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América Latina obtenidas solo en algunos casos. Muchos quedaron al margen de la posibili- dad de trabajo fijo, vivienda digna y educación. La fuerte urbanización en América Latina fue anterior al propio proceso de industrialización. Se dio, además, de manera desordenada. Los recién llegados sin trabajo pasaron a vivir en asentamientos precarios que la crisis económica posterior hizo crecer. Se trata de las favelas en Brasil, las villas miseria en Argentina, o los cantegriles en Uruguay. © LOS GOBIERNOS REFORMISTAS-POPULISTAS 2.1. Factores que permitieron su aplicación En el período que estamos analizando surgieron gobiernos denominados reformistas que llevaron adelante cambios políticos significativos, vinculados a los cambios económicos ya explicados. Las transformaciones sociales también requerían cambios en la estructura política. Era necesario fortalecer el papel del Estado, así como democratizarlo. El incremento de los trabajadores urbanos trajo mayores reclamos de parti- cipación en la vida política y de mejoras en su situación económica. El deseo de ascenso social impulsó a las clases medias a apoyar regímenes que realizaran reformas económicas y democratizaran la vida política. El sec- tor de la burguesía industrial buscó amparo en un nuevo tipo de Estado que protegiera sus intereses. . -:-ón saluda a la multitud reunida en la Plaza de Mayo, en 1955.

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América Latina

obtenidas solo en algunos casos. Muchos quedaron al margen de la posibili­dad de trabajo fijo, vivienda digna y educación.

La fuerte urbanización en América Latina fue anterior al propio proceso de industrialización. Se dio, además, de manera desordenada. Los recién llegados sin trabajo pasaron a vivir en asentamientos precarios que la crisis económica posterior hizo crecer. Se trata de las favelas en Brasil, las villas miseria en Argentina, o los cantegriles en Uruguay.

© LOS GOBIERNOS REFORMISTAS-POPULISTAS

2.1. Factores que permitieron su aplicación

En el período que estamos analizando surgieron gobiernos denominados reformistas que llevaron adelante cambios políticos significativos, vinculados a los cambios económicos ya explicados.

Las transformaciones sociales también requerían cambios en la estructura política. Era necesario fortalecer el papel del Estado, así como democratizarlo.

El incremento de los trabajadores urbanos trajo mayores reclamos de parti­cipación en la vida política y de mejoras en su situación económica.

El deseo de ascenso social impulsó a las clases medias a apoyar regímenes que realizaran reformas económicas y democratizaran la vida política. El sec­tor de la burguesía industrial buscó amparo en un nuevo tipo de Estado que protegiera sus intereses.

. -:-ón saluda a la multitud reunida en la Plaza de Mayo, en 1955.

América Latina

Es en este período que aparecen los denominados regímenes populistas, que tuvieron como ejemplo más característico el de la Argentina de Perón y el del Brasil del segundo período presidencial de Getulio Vargas y de sus conti­nuadores en los años cincuenta y sesenta. Paralelamente, en otros países lati­noamericanos se dieron otros procesos reformistas que, sin embargo, tuvieron solo algunos rasgos de populismo.

En América Latina se denominó populismo a los movimientos que surgie­ron alrededor de los años cuarenta y que se caracterizaron por ser policlasistas. por estar vinculados a los procesos industrializadores y ser políticamente de­pendientes de una dirección militar o carismática, nacida y desarrollada al am­paro de una coyuntura internacional favorable.

2.2. Características

• Si bien los populismos respetaron el sistema de elecciones —desterrando en general el fraude electoral— y el sufragio universal (extendido incluso a la mujer), algunos historiadores los definen como regímenes semidictatoriales. Esta calificación se debió al dominio que el partido de gobierno (populista) te­nía sobre el Estado, a las restricciones a las libertades individuales y a la fre­cuente persecución de los disidentes.

• Realizaron un verdadero culto al dirigente. Este estableció una relación directa y afectiva con las masas.

