . Ya tenía Felipe para dos 6 tres horitas ,porque la de tención se justificaba con la enorm e distancia y con una mentirilla que parecía

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EL DOCTOR CENTENO

la propia verdad, a saber:que el ordinario deTruj illo estaba en la taberna ; que tuvo que irabuscarle, y volver yLas nueve serían cuando partió

,acompaña

do de Juanito del Soc'

orro , que fiel le'

esperaba

en la puerta . En la redacción le habían“

man

dado aen tregar unas pruebas en la calle de laFarmacia, recado urgen tís imo que él se apresuraba a desempeñar dando an tes la vueltagrande á Madrid . LO que gozaban ambos en

sus nocturnos paseos no es para referido . Empezaron aquella noche por pasar revista a losescaparates de la calle de la Moñtera, haciendoatinadas observaciones sobre cada objeto queveían . Mirando las joyerías , Felipe, cuyo e spiritu generoso se inclinaba siempre al optimismo, sostenía que todo era de ley . Mas para Jn anito (alias Redator) que , cual hombre de mundo, se había contaminado del moderno pes imismo , todo era falso .

Esta diferencia de criterio rev elábase acadains tante . Pasé,_ban junto aun coche d escubierto que llevaba hermosas señoras , y el Doctor,pasmado y respetuoso , decía:“¡Buenas ¡gente grande !—P illos , hijí… Tú n o tienes mundo… E so

es gentecilla . ¿Crees que porque van bien vestidos…? Mamá, allí donde la ves , tiene vestidos muy majos , y n o se los pone nunca paraque no la tomen por esas… Cuando va apasar

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el verano á las haciendas , se pone uno azul ,

Siguieron por la calle del Arenal adelante ,despacito para ver bien todo, estorbando elpaso a las señoras y quitando la acera á todotranseunte . El descarado Juanito n o se privaba

,cuando había oportunidad para ello , de

echar un piropo a cualquier mujer hermosaque encontrase , ya fuera de clase humilde , yade la más elevada .

“Hombre, que te van á pegar,—le d ecía elDoctor.—Déjame á m i, que yo soy muy lar

go—contestaba el otro .

—¡Yo he corrido

tú no ¡Si vieras á papá ! Es unbuen peje para En casa n o hay criada que dure, porque les dice cosas y les hace elamor… Mi madre se pone volada y las despide . Cuando mi padre y mi madre riñen , saleaquello de que papá quiso á la s eñá marquesa .

Porque cuando era tú n o sabes… to

das las marquesas se volvían locas por papá ypor su hermano, que era torero, y lo m ataronen un a revolución . Mi tío eraun gran hombre

,

un peje gordo… y se echó á la calle amatartropa por la libertad ; pero le vendieron ,

y esepillo de O '

Donn ell le mató á Papá tiene suretrato en la sala, pintado de tamaño de lasperson as, y á tantos días de tal mes, que es elan iversariº , ¿estás, le pone dos velas

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144 B . PERE Z GALDÓS

¿Lo has vis to tú?Lo ha visto papá .

— afirmó el del Socorro,

después_de vacilar un rato .

—Papá conoce al…¿cómo se"llama? al en ten d ien te, y algunos díasviene aayudarle ahacer cuentas .

—YO quisiera ver esto por dentro, ¿oyes?

Será bonito .

—Hijí… no tienes más que decírmelo el díaque quieras . Mamá conoce a la gran¿estás? la que gobierna todo , y cuida de la ropablanca y tiene las llaves . ¡Yo he venido m ás

¿Que si es boni to Así,

de todo Tiene un_

salón más grande queMadrid , con alfombras doradas , de tela comolas de las casullas , ¿estás? E l coche de la Reinasube hasta la propia yo lo he visto .

Aquí todo está lleno de resortes . Calcula tútocas un resorte, y sale la mesa puesta ; tocasotro , y salen el al tar y el cura que dice la misaa la Reina… tocas otro… ,

Felipej rien do, daba á entender que si tocaba m ás resortes , las m en tiras

_de su amigo n o

tendrían término . Pe'

ro acobardado Redatorpor la incredulidad de Centeno, dejó corrersin tasa la inagotable vena de sus embustes .

Pasan do calles , llegaron por fin á la Cava Baja,donde Felipe no pudo cumplir su encargo , porque el ordinario de Truj illo no había parecidoaún . Bien:ya tenía para otra noche . Era yatan tarde , que los amigos sintieron un poquito

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E L DOCTOR CENTENO

de recogifn iento'

y estrechura en las respectivas conciencias , aunque la de Juanito del Socorro era mas

“an cha…que la puerta de Alcalá ,

y por ella” cabían las más grandes faltas sin

doblarse ni romperse . Emplear dos h oras enun recado urgen tísimo, para el cual le habíanseñalado v einte minutos , era cosa muy adecuada á un carácter tan entero como el suyo .

Ya sabía que cada minuto de más le valíaigual número de golpes de su papá ; pero teníala piel curtida y el espíritu fortificado por lascontrariedades .

“Vamos,vamos—d iq Felipe inquieto .

—E smuyApresuradamente corrieron hacia los barrios

del Norte , y aunque Juanito quería detenerseá oir los cantos de Perico el ciego , el Doctortiraba de él y á pri sa le llevaba .—Llegaron porfi n á la calle de la Farmacia, donde Redatordebía entregar su encargo , y mientras éste subía

'

al piso tercero del núm . 6 , vivienda delin felicísimo escritor que d esde las nueve estaba esperando sus pruebas, Fel ipe se paseóen la acera de enfrente, entre la Escuela y la.

esquina de San Antón . Como en todo se fijaba, observó que junto á una de las rejas bajasdel edi ficio había un bulto , un hombre con lassolapas del gabán negro de verano levanta

Al pasar, Felipe no tó un cuchicheo ; m iAunque la n oche estaba ¡ sí,

-

m

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' PEREZ GALDÓS

s i, era Felipe se es tremeció, embargadode grandísima sensación de pavor y vergii en

za . Sintió el a rdor de la sangre en su carahas ta la raíz del ¡ Era , era donPedro !Siguió adelante , y pronto hubo de un írsele

Juani to , á quien comunicó sus impresiones .

Su amigo le dijo:“Vamos á pasar o tra vez…Lleno de terror, Felipe se agarró al brazo de

su amigo para deten erle, y le decía“¡NO , n o, no ; pasarPero más pudo la mal iciosa sugestión del

pícaro qu e el miedo del Doctor, y pasaron otravez . En el momento m 1smo, el bul to se apartóde la reja . Felipe y él se encontraron frente áfrente , y se ¡Era, era !La vacilación de “

don Pedñí fué in stan tánea . Siguió su camino . Tras él , á mucha d istancia

,iban Felipe y su amigo:aquél tan tur

bado,

» que n o sabía por dónde caminaba ; éstehaciend o comentarios sobrg_lg ue habían visto .

“¿Te parece que le tirem

'

ós un a

'

pied ra?

propuso Socorro á su compañero , el cual, indignado, repuso— S i tiras, te pego… ¡ no es broma, teY m ás adelan te, domin ado siempre por in

explicable v ergii enza y terror , decía Cen teno“¡Me ha visto, me ha visto ! ,Cuando llegó ala casa, ya don ¡Pedro había

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B. PEREZ GALDÓB

En la clase, al día siguiente, Felipe temblaba más que de ordinario . Pero contra sucreencia , Polo n o le tóm ó lección ni le aplicóningún castigo . Podría creerse que se proponía no mirarle y como ñgurarse que n o existía . Estaba el señor tris te , fosco , en ten ebreci odo y como avergonzado . LO poco que tenía quedecir decíalo en voz baja, y desparramaba m i eradas sombrías y recelosas por toda el aula . De

rato en rato veíasele apretar los dientes y juntar uno contra otro los labios, cual si quisiara hacer de los dos un o solo . Aun de lejos podían observarse en la piel de su cara movímientos y latidos enérgicos, ocasionados por lacontracción de los músculos maxilares . Pensaría cualquiera que el buen capellán se mascabaa s i mismo .

Por ul ti

€no , llegó Felipe a sentirse lastima

do de l poc caso que su amo y maestro hacíade él . Aunque le tirase de las orejas y le dieraalguna bofetada, habríapreferido que don Pedro le tomase lección, y que le mirara y atendiera . Tan marcado desdén era quizás unaforma extraña y traicionera de la ira . Felipetenía presentimiento s y sentía en su alma undesasosiego inexplicable . Pero aún le quedaba

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E L DOCTOR CENTE NO

mucho que ve r . O currirían casos con los cua

l es había de llegar al último grado su sorpre

s a . Por la noche , doña Claudia, mientras secomía su salpicon, repren díale por hab1er dejad o de hace r n o sé qué . El, callado, oía la terrible plática sin

_contradecirla . Considerad suasombro cuando vió que don Pedro a su defeus a salía . ¡Cosa fenomenal , inaudita y tan peregrin a como la—al teración de las órbitas celes

Don Pedro , ya dispuesto para sal ir,bastón en mano, paróse ante su madre, y dijoe stas benévolas y santas palabras:“¡Qué diantre ! si n o lo ha hecho será porque

n o habrá tenido lugar…Después le miró . ¿Era indulgencia , era te

m or lo que en el rayo de su mirada resplan decía? ¿Era el m ás terrible de los odios, ó traic ión , debilidad, cobardía, el agacharse de lafiera herida? Fuese lo que quiera, Felipe, inoc ente, lo interpretó como señal de amistad .

Púsose muy contento , y d iéron le ganas de contestar de mala m anera á doña Claudia, mand ándola á paseo .

También aquella noche salió á la calle a Vtraer de la botica aceite de beleño que

__la seño

ra usaba para combatir el ruido de oídos . D iceC lío que por las noches le zumbaban á

doña '

Claudia en el órgano auditivo los números del a lotería, y que para aliviarse de esta molesEia se ponía algodones mojados en cualquier

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B . PERE Z GALDÓS

droga narcótica . Cuan doF elipe salió, d lj0 18.

Cor tés á su hija“Parece chanza ;_ pero lo podría jurar . En los

oídos —The suena el créelo que me suena . ,

Felipe n o pudo<v er s ino breves ins tantes áJuanito ; pero éste tuvo tiempo para hablarledel encuentro de la noche anterior, y añadióes ta obs ervación maligna“Am amale con té lo que vim os ¿Hiji sabes

lo que d ice mamá? Q ue tu amó es un buenpeje, y las chicas esasIn d ígñad ís im o y avergonzado Felipe, sólo

contestó a su amigo dándole un empujón has taponerle en medio d el arroyo . Que no se pegaran aquella noche, fué prueba evidente de sucord ia l y sólida n o podía pensar nada malo de su m aes tro, á quien tenía

por el m ejor y más completo de los hombres,sin que alteraran esta opin ión la crueldad ysaña de que eran víctimas los alumnos . Y tan

gratamente impresionado estaba el ánimo delbuen Doctor con las palabras que en su d efensa había d icho don Pedro aquella n oche , quesubió al desván pensando en él y representandose una escen a , un lance en que

"—los dos ,m aestro y d iscípulo , eran muy amigos y secontaban cariñosamente sus respectivas cui tas

*Q y aven turas .

Antes de acostarse , se puso la cabeza del“

toro y jugó larguísimo rato . Algunas figuras

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152 B. PERE Z GALDÓB

jueves, y Andrés Pasarón , el hno del tenderode ultramarinos , había pegado

“en una tabladel solar el cartel risueño de azul y oro quedecía:“Correja extralin aría mun iíicio d e laM un iñcen cza…con toda

j ]a relación—de los toros , diestros, ganadería, divisas , suertes y dem ás pormenores Era jueves, ytoda la clase se había dado cita en el solar . Eldía era espléndido , ri,s_ueño como el cartel , ytambién de azul . y oro. El alma. de Felipe despedí a centelleos de esperanza, de temor, demiedo

, de alegría . Andaba—por la casa afan ad ísim o, desplegando una actividad febril para desempeñar en poco tiempo

todos los servicios quele correspondían aquella tarde .

º'

Había formado propósito de escaparse si n ole dejaban salir . Estaba frenético . Su1 nhelo

eram ás fuer te que su concien cia . ¡Ay ! tarde deaquel día, ¡ qué hermosaeras ! Eras un pedazode dia, rosado y n uev ecito, lo más bello que sehabía visto has ta entonces salir de las manoslaboriosas del Creyó Felipe que elCielo se le abría de par en par cuando don Ped ro llegó aél y le d ijo, sin mirarle de frente“Felipe, ya has trabajado bastante . Toma

dos cuartos y vete á dar un paseo .

¡Estupor l… Felipe creyó que el Angel de laGuarda se encarnaba en la persona trem ebunda y leonina del señor de Polo…Echó acorrer,temiendo que su maes tro se arrepintiera de

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EL DOCTOR CENTENO 158

tanta benevolencia . Subió coma ;un rayo albendi to sea el padre que te

engen dró; cl. es_culWr que te hizo y S an Lucasdivino que te tíivb á sus pies . ¡Pobre San Lucas ! por

“el boque te que"

teni as en tu cuerpo cabía ya todo el d e Felipe . La Fe estaba acribi

llada. ¡Pobre Fe !'

n o contabas con la acometidade es te Doctor maldi to , cuyos agudos y formid ahles cuernos podrían llamarse Martín Lutero el un o y

'

Calv in o el otro . Para ensayarse ,Centeno h izo gran des troz5

“áquella tarde:de

rribó, apabulló, destripó, tendió , aplas tó . No

quedó títere con cabeza, como se dice comunmente , ui barriga sana, ni cuerpo incólume ,ni ojo en su sitio , n i boca de su natural tamaño y forma . Daba compasión mirar tanta es

trago . El, mientras mayor destrozo hacía,másse encalabrinaba. Se volvía feroz, brutal . Des

¡ á lacalle !Bajó pasito á paso a la casa , queriendo ver

quién estaba allí y si podía salir sin que lo n otaran . Desde la puerta de la cocina vió adoñaClaudia y á Marcelina, ambas de manto , quehablaban con don Pedro . ¡ Iban a salir ! DoñaClaudia daba diñ$

º

ero a_su hijo y le decía:

“Seispesetas para Amparo , que vendrá arecogerlas ;lo demás para doña Nos iremos aver alas de Torres . Parece que la pobre doñaAsunción está Don Pedro no de»cía n ada, y dejaba las pesetas sobre la mesa

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154 B . PERE Z CALDOS

del com edor . Pausada y lúgubremente , cualsombras que se desvanecían , salieron la madrey la hija .

No se sabe la hora ni el momento preciso enque hizo su aparición en el redond el aquellanovedad inesperada, admirable, verdadera . Im

posibles de pintar el asombro , la suspensión ,

el alarido de salvaje y frenética alegría con queFelipe fué Hubo delirante juego,pasión , gozo infinito , después

,cuan

do menos se pensaba, policíá&guardr,escoba,caídas , d ispersión, parsed iíh_

i_ón ,

Asíacaban las humanas glorias . Vióse una v ícti

ma por el suelo , hecha trizas:una cabeza partida en dos , en tres, en vein te fragmentos . Por

aquí un cuerno , porallí ud pedazo cráneo ,m ás lejos medio hocico . E l guarda recogió l osdiversos trozos en un pañuel o , y tomándolocuidadosamente con la mano izquierda, con laderecha agarró al criminal y se dispuso a llevarle á la presencia del maestro para que és tehiciera ejemplar j usticia . Lapartida se d ispersaba por la calle de la Li bertad, dando gri tos,silbidos y alilíes . Fel$e, sobrecogido y aterrado, no podía con el pes£) de

“En conci encia .

Cuando'

el “ guarda llegó ala casa-escuela,encontró al fotógrafo en la puerta y le dijo“He llamado tres veces, y n o abren . Parece

que n o hay nadie .

Ente rado inmediatamente de la fechoría de

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156 B . PERE Z GALDÓS

to la boca, cuando las dos mujeres clamaron áuna:“No se le puede creer nada de lo que diga ;no abre la boca m ás que para decir mentiras . ,

F elipe se calló, y he aquí que don Pedro afirmó con prontitud“Es cierto:no dice más que mentiras, y nada

d e lo que hable se le puede creer .

Parecía que el formidable maestro revolvíaen su mente una determinación grave . De repente d ijo con sequedad:“Felipe , ahora mismo te vas de m i casa .

¡Ahora mismo ! —repitió doña Claudia .

¡An tes ahora que d espués l— regurgitó lafea de las feas , que, habiendo subido al desván ,

volvía espantada de los destrozos que en las cos as santas hiciera Felipe .

Y más pronto que la vista volvió asubir ytornó abajar con un lío de ropa, que entregóal criminal , d iciéndole“Aquí tienes tus pingajos .

—Ni un momentoFelipe lloraba tan copiosamente, que las lá

g rimas le llegaban a la cintura . El retratistad ijo estas atinadas palabras“Con las cosas santas n o se juega…Y se marchó . E l Doctor salió a la antesala ó

recibimiento, donde estaba la puerta de la escalera, y se dejó caer en el suelo . No podía tenersa en pie, pues con tantas lágrimas parecíaque se le echaban fuera todas las energías de

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E L DOCTOR CENTENO 157

1a'

vida . Desde allí veía parte de la sala dondeestaban sus amos, en furecidos contra él y haciendo comentarios sobre su horrible crimen .

De pronto oyó una voz dulce, amorosa, celestial ; voz que sin duda venía á la tierra por unhueco abierto en la mejor parte del Cielo . La

v oz decía:“Don Pedro , don Ped ro , perdón ele usted .

—NO pued e ser, no pued e ser .

Protestas de las dos señoras, acusaciones, yrecargadas pinturas del feo Pero lavoz, constante y n o vencida, repitió“Perdón ele cosas deFelipe estaba tan agradecido , que hubiera

adorado á la voz indulgente como se adora alas imágenes puestas en los altares . El condenado a muerte n o mira al Crucifijo con m ás

esperanza, con más unción , con m ás gratitudque miró él a la persona que palabras tan cristianas decía .

Polo , cuyo semblante expresaba in explicable desasosiego , salió á donde él estaba, y ledijo con estudiada entereza:“No hay perdón , no puede haber perdón

Vete pronto .,

Y se volvió Silencio . Felipe oyó

un suspiro , expresión lacónica y hermosís imade un alma que se sentía impotente para hácer el bien que O tra gran pausa…Parecía que se retiraban todos alas habitacio

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B. PERE Z GALDÓS

nes interiores . Desplom ábase con len ta caídael día sobre la tarde, la tarde sobre la noche, yla casa se obscurecia gradualmente .

Esperó Centeno un rato . E n la soledad erasu pena más acerba, su contrición más honda .

No tenía fuerzas para marcharse . Quería morir abrazado al suelo y besando los ladrillos dela casa en que había hallado un asilo, sus tento, y el pan del alma, que es

'

laSintió pasos . Vió aparecer una hermosa y celes tial figura

,La E mperad ora, la de la voz

V1ue ped ía misericord ia por Fuese ó n o latal una beldad p erfecta, aél, en tan crí tico in stante

,se le representó como superior a cuan

to e n la tierra había visto, hermosura de mundos soñados y de sobrenaturales regiones . Por

la'

ventana entraba la luz del crepúsculo . So

bre ella se destacaba la Soberana belleza deaquella mujer, rodeada de rayos d e oro , echando de su frente fulgores d e es trel las . Su ropaj e , que s in duda era de lo más vulgar, se lerepresentó á Felipe compuesto d e arreboles ócen telleo d e ped rerías, y teñido d e tintas irisadas . todo sublime, imaginativo , con forme alextraño y admirable caso . La E mperad ora le

miró son rien do , y le dijo con voz d e serafines:“No qu ieren ¿E n

dó nde pasarás la Hijo, ten paciencia,y y Di t 8 te

E n s us manos blancas y hermosas traíaman

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QUIROMANCIA

Federico Ruiz… ¡Singular hombre, dado á "

la ciencia, al arte ; el astrónomo que más entendía de versos

,el poeta más sabedor de co

sas del Cielo ! Diez años hacia que su espíritunavegaba jadeante por los espacios del saberbuscando una vocación , y de ensayo en ensayo , de una en otra tentativa , el entusiasmo sele enfriaba y su voluntad padecía desmayos .

Era español puro en la in con stancia, en losafectos repentinos y en el deseo de renombre .

Primero fué músico , después cursó la Facultad de Ciencias y obtuvo la plaza del Observatorio, en la cual n o estaba con tento . Su espiritu tenía un desasdsiego y escozor semejantesa la inquietud del enfermo que busca su alivioen los cambios de postura .

Era de costumbres apacibles, un tanto egoís'V

ta y un tan tico avaro . Carecía de entusiasmoprofesional ; pero desempeñaba á conciencia,s i no de buena gana, los servicios del Observa»

u

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B . PERE Z GALDÓS

torio . Soñaba con triunfos en el teatro, ¡ de

mencia española ! y se creía, como tantos otros ,un ingenio no comprendido y sacado de sunatural asiento , víctima de la fatalidad y delas perversas contingencias locales . Todo ecléctico es tris te:la perplejidad del espíritu hacedisplicentes humores . Y el bueno de Ruiz, enlas melancolías que le ocasionaba una proiesión considerada como interina, decía:“¡Quépaís éste !… ¡Desgracia grande vivir aquí ! ¡Siyo hubiera nacido en Inglaterra 6 en Fran

Muchos ¡ ay ! que dicen esto , revelangrande ingratitud hacia el suelo en que viven ,

pues si en realidad hubieran nacido en otrospaíses , estarían quizás haciendo zapatos ó hárrien do las calles . De todo esto se desprendeque Federico Ruiz , astrónomo sin substancia,

*e'

debía de ser adocenado . poeta . Incapaz de dardirecciones nuevas al arte, no sabía más quetrillar los viejos caminos donde ya ni flor habíani hierba que n o estuviesen cien veces ho

º—¡ lladas y aun pisoteadas .

Era el eternamente descontento , el plañidorde su suerte , el incansable arbitrista de su propio destino ] Seguramente, desde que una obrasuya pasara de las musas al tea tro , le entraríanganas de dar nueva ocupación a su espíritu .

Un hombre tan sin centro y de pensamientostan variables

,

"

n o podía ser gordo . En efecto:FedericoRuiz era flaco , tan flaco, que los cá

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164 B . PEREZ GALDOs

$ ,mucho , se fatigaba, y Entre fórmula…y fórmula, ¿cómo n o dar descanso y consuelo

v al ánimo con un par de vers itos?En los tiempos aquéllos en que le conocimos

estaba el hombre muy encariñado con una idea:católico -astronómica, que confiaba á sus amigos.. Hay motivos para creer que la tenía for

N mulada en diversos papelotes . La cosa era m uy

original , y hasta útil , filosófica, y como s imbólica de la deseada concordia entre la Ciencia yala Religión . He aquí la idea de Federico Ruiz:

¿Por qué los planetas y las constelaciones,todas las unidades , familias 6 grupos sidéreoshan de tener nombres mitológicos?¿Q ué s ign ificación n i sentido podemos dar en nuestraedad cristiana á los nombres y á las aventurasamorosas ó criminales de tanto dios adúl teroy brutal , de tanto semidiós canalla, de tantaninfa sin vergñenza, de tanto animal absurdo?

*4¿Por ventura n o tenemos, en lo espiri tual ,nuestro magnífico Cielo cris tiano poblado desantos patriarcas, ángeles, profetas, vírgenes,mártires y serafines? Y si l o tenemos, ¿porqué n o hemos de con cordarlo y emparejarlocon el Cielo visible , dando a los astros los excelsos nombres del Cristianismo? Así tendríam os el Almanaque práctico , religioso, y unacomo cifra exacta de la presencia de los bienav en turados en el Cielo, lo mismo que están

N£esas hermosas luces en el vacío infini to . ¿Qué .

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E L DOCTOR CENTENO

inconveniente hay en que ese grandioso planeta

,llamado has ta aquí Júp iter , dios de una

falsa doctrina, se llame ahora San José? Y losd emás planetas de nuestro sistema, ¿por quén o habían de tener el nombre de otros patriarcas , Adán , Noé , Esto se cae de supeso . Pues siguiendo es te trabajo de bautizare l firmamento, las doce partes del Zodiaco vienen que ni de molde para los doce Apóstoles .

'

"Todas las constelaciones boreales y australes“t endrían su santo correspondiente

,y las gran

d es estrellas representarían los santos más fam osos . Arcturn s , por ejemplo , sería San Francisco de Asís ; Ald ebarán ,

San Ignacio de Loyola ; el Alpha d el Centauro, Santiago ; la Cabra

, San Gregorio Magno ; Vega,San Agustín

-Rigel , San Luis La Cabe llera d e

B eren ice tomaría el nombre de la Magdalena ;las P léyad es serían las once mil Vírgenes ; laE sp iga 6 Alpha d e la Virgen , Santa Teresa deJesús

,y An tare's , la Siriu s , la ma

yor maravilla del Cielo , tendría la representación de la Madre de Dios más propiamente que:la Polar . Al hacer las denominaciones

,se ten

drian además presentes los días en que la Igle—s 1a celebra las festividades de los santos ; demodo que al paso del Sol por cada región zod iacal determinara las fies tas d e los Apóstoles ,y así n o se diría sol en P iscis , s1no sol en SanP ed ro… En cuanto á los

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166 B . PERE Z eu .nós

“¡ Ja, ja, jal—Es tas carcajadas eran de Ale

j andro Miquis , á quien Ruiz explicaba sus n o»m en claturas una mañana , que debió de ser ladel domingo 19 de Septiembre deaquel año .

—No te rías… Esto es muy serio . Tengo todopreparado para escribir una Memor ia . Sin irmás lejos, el Almanaque sería entonces unaverdad , y apurando la cosa, n o se n ecesitarían

RJya ni altares ni iglesias . ¿Qué mejor imagen deun bienaventurado que esas magníficas lucesnocturnas que nos embelesan y anonadan?

¿Qué mejor catedral que la aparente bóvedadel Cielo? Los hombres adorarían á la entidad San José

,San Juan en la imagen lumin osa

de éste 6 del o tro astro ; y como la celebraciónde la fes tividad por la

,

Iglesia coincidiría con

un fenómeno astronómico, he aquí establecidasimbólicamente una armonía sublime entre lareligión y las matemáticas .

—¡Já , ja, ja! Miqu is mordía el ala de su

sombrero:tan d ichoso era con lo que oía.

Cienfuegos dijo asi:“Querido Ruiz, no te metas en poner mo

Deja.

que conserven por allá arriba losbonitos nombres paganos de Casiopea, Oñucus ,

Como las beatas sepan la jugada quel es preparas poniendo el nombre de cualquiersanto á una señora que se ha llamado Venus,te van a sacar losEsto lo hablaban en la gran sala cuyo techo

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168 B . PEREZ GALDÓS

tenues, con que se toma la medida a las proporciones billon arias del firmamento !El péndulo sidéreo, colocado a la derecha,

parece la imagen de la discreción y de la mesura . Su pulsación suave, el juego de sus man ecillas, que tan calladas van marcando loss egundos y m inutos, embelesan al que lo mira .

Se l e ve como si fuera una persona, un sér

vivo , de madre nacido , con facciones de números y entrañas de animado metal, palpitantes yen ejercicio como nuestras entrañas . Por elmismo estilo que el péndulo

,el barómetro re

gis trador parece tam bién un personaje ; sóloque el primero es de lo más serio y reposadoque se puede imaginar, mientras el segundo,organismo admirable que sabe redactar susimpresiones sobre la pesadez atmosférica

,tie

n e n o sé qué de festivo y pueril . Es un geniezuelo, un antropoide cuyo origen n o sabe el

profano si atribuir a la invención de la leyehda 6 á los cálculos del mecánico ; es prodigiosocuerpecillo,juguete que parece que tiene alma ,y hace ruidos graciosos y extraños , cual si amedia voz cantara m is teriosas endechas . Hacetoda la gracia un escape que juega con la pálanca ; siguen á esto ruedas silenciosas y graves , y en el término del mecanismo tiene elendiablado instrumento su pedaci to de lápiz,con el cual escribe sobre un cilindro de papel…Cuando hay tempestad es cuando tiene que ver .

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EL DOCTOR CENTE NO

E ntonces , agitado el mercurio , que es su sangre

,actúa sobre .todos sus miembros , y se le

ve febril,echando sobre el papel unas rúbricas

que son fehaciente expresión del variable pesod e la atmósfera .

Ruiz , taciturno y atento sólo a su deber,h izo la observación del paso del sol por el mer idi ano . No se efectuó el acto sin cierta solemnidad como religiosa, con s ilenbio, sosiego yaun algo de poesia, por cuya circunstancia, ypor ser operación

'

diaria , decía Miqu is queaquello era la misa astron ómica . Cinco minu "º

tos antes del momento en que el pén ulo s idéreo marcara el paso de Su Majestad , an ipuló

Ruiz en el telégrafo para subir la bola de laPuerta del Sol . Estuvo luego atento

,callado ,

o bservando el mesurado latir del péndulo ; preparó el anteojo con cristal opaco , se puso en els illón , abrió las compuertas , miró . Una secc ión del globo inmenso entraba en el campodel objetivo , y su tangencia en los hilos dearaña permitía determinar, por cálculo , el med iodia medio , por don de regulamos y medimosestas divisiones convencionales del tiempo , álas cuales acomodamos nuestro vivir . Luegomanipuló otra vez para hacer caer la bola dela Puerta del Sol, y cerradas las compuertas y

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170 R. PEREZ GALDÓS

tapado el anteojo , registró los cronómetros y”apuntó su observación en un cuaderno . Cienfuegos y Miqu is , que habían visto esto muchasveces, permanecieron indiferentes, como

.

los

sacristanes ante los sagrados ritos . El uno leíaun periódico , el o tro se paseaba inquieto á lo

X¡ largo de la sala .

Pensar que tres españoles,dos de ellos de

poca edad , pueden estar en el lugar m ás so

lemne sin sacar de este lugar motivo de alguna broma, es pensar lo imposible . A la iglesiavan muchos a pasar ratos divertidos, cuantomás auna sala m erid ian adon de n o hay másrespeto que el de la ciencia, donde se entra conel sombrero puesto , y aun se fumaría si la susceptibilidad de los

'

instrumentos lo permitiera .

No había con clu ido Ruiz sus apuntes , cuandoMiqu is se echó atrás el sombrero , y poniéndolela m ano sobre el hombro

,le d ijo

“A ver ¿por qué no me sacas mi horóscºpo?”

Era el mismo demonio aquel Miquis ; ¡y quécosas se le ocurrían ! Si Ruiz n o fuera un si esn o es guasón -y maleante, se habría escan dali =zado de aquella proposición sacrílega . Pero

como no tenía entusiasmo por la ciencia, n otenía tampoco ese respeto fanático que imponedeberes de compostura en ciertos sitios . ¡Oh !Sin ir más lejos… si él hubiera nacido en Inglaterra ó en Francia, habría tenido aquél y

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172 B . PERE Z eam ós

f uegos —Alejandro tiene una tía, que le haprometido darle trigo… pero en gor

Pasan días y días,y el recad ito de la tía

n o parece .

Me dijo que amitad de la semana, y la semana ha con clu ido .

Un día más ó menos…Es que tengo un —suspiró

M iqu is , mostrando bien en su voz y en su gesto lo que decía .

—Temo que si pasa tiempo , recobre mi tía el juicio .

—Que lo pierda , querrás decir .

—No, hombre , no, porque mi tía está loca , ya l darme lo que ha prometido , si es que me lod a, se acred i tará de Estoy agoni

¿Se habrá arrepentido? ¿Habrá entrad o en. aquel cerebro un rayo.de esa luz del s ent ido común que anda esparcida por el mundo ,sin que la vean muchos de los que tienen 0j os?Porque se dan casos de que la vean , antes quen adie , los topos .

—Pues vete á su casa , tonto , y pregúntale ,y dile:“Señora tía

, ¿me da usted 6 no lo queme ha prometido?”— Es tan nervioso y tan pusilánime—obser

vó Cienfuegos,— que no se atreve á ir , porques i la señora le dice que no hay nada, se desm aya.

—¡Yo no voy, yo no voy !— declaró el man

c hego volviendo a pasearse —Si después de

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E L DOCTOR CE NTE NO

haberme consentido dice n on es , creo que cojauna enfermedad .

Ruiz se frotaba las manos , riendo con aquella expresión burlona que tenía para todo , paralo grave y lo cómico .

“Te voy á sacar el horóscopo , Alejan dritoVamos aver . Hay que principiar por saber lafecha del nacimiento de tu querida tía .

¡La fecha del n acim ientol— exclamó Cienfuegos —Debió ser el año de la Nan ita.

-Í—*Es o lo sabrá la diosa Isis . Creo que mi tía;n o tiene fecha . Debe proceder del antiguo Egipto . ¡La pobre es tan es lo mismo quelos chiquillos , ¡y me quiere No n os

—¡No , no n os bu rlemos ! - declamó Ruiz, re

m edan do la tiesura de un sacerdote de ópera .

Siento no tener aquí una sotana de ala de mosca y un cuc

'

urucho lleno de sapos y culebrasCuando te digo que te voy a sacar el gran horóscopo, y á ad iy inarte lo que Sin irmás lejos:en es te momento , ¿qué hora es? lasdoce y veintidós minutos y tres segundos . Alpelo , chico . Mira:el Sol está saliendo de laconstelación del León , aquien yo llamaría SanMarcos, y entra en Virgo . ¡LaVirgen ! tuLuego viene la Esto esmás claro que el agua . Tenemos también aMercurio sobre nuestras cabezas . Este caballero representa el comercio, las jugadas de Bol a

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174 B . PEREZ e s nnós

s a, el papel-moneda . Lo dicho , dicho:el enc uen tro de Mercurio y la Virgen, puede consid erarse como felicísimo augurio . Y si añadímos que al entrar en la Balanza pasa junto alCentauro , que yo llamaría San Ignacio de Loyola, resulta lo siguiente:¿Qué representaMercurio? E l comercio

,las transacciones , el

c orreo . Por algo le representaban aquellos brutos con aladas zapatillas . El correo , fíjate bien .

De todo se desprende que debes escribir unacarta a tu tía prehistórica, preguntándole quévuelta llevan esos dinerillos que te prometió ,y que no has vis to todavía .

— Pues eso n o me parece mal—duo Miqu ismeditando — ¿Y si me contesta que no?—Pues s i te contesta que no , te metes las

manos en los bolsillos vacíos, y te quedas fres

quecito, deAlejandro volvió apasearse, y Cienfuegos a

leer su periódico . De repente, el manchego, conla súbita vehemencia del que tras vacilacionesd olorosas se decide á tomar un partido , gritó:“¡Pluma , papel , Voy a escribir la

c arta á la diosa—Calma , calma:iremos a la Biblioteca . No

h ay que alborotar en esta san ta _c asa.

—¿Y quién llevará la carta? ¡Es tan—No fal tará quien la lleve . No te apures .

Irá el Centauro, ó mandaremos al mismo Mercurio . Vamos a la Biblioteca . ,

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176 B . PERE Z GALDÓS

hay algún ordenanza . Don Florencio nos sacará del pas oSalieron , y lo primero que vió Miquis fué el

famoso héroe de aquel otro domingo, que gozoso y algo conmovido se acercó a saludarle,gorra en mano .

“Hola, mequetrefe , ¿tú por aquí o tra vez?¿Qué es de tuFelipe , confuso , no sabía qué contes tar, pues

érale muy difícil exponer en breves palabraslos motivos d e su salida de la paternal casa dedon Pedro . Temía que su protector, por falta deexplicaciones circunstanciadas , atribuyera laexpulsión á cualquier fal ta denigrante y od iosa“Te has ¡Pero qué bonita has

puesto mi ropa !_

Es verdad que lleva tiempo…Y hablas ya como la gente . Lo que menoscreías tú era verme aqui .

Señor, estoy viniendo todos los dias á v ersi le

Pues mira,hoy caes aquí como agua de

Mayo . Nunca podrías ser más oportuno Mevas ahacer un recado .

¡Un recado' —exclamó el Doctor con alegria .

—Si los señoritos me buscaran una colo

Sí, para colocaciones es tamos ,—d uo Cienfuegos .

Como me traigas buenas noticias—ind icóMiqu is ,

— te

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EL DOCTOR CENTENO 177

¡Adiós ! ya está éste tocando elNo prometas nada

,Alejandro , no prometas .

Vas a llevarme esta carta .

— Sí, señor .

Á la calle del Almendro . Entérate bien 6te pego . ¿Sabes dónde está?Felipe vacilaba .

“Entras por Puerta— Sí, s i… démela, démela .

—Bien claritas he puesto las señas . Núme

ro 11, cuarto segundo . ¿Sabes leer?—¡Pues—Preguntas por doña esperas con »

testación , te la da, y me la traesLlegó cuando menos se le esperaba don Flo

ren cio , muyperipuesto , vestido de negro , conel rostro enmascarado de cierta tristeza fúnebre, y saludó a lbs tres amigos .

“Ya sabemos a dónde va usted,señor Mora

les y donCon solemnidad luctuosa, haciendo con am

basmanos una elocuente mímica de ese dolormesurado y correcto que es propio de las traged ias clásicas, el señor don Florencio dejócaer de su boca -Esta frase:“Voy al entierro del gran hombre .

—¡Pobre—Galvo

En tal—

día enterraban con gran aparato degente y público luto al atleta de las rudas polém icas , al luchador que había caído en lo m ás

42

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178 B . PERE Z aannós

recio del combate ,herido de mortal cansancio yde fiebre ; hombre tosco y valiente, intel igenciaruda/que n o servía para esclarecer, sino paraempujar ; voluntad de acero, sin temple de espada, pero con fortaleza de palanca ; palabra aspera y macerante ; temperamento organizadorde la demolición . Reventó como culebrina atacada con excesiva carga,y su muerte fue unaprórroga de las catástro fes que la Historia preparaba . Don Florencio

,que era su amigo , hacía

aspavientos de dolor comedido y decía:“Entre paréntesis

,si no hubiera cambiado

su farmacia por es ta condenada política,“

t odavía viviría . Era un Vamos á echarle un puñado de tierra .

Después, fijándose en Felipe , que oía con elmayor respeto aquellas elegiacas razones , leconsagró también á él , pequeñito , una frasellena de socrático sentido:“Doctor Centeno , ¿qué haces por aquí? ¿Sir

ves aestos señores? Como te portes bien,me

d rarás . Si no… Ya me contó Pedro que tienesmañas sacrílegas y dices muchas“Ojo, señores ,

O fendido y malhumorado oyó Felipe estosconceptos ; mas nada quiso contestar . Apremiado por Miquis para que fuera pronto al recado de la cartita, echó á correr por la rampaabajo , dejando atrás muy pronto aMorales , queiba con su metódico paso de procesión cívica .

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180 B . ¡ »m z am ós

óp tica moral ! Fuera lo que Dios quis iere , él sehabía prome tido no olvidar a aquella seño ra

N'en'

todo el tiempo que durase su vida…Se sabé también que algunas noches durmió

en lo que vulgarm en te se llama la pos ad a d e

la estrelta , ó sea al aire libre ; que pasó grandes y tormentosas escaseces ; que iba todos losd ías á la s ubida '

del Observatorio con esperanza de en contrar al que le pro tegió

,le amparó

y le dió ánimos en aquella feliz ocasió n ; queal fin su puntual fidelidad obtuv o recompensa,como se ha vis to , deparán dole Dios el e ncuentro de Alejandro Miqu is , prólogo de los im portantes acontecimientos que vienen ahora

,y

paso primero en el nuevo rumbo que toma lavida del héroe , como verán los que n o se hayanaburrido de es ta lectura y quieran segu1r adelante .

Emprendió , pues , la marcha el Doctor paradesempeñar su recado , y en la Puer ta del Sol ,¡ inespe rado es torbo ! se encontró con que no podía pasar, porque todo estaba l leno y ápelmazado de gente . El , no obstan te, había de penetrar entre la multi tud para ver por qué motivo se reunían tantas personas . Me tióse por lasgrietas que en la humana masa_s e abrían ; na »

v egó con trabajo por entre codos, piernas, es

paldas , y pudo ganar al fin la esquina de lacalle d e Carretas . Felizmente , había allí unfarol que n o estaba ocupado , y se subió a él ,

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EL DOCTOR CENTE NO 181

guardando cuidadosamente la carta'

en el pecho . ¡Q ué bien se veía todo desde aquella altura ! “¡Ya !

'

en tierrito tenemos .,Y que el

m uerto era persona grande lo manifestab a lamuchedumbre de acompañantes y d e

'

cu riosos .

Vió Felipe el carro mortuorio , tirado por cabal los negros y flacos, con penachos que parecíanhaber servido para limpiar el pol vo de los cem en terios ; vió el armatoste donde e l difuntov enía , balañceán dose como una lancha negraen medio de las olas de un mar de sombrerosd e 00pa; vió los asilados, los lacayos fúnebres ,d e m alís ima

_catadura, y el lucido acompaña

m iento , ejército sin fin de person as diversas ,elevadas y humildes , todo obscuro , triste yhosco . Iba detrás, en primer término , un señora l to y gordo , de presencia majestuosa ; á sulado o tros muchos , gruesos ó

flacos, y detrásu n río de levitas y chaquetas . ¡Cómo serpanteaba la fatídica procesión , cómo se de teníadetrecho en trecho

,cómo empujaba ! Era cuña

q ue en l as plazas abría la masa de curiosos, yen las calles se dejaba oprimir á su v ez

'

por

Felipe se unió á la comitiva . Tanpron to iba delante con los incluseros , tan pronto atrás , cerca de aquellos señores tan guapot es . Pero él se mantenía siempre a respetuosad istancia:miraba , y nada más . No era como elintruso y farsante Juanito del Socorro , á quienF elipe vió delante de los caballos, apartando

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3 . PERE Z GALDÓS

e l gentío con ridículos y oficiosos aspavientos .

“pensó el Doctor ; y poco después , allá cuando iban por la calle de la Concepción Jerón im a, viole atrás, pegado á losfald ones d el respetabilísimo caballero obeso yde blancas patillas que “

¡O tro m ásentrometido que JPor la calle de Toledo ,Redator distinguió á

su amigo entre la multitud y se fué derecho áél . ¡Qué facha la de Juanito ! Llevaba las m ismas alpargatasó babuchas de orillo que usabasiempre , una chaqueta de papá y una corbatanegra que su mamá le había hecho para aquel la lúgubre ocasión . Se saludaron con un parde es trujon_

es , y Juanito dijo al otro:“Estoy

Yo fuí aavisar á - la parroquia paraque llevaran los Después

,recado por

arriba y por abajo… llevar mucha papeleta, yahora traer Voy aquí con don Salustiano . éste s i que esAl decir esto , señalaba al señor grueso, per

sona de tan admirable presencia que aFelipele parecía, si n o rey, un ded ito menos . Enefecto:el Doctor vió á su amigo meterse entrelos señores que iban en la delantera del acompañam ien to, estrujándoles la ropa y estorbandoles el paso . Alguien le daba empellones paraecharle fuera ; pero él ameterse volvía . Al find e la calle de Toledo , muchos empezaron aocupar los Felipe entonces

,satisfe

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184 R.1PEBE Z GALDÓS

nad ie pasaba por allí que no fuera habitan tede la misma calle . Componían gran parte desu caserío las cocheras de la casa de Aransis ;la casa de Vargas, sola , misteriosa, abandonada, pues al parecer sólo mora en ella el espíritu de San Isidro . No se conocía en ella ninguna industria, como no fuera la de un col

chonero que tenía por muestra un colchon cito

de media vara . Había escudos sobre puertasque jamás se abrían ,

y balcones de hierro queá pedazos, corroídos por el orín , se desharátaban . Dos 6 tres casas de alqu iler, relativamente modernas , existían en la to_

rtuosa longitud de la calle . Una de ellas, la del núm . 11,

que era la que buscaba Felipe, estaba en larinconada que hadesaparecido para establecerla comunicación de aquel embudo con la CavaBaja . De modo que la casa de la tía de Miquisn o existe ya . Hay que figurarla; pero como nofaltan memoria y datos

,puede decirse que era

un edificio del siglo xvix,

'

ord in ario, vu lgarisimo

, dos pisos altos , puerta de piedra , en cííyo clave se veía grabada la comúninscripción Jesús , M aría y José, y lo demásde revoco .

"º! Nos hallamos en el rincón más interesantequizás de este Madrid que tantas curiosidadesencierra, y que hoy presenta revueltas, en algunas zonas

,las primicias de la civilización y

los restos agonizantes del mundo antiguo . Dos

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E L DOCTOR CE NTE NO

huecos tenía cada piso de la casa vetusta, queFelipe comparó , in men te, con un seis de copas . E n la ventana baja, inmediata á la puerta, no había señal de vivienda humana . Rotose staban los vidrios y cerradas las maderas .

Era el depósito de una cofradía caducada, yya se ignoraba quién tenía las llaves . En losd os balcones del principal había muchos tiestos, descollando entre ellos una grande y bienflorecida adelfa que daba alegrí9á la casa yaun a la calle toda . No tengamos reparo en decir, aunque sea indiscreto y prematuro , queallí vivíauna mujer 6 señora que echaba lascartas y tenía gran parroquia, muy tapadamente, en todo Madrid .

Si los balcones del principal eran alegritos

con tanta hierba y verdura , los d el segundoéran lo mucho más, porque en ellos el follajese desbordaba por los hierros , subía y aundaba grata sombra . Era ya una vegetación arborescen te , impropia d e balcones y que traía ála memoria lo que de Babilonia se cuen ta. Lostiestos de diversa fórma estaban unos sobreo tros ; había pucheros , cajones , tibores, mediastinajas y barrile tes , todo admirablemente cultivado y lleno de variedad gratís ima de plantas . Descollaban una higuera con higos

,un

manzano con manzanas, un níspero tambiéncon fruto , un albaricoque y hasta una parraque ofrecía en sus ya pintados racimos abun

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186 s . paa sz GALDÓS

dante esquilmo de Octubre . Y entre estas familias mayores, las capuchinas de doradas florecillas subían por la jamba, agarrándose ácuerdas m uy bien colocadas ; lo mismo hacíanlas

'

campánulas , el guisante de olor y otrastrepadoras . Achaparrados y asomando por entre los hierros , veían se los claveles, el sándalo,la hierba—buena , la medicinal ruda, la balsamina, el pere

'

il de la reina, el geranio de pluma y Otras¿pecies domésticas . Colgadas á unlado y otro de los balcones había hasta mediadocena de jaulas chiquitas con verderon es yjilgueros presos ; pero tan cantantes , que n o

cesaban ni un momento de arrojar sobre lacalle sus deliciosos trinos .

Al reconocer el número, avanzó Felipe hasta el centro del arroyo y se quedó como lelo ,

t—'mirando la casa . Era para él tan misteriosa,emblemática é incomprensible como una deaquellas páginas de la Gramática ó de la Aritmetica llenas de definiciones y guarismos queno habi a entendido nunca . Miraba y miraba,descifrando con el incipiente pruri to de s u

mente Hacía lo menos quinceminutos que

&duraba este contemplativo exa

men , cuando observó que se abrían los cristales de uno de los balcones del segundo . Por

entre el follaje distinguió una mano delgad isima que apretaba los higos de la higuera como

xpara ver si estaban maduros . Luego acaricia

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B . PERE Z GALDÓS

l a percepción visual , y lo primerito era unapareja de gatos , grandes, gordos , manchados ,

V s al ton es . Se daban a conocer primeramentepor sus" dorados ojos , alguna v ez con reflejosverdosos como los del fondo del mar

,y luego

s e d istinguían sus blandas piruetas y sus escurrid izos rabos . En la sala , repentino contraste:mucha luz esparcida y un n o sé qué de re »

gocijo . Allí aparecía de nuevo la familia gatesca

,aumentada con dos 6 tres chiquitos y muy

monos, y reforzada con vivaracho perrillo, elcual no cesaba de ladrar ó de rezongar, debajode un mueble, todo el tiempo que duraba la

v isi ta .

La sala tiene que ver . El que n o sepa guardar las formas respetuosas que exigen ciertoslugares consagrados por el tiempo y la virtud ,

que se vaya a la calle y me deje solo . Solo yextático contemplaré el nogal de aquellos sillones y me8as, bruñido por la edad y el aseo ;nogal que salió de los primeros árboles qued ieron cosecha de nueces en el mundo . Admiraré aquella madera tan fregoteada, que algunas cosas de mérito se hallan deslucidas y feasd e puro limpias .

¿Quién no hace ema reverencia ante el paleon tológico sofá, in teresantísimo , pintado quefue de rojo y oro, con patas curvas y dos respeldos tiesos con cojin cillos de tela encarnada ;pieza de tal forma

,que el que se apoyara sin

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E L DOCTOR CENTE NO

estudio en cualquiera de sus costados, corríapeligro de romperse un codo? Vargueno y tablas que en esta pared estáis , ¿quién os lavótanto que os quitó la mitad de la pintura ycasi todo el dorado , deján doos en los… huesos?Los candeleros de oro echan chispas de sus repulidas facetas , y hasta la estera de junco ,amarillosa con golpes rojos , parece que se compone de varillas metálicas, según lo lustrosaque está… Veamos esas láminas . Sus rótulosn os dirán lo que representan:D ian a, hallán

d ose con s us n in fas en el baño , sorpren d e y

d escubre el estad o in teresan te d e la n in fa Ca

Jun o con v ierte á Calis to en M a

ti lde , herman a d e Ricard o Corazón d e León ,

d esembarca vestid a d e monja en la Tierra SanM atild e ve d M alek M alck—Adnet

roba d Mati ldc, y echa á correr con ellap or los

d es iertos campos . Á esta otra " parte hallamosalgo m ás que. admirar:Vista d e M ahón y sus

Muy bien . Pero lo que más n os

cautiva es una miniatura sobre marfil,m oni

sima , graciosa de contornos , transparente yfina

,de color . Es retrato de esbelta y delicadajoven , como de quince años , de negros ojos yensortijado cabello . Su talle es alto

,muy alto:

sucuerpo enjuto , enju tís imo . Con su mano derecha nos muestra una rosa, tamaña como uncáíiamóf1,—y en la izquierda tiene un abanicosemi-abierto , en el cual se lee su bonito n om

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B . PERE Z GALDÓ_S

b re:“Isabel Godoy de la Hinºjosa . , La fechae stá borrada .

