Сад (‘jardín’ en ruso) es la última exhibición de Nikita Aivazovsky; una colección de fotografías que ofrecen una nueva y fascinante visión de la naturaleza. Compuesta de ambientes lúgubres, colores ocres y siempre complementadas por proyecciones de video antiguas, las obras en esta exhibición le permiten al espectador apreciar la forma en la que el proceso creativo de Aivazovsky ha evolucionado a lo largo de los años, pues están ordenadas cronológicamente a lo largo de la galería. De esta forma, comenzados nuestro recorrido con un estilo sencillo, que captura paisajes agradables y llenos de verdor, y terminamos con uno que trasciende la fotografía tradicional, cruzando las representaciones tanto abstractas como figurativas del mundo.

La gran conexión de Aivazovsky con el ambiente que lo rodea y su curiosidad por los ciclos naturales que lo componen es evidente en el trabajo que llama Marca del Tiempo – un proceso que involucra la desintegración de una fotografía a través de elementos tales como el agua, la tierra, el barro y el viento para crear una sensación de vejez y senectud. Cada imagen o video representa una nueva etapa del proceso, dejando al espectador pasmado no solo por la complejidad de la belleza natural, sino también contemplando temas como la creación, el tiempo, el decaimiento y la muerte.

La Galería Сосны и дуба ofrece un espacio de exhibición poco convencional, estando el trabajo de Aivazosky esparcido por toda la propiedad, que tiene dos piso y un sótano; sin embargo, moverse a través del espacio y descubrir la locación de cada pintura se siente natural, como si estuviesen justo donde deberían estar. El detalle y la profundidad de cada trabajo requieren de mucha atención, pues las fotografías te llevan a una paleta de colores y texturas extrañas, rancias y difíciles de definir.

Las fotografías presentadas varían mucho en su tamaño y belleza, permitiéndonos encontrar trabajos que resultan luminosos y encantadores, y otros que están más ligados a la fealdad y a los temas oscuros. Sangre de Pino llama la atención por la hermosa presentación de la flora argentina, un elemento con el que Aivazovsky ha estado trabajando desde hace un par de años, y por la misma razón Rayo de Luna resalta en esta exhibición. Estas obras pequeñas revelan el proceso único del fotógrafo, y demuestran el importante lugar que ocupa no solo en la fotografía en sí, sino también en la creación artística y el control científico.

Las imágenes fijas son, paralelamente, traídas a la vida en tres proyecciones de video antiguas que se encuentran en un espacio separado de la galería principal. Acompañado por una banda sonora compuesta por Yuki Okamura, uno no puede hacer más que quedar impresionado por la forma en la que Aivazosky muestra los procesos de marchitación de las flores y de su descomposición orgánica. Cada

vez que se presencia este fenómeno un nuevo detalle sale a la luz; algo que puede haberse perdido en un primer momento a lo largo de la grabación. Algunas plantas parecen estarse prendiendo en fuego, mientras que otras, a través de procesos químicos, cambian de colores y forman burbujas blancas a lo largo del paisaje. El paisaje sonoro de Okamura crea una atmosfera envolvente, que evoca sonidos de la naturaleza que se alinean con las proyecciones; a veces las obras se sienten tranquilas y rítmicas y en otros momentos, llenas de drama y tragedia.

El trabajo de Aivazovsky presenta a los espectadores un documento entornos naturales tanto cercanos como lejanos; un bosque, una selva, un jardín, una playa, un desierto, un río, ect. Cualquier paisaje imaginable puede ser encontrado en esta hermosa exposición. Con la grandiosidad de sus fotografías, el paisaje sonoro de Okamura sonando en el fondo y las proyecciones antiguas, Сад se siente como un tour alrededor de un mundo maravilloso a través de todas sus fases y esto es algo que nadie se debería perder.

Lena C. Prigorian.