Los líderes populistas, en general, no pertenecieron socialmente a los sectores populares, sino a las clases medias. Muchos fueron militares (Perón, Cárdenas, etcétera) en una época en la que el ingreso al ejército significaba una posibilidad de ascenso social. Poseían cierto nivel cultural, pero se mane­jaban con un lenguaje sencillo que les permitía acceder a un electorado gene­ralmente poco instruido. Tenían amplio conocimiento del país y de su gente. Algunos pasaron largas temporadas en el exterior, lo que les permitió conocer otras realidades, en particular la europea en el período interbélico. En algunas ocasiones se sintieron atraídos por los regímenes nazi—fascistas.

Algunos autores señalan que el modo en que el dirigente se vinculó con el pueblo fue una forma de «clientelismo».

La relación patrón-trabajador, característica en el medio rural y vigente desde el siglo XIX, se transformó en la relación líder—masas. Existió un víncu­lo de favores recíprocos y de fe ilimitada que los seguidores depositaron en el líder. El dirigente se volvió una figura incuestionable.

Pero en el clientelismo la relación es directa, en cambio con el líder popu­lista es indirecta, se dio a través de instituciones gubernamentales o sindica­les leales al gobierno. Sin embargo, más que adhesión al líder fue a su pro­grama.

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Cipriano Reyes, dirigente obrero argentino, organizador de las jornadas del 17 de octubre, acontecimiento en que las masas exigieron la liberación del general Perón, expresó:

« [ . . . ] lo que estaba en juego [...] no era el hombre que políticamente representaba las aspiraciones sociales de las masas laboriosas, sino el progra­ma, la perspectiva de superación que él encarnaba, y, con ello, todas las conquistas obtenidas y por obtener al calor del movimiento, y la moviliza­ción de las masas».

• No tuvieron una definición ideo­lógica clara. Se proclamaron antimar­xistas y anticapitalistas. Manifestaron su adhesión a una «tercera posición». Pero en los hechos no llevaron adelante reformas estructurales del sistema capi­talista. Si bien se definieron como an­tiimperialistas, en algunos casos termi­

naron aceptando la influencia estadounidense, tanto en el plano político como económico.

• Desde el punto de vista social, el populismo se convirtió en mediador en los conflictos entre obreros y patrones. Esto lo logró a través del dominio que ejer­ció en el movimiento sindical.

Establecieron políticas de protección al trabajador. La burguesía industrial aceptó mejoras en las condiciones de la clase obrera para formar un frente co­mún contra las viejas oligarquías, que habían detentado el poder durante dé­cadas. Pero el movimiento obrero estaba sometido al poder político y por tan­to fue hábilmente manipulado.

• Se mejoraron las condiciones de vida de los sectores obreros, realizándose inversiones en áreas de salud y educación. Además, se amplió la legislación la­boral de protección al trabajador.

• En materia económica se llevaron a cabo nacionalizaciones de sectores estratégicos. Se alentó la inversión productiva y, a través del manejo de los t i ­pos de cambio, se obtuvo un excedente para subsidiar al sector industrial.

• En los países de importante población campesina se realizaron reformas agrarias (México, Bolivia) con el objetivo político de disminuir el poder de los terratenientes y el económico de aumentar la producción agraria para la ex­portación. Por diferentes razones estas reformas fracasaron.

Lázaro Cárdenas fite presidente de México entre ¡934y 1940.

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2.3. Causas de la crisis de los modelos populistas

El modelo económico aplicado por los populismos fue pragmático, no elabo­ró una estrategia a largo plazo, sus éxitos se debieron sobre todo a la coyuntura internacional favorable. Al llegar a su fin, sobrevino la disminución de las expor­taciones y la baja en los precios. El desarrollo de la industria se había realizado respaldado en los buenos precios internacionales para los productos primarios; cuando descendieron, el sector agroexportador no estuvo dispuesto a continuar financiando al sector industrial.

La inversión, además, había sido primordialmente en industria liviana. No hu­bo en general desarrollo (solo proyectos) con relación a la industria pesada. Fueron insuficientes las inversiones en infraestructura de transportes y servicios públicos. No se estimuló la modernización tecnológica en la industria ni en el agro.

En materia social se había realizado una política pendular, que por un lado no afectara los intereses de la burguesía y por otro beneficiara a la clase obrera y las clases medias. Cuando la situación económica cambió, el peso de la crisis recayó en los sectores populares.