El gabinete que con la sala se común ica po—d ría llamarse bien el museo d e las cómodas ,

porque hay tres… ¿qué tres? Al entrar vemos

que son …cuatro , de diferente forma y edad ,s iendo la más notable un a pan zud

, estiloLuis XV,

pintada de rojo y oro . Su vecina es

de taracea, y ambas ostentan encima cofrecillos y algún santo vestido con ropita limpia

,

búcaros con flores y tocador de aquéllos quetienen el espejo mon tado a pivote sobre dosc olumn as . Almohadilla con muchos alfileres yagujas no fal taba en otra de las cómodas, lacual sostenía también un camello de porcelanacargado de un montón de botellitas y copas delimpio cris tal .Brasero de cobre sobre claveteada tarima

ocupaba el centro del gabinete ; pero n o le veríais lleno de frías cenizas ni de brasas ard ientes , pues jamás , ni en invierno ni en verano ,sirvió para calentar la habitación , sino que hac ía diariamente el papel de búcaro, ostentandoun gran ramo de hierbas

'

olorosas y algunasflores . Era pebetero más que estufa . En vez decalentarse con fuego , sin duda la habi tadorade aquel recinto se con fortaba

con aromas y setemplaba con poesía .

Ya llega:vedla salir por la puerta de su alcoba, y venir afable y obsequiosa a nuestro

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192 -B . PEREZ GALDÓS

sentían . Calzaba zapatillas con suela de fieltro ,y su cuerpo, más que compuesto de huesos ymúsculos , parecía un apretado y enjuto lío dealgodón en rama . Su cara, como observó muyb ien Felipe, era cual las de las muñecas debarniz , con un rosicler intenso y extraord inario lustre . Por don especial de su n aturaleza,aquel lustre purísimo le d isimulaba las arrugas, y su estirada piel se había endurecido , tomando aspecto de porcelana . Atribuía ella estavirtud a la costumbre de lavarse y fregotearsebien con . agua fría y jabón de Castilla _to__daslas mañanas

,y darse luego unos res tregon es

que la ponían como un tomate . Se envolvía lacabeza con un pañuelo de hierbas , cruzándoloy an u dán dolo con cierto arte aestilo vizcaíno ,dejando ver parte de sus cabellos blancos yensortijados como el vellón del Cordero Pas

N L

Cual .

y… Tenía un fanatismo que la avasallaba:el dela l impieza . Su vida se distribuía en dos clases d e ocupaciones , correspond iendo aun a división metódica d el día en dos partes . Por lamañana , consagraba tres horas a la parro

[quia de San Pedro , donde oía cuatro 6 cincomisas . Desde que tornaba á su casa hasta lanoche

,pasaba invariablemente el tiempo lim

piand o todo , frotando el nogal de los muebles ,lavando con un trapito las imágen es de madera y los cristales de los cuadros, persiguiendo

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EL DOCTOR CENTENO 193

el polvo hasta en los más recón d itof h'

ueque

cillos , dando sustento á los pájaros y limpiandoles los comederos

,las jaulas , lOs palitos en

que se posan , regando las flores de sus amenosbalcones . Esto n o había tenido variación en”

muchísimos años , ni lo tendría hasta el acaba-lmiento de doña Isabel Godoy de la Hín ojbsa .v

La limpieza general ¿se hacía diariamente . Yan o era cos tumbre , era un dogma . Tenía doñaIsabel un a,,oriada, de edad madura, de todacon fian za , y en tre ambas se repartían el trabajo por igual . Doña Isabel barría también , sacud ía, es tropajeaba, llevaba muebles de f—aquípara allí, y metía sus activas manos en todo .»

¡Comer' Aquí viene un o de los aspectos(para hablar el lenguaje de la Historia)másnotables . del carácter d e la Godoy . El aseo,llevado al frenesí

,se man ifestaba en ella para

lelame n te á los escrúpulos en materia de alimento , de tal modo , que n o entraba por la bocade la dama cosa alguna que no aderezara ellamisma; pues ni de su criada , más que criada ,amiga, se fiaba para esto . No comía carne devaca, porque siendo este artículo de muy poco6 ningún uso en la Mancha, su patria, siempre lo miró co

qrepugnan cia . Cuando se dign a

ba admitir en»su cocina medio cabrito , ó recental , ó bien gorda gallina, lo lavaba tanto yen tantas aguas, que le hacía perder toda substancia . El vino no lo probaba, por ser de las

43

l

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194 D .

-

'

PEREZ eM ós

cosas más sucias que existen . El pan de lascad e retro . El ordinario de Quinta

nar le traía mensualmente hegazas _duras ybollos y tortas , con otras cosas de que se hablará más adelante . En et '

choéolate ponía doñaIsabel todo su esmero , por ser lo que le gustaba más y lo único que:—tomaba con deleite .

No compraba nunca el de los molinos y fábricas , que se compone de mil ingredientes nocivos 6 asquerosos:llevaba un mozo á la casapara que le labrara la tarea de cuatro

º

meses ,y ella le inspeccionaba, sin quitarle la vista deencima

, por si se atravesaba”

i1ha mosca ó se lecaía al buen hombre de la trabajadora frentealguna gota de sudor… Luego hacia ella misma la onza de cada mañana en una cocin illade espíritu, y ponía en esta operación un cuid ado, un esmero , que ni los del sacerdote ,manejando el Pan eucarístico , . se le igualara .

Acompañaba el chocolate, n o de mojicones ,no de bizcochos traídos de las tiendas , sino deunos como pirué tan os ó cachirulos que le Mandaban las monjas Franciscas del Toboso .

Delicad ísima y llena de ascos en materias decomer, doña Isabel no podía pasarse sin losm anjares y golosinas d e su tierra . EFa de esaspersonas refractarias á la adaptación alimenticia, y que por do quiera que van han de llevarel bocado con que las criaron . Su olla era enteramen te castellana por los cuatro costados ,

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196 B . PERE z GALDÓS

pio en un decir Jesús . También se lo manda .

ban en la forma que llaman rollos, envuelto enm asa de harina y aceite, y acompañado interiormen te de huevos , chorizos y jamón .

Con estos elementos aderezaba diariamentela señora su comida . En Cuaresma hacía lo quell aman por allá un d e patatas , y el díadel Corpus“, por ser mbre inmemorial éinfalible en la tierra,:n o podía fal tar en sumesa cordero con arroz . Has ta los postres venian del Toboso ó de

_Quintan_ar por mano deaquel bendito ordinario. Consistían en el man

jar más inocente del mundo , que de ordinarios irve para suste pajarillos:cañam ones tostados . A le gustaban mucho ,y ningún día, á de gran ayuno , de

jaba de comerse un a doc Las Franciscasdel Toboso solían mandarle a men dras garapiñadas , que eran su especialidad . Con ser manchega de pura raza y tener sus propiedadesarrendadas para el cultivo del azafrán , doñaIsabel no usaba nunca esta droga tin tóreaf Porlas infusiones teínas de d_iferen tes hierbas t eníaverdadera pasión , y

—un 'surtido y acopio tanabundantes, que le faltaba poco a la casa paraser la m ás completa herbolería . No se acostabas in tomarse un tazón de salvia ó de m an zan i

lla, según los casos ; á veces d e hierba - luisa .

Jamás probó el té chinesco, y el café n o lo con ocía m ás que de nombre .

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E L DOCTOR CENTENO 197

La .eriada, que desde luengos años la servía,e ra una mujer de bastan te edad ,

" toda cargadad e refajos verdes y amarillos,—y con gran moñode trenza, atado con cordón que terminaba ene l huesecillo que llaman higa,

para librarse .

d el mal de ojo . La comunidad de vida con

d oña Isabel la asimiló pasmosamente con ésta .

P egáron sele primero los escrúpulos, luego losgustos

,las Costumbres, y, por último, el modo

de hablar y hasta la Últimam en —Xte todo era en ellas común:el trabajo , la co

mida, los rezos y hasta los pensamientos .v

Sólo el que frecuentara la casa habria podid o separar bien aquellos dos rostros y caracteres

,destruyendo la aparente combinación o

cambio molecular que entre ellas había, y dar *sla cada una lo suyo , presentando aTeresa cualmujer sesuda, grave y de bien sentados razon amien tos ; haciendo ver, por el contrario, end oña Isabel un cerebro soliviantado, dentro delcual parecía que trin aban con más gusto quee n sus jaulas todos los v erderon es y jilgueros

que en la casa había .

V

Historia . Doña Isabel Godoy de la Hinojosae ra tia de la madre de nuestros amigos Augusto y Alejandro Miquis .

No atendáis al olor de privan za que aquel

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198 8. PERE Z CALDOS

apellido tiene, para suponer parentesco entrees ta familia y el Príncipe de la

&Paz . Aunquede procedencia extremeña, es tos Godoyes nada .

tenían que ver con aquél por tantas razones fam os ís imo y m ás desgraciado que perverso .

.

Des de el siglo pasado aparece prepotente en Almagro , y poco después en el Toboso y en Quintanar, la estirpe de doña Isabel , consagrada a…la prºpiedad terri torial y á la caza . Y fué tanfecunda en segundones , que dió al Estado m ásde un consejero de Indias , muchos guardias deCorps al Ejérci to , á la Iglesia regular y secular doctos deñn idores y capellanes de ReyesNuevos .

Doña Isabel y su hermana , llamada doñaPiedad , fueron la única sucesión del don Gaspar Godoy, uno de los más frondosos y enhiestos ramos de aquel tronco de los Godoyes man

4 chegoe. Eran ambas hermanas discretas , bonitas , in s truid itas , bien educadas y tirando alosentimental , conforme a las costumbres y á lali teratura de aquellos tiempos . Dígase tambiénque la trad ición las designaba como las person as m ás leídas de toda la Mancha . Se sabíancasi de memoria la Casan d ra, novela de tantosentimiento

,que el que la leía se estaba llo

rando á mo co y baba tres meses . Conocían también otras obras, muy en boga entonces, comoIps iboe y E l Solitario, del vizconde D

'

Arl in

court,llenas de desmayos, lloros , pucheros y;

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200 B PEREZ GALDÓS

natural que la solución y término de esto fuera el m as n o sucedió así . De lanoche á la mañana, con pasmo y hablilla de

q todo el pueblo , Herrera se casó, n o con doñaIsabel , sino con s if hermana .

Guardó la ofendida las apariencias de con

formidad , y ni en su rostro ni en su lenguajerevelaba el dolor de la tremenda herida, quesólo cicatrizaron los años , muchos años, y unsosiego y régimen de vida muy reparadores .

Las dos hermanas se querían entrañablementelo mismo antes que después del repentino in explicable cambalache . Piedad tuvo una niña , y

º

x)m urió al año de casada ; murió , ¡ ay ! según sedice, de ignorada y misteriosa pesadumbre ; deuna tris teza que le entró de súbito y la fué secando, secando, hasta que , no teniendo másque los huesos y el alma

,és ta se partió sin do

lor, porque nada había ya en aquel cuerpo quepudiera doler . Poco tiempo después del fallecimien to de su mujer, Herrera se fué aAmerica

,en donde hizo dos cosas igualmente desati

nadas:se volvió acasar y se murió de la fiebre .

A la niña que nació de Herrera y de PiedadGodoy, pusiéron la también Piedad , por sereste nombre el de la patrona de aquellas tierras , y tan común allí, que n o hay familia donde n o haya un par de Piedades . Crióla con extremado mimo doña Isabel , que aella se consagro, hacien do voto de sol tería eterna . No se

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E L DOCTOR CENTENO

consideraba tía, sino verdadera madre ,por exeltación de su espíritu y maniobra su tilísima desu entendimiento . Consumada idealista, empapando sin cesar su espíri tu en la memoria deu ermana, había logrado realizar el fen ómen o psicológico de la transubstanciación . En suss oledades y abstracciones habia llegado á decircasi sin pensarlo:“Yo soy yo soy mi

Y otra vez se le escaparon estaspalabras:“La que se murió fuéLa Piedad pequeña creció al lado de su tía

y otros parientes . Mimáron la mucho y la querían con del irio . Todo iba bien , todo fué regocijo y paces hasta que llegó á ser mujer. Aquív iene el punto capital de esta historia retrospectiva y el motivo d el singularísim o aspectocon que se n os presenta doña Isabel . La ado

rada, la mimada , la enaltecida hija—sobrin a deesta señora

,la heredera de los claros nombres

de Herrera y Godoy, se en amoriscó de un talPedro Miquis ; resis tió tenaz y heroicamente laoposición de su familia ; se dejó depositar y secasó con ¡Abominación ! Los Miquis habíans ido criados de los Godoyes . V

¡Pobrecita doña Isabel ! El espanto y dolor V

que el caso produjo en ella n o son para referidos . Parecía increíble que este nuevo trespes o de su corazón , añadido á las llagas pasadas,n o le quitara la vida . Decía con toda su alma“Mi niña ha muerto . , Porque pensar que ella

V

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202 B. PEREZ GALDÓB

había de transigir con tal ignominia, era pensaren las nubes de Llena de tesón

,hizo

la cruz al Toboso , á Quintanar, á toda la Mancha ; escribió en su corazón un segundo epitafio, y se vino a Madrid . Su odio a los M iqu isera tan profundo , estaba tan entretejido con

sus convicciones , que en cuanto se tocaba estepunto , rompía en una charla de tarabilla, y suin terlocutor, aburrido , tenía que marcharse y

N dejarla hablando sola . Nombrar alos Miquisera nombrar lo más bajo de la humanidad . Los

Miqu is del Toboso eran escoria, desperdiciosde nuestro linaje . En semejante muladar h abía caído aquella temprana rosa . No era posi ==ble sacarla ; y aunque se la sacara con pinzas ,¿de qué serviría ya?Los años suavizaron un tanto estas aspere

zas . Después de escribir muchas cartas cariños ísimas y humildes á su tía—madre , la Miquisconsiguió obtener una contestación , aunquemuy desabrida . De allá le enviaban regalitosde arf6pe, lomo en manteca , bollos y cáñamones tostados , sin conseguir que aceptara:P orfin aceptó algo , y las relaciones se res tablecieron fríamen te, por escrito . Pasados quinceaños, el lenguaje epistolar de la tiíta I sabeldespedía cier to calor . El tiempo,que tantasmaravillas había obrado en ella, hacía nuevaconquista de paz en su indomable espíritu . Lareconciliación con Piedad llegó aser un hecho ;

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d os días no se apartaba de su olfato aquel maldito olor de orégano y anís

,que eran in sepa

rables de la imagen de su tía,del recuerdo de

l a casa, de los pájaros y del camello que esta*¡ ba sobre la cómoda .

O tro motivo de disgusto para Alejandro eraque la tiíta no se recataba de manifestar descaradamen te ante él su desprecio d e los Miquis, de su padre ytíos , tan queridos y respetados en toda la Mancha

,y les daba nombres

chabacanos , como los Micifuces , los M engues ,

los Micomicon es .

w “Tu abuelo— le decía,— fué mozo de mulasen mi casa , cuando yo levantaba tanto así Eraun bruto . Me parece que le veo con su gorrode pelo y su manta al hombro . Sus hijos seengrandecieron , como se engrandecen todoslos brutos en estos tiempos de faramalla y de“e quivocaciones . Uno compró bienes del cleropor un pedazo de pan , y se hizo rico negociand o con la fortuna de la Iglesia, con lo que es deD ios y de sus ministros . Gumersindo Miquisy tu padre también han hecho mil picardíaspara enriquecerse . ¡Qué manera de juntar dinero ! Con la contrata del ñ61ato , vejando ymartirizando á los pobres paletos que entraband os docenas de Un a vez desnudaroná una pob re mujer ,

que en tiabamedia sarta dechorizos en el refajo . Eran odiados en toda la

Gaspar Miquis ya sabemos que con

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EL DOCTOR CENTENO 205

tratando carreteras ha hecho un capital . As í

están aquellos caminos . Donde debía ponerpiedra ponía barro , y el puente sobre el Jigiíela cre o que lo hicieron de En las Casas Consistoriales de Quintanar hay cada ex

Pero ellos, ya se sabe , sacando votos para los diputados han hecho lo que hanquerido y se han burlado de la E n

'&ºmi tiempo

,hijo , había, sí, ladrones de cami

n os , gentuza mala,es verdad ; pero no había“caciques, no había estos salteadores públicosque hacen lo que les da la gana:oprimen al

pobre, roban al rico , amparados de la política . y

¿No es un horror ver a Gaspar Miquis repartiendo las contribuciones y echando á algunostan tísima cuota , mientras él , que es el primerpropietario de Criptana, n o paga nada? Tu papaito también es buena pieza . Compra el azafrán aseis duros , valiéndose de la miseria delos pobres labradores , y luego lo vende á. ca

Así se han hecho poderosos . Yo m e

acuerdo de haber visto al padre de tu abuelo ,a tu bisabuelito , si, venir á casa todos los sábados a recoger las limosnas que daba papá .

Aquel viejo , con ser mendigo , era m ás decente que todos sus hijos y nietos . Úl timamentese entregó á la bebida ; pero cuando estaba buen o, tenía mucho arte para coger cangrejos delJiguela, por Cuaresma, y le traía espuertas llenas apapá, que gus taba mucho de

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Don Pedro Miquis n o participaba de es ta inq uina, y en las cartas á su hijo solía poner unpárrafo como éste:“No dejes de visi tar confrecúen cia á la tiíta Isabel , y aguán tale sus

O tras veces le decía:“Cuidado conla tiíta. No te incomodes si la oyes decir algún disparate . Esta buena señora tiene la cabeza como Dios quiere . Siempre fue lo mismo .

No hay que llevarle la contraria, sino decirleá todo amén , aunque luego n o se haga lo que

Ya hacía tres años que Alejandro estud iaba, cuando en una carta de su padre hallóesto:“Ha llegado don Santiago Quijano y meha dicho que la pobre está rem atadam en te

loca . ¡Pobre señora ! Visítala ; sírvela en lo quepuedas , y trátala con tacto y estudio para n o

Casi en los mismos días en que Alejandrorecibía esta

"

carta, su tía, hablando con él decosas de la Mancha y de antepasados , que erala conversación más de su gusto , le dijo asi:“¡Ay ! qué trastada le v oy á jugar a los Mi

Y el regocij o ponía extrañas claridades ensus ojos ; se reía y daba palmadas , aplaud iénd ose a si misma , como los niños cuando es táncontentos ó proyectando alguna travesura . Ale

j andro nunca le pidió explicaciones de estasrarezas, porque siempre que la Godoy ponía deoro y azul a sus enemigos , él , entre avergon

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208 B . PERE Z GALDÓSV tan las herej ías y maldades , poco ha de quedar . Pero sea lo que quiera, si en ciencia valenmás , lo que es en urbanidad y en modales están muy por debajo . Y si no, dime tú , ¿conoces entre tus amigos alguno que sepa trincharun ave en una mesa de cumplimiento? ¿Cuálhabrá que sepa sentarse derecho en una silla ,decir fin uras á una dama, y sostener con ellaconversación amena, cortés y escogida? Ninoguno . Todos son unos Ordinarios ; que sólo sáben decir palabrotas , recos tarse en los asientos de los cafés, disputar á gritos , escupir enel suelo y ponerlo como una es tercolera, fumary expresarse como los jayan es y matachines .

Poco del mundo actual conozco , porque n o

salgo de mi casa ; pero lo poco que he visto meda mucho asco… Es menester que tú n o te parezcas á esos gandules de los cafés ; es precisoque adquieres buenos modales , que seas fino,que frecuentes la sociedad , que te hagas presentar en alguna hones ta reunión, y que huyasde las tertulias hombrunas , donde n o se apren

'

Nflen más que groserías .

Para tenerla contenta, y siguiendo el con sejode su pad re , que le ordenaba llevar en todo elgenio á la tiíta, Alejandro le llen aba la cabezacon éstos y o tros in ocen t %embustes“Pues

, tiíta, yo voy todas las noches á unatertulia de señoras finas , donde no se hablam ás que de cosas Me van a llevar a

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E L DOCTOR CENTENO

los bailes de la Embajada de Austria , para locual me he encargado ya el frac…Tengo pensado ir a Palacio . Un amigo quiere presen tarme á SuE n tusiasmábase con esto doña Isabel y

decía“¡Así, así te Lo de ir aPalacio á

besar la mano de esa perla de las reinas ,me enamora . Yo , si n o estuviera tan vieja, iría tam -V

bién… Tengo prometidá“

un a'

v isita á Su Majes tad ; pero ¿para qu é quiere la señora ver v ejestorios en su real casa? Yo rezo por ella y porla felicidad de su reinado , así como por todoslos príncipes ¡Viva Isabel , y muera la cobarde facción ! “3

Para concluir . Doña Isabel Godoy era supersticiosa en grado extremo ; fenómeno que , si se ,Jexamina bien, n o es incompatible con la devoción maniática, ni con los rezos de papagayo .

Con ser una de las principales ostras de losbancos parroquiales de San Pedro y San Andres , m ás raíces tenían en el espíri tu de estaseñora ciertas creencias y temores vulgares quela pura idea religiosa . Cierto que ella defendíacon rutinario tesón los dogmas de la Fe ; peroles añadía in números suplementos, fundadosen todo lo vano, pueril y ñoño que ha imagi

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vJ

B . PEREZ GALDÓS

n ado el miedo y la ignorancia del pueblo . Creíaen las fatalidades del núm . 13

, de la s al vertida y de los espejos rotos ; sentía horror delmurciélagó, por supon erlo emisario del Demonic º atribuía mil ridiculeces al erizo ó puercoesp1n ; creía, como el Evangelio , que las culebras mar

'

nan y que hablanu

las cigu eñas ; que haygallos que ponen huevos, y que el pelícano sesaca la sangre para alimentar á sus polluelos ;sostenía la existencia de los dragones , salamandras y basiliscos con sus propiedades mitológicas ; creía también en el ave fénix y enlas influencias de los astros benignos ó adversos y de los cabelludos cometas , precursoresde calamidades ; daba fe a la influencia de laimaginación materna, sobre el crío y á los antojos ; prestaba crédito a las buenaventuras delos gitanos, y era para ella artículo dogmáticola existencia de los zahorís , personas que , porhaber nacido en Jueves Santo , tienen la virtud de ver lo que hay bajo tierra . Como la propia doña Isabel había nacido en Jueves Santo

,

se tenía por zahorí de lo más sutil y agudoque pudiera existir . Igualmente daba oídos álos saludadores , que todo lo curan con saliva ,y á los embrujados . No había quien le quitarade la cabeza que hay personas que akojan ,

esdecir, que hacen mal de ojo, y matan ó res ecan á los niños sólo con m irárles . Los sueñoseran para ella revelaciones de incon troverti

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212 B . PERE Z GALDÓS

sus trabajos de car tomancia un aposento conmuchas imágenes de santos, alumbrados convelas verdes , y sobre una mesa bon itís ima hacía sus juegos y arrumacos . Según lo que se lepagaba , así eran largos ó breves los aspavien

tos y el quita y pon de naipes,todo acompa“ñado de palabras obscuras .

Doña Isabel se iba siempre á lo más gordo,haciéndose aplicar la tarifa máxima

,que le

aseguraba misterios muy hondos y desconocídos . ¡E terno anhelo de ciertas almas ,

'

ver lo

distante, con ocer lo que no ha pasado aún , robar al tiempo sus secretos planes, plagiar aDios

,y hacer una escapada y meterse en lo in

finito ! Doña Isabel había'

con sul tado últimamente un negocio de la mayor importancia .

Cortada la baraja con la mano izquierda, y div ididos los n aipes de cinco en cinco , la pi tonisa había con tado de derecha a izquierda (usoorien tal)explican da la significación de los queaparecían en la sép tima y sus múltiplos . Veamos:el tres d e capas anunciaba un negociopróspero ; el rey d e espadas , que un letrado semezclaría en el asunto ; el caballo d e copas , 6

sea el Diablo , procuraría echarlo a perder ;finalmen te ,

'el as d e aros decía clarito , comotres y dos son cinco , que todo saldría por marevilla, y que el maldi to renegado caballo dec0pas ( léase don Pedro Miquis) quedaría con

fundido , maltrecho y hecho pedazos .

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E L DOCTOR CENTENO 213

Vivía doña Isabel de las rentas de sus tier ras, que no eran valiosas . Casi toda su iortnna estaba en fragmentos 6 piezas muy pequeñas, disemin adas por los términos de MiguelEs teban , el

-Toboso y Villanueva del Gardete .

Junto a las lagun as de Ruidera poseía unase stepas salitrosas de más de dos leguas , qi1e n ole daban veinte duros al año . Las piezas de valor ten íalas arrendadas á los labradores pobresde la comarca, que cultivan el azafrán , esadroga que debiera llamarse oro vegetal , porque vale tan to como el más fino de la Arabiaó el de los peruanos m ontes . No obstante, los

que crían y peinan las .doradas hebras de estarica florecilla son los más pobres de la Mancha,porque el cultivo del azafrán es muy costoso ye l que exige "

embebe todas lasg anancias . Doña Isabel vivía

,pues

,de esa pin

tura de las comidas españolas ; droga, además ,d e valor en la farmacia yen la industria tintórea .

“ Sus tierras daban los menudos hilillosd e oro, que el mercader coge con respeto en

'

las

puntas de los dedos para pesarlo . Se cotizabaantes aon za la onza, es decir, oro por oro . Hoyvale doce duros y aún menos .

El administrador de la señora en el Tobosose enten día con Muñoz y Nen es , Notario deMadrid , manchego , y éste entregaba m ensualmente á doña Isabel una cantidad n o grande ,pero sobrada para sus necesidades . Todos los

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214 B . PERE Z GALDÓB

años , al dar cuentas , recogía los ahorros de laseñora para ponerlos a interés .

Vamos al negocio .

— E n la dirección de laDeuda tenía doña Isabel un expediente de liquidación y conversión de juros . El origen dee s te papel era un préstamo hecho por Godoy ála Real Hacienda, allá en tiempos remotísimos ,con la garantía de las alcabalas de Almagro .

Solicitó la señora la conversión con arreglo ala ley del 55; pero lo que pasa . . . el expedientese e ternizaba en el encantad o laberinto den uestras oficinas . Por dicha , desde que lo toin opor su cuenta Muñoz y Nones , el expedienteempezó adespertar de su letargo , dió señalesde vida , fué de aquí para allá, de mesa en mesa

,de departamento en departamento , y ahora

me le echan una firma, después dos , ya le añad ían papelotes, ya le agregaban números , hasta que por fin se le señaló día para salir deaquel Purgatorio, y fué un hecho la conversiónde la antigua deuda por renta perpetua del 3por 100.

Es incalculable lo que pierdeº

el dinero enes tos traspasos y caídas al través de la tortuosa Historia nacional . Los reales que losGodoyes

,con patriótica candidez , prestaron al

Rey, quedaban reducidos , a causa de los rozamientos financieros , a reales . La tercera parte era , según convenio , para Muñoz yNones . Doña Isabel percibió reales . ¿A

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216 B . PEREZ CALDÓS

No, no puede El salvaje metería sus uñas al No

,no ; d igo que

n o . Veamos:¿cuál es el pecado de aquel bárbaro entre los bárbaros? La - avaricia . ¿Cuál esel castigo del avaro?

'

La forzada liberalidad .

Pues yo hago forzosamente generoso al M aci

Vfuf, y le doy grandísima desazón entregandoel dinero á su hijo y mi nieto, no para que logaste en golosinas , no para que lo tire conamigotes soeces

,sino para que lo emplee en

buenos libros,para que emprenda algún ins

tructivo viaje, para que se haga ropas muymajas con que ir a las embajadas y al Real Palacio, para que se afine y decore , viva comoun caballero y sepa ilustrar el hermosísimo%ombre de Herrera . ,

Esto pensó,esto d 1j o, y se estuvo riendo tres

horas seguidas . Aquella noche soñó con lavenganza que de los aborrecidos M engaes to

maba, y vió á don Pedro zumbar en torno asucabeza en forma de caballi to del diablo . Peroella, valerosa, le decía:“Rabia , rabia, que eldinero n o es para tí Revienta

,Judas ; muérete ,

Desde que Muñoz y Nones le dijo:“La cosa

e s hecha ; esto es claro como la luz del mediodía:la semana que entra le traigo a usted su

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E L DOCTOR CE NTENO

d inero…doña Isabel creyó oportuno comunicar su vengativo pensamiento al buen o de Ale

j andro , el cual lo tuvo , justo es decirlo, por elm ás disparatado que

"

podía nacer en hum anocerebro . Ya tenía él vislumbres de que, en eld e su tiíta, la—cggl tidad de seso iba m erman do

rápidam en tej —pero al”

llegar aquella"

:ocasión , lo

juzgó completamente vacío . Cosa más inveros ímil y absurda n o había él oído jamás . Seavenia bien con la casa de su tía

,y con la per

s ona de ésta; persona, casa, tra to y aliños enque todo semejaba,

embrujam ien tos y hechicerías . Mas como era tan en provecho suyo lalocura que la dama—cometía ; como en aquellosd ías estaba esóasís im e—de dinero y sólo abund ante de compromisos

,deudas y necesidades ,

no tuvo nad a que decir contra la generosa oferta . Eso si:cuando la Godoy le puso por condición el honrado y juicioso empleo del dinero ,hizo él votos solemnes de consagrarlo á su m ejoramien to social y ¡Pues á fe queera poco formal ! En la vida más entraría en uncafé:todo el que quisiera verle , que le buscaraen las bibliotecas , en las cátedras , y por lasn oches en algún salón de embajada ó en cual

quiera palaciega tertulia , d onde el tra to deñn ís imas damas perfilara sus modales .

“E so, eso, eso— dijo la tiíta con crédulo al - N

borozo .

—Si no lo haces así , perderemos lasamistades . Ya ves, sería un cargo de con cien

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B . PERE Z CALDOS

Bueno , pues la semana que entra… ¡Caº

NI ball i to del diablo,Al decir es to , la aris tocrática manchega n o

se estaba quie ta , sino que iba de un paraje áo tro de la sala, sin dirección ni . tino , trémulay como picada de la tarántula . SUS brazos hacían la mímica de apartar algo que revelaba

en su alrededor , .y sus ojos echaban unos refiejos plateados y

'

v erdosos que habrían dado áMiquis mucho miedo si éste no hubiese vis terepetidas veces a su tiíta en tan las timoso estado .

Ahora se comprende el desasosiego de Ale

jandro en lºs días que mediaron desde la promes a de su t ía hasta la realización del donativo . Estaba el infeliz muchacho como el que padece obsesión , pensando siempre en la fortunaque se le ofrecía, lleno de dudas y congojas .

Porque el dinero le venía como aguas de Abril .

¿Y si después de prometérselo resultaba quetodo era un es trafalario juego de los derretidos sesos de su tie…? Si el metal entraba ensu bolsa , creeríase el más venturoso de los nacidos ; si todo era una burla, ¡ qué horrendodesengaño ! Por esto en la noche del sábado nose le podía sufrir:tan caviloso y pesado estaba . Sin explicar el motivo de su pena, á todossus amigos n os pedía que le tomáramos el pulso… Tenía fiebre .

“Y quién sabe—decía .

—Puede ser que la se

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220 B . PERE Z GALDÓS

v atºrio, donde estaba Alejandro, más muertoque vivo , cual en día de examen , llenº de ans ias y sobresal tº . Sus dºs

_a_migos se habíani do al entierro , y él se qued ó solo , paseandode una casa a otra . Diole Felipe el recado , yel estudiante , que con las nuevas verbales sentía en el alma los turbulentos halagos de la _é s

paranza sin perder sus dudas,gltizº propósi to des alir de ellas al mºmen to, ,

corrien do a casa desu tía .

“No puedo pasar la noche en esta in certidumbre afirmó resueltamente . Vamosa llá .

Al decir “vamºs…Felipe se cosió á los faldones d elmanchego ,y éste, en un rapto de amistad, de generosidad , de benevºlencia , que erane l destellar más cºmún de su alma, le dij o asicuando iban por la rampa abajo

Y “Te tºmo de Si es to me sale bien ,

serás mi mi escuderº,porque verda

d eram en te ¡Qué lejos está esa called el El ºtro

,de purº asºmbrado y

agradecido, n º decía nada . En su alma se había metido también una desusada grandeza,una esperanzaem bargan te , un pedazo de cieloque entró en su cuerpo cºn el aliento y se leatravesaba al respirar . Ambos tenían una suer

V te de inspiración,de Dios in terior que les agi

taba y les hacía pensar,si n o decir, cosas ad

¡Y cómo cºrrían ! La noche es taba

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E L DOCTOR CE NTENO 221

próxima, y Alejandrº anhelaba llegar de día ,porque la Godoy tenía la cºstumbre de echartodos los cerrojos de su casa a la hora en quese acuestan las gallinas . ¡Ay ! a todo términº ,por lejano que sea , llegamos al fin , y ambosmuchachºs entraron en la calle del Almendro¡Qué sºledad , qué paz ! y ellos dºs ¡qué palpitación de corazones, qué latido de arterias ! Llcvaban en si tºda la vida que faltaba al dormido barrio , y podrían derramarla á raudales sobre aquel vacío escenario de las aventuras matriten ses de otros siglos .

La casa del seis de copas estaba aún abier

Adentrº . Llamaron á la puerta de aqueltemplo de la Quiromancia . La mente de Ale

jandro ardía con vagorºsa luz , desparramaday flotan te como la llama que baila sºbre el alcohol . Sorprendida quedó doña Isabel de versevisitada pºr su sobrino ahora tan in tempestiva , pues nunca lo había visto en su casa denoche . También mostró la señora alguna extraneza al ver aFelipe .

“Es un chico que me acompaña y me hacerecadºs…dijo Alejandro con voz trémulaPermaneció Felipe en el recibimientº , sen

tado sobre un cajón , y al punto rodearon le los

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222 13. PEREZ GALDÓS

—gatºs y el perrillo, cºn tantas pruebas de amistad , que él les estaba muy agradecido . DoñaIsabel entró con Alejandro en el gabinete del as cuatrº cómodas, alumbrado por un cand ild e cuatro mecheros , de aquéllºs bien labradosy pesad ís im os que van desapareciendo con laindustria española . Lo primero que hizo la señora fué tomar una mano de su sobrinº y acercarla á la luz para mirarla bien , diciendo:“¡Qué uñas !… ¡Pero,Alejandro sintió vivamente haber olvidadº

aquel detalle, pues la primera condición paraag radar a su tía era el aseo .

“Es estuve tºda la tarde revºlvien dºl ibros muy—Pero d i—prosiguió ella observán dºle la

rºpa .

—¿No tienes cepillo en casa? ¿Pues y

e sa cabeza? Parece que te has peinadº con una¡Qué niños éstºs del día !… Luego

queréis agradar a las damas . No sé cómo haymujer que ºs Verdad que ellas estánbuenas también . Muy emperejiladas pºr fuera, y luegº , si se va á Veremºs si temodificas

,ahºra que no te fal tará

Al oir esta última palabra, Alejandro se estremeció de íntimo placer . Lºs dedos de unad ivinidad escºndida y misteriosa le acariciaban las entrañas .

“¿Pero —dijo la tn ta cºn vacilación ,

a cercandº sus manºs de torneado marfil á la

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224 B . PEREZ CALDÓS

embalsamadas . Lºs dedos de la señora abrie

ron la tapa'

d e una caja , que tenía encima un abºnita pintura de Adonis herido

,y espirando

en brazos de Venus . Dentro vió Alejandrolas que fueron rºsas y eran ya una masa secapero aún olorosa , cual momia que conservaratambién momificada el Después apareció un retratº , preciosa miniatura . Era un joven muy guapº , pálidº , con los cabellos encrespados y Alejandrº se inclinó ,movido de curiosidad , para ver aquella imagen , que al pronto creyó la de su abuelo ; m as

doña Isabel , con m ovimientº rapid ísimo y airado

,le apartó d iciendº:

“Quita de aquí tus ojosEl se apartó con discreción , no sin atisbar

algún paquete de cartas de cºlºr amarillo , atadas con cin tita roja , de las que sirven de marca en los devocion arios . De debajº del paquetesacó al fin la tiíta una cartera de terciºpelº , yde la“Aquí tienes tuAl . decir esto , despedían sus ºjºs los mismos

fulgores plateados y verdosos que Alejandrehabía observadº ºtras veces en el extraño mirar de eu—tía . Y otra vez hacia la Gºdoy el consabido gestº en el aire con la nerviºsa m anº ,diciendo:“Arre

,arre, caballito del ¡Esto na

es tuyo , no es tuyo ! ,

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EL DOCTOR CENTENO 225

Sintió Miquis como un gran temor, y alargando la mano para tomar lo que se le daba ,apenas a tºcarlo se atrev ía. Pero ella, cerradade un golpe la cómoda, se sentó , y exten d ien

do sobre su regazo los billetes de Banco,puso

las cosas en la realidad cºn esta salmodia ari tm ética:

Quinientos y quinientos,Dos mil, cuatro , doce, diez y Elpicº aquí está:diez duros y tres pesetas .

¿Qué pensaba y qué sentía el estudiante alver aquel sueño hechº vida, aquella mentiraverdad , aquella fiebre de su alma resuelta enorº

,ni m ás ni menos que tºdº el movimientº

del Universo , según dicen , se ¿resuelve en calor? Pues su mente poderosa , aunque infantil ,n o sabía descender ala realidad desde el firmamento de las leyendas ; cern íase arriba, en laspreñadas nubes de donde llueven la magia, laquiromancia y lºs sortilegios . No podía bajar ala verdad terrestre ; y

_

como por la mañana había entretenido su afán con aquellas quimerasde los astros que hablan y del hºróscopº, creíase en lº más tenebroso y poético de la EdadMedia

,entre magºs y nigromantes . Con ocien

do la afición de su tía aechar las cartas , tºdoslos pormenores de aquel sucesº estaban muyen su»h igarz era la casa laboratorio de alqui.mista,al cual sólº faltaban las telarañas paraestar en perfectº carácter . Si aquel dinerº ha

45

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226 B . PEREZ GALDÓS

bía venido á sus manos pºr arte de alquimiaó pºr dictamen de estrellas , coluros ó melenu

dos cometas . Quizás eran figurados los bille tes,

en realidad engan ºsos naipes egipciºs , que seiban adeshacer en sus manºs tan pronto comºlos tºcara .

“Cuéntalos tú—No, si es tá bien… No faltaba más .

—Hazme el favºr de Nº quierº

Por Dios , —balbució Miqáis cºn

gran torpeza de lengua y de manos . ,

Los billetes eran Al tomarlos, sensación dulce y placentera se extendió por sucuerpº , partien do de las yemas de los dedºs .

Cºn tarlºs no le parecía bien . Además , en sufebril dicha, no le importaba recibir un billetede menos .

“Comº quieras . .

'“f '

Y él lºs recogía , l ºs dobl ¡Ay, qué momentº ! Si se hubiera puesto á contar el dinero, de seguro lº habría contadº mal . Su espiritu , súbi tamente atacado de una exal taciónlºca , n º estaba para cuentas ; era insensible alorden y á la fría disciplina de lºs númerosPerdió la noción de la cantidad que representaban aquellos sobados papeles verdes y azules, y no veía más que un caudal abruptº , unasuma tan grande comº sus sueñºs

,suficiente

atºdas las necesidades del momento y de mu

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228 B . PEREZ om ós

y entre las garras de un desºrdenado y misterioso genio de ºjºs plateados y verdes ; caerbajo el ºbscuro pºder de la magia ; era beber,con la salvia, el jugº de la locura, y comer,con los cañamºn es , el tuétanº y substancia detodos lºs desvaríos pºsibles .

¡Cenar cºn usted !—murmuró vacilante entre el horrºr y la cºrtesía.

—¡Qué más quisiera

yo que cenar con usted , qué m ás quisiera Perº es el caso que en mi casa meesperan , y los demás cºmpañeros se es taránsin cºmer hasta que yo vaya… Gastan en micasa unos cumplidºs .…Al decir esto

,Miquis sentía que en su cuer

pº le habían nacido alas . Su impaciencia porechar á cºrrer era

, n º ya febril , sino com odesazón epiléptica . Le quemaba el asiento , yen pies y manos tenía hormigueo abrasador .

“Entonces—indicó dºña Isabel cºn el másdulce tono de su bºndad tolerante ,—más valeque te vayas . ,

Por poco da Miquis un sal to al oir el vayas ;pero no le fal tó fuerza de voluntad para reportarse, y levantándose cºn estudiada lentitud,dijº en un tonº que parecía el de la mayor naturalidad:“¡Qué tarde se ha hecho !—Sí:ya los días son nada .

—¡Cºsa tan rara !… á las seis de la tarde,

noche .

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E L DOCTOR CENTENO 229

— El tiempo vuela…Alejandro le alargaba su mano , cuando la

señora, resistiéndose á estrecharla cºn la suya ,le dijo“No , grandísimo gorrin º ; no juntarás tu

mano asquerosa cºn la de una dama…Es preciso que te civilices . Ven acá yLlevóle á su cuartº , y echando agua en la

¡ ofaina, le ºbligó a darse una buena fregadura

"

en las manºs . Ella mism a le ayudabacon tanta fuerza , que por pºco le despelleja .

Estº lo hacía casi siempre que el estudianteiba a su casa . Mientras se lavaba , la Godoydecía:“Así , así . ¡Oh ! ¡ qué niñºs éstºs ! ¡Cuándo se

había de ver en mi tiempo un jºven cºn esasmanazas de cavad or !… O tra cosa hay que mees tºm aca, y es esas barbas que han dadº enusar ahora todos los hombres . ,

Alejandro tenía en su cara un vello , ya muycrecido para bozº, si bien

'

cor to aún para serbarba

,en el cual nunca había entrado la na

vaja , por tener su dueño el propósitº de sercon el tiempo un sujetº barbudo, cºnforme ala moda cºrriente . Dºña Isabel , mientras élpurificaba sus manos , tirábale de aquellos mis erables pelºs , diciéndole:“¡Qué bºnito ! Pero ¿qué hermosura encon

tráis en esta suciedad? Por fuerza los espejosde hoy no sºn comº los de mi tiempº , y hacen

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230 B . PEREZ GALDÓS

ver las cosas de otro modo . Pareces un chivº .

Si quieres que te quiera , échate abajo ese pérajil malA tºdo se mostraba él conforme , y m ás cuan

do ella prºnunció, cºn tono de familiar amenaza

,estas palabras

N “Cuidad ito con el Cuidadito cºn la manera de gastar el Miraque yo lo sé tºdo ; mira , Alejandrº , que nadase me ocul ta, y que sin salir n uiica de esterincón

,puedo ente rarme de tºdo lo que haces .

¡Mira , Alejan drito, que yº he nacidº en Jueves San tº !… Tú n o seas malo… Mira que te

X¡ es tºy mirando siempre . .

E l prometió ser todo l o bueno, juiciosº y

arregladº que en lo humano cabe . Pues n o faltaba Al prometerlo así, hablab a

'

comºuna máquina:su entendimientº seguía en rebelión , arrastrado en el v elocísimº girº de unvórtice de disparates . Su t1á , cuan do concluyóde amon es tarle , se sintió tºcada otra vez deaquel pruri tº de recorrer la habi tación y apartar un Vestía la Godºy traje blanco,y el pañuelo se le había desatado y le:caíacomo toca flºtante . Alejandro n º pudo menosde represen társela semejante á la imagen dela novelesca Matilde, vestida de blanquís im ºhábi to monjil , y los aspavientºs de la buenaseñºra eran lo más adecuado á los ademanesde la heroína cuando Malek-Adhel la roba y

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B . PERE Z GALDÓS

chispas azuladas , ¿Qué pºdía ser?… Pasaba, pasaba la manº , y las gºtasde luz salían de entre lºs pelos . ¡Pavoroso ,inexplicable suceso ! Probó en ºtros gatºs , yen todos ocurría lº mismº . Estº y la obscuridad de la casa in fun d ían le mucho miedo .

Quieto se estuvo en el durísimo asientº , hastaque se le ocurrió

,para distraerse , asomar el

hocico por una ventanilla que al patio daba .

Nunca tal hiciera . Desde aquella ventana v eíase otra , situada—más abajº y cºrrespondienteal piso principal . En este segundo hueco habíaclaridad ; perº ¡ qué cosa tan horrible ! Aquellaclaridad dában la unas velas verdes encendídas delante de un altarejo lleno de san ticºs yºtras figurillas , las cuales eran sin duda imagenes de diablºs y criaturas infernales . También vió Felipe una mesa llena de naipes

, y

juntº aella una figura siniestra y horripilante:un a mujer cºn mantón

_

negro por la cabeza,V haciendº arrumacos y garatusas .

i/Retiróse de la ventana el muchachº asustad ís imo, diciendo para si:“Esta ha de ser la cáse del Yo también , comº lºs gatºs,echaré Se pasaba las manºs pºr sus

prºpios hºmbros , á ver si él también chisXi peaba; perº nada:fro ta que fro tarás, n o pºdíasacar de si ni una sola centella . Pºr fortunasuya,

“salió Miquis de la sala, y ambos se fueron á la calle . Dºña Isabel dió á Felipe

,al des

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E L DOCTOR CENTENO 233

pedirle, un puñado de cañamon es tºstados ,q ue él tomó cºn ánimo de tirarlos en cuantosalieran , como lo hizo , murmurando:“Aquí todo es por fuerza… Quie

ren que yo me coma esto para que me vuelva

Y le fal tó tiempo para contar a su amo lo delas chispas gatunas y lo de las velas verdes .

Miquis , al poner el pie en la calle, comº qued escendió á la atmósfera real de la vida , de

j ando atrás y arriba la quiromancia con susmentirosos embolismos . Reíase á carcajadas delos terrores de Felipe, al cual desde aquel momento d esignó y consagró pºr sirviente

,espo

lique ó secretario , diciéndole“Pues n o hay más que hablar, chiquilin . La

c osa salió bien . Eres mi criado . Yo neces itoahora de un ayuda de cámara,Sus ideas n o eran claras , y el correr de su

m ente tan veloz, que las ideas n o tenían tiempo de esperar la expresión de lºs labiºs . Sed esvanecían al nacer, dejando tras sí otras yo tras .

“¿Te parece que tomemos un cºche?, pre

¡gun tó á Felipe .

La imaginación de éste se encendió en pint orescas ilusiones al pensar que iba aandar sobre ruedas . Tºmarºn el vehículo en la calle deT intoreros . Alejandrº le dijº al cochero:

“Por

h oras:las nueve están dando…Y ambos se me

V

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B . PERE Z GALDÓS

t ierºn adentro . El cºchero preguntó:¿A dóndevamºs?

¡Ah !—exclamó el estudiante —es verdad .

A dºnde quieras . No, no:ala calle del Rubio . ,r

Al sentirse rodado,Felipe

,que jamás se ha

bía visto en semejantes trotes , se reía cºmo unbºbº . Alejandro le miraba aél , y se reía también . Felipe iba en la bigotera

,asomado á la

ventanilla . Cuando pasaban juntº á un farol , .

ambºs se miraban y comº que se regocijabanmás, contemplando respectivamente su dichaprºpia, reflejada en el semblante del o trº .

“¡Cuánta ºbservó Miquis , y empe

zó acantar agritos .

Alentado por el ejemplo , sºltó también Felipe la vºz infantil . Cantaba lo único que sabía, el himnº de Garibaldi , que dice:Si sºmºs

La gente,al pasar el cºche , se de

tenía amirarles , pasmada de aquel extraño júbilo . Lºs cantºs de Alejandro eran en retumbante italiano de ópera:in mia man º al fin tu

ó cosa por el estilo .

Pasarºn por una casa de cambio . Miquis gritó al cochero que parase, porque se le ocurriócambiar al puntº un billete . En su delirio deacción , en su afán de realizar en breve término añejos deseºs y propósitos , n o quería esperar al día s iguiente para pagar ciertas deudas:enojosas . Cambió su bille te en un momento , y

*

F elipe, que le aguardaba en el coche , v ióle l le»

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236 s . pánnz GALDÓS

de verse tan majas las extremidades inferiores .

Eran las nueve y media .

“¡Cochero , volvió a gritar Miquis .

Detúvose el vehículo a la entrada de la callede la Montera, y Alejandro , desde el ventanil lo , llamó a un amigo a

quien había vistopasar .

“¡Arias ,E l llamado Arias acudió, y ambos amigos

dialogaron un instante , con entrecortado estilo , en la ventanilla .

“MIQUIS — ¿Vas al café?An n a.

— Sí:¿por qué no has ido acomer?q vrs .

—He tenido que hacer… Ya contaré .

Am ex.— (Con in tu ición . Tien es cara de con¡Tú posees vil metal !… ¿Á dónde vas

ahora?MIQUIB.

—A casa del famoso Gobseck. Quieropagarle un pico es ta misma noche .

Am as — (L len o d e júbilo .) Estás en fondos .

Ni llovido , chico ,ni llovido me vendrías mejor .

Si hicieras el favor de prestarme cuatro duros…Tengo un compromiso .

M i qui s— (Con efusión .) Toma ¡00

chero ,Eran las nueve y cuarenta .

Pasaron por una tienda de tabacos habanos .

Miqu is había pensado que no tn ía tabaco

,y que el habano es muchísimo me

jor que el llamado vulgarmente estan quífero .

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EL DOCTOR CENTENO 237

Aunque n o se había acostumbrado a fumar puros sino rara vez , quiso proveerse de todo, yademás adquirir tres 6 cuatro boquillas,porqueen verdad la absorción de la nicotina por loslabios y lengua es cosa muy mala . Adelante .

Eran las nu eve y cincuenta .

“Calle del Rubio,

Subió Alejandro comou na exhalación al piso tercero , y bajó al pocorato un tanto desconsolado . El prestamista n oe staba . La ilusión del pagar tiene también susd esengaños

,como la del recibir ,yMiqu is se en

tristeció,de n o poder abrumar al usurero aque

lla noche con el bello espectáculo de su sol

v en cía.

“q urs .

—Cºcherito, á mi casa .

Cocn mao .—¿Y dónde es su casa de usted?.

Mxom s .

