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CAPITULO PRIMERO

'Al zarpar el trasatlántico Cádiz del puerto de Tenerife , Pedro Vi la sintió un hondo escalofri0

'

de

emoción ; sus pulmones se dilataron al recibi r d elleno el aire del Atlántico , y como si descargase elpecho de un peso mortal , suspiró diciendo :fin ,

A medida que el buque se alejaba de las aguas jurisdiccionales de Canarias , último puerto español , el semblante de Pedro se iluminaba ; sus o jos ,perd idos en el infinito azul , miraban escrutadoresla

'

inmensidad de aquel mar tranquilo y plúmbeo ,como si pugnasen por descifrar el m isterio delm ás allá .

Cinco d ías llevaba navegando dentro de aquel buque, en el que embarcó en Valencia ; cinco d ias quese habian hecho eternos y en los que el temor a serdetenido no le dejó concil iar el sueño . Pero al fin podia descargar su pecho de aquel la angustiosa inqu ietud que le ven ía devorando . Ya nadie

“podría recla l

marle , pues allá lejos quebaba el último baluarte'

desu patria : Canaria

'

s .Y al sentirse libre de la justicia, no p udo menos

de entregarse al recuerdo *de lo que ' hab ia m otivado su salida de España .

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6 J U L I O C O L A

Como una visión atormentadora agitábase en su

mente lo que antecediera a su hu ida .Gracias a aque lsecretario de Juzgado , excelente amigo , que con iidencia lm en te le enteró de haberse recibido un exhorto , pudo ponerse a salvo . Su articulo

,publi

cado en E l Pop u la'

r, habia s ido denunciado , y rá

pidam ente se impon ía una determinación : i r a lacárcel o emigrar . Pedro Vila optó por lo segundo .

Y cuando más se alejaba el buque , con tanta ma

yor in tensidad concen trábanse sus pensamientos enla ciudad querida que

,le vió nacer . Acud ían en tro

pel a su memoria los,sinsabores de su profesión de

periodista provinciano , en su ambiente de sacriñ

cio ; el recuerdo punzante de su último amor , aquelnoviazgo de la juventud que le hizo concebir las m as

dulces i lusiones , pero que acabó por hacerle apurarlas heces de una amargura infinitaNo obstante , bendecía aquel m al momento

'

en

que al <<azulear» de la mañana , en su mesa de 'Re

dacción , escrib io el articulo pol ítico que habia sidodenunciado

,y por el cual se hallaba ahora a bordo

del trasatlántico , con rumbo a AméricaLas referencias que ten ía sobre la Argentina eran

vagas , indeñnidas , inconcretas.

<<Era un pa is aquel—le hab ian dicho—donde seexigía al hombre trabajar mucho , com o bestia deca rga . Cantidad de producción ,

» m ás no calidad ,

era lo que se estimaba. En esto condensábase el ambiente del pa is .»La voz de un pasajero le sacó de su ensim isma

miento .

—¿Qué tal , mi amigo? ¿Qué hace usted tan

so lo?

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LA RUTA p x_

L,os gonocrsm noaes 2í7

¡VolvióseVi la ,

y reconocié al em igrante , icon.q&ien

ya hab ía hablado otra a8í »se lla

maba, era ,andalu z , com 0

,de r treinta años ,

de faz cetrina y_facciones ,_fuertes ; hablaba con un

ceceo ¡meloso y r ítmico , mezcla ¡ de andaluz .y am e

ricano .

—Con éste van tres viajes que hago a Amér i ca, ysiempre sin poder ac lim atarm e . Igual me sucederáahora .

—¿Y en qué consiste ello?— in terrogó , con avi

dez, e l period ista .

—Es que América es muy triste , señor , paralos que hemos dejado

_

un país tan alegre y sosegado .

'Habló de sus excursion es por América del Sur .Conoc ía el Brasil , el Uruguay y la Argentina , y todoslos países los encontraba igualmente tristes . ¿Quétendría aquel ambiente que hac ía llo rar aún a l

hombre más duro de corazón?Alrededor del buque se formaba una densa niéº

bla , que hacía cada vez m ás difíc i l extender lamirada a la lejan ía. Parec ía como si el fenómeno adm osférico señalase a los pasa jeros la conven ienciade

'

que desechasen el pensar en visiones futuras,para concentrar su atención en el buque , en la vidai n terior que se agitaba

'

,en el peligro que alli existia ,

quizá en lamuerte,que

,bajo e l armazón del tras

atlántico , les acechaba .

La n iebla se hizo m ás den sa ; era una cerrazónde humo gris que envolvía la nave . La alarm

'

a cundió en el pasa je ; la marcha del buqu e fué haciendose m ás lenta, y a su perezoso caminar acbm panab

” '

el estentóreo pi tazo anunciando la ruta . Dijérasé

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8 ¡ u r t o ºc oma

que aquella cerrazón y el atronador ruido del silbato habían infundido miedo en las almas .Pedro Vila , que por prim éra vez cruzaba el At

lantico , sintió cierto temor pór aquel fenómeno at

mosfér ico . C iertamente que un choque de ºbi1qúes

c on aquella n iebla sería espantoso—pensaba .

.Cuando el si lencio se había hecho absoluto y eltrasatlántico cabeceaba con m ás fuerza ,

"

la voz deun emigrante lanzó al viento la siguiente copla

Maresita demi vida ,cuánto teMaresita de mi alma

por ti me muero…

La alarma en el pasaj e subió de punto al oírse elgrito ronco y lastimero de la sirena de otro buqueque parecía acercarse . La tri pulación , alerta a lasórdenes que daba el capitán , las ejecutaba con presteza ,

¡

como si fuesen a evi tar con ello un serio pel i

gro . Los pasaj eros cada vez más sent ían aumentarsus ansias y temores ; sus ojos volvianse con espant ohacia el lugar de donde sal ía el pitar del buqueque llegaba ; miraban algunos los botes salvavida s ,como s i fuera llegado el momento de echarse sobreel los , ante un inminente Y hasta elhombre de la copla llegó a enm udecer.

Pasaron unos minutos de pan ico terrible , hasta

que al fin fué perdiéndose en la lejan ía aquel silbid o que tanta inquietud y . zozobra había

en la población fl otanteel peligro

, fué renac iendo la calma entretes , y muchos de ellos se entregaron con ,

que antes a sus bailes y canciones , como

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LA RUTA »DE LOS comoursr anoam 9

si de ese ín odo descargasen sus pechos d el temor

sufrido .

Ram írezse acercó a Vi la , e invi tó a éste , en nom

bre de un grupo de em igrantes , a que les explicas:

algo de historia del descubrimiento de América , yles diese a conocer las princ ipales figuras de lacolonización y conquista de aquel pa ís a que se dirigían .

Ha lagó le al periodista el i nterés que demostraban

por in stru irse aquellas pobres gentes , y se acercó a

ellos,dispuesto a darles a conocer algunos hechos .

Pronto , alrededor de Pedro Vila , fueron congre :

gándose buen número de emigrantes , que conavidez esperaban el relato del publicista . Este co

m enz ó diciendo :—lnteresante es nuestra epopeya de América

uno de los acontecimientos m á s grandes del mundo , y que todo español debiera conocer ; pero biensé q u e en nuestras escuelas nada se enseña de éston i por el más elementa l l ibro . ¡ Vergú enz a es de laEspaña contemporánea , y principalmente de sus gobernantes l .

»Pues bien ; tened entendido que hemos sido u npueblo admirable de navegantes , conquistadores ycolonizadores . De la entraña del pueblo han salidosiempre esos grandes hombres . .

»Colón , sin*los alientos de los Pinzones'

, sin los esfuerz os de los tri pulantes españoles , que le acom pañaron—en su quimérica empresa

,no hub iera desc

'

a.

bierto el Nuevo Mundo . Hombres dispuestos a todo ,“

a navegar en pos de una º

visión ,sólo pudo hallar

los en España .»º

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¡ 0 J U L I O ' C O BA "

El auditorio asintió con movimiento de cabeza alas afi rmaciones del periodista , como si comprend iesen todo el alcance de aquellas palabras .

—'

Colón, ¿no fué gallego?—se atrevió a preguntar Ramírez .

-í—No sosteñdré rotundamente que fuese Colónhijó de Galicia—repl icó Vila pero lo que si puede decirse es que no nació en Génova , como se supone , n i en otra parte , de Italia . Colón , según ha

podido comprobarse , ri o supo escribir en italiano , yuna

'

vez que quizo hacerlo lo hizo tan mal , que denotó la ausencia de ese

'

idiom a como propio . En

cambio , el portugués lo escrib ía a la perfección .

Extendióse después en narrar el primer viaje hécho alrededor del mundo

,in iciado por el portu

gués al s ervicio de España , Hernando de Magallanes , y llevado a feliz término por Juan Sebastiándel Cano . Fué señalando la ruta que trazara J uanDíaz de Sol ís, el que descubrió el Río de la Plata ,adonde la mayoría de los em igrantes se dirigían

,y

que llamó más propiamente Río Dulce ! Hab ló'

des

pués Ide los Adelantados que echaron los c im ientosde la fundación y plan de Buenos Aires ,—P edro deMendoza y Juan de Garay ; de las luchas que aquellos descubridores y conquistadores sbstu v ieron conlos indios , muriendo , la mayoría de ellos , a manosde los primi tivos . <<La ruta de los conquistadoresterminó diciendo—cs la q ue seguimos hoy , seducidos por la dorada leyenda , ,

que aún perdura : a .través

de los tiempos .

-

_

Es bien triste- exclamó Ram írez—que en todase sas ciudades que fundaron los españoles , se nos .

l lame a nosotros extranjeros .

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LA RUTA DE LOS conoursn oonms i l

Ti ene usted razon ; es una'

ironía del Destinoque los hijos

º de los'

conquistadores, los criollos ,continúen tan obeecados ,

no estableciendo en"'

s iiS

.leyes preferencias para l os que iniegfan su raza…—Con éste van tres »viajes que l levo hechos a

América espanola—repuso Ram irez y todav ía noh e podido aclim atarm e , violen tado siempre por elpatriotismo de los ¡Ah , s i hubiese camino terrestre de la Argentina a España , cuántosmi lesd e compatriotas regresarían caminando

,a piel…

-

¿Y'

por qué tú Vu elves ,i'

Ram írez?— repuso uno

del grupo .

—¡Preguntais vosotros unas cosas !… Ya lo sa

brei s cuando hayais sufrido lo que yo… E l que se

e scapa una vez de casa ,

*

tenedlo entendido , vive es?

capándose siempre… y sino , al tiempo , am igos .Y tras una leve pausa , añadió—Conozco bien la Argen tina , las ciudades y el

campo , y también el Uruguay y el Brasil , y en to

dos estos países me he sentido triste,inadaptable

'

a

su vida . Desgracias de familia me han obligado denuevo a segu ir esta ruta , y Dios quiera que entreen buen pie en la Argentina

'ahora , para regresar

pronto , siquiera con unos ahorrillos , y quedarmeen mi pueblo , no en descanso , sino

¡Lástima me dai s los que al Brasil d irigís vuestroComo hermoso , lo es mucho , no os p o

déis formar u na idea , quiza sea lo más bello delmundo americano"; pero m uerde , pica , mata… ¡No

olvidéis , paisano s , misY encarándose con el periodista le interrogó—¿No recuerda usted , don Pedro ,

a qu ella cain

paña que hizo la Prensa sobre las tragedias de Ma”

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i z i .u,i. i o C O L A

m ore?… Usted debe saberlo :—Ciertamente aquello fué —repuso

Vi la , entre la avidez de los concurrentes .“

—¡ Cuánto infeliz español …m urió en aquella ex

plotación ! Con deci r que se llegó a construir u n ferrocarril de cientos de k i lómetros , y al sacarse l acuenta de las vidas que había costado

,resultó que

en cada dos traviesas hab ía muerto un español .—¿Y nuestros representantes diplomáticos

—pre =

guntó uno del grupo— nó i ntervinieron?—Nuestros d iplomáticos . ¡ Libremos , señor , de

que nos ocurra algo en América ! Y menos en elBrasil , donde no hay garantías personales para l ainmigración . A ll í se mata a la gente impunemente .

Os relataré un suceso del que fu i testigo en un pueblo de Río Grande del Sur , para que os dei s cuen tade cómo las gastan por aquellos pagos .Escuchad : Atra ído por la curiosidad acud í un diaa presenciar cómo sentenciaba el Jurado a un reo

brasileño que había matado a su m u jer .,Com o e l

crimen había apasionado extraordinariamente a l aºpin ión ,

acudió un público i nmenso a presenciarel j uicio y conocer el fallo . La sala se hallaba abariºotada de gente , y la Polic ía había tomado tantas

º

precauciones que , para poder presenciar aquelacto ,

hube de hacer inaudito s esfuerzos .El reo permanecía impasible , indiferente a cuan

to se decía en la sala , mirando al público , distra ído, como si en él no fuera a recaer la sen tencia .

Lleg'

ó por fin el momento de dictar el fallo , y al terminar la lec tura de éste , en el que se condenaba

'

a

cadena pe rpetua al reo , varios del público se_aba

lanzaron sobre los guardias , y desarm ándolos deq

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LA RUTA DE LOS cºmºm sº

raoºaas 13

sus machetes y pistolºnes , la emprendieron a tirºs

con los q ue compon ían <<o J urí» (el Jurado) y conlºs del públ ico , q ue nº h icieron la menor protesta :

quello fué una verdadera batalla , que duró 10que tardaron los revoltosos en desatar a l reo y huir

cºn él . En la sala quedaron varios muertos y heridºs, y yo pude librarme de ser agredido por una

verdadera casualidad .

Al siguiente d ía , cuandº abandonaba el pueblº ,

presencié el entierrº de las víctimas ,”dándºme la

impresión de que fuera yº una de ell a s .De aquel grupo de inmigrantes, que cºn tanto in

terés segu ía las palabras del andaluz , salió como unmurmullo de estupefacción al ºir el relato de Ram írez . Y éste , no queriendo extenderse más p or elmiedo que infund ia a lºs emigrantes que se d irigíanal Brasil , terminó diciendo

—Ea, amigos m íos , no sigo ; no quiero que m e

creais ietta lore ; divertiºs comº esos .qu e , alegres ,bailan y cantan . Venga lº que La Americ

'

a no es para e l que la busca… sinº para el que laencuentra .

Habíase term inado el baldeo,y limpia la cubierta

del barcº i nvitaba al esparcimientº . Una pareja deinfatigables emigrantes

,al son de sus gu itarras

'

y

pánderos , jaleadºs por el entusiasta palmoteo deunos

_

c uantos , bailaban alegre Lum a un d íaespléndido y cºn viento favorable , el Cádiz hac íauna buena m archa . Siete d ías llevaba de navegación y el pasaje aún no daba muestras de descontento . Y es que aquella vida sin l ucha , de sosiego ,quizá de ºptimismo

, flºtaba en el ambiente : eraque la nave caminaba con rumbº de

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14 J U L I O : C O U A .1

Pedro :habíase si tuado junto a una pasajera , conla que sosten ía entretenid a conversación . Era éstauna li nda moza , de blancas carnes , negra cabelleray labios carm íneos ; llam abase Nati , y había emb arcado en el mismo puerto que Vi la . Desde el primermºmentº hab ían simpatizado . Acompañaba a laencantadora criatura su madre , una vieja en juta yde faz cetrina ; otra hermana m ás j oven , pero no tanseductora , y un hermanito cºmo de unos sieteaños .Ein igraban l lamados pºr e l hermanº mayºr , em

pleadº en una tienda de Buenºs Aires . El cabeza defamilia había renunciadº a acompaña

'

rles, pues desobra conºcía la Argentina y el Paraguay , y no leseduc ía volver de nuevº aaquel lºs países de sacrificio , d e vida aislada , de

'

trabajo const ante y sin lº s

encantos de las tertulias de amigos de España cºnquienes expansionarse .

—Cuando em barque por primera vez para América—decia Nati—senti una angustia mortal . Misamºres quedaban en aqu ella tierra ,

“ mientras amise me llevaba al Paraguay . Dicen que el cariño conla ausencia suele enfriarse ; yº puedo decir todo locºntrario : para m i era una devoción querer a m iprometido . ¿No ha querido usted así alguna vez?Vila guard ó silencio , cºmº si no le interesase res

ponder a aquella pregunta .

E lla , considerándolº as í , d i jº para cambiar suconversación—¿Y piensa usted dedicarse a periodista en Bue

nºs Aires?—¿Quién sabe…?

Un griteríº ensordecedor, que sal ía del pasaje de

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LA RUTA DE LOS cºm m sn ºoas s t5

tercera clase , vino a i nterrumpir la conversación en

tre Nati y Vi la .

—¡A la barra , a la barra l

—vociferaban unºs cuantos emigrantes .

-

¡Que lº lleven a la - i n si st ían otrº s .—¡Cobarde… l ¡ Canalla !… ¡Tram posº !… ¡Mire

que pegarle a un ¡Hab rá pºd ido ese moza]

Vaya un e bochinche»—exclamó Ram írez .

Y cºmº la exaltación subía de pun t º y hasta los

más, irritadº s querían tomar la justi ci a , por su m anº ,la .presencia de un ºficial Vino a calma r un tantº lº s

¡7—¿Qué ¿Qué _

pasa?… se acercó diciendº .

Aquel grupo de alborotadores en teró al oficial d e

_lº ,sucedidº . Un mozalbete , aquel <<guapo mºzº»

que habia golpeado a ese viej º porque dij o que lehab ía hecho trampas con las cartas…—¡ A la ¡ A la barra ! .

El oficial reclamó calma a lºs más exal tadºs e invitó al joven causan te del albºrotº a que le siguiera .

Lº l levó a presenc ia de l capitán , quien , al enterarlede lo sucedidº , mandó fuese llevado a la barra eldelincuente .

Y al caer de la tarde , cuando sonó la hora del reparto de com ida a los pasajerºs de tercera , dos marineros llevaban a la barra al mozo aq uel que hab íamaltratadº al viejo .

E l populacho aplaudio la determinación del capitán . Se bahia hecho j usticia .

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El Cádír detúvose en su marcha . El ru ido estre

pitºSº de la cadena ídel anco'

ra al anclar en la bah iadespertó al pasaje . Pedro Vi la miró desde la ven tan illa del camarote y no vió sino mar , la inmensi daddel ºpiélagº azul que se extendía a lo lejos . El buqueiba girandº pausadamente alrededºr de la cadena

,

hasta que al fin se divisó un pedazo de costa . De suc uriosidad le sacó la vºz de un camarerº que -

a voz

e n grito anunc iaba el pasaje .

—¡Señores pasajeros para Río de Janeiro !

Habían llegadº al Brasi l v habían puerto en l a capital fl uminense . La grata nueva había levantadº

gran revuelº en la población fl otante . Los pasa j eros ,al despertar , aseaban presurosos sus vestidos , ans iºsos de cºnocer el Brasil y de descan sar siquieraunas hºras en ti erra fi rme .

E l movimiento comenzó a 'bordo , y la multitudde emigrantes se agolpaba a las barandas del trasatlántico , con los ºjos puestos -en la ci udad , queallá lejos se d ivisaba envuelta en los ce laj es matutinº s .

l

Muy de madrugada , entre dºs luces , habíase baldeadº el buque , cºn mayor esmero qu e otros d ía s ,

pues la llegada a puerto exigía presen tar la patente

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LA RUTA DE Lºs CONQU ISTADORES *i7

limpia. Afortunadamente en lo que l levaban”

dge tra

vesía , nº obstan te conduci r a bºrdo cerca -de' '

m il

emigrantes , no se había registradº una sola defun

Ocupáb'

ase la marinería en » recoger…cuerdas , do

blar lo nas y…levan iar las tablas de las bºdegas d est inadas a los equipajes ; la ºficial idad clasifi caba su smanifiestos, y el capitán , desde el puente , daba sus

órdenes por la bocina : abajo , a babor y a estr ibor ."El Cádiz esperaba , mientras tantº , en el ant

'

ep'

u ertº

la llegada del vapºrc ito de la Sanidad , para poderentrar en la dársena .

Vila subió a cubierta y vió la expectación que entre los emigran tes despertaba la llegada a Rio Jahe iro . Lº s grupºs que ºtrºs d ias j ugaban a los '

na i

pes y las tertulias de las familias habían desap atee i*

do;'

lafatención estaba puesta en tierra , en lºs perñles de las montaña s de la costa que, cºn el clareardel dia iban d ibujándose con más intensidad .

Un murmullo de espectación nació de la muc h edum bre al d ivisar el vapº rcitº de la San idad , que seacercaba velºz hacia el Cádiz» No tardó en l legar yde él subieron al trasatlántico las autºridades s an itat ias. En la popa del vaporcito ondeaba la

'

bande

ra verde , cº n su esfera central azul estrellada ; y e nla que pºd ia leerse : <<Ordem e progresso .»

E l periodista sintiº deseos de vi sitar aquella ci udad ; pero . el i r solo o acompañado de alguno de

aquellºs emigrantes , no le seducía . Reparó que cerca de él se hallaba Nati

,la encantadora pasa j era

cºn la que había departido amigablem ente . Acer cóse a saludarla , y p

arecióle » entonces que ha b ía a u,

mentadº su belleza .

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1 8 ' L U L I O ' C O L A

7 —¿í)esearía usted ver Río de3.laneiro? —preguntóla vña 1

—Siempre he sentidº deseos de conocer esta ciudad , eu verdad que debe de ser interesante .. Perºmam á nº puede acºmpañarnºs , es tan vi ej aInsis tió el periodista , y al fi n Nati , acºmpañada

de su hermana , fuese en busca de su madre paracºmunicarle sus deseºs . Vila , mientras tantº , quedó cºntemplando aquel panorama que tomaba cadavez tºnalidades más bellas, a medida que se i ba acercandº el buque a la cºsta .

En extensa y brava bah ía estrellabase sus olassalpicando de espuma la ciudad ; enormes mºntañasfºrmaban cordi llera y se iban perdiendº a lº lejºsentre el azul del tºldo celeste ; en el centrº de la anchurºsa bah ia elevába5e con atrevidas prºm inenciasuna montaña , que parecía como el guardiánde l aciudad brasi leraRam írez ind icó a Vila que aquella enorme—m on

taña era el Pan de Azúca r .

Aquel espectáculo era em briagadºr . No se sabíaqué admirar más , si la inmensidad de la bah ía , quese extend ía al lado de la ciudad , o la pintoresca tie

rra del Brasi l . Una flora llena de exuberante vegetación matizaba el pa isaje , s us tonos de verde in tenso , al refl ejarse en el mar , daban a sus aguas unmatiz esmerald a .

Efectivamente—pensó Vi la—aquella era la América imaginada ; pa ís de fl ºra y fauna admirables ,de atrevidºs senderos en tre sus vírgenes bºscajes ; ynº la de las ciudades civiles y mºdernas de que lehabía hablado -el emigrante andaluz .

Los soberbios ediñcios que elevaban sus cúpulas

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2 0

l a'

ntico ,a medida que el idior_n a castellano iba per

diéndose , se oía ,prºnunciar el portugués .obr igado » m enudeaba es ta frase .

Los ,excursionistas hab ían pisadº t ierra firme ,; y,

a un hallándºse en tierra parec ían encontrarse a bordo , tal era el marcº que experimentaban .

Dispon ían de tres horas . El vapor nº sal ia ¡hastalas cinco , pero que estuvieran una hora antes a bordº les bastaba para pºder ver aquella herm osa ,ciu:

dad . Iban caminandº por aquellas anchuro sas cal les , y cada vez que cruzaban una ¡ de ,

ellas le ían,en

la esquina : rua de Tal , rua de Cual . A l fin llegarºna la avenida central ; y leyeron rua de Ríº Brancº . El

a sombrº fué, grande . Calles como estas habían vis

to pocas ; en esta ºrua los edifi cios eran m ás notables

que en las ºtras calles que hab ían cruzado . ,Laganc hurosa via presentaba un a specto deslumbrador .En ella , por lo que veían , estaban l os mejores _

ediñciºs , las más importantes casas cºmerciales estab lecidas .

Don Fernando , el viejo mili tar, fué recordandº

q ue algunºs de aquellºs palaciº s lº s había ,vistº en

º tras capitales. Es cierto .