Se abandonó todo vestigio de nacionalismo económico, acentuándose la de­pendencia de Estados Unidos y propiciándose el ingreso del capital transnacional.

O DOS EJEMPLOS DE POPULISMO: ARGENTINA Y BRASIL

3.1. El peronismo. El ascenso de Juan Domingo Perón

Las elecciones de 1946 marcaron la aparición de una nueva fuerza política: el peronismo.

En la década anterior, Argentina había sufrido las consecuencias de la crisis del 29 en su economía, el consiguiente malestar social y una sucesión de gol­pes militares. Por la crudeza de la represión desatada, fue denominada la déca­da infame.

A comienzos de la década del cuarenta continuaron los gobiernos dictato­riales de signo militar. La figura clave de estos gobiernos fue el hombre que desempeñaba el cargo de secretario de Trabajo y Previsión, el coronel Juan Domingo Perón.

El proceso de industrialización ocurrido en la Argentina había producido un crecimiento significativo de la clase obrera que no se había reflejado en mejores condiciones de vida y de trabajo. Desde su cargo, Perón adoptó una serie de medidas que beneficiaron a los trabajadores, como el estatuto del pe­ón rural, normas de protección laboral a los obreros y congelación de precios.

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Llevó a cabo una eficaz organiza­ción del movimiento sindical con el fin de convertirlo en una estructura de apoyo a su liderazgo.

En octubre de 1945, Perón fue des­tituido de su cargo y encarcelado, en un intento del gobierno militar por de­tener su carrera política. Pero una gran manifestación popular realizada el 17 de octubre logró que Perón fuera libe­rado. Fue este un acontecimiento total­mente nuevo para la Argentina. Por primera vez las masas populares se ex­presaron y concurrieron masivamente al centro de Buenos Aires.

El gobierno decidió entonces con­vocar a elecciones generales para febre­ro de 1946. El triunfo correspondió a la fórmula Perón—Quijano, que se im­puso a los candidatos de la Unión Democrática, integrada por radicales, socialistas, demócratas progresistas y

comunistas. Fueron las elecciones más limpias (no existió fraude electoral) en la historia argentina hasta ese momento.

Sectores que apoyaron al peronismo

El Ejército, la Iglesia y el movimiento sindical fueron las tres institucio­nes en las que se apoyó el peronismo.

La Iglesia vio en el peronismo la fuerza capaz de lograr un equilibrio social que evitara cualquier riesgo de profundización en las luchas populares.

El Ejército no fue unánime en su aceptación del peronismo, pero desde el primer gobierno de Perón recibió una atención particular. Se destinó una buena parte del presupuesto nacional a construcciones castrenses. Las fábricas militares trabajaron en la construcción de aviones, maquinaria agrícola y automóviles. En la segunda presidencia, tanto el Ejército como la Iglesia le quitaron el apoyo.

La principal base de sustentación del peronismo estuvo en el movimiento sindical. Hacia 1943, el proletariado había crecido en número y conciencia, era un factor de presión política pero carecía de organización. Los antiguos mili­tantes sindicales —de ideologías socialistas o anarquistas— fueron perseguidos, sobornados o simplemente dejados de lado por la nueva masa obrera, de origen mayoritariamente rural, lejana a los discursos de estos viejos proletarios.

DESDE LA HISTORICA PLAZA DE MAYO MAS DE UN MILLON DE CIUDADANOS ACLAMO PRESIDENTE AL CNEL. PERON

Primera plana del diario argentino La Epoca, en la que se comentan los sucesos del 17 de octubre de 1945.

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Surgió un nuevo sindicalismo, estrechamente vinculado al poder político a través del Partido Justicialista (peronista). Los nuevos dirigentes se caracteriza­ron por un fuerte oportunismo. Recibieron cargos en el gobierno, prebendas y una situación que les permitió, a algunos, el enriquecimiento. El movimiento obrero perdió independencia y se burocratizó. El dominio del sector sindical hizo posible que el gobierno asegurara la paz social a los propietarios de em­presas industriales y al capital extranjero lo estimulara a invertir.