— E s ¡ qué tonto ! No vayausted a mi casa:aún es temprano . ¿A dónde vam os , ilustrísimoFelipe

,que se había vuelto un tanto tacitur

n o a causa de la grandísima necesidad que tenía, respondió con desenvoltura“A donde se coma .

—¿Pero tú tienes ganas de comer?Yo n o . Qui

s iera ir antes acomprar unos libros .

—Si están las tiendas ¡qué hombre

—Vamos acasa de don Alonso Gómez…Auriga , Sordo ,Alonso Gómez era un acreedor de Miquis ,

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238 B . PEREZ GALDÓS

estudiante y buen amigo . Tuvo la suerte de en c

con trarle aquel excelente pagador,y después

de darle veinte duros que le debía,le prestó en

cim a o tro tanto , viniendo a ser inglés el queantes estaba bajo el nefando peso de una deuda .

Eran las diez y diez .

Quiero desempeñar esta noche misma mi reloj— pensó Alejandro .

—¡No puedo estar sin sa

ber la hora ! Automedonte, Montera, ¡Ah !o tengo que ir antes á casapor la papeleta ,

Y el coche siguió su laberíntico viaje por calles y callejuelas . El bienaventurado manchego subió asu casa . De sus compañeros de hos—f

pedaje , algunos estaban en el café , otros es tud iaban . Cienfuegos le salió al encuentro . Vióle

exal tado y como delirante .

“CIENFUE GOS .

— Chico,acuéstate ; tú no estás

bueno .

Mrours .

— (D elirand o . Tuta . cañam on es

juros .…coche abajo…buenas noches .

CIE NFUE GOS .

— Que no estás bueno , hombre…

¿Pero qué hay? ¿Y aquello?v xs .

—(M d s dueño d e su s ideas . Todo am aravilla . ¿Y tú?CIENFUE GOS .

— ( E struyand…libro YO dePensaba vender m i cala

doce duros… Quiero decir ,"

61esqueletoque compré para estudiar… ¡Horror de los horrores ! Doña Virginia esta noche…

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240 B . PEREZ GALDÓS

“Ya verás , ya verás qué bien vas a comerhoy— le dijo su am o .

—Mayoral, á una fonda .

—¿Á cuál?—Á la primera

'

que Ahí,en la

calle del Carmen .,

Llegaron , salieron del coche , pagaron ,y v ie

raisles á los dos en el cuartito estrecho, pk o

cómodo , de una fonda ó restauran t. Miquis ,exaltado y como demente ; Cen

'

teno , muerto dehambre y al mismo tiempo en cogidís im o deverse allí frente aun espejo, bajo los mecheros de gas y en mesa para él tan rica y elegante . Pidió Alejandro dos cubiertos de los máscaros, y mientras preparaban el servicio , Felipe se iba atracando con la v ista . Algo hab ía yaen la mes a á que hubiera echado mano , comolas ruedas de s alchichón ,

los raban itos , eLpany la mantequilla ; pero su respeto puso fr enosal salvaje apeti to que tenía, y no tocó nadahasta que trajeron la s0pa .

'Al pobre Boótor leparecía mentira que había de venir la tal sopa ,y cuando llegó y tomó él la primera cucharad a, pasóle lo que al héroe de Quevedo , esto es ,que hubo de poner luminarias en el estómagopara celebrar la entrada del primer alimentoque tras de tan larga dieta entraba . Y razónhabía para ello

,porque estaba con un triste pe

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E L DOCTOR CENTENO 241

dazo de pan duro que había tomado por la mananaMiquis n o acertó a comer:estaba impacien

te , in quietísimo, hablaba solo… A ratos miraba a su protegido, y se reía paternalmente deverle tan aplicado á la obra de reparar sus fuerzas .

“Come, hombre, come sin reparo . No tedé vergiien za de comer todo lo que tengas gana, que harto has

¿Felipe seguía estos saludables consejos alpie de la le tra , y la emprendió con los manjares que el mozo iba trayendo , sin perdonarninguno . Aplacada su

'

n ecesidad , quedóle tiempo á su espíritu para maravillarse de todo , asíde los gustosos platqs _

como del servicio . Nn uca había visto él mesa tan bien puesta y servida . Después de observar tanta elegancia , latransparencia de las copas, la limpieza de lasservilletas y manteles , la abundancia de golosinas

,la esplendidez d e tanto …y tanto plato de

carne,substanciosos y exquisitos , la claridad

del gas que tales maravillas iluminab a; después de observar esto , digo , y el primor de lahabitación con su mullida alfombra y su granespejo , se dirigía recelosas miradas así mismo ,y comparaba la riqueza del local y de la comida con su estampa miserable . Su ¡vayauna porquería

"

! Sin ser andrajosa, más era demendigo que de Su facha

,sus ma

¡qué vergiien za ! Por eso el mozo le mi…

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242 B . pí:nuz GALDÓB

raba y parecía burlarse de O tros mozoscuchicheaban en la puerta , como pasm ados dever allí semejante tipo . ¡Gracias que tenía lasgrandes botas del ¡Ay, si don Pedroy don José Ido le vieran en aquellas opulencias… delante de tan to

'

plato fino,

v

y bebiendoen aquellas copas , y comiendo todo lo que que

Cosas le sirvieron que no sabía cómo sehabían de comer, por lo cual creyó prudenteno tocarlas y afectar que

__

no,tenía más gana .

LO que no perdonó fueel sorbete , golosina queél ya conocía, aunque n o había probado de ellamás que porción mínima , cuando una señora ,en el café de Zaragoza

,le dió a lamer la c0pa

en que la había tomado .

¡Y ya , Jesús divino, no era sólo lamer ladulzura pegada aun frío cristal, si no que se loenvasaba todo entero , desde el pico hasta elfondo ; y n o sólo devoraba el suyo , sino -también el de su amo, que , gozoso de ver tan hermoso apetito , le dijo:

“Tómate tambiénLuego pastas

,dulces , frutas

Ó aquello era sueño , 6 ya n o hay sueños ene l mundo . Pero él , sin entender

¡

de C alderónni haberle oído mentar en su vida , decía rudamente y asu modo lo que significan las famosas palabras:soñamos , alma, soñamos . Interesante grupo formaban los dos , el un or

com e quecome, y el otro piensa que piensa, soñando d eotra manera que Felipe y gastando anticipada

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B . PERE Z e nwós

hueso , encarnado en seres humanos, con voz

y figura que él plasmaba en su imag1n ación

creadora .

En los capítulos siguientes se contarán lashazañas de estos dos niños . En vez de un héroe

Mya tenemos dos .

F IN DEL TOMO PRIMERO

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ÍNDICE DEL TOMO PRIMERO

Páginas

l .—In troducción á la PedagogíaII.— PedagogíaIII.—Q uiromancia

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E s prºpiedad . Q ueda hecho

el d epósito que marca. la ley .

Serán furtiv os los ejempla

res que n o l leven el sel lo del

autor .

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BST. TIP . DE LA VIUDA E HIJO S DE TELLO

IM PRE SOR DE CÁMARA DE s . M .

Carrera d e San Fran cisco, 4

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EL DOCTORCENTENO

E N AQUELLA CASA

Acuérdate, lectorcillo, de cuando tú y yo yotras personas de cuenta vivíamos en Casa dedoña Virginia, y considera cómo el rodar delos tiempos , dando la vuelta de veinte años ,ha cambiado cosas y personas . La casa ya n o

existe ; doña Virginia y su marido , 6 lo quefuera, Dios sabe dónde andan . Ni he vuelto averles, ni tengo ganas de en con trármeles porahí . Aquellos guapos chicos , aquellos otrosseñores de diversa condición , que allí vimosentrar, permanecer y salir, en un período dedos años , ¿qué se hicieron? ¿Qué fué de tan tobullicioso estudiante , qué de tan variadagente?En la marejada de estos veinte años, mu

chos se han ido al fondo , ahogados en el olvi

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6 8. PEREZ GALDÓS

do 6 muertos de veras . Los pocos que sobrenadan son:Zalamero , que ha llegado a ser min istro, cosa que entonces n os habría parecidoinconcebiblea leró, que estudiaba para Caminos y después pasó a la Armada, en la queocupa excelen te puesto ; Arias Ortiz, que eshoy Ingeniero jefe de una gran empresa minera

,y tiene canas y

'

cuatro hijos , de los cuales un o es nada menos que bachiller ; Cien fue

gos , que es médico de un En cambio, el pobre Sánchez de Guevara, que es tudiaba Estado Mayor, pereció, siendo comandante del Cuerpo

,en las calles de Valencia ,

combatiendo una sublevación . Pues y el bendito Miqu is , ¿qué se hizo?… ¿y el Señor d elos prismas , de misteriosa condición y oñcion o comprendido?¿y el in felicís imo eautep i _

sto

¿y el sesudo don Basilio Andrésde la Caña, á quien nunca humanos ojos vieron en otro estado que en el de la formalidady seriedad más Estos y o trosque n o nombro , ¿do están? ¿viven? ¿se salvaron , ó se sumergieron para siempre?Detente , memoria ; deja á un lado las triste

_zas, y prueba a referir lo pasado y pintar elteatro de tan grandes sucesos y no tables personas , sin interrumpir tu narración con ayeslas timeros . Procura reproducir, si para ellotienes poder bastante

,aquel largo pasillo , con

tres vueltas, parecido á una conciencia llena

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B . PERE Z GALDÓS

l a suficiente autoridad para ser estampadascomo verdades incon cusas . Algún atrevidosostenía haberla visto , años atrás , en tratospeores que los de Argel ; pero ¿con qué pruebas corrobora es ta declaración impertinente?Con ninguna . Mucho cuidado con las indiscrecion es en lo que atañe a la buena fama delas personas ; y antes se ha de romper la pluma que usarla para llevar al papel versionesmaliciosas, n o depuradas por una crítica severís ima. Sobre que era guapeton a, n o cabe vacilación . Y más lo fuera si el constante trabajar y lo mal que vestía n o disimularan un tanto su belleza .Representaba m ás de treinta años,y tenía el cutis blan quísimo, los dientes perfectos , el seno alto , el pelo negro , el genioiras cible y pronto , las manos perdidas del trabajo , el habla dulce y castellana ñna, el corazón ya duro , ya fundente , según las circun stancias ; la voluntad fuerte y activa . No se explicaba su unión con aquel tagarote de Alberique que se pasaba la vida en el comedor ,delante de una chica 6 gran de de Baviera, loyendo papeles políticos , y que las rarísimasveces que trabajaba, más era tormento que aliv io de su mujer, porque n o se le podía sufrir,y estaba todo el día riñendo con la criada, conJulián de Capadocia, con los huéspedes . Y

todo , ¿por qué? Porque le echaban a perders us trabajos, porque le ensuciaban las vitelas,

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EL DOCTOR CENTENO 9

porque le habían perdido el rojo, porque lehabían quitado la tinta china . Hombre m ásinaguantable n o ha existido en el mundo .

Siempre con su gorro turco ó fez , la negrapipa en la boca, pletórico, har to y un poco asmatico, parecía la imagen del sensualismo yde la brutalidad . Se pasaba el día enredando ,haciendo y deshaciendo , echando pestes y pintand o aquellas monerías insubstanciales y desabridas de la heráldica . Por aqu í cuartelillos ,animalejos por allá . Sus trabajos n o se acababan nunca . Su taller era la mesa del comedor,y cuando

,llegada la noche , había necesidad de

quitar los chismes pictóricos para poner losmanteles, tenía que Todo era echar maldiciones y decir a cada instante su interjecciónfavorita: Allí, ¡Verbo ! n o entendíantrabajos tan delicados . El señor de Alberique ,¡Verbo ! se marcharía de la casa, y se iría adonde Supieran apreciar el mérito de los artis tas .

Era de tierras de Levante:un morazo, un cartagines ó sabe Dios qué , resultado de la mezcolan za de razas africanas, ó de la degeneración arábiga . Tenía facha berberisca , y n o lefaltaba m ás que el alquicel paraestar con todapropiedad . Eran sus facciones bastas, su colorretinto

,su fuerza muscular cual de un caba

llo, su ánimo cobarde , como n o fuera paraechar maldiciones . Y, sin embargo, las manosde aquel bárbaro tenían delicadeza y pulso pa

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10 3 . PERE Z GALDÓB

ra hacer miniaturas y pequeñeces que se debían mirar con microscopio . El oso es un animal hábil .

Puesta la mesa y llegada la hora, iban entran do los huéspedes y cada cual ocupaba sus itio . Temporada hubo en que se reunieronveinte, la mayor parte jóvenes . Siempre habíatres 6 cuatro señores graves que daban respe

tabilidad a la mesa y á la casa . Entre los jóvenes d istinguían se los estudiantes , y n o fal tabaalgún empleado ó preten d ien teÍ De los señoresque se denominaban fij os , merece principalmención un o que habi taba la casa desde quela estableciera doña Virginia . Su ñjeza era

“yaproverbial , su persona y circunstancias dignasde estudio . Había, sin duda, misterio en aquels eñor tan circunspecto y prudente, que nuncad ecía esta boca es mía , sequito , canoso, correeto y urbano . No molestaba anadie , y se pasaba la vida en su cuarto escribiendo y leyendocartas ; no salía jamás como n o fuera para ir alcorreo, ni recibía más visitas que la de un cierto sujeto , apoderado de la familia, que veníauna vez al mes apagar el hospedaje y a enterarse de sus necesidades . Se llamaba don Je

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12 B . PERE Z GALDÓS

Merece otro lugar aquí don Basilio Andrésde la Caña , persona mayor, de suma importancia, de un peso tal que se podría creer queá todos les hacía favor en es tar allí, y que , pordescuido de la fortuna, no se sentaba en lapol trona de un ministerio Lo que decía en lasdisputas de la mesa , con s iderábalo él mismocomo la cifra y resumen de la sabiduría, y n odebía ser puesto en duda . Era hombre de edady sin familia 6 apartado de ella, redactor de unperiódico en la parte más difícil y áspera decuanto contiene la Prensa , que es el ramo deHacienda Para atar cabos

,conv iene decir que

este señor era el mismo a quien Felipe Centen o había visto por la ventana de la redacción ,

adm irán dole como aun ser superior , comprensivo de toda la humana ciencia . Era el mismoque en la memorable noche de Febrero , cuando Alejandro Miquis trajo a Felipe asu casa yle dió ropas y comida

,había pronunciado las

palabras aquéllas sentenciosas y solemn ísimas ,

que no sé si recordarán los que esto han leído“Concluirá en San Bernardino ,,

Había otros de fisonomía moral y física menos caracterizada, y que además no tenían re

s iden cia constante en la casa . Cierto sujeto ,que estuvo bastantes años en Filipinas , ocupaba un gabinete sólo por temporadas, pues suresidencia habitual era Illescas

. Había dos propietarios de la Alcarria que venían alternati

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E L DOCTOR CENTE NO 13

vamente anegocios y se alejaban en la sala ; yademás otros que se han desvanecido en lamemoria, y si quisiéramos traerlos aquí, ocuparían término muy lejano en esta galería deverdad, presidida por la excelsa doña Virginia ,teniendo a sus pies la modesta imagen caninade Julián de Capadocia .

Vamos ahora con la juventud que daba caráctar, ruido , alegría y ser y espíritu ala casa .

Entre éstos descollaba Zalamero, ofreciendo lasingularidad de ser un estudiante orden adísim o, puntual en todo , lo mismo en asistir aclase que en pagar su hospedaje . EstudiabaLeyes , y sólo con su asistencia se ganaba lasnotas de sobresaliente que era un primor . Sucuarto era el más arreglado de la casa . Teníala ropa muy bien cepillada , d istribuida en perchas 6 cajones de cómoda ; no

' conocía deudas,

iba amisa los domingos , no alboro taba, no entraba tarde , ni se estaba las mañanas durm iendo

,como tantos gandules . Observad ahora las

pasmosas armonías que hay en la Naturalezahumana . Era Zalamero un buen mozo , de facciones bonitas y correctas , rubio , el pelo ensortijado, dividido en dos desde el occipucio ála frente por una raya que parecía pintada . Tenía barbita dorada , rubia, muy mona . En suhablar era el mismo comedimiento .

Sánchez de Guevara, el de Estado Mayor,era bastante parecido a Miqu is en el carácter

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B. PERE Z GALDÓS

pronto y resuelto , pero más desordenado aúnque el joven manchego . El cuarto del cadetetenía que ver . Por el suelo yacía el uniformeabrazado con la toalla . Se acostaba a dormir,en las noches de invierno , con el ros puesto , ydespués de leer un rato en la cama, apagabala luz con la espada . Era guapo chico, pundon oroso ; se pasaba las noches en vela, engolfadoen las matemáticas, haciendo funcionar á muyalta presión esa energía intelectual y volitivaque los alumnos de estas carreras difíciles hanllamado poten cia empo llatm

'

z .

Poleró, catalán tan castellanizado que apenas se le traslucía el acento , era también bravo joven , estudiante de Caminos , con pocaafición a la carrera ; de buena figura , atlético,estudioso por pundonor más que por gusto . Amenudo se distraía del es tudio , pasándose lashoras muertas en lós cuartos

_

de sus compañe»ros charlando de teatros

,chicas, política y mú

sica . En la mesa se divertía buscando camorraal d e los prismas , y tomándole las vueltaspara que se enredase en sus propios embus tes .

Se burlaba con frecuencia de don Basilio Andres de la Caña, haciéndole creer que todosrespetaban su Opinión y que le conceptuabanhombre de” gran seso , cuando en realidad letenían por el mayor m ajadero del mundo . Eraagresivo , pendenciero ; gustaba de llevar lacontraria, y si , por ejemplo, se hacía en la

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16 B . PEREZ GALDÓS

tan da ley de relación entre las neces idades yel dinero , no se puede contar brevemente . A

veces desmayaba, y hacía prepósito de ahorcarlos libros y ponerse á cavar en Barajas de Melo ,su patria ; pero secreta energía le aguijaba, yal remo del es tudio volvía, despreciando obs

tácul os y arrostrando los vejámenes de la pobreza con ánimo estóico . Llegó a adquirir cones to cierta rudeza glacial que algunos tomabanpor cinismo . Su sereno desdén de ciertas conv en ien cias era m ás bien como una actitud dedefensa contra la d esgracia, ó bien el egoísmodel combatiente que en nada repara para evitar un golpe . No condenemos a es te gladiadord e la vida sin admirar antes su fortaleza y sufrim ien to , y aquella calma solapada tras lacual se escondía pasmosa agilidad de espíri tu .

Sentados á la mes a, cual hemos dicho , losquince ó m ás huéspedes , y servida la sopa dearroz, siempre tan igual as i propia que la dehoy parecía la misma de ayer , empezaba el alboro to . Tal como se ponía aquel comedor algunas noches, la torre de Babel resultaría, enparangón suyo, lugar de recogimiento y devoción . En pocas épocas his tóricas se ha hablado

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E L DO CTOR CE NTENO 17

tanto de política como en aquélla, y en ninguna con tanta pasión . Jamás tuvieron par te tanprincipal en las conversaciones populares loschismes palaciegos y las anécdotas domés ticasde al tas personas . No gozando de libertad laprensa para la controversia , se la tomaba elpueblo para la difamación . No se ponen puertas al campo, _

n i mordazas á la mal icia hum ana . La opinión tiene muchas bocas acual m ásfieras . Cuando se le tapa la del lenguaje impreso

,abre la de las hablil las . Si con la pri

mera hi ere,con la segunda asesina . Estabamuy en la infancia la política española paraconocer que nada adelantaba con suprimir lascortadoras espadas del periodismo, cuyos fil osse embotan pronto cuando se les permite elconstante uso . En tanto los cuen tecillos en ven en aban la atmósfera haciéndola irrespirable ,y lo que se quería conservar y defender se moría m ás pronto . De fuertes y seculares imperios se cuenta que , habiendo podido defenderse de terribles di scursos y escritos fogosos, hancaído destrozados por los cuchi cheos .

¿Quién podrá repetir la algarabía de aquelcomedor v irgiñesco? ¡Ay, Miquis , quién tuv iera tu retentiva para intentarlo ! Pero si tal lograra, el lector se volvería loco ; con que m ásvale que se quede inédi ta es ta parte tan principal de la historia de Centeno . Tan sólo retazos y frases sueltas que el héroe conse rvó en su

TOMO II 2

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18 8. PERE Z GALDÓS

memoria saldrán al descaro de las letras demolde . El recordaba pe rfectamente haber oídos u amo una frase provocativa .

'O la Señora los llama, 6 es to se lo lleva elYO lo digo muy al to:es to repugna ,

es to abochorna . ¿Qué gen te le queda?Veamos

O'

Don n ell es un pillo .

—¿Pues y Narváez? ¡Hombre deSeñores

,calma

,calma . Es porque aquí se

han d e mirar siempre todas las cosas bajo elpr isma No, n o es eso .

¿Á m i qué me viene usted con historias .

— Permí tanme ustedes,

Dejemos á un lado la vida privada . Yosos tengo— Perm í tame pero permítanme us

El que es to decía , s in poder hacer silencioen la mesa para dejar oír su campanuda opi

n ión ,era don Basil io Andrés de la Caña , la voz

más au torizada de la casa . Se ponía furiosocuando no le dejaban“Silen cio , que quiere hablar don Basilio .

Permítanme , señores— Lo sé , lo sé de buena tinta por un o que va

aPalacio . Á Oº

Don n ell le desprecian allá, ysólo se aguarda una

His torias… ¿A m i queme viene usted concuentos…? Esas son pamplinas .

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20 B . PEREZ em ós

W uestión económica, ese cáncer es el estado delTesoro , ese cánce r es el Porque, señores

, lo he dicho y n o me cansaré de repetirlo ,con los números n o se juega . Para los con flictos de números n o tienen solución la espada nila oratoria . El país , entregado por una parte alos chismes y por otra a las conspiraciones , n ose ocupa de esto . Los que estudiamos día y n oche es tas áridas cuestiones sabemos que el males grave

,y lo que es peor, señores , que el mal

g .n o tiene remedio . ,

Terror . Doña Virginia oculta la cabeza detrás del hombro de su marido para poder reir asus anchas . Cáusale más risa que el discursode don Basilio la seriedad con que le oye

Poleró.

“El d éficit, señores, sube ya á la aterradoracifra de ochenta y cinco millones

,y n o hay que

fiarse de lo que d iga el ministro,presentando

las cosas…—Bajo un falso—Permítanme A esto hay que

añadir la deuda del Tesoro . . . los compromisosque traerá la u l t1mg.operación con la casa Laffitte , las resultas del emprésti to Mirés . .

—La verdad, señor de la Caña, nosotros n oentendemos de —dijo Arias interpretand o el cansancio de algunos .

—E n lo que ustedcuenta habrá, sin duda, mucho de fantasmagórico . .

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E L DOCTOR CENTENO

Permítame—Tiene razón don Basilio—gritó Poleró sa

l iendo á su defensa y enredando la cuestión áver si se sulfuraba el hacendista, que era elpaso más cómico que podían desear .

—Así n os e puede discutir . Los que no conocen bien laHacienda

E so es música .

Por Dios, Caña, n o n os hable usted de jeroglíficos .

— Para ustedes, lo que n o sea traer y llevará Sor Patrocinio y Que les aproveche .

—No es eso, n o es eso .

— Cállate, Poleró.

Cállate tú, Cienfuegos .

—Dejar hablar, hombre , dejar hablar . Cuand o vuelva

Si n o ha de— Lo dijiste Nada:estos señores, des

pués que han planteado su fórmula de todo 6n ada " .

—No se les puede sufrir .

—Permítanme ustedes .

—Y sobre todo, ¿de qué se trata?—Á m i n o me embaucan esos señores con

tanto discurso, con su retraimien to—Más estúpido es quien n o ve venir la tor

menta y se empeña en…¿Qué dices tú? E so es comulgar con rue

das de molino .

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22 B . PERE Z GALBÓS

—Poleró, que le va a hacer a usted daño la

Para mofarse de don Basilio, Poleró le decía

cualquier día con énfasis y misterio:“¿No sabeusted, amigo Caña? Ya se habla de o tro em

Oyendo lo cual , el eximio Neckerse llevaba las manos a la cabeza y murmuraba:“Perdición, ruin a… ¡Pobre Yo lodigo un día y otro ; no me canso dePero no hacen caso… Al freir será el reir . ,Y al de los prismas le decían siempre:“¿A

ver, don Leopoldo , á que no cuenta dónde ha .

es tado usted hoy?… ¿Cuántas conquis tas llevaesta semana? Porque usted las mata callando .

¿Ha sido marquesa 6 qué haEl tal Montes se reía

,dando por ciertas

, con

su silencio, las indicaciones de Cienfuegos yPoleró . Luego contaba his torias de mujeres , enlas que, á ser verdaderas, se dejaba atrás á donJuan , á Lovelace y a cuantos conquis tadoresde es te linaje ha tenido el mundo . Una v ez en

aquél s i que fué lance . O tra vez encosa más d ram ática ! LO ex

trano era que él no las buscaba, y se le vien íaná las manos las aventuras ya bien amasadas ycocidas . Pues cuando estuvo en París, a negocios de la casa… (por cierto que nunca se pudoaveriguar qué casa era aquélla). En fin , si loiba á contar todo, n o acabaría nunca . Precisam ente aquella mañana, cuando salía de la otici

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24 B. PEREZ GALDÓS

ginia le diera algún d inero para irse al café yal billar . Cuando ella sacaba, generosa, unportamonedas m ás mugriento que su con cien

cia, paz y risotadas ; cuando n o, mugidos y unsoliloquio de verbos y amenazas que duraba

“has ta media noche… Comparada con él, eraVirginia una hembra superior, heroína de virtud

,abnegación y trabajo . La explicación de

que una mujer de mérito (relativo) estuvieseunida aun bárbaro semejante y que trabajasepara mantenerle , n o se encuentra , n o , en lasuperficie de la humana Naturaleza ; hay queir á buscarla á los senos m ás hondos y secretos de ella . Pero Virginia se vengaba de su gigante aborrecién dole y desprecián dole en granparte de las ocasiones de su vida, de tal manera , que le ponía en el postrer lugar de sus afectos y le consideraba menos que al último delos huéspedes, menos que á la criada, menosque á Julián de Capadocia .

A vivir en esta sociedad y entre tales personas quiso la Providencia llevar á Felipe, des¿pués de pasarle por la escuela y familia ded on Pedro Polo . Ella se sabrá por qué lo hacía .

Hubo dimes y d iretes entre Virgin ia'

y el manchego Alejandro sobre la admisión de Felipe

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EL DOCTOR CENTE NO

en la casa . Era muy desusado,en verdad, que

los huéspedes tuvieran sirvientes, y un estudiante con escudero n o lo había visto Virginiaen todos los días de su vida . Pero á Miquis n o

'v

había quien le quitara de la cabeza el proteger asu querido Doctor y facili tarle medios de aprender alguna cosa . Topado de una como d efn enCia filantrópica , estaba decidido apagarle hospedaje, como lo hizo , celebrando formal conven io con su No faltaba en la buhar-“f

dilla un huequecito, ni en la mesa de la cocina un plato más ó menos lleno . Convenido yrealizado . Siempre que apron tase un diario deseis reales por cabeza de criado , don Alejandropodría llevar a la casa todos los Doctores que

quisiera .

Por de pronto , Centeno estaba con ten tísimo,Ny no se habría cambiado por los mortales másdichosos , ni por los que se hartan de honoresy ganancias en elevados puestos, ni por losque vuelven de América cargados de caudales . ¡Verse entre tanto señorito listo , entre estud ian tes que hablaban y contend ían a todashoras sobre cosas de sabiduría, y además deesto comer bien , n o recibir porrazos , n o ver ádoña Esto era como vivir en la gloria y ver colmadas las ambiciones más atrevidas .

Fuera deCienfuegos , ninguno de los com

pañeros de Miquis sabía el origen del repenti

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26 B . PERE Z GALDÓS

no engrandecimiento de éste . Quién lo atrihuía á inesperada herencia, quién á lo tería óhallazgo . Y que la cosa era gorda no podía ponersa en duda, porque las liberalidades delmanchego cas i rayaban en sardan apalescas .

Por mañana y tarde no cesaba de convidar álos amigos en el café ; había saldado las cuentas con el mozo y con cierto usurero á quienArias llamaba Golseck, y se puso en paz cono tros br itán icos de menor cuantía . Entre losdel cotarro que se formaba en un rincón delcafé, se hizo corrien te y como proverbial , siempre que se proyectaba teatro, diversión O merienda, la locución:“Miqu is paga .

,

'Qí Y para no ser el úl timo en gozar del provecho d e su opulencia, el manchego se lanzaba¡oh s ibaritismo ! á la vida de gran señor, proporcion án dos e unos lujos , señores ; unas tangrandes pompas ¿Q ué hizo nuestro hombre? Pues tomar para su vivienda exclusivael gabinete de la esquina , que n o sedaba sino a dos ó tres que vivieran juntos ypagaran el maximum de pupilaje . ¡Qué gustovivir él solo en aquella habi tación regia, d ondehabía una cama sem idorada, alfombra mosaicohecha de dis tin tos pedazos de fieltro y moqueta

,_consola de caoba

,cajas que fueron de dul

ces , un espejo de los de ver visiones , y dosgrandes lám inas compuestas de retrátitos fo tográficos de todos los alumnos de un curso final

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28 B . PERE Z CALD68

matar… esto n o se puede sufrir . , Pero todoconcluía cuando entraba don Basilio Andrésde la Caña , diciendo:“Permíteme usted, señor de Miquis . Me to

me la libertad de mandar á Felipe por una ca

0 bien era Alberique, que decía“¡Si fué a traerme tinta china yA esta comunidad de los servicios de Felipe

correspondía la comunidad del lujoso gabin ete de Miquis , pues los huéspedes amigos le tomaron por suyo . Era el casino de la casa , eld ispu tadero, Ateneo , Bolsa, club , salón deconferencias, el Prado y el Conservatorio , porque allí se charlaba , se fum aba, se discutíancosas hondas , se leían los autores sublimes , secontaban aventuras

,se escribían versos , se

leían cartas'

de novias,se tiraba al sable , se

hacían contratos y se cantaban óperas . Con ten

tís imo estuvo Alejandro algún tiempo en med io de aquel bullicio ; pero , al fin , tan larga yfastidiosa era la invasión en su cuarto , que¿legó á cansarse . Algunos días se encerrabacon llave y se estaba solo largas horas . Poleró

y Zalamero , acercándose á la puerta, tocabansuavemente . “¿Cómo va esa escena? le decían… Desde fuera» le oían recitar versos, ydaban palmadas, gritando:“¡Bien , bravo ; ques alga elNo está de más decir que tanto Poleró como

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E L DOCTOR CENTENO 29

Arias y Sánchez de Guevara se permitían bromas, á veces pesadas, con Felipe ; pero éste lollevaba todo con paciencia . Lo que n o parecíaera el estudio , ni las prometidas matrículas .

“Tiempo tienes todavía—le decía el buenoI

V

de Arias viéndole impaciente .—A tu edad yo

n o sabía ni leer . Estás aven tajadís imo, y casi ,casi eres un pozo. deHacían le preguntas de Historia Sagrada y

profana, de Aritmética y Gramática, para reírse con lo que contestaba . Era, en efecto, diver

N¡tid ísimo oírle .

“Tiene tinturas de todo este Doctor— indicaba Zalamero riendo .

—A poco m ás estará endisposición de hacer oposiciones aalguna plazade tintorero .

Lo que es éste—decía Arias,—va á ser

—Donde ustedes lo ven, és te hará

Pero O ctubre corría y se pasaba la mejor sazón para sentar plaza de soldado raso en losejércitos del bachillerato . Cienfuegos y Ariasfueron los que un día d ecidieron á Miquis ámatricular á su Gracias aDios, yatenemos ami señor don Felipe en el Noviciado,metién dole el diente al latín . La en señanzaprimaria era en el tan incompleta como se havisto ; ¿pero qué importaba? Mejor .

Para lo que allí había de aprender, más va

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30 B . PEREZ GALDÓS

lía que entrara limpito de toda ciencia, puesque limpito había de salir Vedle cómo ape

wchuga con su latín y con

'

la abominable Gra* matica, de la cual mald ijéraló Dios si entendía un a sola palabra . Al dichoso latín debieral lam árse le griego por lo obscuro . Ni él se explicaba para qué servía, ni á qué cuento venía enel problema de su educación . Y confuso , llenode dudas

,osaba

,en su rudeza, protestar contra

la m al enseñada y peor aprendida jerga, diW iendo:

“Yo quiero que me enseñen cosas, no es to . ,

¡Cóm o se reían sus amos con estos disparates ! Pe ro él se es

_forzalia en. .cumpl ir su s debe

res académicos , aprendiéndose de memoria eltraqueteo d e sílabas que componen la declinación , y pen saba así:“Vamos aver en qué para esto .

,

Apen as le dejaba Virginia el vagar n ecesarío para ir diariamente tres horas al Instituto .

Estud iaba un poco por las noches , pero de muymala gan a, porque Vamos

, que

se l e in d iges taba el Era unLe bas taba coger el libro para caerse de sueño .

Com o Alejand ro , desde que era rico , entraba ahora avan zad ís im a dé

“ la noche , Felipe pasaba el tiempo durm ién dosef en una silla , ó visi tan do y acompañando alos amigos de su amoen sus respectivos aposentos

"

. Cuando estabanen el café, gozaba el Doctor lo indecible yendo

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32 B . PERE Z CALDOS

Más adelante:bronqu ios .

“Sºpla, pues esto es lºs Múscu

lo ciático . Y se tentaba el cuerpo diciendo“Aquí está . Estas figuras son lo propio de nuestro cuerpo . ,

Se pasaba allí las horas muertas,absorto , hasta que entraba Cienfuegos y le sorprendía:se enfadaba un poco ; pero desenojandose pronto , decíale:“Ve aver si Guevái*a tiene cigarrillos . ,

Los libros de don Basilio n o ofrecían maldito interés , y Felipe les habría arrojado al fuego si le dejaran . La D euda d el Tesoro y el de

'

fiait . Este folletito estaba encima de un voluminoso libro . ¿A ver? P resupuestos d e 1862¡Vaya unas papas ! El señor de lºs prismas n otenía en su cuarto más que un Calendario delZaragozano y una novela de apeseta, cuya mugriente cubierta estaba llena de redondeles desebo , señal de que Montes apagaba la luz con

el libro . Muchos volúmenes y apuntes teníaZalamero ; pero ¡ qué cosas tan insul sas! Nuncapudo Felipe sacar substancia de aquello . La

Cuarta Los Testamen tos . ¿Qué leimportaban aél los testamentos?…La mesa desu am o contenía revuelta colección de obras diferen tes ; pero había sin fin de libracos en fran

¿A ver? Balzac, ¿De qué trataría aquello? Le Geri…

moires , memorias de Deux de Diógenes querría El demonio que lo enten

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EL DOCTOR CENTE NO 33

diera . Centeno no acertaba á comprender paraque leía su amo aquellas Don Vic

tor H ugo… _Ruy B las… esto sí era claro . Schi

Don también clari to . Seguíanmuchas comedias ó dramas en verso castellan o . Aquello ya era m ás claro . Leía mi Docto rlas primeras escenas ; pero luego se cansaba,porque , á su parecer, toda; decían lo mismo .

Poleró, que le tenía cariño, le llamaba:“Ponte á estudiar, Felipe . No le revuelvas

los papeles a tu am o . Ven á mi Sientate aquí, á mi lado . Coge tu libro .

,

Y él se ponía aestudiar Analítica y Mecán ica . E l Doctor leía también un poco ; pero aburrido muy pronto, salía y entraba para matarel fastidio .

“Estate quieto . Me estás distrayendo . Miraque te pego… ¿Quién anda ahora por el pasillo?

- E l señºr de Zalamero.

—¿Pero estaba en casa Zalamero?—Sí, señor . Ahora salía del cuarto de la pa

Poleró rompió a reir . Endeble tabique separaba su cuarto del de Zalamero , y en él daba .

algunos golpes el maligno catalán diciendo:“Zalamerín , ¿estabas en casa?,No respondía el otro . Mas Poleró, saliendo

al pasillo, se ponía a toser fuerte .

“Djem ,

TO MO II

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34 B . PERE Z CALDóS

Y Sánchez de Guevara respondía desde sucuarto con iguales toses . Arias aparecía también tosiendo .

“Vete al comedor—decían á Felipe ,— y miraá ver si está Alberique .

—¿Qué ha de estar? La señora le dió dinero

para que se fuera al café… ,

Cuchicheos , risas, reunión de los tres en elcuarto de Poleró, y redobles en el tabique, sinlograr que Zalamero responda . Felipe , mensa

jero de Cienfuegos, entra de súbito:“Dice don Juan que si alguno de ustedes

tiene cigarrillos .

—Toma ¿Ha entrado don Leopoldo?- Sí

,señor . Está en su cuarto remendan do

la levita y pegándose botones .

—¿Y don Basilio?

—Ahora entra .

O íase el resoplido de aquel señor , que hastaen el respirar revelaba autoridad . Salía Poleróal pasillo , para tras tearlo un poco:“¿Qué ha habido hºy, don Basilio?—Nada . Siguen con el d elirium tremen s . De

Santo Domingo hay muy malas n ºticias . Eston o tiene atadero . A todos lo digo y no me hacen caso . Con su pan se lo coman . Yo n o sé loque va á venir aquí… no sé . Me asusto

,créalo

usted… Ahora tengo entre manos un trabajo,que me parece ha de meter ruido . Pruebo cºnnúmeros… porque todo lo que n o sea núme

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36 B . PERE Z GALDÓS

“Creo que n o pasará del jueves . Aquí tengodos partes que he recibido es ta El

jueves ó viernes amás tardar .Después que le mareaban un rato , se iban a

la puerta del cuarto de don Jesús Delgado, anhelosos de descubrir el misterio de sus ocupaciones epistolares . El huésped taciturno traba

jaba aún:se oía el rasguear de su pluma y lossuspiros que daba .

De pronto salía Guevara al pasillo“A ver si dejan estudiar . ¡QuéReun ían se los tres en el cuarto de Arias, que

se estaba acostando , y hablaban de Zalamero:“Vaya con el moderad ito . Un hombre que

defiende á los—E l año pasado había aquí un

¿Le alcanzaste tú,Guevara? Aquel Romero ,

andaluz . Daba de palos aVirginia y á Alberi¡ qué ¡Felipe !

Señor .

¿Ha entrad o Alberique?Ahora llega . Voy á abrirle la puerta . ,

O fanse pasos de elefante .

“Hola,am igo ¿n o sabe usted lo

que hemos tenido aquí?

¿Qué… ¡verbo ! qué?Fuego . Por poco n os quemamos todos .

—¿E u d ónde , verbo?Ya está apagadºVáyan se us tedes á… ¿En dónde está m i

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E L m oron cm nxo 37

cuarto? ¡Felipe, condenado, verbo !… trae luzn o se ve .

—¡Arre !—murmuraba Felipe empuján dole

h acia el gabinete matrimonial .,

A brían la pue?/a, le empujaban dentro y…buenas noches .

“¿Pero ese q urs no viene todavía? Es la

u na.

¡Pobre Alejandro ! Ya sé dónde está. Nada ,nada:se lo beben, se lo—AcabaráY quebrando el dialogo subdivid ién dolo

h asta llegar á frases y palabras sueltas pronunc iadas en éste 6 el otro cuarto, se iban retirand o, cada cual al suyo . Uno se acostaba y seguía leyendo ; otro , después de cumplir con lasmatemáticas , hacía rezos de Balzac y se en comendaba aVíctor Hugo ; todos tenían aficionesl i terarias . Por último , reinaba el silencio dels ueño en la casa, y muy tarde, sobre las dos ólas tres , entraba Alejandro . Sus primeras pal abras eran siempre:Y él permanecía en vela, leyendo 6 escri

biendo . Se acostaba de día, y casi nunca se lev an taba antes de l as cuatro . La hora de sustrabajos era la madrugada, hora febril, hora decaldeam ien to cerebral y de

'

éman cipación dele spíritu . Dorm íase Felipe en el sofá, y á lomejor despertaba asustado oyendo á su amo

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38 B . PERE Z GALDÓS

Vive Dios , que es tal hazaña

d igna d e un Té llez Girón .

Como ecos, repercutían en su cerebro las rim as de la redond illa: E spaña . Yvolvía a dormirse para despertar de nuevoalarmado con es tos gritos

¡prend ed le !… ¡traición !

¡Necio , ¡ Italia es m ía!

Porque Alejan dro era autor dramático . Te

nía tres dramas, ya desechados por su propiocriterio, y uno flamante, nuevecito, que era susueño, su g loria, su ambición , sus amores .

Tan cierto estaba él de que se había de representar como de su propia existencia, y tan seguro y patente consideraba el éxito , cual si loestuviera viendo con los ojos de la cara…Ideas para otros dramas, planes brillan tísimos ,¡oh ! ten íalos por docenas y se le ocurríancada momento:al levantarse, al salir, al tomar café ; mas érale forzoso apartarlos de sípara que no le atorm en taran , apoderándoseantes de tiempo .de los ricos moldes de su cerebro . Convenía qiie tanto verbo fecundo aguardase la oportunidad de su encarnación, y quetanta vida nueva tuviera calor interno antes deser sometida al trabajo de forja . Después que

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B . PEREZ on .nós

muy pobre, con la fatalidad de ser dado a derrochar sus escasas fuerzas vitales . Sus nervics se hallaban siempre en grado muy alto detensión , y todo él vibraba constantemente ,como cuerda de templado metal , sin cesar herida por el divino plectro de las ideas . La fiebre era en él fisiológi ca, y el organismo del cerebro constitucional y normal . Era un enferm o sin dolor, quizás loco , quizás poeta . Enotro tiempo se habría dicho que tenía los demonios en el cuerpo . Hoy sería una víctima de

N la neurosis .

Desde la infancia se había distinguido porsu precocidad . Era un niño de éstos que son laadm iración del pueblo en que nacieron , delcura , del médico y del boticario . A los cuatroaños sabía leer, a los seis hacía prosa , á lossiete versos , a los diez entendía de Calderón ,

Balzac, Víctor Hugo , Schiller, y conocía losnombres de infinitas celebridades . A 10%docehabía leído más que m uchos que á. l_os cin cuenta pasan por

'

€fud itos . Su feliz reten ti'

vºa le había familiarizado con la his toria de los librosde texto

.A los catorce Abriles , varones graves

del país le consultaban sobre materias de Historia, Mitología y Lenguaje . Era general allí lacreencia de que el Toboso , ya tan célebre en elmundo por imaginario personaje, lo iba a serpor uno de carne y hueso . Des tin áron le a os

tud iar Leyes . Los amigos do su papá decían

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E L n oor on CENTENO 4 1

“Este que empieza por literato y poeta, acabará, como todos , por orador político y ministrode cuenta. El Toboso tendrá al fin su pro

hombre…,Le hemos conocido cuando llevaba tres años v

en Madrid y veintiuno de ¡PobreMiquis , trabajador incansable d e lo ideal

,

aprendiz de creador ! Merecerí_a ingresar en las

familias mitológicas y que le representaran enfigura de un forjador maravilloso , alumno deVulcano , ó ladrón de sagrado fuego comoPrometeo . ¡Desgraciado Miquis , siempre de vvorado del afán del arte ; perseguidor con ñebre y congoja de la forma fugaz, y rara vezaprehensible ; atormentado por feroces apetitosmentales ; ávido del goce es tético , de esa inmaterial cópula con la cual verdad y bellezase reproducen y hacen familias , generaciones ,razas ! También las i deas son una espe cie inmortal que habla con briosos instintos en lasentrañas del artista, diciéndole:“Propágam e,“

V

Hombre dado a los demonios, ó en otros ter-v

minos,consagrado al pel igros ís imo ejercicio de

la imaginación,odiaba el Derecho . Para él , la

humanidad inteligente n o había echado de sícosa más antipática que aquel jus , idea suspicaz, prosaica y reglamen tadora de la vida, .

idea enem iga de la pasión , de lo ideal , destructora de la personalidad libre y de la poesía .

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42 B . PERE Z axm>ós

El jas n o era o tra cosa que el eterno San cho

P anza… Iba Alejandro a clase lo menos posible

,y siempre de mala gana . Pero había sabi

do ganar sus cursos y aun obtener con pocotrabajo regulares notas . Nunca fuiste tirano,

*Qx'amigo Sancho .

En los primeros años de la vida de este jov en zuelo en Madrid , era su carácter jovial ,exaltado

,bullicioso . Amenizaba el círculo del

café con su peregrino ingenio . Las metáforas ,símiles y paradojas brotaban de sus labios como de un manantial inagotable . Cuando él n oiba, faltaba el espíritu de la tertulia, el sentidocómico y transcendente de todo lo que allí se

Pero al tercer año empezó a determinarse en Miquis una transformación que había de ser pronto mudanza profun dísima 6 pa

xlso orgánico , precursor de otro paso moral . Suhum or¿e

fs tivo se trocoen melancólico ; cada diale eran menos s impáticos el bullicio y la gárrula palabrería del café , y si bien quería conleal cariño á. todos sus amigos, muchos de éstosle molestaban . La gran batahola que se hacíaen su cuarto érale ya insoportable . No ten ien

do carácter para expulsar a los intrusos , puesera incapaz de ofender á sus compañeros

,es

peraba las horas silenciosas para aislarse . Dedía paseaba por lugares solitarios, buscando ladulce impresión que traen al alma los objetos

NSextraños y n o vistos constantemente . De noche

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44 B . PEREZ GALDÓS

tres , sin que ninguno subiera de 6

versos ; quitar quince personajes lo menos ; simpl ificar mucho , y hacer decoraciones fáciles ,pues la que decía Ribera d e Chiaja, con variasgaleras atracadas á la d erecha, el palacio vice

r real á la izquierda y al fon do el Vesubio, erapara hacer morir de espanto al pintor y ma

º…v quin ista .

Con grandísimo dolor emprendió el manchego la refundición de su obra . Á cada miembrocortado , echaba sangre su corazón de padre ;pero no había remedio

, ¡ zas ! Más que trabajode reducción , debía serlo de compresión . Eranecesario coger al gigante y comprimirlo hasta

¿oder encerrarlo en un frasco de alcohol , comos fetos . Mucho padeció el poeta ; pero al fin

triunfó de s i mismo . Sólo que no pudo reducirlos cinco actos a tres , y la obra quedó en cuatro . Había quitado trece personajes , y en tresacado casi la mitad de los versos .

¡Gracias aDios ! El director de un teatro leyóla obra y la encontró excepcional . Estaba elhombre entusiasmado ; pero al expresar su regocijo á Miqu is y al felicitarle , in d icóle la necesidad de nuevas modificaciones . Todavía eraforzoso comprimir más . La obra cabía ya en

¿ un frasco:era menester que cupiera dentro deun dedal . ¡Nuevo trabajo , nuevos afanes ! E nesto se ocupaba Alejandro en aquellas m adru

gadas , viviendo solo en el gabinete de la esqui

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EL DOCTOR CE NTENO 45

n a, después de su cambio de fortuna . A taleshoras , excitado por su labor, sentía febril entus iasmo; había algo de convulsivo y epilépti

co en la onda de vibraciones nerviosas que desu cerebro salía, viniendo amorir en su epidermis . Su sangre era lumbre ; el pulso se aceleraba , corría , como viajero impaciente . Sufantasía poderosa encen díase a la acción magn é tica de aquel estilo ampuloso y calderon ia

n o . Los personajes del drama tomaban á sus tºojos figura y realidad teatral ; vivían , si no lavida del mundo , la or0pelesca y convencionaldel teatro, cubierta de vistosos remedos vi tales .»Veía , tan claramente cual s i lo tuviese delante , á don Pedro Téllez Girón , duque de Osuna,virrey de Nápoles , insigne caudillo de_

_

mar ytierra , político , diplomático y muy galán, figura que el poeta soñaba como la más gallardamuestra del án imo español , de la ambiciónsublime y del desorden caballeresco ; veía también al solapado veneciano Ángelo Barbarigo ,figura sombría y trágica con olor y color desangre ; al aventurero normando Jacques Pierres ; al sarcástico y hon radísim o Quevedo , secretario del Duque, y, por último , a la enamorada Catalina Paoli , la Carn iola , robada alosa scoqaee por Jacques Pierres, como veríanbien los que la obra conocieran . El lugar dela escena igualmente revivía en la fantasía delpoeta, y poco le faltaba para ver con los ojos

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46 B . PERE Z GALD68

“mortales al propio Nápoles con su Vesubio ardiente

,su pintoresco mercado, su mar y su

cielo m ás azules que lo azul , la delirante alegria de su pueblo , su naturaleza a la vez florida y plutónica, llena de hierbas y lavas, prodigio de la Naturaleza, arca del paganismo ,

¿“compendio de toda la hermosura terrestre .

»4'

Sentir este entusiasmo vidente y no podercomunicarlo aotro ser , era el mayor de

'

l_os_ tormentos . Sus amigotes no le comprendían

,y al

gunos de sus comparfe'

f'

os de casa se burlaband e él . Ya el maligno Poleró, hablando del drama, lo había llamado E l gran Cerco d e Viena,

yCienfuegos , el mejor amigo de Alejandro , n o lemostraba un afecto muy vivo sino cuando necesi taba de él para salir de sus apur No podíacomunicarse más que con cual era uninocente y no entendía palotada de teatro

,ni de

arte , ni de his toria ; pero tenía un alma cariñosa y entusiasta , que respondía siempre con dulces vibraciones de amor a toda“acción 6 ideasprocedentes del alma idolatrada de su amo .

9 < Dorm íase Felipe algunas noches en el sofádel gabinete . Su sueño era profundo ; pero bastaba que Alejandro le llamase para que se des .

pertara, como él excitado , como él dispuesto alas alucinaciones . Sin duda, por la simpatía yparentesco de ambas almas, la pasión artísticade la una se comunicaba a la otra, venciendo

xi su rudeza .