—exclamó cºm o hac iendom emoria ese teatro es cºpia de la Op era de Paris . Y ese lo he vistº en fotºgrafía , y está en NuevaYork . Es nºtable . 5 f

—¡Qué lástima—di jo el periodista,—que este pue

¿ .b lº guste de la imi tación ! ¡Cuántº:más bel lº y atra

yente nº sería si crearan cºsa s propias ! Nº adm i toese espíritu servi l de imitación en oestº s paises rque

s e l laman l ibres .Y dirigiéndose a don Fernando le dij o en tonº

v tj'i' I L“

!'

í

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LA RUTAf-BE—LÓS GONQÓiSTADORES 2

¿¿Quieren ustede

'

s que'dejem os de ver im itacio

nes yvayamos en bífsca de las'

cosas t ípicas del pais?Seg

ºúram ente en lºs extrem os , en lºs'aledaños habra

cosas que ver . Les i nvitº a un paseo en coche, pu esde lo contrariº' nº

*

dispohdríam os"

de tiempº paracºnºcer esta ciudad:Les excursiºnistas tºmarºn el primer veh ículº ”

que pasaba“

;lun

"

au to“

espléndido que p ilºteaba un

chó ferzmulato . Dºn Fernandº se situó junto”a la

hermana de Nati , y“ éstaal lado de Pedro .

Habían cruzadº las ruas del centrº , y el autº , internándose por un paseo de palmeras los cºnduc íaahºra haciala parte lateral de la ciudad . E l espectat u lº era muy distinto : ve íanse a uno y otro ladopin tºrescºs edificios de estilo prºpiº , pintarraj eado sde colºres subidos , verdes ; rºsa rojº .

Esto es lº que puede interesarnos—duo el periºdista .

— Es la misma edificación que en Portugal—exclamó don Fernandº .

Pero el asombrº de lºs forasterºs fué grande al

entrar en u n“

anchurosº paseº que ten ia una desu margen el m ar, Una extensisim a bah ía de una

hermosura in cºmparable .

—¿Cómo se llama esta

favenidaP—preguntó , cºn

vehemencia ; Pedrº al chºfe r .% Beira—Mar—resp ondió éste .

Espectáculo más bello nº lo habían vistº en laAquello era encantador… Dudaban de que

e xi stiera otra ciudad m ás privilegiada por la NatuUna bah

_ia inmensa , de aguas de tonºs d i

versos, azul intensº , : eam eralda , blanco espum a yverdinegrº , se extend ía a lo largo de la ciudad bra

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az J U L,I Q C O L A :

sileña . Aquello era ,de una poesía infin ita , arrobaEnormes y gigantescas palmeras a ambºs la

dºs del paseo inclinaban sus palm as,com o rindien

do un homenaje a tan ,encantadºr paisaje .

—Modere su -marcha , chofer—dijo don ¡Fernan

do Déjenºs gozar de este bellº paisaje…Acér

qu ese lo más que pueda alNati lanzó u n grito albo rozado que term inó cºn

una -prolongada risotada . Los ºcupantes del au to»hab ían recibidº sobre sus cabezas un enorme cha—j

Y es que las olas, que rºmpían en la bah ía ,salpicaban de espuma a los emigrantesAquel incidente tuvº su repetición , y Pedro , lie

no de amabil idad , se desprendió de su ; gabardina“

;

ºfreciéndosela a Nati , para que se resguardase de loschubascºs .

…Los ºjos de la niña se ilum i naron de agrad ecimiento .

—Es usted muy amable , Pedro—le dijo ,

'

acep

tando el ofrecim ientº Y no ihu bo terminado estaspalabras cuando un nuevº chubasco alegró en '

risas

a '

los?pasajerºVila , »obl igadº

'

pºr el i ncidente , hab ía reparadº“

con más interés que nunca en Nati . ¡Estaba tanxencantadºra !

Y no pudo menos de decirl e—¡Está usted muy interesante , Nati !

—Sin d uda el paisaje—replicó e lla'

i cº"

n vºz”

dulc isim a .

—Este epaisaje es dignº d e su Créalº usted . ¿Sería usted fe liz en este

—¡Fel iz ; feliz l

—replicó ella —¡Qúién sabe ! Y!

pºr sus o jos garzos pasó cºmo un*relám pagoº

de- y e

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LA RUTA DE LOS'CONQUISTADORES 2 3 ;

¡Pedrº com mendió la : iáterisi£dad de sus palabras .

Efectivamente , aquella n iña que tan cruel desenga—Íñº amºrosº había experimentado, ¡ cóm o . iba a ser

feliz en un paisaje muy be llowpero sin el'

atractivº

de“otro .am ºr m ás hondº º

queº

la hiciese rev ivi r denuevº ! .Y sintióse el periodista de súbitº cºntagiadº del

mismº sentimentalism º de su c ompañera , al pensar en que lºs dos cºrrían el *

m ism º albur : el de lasuerte º la Ella , …la amargada niña , :

se alejaba de la patria , herida en el corazón… Ibahacia ºtro mundº y otros hºmbres ; quizá alguno deellºs la comprendiese . ¡Quién sabe si l legaría a serfeliz ! : El no -pºdía abrigar n i

'desechar n inguna espeCaminaba hacia—u n país que no

El .

—que en su…tierrá había ten ido s iempre , una palabra de superiºridad para j uzgarse as í mismo , nº pºdia ahora sinº decir que su vida era una incógn i ta ,que sólo pºdría descifrarla º el tiempº y su “ l ucha ,m ás o menºs acertada , en América . Por esº , sintiendose cada vez más atra ído por la hermºsura y las

prendas de Nati , no quería dem ostrárse lº ,nº fuera

que contribuyese a acibarar su alma .

Perº*

Nati, la hermosa niña que a su lado iba , sintiendo el rºce de sus vestidos

,merec ía que—algº s e

permane ce r impasible j untº atan encantadora criatura ! Aquel bello paisa je

'

con—3vid3 ba; a

“ que el am ºr»'

hiciese sus diabluras .

¡Estaba tan encan tadora l . Seducido Pedro pºrsus?ei1can tos , 'poco a º

poco“ ' fue acerc andose a s u

amiga , y quedamente le fdéscargó zal oídº íestas'pa

—¡Está usted encantadºra !

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14: J U L I O C O L A .

—¿De veras?—replicó ' ella , haciendo un m ºhin

de sobresaltº .

w —Y, tan de veras , Nati .—Es u sted muy amable .

—No tan to cºmo lº que se merece usted . Antesdebiera h aberle expresado el cariño que hacia us

ted sientº .

Hubo un silencio , y los dºs se m iraron fijam en

te , como si lºs ojos se i n terrogasen acerca del sentim ientº que latía en sus almas .Al fin repusº ella .

—Ha quedadº tan escéptico m i cárácter , tan dolotido mi cºrazón por el desengañº sufrido en m iam orprimero , que difíci lmen te sa bré amar de nuevo…

—¿No cree usted , Nati , en m i cariño?

—¿Creer? ¿Me permite usted , Pedro , que le diga

lº que le ºcu rrirá en la Argentina?—Nadie mejºr que usted que conºce el pa ís—'

Pues verá u sted , Pedro . A medida que se habitue usted a aquel ambiente criollo y diga e vºs» pºrusted y lindº por bºn i to y tome usted emate amar

go» al despertar, y acuda a algún p ic-nic , y haga sus

amistades con gente recordará usted cºn

una sºnrisa de ind iferencia -

su declaración amºrºsade hºy .

—Por Dio s , Nati , me considera usted sum am en

te,

—veleidoso .

—Desconoc e usted que. las criºllas son m uy eafiº

lade ras»'

T"NO me crea usted tan fácil a la seducción . A pee-s

ser de mi j uventud , soy hombre reflexivo .

—¡ Refl exiºnes en el amº r !… Si precisam ente es

tºdº lº contrariº .

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LA RUTA DE LOS [CONQUÍ STADORES 2 5

>+Quiero deci rle que :'

m i pasión porm stedwNáti ,

es rnacida de las s impa tías _ que su » carácter? » y"su

*

v ida han sabidº inspirarme .i ' í i v

'f l w ' 11 4

a—a—Pero ¡ s'i 'aperias me ha tratadº "¡ Uga

—Ba sta haber cºmunicado varias veces cºn una“

persºna para conocer sus sen timientos y susd eseºsen la vida . Y con usted lo pºcº que he conversado'

me ha dadº la idea de un cºrazón de oro , de unabºndad de carácter seductor . Cualidades sºn estasque no abundan en la mujer de hoy .

Nati escuchaba le con in terés , parec ía comº extasiarse cºn sus palabras . Pedrº contin uó .

—No sabe usted , Nati , lo mucho que me interesasu suerte . Quisiera hacerla feliz .

—Acaso no ha querido usted comº yo he quer idº ; pºr eso .

—¡Quién sabe ! ¿Qu ién no ha ten ido siqu iera una

página in ten sa de amor en su vida? ¡Desventuradºdel que no ha sabidº siquiera amar una sola vez !Perº el cariño , créam e , Nati , es como la llama deun incendio , que acaba pºr extinguirse .

Nati , por única cºntestación , miró a hurtadillasa Pedro , brindándºle una sonrisa . El periºdista ,arrobado por la expresió n radiante de su amiga , seacercó m ás a ella , tantº que acabó por percibir elhál i to de su cuerpº . Y viéndola tan hermºsa , tanapetecible , sus labios temblaron de emoción , su frieron como un escalºfrío pasional . E speró en acechoque volviese su rostro , y al hacerlº , le depºsi tó unbesº en sus

Rehaciéndose Nati , se apartó de Pedrº , sobresaltada y ºfend ida .

-

¡ Es usted un lºcº !…

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2 6 .

Y. ; como . asomase a su s ºjºs una lágrima, Pedrose deshizo en súp l icas , pidiéndºle m il perdºnes porsu atrevimiento . n

—Quise demostrarle mi cariño , Nati . No se ófen

da »usted… ¡Es usted tanLºsidºs se miraron de hito en hito, y en sus mira

das i ntensas y profundas parecían cºmunicarse elsentimiento amºrosº que an idaba en sus inquietasalm as .

La siren a del Cádiz anunciaba a lºs pasajerº s la

próxima partida .

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2 8 J U L I O C O L A

Ensimismado cºn estºs pensamientos estaba cuandº la voz de Ram írez le volvió a la real idad .

—Dºn Pedro—dijo el andaluz le veo a ustedcambiado .

—Cambiado ¿en qué?—repuso Vi la .

º

—¿Qu iere usted que se lo diga? ¿No lo tomará a

m al?—Habla ,—Pues , la verdad , que lo veo a usted

vamºs , cºmº por allá , pºr la Argentina , dicen .

—No creas… replicó Vila, pºr decir algo .

—Y le adviertº que hay m dros en la costa .

—Explicate , Ram írez , que cada vez te entiendomenos . .

—Pero está seguro que la n iña es tá pºr us ted…Si lo vengºj —Hable , hombre ; háblem e con franqueza . í .

—Pues ná , que a esa ricu ra de niña la'

viene ase

diandº alguien c ºn un in terés , que muchos hemº sadvertidº .

—¿De veras?—Y tan ciertº . Mire usted , al l í lº ti ene usted,en

cantado cºn la n iña . . Nº se lº dec ía a usted…Y le habla… A hºra le ºfrece unos anteojºs .

—No tiene nada de particular—in si stió Vila .

Efectivamente , un pasaj ero de primera estaba'

ha-1

blan'

do cºn Nati , y én »…éonversación , ambos se sdiri

gierºn hacia el sitiº en que estaba el periºd istaVi la sigu ió e n el m is

'

mo lugar , sin dar importan:

cia a lºs que llegaban .

Nati clavó lºs an teo jos en la capi tal b rasileña?

que iba quedandº lejºs , muy lejos . A l quitar la m i

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LA RUTAv Lºs CONQUISTADORES 39

rada y reparar en .la presencia de Pedrº , se adercó a

saludarle cariñºsamente »… r i…» nº

Un moh in de?desagradº hizº el pasaj erº .

Nati y Vila siguieron en . anim ada cºnversación:.hasta que el pasajero , “ con u n pretexto r eti

… o.

Al pºcº'

rato , la » hermana'

de Nati llamó a ésta

de parte de la madre .

V i la acercóse a Ram írez ,“ycºn deseos de cºnver

sar le d ij º :—¿Y qué m ás has observado a bordo?

El andaluz locuaz fué extendiéndose en consideraciºnes:

—Mire u Sted,i don Pedro—decía un buque es: una ciudad . ¿sabe? Aqu í p asa lo que en tierra .

En el primer viaj e no se repara muchº ; perº en

cuanto unº ha pasado el <<charco» m ás de dos ve

ces ,…en segu idita se da“

unº cuenta .¡ Vea… ¿Usted

creerá que tºdos los d e a bordº van tristes y cºm

punjidos? .Ca . n i muy mucho… All í éstá aquellaciudadana . ¿De verdad que tiene una expresión triste , como si mucho hubiera llorado? Pues con .esa

carita de gata …abandºnada , anºche mismitº bien

qu e se confesó con el Lo vi. yo…

¡Por estas ! i : '

Y ºcom º el periodista se i n teresase por cuantº iba

diciendo Ram írez , éste prosiguió , d iciendº—º—Pues de :

,m“

i paisana , aquella m ºrºcha que estáusted viendº de charla cºn .

—c l. ºfi cial , nº: ¡Josú ! A esa , y zno exa¡ ero , .la ha .jaleado toita la…tri

pu lación .

; f—Pero has :visto tú . eso,

—repuso Pedro , un pocºam oscado .

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30 r . J U L ' I O G O L A Á'

'…O d igº yº ;; dºn Pedrº ; que ? usted , nº se ha

dadº cuenta . . Las dos muchachas ven ían en terce .

ra , y , n i que decir ti ene, hºy ,*m ediante esºs favores , viaj an en segunda…

—Habrán pagado la diferencia .

—NO , nada de Han ven ido

¿Sabe? Y i subrayó Ramírez tantº aquello (de recºm endadas , que le llamó la atención a l = periºdista .

—Pues verá La s que vienen'

recomendadas

son aquellas que traen su carta de <<recºm endac iórt»

para'

c l ¿Entiende?…Más Un

desconºcido le escri be al mayordomo del barco :<<Mi distinguido señºr : Tengº el gustº de presen

tarle a mi hermana , parienta o amiga (segú n sea º

cºnvenga) que marcha en ese barcº a América , ycºmo es la primera travesía que hace y marcha sola,

nadiemejºr que a usted fíº su custod i a .

»Gracias mil de su afectísimo , s . 3 . q . e . s . m .

Fu lano de Tal .»Cºn esta presentación se dirige al mayordºmº ,

qu ien acostumbradº a esta clase de presen taciones ,sabe lo que hacerse .

O tras hay que no necesi tan de cartas , pues se recom iendan solas Y tºdas ellas las ve usted , a lºspocos d ias , cómº de tercera pasan a camarote de se

Y ellas d icen *que han pagadº la diferen

cia .

Créam e usted , donPedrº , para és tas es América .

A ll í la mu jer manda m ás que el hombre , y'todas

'

esta'

s <<furcias» son la s queiaila vuelta de muy pocºsañºs han <<hecho la América .»

Había sºnado la campanilla de la cºmida y—Ra

m irez se despidió de su am igº .

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LA RUTA DE Lº s CONQTSTAOORES 3 1

Pedro Vila q uedó ºconio ensimism ado entre”

un

sin fin de refl exiones . Verdadei a inenté'que para un

periodista'

habíamucho que observar en un trasat

lántico ,dºnde una vida heterogénea se desenvol

v íaím isteriosa , sin que*lo advirtiese por vez primera

el fpasajero . Pero de súbito acudió” a su m em ºria el

recuerdo de Nati , la única que le interesaba de tºdaaquella c i udad ¡Era tan ¡Tan

que a la verdad m erec ía que pºr ella

se hiciese un sacr ificio .

Y se la imaginó más bella que nunca , conaque

l la devºc ión atend iendo, con aquel interés escuchan

do sus relatos , como si fuesen refle jos de su propia

vidaMás de dos semanas llevaba en el Cadíz , hacia un

rumbº que le era desconocido , y ante la incógn itade su vida en la Argentina , ¿a qué requerir de amdres a a quella criatura que había comenzado a interesarle ? Ciertamente nº hac ía bien . La n iña nº es

taba para perder el tiempo , según se había dejadºdecir la madre. Y aunque le h iriese hab ía que reconocer qUe estaba en lo ciertº quien tal

¡Nada , hab ía que desechar aquellºs amores en ciernes antes que tomasen hondas raices ! Tratariaen d ias sucesivºs , hasta que l legasen al puerto deBuenos Aires , de conversar lo

º

m enos pºsible con

Nati…Quizá ahºra estaba a tiempo,pues el viajan

te aq uel de primera parecía, según había ºbservadºRam írez , que le gustaba la m uchacha .

Y frotándose las manºs por la fren te , comºpa ra desechar aquellas preºcupaciones , fuese a darun paseo a ' lº largo del buque a fin deEra la ho ra del

repartº de comida a lºs pasajerºs

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3 2 N,

. J JJ L I O f C O ¡ L A

de tercera . Algunos de ellos —conw nzarº“

n a protes£ 8 I .de su m ala ca lidad.

.w

¿-

¡ Esto yá es el colm o , señºres ll—rdec ia .un em i

. .C i f ,.i xa

—¡Cuatro d ías que lieaam os comiendº patatas

£ Qnibacalaº l—e xclamaban ¡Perº qué pata

tas! ¡ _Y, de bacalao no . se ven m ás q ue espinas l…que no puede —vociferaron unos

—¡Echar la cºmida al m ar ! —decian unos:

—Vamos a ver al cápitán—exclamaban otros . .

“El mºtín se habia prºmovido , y la confusió nsobre lº q ue debían hacer lº s

, pro,testam ee era

grande .

Ram írez se acercó a Vi la y ,le .di jº

—Esto , don Pedrº , es lo de todºs los viajes .

Cuando ,se han pasado más de dºs semanas

Comien do a bºrdo,hacen gusto hasta las cu

charas , . ¿sabe? Es que las gentes se , han cansadoyad e la cºmida , aunque sea mejor que el primerd ía .

*A I advertir un grupº a l andaluz , _ com enz aron adar vºces : ¡Ram írez l… ¡Ram írez l… ¡Venga, Ram írez

,qué vamos a ver al c apitán l .

“ Nº ; delego en ese .—y señaló a uno que era

e l que m ás vociferaba No veis que yo nº :tengo

derecho a hablar,porque como de la

…Y . lºs del mot ín se acercaron a Vila , .diciendoDígalo usted en .la Prensa , senºr v

¡Estº

es un abusº !

Mientras u nºs fuerºn a visitar_

al,capitán

ym trºs

echaban al mar la comida , otro,_grupo i ba recogían

» do las firmas en un .pliegº de

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LA RUTADE Los CONbUiSTAOORES'i

'

g7g

El'

rhédicó de abºi—do acer'

tó fa*pas ar por delante'“ de Pedro Vila , y éste

'

le p'

rºe

'

gunntó:

cen a ustedC don Macari

“ “e$ós ai

L l ) ) , u c l

—En'£ el fondº , creame“ iiíst5d; Señor Vi la*

¡ jºf 1

'1

s& ténciºsafnénte 'el galeno—nº es una'

prOtesta directa Coffti*a lá mala c

'

ºndirhéntáción de *la comida,no , es m ás bien una protest

'

a deh —Es u sted, don Macariº, fi n gran ?

p$ ibóiogºrepuso el periodista .

y siete añºs de navegación danalgUn de'

reéiif)'

a conºcer a lºs ¿Nºl e parece?—¡CUahntº tend rá usted Observado !

amigo—'

J—contestó el m édicó“ '

cºn

c ierta serna En un barcó es en donde se estudiaa las gentes cºn toda naturalidad .

—Mire , señºr Vi la , a Usted , comº periodista, lelgi:inas ºbservaciºnes psicºlógicas sº

breel personal femen ino.

Y el viej o dºn Macan º , después de una

pausa cº in o S l esperase una ávida pregun l periodista , comenzó diciendo

':

r

—Un médico de hareb; j ovenynoma l parecidº ,

bri lla m ás ante lós ojos fem en inos que.

'el propioMe se es jºveny

apuesto se ve asediado por las damas. Las indisposiciºnes a bordo aumentan segú n el físicod uelas va a atender. Si el méd icº es viej o ,

comº losiendo desVentuPerº si*es j ove

súdárfPor estos q ues desfilan,asta la avenfturera de mayor Cdra

s ci'fadas en América quenº t ienen' desNiña

A

“!

j e

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34 J U L I O C O L A .

º , que piden¿la cºnsulta al d ºctor» en cuanreparado si éste es e lindo ¡Nº crea

usted, am igº , que estº; que le d igo es coquetería deviejo , nº ; el dºn juanism º no reza a m is anºs . . . En

cuantº veº que una muc hacha anda ¡ ,

muy desen”

, C .

vuel ta y provºcadoray pone en pasaje, en4“

C

tonces me digº , hacia m is adentrºs, ,esta es unau l

candidata a la cºnsulta .

—,A las que usted habra asistido—duo cºn mali

cia el periodi sta .

Hecho a esta lºs d ías que fºrzºsamenteten

_

gº que de tenerme en un puerto , m e encuen trºfuera de m i Nada hay mas interesante

en un tiºasatlai

ntico para el,que gus ta de

a ºbservación . Hara próxim amente seisesta travesía , me ocurrió un casº verda

deram ente singular . . Verá usted . Desde Américasuelen muchos casarse con su novia provin ciana, ala quem andan embarcar apenas cumplidas las form a lidades matrimoniales . Pues b ien , una de esasmuchachas que iba para unirse al marido en América me fuéVi la asintió cºn una sonrisa .

- Habían transcurridº varios d ías de navegac ióncuando me pidió la niña una La h icevenir a mi camarote , y ci,iandº cre í que iba a eexponérm e el mal que la aquejaba , me habló de estamanera : <<Mire usted , doctor , voy a confesarle un

daderam ente grave . Me he casado por pam o usted sabe ; perº mi esposo ignora lºse mi vida

,

YO era nºvia delque actualmente esmi esposº , cuandº éstemarchó

¡ J l

a)13uenos Seguimos . carteándonos variºs

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J_ ! Q*L A.

¡e l m arido des írm,e que ; aquella

te xy .tanlhm nau leyha

419ráfbrs/ m ás feliz ¿de l jmundº .…Y¡ .mesiempr__e las zatenciones que.tuve,para con ¿

su espºsa

º.º

'

ºl yjaiºn q &1 t sh ¡ H .u v

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A

i ?

Despues de haber hedho“el

'

Cáh'íg escala enMo'

fií

tevideo ,zarpó con ru

'

mbo a Buenos A i res , a dondel legaría al amanecer . En todo el pasaje ñó

'

tába'

se

e'

xtraord inaria animació'

n ,"dijér

'

ase que una íhqúiétud mezcla de alborozo e impaciencia por ll e

'

gar l fail

puerto deseado , invad ia a los pasajeros . Veintitan

tos d ias de navegación daban ya derecho al dis'

irute de pisar tierra firme . Por fin en la noche próxi3may a do rm iria en la ciudad porteña todo el pasaje .

'

Pédro V i la'

hab ía » telegrafiado desde la c api tal' uruguaya a un al que esperaba hallara su arribo a Buenos Aires ."Aleixandre , que

asi"'se

l lamaba , hab ía sido regente del diario del que V ilahabia sido redactor en la ciudad del Tu ria , y era laúnica persona

'

a quien podía dirigirse . ¿Le espera.

:ria

'

a ;su l legada? ¿Véría , al menos , al pisar tierra'

argentina a algu na cara conocida? C iertamente”

difeestono dejaba

'

de preocuparlb, puesto que su carencia de f

'

zi lta'

absolu ta de m oh'

édáºdel

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38 J U L I O C O L A

pais a que iba a llegar le ponia en una si tuaciónverdaderamente inquietante .

Una noche , navegando por aquel inmenso rio delPlata , entre vientos , pamperos y niebla intensa , es

perando la hora del amanecer para divisar , aunquelargu ísima distancia , la costa de la ciudad de Bue

nos Aires .De pronto anc ló el trasatlántico ; habían l legado

a la rada y había que esperar a los vaporcitos de laSanidad y los prácticos . El río de la Plata parecíaun mar de aguas blancas y d u lces , sin que la vistaa lcanzase a d ivisar sus orillas . Por él cruzaban , como

por el Océano , poderosos trasatla'

nticos de distintasnacionalidades , sigu iendo el cauce que señalabanuna hilera interminable de boyas .