Pero el período no estuvo exento de conflictos, en 1949 la huelga de los obreros azucareros y en 1951 la huelga ferroviaria fueron duramente reprimi­das. Mientras se mantuvo la coyuntura internacional favorable, el movimien­to obrero estuvo en general conforme, dado que se logró el pleno empleo, se mejoraron los salarios y se amplió la legislación social.

Una figura de enorme importancia en el movimiento peronista fue la de la esposa de Perón, Eva Duarte (1919-1952). Desde los acontecimientos del 17 de octubre, Eva se manifestó como una conductora de masas. Convocó, junto con otros líderes peronistas, al pueblo a las calles.

La historia de Eva Perón habla de sus orígenes muy humildes, lo que explica en parte su profunda vocación popular. Estos sectores sentían por ella una ver­dadera adoración. Para el pueblo era la «abanderada de los humildes» o simple­mente «Evita», una mujer que no renegaba de sus orígenes. Pero al mismo tiempo, Eva gastaba fortunas en pieles, vestidos y en joyas que se hacía traer de Europa. Esto no era juzgado por las masas, que reconocían en el sueño concre­tado de esta mujer la posibilidad de su propio ascenso social. Se destacó en una época en la que la mayoría de las mujeres eran frecuentemente desvalorizadas.

Fue duramente criticada y considerada una demagoga por los sectores inte­lectuales de izquierda y algunos miembros de las clases medias; pero sobre to­do por la antigua oligarquía desplazada del poder. De manera arrogante la des­preciaban y con ironía la llamaban «la Señora».

Su actuación política fue intensa. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social desarrolló obras sociales (a través de la Fundación Eva Perón) de ayuda a los obreros, los ancianos, los niños y las mujeres trabajadoras. Sin embargo, lo que los trabajadores sentían a veces como generosas concesiones no eran más que derechos que les correspondían legítimamente. Por otra parte, la ayu­da social era financiada por los propios trabajadores a través de los descuentos obligatorios en los sueldos.

Se le adjudicó un importante papel en la aprobación de la ley que estable­ció, en setiembre de 1947, el voto femenino.

En 1951, la Confederación General del Trabajo (CGT) propuso la candi­datura de Eva Perón a la vicepresidencia. Pero ya estaba cercano el fin de su vi­da; aquejada de cáncer, murió en 1952.

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Las dos presidencias de Perón (1946-1955)

Durante el transcurso de los gobiernos peronistas, el Estado sufrió una transformación profunda en cuanto al papel que debió cumplir en la vida so­cial y económica.

• Obtuvo el monopolio del comercio exterior. Fundó el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, a través del cual el gobierno compraba la pro­ducción agrícola y la revendía a precios más altos. Con las ganancias obtenidas financió a las empresas nacionales y subsidió el consumo interno.

• Se estimuló el desarrollo de la aviación y la marina mercante nacional. • El sector público se hizo cargo de las actividades económicas que no le inte­

resó desarrollar a la actividad privada. De esta manera creó fuentes de trabajo. • Incentivó los préstamos otorgados por el Banco de Crédito Industrial. En

tanto en 1944 el monto total de dinero prestado fue de 132 millones de pesos, en 1948 fue de 15.482 millones de pesos.

• Nacionalizó el Banco Central, los ferrocarriles y los teléfonos. Se crearon empresas como Gas del Estado, Agua y Energía, y Aerolíneas Argentinas.

• Se estimuló básicamente la industria liviana. A partir de 1952 se intentó sin éxito resolver los problemas derivados de la falta de una industria pesada y de fuentes energéticas.

• Se trató de estimular la producción agropecuaria. Pero al no tecnificarse ni modificarse la estructura de propiedad latifundista, las mejoras fueron insu­ficientes.

Eva y Juan Domingo Perón.

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• Se llevaron adelante algunas obras de infraestructura como el gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires y el Aeródromo Internacional de Ezeiza.

• En materia social se concretaron mejoras en la situación de los trabajado­res. Se establecieron aumentos de salarios, vacaciones pagas para todos los tra­bajadores, aguinaldo y sueldo complementario anual.