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48 B . PERE Z GALDÓB

aromas muy fuertes . Se aturdía y se mareaEn cuanto a la acción

,la realidad misma

n o tuviera poder más grande que aquella mentira para cautivar el espíritu del buen Centeno . Cuando llegaba Alejandro á una escenadr amática en que había choque de espadas

,un o

que se cae, otro que gri ta, ó cosa así, ya estabaFelipe con los pelos de punta

,lo mismo que si

presenciara el lance entre personas de carne yhueso . Pues si el poeta leía una escenade amor, con ternezas y sentimientos expresados a lo vivo, ya estaba Felipe soltando de sus“ojos lagrimon es como garbanzos .

-.k La aurora les sorprendía en esta exaltación ,

ambos gozando lo increíble:el un o por lo sa

bio,el otro por lo ignorante . Siendo tan dife

rentes,algo les era común:el entusiasmo , qui

zás la inocencia . La excitación cerebral de Miquis con cluíá”

en enfermizo marasmo . Se acostaba rendido de fatiga

,y le entraba delirio

,con

escalofríos muy penosos . Felipe le arropaba ,echándole encima hasta el tapete de la mesa yparte de la ropa, pues el abrigo de la cama n oera suficiente , y apagaba la luz , aquien hacíalúgubre la claridad del día . Cerraba las maderas para fingir la noche , y acos tábase vestidoen el sofá,Por un rato , oía el canto de los machos de perdiz

,colgados en el balcón del veci

no,y los pasos de los madrugadores , que sona

ban secos en la calle aún casi desierta ; al fin se

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E L DOCTOR CENTENO

d ormía profundamente para soñar con magnates , con príncipes vestidos de tela como la delas casullas , con ven ecian os forrad os d e hierro,con las galeras del Duque, que él creía erancarromatos ; con el Vesubio , que es un monteencendido , y con aquellas frases tan bonitas ,tan ñuas y amorosas que la Carniola decíasiempre que hablaba .

Levan tábase Alejandro muy tarde , cada díamás tarde ; sentía, al despertar, un embrutecimiento invencible . La pereza le dominaba y n opodía vencerla . Su cuerpo era de Felipe iba a clase

,si había tiempo , generalmente

sin saber palotada de la lección , y asu regreso ,ya doña Virginia le tenía preparadas diversasfaenas . Como pudiera n o hacía nada, y se me—Mtía en el cuarto de su amo a arreglar la desorden ada mesa y limpiar un poco . Andaba depuntillas , por n o despertar aMiquis , y movíacon mucho cuidado los muebles . Si el dramahabía quedado en la mesa, cogía uno auno loscuadernos y les quitaba el polvo con su manocon un respe to tal , que n o lo empleara mayor…el cura para coger la Hostia consagrada . Á“

ve

ces aven turábase a leer un poquito , con cuidado , se entiende, por ver en qué paraba tal 6cual lance que su amo en la lectura había de

jado á la m i tad . Después ponía los cuadernosuno sobre otro , á un lado, muy bien colocadi

tos por orden de actos ; los l ibros a otra parte,TOMO l l

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50 B. PERE Z e¿1.nós

Jl tintero en medio , las plumas en su sitio ; enfin , todo como Dios mandaba .

Los malignos huéspedes , que se enteraronde que leía Miquis al criado sus composicio

w

nes , hicieron la burla que puede i aginarse .

Uno de ellos dijo aFelipe con much sorna:“¿Y qué opina del drama el Doctor Centeno ,

hombre inteligente?El muchacho se ruborizaba y no respondía

nada . Pero en su fuero interno , decía conrabia“¡Valiente ganso estás Mejor te pus ie

ras aes tudiar .…V Para Felipe

,las obras más perfectas , las crea

ciones más sublimes del humano en tendimiento , eu lo antiguo y en lo moderno , eran

v ias de su amo .

El hidalguete manchego , cuya primera ha=

zana fué arrancar a la historia la figura de E !Grande Osuna para vaciarla en un molde dramatico , estaba cada día más triste , por motivos que n o eran de arte . A medida que ibagastando lo que le diera su tía, más se apianaba su ánimo , y no por la idea de que el tesoro se acabase , sino por los remordimientosque el gastarlo tan sin substancia le causaba .

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52 B . PERE Z GALDÓB

indiferente a las ideas de tuyo y mía, y con siderarlo como tal hombre a pesar de la mutilación de esa víscera que se llama bolsillo .

Esto pensaba Miquis , y añadía Cienfuegos queno era mutilación la voz propia , sino queaquella entraña es tuvo mucho tiempo en forma rudimentaria, y así siguió has ta que eluso hizo de un elemento orgánico un verdadero órgano .

º»? ¡Pobre Miquis , qué cosas pensaba para disculparse a si mismo y atenuar la fal ta que leatormentaba ! Y derretia de lo lindo el dineromás en el prój imo que en si m ismo . Era enesto secuaz ardiente del Evangelio . Desde queun amigo se veía en apuro, lo que pasaba undía s i y otro n o, ya le faltaba tiempo a M iquispara volar a socorrerle . Muchos ¡ tales traiciones tiene la amistad ! ñngían penurias parasacarle dinero y gastarlo en fran cachelas . Enla cómoda tenía los billetes , y conforme iban ecesitando jugo , iba sacando de aquel depósi to

,sin enterarse de lo que salía ni de lo que

“¡ dabaPorque Miquis , dirém oslo claro , era refrac

tario á la cantidad . Así como el aceite sobren ada en el agua sin penetrar jamás en ella ,así la idea de cantidad flotaba sobre el espíritu““de Alejandro , saturado de poesía, de ideales .

Si teóricamente distinguía bien la idea de 10Qd e la de 10, en el tráfago del vivir, cuan do

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EL DOCTOR CENTENO

aquellas cifras eran cosa monetaria, venían aresultar indistintas , cual los tamaños y

'

i orm a de las nubes . ¡Ay, cómo resbalan en vuestras rosadas manos

, ¡oh Musas locas ! estos pe—Vdazos de papel, hechura de los modernos Bancos , y que llevan impresos , como signo de an o

dar a prisa, los alados borceguíes de vuestrohermanito Mercurio !Porque habíais de ver al célebre manchego

entrando en una y otra tienda para comprarcosas que, á su parecer, necesitaba, y metiéndose en las librerías para adquirir todo lo nuevo y bonito , obras de lujo que maldita fal ta lehacían , y que vistas una vez n o servían paranada . En los puestos de libros dejó también V .

puñados de dinero, porque n o había autorclásico 6 romántico, e5pañol ó extranjero , queél n o quisiera poseer . Para enterarse bien detodo lo que compraba , necesitaría la vidae terna .

Pero la mayor parte de sus caudales n o tomaban el camino de las l ibrerías . Iban presurasos hacia otra parte, llevados por magnéticaó nerviosa corriente… ¡Pobre Alejandro ! Suscompañeros de casa conocían bien el génerod e vida que llevaba , y los unos con in terés ylástima, los otros con desdén y mofa, hacíancomentarios mil y tris tísimos augurios .

“Es un perdido . ¡Lástima de talento !…Co-

v

razón demasiado grande y jamás harto de sen

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54 B . PERE Z exm ós

¡Pobre Alejandro ! Se consume ensu propio fuego .

—Es un Cualquiera le engaña .

Pero de ésta las pagará todas juntas , porqueme parece que se loE l bondadoso Zalamero le disculpaba di

ciendo:“Se detendrá a tiempo .,Poleró le za

hería , Arias y Guevara le desollaban . El informal Cienfuegos afectaba un interés fraternal

por Alejandro, y lo expresaba así:“Le voy á

coger de una oreja y á ¡Vicioso ! Yole quiero mucho:imped irá que corra al abis

Verán , verán Pero con tantohablar n o hacía nada, y era el primero que, asolas con él , disculpaba sus

_

errores .

“¿Por su parte , Miquis se mostraba cada vezmás esqu ivo

*

dun sus compañeros . No iba detertulia al cuarto de ninguno de ellos ; habíacerrado el suyo a las reuniones tumultuosasde las tardes , y muchos días fal taba a comer,lo que ponía en gran confusión y sobresal to alQ ama de la casa .

*a'

h““Este don Dulcin eo del Toboso arruinará asu padre—decía .

—No estudia, y gasta el dinero que es un primor . ¡PobreMás de una vez, cuando le pillaba solo y en

x¡buena ocasión , se permitía serm onearle carinosa . Era buena Virginia y gustaba de hacerde madr e con los huéspedes .

“Pero don está usted muy echa

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56 3 . PEREZ GALDOS

Atendía sonriendo el estudiante a es tas razones, y parecía conforme con ellas . Sin dudahabía en su alma propósitos de Yen prueba de ello, v iósele algunos días bastante corregido:entraba temprano

,iba a clase

pero lentamente a las andadas volvía y á suvida miserable .

Su capital m ermaba rápidamente, creciendoen igual grado sus remordimientos . Cuandopensaba en la ira de su padre

, en trában le con

gojas . Era don Pedro Miqu is de carácter v iolento , y como llegara a entender el uso quehabía hecho su hijo del dinero recibido de una—4 loca, bueno se pondría . Falta grave , deli tomás bien, había cometido Alejandro . Con ninguna argucia podía disculparse ni acallar suconciencia ; y cuando el dinero se acababa,cuando anunciadas por síntomas lúgubres volvíanlas escaseces , iba faltando ya el atenuador delos remordimientos , que era el dinero mismo

ºd'(y los goces que proporcionaba .

Una carta de su padre le puso en gran ZOZObra .

“Me h an asegurado— le decía,—que tees tás dand6 vida de príncipe . Haz el favor deexplicarme Cóbarde para afrontar laverdad , negó, y a poco le escribíawen padre:“Trata de averiguar con buenos modos si latiíta ha realizado una cierta cantidad de juros , Es lástima que intereses de cuantíaestén en manos de una

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E L DO OTOR CENTE NO 57

P ara ahogar la pena que esto le causaba,v

érale preciso engolfarse en el arte , sumergirseen sus ondas purísimas y—.engañar la imaginación con soñados triunfos y del icias . Comoo tros lo e stán de vanidad

,estaba él hinchado

de op timismo . E l Grand e O sun a se representaria en aquella temporada . Dudar esto era

como no ver la luz del sol . Ten ía_lo Alejandro

por tan seguro como si viera la%¡abra en los

carteles . ¿Y qué más? Siempre que leía un periódico, se asombraba de que las gacetillas n oanunciaran ya el estreno , y deploraba lo malmontado que está el servicio de noticias teatrales . Siempre que sonaba la campanilla dela casa salía presuroso, creyendo que venía recado del empresario llamándole . E l curso deuno y otro día sin cartas, sin gacetilla , sin recado, n o le quitaba su dulce Sentíalástima de los que n o eran autores de E l Grande Os un a, y de Madrid por lo mucho que tardaba en gozarlo .

Pues bien:represen tada la obra, había d e“M

tener éxito colosal . Esto era como el Evangelio . Le daría mucho , muchísimo Coneste capital tendría lo bas tante para reintegrará su padre el dinero de la ¡Hermosoplan ! y podríahacerlo sin que su padre se enterase de nada . ¡Vaya una cartita que le pon—Ndria ! “Mi querido papá:ayer me entregó latiíta diez y seis mil doscientos doce

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58 B . PEREZ GALDÓS

etc . Usted me dirá cómo se los env ío , 6 si losentrego Lo más bonito era que despuésde este rasgo de honradez y respeto filial , aúnle había de quedar abundante moneda paraseguir ¡Y Tenía yapensada otra obra que al teatro llevaría e n

cuanto se representara E l Gran d e

¡Vaya una obrita! Se había de llamar E l cond en ado por con fiado, y era cosa sub lime:unseñor de horca y cuchillo que se hacía fraile ,y después de hecho fraile se enamoraba de unamonja… En fin , había tela, y honda materiadramática, religiosa y hasta Con

los inefables placeres mentales de la gestaciónse consolaba el infeliz de sus dolores moralesy físicos .—í Físicos, si, porque empezaba apadecer cruelmente de una como debilidad general con desvan ecim ien tos de cabeza . La tos pen osísima lequitaba el sueño ; no apetecía más que golosinas, y se alimentaba con caramelos, café y—

_

fruta . Para que la depravación de su paladar fuera completa, hasta llegó aaceptar invitacionesde su tía, y se hartaba de gachas, cañamon es ,

Jy bebía tazones de salvia . Por grandes que fueran sus sufrimientos, nunca tuvo aprensión nimiedo a la muerte . Su ºptim ismo le llevabahasta creerse poco menos que exento del fuerod e la Parca ; y el hábito de mirar cara acara—lainmortalidad, in spirábale confianza en su exis

º

x:

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60 B . PEREZ eannós

fé . Por las noches, aprimera hora, aquello erauna Babel . Poca gracia le hacían a doña Virginia los planes económicos de Poleró, por elgran estrépito que de ellos resul taba ; y Alberique, que en casos tales la echaba muy de bravo, decía que les iba a tirar a todos por el balcón . Una noche que daba gri tos en el comedor ,sal ió Poleró del cuarto y con serenidad burlona le dijo“Señor Alberique . Parece que es tá usted in

com odado, y que me ha nombrado Re

pitalo delante dem i, porque quiero enterarme…Amedrentado el berberisco

,respondió con

gruñido de lisonja:“Nada, señor sos tenía que tiene us

ted mucho talento .,

Pero el catalán, por seguir la camorra, de

cía:“¿Y usted que sabe si yo tengo talento óVirginia

,deseando paz, daba algún di

nero a su fornido esposo para que se fuese acorreria al café 6 al billar . Ya se sabía que elmorazo n o había de volver hasta la madrugada .

Volvió Poleró al cuarto -casino a referir laescena . Felipe no descansaba un momento enla noble tarea de hacer el café . Salía y entrabacon és te 6 el o tro recado del comedor al cuarto ,del cuarto a la cocina .

“Doña Virginia, que si quiere usted café .

—No, hijo:que les aproveche .

—Doña Virginia , que me dé usted otra taza .

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E L DOCTOR CENTENO 6 1

—Que manden por ella a laEn el cuarto crecía el barullo y se espesaba

la atmósfera .

“No eches todavía el agua caliente .

¡Pero si esta taza está sucia !… ¡Felipe !…—Falta una ¡Doctor !—¡Alguien se ha comido el azúcar!… ¡Cen

teno !- Si ya hierve .

No hacerlo muy fuerte , que quita el sueño .

¡Eh ! cuidado , que se come un terrón Jul ián de

¡Felipe !… ¿Pero dónde se mete és te?Si ha ido por cigarros .

El de los prismas está aún en su cuarto ,de punta en blanco , con el mon dad ien tes deplata en la boca . Está haciendo tiempo a ver sile convidamos .

—NO convidarle .

—Dárselo sin azúcar…¡Eh !… ¡Felipe… !—¿Y Zalamero , dónde está?—AhoraEl señor de los prismas , antes de partir para

la calle , llegábase a la puerta y saludaba cortesm en te a todos .

“¿Usted gusta?—Gracias…¿YSi quieren us tedes algo para París

Risas generales y sofocadas .

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62 B . PERE Z am ós

“Aguarde usted y le daremos una taza decafé .

—Son ustedes muy—¿Y don Basilio ha Felipe , llama

a don Basilio .

—Permítanme ustedes , señores— decía el red actor de Hacienda, asomándose á la puerta .

Hace tiempo que he renunciado al café , porqueme quita el sueño . Si me hicieran el favor deun poco de azúcar para un vaso de—O ro molido que fuera…—Pues muchas Permítanme uste

des que me retire . Me toca hacer articulo estanoche .

— Don Leopoldo , nos va usted a traer de París una buena maquinilla de café… ¡Felipe !—No tienen más que darme una No

lo apuntaré en mi cartera .

Apunte maquinilla de hacer café,

doce tazas .

—Bien, bien:no se me olvida ya—Tome vea si tiene pocoSi no tiene¡Felipe… el¡Un terrón !

¿Pero dónde es tá el azúcar?.

—Se lo ha comido Julián de Capadocia .

— Todos están concluyendo su ración,

"yno

ha sobrado nada de ¡Qué descuido !—Señores , si es to es

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64 3 . PERE Z GALDÓB

“Muy ocupado , ¿eh…?eso siempre, figúrese usted,

respondía el otro haciendo visajes, pues losnervios de su cara estaban siempre tan alborotados que ninguna facción quería estar ensuO tra vez le decía el catalán“¿Estuvo usted malo anoche?Me parece que

le sentí—NO , señor… ¡oh ! Trabajando hasta la ma

Figúrese a lo mejor recibotrece, catorce, quince cartas, y á todas , ¡ ah ! hede contestar . Buenas noches . ,

Poleró vivía en el cuarto próximo al de donJesús Delgado , y algunas noches , subiéndos een una silla, se asomaba aun tragaluz abiertoen lo alto del tabique . Había observado que elbendito señor, cuando n o se paseaba de largoa largo por la habitación, escribía cartas en supupitre .

Conforme iba despachando epístolas,les ponía los sobres ; luego los sellos, de que teníabuen acopio , y las agrupaba á un lado, y conlas contestadas hacía gruesos paquetes queguardaba en un arcón . Como nunca salía a lacalle sino para ir al Correo , y al salir echabala llave asu cuarto, n o había medio de penetrar en la misteriosa oficina . Receloso hasta losumo y atento siempre asu secreto, s i = secreto *

había, don Jesús no evacuaba la plaza f

ui-

en el

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EL DOCTOR CENTENO 65

acto de la limpieza, y se tragaba todo el polvodel barrido an tes que dejar expuestos sus papeles aun ataque de los huéspedes .

, Arias sos tenía que Delgado, hombre ya próx imo á los cincuenta, tenía una novia perpetua, relaciones de esas que n o terminan n i enel matrim onio n i en el olvido ; pero este casod e platon ismo de toda la vida, verosím il en el

m elancólico personaje, n o explicaba las catorce cartas, an o ser que tuviera don Jesús catorce n ovias platónicas, todas poseídas de epis tolaria demencia .

Aportó Z alamero algunos an tecedentes delseñor Delgado . Perten ecía és te a un a familiabas tante acomodada; era s útero , y había serv ido vein te años en la Dirección de Ins truc»ción pública , desempeñando uno de los mejo =

res destinos . Le apoyaban eminencias del partido moderado . Zalamero n o recordaba bienqué clase de disgustos , qué contrariedades oficines cas obligaron a tan apreciable sujeto ád ejar su destino . Tiempo hacía que estaba ces an te , y la fam ilia le trataba como a loco pacífico , s in tener con él relaciones directas .

Una noche , aguijon eados por su ardien tecuriosidad, hicieron pr0pós ito los huéspedesde sacarle del cuarto, valiéndose de cualquierardid, aunque n o fuese prudente n i de licado .

In v itáron le a tomar café, y como conte s taran egativamente dando las gracias , imag i naron

TOMO l l 6

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6 5 B . PERE Z GALDÓS

atacarle con una burla de gran aparato . Miquis

redactó al instante un mensaje, y se encargaronde llevarlo Poleró y Sánchez de Guevara, paracuyo acto solemne, el primero se puso un fracviejo de don Basilio y el segundo su uniforme .

Entraron con toda ceremonia en el aposento ,y sin preámbulo alguno , sacó Poleró su papely empezó á leer con enfática entonación lo ques igue:“Excelentísimo señor don Jesús Delgado

Los que suscriben , hospedados en ésta su casa ,s e atreven a interrumpir las graves ocupaciones de usted para rogarle se digne aceptar unamodesta taza de negro café en el humilde albergue en que la amistad los reúne . Aunque la fraternidad que informa los actos depersonas aposentadas bajo un mismo techo,justifica por sí este acto, los que suscriben,Excelentísimo Señor, quieren dar a la presente manifestación un móvil y origen superioresa los que tendría si fuese un simple a rranqued e urbanidad:quieren ¡ oh ! derivarla d e lossentimientos de admiración y respeto hacia laaugusta persona que ha prestado tan em in en

tes servicios al país y al mundo entero en elimportante y florido ramo de la Instrucciónpública .

Siendo los que suscriben , señor Delgado, escolares que aspiran a la posesión del saber end iferentes artes y ciencias, n o pueden menos

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68 B. PEREZ GALDÓS

de ce lebérrimos trabajos . Poleró era el únicoqu e fal taba , porque se había encargado de exam inar las cartas y descubrir el secre to ; acción

qu e no consideraron vil lana, tratándose de unloco .

Di f fuse que á don Jesús le quemaba el asiento . Apenas apuró la taza, ya quería irse . Sutu rbación y cortedad eran grandes .

“Un momen to m ás ,—le decían , de ten ién dole

cas i a la fuerza.

— S i us tedes , ¡oh ! me permi tieran re tirarrespon día él con tim idez .

— Apenas heem pezado miPo r fin le sol taron . Una comisión había de»

acom pañarle has ta su d omicilio . Todo se hizocon apa rato y cortesana pompa . Cuando el infe liz se encerró de nuevo , v iérais á Po leró en o

.

tra r en el cuar to tapándose la boca para conten er la risa . Se tiró e n una cama, porque su

h ilari i ad y los e sfuerzos que hacía para sofocar la y n o mete r ruido, le daban con vuls iº

n es .

“¿Pero qué, pero quéNo podéis figuraros .

—¿Q ué cartas son esas?

—L). locura más graciosahal lar.

—¿Quién l e escribe? ¿A quién escribe?

¡S i no lo hubiera—¿A la Reina?

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EL DOCTOR CENTENO

No .

¿Al Papa?—NO… Asombraos todos . Se es cribe las car

¿tas a s i mismo…—¿Y las recibe?—De sí m ismo . Todas las cartas es tán enca

b ezadas:“Señor don Jesús Delgado:Muy señory todas con cluyen así:“Su s eguro y

a tento servidor, Jesús Delgadº . ,

¡ Q ué risas , qué algezare s !“¿Se le da u n bromazo, s i 6 n o?—Hombre, ¿mayor que el de es ta—Mayor, sí, mayor…Poleró contó en breves términos lo que d e

»c ían algunas cartas . Todo era referente a ex

trenos plan es d e Instrucción pública. E n al

gunas despachaba consultas sobre d elicad is imos puntos de la misma materia . No es tabanm al escri tas, pero s i salpimentadas con lasexclamaciones “¡ ah ! que usaba tambiénh ablando .

“S i:de la Dirección le echaron por locoind icó Z ¡ lamero .

—Ahora recuerdo:empezaroná notar rarezas en s us in formes, y extrañisi

mas teorías traducidas d el alemán . Por talesi deas es trambóticas , tuvo e l Director un grand isgus to con el Arzobispo de Toledo .

—¿Cou que se le da el bromazo?

—¿Cómo? ¡ Ah ! ya…escribién dole una carta

eflrmada por él m ismo .

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70 B . PEREZ GALDÓS

—E so, — clamó Poleró —A ver quiénimita su letra . Le he quitado una carta .

—Venga manifestó Cienfuegos , que se

creía con aptitud para el caso .

—Yo la imitaréQue ponga Miqu is el borrador . En térate,

Alejand ro, de las ton terías que dice, y n o om itas las interjecciones .

Es preciso sus traerle un pocode es ta hermosa tinta violada que Feli

pe , mañana, cuando limpie la chica el cuarto,entras a ayudar, y…

Convenido:¡ qué lance !Señores, las di ez .

—gritó Sánchez deGus»v ara, blandi endo el espadín .

— E s hora de estud iar . Se levanta la broma .

Has ta mañan a . ,

E l sábado por la noche , casi todos los hués

pedos fu eron al paraís o del Teatro Real . Miquis

ll evó á Felipe, que no había estado nunca, y sequedó medi o atontado ante lo que veía y cía,

cual si estuviera en un mundo d is tinto del queh abi tam os . Cosas y personas se le representaban engrandecidas y sublimadas por ignoradopoder de magia . Aquello no era natural:erasueño

, ocio de los sentidos y mentira del almaTanta s eñora guapa en los palcos ; el deslum

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72 B . PERE Z GALDÓS

se puede admirar baj o el pr isma del estilo . ,

En pie, para dejarse ver y oir, el tal Montes ,tieso y bigotudo , con la ropa muy ceñida paralucir las formas, llamaba la atención de medioparaíso por su arrogancia curs ilon a, su cabezallena de bandolina

,sus aires pedantescos y sus

ridículas pretensiones de hombre de mundo…Poleró es timulaba la fatu idad de Montes conchanceras lisonjas , y todos se divertían a trozmen te con la buena música, los bandos m u

s icales , las cursis, las apreturas y las bromasy agudezas propias de aquella caldead a re

gión .

E n la casade huéspedes reinaba silencio gratís imo, en cuyo seno , como pez en el agua , lamente prolífi ca de don Basilio Andrés de laCaña escribía su cen tésimo artículo sobre ele terno tema, y era de ver cómo aquélla maquina de guerra sa lía

,erizada de explosivas su

mas y de cortantes guarismos . Cada v ez queel redactor s e pas aba la mano izquierda por lacabeza, bro taba de la pluma, rápidamen te meuceda por la derecha , una chorretada de números que . ¡Pues si aquello lo leyera alguien ,

Dios poderoso !Dos personas más había en la casa , igual

mente silenciosas:la B ernardina, que se habíapuesto á coser junto a la mesa del comedor, ydormitaba más que cosía , y don Jesús Delgado,que trabajaba en su cuar to con la constancia y

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EL DOCTOR CENTENO 73

fe de todas las noches . Antes de ponerse á escribir, leyó cuidadosamente el bendito s eñoren diversos libritos ing leses y aleman es ; pas eó un rato por la habi tación como d iscurriend o lo que iba a con tes tar; y haciendo visajes ycon torsiones , tomó luego la pluma, que no por

que fuera de éstas de acero que ahora se usan ,

d ejaremos de llamar bien cortada . Le acompañaba un discreto y grave amigo , Julián de Ca.padocia, dormitando n o lejos de la mes a , yratos levan taba la cabeza y le dirigía m iradascariñosas . Expresivo era el rostro del apaciblecan , y si hubiera tenido palabra le habría d icho:“¿Cómo va eso, señor Pero se

lo decía con los ojos , y con los ojos también rospon díale don Jcsus“Difícil tema es és te, ¡oh ! amigo Capadocia

allá veremos lo que¿Era verdad lo que Poleró habia dicho? S i:

toda la correspondencia que Delgado contes taba habíala escrito el mismo un día an tes . El

d esgraciado huésped, cuya vida se n os pres enta en tan raro mis terio

, as í como los orígenesd e su pacífico desorden mental, merecía bien.

e l mote que le puso Arias O rtiz, ramplón helenista:le llamaba el eautep istológrafos , ó seae l que s e escribe cartas a s i propio .

De las doce ó catorce que había recibidaaquella tarde, tomaba don Jesús una , la leiacon atención cuidadosa

,meditaba un rato so

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74 B . PERE Z GALDÓB

bre ella y luego la contestaba . Sucesivamentehacía lo m ismo con las o tras , alternando ell eer y el escribir, hasta despachar la mitad deltrabajo, quedándose la otra mitad para la mañan a siguiente . He aquí una, tomada al azard el repleto archivo del arcón:“Señor don Jesús Delgado .

—Muy señor m íod e mi consideración más d istinguida:Recibí sua tenta

,fecha 28de O ctubre , y me apresuro á

contestarle que su adm irable plan de la E ducación Comp leta no es ni será comprendido pores ta caterva rutinaria de la Dirección

,incapaz

d e salir ¡Oh ! de los antiguos moldes . Pasaránaños ; será preciso que todo el régimen del Estado varíe ; que la sociedad se conmueva parasacudir su modorra ; que pensamientos nuevosy nueva luz entren en el cerebro narcotizadoy tenebroso de la Nación ; y aun así, ¡ oh ! la reforma que usted quiere implantar no será unh echo si n o dedica usted un siglo más al ensayo y tanteo de su difícil aplicación . Vino ustedal mundo ¡oh ! antes de tiempo , amigo m ío . Lom ejor que puede hacer ahora, para no aburrirse aquí con tan larga espera

,es darse una vuel

ta por'

la e ternidad y volver d entro de siglo ym edio, año menos, año m ás .

E ntonces el Gobierno pensará de otra manera, y habrá caído en total d escrédito la educación de adorno que ahora prevalece , compues

ta de conocimientos necios, baldíos y de relum

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76 B . PEREZ GALDÓS

¡ Oh ! que forma parte de la completa . Esto deen señarles

¡jugan do es invención , como tuya,

d onosís ima. Hemos tirado á la basura todoslos librotes ind iges tos que los chicos tenían, ye n su lugar l es hemos dado herramientas defáci l manejo , lápices y colores , cartón para hacer casitas , y otras menudencias dispues tasconforme a lo que mandas .

Sofía está o tra vez en estado interesante ymuy avanzada… ¡Cómo ha _

de Mi sabid uria me da u n hijo cada año . Venga, y lee ducaremos jugando . Nos harán fal ta pron totus ideas sobre la lactan cia . E scríbenos sin d ilación , que quizás mañana empecem os á necesitar tus teorías lactatorias , ¿qué d igo , mañana? ahora me avisan que Sofia… ¡ ah !¡ oh ! n o puedo segui r; adiós .

Aquella noche,como dije, despachaba tran

quilamen te Delgado su correspondencia , cuand o de pronto

,al abrir una de las cartas y leer

la, se quedó turbado, frío , y empezó á hacertales visajes y contorsiones, que la cara se led esbarataba, cual si quisiera p rotestar de lasl eyes anatómicas ; a leer volvía, n o dando créd ito á sus ojos, y sal taba en e l d uro asien to .

S in duda le acometió el mal de San Vi to . La

ventose, dió varios paseos, leyó de nuevo…

¿Q te carta era aquélla que tan to le tras torn aba? ¡Su letra ! ¡ s u tinta ! ¡E ran el encabezamien to y firma como los de todas las suyas !

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EL DOCTOR CENTENO

Leída por séptima vez, vió que decía“Señor don Jesús Delgad o .

M i dis tinguido amig o:E l contenido de su V

gratís ima de l 2 de Noviembre , e n que se man i fies ta desesperanzado d el *

éx ito de su grand ioso plan de E d ucación Comp leta, me ha prod ucido ¡oh ! dolorosa impres ión . Pues qué ,.varón insigne , fi lósofo exim io , genio sin segundo , ¿será pºsible que desmaye usted cuand o llega el momento de dar cima á su altaempresa y coronar cºn triunfo y galard ón ad

m irables sus glorios ís imos , s us inmortales estad ios? No, amigo:hemºs l legadº á la cima,hemos escri to el omega , y la frente d e l san tºreb rmador, d el Jesu—z, d e l C risto de la Educación , aparecerá coro n ada de las es trellas d e lapráctica en e l tronº refulgen te de la realidad .

'

Si

Us ted , mi sabio amigo, engolfado en el tu al

m u ltuosº piélago de las cartas que de apartadas regiºnes . playas y continen tes le d irigen ,

n o ha apreciado e l veloz paso de l tiempo . ¡ Han

tran scu rr id o vein te años s in que u sted s e d e'

cuen ta d e ello! Ya n º existen aquel los ru tinarios moldes que se ºpon ían á la E d ucaciónCompleta . Todo ha variado, egregio hierofante:la sociedad ha vencido su leta l modorra , ydespabilad ís ima aguarda las ideas d el legislad or de la enseñanza . E n este lapso de tiempº, .

¿n o sabe usted que ha sido derrocado el tronºs ecular, y cºn él han desaparecido las prácticas

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78 B . PERE Z GALDÓS

añosas y las ideas ren cias? Cual generosa es

pada cubierta de orín, que en un momento eslimpiada y recobra su» hermosura, temple ybrillo

,así la nación se ha limpiado su mugre .

N uevas instituciones tenemos ya, ¡ oh ! y nuev ºs caracteres y principiºs . La hora de que elg ran reformador salga de su escondite y man iñes te al mundo atónito sus planes ha llegado , señºr don Jesús . ¡Viva el Mes1as de laE ducación Comp leta , base de la Comp leta

*

W ida!

Con ferviente entusiasmº le saluda y abrazas u afectísimo—Jm ús DE LGADO .

Mientras más el infeliz leía, mayºr era sud esasosiego . Estaba el pobre como fuera

'

de s i,

con grandísima zozºbra en su alma . Pero mu

cho más se alteró cuando , al fijarse en la fechade la carta, vió que claramente decía:“8 deNoviembre de Se le erizaba el cabellºmirando estos guarismos . Tal efecto le hicieron , que sus nervios se desataron en vibraciónloca

,y empezando por dar vueltas en la habi

tación , luego salió disparado al pasillo .

Julián , ¡ cosa extraña y rara vez acontecida !lad raba tras ¡Pero cómo ladraba el buenºde Capadocia ! Era el canino lenguaje un aullar lastimero que más tenía de exhortación deamigo que de amenazas de guard ián . Asustado del ruidº salió don Basilio , y con cariñºpusº la mano en el hombro del eautep istoló

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80 E . PERE Z GALDÓB

v oy á dar Porque si yo tuviera machos huéspedes como don Jesús, n o queríam ás E l n o dice esta boca es m ía; jamás me haro to un plato ; n o alborota , ni es TO

d os los meses viene un señºr de la familia yme pregun ta:“¿cómo es tá? ¿sigue pacífi co?” y

yo le d igo:“es tá como un ángel , y de buen

E l encargado abre una m iaj ita de lapue rta para verle…Siempre en su faena delas car tas

, ¡pobre Después me pagael hospedaje en bºni tos napoleon es , y hastao trºE s tas exhortaciones de la hermosa Virginia

n º hacían efecto'

. Los muy tunos idearºn otrabrºma aquella m isma n oche (que fué la dellun es), y al punto la pusieron por ºbra. Eseribie ron al eautep istolo

'

grafos una carta con su

im i tada le tra y tinta ; pero para con fun d irle

m ás , la firm aron as í:Su afectís imo amigº capellán ,

—JCLTÁN DE

CA PA ! )O CIA.

Y dando las señas de la casa,rogaban al se

nor don Jesús pron ta contes tación aun difícilpun tº que el firmante se permitía s ometer ale le v ad o cri teriº de nuestro ref )rmador pacífi

co . Pasaro n dos días , y la contes tación n o l le

gaba . Pero una tarde, hallándose todos en casae n expectativa de la anhelada respuesta, llamóel cartero del in teriºr, el cual , después de entregar la diaria remesa de dºn Jesús, en señó

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E L DOCTOR CENTENO 81

otra carta, diciendo ¿Don Julián de Capadºcia?—¡Aquí es , aquí

Con febril alegría y curiosidad se reunieroná leer

,y puestos todos en rueda, leyó Alejan

dro en voz baja lº siguiente:“Señºr don Julián de Capadocia.

—1Muy respetable señor m ío y capellán:Por su atenta del4 me he enteradº del delicadísim o problemaque se sirve someter á mi humilde criteriº ,es tº es , cuáles serían lºs medios m ás adecuados para que usted pudiera rein tegrarse á suser total , y si los procedimien tos de la E ducación Comp leta, que tengº el honor de defendery propalar, serían eficaces para aquel al to fin .

señor de Capadocia , diga usted alosmal educados jóvenes que le han dirigido amí, que

'

n o es de corazones nºbles hacer escarn io de principios que n o se comprenden ; d ígales que mis planes n º son para perros ni paragandules que padecen

,entre otrºs males, la

mutilación del rudimento cristianº del respeto a los semejantes . Excluidos están ¡ ah ! todosellos, por su grosería, por su fal ta de sentimiento social y caritativo , de los beneficios dela E ducación Comp leta . Y pues el señor donJulián ha de tener sobre ellos alguna in fluencia, siquiera por el parentesco patológicº ó lacomunidad de dolencia con vén zales de su

triste situación, y hágales ver que están lleTOMO l l 6

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82 B. PEREZ GALDÓS

nos de vicios físicos,morales é intelectuales .

A los que heredaron de sus padres y maestros ,reúnen los que ellos adquieren todos los díascon su vida disipada y antihigiénica , así comoen el estudiar viciºsº . ¡ Oh ! sºn enfermºs queme dan lástima, porque veo mejor que nadiesus llagas horrorosas . Esos pobres tontos nºcºmprenden que la adquisición de todº conocimiento tiene dos valores:uno como saber , yotro como d iscip lin a . Este último ¡ ah ! lo desconocen

,como el ciego de nacimiento descon º

ce la luz,estando rodeado de ella .

Repí tales usted estas pal abras atodºs , y particularm en te a ese caballeri to , autºr de dr amas

,que le ha escrito austed la carta . Ese es

el m ás enfermo y el que más necesita de mejores aires . Es el más lis iado , ¡ah ! el más leproso, elmás cojo, manco y ciego de la cuadrilla .

Desconoce la moralidad física ; el cul to de lasalud, tan respetable comº el de la conciencia ,como el de la inte ligencia . Es un triple suicida ; se está matando por tres partes ,

ala vez , ¡pobre niño ! A éste es al que más compadezco , porlº cual debe usted decirle , de mi parte , que lomejor que puede hacer es morirse , para queresucite purificado .

Esto d irá usted á sus amigos y consejeros . Yus ted , señor capellán , reciba una puntera desu afectísimo

JE SÚS DELGADO…

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idioma . Su mujer y Bernardina eran torpes,idi otas, bestias y acémilas con faldas . El solºtenía las manos delicadas ; él solo sabía ponercada cosa en su sitio , sin manchar nada…La casa era el puerto de arrebata-capas . Allínº se podía tener nada . Tan pronto le cogíanun lápiz para apuntar la rºpa; tan pronto lequitaban el cazuelillo del agua para hacer guisotes . No se podía trabajar, n º se podía vivirallí .“¡Verbo ! ¿dónde están mis pinceles?… ¡Ver

bísimo ! ya me han cogido la lámina con lºs dedos manchadºs de petróleo . ,

Esta era la '

música de todo el día, cuandoAlberique trabajaba . A la sazón traía entremanos una hermosa ejecutoria en vitela paracierto sujeto que había sido hechº marqués . Eltrabajo no carecía de mérito artístico ni de limpieza y minuciosidad ben ed ictin as . Todº sevolvía escudos tajados y trºn chados , con sinople

,rojo , blea , y mucha banda, lambeies, lo

sanges , mallas y rus tros .

Serían las once de aquel infausto día, cuando en toda la casa se oyó la terrorífica voz delberberisco que así gritaba:“¡Verbo ! ¿quién me echó esta gota de tinta

encima del dragón de gules? Me recopilo en lam—espan tadísima madre de Reus—Habrás sido tú mismº, sin —mur

muré Virginia, que al estruendo de los após

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E L DOCTOR CENTENO 85

trºfes salió de la cocina con una sartén en lamanº .

esto es un Si supieraquién fué el re-in decen tísimo que me hizo estacochinada, ahora mismo , ahora mismº le hacíauna tºrtilla cºntra laFelipe entraba . Verle el morazo y lanzarse

s obre él , como tigre hambrientº sobre la espantada res , fué todo un o .

“¡Tú fuiste, perro ,Sin darle tiempo a disculparse , le tendió de

una bºfetada en el suelo . Doña Virginia dudaba si salir ó nº a la defensa del chicº . Nº lºh izº

,pºrque le tenía cierta ojeriza á causa de

los modºs un tantº desenvueltos que había adquirido el Doctor, alentado por su amo y porlos demás huéspedes , que le tenían cariño . Laverdad en su lugar:Felipe había echado ciertas ínfulas que desdecían de su hum iide cºn

d ición . A la señºra patrºna respond ía cºn malos modos, y n o respetaba á los mayores . Paranºmbrar aMontes , solía decir el tio pr isma, yal señor de Alberique le mostraba antipatía ymenºspreciº .

A lºs gritos que el muchacho daba acudie

ron Poleró y don Basilio . En el mismo instante , Felipe, revolviéndose iracundo , comº cachorrillo heridº, se levantó y buscó con sus tremulas manºs un objeto sobre la mesa . No hubºde encontrar más que el cacharro con agua n e

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gruzca y dos 6 tres pinceles , y cogiéndolo todocon prontitud , lo disparó contra la cabeza delmoro . Este fué hacia él con ánimo de espachurrarle . Dios sabe lo que habría hecho si nº se

hubiera interpues to Poleró.

“No sea usted No trate usted asía un pobre chicº .

—Permítame usted , señor ¿Es

tá us ted segurº de que ha sido él?—¿Y ustedes qu é tienen que ver aquí?—gri

tó el — Métanse en sus cosas , que yºme recopilo en la espan tadísima—¡E lí! no sea usted No le aguantº

á usted sus coces—¡ Si cojo aun o… !—gruñía el mºro acobar

dado .

—Le digo á usted—gritó Poleró con repentina cólera ,— que n o tiene usted que tocar aFelipe . Vaya ustedCorrió Centeno al cuarto de su amº . Alberi

que balbucia con estropajosa lengua excusas ,blasfemias y amenazas . En esto , Virginia, quequería poner paz y evitar un escándalo , se llc

gó a él diciéndole:“No seas ¿A qué tanto gritº para

nada, por una ¡Qué hombre ! Nº sé

El berberisco de Cocentaina, manso cºn losfuertes , tremendo con los humildes , halló enla oposición de su mujer buena coyuntura

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—NO fal taba más… ,

Don Basilio , que se empeñaba en sujetar áAlberique, sufrió la extirpación violenta de uncallo, y todo se le volvía renegar de la pendencia y de los contendientes . Arias entró también . Poleró, pasado el peligro , reía de ver alrelamido y m oderad ísim º Zalamero tan d es

cºmpuesto y fuera de sí . Llºrando, cual Magdalena

,Virginia decía:

“¡Si n º fuera por…! ¡Y que yo tenga en mi

casa á—¿Qué escándalo es éste?— gritaba Arias .

,

Y Montes se presentaba también cºn aspavientos de dignidad , diciendo:“Será preciso llamar una pareja de la vete

rana… Francamente,yo creí que en una casa

comoHasta el pacifico don Jesús Delgado compa

reció llen º de susto y alarma, pálido, en el lugar de la escena,mas no para aplacar á los cºmbatientes .“¿Qué es esto? Hace una hora que es

tán llamando á la puerta, ¡ah ! y nadie va aabrir . Debe ser elRisas . Aún faltaba lo mejor . Entró Ale

jandro de improviso , y, sin más ni más, fuésederecho á Alberique y le cºgió de la solapa .

Atención:“Oiga usted , cafre:me han dicho que ha pe

gado usted ami criadº .

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E L DOCTOR CENTENO

diré…—¿Y tºdo , pºr qué? Pºr estºs mamarrachos

—gritó Alejandro echando una ojeada á laspinturas heráldicas .

—Mejor se ocupara usteden cavar, holgazán ,

y nº en hacer estos adefesiºs .

Diciéndolo , cogió las láminas , hizo con ellasuna pelota , vertió la tinta, esparció los pinceles . Furor, nuevo alborºto , risas , prºtestas .

“Me recopilo en el repu tad ísimo verbo y enla repu tadísima madre .

¡Eh ! poco á poco .

Gállese

Váyase usted ahacer¡Le cojo yCu idadº, don Alejandro .

¡Perdido !¡Si esta casa esPermítanme ustedes , señores .

¡ Silencio !—Nada:yo llamo á la pareja , porque, fran

camente , aunque la cosa n o merece la pena, sise mira bajº el prisma de la decencia .

—Don Alejandrº , usted es un acá y un allá .

Bruto…Paz , No es para tanto…¡Mis láminas… las tiene que pagar !Vaya usted á donde fué el padre Padilla . ,

Aquella tarde, cuando ya los an i

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m os se aplacaron , Virginia entró con altivaarrogancia patron il en el cuarto de Miquis .

Considerando que la permanencia del manchego en la casa renovaría la escena lamentable de aquella mañana ; considerando , además,que Alejandro había escritº las cartas que sºl iv ian taron el pacifico ánimº de don Jesús Delgado , venía en sentenciar y sen ten ciaba que eldon Alejandro no podía seguir más tiempo entan ilustre casa . La nºtificación fué breve yexpresiva:“Don Alejan drº, vengo adecir que hoy mis

m o me hará us ted el favºr de marcharse consu criado , sus dramas y sus li teraturas…

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borradas de la tabla del tiempº . ¡Por dónde sele antojó aquella tarde al bueno de Cienfuegosentrar en la casa cºn cara de ajusticiado , pºn erse delante de su amigo , y en d ilgarle palabras que, por lo cavernosas y lúgubres , bienpºdrían sal ir del frío hueco de una tumba !

_Nada, nada:el s in v en tura Cienfuegos hábía formado propósito nada menos que de pegarse un tiro aquella misma tarde . Que si, quese lo pegaba . No tenía más remedio ; era cuestión de honra . E l era muy pundonoroso , y n opodía sobrevivir a su Porque cºmosu familia no le mandaba nunca un cuartº ,había hecho uso de cierta suma que le confia

del dinerillo perteneciente á unos huérEn fin , llegaba el momento de entre

gar aquella cantidad . ¡Eran las las

cin cº ! y desde las cuatro le esperaban en elcafé . ¿Quién? Los papás de los huérfanos ; lospapás no , lºs tios… Total:él se pegaba un tiro ,tan fresco, y… Nada

,que se lo pegaba . ¡Cosa

muy triste , en verdad , renunciar a la vida porcuarenta y ocho duros

,tres onzas ! Perº cºmo

ningún amigo quería darle nada, por lo muchº que á todos ¡Y qué casualidad yqué desconsuelo ! el mes próximo tendría tresm il pero seguros

,

“seguros como si losllevara en la mano . Su tío, el boticario de Barajas , le había comprado su tanto de hijue

Lo malº era que comº se iba a pegar

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aquel tirito , n o podría disfrutar de los tres m ilreales….

.

“ALEJANDRO .— (Con hidalgo movimiento d el

án imo y d e la mano Toma .

CIENFUEGOS .— (Balbucien te, pá lid o y tocan d o

con las pun tas d e los d ed os la que le d aban .)Puedes es tar segurº de que el mes que entra…

¿Qué mes es? ¡Ah ! Sí, sí , seguro .

Nº será en los primeros días , ¿sabes? sino alládel 10 alEran las cinco y media . Arregladas las cuen

tas con Virginia, salió Miquis de la casa . Trajº Felipe al mozo que había de cargar el baúl ,y él mismo llevó á la espalda su peta te , que ála verdad le pesaba poco . La casa á donde fuerºn á parar era conocida de Alejandro , por háber visitado muchas veces en ella á un estudiante manchego, su am igº . No quiso la n ueva patrona adm itir á Felipe , porque allí, dijº,nº se necesitaban criados , ni habían vis to nunca que ningún huésped lºs tuviese . Sólo encalidad de tal , y pagando como su señorito ,podía el Doctor ser admitidº . Pero ni él teníaun solo real , n i su amo, ya caído de la cumbrede la prosperidad ala sima de la escasez

, po

día atender al pago de dos hospedajes . Con

todo, el gen erosº tobosin o, en la breve con ferencia que amo y criado tuvieron á solas

, d ijº“Si, yo te pago:creº que tendré dinero . ,

Prudente y previsor Centeno , adivinó con su ins

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tin tiva perspicacia las dificultades de lo porvenir .

“No— dijo,— yº me vºy avivir auna pºsadaque conozco en la calle de las Es donde van los m ieleros de la Alcarria ,,

La casa en que se hospedó Miquis era baratay detestable . Vivían allí estudiantes pºbrísim ºs de Medicina, Farmacia y Veterinaria . Lashabitaciºnes parecían madrigueras , y la comida rancho .

“Me estaré aquí unos pocºs días—pensó el

joven ,—hasta encontrar cosa mejºr . ,

Tan mal le supo la cºmida el primer día,que determinó pagar sólo el cuartº y cºmerfuera . Esta vida libre , nómada , irregular, leenamoraba . Según estuviese el bºlsillo , asícºmían él y Felipe , regalada ó m iserablem ente:un día en la fonda, otrº en un ventorril lode las afueras , aveces en in in un da taberna dela calle del Grafai ó en alguna pastelería dePuerta Cerrada . Nº había mayºr delicia paraun º y ºtrº que ver caras distintas , gustar distintos sabores y aliños de comida . ¡Libertad ,variedad, sºrpresa ! Este era el principal gºcede aquella errante vida .

Inseparables de la vagancia fuerºn ¡ ay ! lºsapuros . Alejandrº vivía del crédito y de combin aciºn es . Cuando se le acabó el crédito, cadavez que necesitaba dinero , empeñaba una pieza de rºpa, y las tenía muy buenas . Felipe

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dormía . A veces Centenº se iba á su dºmiciliº,

aveces se quedaba en el de su amo, durmien

do en el suelo sºbre una veterana alfºmbra .

Pºr la mañana, lº primerº que hacía Miquis, antes de pensar en levantarse, era deplorar su falta de fºndos . La pobreza aumentaba de un modº alarmante , acompañada deterribles compromisos y sofºcos . Felipe con sid ereba con espantº aquella penuria, y nº comprendía cómo habiendo Miquis recibido de sucasa algún dinero , estaba ya tan esquilmado .

¿En qué gastaba los duros?… Hacía tímidaspreguntas sin obten'er Miquis , sindecidirse aabandºnar el lecho , se devanaba lossesos discurriendº á qué amigo pediría, y quéargumen tºs eran m ás fuer tes para apoyar supetición . Pºr último , daba en el quid y escribía su esquela , que Felipe se encargaba dellevar . ¡Cuánto desengaño ! ¡qué horripilan tesnegativas ! Alguna vez , entre cien , se dabancasos de resul tado satisfactºriº . Entonces volvía Felipe lleno de gozo , que se le traslucía enel semblante .

Ni Llegó por fin un tiempº en que Alejandrºtenía que esquivar la presencia de sus amigºs ,que empezaban amirarle de mal modo . El infeliz n o se presentaba en parte algun a dondenº viera cara de ingleses . Los que nº lo eranle tenían en poco pºr su desordenada v ida,y el aspecto de miseria y abandºno que iba

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tomando en su vestido . El estado ren tísticoempeoraba rápidamente ; sus d eudas eran tantas , y tan perentorios lºs vencim ientos y com

prom isos , que el d inerº que le enviaba su padre se le desvanecía en las manos, apenas cºbrado , cºmº cosa de encantamento .