La n iebla i ba deshaciéndose a medida 1rrum pia

el sol , y a lo lejos se es_

fumaba el caserío informe dela

,gran u rbe portena .

A pesar de lo avanzado de la hora todo el pasaj eaparecía por cubierta . Den tro de poco , aquella multitud de pasajeros se esparcería p or la ciudad , cadacual iría en busca de su camino a seguir, de su derrotero a trazar, y quizá aquellas m ismas gentes ya ;no volverían a verse , perdidas en ,

—' la inme nsidad deaquella perimétrica

'

torre de Bab el .La ruta atlántica se acababa en aquel río , para

comenzar otra ruta terrestre por tierras nuey as , sin

duda más azarosa que la que durante unas se r

manas habian seguido…por m ar .

, ¿Qnién pudiera :descifrar, la, incógnita atormentadora que se le ; pre—

º

en el cam ino?

,

ntió , ._

con .tales reñexib_nes , m ás tristeque nun,

ca , ,vviendo en la soledad que se hal laba y a '

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LA RUTÁ unºLos CONQÚ ISTADORES 3?

tan gran distancia . Aqúellaº*m u lhfud dé pasajerºs

que durante la travesia parecía una gran familia, alll egar al último pue rto denó

'

tábari desi nterés por elresto del pasaje, concentrados sin duda en las pre

ocumciones individuales de cada uno :“ ” “

La única'

atención , el único alborozo lo despertaba BuenosAires , la ciudad atrayente , a la que se i ban acercando cada vez m ás .

Pedro re paró en que el viajante hablaba con Natiy su familia . Sintió deseos de acercarse a ella,¡peroreprimió sus

'

inipulsos refl exivamente .

—No debo intercederm e en su cam ino— se dijo.

Nati advirtió al period ista,y mirándole fijamente

le saludó , hacie ndo un gracioso moh ín de cabeza .

Vi la devolvió el saludo sereñar'

nente , comosi“

'

qui

siese dominar los impetus de su corazón .

"A poco acefcósele Ram irez , que'

con su traje nuevo y a la moda—[ m ás que un

'

em'

igrante parec ía un*'

i ndiano enriquecido .

—Ya estamos , don Pedro ; en la ci udad de la esperanza . . . Dentro de poco nos l lamaráncomo si todos los espanoles hubiésemos nacido enGalicia . Y lo que ofende es que lo digan asi, en tonodespectivo ”

r º

—No deja 1'

de seruna"

i ngrati tud que ha tomado”:

carta de ciudadan ía argentina . ¿Acaso exié'

tifiahººl

ellos , como país'

civilizado,sin los esfuerz

ñcíos llev'

ado s a 'cabo pór los agallegos» ?racha de mal gusto que los nietos *ófendan a

l los ”

sos £ un k¿gallego» J—exclama el criollitode5preciativam ente

'

,

“cuando qu iere insultar a un es

panoL

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49 .q l'

0 1 9

—¿Pero esos odios¿existi rán solamente entre gen

tes del bajo puebl o?,—Y

_

. entre n iños ., bien» . P

,oqui

_

to g ustazo no se

danesos aalm ibarados» n iños diciendo : “ gal legazo ,

- ¡Pe ro no serán los hijos de españoles los queasi se expresen !—Esoes lo t riste y lo que indigna , que hi jos de

gallegos sean los que m ás a satisfacción menosprecien la nacionalidad de su s pad res .

—¿Y esa hostilidad se manifi esta únicamente con

tra el español?—El criollo , d ígase lo que se quiera , no gu sta del

extran jero . Al italiano le llama <<macay también sufre lo suyo . Com o

_ ,española e

i taliana son las colegtividades más fu ertes ; de ahíque se las hostilice m ás ; son el blanco de l as i ras

pºpu lares . Tam bién_

salen hijos de.

que pobres de los padres .

—_Yo crei que esa an imosidad seria m ás bien a li

mento de la gente baja , ignorante y envidiosa…Contra nosotros se acentúa el odio por aque

llo de ,que fuimos conqui stadores .

—¿Y no tienen a orgullo descender de aqu ellas

gen tes qu e a sombraron con su acción al mundoentero?

—En cuanto usted entre en la ciudad, ,nó oirá ha…blar…de otra cosa , sinode Ayacucho , Maipú , Chacabuco , etc . , etc .

—Em fin , por lo que usted d ice , estándeslumbrados por los r esplandores, de la Indepen

dencia. .. Los cuatro siglos ,anteriores parece que

f

no les i nteresa .

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LA RUTA nm,

LOS CONQUISTADORES 4 ;

…;Aqui hay que olvidarse , m uchas ,vece5…de q nees uno español si no ,qu ie,

re v er amargada su vida .

El Cádiz iba navegando hac ¡ a la dársena gu iadopor el remolcador de l práctico,

. Ya se divisaba con

toda claridad la escollera , y en el puerto , , se ; ve ia

com o u n cordón de, gentes…que esperaban ; la en

trada del buque .

El pasa je h allábas,e sobre la borda , con la ate n

ción puesta en aquel horm iguero de gentes que es

peraban en el puerto . Unos gritaban , como si fuesen

,

a co ntestarles ; otros lanzaban al aire sus pañuelos , como si saludasen a algún conocidoAl atracar el trasatlántico se hizo más confusa -la

gritería . La proa del buque ya llegaba a tierra ; yamarrado y tendida la plancha , comenzó a subir abo rdo el personal de

,

lnm igración

Pronto divisó Vila , ,

en tre la gente que esperaba ,a _ su amigo Aleixandre , q uien le saludaba dandograndes voces . La satisfacción que el periodista

*

ex

perim entó no es para descrita . ¡ Encontrar de spuésde tantos días de navegación a una persona am iga l

Aquello le confortaba el alma .

Preparó su equ ipaje y fuese despidiendo de sus ,

Conocidos de traves ía .

Don Macario tuvo palabras de alien to para el périodiSta . Esta fué su despedida.

'

- Usted llegará , no me cabe duda , amigo Vi la;es u sted de los elegidos . América es una escuela déenergia , y los que saben tem plar su alma al fra

gor de la lucha por En tri unfan…. Para esos qu ellegan y vencen esta es la ruta de los conqu istald

o i »

res . . . Un abrazo y a'

J uchar , pues , amigo .

Ram irez bajaba detrás de :…Vi la . COn su maletin?

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J U L I O C O L A

en la mano parec ía un pasajerº : de primera clase .

Los dos conºcidºs "se'

despid ieron 'con un fuerteapretón de manos .

¡Que entre cºn buen pie es lo que le deseodºn Pedrº !—¡Mucha suerte , Ram irez , ; y hastá

'

que nºs vºl

vamos a ver .Detrás de ellos estaba la fam ilia ºde Nat i . Pedrº

cºnsideró '

opº rtuno desped irsede ella , aunque fuese con brevedad .

-Rl domicil io de mi amigo Aleixandre es éste ,

Córdºba , esquina a Libe rtad , es la casa'

quer

puede"

º frecerles .

Nati guardó aquella tarjeta , despidióndº lé cºnuna expresiva sºnrisa . La madre y hermana no pu—º

dierón ocultar su i ndi ferencia.

A corta distancia esperaba a hPedro Vila su ami

gº Aleixandre , quien le recibió efusivamente cºnlº s brazos—No se preocupe usted de baúles—déc ia Alei

xandre luegº vºlveremºs .

Y tºmarºn un cºche , y Aleixandre ind icó al au

—Mirá , ché , pº r la Avenida deMayo , ¿ sabés?

—Entraremos en Buenºs Aires pºr dºnde entranlos grandes. Por donde entró nuestrº insigne¿ compatriota Martin Yáñez entre aclamaciones y vivasde m ás de cien mil almas .

Y pº r el Paseº de Ju liº se di rigieron a -la Plazade Mayº , siguiendº por la Avenida .

El periodista estaba cºmo atónito ,“

pues el movim r€ntº =de coches , autºs y tranvías era tan extra

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44 a º r a

au$ iguieron apºr Gal lao,n hermº sa avenida , de l 689

pléndidos ediñcios , y al llegar a la calle de Córdobaba jaron hasta sla ; de Li bertad, en “ dºnde vivía “Alei

xan'

dre n ' i º ”¿ i ¡ a l

a A l descender del coche ,*Vila sentíase cºm o. naa—ereado . En confusº trºpel acudía a su mente cuanto .habia vi stº , sin que…acertase a dar idea c lara/de

uma sº la .w sa i

e +—nYa hemºs l legadº—dijo su amigo Ahora, a

cºmer, a reparar las fuerzas ; después , a descansar ,a º lvidarºel m areo , y m añana , sºsegadam ente ;

xirá

u sted co nºciendo la capita l federal . N ,;—:Vila ,

"

m ás que de cºmer, sentía deseos de de3cansar , de echar un sueño largo q ue le hiciese ºlvidartanta impre sión atormentadora . ¿ch a

Al en trar en casa de Aleixandre , éste le d i jº a Pledrº : 1aAqu i tien e usted u ná casa , una mesa y unamigo . Nº se preºcupe usted . Esto es ella terreta» . Ahºra …si—dºrm ir, a descansar , x

qu e .bienlº necesita el cuerpo , después de veintitantºs d iasde navegación… Mañana a conºcer la realida d

"

.de

este pa ís , que tiene bas tante que ºbservar .v

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( ¡ i íl'3 l

Aquel día despertóse Vi la cºn“

m ás deseos quenunca de vestirse prºnto y de echarse a la

'

calle.

Frºtóéé con las manºs la cara , como si qui'

siese olvidar cosas pasadas y darse cuen ta de la real idadpresente Ya' estaba en Buenos Ai res ,

'

en laperimetrica u rbe cºsmºpºl i ta , y ia que cam inar pºrsus calles para irse orien en aquella nueva

que empezaba . Hab ia lle'

gado faltó de recursos ,º arriban la m ayoría de los emigrante s , y , pºr

i'

iias qué Aleixandre , con su peculiar franqueza, le

habia brindadº casa y mesa hasta que consiguiesedólºcarse , no ºbstante sent ía la inquietud económica prºpia de su situación pºcº envidia ble.

a enél <<Rincó dé la ter'

reta»'

se hab ian levantahuéspedes para d irigirse a sus

Aleixandre tuvieselºs talleres de <<E Í Pú ebló Espa

pensó en que Vil lal ta ,

Rdía estaba de francº , bienpº

dría acºmpaBrió¿d ista

en sus andanzas pºrteñás .

o J -l t i ; ) í,pírí

º tardarºn , pues , en marchar hac ia lá"darsena

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46 J U L I O C O L A

NorteVillalta y Ped ro , con el fin de recoger su equipaje el recién llegado .

Vil lalta era un joven como de veintici nco años ,ti pógrafo, que residía en el pa ís desde que una prolongada huelga del ofi cio , en Valencia , le empujóa la emigración . Según él habia entrado con buenpie ya que por mediación de Aleixandre había conseguido trabajar en los talleres del <<órgano de la colectividad» , lo que le permitió hasta la fecha podergirar mensualmente una cantidad a su madre

,para

que la pobre vi uda pudiese atender a su susten to .

En este país—decia el joven tipógrafo- hay quienen tra con estrella ; ¡ pero cCuando yo llegué , ¡ lo que es la suerte , donhabian cientos de tipógrafos parados , y en

yo me coloqué enseguida .

Y Vi llalta iba explicando al periºdista lades del oficio con el número considerable degrafos italianos que habia en aquella u rbe , miedtras caminaban a la dársena Norte .

—Ya que estamos aqui , si a usted le parece—dijoV i llalta después que veamos lo de su equipaje,vi sitaremos el Hotel de Inmigrantes .—Precisamente ardo en deseos de cºnocer

,el

_ ¡re

fugio de los que llegan .

El Hotel de Inmigrantes se levantaba jembarcadero . La Dirección , oficinas y pocupaban una extensiºn considerable de terreno .

Pedro Vi la presentó en la Jefatura su cárnet

riodista , y un empleado fué enseñándolespendencias del Hotel .—Vea , señor—ihdicºel esta es la sala

de descapso para mujeres

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LA RUTA DE .LOS CONQUISTADORES 47

¡Y Vio una gran nave cºn bancos de p aseo ala:entroy laterales , con prº fusión de banderas de distin tºs

países , , entrelaz adas con la argentina . Pasa ron después al com edor

,para_

hºm bres , capaz para ,r . 2 oo¿ih

m igrantes , luego a :las salas—dorm itorio , een las cua

l es figuraban grandes literas como la de los trasat

la'

ntic_

os , y , finalmente , el pabellón de aparatos apli

,cabl _es a la econom ía doméstica y a .

la exposición

p ermanente .de productos agrícola-industriales,En el centro de este pabellón habia buen núm e

ro …de vi trinas , en las que se expon ían los productºsde

,la tierra

,y a un lado la maquinaria y aperos .

Ante la concurrencia de braceros varios em

pleados iban explicandºel funcionamiento de lam aquinaria , l a feracidad de los lejanos terri torios ,los productos que podrian cosecharse , etc . , etc .

__ Entre aquellos hombres que escuchaban recono

ció Vila a la mayoria de los llegados con él .a

bordo del Cádiz . Sugestionados por los relatosy aten tos a las manipulaciones en la maquina ria

,

toda aquella gente parecia sentir un intimo goce es

cuchando y viendo aquello que les daba idea de laim porta ncia que a

¡la Agricu ltura concedía aquel

pa ís . Observº el periodista que la prºpaganda quese le hacia al inmigrante tendía a encériñarle con

los terri torios inexplotados , virgenes a la .mano fecunda del hom bre Trataban los propagandistasde alejar de las c iudades a los que llegaban ,

iannadándoles , que sólo la ri queza la consegu irían en losconfi nes del pais , en aquella tierra v irgen , de la que

p odrían llegar a ser propietarios . Aquell o , no sóloera un refugio , sino ,que también una escuela educadora del recién v llegadº

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á z u m o ' c'

o*

u zt

El periodista'

pensó eri que“

aquello mism o-

deberia

' hacerse en“

España, creando en tºdas las'

prºvii1

cias Expºsiciones permanentes de prºductos agricocolas e industriales . ¿Acaso nb

'

habian en [Espana tierras feraces que explotar?

'

Lo"que faltaba era que

los gobernantes se propusiesen resueltamente abordar el problema de la tierra , que era labase del eu

grandecim iento nacional . Y en aquel hºtel se veiarefl ejada la acción tutelar del Estadº que guiaba albrac

'

ero , le am paraba y le conduc ía hacia el l ugar

que e l progreso y la riqueza del pais demandaba .

Y las refl exiones que no pasaron por su mente ene l ibuque las sentía ahora , viendo a ºsus com patrio

t'

as baj o la tutela p ol itica -de la'

Argentina . »Tºda

aquella gente moza , -sana , fuerte que briosa l legabaal país para en él dejar su m ás precia da ec on sti tu ía un delito de lesa patria queE spaña?Indudablemente que algunºs , tras ináuditos*es

fuerz os , triunfarían ; pero , ¿y —la '

m ayoria' inmensa

qué fin se le reserva?… Aquellos hºgares ; trasplantados en masa a u n

*

pa i'

s en qº

ue e la vidá comenz aba con caracter

'

es'

durisimºs'

, y en .la”

que un icºs;

m p po litism o agresivo hac ía p'

el igrar la est'

abil ida'

dde <la familia , ¿pºr qué no merecía la atenc ión i del

Gobierno'español? º

Y nº sºlo debia considerarse la pérdida “de b razºsde los mayores , sino que había que pen sar en quelºs hi jos eran ciudadanos que restaba la patria ¡ deorigen .

"º'

era de ver cómo l legaban aquellas gentesl desarmadas para la lucha, sin una preparación

ladecua

da al pais a que sin'

que la escuela espa

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LA RUTA DE LOS CONQUISTADORES

ñola les hubiese dado un conocimiento de nuestropasado históri co en relación con aquéllos paises .'

Una m asa de analfabetos fju zgaban a España por loque habían visto en su pueblo o

aldea . Nº ten ían

º tro conocimiento de la nación de procedencia quee l de los atropellos pol íticos , las explotaciones del

dueño de la tierra que cultivaban . Y con?

amargura en el alma y dolor en el corazón hab ianmalvendido los úti les d e labranza , seduci do s por eespejuelo de la

'

vida americana , y empujados porl a necesidad alli se dirigían .

Aquel espectáculo le llenó de tristeza , más , m u

c ho m ás que cuando viº apiñadas aquellas gentesen e l Cádiz .

—En éstos está el progreso y ri queza del pa isdecia Villalta , señalando a los emigrantes . Ya lo

p rofetizó un argentino il ustre : es pó

blar l»

—Esto es el cri so l—exclamó el period ista- en

donde se van fundiendo las almas de los que lleganpara forma r una nueva patria .

Y un tanto silenciosº s y pensativos abandonaronaquel gran hotel que tan sentida s refl exiones hab iasugerido a Vi la .

—Este es el problema que hay que conocer en larealidad argentina y que me propongo estudiar coninterés en la entraña de su vida americana.Caminaron por el Paseo de Ju lio bajo las arcadas

coloniales de aquel largo paseo . Iban mirando lospuestos de remate , las agencias de cambio ; cines ,boliches y bares , servidos por muchachas .Villalta en un momento de exaltación hubo de

exclamar :

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50J t¿ L 1 0 C O L A

-No sé cºmo las ¡au toridades toleran estos negocios ¿Ve usted es

_

tº s puestos»de rem a te? Todos los

que,seagrupan frente al martillero y le ºfrecen pos

turas,son:gentes alquiladas , son los . ganchó s para

cuando entra .nn extran jero o pa i sano ,hacerle caer“

en la tentaciºn de ofrecerp ostura por uno de losobjetos que rematanAh í tiene usted º tro negºcio de timo , a puertas

abiertas : las age ncias de cambiº y'

º de'

pasa jes .

¡Cuántº infeliz llora sus ºperaciones lr.ºa m ar;

Y por más que la Prensa ; haya denunciado , re

petidas…veces , los ¿abusºs de conñanz aicometidos

por los…agencieros , ,y de sus timos hayan tomadº…»

nota losCom isarios , no se ha podidº proceder contra tales negociantes por satisfacer éstos su patentecomercial y estar .debidam en te autorizados .

f'

_ De estos, _

biógra fos por la cºnsumac i ón noº

ha*

blerños . Ah í se reúne toda el hampa social arribáda f

a Buenºs Aires , en convivencia con toda la gentemaleante de l os bajos fondos porteños. Mu jeres aja =

das y enfermas , que huyen de la higiene ,. son las

que sirven en,esos centros de sºrdidez y de ham pb

neriaTodas estas fondas que vamos viendo a l »paso ,

son lugares en los quefRinconet_ e y Cºrtadillo co

meten sus picarescos planes . ¡ Cu idado con los ta -J

teros , tendrian que poner a la en trada?

¡ Este es , pues , a grandes _rasgos , el fam oso :Paséo

de Ju lio'

Habían llegado cerca de la casa de Gobierno , y

Vilá preguntó a su pa isanº por un? ¿monumento que se levantaba mirando al edifi ciº gubernat ivo ¿y

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5 2 J U L I O C O L A

—Estos son los que hacen por la patria- señalóVil lalta La mayoria sonm ucam

'

os , porteros , dependientes de almacén , empleados de tienda . Los

giros que estas gentes hacen a Espana representa unvalor anual de unos 2 00 millones de pesetas

¡Cuádias miles de famil ias viven'

con lo que estasgentes giran !Pedro Vila asintió con admiración a las palabras

d e su amigo , y al fi n dijo—¡Y los gobiernos de España sin querer ente

rarse l

A.lá salida del <<Banco de la Colectividad»—comodecia Villalta—detuviéronse frente al Banco de Gal icia .

—Este banco regional cuenta con m ás de ochenta mil h ijos de la región , solo en Buenos Aires .

Iban caminando por aquellas calles de gran tráfico de tranvías y coches . L os transeuntes marchaban a un paso acelerado , como si fueran a d ispatarse un premio pedestre . Pedro Vi la

'

ven ia observando que en muchas conversaciones se oía siem

pre » la palabra pesos… Los cientos, los miles depesos se barajaban con harta De nio

mento consideró que aquellas gentes , que así se ex

presaban , serian sin duda empleados de bancos ,

qu e“gozában sin duda , de exteriorizar a sus compa

ñeros las operaciones que realizaban las casas en

que'

prestaban sus servicios .Pe ro »a medida que se iban alejando - de aquella

arteri a en que estaban enclavadas las entid adesbancarias ,…Vi la no por eso dejó de oir alguno ,que

otro—¿comentario sobre bases de cientos de miles de

pesºs , hasta'

que por fin preguntó a su amigo :

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LA RUTA DE LOS CONQUI STADORBS 530

He observado que en este pais se habla m uchode dinero , a

_

lo,qu _

e.repuso V i lla l ta—El alma del pais es esa : la plata , el peso ,

'

el ne

¡gomo . Es una enfermedad nacional que contagia alos m ismos extranjeros apenas pisan esta tierra . ,

Efectivamente : delante de ellos marchaban ¡ dºsem igran tes que a juzgar por su pelaj e no andaríanm uy sobrados . Sus ropas danotaban un estado ,

dem iseria que con trastaba con el buen aspecto quepresentaban la m ayoría de los Ha “

blaban también de operaciones , de ganar cientosd e miles de pesos , con una convicción y naturalidad que pasm aba .

¡Pobres contagiados l— exclamó Villal ta—aseguroque ese par de <<atorrantes» no se han desayunadoesta mañana .

Cuando llegaron al <<Rincó de la terreta» eranmás de las doce , y los pension istas ya estaban sentados a la mesa .

Aleixandre h izo la presentacion del periodista alos huéspedes y paisanos—E ste és un país—duo Aleixandre—de una vida

aceleran te , en que hay que consultar los m in utos yhasta los segundos . Aqu i se vive con el n udo a la

Uno de los huéspedes,un tal Sanz

,se atrevió a

preguntar al periodista sobre la impresiºn que lehabía producido Buenos Aires .

Hiz ose un leve si lencio de expectacxon alrededorde lo que iba a contestar Vi la . A]fin dijo éste

—Juzgar de momento vida tan compl eja comola porteña , es asunto harto d ificil, pero la im pre

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54 J U L I O C O L A

s ión que al primer golpe de vista nos sugiere estaU6

'3itidard“

es”

de cierto empaque de fiebre de'

oro .

—De <<pura para'da» —se '

a'

p'

resurº a d ecir'

xaódre ;—Eso es , de

' una '

presentación“ seductora , qu izá

cuiden más de l as apariencia sº

qu e del fondo"

de las

personas o cosasf = —Ni que

—fuese ust'

e'

d —repuso S anzºe fusivam ente .

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Habían quedado de sobremesa Vila , Aleixandre yVillalta

,haciendo comentarios sobre los agobios de

aquella vida porteña,cuando Vila vió cruzar la reja

de la pensión la figura de una mu jer que le era conocida . Volvió de nuevo a pasar , y en tonces acertóa recordar quién era .

Nati , la compañera de viaje .

Y pidiendo disculpa a sus amigos salió tras ellapara saludarla .

Cuando se acercó a Nati ésta hi zo un moh ín desorpresa

,y con una exclamación de alegría estrechº

la mano amiga . Ambos celebraron la feliz casualidad del encuentro .

—Cre í que no nos íbamos a ver más—exclamó elperiodista .

—Lo mismo yo supuse—di jo ella con cierto alborozo .

Y como d ij ese Nati que iba a “ casa de unos parien tes que le esperaban a almorzar , Vila se ofrecióa acompañarla , aunque se perdiese en la, ciudad .

—Sentiría que por mi culpa…

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56 J U L I O C O L A

—Buenos Aires es un tablero de damas ; no haym ás que orien tarse un poco .

La conversac ión fué animándose . Menudearon

las preguntas sobre la impresión que les hab ía producido aquella capital tan perimétrica como cos

m opolita .

—Me gusta esta ciudad—dec ia Nati—por la l ibertad y respeto que gozamos las mu jeres . Podemosi r solas con la seguridad de que nadie nos moleste

,

y si alguien se atreve a fa ltarnos , la Policía procedeinexorablemente .