• El sistema educativo quedó sometido al régimen. En los libros escolares se realizó un verdadero culto a Perón y a Evita. En 1947 se anuló la autonomía universitaria.

• Se limitaron los derechos individuales. El Estado monopolizó los medios de comunicación de masas. Se establecieron restricciones o directamente la su­presión de la prensa opositora. Se exaltó al líder y a la «doctrina justicialista».

La ideología que expresó el gobierno peronista tuvo influencias del fascis­mo italiano. Se expresó contraria a la lucha de clases, argumentando la necesi­dad de la concordia de los diferentes sectores sociales.

Se manifestó como antioligárquica, antiimperialista y antimarxista. Desarrolló un discurso de fuerte contenido nacionalista. Prometió asegurar la paz social alejando el peligro «comunista».

La doctrina no tuvo una elabora­ción previa, fue más bien pragmática en su accionar, cayendo muchas veces en contradicciones. El propio Perón en sus discursos mantenía posturas di­ferentes de acuerdo a si iban dirigidos a obreros o a la burguesía industrial.

La caída de Perón

A pesar de triunfar en las eleccio­nes de 1952 con el 60% de los votos, el gobierno peronista comenzó a mos­trar signos de debilidad, que se agudi­zaron con la muerte de Eva Perón.

El fin de la situación internacional favorable determinó un claro deterio­ro de la situación económica. Frente a la crisis, el gobierno dejó de lado algu­nos de los que habían sido sus postu­lados básicos. Redujo el salario de los trabajadores, haciendo recaer sobre ellos el peso de la crisis. En contra del nacionalismo que el peronismo había Cartel alusivo a la nacionalización de los ferrocarriles

(1947).

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NÚMERO DE AFILIADOS A LA CCT

1941 320.681 1947 1.500.000 1951 3.000.000

convertido en una de sus banderas, se abrió la economía al capital extranje­ro. Un ejemplo fue la concesión pe­trolera en Santa Cruz a la Standard Oil.

Estas medidas fueron acompaña­das con un endurecimiento del régimen, que intensificó la persecución de los opositores.

En 1955, la escena política estuvo dominada por el conflicto del gobierno con la Iglesia, iniciado un año antes, y con la oposición.

En medio de ese clima se comenzó a delinear un golpe de Estado. En se­tiembre, finalmente, un levantamiento encabezado por el general Lonardi de­rrocó a Perón.

El general Perón permaneció en la escena política argentina hasta su muer­te. La importancia del partido por él fundado —el Justicialista— se mantiene en la actualidad.

3.2 Brasil: populismo y proceso industrializador

El primer gobierno de Getulio Vargas —gran propietario de tierras, oriun­do de Río Grande del Sur— se desarrolló entre 1930 y 1945. El Estado Novo, como se lo denominó, fue un gobierno dictatorial, con simpatías hacia el na­zi-fascismo. Sin embargo, presionado por Estados Unidos, Brasil declaró la guerra al Eje y envió soldados a luchar junto a los aliados. En esta etapa se ini­cia el proceso industrializador de Brasil.

En 1945 se produjo el retorno a la democracia; en las elecciones vencieron dos partidos aliados y adictos a Getulio: el Partido Social Democrático (PSD) y el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB). Este último buscó el control del mo­vimiento obrero, rivalizando con el Partido Comunista Brasileño (PCB) que tenía una mayor ascendencia sobre los obreros más antiguos. En cambio los trabalhistas aumentaron su influencia en los nuevos obreros de origen campe­sino, recientes inmigrantes del campo, expulsados por la modernización en al­gunas áreas y, sobre todo, por el latifundio.

En 1950, con el 50% de los votos del electorado, el líder populista Getulio retornó al poder. A esta segunda etapa del varguismo se la considera netamen­te populista.

Aumentó el papel desempeñado por el Estado, convirtiéndose en benefac­tor, mejorando las condiciones laborales de los trabajadores de las ciudades. Fue, además, arbitro en los conflictos entre patrones y obreros. El movimien­to sindical estuvo fuertemente influenciado por el poder político, se produjo una alianza entre la nueva burguesía industrial y el gobierno, enfrentados a la oligarquía terrateniente. La coyuntura internacional favorable y los buenos