Tuvo Alejandrº que guardar cama ºcho díasde Diciembre, porque un fuerte catarro de pecho que le acometía todºs lºs meses le atacó enaquél cºn tanta fuerza, que a poco más degenera en pulmonía . Felipe le acºmpañaba díay noche, procurando d is traerle y apartar suánimº de tºda tristeza . Para Alejandro , versesepultado en una cama, sin pºder vagar pºrlas calles , ir a lºs cafés ó aotros lugares quede nºche frecuentaba era grandísimo tormento . Hasta su exaltado ºptimismo se enfriaba entonces ; casi , casi tenía dudas de lapróxima representación del drama, y se le reproducían con dºlºrºsas punzadas lºs remºr

d im ien tºs por haber gastado el dinero de losjuros .

Impaciente por curar, echóse á la calle antes de tiempo, cuandº apenas podía tenerseen pie . No quiso presentarse en n ingún círcu

lo de amigºs , por vergiienza de que le vieranen lastimoso estadº de ropa y cºn las bºtas descosidas . Al ver de lejºs á cualquiera de susantiguos cºmpañerºs, se apartaba para nº encon trarle, ó retrocedía, ó se metía en un portal .

Tomo II 7

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PEREZ GALDÓS

V Felipe era su únicº amigo , y el más lealy condescendiente de todos . Era un chiquillo ,es verdad, incapaz de sostener cºnversaciónseria sºbre cosa alguna ; pero tenía tal en tus iasmº por su amº, que n o hacía diferencia enninguna acción n i palabra de éste , y tºdas lastenía por acertadas , hermºsas y sublimes . Erael adulador sempiterno , si estº puede decirsede una adhesión inflexible , fundada en el agradecimien to, y en un v ivís imo afecto que á la“vez era fraternal , fi lial y amistosº .

Cuandº salían á sus excursiones d iurnas ynocturnas

,había que verles . Comº tuvieran

abundante dinero , se hartaban en un bodegón ; si n o, compraban alguna vianda ligera yse la comían al campo rasº . Daban grandespaseos por las afueras, observandº la diversidad de tipos y asuntos que se encuentran acada mºmento ; estudiaban en el gran librº dela humanidad transeunte

,cuyas páginas , llá »

mense sorpresas, encuentros ó casualidades ,ofrecen pasto riquísimo á la fantasía y á la mtel igen cia. Ávidos , sin darse de ello cuenta,de los goces mentales que proporcionan lºspanºramas populares con paisaje y figuras, ba

4jaban al río y entraban en vivºs altercados cºn

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B . máa o¿r.nós

m ayor entusiasmo despertaba en Alejandro eraAyala, poeta insigne , recién laureado por sucélebre obra E l Tan to por cien to , de la cualdecía nuestro manchego:“La primera vez quela ví representar me hizo tal efecto

,que estu

ve en cama tres días . , Y en su Gran d e Osunahabía querido hacer gala de remedar la dicción adm irable , limpia y sonora de E l hombrede E stad o . No ya cariño, sin o veneración idolátrica era lo que á Miquis inspiraba el poetaextremeño , por la perfección escultórica d esus obras , por la energía de sus versos, y aun

“por

"

su hermosa figura calderon ian a.

Cuando le veían de lejos, Miqu is , sin poderse contener, gritaba: y le seguían por toda la calle, adelantándose aél , a

º trechos , para mirarle de frente .

Al Museo fueron alguna vez . ContemplabaFelipe, con la boca abierta, aquellas ñgurastan guapas, y tenía como una sospecha delgran mérito de todas ellas . En presencia de laperfección artís tica , n o hay persona , por ruda,por in educada que sea , que no sienta , ya quen o otra cosa, el secre to orgullo de su afinidadcon la esencia d ivina que inspiró aquella bell eza, y de su parentesco corpóreo con las man os que la ejecutaron .

“¿Esto lo hizo un hombre?…—preguntaba

F elipe en el colmo del candor .

—Sí:Murillo .

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E L DOCTOR CENTENO 101

—¿Y aquellos ángeles , los sacó de su cabeza?—Ahí verásUn domingo , en la puerta ya muy en tu

s iasmados, n o les fué permitido entrar por el

malísimo pelaje que tenían . AvergonzadoAlejandro , estuvo todo el día mudo , atentosólo a sus botas usad ís imas , á su raída lev i ta y al sombrero , que parecía comprado enlos bazares del Rastro . En cuanto a Felipe,más n os valdría n o describirle ni aun mirarle .

Su calzado—era un '

par de chanclas viejas, ro

tas y deformes, que había adquirido no se sabedónde, cOn más barro que cuero . La chaquetaque le cubría el cuerpo n o era ya de colorconocido , y por m il bocas pedía que la llevaran á. una tina de trapos Vi ejos para con

v ertirse en papel . También los pantalones .

querían ser'

papel , aunque fuera de estraza .

No se sabe cómo fué a parar a la cabeza delinsigne Doctor aquella boina encarnada con

un agujero por—donde le salían erizados me

chones de pelo .

Del balance de caja más que del estado deltiempo , dependía el empleo que d aban á lashoras de la noche . Si Alejandro tenía dinero ,ya procediese de su mesada, ya de la in cautagenerosidad de un amigo , se iba solo á sus correrías .

“Mira , Felipe— le decía después decomer,—ahora te

“vas a casa ; te pones á estuAunque n o puedes ir al Instituto

, por

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102 B . PEREZ GALDÓS

tu mala ropa, conviene que aprendas las leccion es .

_

Yo tengo que hacer .

Cierta noche siguióle Centeno , y vió que entró en una pero nada m ás supo ni averiguo. Casa era de apariencia vulgar, y la ruinfachada n o decía qué clase de amistades allísolicitaban al asendereado manchego . Felipeaprovechaba las noches en que su amo le de

Njara solo , para trabajar pro d omo sua . Teníainstintos prácticos , vocación latente de ,

buscarse la vida, y aunque no era maestro en lasartes del ped igiieño, se dió tales mañas , que álas pocas noches de haber visitado a Zalameroy adoña Virginia, consiguió una levita vieja ,que á él le venía d e perlas si encontraba quiense la arreglase ; un hongo , y botas magníficas“con caña de tela . Bien ,

bien .

Cuando Alejandro estaba limpio de dinero ;cuando entre los dos no reunían más que lapeseta 6 los cinco reales con que atracarse dejudías ó de una mala sepa, n o se separabanpor las noches . Miquis suspiraba, desconsoladoy tris tísimo ; pero en cuanto empezaban arecorrer calles, como que se distraía y se olvidabade su penuria . Gustaban de recorrer los barrios bajos , viendo riñas , escenas y extrava

gan cias populares ; 6 bien , has tiados del bullicio, se metían por el soli tario arrabal de laMancebia , calles de la Redond illa y del Toro ,plazuelas del Alamillo y de la Paja . Miquis n e

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Tú dices entonces con angustia

Oye una

Y yo te remato así

¿Palabras yo? toma hierro .

Y caes bañado en sangre gritando:

¡ YO Jesús mil veces !

Sofocado de su mímica tumultuosa,se sen

tó en el pretil .“¡Qué gigantesca figura la de ese Duque ! .

exclamó con profundo desconsuelo .—¡Y que

es to no se haya representadoCual si hablara con quien pudiera apreciar

su erudición , dijo así:“Yo presento al Duque como la figura m ás

gen u inam en te…española del siglo XVII . Su epoca está retratada en él , con todo lo que contiene de grande y viciado . Es un insigne caballero aquel don Pedro Téllez Girón , libertino ,justiciero , cruel con los malos , generoso con

los buenos ; gobernando el reino de Nápoles ,m ás que con juicios reposados, con ímpetus repen tinos que casi siempre le salían bien ; perseguidor de los usureros, de los curiales y deto dos los que oprimen al pueblo ; frenético porlas mujeres y enamorado de todas las que veía ;

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E L DOCTOR CENTE NO 105

ambicioso de gloria, de popularidad ; liberalís imo, manirroto , lleno de deudas ; en diplomacias agudo , en m oralTantas vueltas había dado en su espíri tu al

famoso y noble Virrey, que concluyó por identificarse con él y hacerlo suyo, fundiendo el carácter soñado en el real . En sus soliloquios decía:“Soy lo mismito que el Gran d e Osuna . ,

¡0h! pues si Alejandro tuviera medios de man ifes tar lo que en s i llevaba ; si los tiempos ylas circunstancias le permitieran exteriorizars e, sin duda admiraríamos en él al gal lardotipo del prócer dadivoso , caballaresco , justiciero, duro con los malos , blando con los buenos ,enamorado hasta el frenesí de toda mujerguapa“ .

Dando en"

é l hombro de Centeno una palmada tan fuerte , que apoco más le hace caer delpretil

,d ijole estas en fáticas palabras:

“Tú eres mi secretario , el gran don Francisco de Quevedo . ,

Verse comparado con el hombre más gracioso que ha existido en el mundo , hacia reir aFelipe de gozo y orgullo .

Si pasaba un transeunte , Miquis decía aloído de su secretario:“Ese es Jacques Pierres que acude a la con

juración de los u scoques . Useoques son unosbandidos que habitan en las playas del Ad riatico . Ya sabes que el Adriático es…

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106 B . PERE Z GALDÓB

Un mar,—replicaba Felipe , hinchado deerudición .

—Pues supón que aquélla es la casa dondese reúnen misteriosamente los ¿Ves

aquel cura que pasa? Es Fra Domenico Caracciolo, camal dulen se, que ha jurado acabar conel Duque por ciertas ¿Recuerdasel acto

Fué porque los camal dulen ses querían oprimir a los pobres , y el Duque cogió undía en Palacio a uno de los tales frailucos ,cuan do

_fueron apedirle y le tiró de

las—Era un hombre En la casa don

de están reunidos los u scoques se m ete disirazado don Francisco de—Yo…Y lo descubres todito . Gracias que la Car

niola,amante del Duque, previno a éste ; que

si no… Querían nada menos que

—La Carniola es también hermosa figuraañrmó el poeta, desvanecido de entusiasmo .

Yo veo aquellos dientes de perlas ; aquellosojos lánguidos , perezosos , traicioneros ; aquelperfi l de helén íca estatua, la tez pálida, el arrogante talle…No concibe la imaginación mujerque la supere ni aun que la iguale . Respiraamores ; su mirada acariciaDiciendo esto

,rompió á toser con tanta fuer

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108 B . PEREZ em ós

lorosísima obstrucción en el No se lequitó hasta que hubo arrojado enorme cantidadde sangre por la boca . Felipe n o sabía qué hacer . Su amo , cerrando los ojos , cual si n o tuviera fuerzas ni para sopor tar el peso

de lospárpados , le dijo:

“Corre,Felipe

,y llámate 6.

Cienfuegos .

Cienfuegos asus tadís imo ,disimulaba su

disgusto . Tema ya diplomacia médica,antes

d e tener la ciencia y el título .

“Es to no es — manifes tó con énfasi sdoctoral .

— Te v oy á dar el percloruro d e hierrolíqu id o . Tendrás un poco de y sobre todo mucha tranquil idad . No te ocupes denada… Cualquier cosa que necesites , ya sabesdónde estamos Volveré esta tarde y mañanay todos los días .

,

Los ofrecim ientos de Cienfuegos no teníantérmino . Cuando Alejandro movió sus labiospara murmurar:“hablaremos… el novel m édico creyó que iba a recordarl e ciertas cuentas atrasadas , y presuroso , en tono de cariño ,le dijo:

“¡E h… eh ! Callad ito . En esta enfer

medad el uso de la voz puede serte funesto .

Con que punto en boca . A la noche veremos .

Que vaya Felipe al momento por la medicina .

Me voy á clase…Durante el curso de la dolencia , asistía

Cienfuegos con irregularidad , conforme al espíri tu de desarreglo que informaba su natura

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EL DOCTOR CENTENO

leza . Algunos días iba cuatro 6 cinco veces, yse estaba allí largas horas ; otros n o se le veíael pelo . Cuando era más necesaria su presencia ; cuando había dicho:“descuida, que vendrésin falta…n o parecía . En cambio, se presentaba inesperadamente á horas desusadas . Y noperdía ocasión de proponer a su paciente elprés tam o de un n apoleón 6 dos , an im án dole

a ello con lisonjeros augurios de un prontorestablecimiento .

Pero el mal era hondo y la herida grande .

Un mes estuvo Alejandro postrado en la camay devorado al mismo tiempo de tristezas roedoras . En mitad de su enfermedad , adquirióvel convencim iento de que su Gran d e O suna nose representaría ya en aquella temporada . A

pesar de que ésta avanzaba bastante, él n operdía la esperanza ; pero se la quitó una carta Vdel director del teatro , diciéndole en resumen:“La obra es tan buen a que necesita mucho estudio , y como nos fal ta tiempo , la dejamospara la temporada próxima . ,

El abatimien to que es to causó al poeta prolongó el tormentoso trabajo de su naturalezaque luchaba por reparar la pérdid a sufrida . So

brevino otra hemorragia, aunque mucho másdébil que la primera ; pasó el infeliz toda laSemana Santa, la Pascua y muchos días m ássin ver cercano el térm ino de su esclavitud ypostración . Agravaban su tris teza los airados

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B . PERE Z GALDÓS

V sermon es que por escri to le echaba su padre ,sabedor de que no estudiaba y de su vida vagabun da . ¡Y aún ignoraba el buen señor latravesura del dinero de la Godoy !… ¡Pues eldía que lo supiese, bueno se iba á poner ! Cuando Alejandro pensaba en esto , sentía que s ele recargaba la fiebre y aun que se le abríanhuecos dolorosís im os en la región toráxica .

Persuadido es taba de que su padre conocía yael delito , porque ciertas frases displicentes yamenazadoras de sus cartas n o podían tener

xjotra explicación .

El iluminado manchego se pasaba las lentasy cansadas horas de su enfermedad pensandoen la ira de don Pedro y en el grandioso cuanto infortunado drama . Este era la causa de susmales todos ; pero también de aquellas resu

rreccion es súbitas y vigorosas de su espíri tu ,

que'

compen saban las moles tias físicas . Porquearte , dominando con imperio en su alma,

era la fuerza que le alentaba, el resorte de lavida

,y el secreto germen de ideas salvadoras .

¡La antiquísima fábula del Ave Fénix qué verd ad tan profunda encierra, qué hermoso s imbolo es de las formidables fuerzas restauradores que el alma humana lleva en si misma

,y

con las cuales ella propia es su remedio,y de

su mal saca su bien , de su caída su elevación,%de su dolor su

Poco tiempo pasó desde el abatimiento traí

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112 R. PERE Z GALDOB

acostarse , ponía el manuscri to debajo de laalmohada , durmiendo así en famil iaridad espiritual con el Duque , Jacques Pierres y laCarniola .

Aumentaron los motivos de su alegría,bien

hechora del cuerpo y del alma, ciertos dinerosque le mandó su madre . Aunque Alejandro ,en sus cartas , disimulaba la enfermedad paran o causar alarma en la familia ,—és ta supo la importancia del mal . Felizmente ya estaba buen o y sano . Asi lo decía él , y así se lo creyeron .

¡Pobrecito había gas tado en médicos y medicinas tan trs imo Su madre

,pródiga

siempre en estos casos , le envió una bonita libranza . ¡Q ué bien venía ! Jamás escritura cc

m ercial fué tan grata á humanos ojos comoaquélla que decía en caracteres de letra inglesa:P or esta p rimera d e cambio, e tc“Lo prim ero _

es pagar— dijo Miquis con hon“¡ radez candorosa .

—Habrá para todo .,

¡Cielos ! Si n o se detiene atiempo en aquellavirtud del pagar, pronto se queda sin un maravedi . La mitad se lo llevó un tal Torquemada,hombre feroz y frío , con facha de sacris tán , que

pres taba á los estudiantes . Sólo por réditos lecomió al manchego la mejor parte de lo queés te había recibido de su Después vin o ¡Pobre mártir ! ¿Cómo n o ayudarle á salir de aquel nuevode el médico , se fué tan agradecido que casi

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EL DOCTOR CENTENO

lloraba al despedirse . Y véase cómo amparaDios á los caritativos . Aquel mismo día fueArias O rtiz á ver á Miquis , y le pagó seisciento s reales que le debía . Gozoso éste

,determinó

desempeñar alguna ropa, de la que estaba tanAl fin , al fin podía salir otra vezV

a la calle con decencia .

Su gran debilidad n o le perm itía trabajar enel drama ; pero con el despierto pensamiento ,aguzado como cincel de acero , sin cesar acariciaba su obra . ¡Goces puros los de modelarmentalmente la creación artística

,ablandan

do la y conformándola como la cera entre losdedos !“Voy á restablecer la figura de la Carniola V

decía una noche , ya metido en el lecho , á Felipe que le acompañaba ;—voy á res tablecerla

tal como la concebí y como está en el manuscrito primero ; figura grande y ( túeres un pobre bruto y no entiendes de es to)…figura que Ya verás , ya verás el furor que hade hacer en el público . Dirán que es cosa muy V

buena , y todos los críticos me aplaudirán . Catalina es una mujer del pueblo, si, créelo ; mu

jer vigorosamente poética , criada sin melindres, hija directa de la Naturaleza . Nacida enlas inmediaciones de Ragusa , pertenece a laraza de los uscoques , de origen helénico , losimplacables enemigos del turco, los guerril leros del Adriático , medio piratas, medio comer

Tou o 8

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cian tes , pescadores y cazadores, veloces peces ,pájaros dotados de agilidad ¿Entiendes lo que voy diciendo?”Todo ojos y oídos , Felipe no apartaba un

ápice su espíri tu de esta febril elocuencia .

“Pues Catalina es robada de la casa paternapor un u scoque . Este muere en una reyertacon los venecianos . Pasa a ser presa y queridade un corsario , hasta que en un combate queés tos tienen con las galeras del Duque , la cogeJacques ¿De qué te ríes? ¿De los muchos maridos que va teniendo esta señora?Lláman la entre ellos la Carn io la, porqueapris ion aron en el golfo así nombrado . JecquesPierres la viste de riquísimas galas y joyas deO riente , cogidas á los turcos, y la lleva á Napoles

,donde la tiene ocul ta, ¡ figúra

te si será celoso , siendo ella tan guapa,Para abreviar , te diré que la Carniola nopued ever á Jacques Pierres:le detesta, chiºco, =

y diera por librarse de no sé“fb lo que dieraPues verás ahora:en uno de aquellos paseosnocturnos que daba el Duque por la ciudad,acompañado de Quevedo , vió á la tal

¡Y que era tonto mi señor Duque para enamorarse !—dijo Centeno .

—Eso es en aquel pasaje que cuenta:

Ví en Pos ilipo un a mujer tan be lla,

n o d igo bien mujer ; yo v i una d iosa…

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116 B . PERE Z GALDÓB

sán dote . En fin , no hay actriz que me la reYome duermo, tengo mucho sueño .

Me parece que estoy bueno ya… ¿n o

¡Y qué bien durmió aquella noche ! Las docedel día serían cuando Felipe se aventuró ádespertarle . Toda la tarde estuvo charla quecharla

,y habría salido á la calle si Cien fue

gos n o se lo prohibiera por estar el tiempo fríoy amenazando lluvia . Como n o carecía de dineros , mandó traer comida de la fonda . ¡Las

tim a grande que el apetito le faltara ! Era muyextraño que apeteciera éste y el otro plato

,y

que en el m om en ta de verlos delante,le en

traran invencibles repugn an cias . Esto le ponía tris te,ºy decía:“¿Sabes tú, Felipe, una cosaque yo creo que comería con gana? Pues cañamones . Si mi tía me los Creo quecon es to me volverían las ganas de comer y me

pondria bueno . ,

Benditos platos traídos de la fonda, n o Os

podríais quejar del desaire que el amo es hacía

,porque , en cambio, el criado os trataba

con extremados miramientos . Así estaba él denutrido y saludable , y así echaba aquellos colores, pregon eros de su naturaleza vigorosa

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E L DOCTOR CENTENO 117

y de un organismo admirablemente regul arizado .

Al anochecer quejóse Alejandro de frío , yse acostó . No había acabado de h acerlo , cuando alguien llegó á la casa preguntando por él .Felipe salió á enterarse . Era una“¡Ya , ya sé ! —dijo Miqu is turbadís imo cuan

do Felipe le dió cuenta d e la vis ita .— E ncien

de luz, dí á esa persona que entre, y vete enseguida . ,

Felipe vió el demacrado rostro de su am o

encenderse con llamarada de rubor,cual hoja

seca que arde . Los ojos del enfermo chisporrotearon gozosos .

Al punto entró la mujer, señora 6 lo quefuese . Pero la puerta quedó entreabierta,y Centeno atisbó desde el ¡Vaya, que eraarrogante y hermosa ! No se la debía diputarpor señora, porque ninguna que tal nombremerezca se presentaría en visita con aquelm an tén pardo , de un color como café con leche , y con un pañuelo de seda negro y rojopor la cabeza , puesto con donaire, haciendocomo un cucurucho .prolongado sobre la frente . A la sombra de este pañuelo brillaban conexpresión de acecho los ojos de aquella ninfa,amorosos y traicioneros , como en verso decíaM iquis , hablando del mirar de la Carniola . LO

de las flechas que tanto usan los poetas,ve

n ían bien allí ; mas eran flechas untadas de

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118 B . PERE Z GALDÓS

caramelo envenenado . ¡Bonito aire el de la Tal ,y qué bien calzada !Todo es to lo observó Felipe en un instante

,

asombrado , primero de la hermosura , luego dela voz de aquella mujer . ¿Qué lenguaje hablaba? Ya… se comía la mitad de las palabras

,y

las o tras las remataba con un dejo… ¡ay ! EraEl metal de voz sonaba un poquito

ronco ; pero la dicción n o por eso resul taba men os lánguida y suspirante .

¡Felipe , oído ! La Tal se acercaba al lecho deMiquis y le tomaba la mano . El , turbado, sinduda , de la alegría de verla, le decía que sesentara, lo que ella hizo de muy buena gana,porque estaba harto cansina . Hablando

,ha

blando , ella le llamaba n iño , cosa que á Felipe le pareció muy razonable , porque su amoestaba física y moralmente en situación de serl levado en brazos , y aun de que le dieran biberón .

¡Oído , La Tal charlaba,charlaba

en su graciosa lengua andaluza . ¡Tanto tiempo sin verle ! No hacía más que pensar en¡ pobrecito ! Era menester que se pusiera pronto bueno… Ella estaba muy disgustad a . ¡Lepasaban unas cosas… pero unas No

podía vivir . Aún creyó entender Felipe quel loriqueaba algo . Lo que su amo decía no llegó á los sutiles oídos de Centeno , porque lavoz de Alejandro , a consecuencia del mal que

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— Pídelo adoña Pepa . Tráete también caraOye , y cigarros . Por más que diga

Cienfuegos , no puedo dejar de fumar…Al poco rato volvió Felipe con lo pedido , y

además La Corr espon den cia . Su amo dormitaba ; luego se despabiló y estuvo despiertocasi toda la noche . Hablaba , entre tos y tos , d eldrama , de las cosas atrevidas y justicieras quehacía el Duque,y de las atroces llamaradas queechaba el Vesubio . Entie el follaje de esta verbosidad , puso Felipe la flor de una observaciónque hizo sonreir aAlejandro:“Esa que ha es tado aquí esta tarde—dijo ,

es la Carniola .

—¡Y que está padeciendo las mayores amar

guras bajo el poder de un Jacques—¡Qué pillo ! Y puede que le

— Es un ¡Si yo n o estuviera clavado en esta malditaNo dijo más sobre el Como el

tiempo seguía malo , continuó prisionero algun os días . La Tal volvió av is itarle , y en aquella segunda entrevista, que fué también denoche , el enfermo es taba levantado . Hablaronlarguísimo rato con animación y mutuas expresiones de afecto . Ella contaba suplicios , sofocos y privaciones horribles . El la consolabaanunciaba mejores d ías… ¡Oh ! pues si él n o

es tuviera enfermo,todo iría bien . La Tal echó

de sus bonitos ojos un par de lágrimas, y dijo

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EL DOCTOR CENTENO 121

mil pestes de ºJacques Pierres . Al manchegose le partía el corazón . Lo peor de todo era quela Tal no podría venir más á verle… Para selir á la calle necesitaba decir“mil¡Y luego venía con un Pues si el barbaro llegaba á descubrir que De seguroque le cortaría la cara , y era lástima que unacara tan linda… ¡Lástima también ¡ ay , Diosm ío ! que Alejandro n o tuviera salud y muchaguita para poner eficaf y pronto remedio a tamanos males ! En fin ,

adiós,adiós…

Aún hubo una tercera visita,corta y de po

cas palabras . Después de ella,Miqu is escribió

una carta aTorquemada pidiéndole dinero . Elmaldito prestam ista no se lo mandó . ¡Paciencia ! Cuando pudiera salir á la calle , Alejandrose lo pediría de palabra con razones persuasivas que no podía expresar la pluma de unpoeta .

Á Felipe , justo es decirlo , no le eran in d iferentes las gracias y gentileza de la desconocída amiga de su amo , a la cual daba , por nosaber o tro , el nombre de la Carniola . Esta , alsalir

,le echaba siempre un par de miradas , y

al entrar casi tres . Grabáron se en la memoriadel muchacho las facciones de ella , su andararrogante y la expresión indefinible que seasociaba , por mágico contacto de las ideas , alos poéticos lances del drama de Miqu is .

Cierto que Felipe no era hombre todavi a

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122 8. PERE Z GALDÓS

4pero lo sería pronto , y él con su imaginaciónse anticipaba á la edad . Estaba, pues , como

(poseído de cierta idealidad contemplativa yplatónica , que se recrudecía al ver á la Tal .

Una noche , mientras su amo dormía , estaba éldesvelado y pensando en ella , viéndola clara

'

Nlmen te con todas sus gracias y perfecciones .

Encendida su fan tas ía, y lleno su corazón deun gozoso en tusiasmo , se le ocurrió á mi hombre la cosa más Pero no

,no califf

quem os as i lo que es producto natural de infan tiles caletres , y confesemos que lo que discurrió Centeno era muy adecuado a su edadde transición y á su escogido eSpíritu .

Veamos . ¿Por qué no había de ser él también poeta? Por qué no había de componertambién sus versos , como todos los chicos enllegando a su edad? ¡Y quién sabía si estabades tinado a ser autor no table como su señor, yaun á escribir un drama tan hermoso como E lGran d e Osuna, que sería el asombro del mundo ! Era menester probarlo . Notaba como unal lamarada dentro de su cabeza, y siempre quese acordaba de la hechicera y arrogante Carniola

,oía susurro de rimas en sus orejas , y

sentía dentro algo como ganas de llorar, '

ga

nas de reir… Manos a la obra . Estaba inspiradillo

,y muy tonto había de ser si no cOn s

'

éguía

enjaretar dos docenas de versos y cantar enellos la preciosidad de aquella mujer . Ya , ya

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m ás chabacanos que se podían imaginar,y

avergonzado los hizo pedazos,dejando para

más adelante , y cuando supiera algo de retórica, el hacer nuevo ensayo de sus facultadesimaginativas .

Al día siguiente de es to repitióse la visitade la que inspiraba secretamente al Doctor susardientes pruritos de emular aPetrarca .

¡O ído , Felipe ! que aquel día la conferenciafue más acalorada que nunca . El manchegosin ventura deploraba la v aciedad de sus cá

jas , que le ponían en el desairado trance deno poder atender a las cuitas pecuniarias de lahermosa Carniola

,y librarla d e la feroz tiranía

de aquel Jacques Pierres á quien los turcosdebían hacer Mos trábase ella muyalarmada de que el aventurero descubriese lasvisitas recatadas al Duque

,y recelaba que no

pud ieran'

verse más . Para remediar esto , se lehabía ocurrido un plan . ¡Qué acertado pensamiento ! Bien para él y bien para ella .

¡O ído , Felipe ! que va adecir el plan . La Taltenía una hermana

,casada con el mayoral de

una gan adería. Vivía este matrimonio en casahumilde, pero aseada, y le vendría bien tenerun huésped para ayudarse . ¿Por qué no se ibaAlejandro á vivir con aquella feliz pareja?Estaría solito y mejor asistido que en aquella casa

,que parecía escuela de danzantes ; en aque

lla leonera,donde le robaban y n o le cuidaban

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E L DOCTOR CE NTE NO 125

bien . No sería huésped , sería el amo , y la bendita hermana de la Carniola n o sería su patrona, sino…su ama de llaves . ¡Qué comodidady qué proporción ! El m ejor resultado de es tosería que la Tal pod ría siempre que quisieravisitar á su hermana , sin oposición del caribe ,y ver á Alejandro diariamente y aun cuidarle

ven su enfermedad .

O ído , Felipe , que tu amo se arrebata, yaprueba el plan , y reniega de doña Pepa , y hace depender el mejoramiento de su salud de uncambio de domicilio . ¡Si en aquel cuarto n o

hay aire que respirar ! Si, s i ; y la Tal se cu tusiasma también , y dice que la casa de su hermana cae á unos jardines que parecen los cármenes de su t ierra, llenos de pajarillos . ¡Y có

mo entra el sol por aquellas ventan as ! El pisoes al ti to

,eso sí, ciento diez escalones ; pero una

vezQuiso la . suerte ó la desdicha de nuestro hé

roe tobos ino que á sus proyectos se anticiparala llamada doña Pepa , hembra de mal genio ypeor catadura . Tiempo hacía que estaba disgustada de tener en su casa un huésped herido

,

según ella , de enfermedad funesta y pegadiza .

La casa perdía mucho con esto , en su opiniónde saludable , y ya algunos señores alumnos deVeterin aria habían lan zado la peligrosa especiede marcharse . Teniendo ciertos puntos y ribetes de humanitaria la doña Pepa, no quería de

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oir aMiquis . desabrida y secamente:“Le echo

á usted por enfermo .

, Discurría un hábil pretexto

,y vinieron á dárselo las visitas de aque

lla Tal,á quien lo m ismo ella que su marid o

d iputaron por una cualquiera . ¡ Vaya unasamistades que tenia el don Alejandro ! No, encasa tan honrada n o ' se querían visi tas de talnaturaleza, ni la opinión de la escogida pléyade de huéspedes podía ser expuesta á las ca

lum n ias y d icharachos de la vecindad . En éstos ó parecidos términos manifestó á Miqu isdoña Pepa sus propósitos

,corteses, pero cla

rito s .

“Yo pensaba m archarm e— duo él .

—E n es tacasa n o hay aire respirable…Y sin pérdida de tiempo empezó a di sponer

todo para la mudanza, apretán dole aello el deseo de gozar pronto de la vista de aquellos jardines , de la alegría de tanta luz y aires tan puros . ¡Qué suerte tenia y qué motivos de alabara la Providencia !

Habiendo mejorado el tiempo , pudo al finsalir a la calle . La primera vez

,apenas anduvo

cien pasos , tuvo que volverse a casa ; pero sufuerza de voluntad y el anhelo de callejear pudieron m ás que su quebranto, y en los días si

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B . PERE Z GALDÓS

gloriosas del barrio á hacerla simpática . A dicha vivienda se subía por una escalera in terior , casi tan larga como la del Cielo . Aquellon o acababa nunca, y nuestro poeta tenía quesen tarse dos 6 tres veces en los peldaños para

N poder seguir . Cerca ya de los sotaban cos , muchedumbre de sucios chiquillos á todas horasinvadía la escalera, estorbando el paso, haciendo infernal ruido que ni un mom ento seinterrumpía de la mañana á la noche . En losd escansos al tos, había un tufo que v iciaba elaire y lo hacía irrespirable , porque las vecinas sacaban sus an afres y braseros para encen derlos y pasarlos en la escalera . Abiertascasi todas las puertas , sen tíase allí hormigueode gente que , por no tener espacio bastan te ,rebosaba de sus domicilios , y el murmullomareaba tanto como el tufo del carbón . Lasparedes , de abajo arriba, y donde quiera queno fal taba el yeso , aparecían llenas de letreros , mamarrachos y de mil suciedades dife

N rente s .

La primera impresión de Alejandro, al estrenar su domicilio , fué Creyóque entraba en una carbonería, porque paredes m ás negras que las de aquel pas illo n o lashabía visto él en toda su vida Por el suelo depolvorosos ladril los rojos se arras traban chicosen tecos y miserables , otros gateaban , aquélloscorrían como en una plaza, éstos hacían pro

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E L DOCTOR CENTE NO 129

cesiones y paradas militares . En las puertasnumeradas, n o había cordón de campanilla, ylas m ás estaban abiertas . Para llamar en lascerradas

,se hacía uso de los nudillos . Una /¿

vez dentro de su cuarto , que era é"

í dm ero 7 ,en señáron le una salita , lo m ejor, casi lo únicode la casa , de regular tamaño , paredes sin papel

,aplanado techo y buenas luces . Eso s i, en

vistas , n o le ganara ni la torre de Santa Cruz:Por la cuadrada ventana se veía gran d iosov

país de nubes y tejados ; se dominaba toda laparte oriental de Madrid , que es la más hermosa:el Retiro , la aguja del Dos de Mayo , el techo plomizo del Congreso , la mole de Buenavis ta , las chimeneas de la flamante Casa de laMoneda, y detrás el árido campo donde prontose había de levantar el barrio de Salamanca .

En cúpulas y tejados v eían se las formas másextrañas y las variedades m ás caprichosas .

Ofrecía el conjunto una cres tería chabacana ,de recortadas picos , aleros , palomares y sin finde chimeneas , como negro ejérci to en d esorden

,las unas empenachadas de humo, las otras

no,muchas torcidas y con el capacete ladeado .

Era preci so mi rar verticalmente , como se miraal fondo de un pozo , para alcanzar á ver aquellos jard ines de que hablaba la Tal . Fer tene Vcian á lujosas casas de la calle del Prado, yestaban tan hondos, que las más al tas ramasde las acacias apenas llegaban al segundo piso .

Ton o II 9

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Con esmero y mimo cultivados , aquellos profundos v erjeles se componían de afei tado cés

ped , se tos tijereteados , de algunas coníferas yacacias , todo raquítico y achacoso .

_Era comoun hospi tal de árboles . Los había variolosos ,

todos llenos de verrugas ; los había reumáticos ,mancos de ramas ; habíalos atacados d e alopecia

, por lo cual tenían calvicie de hojas , y todos calenturientos , revelaban en su amarillezel paludismo en que vivían . No fal taba tampoco una marmórea fuente que á cier tas horasse emperifollaba con un juego de agua pararecreo de los pececillos rojos , prisioneros en elpilón .

No disgustó aAlejandro la estancia aquélladesde la cual se veía tanta nube , tanta chimenea , y, con buena voluntad , el sepul tado jard in . Los muebles habían sido muy buenos ;pero es taban es tropead ís im os y pidiendo agritos plumero , agua y es tropajo . No había sillaque no estuviera coja , ni pieza en que no faltara algo . Tod o revelaba la adquisición de lance, en el desplome de una fugaz fortuna , deesas que nacen y se liquidan en una semana .

Todo era de acarreo,de baratillo ; todo procedía

de esa industria prendera que sirve para ponercas as provisionales ó para la improvisación delos ajuares domésticos .

La gente aquélla, marido y mujer, n o parecía mala . Ella habría sido hermosa

,si no es

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B . PEREZ CALDOS

ban costando un ojo de la cara su frugal alm uerzo y su nada abundante comida .

Había dicho á Felipe que abandonara la posada de los m ieleros y se viniese ahabitar conél , lo que llevaron amal Cirila y su marido,porque era Felipe , según ellos, fisgón , entrometido y amigo de curiosear

'

lo que n o le importaba . Todo lo había de intervenir

,y sabía

el precio de los comestibles, del carbón y delos artículos más ¡Oh , á él no se la

_daban ! ¿Quién había visto que Cuatro huevosP50s taran una peseta? Sólo aquel visionario dedon Alejandro , con su cabeza llena de dramas,Carn iolas , ideales y fi losofías, podia ver impa

“sible tan grande atrocidad económica .

En un momento de mal humor había dichoCirila:“Ya sabía—yo que el señori to era muyaficionado á mantener vagos frase que alDoctor se le atravesó y no pudo digerirla enmucho tiempo…Peromientras más le crecían lasuñas a ella , más se esmeraba él en fiscalizar ydiscutir todo .

-

J Desgraciadamente para el soñador del Toboso ,pronto fal taron ocasiones de regatear sobre elprecio de las comidas . El L º de Mayo , á consecuencia de haberse mojado con una llovizna, alanochecer

,recayó con síntomas muy descon so

ladores . Francamente , en la noche del 2, creyóque se moría . Vino Cienfuegos, y n o fiándose

Vde su ciencia para un mal tan grave , trajo con

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EL DOCTOR CE NTENO 133

sigo zaun médico amigo , joven y afectuoso . Ladebilidad de Alejandro era tan grande como suinapetencia , Hubo que recurrir a la carne cruda, al extracto de Liebig, y con ninguna deestas cosas se atajaba el rápido desmoronamiento de aquella naturaleza, ávida de pul verizarse y perderse en lo inorgánico . La com

bus tión crecía ; las pérdidas eran enormes ; elespíritu se iba quedando cada vez más solo

,tan

solo , que los desmayos eran simul acros demuerte . Peor es taba el infeliz que en casa dedoña Pepa, y más hundido , más clavado y se

pultado en aquella odiosa cama de tormento .

Para que és te fuera mayor,En ánimo abatidon egábase abuscar en sí mismo , en su propiaarrogancia y fecundidad, las fuerzas reparatrices . Callaban los estímulos mentales del arte ,Vy enmudecían los prúritos íntimos del ideal yel amor . Todo dormía en*él , menos el enfermo ;todo , menos la fatiga, el calor, el frio, la cefalalgia, el negro can san cid y la pesadez de su shuesos de plomo . . ¡ Inexplicable desvío el dela Tal , que n o había ido á verle más que dosveces de

'

sde”

que allí estaba, y estas dos vecescon mucha prisa, porque tenía que hacer , porque sólo di sponía de un par de ratitos !… No

vienen nunca solos los males . A los referidos ,jun tóse uno que era en todas cire,g

_

n'

stan cias

dolorosísimo para el pobre es tud iáhte , y enaquella terrible casa el mayor de los in fortu

V

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134 R. PEREZ GALDÓS

n ios . ¡Se le había con cluido esa cosa tonta yd ivina , esa farándula indispensable,

esa nenada omnipotente que llaman dinero ! ¡Qué afanes , qué fatigas para procurarse algunas cantidades ! Felipe n o cesaba de salir con cartitasy recados . Volvía casi siempre con las manosvacías .

“Es que ya abusamos— pensaba él .Razón tienen en no darnos nada . ,

Tuvo Cirila no se sabe que cuestiones consu m arido , y éste desapareció . Se fué derechoá la ganadería, de donde no debió nunca salir .

Ella no se había ido también , según dijo, pores tar cerca de su hermana y cuidar al señori to ;pero si el señorito n o aprontaba lo necesario….

para el diario , no podía ella darle ni una migade pan , mostraba las palmas de lasmanos no tenía nada . Para dar al señorito la última tajada de carne , le fué menester empeñar su mantón y las sábanas de la ca

Por manera que si el señori to quería unachuleta, una taza de caldo , huevo pasado , rebanada de pan , ya podía ir pensando de dóndelo sacaba , porque ella…En tal extremidad , y hallándose como ejer

cito famélico en plaza estrechamente sitiada,dis currió Alejandro pedir socorro á su tía, que

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136 R. PERE Z GALDÓS

el pasillo de la casa , que era el Foro 6 Parlamento eu que se ventilaban las cuestiones deaquella federación de familias . Habiendo dejado á su amo dormido , salió aver si podía hacer callar a unos chiquillos que alborotaban .

Vió pasar aun hombre , que miraba al suelo ,rozando su cuerpo contra la pared , al mismotiempo que andaba vacilante . Reconocióle alpunto , y tirando del faldón de una especie delevi ta , que del cuerpo de aquel fantasma pendía , le dijo“¡Don José !… ¿Ya no me conoce?,El otro se detuvo y le miró . Sus ojos , cual

s i acabaran de verter mpios ís imo llanto , estaban húmedos . Sus erizados pelos bermejos sequerían echar fuera sediciosamente del abollado sombrero que los oprimía y avasallaba . Desu rostro emanaba una tris teza sepulcral , comode los an afres de las vecinas el pesado tufo , yas i como en éstos , por los agujerillos , se venlas bras as quemadoras , así en el en ten ebrecidorostro de Ido se veían brillar ascuas de un mirar famélioo . Más con el alma atenta que conel oído , en teróse Felipe de los conceptos dea quella voz, que dijo:

tú eres aquel Doctorcillo Centeno ,el que es taba en casa de don Pedro… ¿Vivesaquí?,Hubo mutuas explicaciones , y ofrecimiento

de domicilio . Ido , tomando a Felipe por un

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EL DOCTOR CENTENO

brazo,retrocedió á la escalera , y se sentó en el

último peldaño de ella .

“Siéntate aquí y hablaremos - dijo con voz

desvanecida y vagorosa, cual si las palabra smedrosas del aire en que vibraban , quisieranretroceder para volverse a la boca .

— Sabrás ,VFelipe , cómo es toy sin colocación desde hacetres meses . Y por más que busco , y aro la tierra para encontrarla, n o puedo conseguirlo .

He visi tado a todos los maestros , y nada . Heido á todos los colegios , y en ninguno hay vacante . Lecciones particulares , ¡Dios lasDe modo que es toy, hijo , á la cuarta pregun

con mi señora enferma y -cuatro hijos ,cada uno con su boca correspondiente . ,

Pregun tóle discretamente Felipe losmotivosde su salida de la casa de Polo

,á lo que el pen

dolis ta contestó de este modo:“¡Ay ! hijo , tú te marchaste antes de que en V

el bueno de don Pedro se iniciaran las grandeslocuras que hemos visto . Ya conoces su geniode Barrabás y sabes cómo nos El gen io se le podía llevar, anda con Dios ; pero haycosas , amigo Felipe , que ofenden á. un hombredigno . Yo á nadie fal to . ¿Por qué no se me hade tratar con m3am_i_en t_o y buena crianza?Ya,%cuando tú eí tabas , el maestro me decía palabras malsonantes ; pero como él mismo se reía,pasaban por bromas .

“Es usted más tonto queel cerato simple…Esto era á cada momen to .

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R. PERE Z GALDÓS

Bien:pase como un Pero cuandoun concep to se repi te y se Yo pasouna broma ; pero que me pongan m etes n o megusta . Don Pedro , últimamente , ya no me llamaba por mi nombre, sino que decía:“Ceratos imp le , haga usted es to 6 lo otro . Calamidad ,

esto 6 Los chicos se reían y no me

¿respetaban nada . También entre ellos n o fal taba quien dijera:

“Cerato , vete al acá ó al

Francamen te , naturalmente , amigo Felipe , estoya es por demás . Porque si un chico me fal tauna vez , se lo paso ; pero que me tomen comocuento de risa… Si a un o le mandaba unaco sa, me respondía:“D id o , n o me da la gana…,

“D id o, vete adonde Francamente

,

yo estaba ya trinan do en miin terior , y con un aquél que me revolvía lastripas . Don Pedro no hacía m ás que

disparatar cuando tomaba las lecciones:to do lo decíaal revés , y echaba la culpa a los chicos y á m i .Un día se puso como un león , echando lumbre por aquellos ojazos , con espuma en la boca ;y empezó a tirarnos los libros , los tinteros ,plumas , pizarras . Nos aped réaba. A algunosalumnos les hizo Todos estábamosaterrados . Cogió al chico de Pasarón y le tiró alaire . A todas és tas

,renegaba de la escuela y

decía mald iciones imprºpias de un sacerdo teFrancamente

,naturalmente , esto n o se podía

aguan tar . Aquel día se re tiraron de la escuela

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140 R. PERE Z am ós

algo ; pero no es tá mi amo muy en fondos paraencargar ese Más adelanteporque tenemos unos dramas que el señori to vaponer en limpio .

¡Dramas ! Pues venga . Que me dé lo quepueda a Yo también hice un dramaen mi juventud ; y en esta miseria de ahora seme ha ocurrido retocarlo,aver si alguna compania me lo quiere representar . Es cosa delconde Fernán Gon zález , y todo , todito , me lohice en Francamente

,naturalmente ,

creo que n o sirve para nada .

Me voy,n o sea que se despier te ,—dijo Cente no , cansado de las confidencias de IdoEste le detuvo , y con voz más alentada , que

declaraba el esfuerzo de su cobarde espíritu , ledijo es tas palabras:“Felipe , tú n o sabes lo tris te que es volver

á casa aes tas horas con las manos vacías , ycuando aun o le es tán esperando desde mediatarde , creyendo que lleva los Sialgún día eres padre de familia, sabrás lo quees to es . Francamente

,hijo , yo no sé si me ha

brás comprendido ; si n o, te diré que me hagase l favor de pres tarméºdgs reales , si los tienes ,y dispensa mi que fran cam en

te , naturalmente , nunca ¿Péí que”

un hombre”como yo , dedicado á la enseñanza .…

Aquel apóstol de las gentes,aquel faro de

las sociedades, aquel portero de la inmortali

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EL DOCTOR CENTENO 14 1

dad,el santo

,el evangel ista de la civilización ,

el pescador de hombres , sacó de su bolsillo unacosa que ; por las trazas , debía de ser pañuelo ,y lo aproximó á las fuentes de ternura que tenía por ojos . Felipe , hasta lo más hondo de susentrañas conmovido

,se regis tró bien los bol

s illos , y todo lo que había en ellos se lo dió .

Miqu is y su criado hablaron un rato de aquelinfeliz vec ino y de su tris te situación .

“Coge todo lo que haya- dijo el manchego ,y llévaselo . ¿Qué nos importa el d ia de ma

ñana? De alguna parte ha de venir . Nuestramiseria es contingente , accidental y temporal ;la suya es intrínseca y permanente . ¿No hayallí sobre la mesa dos huevos? Pues ofréceselos . Y las tres onzas de chocolate y elDale todos los cuartos que tengas en el bolsillo . ¡Pobre hombre ! En cuanto me ponga bueno

,he de buscarle una colocación . ,

Siempre el mismo Alejandro . Ansioso de dinero cuando n o lo tenía , y capaz, por adquirirlo, hasta de olvidar los buenos principios ,como sucedió en el caso de la tiíta, desde quetenía algo , fuese poco 6 mucho , ya le fal tabatiempo para desprenderse de ello y acudir ácuantas necesidades , verdaderas ó falsas, semanifes taran á su lado . Su generosidad eratan in corregible como su ambición . Y no es

carm en taba nunca . Repetidas veces se habíavis to en grandes aprietos por haber acudido

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142 R. PERE Z GALDÓS

con demasiada prisa al socorro de los ajenos .

Ejemplo de ello , que pocas horas después desu liberalidad—con el pobre Ido, al amanecerdel siguiente dia, la Naturaleza le pidió cuentas de su fal ta de caridad consigo mismo . ¡De

que buena gana se habría tomado una taza d eté con leche , 6 leche sola caliente ! Pero n o

había leche ni azúcar,ni dinero con qué com

prarla. Como Felipe se quejara del perniciosodesprendimiento de su amo , és te le d ijo:“Qué yo soy así

,y n o puedo ser

de o tro modo . Por mas q ue me empeñe en ello ,n o consigo ser egoís ta . Mi yo es un yo ajeno . ,

Y ambos permanecieron silenciosos,m irán

dose á ratos ; y. cuan do n o se miraban, el unofijaba sus ojos en el techo y el o tro en el suelo .

¡Peregrina divergencia , que en cierto modovenía como a sim

'

bolizar la contraria organización de cada uno ! ¿Y qué descubría Miquis enel techo? Nada . ¿Q ué sacaba Felipe del suelo?Nada . Ni arriba ni abajo había para ellos socorro alguno .

Daba dolor ver al infeliz joven postrado enaquel lecho , y considerarle favorecido por Dios ,s i no de una consti tución robusta, de bríosmorales y mentales que d ebieran tener virtudsuficiente para compensar , en cierto modo , lapobreza física . ¿Pero no podría creerse que lamisma te nsión y crecimiento del contenido habían ro to el frág il vaso , que ya ¡ fatalidad ! n o

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14 4 B . PERE Z GALDÓB

monadas , mal cubierto , de frente á la lui , conla mirada perdida en el techo , 6 en el cuadrado trozo de cielo que por la ventana se veía .

N¡ Sacóles de la perplejidad en que ambos es taban una voz, preced ida de discretos golpes enla puerta . La voz dijo:

“¿dan su —

yla persona que entró fué don José Ido, que ápreguntar venía por el en ferrño_

á dar lasgracias por los auxilios de la nocíe anterior .

Alejandro , como de costumbre , dijo que sesentía mucho

"

mejo r, y entabló un ameno coloquio con aquel excelente sujeto,m ártir de lains trucción , fanal de las generaciones, accid en talmen te apagado por falta de aceite . Lostiempos estaban malos, y francamente , naturalmen te

,el bueno de Ido no había de coger

una espuerta de tierra en las obras del Ayun¡Y pensar que había en España

diez m il lones de seres , con ojos y manos, quen o sabían ¡Y que él , hombre capazde enseñar á escribir al pilón de la Puerta delSol , no tuviese que ¡Qué anomalías ,y qué absurdos , y qué contrasentido tan desconsolador ! ¿Pero esto era una nación ó unahorda? Ido se inclinaba a creer que fuera unagavilla de empleados , una manada de cesantes

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E L DOCTOR CENTE NO 145

y una piara de Por todas partes no se oían más que anuncios de revolución

,

y don José… le pedía á Diosque se armara la gorda lo más pronto posible

,

que todo se volv iese .patas arriba , y que vieramos á los generales y ministros yendo aesperar á los Reyes, y á los aguadores sentados enlas ¡ajajá ! Porque la vuelta teníaque ser grande para que el país se desasn ara .

Felipe , mien tras hablaba su amigo , habíaencendido la cocin illa econ óm ica,

'

y calentabaagua . Las re¡¿gr£idas hojas del té es taban allí ,en un papelejo; pero fal taba el azúcar .

“Si tuviera usted uff¿roco de azúcar, don

José…—Precisamente— replicó el pen dolis ta con

generoso arranque ,— ese es un artículo de queno carecemos nunca . Mi mujer tiene un primoconñtero, que n os da el caramelo de desecho ,el almíbar que se quema y toda la conñtería

que se pasa de Al momento . ,

Fuése ,y volv ió con un gran paquete de aquellas materias sacarinas que había dicho . Delos pedazos de caramelo llenó Alejandro uncucurucho para ponerlo debajo de la almoha

da,y al instante empezó a chupar . Aunque

algo quemados,estaban buenos , y a él le sa

bían á gloria .