—Es, además , una ciudad m uy bien asfaltada y

limpia—¿Le gusta?Como ¡Qu1en sabe ! Se conside ra

nuo,tan aisladoEs cuestión de Cuando haga usted

sus amistades— repuso intencionadam en te Nativerá cºm o le seduce el pa ís…Los dos se miraron fij amente , como si la inten

ción de aquellas palabras fuese un interrogatorio asus almas .

Pedro reparó en la muchacha , que se hallabaradiante de belleza

,y tuvo una frase galante .

—Con buen pie debo de haber pisado esta tierra ,porque al fin la encuentro a usted .

—Muchas No ha perdido usted la'

ga

Y como se hiciese una larga pausa en la conversación , Vila , por decir algo , preguntó a Nati—¿Y usted ha entrado está vez con buen pie en

Buenos Aires?—Un

x

velo de tristeza parec ¡ o nublar los ojos de la

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LA RUTA DE LOS CONQUISTADORES

herm osa'

niña , quien , pºr'

única respue€ta ,'

lanzº

un suspiro .

—¿Ha sufrido alguna con trariedad, Nati?

3 —Son cosas ín timas .

'A suntós familiares

,

Y como el periodista insistiese en conocer aquellos motivos de tristeza de su am iga , Nati le hiz

oesta confidencia—Recordará usted , Pedro , el d ía que salim os

”de

Río de Janeiro . Pues bien : desde entonces comenzópara m i una lucha atormentadora y cruel . No ha“

bra usted olvidado aquel pasajero que con tanta SO “

l ici tud acud ía a conversar conmigo . Era Mas'

grau,

un comerciante catalán establecido en Buenos Aires . Me declaró su amor , y hasta habló con mi familia , deseando formalizar sus pretensiones . Nopuede usted sospechar los disgustos que vengo soportando por mis negativas a ser la esposa de ese

hombre . Con decirle que todos los de mi fami liase han con j urado a que acepte su cariño

, y yo, porel contrario , cada d ía siento una antipatía m ás profunda por Masgrau .

Por la imaginación de Pedro refiejóse sú bitam en

te lo que acontecía a Nati con su familia ; el con stante tormento que sign ificaba vivir asediada , requerida en amores por un ser sin espiri tual idadque hab ía sido adiestrado , en una vida material deconstante fiebre y cálculo de negocios .—¿Qué le parece , Pedro , mi situacronP—i nsisti ó

Nati , con un dejo de profunda tristeza .

—¡Eu verdad que no es nada

'

¡Peroque puede decir un hombre que aún no ha experimentado la satisfacción

'

de ser alguien en este

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58 J U L I O C O LA

—¿Cree usted que _debo acep tar las i m posiciones

de mi famil ia? r, u

Y rompiº a llorar .…—¡Por Dios , Nati, no se ponga así ! ¡Me da usted

mucha,pena !

Lapareja detú v_

ose un momento al en trar en una¡

de aquellas calles de gran tránsito . E l periodista su

plicó a Nati que reprimiese _

su disgusto , , pues pod ían l lamar la atención de los transeuntes en unpais en que no se hallaban familiarizados .Repuesta de la emoción Nati , le pid ió d isculpas a

Pedro,y al fi n le di jo—Ya estam os cerca de casa de mis t íos . All í , al

final de la cuadra .

—Mañana espero verla a usted a esta mismahora—requirió el periodista .

Sentiría distraerle , Pedro , con mi ami stad—te

puso Nati , con tono sentimental .— De ningún modo ; no olvide usted lo que le d ij e

en Beira-Mar .

Y se despidieron,esbozando en tre los labios una

dulce sonrisa amorosa .

Pedro Vi la , al quedar solo , quedó sumido en uns in fi n de pensamientos inquietadores . Pensó en su

situaciºn de desocupado,viviendo del favor de su

amigo Ale ixandre , sin la _e5peranz a de Una coloca

ción próxima . Pensaba en su bella amiga y sentíaun desaliento de renunc iación hacia aquella amistad amorosa , a la que nada pod ía ofrecer .

,Veía_

transcurrir los d ías sin conseguir entrar aformar

,parte de la Redacción de un periódico por

teno . Su desaliento era grande al considerar que ,no obstante ir recomendado por Claveria , secreta

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60 J U L I O C O L A

¡Pobre Nati !— sol íá'

decirse hemos entr'

á'

do

conºm al pie en este país .

Aleixandre hacía cuanto pod ía , y le estaba m dyagradecido ; Claveria habíale recomendado a varios

periºdistas amigos ; pero la colocación , el deseadoempleo que le permitiese luchar en aquel país , no

l legaba , y Pedro Vi la hasta sentía envidia de'

aquellos compañeros d e pensión

'

que , aunque gente humilde , gozaban de un sueldo med iocre , y no

obstante , se consideraban triunfadores .

l

—Dentro de unos

)

años—sol ía deci r Aleixandrecoññdencralm ente al periodista—mi regreso a

'

la ler reta será un hecho . Necesito ahorrar , sacrifi carinepor más tiempo hasta que llegue a reun ir esa

'

cantidad que me permita desenvolverm e a mi retºrnoa Valencia .

Y pensando en el tiempo que le quedaba y en la”

cantidad que necesitaba ahorra'

r , se entregaba con

más fervor al traba jo .

Dichoso usted , Aleixandre , que puede pensar

Créam e usted , Vila , cada d ía m e parece unaño ¡Es tan triste esto ! Y aunque se gane m uéha

plata… ¿para qué sirve en este país? ¡ En cambio ,usted sabe

,allá lo que se d isfruta !

Y al deci r allá se refería a Valencia , e ideálizábade tal m odº su vida , la de su pueblo , la de toda

—Es

paña , que para él no hab ía país m ás sed uctor , nivida más atrayente que la de su patria .

Al evocar estos recuerdos , Vila se éñtristéc ía , ymás aún al reparar en lo desarmado que se hallabaen aquella ciudad , sin amistades valiosas que

,;se

i n teresasen por su suerte .

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LA RUTA DE LOS CONQUISTADORES 6 1

La única carta de recomendac ion que tra ía , parae l Directºr del <<órgano de lacolectividad» , al entregarla a este señor, le había d icho

—Aquel país era para inmigrantes braceros, agricultores y aspirantes a comercian tes . La gente depluma , los que de la int eligencia ten gan que vivir , lo harán mal , pues de éstos era poca la dem anda y mucha la concurrencia .

A cada buque que llega se me presenta un periodista español recomendado , figúrese u sted .»

Y salió de aquella entrevista m ás decepcionado

q ue nunca .

Pedro Vila sentía un desalien to extraordinario alpensar en la inuti l idad de aquella vida extraña asus . sen tim ientos . Un pa ís com o aquel , en que lostriunfadores eran los estancieros , los come rciantes ,los traficantes ; una vida como la argentina , que sedesenvolvía segú n la demanda de sus productosagrícolas o agropecuarios ; en que los g randes negoc ios ha bían quedado reservados a los enque los impulsos progresivos de la nación depend ían de los empréstitos exteriores que se h iciesen ,y en que la lucha individual de los que llegaban see steri lizaba contra la potencialidad económica ad

quirida por unos cuantos que contaba n en su ha

ber muchos años de permanencia en el país .

Mal había hecho en dirigirse a aquel pa ís deagricu ltores y Pero , ¿qué remediole queda ba? De haber demorado un d ía m ás en España , hubiera tenido que i r a parar a la cárcelY aquel artículo que le habían denunciado , <<La

fuerza bruta» , ten ía algunos años de celda .

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ºz J U L I O C O L A

H u“ r

. la idea se me ocurre- di jo Aleixandre al pepara e

'

sp'

efanz arle un tanto .

Y como viera'

que Vila clavase fi j amente la mirada en e l ºregénte del <<órgano de colectividad» , es

perando que éste expusiese su idea , Aleixandre séinclinº a coger un diario , e hizo una más largapausa

—Vea , Pedro , lea usted esta noticia .

*E l . p'

eriodista leyó en voz alta<<E l xnove lísta Martin Yáñez ha regresado de Chile…

por el trasandino .»

—¡Eurek a ! - exclamó Aleixandre .

—¡Providencial !—repl icó Vila .

Vaya .usted ¡ a ; Expl íquele por qué ha .

salid,od

tu sted de Y si Martín Yánez …qu ie-x

º

¡Es tá—usted colocado !Y; com º.movido por un resorte , Pedro Vila ¿se le

vantó ; ,d ic iendo z

Ahora m ismo ! q.

,

.

Salió* del <<Rinc de la terreta» a gra ndes zan -vt

cadas , como s i de la rapidez de su m archa dependiera

,el

,éxito ,de su entrevista .

—La .úniea esperanza estaba ¡ cifrada…en a quellavrs1ta—iba diciéndose el periodista…Y wMartín cYá-ºae

ñez no me desatenderá al considerar mi situaciºn déf¡ pexpatriadop ersegu ido

'

pol íticam ente . Martín Yáñez ,aquel tribuno

,que tanto hab ía enardecido a las ma

sas con su verbo cáli do y arrebatador ; el noveli sta,i nsigne que tan ruidosos éxitos había conseguido ; 9 _

el con ferenci sta notable que tan extraordinaria acc qgida le había dispensado el país ; el fundador de Yaquella tr1buna

,p en odrst1ca valenciana , de la, que ¡ ,aél hab ía salido , no podrá negarse a atenderme .

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LA RUTA DE 'LOS CONQUISTADORES 63

Con tales refl exiones hab ia llegado a la Avenidade Mayo, frente al gran Hotel iberia , donde se hos

pedaba el m signe”escritor

Un m omento estuvo dudando , hasta que'

al fin

traspas'

ó la puerta del hotel , y dirigiéndose"ál por

tero le preguntó por el novel ista .

—No sé si estará-º- repuso éste, con un tonode m

ferenc ia .—Un momento : ¿A quién anuncio? Y pqr;

teléfono preguntaron S l pod ía récibirle .

Aquell'

o'

s minutos de espera¡ fueron para Vila

inquietantes , angustiosos . ¿Se negaría a red

Pero el empleado de l hotel'

se'

dirigió al p eriódista

,e indicándó le el ascenso

'

r“ le di jo

—Primero,pieza 6 .

Pedro Vila respiró . .

—Pase , pase— dec ia desde dentro'

el novelista a lllamar Vi la con los nudi llo s en la puerta .

Y entró en la habitación,recibiéndo le Martin Yé

nez afablemente .

—¿Cóm o por aqu í?… Siéntese .

Y Pedro Vila relató los azares de su hu ida de Valencia em pocas horas

,en el primer buque que sa

lió de aqu el puerto . Lo mismo pod ia haberse d irigido a Buenos Aires que a Liverpool , que al Havre ;pero n i en Inglaterra n i en Francia hubiera encontrado alguien a quien d irigirse .

—Ha l legado usted oportunamente,Vila—di jo

con cierto optimismo el escri tor pues embarcopara España dentro de unos d ias

,y antes trataré de

colocar a u sted . Venga a verm e esta tarde .

El periodista , al oir aquellas palabras , experim en

tó un escalofrío de emoción que le llegó al alma .

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6 4 J U L I O C O L A

B_g,eve fué la entrevista ; pero Vila , desp ués de la

grata nueva que hab ía recibido , necesitaba sali r ala calle a respirar l ibremente . Un m es de diarias deccpc iones y angustias habian apocado su espíri tu ,

yahora , al recibir esa halagadora esperanza de labiosd e aquel prohom bre , de aquel conquistador moderno , bien merecía mirar con optimismo la vida .

Y salió del hotel ; a grandes zancadas retornó al<<Rincó de la terreta» , donde Aleixandre y los huéspedes esperaban con avidez la llegada del period ista .

—Señores- di jo al entrar he visto y he hablado con .el ilustre

—¿YP.

—preguntó

º

con avidez Aleixandre .

—¡Hoy creo en Dios !

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La Redacción de Gestos y M uecas , la revista m ásimportante y_ popular de Buenos Aires , daba unac omida íntim a de despedida al i lustre Martin Yé

ñez , con motivo de su próx imo regreso a España .

Cuando Vi la fué a visi tar al novelista , éste led ij o

—Venga usted esta noche al banquete; puede u sted venir como mi secretario , así irá conociendo alos periodistas argentinos .Pedro sintió gran alborozo al ver l a d istinción el

interés que le d emostraba el escritor pai sano . Todoe l dia lo pasó pensando en el fausto suceso que enla noche le All í podria codearse con laplana mayor del periodismo porteño , con aquellaRedacción tan celebrada por el gran público , lec tora siduo de la p0pu larisim a revista . Toda la planamayor de la prensa alli estaria , quizá el novelistahablasea alguno de ellos para que intercediesenacerca de algún director de d iario y se colocase .Cuando comunicó a sus compañeros del <<Rincó

de la terretá» , el fausto suceso que se le esperaba

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66 J U L I O C O L A

aquella noche , todos lo celebraron , dándole palm aditas cariñosas en la espalda .

—¡ Eso si que es entrar , amigo , con buen piel…

—¡Ser presentado por aquel grande

¡Qué m ás se podía pedir !…Y Aleixandre , j ubiloso , dec ía—¿Qué tal m i idea , Pedro? ¿Era 0 no acertada?

¡Usted l legará , vaya si llegará !Pero de pronto recordó el periodista que estaba

mal de ropa , que el lustre de su traje gris no res

pondía a un acto como aquel , n i menos era paraacompañar como secretario a tan notable hp m bre .

un pais que se viste tan bien y que hasta

trajean como señores , ¡ cóm o iba ¿l a

presentarse de aquel modo !F

Aleixandre coincid ió al puntoen lo mismo .

º '—NO estaba bien que acompañaseal ihsigrieº

no

velista con un traj e deformado y con lustre enQlbs

codos .

w

Hab ía que solucionar aq'

uello… ¿Y cómo? ¡Ah ,si, se me ocurre una idea práctica…

Usted Vil lal ta , tiene tra j e negro. Quizá levenga

'

bien a Vila . ¿Por qué no se lo prueba , Pedro?

Efe<:tivamente , fué a la p ieza de Villalta y se metió el tra je que le brindaba su paisano ,

v cual no

sería su júbilo al ver que le sentaba admirablemente .

—¡Todo sale a las mil m aravillas l—no pudo me

nos de exclama r Aleixandre .

—Nó vaya a hacer tarde— repuso Villalta .

Y'

cOm o consultasen lds relojes , bonvinieroh losM “

!presentes en que

*ya era hora de parti r.

d u º

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68

n del hotel , y con el auto que les espera

a l » U ¡

eron a'

¿Glestos y Mue

_

cas . Como endía de

conm em oracrones patrias ,!

el edificio permanec ía“ i ..

¡Bares de bombillaseléctriéas.¡En

central hOndeaban las batideras argentinaa . A l

'l legar al zaguán del ed ificioRedacción que había salido a reciCariñosa demostración

numeroso públicedifiCio de la popular q iáta a qué

se debía aquel festival. PrO'

n

'

to

c '

cor de qUeera Martin ñez é

_

l agasa ¡ ado .

r l 13 l l i l r ( t :

El novelista , con una afectuosidad_ propia de ca

das , i ba estrechando las¡manos dg“ los p_re

xteto de zinganos m terpretó ey la marcha Real Española al enen el salón destinado a serv1r elmesa , en forma de T , fueron tomala Redacción literaria y artística . A espa

del novelista figuraba un gran escudo argentino conlas dos manos entrelazadas ; una con disti n tivo es

pañól y OtraCOn argentino ,parecia presid irel acto .

En la mesa se levantaban detreého en“

trecho figurasdas a pluma , i nterpretativas de los m á s fa

m osos persoriajes de las novelas de Mart ín Yáñez .

El tarjetón del m enú lo consti tu ían vistas tomadase l diade su llegada . En la lista del m enú figurabanlos platos con los nombres de las obras del i lustreescritor .

'

Mart in Yáñez no pudo menos que celebrar consentidos elogios aquellas m uestras de ingenio y dea fecto .

…1

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ALA RUTA DE

!¡fos CONQUISTADORES

animada s dono¡ dad

Vi la —en tre esr á

'

cuaenos es

rñef , sino el e

;

r

'flos otros ,

m e'

nsíales

'

estánm ás atentds al plafo que al

que'

lesíirºis

'

pira_:elMartin Yáñez ,S

Su derechaal d irector l itera rio , doctor Garcia Sol ,

'

y asu izquierda a l'

art istico señor Bao .

La comida se hizoº li

a'

rga ; mas que ba'

nquete fuéun motivo de reunión ín tima con el

'

novelista.

el Champan piº

odú jose un sise0 deespectación . Levantóse el doctorGar

'

éia Sol,

'

c_

alóse

sus lentes de carey , y sacando del bolsillo de su c'

o

rrécto chaqu et unas cuartil las , comenzó su leétdra ,

ofreciendo el acto'

a Mart ín Yáñez en correcto lenguaje castelarino .

Habló al“ cont inuación el artista Bao, quien matiz ó su corta perorata de m geniosas donó suras , quefueron celebradas del aud itorio .

ó'

desº

pu'

és Briñas, en nombre de los'fot

ó

Al levantarse a hablar el novelista fué obsequiado '

cOn una cariñosisim á ovación '

.

Martin Yáñez,en tono suave y fraternal , corrí

'

én

zó demostrando su grati tud ( pór aquel intimá horhenaje q ue se le tributaba .

Tuvo'

per íOdos felices , de Imágenes be llas , magistralrnentt_

ºí evocadas, trazadas por un hombre maesl

tro en: talestorneosorator10s .“

J

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70 J …;

"¡CU L

tlmºb .

'

CK

“ L AATUñ A . !

_

Y, guandp m

chaba , al relatar; la pe

próx1m a

'

partida ,4<Mientras

de vosotros ,podté

_

d ejar .<<A hi tenéis a m i secretario , un se

ha formadoen m i periódico levan la,

que s i lo adm i t ís en vuestra amable cofmpañia será

un, ,compañero m ás dispuestb a sacrificar siempre

sus más,ju ve n iles entusiasm q s pjor ¡ /

Ge¿tos y Mue

cas .

Una entus iasta ovación ahogó, las ú ltimas palabras de l homenajeado .

Tan inesperada presentación produ jo un escalófrio d e emoción honda al tanto

,que es

tuvo a punto de sentirse deHizose una espectación y acto seguido se l evantó

el doctor Garc ía 8 01, quien , con su autoridad de director

,dijo :

—Queda admitido Pedro Vi la como redactor, de6 63 103 y Muebc

_

ts .

Y re pitieronse los aplausos .

El pe riod ista , no repuesto de la emoción , tu voque agradecer en breves palabras la distiución in

merecida de que hab ía sido obj eto .

Y a si i nició Pedro Vila su carrera period ística enla gran urbe porteñaAquella noche, la más memorable de su corta

vida argen tina, no pudo concil iar el sueño , tal era

su estado de emoción Al borozado por ,tan

'

halaga ídora notícia , sentía se ya miembro de aquella Redac

) ¡ t f j

c ión , tan envidiada có m o requerida por los perro

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LA RUTA DE LOS, ,CONBUISTADORES 7)

un pensam ipp,t_o de recordación tuvola que i ría a ver tan pronto tom ase po

para hablarla con un tonp_

dp

Optim ismo que mucho habría de alegrarle .

Al dia siguiente, después de despedir, a MartinYáñez en la dársena. Norte , dirigióse a Gesto, , ,y

M uecas , dispuesto a comenzar su labor periodíst ica .

Presentóse al Di rector , y éste , con voz pausada ,como hombre que se escucha , tan característico entre los doctores del pa ís , le habló de

'

e ste modo :

_

K

3—Í-Usted , senor Vila , ded icara sus actividades y,su talento a la in teresan te tarea dehacer reportajes .

Motivos sobrados hallará usted en la vida porteñapara aderezar sus notas period ísti cas . Prefiriria laDirección crón icas amenas, repo rtajes pintorescos ,asuntos de cierta o riginal idad . Ya el secretario deRedacción , señor Robledo , i ndicara a usted el corte que hay que dar a esa ; c lase de traba jos .

Vila pasó a ocupar el escritorio que le indicó Robledo , dispuesto a recibir las inst rucciones de éste . .

Pero Robledo l lamó a Ortigosa,r edactor

,encarga

do también de hacer reporta jes , y a ambos les di jo

que se pusieran de acuerdo .

Era Ortigosa un j oven , español de nacimien to ,pero de educación crio lla . Llegó al pa is cpahdocontaba d iez años , y por su acento y modo de sernadie lo supondría s i no argentino .

,

—Si usted quiere , amigo Vila , pronto le imos trab ajos . Vea usted, aqu í tiene lasi último reportaj e . Basta que usted seao deD . Martin , a quien

,,

tanto admiV I ¡ "

ro , para que gustoso le oriente en cuanto pueda

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7 2 J UL1 0'

C O L A

Y tras un largo cambiode impresiones sobreaquellos motivos que podrian ser. de gusto

'

de laDirecc ióny de aceptacióndel público de la revista ,Vila ºptó por hacer una nota que podría llama rse<<La vida en el matadero» .

Vila salió de la Redaccion rebosando Opt imis'

mo :La labór que se l e encomendaba leera fácil , no hallaba m ás dihcu ltad que su desconocimiento de lavida criolla , de sus palabras tipicas , los lunfardism os ,

las expresiones exóticas que habían tomado carta deciudadan ía , y que él ignoraba ; pero ante ese temorall í estaba su compañero Ortigosa

,que se le había

o frecido incondicionalmente . Y con estos pensamientos fuese por lo céntrico de la ciudad deseosode respirar a pleno pulmón el ambiente m etr

'

opo

l i tano , l ibre de preocum ciones .

La vida de Buenos Aires le parec ia“

áhorá m as i nteresante que a su lleg

'

ada .

Caminó por la calle de Florida , en la hora_

de“

la

tarde que está prohibido el tránsito de coches , po rque en ella se da cita lo más '

distingu ido de la so

ciedad porteña .

Laconcurrencia era extraordinaria . Se hal labarebosante de muchachas

,niñas <<bien» q

'

ue lucian'

trajes deslumbradores. E l l ujo de aquellas gentesno dejó de im presionarle . Realmente era asombroso ver cómo gastaban aquellas n iñas , qué presupuesto extraordinario tendrían que hacer su s fam il ias para sostener sus caprichos de ropa .

Y viendo a tanta muchacha atrayente y seductora , no pudo menos que caer en el recuerdo depobre Nati , de aquella encantadora paisanacorazón y espiri tualidad , que viv ía una vida de

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LA RUTA DE'

Los couoursu ooaes 73

contrariedades y de amarguras .razón se inundaba de sentim en

arrepintiese de aquella d istgozaban sus ojos . Y como si ello fuesesin darse cuenta , de aquellas gentes , absorto el pensamiento en su bien querida Nati :

Camino al aza r, por una y otra calle , ccomo si

fuera a hablarla al paso , sintiendoque ya nada led istraia

,es más , le molestaba tanto tráfico,y hasta

las miradas de los franseuntes , al fijarse en él pare

cia como que le interrogasen sobre su abandóno

moral .

—H oy que deberia estar m ás satisfecho quenunca —se dec ía— siento en el alma una pesadez abrumado ra . ¿Sera esto el síntoma de lo mucho queme interesa Nati?Pe ro quizá su encantadora paisana ya no le per

ten eceria . Indudablemente que su familia habriavencido la resistencia de Nati a admitir como esposo a Masgrau . ¡Quién sabe…Y desalentado en su s esperanzas , absorto en tan

ta duda y preocupación , i ba hacia el <<Rincó de laterreta» , cuando al cruzar la calle de Lavalle , ¡Ohcasualidad ! advirtió a Nati .Como si temiese que aquello no fuese realidad ,

apresuró el paso , y ya cerca de ella la llamó por sunombre .

Al estrecharle la mano sintió un escalofrío deemoción , y al verse , frente a la n iña, renació suºptim ism o viéndola tan bella y seductora .

—Cuanto que he pensado en u sted Nati,desde

nuestra última ¡Han pasado tantascosas !

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73 J u n i o) qoc» ¡

—repusoella con i n certidumbre .

fortunadamente !

¡celebroside hoy me tiene usted de redactor deGes

Los ojos de Nati se ilum iñaronde ¡ ubilo al conocer la grata nueva .

1

Laconversación siguio por los c auces de un Op

tim ism o fortá lec iente , sin el pe51m tsm o de otrasveces .

Ella también se hallaba más satisfecha , pues había conseguido varias alumnas de piano , y aquellºla dístra ia de preom paciones y sm sabores fami

'

liares .

Desde aquel momento quedaron ci tados para verse todos los d ías , all í en aquella plaza , y distraersus vidas , entrañas a aquel ambiente

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76 ¡ u n o c o n .

m ás , por lo que habia visto , a ll í los directores ded iarios lo eran todo , mien tras la Redacción viviaen el m ás cam pleto anónimo ; no se ñrm aban reportaj es

,n i crónicas , n i secciones teatrales , n i depor

Los redactores eran con siderados como em

p leados , igual que los de la Administración y talleres , aunque peor retribuidos . Asi que cuando un

redactor perd ia su puesto y ten ía que sol icitar entrada en otro periódico , se le tomaba a prueba , so

m etiéndole a una especie de examen previo . Ciertamente que aquel pa ís

,no obstan te su gran <<para

da» , no era para intelectuales , sino para medes , comerciantes , ag

ricultores e industriales .

z órl tff_vo Mart ín Yáñez cuando le oyó deci r : <<Eu

ví ! v teste pa is hay que sentirse , mas que novelista , hombre de empresa , de negocios , si uno qu ie

lre que le

cónsideré n . . ¿Y qué pen saria su ilustre paisano, ,

cuangdl

o'

le di10 que <<a su vuelta haríanAbstraído se hallaba en estas refl exiones cuando

entró Ortigosa , y dirigiéndose a su i

la mano , al m ismo tiempo que se iluminaba el'

rostro de satisfacción .

—Una buena notic1a,m 1 am 1go… Manana em

pez arños en E l Lábar,o Ya sabe usted, conv1eneque preparemos algún original .Ortigosa profetizaba al nuevo diario espléndida

vida . Había plata de firme . S ería un póiiódico sensa

'

óio'

ria l, de actualidades gráfi cas asombrosas ,

intención p'

o_

l ítica r'

naqu iavélica , de“

préseritº

ác ióntistica i rrep

'

rochable . El dueño, u ri ta

_

l Vinaz'a

, h”

bia rém atado una fi nca porsólo para que el d iario fuese tiranddfpero

ӎstaba

1 5 Q “ p g t ¡dispuesto a sacrificar toda la plata que fuese

'

necesi

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LA RUTA DE LOS cououmn nó RBS

l d irector , asi como le_ve ,

des un <<t

_

igia esperarse de Otapiéff t a ll frente la

por él inspirada.

$º'

s

dempr

m en , los anunciantes le solici tan ; es , en fin , el hom

btºe?.íe vº”“ Durante

'

todo el d ía¿O rtigosa y V*i1

a río hablaron

dé b tra cosa . I'ía única preocupación era E l Il

"

c_

íb'

a

ra; que al“ siguiente d ía iba aparecer, “ y del ºque

se hacían entre los profesionales cóntradic torios co

m'

ehtarios .

9”Ba Redacción de E l Lábaro aquella noche se 'Vió

condurt idisim a de amigos y period istas . Querían verel

'

prim er ejemplar de aquel gran rotativo gráfico encolores que pretend ía <<pisar el poncho» a los demáscol egas .

…E l h echo de ser el p rim er núm ero h izo andar decabeza a todo el personal , Había comenzado el ¿ arm ado» de páginas , .y casi todos los redactores se halla;ban en los tal leres . Ya hab ía comenzado la este

_

rotipia y algunas formas se i ban- colocando en la

m áquina cuando el Adm ini strador del periód icom andó traer unas botellas de champaña para celebrar el fasto natalicio , bautizando con un brindisexpresi aparición de E l Lábaro .

e , el número , salvo c iertos detallescción ,

¡

resu ltó espléndido Mereció unáni

m es elogios de los redactores y amigos .

Era de madrugada . y el director y propietario invitaron a la Redacción a tomar un ágape eri la

aAm istad» , bar en el que se reun ían periodistas deo tros d iarios terminadas sus tareas . All í hubo brindis , comentarios

,

halagñeños y hasta hú rras a E lLábaro .

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w A'

1 UH A J

J U L I O C O L A

nera t

,“ g

h tu 5

, nº…—Es necesario que ustedes , los encargados dese;portaj e _

e informaciones de a ctualidad, ,se dej en dey N ada literario ,. nj ,me,ng f9

art ículos largos, que nadie lee… Hay que i nt…al lector con muchos suel tos , aunque se “ m acanjeg»

mucho . . E l periód ico ha gustado por…su, pgese%ción , pero lec

_

tores, Hay que m eterse

c on, los Bancos, .la Bolsa , laS ¡ grandes rem presaspdgnegocios, y volcar sobre las galeradas del, periódjqq

Usted , Vi la , ahori ta mismo se pone en campañaVea ; entérese de; esta

-

carta .y vaya ¡ en busca tde. esa

señora para :quede exponga cuan to le hau ocurriá e sEsé:sucesoxpú ede l evarttar a l

º

periódioobq s .: <<obsm

Pe dro Vil“

a7enteróse'

del cº

óntenido Ide'

la*carta as'

é

se le había“

entregado. Den'

unciaba'

al periódicoquehabiasido víctim a de la $ ustrac

'

c ión de alhajas del acaja de Caudales de un banco , habiéndosele pues

'

tootras ' iguales , pero falsas . Firmaba la"m isi va Zul€ma Ortiz de Zárate . S [c Azcue

'

naga .

'1 345

' “ ¡º

Acúciado por el i nterés qué“

despertaban álinéas , Vila encaminóse hacia la casa den unciante .

"3…l a€g

. (r

rate el periodista di j o que iba en nLJ l

º)

ba ro¿ H M e

" "m r m io

—_

Pase usted , no m as7dijo la mucpggpa

—qqe

voy' ¿

a avisar a laseñorita…Al poco rato comparecióla Ortiz de Zárate , una

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”J 1 L

LA RUTA DE LOS CONQUI STADORE S 79

“finidaº"

mlu1új

'

eri

énvuelt'

a"

con tin.

batón lila , recamaado

da blanca .

1 gw :

qal periodis condujo

tj n gabinete intimo a coqueteríal

Pedro Vila estab a em ocio ante la¡ex

_

traórdi“

naria belleza de aquella niña .

- L “ U ! º f ” ":Í L'

. De cut is ligeramente sonrosado , esbelto cuerpo,

labios de grana , cabellosí rubios , dientes alabastriazul esmeralda envuelto su cuar

batadóra.

'

Aqtíella estu3e ¡de ojos perversos y fa 8

cinantes le hab ia

Recordó la profec ía de Nati , y al evocar su s ppalabrag.sintió una la'

stima ,infinitapon su paisana , que ,

comparada con la criolla , palidecían en' encantos .

Efectivamente , la campaña contra el Banco habiahecho aumentar la tirada de E l Lába ro , y el d irector satisfecho de Vi la , cada vez que le entregabacuarti llas

,l e deci :a

—¡Es usted un tigre , m i am igo ! ¡Déle , no m ás !

Y Vila , seducido por los encan tos de Zulema ,m ás animado que por las palabras de alien to de Otamend i, escribía y llenaba , diariamente , columnasde E l

—Mira , ché— le decia O rtigo_s_a—7 vos sos la salvación del d iario . Otamendi está satisfechisim o de tutrabajo . Pero, ¿no te la darán enVila no comprendió el significado de aquella pa

la¡rl

á…y

'

ín'

s iqu iera pensando só lo enla gran satisfacc ión que le

'

producía su trabaj o periodistiCo a la hech icera criolla .

Lo que le in teresaba era , que aquella campana

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8 0 ¡ u n o c

'

b r al )

'

4 s i

durase mucho , pues con ese pre t exto diariam entevisitarla a Zulema.

Y pa saba las horas extasiado en el recuerdo deaqu ella hermosa niña queagradecida por sus delen

º

Sas periojdisticas , cada vez le recib ia con mayor agra

do , con más simpatia .

Su última e ntrevista hab ia sido lamasbiále i nvitado a té , y la c

'

onversación habt ado por derroteros intim o s .

—Me gusta vivi r l i bre , completamente li b re dea taduras Por eso no me he casadoLe ten go un horror al matrimon io , a losmaridos celosos , a las preocupaciones doméstica s Soy m en

dóciha , nacida en aquella fértil tierra de los Andes,

y*no he podido soportar la ciudad de mi cuna

por no sufrir las preocupaciones social es.

BuenosAires es otra cosa , Buenos Ai res con su

c osmopolitismo , es Aqu i nadie sabede la vida del vecino , nadie comenta lo que una

hace , ¡ hay en tanto que La ciudad grand e o el campo ; Buenos Aires o la Estancia , son m is

dos i l usiones…Yo , cuando me fastid ia mucho la ciudad , me lar

go a la All i monto a caballo , persigo alas avestruces , echo el lazo y derribó algún potrillo ,arreó a la tropa . En el campo me siento aún m ásfeliz que en la ciudad .

Todo esto le dec ía con tal desenfado , con una

*voz tan dulce y con un matiz criollo en el acento ,

que solo de recordarlo se sentia conmovido el per iodista ,

—¡Si consiguiese ¡Si me familiari

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LA RUTA DE LOS CONQUISTADORES 8 1

:zase con aquella ¡Zulem a va lía m ia -lo

Y, con estas refl exiones l legó ; a'

¿ casa . de.

-laa-crio

lla cómo de costumbre. Pero esta vez la encontró ;

t riste , con un sem blante que—¿Le ocurre a usted algo? —se atrevió a int erro

"'

U

Tras un instante de vacilación , Zulema—replicó

c on ,cierta pesadumbre .

—¿Y , a u s ted?—No com prendº—Q

,uizá .mañana comprenderá usted el motivo

d e m i ,tri

_stez a , ¿ sabe?

Por m ás ,q ueº

insistió Vila , l a criolla contestó ,con

e vasivas ; ñngo. ,despreocupación …y estu

'

v'

o reset*vada .

PedroVi la s alió cabizbajo y pensativo de aquellacasa en la que hab ia entrado m om entos

'

antes lle—xno de un ºptim ism o halagador .

¿Qué le habría ocurrido a Zulema , para habe rexperimentado cambio tan brusco? El dia a nteriortan comun icativa , tan amable , tan dulce , y , ahoratan reservada , tan Cuando él habíac re ído haber conquistado su con fianza su s ú ltimas

p alabras le denotaban todo lo con trario .

Y l legó a la Redacción de E l Lába ro, y de maltalante comenzó a em borronar cuarti llas

, pro sig uiendo su campaña contra el Banco .

A poco entró Ortigosa , y acercándose ca'

utelosamente a su compañero , le d i jo con cierta reserva .

—Tenemos que hablar Vila , ahora mismo , peron o a qu í , v le hizo señas para que le siguiese.Lo s dos periodistas abandonaron E l Lábaro .

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8 2 1

. 5.u 1. t o C O L A J"

u —Vamos a un bar que no tenga gente.

"f º

Y caminaron un par de cuadras , hasta dar con

una especi e de boliche , con m ás moscas que parro¡ 1 1

( l º

t“

—¿Sabes lo que

'

ocurre , m i ¡amigo?oVilaºmovió la cabezaen form a

'

negativa .

—¡ Cómo te veo tan triste ! ¡Cre í que habías nó

Pues… ¿que acaba de a tranzar»'el per iódico?

—¿Te enteras?

—¡Tranzar… ¿En qué? No le entiendo

- Pues m ás claro ; q ue se ha acabó la campañacontra el Banco ¿Me comprendes ahora?

Eso no pu ede ser . Y no será—ex

clamó colérico el period ista levantina .

Ortigosa sonrió benévolamente .

—¡ l)lo “

fte rias , Ortigosa , que no será !—replicóiracím do -Vila .

—Escuchá, mi amigo . dejame MiráOtam end i , te fel ic itó ¿no es cierto? PuesEs ta tarde han dado el golpe… ¿Com prendés?

di jo cón i ntenció n .

- ?Y q ué?

—¡Pé

'

ro no seas miY como arm andose de paciencia Ortigo sa co

m enzó de nuevo diciendo .

—La campaña que vos segu ías , lo que menosimportaba a la di recciónera que triunfase el perió'

t J J

dico .

-v—No lo

El ' ñn '

que se p ropuso -Ot'

amendi loestaba con

'

siguiendo , y era, que se alarmase el d irec

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C O L /A ..

P.onsu im aginación pasó el . recuerdo .dcrsu ; ú ltim a t

entrevista con Zulema , lo que h izo aum entar. su £ ón i

lera . Indudablemente que aquello no podía quedarasí . Necesitaba hacer algo sonado , su rno .le dabauna explicación O tamendi de lo ocurrido . ¿Perº

qué…explicac ión podia , darleñaYí»si se la d iese , ¿quéactitud deberia asumir? Vila cayó en un caos de.te rfl exiones, sin que se le dibujase 'una .solución .te lata ,

—w .m ….

Salió del <<Rincó de la terreta» , tsin .habersqpu esto de acuerdo con sus pensamientos .N aciland0 estuvo , si _

i r a ver a Zulema, para descargar ; el .pecbo

de tanta ; pesadumbre ; pero no era“ aquella hora la

indicada , puesto que ella le recibia ; de tarde . No ; ,

debo buscar a Otamendi al . director aquel que 'le

habia hecho juguete de sus Ah , si… Or

tigosa ¡me entera rá donde vive , y antes .de que visite a Zulema ya me habrá dado u na explicación .

En Gestos y M uecas encontró a Ortigosa,y le co

m unicó su s propósi tos .

—¡Déjate no más de,

No te dará ex

p licación No ves .que mo_

hay costumbre . El ' dírector manda unosempleados sin derecho a op inar .

—Pues me iré a otro periódico a proseguir m icam paña .

,O rtigosa sonr10 .

—¿A otro periódico , decis? Y por única contesta

ción se avalanzó a una mesa central para recoger losd iarios del dia . Los puso en orden y fué abriendolos uno por uno .

—Mirá , mi amigo . ¿Qué quiere decir ese aviso ,

de l Banco , de media página , aparecido hoy en todos

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LA RUTA DE LOS CONQUISTADORES 85

los diarios? Pues que guarden silencio . Comopara que vos les propongas la—Luego aqu i, como ciertos periódicos de Euro

pa , viven . .

—¡Pero , mi amigo , ahora te enterás ! ¡Aqu i a cal

deradas l

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Al l legar a la Redacción de Gestos y Muecas se

encondró Vila con una carta . Miró al sobre , y no

reconociendo la letra la abrió con apresuramientoy leyó :

<<Mi familia me hace la vida insoportable . Desdenuestra última en trevista que no me han dejado sal ir de casa , y ahora , para colmo , me alejan de Buenos Aires . Marcho al Paraguay , a donde va colocado mi hermano a la sucursal del negocio de Mas

Si desea escribirme puede hacerlo a Asunción , Li sta de correos .

—Na ti.

Pedro sintió un escalofrío de emoción por tantocontratiempo .

Con Nati , la atormentada criatura , no hab ia pod ido hablar m ás ; Zulema , desde lo ocurrido conE Lába ro , hab ia desaparecico de Buenos Aires , sinduda habria marchado a su estancia

,si n d ia

rio , sólo dedicábase a hacer una infor n semanal para la Revista .

Poco tiempo llevaba en Buenos Ai res y , no obs

tante , su existencia ya habia sido amargada .

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LA RUTA DE LOS CONQUISTADORES 87

Cuando m ás abstraido estaba en estos recuerdos ,fué l lamado por el Doctor Garcia vSol, quien le no t ificó lo siguiente—Señor Vi la , ¿quiere usted hacer una gauchada?—Usted dirá, Doctor . …

Había que marchar aquel dia para Mendoza yhacer unas informaciones sobre los vi ñedos mendoc ¡ nos , ,

la elaboración de vinos ; la importancia vinatera de aquella provincia , etc . , etc .

Era asunto de varios días , pues en cada n úmerose iría publicando una informaci ón ilustrada .El periodista d ió su conformidad no sin experi

m entar un hondo alborozo . ¡ Salirº de Buenos

Aires , en aquellas circunstancias , que m ás pod íadesear !

—No hay que perder tiempo , '

p uesto que el tren

sale dentro de un par'

de horas . Acompañará a u s

ted,el fotógrafo Briñas

,así que pasen por la Admi

nistración a recoger el antici po para los gastos .

Y l os informadores de Gestos y M uecas , salieronde la revista para hacer ¡ sus preparativos »de via je

con la premura de tiempo de q u e d ispon ían .

—'Una hora después“

Vila y Briñas se hallan 'apo

sen tados en un compartim en to de l tren qu e :- sal iadela estación del Pacifico para! Mendoza .

Pasaron al coche restaurant , y mientras Briñaspedia unos vermouths , l e di jo su a migo :—En este viaje, mi am igo ; si no somos

podemos sacar m u cha plata . … a

— repuso escamado Vila—;Pues , veras Ap rovechando el viaje…para ha

c er…otras . i nformaciones para d iarios de'

Bu enos

Aires .

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88 J ;U L I O C O L A

-:Crees tú eso .

—Y tan lo creo , como que n o vam os ' a Men'

ddza por gusto de la D irección , sino la pedido de

'

la

Asociación de vitivinicu ltores a.Ges

'

to y M uecas .

Mendoza sufría una crisis terrible conlaenorme cosecha obtenida de vino…Hasta las calles se

'

regaban

con; tan -»herm oso l íquido . y , no obstante , el ex

ceso de producción era tan grande,que val ían más

los transportes que la cosecha . Los bodegueros ; éstaban interesados , en que se hiciese propaganda delmal estar de Mendoza, y asi como pagaba

'

n in iles depesos a Gestos y M ueca s , de igual forma abonaríanlas i nformaciones que en otros periód icos se publicasen .

Pedro asentía a las palabras de su compañero ,mientras que reconcentrando su optimismo pensaba en que <<aquella enfermedad del negoci o» hab íacontagiado a todo el país , presentándose en el protoplasm a nacional con caracteres agudos e incu

'

rables

—Está bien Briñas , repuso por no contrariarle .

Por ser el primer viaje que emprend ía por la Arentina . Pedro no perdía detalle . El tren caminabaa una c eleridad vertiginosa y el com edor, como si

ti o de tertulia , se hal laba concurridísim o de v iaj eros . Las conversaciones que m enudeaban en aquelsalón

,versaban sobre ganadería y viñedos , y algu

no que otro ocupábase de pol ítica .

El periodista se sentia cada vez ! m ás '

extranjeroentre aquellas gentes heterogéneas ; algunas hablaban

.un :castellano'

macarrónico , denotando en loavanzado de la edad en que tuvieron -

que'

apren

derle

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LA aura”

sa ¡ ¿Os lCÓN'

Q'

Ú I'

STADORES 89

Llegó la hora -de 'la comida y t'

odá$ 'las mesas delrestaurant sel lenaron En ¡un extremo del sa lónadvirtió Pedro que había tomadoasiento

'

una joven

que no le era desconocida y pugnó por recordardónde ! lá ¿ habiá visto antes ! Ve5tiá

'

corí í 'basw nte

—lu jo ¿pero"

.¿con una elegancia improvisada. Sifs

m odales, sus gestos ,ºno eran m uy propios' para la

r iqueza de sú*tra'jeí n 8 u <<toi letté» no estaba hecha

por una señori ta acostumbrada a estos'

menesteres .lbaaconipañada de im joven, pero éste perm anec ían—de espaldas :( l omo advirtiera

'

Briñas'

que su compañero sefi jaba m ucho 5e n la niña , le di j o en tono de confianza.

—¿Te gusta lá m orochita?… ¡Rica papa !

—Es que creo pero no acierto a tecordar dónde la he visto .

—Quizá en el ºRoya l o el Casino . Tiene"tipo de

artista o de g z'

ranta .

º

Y como se volvies'efel que'

estaba con el la , al punto lo reconoció Briñas .

Debe ser su hem britá .

—¡Ah , s í !—repuso Vi la—ya sé quién es ella . La

andaluza del barco…Efectivamente : aquella muchacha eraíla

'

quetanto

quehacer había dado a la oficialidad del“

Cádiz,.según expresión de Ramírez .

Valiente <<rana» e s' el que ¡ l a a

'

cofn paña_

exclamó Br iñas—Bienque'

explotará a lata» . Irá , sin d uda , a hacer negocio

con“

algún bodeguero . . . ¡ Es una fi ja !No obstante las miradas de Pedro

,la andaluza

fingió no conocerle .

H ubo una larga pausa El tren“

segu ia devoran

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go J U L_

¡ 0 c o r a

do en ,vertiginosa marcha aquellas ,planicies que

nada .d_

ec ían a l os ojos del pensó en

_que a quellos campos ,de tierra roj iza , sin hierba

.rala ,lsi_n arboleda , tristes y solitarios , eran de u na

monotan ía extraordinar ia .,Horas y m ás ;.horas…el

tren caminaba por un páramo desierto ,, sin horidonadas , ni frondosidades , p isando una tierra 'deshecha en p olvo que con la m archa del tren se iba

fil trando por las rendijas del cochecomedor , pon iendo en perdición la ropa . ¡Qué desencanto experimentaba el periodista al ver aquel panoram a l ¿Y esto es América? ¡Qué diferencia de lafrondosidad que había vi sto en el Brasi l ! —Nouqu isocomunicar a su compañero la desi lusión que

'

_

expe

rim entaba por no herir , sin duda , sus—sentimientosa rgentinos .

-

_

Hay que hacerse estanciero , mi amigo , para com erse esas t :t.

.Vila hizo un movimiento de hombros como denotando indiferencia .

—Qué , ¿ la dejarías arar sola. .

¡ Qu esperanz a l—di jo maliciosam ente el fotógrafo .

La conversacxon recayó de nuevo sobre Mendoza .

Aquellas t ierras—decía Briñas antes de p lántar viñedos n o

_

va l ían .nada . La legua de campo la

daban cas i de balde . En . un depar tamento de aque

lla provincia se' hizo m i llonario un period ista que

había nfundado un pueblo .e s lo conoces , 'es .eld irector de el <<órgano de lac olectividad» . _ Es unaprovincia aquel la muy rica y de' 'gran porvenir ¿ La

crisisque sufría—era pasajera, .era la crisis de la abondancia de producción de vino .

, ,El…jhabía es_tado _

muchas veces . en Mendoza y. con

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92 ZTví ) lú“ "fl

Ú

i nfi nita ; erar>un pa norama espléndido , de tunl zverde

i ntenso de hojas que formaban tupidol ej

'

os lsºseidivis'

aba un l ºcá se'

rón“

rodeado

era ¡ lá Estan ciaLucía un sol otoñal í que perm itía dibujarse

ºidsperfi lesde los -Ande s 'en el confin dé aquel extensoterri torio .

“ Antes de llegar al caserío salió a recibirles , morttado en su 2<ñete» el capataz de la E stancia¡, un mestizo de ojos oblic uas y Cabello negro y Sáludó a los recién llegados qu itáridosc e l chambergo , ycon voz melosa y de sumisión . <<Alli estaba para loque mandasen los patroncitós» .

Pasaron una tranquera, y por fin llegaron*frente

al caserío de la Estancia , descendiendo del coche .

El administrador , un viejo criollo , de barba blanca y tez cetrina , se acercó a saludar a los periodistas . Vestía pantalón de bam bacha , bota álta con es

puelas, del cinturón pend ia el facón y el rebenque .

Era un viejo gaucho .

—Los señores querrán un churrasqu ito , ¿no es

cierto?

Bri ñas, como criollo de pura cepa , celebró la i nvitación , diciendo—¿Ycómo no , viej o gaucho?

Pasaron al com edor a tomar asiento , y mientrasel capataz iba en busca de los churrascos , conversaron con Talero , que asi se llamaba el adm inistrador.

Una voz dulce y melodiosa , acompañada a pi ano ,oyóse en el in terior. Can taba una canción criolla ;una vida lita dulce y exp resiva .

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LA aura :nm x.os CONQUISTADORES 93i

Briñas s e .atrevió º

aupregu'

ntan aT alero,sº

de quiéne ra aquella voz que con ¡ tanto sen tim iento ¡ cantabm—Z

—Es la señor .

—¿Podríamos saludarla? 0059

—Lo tiene prohibido el pat ron.

'

—¿Y?

Moviendo la cabeza sonrió maliciosamente el viejjo gaucho , com o. si

'

a nte.aquella*orden no se pudic

se replicar , ni . contradecir. .

S irviéron les el churrasco , que los recién llegadosd evoraron con alabanzas para el buen asador .