“Pues si tuviera usted un poco de leche , donJosé…

TOMO Il

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146 R. PERE Z GALDÓB

—Voy áAl poco ra to , volvió mi hombre con un va

si to que contenía un dedo de leche .

“Si se pudiera arreglar el señor con esto…—Bas tazmuchas gracias . ,

Despid ióse don José para ir a sus quehaceres

,que eran recorrer todo Madrid en busca de

colocación,y afanar al mismo tiempo , por los

medios que la Providencia le sugiriera , el sustento para el día ; tarea cruel , áspera y abrumadora que al pobre hombre le consumía y leresecaba has ta dejarle en los puros huesos .

Bien copiand o algún escrito , bien apelando alos sentimientos caritativos de los amigos , óya felici tando a cualquier prócer con un mensaje ornado de rasgos y primores cal igráíicos ,lograba reunir miserable suma . ¡Pero las n e e

ces idades eran tantas .'¡ luego la enfermedad

de su señora , el médico , las medicinas… Francamente

,naturalmente , don José Ido del Sa

grario dudaba de la Divina P rov ide_n éia .

Cuando Alejandro se tomó su té , que le supomuy bien , dijo á Felipe:“Así no podemos estar… Esto es horrible .

¡Vaya un día ! Hij i to, es preciso que busquesalgo . Vete a ver á Cienfuegos . Que te dé siquiera dos duros . Si no los tiene

,habla con

Arias y con Zalamero , y píntale la situación ,,

Amedia tarde volvía Felipe de su caminata .

En aquel largo espacio de tiempo , no había

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148 R. PERE Z GALDÓB

le va a m andar austed que eso queu s ted tiene no es m ás que hambre , y que secura con carne y jamón .

¡Pobre Virginia ! Es una buenaMira, dale el duro en terito á Cirila . Hay quete ner presente que se le debe más . Hoy me hadado sopas .

—¡Ah ! don Basilio me dió este real… ¡paray que expresiones, y que n o se acoquine

us ted . ,

Por la noche tuvieron de visi ta á Zalamero ,Poleró y Arias . Hablaron tanto , que Alejandro se aturdió con el ruido ; pero disimulabasu males tar por n o privarse del gusto que ten ía en la conversación . Lo ún ico

'

que d ijo fuéque hicieran el favor de n o fumar mucho .

Poleró, con su vehemencia de cos tumbre , leded a:“Anímate , hombre . Sal de esa cama . Hace

ahora un tiempo hermosís imo . Si n o fuera porque es tán cerca los exámenes y hay que empollar, te acompañaríamos m ás . ¿Yel drama?¿Serepresentará la temporada que viene?—E so, seguro .

— Creo que es ta semana se pone en escena lacom edia de Federico Ruiz . Me han dicho que esmalaY Arias , fuerte en literatura, hablaba de

Los M is erables , obra que por tales días cautiv aba y embelesaba a tan tos lectores . ¡Aquella

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E L DOCTOR CENTE NO 149

Cosette !… ¡aquella Fantina ! ¡aquel JuanValjcan ! ¡ aquel capítulo la tempestad baj o un

¡ aquel polizonte J ¡ aquel ca

pítulo de las cloacas ! ¡ aquel Fauchelevan t'

¡ aquellas monjas del pequeño P icpus !… ¡aquella frase n o hay que con fun d ir las estrellas d elcielo con las que impr imen en el fango las pa r

tas d e los gan sos !… ¡aquel Gavroche ! En fin ,

todo ,Con estas conversaciones , pon íase Alejan

dro excitadís imo y_le entraba ardorosa fiebre .

¡Qué mala noche iba á pasar ! Más valía que sefueran . Los muchachos , compadecidos de lahorrible si tuación de su amigo , convinieron enhacerle un anticipo . No eran ricos ; pero entretodos echaron un guan te

,dejando sobre la me

sa de noche tres duros y dos peseta s .

“Adiós , adiós:aver si te sacudes .

—Adiós , y gracias . Ya os lo mand aré conFelipe, cuando reciba lo que me enviará mipadre .

Por la escalera abajo los tres jóvenes haciancomentarios sobre lea que acababan de ver .

“Yo le tengo lástima ; pero hay que confesarque es un suicida . E l se ha matado .

—¡Pobre y lo que es ese no se le

vanta más . Yo se lo decía:“Mira , que te es tás

—La casa es una perrera . ¿Qué idea le dióde venirse aquí?

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150 B . PERE Z GALDÓS

-

¿Pero tú has visto aMiqu is hacer algunavez cosa derecha y con sentido común?— Si n o hay quien leEs un desgraciado, un loco… Bien mere

cido le está . ,

Poco después entró Cienfuegos . Ver el dinero que sobre la mesa de noche es taba y haciaél írsele con avidez los ojos , fue todo uno .

“Chico , me debes dos pesetas del perclorurode hierro . ¿Á ver ese pulso? Algo excitado .

¿Han estado aquí e'

sos? ¿Ha habido conversación?Se conoce . ¿Y qué tal?¿Has comido?DoñaVirginia te mandará mañana unasTerminado el interrogatorio médico , se le es

caparon es tas palabras sacramentales:“Veo que estás en No, lo que es

es te duro me lo llevo . Recuerda que me debesEs decir, yo te debo más ; pero me refiero a loaccidental . Chico , la lucha por la existencia esla m ás cruel de las leyes . ¡ Eh !… tú

,Felipe ,

trae es ta noche cloral . ¿Has perdido la rece ta?Si alas diez n o duerme

,se lo das . Avisa á cual

quier hora de la noche si hay novedad ,,

X¡ In comodó aFelipe la franqueza con que elmédico espolinha el tesoro del enfermo ; pero n ose a trevió a decir nada . Cuando se fué JuanAntonio , hablaron un rati to amo y criado dela necesidad de llamar otro médico

,el mismo

que había venido al D ías pasarons in ninguna novedad . Ido les acompañaba n o

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152 B . PERE Z GALDÓS

nía de parte de su mamá,era muy juiciosa , y

a rato s les acompañaba contándoles cosas de lavecindad y diabluras que hizo el gato . Su papáhabía ido a casa del ministro para ver s i lo

queria colocar ; ¡pero qu iá ! el minis tro era unpillo… Decía su papá que iba á venir la gorda,

y que él se alegraba , porque eso de que unoscoman y otros n o, Algunas tard es iba con su muñeca , que tenía toda la caracomida , y se ocupaba en vestirla y desnudarlacon trapos y cin tajos , para que Alejandro seriera . La sentaba en una silla

,diciéndole con

fe:“ahora te quedas aquí, acompañando aestecaballero . ,

Lo m ismo hacía con el gato ; peroéste n o era tan obedien te como la muñeca, y semarchaba detrás de su ama . Por Felipe teníaverdadera pas ión , y n o se separaba de él comopudiese . Á veces atorm en tábale con proguntas y largas charlatan erías sobre cualquier insulso tema .

“¿Por qué te llaman Doctor?— le dijo un

día .

—¿E s que eres médico? Pues cúrame el

gato , que es tá

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F I N

Todo el mes de Mayo se pasó en al ternativasd e engañosa mejoría y de recrudecimiento delmal

,resultando un alza y baja s in tomatológi

ca , con oscilaciones no menos bruscas que lasde los fondos del enferm o . Días hubo en que ,cubiertas con esplendidez las principales atenciones , aún sobró lo ,

ba_s tan te para poner unduro en la mano fría y flaca del apóstol de la Vescritura ; pero o tros , teñidos en todas sus horas de un lúgubre color de tris teza

,no traían

consigo más que necesidades,disgus to s con

Cirila , apuros y carencias de lo más preciso .

Fué por San Isidro cuando recibió Alejandrocarta de su padre , en la cual se man ifes tabaya el buen señor enterado de la vuel ta quehabían tomado los dineros de Ia tiíta . Vivís i

m e enojo resal taba en cada renglón de la epístola . El iracundo padre , pidiendo cuentas deluso de aquel capital , declaraba al niño su re

s olución de no mandarle un cuarto más en

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154 B . PERE Z GALDÓS

todo el año . Al Toboso habían llegado noticiasde la desaplicación del estudiante dramaturgo ,de su vida errática , de sus costumbres equivocas é indecorosas , por todo lo cual es taba elbuen don Pedro echando chispas . Concluía latremebunda carta diciendo al rebelde hijo queen vista de que n o es tudiaba , de que era unperdido

, n o se gastaría más dinero en su ca

rrera; que después de los exámenes de Junio ,si es que se examinaba , tomara el camino d elToboso

,donde se le tenía preparada una hoz

para segar,una azada para romper tierra , y

un bielgo para aven tar , ún icos in s trum en

tos adecuados á la corrección de su holgazan ería .

Cons ternado leyó el joven la íilípica, siendocada palabra de ella puñal que le abría las emtrañas , agravando su profunda dolencia . ¿Quécontes taría? Optó aquella vez por el mejor partido , que era confesar su fal ta y pedir perdón .

Se disculpó diciendo que había tenido una larga enfermedad ; pero a renglón seguido in currió en la torpeza , ya muchas veces cometida ,de ocultar su verdadero es tado por n o d isgus

xj tar á su madre . Anunció que se había res tablecido, que ya iba a cl ase , y que esperabaexaminarse y salir bien l Así lo creyó el pobrecito , que antes perdería la vida que la esperanza . Era tan ciego , que hacía proyectos parala semana próxima, contando con res tablecer

NI

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156 B . PERE Z CALDOS

que lo bastante para pagarle aTorquemada losin tereses . ,

Cen teno obedeció en silencio ; pero al pasarrevista á la ropa , observaba que fal taban muchas piezas ; preguntaba por ellas aCirila ; peroé sta se hacía de nuevas , y hasta se sorprendíade ser in terrogada sobre cosas

"

con las cualesn ada tenía que ver .

“Allá dijo á Felipecon lacónica malicia . La ropa blanca estabareducida á la mi tad . Felipe hacía recuen tos ycomentarios ; pero Miqu is , impacien te por terminar, cor taba las cuestiones , diciendo:“No me m arees . Me duele horriblemente la

cabeza . Lleva lo que haya y saca todo lo quepuedas .

,'

N ! Y cargaba Felipe el lio, y salía y tornaba , ysin dar tiempo á que Alejandro disg

usiese deld inero allegado por tan fatal med io , se presentaba Torquemada para llevárselo todo , lamentándose de que la cantidad n o fuera mayor , y anunciando su grata visi ta para dentrode cuatro días . ¡Dios grande, qué hombre !Apartado este peligro , se presentaban ame

n azadores otros muchos , y entre ellos el de n otener para las medicinas , ni para lo poco queallí se comí a . Cirila

,impasible

,dijo una ma

ñan a:“Como n o me vuelva yo Hoys í que n o puedo hacer nada

,señorito de mis

pecados . Ni la lumbre puedo encender . ¡Bonito genio tiene el carbonero ! ¿0yó usted el es

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EL DOCTOR CENTENO

cán dalo que armó esta mañana por lo muchoque se le—Felipe…Señor .

Hijito , por Dios… haz un esfuerzo . Echateá la calle… Hoy tendrás suerte:me lo dice elcorazón .

,

Salió Felipe desalentado y triste aquel dia .

V

Sentía un cansancio moral que le abrumaba .

Aquella escuela de iniciativa y de voluntadera superior a sus años , y de vez en cuando lanaturaleza juguetona y pueril se rebelaba contra los quehaceres graves, y contra la pesadacarga de deberes más propios de hombre quede niño . Salió a mediodía , y vagando es tuvo ”

por las calles más de una hora , discurriendoqué camino tomaría y a qué amigos embestiren tal ocasión con la cortante arma de sus peticion es:no se le ocurría nada ; se reconocíatorpísim o, con desmayo muy grande en susalien tos ; pasaba revis ta mental de personas ,sin hallar en ninguna probabilidades de unfeliz ¡Si tuviera la suerte de encon trarse en la calle un bolsillo deMiraba á las baldosas ; pero no vió en ellasningún bolsillo ni cartera con encon trara quien le diera trabajo , pagándole susservicios .

Pensó en Mateo del Olmo ; pero éste le habíadicho que si volvía otra vez a su casa hacién

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158 R. PERE Z CALDOS

dose el tonto parapedir cuartos , le tiraría porla ventana á la Calle . ¡Doña ¡Sí ,buena estaba la señora ! . Cuando fué ella misma a llevar las chul e tas á don Alejandro , había encontrado en el cuarto de éste a ¡E

la Tal !… y se retiró escandalizada. Tenía queoir doña El don Alejandro era unperdido y no había que acordarse más de él .Estaba rodeado de gente de mal vivir , y lo quese le daba era para cállate, boca .

A pesar de es ta mala disposición de la excelsa patrona , Centeno fué allá . Podría ser quealguno de los señoritos ¡María Santísima,cómo se puso Virginia cuando le vió entrar !No le echó por la escalera abajo porque no di

Día más desgraciado que aquél n o lohabía visto Felipe en su vida . ¡Vaya unas caras que ponían los huéspedes ! Verdaderamente estaban cansados de tanta y tanta postulancia . Cienfuegos , desde que Miquis había llamad e aotro médico , n o iba por allá , y además estaba , como siempre , en m alis im a situación . Losdemás no tenían voluntad de dar 6 carecían dedinero .

“Esto ya es vicio—dijo Poleró — Si supadre no le mandara, vamos… pero él tienesus Aunque le diéramos millones

,

lo mismo que nada . Aquello es un tonel sinfondo . Felipe , vete á la Casa de la Moneda ,única que puede surtir á tu amo . En la tuyahay por fuerza muchas bocas de chupópteros .

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160 B . PERE Z CALDOS

y bebi do, acostumbraba entrete nerse uh ratoen su cuarto , fumando y hojeando algún librode clase… Desde que la criada abrió la puerta

,

sintió Felipe la voz de Marcelina, y esto le fuéde tan mal augurio , que se habría vuelto á lacalle si al mismo tiempo n o oyera la del maestro, diciendo:“¿QuiénEl mismo Polo salió al recibimiento . ¡Sor

presa ! Felipe como un ¡Con qué ganas se precipitaría por la escalera abajo !

¿tú por aquí? Pasa,¡Jesús ! derrotad illo estás .

Estas palabras , dichas con benevolencia, levolvieron el alma al cuerpo .

“Que entres , hombre . Parece que me tienesmiedo . ¿Qué es de tu vida?Don Pedro le llevó a su cuarto . Felipe le

miraba, regociján dose de haberle encontrado

de buen temple:Daba gracias aDios de que n oestuvieran delante , mientras él hacía su petición

,ni la madre ni la hermana del Cura , pues

de ambas temía desfavórábles ¡Vá

ya,que estaba aquel día de buenas el león !

Para que todo fuera lisonjero , don Pedro le facilitaba la penosa exposición de su cuita, sal ién dole al encuentro con esta hidalga y famil iar frase:“Ya, tú estás mal y vienés á queFelipe dió un gran suspiro . Bien compren

día que ninguna palabra sería más elocuente .

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E L DOCTOR CENTE NO 161

En pie, la roja boina en la mano , no apartaba los ojos del suelo . El rubor le quemaba elrostro .

“No me coge de _nuevas que estés tan anal .

Desde que saliste de mi casa no habrás hechomás que vagabundear . Eres un perd ido , un pillete de esas calles , y no teniendo ya quien tedé , n o en cqn_

tran do ya en dónde merodear, vienes á que yo teFelipe sintió que materialmente se le des

prendía la cara y al suelo se le caía . Hizo conambas manos un movimiento encaminado áevitar esta catástrofe anatómica . Comprendióque erapreciso decir algo . El silencio le acusaba .

“No,— murmuró ;—yo n o soy

Estoy sirviendo á un caballero—¿Y ese caballero n o te da salario, no te da

ni siquiera de comer?—Sí

,Señor pero… balbució Felipe, atur

d idís im o y sin saber cómo explicar el extrañoy nunca vis to Caso de su miseria .

— Á ver,explicam e eso .

— Es que mi amo no tiene nada…

¿Quién es?UnNunca115

visto estudiantes que tengan sirv ien tes . ¿Es, por ventura , hijo deFelipe se cortó . Su garganta oprimida no

TOMO u 4 4

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162 B . PERE Z GALDÓS '

daba paso a la voz ni al resuello . Las ideas sele escapaba

'n por un gran boquete abierto ensu cráneo . Empezó ahacer pucheros .

“No , con llan tico n o me Mien v

tras no me expliques bien qué amo es ese,y

por qué está tan ¿Y tú para quiénpides , para ti 6 para él?—Para el . ,Don Pedro rompió en franca risa . Haciendo

juego con él , en contrario , Felipe lloraba com o

una Magdalena .

“Si us ted no quiere decía entresol lozo y sollozo .

—Pero si no me has explicado nada… ,

Y seguía llorando , llorando . Cada ojo era unrío

_inagotable . Don Pedro , mejor dicho , el caim án de la escuela, le miraba sonriendo concierta ferocidad escud riñadora, detrás de lacual quién sabe si se escondía la compasión .

Limpiándose las lágrimas con ambas manos

,á puñados , Felipe suspiró estas palabras

“adiós , señor don Pedro…y dió med ia vuel ta ysalió del cuarto

,en cam in án dose á buen paso

hacia la puerta de la escalera .

—Por el recibímiento iba

,cuando la

'

voz del maestro , iracunda gritó:

Este re trocedió .

“Demuéstrame tu necesidad— le indicó eutre Ceñudo y compasivo ;—hazme ver que n o

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164 B . PEREZ GALDÓS

me dió seis pesetas que se había sacado á lalotería . ,

Don Pedro empezó a revolver papeles sobrela mesa, quitando cosas de su si tio para llevarlas á otro . Se hacía el distraído

, refun fu

nando“¿Es eso ¡Qué cosas te pasan,

hombre ! ¿Con qué seisNo miraba a Felipe , ni éste podía advertir

en el ros tro de su maestro señales de interiorborrasca . El caimán se m etió la mano en elbolsillo . Sonó dinero . Era como el roce y frotamiento de metálicas escamas . Felipe fué todoojos . Una de las manos de don

º

P edro contabasobre la o tra, pasando y repasando monedas .

“Toma siete ,— le dijo la domada fiera, poniendo un m on ton cillo sobre la mesa .

- Dios se lo pague, don Pedro , y le dé mucha salud austed y a toda su familia . ,

La satisfacción, la ufanía que llenaban elalma del buen Doctor al salir de la casa de donPedro

,no son para descritas . Se asombraba de

que un hombre tan atroz, que había tenido lacrueldad de dejar sin pan al infeliz Ido, seablandasehas ta el punto de darle a él un auxil io mayor de lo supuesto . No alcanzan do la

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E L DOCTOR CE NTENO 165

rudimentaria agudeza de Felipe á penetrar elmotivo del brusco enternecimiento del monstruo

,forjaba en su mente una pueril explica

ción del caso .

“Es que el señor don Pedro, decía

, tieñe dentro una lucecita que se enciendeen cuanto le tocan un botón, como el de lascampanillas eléctricas que se usan ahora . E l

que acierta con el botón y enciende la luz, hacede él lo que quiere . El que no , seTan grande éxito le envalentonó , despertan

do su P reciso era trabajar más aqueldía

,para obtener una colecta considerable con

que sorprender aAlejandro y alegrar su espiritu . ¿A quién más acudiría?… ¡Ah ! ¡Don F e

derico Ruiz debía de estar rico ! ¡ á él ! De paso ,¿por qué n o tocar los registros á don FlorencioMorales por si quería dar alguna cosa? ¡Al Ohservatorio como un rayo !…Recordó, no obstante ,que su amo había dicho alguna vez á propós ito de la liberalidad del astrónomo:“Antes daráaceite un ladrillo .

, Pero n o ¡adelante ! Podría ser que también Ruiz tuvierabotón , y que él , sin saber cómo , por inspiración del Cielo , lo tocara . En cuanto adon Floren cio, bien presentes tenía los ofrecimientosque le hizo una tarde que le encontró en el

Prado , tomándose con gran delei te un vaso declarísima agua de Cibeles . ¡A ellos ! ¿Quiéndijo miedo?

¡Qué contrariedad ! Don Federico n o estaba

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166 . B . PERE Z CALDOE

en la casa. Había ido alos ensayos de su cemedia, que á la noche siguiente se estrenaría . Elque s i estaba era el gran Morales ; mas no fueron sus primeras palabras muy lisonjeras .

“Si, te te veo Me traes la monserga de la otra tarde . Si:que tu amo es tá malo, que ni tú ni él tenéis que comer . Yo he visto mucho mundo , amiguito . Si fuéramos á dartodo el que tiene necesidad , andaríamos des

nudos y abriríamos la boca al viento . ,

Felipe , desconcertado, se esforzó en la réplica, diciendo con quejumbroso y dolorido estiloque si n o se fiaba de él , fuera pronto á lacallede Cervantes para ver con sus ojos la verdadde tan terribles apuros ; a lo que don Florenciocontestó lleno de entereza:

xt “Sí, justo:n o tengo yo más que hacer quesubir Y entre paréntesis , lo que átu amo le pasa le está bien merecido , porquees un libertino , un mala cabeza . Lo sé porRuiz , que está al tanto de todo . No me vengascon cuentos . Yo n o soy de piedra . Si tieneshambre

,vente a la hora de comer, y no fal tará

con qué la mates . Pero lo que es metálico , nolo esPeres . Está la patria oprimida, hijo , y haymucho pobre y mucha boca que tapar . Pasa,entra, siéntate un rato , y veremos s i Saturnatiene algo que darte . Creo que se leh an echado á perder unos ¡Saturna ! ¡ SaJmmw,

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168 B . PEREZ CALDOSxl .

jus te es lo que n os quieren meter aquí—prosigu ió el insigne conserje, haciendo el orador ylpaseán dose en un espacio como de tres varas .

Hay unos cuantos . . . todos muchachos , chiquillos, estudian tejos que leen libros fran chutes y¡ n o saben palotada de nada . . . hay unas cuantastcabezas ligeras, y tu amo es de ellos . . . que nos

¿quieren traer aquí todas esas an dróm inas foras teras . ¿Sabes lo que estánEspanto de Felipe, que n o sabía nada, pero

sospechaba que era cosa gorda y coruscan te“Pues ahora se salen mis amigos con eso de

o tod o o'

n ada . En resumidas cuentas , que quie“ren nada menos que destronar á Su Majestadla Reina . Ya les he dicho que no les sigo por

(ese camino , y me he borrado de la TertuliaP orque Dios sabe lo que va á venir aquí . Tú ,

Se van adesbordar lasFelipe creyó por un momento que aquellas

masas eran los hojaldres que le habían prometido , y tembló por ellos .

“A tí,vamos á ver, ¿no se te ponen los pe

los de punta al—Sí señor

,sí señor que se me ponen .

Ese empeño de que todo ha de ser extran

jero… Yo soy español…por los cuatro costados .

¡Señor , si aquí nos entendemos muy bien , siaquí sabemos hacer las Póngannos laMilicia

,la Consti tución del 12, y basta . El cle

ro en su pues to , la Milicia para defender el or

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E L DOCTOR CENTENO 169

den , el Ejército para caso de guerra , Cortestodo el año, buenos sem in arios ,_mucha di scu V

sión,mucha libertad, mucha religión y venga

paz . ¡Si esto es claro y Pues .no hade ser así, sino ateísmo , demagogia y filosofía

Yo les r eo venir, y me Yaveremos la que se arma . Aquí me estoy achantadito , esperando aver por dónde salen . Unatarde discutimos aquí tu amo y Se quedó

Sí,pregúntale . Callado le dejé , y

pegado á la pared . El , defendiendo lo extran

jero, me sacó poetas y quésé ¡La ciencia y la industria ! A m i n o mevengan con solfas . Yo he viajado , yo sé lo quehay… Concedo , sí señor, con cede que la Iuglaterra nos aventaje en ciertas cosillas ; pero eno tras estamos por encima de todos . Fijate túen los productos de nuestro suelo , y dime sihay algo que les iguale . Aquí tenemos paratodo lo que nos hace falta, y nos sobra paramantener á tanto hambriento de v

Castilla es el granero del Orbe terráqueo . Nuestros vinos van por todo el mapa . Pues el díaque queramos poner en un apuro á los inglesotes , no hay más que decirles:“caballeros , yan o hay más Jerez…Y en cada local idad tenemos un producto excelente, sin rival en elmundo . Y si no , dime dónde hay otra Málagapara pasas, otra Astorga para man tecadas

,otra

Jijona para turrón , otra Soria para man tequ i

V

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13. PERE Z GALDÓS

“l la y otro Madrid para un buen vaso de agua .

En in dustria , ahí están Cataluña con sus hilados

,y Toledo con sus armas . En buques n o te

digo nada . Cada marino nuestro vale por ochoextranjeros, y con un cachucho cualquiera nosponemos delante de la mejor escuadra . Nuestro ejército ya se sabe que es el primero del

V mundo . Yo querría ver correr á ingleses , franchutes y austriacos en una batalla en que sedijera:

“¡Cazadores de Madrid ,

Ytodo

,hombre , todo . Si aquí no necesitamos de

lo fóras tero para nada . En ge n erales , ¿qué na

j ión tiene un Espartero y un O ”

Don n ell? Enhabías tú de ver un escri to puesto

por don Manuel Cortina ó don Joaquín Francis co ¿Y aquella palabra de O lózagaen el Congreso? Atrás la Europa toda . Hastaen cómicos estamos por encima . Pues adondellega la Matilde ,¿quién llegó?¿Tú la has vis to?Aquel modo de llorar es cosa que parte el corazón . Pues te digo que en papeles de graciavale tanto como en los de ahogo y sen tim ien

Poetas los tenemos por fanegas , mejoresque todos los extranjeros ; y si vamos á pintores

,ya quisieran ellos… Nada , nada, no le des

vuel tas:aquí no necesitamos para nada esospaíses . Díselo así a tu amo , y que se vaya curando de sus manías

,y se haga rancio eSpañol

y católico á macha-martillo, y se deje de pa

Jtrañas ateas y de locuras Sa

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172 B . PEREZ GALDÓS

y su amigo habían salido del taller,porque

aquel día estaban allá de obra y no se trabajaE l insigne Socorro era aprendiz de dora

dor . ¿Qué ganaba? Un sentido . El principal lequería mucho y le iba á '

?pon er en el estofado .

Vente aes te oficio,”

hombre, y ganarás lo quequieras . , El tal Juanito entró en aquel arte

por gus to de su madre , y de allí pasaría á Ingen iero . Iba por las noches a la escuela gratu ita de dibujo , y pintaba hojas de co lun a, narices y toda la pirámide de la Geometría . Leiban á poner en el adorn o y á pintar una comotora . Ya sabía las cuatro órdenes de la arquitectura, y apoco m ás, si le

'

dejaban , hacia otra

como el E scor ial . La'

corin tia era de este modo ,Jy la j ón ica de aquel otro… En su taller , era élcapaz de dorar el gallo ded a Pasión , y en aquellos días es taban refrescan d o un altar . Su principal doraba también con galvaiza, en un pilóncon agua muy agria , que quema… Como queél tenía la blusa

'

agujereada porque le cayerongotas . E ra el oficio más bonito que se podíaver . ¡Nada , que coges una cosa de palo ó dehierro

,y en un mom ento la pones

En fin , hijí, si te descuid5%º$e te doran los de

dos,y hasta el resuello es oro . ¡Ganar ! Lo que

quieras . Todos los días encargos , y que vayaá sacar le lustre a l P ad re E tern o d e la Igle

s ia E u medio día se despachaba el cuatroU e spejos . Primero hacía la pasta , luego iba pe

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—EL DOCTOR CENTE NO 173

gando Ahora venga barniz, brochade pelos de león y panes de Un momento, un suspiro . Da gusto ver que todo se vaV

poniendo como un Con los panes que sobrahan hacía maravillas en su casa , y hasta losvasares de la cocina y la espuerta

'

de la basuralos había dorado .

Felipe , rebajando gran parte de lo que oía,

conceptuaba feliz á su amigo con aquel oñci0regio . ¡Dorar ! Poner e n t odas las cosas la ri sadel sol , vestir de luz los objetos ,, en diosar l aruin madera , ñngién dole la facha del más finoy valioso metal… ¡Dichoso el que en tal industria se ocupaba ! Daría él cualquier cosa porpoder disponer de los elementos de aquel arte

,

y dorar la cama, los libros y hasta las botas desu amo . Subió de punto su admiración cuando Juani to le enseñó sus uñas doradas .

“¿Qué es eso que llevas ahí?… Pasteli tos .

— Me los han regalado . No sirven .

— M ia ¡que no sirven ! Nos los comeremos .

— Es—Te los comprarem os ,h omhre… Si creerásTe vamos á convidar a café… Fumate un

Sacó Juanito una cajetilla y repartió . El otroamigo en cendió tres cerillas .

“¿Onde vamos? A D ian a, que dan mucho

—Café y copas ,

4

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174 R. PEREZ GALDÓS

Ya era de noche, y Centeno n o quería deten erse ; pero la obsequiosa finura de aquellosdos caballeros le cautivaba, y también , dígasecon franqueza, no dejaba de sentir en su án imo cierto apeti to de libertad , instintivo afán.

de hacer algo que rompiese la triste y tediosavida que llevaba . ¿Su esclavitud no tendríaalgún descanso , y su trabajo el alivio de unratito de ¡Adelan te !“¡Mozo… café y copas… y unCenteno se recreab“a en el fácil uso de su al

bedrío, en aquel desembarazo que le h acíahombre ; y cuando se acordaba de la soledadde su amo

,sintiendo , con el recuerdo , asomes

de pena, se consolaba m irando el mucho azúcar que sobraba y haciendo propósito de guardarlo todo para el enfermo . Tomaban el caféd espacio“, porque estaba muy caliente, y entresorbo y sorbo , corría de la boca de Juanito ,como del caño de abun dosa fuente, un chorrode hipérboles . No tenía Felipe su espíri tu muygozoso ; pero desde el malaven turado ins tanteen que llevó a sus labios la 00pa de ron ,

s intió que se transformaba y se volvía muy o trod e lo que era . El maldito licor picaba como undem onio producíale llamaradas en todo elcuerpo , y en la cabeza un levantamiento, untumulto , una insurrección de todas las ener

gías , un motín de id eas , bullanga y trapatiesta Pero él , impávido , seguía

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13. PEREZ CALDOS

por aquella salada boca . El no decía m ás sino¡ qué boca, que ¡Y con qué entusiasmola Se la doraría.

O tros efectos, a más de la inquietud y elgozo

,produjeron en el alma de Felipe aquellos

dos agentes:alcohol y música . Fueron la pérdida de toda noción del tiempo transcurrido yunos arranques de generosidad que habían deserle muy nocivos . Viendo que Juani to se regis traba sus bolsillos sin lograr sacar de elloscosa de provecho , Felipe se llenó de punto y devanidad caballeresca, sacó sus siete pesetas ylas desparramó sobre la mesa con gallardo mov im ien to .

“Yo pago , yo pago… , gri tó con cierto fren es í .

Parte del dinero cayó al suelo . Mientras elamigo de Juani to lo recogía, Felipe, atentosólo abatir palmas en celebración de la cantatriz

,llegó aperder hasta el verdadero conoci

miento del sitio en que estaba . Veía diferentes personas á su lado y delante ; mas n o sehizo cargo de nada . Por—rm momento "

Creyódis tinguir en una de las mesas próximas unsemblante conocido , mujer hermosa, rodeadade hombres:asal tóle sobre esto un pen samiento

,hizo una observación ; pero imagen, ideas ,

apreciaciones , todo se desvaneció en su mente ,dejándole otra vez en su aturdimiento delei toso . No vió al mozo que cobraba y devolvía

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E L DOCTOR CE NTENO 177

cuartos ,

º

n i supo él lo que de sus propios bols illos había salido , ni lo que á ellos restituyera .

Tampoco supo cómo y cuando salió del café , ni dónd e se separaron de él susOyó l a campana del reloj de la Puerta del Sol .

Atento y como vblv ien do en si, con la facultad de apreciar el tiempo , contó las ¡ las

once ! Llevóse la mano con ardiente ansiedadal Nada:bolsillo más limpio n o sehabía visto nunca . En rápido giro pasaron porsu mente todos los sucesos de aquel día . ¡Don

Pedro , las siete pesetas ; don Florencio , loshojaldres !… ¿Y dónde estaban los hojaldres?Como se recuerda una pesadilla,con indistintoscontornos y matices , recordó Centeno la descomunal boca del amigo de Juanito abriendose de par en par para comerse los hojaldres . Yel dinero, ¿qué vuelta había tomado?…Y suamo, ¿qué pensaría de la tardanza? ¿Qué lehabría pasado en aquel largo día de soledad y

Recobró Felipe sus facultades instantáneamente. .En

__traron como de golpe y con tumul

tuosa sorpresa, cual guerreros que acometenairados el puesto de que les expulsó la perfidia . De todo lo que entró en el cerebro del hijode Socartes , lo primero y lo que más ruidohizo fué la Esta era tan fuerte yle dominaba tanto , que n o sabía si apresurar

TOMO

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178 B . PEREZ CALDOS

ó detener su vuelta ala casa . ¿Qué le diría do nAlejandro? ¿Qué diría él para disculparse?Llegó , al fin , temblando . Le horrorizaba el

pensar que encontraría muerto á su señor . Simuerto no, de fijo le hallaría muy enojado . Seguramen te habría carecido de alimento

,de

as is tencia, de Y lo peor de todoera que al volver á la casa después de docehoras de ausencia , no llevaba ni un real, nisiquiera un par de cuartos . Ganas le daban áFelipe de es trellarse la cabeza contra la paredde la Bribón mayor que él no habíanacido de madre . ¿Qué cara pondría su amo alverle , qué le diría?Entró por el pasillo adelante más muerto

que vivo ; y cuando a la puerta se acercaba ,d iéron le ganas de re troceder y volverse á lacalle . Cirila le abrió diciendo:“Me gustan lashoras de Vió Felipe luz en el cuartode s u amo , y oyó una voz que le parecía serel propio órgano parlante de don José Ido .

Esto como que le dió ánimos para empujar la

Gran d ís im o consuelo tuvo al ver que su amoconversaba tranquilamente con el calígrafo .

l lablaban de política , y don José decía con se

berana perspicacia:“Lo que es Narváez , señord on Alejandro , lo que es Narváez .

Apartó su atención Miqu is de aquella importante declaración para increpar á su criado

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180 8. PEREZ em ós

Desconcertado se quedó Felipe al oir esto .

Su am o se reía, y él no sabía si en furruñarseó reir también . ¡ O tro caso extraño , muy extraño ! En la mesa de noche había dinero

,pese

¡Fenómeno m ás extraño aún y verdaderam en te maravilloso ! Las pesetas eran siete .

No pudo Alejandro obtener de él una con fidenoia explíci ta, y al fin se Felipecayó también sobre el sofá rendido de sueño ycansancio .

El médico que aMiqu is asistía era un jovensimpático

,aplicad ís im o, y que se en cariñaba

con los enfermos , mirándolos como amigos ycomo libros , cual materia de afecto y de enseñan za. Y al decirle por las mañanas: ¿Quétal

,cómo va ese leía en su cara , en su

lengua,en su pulso renglones de dolor . Hom

bre compasivo y afanoso de aprender,Moreno

Rubio sentía en su corazón pena y lástima decristiano ; pero este dolor lo atenuaba con lascaricias de sus dedos de rosa, con el goce cientíñco, ó sea el es tudio de aquel hermoso caso .

Observar la marcha metódica de la en fermedad

,conforme en cada uno de sus terribles

pasos con el diagnóstico que él había hecho ;ver y oir cada síntoma ; examinar las turgencias

,las m orbideces , los ruidos toráxicos , las

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nr. nooron CENTENO 181

¡ qué cosa tan entretenida ! Esto y los cantos de un bello poema venían á sercosas muy semejantes . Principalmente la auscul tación , en la cual Moreno Rubio emplearatodos los días un largo rato , enamoraba su espíri tu . Las cosas que dice el aire en los pulmones son en verdad estupendas . Esta musica n o es igualmente seductora para todos ; pero su expresión sublime nadie la negará . La

resonancia sibilante,la cavernosa, los ecos ,

los golpes,los trémolos

,las sonoridades indis

t intas y apian adas , que ya n o parecen vocesd el cuerpo , sino sol iloquios del alma, constituyen una gama interesantísima . ¡Lástima quela letra de esta música sea casi siempre unaendecha de muerte ! Los oídos del médico seregalan con los suspiros del moribundo .

Aquella mañana (no sabemos bien qué díaera)el médico y Cienfuegos conferenciaron enla escalera, por n o poder hacerlo en la casa .

Cara triste tenía Moreno Rubio cuando dijo:“Se va por la ¡pobre chico ! Los tu

bércu los han des tru ido casi todo el parén quima Han empezado de una manera alarmanteel reblan declm ien to y expulsión de tubérculos . Va esto con una rapidez que me sorpren

de , porque al principio noté cierta lentitud enel desarrollo de los tubérculos , y creí que nuestro dramaturgo tiraría hasta el o toño .

—La voz—dijo Cienfuegos, n o menos tris te,

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182 B . PERE Z GALDÓS

se le transformó desde ayer por la mañana .

Me espanté cuando le oí .—La bron cofon ía nos indica la formación

súbita de grandes Mañana auson ltaremos

,y observará usted el curioso fen óme

n o de la En fin , seguir con lad igital , y de noche los calmantes

O y ó Felipe esta conferencia,y su terror fué

grande . Quedóse como quien se cae de muyalto ,

a tontado . No creía él que la enfermedadde su am o fuera tan grave, ni temía una tanpróxima catástrofe ; pero , pues aquel señor lodijo , cierto debía de ser . Lo primero que hizofue echarse a llorar ; mas pronto comprendióla necesidad de contenerse y envalentonarsepara que su amo no se acobardara viéndoletan afligido . Compuso su semblante lo mejorque pudo

,y entró en el cuarto . Felizmente

estaba el enfermo tan aferrado al bello engañode su pronta curación , que no era preciso fingir alegría para darle ánimos . Desde el día anterior no cesaba de hacer proyectos , los unosde arte y de trabajos para el año próximo , losotros bucólicos y de vida regalona .

“¡Qué buenos días voy apasar en la Man

cha este verano !— decía,— pues yo creo queallá para el 15 ó 20 de Junio podré marcharme . Esto no es más que una fuerte irritaciónque ya va cediendo, á mi Porque yo

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v cio, y sol taba tales paparruchás para darse importancia . ¡Morirse tan joven , morirse habiendo hecho E l Gran d e

'03un a! Esto no podía ser .

Si Felipe fuera ya médico , si él supiera ya todo lo que trataban los l ibros de Cienfuegos ,de fijo pondría a su amo más sano que una

manzana .

“Los médicos de ahora n o sirv en—pensó .

Para médicos los de mañana,los que van a

venir…Cienfuegos pasaba otra vez allí largas horas ,

y como era tiempo de exámenes, allí tenía suslibros para darse alguno que otro atracón tarde y noche . Cuando salía, Felipe hojeaba aquellas obras tan sabias

,ávido de encontrar en

ellas noticias de la enfermedad de Alejandro .

¡ Inútil y desesperante trabajo ! No entendía ni

jota, y como todo era term in achos obscuros ,más se d esesperaba cuanto más leía . Por ul timo, encontró una palabra que Moreno Rubiohabía pronunciado en la escalera . P arénqu ima

e ecía el libro . Allí es taba el ¡Oh ! siél hubiera aprendido siquiera alguna cosita ;pero no , no sabía n ada:era m ás bruto que Moreno Rubio y que el mismo Se

golpeaba Felipe su respetable cráneo , esperand o que por este medio brotara en él algunachispa de sabiduría médica ; pero nada , nada…X¡ todo era cerrazón ,

dureza,

Después buscaba las láminas de los libros , con es

si

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EL DOCTOR CENTE NO 185

peran za de encontrar en ellas alguna idea . Lasláminas tampoco le decían lo que él anhelabasaber . Ninguna halló que dijera:

“Estado de lospulmones del señori to Alejandro . ,

Su avidez le quitó el sueño aquella nochenada le distraía , nada le consolaba . Ocupadoen distintos menesteres , su pensamien to seguía embebido en las mismas ideas y devorado

por el mismo afán , ¡ay ! afán de amor y curios idad . ¿Cuál era su antojo? Nada menos queaveriguar cómo era su amo por den tro; metersus miradas en aquel dichoso parénquima , enaquellas cavernas y tubérculos , para ver enqué consistía el daño , y por qué se había demorir su amo . Mentalmente le abría en canalcon un grande y cortante instrumento que nocausaba daño , y luego introducía con sutil ezasus manos para extraer el Lo dicho , dicho:Moreno Rubio era un pobre hombre que nosabía el ofi cio .

Aquellos días tenía Miquis , a_ra tos , la com

pañía de Ruiz , y por las noches la de don JoséIdo . Felipe se había hecho muy amigo de la familia de éste . Eran los cuatro niños de Ido unageneración lucid ísima, propia para dar lustrey perpetuidad ala raza de maestros de escuela .

El uno de ellos cojeaba , el otro tenía las piernas torcidas en forma de paréntesis, el terceroos tentaba labio leporino , y la mayor y primogenita era algo cargada de espaldas , por n o de

V

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186 B . PEREZ GALDÓS

cir otra cosa . Además , estaban pálidos, caco

quim ios , llenos d e manifestaciones escrofulo'v sas . ¡Pluguiera a Dios que no representara talfamilia el porvenir de la enseñanza en España !Era, sí, dechado tristísimo de la caquexia po

pular,mal grande de nuestra raza, mal terri

ble en Madrid, que de mil modos reclama higlene , escuelas, gimnasia, aire , urbanización .

Rosa Ido,con ser raquítica, no carecía de be

lleza y gracia . Era sumamente redicha, y enun certamen de hablar mucho se habría ganado todos los premios . Tenía los ojos azules ; elpelo de color de esponja y enmarañado ; la bocagrande

,sin duda de tanto charlar ; los modales

desenvueltos . Andaba asal tos , comía devorando . Era el tipo de los salvajes de buhard illa,que se extienden por la línea de tejados de Madrid , cerniéndose sobre la población como bandada famélica . Devoran los desperd icios quellegan hasta ellos

,y piden sin cesar . Descien

den rara vez , .porque no tienen ropa con quépresentarse . Viven en aquella altísima capaurbana, situada entre el cielo y los ricos .

Grandes y cord iales amistades se entablaronentre ella y Felipe . Mañana y tarde oíase la

argentina voz de Rosa Ido en la puerta:¿Danu sted es su pr ím iso? Y sin esperar respuesta semetía dentro . Charlaba un rato con Alejandro ,contándole chismes de la vecindad . CuandoFelipe iba a un recado le acompañaba hasta

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188 B . PERE Z GALDÓS

de esos señores que van montados al lado de laReina .

Fau ra — ( Gon autoridad .) Se dice caballerizo y no cabrerizo .

Rom .—Qué más Bien dice papá que tú

tienes Pues sí , vino la Tal . Entró hecha una faroton a, y me dijo:

“chiquilla,¿Habráse Yo me salí ; pero me quedéen la puerta para pescar algo… A don Alejandro , cuando la vió , se le pusieron los ojos m ás

¡Ella no se acercó ala cama ; sepuso ¿te enteras?… y le miraba conuna ¿Cómo le duo? No me acuerdo .

Ello fué una cosa mu tierna, mu tierna . ¿Sabeslo que dice mamá? Que esa mujerona es quienha matado a tu Dimpue

'

s que hablarondale que te pego , contó ella que te había vistocon una gran turca en el café .

Fau ra— (Avergonzad o . Es Si la

Rom .

— Aguarda . Los dos se rieron , y alucgo hablaron de otra cosa . ¡Qué ojos tiene tanrebon itos ! Don Alejandro la miraba como unbobo , y parecía que se ponía bueno . Se sentóen la cama . Ella se pros ímó entonces y le d ióla mano . D impu e

'

s sacó ella pesetas y las pusoen la mesa de noche . Dice mamá que esa mu

jer le ha sacado mucho dinero a tu amo, y queahora es un bochorno para él que ella le dél imosna .

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EL DOCTOR CE NTENO 189

Fa rm .—¡Quita allá !… ¿qué le ha de dar…?

SeráRosa .

—(Bajan d o la voz . ¿Sabes lo que dicemamá? Que Cirila es una ladron a, y que estávendiendo la ropa de tu amo . Yo es toy volada .

Me dan ganas de decirle “so E s que

tengo yo un genio… ¡Conmigo n o jugaba esatiburona ! Si yo fuera tú , la ponía en la

clarito , y le decía:“señora, ¿usted quése ha llegado a Dice papá que tu amo

es un santo y que sabe hacer funciones del teatro, y que ganará mucho dinero ; pero que antes se ha de morir… que no llega al mes queviene .

FE LIPE —(Dand o un susp iro .) Cállate, mu

O tra vez la conversación recaía sobre el gato .

““al

Estaba enfermo , y doña Rosa Ido inconsolable .

Felipe se brindó con gravedad facul tativa áas is tirle ; le

“te n fó

"

el pulso , le auscu ltó, le examinó

,pronun ciando hinchadas frases de hipo

crático sentido, como:“Este señor es muy

¿ha comido este señor algo más delo que tiene por Hay Es

perarem os la remisión de la Debe deser cosa del ¿sabes tú lo que es

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B . PERE Z GALDÓS

el Pues es donde están los tubérculos , unas cosas muy malas , muy malas .

—¿Y qué le damos para esos tabernáculos?

preguntó Rosa consternada, teniendo sobre suregazo al animal paciente , tieso y al parecer

N espirante .

— E n vista de que las funciones tal y cualdijo Centeno , ni serio ni festivo— no van comoes debido ; y en vis ta de que la inflamación dela pulmonía de la clavícula interesa al huesopalomo del infarto de la glándula estomacal

— Tú estás de y el pobre animalitose ¿Ha venido el señor de MorenoRubio? Cuando llegue ha de ver al m ich ito bo

Verás tú cómo con algo de la bo tica sepone bueno .

—Yo pondré la receta . O ído… Del extractode chuleta:tres grados centígrados . Del jarabede cord illa oñcin al:cuatro cuartos . Mézclese ,

agitese , platéese y dórese .

—¡Qué gracioso !—Veamos ese pulso . Está Un so

picaldo de ratón ; después un poco de merluza:—¿Merluza? Dios la ¿Te parece que le

demos unas friegas?…— No está mal

,no es tá mal . Esa medicina

s i que es baratita. Frótale hasta mañana . ¿Quéedad tiene el enfermo?¿Es anciano?

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192 B . PERE Z GALDÓS

cars e al gato , cogerlo , llevarlo á un ángulopro tegido de los rayos del sol por los tejados ,sen tarse allí“¿Qué haces , Felipe?— Lárgate d e aquí… Tu madre te es tá lla

mando:desde aquí oigo sus gri tos . Te va ápegar . Corre ,Desde donde es taba pudo , torciendo el cuer

po, arrojarle una piedrecilla que le dió en lacabeza .

“¡Qué bruto eres !Pues vete . Si n o bajas , te pego .

¡Qué bromas tienes !No es broma . ,

v Rosa se fué . Felipe es taba serio , tan serioque parecía un señor mayor . Hasta entoncesn o se vieron en sus rasgos infantiles los fi rmesl ineamentos del hombre . Detrás de su travesura asomaban los cuaren ta años , con mascara grave de paciencia . Hallábase tan poseídode un ardien te anhelo y de curiosidad tanabrasadora , que ni la voz de su amo le habríadis traído en aquel momento . Sentado en laazo tea

,con el tieso animal entre las rodillas ,

sacó una navaja del bolsillo , y ¡ zas !… Ambros io Paré , Servet , Andrés Vesale , ¿qué decís áesto? El cuchillo estaba bien afilado . EmpezóFelipe con tacto y maestría:su ardiente afánn o le al teraba el pulso , y supo desprender conserenidad la piel . Había en su espíritu miste

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E L DOCTOR CENTENO 193

riosas in tuiciones de cómo había de procederan tojábasele que ya lo había hecho o traNo, n o eran enteramente nuevos para él losgoces de aquel sangriento juego… Si jamás lohizo , sin duda lo había soñado .

Corta por aquí y por allí . Antes de profundizar , quiere reconocer la boca . ¡Treinta dientes ! Y ¡ qué extraña la inserción de la lengua ,y qué áspera y picona toda ella ! Como que es táerizada de púas… Ahora veamos ese dichosoparénquima . Ábrete, cuello . Por aquíVe el Doctor la cavidad laringea y dice:“aquíes donde tienen los Con la puntade su navaja reconoce durezas , discierne elcartílago del hueso , aparta tegumentos y musculos . Pone especial cuidado en no mancharsede sangre , y sabe respetar las arterias .

“Hola, hola , aquí tenemos los pulm on es .

N

son es tas esponjas , estas cosas'

llen as de hueMe parece que este caballero y mi

amo tienen la misma enfermedad . Pero n o veo Xnada… ¿Y el parénquima? Será es to que estádetrás . ¿Pues y esta canal

“.2Por aquí va lo que

comemos . Me parece que el corazón está poraquí . Por es tos caños entra y sale laSigamos la canal abajo . ¡El estómago ! Ábre te ,perro

,ábrete . ¡Zas !… ¿De qué has muerto , ga

to? La sangre no corre:apelmazada aquí, en elcorazón , y el estómago lo tienes negro… Túno has com ido en muchos días… ¿Y el solomi

Tozuo H 43

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4

194 B . PERE Z GALDÓS

llo, dónde está? ¡ Zas !… Ahora con finura , para sacar el buche entero . ¿Qué es es to? Lasasaúras serán . ¿Y para qué sirven?… Por estas cuerdas que aquí veo , tirabas y aflojabaspara ¿Pero ese condenado parén quima , dónde anda? Los bofes son és tos . Esto esel respirar y el toser y el soplar . Por aquí arriba va la voz,

—el can to , el Corazón ,

¿chats á un lado:tú eres el querer , el llorar,el arrepentirseLa voz de Rosi ta sonó en lo bajo de la esca

lera .