—Ahora probarán ustedes la fl or del vino deMendoza…Y salió en busca del capataz para qu etrajese lo mejor de laBriñas , dirigiéndose a su amigo

,le d ij o en voz

_baja :—Aqu i hay gata… encerrada . ¿Te has dado cuen

ta? Y como asintiese, añadió :La hem brita del viejo A z pirú . No le d ij e ; no

hay como tener plata…Y quedaron pensativos , sin tiendo en su interior

e l aguijon de la curiosidad por ver a la n iña .

¡Rico vino , compadre !…—Un vino superior ,…—Vino de diez años… Lo mejor d e Mendoza . Y

a l decir esto Ta lero , se llenaba de orgullo .

—Si han descansado los señores , podemos dar un

p aseo por la Estancia .

—Cuando qu iera , Ta lero .

Los caballos ensillados les esperaban,montaron en

e l los y emprendieron marcha siguiendo al viejo gauc ho que iba delante . Al alejarse de la casa

,Vila y

Briñas se volvieron varias veces mirando de donde

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—"i i ”¡ I; D ÍA l ' a

salia ; l_

a vbz, oº

m'

e losa y d ulce , 'que segu ía entonandosu Sentim ental 'canción cnol la z

Palomita blanca ,vidalita ,

piq'

uito de oro .

L léval_

e esta carta,vidalita ,

"

al bien que …yo adoro.'

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Al amanecer del º-siguiente diá, Briñas propu soa

Vila 10 sigu iente :Mirá, amigo , vos podés quedarte un par de

d ías en la Estancia , y yo ¿los aprovechará para vi

sitar la del gringo Colombo , y quizá la de Vargas ,no lejos de aqu í

*de las '

que puedo sacar informaciones y mucha plata . . . Nos pode

m os ver en Mendoza , ¿querés?

Deseosó Vila de conocer me jor aqu'

ella vida cam

pestiºé,

'

aceptó, con agrado , la propuesta de su com

pañer0 .

Y ºbien de m añanak

salió Briñas, montado'

enk

su

y acompañado del capataz , para la Estanci adel Colombo , d istante unas leguas de la de Azpirú .

Ped ro V i la , aquel d ía , sé Sentía feliz , rodeadodeaquella paz octaviana y de gentes rusticas y fuertesRecorrió los compartimientos destinados a la es

qu11a , amplio meson techado de paja brava ; los ranchos destm ados a la*peonada la bodega ; el tropicheDespu

'

és détver todo esto , iiivitóle Talero a haceruna excursión a caballo ; alli ten ia su <<fieté» l isto y

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96 J U L I O C O L A

u n peoncito para acompañarle , pues él ten ía quei r a Mendoza a recibir órdenes de la Vitivin ícola .

Aceptó gustoso Vila , y mientras se despedía deTalero , hasta su vuelta , un peoncito negro y desc alzo , montado en su potrillo , se puso a sus órdenes .

Al poco rato el periodista y su acompañante iban

g alopando por praderas in'

cultas .

Llegaron a una plazoleta de viejos álamos y sed etuvieron ante un potrero . El negrito explicó aV i la cómo se domaban los potros en aquel lugar , yl o hermoso del espectáculo . No m uy lejos de all i,en una larga extensión de verde pastq pacentaba_

la

yeguada . Detúvose un momento el periodistamp .

rando a un gauchito, qqe“ hac ía ell e dirigia , p er

siguiendo a un potrillo para echarl lazo . Y pera

gúntóz .

El negri to , sou rSeñor , es la se entretiene .

¿La niña? Pero si'

era unhombre . .

da que se iba acercandose denotaba queaquel trajeescon

'

d ía a'

u n cuerpo femen inoDe prq

nto paró el caballoque montaba la seño

r itay llamó con el sombrero al negri to . Este acud ió pronto a sus indicac ione .sY al descubrirse la niña , Vi la reconoció aquella

faz y no pudo meno s de lanzar una exclamació nde asombro:

—¡ S i, es Zulema !

Había descend ido del caballo , y , entregandole

las riendas al negrito le hizo señas de que lo l levasea l potrero .

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LA RUTA DE LOS X

CONQUISTADORES

Preso de esta sorpresa , Vila no sab ia qué hacer,tal era su emoción , hasta que al

¡ ' ñriºlevantó

'su

s'

o inbréro para saludarle . E lla contestó igualmen te

Y avanzaron ambos al encuentroº

3' ¡ ”Dº

5

—¿Usted por aqu i?

—Ya ve usted , señorita . Estoes providencial

¡ Quién iba a pensar hallar a u sted en este lu

gar !…

Zulema lo celebró con fuertes risas º

—¿No me había usted conocido con estas bom

bachas?'

y seguía riéndose , al Verse comparecer asi,con aquella fechaS entáronsé a la somb ra de unos

'

c0pudos alamos ,no sin an tes dar orden Zulema al negriritóí

'

de“que

lle vase al abrevadero a los caballos .

Ya sólos explicó el periodista todo lo ocurrido enE l lLa ba ro ; los chantages de su

f director…—No hablemos m ás de eso . . . Se lo 'suplico . Me

c ausaría enojo y no quiero entristecer tan inesperada y grata entrevista con tales recuerdos .

"

Vila reparó en la n iña,y aun con aquel traj e es

taba ar'

robadora Y viéndose junto a ella y en solitario lugar se si ntio más atrevido que nunca

¡ Cuánto que he pensado en

¿De vera'

s?— replicó ella con m al icia.

— Sentia , a la verdad, el contratiempo ocu rrido,

pdr que le hab ia privado de susgratas'

e interesantesentfevºiétas . ¡ Era tan sedu ctora yamable su conver

—No tanto .

'

Agradezco lagalanteria española . ¿No

es cierto? Y volvió a sonrei r con ñngido rubó'

r

—Uná gálaú teria que m e l lega al alma .

—¿De veras?

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98 J U L I O C O L A

—Y¿tan de verás . Lo que daría yo por verla us

ted siempre , por: conservar su amistadY com o ella le mirase mimosa , como complacida

poraquellas palabras , añadió-

¡Es usted la m u jer más encantadora que hevisto

_l ¡Lo que da ría po r u sted !Y tras una leve pausa , en la qu e se entretuvo uju ;

gando con el rebenque , preguntó :—¿Y qué daria usted?

—¡Mi vida !

Y como baj ase los o jos picarescamente,V

_

ila,afre n

nético , se abalan zó sobre ella y le dió un beso .

—¡Qué hace usted !— exclamó , al mismo tiempo

que se i ncorporaba la criolla .

—Usted me perdone , ¡Es usted tan

—Y usted impagable . Y lanzó una carcajadaprovocativa .

El periodis ta se sintió empu jado de nuevo haciaella, y aprisionando su talle , la besó , esta vez repetidas veces en su s lab ios de brasa .

. Al principi o luchó Zulema ; pero seducida poraquel ím petu amoroso de Vila, se dejó vencercomouna gata que gusta del mimo .

Y asi sellaron su amistad , bajo aquellos viejo sálamos en un d ía espléndido y otoñal .Regresaba el negrito , y Zulem a , repuesta , explicó

a Vila la conveniencia de que no les vieran j untos .

Había que olvidar aquello ; ella volvería a_

la Estancia sola , y all í , como si no se conociesen ni se hubiesen hablado n .uncaY se alejó Zu lema , y Pedro y el n egrito, poco a

poco , fueron llegando a la Estancia .

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ego wz uf'

u u, r o r» c o u a

de núevo Devorado por la im paciencielmiraba .

º

e l ( periodi staep0r la cerradura , sin £ver elob jeto a mado . De rpronto ¡Se apagó . la ' luz . ¿ Se ha

brám costado?—se dijo'

. Y volvió <aº ºl lam ar con m ás

fuerza , pen sando en que sus i lusiones se venían abaj o ¡

ti n

¡º

.

ºfTr as'

una larga pau sa vió ºcon inusitado alborozo

que s la º

pu'

erta'

se"

éntréabría ,&y una voz suave y» du l

ce , la deZulema , le requería a si lencio¡ Jé r—Sién teseá ah í '

1en'esta' »m arqu esita,q e no *se l e

vea con la » l uz » de la . ¡ Es usted ¡in atreVid0 2 i o . »

-P. :

'

ieu_

r m m º> ii r.…

trasparente , de f la ¿luna—eni su

p len itudg'

inu ndabada pie 2 a fde ' claridad.

—¿Ve

ºu sted aquel rarícho? , pueS'

en -él l duerm e laVieja s iervienta . .

,

º y podríaívernos .»Ab ídecir

'

esto se

adelantó »altb alcón Zulema , y la luz lum inosa »de la

luna ! dejó Ver e l ík im ono azu l.q ue vest ía;'

e l f“

cual er¿as ='

pa rentaba iel contorno» seductor de s

u fcuerpo.

0Lí usted m ás formal que esº.a —insinuó a ¡Pedro ,

con tono ' de reproche ;u ce—¡Me

' pide usted'únas

'5Ytsó nríó la criºl la…al ver la 1vóz de súplica »

que poa

n ía el periodista .

e l £ 4—¿Ha queri do ! usted al guna vez,f“Zu lem a?

Y<f'

sonriendo »oon m ás grac ia , ¡ dijof tras'

Una leve

paldsa :º » "J ín i0 13 t azl f ºi

l

-qu é que tanto se'

invo

balaagipara atraerse a…una»

petsona?»Yo fh

'

e estim adó»

,

pero !jam as he ¡querido .L as '

que locamente qú iereriº

,

sonrunas x

Pedro*no quiso»asentira euspalabras,prefiriendo

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LA”

RUTA »DE . LOS couom sranoaas J o s

—¿No le parece a Ust ed , Pedro , :uña ridícu la; 4<pa;

va da» aquel la histor ia lespañola que nos relatan ) de

los. amantes Como , recuerdo ,' com o

cuen to ,—…q u iz á m

'

o ¡ esté . m al , pe ro como realidadejemplar creo no deberto

m arse enº -

¡Se vé que no se ha enamorado u sted*nunéa!…—¿Pero cree u sted a caso , que la mu jer »m odérna

se,enam orañSi», se enam ora del lujo , de las comod idades , de las ¡

diversione s , y estima:al hombre ,quese,h s .p roporciona . En países en q ueno entran los

aires modernos y libres ¡ _

en_la, mu jer , aceptog q ug

sólo se piense en el . hombre , y . hasta de él se ena

morenperd idamente . Pero no me negara usted,-

,

queeso

,es primi tivo , u ltram on tano,y no. reza con nues

º

tra civil ización .

Dios , Zulema , no siga usted hablando así .Es usted demasiado linda para comparecer tan penve rsa…

Y com o si hubiese consegu ido su intento , sonriótriunfalEn el ranchi to próximo se había apagado l a 1112 ;

la Vl e]a ch ina estaría ya durm iendo y no les asediaría . Zulema invitó a Pedro con un crgarr1]lo , .y élaprovechó este pretexto para abandonar su aposen

to distante de la linda criolla . Junto a la balaustrada del balcón se sentaron y prendie ron elco

¡cigarri llo . Pedro , por decir a !gó la inter

—¿Es usted fel iz?

Zulema volvióse hacia Vi la escorz andó el cuerpo ,

y al fin hizo un movimiento de hombros , comopara indicar la inutil idad *

dé*'

unarespuesta.

º'

ºGuarda ró n si lencio puestas sus¡ fm iradas en'

¡la

p erspectiva“

del campo , quizá“ en los viejos 'álamos

'

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Í OZ f"J U A L I O ¡ C O L A"

que allá . lejos form abanluna ?isla ; y en donde aquell

'

a tarde se habían besadoe. . Pedro sent ía deseos dehacer lo mismo , pero

se No obstante estarZulema encan tadora con : aquel k im ono azul , quec ontorneaba sus carnesw búrneas .

-Si usted supiera como la admiro . ¡ Es usted lamujer mas seductora que he conocido !

—5Asi me habló usted esta tarde… Y al fin se pro

pasó —replicó con tono perverso .

—'

Es'

que hay momentos en que el hombre m áscorrecto , más frío , no puede responder de su s

ac

tós' Hu bo quien llegó a enamorarse d e Venus , ylloró al ver que estaba modelada en piedra , ¡cómoño sentir ard ientes impulsos ante

'

una belleza hechacarne , como es usted , Zulema .

Y como se sintiese halagada por el tono rem án

tico—de la "

conversación , continuó el periodista—El amor no es más que un deseo , un afán de

posesión de aquel sér que nos enciende el alma ,…Poetizar aquellos momentos que preced ían a la fus ión de los cuerpos , era misión de los sen tidos , paraque los órganos percibiesen algo ideal .

Está usted impagable, Pedro… Se siente'

ustedpoeta .

—¡ Y enamorado !

Y como Zulema sonriese con m aliciosidad , Vi lase dejó caer sobre ella y la abrazó frenético entresus brazos . .

t X

—No me haga usted l lamar a los ¡Qé

¡eme ¡Sea

¡Pero dec ia , estas palabras con ñngim iento , con

una m im osidad que aúnjen loquecia más .

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y

MartínYáñez'

dirigió un radio desde _

el Cap Fer];r ico Auguste , anunciando a Pedro Vila su p róximoa rribo aBuenos Aires . E l periodista sintió un hál itode esperanza que le llenó de optimismo . <<Deseosten ía de que llegase el Maestro» . El periodismo enaquel país no merecía la pena de cultivarse , puestoque vivía con una indiferencia aterradora e indignamente retribu ido . Un periodista era simplementeun pobre empleado de aquellas grandes empresasde negocios .Al d ía siguiente acudió muy de mañana a la dár

sena , pues el Cap Feder ico Augusto , lo mismo pód ía entrar a las n ueve qu e a las doce . No tardó eltrasatlántico en hallarse en la rada , a la vista . Aldesembarcadero iban acudiendo los amigos íntimosde Martín Yáñez para saludarle a su l legada . All íestaba el Dou or Ma lagrida ,

con su gran calvicie ysus ojos inquietos y escrutadores ; Marquitos Avendaño , hij o de un ilustre Presidente del país ; Balboa , el rico estanciero español ; López Girona , d irector del <<órgano de la colectividad» ; Claveria , se

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LA RUTA' DE LOS CÓNQUISTADORES ¡

'

ó5.

cret'

ario de'

Ré'

dacción ; y Benavides, puesto de*

chaº-

º

quet,y llamándose redactor del d iario español sih»»

quehubiese escritojamas una l ínea en dicho periódico . S l h8 b13 algu ien m ás él no lo conoc ía . ¡Ah

h

si, se le olvidaba Luis Alvarez, Redactor en Jefe de

Gestos y Muecas,y el que seguramente acud ía en

representación de la revi sta por ausencia del Di

rector.

Se acercó al grupo que"

form aban los ya citados y “

oyó cóm oel DoctorMalagrida comentaba el hechode los millares de almas que

'

a la llegada , por prim era vez de Martín

'

Yáñez , esperabanle en el des

barcadero .

-Aquel recibimiento marca una fecha en la Ar

gentina'—'

dijó Balboa .—Sólo es com parable al que

se le dispensó al general Mitre .

—Martiri Yáñez— exclamó López Girona -

'

es"

unconqu istador

,de haber nacido sig los antes , hdbie »

se sido Sin'*duda uñ*Atlonso de Ojeda, un Alvar

'—Nú) t

—ÍES

' el último Virrey¡! l _ exc lam ó Cláver fa ' ,iº_

Por fin el Cap Feder ico Aug'

i¿sto entraba eh la dársena .

'Ya'pronto atracaria . Basgentes oraban

su: l legada—agitabanº febrilir

'

1'

entéz'º los

ludandou

a los pasaj eros qeé'

écº asomaban'

¿ *la?

borda .

º

—¡All í está don Martín Yáñez— exclamó

'

Ben'

av'

ides y señalando con el sombrero ei lugar

fde lºbu_

que en que aparecía el novelista insistía : ¡A llíl .?f

¡A111! ¿Loºven ustedes? "

5 , bº

A tracó el trasaí láñtittó , y apéhaé se*cólocó

ohada fue ron subiendo los am igosHubo protestas”

por esta preferencia , perb se cal!

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mob . J,U

,L t o C O L A .

m ó el murmullo público apm as,.com enzaron a b a

jar, los pasajerosfué despidiéndose de sus amistades ,

de a bordo , y por fin salió del Cap , acompañado des us amigos

—Gu_

arde bien esto indicó a Vila—y le d ió unbolso de viaje .

Tomaron un auto y se dirigieron al Hotel Real .

Poco a poco fueron concurriendo all í los amigos , yh ubo un momento en que la pieza del hotel se hallótotalmente invadid a de gente . Fueron desfilando ¡los

contertu lios y al fin quedó solo el novelista conBalboa .

Hablaron de tierras,como d ías antes de su mar

c ha a España ;_de la Patagonia ; de la irrigación en

Río Negro ; de viñedos ; de alfalfares . ,

—Y.o pienso—

_

decía el novelista— fundar una colonia

_ ¡ que perpetue el nombre del glorioso Mancode Lepanto . En este país no se le ha hecho

, justic ia ,

y yo quiero reparar esa ind iferen,

c ia , siqu iera con

una colonia que algún d ía llegue a ser una ciudad ,

q ue osten tará su nombre .

Déj ese d e l irismos , don Martín , y haga platadec ía Balboa, Con plata

,mi amigo , escribirá us :

ted tranquilo , sosegadº Y Se,le estimará m ás .

Convin ieron el plan a desarro llar , y por ,ñn se

despid ió Balboa .

Al quedar solo el novelista con Vila , le d i j o aé ste…—Yá usted , ¿qué tal le va » en la revista?… ¿Está

ustedssati sfecho? ¿Trabaj a m ucho?E l periodista expuso a grandes rasgos la labor rea

Alz ada,durante su ausencia . Su corta y desventurada

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108 1

—¡ Indudablem ente l » Pregunte usted por

'

teléfo»

no si puedo i r a verle. s

,;Descolgó el aparato , ;Vila , y llamó al Hotel Iberia .i

Expuso los deseos de Mart ín Yáñez,y tras una pam

sa contestaron , que efectivamente estim aría , frecibirle

antes de medio d ía .

¿ El—escritor. y su secretario se encaminaron hacia;al ;Hotel Iberia . La e ntrevista con el Doctor Pidal ,gobernador de Corrientes , duró cerca de dos horas , ,

y al sali r de ella,el novel ista no pudo menos ¡qu e ;

deci r por lo ba jo a Vila : <<Es usted un hombre .»

,Mien tras a lmorzaron

, ;—Martín Yánez , entusiasma

do . por el…resultado obten ido , com u nicófa .Vilta »el'

plan a realizar . Ir ían a Corrientes a elegir ,…con dosperitos agrónomos del Gobierno , un cam po .apro

pósito para la fundación de la se

llamaría <<Nuevo L evante» . Con la primera expedj l- T

ción ! de , colonos. ,que llegasen de España , iría conellos Vila , para que tomasen posesión del terri torio :

.

Después,

ya vendria…el ingeniero , con sus p royectosde irrigación , su instalación de maqu inaria , canales,¿etcétera

,la rotu ración de tierras, su colon ización , la

agricultura , el cultivo i ntenso. Y la fantásía delnovel ista no se detenía en pequ eños detalles , sin oque se elevab a cada vez más , como si estuviese hásiendo la obra titánica que p royectaba. <<Dentro deunos años , lo que ahora son campos de pastoreb ,

tierras incultas de <<yuyos» y yerba rala , serán'

úríosí

vergeles que darán ópim os frutos…»

A l ; sit

gu iente'

d ía ! la*Prensa porteña , con"grandesti tu lares , se ocupaba de los proyectos de co lon izá l

l

ción: del novelistaº

»Martín º

.Yáñez . Vila…»creyó entonces en la realidad inmediata de aquellos proyectos ;

?

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LA RUTA DE LOS CONQUISTADORES 109

y s e sintió*

ta h fortalecid o por un ºptim ism o ,ºqu

'

ia

no pudo m enos que exd am arȼ'

hacia sus adentros:

el camino a seguir ! ¡ La ruta“ de los 'Con

qu istadorésº“

es la que señala Mart ín . Yáñez*l »'—º

i En ºla dársena su r em barcaronffa'ºlos pocos d ías

páraºCorrientes . El via je fl uvial resultaba m ás len

to,º pero “

e ra m ás ºcóm odo y pintoresco .

ºAqu e l río

Paraná, inmensamente largo y lde tan interesantesrecuerdos históricos , deseaba recorrerlo d e nuevY:el novelista fué evocando aquellas ºexpediciones

q tíe m andó Pedro de Mendoza para que lolexplora

s en' y ! exterid1esen los dominios del rey . Aquel

ºAyo

las, perd ido y descuartiz ado por los ind ios ,ºde spués

de ífuaidar Asunción del Paraguay ; el mando de Irala y su lucha “» »con Alvar Núñez Cabeza 'de Vaca ; el

paso atrevidí8im o de éste ºdesde Santa Catar ina ahasta Asunci ón , con ua u

lñado de hóinbres y sin

perder siquiera , en tan aventurada trave'

s ía, uno sólo

de su s sol dados . Lá intrepidez'asombrosa de ºaqlue*

oscurecidosol dado l lamado Alejo García, !que cru2 6 el Chaco ant es que otro y exploró los territorios

poblados -de salvajes hasta el Perú . ¡Quéº

proez'

as tangrande s ! ¡Qué haz añas tan

ºéxti aofdinarias las de

aquellos conquistadores , a los qu e no se les ha he '

cho la>dcbida justic ia !“ Ló que aquellos hombres lle

var on a cabo—fue tan grande y epopéyico como quiz ºál o deºPizarro

"

aúnó ué*e'

5téºa'

urelada'

su empresa pore11 hall

'

azgo“

ºde ! Potosí ,“alcanzase tal renombre,

'

qu e hizo oscurecer las demás cºnqu istasVila s e atrevió'a » terciar : <<En ºA su h c ión se ha con “

c eiit rado tódo"él i n terés hi stórico . Inició su vida elParagtiay

**con

'

p ronunciam ien tos,fcon

' '

s íiblevaciones

contra adelantados ; y aquella setºfiilla3rebelde sigue

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u o …J p L i o C O L A

perdurando en tierra guaran í tanto , que a dos por

tres , que si los colorados , que si los gubernam enta

les : lo cierto . es que¡las revoluciones se suceden

unas con otras y no dejan progresa r al pa is .»

º

_

—El caudill ismo pol ítico , que degen era en'

» unmilitarismo bru tal y en que todos quieren ser gene

rales,. es el mal de América española . Mientras nose degraden a esos m ilitarotes no habrá paz n i pro

—ºgreso duraderos .

Hoy la conquista de América se afirma en el ara.do , en el levantamiento de las cosechas ; está en .lq s

frigoríficos , en los grandes almacenes de art ículosindustriales . Los modernos conquistadores de América son los colonos , decididos y tenaces , los quetras

,u na lucha inclemente y dura , roturan un terri

torio y lo s iembran , y la cosecha les dá una ll uviade oro . Los conquistadores de América son aque

'

llos que llegaron miserablemen te y que al fi n,se hi

cieron millonarios . El Irala del Paraguay es hoy Jor _

ba ;'

el Mendoza de la Argentina , es Yasí quedan representadas aquellas figuras h istóricaspor los hombres de la actual idad . ¡Ah, Si yo hubiese llegado a estos países diez años antes , cuántosm i llones no hubiese amasado !El Viaj e fl uvial en aquellos buques era por de

m as pintoresco y entreten ido . Era una embarcac

_

ión,

sem i-plana y lu josamente decorada , con su salón

.

de mus1ca y comedor esplénd idos , centro de reunión de los . pasajeros. Como en ¿un gran trasat

lántico gozábanse de todas las comodidades .

En las márgenes del río Paraná pod ía apreciarseuna fl ora exuberante iy una fauna digna de interés para el extraño .

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n o ¡ l'

03 as i! m

l'

i o l .» i w n 'BU; : mº! l a!

l ( M

¡La fundación de la colonia, ,aNueva Levante»

había cón$ tituído unsuceso para, los colonos llega»

dps de la ci udad del Turia. …,Com epzaron a levan

ferma jds= saliacentro traz óse una plaza , y mirando a el la; de ,

frente, colocóse a presenc ia del Go trasa utoridades lapiedrafundam ental d o quese iba a levantar para Martín Yáñez .

memorable día h,ubocom ida,especia l paralos colonos , pues m enudearon las ¡ _paellas ,a la vá

,

lencianá, se excedieron en el vino , y hasta ,se…con

dirn¡entó la comida con aqeit_e. Lá típica ensalada

de, tomates y cebolla , con ; sus aceitunas picadas ytáperas traídas de la ti erra , no fal tó para postre .

La peonada criolla corrió sus <<fl etes» en im provisadas carreras , y los levan tinos no pudieron pormenos que bautizar aquel acto oliendo a pólvora ,a sí que también dispararon su traca valenciana .

Martín Yañez , a presencia de las autoridades

p rovinciales , pronunció unas palabras a los colonos , explicando la titán ica obra

_ que desde aquel

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LA RUTA DE LOS corzoc lsm ooans

m om erlto ¡ ban a emprender las Vicisitudes“ largas

que esperaban ; los escol los que“ había que

'

Ven

c er; la lucha f

aq ue todos tendrían que entregarsehasta llegar a que triunfase la

colonia . All í est abalá tier

'

ra inculta en una extensión' de dos l egua s ,esperando su roturación ; las manos expe

'rtas deaquellos huertános sembrarían el campo,

"cu idarian

las cosechas ,'

y cuando éstas seº levantasen h

'

allaríanla º

corres'

pbndiente participación "

en laaquellos productos . Los humildes colonos de

e hoy ,

los fundadores , pasados los años'

constituirían laaristocracia de aquel pueblo .

Habló despu és el ingeniero D . José Hernández ,quien expuso a los co lonos su plan de irrigacióndónde iría situada la máquina de elevación deaguas del r ioParaná ; los canales que ibana trazarse ; la extensión de tierra que se le asi cadacolono; los

“ensayos de culti en la

granja eXperim e'

ntal . -Y en este ge'

st'

acióri'

d é'

la colonia,los colonos , a m ásº

'

del'ºcu1tivo de

secanoa que podrían dedicar'

se ,º lós

que'

qu isieran

ayudar en los trabajos de'

abr'

ir'

zanjas para el'

riegopercibirían un buen jornal .º

fLó'

s"primeros d ias - seguidos a

'

. la'

fu ridáº

c ión de'

<<Nºtíevo los su s tareas alegres y anim'osos : La

'

s'

canciones de la tierrasal ían potentes de sus labios ; el s

'

ém blante lse lés i_

luin itiaba de s atisfacc ión los ojos centelleaban deoptímism

'

o . La esperanza en aquel“ día que Martín Ya

ñ'

e2*les hab ía d ejado entrever , ºen que venturosos

y triunfantes constituirían ellos, i lósº3fuñºdadores ,

la aristocracia de aquel pueblo , se agitaba en su

n iente

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C O L A

Pedro,Vila , ;en sus reuniones,noc

_turnas .

,con los

colonos, _eap0p íales lo que constituía…ej, valor de

una cosecha. ,,Tan t

'

os miles de pesos gqe , _djstribuí:

¿lo s en su_ parte correspondien te a

cerca ,demil duros . Varios años asi bastan

te los no muy, ambiciosos . ¿Pod ían esperar la m is

ma recompensa de continuar en el pueblo valenciano trab?]ando unas tierras arrendadas?_

No,había que olvidar que los colonos valepc1anoshabian entrado ,

en el pais de distinto modo a cornoarriban la i nmensa mayoría . Desde su llegadaapuerto se les ind icó el punto de destino , facilitan?doles su traslado terrestre y ña vial , evitandoles conello que tuvieran que deam bu lear por ,el terri toriºnacional pid iendo trabajo y sufriendo ese duro ,

c_al

va,r_io _

a que se hall an sometidos la, generalidad,

de

los emigran tes .

E l que hab ía recorrido en¿parte la¿Argen tina ,yconocía la reali dad agrícola de l pa ís, les aconsejabacon el afecto que

,.les i nspi raba el º

paisana_j

_

e , que

ap rovechasen aquel bien , que hallaría su recom pensa económica tras unos años de labor t enaz .

¡Que para cons eguir ese bienestarmaterial habiaque trabajar m ucho intensamente ! Así lo reclamabaaquella vida argentina , una lucha constante y, _

fatigosa, .ng consumir de , energías sm otra distracciónque trabajar , trabajar siempre .

Y 195 que no fueran hombres de y ocación al trabajo , los que mid iesen el cálculo de energías pprsu i nmediata recompensa , es

_

os preferible era aban,donasen _

el pa ís , pues ellos no les agu ardaba la, con ?quista º

El tío el m ás viejo colono de los ll9,¡

Si l

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1 1 6 "'

i f '

e l barberillo y e ncargado de l uº

'

e parto de comestibles,los c olonos .

—V. aa .m

.… …l.—2 EStás solo , Bla€?—leºpr'eguntó &P º “ º:—a…

Y”como asintiese el de

m iento de cabeza; comenzó el barbe a decirleeu

'

voz baja lo que ocurría . La noche anterior se habíán reunido en la baiºfá

'

ca'

deºSalaúñó

'

s'

cúantbscolonos (y citó los nombres) para

'tom a

í_

r acuerdos .

Estos decid ieron convocar hoy a losºdem

”ás para de »

c lararse en huelga desde *mañanag'

rlfdtiñcándóle a

don'

Mártin Yáñez , que m ientras'fn

'

o ace'

ptas'

e '

las

condiciones*qu e'

ellos pe'

d ían ,ºcontinuarian

' '

de brazos caidos . ¿Qué te parece? º'

B las , después de íuna larga pausa, ¡ exclamó

c

no . asamos lo….. Y añadió después de otro largo si lencio: .c

—¿Y de quién ha salido esa propues ta?

—E l npadre de Sala , aquel viej o acriollád0 , habiae stado en la c iúdad .

'

8 egutam ente leb debierón hab lar unos doctores , que tienen estanciasfpues

'

dité

q ue le d ijeron , que las condiciones ; que . MartinYáñez ofrecia eran' tan insignificantes , que alli el losestaban para m ejorarlas . L os colónost que .

'

quieranaceptar condiciones buenas , .para ¡en

(unos . pocos

años…hacerse ricos , que lo ¿

”aceptaron to ;

dos .los , presentes ¿ o l , ¡ t l

:J vBlas ,'al oir'

cjuello, = no»pudoñmenos ¡ de tatárea'

r

con cierta socarroheria huertana'

:…No te cor'n p'

on'

—¿Entonces tú no crees? .

*'Y"ál decir esto fueron aparecien88 por

*lai puerta

de'

la barraca los colonos de 'lareuniónº

con Sala , y

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LA RUTA5 DE ) 1:OS '

CONQUJSTADORES ,r117

¿los fcomtertu lios asid ue s ia ' lq El v

viejo”

Sala…comparec ió el iú ltím .i » r i rw ; ri —s l ¡ ( “Í

—t—' 3FU6 Í OH_tom andº !asiento ; en tierra y en cucl illas ,

a l estilo árabe , y—:tras ºun largo silencio , Sa la ,vel joven , tomó la palabra , dirigiéndose principalm entem

_

rBlá8 t j .

—Se trataba del ¡porven ir de aquel las gentes—acom enz ó diciendo y esto era muy serio , y bien m e

¡ cd a de la voluntad y unión de todos . Nos hanofrecido condiciones para hacernos ¡ ricos , fuera de

lo Colonia , y; era asunto de hablar y ponerse deacuerdo…¿Qué le parec ía a Blas?

_

El de Burriana , com o de costumbre, hizo! ,una

pausa ante la pregunta que se le hacia , y despuéscontestó :—Cada cual podía pensar lo que qu is iese , por algo

era l ibre el pensamiento , pero él ten ía que decir lo

que sentía, aunque no estuviesen conformes lospresentes .

Poco ti empo llevaban en la Colonia , y hasta entor

'

1ces ,r no ten ían q ueja de don Martin Yáñez , pues

habían pedido'

cocinar con acei te , y*

ha sta esto s e les

había con'cedido . Si después'

de estudiar bien lasCondiciones que nos convengan , don Martín

'

no las

acepta , está "bien ]que cada cual tomase el m on

tahte'

—¿Pero 'para '

qu e las acepte— in terrumpió el vi ej oSala—es necesario q u e nos declaremos en hu elga

—¡En huelga ! ¿Y por qué? Yo creo lo contrario ,

creo que eso consti tuye u na impos ición y u naJ fa l tade

“seriedad . Puesto que se ofrecen condiciones m e

º

¡eres , si las .acepta don—Martin , ¿a qué dar tun e s

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'

¡r

p8 J U L 0 041 A

¿ Y0'

que soy'

! en el f f'

paisl—replic55Sala—he visto que las cosas no comienzán *

í con es

cán'

da lo, no se S oniéta

se -º *

sir se f*acherdag“ ir'

a la huelga'

fzvºe

rán u stedes si *lo conseguimosY entablada la votación , la mayoría se expresó en

s e ntido radical ; de i r a la huelga .

:H*

En m*

an ifestación fsalieronnde la barraca dé? Blas ,

para comunicar el acuerdo *al'

Ingeniero y secretario¡ l e Martín Yáñez :”Pedro Vila ; al

"verl

í

és llegar, dijolé a“ doh*ílb€é

<<Algo ocurre» :

Habló de n uevo el viejo Sala , diciendo secamente

a

Pº 5

<<qu'

e hab ían acordado la Huelga , y que no vo lvef

rrtan

lasal traba;o mientras don Martín no les ñrm ase

n uevas Condiciones» .

Don José rec lam ó calma a los m ás exaltados , yaconsejó que no diesen un mal paso , pues habia5<gente que les si

_

no , que hablase Vila .

—Ciertamente ; alrededor ,dea quella colonizac ionhabía expec tación

r

,extraordinaria : . Habían l legado

; los ,colonos en son de conquistadores , para _

dem osv

trat ,a l país lo q ue los nativos , no habian hecho—y

e ra cultivar las tierras con .regadio y…produc ir cos e

chas que fueran el asombro de los paisanos . Debianesperar a que regresase, de a&uenoslAi res ºMa rtin Ya

ñez ,¡ y ! entonces proponerle ,,unas . condicione s

—¡ de

mejoram ien to , que si e'

,l—

_l as m onsiderába j ustas, la s

aceptaria segu ramente…—No ; el acuerd0 1tomado por

'

m ayó'

r iaa era ese =£

répuso el vieio Sala—L; yºeltlos ,1 que í íeran e

ya

y sabían cómo araban,no necesitaban consej o

f

s fde

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r 2¡o C O L A

_

bierno , y , l q _que tbuscan, sone fectos po l iticos , sembrando la discordia entre esa gente .

Cuando ,Vi la regresó a <<Nuevo Levante»? el

ingeniero , le enteró de lo acaecido aquel d ía de suausencia . El viejo. Sala había reun ido a unos cuantos…de sus adeptos , y después de prender fuego , a su

barraca, .se había marchado , sin esperar _

la respuesta de don MartínVila comunicó a don José cuanto lehabíadicho

el gobernador. <<Estaba visto que aquel,viejo

_

Sa lase había vendido a los enemigos del ,Qobierno , arrastrando consigo a unos cuantos incautos.»

Al recibi rse el telegram a .de Martín Yáñez acep

tando, en parte , las condrcxones ,qu e se le pedían ,había en <<Nuevo Levante» la tercera parte , desus colonos ; lo s otros ya habían abandonado la Colonia .

Leyóseles el telegrama y para demostrarles mayorconñanz a , se le entregó a Blas , quien ante las dudasde una de sus palabras la consultó con su mamotreto , explicando su sentido y alcancega los colonosque habían decid ido correr la suerte dp_ g<Nuevo Le

van te»

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Una revolución en el pa ís vecino del"Paraguayhabía hecho inmigrar a Corrientes a n umerosas fam i l ias que resid ían en

Asunción . El estall ido ¡"evolucionario paraguayo hubo de alarmar a Pédro Vila en el primer

"momento , pór hallarse en »la

'

capital

del pa ís col indante la encantadora Nati ; pero bienpronto desechó ese “ temor al saber que Nati y su

familia se habían refugiado en Corrientes .Al . sali r un d ia

'

el per iodi sta dela casa de ¿Gób ierl

no se encontró conNati'

. Una emoción intensa !“

sin*

tió Vi la a l tornar a verse con aquella bondadosan iña . ¡Hacia tantos meses que no se hab ían visto !…Dos o tres cartas , durante ese tiemp o , era lo únicoque les hab ía puesto en comunicación . El secretariodel novelista colonizador explicó

_a Nati lo ocurrido

en <<Nuevo Levante» ; la desbandada de co lonos ,las :lu

'

chas pol íti cas de los enemigos del Gobierno

qi1e se cern ian£sobre la Colonia ; el estado 'de lostrabajos ; la amarga decepción expe rimentada porMartin

'

Yáñei ,'

a l ver hecho realidad a'

quel adagio: <<críacuervos y te sacarán los oj os»

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J U L I O C O L A

Tanto contratiempo ha decepcionado mi án imo,

hasta el extremo que ya dudo de las excelencias yriquezas del pa ís , pues si para conseguirla s ha desu frirse tan to , comprendo que casi todos desee na horrar el calvario , aunque para ello tengan que renu nciar a sentimientos morales .

<<No sé qué tiene esta tierra que transforma a loshombres . E l ya sentía ¡agresividad por aquel pa ísque hac ía de los hombres buenos seres

¡Será la ambición , la fiebre de oro , los deseos del legar pronto , sea como fuere , era lo que trastornalos sesos y endurecía el corazón del inmigrante !

1

;-.Nat,

ís habló después —con tanto …o'

m ayor, ; pési

,, q vida en ,—Asunci ón le ¡ era de una triste z a'

¡ in

ñn ita .¿Aquel pueblo ,sm …V ida deno…aislado , primitivo, se le —haoia insºportable .

U_

nos viajes había hecho ¿s er i n sua

tancia] y., antipático , paraw erla ; pero ella no pod íareprimir

.la ; indifereneia _que , le s egu ía…i nspirando

a quel ghom bre .

—¿Cómo ldesengañarle

-

;de .unat,vez

para , que» le dejase en paz?,

Y rdecia'

esto_con u na

am argu ra,que ,apenaba e l

f-

C ¿Seria ,usted , Nati…capaz —de tom ar un“

a ,deter

m inaciónP—le exal tado por aqu ellas ,pal ab

,ras .

unirnos para

emp cionada Nati por lo qUe, se letproponíalm iró fijamente a Pedro,gry, sin)p0det repr imi r , u de

susrojos ¡ro_

daran ¡dos lágrim as ,; balbuoeó n .

T Maáana nos veremos. .…Y: se 'despid ió ¿de“

;V i la ;e nj ugándose 108 OÍOS ¡m i ué1 u aa et ¿ov1 s z"

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Fl<º4 0 4. A…

d e compartir el destino; ,que ÁC I

_

ÍCUPÍ CSB'

con la fbon

d adºsa Ou r, ,

'

i f“ —

f? )T050 fel día ¡ lo ¡ pasó con aqu ella l idea'

c lavada f en

la 'mente.= lPensó m ás de .una vez com u n icarle

ºa l =in

génieroslmque se'

pa

r0pon ía fl l levar. a“ cabo , pero -te

met-oso

“de qué don' José le “

disuadieéeº

, se concentrómás hondamente en sus pensamientos .

3 *

Lá casa de la cóm o l lamaban los colonosal caserón destinado a Martin Yáñez y su s empleados , estaba ya terminaída . Sé esperaba de un hi6ment o a otro la l legada del hóvelista para inaugttf"

Se hab ía comenzado la instalación demuebles ,la colocaciónde útiles para las o fi cinas el arreglóde las habitac iones destinadas a Martin Yáñez , al

ingen iero y a Pedro Vila .

, r r

Entre los colonos que quedaron en Nuevo Le

vante , i ncl uso el sentencioso Ellas , se ven ia notandoun desaliento extraordinario . Habían llegado nóti

cias de que algunos colonos de los que abandonaron aquel l ugar

, cultivaban ya tierras del estanciero

Toral , el más rico de la provinc1a y un ºpositor ¡ rre

ductible a la obra del Gobierno ,Don José había ya notado ese desal i ento , e sa tris

"

teza de los colonos , y an te: el temor de ,,u e apro

vechando su estado de an imo , pudiesen atraerle8

los dº ctores corren tinos,_ habló a Vila de la necesi,dad de reunirlos y exponer el estado delos traba

jos y la pronta term inación tde das obras .—Lo considero muy , co nveniente . y acertado

l3 UF'—wY ,por lanoche , en el nuevo edifi cio , se convocó

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LA RUTA f DE*LOS CONQUISTADORES íí*2 5

a<los colonos“

, y el i ngeni ero ¿ fu'

ép detál lándoieé la

—La escavación al borde del Paraná , para'

laí ubi.

báción l ¡de la usina ¡ elevadorar de agu a , - 3está -ters

m ináhdo'

se .

'Ya la m áqu inaíhab ía n l legºado a—Bueno

A i resy —bien'

fpronto

"lo.estaría íen <<Nuevo L évante» .

Só lo =h'

abia que esperan su instalación , que se ha

ría 'ptbñto ,i páaesto q úe sé aumentaría el personal .

Nos encon tramos,pues , en el periodo crítico ;uen

esemºmento en qº

ue'

hace falta reavivar las e nergías'

y abrir el pecho a la esperanza. Lo malo ya se ha ;b ía pa sado; un poco m ás de paciencia , y el tri unfosería Don Martín Yáñez l legaría a l día

sigu ien te, ylhab ía que ,m ostrarse ante él an imo'

sos y'

entusiastas de laTomo la palabra Blas,g con laanuencia de don

Vila , y quiso exponer su, _

estado de áni

e sus— Nosotros hemos ten ido siempre fe en laobra de

<<Nueva Levante» , por eso hemos quedado dispues .

tos a correr la suerte de la Colonia ; pero ¡ era tantriste aquel pais ! ¡ tandescentrada aquella vi da can

*

¿

p estre l , que no podíanmenos de sentir é l a lniá”

u na

tri steza infinitaBlas h izo una pausa, y , como Si tomase alien tos

ex*

a

cpo

n'

Pliá'

s claridad , añadió ?

bordeaban el Riachuelo , segu ían inundadas cel prim er

'dia '

que l legaron Esta observac ión , y laobtenida durante las grandes lluvias,llchabiafhecho

nsecuencia; y era , de que aquel Campotardaba inuch

'

0 en absorber las agua s . s er íaaquello un s íntoma de que las t ierras

'

nlo'*ad .

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1 2 6 A

m itíai3, regadío? ) ¿Por q ué no ; .nos a clara ,esto ,don

J osé , que quizá , lo mismo queobservado? »

l

,

—En .parte estaban ¡ en lo cierto—_d1¡ o el i ngenie

o tp ero…había dos —leguas de campo , y aú nquemedia legua no permitiese aprovecharse para el cul ttivo. intensivo , quedaba, no obstan te , ,una ín

'

o ades

preciable .extensión , que d el riego,se obtendr ía ,una

m

Terminó la entrevista al tas horas de ,l_a_ m adrugada , cuando Pedro _V.ila ten ía

cabal lo para ir a la estación a esperar. el ¡ tren en que—legaria Martin .Yáñez .

E l tren Ven ía con*gran retraso ; m ás de dos Hora sy Pedro dec id ió dar un pa seo por la ciudad a ver si

podia'

entrevistarse ¿:on Nati .5' '

I"

Noi*lé

'

l

fué difíci l enviarla un aviso ; y'

aiipoco rátb

l a encantado ra criatu ra, un“

preteXtó ,º

sa

'l ió en su'

encuen tro .

El rostro de Náti"denotába

haber sufrido unagran pesad illa ; estaba ojerosa , pálida,féntris

te5idaí

parecia que hubiese

x

soste_

nido una lucha¡consigo

misma ; que gran'

im i

presión , u n hondo contraste .

ºf

Vi la se acerco a

¿costumbre . ¿Le habra…contraria o

Después ,de , saludarse caminaron . .largo .trecho sin

pr9auacíarse 'palebra ; sin….attessrse—a Jºvamag lºsojos

_vereda, como ,si temiesenmirarse

gasa m n e.

1 fu lgorp ,…louque?SHtíºtn,

sus almas .u ,r. s b u n …¡ L' ( ¡ 119 t…

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ag2 8 c o m a .

»

¡dec ididos e'

u*

rea lizarlo ,

'

staq pron to Natirrºecibíera

aviso del period is ta .

'

x.la

º

¡ 3 5 12 5

a¡D e'

pro nto sin tieron el -s'

rlbidod e u n i tren q'

ue-lle

gaba . Los dos amantes se estremecieron . Lah orade reom un icar sus propósitos a Mart ín Yáñez se ia

'

cer

aquel si lb ido el que les llam aba a: unan ueva vida… ?

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Las luchas oposicion ista al Gobierno de Corrien

tes se acentuaron de tal modo , qu e éste ,'

al nopo

der satisfacer sus compromisos con Martín“

Yáñez ,tuvieron que paralizarse los trabajos en <<Nue

'

vo Levante .

Los colon0s que ingresaron a la estancia"de Toral

s e vieron defrau dados en sus esperanzas de riqueza

improvisada , pues al levantar las cosechas no se lescumplió ninguna de las condiciones conqueverbalm ente se les arrancó de la Colon ia .

Una desbandada de huertanos pululaban p or laciudad de Vera y Aragón , ofreciéndose en las obrasque se realizaban para las aguas corrientes , si n otraesperanza que vivir del modesto jornal que se lesofreciese .

Martín Yáñez hab ía marchado a París en buscade capi tal conque continuar su obra colon izadora,pues la si tuación de la Argentina no permitía unaa yuda monetaria . La palabra crisis m enudea

ha en todos los labios . Se avecinaba , pues , unas ituación económica de esas periódicas en el país ,

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¡ 30 J U L I O C O L A

que fund ía negocios y empresas en proporcionesalarmantes .

Quedar en la campana cuando la s ituación económica se agudiza , no era conven iente , pues lascrisis argentinas sobreven ían a causa de la depreciacion de los produc tos del campo .

No había m ás que ver la infinidad , los miles detrabajadores que formando caravanas hambrientaiban de uno a otro departamento en busca de

pany de trabajo . ¡Ah , si de ésto quisieran enterarse LosGobiernos de España ! .Form aba hondo contraste la si tuación pau pérn

ma de los braceros sin trabajo que había en la Ar

gentina , con los miles de inmigrantes que segu íaarrojando al puerto Europa , y la mayoría de elloseran españoles .L legó a pensar

'

Vila qu e a nuestros representantes ofi ciales no les interesaba dar cuenta al Gobiernoespañol , de la situación precaria de nuestros compatriotas o si lo hacían acaso los gobernantes recib ían las notifi caciones sin concederles importancia . Sólo así se pod ía dar el triste espectáculo dever aquel rebaño de inmigrantes abandonados a susuerte

,muriendo de hambre en el campo .

Pedro Vila decidióse marchar a Buenos Aires .

¿Qué iba a hacer en <<Nuevo Levante» paralizadoslos trabaj os? No obstante la monoton ía de aquellavida vu lgar

,Ped ro se sen t ía feliz al lado de Nati , a

la que cada d ía quer ia m ás , dad o su buen corazóny el inm enso cari ño qu e le demostraba .

Los meses que durase la ausencia de Mart ín Yánez los emplearía l uchando en la capital federal . Elno. pod ía estar más tiempo esperando se descifrase

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1 3 2 .J U L 1 0 '' C O L ! A '

pretensiones . .fEntonce

'

s e dióse exacta E"cueínta'

º5cf

ie'

la

rea l idad triste de, la'

ivida vargentiría .

'

NOJ bastaba) qu ee l hombre quisiese trabajar , faltaba la ocasión , la

'

o pdrtunidad.y : lw suerte z,Deínada s erv ía qu e afanosose entregase a buscar trabajo ;

'

era xinú til , pú'

és éste

no dlegaba hasta que cásua lm eríte se ofrecia al pa so .