“Felipe,tu amo te llama . ¿Qué haces?

—Aguarda, n o subas . Dí al seño

rito que espere .

—Felipe .

Dale .

Felipe , que n o seas majadero , queY él

,sin hacer caso de nada, seguía su in

v es tigación ardiente , con curiosidad que leabrasaba el ¡Si tuviera tiempo d eabrir la cabeza para ver la crisma

, donde estátodo el intríngulis del“¡Felipe !

¡Que allá v oy !Tú estás haciendo alguna cosa

Apresuradamente trataba Centeno de arreglar el deshecho cuerpo del an imal

,poniendo

cada cosa en su sitio y tapándolo con la piel .

Si allí tuviera hilo y una aguja, de seguro , ¡ re

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B . PERE Z GALDÓS

pezas , de sus travesuras y de su charlata

neria .

Felizmente , estos accesos de ira eran pasa

jeros . Felipe callaba, dejando correr el nublado . Bien sabía él que pasaría, y que lo n ormal

del genio de Miquis era la condescendencia ybondad apacible . Y si n o, ya tenía él recursoshabilís imos para desen ojarle , arbitrios de grand ís ima eficacia , aunque su amo estuviera enuna de las grandes crisis metálicas que le pon ían de tan mal talante . Por la tarde , al vol

ver de un recado, le dijo Centeno:“¡Cuánta gente por esas calles ! ¡Oh ! ahora

que me acuerdo:he vis to al señor de Ayala,

aquel poeta de los bigotes—¿Sí?

— Y me dió memorias para usted .

—¿Qué dices , hombre?

— No… n o… Me equivocaba:n o me dió m e

morias,ni me dijo nada . Es que me miró de—un

modo par ticular , y á m i me pareció que me da*ba expresiones para mi amo . ,

Con estas cosas se reía el enfermo , y se disipaba su mal humor . Tras del enojo con Felipe ,venía siempre entrañable amistad . El gozo deverle y tenerle á su lado era en tal manera viv o, que cuando el Doctor es taba ausente, creíase Miquis privado de algo necesario á su existencia . Hacía elogios de su destreza, de su puntualidad , de su adhesión , y los v ituperios de

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EL DOCTOR CE NTENO

por la mañana eran á la tarde alabanzas s in

término .

“Bien , bien , Felipe:te portas . Todo lo hacesbien . Así me gusta . Si me muriera , te nombraría mi heredero ; pero no me Eres un V

s abio y debías llamarte Aristó teles .,

Y desde esta ocasión no le nombraba de otro¿modo . A cada momento se oía:“Aristóteles ,dame agua con Aristóteles

, frótam e

un poquito aquí, á ver si se me pasa este dolord e la espalda . ,

Señor

¿Tienes dinero?¿Yo?… Como no me vuelva

—¿Pero de veras no hay nada? Busca bien .

¿No habrá algún duro trascon ejado por ahí encualquier rincón?—¡Duros trascon ejados !…Este hombre está

viendo Nada, señor:no tiene másremedio que cambiar un billete .

,

Alejandro se calló y se puso a mirar al techo, con expresión de duda y pesadumbre .

También Felipe miraba al cielo raso,creyendo

por un momento que había en él nubarronesd e bil letes de Banco . Después de larga y tris

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B . PEREZ o .u .nós

tísima pausa, dejó oir Alejandro , con lo máscavernoso de su voz bron cófon a, estas fúnebrespalabras:“No hay billetes . ,

Lo que , oído por Aristó teles , púsole en granconfusión , pues el día anterior había recibidosu am o, en letra del Giro Mutuo que le cobróun su amigo empleado en el Minis terio , treinta duros cabales . ¿A dónde habían ido á parar?El fi lósofo , movido de un pruri to indagatorioy correccional que apuntaba en su alma, adestrada en aquella vida de iniciativa, se aven turó á preguntar á su amo por el paradero de losbille tes . Alejandro , con expansiva y noble confianza , estuvo apunto de satisfacer la curiosidad de su secretario Pero no tenía ganas de conversación ; es taba sombrío,abatidís imo, y sólo pudo murmurar:“Anoche .

Felipe echó sus miradas al suelo , y parecíaque las pisoteaba. Era unadesesperación vivir en tan gran desarreglo y nopoder contar con nada, por la liberalidad furibunda de aquel pobre loco . Allí no es taba seguro ni el triste pedazo de pan de cada día ,porque á lo mejor arramblaba por él el primeradvenedizo . ¿Y qué iban á comer aquel día?No había nada, ni un ochavo en metálico nien especie . Era preciso traer azúcar, chocolate , leche, carne , medicinas , limón y otras

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200 B . PEREZ GALDÓS

—Dice mi mamá que si le hacen el favor depres tarle un huevo…—Lo que es hoy, hija, ni siquieraAl poco rato volvió:“Dice mi mamá que si por casualidad tienen

un pedazo de pan, 6 bien cuatro cuartos .

—¡Ay ! ¡pan , cuartos ! los quisiéramos para

n osotros…Salió Felipe en busca de Cirila . En el pasi

l lo v ió un fantasma siniestro paseando de largolargo . Era don José Ido del Sagrario , que va

gaba, cual ánima del otro mundo . Creeríase

que su cuerpo impalpable era llevado y traídopor el viento , sin ruido , en la longitud obscurade aquel túnel

,y que sus pantuflas de orillo

resbalaban sobre el piso,silenciosas, como pa

tines de lana sobre hielo de Felipenada le dijo, y entró en la cocina buscando á

Estaba apagado el hogar, todo en deso rden . Cirila

,sen tada en el suelo

,entre revuel

tos montones de ropa vieja, descosía algunasprendas para aprovechar los pedazos buenos .

“Estoy con media onza de chocolate crudoque me dió doña Angela Resplandor . Si tú n o

traes hoy carbón ,tu amo lo pasará mal . El tie

ne la culpa .

Felipe le preguntó si tenía por casualidadalgunos ochav itos morunos , ó bien algo queempeñar .

¿Yo? Á buena parte vienes . Si no fuera por

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EL DOCTOR CE NTE NO 201

que doña Angela me ha dado esta tarea,ofre

ciendo pagarme con la comida, en su casa, n osé qué sería de mí . En otra como ésta n o mehe visto . Yo sé bien quién

'

m e ha traído á es tosesa ,

Soltó Cirila,una tras otra, varias palabras

n o bien sonantes ; y como Centeno le pidieraexplicaciones , n o se mordió ella la lengua paradecir“Me tiene ya hasta los pelos . Anoche vino , y

en un dos por tres limpió á tu amo . Ya senada le basta . El otro no le da nada:vive á sucosta…Es toy quemada

,Felipe ; estoy requema

da, frita, estofada y vuelta a freir… Vete porahí y pide , pide hasta que encuentres . No tengo costumbre, no, de verme tan montada alaire . ¡Y todo por esaFelipe no perdía el tiempo en comentarios .

Las n ecesidades apretaban , y era menester tomar determinaciones

,buscar

,revolver el mun

do, y allegar dinero . Su amo le dijo:“Bohate á

la calle , corre… pide . ¿A quién? Tú sabrás ,Aristóteles . Arréglatelas como ¡Ay,

Dios m ío! Así n o se puede Me muero, Flip , me muero si no veo esta noche durosy Es cosa tremenda esto delAm i, créelo , me Vete por ahí , chico, y n o vuelvas con las manos vacías . Yo mequedo aqui solo:n o me importa, soli to ,

pens ando una escena, ¡ qué escena ! Luego te la

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202 B. PEREZ om ós

contaré . Es tan hermosa , que yo mismo me admiro de que se me haya ocurrido . Adiós:buena suerte . Ven pronto . ”

En la escalera encontró Centeno á Rosa quesubía fatigad ís ima. Sus mejillas pálidas , susojos tristes decían:

“hoy no ha entrado nadapor es ta boca de donde salen tantas palabras ; ,pero s u apetito de charla podía más que la neces idad , y si Felipe no llevara prisa, allí me letendría media hora , dándole matraca .

“Vengo de casa de unas amigas de mamáHan ido de campo…¿Y tú á dónde vas?… Papáestá como los locos

,dando vueltas . ¡Ay, cómo

se quedará cuando me vea entrar con las manos vacías !… ¡Pobrecito ! dice que si cae el Min is terio le Lo que es yo no subo .

Aquí me estoy, á ver si pasa un alma caritatise me olvidaba . Anoche

,cuando

tú saliste , estuvo la ¡Qué guapetona venía ! ¿Tú no la has visto llorar? YoDon Alejandro la consoló con un papel verde .

Después ella y la señá Cirila regañaron por elpapel verde . Se dijeron cosas puercas y de máseres tú . Mamá salió a la puerta, y se persignaba oyéndolas . Dice que las dos son un buen parde Si no las aparta la mujer deResplandor

,se arrancan los ¡Ay, qué

comed ia ! ¡Lo que teEn la calle, corrió Felipe largo trecho sin di

rección determinada . No sabía á dónde iba, ni

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204 B . PERE Z GALDÓS

dad . ¡ oh ! después , don Pedro duoal insigne Aris tóteles que se pusiera inmediatamente en la calle, si no quería ir rodando porla es calera 6 volar por un balcón .

Sal ió m ás ligero que el viento . ¿A dóndeiría, Santo Dios , con su dolorosísim a cuita?

¿Recurriría á don Florencio Morales?… Imposible . Morales le había echado los tiempos lasemana anterior . ¿Y Ruiz? ¡nombre sin sentidoen las pág inas de la generosidad ! Además ,es taba muy Soplado con el éxi to de su comed ia

y n o hacía caso de nadie .

Divagó Centeno por las calles , pensando yrepensando en lo que hacer debía . ¡Pedir ! ¿áquién? Todas las puertas

,todas

,es taban cerra

das , y la Providencia se había tapado los oídos .

Dios, ceñudo, volvía la espalda infini ta mirando á otra parte de las tribulaciones humanas .

En un momento de desesperación,hostigado

Aristó te les por el malestar de su amo, por suspropias necesidades y por el devorador apeti toque sentía, pues n o era cuerpo de san to el suyo ,ni mucho menos , fué asal tado de una idea te

Iba sin sosiego de una acera a otra dela calle , mirando con ojos de codicia y recelo áuna tienda que en su puerta misma osten tabapanecillos, y debajo una cesta de huevos . E l seatrevía, s i… atrev eríase a pasar corriendo ycoger, como al vuelo , un panecillo y llevárselosin que le se atrevía también á volver

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E L DOCTOR CENTE NO

y arrebatar dos huevos con ejemplar l igereza .

La mujer de la tienda estaba dentro en treten ida en conversación con diversas personas , y losque pasaban por la calle iban distraídos , ó pensando en sus propias cuitas . Sólo un zapatero ,situado en el portal de enfrente , podía ser tes

Pero el zapatero no vería nada . ¡Animo !Pasó Felipe con rápidacarrera , en la cual la

velocidad consti tuía el disimulo ; pero sus dedos , que casi tocaron el pan , no se atrevieroná cogerlo .

“No sirvo, no sirvo para es to…pensaba , y sudor muy frío corría por su fren te .

Después pen só de es ta manera:“No cogeré el pan ,

que es para Pero loshuevos , que son para dar de comer á mi amo,s i losPasó decidido ; pero tampoco en aquella se

gunda prueba pudo Nada:cuandoiba á tocar el codiciado objeto , lo dejaba en susitio .

Desesperado de sí propio y con la mente trastornada , echó á correr por aquellas calles sinsaber á dónde iba . Su amo no se le apartabadel pensamiento . Se lo imaginaba dando lasboqueadas , n o por la fuerza de la enfermedad ,

sino por fal ta de Deten íase Felipe ,resuel to avolver á la tienda de huevos y panecilios ; pero alos pocos pasos se alejaba otra vez ,corriendo en dirección contraria .

De es te …m odo llegó á la calle de Alcalá, que

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206 8. PERE Z GALDÓS

por ser tarde de Toros estaba an imad ísima .

Era la hora del regreso:el cielo se obscurecíala multitud se apiñaba ; rodaban miles de coches de diferentes formas, y se veían ya algunos faroles encend idos . ¡Bullicio de fiesta y aleg ria , vértigo de infinitas ruedas laminando ellodo

,y de infinitos pies pulverizando el grani

to de las baldosas ! Cortaba Felipe la masa deg ente ; andando en dirección contraria . Sus cod os funcionaban como las aletas de unAllí fué donde se le ocurrió esta otra idea quepodía salvarle:si todas las personas que por lacalle subían le dieran la centésima parte de uno chavo , tendría lo que necesitaba . In fun d ióle

este descubrimiento grandísima alegría, y siguió bajando hasta llegar á la Cibeles .

La noche avanzaba, seria y cariñosa , y cadavez se veían más faroles con luz . El farolerocorría de candelabro en candelabro , y m etiendo su palo largo en cada farol , iba es trellan doel suelo de Madrid . E n Recoletos , las luces reverdeaban entre los árboles ; y de los macizosemanaba tibieza húmeda y fragancia de minutisas . Por la acera venía mucha gente elegan

te,pollas y galanes , señores con gabán , damas

de sombrero .

“Esta es la mía…pensó Felipe , yechó una mirada asu propio traje para cerciorarse de que era adecuado al papel que iba ádesempeñar . ¡Á maravilla ! O tro más derrotadono había por aquellos contornos . Empezó Feli

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n . PERE Z GALDÓS

soy un mártir , y que iré derechi to al Ciel ocuando me muera… Salí de casa desesperado

,

loco ; no sabía á dónde volver los ojos . Todaslas puertas Me vine por estos paseos . ¡Oh ! si no tuviera familia, el es tanquechinesco del Retiro me hubiera vis to es ta tarde en sus Pero francamen te ,n aturalmente , tengo hijos , Y que medigan á m i que esto es un país , que esto es unpueblo civilizado . Felipe , ¿sabes lo que he vis

S i te lo digo , te horrorizarás , y te temblarán las carnes .

—¿Qué?

— Pues he visto en esa Castellana pasar pordelante de m i , en sus soberbios coches , á muchos personajes , á dos 6 tres ministros , á másde cincuenta dipu tadosDon José no pudo seguir . Espiró en s u re

seca gargan ta la voz, convertida en un sollozoinmenso , trágico . Aristó te les , sobrecogido depavor , n o sabía qué pensar .

“¿Y qué?¡Que á todos esos les en señó yo á escribir !

—exclamó Ido prorrumpiendo en lágrimas quese apresuró á recoger en su pañuelo . ,

Felipe callaba . El otro seguía sollozando .

“Sí,hijo . Yo enseñó a escribir Yo estuve

seis años en el colegio de Masarn au , y allí, todos esos fueron mis discípulos , y otros muchosa quienes n o he vis to esta ¡Por m i s á

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E L DOCTOR CENTE NO 209

ben coger la pluma en la mano , y de aquellospalo tes míos salieron es tas firmas , y este poder

,y estos coches , y toda la grandeza de la

Nación ! ¡Oh, Dios, Dios , Pero Dios 10 Vquiere así, sufram os y aguantemos ; que en lao tra vida, hijo , tendré mi premio . Esa es miconfianza, ese mi consuelo . Yo lo

'

d igo á Nicanora , y Nican ora, que es una pólvora , se im

pacien ta y me dice:“si tan largo me lo

Pues bien:volviendo á mi v ergiien za, te diréen confianza que esta tarde . ¡Qué barbaridad,chico ! No lo creerás , pero es cierto:la necesidadme ha obligado á ello . ¡He pedido limosna !—¡ Jesús !

— Aún estoy espantado de m i mismo… ¿Pero qué había de hacer? Yo dije:

“¡ que el Señor

me lo tome en Habías de oírme . Enestos casos , hijo , es preciso exagerar algo . Yo

decía que tengo diez hijos… Y mucho de laVirgen d el Carmen le acompañe , ¡Queno me vea en otra, Señor ! Y no he dejado detener suerte , Felipe… Sólo me fal tan cuatrocuar tos para los seis reales .

—Tómelos ,— dijo Felipe , espléndido , hau

ciendo sonar su bolsillo lleno de calderilla.

—Gracias… ¿Estás rico?Tal cual… He cobrado un pico que me de

'J

Tú tienes suer te . En mi vida he podidocobrar nada de lo que me deben .

Tomo H

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210 B . PEREZ GALDÓS

—Porque n o tiene usted carácte r , don José .

Vámonos á casa , que por es ta noche…— Sí , por esta noche nos hemos remediado .

No te des por entendido con Nican ora, que esmuy apersonada, y siempre se acuerda de quesu abuelo fue caballerizo de la Reina . Le dirétambién que he cobrado un

Cuando volvieron á la casa, ambos estabansatisfechos de sí mismos . Cada cual en su vivicuda atendió a sus urgentes necesidades . AMiquis le habían acompañado por la tarde Rosita y su muñeca . Cirila entraba de vez encuando para preguntar al enfermo si se le ofrecía algo ; y como los sentimien tos cari tativosn o es tán excluidos en absoluto de ninguna persona humana

,la que respondía al nombre de

Cirila tuvo , en aquel día de escasez , decaimien tos de su rigor caracterís tico ; quiero decir, que se desmintió á s i propia , descolgandose , como suele decirse en modo vulgar, conuna taza de caldo y otras frioleras , traídas dela bien provis ta cocina de Resplandor . Véasepor dónde n o hay maldad completa , ni sereshomogéneos y redondeados como piezas queacaban de salir de manos del tornero . AquelMiquis , op timis ta furibundo que á todos apli

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212 B . PERE Z GALDÓB

matico , en el cual , si sus sentidos estaban desacordes , descansaban sus pulmones , funcion ando con relativa facilidad . Fal tábale en ah

soluto la palabra ; disfrutaba de la vista y oído ;sus percepciones eran v ivaces , aunque falsassus ideas , las ideas de todos los momentos desu vida, pero engrandecidas por un sentidohiperbólico , deformadas por la amplificaciónromántica ; sus imágenes las reales, pero coloridas de vigorosas tintas , todo metafórico ytrasladado á los patrones del ensueño , conservando , n o obstante , sus originales elementosde verdad . Sus entreabiertos párpados dabanpas o aun mirar vago , soñoliento ; veía claramente la habitación , grande , riquísima, llenade luz y alegría , con gallardas columnas depórfido , techo a lo pompeyan o , pavimento delus trosos m ármales de colores . Por la gran ventana del fondo , que daba auna desahogada logia, se veían techumbres , cúpulas , miradoresy campanarios ; en el fondo , el Vesubio con sucima humeante y sus laderas de n egra lava .

Pebetero del cielo exhalaba aromas de poesía ,perfumando el espacio y la mar, desde las costas Mauritanas has ta las de Proven za . El Tirreno y el Adriático se llenaban también deaquella emanación hermosa, y á lo lejos humareda semejante á una nube anunciaba elMongibelo . ¡Qué cielo azul , y qué mar, m ás

propio de tri tones que de barcos ! Blancas ve

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E L DOCTOR CENTENO 213

las brillaban en su inmensidad cerúlea , renovando en su elegante ligereza los ramilletescon alas , los pájaros nadan tes y los peces em

plum ados de la fantasía calderon ian a . Eranlas galeras del Duque que volvían cargadas d edespojos de venecianos y de orientales rique -

vzas

La lujosa estancia estuvo desierta hasta quee ntró una mujer . ¡Qué Morena

, de

gentil presencia, ojos garzos . Sus miradas eranlenguaje obscuro para el que no entendiese deamor apasionado y febrici tante ; no tenían sentido sino para quien supiera mirar del mismomodo

,y tener algo de inmortalidad que llevar

d el alma a los ojos ; eran miradas en que centelleaba ese fulgor divino , que dejaría de serlosi pudieran verlo los topos… Iba vestida la talseñora, n o al u so napolitano ni al oriental , nicon la abigarrada pompa croata ó albanesa ,s ino a la moda de Madrid de 1864 , y con afectada ¡Qué bien la vió Alejandro ,y qué claramente comprendía su situación !…Era la Escena Undécima del acto cuarto . E l

Virrey acababa de ser preso por los emisariossecretos del Duque de Uceda . Aquel excelsoambicioso que había tenido el sueño sublimede alzarse con el reino de Nápoles

,de domar á

Venecia, de conquis tar y unificar todas las tierras de la hermosa I talia, anticipándose en doss iglos y medio á los planes de Cavour

,había

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214 B . PERE Z GALDÓS

sido vend ido por los mismos que le ayudaron .

Bedmar, su cómplice en Venecia , retrocedíaespantado ; don Pedro de Toledo , Gobernadorde Milán

,le denunciaba á la corte d e España ;

és ta enviaba al Cardenal Borja para hacersecargo del mando , y exon eraba al Grande Osuna, cargándole de cadenas para llev arle á E spaña como reo de lesa Majes tad . Sólo era fielel bromis ta Quevedo . Fiel era también la Carniola .

En la Escena Undécima, Catalina entra enrequerimiento del Duque ; ha oído ruido de voces y armas , viene aterrada y pav orida, presagian do Dice con admirable calorlos versos:

¿Dónde iré d e esta suerte ,

tropezand o en la som bra d e m i m uerte?

Va de un lado á otro de la escena , combatida de contrarios pensamien tos . Quiere matarse , quiere seguir al También ellasueña locamente despierta, y por momentos seha creído próxima á ser Reina y señora de latal ia toda . Guarda interesantes papeles delVirrey

,en los cuales está toda la máquina de

la conjuración . Rara vez hay trama teatral sinun paquete de documentos en que está la clavedel enredo , y de es tos papeli tos , si son 6 n o

d escubier tos, depende que los personajes se

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216 B . PERE Z GALDÓS

Quevedo sale con ella al pasillo , y secreteanlas siguientes palabras“Dice el médico que en una de éstas se que

dará . Si le dan tres 6 cuatro congojas más, n olasPor las m ej l llas del gracioso Quevedo co

rrían lágrimas , y la Carniola, la hermosuraideal , dió un gran suspiro . Cirila hubo de llegar eu el mismo instante , y ambas entraronen la cocina, donde la ideal buscó y halló alfin una silla ro ta en qué sentarse . Estaba cansada:¡ qué escalera !

¡Pobrecito !— murmuró . ¡Parte el corazón

verle !— Si tira una semana será mucho tirar .

—Lástima de chico ¡ es tan es unalma de Dios . .

— Hija, qué le vamos á hacer… La voluntadde Dios—Tanto pillo con salud , y este pobrecito

ángel…¡Qué guapa — exclamó de impro

viso Cirila,ávida de hablar de o tra cosa .

¿Vas á losLa Tal hizo un mohín deLuego empezaron a disputar sobre cuál de

las dos debía …dar á la otra ciertas cantidades .

Felipe oyó desde el pasillo estas cláusulas:“Tú

me prometis te para hoy . . Esto no se puedeTú á m i… ¿Pero ese

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EL DOCTOR CENTENO 217

¿Has visto al Duque?… Está Todome lojuega . Es un Estoy abochornada . ,

En tanto el enfermo , pasado un rato de turbación , se daba cuenta de la salida de su gallarda heroína . Ya sabía él dónde estaba . Ha

bía ido a recoger los famosos papeles de la conpero ¡ qué terrible lance ! se los ha

bía sustraíd o bonitamen te el traidor venecian o, El Duque estaba perdido

,más

que perdido . Puesto ya en este trabajo de rumiar su obra , repitió Miquis clara y distintamente todo el trágico final de ella .

La Carniola halla medio de introducirse enel calabozo , donde aquellos enemigos , los secuaces del Cardenal , han encerrado al GrandeOsuna . Este , por una serie de coincidenciasque en el curso de la obra están muy bien justificadas , cree que la Carniola le ha vendi do ,entregando al Duque de Uceda su secreto desoberanía italiana

,y cuando la ve entrar en la

prisión , la increpa y le dice mil herejías . Ellase defiende . Todo lo que dice contribuye á cond en arla más en el ánimo de Téllez Girón , queacusa con la misma rabia á Jacques Pierres ,primitivo amante de Catalina . Furiosa comoleona

,la guapa hembra pone por—testigos de su

inocencia a Dios y á San Jenaro , patrono deJacques Pierres , que está

preso en otro calabozo,dispuesto ya para la

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218 B . PERE Z GALDÓS

horca . Este caballerete se la tiene jurada á laCarniola , por la trastada que le hizo ahandonandole por el Duque , y v e en aquel momentola más bonita coyuntura de su vengan za . Aélle ahorcan . ¿Qué le importa un pecado más?Dice mil mentiras al Virrey , y le presenta un acarta que en cierta ocasión (allá en el primeracto) escribió la buena moza á Barbarigo . Lacarta es un te s timonio de culpabil idad aparen

Pasa aquí algo semejante al pañuelo deO telo y á la carta de Desd émon a á Casio . ElDuque se ciega , saca su daga y la Ellamuere gozosa , ben d icién dole , declarando quele adora

,y que en la o tra vida reconocerá él su

error y se unirán en indisoluble lazo , con otrascosas dulces

,tiernas y poéticas , que hacían es

trem ecer de es té tico goce las entrañas del poeta. El tal Jacques dice lo que viene tan á peloen casos semejantes ,y es: ¡ estoyCuando aparecen los que han de llevarle al patíbulo, el Duque les dice que lo m aten pronto ;después se inclina sobre el cadáver de la Talpara darle besos y decir que la mató para quen o pueda ser de o tro , y añade que le haríantambién un favor en qui tarle aél de encima elpeso de la vida , y el agon ioso fardo de su ital ico sueñoCuando Miquis volvió en sí de aquel estado ,

dijo con toda su alma:“¡Qué terceto de ópera ! Me parece que lo es

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220 B . PERE Z CALDOS

Según cuenta el bueno de Aristóteles,cuan

do se asomaba á la ventana, quemábale el ros

tro el inflamado aire . El polvo de un cercanoderribo traía sobre la asfixia la ceguera , y ofendía los ojos aquella bóveda azul sin el regalode nubes, la cual con la v ivísim a luz resul tabade un celes te clarucho y caliginoso . Tambiénparecía calor el silencio mismo de aquellas techumbres , apenas turbado por los lejanos ruidos que de los patios subían . La renovación delas capas atmosféricas sobre las caldeadas te

jas , las unas viejas y negruzcas , las o tras pardas y terrosas , producía ese temblor del aireque tan to moles ta . Pocas chimeneas , de las infinitas que se veían

,echaban h

'

umo . Rarísimospájaros pasaban , cual merodeadores v agabundos , en dirección del Retiro . Gatos no parecíanpor ninguna parte , y sólo en tal cual rincón desombra se distinguía uno que otro , pensativoy amodorrado . Los ven tanuchos por donde respiran las al tas viviendas de los pobres, estaban cerrados . Esteras que hacían de cortinasy lonas sucias

,defendían de los rayos del sol

los humildes hogares . Alguna planta m ediomarchita se defendía en su ties to , atado á loshierros de un buhard illón ,

y abajo , en el jardínhondo , los cuatro árboles que lo componían ,

como que se agachaban para estar m ás hondostodavía . La fuente dormía la siesta, y apenasexteriorizaba un ligero chorrillo , m ás bien ron

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E L DOCTOR CE NTENO 221

cando que corriendo . Desde su observatorio,

veía Felipe_movibles ráfagas rojas en el ver

doso pilón de la fuente . Eran los pececillos ,ciertamente dignos de envidia, porque no necesitaban ir á baños .

“Quitate de esaventana , Aris tó teles—le de

cía su amo .

— Me sofoco de verte .

—Es que es toy viendo el calor y mirandocómo tiembla el aire . ¡Vaya un día !… Señor

,

es preciso que busquemos o tra casa .

—¿Ya para qué? En cuanto me ponga bien ,

que será dentro de unos d ías, nos iremos a laMan cha . Es preciso, Flip , ver cómo se desempeña

¡ toda la ropa de verano . Encárgate tú dees to . Allá para el 10 ó el 15 de es te mes (Junio)tomo el tren para Quero , á donde irá mi padrea esperam os con el coche . Nada, nada:te lle

Quisiera antes despabilar las primerasescenas de ese nuevo drama , E l Con d en ad opor con fiado . ¡Vaya una obra ! Es mejor, mucho m ejor que E l Gran d e O suna . No te digomás .

Inquieto , exaltado , abandonaba la acti tudindolente que—tenía en el sillón (pues ya n o

pasaba el día en el lecho por la gran molestiadel calor y el decúbito), y ges ticulaba, hostigado de ardiente comezón declamatoria . Felipe Vse afligía de verle así

,porque los períodos de

excitación , de op timismo y de proyectos, eranseguidos generalmente del desm ayo y de los

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B . PEREZ GALDÓS

v iolen tísim os ataques de tos que le ponían amorir . Su dem acración era ya espantosa ; sucuello un haz de cuerdas reves tidas de verdosa cera ; los huesos salían con deforme y repulsivo aspecto ; sus mejillas , cubiertas de granulaciones

,se teñían aveces del vinoso color de

las rosas marchitas . ¡Pero qué luz echaba desus ojos en momentos de fiebre y locuacidad !Aquel destello era la cifra de sus proyectoslocos

,y de su parentesco con doña Isabel de

Godoy . M iqu is echaba de sus pupilas el mismofulgor de plata y verde que tan extraños efectos hacía en el mirar de aquella insigne señora, dada a la cartomancia .

De buena gana le mandaría Felipe que secallara, porque sabía el daño que le causabatanta charla ; ¿pero por qué privarle de aquelgusto

,si el silencio no le había de dar la vida?

Centeno le oía con gusto , y aun le daba cuerda para que desahogase su alma , llena de tantísima idea y ates tada de riquezas morales .

“Porque en ese drama —decía el enfermoacen tuando con brioso gesto la palabra,—voyá presentar una idea nueva , una idea que n o

v[ se ha llevad o nunca al teatro:la idea religioMira , Aristó teles , si supiera que n o había

de poder escribir esa obra , créelo , del disgustome—Este verano d l]0 Centeno , cuando v á

yam os á la Mancha, yo me dedicaré á la caza y

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B . PERE Z GALDÓS

—BuECan do es tas condenadas papeletas deempeños, que no sé qué vuelta han llevado .

Verdad que como no tenemos dinero para sacar tanta cosa .

ya vendrá, hombre . No hayque apurarse . Mamá me mandará otra le tra .

La espero todos los días… El dinero vienesiempre ; aveces tarde:es un viajante que nos e queda nunca á mitad del camino . Cuandon o se le espera , es mucho más grata su apari

N ción . Ahora estamos pobres ; pero tenemos loAfanarse por

,

dinero es ton tería,y

guardarlo , tontería mayor . Yo creo que el dinero se ha hecho para esperarlo . La posesión

,

cópula breve del esperarlo y el ofrecerlo,es un

momento de placer fugaz , que vale muchomenos que las delicias prolongadas de la esperan zay la ¡Dinero !… Cuando lotengo , me considero administrador de los quelo necesi tan . El placer de los placeres es dar

,

y vario pedes tremente los versos de Quevedo ,diciendo:

Sólo á un d ar yo m e acomodo,

Q ue es e l dar d e darlo tod o .

“FELIPE .

—PUCS en eso de dar, creo que haysus más y sus menos, porque es cosa mala n otener qué comer , mientras o tros se har tan con

nuestro dinero .

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E L DOCTOR CENTENO

ALEJANDRO . (Con i lum in ismo .)— Yo miro al V

tiempo y á la inmortalidad , como dijo el o tro .

Esos com in er0s que están siempre haciendocuentas y contando los pasos que dan

, n o go

zan de la vida . Son inquilinos del mundo y n odueños de él . Un solo bien positivo hay en la º

tierra:el amor… ¿En dónde está? Hay quebuscarlo . Decir buscarlo es lo mismo que proclamar su existencia . Es parte principal deldestino humano , si no es el destino todo ente

Te encuentras en mitad de la vida . Por unlado

, te ves rodeado de conveniencias y trabassociales ; por o tro , te ves solicitado del amor .

¿Qué haces? Yo lo dejo todo y me voy tras elideal . Es verdad que no lo encuentro nuncacompleto y tal como l o he soñado ; pero voy en

pos de él sin cansarme nunca, para entre tener, con el dulce afán de poseerlo , la tris tezaque resulta de no gozarlo jamás por en tero ycon dominio de su to tal belleza . ¿O íste lo quehablábamos anoche Arias y yo?ARISTOTE LE S . Con ma licia .)—Sí, señor . El

señorito Arias le decía que usted se ha hechomucho daño con eso de querer tan fuerte alas

Todos dicen lo mismo . A usted leda muy fuerte , y noALEJANDRo .

—Tonterías ; h1]0, tonterías . Si €he de confesarte la verdad, tiene el alma necesidades tan i!nperiosas como las tiene el cuerpo. Negarle la satisfacción de ellas, es algo Se J

TOMO II 45

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B . PERE Z GALDÓS

m ejan te al suicidio ; es como el n o comer . . Yque n o me venga Arias con músicas , tra tandode persuad irm e de que no debo querer apersona indigna de m i por és tos 6 los otros defectos . ( Con crecien te exaltación .)No:los defectos n o existen en la Naturaleza ; son hechuraconvencional de las costumbres , y errores deestos instrumentos de óptica que llamamos

V ojos . El que ve las cosas como aparecen , tienemás de cris tal azogado que de hombre , y es elpropagandista natural de todo lo ru in , pedestre y brutal que hay en las sombras de la vi

Yo me enamoro de lo que yo veo , n o delo que ven los demás ; yo purifico con mi enten d im ien to lo que aparece tachado de impureza . Cada cual arroja las proyecciones de suespíritu sobre el mundo exterior . (D ispara

tand o .)Hay quien empequeñece lo que mira,

yo lo agrando ; hay quien en sucia lo que toca ,yo lo limpio . O tros buscan siempre la imperfección , yo lo perfecto y lo acabado ; para o trostodo es malo , para m í todo es bueno , y misesfuerzos tienden a pulir , engalanar y purificar lo que se aleja un tanto d el excelso y bienconcertado organismo d e las ideas . Yo voysiempre tras d e lo absolu to . Los seres

,las ao

ciones,las formas todas , las cojo y á la fuerza

las llevo hacia aquella meta gloriosa donde esti la idea , y las acomodo al canon de la ideamisma… Acostúmbrate á hacer es to , y serás

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228 B . PEREZ GALDÓB

Aquella misma noche, al volver de la calle,dijo el filósofo griego á la sin par Cirila:“La he visto , señd Cirila . ¡Ibamás guapa .

¡Qué mujer ! Le digo á usted que m e quedé como un poste . Llevaba un traje todo de sedamuy hueco , y un sombrero con largas plumas .

La gente se paraba á mirarla . ¿Lo creerá us

ted?—¿Pues no lo he de creer?… ¡Anda , anda ,

si cuando se pone de gala , hay que alquilarbalcones !… Y n o creas… es de buena pasta ;sólo que tiene la cabeza del revés . ¡Si vierascómo llora cuando habla de tu amo y de lo quetu amo ha hecho por ella ! Part e el corazón . Sipudiera ser formal , lo sería , ¿pues qué dud atiene? Sólo que un o la quiere llevar por aquí ,o tro por allá, y ella n o sabe qué hacer… Cuantos la ven , hijo , se enamoran de ella…—E s una diosa,—murmuró con éxtasis Fe

J lipe,acordándose de un verso de E l Gran d e

O suna

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F IN DE L FIN

Algunos de los amigos de Miquis se habíanexaminado hacia el 10 de Junio, y le acompañaban y asistían algunos ratos . O tros iban poco por allí . Cuando supo que los días de Ale

jandro estaban contados , acudió Ruiz quejánd ose de que

no se le hubiera avisado an tes , yhaciendo oficiosos ex tremos de pena . Entre ély Poleró, después de oído el lúgubre dictamend e Moreno Rubio , acordaron escribir á la iamilia y avisar al único pariente que en Madridtenía el manchego , la tiíta Isabel . Desempeñaron esta comisión Arias y Poleró, yendo ála casa de la calle del Almendro , llenos de curiosidad , porque habían oído contar á Miquisl as rarezas de su tía . Esta les recibió con ur V

ban idad ; pero súbitamente cambió de tono yde modales, y rompiendo en denuestos contrala juventud del día, les llamó gandules y lesdijo que se pusieran en la calle . Acentuandoe llos su cortesía, hablaron del triste asunto

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230 B . PERE Z GALDÓS

que les llevara allí ; pero la señora les interrumpió de este modo“No es Miqu is , es Herrera ; no es sobrino , es

segunda vez nie to mío . ¿Y á ustedes quién lesmete en esto? ¿Vienen de parte de algún Micifuf á extraviar mi buena razón , y á tras torn arm e el clarísimo juicio de que, á Dios gracias ,Poco le faltó á Poleró para sol tar la carcaja

da ; pero él y Arias se contuvieron .

“Bien,bien— manifes tó la señora, señalán

doles la puerta .

— Yo me enteraré de la verdad . Sin salir de mi casa, puedo yo saber elestado de aquel porque yo lo sé todo ;yo nací en Jueves Santo . Y si quieren unaprueba de ello , d iréles lo que ha hecho Ale

jandro en el tiempo en que no le he vis to cones tos ojos . ,

Los dos amigos , que ya salían , retrocedie

ron .

V “A m i nada se me oculta ; para m i nada haysecreto

,ni aun lo que se esconde en las entra

ñas de la tierra . Ustedes , que son compañerosde Alejandro y le han ayudado agastar mi dinero , verán si me ¡Ah ! el m uy pi

caro n o ha cumplido su palabra ; no supo ó n oquiso emplear aquel dinero en instruirse y afinarse ; gas tólo en fran cachelas con damas y galanes de la embajada de Se entregóa los desvaríos y excesos de la pasión amoro

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232 B . PERE Z GALDÓS

todo el mundo fuera averla y admirarla . Dijéron le á Miqu is:“Chico , si quieres hacer negocio , no tienes

más que enseñar a tu tía á tanto la entrada . ,

El se reía , no sin esfuerzo , porque ya la risa ,como esos servidores que toman siempre la delantera, se había anticipado á su señor , la vida .

Los preparativos del viaje de ésta seguían conactividad . Sensaciones había ya inactivas , ypartes desalojadas . Por momentos creeríase

que el señor, con todo su séquito de funciones ,se echaba fuera desordenada y furiosamente .

Por las ventanas de los ojos , las fuerzas vitales parecían medir el salto que habían de darpara emprender la fuga . En algunos aposentos,como el cerebro

,tumul to y bulla ; en otros ,

marasmo,

El pulso á veces se dormía , á veces sal taba alborotado tropezando ensí mismo . La sangre

,ardien te y espesa, corría

por sus angostos cauces buscando salida , deseosa de inundar regiones que por el fuerofisiológico le están vedadas . Su ardor , aumentado por la carrera

,difundía el espanto aquí y

acullá . Era mal recibida en todas partes , porque no traía nada nutritivo , sino descompos ición . Los órganos

,desmayados , n o querían

funcionar más . Unos decían:“¡ que me romO tros:“¡bastante hemos trabajado ! ” Pero

la anarquía , el desbarajuste principal estabanen la parte de los nervios , que ya no recono

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EL DOCTOR CENTENO 233

cian ley ,ni se dejaban gobernar de ningún

centro , n i hacían caso de nada . Cual desmoral izado ejército, que al saber el abandono de laplaza se niega a combatir y á la crápula y aldesorden se entrega , aquellos condenados discurrían ebrios , haciendo como un carnaval desensaciones . Ya flngían el dolor de cabeza , yaremedaban el traqueteo epilép tico

, yajugabanal histerismo , á la li tiasis, á la difteria , á laartri tis . Para que su escarnio fuera mayor, hacían hipocresías de salud , difundiendo por todala casa un bienestar engañoso . Todo era all íjácara, diversión , horrible huelga . Si entrabaalgún alimento , lo recibían á golpes , con alboroto de dolores y escándalo de náuseas . Siempre que la sangre traía alguna substancia med icam en tosa, si era tónica , la arrojaban condesprecio ; si era calmante, la cogían y hacíanburla y chacota de ella . Todos se confabulabancontra el sueño , que quería entrar . Apenaséste se presentaba

,tales empujones recibía , y

tales picotazos y pellizcos le daban, que el pobre salía más que de En el cerebro ,las funciones más notables , desoyendo aqueltumulto soez de la sangre y los nervios , sedespedían del aposento en una larga y solemne sesión . Quién hacía discursos , quién expla

naba proyectos luminosos y vas tos . La formaartís tica se ataviaba de galas v is tosísimas ; lacrítica pedan teaba, y hablando todas de un

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234 B . PEREZ GALDÓS

glorioso más allá, parecían , no en vías de concluir, sino de empezar . La comunicación dees ta importante bóveda, llena de armonías yde celes tiales ecos , con la oficina laringea eraperfecta, porque el señor había querido quehasta el último instante estuviese expedi ta ,

ycorrientes los nunca gas tados hilos de la pa

“Hola , ¿qué tal? Venga un abrazo .

— Ruiz… ¡ cuánto me alegro de verte !—¿Y qué tal es tás hoy?

— Pues así, así . No me encuentro muy mal .La noche fué horrible . Pero hoy parece quees ta gran irritación va cesando . Si sigo asi, lasemana que viene podré marcharme .

—Pero hace aquí un calor horroroso . Esto esun horno . No sé cómo no teEl astrónomo , hombre in dolen tís imo, de tem

peram en to desmedrado , ensayó diversas posturas para sentarse . Era problema más difícilde lo que parecía . Al fin se acomodó en unasilla echada hacia atrás , el brazo derecho m ontado en el respaldo de otra, la pierna izqu ierda sobre la mesa

,formando una tan recortada

y angulosa caricatura,que bien se le podría

retratar si es tuviera quieto y no variase á cadainstante, buscando una comodidad que no lograba nunca .

Poco después se puso en mangas de camisa .

Se le conocía que acababa de cortarse el pelo ,

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236 B . PEREZ GALDÓB

gado . El éxito fué regular,y los amigos Hama

ron al autor al final de cada acto . Los periódi

cos dijeron que aquel Ruiz as trónomo , era ungenio , un tal y un cual… Pero a los ocho díasla obra desapareció de los carteles , y cayó en lasima del olvido .

Ruiz n o se forjaba ilusiones vanas . El Teatroofrecía poco es tímulo . ¿Qué le habían dado por

¿d erechos de representación? Una miseria . Si élhubiera nacido en otro país , se dedicaría seguram en te al Teatro ; ¡pero aquí… ! En Franciahabría ganado diez ó doce m il duros con unasola obra . E n España todo es miseria . Y deque su obra gustó al púb ! ico , ninguna dudapodía tener . ¡Lás tima grande que se hubierarepresen tado al fin de temporada ! Toda la prensa había pues to en el mismo cuerno de la lunala excelen te versificación , y copiado algunasredondillas de las m ás resonantes . Pero lo queel au tor es timaba m ás en su obra, era el pen

“Jsamiento . ¡Ah ! ¡ qué cosa tan moral y cdiiicante !…A pesar de su éxi to

,Ruiz no escribiría más

para el Teatro . Este empezaba a fas tid iarle ,

como le habían fas tidiado an tes la Astronomíay la Y s ien do su pensamiento refractario á la holganza

,de las cenizas de su amor

al Teatro nació,pol luelo de ave Fénix , un amor

nuevo,una vehemente afición a otro linaje de

es tudios:á la Burla burlando , ya

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E L DOCTOR CENTE NO 237

tenía escrito un estudio sobre Hegel , y habíaempezado aestudiar varios sistemas descon ocidos en España

, asaber:los de Spencer, Hartmann . Aquí no salían del ! rau sismo , que enpocas partes tiene adep tos , como no sea en Bélgica . Se

'

compren de que él estudiaba todo estopara combatirlo , porque le daba el naipe porSanto Tomás . Aquí no hay filósofos . E l acometía con tanto afán la empresa de probarlo , queen el curso próximo había de hablar en el Ateneo…No:ninguna ocupación de la mente eramás bonita que aquélla . Recomendaba á suamigo Miquis que tan pronto como entrara enla convalecencia , se diese un buen atracón defilósofos y se dejara de Tan to , tantohabló sobre esto

,acompañando su perorata de

extravagantes cambios de postura , que al finCienfuegos creyó prudente poner un dique alraudal de la filosófica oratoria , y le dijo“Vete callando ya . Mira que éste se marea .

No te lo dice porque és te es así . Antes se de

jaradesollar que ofender á un amigo… Con tufilosofía y el calor que hace aquí, es te cuartoparece

,n o el Infierno , sino el manicomio del

Infierno , el lugar donde ponen á los condena Jdos que se vuelven locos . ,

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238 R. PERM s u pós

Vino la noche . El enfermo la veía con espanto llegar, y sentía el avanzar frío de las primeras obscuridades , como angustiosa nieblacayendo sobre su alma . Traía por compañeroel horrible insomnio , con sus ojos como ascuas , su aliento embargante , fan tasma siniestro que n o es con d ía en toda la noche su amarilla ¡Si fuera posible ahogarlo en tre lasalmohadas ! Pero cuando el fatigado sentido parecia ale targarse un tanto ; cuando una modorra de tres minutos atenuaba el sufrimiento

,

el fantasma pinchaba por és ta 6 la o tra parte ,y decía:“mírame . ”

Poleró y Ruiz se quedaron aquella noche velando á Miqu is ; no asi Cienfuegos , que te nía

que acompañar á un tío suyo , recién venidodel pueblo . Estaba comprom e tid ís imo por fal tade dinero

,y se veía en las de Caín para obse

quiar al egregio pariente . Aquella tarde serieron todos oyéndole contar los apuros quepasó en el café , y las mentiras que había endilgado al buen señor para hacerle ver los grand es peligros que resul tan de ir aun teatro .

Pudo convencerlo de que lo más higiénico yelegante es pasear por el Prado hasta medianoche , regalándose con un buen vaso de agua

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240 B . PERE Z GALDÓS

ba amano lo que necesi taba, iba a pedirlo acualquier vecino . Al entrar en casa de Ido, halló á éste sentado en mitad de su humilde sali ta , junto á una mesilla con luz . Rodeában lesu familia y dos vecinas que solían ir allí detertulia . Parecía que el buen Cerato s imp le estaba enternecido , y que de sus ojos manabamayor caudal lacrimatorio que de ordinario .

Un sobado cuaderno tenía en s u mano , y desdeque vió á Centeno , corrió á darle un abrazo .

“Supongo que n o te enfadarás por lo que hehecho—le dijo .

— Tenia tantas ganas de conocer el drama de tu amo , que no pude vencerla tentación esta Lo v i sobre la mesa

,y cogí un acto para leerlo aquí , en famiFrancamente , naturalmente , yo n o creía

que fuera tan bueno . Te digo que estamos en¡Qué versos ! ¡qué pen sam ien

tos ! A m i se me sal tan las lágrimas y se mecorta el resuello . Nican ora, que es inteligente ,dice que otra obra como ésta n o se ha hechodesde el tiempo de Gil y Si esto se

acuérdate de lo que te digo… sevendrá el teatro abajo . ,

Agradecido á este lenguaje , Felipe no podíaentre tenerse en comentarios sobre la soberanaobra . Necesitaba un huevo que á su amo se lehabía antojado comer .

“¡Ay ,

hijo !— exclamó doña Nican ora afligid ísima.

— Cuánto siento n o poder

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EL DOCTOR CE NTENO

Una mujer vieja, arrugada , vivaracha , queestaba en el ruedo de la tertulia y que habíaoído leer el drama con delectaoión , se levan tóprontamente , diciendo“Yo te daré , n o uno , sino tres huevos , para

que se los coma ese caballeri to que ha escri tocosas tan Hemos llorado á moco ybaba . Al oír ese verso que d ice que el puebloespañol es el más valien te de la tierra , me entraron ganas de salir gritando al pasillo , y meterme en el cuarto del enfermo para darle unabrazo . Bien , bien , Ven a micasa

,y te daré los huevos .

— Si el señor don José me quisiera dejar eldrama — dijo otra de las presen tes cuando Felipe salía,—para que lo lea mi marido El loentiende ; es ofi cial de pintor de decoraciones ,y todo lo tocante a teatro lo sabe alMuy mal pasó la noche Miqu is ; pero tuvo

en ella un gusto no flojo . Su mamá le habíaanunciado el envío de cierta cantidad , aescondidas de su padre . No venía en letra , sino enoro ,

y la traía el ordinario de Quintanar . Du

rante dos d ías fué Centeno repetidas veces ála Cava Baja , en busca del precioso encargo ;mas el ordinario no parecía . Las diez eran deaquella noche , cuando se presentó en la casaun hombre de malas trazas que entregó á Ale

jandro el lacrado paquetito . Venía como rocíodel cielo , porque la patria es taba sumamente

TOMO l l 16

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242 B . PERE Z GALDÓS

oprimida , y otra vez , para que no se desmintiera el des tino del gran manchego , carecía delo más necesario . Rompiendo impaciente la envol tura del regalo, dijo á Poleró;“Creo que te debo algo . ¿Son ocho duros?Ocho , s i; pero déjalo . Ya me lo darás otra

—No, ahora . Lo primero es pagar . Yo soyas í . Y a tí , Federico , ¿te debo algo?—¿Á m i? Nada ,

Era verdad que no le debía nada , porqueRuiz

,hombre prev isor y hormiguita , n o había

jamás abierto la bolsa para su desordenado yrumboso amigo . Era hombre aquel Ruiz que ,cuando se le pedía algo

,respondía invariable

mente:“Chico , estoy á cero . Acabo de pagaruna cuenta que me haDespués de un breve descanso , al amanecer ,

Miqu is llamó á Felipeme vas a hacer un favor…

En toda la noche he podido apartar de mi pensamiento al pobre Cienfuegos . ¡Qué tormentoshabrá pasado con su foras tero , á quien n o puede obsequiar n i con un tris te vaso de aguaclara ! Ve corriendo á llevarle tres durosT ómalos del cajón…Cuando Felipe sal ió a la calle para desem

peñar este caritativo encargo , pensaba , conadmirable madurez de juicio , que mucho máscuerdo era emplear aquel dinero en unas bo

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B . PERE Z GALDÓS

sa era la crisis , no lo era menos la sedación deella . Por la tarde , Moreno anunció que la n oche sería funes ta . Gran d ísimo, cortante y brusco fué el dolor de Felipe

,cuando Poleró y

Arias, que estaban en la cocina, le dijeron ,

cerca ya del anochecer:“¿Aver , Doctor, qué vas ahacer ahora? Por

que esta noche , hijo , nos quedamos sin tu

amo . ,

La garganta se le apretó y no pudo dar contes tación . Ni llorar tampoco podía , porque , asujuicio , la obligación de trabajar y atender atodo en aquellas tremendas horas

,le cerraba

la salida de las lágrimas .