"

En la i nmensa Babel de Buenos A ires '

9e lhal laban

m uchos .m iles'

de desºcupados . E l Gobierno'

vióse

e n la necesidad de tener que f ofrece ri com ida eri e l '

Hotel de Inmigrantes'

a los '

m ás 'necesitados ,

ºy hubo

tanta concurrencia , -que : tuv ieronv'

que estabiecer-l

se dos turnos ,*

tal fué el número dedos que7selaco

g ieron a esta generosidad ofi cial : ; e l“

Por más intentos que 'hizo -Vi la ¡ para? c oloca rse ,resultaron inútiles . El periodista pensó e

t

nique ¿¡ que

país constitu ía una ,nfata lidad'

zpara. el 'hom bre fq ue

l legaba con deseos de l uchar d ignamente . AquellaMetrópoli parec ía tener una m uralla en laf

que se

e strellaban las m ás justas aspiraciones ! Rec"

ordó'

en

tonce8 ¡ su lucha estéri l y angustiosa a su arribo , si nhalla r

'

empleo ; 10" mismo que ahora

'

se"repetía .

De qué le .valía ,' pues, haber ! estado en la m ásim

portante Revista del pa ís, si aquella labor—no le'

dabad erecho para que le aceptaran . ahora en cualquierd iario .

v -: a …r.—¡América , América

'

l—sol ía ¡ exclamar Vi la dei

cepcionado ¡ Cuanto dolor y amargura ollevas'

en

tus en tranas l Si los_

que vin imos sugestionado s portu áurea leyenda , hubiésemos sabid

'

o í la real idad detu vida dura e inclemente , ¡como nos h ubiéramosresignado a segui r este r umbo ! Mil veces—preferiblehubiera sido quedarse en Valencia y sufrir el cau

¡ iverio de un delito'

polí tico ! º

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LA RUTA DE LOS GONQUISTADORE S ,l3 3

Abs_

orto en estas reñe5riones , caminaba un d ía por- la Avenida de Mayo ,muando ¡ desde un gran café ,c entro :de reun ión…de 11080espanoies , salió una voz

que le 'llamó con in sistencia z u f

'

Ek periodis_

ta volvióse i súbito ¡y recon oció. al m o

mento a Ramírez , el inm igranté» com pañero de via

j e en el Cádiz . Este mostró una alegría*infinita

de encontrarse con don Pedro . :

Interrogado Vila por su amigo , le fué trazandosu vida en el pa ís , sus luchas , contratiempos y adversidades . S u s esperanzas e i lusiones de que en

“ Nuevo Levante» consigu iese un rápido tri unfo económico . Finalmente le comunicó el último pasoque había dado : el de su unión matrimon ial conNati ,…la encantadora pasajera del Cádiz .

Ramírez , _

conocedor del ambiente argentino, se

d ió exacta cuenta de todo lo que sufriera su amigo ;hasta adivino la si tuación precaria del periodista .

—Y don Pedro es digno de mejor suerte—exc la

mó En este pa ís sólo tri unfan rápidamen te loscrápulas , los que no reparan en medios con tal dellegar a Así ve usted por el in terior de lpa í s a miles de inm igrantes que m archanjeñ buscade trabajo , astrosos y muertos de hambre . ¡ La s

escenas que yo he visto !Acabo de llegar de Bah ía Blanca y hay que

_

ver

los desocu pados que deam bulean'

por la p'

rovinciade Buenos A ires . Caminan por la v ía férrea con su

e linjera» al cue llo, recorriendo'

los departamentosbuscando pan y trabaj o: En Tres Arroyos fueronhallados tres inmigrant es muertos ; y al hacerlesla autopsia i se ( comprobó que en í su s es

'

tómagos

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t 34 J U L 1'

O ' C O L A

no había m ás que yuyos : ¡ habían muerto de hámbre:» La Policía

'

trata a esas '

hum ildes gentes peºrquersi fueran bestias , y de un departamento los haceir a otro a pie , cuando no ' los

'

mete en los calabozo sde las Comisarías , m oliéñ

“doles

'

a pa los :¿Dónde está ,señor ; la justicia en estas Repúblicas que tantdb lason

'

an de l iberales? '

¡Esto clama albárbara !

Y añadió después , un tanto repuesto de su indig

—Yo he tenido suerte pero no por eso dejo de reconocer que este pueblo no tiene entrañas para losdesheredados que caen en la lucha . Me hice corredor de compra venta de casas

,hacienda y tropa , y

tuve la gran suerte de acertar en dos º peraciones ;

total , 30 .000 pesos que he pod ido sacarme de cº

misiones cuando no lo esperaba . Pero créam e , don

Pedro ; yo , que conozco el país , no me deslumbro

pot'el señuelo del resultado obtenido en estas ope

raciones . Ha sido una pura casualidad , y como deéstas poco se repiten , en c uantito no me vaya bi entomo el olivo y cruz y cuarto al pa ís . <<América ,'para los americanos» . Pero antes que llegue ese d ia

q ú13ero demostrarle mi aprecio por su qu i

s ¡ era que usted se decidiese por algún negocio enque yo pudiese ayudarle .

El period ista declinó el ofrecimiento que le hac íaRam írez co n toda modestia .

—Yo no soy hombre de negocios, ni estoy curtido

_

en la_vida mercantil ; así que agradezco el .ofre

cimiento que usted me hace

Quedó pensativo Ramírez, como si no diera nin

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136 J U)

L I O .C O L A

país,de. una .farsa p ol ítica—p ermanente , , de

,apa

riencias chillonas de dem ocracia…de, chim , chim ,

patriotero a todo pasto ; de lu jo y—de …depravacióninsultante .y exagerado; ¡de explotación de energ íasdel hombre honrado ; de recompensa al crápulaPaís de un caudillism p_ pol ítico g auchesco_ en el queel poder gubernativ

_

o servía para explotar al quelevantaba la riqueza nac ional; país deque, cual aves negras caían devorantes sobre la propiedad del que tras miles de sacrifi cios había ;hechouna fortuna ; pa ís de aventureros , de vendavahconstante, de crisi s , de qu iebras y agios .S í,

_

un periódico ¡ que refl ejase la verdad escueta eslo que estaban pidiendo a voces los defraudados , losque ten ían ham bre .y sed de j usticia .

Quando Pedro regresó a su modesta pieza , dondele aguardaba su abnegada Nati

,sin tió como si una

corrien te eléctrica le hubiese dotado de una energíaj amás experimentada . Entusiasmado con el planque bull ía por su m ente , se dirigió , s ereno y »cari

ñoso , a su mujercita , y besándola en la frente , ledij o estas pala bras—Hay que triunfar , hay que trina

far , ¡ cueste lo que cueste !

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La apan c16n de La Voz de E sp aña constituyó un

exito defi nitivo . Agotóse _la

_ prim er tirada y hubo

que am plíarla a varios m iles m ás en vi sta de laenorme demanda [ que los <<canilli tas» —vendedo

res— hacían del nuevo periód ico .

En las páginas del semanario refle ¡ abase valien

temente el estado del país ; , llam ábase la atención de los gobernantes argentinos y de nuestro re .

presentante ,español , sobre

,la si tuación precaria y

angustiosa que ven ían .padeciendó ;m iles de ec om pa

triotas abandonados a su infortun io ; denuncia'

banse

las_

agencias marítimas que hacían víctima al i ncauto

_pasajero ; relataba _

los abusos y explotaciones

que cometían los estancieros del interior al sol ic i tarsiempre de la Dirección de. Inmigración m ás braceros que los q ue necesitaban ,

'con el fin .

£ de que el…

exceso,de concurrencia permitiese abaratar los jornales

,y , daba un toqu e d e atención áfesa…prensa

por,tena poco escrupulosa , q ue hacía determinadas

cam pañas ,con y

,is tas; al chantage .

- El número no tiene desperdicio—:exclamó entu

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1 3 J U L I O C O L A

s iasm ado Ramírez . Por eso se han agotado sus edid iciones . Y encarándose con el Director , añadió

—Ten ía usted , Don Pedro , la suerte en sus man os y no se hab ía dado ¡Animo y a luchar ;u sted es de los que se imponen , de los que lle

¿gan , no me cabeVila reclamó un poco de calma a Ramírez Toda

v ía era pronto para j uzgar el éxito del periódico . El

primer número siempre despierta curiosidad ; hayqué esperar pues ,a los números sucesivos, que elloslo d irán .

—Desengáñese usted , que si La Voz de E spaña

no hubiese entrado , del primer número no hubieº

vran hecho tres A mí que no me digan ,

pero cuando un periódico lo compra el públ ic o ad oble de su precio es porque ha gustado y si no atiempoComenzaron a solicitarse suscripciones en núme

ro extraordinario ; no había d ía que no se recibieseni n finidad de ellas , acompañadas de entusiastas comentarios de aliento a proseg uir por el camino—de—la verdad y de la justicia , la labOr ' period ística em

p rendida .

—¡NO lo está usted V iendo

, don Pedro !—en trado O no el periódico? ¿Qué me dice¿ Verdaderamente que el extraordinario

nú'

mefo—de suscriptores era… un ¡ síntom a inequ ívoco de que'

La ¡Voz había alcanzado éxito en la Colectividadr'Los huéspedes del <<Rincó de laº terretá» , y

'

al

fre nte de ellos Aleixandre , acudieron en comisiónfel icitar al pai san '

0' Vila , como si se tratase dé una

o bra en la que todos 7'

ellos'

hubiesen puesto su es

fuerzo individual .

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¿_

i,s40 M M I

'

U L I ¡O( LIC O L A

Argentina,! perm itiérorise ini prim ir .unasdi oja€ clan¡destinas, Len :de una agresividad ve rgonzante i para lose spañoles . . Í .)

E llo dió motivo a que ciertos diarios porteños ,signifi cados -

.en . el :chantage . y en'

e l ex.terioriz aren , ¡ en im alévola campaña , su odio a los

Los diºf i08 .

*d€ la ! colectividad i ta l iana ,atentos s iem pre a zaherirnos ; terciaron en el

"

debatehaciendo

'“

i rón icos comentarios contra losbies g allegos » . El odio sórdido qu es e exterioriz abaen las columnas , de aquellos voceros , fué lo queexaltó extraordinariam ente l el carácter—' de P edroVila

,y éste , en un arranque-de justa i nd ignac ión ,

emprendi ó feroz campaña contra Prensa tan encana llada , que se gozaba en el insulto soez contra losespañoles .Esta fué una de sus mej ores luchas p eriod ística s :

valiente .y decid ido desenmascaró a ¡ una . chusmade alacranes del periodismo .

La Voz—de-'E spaña había llegado a u na tdifusión

de treinta mil ejemplares,y los…com entarios

'

de entusiasm o que , en torno del periódico se hacían , no

.pudieron por menos que halagar a Pedro Vi la .

De . número en número fue'

recrudeciéndose la

pó lém ica , hasta el extremo que entre las colectividades rivales exist ía una efervescencia y animosidadextraórdinarias .

—Más de un incidente callejero hubo.de lamentarse , pues los exaltados de u no

y'

“Otrobando l legaron los

e jemplare s que .

vend ían los a cam illitas» ,cuando éstos vociferaban

e l'

contenido del ¡ periód ico .

El :ú'

ltim o*de los artículos , <<Rl 5115e'

del moro» ,

aparecido en La Voz de E sp aña“

; fue el que ievantó

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LA RUTA ' DE ¡Los CONQUiSTAOORES I4. I

g rantpb lvaredaéentre lOs tanto , que

; des—3

de entonces j uraron“

SO! O voce,íhacerl algo que fue

S l 'HI* ! t .

1,

'

i

De las intenciones3 agresiva5 f de ¡ ílosí> &g'Vila ve

'

n ía'

sospechando por l at infi nidaded.e9exal ta

dos anónim os que'

recib ía ; pero :jam ás ipensó ,e n

'

quea que llas gentes se decid iesen , en pai s extraño , a llevar a cabo su s planes destructores… :x. e n

Pero llegó una noche ; y cuando los com ercios»

comenzaban a cerrarse y la Íaglom efacióñ de“ público era 'mayor en ' ¡las principales arterías de la ci udad

,decidió un grupo de secundado

pon criollos= de sú :origen , im

'

provisar u na m anifes

tación que fué engrosando co'

n—los transeuntes . Y al

g rito de : ¡ abai á Voz! , se .dirigió aa la'Redacción '

de este periódico , con ánimo de asa ltarle .

Pedro Vila hallabase en aquellos momentos en laRedacción ,

"ypor más que fué advertido por un

compatri ota de l peligro que corría su presencia enaquel lugar , decid ió quedarse .

La manifestación se hab ía hecho imponente,has

ta el extremo de que las fuerzas de vigilancia publica no pudieron evitar que las multi tudes avanz asen hacia su objeto . Ya frente al edi fi cio de LaVoz de E sp aña, los ind ividuos que iban a la van

guard ia dieron mueras al periódico , a su d irector ya los Enardecidos de entusiasmo y deodio contra la hoja rebelde

,hicieron u na descarga

de golpes de bastones y piedras en las pu ertas,

Aquella avalancha de ' gente seguía cada vez conmás

furia y ardoresºbélicos lasacometidas al periód ico . Cayeron destrozados los rótu los

,

“ y com o se

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142 J U L I O C O L A

hiciese un dispa ro , aumentó la confusión y la agresividad entre los manifestantes .

¡Porca eran las exclamaciones de aquella multitud…ebria de i ra .

Comenzaron a caer las puertas de la calle hechasas ti llas ; r ompieron con estrépi to los ,

cristales ; cayeron una lluvia de piedras y

cascotes en el in teriorde la Admin istración , y cuando los m ás decididosavanzaron. para a saltar el periódico y quemar su smuebles , Vila , que acechaba en la obscuridad , hizodos disparos de revólver , que hicieron retroceder a.los m ás decidos asaltantes .

La confusión , el grite'

río , las palabras de im pro

perio …contra los españoles aumentaron . Desde e l

grúpo*

de'

manifestantes , que cada vez era mayor ,se hicieron otros disparos , contestando a los que sehabían_

.hecho desde el interior de la Redacción .

—¡ Fuego l… ¡Fuego l… ¡Vamos a prenderle fue

gol— gritaron los más exaltados Los demás lessiguieron en su locura destructora .

Hab ían comenzado a arder las puertas de la Redacción ; la multi tud celebraba en tusiasmada su hazaña , y los aplausos de los que presenciaban el

espectáculo era reñejo del espíritu de d estrucción ,odio y rivalidad que sentían aquellas gen tes .

Empero no tardó en llegar un escuadrón de Seguridad . Al advertirlo los manifestantes prodú joseuna confusión extraord inaria , levantándose un griterío formidable apenas aparecieron los guardias atodo galope . De los manifestantes salieron silbidos ,y hasta piedras . atrevieronse a lanzar contra losdel orden público .

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u44 J U L I O C O L A

El Gob ierno w

'

argentirid*no

'

acett'

abá'

a co'

njurar'

el

c onfl icto obrerº ; n'

i tomab a m ed idas para queer]Eurºpa

'

n'

d em barcase tanto'emigrante , te'

niiéñdb'

rsin

duda que taldeterm inac ión'

fuese de descrédito parae l país w

'

En7esta Ver de E sp aña in ició Un ple'

biséit0 féntre'

lds compatriotas?que se hallaban en la

i ndigencia y que deseaban regresar'a la Patri a:A va

'

rios m iles ascend ió el “

núm ero de petic ionarios , tantos; q ue lorgani

'

z óse una manifestac ión y ésta'

se

dírigió a la Em bajada *de España a pedir auxil io. Y

una comisión expuso a nuestro representante lo m ísero de su vida, el deseo de que se h iciese algo porque no muriesen de hambre .

»

V ien do aquel espectáculo com prom etióse el Embajador a cóm u

'

n icar ral'

Gobierno de España los graves caracteres que p resentaba el confl icto econó

micoCon

'stituyó un éxito más para 'e l periód ico al verc ómo el representante de España comunicaba alMinisterio de Estado la crisis económica que sufríala Argentina , y el consej o que se daba a los braceros españoles de que no fuesen , mientras la situac ión no mejorase en el pa ís .Nuestro Embajador había cum plido

con su deberal notifi car a su Gobierno la realidad de la vida ar

-gentin'

a , pero su nota produ jo hondo revuelo pol ítico en tre lo s gobernantes del Plata , ya que no

cre ían pertinente que se hablase así de una nación

embrionaria , que necesitaba del bracero extranjero

,para levantar su riqueza.

La Prensa <<chauvin ista» atacó la actitud sincera

d e nuestro Embajador sin otro fundamento'

que

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LA RUTA DE LOS CONQUISTADORES 145

e l de hallarse zaherido su ºptim ism o argentino .

Ramírez loco de contento no cesaba de exclamar ;

¡Así se hace patria , amigo ! Y el entusiasmo fué inmenso entre los menesterosos al recibi rse en laEmbajada , órdenes del Gobierno español de quefuesen repat riando gratuitamente al mayor númerode inmigrantes, comenzando por los m as indigentes .

Cuando partieron los primeros repatriados deaquel puerto con rumbo a España , desde la cubierta del buque oíanse estentóreos ¡ viva s a La Vox! yde vez en vez sol ía también escucharse ¡Mueran los

g ringos» !

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Habían transcurrido varios años y Vi la , aunquefatigado por el desgaste nervioso de tan vibrantescampañas period ísticas , no reclamaba un alto en lalucha .

Nati m ás de una v ez hubo de dec ir a Pedro-

¿Por

que no descansas? Es mucho sacrificio el tuyo . YO

sufro de ver cómo te agotas .

E l periodista no dejaba de reconocer que le asist ía razón a su esposa , puesto que aquello era agotador y estaba expuesto siempre a contrariedades profesionales , pero , ¡ qué iba a hacer ! ¿Dejar en manosde los redactores las campañas que daban vida a lperiódico?Un d ía Ram írez habló a Vi la de esta manera—Es necesario , mi amigo , de que ya pensemos

en nosotros . Hemos trabajado por diez años ; nosha acompañado la suerte

,y apesar de las crisis agu

das del país hemos reunido algunos miles de pesos ,los sufi cientes para permitirnos un merecido des

canso . Pues ea , a ello , a trazar el a seguir , no era asunto de dejar los huesos en el país .

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I48 J U L I O C O L A

¡Verdaderamente era tan triste aquel se

acordó de sus d ías , deambulando por aquella'

Babe l

en bu sca de colocación , luchando después en la COlonia , en medio de un ambiente de m onotonia , en

que los paisanos sufrirán el mal de = la tristeza . …Yahora , él triunfante , c on una—media: situación r esuelta , se sentía igualmente triste en cuanto dejabade hacer cuarti llas para el periód ico .

—Mira , Pedro , al l í en Valencia , en la playade laMalvarrosa, , m irando…al mar Mediterráneo , alqui la

'

remos una casita y descansarem o&…All í fpuedes :escribir» tranquilo , sosegado ; baj

'o aquel cielor…áz u l

i ncomparable , y respirando l as marinas . quefortalecen el alma:»

El,periodista

'

accedió al fin a .la propuesta que sele hacía . Había que transigir :con :los deseos de su

m ujer , , ya que bastantes años llevaba sacrifica'

n'

dose

en c l a pais .Y pensó en España ; en aquellat ierra

º

tan diferen

te de la:Argentina'

. Aho ra ya …p0día .regresar s íií ¡pe ligro alguno ; hab íase .concedido -amn istía ia .2los delitos pol ít i cos y ,

adem ás“ retornaba victorioso , s iñ que

pudieran,tacharle

'de fracasado : Raz óm tenía'

Natinecesitabas reponer las energías perdidas,idescañsando una temporada en Va lencia, i en la trané¡ irilidad de la vida provinciana.

Lo que él había visto y sufrido en América , loreñejaría en un libro , seguiría su apostolado pe riod ístico abriendo los ojos a los que desconociendola real idad de América , se entregan desesperadós ala emigración , creyendo sin d uda hallar en …aqtiel los países el para íso apetecido . Y si no fuera aba s

tante su obra , y la labor period ística que se prom e

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LA RUTA DE LOS CONQUISTADORES

tia llevan a cabo en los &periódicos de 'Espana , dariaconferencias en los centros agrícolas de donde parte la emigración .

'l

“ Ramírez trazó su plan para España Con iaquella

plata que tantas fatigas le había costado ; m ontariaun res taurant , y cuando se acercase a su casa unhombre que no hubiese comido , se le servi ría elcubierto gratis. El sab ía lo que era el

“ hambre:' lapeor consejera , la »m ás triste de las en fermedades ,la que nos hace delirar , aun no teniendo fiebre . Laúnica virtud que le conced ía a la emigració n eraque ¿¡ los m ás zrebeldes contra

la *Pa'—tria los

'

¡hac ia

patriotas . Por ese lado era un bien la"

em igración ,pues aireaba los espíritus de otra Vida

'

y los concentraba al ñn »cori un cariño intenso por la tierra queles vió nacer .—Si yo fuera gobernante—le dec ía a Vila —

'

d'

eéfetaria

'

la em igración forzosa para las gen'

tes desnhcionalizadas , turbulentas y perturbadoras

*

del= orderi'º

ydel -p

'

rogreso nac ional . ¿No lo cree usted»

asi?'º

n —C iertamente que'ºel duro ¡pan de la emigración

excita los sentimientos nacionales del hombre m as

indiferente a la tierra que le vió nacer .Había llegado el d ía del an iversario de La Voz de

Esp aña , y com oj_en anos anteriores la Redacciónfestejaría con una comida intima la fecha d e laaparición del periódico .

Méndez Robella , el Redactor en'

Jefe , acompañado del reporter Miracle , andaban aquel dia preocu »

padosºcon el banquete conmemorativo .

La sala de Redacción se hab ía transformado encomedor , adornadoc on flores y Admin istrador Gal índez , segu ía las instrucciones deMén

'

t

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¡159 .

C Ó L A

dez , >clasiñcando por ¡ orden las i nvi taciones a 165ín timos de la*casa Aquello rera muy 1m portante e nel país .Comenzaron a, recibirse félicitacionest de

compatriotas entusiastas del periódico .

Ramírez ordenó que se colocase en .el centro delcom ed

,or e l retrato del—Rey de España , com o pri

mer Jefe del Estado .Español .

En aquella memorable fecha , , com o ten la…de losd ías patrio s , ,

ondeaban en la fachada'

de La 1_Vog

dos banderas : la azul y blanca -de'la Argentina ua * lade

_,

recha , ly la roja .y gualda, de Esp'

aña ,”

al otrOxlado .

—Habrá que colocar m ás me$ as—difó G alínde z

aMendez —pues ,fa lta s i tio para seis cóm e

'

nsalesa w

—C iertam ente , este año .p asan ¡ de sesenta ; puesson muchos los amigos de la casa que. qu ieren

'

*

par

ticipar de ;la intimidad del acto . n ; i'

¿

- Ni que fuera esto un banquete de despedida:

Se acercaba la hora y los mozos se apresu raban*

a

arreglo de las mesas . Los invitados< iban .acu d iendoy en am igable tertul ia se encontraban en el ídespa

cho del Director .

Ramírez segu ía dando órdenes , distribuyendo los

si tios . Al o tro lado de Don Pedro , el Redactor Jefe ,luego el Admin istrador , después los demás redactores

,a conti nuaci ón los i nvi tados por . este orden

Beltrán , Bort , Sarachagá , Bagués , Hernández , etcétera

,etc . Y como el que ha terminado una difíci l

gestión,añad ía al fin : —

¿Hanredes?Con la—presencia de Nati terminó la tertul ia, y

fuérp nse sentando a la ,m esa los comensales :

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r5z J U,L I O C O L A

<<YO acepto ,a unque con dolor , el deseo del am i

go.Rarnírez , que esº

tam bién el de m i e sposa , y doacepto por gratitud , pues no puedo olvidar que a

Ram írez _l_e debo la fundación de

este periódico ,

que , sin su…entusiasmo, sin su ayuda económica;esta hoja—quizá no .hubiese .El me

alentó—yla empresa .y ahora él me pide un desean 1

so,en la lucha . »

.gH,

abló después de su viaje a Espana del personalde l periódico , cómo, quedaría, del ascenso la subdi

rector,—deLa ,…Vor a Méndez ; de su próx1m a» laboren España , de sus ideas , de sus proyectos ¡a realizaren la Pen insu la .

Al levantarse los comensale s la conversación re

cayó ,sobre el f viaje a la p atria del Director . En m e

dio de la satisfacción q ue les había producidoáquel ,

acto,…un matiz ,

de_

tristez a se d ibujaba en ; to

dos los,semblantes . ¿Qué pasaba entre los p resentes? Reconocíase el merecido…descanso a que ten ía

derecho el pe riodista triunfante , pero all í, en aquella tierra hacía falta un hom bre , y ese hom bre, dem omento, no podia ser otro , quePedro Vila . ,

"i l .

m i a s i…!