Tenía la casa dos aposentos grandes:la salaen que es taba Miqu is , y la cocina , donde sereunían los amigos cuando no acompañabanal enfermo . En esta sala , ornamentada de fo

gón y fregadero , con espejos de holl ín y tapicerias de mugre , eran recibidos los v isi tan tes ,y allí se hablaba del paciente, de su probablemuerte y de todo lo que es propio en tales circun s tan cias . Había dos habitaciones pequeñasy obscuras

,en una de las cuales sólo entra

ba Cirila,y la otra es taba llena de baúles y

trastos .

Ruiz fué de los más asiduos en acompañary atender al manchego . Estuvo todo aquel día ,y después de una breve ausencia para comer,volvió decidido aquedarse toda la noche .

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E L DOCTOR CENTE NO 245

“Me parece que hago fal ta— decía con petulancia,—porque esta casa es un pan demon iwm .

Aquí no hay quien tenga iniciativa . Los momentos son preciosos

,y alguien ha de repre

sentar á la familia . Nuestro amigo Poleró yusted

,Arias

, n o se atreven á nada , y es urgente tomar ciertas determinaciones . Grave esla cosa, y por mi parte n o quiero responsabilidades . Se diría mañana que por nuestra culpaNn o murió este buen amigo como católico cristiano ; y si us tedes insisten en que no se le hable sobre el particuiar, yo me lavo las manos,yo me V

Aquel hombre indolente se crecía y transformaba desde que le a tacaba la oficiosidad , yla oficios idad aparecía in faliblem en te con lasocasiones de hacer un papel de hombre serio yatareado . Así, era de ver cómo su pereza setrocaba en actividad , cómo entraba y salía ,d ando proporciones gigantescas á su trabajo ,buscando dificultades, haciéndose el hombrenecesario , el hombre de acción y de recursos .

A cada momento se leveía entrar en la cocina,y en carán dose con Poleró ó con Arias , les es

petaba una proposición como ésta:“A ver qué se determina . Yo me admiro de

verles austedes tan señores . Ene stas circunstancias se conocen los amigos .

¡Hay tanto á que atender Sin ir más lejos ,creo que será preciso hacer suscripción para el

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246 R. PERE Z GALDÓS

entierro . A ver, ¿qué se decide , qué se resuelve? Están ustedes ahí con las manos cruza

Y en otra ocasión vino con es te mensaje“Lo primero que hay que hacer aquí es res

tablecer el imperio de la moralidad . ¿Qué casaes és ta? Nuestro pobre amigo n o supo dónde sem e tía . Es necesario que alguien represente ala familia:yo la representaré si us tedes n o

quieren 6 no saben hacerlo . Por de pronto , estoy decidido á impedir que entre aquí esa mujer, esa cuyo nombre n o sé , ni quiero saberlo¡Porque sería un escándalo , una profanación ,

un Como tenga la osadía de v e

nir , yo seré quien salga á la defensa de losprincipios morales ; s i, señores , yo seré quienla ponga en laArias disimulaba el enojo que las ínfulas de

es te señor y sus oficiosas pretensiones de mando le causaban . Poleró decía:“No hay que precipitarse . Calma, amigo

Ruiz . Le vamos á poner á usted D on Urgen te,s i sigue atos igán don os de ese modo… QuizásAlejandro salga de esta noche . Ahora parece

Que es tá mejor .

— Sí, buena mejoría nos dé Dios… Eso es:es tén se ustedes con esa calma . ¿Y qué se haceen la cues tión de Sacramentos?… Señores , yotengo creencias y n o puedo consentir que unamigo se muera como los animales . Y también4

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248 B . PEREZ GALDÓS

piezan á verse tus estrellas . El cielo católicoenciende las luces de su san toral nocturno .

Lámparas infinitas alumbran á la piedad y ála ciencia . ¿Qué santos son aquéllos , según tusis tema?—Por allí v eo el E scorp ión . Aquella her

mosa estrella es la llamada An tare's , que param i es Santo Domingo de Guzmán . La con s telación correspondiente á es te mes es el Toro ,

San Marcos , porque el sol entra en sus domin ios , y en ellos es tá Ald ebarán , San Juan Bautista , que se celebra el 24 de este

¿Y estamosA Te encuentro muy bien es ta noche .

— Sí— dijo el paciente con animación .—Res

piro sin trabajo . Se me figura que de esta vezla mejoría va de veras . Ya es tiempo . Hay conciencia física , como decía el bendito don JesúsDelgado

,y la mía me está dando avisos de sa

Esta noche me dijo Moreno que ya lasemana que entra podré marcharme . El ordinario me ha dicho que está hermos ísimo el

campo en la Mancha , por lo mucho que ha llo¡ Qué ganas tengo de verlo ! .

—Estás mejor ; pero por lo mismo que estásmejor, ¿me entiendes? debes ocuparte , debes

No quiere esto decir que haya pel iLos hombres deben hallarse siempre

preparados para todo lo que pueda venir . Túeres persona seria y de creencias ; así es

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E L DOCTOR CENTE NO 249

Poleró, que desde la puerta oía es to , adelantose prontamente , diciendo:“Ruiz, que le llaman aD on Urgen te salió .

“Este pobre Ruiz— observó Miqu is con pen etración admirable ,—porque me ve un poco malo , me quiere poner en paz con Dios…¡Ya se él es tan religioso !… Respeto susideas y sus temores , nacidos de un a con cien

cia recta y noble . En ello prueba lo mucho queme ¡Y qué talento tiene ! ¿No es verdad , Arias? ¿Viste su comedia? Es precios ís i

Lástima que no se dedique al Teatro .

Ahora le da por la filosofía de Santo Tomás…Querido don José , es tará us ted cansado . Déusted el abanico á Felipe . La verdad es quecada vez parece que hay menos aire

,y más

calor . ,

En la cocina , Poleró y Ruiz sos tenían agri acontienda , á la que también aportó sus razon es Cienfuegos , que acababa de llegar, poniéndose de parte del catalán .

“No te metas en eso— le dijo el aprendiz demédico .

— E l pobreci to está tranquilo y llenode ilusiones . ¡Si él se ha de ir al Limbo , allácon los Santos Inocentes !…

Se me está usted pareciendo á Mo n tes,que

todo lo ve baj o u n p risma,— decía Poleró .

Ante esa singular manera de juzgar losasuntos de conciencia—manifestó el as trón o

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3 . PERE Z GALDÓB

m o con cierta pompa,—yo me lavo las manos .

La res ponsabilidad , la gravísima responsabilidad , é s de us ted , noY un tan to atufado salió al pasillo , volvió á

meterse en la cocina y se puso a leer. ¿Quéleía? El cuaderno del te rcer acto

,que había to

mado de la mesa de Alejan dro . A ratos iba porallí don José Ido , a ratos Arias , conforme serelevaban de la guarda y compañía del moribundo .

“¿Qué tal es tá ahora , amigo Arias?—Lo mismo… Se ha desvanecido un mo

mento , y parece que duerme .

—Yo n o pienso acostarme en toda la noche ,porque sabe Dios lo que se podrá ofrecer .

¿Qué lee usted?—Un acto de E l Gran d e Osun a . Ya lo co

nocía ; pero v eo que hay modificaciones .

— Yo in tentaré descabezar un sueño— murmuró Arias , tend iéndose en un catre de tijeraque Cirila había puesto en aquel es trambóticodepartamento .

—¡Hace un calor !…

Indudablemente es te pobre Miqu is val ía—declaró Ruiz , dejando la lectura con aires dein du lgen ciaCrítica .

— No lo digo por este drama , que , á la verdad ,

me gusta poco . Es unensayo infantil , una inocentada . Esto no pasa ; es to n o tiene atadero . Figúrese usted quela verdad histórica anda aquí á la greña con

el plan dramático . El pobre Alejandro se qui

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252 R. PERE Z GALDÓS

ribaldi . Resul ta de todo un d ramón progresista y populachero que n o hay quien lo aguante .

Y si es to se representara,que n o se represen

tará, el público tiraría las butacas al escenaLa versificación tiene algunos trozos bo

nitos ; pero hay hin chazón ,cul teranismo . El

plan y desarrollo son abominables:n o creo quehay un adefesio mayor . Sin ir m ás lejos , fíjeseusted en la catás trofe

,que es un hatajo de ab

s urdos . E l teatro parece una carnicería, y el

apuntador se salva por milagro . Luego , no resul ta de aquí la menor idea de moralidadAquí los buenos reciben el palo , y los malo striunfan y se quedan tan en fin , ho“rrores

, disparates, cosas deDon José Ido

,que presen te estaba , sentía

violen tas ganas de alzar la voz protes tandocontra tal crítica ; pero n o se atrevió á hacerlo ,por ser hombre en quien la timidez podía másque todas las fuerzas del alma . En su inter io rs e dijo y se repitió , con verdadero fervor, queaquel Aris tarco no es taba en lo cierto , y queel drama era magnífico , sorprendente , excepcional . Prueba de ello eran las lágrimas que ,oyéndolo leer

,habían vertido Nican ora y las

vecinas,y la emoción grandísima que él había

s entido .

xl

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E L DOCTOR CE NTE NO

Iba asalir don José , cuando una figura singular in terceptó la puerta . El y los dos mu V

chachos se asustaron,porque la persona que

entraba,si n o era alma del otro mundo , lo pa

recia . Iluminada de frente por la luz de la cocina , brillaba su rostro de barnizada muñeca;eran sus ojos como cuen tas de vidrio , y su delgado cuerpo rígido , con la blanca falda y elnegro man tén , tenía fúnebres apariencias .

“¿En dónde está mi sobrino?—preguntó sin

dirigirse aninguno .

— Me llevaron un recadodiciendo que está gravísimo . ¿Se le puede

Y sin eSperar respuesta , dando algunos pasos hacia dentro , prosiguió así:“¿Y la dueña de este palacio , dónde

¿No hay escobas aquí? Está esa escalera queda asco . Pues las paredes de la sala

,también

tienen que ver .

— Señora — le d1]0 Arias , ofreciéndole una

de las dos sillas ,— tenga usted la bondad desentarse—Gracias… Estoy No puedo

ver tanta suciedad . ,

Entró Cirila en aquel momento .

“¿Es usted, señora— le dijo doña Isabel pá

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254 B . PERE Z CÁLD68

sando sus vidriosas miradas por las cenefas depapel que adornaban los vasares ,— la dueña dees te palacio?…

¿Palacio?… Señora, por fuerza está ustedtocada .

— Y digam e ¿no hay por aquí escoba , ni es tropajo , ni jabón?… Diga usted , grand ís ima puerca , ¿no le da v ergtien za de que lagente entre aquí , y vea es ta fal ta de pul

Atónita un momento Cirila,no sabía qué

Las circunstancias no eran pro

picias á una discusión sobre el u so del es tropajo . Venía del cuarto del enfermo

,que es taba

muy Quizá fal taban pocos m inutospara la conclusión de sus“Señora— balbució Cirila ,— ocúpese usted

de su que ¡pobreci to ! en las

—Tengo mucho horror á es ta enfermedad .

¿En dónde está mi ángel?… Le veré un momento… ¡ Infeliz niño ! Estoy furiosa con eldesaseo de es ta casa . ¡Qué inmundicia ! Esto esel alcázar de la grosería . Vean ustedes cómome figuro yo que ha de ser el Infierno:un lugar

Y infinitamente privado de agua .,

Poleró entró muy alarmado , diciendo“No conviene que la señora pase en este mo

mentoRuiz entró en el cuarto . El pobre Miqu is ,

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256 B. PERE Z GALDÓS

Y en la mano izquierda tenía otro pañuelomojado en vinagre que acercaba a la“Si no fuera por esta pre caución , me in fes

taría, ¿no es verdad , caballero?. No puedo verlo que ¡Pobre Alej andro , pobre niño m ío,pobre ángel de misLágrimas y vinagre se confundían en su

rostro .

“Retírese us ted, señora ,— indicó Arias .

-Pase usted aquí… al salón de embajadores ,— dijo Poleró, no queriendo d estruir la ideade palacio que tan encajada estaba en la mente de la Godoy .

V —¡Oh ! sí… me Que Dios le sane

pron to y le vuelva la robustez y la alegría . Ya

sabíay ó'

que pasaría esto . Lo supe hace tiem“po . Yo lo sé

Ruiz,cuando volvió a la cocina, se acercó á

ella y con gravedad insufrible le dijo“Señora, en ausencia de la familia , yo me

atreví á disponer que nues tro pobre amigo reacibiera los consuelos de la Mi opinión

, n o

obstante,no tuvo apoyo en los demás señores

aquí presentes , y yo , no queriendo tampocoinsistir en ello

,por no ser de la familia, me la

v é las manos—¿Se lavó usted las manos?— d ijo la t11ta re

parando en las extremidades del astrónomo .

Pues no se conoce . Las tiene usted que parecenmanos de gañán . ¡Jesús ! ¿n o le da verguenza

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EL DOCTOR CE NTE NO 257

de enseñar esas uñas?… ¡Ay ! ¡qué horror ! Seme revuelve el es tómago . ¿Y se atreverá ustedá dar esa mano a una señora?… Quiten paraallá . Todos son unos ¡Qué chicoslos de hoy ! No se les puede mirar, ni sentir, nitocar… ¡Qué m anazas , qué greñas sin peinarqué barbas de chivo ! Quiten para alláA cada frase aplicaba á su nariz el pañuelo

de vinagre . El de las lágrimas se lo había metido en el bolsillo .

“¿Por qué n o se sienta usted , señora?—Estoy bien .

— replicó recogién dose el vestido para no rozarse con ningún mueble ni objeto de los que en la pieza había .

— No me siento , n o . Sabe Dios lo que habrá en esas sillasHabrá aquí— Si la señora quiere pasar á mi casa—ma

n ifes tó don José Ido con urbanidad ,— allí en

con trará un asiento más cómodo . Tenemos unabutaca .

—Buena estará ¡Ay, qué palaciosHay salones que parecen cocinas inPrefiero mi ¿Es usted el

médico que asiste á mi sobrino?—No

,señora— replicó Ido del Sagrario con

un registro de voz que parecía el aleteo de unam osca .

— Soy profesor de Instrucción primaria,

con título y…—Porque si fuera usted el médico

,le diría

que puede estar tranquilo . Alejan drito n o seTOMO II

'a!

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258 B . PERE Z GALDÓS

Vmorirá:yo lo sé , yo lo he Alejan dri ton o tiene más que un fuerte mal de amores:asílo dicen las acepcion es d e amor , d esvío , ma

d an za, muj er Con que no se aflijan ,

señores:lo digo yo , que he nacido en Jueves

Mirában se Poleró y Arias aguantando larisa, y a pesar del dolor que les embargaba,

casi n o podían contenerla .

“Pero siéntese usted,— Que no me Y si pudiera no tocar

el suelo con mis pies… Es muy tarde:Teresay yo no tenemos costumbre de andar de nochepor esas calles . Nos retiramos .

— Uno de nosotros la acompañará a usted .

—¡Oh ! no… gracias . No se moles ten

Cuiden bien al pobrecito enfermo , y denmeaviso mañana de su Aseo , aseo , aguay jabón es lo que hace aquíEn aquel m ismo momento , cuando ya la

Godoy estaba casi en la puerta de la cocinapara marcharse , oyóse en el pasillo rumor deagitado coloquio . Dos mujeres disputaban envoz baja:la una era Cirila , la o tra su hermana . La primera, que había salido con una luzpara buscar algo en uno de los cuartos obscuros , decía:“No entres:está muy

mal“. Es tosseñores no Más vale que te vayas…Federico Ruiz

,desde que oyera estos cuchi

cheos , vió llegada la coyuntura m ás bonita

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260 R. PERE Z GALDÓS

que valga…—clamó el astrónomo poniéndosefu rioso , ó simulando el enojo por el gusto quetenía de darse im portancia .

— Si usted me lev anta el gallo , ahora mismo llamo una pareja .

Y esta señora se va á la calle . ¿Pues

qué? ¿después que ha sido la causa de la perdición de nuestro desgraciado amigo , ha de venirá turbar la paz de sus úl timos momentos , y áinsul tarnos á— No alboro tar, n o hacer ruido—volvió á de

cir Poleró, creyendo que la expulsión se debíaverificar con menos — Está cOn lamoral idad como chiquillo con zapatos nuevos .

Pero Ruiz, que se pirraba por el aparato é scénico , siguió perorando de esta suerte:“¡Representamos á la y en n om

bre de la en nombre de lo más sa

¡Con qué énfasis señalaba su dedo la escalera ! La Tal no dijo una palabra . Dirigióle unamirada que lo mismo era de enojo que de burla . Pero n o se movía ; n o parecía dispues ta áobedecer .

“Para evitar cuestiones—gruñó Ciril a, empujando suavemente á su hermana ,— m ás vale

En esto llegó doña Isabel . Su sombra pasó

por encima de las sombras de los demás . Paróse ,miró á todos un o por uno, después ala Tal

La admiración túvola suspensa un instante, y

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EL DOCTOR CENTE NO 261

s us ojos de muñeca de porcelana y vidrio nose hartaban de contemplar la o tra muñeca ,

de

carne y hermosura , torneada con gallardía , ybarnizada de expresión melancólica .

“Esta señora— dijo Ruiz,—es la perdiciónde nuestro amigo… ¡Presén tase aquí en estosc ríticos momentos ! O ella, 6Con espontaneidad , que resul taba muy do

nosa,se escaparon de los labios de la Godoy

estas palabras:“María Santísima

, ¡ qué mujer tan guapa ! ,Tomando la luz de manos de Cirila , acercóla

al hermoso ros tro de la mujer de vida libre, elcual , iluminado , resplandeció como sol de belleza dentro de aquel círculo de semblante svulgares . Desdén y burla

,contenida pena y

amargura echaba de sus fulm ín eos ojos la Tal .De sus labios , ni una sola Dejando laluz , doña Isabel lanzó un gran suspiro . Siguióobservando .

“¡Gracias á Dios que veo aquí una persona

Y eso que las manos no es tán muylavadas que Usted es de las que n ocuidan m ás que elBruscamente tomó un tono como de alboro

zo infantil para exclamar:no me le dejes morir . ,

Absortos los presentes , no observaron quesus ojos brillaban como esmeraldas sobre rielesde pla ta . La Tal seguía muda ; mas la expre

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262 R. PERE Z GALDÓS

sión de su cara Casi, casi sonreía .

“La señora es de la familia— d ijo Cirila señalan do á la Godoy y mirando á Ruiz

,—y ya

ve usted cómo no hace esos aspavientos .

—Pero la señora— objetó Ruiz,— se ha escapado de un manicomio .

,

Doña Isabel , perdido ya hasta el último asomo de claro discurso , dió tres vueltas sobre símisma , y en cada una tocaba el brazo de la Tal ,repitiendo:“No le dejes morir, no le dejesAterrado de aquella escena , Arias tomó la

mano de la señora para encaminarla á la escalera . La criada quiso tambiénAdiós

,Isabel Godoy ; adiós, pitonisa , burlado

ra del tiempo , émula de la eternidad , cuyossenos mides

,cuyos secre tos exploras ; virgen

madre de todos los desatinos ; maga, sibila ,vestal

,momia llena de gracia , archivo de la

superstición y sacerdotisa del estropajo . Llé

vante unos demonios inocentes , infantiles ,muy limpios

,parecidos á los ángeles , como te

pareces tú á una pura ninfa de los tiempos quen o volverán .

Al poner el primer pie en el peldaño de laangosta escalera, acompañada de Arias , le dijoal oído , en el tono vulgar de una observacióncorriente:“Al pobrecito enfermo le sentará bi en la

presencia de tan hermosa medicina . Los ojos

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264 B . PEREZ GALBÓS

—¡Que la

La Tal tiraba tan fuerte de su pañuelo , quesacó de él una tira con los dientes . Sólo con

mirar á Ruiz, sin proferir una palabra , sabeDios las perrerías que le dij o“Vaya, vaya—dijo Poleró empujándola con

suavidad y llevándola consigo .— Ahora no pue

de usted verle…Acábese esto de unaCirila se retiró , dejando la luz aRuiz . Cien

fuegos alejóse también . La inflexible figuradel astrónomo permaneció en medio del pasil lo, con la luz en una mano, señalando con laotra la salida y término de aquel luengo con“ducto . Era la estatua de la moral públiCaalumbrando el mundo , y expulsando al viciodel cenáculo de las buenas costumbres . La

Nícon sabida le echó unas tan atroces rociadas dedesprecio, todo con el mirar, nada con la palabra, que casi , casi hicieron conmover en su firme asiento ala iracunda estatua, y se fué despacio

,con irrisorios alardes de dignidad . Daba

*

patad itas , y en la escalera marcaba los peldaños con cadencia Abur, espantode las edades , viruela de los corazones , epidemia social , brújula del Infiern o , carril de perd ición , vaso de deshonra, rosa mustia, torre devanidades , hijastra de Eva , tempestad de ma

*e! les , hidra corruptorís im a. Carguen contigo losdiablos feos y lléven te, con tu séquito y cortede pecados, á donde n o te volvamos á ver .

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EL DOCTOR CENTENO

A las diez , Alejandro , dando un suspiro ,pareció que salía de aquel espasmo congojoso .

Cienfuegos y Felipe n o se movían de su lado .

Poleró y Arias, que entraban y salían de puntillas , en la sala callaban atentos , en la cocin a se comunicaban sus tristes impresiones ; yRuiz , satisfecho de sus rasgos de carácter, sintiendo la gloriosa fatiga del que ha trabajadoenormemente por la Humanidad, se echó á dormir en el camastro situado en un o de los cuartos obscuros . Cirila había ido abuscar chachara á la puerta de la casa de Resplandor . Don

José Ido , instalado en la cocina , esperaba lasórdenes que se le quisieran dar, como salir enbusca de los Santos Ol eos ó de algún heróicoremedio . Rosi ta se dejaba ver por allí algunavez, soñolienta, deseando que la mandarantraer algo, 6 prestar cualquier servicio .

“Hija,V

¿por qué n o te le decía su padre .

La infeliz n o perdía ocasión de entrar en elcuarto del moribundo y coger con disimulo cortezas de pan , de las que había sobre la mesa ,para com érselas y llevar algo a sus hermanos ,acostados ya, pero despiertos, los tres juntosen un desvencijado catre .

N

Al despertar Alejandro'

de su pesado sopor,

asombróse de ver á Felipe , y le dijo:

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266 B . PEREZ GALDÓS

'º!' Ahora que te veo, comprendo que todo ha sido sueño… Creía es tar en mi

Me pareció que ví entrar aquí á mi madre , y que me ¿De veras no ha estaJdo aquí mi madre?

¡Qué cosas se le ocurren ! ¿Y para qué hade venir su mamá si nosotros nos vamos a irpara allá la semana que entra?—Dices Pero yo

,aun despierto , jll

raría que la ví entrar con su v es tidoº de rayas

blancas y negras . También juraría que andaba por aquí mi herman illo Augusto enredand o con un palo largo y un carreton cillo .

Era Rosita Ido, que entra , como los pajaros

,á buscar migas d e pan .

Dale todo lo que haya . Dinero no nos hace falta . Mi madre ha mandado mucho . ¿Sabesque me encuentro ahora muy bien? ¡Respirocon facilidad y me dan ganas de conversa

Puede que podamos largarn os dentrode dos 6 tres días . A ver , probaré a levantarme . Cógeme por aquí Y tú , Cienfuegos, pores te o tro lado . ¡Arriba,Entre los dos le levantaron, dió dos pasos , y

al instante volvió a caer en el sillón .

“Perfectamente . Aunque no puedo moverme, reconozco que estoy ágil , relativamente .

Y no me duelen las piernas cuando las estiro ,n i los Esta tarde he padecido horriblem en te . Des eaba morirme , ¡ qué disparate ! y

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263 B . PERE Z GALDÓS

de recibir aviso telegráfico de la importanciadel mal .

¿De modo que tú crees que vendrá mi ma

—Mañana la tendrás aquí . ,El gozo que esto le produjo le animó extra

o rdinariamente .

“O me engaño mucho, 6 sólo con verla en

trar creo que me res tableceré por completo .

Como si lo Procura serenarte ahora, y duerme . Voy aver si se han dormido esoschavales y á echar un cigarro con ellos si estándespiertos . (Sale Cien fuegos .)

Aris tótelesSeñor .

¿Estás aquí? No te veo bien .

— Si estoy — dijo Centeno , acariciándole las manos , que tenía entre las suyas .

—¿Hay luz en el cuarto?Si .

Me pareció que es taba esto muy obscuro .

Pues lo que es mis ojos bien claro ven . A tí ted istingo como un bulto . ¿Sabes una cosa…?—¿Qué?— preguntó Centeno con ansiedad,

notando en la voz de su amo y en su manerad e decir un sentimiento y dulzura in explicables .

—Que me han entrado fuertes deseos de…—¿De qué?

—Te vas areir,—murmuró Alejandro rien

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EL DOCTOR CENTENO 269

do asu vez ; pero su jovialidad era triste comoflor nacida en grietas de sepulcro .

—No, n o me río .

— Pues me han entrado ganas de darte unapretado Yo n o puedo , porque tengolos brazos como si fueran de algodón . ¡Cosamás particular !… Dámelo tú áTan aturdido estaba Felipe , que n o acertó á

satisfacer el deseo de su am o . Fué preciso queéste repitiera su mandato para que el Doctor se pusiese en pie, y acercándose a Miqu is

todo lo más que podía , le estrechara en susbrazos .

“No , n o apr ietes tanto , que me asíYa ves qué antojos me entran . ¿Qué dices a

Aristóteles no podía decir nada . Invisiblemano le es trangulaba. Retiróse un instante para disimular su pena y sofocarla .

“¿Qué haces , Felipe?¿Lloras?— No, señor— replicó el o tro con risa con

vulsiva —es que me he dado un golpe en es tecodo .

—Ven acá ; n o te separes deAquí estoy .

Pero te pones adiez Más¡Qué alegría me da cuando pienso que vamosa estar juntos en el Mañana llegami madre, y cuando te conozca, me dirá quede dónde he sacado esta Toda tu vida

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270 13. PEREZ CALDOS

me la tienes que consagrar y estar siempreconmigo , hasta que los dos n os caigamos deviejos .

—Eso sí .—O tras veces, cuando he estado tan malo ,

he pensado qué sería de ti si yo muriera ; ahora que estoy mejorando apasos de gigante ,pienso que los dos hemos d e llegar aCon todo , me parece que hace tiempo que note he visto

,6 que voy a estar mucho tiempo

sin verte… n o sé por qué . Se me antoja ahomira tú qué se me antoja que

vamos á separarnos .

¡Vaya un desatino !… ¡ qué—Chico

,es que esta noche estoy lleno d e

manías . ¿Sabes la que me ha entrado ahora?Pues verás . Como mi madre llega mañana ytrae dinero , no necesito del que tengo ahora .

Se me ha ocurrido d arle una parte a Cien fuegos , otra adon José Ido, y lo demás si esa pobre ¿Qué opinas?El reparto de capitales no le parecía bien a

Felipe ; mas en la situación de congoja en queestaba no quiso contradecir á su amo .

“Me parece muy bien .

— Llámate á Cienfuegos . ¡El pobre . Quierodarle una sorpresa . Verás qué alegre se pone .

,

Felipe salió . Deseaba estar un momento fuera para dar expansión a la pena que le ahogaba . Cuando se presentó en la cocina con un

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272 B . PERE Z CALDOS

ñorito Poleró bajó con ella, y el señorito Ariastambién . Los dos se reían y le decían cosas“Mujer, n o te no hagas caso de esefarsante de Ruiz El señori toPoleró la pellizcaba . ¡Qué pillos !… ¿eh?y ella— Rosa— dijo don José

,presentándose de

improviso en la puerta de la cocina,— acués

tate al momen to . Es muyNotó Felipe en su amigo una exaltación

,un

extraño júbilo, que hacía , sobre su apenad osemblante, efecto parecido al de los fuegos fatuos . Sus mechones bermejos parece que tend ían á engalan arle el rostro como guirnaldade triunfo .

“¿No sabes lo que ocurre?—dij o á Felipe

mostrando en la palm a de la mano dos monedas de oro .

— Pues verás:me llama ese bend i todon Entro, hijo , y me da estos

Dice que no le hacen falta ; quetiene el mayor gusto en atender á mis necesidades . Francamente, naturalmente , yo lo agradezco mucho , yo es toy ese jovenes un san to… pero si mañana hiciera falta ested inero para el entierro . …Diciendo esto , guardaba las monedas .

quieres completar el rasgo de generosidad de tu noble amo— añadió retrocediendo ,amigo Felipe

,liberal joven , digno Panza de

“aquel bravo don Q uijote, ¿por qué no me dasuno de los dos panecillos que tienes allí? Creo

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EL DOCTOR CENTENO 273

que no te harán falta . Tu am o está rico . Estospobres niños n o quieren dormirse por la gran !

Vnecesidad que tienen…,

Centeno le dió sin vacilar lo que deseaba .

Partió el pen dolista un pedazo para darlo a suhija , y el resto des tinólo á los chicos , n o sincoger para s i un bocado que se comió con muchísima gana .

“Yo n o me acuesto esta noche . Pienso quehe de hacer falta . Y además, ¿para qué dormir?

¿para soñar que soy director de un colegio yluego despertar lleno de desconsuelo y amarguras? Mejor es velar,Poleró entró en la cocina diciendo“Parece Está despejadís imo ; pero

cree Cienfuegos que durará pocas horas…Fe

lipe, teCuando Centeno entró, su amo callaba . De

pronto murmuró estas palabras:“Que me dejen solo conArias salió ; pero Cienfuegos quedóse oculto

tras el sillón .

Aristóteles .

—Aquí estoy .

—Ponte m ásFelipe hizo reclinatorio de las rodillas de

su am o .

“Así… Ahora siento una languidez, un sueño… No me duele nada . Parece que me voy ad ormir, y que estaré durmiendo días y días .

Ton o ll 48

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B . PEREZ GALDÓS

Ya es tiempo , porque estoy fatigad isimo contanta mala noche como he pasado . Un encargote voy ahacer . ¿Lo cumplirás?

—Pues ya…— Cuidado , Felipe, cómo te Si

me duermo esta noche , y mañana sigo durm ien do con ese sueño pesado , con ese sueño

profun dísim o que siento venir,en cuanto llegue mi madre , me despiertas . Mellamas , y si no te respondo , me sacudes elcuerpo bien—Descuide usted ,—duo Felipe con el cora

zón traspasado .

—Eu ti confío , y asi podré dormirm e Aunque si mi madre llega ,creo que el corazón , saltando , me despertarápor muy dormido queDejó caer los Murmullo lento y

hondo salia de sus entreabiertos labios . Cienfuegos se adelantó para observarle de cerca .

Como el d esmemoriado que retrocede, se agitóAlejandro , abrió los ojos…

—Señor .

—Hace tiempo que pensaba preguntarte unacosa

,y esta maldita memoria mía… Se me es

capan las Dime si en estos últimos díasha venido áFelipe

,comprendiendo al instante , creyó

oportuno con solarle en aquella ocasión…

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276 B . PERE Z GALDÓS

¡Quemar E l Osuna! . no, señor… ¡qué dirála señorita CarniolaMiquis , ya con los ojos cerrados, hizo con

tracciones de disgusto . Creeríase que tragabauna cosa muy amarga

,muy Más

que habladas, fueron estertorizadas estas palabras:“LaFelipe le Cienfuegos le puso la

mano en la Momento de Inmenso sueño aquél .“Se ha dormido

,—murmuró Felipe atónito .

—¡Qué muerte tan dulce ! - dijo Cienfuegos .

La escena represen ta el interior d e un coche d e alquiler .

E n el fondo, Ar istóteles y don José Ido ocupan el asien tº

principal ; á izquierd a y d erecha, cerrad as portezuelascon v en tan illas, cuyas cortinas v erd es agita el aire .

Veteran o corcel tira con trabajo d e la escena, ala cual

preceden otros cinco v eh ículos d e igual aspecto m ísero , con sus cortin illas, s u d orm ilón cochero y su ca

ballo claud ican te . La fi la marcha perezosa, por calles ycaminos , siguien d o a otro armatoste poco agradabled e v er, cosa negra y d esapacible , sobrecargada d e tristeza y d uelo .

“In o (acariciando el hombro de su amigo).

Pues esto n o tiene ya remedio , amigo Felipe ,bueno es que te vayas conformando con la vo

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E L DOCTOR CE NTENO 277

luntad de Dios, y pongas ya término a tus lágrimas , ayes y suspiros . Empiezas a vivir ;tienes mucho mundo por delante ; estás en edaden que los duelos pasan pronto , sin dejar huella . No quieras hacerte superior á. tus añosprolongando tu dolor más de lo que corresponde , y desmintiendo tu niñez florida . Ánimo ,hijo,y considera que estos trances aflictivosson los mejores maestros que pod rías desearpara in s truirte en el gobierno de tí mismo yen todo el saber de la vida . (Sin tr

'

e'

n dose in s

p irad o .) Considera que es to es para tí ventajoso , pues entras en los combates del vivir, nodesnud o y sin armas , cual entran los m ás , sino ya v es tido con cota de dolor y resguardadotras el durísimo broquel de la experiencia ; y

'

francamente, yo, en tu lugar,me alegraría de haber visto lo que has visto

,

de haber pasado lo que No seas tonto:en con trarás ahora colocación mejor y amosgenerosos que te protejanARISTÓTELE S (dan d o u n gran su sp iro).

— No

encontraré otro amo como el que se me ha muer .

to, señor donJosé… Hombre de mejores entrañas no creo haya nacido . Era tan bueno

,

“ tanbueno

,que no hacía más que disparates . Yo n o

sé qué Si los buenos sonIn o (con agu d eza ñlosófica).

—E s que , segúndice un libro que leí anoche , n o debemos serbuenos

,buenos

,buenos , sino buenos á secas,

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278 B . PERE Z GALDÓS

con algo que tire alo mediano , y cierto ten conten de bondad y picardía .

Am sro .

—Yo creo que si mi amo n o hubierasido Poleró le llamaba el goloso d elas damas , y Arias decía que había hecho votode… d e lo contrario de Pues creoque si mi amo no hubiera tenido esta fal ta , habria sido santo… ¿No lo creeIn o ( con pen etración , que es forzoso atribu ir

á que a lgún esp iritu le s ºp la lo que d ice, 6 d

que s e ha en carn ad o en él ,por mi lagroso mod o ,

la m isma sabiduría).

—Todos , todos los humanos

,si no fuéramos lo que somos , seriamos

santos ; es decir, que si no tuviéramos es ta maldita carne mortal , por la cual somos hombres ,eriam os Estamos encarnados ennuestras flaquezas , y de ellas recibimos nuestro ser visible . Por esto se dice:“somos fragilidad y podredumbre . De ellas se d erivan todos nuestros males , y ellas mismas son peni“tencia á la par que son pecados .

Anrsr o .

—Bien lo ha pagado él , ¡pobrecito ! Lasuerte que se consolaba con sus dramas y conlas cosas bonitas que estaba siempre sacandode su cabeza . Decía Sánchez de Guevara quemi amo era un hombre en verso, y yo creo lomismo . Todo en él era verso , todo música . Miamo sonaba

, s i, sonaba como las panderetas .

IDO (grave, s olemn e, emu lan do á Con fucioá los profetas).

—Mal terrible es ser hombre

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280 B . PERE Z GALDÓS

fuerte calor no sabe uno cómo ponerse,ni a

dónde echar piernas y brazos,ni de qué modo

“entretener el tiempo .

Amm a —Pues ya sabe usted que le pusimosel pantalón negro del señorito Cienfuegos

,las

botas de Alberique , que me dió doña Virginiay que le venían tan grandes,el chaleco de Ariasy la levita de Cienfuegos . Esta prenda era laúnica decente ; las demás no valían nada…Pues oiga usted . Anoche me estuve todala noche v elán dole , y nada pasó ; pero esta mañana ,cuando salí a llevar los recados á los amigospara que vinieran al esa s in ver

giien za, esa Cirila de mil demonios , m ás malaque la langosta , y m ás ladrona que el robar ,esa Iscariota , esa judía, esa loba con cara de

100 (aterrad o).—¿Qué hizo? Me parece que

lo adivino . ¡E sa hembra sin entrañas, esa mu

jer sin hijos , esa madre del robo , ese monstruorapaz

,profanó el cuerpo de tu amo, desnudan

dole de alguna prendaAm er o ( lloran d o con rabia).

—Le quitó lalevita . Cuando en tre y lo v i, me dió un a

'

COsa,señor don José , me corrió un fuego por todo el

Volé a la cocina ; allí estaba fingiendo Me fui derecho aella ,y le dijetodo lo que había callado en tanto

yo estaba como un león . No sentía más que nos er hombre para dejarla seca allí mismo . Me

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n n DOCTOR CENTE NO 281

la hubiera comido a Ella agarró un aescoba y las tenazas de la cocina . Si n o me coge Resplandor por la cintura y me sujeta, hayallí la del Dos de Mayo . Todavía me dura el

Me la ha de pagar…No se la perdono

,no se la perdono .

IDO (con apacible seren idad y con un ción

que n o parece suya,s in o d e los e3p ir itus d e

san tos ó fi lósofos que an dan por d en tro d e su

cuerpo).— Moderate , ¡ oh , Felipe ! y templa tus

ºº

excesivos arrebatos , impropios de estas fún ebres circunstancias . Elévate por cima de lasmiserias humanas

,y considera que esa in d ig

na mujer tendrá el castigo en su propia con

ciencia . Dios se encargará de ella . DejalaEl hombre no es buen justiciero del hombre .

Además , nunca menos que en esta ocasión han ecesitado tu bendito amo del abrigo y confortam ien to de una levita . ¿No nos dice la Religión que el cuerpo es polvo y ceniza? El polvo

,digo yo , ¿para qué necesita del auxilio de

los sastres? Cierto que el acto… llam ém osle

acto… de esa mujer , es una horrible profanación:pero esto que acompañamos no es másque un despojo miserable que vamos aentregar con solemnidad convencional a la tierra .

No le quitará Cirila a tu am o su glorioso vestido de inmortalidad

,ni el espíritu excelso de

Miquis padecerá de frío en las regiones invisibles , intangibles é inmensurables . Y sin tras

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282 B . PERE Z GALDÓS

pasar con el pensamiento las fronteras que detu amo nos separan , podrás hallar consueloconsiderando que la rapacidad de una vil patrona no despojará a tu amo de la gloria mundaha que envolverá su nombre, cuando sea con ocido ese portento literario , ese d rama de los

AR1e (con hon d isimapen a).

—Esa es otra¡ señor don José de m i ¡Usted n o

sabekIna No cuentas hoy m ás que des

Apenas abres la boca, ya tiemblo .

J ARI STO .

— PUCS tiemble usted todo lo quepero sepa que el drama ya no existe .

Esta mañana,cuando fui a casa de Resplan

dor en busca de un poco de agua para lavarme , v i que doña Angela ( ¡mal demonio se lachupe !)tenía el acto primero , y le estaba arrancando las hojas para hacer papillo tes con quesujetar los rizos de las Al ver esto m evoló . Ella dijo:

“pues tonto , ¿para qué sirvees to? Los chicos lo han traído . Yo no sabía loque Recogí algunas hojas . Después v ique Ruiz se llevaba o tro acto . El tercero le sirvió aCirila para encender la lumbre . Con elquinto hacían pajaritas

“ los muchachos . Elcuarto lo pude salvar y lo guardaré toda mivida…IDO (med itan do ¡Gran desastre es que obra

tan supina haya caido en manos de gente in

xi

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284 B . PERE Z cannós

tes me había dicho cosas… Se murió en mitadde un suspiro, con medio sollozo dentro y medio fuera . E l alma se le salió sin darle ni unachispa de Se quedó tan sereno , queparecía que estaba durmiendo y soñando lascosas bonitas que él sabía soñar… Cienfuegos,que n o t iene más falta que ser tramposo , lloraba como un chiquillo ; le abrazaba y le besabala mano… YoIDO . Sos iégate . no llores

,repitiendo la es

cena luctuosa . Tu edad juvenil es propicia alolvido , y la energía reparatriz derramará pronto en tu ánimo su bálsamo consolador .

Am sr o ( cortan d o la relación con susp iros).

Poleró también lloraba , porque es buen chico ,y Arias , pálido y muy triste , d ecía:“Yo nosirvo para es to . Se quitaba y se ponía los lentes sin parar . Mirando ami amo

,echaba sus

piros . Ruiz era el que no dejaba de hablar, ysiempre agritos . Salia al pasillo , diciendo átodo el que pasaba:“Ya espiró , ¡pobre amigo ! ,Y luego entraba otra vez

,y cruzándose de bra

zos decía:“Pero ¿qué hacemos? ¿Están ustedes lelos ó qué…? Hay que determinar algo . ,

¡Cansado hombre , qué ru ido hacía para nada !…“Después se quejó de que don Alejandro se hubiera muerto sin religión , y dale otra vez conaquello de “yo me lavo las manos , yo no tuvela Un rato larguísimo estuvieron tra

xstandodel parte que habían de poner a la fami

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EL DOCTOR CENTENO 285

si lo pondrían así ó asado . Por fin salió elparte y yo fui al telégrafo . Ruiz bajó por la mañan a á la estación por si llegaba doñapues… para prepararla, y enterarla poqui to apoquito de la defunción del hijo . Pero doña Piedad n o vino . Como al Toboso no va telégrafo,creen que el parte puesto ayer al Quintanar nose habrá recibido hasta Después que searregló lo del telégrafo , empezaron aocuparsede cómo le vestían . Yo buscaba ropa… nada ;revuelvo todo y… nada . ¡Aquella ladrona,aquella ¡Ay ! don José , yo tengo env en en ada la Por fin le vestimos , co

mo usted sabe mejor que nadie, porque meayudó en ello… Los '

señori t0s , reunidos en lacocina , hicieron cuentas de lo que costaba elentierro

,y luego echaron un y con

el dinero'

que sobró,compró Cienfuegos una

corbata negra . Los coches los pagan ellos también á eséote, para lo cual pidieron a todos losamigos, y éste una peseta , aquél dos , se juntóla cantidad . En el primer coche va Ruiz con unseñor manchego que conoce a la familia . DonFederico preside, porque si le qui tan el presidir y el ponerse delante de todos , creo que leda un A m i no me querían llevarYo hubiera ido a pero el señori to Ariasfué el primero que dijo:

“Felipe no puede falTotal:seis coches y catorce personas .

IDO (patéticamen te).—¡Tales desengaños en

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286 B . PEREZ GALDÓS

af cierran los designios de los hombres ! El que estaba designado a ser fanal de gloria

,muere

obscuro ; el que parecía llamado a conmover yentusiasmar a las muchedumbres

,es conduci

do asu última morada en pobre convoy sin máscompañía que la de unos cuantos amigos . (M os

trán d ose tan in sp irad o que s in duda n o es él,

s in o Salomón ,el que habla .)¿De qué valen las

glorias humanas? ¡Ay ! humo son y polvo de loscaminos . Para combatir la aflicción , seamosbuenos y echemos de nuestros corazones la vanidad . La mem oria del justo será bendi ta ; masel nombre de los impíos se Ten confianza en Dios , Felipe , que si con tu amo hasido justiciero , lo será también contigo , dándo te alientos para seguir por el derro tero de lavida . Y no te aflijas porque estés algunos díassin colocación . En mi casa, hijo , ya sabes quen o reina la abundancia ; pero lo poco que hayserá partido alegremente contigo , mientras nohalles acomodo… No

,no tienes que agradecer

nada . Con i lumin ismo:Bien dijo el o tro“Bienaventurado quien piensa en el pobre ; enel día malo lo librará Y ahora queme acuerdo

,voy a proponerte una colocación

¿“d ecorosa . Es más de lo que podías soñar .

Am ar o ( con vino interés).

—Dígamelo pronto .

ID O .

—Pues un amigo tengo , persona respe

no vayas acreer que es un cual

que se dedica a especulaciones mer

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288 B . PERE Z GALDÓS

la idea de poseer uno entero . Y sobretodo , hijo, lo mejor es contentarse con poco , para esperar siempre más , pues si alimentaras aspiraciones desmedidas , al satisfacerlas creeríastener menos de lo deseado . El que es humildees rico , y bien dijo quien dijo:

“¿Hallaste la

miel? Come lo que te baste, n o sea que te har¿tes de ella y la

Am sr o (m iran d o con malicia d d on José,

pu es n o comp ren d ien d o que Salomón es el que

habla,s ospecha que el pobre maestro está a lgo

bebid o).—Don José , usted está hoy muy sabio .

In c .

— Cosas son éstas,amigo Felipe, que leí

anoche y se me han quedado fijas en la memoria . Yo me animo con la lectura, y una frasefeliz , un pensamiento agudo parece que me regeneran y dan nuevo ser ami espíritu . No olvides aquello de:“el cuidado congojoso en elcorazón

,lo abate ; mas la buena palabra lo aleYo

,además

,tengo motivos para no é s

tar tan tris te como otras veces . Sabrás , caroFelipe

,que me han salido dos discípulos .

ARISTO .—¿Dé veras? Ese sí que es favor de

Dios .

l D O .

— Sí,dos discípulos . ¡Y qué buenos chi

cos ! Estaban en casa de don Pedro , y como allíno aprendían jota, los han sacado sus padres ,y desde mañana voy á la casa á darles lección

Hijo , son cinco duros al mes que mecaen como el maná… Y ahora que nombro á

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E L DOCTOR CENTENO 289

don Pedro, d iré te que ya ese hombre no es hombre , es una bestia . La familia está d esorgan izada ; cada cual tira por su lado ; la madre parece que ha caído poquito á poco en la malacostumbre de echar unas siestas muy largasdespués de comer… Ya en mis tiempos gustaba de lo añejo . Marcelina, entregada a la embriaguez del fanatismo , pasa todo el día en laiglesia, borracha de rezos , y don Pedro… ¡Oh !ese merece capítu lo aparte , y si tenemos unrato libre, te he de contar los horrores que sé ,y hacerte ver los .pasos del incierto camino pordonde marcha nuestro maestro sin¡ Oh , aquí de tu amo ! Con aquella imag inaciónsuya y aquel arte , bien hubiera podido coger lapluma y en d ilgar un drama que sería el n onp lus por lo terrible y lo Ya hablaremos de esto más despacio . Yo , no s in tién dome con fuerzas para tan al to asunto

,puede que

agarre la de ganso y enjarete una media resmapara echar también mi cuarto á espadas en literatura,

porque francamente, naturalmente ,los tiempos son malos ; t odos

“servimos para todo

,quién más

,quién menos , y como se trate de

ganar un real,no hay cosa que me espante ni

escrúpulos que me arred ren (con exaltación).

José Ido del Sagrario es hombre para todo ; JoséIdo del Sagrario tiene alientos de poeta, bríosde inventor y un correr de pluma que ya…Am er o (asustado, y sospechan d o otra vez ,

4

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290 13. PEREZ GALDÓB

vien do la an imación y el br illo d e los oj os d e s u

amigo, que ha ten id o a lguna d ebilidad an a

creón iica).

—Don José, ¿pero va usted á volverse literato?ID O (con marru lleria).

— No te diré que sí n ique Puede ser , puede no ser:Ello es quehace d ías se me ha clavado aqui una idea, y nopuedo echarla de m i (con cierto m isterio). Yasabes que hay ahora una li teratura harto fácild e componer y más fácil de colocar:hablo delas novelas que se publican por entregas acuartillo d e real , y que gozan d el favor de miles d e miles d e lectores . E d itorcillo hay que dauna onza por cada reparto al forjador de talescomposiciones ; otros dan diez duros , otros siete , según la correa de invención que saca de sucabeza cada autor . Pues bien:un amigo m ioque trabaja en estas cosas , y que ha ganadomucho dinero , me aconsejó no há mucho queme meta yo también á Francamente, n aturalmente , al pronto me pareció ahsurdo ; después lo he pensado , hijo… Es cosafacilis im a idear, componer y emborron ar una

de esas máquinas de atropellados sucesos quen o tienen término , y salen enredados unos enotros , como los hilos de una Yo he deprobarlo , Felipe ; yo he de hacer un ensayo enesta cosa bonitay cómoda del novelar . Ya tengo pensado un principio , que es lo que importa; y cuando menos lo pienses , verás mi n om

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B . PERE Z GALDÓS

camente , he de tomar del mundo visible ; y ,por ejemplo , al pintar un empedernido avaro ,“me acordaré de Resplandor ; si pongo hembrasmalas

,tendré presentes á Cirila y su herma

n a; al ocuparme de los hombres oprimidos delpeso de su condición social , sacaré arelucir ánuestro don Pedro Polo , si bien cuidaré de presen tarles á todos en fantasía y de hacerles hablar un lenguaje escogido , sutil y que no seacomo el lenguaje que hablamos en el mundo .

Ya he principiado á revolver mis libros leyendo ésta 6 la otra página, para que se me vayanpegando las frases bonitas

_

y voces refinadasque debo usar . Tipos no han de fal tarm ez

_para

el de la mujer virtuosa , tengo á Nicanora,“á

quien veo como ángel de fidelidad , dulzuray belleza ; y para modelo de muchachos leales ,

Pero ya llegamos . E l vehículo mortuoriose detiene ya en la puerta del descanso eterno ;los convidados bajan , y vamos todos á cumplireste deber tris te con los fríos despojos quenuestro desventurado amigo nos dejó al partir

X'para la Gloria

Mad rid,Mayo d e 1883.

F IN DE EL DOCTOR CENTE NO

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ÍNDICE DEL TOMO SEGUNDO

Páginas

IV.— En aquella casa

V.—Principio

VI .—Fin . .

VII.—Fin

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